Está en la página 1de 798

FRANCISCO SUAREZ

DISPUTACIONES
METAFISICAS

DISP. VII-XV

BIBLIOTECA HISPÁNICA DE FILOSOFÍA


I
I
I
I

II
BIBLIOTECA HISPANICA DE FILOSOFIA
D i r ig id a t o r ANGEL GONZALEZ ALVAREZ
FRANCISCO SUÁREZ

DISPUTACIONES
METAFISICAS
VOLUM EN II

EDICIÓN Y TRADUCCIÓN DE

SERGIO R Á B A D E R O M E O

SALV A DO R CABALLERO SÁNCHEZ


y

A N T O N IO PU IG C E R V E R Z A N Ó N

B IB L IO T E C A H IS P A N IC A DE F IL O S O F IA
O Editorial Greàos, Madrid, i960.

Registro n.° 2090-60


Depósito legal: M. 2016-1960

Gráficas Cóndor, S. A .— Aviador Lindbergh, 5 — Madrid-s 1009-60


DISPUTACION VII

DIVERSOS GENEROS DE DISTINCION

R E S UME N
La disputación comprende tres puntos principales, en correspondencia con las
tres secciones de que consta:
I. Existencia de la distinción modal (Sec. 1).
II. Indicios para discernir los diversos grados de distinción de las cosas
(Sec. 2).
III. Lo idéntico y lo diverso (Sec. 3).

s e c c i ó n i

Dando por supuesta la existencia y señalada la esencia de la distinción


real (1), se establece su división en positiva y negativa (2) y se precisa que la
t distinción real no implica relación real (3). Un tratamiento semejante se hace a
propósito de la distinción de razón (4-6), apuntando su división en extrínseca e
intrínseca (7) y su origen (8). Todo ello sirve como de introducción para centrar
la tarea especulativa en la búsqueda de una distinción intermedia entre la real
y la de razón, sobre lo cual hay diferentes opiniones', se exponen y razonan la
primera, que sólo admite las distinciones real y de razón (9-12), y la segunda, de
Escoto, que establece una distinción formal “ex natura rei” (13-16). D e esta
manera se llega a la solución: Suárez propugna la existencia de una distinción
modal (16); explica su teoría de los modos y la demuestra y aclara con nume­
rosos argxmtentos y ejemplos (17-20). Se concluye que no hay más clases de
distinción que las tres indicadas (21), se exponen los diferentes modos y respec­
tos de la relación real (22-24) y se deshace una objeción (25), sosteniendo que
los modos se distinguen real o modálmente (26) Por último, se da respuesta a
los argumentos de la priyrtera opinión (27-30).

SECCIÓN II

Centrado el nudo de la dificultad en torno a la distinción modal (1) y seña­


lado, demostrado y defendido contra las objeciones un indicio de distináón
actual en la realidad (2-5) se establece como carácter exclusivo de la distinción
modal la separación no mutua entre dos cosas (6) y se responde a las dudas y
objeciones sobre este punto (7-8). Suárez vuelve a considerar la distinción real,
exponiendo algunos indicios, basados en la separación, que son eficaces para
discernirla, y rechazando otro que resulta inútil (9-21). Se aclara una duda sobre
la separabilidad de las cosas distintas (22), se responde a una objeción (23-24)
8 Disputaciones metafísicas

y se establecen algunas excepciones a la doctrina general de la separabilidad


(25-27). La sección se cierra con el estudio de los caracteres de la distinción de
razón (28).

SECCIÓN III
Tras una breve introducción (1), se declaran los diferentes sentidos del tér­
mino “idéntico” (2-3) y se afirma que la identidad tiene tantos géneros como
la distinción (4). Después de responder a una objeción (5), Suáres precisa él
alcance de los términos “distinción”, “diferencia” y “diversidad”, comparándolos en­
tre si y con el ente (6-7), y aclara, de acuerdo con lo dicho, que el principio aris­
totélico “cualesquiera cosas idénticas a una tercera son idénticas entre si” debe
entenderse analógicamente (8).
DISPUTACION VII

DIVERSOS GENEROS DE DISTINCION

Para una completa exposición de este atributo o propiedad del ente, nos ha
parecido necesario incluir aquí esta disputación, pues, como la unidad incluye
indivisión y se opone, por tanto, a multitud, la cual surge precisamente de la
división o distinción, es necesario comprender todos los modos de distinción
para entender todos los modos de unidad; porque, de dos extremos opuestos,
uno se dice de tantos modos como el otro. Ahora bien, esto, en metafísica, no es me­
nos necesario que difícil, pues, según consta por Aristóteles en los Analíticos Se­
gundas, lib. II, c. 14, a la esencia y quididad de cada cosa se llega por medio
de la división o distinción, ya que se llega a la definición propia de cada cosa
haciendo las divisiones convenientes. Por ello, la dificultad de conocer las esen­
cias de las cosas corre parejas con la dificultad de explicar los varios modos o
grados de distinción. Hay que investigar, pues, cuántos son éstos y mediante qué
indicios o modos pueden distinguirse.

SECCION PRIMERA
Si e x is t e en l a s co sa s alguna o tr a d is t in c ió n , a d e m á s d e l a r e a l
Y LA DE RAZÓN

1. Existencia y esencia de la distinción real.— En este apartado se dan


como ciertas dos cuestiones y nos preguntamos por una tercera. En primer lugar,
es evidente que existe en las cosas una distinción real, la cual suele llamarse,
para mayor claridad, distinción entre cosa y cosa, y consiste en que una cosa no

DISPUTATIOVII cquuiu a msqueestrediiffic


deile
finitio
re nernmepsseerv
tu n ensitucor;gnuonsdcee-,
tia
D e v a r iis d is t in c t io n u m g e n e r ib u s re
desis,ttin
tacntio
tum dm
naum emexepslic
t vaarerio
.tsqInugqib
ra dusndeutmmoedrgoos
uuire
ebsutH adeccodm
a
tiivsiseio
unpero
isppleutata
prie
tio
mta enxepcoessitio
tisdaetntis
saria
n
;id em
naem
hohcuiu
cm
loscoattri­
uum
visa
seumodisdiscerni possint. snamindiciis
undita
q u o
si
tn illi sin t, e
in d
ocopnpsounrg atu m in clu e t o ltitu in SECTIOPRIMA
ddoisstinucntio it,rtisaqdunaececoeem
ita s
xpdreivhiseniodneendsoesuodm
s e e s t o m n es e tia
istin
m nem scrio
omd
noe-
oos­
U trum pr a e te r d is t in c t io n e m realem

drei!liqduicuitu n rEis c o
unstum m p re h
otepm e n
positod e re
rum; q uia
,tom q u
tedtaido t m
ET RATIONIS SIT ALIQUA ALIA DISTINCTIO

tuysriceat IN REBUS

nuotnem m
inA .
urissntoete au
celessasriu m h o c
qr,uam indiffic p h
ile;c.na1m
1.
,, In
Distinctio
homctitu lo dur.osPurim
r ea lis
ppoonuenntu
datier, et
r puetrcesrta
quid sit.—
e-t
x u m itu II P o st., 4
er tute
rtiu
m inq
esatddamu iritu
riaio
inrerebuesxpdlic
istin im
ctio
nm e n o
emaprepaelellam ,
dduiv
niu is scnueium
io sqsueeure d
ividendounumabalioadpropriamunius-
itin
is escstio
entia
n e m etattin
quidg dita
itu r, snapm q
su
o a
iee
t d istin
c tio m
rei a re, a
qtio
u a
enein hoc c o ri
n -
10 Disputaciones metafísicas
sea otra, ni al contrario, pues nos consta la existencia de muchas cosas, de las
cuales una no es en absoluto la otra. Unicamente debe advertirse que, a veces,
las cosas, además de ser distintas de esta manera, no están unidas entre si,
como ocurre en el caso de dos supuestos, o en el de los accidentes que se en­
cuentran en distintos supuestos, y en otros análogos, en los cuales no hay difi­
cultad alguna para conocer la distinción antes indicada, puesto que en ellos no se da
ningún vestigio de identidad real. Sin embargo, a veces sucede que se dan cosas
que, siendo distintas de este modo, están unidas entre sí, como es evidente en el
caso de la materia y la forma, en el de la cantidad y la sustancia; entonces
es, con frecuencia, muy difícil discernir una distinción real que sea entre cosa y
cosa, si es que puede darse en las cosas otra inferior a aquélla; de esto vamos a
tratar inmediatamente, explicando al propio tiempo cómo debe establecerse la
diferencia entre una y otra distinción.
2. Dos clases de distinción real: positiva y negativa.— Esencia de tata y
otra.— Hay que observar también, a propósito de esta distinción, que suele divi­
dirse en positiva y negativa; esta división no nos viene dada tanto por parte de la
misma distinción cuanto por parte de sus extremos, ya que la distinción siem­
pre consiste formalmente en una negación, según se dijo antes; sin embargo, esta
negación se da algunas veces entre cosas positivas y reales, de las cuales una no es
la otra, en cuyo caso se llama distinción positiva. .Esta es la auténtica distinción
real de que hemos hablado. Otras veces, en cambio, se considera tal distinción
entre el ente y el no-ente, o entre no-entes absolutamente diversos, y entonces se
llama distinción real negativa, porque uno de los extremos no tiene la realidad que
tiene el otro, si es un ente positivo y real; o, si ambos son entes privativos —como
las tinieblas y la ceguera—, porque se separan y distinguen entre sí de tal manera
que, si fuesen realidades positivas, se distinguirían realmente; o bien, porque tienen
fundamentos realmente distintos, en les cuales se estima que están según su modo
propio. De aquí que esta distinción negativa deba entenderse y explicarse por pro­
porción o analogía con la positiva, por lo que, omitiendo la negativa, debemos tratar
aquí sólo de la auténtica y positiva distinción real.

scisontit,trarioquo;dcounnsatatreasutenm anexsisittcareliaplunrceqsuerese, eteiurssedm ataperesin t; ndeisgtin


a ctio
tio n e ecnoimn sis ip saufo
tit, t rmsu ali-
p ra
q u a ru m
eesssteosbicserv u n
aa
n d uc mm n
, in
in ote n
rd o
unm e st
re s anlia
o.
n Sso
o lu
lu m
m daliq
ictu m e s t; ta m e n ha ec n e g a tio in te rc e d í!­
d istin c ta s, s e d etia m n o n es se in te r u a n d o Ín te r re s p o sitiv a s e t rea le s q u a
dseenutianitaqsu,aeutsusnutntindudoistin sucptis
possita u p voeslitisaccei­t ru
p tio mpuonsitiv anao,neetsthaalia e c eetstu
t nperodpicriaitudrisdtin
istinc c­
tio
atalias hcuoiu
g nsomsoedni,diinpqraueib
c d ustanm
ic ulladisetinstcdtioiffic
n e uml-, re
vetearo liscdoensqiduearantuorstalolis cutidissutin m utio
c s. A Ínliq
te uranednos
quiatisn.uA
tita lluliq
muaenstdoinveeisrovecstig o n iu
tinmg itreahlis
u iu id
s meon­- versnao,neetnstu,naeutvÍn o cteatu
rrnodnistinentiac tio om
re nain
lis ondei­­
dpaileretsin sicm disatetinriactasetesfo serminate,rqsueanutitanitatesuett ghaativ be ta;reqaulita iateunm um q u illo
a m ruhm a b eexttreaiiu
modru, in
s i neonns
sduisbcsetam netia ;reeatlein hdisistin
sacetio
peneesm t,dqiffic illim urem penossitiv
p rivum a tiveutmre,aulettesit;nebvrael,eesitcuatru ec m
itaqsu,equsiait
re m ua e sit i
, ita
aqureo d, ssitaptimotestra
tecsstaebin itu rebcutstu
r; alia
n c m einom
tia rilia
e x - stuir,psoevspeitiv
araaneture rascedsissetinn tgre
uuanlite
turrÍn d tetin
is rsgeu,eqre uond-
palialicadbisituc rmqeunodm
e a .odo sit una distinctio ab literdisltin cecrteta quia
in q u fuunsdasm
ib u oenm taodhoabeessnetcreena­-
2. .—Illudetiamestinhacdistinctio­ pseronptuor.rtioU
Positiva alia, alia negativa, et quid
n nemdevhea]ecandaislotin g iacmtioandegpativ o s apam
itiv er
utraque
nvasm obestenrv e anativ
g dum a m ,;soqleuareepdaisrtitio
tingunioin n tapm
ositi-ex in
illa tellig
o m eisnsdaahaiccdsoelu ciam radndeapro espt;riaacacpro p psteitiv
o rcaa
paneipsiusdistinctionisquamextremorum distinctionereali agendumnobisest.
Disputación séptima.— Sección l 11

3. Finalmente, advertiremos que nada importa, en lo que atañe a la presente


disputación, el que a la distinción real siga una relación real o de razón, pues no
consideramos aquí la distinción en cuanto puede implicar una relación formal,
sino sólo en razón de su fundamento, al cual puede seguir aquella relación. Por
ello, para la distinción real no es necesaria (formalmente hablando) una relación
real, pues Dios se distingue realmente del ángel, aunque no esté realmente referi­
do a él. Y si se dijese que el ángel implica una relación a Dios, responderíamos
que, sea de ello lo que fuere, con anterioridad a aquella relación se comprende
que el ángel es una realidad distinta de Dios, puesto que de allí resulta la rela­
ción, si es que la hay. Y, en el caso de Dios, las tres Personas se distinguen real­
mente, aunque entre ellas la distinción no sea una especial relación real. Se debe
omitir, pues, esta relación, ya que no incumbe al presente propósito.
4. Si existe y cuál es la distinción de razón.— En segundo lugar, es cierto
que, además de la distinción real, se da una distinción de razón. T al dis­
tinción no radica formal y actualmente en las cosas que llamamos distintas en este
sentido, en cuanto existen en sí, sino sólo en cuanto sirven de soporte a nuestros
conceptos y reciben de ellos alguna denominación, a la manera como distinguimos,
en Dios, un atributo de otro, o al modo como distinguimos de un término la re­
lación de identidad cuando decimos que Pedro es idéntico a sí mismo. Ahora
bien, esta distinción suele implicar, a su vez, una doble modalidad: de una parte,
cuando no tiene fundamento en la realidad, y entonces se llama “de razón racio­
cinante”, porque nace sólo de una elaboración y operación del entendimiento; de
otra parte, cuando tiene fundamento en la realidad, y a ésta llaman muchos “de
razón razonada”, aunque tal expresión, así como es muy impropia, también puede
resultar equívoca. Efectivamente, la distinción de razón razonada puede conside­
rarse así llamada por preexistir en la cosa misma antes de que nuestra mente use
del raciocinio, de suerte que sea llamada razonada como en virtud de sí misma y
por requerir la razón sólo para ser conocida, no para ser establecida; y se llama
distinción de razón, y no real, por el mero hecho de que no es tan grande ni tan*
evidente, de suyo, como la real, y, por tanto, exige una atenta operación de la
razón para ser distinguida. Pero si se explica la significación de esta palabra
3e.senTteanm dedm puatare
ntio
imnaedm verte
nnihnsiledqurem estciuaodd ucotnin cepastib
euesxisntuonstrist, seedtsaobium euisopmro
doeudntoom suinbsata
tion--t
apredraalisdisvtin e lc tio
ra n isem
tio n is ; nale
o sm e nc o
im n o nu feturre
a c o rn rc
sidlaera
ao- n e m liq u a m ac c ip iu n t, q d istin
m
fdoaurm sahleicmdreislatin
m tiocntioemne,m se dutsoimlu m pora rtatiorenepofo tens­t vdgeiculim reulastio
imuctio
inneD
sPedtru m eoideunntita
um tis attrib
a te utuin
rm m o , aqbuaanliod o ,
lio . eU nnti,deadadqudoisdtinpcotio tesntemconreseaqleum i ilia
n o nreelas-t distin upm lexesdsisetinidgeum i ssib
olei.t:Haueentcad,aicutem
quae
itu r
nlisectesD saria(fo rmalite rrlodqisuetinndgou)iturerlaatio nregaer.­­
non tmbet jtmdamentum in re
q u ia o ritu r s o lu m e x
o,uoqdues¡unisvdiseic nim
aasdre alite baalite negotiationeet operationeintelleecttuas;mualtis lia,
rationis ratiocinantis,
lQ 2 illu d
aidnqgueid n o n
lumderefe re fe ra tu
rric sait,dD r re ern
um ,
re s p o n d e tu r, q u h o ta e n v vooxcastuicrutimpropriavaldeest,quitaam
quae habet fundamentum in re
ratio-,tis ratiocinatae,
evtisaehqauei-c
arenm teillad is mcre
tin ta la
m tioaneD m e oin
; tein
llig
d ei cannim gelure msueltasset vtiooccaineastaseepsic otedsict.taNaem distin ctio rast,tioqnuisiarain­
ilia x is tim ari p o te
seoasnareedisladtin
tio
istin, sgiuquunaturesre
ctio
t.aE t in
lite r,
noenrgositesstpehcaiaelis
D
q u eaomvtre is
relalatio
sin peter­r
tiotarem a­-
re
tu ipusat pqra
r, u aeseixisextitseantera qtio
uacmin a ra
tatiod ic raatu
tior,cinsoe--
lis . O m itte n d a c re lu
sdcicm
eanqtu
duarem,disretin
nqoucnira tuerrorafatiocienaddam
v illa
; m s o lucomgqnuoe-
qu4a.mimpertinenspraesenti instituto. tio rautio neisresetntaom nre atelisn,sqsuicia­
S
n em
e cunre doaleem stcdeisrtu m dnaxeimpraraetio
Distinctio rationis, an et quae sit.—

tin c tio ternisd.istin E tctio


e s­t nuotnreeaslis tta n ta
,raetio , n e q
tnidiseoare e p
qudira tgautte p
ndtaam a oilla
pera -.
illa
rebuqsu,aqeuafo ermsicalitedistinrecttaaectu deanlite
om rinnaonnturesptroin- tio n e m d
Sedexplicatasignificationehuiusvocisiux- is tin en m m
12 Disputaciones metafísicas

atendiendo a tal etimología, dicha distinción no es verdaderamente la distinción


de razón de que ahora tratamos, sino que coincide con la distinción real, que in­
mediatamente expondremos. Así, pues, cabe hablar de distinción de razón razona­
da en otro sentido: es, ciertamente, de razón en cuanto no se encuentra en las
cosas de manera actual y formal, sino que se establece o excogita por la propia
razón; es razonada, porque no procede exclusivamente de una mera operación de
la razón, sino de una ocasión que la cosa misma ofrece, y acerca de la cual la
mente razona. Por lo que el fundamento de esta distinción, que se afirma que
existe en la realidad, no es una verdadera y actual distinción entre aquellas
cosas que de este modo se llaman distintas; de lo contrario, no antecedería el
fundamento de la distinción, sino la distinción misma; el fundamento debe ser
o una eminencia de la cosa misma, a la cual distingue la mente de esta manera
—y que muchos suelen llamar distinción virtual—, o una cierta relación a las
otras cosas, verdadera y realmente distintas, con arreglo a las cuales tal distinción
es ideada o concebida.
5. Aunque otros explican de manera diferente estas dos clases de distinción
de razón, pueden muy bien exponerse en el sentido de que la distinción de razón
raciocinante se da en orden al mismo concepto adecuado o simple de la misma cosa,
sólo por una cierta repetición o comparación de ella, que se realiza en la mente. De
esta manera se distingue Pedro de sí mismo, bien en razón de sujeto y predicado,
cuando se enuncia de sí mismo, bien en razón de término y sujeto de una relación,
cuando se dice que es idéntico a sí mismo, pues en estas y en otras semejantes
distinciones de razón se da un mismo y completo concepto de Pedro, y sólo se
realiza una cierta repetición y comparación de él.
Sin embargo, se hace una posterior distinción de razón por medio de concep­
tos inadecuados de la misma cosa, pues, aunque la cosa sea concebida mediante
ambos conceptos inadecuados, por ninguno de los dos es concebido exactamente
todo aquello que hay en la cosa, ni se agota toda su quididad y razón objetiva, lo
cual se lleva a cabo muchas veces concibiendo dicha cosa por su relación a otras di­
versas, o bien a la manera de ellas, y, por tanto, tal distinción tiene siempre funda­
mento en la realidad, aunque formalmente debe decirse que se efectúa por medio
de conceptos inadecuados de la misma cosa. Así distinguimos, en Dios, la justi-
ta vseedrehacndocisintin
etycm tiooclo gtio
ramiam nisis,tin
tadlis
etioqdnuiseatinnexuctio
nncatunagoim
nuesst, ndisumradtio ecclainraanri,tisnims it iruinmourdtindeistin a d ctio
e u mradtio
e m ­
dpoeteqsutadsistatin c id it
tim u
dicraem d unsis. A c liotioecrg ra
oataseen:suradtiore i
ic­i cdvoeenm cereptu i,pm oalu
sra dm aeqpueartum qusa,smeudasm imreplicpmeetitio
meniu s-
efit.m
ninisreqbuuidse,m c tio
,dqupia tio
aractu eetmraform in
aalite rexncoongita
es-t in l c
Sicraetio o m
nim a tio
duisbtin ne m
gtiuitu e iu q u
rpraPeedtru a e in
satiaquseanip e n te
sod,evseel
s e e r tio n fit u t n e s iec e t ic d o
nntuin r;oeraxtio
etioqcuinam m cein
ro
rer.sU
atao eerevera
p
ipnsdaepra
rotio, qnuisia, sendonexeosctcaosm
enbdeat,mceirc am q,uaqm io -­ ip
medni-s tu su sboiecetinure
r;nin
ntia
hid la
isem
tur,nis,veqluin
tio
enim etatq siman d ra
o tio
id
ilibinute
neemtesrm ib
sgdeisrtinccotio
indiicei-t
ineib uss
ra
ceitu rveera a tu
sseein re alis fu
dhdaisnctindcistiotin n tu cintio u
nrem o d
,snre
ons cPoem ra tio is
tri,parasotiolum e s
quse. A t u
fitt veqro e
uaepdoasm n c
rerpdeistitio p tuet
qduamstaeenstu icm t
disdtina c tu a
gucitio dic untu '
r;dadlia te
scntio e
onfua nsa­ ra tio nreisi;fitnapme iu
e,rliccoentcpepetu strujnam te rio
dqaueqeueaatodesmtin c tio
eiuress-
aipnsteiucsedreeireqi;uasm is tin
edsicessm n is s e
eendsebdeisttin is tin ip
vegluit,emqinueanetiaa coip de m
onitucipriato tutu
r,m peid rnqeuuotru r
m u tain
rnere n,exnaecqteuecoenx­-
m d e st
cineurteltishaapbpitu ella
d oliasliq
oleutavirtu a d arelissdaisliatin s cvtio
e , veetl heiu
re ausritu
, q rodtota
u s a e qeuid
p fit ditacosnceiptie‘ra
n dtio
o reombieilla
ttivm a
stin5.re
ctioipeH sxacodgisitatintucrtasse,upecnoenscipqitu
aeqcuaam ute madbuoaliis disatin
uar.s talis di­ pduem
ctio nxupm rantio
rhaebaitu
­ hdaicbeetu ru
trfufie mdin
ndriam, eem
t aedoretaslisdivdeis
id
ernctuom in res,info
rstin
ascvtio
rm
e}asdem
aqlite rsauete
mp oe-r
m
ntuisr,gceonm era , v is ljte r e lic
modetarnenpossunt inhuncmo- demrei. SicdistinguimusinDeoiustitiam e - p e n c e ptu a d a e u a to iu s-
D is p u ta c ió n s é p tim a .— S e c c ió n I 13

cía d e la misericordia, porque no concebimos la virtud simplicísima d e D ios como


es en sí y según toda su riqueza, sino que la dividimos por conceptos en orden a
los diversos efectos de los cuales es principio aquella eminente virtud, o por su
proporción respecto de las diversas virtudes que encontramos en el hom bre como
distintas y que, de un modo eminentísimo, se hallan unidas en la simplicísima
virtud d e Dios.
6. D e lo cual se deduce, en prim er lugar, qu e no se llama d e razón la
distinción porque se dé entre entes de razón, en lo cual se engañan muchos,
como después veremos; queda claro, pues, por los citados ejemplos, que son entes
reales, o más bien un ente real concebido según diversos modos, aquellas cosas
de las que se dice que son distintas con esta clase de distinción; y esto resulta
tam bién evidente por la razón, ya que la razón no idea los entes que se distinguen
d e este modo, sino que se lim ita a concebir como cosas distintas las que n o lo son;
luego lo que la razón produce no son las cosas que se distinguen, sino únicamente
la distinción misma. Y , sin embargo, la mente, n o se engaña haciendo tal distinción,
puesto que no afirma que en la realidad sean distintas las cosas así concebidas,
sino simplemente y sin composición —es decir, sin afirmación n i negación— las
concibe como distintas en virtud de una abstracción precisiva, mediante la cual
podría decirse que produce tal distinción. Y, si después predica de las cosas así
concebidas la reflexión o la composición, no afirma que aquéllas sean en absoluto
distintas, sino sólo en cierto sentido, esto es, según la razón. Aunque esta distin­
ción no requiera extremes que, de suyo, sean entes de razón, sin embargo, siem­
pre supone en ellos alguna denominación de la razón, cual es la denominación
de sujeto o predicado, o, por lo menos, supone que se concibe así de modo con­
ciso e inadecuado.
T am bién se deduce de aquí que, si bien esta distinción no requiere extremos
que sean absolutamente entes de razón, puede idearse y excogitarse entre tales
entes, ya que el ente de razón, una vez concebido, puede compararse a sí mismo
y, d e este modo, ser distinguido por la razón. M ás aún, la relación de especie, por
ejemplo, aunque de suyo consiste en u n solo ente de razón que se refiere adecua­
dam ente a todos los individuos, a pesar de eso puede ser concebida de manera pre-

aplicm isissim
ericamordia v , qte
irtu uia
m nDoeni,cporoncuiptim inussesim e s-t psic
o s connceipsit,euseadffirm
itio sim aptio
licnite
e rauett anbesgqautioenceom e -
a
cefeetcpstu ecuunsdpuam
tib rlimtota
u r minvim ord sin
uaem ,dseddiveearsrnoscoenf-- ccisonivcaipm
a
it,upterdisqtin u acmtapquearsaibestra fficcittiohnuemiu spmraoed-i
vtuirtu s,qvueloru
s p e mr p erosptoprtio
rinncipe miuma d ilia
d iv eem
rs as ns dnisem
inveir- tin,cvtioelnceom m .pQ o suitio
odnesm i pillaostem apvra eledreicflea xio
t d -
e
einttesesim mqin ueanstisinsim hoom minoedoinvreepneim riuunstudristin
u n taes re
cita bsusessic
illa se cdoisnctin
epctis
ta , nsoendata
s ffirm
ntu at ssim
m e c pnlicduitem
u r
6 . plicEisxsim q aibvuirtu
u s teteD
in ei.iturprimodistinc-qquuaidm
llig
, aiduteem st,disstinecucntio
duhm a e randoonnere
c m q.uira
Qutaem x ­
­
tremm anqsuuapepoinnitseinsinetisenatia raatio ndise,nsoem m pear-
ectio
en p
nemrara
tia
ti s u tio
n
tio
t, n
u
nisvneorsnetu
ist po s tea
apr,pein
v id e b
llariqueooqm
im u s; c o
uoudltiindteer- ta
ns ta t e n im
e
duobnieem raudtopnra liq u m
ise,dicqauda,lisvelesstaltedrn enoem in in
asdico
'ecxundtuicr,tisenetia xem palislia, eeassqe,uaveejspicotiu s c d a
disstinengsuiredai-­ concisevel inadaequate concepts. Exquo s se
le d iv ers is m re
o d is c o n c e p tio n ; e t la tio n e etia m fitm uat,qlic eetahbaseocludteisstin etdeontianonradreoqnuisi­,
ra t e x tre u a in
qedtia emcsto
uisatin id
icrudpmatetint,guqituiasera
is d tio
s olu
cnonecaipitquaequdaeistin
nmonpfin e r
disgutin
gm
cta
itoednutia
m pgoitassri;it tanma meneendsam
nsoedn pdoistetinstguadi. seIm ipm rad
soumectom
ino teisrilla
n se m fin
e l gcionecteepxtucoa-l
plaadraoti,septecsieici,ravtio nei
ssoula nt;ipesrg o
aendismn o
tin cstiofallitu
perrrastio ndeism unretu r
seunlta gratiotian,isqsuitam
t., ra vdisaeqin re
sereusnpuidm nuom e rb
enroiaeinns­
N e c ta m e n ic ting u do
quianonaffirmat inreessedistinctaquae dividua, potest etiampraecisecondpi ut ad a u ate en s m
14 Disputaciones metafísicas

cisiva. como terminando en uno o en otro, y de esta suerte se distinguen por la


razón. Consiguientemente, si bien la distinción de razón no requiere, como
extremos, entes de razón, ni recibe de ellos su denominación, es posible que se
extienda a dichos entes o se encuentre en ellos.
7. Distinción de razón: extrínseca e intrínseca,— Por esto se comprende
también que la distinción de razón puede decirse o denominarse de dos modos:
primero, intrínsecamente, es decir, porque en sí no es verdadera distinción,
sino solamente concebida o creada por la razón. Esta es la auténtica distin­
ción de razón, de la cual tratamos. En otro sentido, la distinción de razón es sus­
ceptible de recibir una denominación cuasi extrínseca por los extremos entre los
cuales se entiende que se da, de tal manera que se llame distinción de razón a la
que existe entre extremos o entes absolutamente de razón. Esta no es siempre dis­
tinción de razón según el primer modo, sino sólo cuando versa acerca del mismo
ente de razón, según queda explicado.
Es posible que, en algunas ocasiones, se den dos entes de razón distintos, y no
pueda decirse con propiedad que se distinguen realmente, ya que no son entes
reales; sin embargo, tampoco cabe decir que se distingan, propia e intrínsecamen­
te, con distinción de razón, puesto que, del modo que son, no se distinguen ya en
virtud de una ficción de la razón, sino verdaderamente por sí mismos. En efecto,
como la distinción consiste en una negación, puede ser común incluso a los entes
ficticios, y así aquella distinción es, más bien, una distinción casi real, según se
exponía antes, al tratar de la distinción entre las tinieblas y la ceguera. De modo
semejante, pues, hay que entender la relación de la especie a los individuos, la
cual es concebida en la naturaleza humana con respecto a sus individuos, y en la
equina con respecto a los suyos; porque esas dos relaciones se comparan entre sí
de tal manera que, si fuesen reales, habrían de distinguirse realmente, por tener
fundamentos y términos realmente distintos.
8. Origen de cualquier distinción de razón.— Finalmente, por lo dicho se
comprende que la distinción de razón propia e intrínseca, de la que hablamos, no
existe propia y esencialmente, sino mediante el entendimiento que- concibe las
cosas de una manera imperfecta, abstracta, confusa o inadecuada. Porque, no exis-

dnuoisnnutin
m g u vi.elQ
redqeunira
auliu
a
vineern mdvisterm erg
iar,rapotio
inoatudristin
nsist taum
etctio
teexntream
sicraratio
ailla
tionnise qetia
ñeqeuxe­ eiatm
uiamednictiai pre
inetrin sectio o saslia
e,nequraun tnra
ontiosnuendt;istin
iatioeonism
tam g ueinproñepqrie
osdeodqexuosesuvnet,rendoi-n
ue
in d e o m
ten7d.i seuinillisversan. tu te d x
sit,tingcuoum fic
nmtuur.nisNeasm , pcoute ,
m deistiatin ctio negeantio
Rationis distinctio extrínseca altera,
citerà intrinseca .— E x q u o u lte riu s in te llig i- s
b u s e t ita po tiu s s
ee
s t ilia s
dtis tin cm
tio fic
q utis
as i reti-
ae-
tu
sem r d is tin c
seuqudiaenin tio
om n ein m ra tio n
anri:onperim is d u
oera p lic
intrinite r
stind ic
eccetioi p
, n,im o s ­ lis
i-d in
inte ,
telligs ìc u
r teitu t
nerbrasu p ra d ic e b
steretreclaaetioa m
citau s
tem d e
m;spescim d is tin
ilis c tio
eninn
im
ru
ceostncpeprotapria soludm s e s e u ra s
tiot nv e co d
n is
fic ta, e t h s
a e
e c d iv id u a , q u in
ae c o nc ip itu n
rein n a tu ie
ra i h a
udm an a­
qrautio im u r; a lio istatin
m ecntiomoradtio o npisotedstedqisutin
aclo tio - aendim suacoin m dpiv
a idnutu
ra a,reilla
t ineedquuain e arealadtiosnueas; in
ita­
q u ib nsisvdeicrsiariquain
u siteellig
xtrin
itu sr,eceitaabuetxdtreism isctio
tin in te d rtin
is seg,uqeunodda,e;sihreabale e nsteesnsim
ent,fu renadlite
am reneta
ssenett
ratio
ra tionnisisdoic m antu
in roqvuearseain tu te
r, reetxtreh am
e c ansoenuesenm tia­ térm 8 . inosrealiterdistinctos.
ptuenrcessotludm istinq ctio
u an d ratio
o c nisaid
irc prioem rienm sodraotio
, sneisd tion.—
tio
e m U ltim
ra tio ois, epxrodpicriatisminete
Unde oriatur rationis quaevis distinc­

n t llig
in itusrecdaism
trin tindce­
vinetersrd atuu r, udtistin
m expglic u i atu
d m
uo eesnt.tiaPorastio
sunntisauqteuam e qisuai m
n loeqduioiminur,tellcpro
c prieconectippieenrteserensoim
tu npeessr­e
nonpossunt dici proprierealiter distingui, icele, abstráete, confuse vel inadaequate.
Disputación séptima.—Sección I 15

tiendo esta distinción en la realidad ni en el objeto conocido, consiste sólo en una


cierta denominación por conceptos de la mente y, por tanto, requiere distinción
al menos en los mismos conceptos y en la denominación que de ellos se torca.
Ahora bien, esta distinción de los conceptos respecto de la cosa, que en si es ab­
solutamente una, nunca se da sino a causa de la imperfección de los mismos
conceptos. Y por ello el entendimiento divino, propiamente, no establece por si
distinción de razón, aunque comprenda la que puede hacer un intelecto finito y
que concibe imperfectamente.

N u d o d e Ja cu estión y diferentes opiniones

9. Sentado esto, la principal dificultad que subsiste es si, además de estas


dos clases de distinción, se debe adm itir otra que sea como intermedia. Muchos
niegan que pueda excogitarse o entenderse una tal distinción. Así opinan Duran­
do, In 1, dist. 2, q. 2 ; Ockam, q. 3 ; Herveo, Ouodl. III, q. 3 ; Juan de Gante,
lib. VI Metaph., q. 10; Soncinas, lib. VII Metaph., q. 36; y también Cayetano,
I, q. 54, a. 2, y Soto, q. 3 Univers., y capítulo sobre la propiedad, q. 2. Pero, al
estudiar la doctrina de estos autores, conviene tener cuidado con una equivocidad,
en virtud de la cual es posible que sólo difieran entre sí por razón de la termino­
logía o también en la doctrina. Porque entre extremos positivos y reales no puede
excogitarse distinción alguna que, no siendo forjada por la razón, no deba ante­
ceder necesariamente en la realidad y existir con anterioridad a toda operación
intelectual; y porque todo lo que es de este modo es real en cuanto existe en las
cosas; en ese sentido toda distinción que no es de razón puede llamarse real; así,
parece evidente que no puede darse término medio entre la distinción real y la
de razón.
Sin embargo, admitido esto, aún queda en pie la cuestión de si cualquier dis­
tinción que antecede en las cosas a toda operación intelectual es — no sólo funda­
mental y virtualmente, sino también actual y formalmente— como d e la misma
naturaleza, en el sentido de que se dé entre cosas distintas, o si, por el contrario,
en las cosas .mismas existe alguna distinción mayor y menor, en cuyo caso la que

Qq uueiaincum o b hacctoccdoisgtin
ie n ctio
ito , s nlu
oonmsitcoin n s retitnin
is e- q. 3;Solo n cain n.,,deGM anedtaavpoh,., q. Metaepthid
VI .,em q.
qtisu,adeatm id edocnre om q in
u atiodnisetin
irit acctio
onnceemptibsualte
sm rn enin­ 10;
sUenniv titer.,Caie e tt.,c.I,deq.P5ro
V II 36;
4,p.,a.q2.;2e.tSSeodtoin , q.his3
ip
acbespisiliis
consucem pitu
tibur;sheatecinaudte enmom d in
isatin
tiocntio
eqcuoane- acuuiu ctosrib p ousssucnatvevnedlanoem stinaibequusivta ocnatu
tiom, radiffetionr-e
unnematueuip
sm reusnpqeucatu
t,sonru m reesit qnuisaieoin
b im sepeorfe
mcntio
ino- re
in ,tervelexetre tiam m a in
p o sreitiv
. aNuella t reeanlia
imedxisctin o g ctio
ita ri
m copnecrepstu unm . pQ uparie
propfatecritin - p o te s t, q u a e s i p e r ra tio n e m c o n fitta n o n s it,
te lle
stinm
illa
c tus d
ctioqnueame
iv
a
in
ra
b
u s
tio
in
e
nteislle,cqtu
uamo
fin
n ro
vito
isceotm prepehrfe
im
d i­
endcatet entutosn;esdseeetbqeaauntia ten,eqocum
esnsaerio
id q m
u id
in
ohpuere
iu
ipnsaem
rastio
m o di
ante
eint,cteere
s
decre-
lleaolec
condpientefieripotest. esesntsuquoam tennisusdin isstinre b
catiou s e x
qeuaitais tit,
eram tioid
iue o in
ssntuom h
nevsi-t,
Functus quaestionis et opimones re a lis
dtioentuerm d id
norenalepomp o te t; tq
sseetdararitiom u eisd.iuTm a n ife
inetenrhdoisctin c­-
9. H
variae
isppraoeste
itisr,hapera edcuipougaendeiffic uisltasctio
su-- ssito ,ctio
adhquucaesaunpte n
erecesdtitquinaere stio a m
anom onm n.isdi­ p o
p e re
nluutimm s t a n
seitdiuam
liudinteadrm c
itte.nMduum ra d tin
, qnueogdantsitpovssee- tin
raetio nelite
mrin telle ctuaslite b u
, r,nonsedtaentias tummafue uope­
nadli-
a-
esxtin
cocgtio
itanriema.uIta ilia
t insteenllig iD m lti
eradniadm aliqI,uadm d2i­, m
te n ta e t v irtu c tu
sit
q.2; Occham,q.3j Hervaeus, Quodl. Ill, u ., In ist. qvuerrooaedtinfo hreormcb,uaslite
trssisitsitsin
uip vte
elur tireesiusddisetin
italiquamaioretminor
mcra ta tio
s , naisn
16 Disputaciones metafísicas

es mayor —entre cosa y cosa— recibiría el nombre de distinción real, y la otra,


en cambio, se designaría con el nombre de distinción media o con otros que se
explicarán más adelante.
Por consiguiente, si los citados autores niegan una distinción media entre la
real y la de razón sólo en el primer sentido, únicamente en cuanto a los términos
difieren de aquellos que la admiten; pero no se atienen a un modo constante de
expresarse quienes unas veces la niegan y otras la emplean, cosa que se puede ver,
sobre todo en Soto, en los lugares citados y en el capítulo sobre la relación y otros.
Si la distinción media se niega en el segundo de los sentidos indicados, el punto
de discrepancia radica sobre todo en la doctrina.
10. Así, pues, en el sentido expresado, se dan razones en favor de esta opi­
nión. No hay más clases de distinciones que de entes, porque la unidad y la mul­
titud siguen al ente; mas la multitud surge de la distinción. Pero no existen más
entes que los reales o los de razón, como se desprende de lo que Aristóteles afirma
en el lib. V de la M&taph., texto 14, y en el lib. VI, texto 6, pues como estas
dos clases de entes implican una contradicción inmediata, no es posible que entre
ellas se piense un término medio; luego.
En segundo lugar, cualesquiera cosas que en la realidad se den antes de la
operación intelectual, o son realmente idénticas o son realmente diversas; de otro
modo, se daría término medio entre lo idéntico y lo diverso, lo cual está en con­
tradicción con lo que Aristóteles sostiene en el lib. IV de la Metafísica, textos 4
y 5, donde dice que lo idéntico y lo diverso dividen adecuadamente al ente, como
lo uno y lo múltiple; y en el lib. X, texto 11, afirma que cualquier ente, comparado
oon otro, o es idéntico o es diverso de este otro. Y la razón es que entre estas cosas
se da una oposición de contradicción inmediata. Por consiguiente, de igual modo
que lo idéntico y lo diverso, en general, convienen a cualquier ente con respecto
a otro, así ocurre también con lo que es idéntico y diverso de una manera deter­
minada, a saber, realmente. Por tanto, todas las cosas que nosotros concebimos
como dos entes, o son realmente idénticas o son realmente diversas: si son real­
mente diversas, se distinguen realmente; en cambio, si son realmente idénticas,
no pueden'tener, en la realidad, distinción antes de la operación del entendi­
miento, porque repugna que algo sea a la vez idéntico y diverso en la realidad.

distinctio et illa quae maior est, scilicet cludant immediatam contradictionem, non
inter rem et rem, nomen distinctionis realis potest inter ea medium excogitan; ergo. Se­
obtineat; alia vero vocetur distinctio media, cundo, quaecumque sunt in re ante intel­
sen aliis nominibus infra explicandis. Si ergo lectual, vel sunt idem realiter, vel realiter
dicti auctores priori tantum sensu negant diversa; alioqui daretur medium inter idem
distinetkmem mediana inter realem et ratio- et diversum, quod repugnat Aristoteli, IV
nis, solis terminis differunt ab his qui illam Metaph., text. 4 et 5, ubi dicit idem et di­
admittunt, non tarnen constanti modo lo- versum adacquate dividere ens, sicut unum
quuntur qui nunc illam negant, nunc vero et multa; et lib. X, text. 11, dicit quodlibet
illa utuntur ; quod maxime in Soto videre li­ ens ad afierran comparatum, esse idem vel
cet citatis locis et in c. de Relatione et aliis. diversum ab ilio. Et ratio est, quia haec etiam
Si autem posteriori sensu negant distinctio- opponuntur per immediatam contradictio­
nem mediam, sic erit dissensio maxime nem. Sicut ergo idem et diversum in gene­
de re. re, ita etiam tale idem et diversum, scilicet
10. In hoc ergo sensu suadetur primo realiter, convenit cuicumque enti respectu
haec sententia. Non sunt plura genera di- alterius. Igitur omnia quae ut duo entia a
stinctionum quam entium, quia unum et nobis concipiuntur, vel sunt idem realiter,
multa consequuntur ens; distinctio autem est vel diversa realiter: si diversa realiter, di-
per quant multitudo consurgit. Sed non stinguuntur realiter; si vero sum idem rea­
sunt alia entia nisi realia vel rationis, ut col- liter, non possum in re distinctionem ha­
ligitur ex Aristotele, V Metaph., text., 14, et bere ante intellectum, quia repugnat simul
VI Metaph., text. 6; nam cum haec duo in- esse idem et diversum a parte rei.
Disputación séptima.—Sección I 17

11. Y si alguien dijese tal vez que no hay contradicción en que algo sea
idéntico bajo la razón común de ente, y al mismo tiempo diverso bajo una razón
determinada de tal o cual ente — como cualidad, relación, acción, pasión, etc.— ,
precisamente contra esto argumento. En tercer lugar, si lo inferior se encuentra mul­
tiplicado, es necesario que se multiplique del mismo modo el predicado superior;
pero todas las razones determinadas de entes son inferiores al ente; luego nada
puede multiplicarse por parte de la realidad bajo determinadas razones de entes
— como, por ejemplo, en cuanto cualidad y relación, en cuanto blancura o seme­
janza— sin multiplicarse al propio tiempo bajo la razón común de ente. Así, pues,
si esisten varias cosas bajo estas determinadas razones, también existirán varios
entes; luego no pueden distinguirse en la realidad según aquellas razones sin
distinguirse realmente. La primera proposición parece evidente por lo que antes
se ha dicho sobre los universales. Efectivamente, no es posible que un mismo
atributo universal o común que existe en la realidad con unidad e identidad nu­
mérica sea contraído o determinado por diferencias o modos opuestos, y por eso
dijimos que la unidad en alguna razón común no es verdadera y real unidad por
parte de la cosa, sino únicamente semejanza real y unidad de razón; luego, si al­
gunas cosas se multiplican en la realidad según determinadas razones de ente,
es preciso que, por parte de la realidad, también se multiplique en ellas la mis­
ma razón de ente. Porque, como aquellas dos cosas, en cuanto se distinguen por
parte de la realidad, incluyen modos que se oponen o repugnan, o diferencias por
las que se distinguen entre sí, no pueden tener en la realidad verdadera y real
identidad, ni unidad numérica en la razón de ente, ya que un ente dotado de
identidad numérica no puede ser afectado y determinado simultáneamente por
diferencias opuestas.
Se confirma porque, de otro modo, también podría darse en la realidad un
accidente con unidad numérica y que, sin embargo, fuese dos cualidades, o cua-
•lidad a la vez que cantidad; y por la misma razón una sola sustancia podría ser
dos cuerpos; y un animal dotado de unidad numérica podría ser a la vez caballo
y león, u otras cosas análogas. Si en estos casos se descubre abierta repugnancia,
la misma habrá en todas aquellas cosas que en la realidad se distinguen según

em sseli.
eniddeivm Q
in
efia
uocdom
rsa, in
sim fo
u
ralita nrte
i ra
tiotisnevta
dtio
icantue r,enndosn,eresspeugtan-arendoixnim
lisrevlaetio l ta tis-, re
lis, aecntio e ussseuvneita
itiosnedis;soelargm ra tem mein
ssim t re
ilitu
caolem m
dainm
muunniita
em
aliq
relic te uaaraptio
m
i eatntu a ne
rte
unritaintem
v e rb i
ntoisr.veTleprtiog ra ass,iom q u a
nisu,lrip
etclic e
.,actoontra l h o c n ais
rg u m e n - ra
s e c u n d u m d o
e te i
rm a liq
in a u
ta » rau ltip
tio n e s en tis , n re­
e
etusmt utsuepoedriu em m o d o m u ltipinlicfeeriotu ri,praneecdeicssae- cipessasm
r eera stdoinnem illiseneddsa.m Q m
uia u,ltip
c u lic
m ariillaindureo
ra tio n e s e n tiusm; ssuendtin qufeario
elibreest addeteenrm s inearg
; taoe qdaum atc
i noupspoasitopsarte s e u reieipduisgndanngteusunm tuor,doins caluu­t
nsuobndpeotessrm unin taatisparartetioqnreuibiaulita
m
sutis
eltip
ntiu lic
m a,riut,aliq vneuisr­a, dnidiffe
oenndreptanotetla
ssm usntnqehucaibbnueusremin tere
inric r sveeradm isdentgureuanletum r,
balb iegdrainfia is ,
, in
v el ra
s tio
im n e
ilitu d in is , q u in emt re
u la
ltip tio
lic c n - tio n e e n tis , q u ia n o ne pa
omte s u
t n ita
id e te
m m n uin
m era
ro ­
petutia
lurxrasnubpsulucbom b mudneiterarm
is tioin neatisentis ra .tioEnrgib ouss,issuunntt te enrm soinpapti.ositis E t dciffe
o n rentiis
firm a tur,simq uuialafaficlia isapcosdsee­t
ra tio n ib u s radisentin
tiag;uierg a opanrte onpreoissquunin tinreillis
a li- etadm am e n eesssseeudnuuasmqnuualita mete ros,aecctid q eunaslitaintemresei­t
pnteoerrnsdpeis-ontin
o gueaxntudic
ta r.tisPrims u parapdroepuonsiv itio
e rs ideutus;r m
valib s eutleestsequuannatitasteubm s ;netia
ta t eaddueomcraotio rp nra
o e;poes­t
sideeum conm temstuenneim e x idteem
is n s aattribp a utum
rte re iuunnivuem rsaelet uvenlum a liq nuuidmehro u iu asnm im odai.i, Qequuoudsssiim in ulhaiscc]ceor-,
di?conutra mili
ero,auotppdoeste itjsrmdiniffear!,renatiis cpsroeuptem reoa­ nnib ituursaqpuerta aere inpuregnadnistia dn,geuaudnemtureritsecin undoum m ­
2
18 Disputaciones metafísicas
sus propias razones con respecto a cualquier superior, incluso al mismo ente. Por­
que el ente está incluido en cualesquiera razones inferiores de manera tan esencial
como todos los predicados intermedios. También porque aquellas diferencias
opuestas o dividentes implican igual contradicción con respecto al mismo indivi­
duo, bajo cualquier razón que se considere, ya sea superior o inferior.
12. En cuarto lugar, es posible explicar esto mismo de otro modo. En efecto,
cualquier cosa existente en la realidad tiene su esencia real; por consiguiente, lo
que es distinto según la realidad tendrá, en la misma realidad, esencias distintas,
bien en cuanto a su número —si son. cosas sólo numéricamente distintas—, bien
en cuanto a su especie o género, si se dice que son esencialmente distintas; luego
tienen también, en la realidad, distintas entidades, en lo cual consiste la distinción
real. Esta última consecuencia resulta evidente: de una parte, porque la entidad
de una cosa no es sino la esencia real puesta fuera de las causas, según mostra­
remos después; ahora bien, si son esencias distintas, son reales y puestas fuera
de sus causas, por lo que serán entidades distintas; de otra parte, porque, si se dan
dos esencias reales, cada una de días será esencia de algún ente real, ya que el
ente y la esencia se comparan adecuadamente como lo abstracto y lo concreto;
pero uno y el mismo ente sólo puede tener una esencia; consiguientemente, cuan­
do se den dos esencias reales habrá dos entes reales. La última proposidón menor
parece evidente, porque una cosa tiene unidad sobre todo por razón de su esen­
cia y porque no debe haber nada más invariable, fijo y derto en la realidad que k
esencia. Finalmente, si la cosa está constituida por una esencia, tendrá su última dife­
rencia y su espede en conformidad con dicha esencia; luego ya no podrá recibir
ulteriores determinaciones; por tanto, esa cosa, permaneciendo idéntica, no podrá
ser actuada, determinada o constituida por una diferenda de otra espede; con­
siguientemente, no podrá tener otra esencia; luego, si es otra esencia distinta,
constituirá otra cosa.
13. S e n tid o e n q u e E sc o to e sta b le c e la d istin c ió n fo rm a l.—' La segunda opi­
nión defiende qué se da en las cosas alguna distinción actual anterior a la opera­
ción intelectual; por tanto, esa distinción no es de razón, sino mayor que k de

pepsero pria
rio riss, eratiatiom neipssiu
resspeenctis
tu.cQ uuiuiascnuom nqumeinsuus- esessnetiantiaaelicrcu ale
iu s se,ntis
tuiareqaulis
ae,quqeuiaeaeru n sm e teesstseens­­
qpuraseeendtia
in
ica
literio
fe
ta
rrib
in
inucsludra
term e d
itutio
ia .
rneibnussinquqaum
E t q u ia d
tbusocm
iffe re n
unm
tiaia
e
- tia
e
p t
o c
te
aodnaccreqtu
s t h a
uam
b e
te; csoedmpuanraum
re n is i u n a
nturetuidtem
m es s e n
sbsetra
tiam n
;s cntuom
erg no
iK
p u agenaonptiapom sitainevoslv euundtiv reid
s eenctetnseeiuasm
p d dem
eminre d - sreiaslia
i­ un.tM duinaoerespsroenptia
o seitio
reauleltim
s,saunvtiddeutu orenptia elar
vinidfeurio i,risucbonqsuid aceuremtuq u e ra tio n e s u pe rio ri
r. r hocipsumexplicatur, ainvsuaria v e l s e n o ta
aebsile , q u ia
senetiat iìxre s m a
etuqnuiiaacnihx im e
ilrtu
mh a b e
agisineret u nita te
sse, qduebam et
nreaam 1 2 . quid Q u a rto
qseunidtiam , alite
a;paerte reqiueaset ahabpeatrtesuarem eesssseenntia .mAccondsetitu c
niqutae,, sseicree m
sduem st pilla
ernrunham
seussnetntiale m e
disstins s ta , a p a rterg o
re i h a b e n t d istin c ta i
s b e t u tia
ltim a m d iffe ren tia m , u n
et s p e d e m ; ergao­
nilla umdeic roan,dtuisvretin
lcntaum , ero
v e l,spsiecip
ie saaustingtentaere ntu, msi npoontesetstillaam ptliuesaddem
e eterm re sinaabcilis
tu a ;ri,erdgeotennnoi-n
hqauboednetsettia m esasepaerte
ssenretiailite
d is rtindcistatin
scetantita
; etergso, snpariedesi;euecrgoonstim n o ni ppeortesdtiffe h rebnetia
a re ma am
lialteriue s s­
caliu ondseqeusetnreqtiaaulite,amtu rrndistin qugia
ui.F e natita
tetshaereciultim n ih a saeliantia
il m m re ;msicoenrgsotitueit.st aliaessentiadistincta,
pesosseita , uetdin fractaoreeste
alis
ndeeemssuesn;tiasieaxutra teem casuusanstformali
1 3 . Scoti sensus in ponendo distinctìone
.a— Saemcunddisatinsecntiotennetia eascttudaalerim inanrete­
n tia is tin , illa su n t re a les t ex tra b u s q u m d m
ctaateussa.sTpuorn sitaeetia;m erunqtuiae,rgosidib ae in
isitinscutanet ednuti­ setedllem catuiomr,illa
qu,aenepqro ueindeetianm onesetsttara tiondisi-,
nta
Disputación séptima.— Sección I 19

razón, aunque tampoco es tan grande como la distinción real entre cosa y cosa.
Esta opinión se atribuye comúnmente a Escoto, In I, dist. 2, q. 7, § ú lt.; dist. 5,
q. 1; dist. 8 , q. 4 ; In II, dist. 3, q. 1 y en otros incontables lugares, donde trata
de la distinción de los atributos divinos, de la distinción de los universales o de
materias semejantes. Aunque en dichos lugares Escoto no explica suficientemente
si esta distinción, a la que llama formal, es actual en la cosa o solamente funda­
mental o virtual, pues a veces le da el nombre de virtual, lo cual origina diversas
interpretaciones entre sus seguidores.
Algunos, en efecto, piensan que la distinción formal no es, según Escota, dis­
tinta de la distinción de razón razonada, en el sentido y modo que la hemos ex­
puesto, de la cual dicen que se llama formal porque en d ía son concebidas di­
versas definiciones o razones formales; también dicen que se llama distinción
ex natura rei por tener su fundamento en las cosas mismas y encontrarse virtual­
mente en ellas, aunque no sea anterior en acto; en este sentido, Escoto nada aduce
en favor de la segunda opinión propuesta, y no cabe duda de que en algunos
lugares da la impresión de que así piensa, sobre todo cuando trata de los atributos
divinos. A pesar de todo, otros discípulos de Escoto entienden que éste habla de
una verdadera y actual distinción que se da en la realidad antes que en el enten-
dimierto, y estiman que dicha distinción se encuentra, no sólo en las criaturas, sino
incluso en Dios, por lo menos entre las relaciones y la esencia divina. A este res­
pecto sostienen lo mismo Durando, In I, dist. 1, II p .; dist. 5, q. 2, ad 4 ; más
ampliamente en dist. 33, q. 1; y otros muchos, a quienes sería largo citar ahora.
También podemos señalar como seguidores de esta opinión a muchos que admi­
ten, entre varias cosas, una distinción ex natura rei, y no real, como las que se
dan entre existencia y esencia, naturaleza y supuesto, cantidad y sustancia, funda­
mento y relación, y otras semejantes, que más adelante veremos en sus lugares
propios.
14. Si la distinción formal de Escoto está de acuerdo con la menté de Aris­
tóteles.— También suele atribuirse esta opinión a Aristóteles, ya porque afirma,
en el lib. III de la Física, que la acción y la pasión constituyen un mismo mo­
vimiento bajo diversas razones formales, y, en el lib. IV de la Física, distingue

s tin c tio q u a n t a e s t r e a lis i n t e r r e m e t r e m . q u i n i n a liq u ib u s lo c is S c o tu s i t a s e n ti r e


H a e c s e n te n tia c o m m u n ite r t r i b u i t u r S c o to , v i d e a t u r , p r a e s e r ti m q u a n d o a g it d e a t t r i -
I n I , d is t. 2 , q . 7 , § u l t . , e t d is t. 5 , a. 1, b u t i s d iv in is . N ih ilo m in u s ta r n e n a lii S c o ti
e t d is t. 8, q . 4 ; I n I I , d is t. 3 , q . 1 , e t a liis d is c ip u li in te llig u n t e u m e s s e lo c u tu m d e
in n u m e r is lo c is , i n q u ib u s , v e l d e d i s t i n c - d is tin c tio n e v e r a e t a c t u a li, q u a e i n r e s it
tio n e a t t r i b u t o r u m D e i, v e l d e d is tin c tio n e a n t e in te lle c r u m , q u a m n o n s o lu m i n c r e a -
u n iv e r s a liu m , v e l d e s im ilib u s d is p u tâ t. t u r i s s e d e tia m i n D e o e x is t im a n t r e p e r i t i ,
Q u a m q u a m h is lo c is n o n s a tis e x p lic e t S c o ­ s a lte r n i n t e r r e la tio n e s d iv in a s e t e s s e n tia m .
rn a a n h a e c d is tin c tio q u a m ip s e f o r m a l e m D e q u ib u s id e m t e n e t D u r a n d ., I n I , d is t. I ,
v o c a t, s it a c tu a lis i n r e , v e l t a n t u m f u n d a - I I p . , d is t. 5 , q . 2 , a d 4 , e t la tiu s d is t. 3 3 ,
m e n ta lis s e u v i r t u a l i s ; i n t e r d u m e n i m v i r ­ q . 1 ; e t m u l t i a lii, q u o s h i c lo n g u m e s s e t
tu a le m a p p e l la i e t ita i n t e r e iu s s e c ta to r e s r e c e n s e r e . P o s s u n t e tia m p r ò h a c o p in io n e
e s t v a riu s o p in a n d i m o d u s . N a m a liq u i e x is ­ r e f e r r i m u l t i , q u i i n t e r v a r ia s r e s a d m i t t u n t
tim a n ! , d is tin c tio n e m f o r m a l e m a p u d S c o - d is tin c tio n e m e x n a t u r a r e i e t n o n r e a le m ,
t u m n o n e s s e a lia m a d is tin c tio n e r a tio n is u t i n t e r e x is t e n tia m e t e s s e n tia m , n a t u r a t a
r a tio c in a ta e , e o s e n s u e t m o d o q u o a n o b is e t s u p p o s itu m , q u a n t i t a t e m e t s u b s ta n tia m ,
d e c l a m a e s t, q u a m d i c u n t v o c a r i f o r m a l e m , f u n d a m e n t u m e t r e la tio n e m , e t s im ilia , q u a e
q u ia d iv e rs a e d e fin itio n e s s e u r a tio n e s fo r­ in f e r i u s s u is lo c is v id e b im u s .
m a le s ib i c o n c i p i u n t u r ; d i c u n t e tia m a p ­ 14 . Formalis distinctio Scotica tm iuxta
p e lla ti d is tin c tio n e m e x n a t u r a r e i , q u ia in m entem Aristotelis.— S o le t ite m h a e c o p i­
r e b u s ip s is h a b e t f u n d a m e n t u m e t v i r t u a l i - n i o A r is to te li a t t r i b u i , v e l q u ia i n I I I P h y s .
t e r i n ip s is e s t, lic e t a c t u n o n p r a e c e d a t ; a s s e r ii e u m d e m m o t u m e s s e a c t io n e m e t
in q u o s e n s u S c o tu s n ih il fa v e t s e c u n d a e p a s s io n e m s u b d iv e r s is r a tio n ib u s fo r m a li-
o p in io n i p r o p o s i t a e ; n e c v i d e t u r d u b i u m b u s . E t I V P h y s ., e o d e m m o d o d is tin g u it
20 Disputaciones metafísicas

de igual modo el tiempo y el movimiento —aunque dice que éste no es una cosa
distinta de aquél—, ya también porque, en el lib. I De Generat., parece establecer
semejante distinción entre la nutrición y el crecimiento, diciendo que en el sujeto,
esto es, en la entidad, son lo mismo, pero se distinguen según el ser, es decir,
según el ser formal; y, finalmente, porque, en los Predicamentos, sitúa una misma
cualidad —por ejemplo, el calor— bajo diversas especies, lo cual no puede enten­
derse si no es porque dos especies pueden ser idénticas según la realidad y dis­
tinguirse formalmente.
Sin embargo, estos testimonios no ofrecen mucha fuerza, porque, en los dos
primeros ejemplos, e incluso en el último, basta la distinción de razón por con­
ceptos inadecuados, como más ampliamente mostraremos después, al tratar de los
accidentes y predicamentos. En cuanto al segundo ejemplo, la exposición del texto
aristotélico es forzada, ya que, según él, ser lo mismo en el sujeto no es sino estar
unidos en el mismo sujeto y supuesto (conforme al sentido obvio de las palabras);
en cambio, distinguirse según el ser es, más bien, distinguirse en su entidad o
forma. En este sentido, Aristóteles dice, en el lib. I de la Física, texto 21, que
ser blanco y músico es lo mismo según la cosa y se distingue por la razón. Aquí
se emplean estas palabras con un sentido muy equívoco, pues llama razón a la
esencia o definición, y cosa al sujeto o supuesto en que éstas se dan. Consiguiente­
mente, puede —e incluso d e b e —< exponerse de este mismo modo cuando dice
que la nutrición y el crecimiento son lo mismo en el sujeto, pero se distinguen
según el ser; sobre todo si la nutrición significa cambio en cuanto termina en la
sustancia y, por el contrario, el crecimiento significa cambio en cuanto termina
en la cantidad; pues, si una y otro se toman como terminando en la cantidad, sólo
pueden distinguirse por la razón o relación en cuanto la cantidad adquirida es
mayor o igual a la perdida; pero de esto trataremos en otro lugar. Por consiguien­
te, con estos testimonios de Aristóteles, y otros semejantes, no hay posibilidad
de elaborar ningún argumento sólido que abone esta opinión. Y lo mismo pien­
so con respecto a Santo Tomás y otros autores antiguos, que casi siempre em-

t e m p u s a m o t u , q u o d ta m e n d i c i t n o n e s s e s u a e n t i t a t e s e u f o r m a . Q u o m o d o a l t id e m
r e m a b ilio d is tin c ta m . E t q u o d I d e A r is to te le s , I P h y s ., te x t. 2 1 , album et mu-
G e n e r a i ., s im ile m d i s tin c tio n e m i n t e r n u t r i - sicum esse eadem secundam rem, et ratione
t io n e m e t a u g m e n ta ti o n e m c o n s ti tu e r e v i - distingui. U b i v a ld e a e q u iv o c e u t i t u r h is
d e a t u r , d ic e n s esse idem subiecto, i d e s t, v o c ib u s ; rationem e n im v o c a t e s s e n tia m s e u
e n tita te , distingui miteni secundum esse, i d d e fin itio n e m , rem v e r o s u b ie c tu m s e u s u p -
e s t, s e c u n d u m f o r m a l e e s s e . A c d e n iq u e p o s itu m , i n q u o h a e c in s u n t . A d h u n c e r g o
q u o d i n P r a e d ic a m ., c o n s t i t u a t e a m d e m m o d u m e x p o n i p o te s t , v e l e tia m d e b e t , c u m
q u a lita te m , v e r b i g r a tia , c a lo re m s u b d iv e r - a it n u tr i tio n e m e t a u g m e n tu m e ss e id e m
s is s p e c ie b u s , q u o d n o n p o t e s t in te llig i n i s i s u b ie c to , d is tin g u i a u te m s e c u n d u m e ss e ;
q u ia d u a e s p e c ie s p o s s u n t e ss e id e m s e c u m - m a x im e s i n u t r i t i o s ig n if ic e t m u ta tio n e m u t
d u m r e m e t f c r m a l i t e r d is tin g u i. S e d h a e c t e r m i n a t a m a d s u b s ta n tia m , a u c tio v e r o m u -
te s t im o n ia n o n m u l t u m c o g u n t, q u ia i n d u o - ta tio n e m u t te r m in a ta m a d q u a n t i t a t e m ;
b u s p r im is e x e m p lis , e t in u ltim o e tia m , n a m si u t r a q u e s u m a t u r u t te r m i n e t u r a d
s u f f ic it d is tin c iio r a t i c n i s p e r in a d a e q u a to s q u a n tita te m , s ic p o s s u n t ta n t u m r a tio n e v e l
c o n c e p tu s , u t la tiu s d ic e m u s in f r a tra c ta n d o h a b itu d in e d is tin g u i, q u a te n u s a c q u is ita
d e a c c id e n tib u s e t p r a e d ic a m e n tis . I n s e c u n - q u a n tita s m a io r v e l a e q u a lis e s t d e p e r d i-
d o a u te m e x em p l.o v io le n ta e s t e x p o s itio t a e ; s e d d e h o c a lia s. E x h is e r g o e t s im i-
illo r u m v e r b o r u m A r is to te lis , a p u d q u e m lib u s A r is to te lis te s t im o n iis n u U u m f ir m u m
e s s e id e m s u b ie c to , n i h i l a l i u d e s t q u a m p r ò h a c s e n te n tia a r g u m e n t u m d e s u m i p o t ­
( q u o d v e r b a ip s a s o n a n t) e s s e i n e o d e m e s t. E t id e m s e n ti o d e D . T h o m a e t d e
s u b ie c to e t s u p p o s ito c o n iu n c ta ; d is tin g u i a u ­ a liis a n tiq u is a u e t o r ib u s , q u i f e r e s e m p e r
te m s e c u n d u m e ss e p o tiu s e s t d is tin g u i i n u t u n t u r v o c ib u s distinctionìs realis e t ra-
Disputación séptima.— Sección I 21

plean los términos distinción r e d y de razón en el primer sentido arriba explicado


y no tratan explícitamente la cuestión de que ahora nos ocupamos.
15. Se suele aducir principalmente, en favor de esta opinión, un argumento
de razón: todo lo que está fuera de la definición esencial de una cosa es, de alguna
manera, distinto de ella en la realidad; ahora bien, fuera de la esencia de una cosa
se encuentran muchos elementos que no son realidades distintas de esa cosa;
luego se da en la cosa una distinción menor que la distinción real. Dicho de otro
modo: lo que se distingue por la definición y el concepto objetivo se distingue ex
natura re i y con anterioridad a la consideración del entendimiento; pero hay mu­
chas cosas que se distinguen de este modo, sin distinguirse como una cosa de
otra; luego. Los escotistas emplean estas razones y otras semejantes, porque
Escoto suele explicar de este modo, aproximadamente, la distinción formal ; no
obstante, si se examina con atención, o se comete una petición de principio, o se
considera la distinción formal como una distinción de razón razonada por con­
ceptos inadecuados, de la cual sólo puede decirse que sea ex natura re i virtual o
fundamentalmente.
La afirmación se prueba o se aclara porque no siempre definimos la esencia de
una cosa en cuanto está en la realidad, sino en cuanto es concebida por nosotros,
pues de esta manera definimos la esencia del hombre como común, siendo así que,
en la realidad, no es más que singular. Y, refiriéndonos a la esencia en este sen­
tido, es falso que lo que está fuera de la esencia se distinga, actualmente y en
la realidad, de aquello que pertenece a su esencia, según se patentiza por lo
ya dicho en tomo a la individuación y la naturaleza específica y otros universales,
a saber, el género y la diferencia, de los cuales parecen hablar principalmente los
autores citados.
Parece, por ello, que también hablan de la esencia en el primer sentido. Pues,
si la consideran como existente en la realidad, dicha esencia no es más que la
misma entidad de la cosa, y, por tanto, cuando se supone que en una cosa hay
algo distinto de su esencia sin ser otra cosa distinta, se está suponiendo lo que se
■debe probar.
La segunda razón es mucho más débil. Efectivamente, la mayor no goza de
verdad universal, porque hay muchas cosas que, en los conceptos objetivos, se
d o r a s i n p r i o r i s e n s u s u p r a e s p li c a to , e t e x n a t u r a r e i. P r o b a t u r s e u d e c l a r a t u r q u o d
q u a e s tio n e m i n q u a n u n c v e r s a m u r , d i­ d ic im u s , q u ia e s s e n tia r e i n o n d e f i n i t u r a
s tr a e te n o n t r a c ta n t. n o b is s e m p e r p r o u t i n r e e s t, s e d p r o u t
15. R a tio n e s o le t p o tis s im u m h a e c s e n - a n o b i s c o n c i p i t u r ; s ic e n i m d e f ìn im u s e s ­
t e n tia s u a d e r i ; n a n i , q u i d q u i d e s t e x tra d e - s e n t i a m h o m in is u t c o m m u n e m , c u m i n r e
f in i tio n e m e s s e n tia le m re i, e s t a liq u o m o d o n o n s i t n i s i s in g u la r is ; e t h o c m o d o lo -
in r e d is tin c tu m a b i l l a ; s e d m u l t a s u n t q u e n d o d e e s s e n tia , fa ls u m e s t q u i d q u i d e s t
e x tr a e s s e n tia m r e i, q u a e n o n s u n t r e s d i - e x t r a e s s e n tia m d i s t i n g u i a p a r t e r e i a c t u a li-
s tin c ta e a b ip s a r e ; e rg o d a t u r d is tin c tio in t e r a b e o q u o d e s t d e e s s e n tia , u t p a t e t
r e m i n o r d is tin c tio n e re a li. V e | a lite r , q u a e e x d ic tis s u p r a d e i n d iv id u a tio n e e t n a t u r a
d i s t i n g u u n t u r d e f ìn itio n e e t c o n c e p tu o b ie c - s p e c ific a e t d e a liis u n iv e r s a lib u s , s c ilic e t,
tiv o , d i s t i n g u u n t u r e x n a t u r a r e i e t a n te g e n e r e e t d iff e r e n t ia , d e q u i b u s v i d e n t u r
in te U e c tu m ; s s d m u lta d i s t i n g u u n t u r h o c p o tis s i m e lo q u i p r a e d ic ti a u c to r e s . U n d e ita
m o d o , q u a e n o n d i s t i n g u u n t u r u t re s a r e ; e tia m v i d e n t u r lo q u i d e e s s e n tia i n p r im a
e r g o . H i s e t s im ilib u s r a tio n ib u s u t u n t u r r a t i o n e ; n a m si l o q u a n t u r d e e s s e n tia p r o u t
S c o tis ta e , q u ia h is f e r e m o d is v i d e tu r S c o - e s t i n r e , h a e c n ih il a liu d e s t q u a m ip s a re i
t u s d is tin c tio n e m f o r m a l e m d e c l a r a r e ; t a ­ e n tita s , e t id e o c u m s u p p o n i t u r e s s e i n r e
r n e n s i q u is re c te c o n s i d e r a , v e l i n e is p e t i - a liq u id d i s t i n c t u m a b e s s e n tia , q u o d n o n
t u r p r i n c i p i u m , v e l s u m i t u r d is tin c tio f o r - s it r e s d is tin c ta , i d s u p p o n i t u r q u o d p r o -
m a lis p r o d is tin c tio n e r a ti o n i s ra tio c in a ta e b a n d u m e s t. M u l t o a u te m in f i r m io r e s t s e-
p e r c o n c e p tu s in a d a e q u a to s , q u a e v ir t u a lit e r c u n d a r a t i o . M a i o r e n i m n o n e s t u n iv e r s a l i-
t a n t u m s e u fu n d a m e n ta ls te r d ic i p o te s t e s s e t e r v e r a ; m u l t a e n im d i s t i n g u u n t u r i n c o n -
22 Disputaciones metafísicas

distinguen con respecto a nosotros y, a pesar de ello, sólo se distinguen con distin­
ción de razón mediante conceptos inadecuados, según se patentiza por lo dicho
sobre el concepto de ente y sobre el individuo, la especie y oíros universales. Y
del mismo modo pueden distinguirse por la definición, solamente según la razón,
cuando la definición nó es adecuada a la cosa tal como es en sí, sino en cuanto
se opone a un determinado concepto nuestro.

Solución d e la cuestión
16. No obstante, pienso que es absolutamente cierto que en las cosas crea­
das se da alguna distinción actual y según su propia naturaleza, con anterioridad
a la operación del entendimiento, y que no es tan grande como la que se da entre
dos cosas o entidades totalmente distintas. Dicha distinción puede llamarse, en
términos generales, real, ya que existe verdaderamente por parte de la realidad,
y no por parte del intelecto —mediante una denominación extrínseca—; sin em­
bargo, para distinguirla de otra mayor distinción real podemos llamarla distinción
según la naturaleza de la cosa —aplicándole, por ser más imperfecta, el nombre
general ya empleado-—, o bien, más propiamente, distinción modal, porque —se­
gún explicaré—<se establece siempre entre alguna cosa-y un modo de ésta.
En cambio, el nombre de distinción formal no acaba de agradarme por ser
muy equívoco, pues con frecuencia conviene a cosas realmente distintas en cuanto
se distinguen entre sí de manera esencial, si son específicamente diferentes, ya que
tienen diversas unidades formales, por lo que también difieren formalmente. Por
el contrario, puede decirse asimismo que los individuos de la misma especie se
distinguen formalmente en cuanto tienen distintas unidades formales individuales,
como hemos dicho antes. Más aún, en la Trinidad, la paternidad y la filiación,
que se distinguen realmente, aunque no esencialmente, puede decirse que, incluso
en cuanto a su número, son formalmente distintas en las razones objetivas de las
relaciones; y ese modo de distinción no podrá encontrarse fuera del indicado
misterio. Así, pues, la distinción formal se manifiesta como más amplia y puede
ser mayor que la distinción ex natura rei que ahora estamos exponiendo. Aun­
que, por otro motivo, también puede ser menor, y entonces es más común, por-
ceptibus obicctivis respectu nostri, quae tan­ usitatum est), vel proprius vocari potest
tum catione distinguuntur per conceptus in- distinctio modalis; quia, ut explicabo, ver-
adaeauatos, ut patet ex dictis de conceptu satur semper inter rem aliquam et modum
entis, et individuo, specie, et aids universa- eius. Nomen autem distinctionis formalis
libus; et eodcm modo possunt definitione non ita mihi placet, quia est valde aequi-
distingui solum secundum rationem quando vocum; saepe enim convenit rebus realiter
definitio non est adaequata rei prout est in distinctis, quatenus inter se distinguuntur
se sed prout obiicitur tali conceptui nostro. essentialiter, si specie different : habent
enim diversas imitates formales et ita edam
Q uaestionis resolutìo formaliter differunt. Immo et individua
16. NihUominus censeo simpliciter ve­ eiusdem speciei, quatenus distinctas habent
runi esse dati in rebus creatis aliquam di- unitates formales individuas, ut supra dixi-
stinctionem actualem et ex natura rei, ante mus, dici possunt formaliter distingui. Im­
operationem intcllcctus, quae non sit tanta, mo et in Trinitate, patemitas et iìliatio,
quanta est inter duas rcs seu entitates om- quae realiter distinguuntur et non essentia­
nino distinctas; quae distincdo, quamvis ge­ liter, edam secundum numerum dici pos­
nerali vocabulo possit vocari realis, quia sunt formaliter distingui in obiecdvis ra-
vere est a parte rei et non est per denomi­ tionibus relatìonum, qui modus distinctio­
nationem extrinsecam ab intellectu, tamen nis extra illnd mysterium non reperietnr.
ad distinguendum illam ab alia maiori di- Sic ergo distinctio formalis latius patet et
stinctione reali possumus illam appellare, vel maior esse potest quam distinctio ex natura
distinctionem ex natura rei, applicando illi rei, de qua nunc loquimur. Aliunde vero
tamquam tmperfectiori generale nomen (quod edam potest esse minor et ita est commu-
Disputación séptima.— Sección I 23

que se aplica frecuentemente a razones formales en cuanto concebidas y prescin­


didas por nuestro entendimiento, en cuyo caso aquella distinción no trasciende el
grado de una distinción de razón.
17. Para probar y explicar la afirmación supongo que en las cosas creadas,
además de sus entidades cuasi sustanciales o radicales (por así decirlo), se en­
cuentran algunos modos reales que también son algo positivo y determinan por
si mismos a dichas entidades, confiriéndoles algo que está fuera de la esencia
total en cuanto individual y existente en la naturaleza de las cosas.
Esto se patentiza por inducción, pues, por ejemplo, en la cantidad, que se da
:n la sustancia, podemos considerar dos cosas: por una parte, la entidad de
la misma cantidad; por otra, la unión o actual inherencia de la misma cantidad
en la sustancia. A lo primero llamamos simplemente realidad de la cantidad, in­
cluyendo todo lo que pertenece a la esencia de la cantidad individual y puesta en
ia naturaleza de las cosas, lo cual permanece y se conserva aunque la cantidad
se separe del sujeto; y es imposible que se conserve numéricamente la realidad
que es esta cantidad, sin que incluya esta esencia de cantidad con su intrínseca
individuación y su ser actual; de este ser nos ocuparemos posteriormente, ya que
lo demás queda claro por lo ya dicho.
Respecto a lo segundo —la inherencia—, la llamamos modo de la cantidad,
aunque no ciertamente con esa significación general por la que toda cualidad suele
llamarse modo de la sustancia, como dice Santo Tomás en I-U, q. 49, a. 2;
tampoco en el sentido general en virtud del cual suele decirse que todo contra­
yente o determinante es modo de lo contraído, ya que de esta manera puede
llamarse a la racionalidad modo del animal y especialmente se acostumbra a
aplicar este vocablo a aquellos modos por los que el ente o el accidente son
determinados a constituir géneros supremos; tampoco está tomado este término
en aquel otro sentido general según el cual toda determinación o limitación fijada
a cada cosa finita de acuerdo con su medida suele llamarse modo, como indicó
Santo Tomás en el mismo lugar, de acuerdo con una expresión de San Agustín,
en D e G enes, ad lit., lib. IV, c. 3: M o d o es lo qu e la m edida fija. En este sentido
habla el mismo San Agustín en D e natura b o m , c. 3, de tres elementos necesarios

n i o r , q u ia f r e q u e n t e r a p p l i c a t o r a d r a ti o n e s q u a n t i t a t i s c u m s u a i n tr in s e c a i n d i v i d u a t i o -
f o r m a te s , u t c o n c e p ta s e t p r a e d s a s p e r i n t e l ­ n e e t a c t u a l i e s s e , d e q u o e s s e p o s te a v id e -
l e c tu a l n o s tr u m , e t tu n c illa d is tin c tio n o n b i m u s ; c a e te r a e n im c o n s ta n t e x s u p r a d i c -
t r a n s c e n d i t g ra d ira i d is tin c tio n is r a tio n is . tis . S e c u n d u m , i d e s t , in h a e r e n tia m , a p p e l­
17. U t a u t e m a s s e r tio p r o b e t u r e t e x p li- l a m i m o d u m q u a n t i t a t i s n o n q u i d e m S ia
•ce tu r, s u p p o n o i n r e b u s c r e a t is , p r a e t e r e n ­ g e n e r a l i s ig n iñ e a tio n e q u a o m n i s q u a l i t a s
t i ta te s e a r u m q u a s i s u b s ta n tia te s v e l ra d ic a ­ s o le t m o d u s s u b s ta n tia e a p p e l l a t i , u t a i t
le s ( u t ita d ic a m ) , in v e n i r i q u o s d a m m o d o s D . T hom as, I- II, q. 49, a. 2. Ñ eque edam
r e a le s , q u i e t s u n t a l iq u id p o s i t i v u m e t a f -
illa g e n e r a l i I o q u e n d i r a tio n e q u a o m n e c o n -
f ic iu n t ip s a s e n t i t a t e s p e r s e ip s o s d a n d o
tr a h e n s v e l d e t e r m i n a i s o le t a p p e l la r i m o ­
iliis a liq u id q u o d e s t e x tr a e s s e n tia m to ta m ,
d u s c o n t r a d i ; s ic e n im r a tio n a le d ic i p o te s t
u t in d iv id u a m e t e x is t e n te m i n r e r u m n a ­
m o d u s a n im a lis e t s p e c ia lite r s o le t h a e c v o x
tu ra . H o c p a te t in d u c tio n e ; n a m , v e rb i g ra ­
a p p l i c a l i a d iilo s m o d o s , q u i b u s d e t e r m i n a -
tia , i n q u a n t i t a t e q u a e e s t i n s u b s t a n t i a , d u o
t u r e n s v e l a c c id e n s a d g e n e r a g e n e r a lis s im a .
c o n s id e ra ri p o s s u n t : u n u m e s t e n tita s ip s iu s
q u a n t i t a t i s ; a liu d e s t u n io s e u a c tu a lis in - Ñ e q u e e tia m s u m itu r h a e c v o x i n illa g e n e -
b a e r e n t ia e iu s d e m q u a n t i t a t i s c u m s u b s t a n ­ r a lita te q u a m o d u s d ic i s o le t o m n i s d e t e r m i ­
tia . P r i m u m v o c a m u s s i m p lic ite r r e m q u a n ­ n a n o v e l l i m i t a n o p r a e f ix a u n i c u i q u e r e i
t i t a t i s , in c lu d e n te m q u i d q u i d e s t d e e s s e n tia fin im e iu x ta m e n s u r a r a e i u s , u t e o d e m lo c o
q u a n tita tis in d iv id u a e e t i n r e r u m n a tu ra n o ta v i! D . T h o m a s , e x A u g u s t in o , li b . I V
p o s ita e , q u o d m a n e t e t c o n s e r v a n o : e tia m s i G e n e s , a d l i tte r a m , c , 3 , d i c e n t e : M o-
q u a n ti tas a s u b ie c to s e p a r e tu r , e t im p o s s ib ile ■ ■ dus est quem mensura praefigit. Q u o
e s t c o n s e rv a ti illa m r e m n u m e r o q u a e e s t ? m o d o a i t i d e m A u g u s t in u s , l i b . d e N a t u r a
h a e c q u a n t i t a s , q u i n i n d u d a t h a n c e s s e n tia m 'b o n i , c. 3, ex t r i b u s n e c e s s a riis a d u n iu s c u -
24 D isputaciones m etafísicas

para la bondad de cada una de las cosas creadas, dos de los cuales son la especie
y el orden, y el tercero el m odo, es decir, la debida conmensuración con sus prin­
cipios, según explicó Santo Tomás en I, q. 5, I-II, q. 85, a. 4, y en otros muchos
lugares. Pero, apartándonos de este sentido general del modo y aplicándolo a la
cuestión presente, la inherencia de la cantidad se llama modo de ésta porque es
algo que la afecta y que determina, como en última instancia, el estado y razón de
su existencia, sin añadirle por ello ninguna nueva entidad propia, sino solamente
modificando la que ya tenía.
18. Apenas puede ponerse en duda el hecho de que no aporta ninguna nueva
entidad propia, porque, si la entidad fuese absolutamente nueva, no podría existir
unión actual entre la cantidad y el sujeto; antes bien, ella misma necesitaría de
algo que la uniese al sujeto y a la cantidad, de igual modo que la misma cantidad
necesita la inherencia para unirse a un sujeto. Por esto, si la inherencia no pre­
cisa de otra unión o inherencia por la que se una o inhiera, es porque ella, de por
sí, no aporta una entidad propia que inbiera o se una, sino que consiste solamente
en cierto modo, el cual es, por sí mismo, razón de unión e inherencia. Señal de
ello es también que esta inherencia tiene una manera de ser tal que no puede darse
por intermedio de potencia alguna, a no ser unida en acto a aquella forma de la
cual es inherencia, y que dicha inherencia no puede afectar o, más bien, unir nu­
méricamente sino aquella forma numérica a la que está armo fijada, no encontrán­
dose jamás este modo de unión en aquellas formas o cosas que, por sí mismas,
tienen entidades propias. Lo dicho acerca de la inherencia de la cantidad vale de
igual modo para la cualidad, la unión de la forma sustancial a la materia, la subsis­
tencia o personalidad respecto de la naturaleza, la presencia y el movimiento local, y
para cualquier acción o dependencia con respecto a sn término, de todo lo cual
no es éste el momento de hablar, aunque surgirá en el curso de la presente obra.
Me detendré un poco a explicar únicamente el último ejemplo, que parece
bastante fácil: la luz depende del sol, y esta dependencia es algo distinto de la
luz y del sol, porque' puede comprenderse que, permaneciendo la luz y el sol,
aquélla no dependa de éste, como sucedería si Dios no quisiera concurrir con el
iu s q u e r e i c r e a ta e b o n ita te m , q u o r u m d u o C u iu s s ig n u m e tia m e s t , q u ia h a e c i n h a e ­
s u n t species e t orde, t e r t i u m e s s e modum, r e n t i a h a b e t ta le m m o d u m e s s e n d i u t p e r
i d e s t, d e b i t a m c o m m e n s u r s t i o n e m a d s u a n u lla m p o t e n t i a m e s s e p o s s it, n i s i a c t u c o n -
p r in c ip ia , u t e x p lic u it D . T h o m a s , I , q . 5 , iu n c t a e i fo r m a e c u iu s e s t in h a e r e n tia , e t
e t I - I I , q . 8 5 , a . 4 , e t s a e p e a lia s . S e d a b q u o d h a e c in h a e r e n t i a n u m e r o n o n p o t e s t
h a c g e n e r a li . r a t i o n e m o d i r e c e d e n d o , e t a p ­ a ff ic e r e s e u p o t i u s u n i r e n i s i h a n c n u m e r o
p lic a n d o illa m a d r e m p r a e s e n t e m , a p e l la - fo rm a n o c u i e s t v e l u t i a f f ix a , q u i m o d u s
t u r i n h a e r e n tia q u a n t i t a t i s m o d u s e iu s , q u ia a f f ic ie n d i n u n q u a m r e p e r i t u r i n h i s f o r m is
e s t a l iq u id illa m a f f ic ie n s e t q u a s i u l t i m o v e l r e b u s q u i p r o p r ia s e x s e h a b e n t e m b a ­
d e te r m in a n s s t a t u m e t r a t i o n e m e x is t e n d i
te s . Q u o d a u t e m i n q u a n t i t a t i s in h a e r e n t i a
e iu s , n o n t a m e n a d d i t illi p r o p r i a m e n t i t a - e x p lic a tu m e s t , i n q u a l i t a t e e o d e m m o d o
te m n o v a m , s e d s o lu m m o d if ic a t p ra e e x is -
p r o c e d it, e t u n i o n e f o r m a e s u b s ta n tia lis a d
te n te m .
m a te r ia m e t i n s u b s is te n tia s e u p e r s o n a li -
18. N a m q u o d n o v a m e n tita te m p r o ­
t a t e r e s p e c tu n a t u r a e e t i n p r a e s e n tia e t m o t u
p r ia m n o n a f f e r a t v ix p o t e s t i n d u b ita tio n e m
lo c a li e t i n q u a c u m q u e a c t io n e s e u d e p e n -
v e n ir e , q u i a s i e s s e t n o v a o m n i n o e n t i t a s
d e n tia re s p e c tu s u i te rm in i, d e q u ib u s o m ­
n o n p o s s e t e s s e a c t u a lis u n i o i n t e r q u a n t i -
n i b u s n o n e s t h i e d i c e n d i lo c u s . O c c u r r e t
t a t e m e t s u b ie c tu m , s e d i p s a p o t i u s i n d i g e -
r e t q u o s u b ie c to u n i r e t u r e t q u a n t i t a t i , s ic u t ta m e n i n h u i u s o p e r is p r o g r e s s u . S o lu m
q u a n tita s ip s a i n d i g e t i n h a e r e n t i a , q u a s u ­ u l t i m u m e x e m p lu m , q u o d f a d l i u s v id e t u r ,
b i e c t o u n i a t u r . Q u o d s i in h a e r e n t i a n o n i n ­ p a u l u l u m e x p lic a b o ; p e n d e t e n im lu m e n ,
d i g e t a lia u n i o n e v e ] in h a e r e n t i a q u a u n i a t u r v e r b i g r a tia , a s o le , q u a e d e p e n d e n tia a l i -
v e ! i n h a e r e a t, id e o e s t q u i a ip s a p e r s e n o n q u i d e s t p r a e t e r l u m e n e t s o le m ; p o t e s t
a ffe rt p ro p ria m e n tita te m q u a e in h a e re a t e t e n im in te U ig i m a n e r e lu m e n e t s o le m e t
u n i a t u r , s e d e s t t a n t u m q u id a m m o d u s q u i lu m e n n o n p e n d e r e a s o le , u t s i D e u s n o i l e t
p e r s e e s t r a t i o u n io n is e t in h a e r e n tia e . c o n c u r r e r e c u m s o le a d p r o d u c e n d u m v e !
D isputación séptim a.— Sección I 25
sol a la producción o conservación de la luz, sino que conservase ambas cosas con
su sola virtud. En cambio, no puede concebirse que esta dependencia de la luz
respecto del sol sea una entidad absolutamente distinta de la misma luz: no sólo
porque la causa influye en el efecto o término a través de aquella dependencia
como por su camino y, en consecuencia, no puede ser una cosa absolutamente
distinta de aquél, sino también porque, de lo contrario, aquella entidad, al menos
de potencia absoluta, sería separable de la otra, lo cual es totalmente ininteligible;
luego tal dependencia es un cierto modo de la misma luz, al cual podría alguien
llamar relación. Sin embargo, no es una relación predicamental, sino que incluye
una relación o referencia trascendental, como después diremos más por extenso.
Por consiguiente, en las entidades creadas se dan algunos modos que las
afectan, cuya naturaleza parece consistir en que ellos mismos no son, de por sí,
suficientes para constituir un ente o entidad en la realidad, pero intrínsecamente
exigen afectar en acto a alguna entidad, sin la que les es absolutamente imposible
existir.
19. R azón p o r la q u e se establecen m odos que se distinguen d e las cosas
sólo m o d d m en te .— La inducción que hemos hecho nos ofrece una razón a p o s-
teríori para establecer estos'modos. La razón a p riori parece consistir en que,
siendo las criaturas imperfectas y, por tanto, dependientes, compuestas, limitadas
o mudables según los distintos estados de presencia, de unión o de terminación,
necesitan de estos modos para que en ellas se cumplan todas estas cosas. Porque
no es preciso que ello se realice siempre por medio de entidades absolutamente
distintas; más aún, ni siquiera puede comprenderse fácilmente; tampoco puede
llevarse a cabo mediante la nada absoluta; luego requiere, al menos, un modo
real. Más adelante, al tratar de la división de los predicamentos, expondré de cuán­
tas clases es el modo real y en qué predicamento hay que colocarlo propia o re-
ductivamente.
Por último, parece que Durando había admitido estos modos, In I, dist. 30,
q. 2, n. 15, donde, hablando del ser-en o inherencia del accidente, afirma que es
un respecto al que se llama ente o cosa en sentido análogo, porque no es una cosa,
sino un modo de ser; ni tampoco es una entidad que tiene modo, sino solamente

c o n s e r v a n d u m lu m e n , s e d s u a s o la v ir t u te p o n e n d i h o s m o d o s a p o s te rio ri s u m itu r ex
u tr u m q u e c o n se rv a re !:. N o n p o t e s t a u te m in d u c tio n e f a c t a ; a p r i o r i a u te m e s s e v id e ­
n i e n t e c o n c ip i h a n c d e p e n d e n tia m lu m in is t u r , q u ia , c u m c r e a t u r a e s i n t i m p e r f e c ta e ,
a s o le e s s e e n tita te m p r o r s u s d is tin c ta m a b id e o q u e v e l d e p e n d e n te s , v e l c o m p o s ita e ,
ip s o l u m i n e : t u m q u ia p e r i lla m d e p e n d e n ­ v e l lim it a ta e , v e l m u ta b ile s s e c u n d u m v a r io s
tia m i n f l u i t c a u s a t a m q u a m p e r v ia m i n s ta tu s p ra e s e n tia e , u n io n is , a u t te r m i n a t i o -
e ffe c tu m s e u t e r m in u m , u n d e n o n p o te s t esse n is , in d i g e n t h is m o d is q u ib u s h a e c o m n i a
r e s o tn n in o d is tjn c ta a b ì l i o ; t u m e tia m q u ia i n ip s is c o m p le a n tu r . Q u ia n e c p e r e n t r â ­
a lia s illa e n tita s s a lte r n d e p o te n tia a b s o lu ta te s o m n in o d is tin c ta s h o c s e m p e r f ie r i n e -
e s s e t s e p a ra b ilis a b a lia , q u o d e s t p ia n e
c e s s e e s t, i m m o n e c c o m m o d e in te liig i p o t ­
in in te llig i b ile ; e s t e r g o illa d e p e n d e n tia m o ­
e s t ; n e q u e e tia m fie ri p o t e s t p e r i d q u o d
d u s q u id a m i p s iu s m e t lu m in is , q u e m a liq u is
s it o m n in o n i h i l , e t i d e o s a lte r n r e q u i r i t u r
f o n a s s e r e la tio n e m v o c a b i t; n o n e s t ta m e n
m o d u s re a lis . D e q u o q u o t u p l e x s it, e t in .
r e la tio p r a e d ic a m e n ta lis , s e d in c l u d i t r e la ­
q u o p r a e d ic a m e n to c o llo c e tu r p e r s e a u t
t io n e m s e u h a b ì t u d i n e m t r a n s c e n d e n ta le m ,
r e d u c tiv e , d ic a m in f e r i u s i n d iv is io n ib u s
u t la tiu s in f r a d ic e tu r . I g i t u r d a n t u r i n e n t i -
ta t i b u s c r e a tis m o d i a liq u i a ffic ie n te s ip s a s , p r a e d ic a m e n to r u m . D e n i q u e h o s m o d o s v i­
d e t u r a g n o v is s e D u r a n d ., I n I , d is t. 3 0 ,
q u o r u m r a t i o i n h o c v i d e t u r c o n s is te re , q u o d
i p s i p e r s e n o n s u ffic iu n t c o n s ti tu e r e e n s q . 2 , n . 1 5 , u b i lo q u e n s d e e s s e i n , s e u
s e u e n tita te m i n r e r u m n a t u r a , s e d i n t r i n ­ in h a e r e n tia a c d d e n t i s , d i d t e s s e r e s p e c t u m
s e c a p o s tu la n t u t a c t u a f f ic ia n t e n tita te m q u i a n a lo g ic e d i d t u r r e s v e l e n s , q u ia n o n
a liq u a m , s in e q u a e s s e n u llo m o d o p o s s in t. e s t r e s s e d m o d u s e s s e n d i, n e q u e e s t e n tita s
1 9 . Modos a rebus modeiiter tantum di- h a b e n s m o d u m , s e d m o d u s ta n tu m e n tita -
stinctos ponendi quae sit ratio.— R a t io a u te m t i s ; e t n . 16 , id e m d i d t d e d e p e n d e n t i a
26 Disputaciones metafísicas

un. modo de la entidad; en el n. 16 dice lo mismo acerca de la dependencia y


acerca de todo aquello que consiste solamente en un modo de ser. De igual mane­
ra se expresa, a propósito de la inherencia, Astudilio en el lib. I De Generat., q, 5,
ad 1. Y, en especial, al tratar de la subsistencia, muchos la explican en este sen­
tido; así, Egidio, en De composit. ángel., q. 5.
Y, por último, Fonseca, en el lib. V Meiaph., c. 6 , q. 6 , sec. 2, establece
expresamente estos modos, aunque distingue tres géneros de ellos: unos que, de
suyo, son entidades distintas de otras, como la blancura, la dulzura; incluye en
este grupo a la figura, pero lo hace indebidamente, porque pertenece al tercero,
ya que, con respecto a la cantidad, la afecta como un modo, no como una cosa
absolutamente distinta; otros que no solamente no son entidades distintas, sino que
ni siquiera hay posibilidad de distinguirlas en la realidad de aquellas cosas de las
cuales se dice que son modos, pudiendo distinguirse únicamente con distinción
de razón; de esta clase son los modos por los que el ente se contrae a sus infe­
riores. Pero hemos omitido de antemano estos dos géneros de modos porque los
últimos sólo son modos según la razón, y los primeros son, más bien, cosas o
formas que tienen, de suyo, entidades propias. Establece, pues, en tercer lugar,
aquellos modos a ios que, por una razón propia y especial, llamamos modos reales;
sobre ellos opina lo mismo que nosotros hemos expuesto, aunque pone algunos
ejemplos que nos resultan inciertos. Así, el de la existencia de las cosas creadas
y el del modo por el que una cosa se dice necesaria o contingente, o ente completo
o incompleto. Porque este último ejemplo se presta a equivocidad, ya que, si tales
denominaciones se atribuyen al todo y a las partes integrales, es verdad que cons­
tituyen un cierto modo perteneciente a la cantidad, pues, por ejemplo, una misma
porción de agua, estando terminada en sí misma y separada de otras, se dice un
ente completo o total; en cambio, si está en continuidad con otras, se dice un ente
parcial e incompleto, cuyo modo consiste sólo en la diversa unión o terminación.
Pero si estas expresiones se aplican al ente en sí mismo, más bien pertenecen a los
modos intrínsecos y esenciales del ente, ya se diga ente incompleto según la razón
—como la diferencia—, 3 ra físicamente y según la realidad, como el alma raeio-

e t d e o m n i e o q u o d e s t s o lu s m o d u s e s s e n d i. h a b e n t e s e x s e p r o p r ia s e n tita te s . I n t e r t i o
E t e o d e m m o d o l o q u i t u r d e in h a e r e n tia A s - e r g o o r d i n e p o n i t e o s m o d o s q u o s p r o p r ia
t u d i i . , I d e G e n e r ., q . 5 , a d 1 . E t i n p a r ­ e t s p e c ia li r a tio n e re a le s m o d o s a p p e lla m u s ,
tic u la r ! t r a c t a n d o d e s u b s is te n tia ita illa m d e q u ib u s id e m .s e n tit q u o d n o s e x p lic u im u s ,
e x p lic a n t m u l t i , u t A e g id ., t i t . d e G o m p o s it. q u a m v is a liq u a p o n a t e x e m p la q u a e in c e r ta
a n g e l., q . 5 . A c d e n i q u e F o n s e c a , li b . V n o b is s u n t , u t e s t i l l u d d e e x is te n tia r e r u m
M e t a p h ., c . 6 , q . 6 , s e c t. 2 , h o s m o d o s c re a ta ru m , d e m o d o u n d e re s d ic itu r n e ­
e x p re s s e p o n i t , q u a m v is d i s tin g u a t tr i a ge­ c e s s a ria a u t c o n tin g e n s , a u t e n s c o m p le tim i
n e r a m o d o r u m : q u i d a m q u i s u n t e n tita te s v e l in c o m p le tu m . N a m h o c u ltim u m a e q u i -
e x s e d is tin c ta e a'o a liis , u t a lb e d o , d u l- v o c u m e ss e p o t e s t ; q u ia s i h a e c d ic a n tu r d e
c e d o , e t i n h o c o r d i n e p o n i t f ig u r a m , s e d to to e t p a r t i b u s in te g r a lib u s , s ic v e r u m e s t
im m e r i t o q u i a i n t e r t i o c o n s t i t u i t u r , q u ia e s s e m o d u m q u e m d a m a d q u a n tita te m p e r ­
r e s p e c tu q u a n t i t a t i s illa m a f f ic it ta m q u a m t i n e n t e m ; e a d e m e n im p o r ti o a q u a e , v e r b i
m o d u s , n o n t a m q u a m r e s o m n i n o a b ilia g r a tia , s i p e r s e t e r m in a ta s ii e t s e iu n c ta
d i s t i n c t a . A lii q u i n o n s o lu m n o n s u n t e n ­ a b a liis , d ic itu r e n s c o m p le tim i s e u to ta le ;
tita te s d is tin c ta e , v e r u m n e q u e u llo m o d o in s i v e r o s it a liis c o n tin u a , d ic itu r e n s p a r tia le
r e d i s t i n g u u n t u r a b h is r e b u s , q u a r u m m o d i v e l in c o m p le tu m , q u i m o d u s s o lu m c o n s is tit
e s s e d i c u n t u r , s e d r a tio n e t a n t u m , u t s u n t i n d iv e rs a u n io n e v e l te r m in a tio n e . S i v e r o
ill i m o d i q u i b u s c o n t r a h i t u r e n s a d in f e - ilia d ic a n tu r d e e n te s e c u n d u m s e , p o tiu s
r i o r a . S e d h a e c d u o g e n e r a m o d o r u m ia m p e r t i n e n t a d m o d o s in tr in s e c o s e t e s s e n tia le s
s u n t a n o b is p r a e te r m is s a , q u i a h i , p o s te - e n tis , s iv e e n s d i c a tu r in c o m p le tu m s e c u n ­
r i o r e s n o n s tm t m o d i n i s i s e c u n d u m r a tio - d u m r a tio n e m , u t d if f e r e n tia , s iv e p h y s ic e
n e m ; illi v e r o p r io r e s s u n t r e s , v e l fo r m a e e t s e c u n d u m r e m , u t a n im a ■ra tio n a lis , q u a e
Disputación séptima.— Sección 1 27

nal, de la que se afirma que es ente incompleto, no per algo añadido a su esencia,
sino por su misma esencia; consiguientemente, aquel modo se distingue de ella
sólo con distinción de razón. Y lo mismo opino acerca de aquel otro modo de ente
necesario o contingente, si se consideran estas modalidades en la razón absoluta
de ente, pues si se consideran en razón de efecto, en este sentido son denomina­
ciones extrínsecas, según expondremos más adelante. En cambio, la cuestión refe­
rente a la existencia es más discutida, y de ella nos ocuparemos después.
Sin embargo, sea lo que fuere de los ejemplos, Fonseca afirma con toda exac­
titud que este modo no es propiamente una cosa o entidad, a no ser tomando la
palabra en te en un sentido amplio y generalísimo como todo lo que no es la
nada; pero si se toma la entidad como aquello que por sí y en sí es algo de tal
manera que no exige, en absoluto, estar siempre intrínseca y esencialmente unido
a otra cosa, sino que o no tiene posibilidad de unirse a otro o; por lo menos, no
puede unirse a no ser mediante algún modo distinto de sí por su naturaleza,
el modo no es propiamente una cosa o entidad, y su imperfección se manifiesta de
inanera óptima por el hecho de que siempre debe estar unido a otro, al que se
une inmediatamente y por sí mismo, sin que medie otro modo, como la acción
de sentarse con respecto al que se sienta, la unión con respecto a las cosas unidas
y otras cosas de las que repetidamente nos ocuparemos en lo sucesivo.
20. Fácilmente se deduce de lo expuesto el sentido y prueba de la conclusión
sentada, pues este, modo, tal como lo hemos explicado, se distingue actual y real­
mente de aquella realidad de la cual es modo, según confiesan todos; más aún,
muchos la llaman distinción real porque se»encuentra en las cosas mismas, como se
verá con mayor evidencia al exponer la sección siguiente; pero propiamente este
modo no se distingue de aquello de lo cual es modo como una cosa de la otra; luego
se distingue con una condición menor, que se llama, con toda propiedad, distinción
modal. Se prueba la menor, no sólo porque el modo, considerado en sí mismo y pre-
cisivamente, no es propiamente una cosa o entidad, según ha quedado explicado de
manera suficiente y, por tanto, no se puede distinguir propiamente como una cosa
de otra, sino también porque este modo incluye tan íntimamente la unión con la cosa
de la cual es modo, que no hay potencia alguna que pueda hacerle existir sin ella;
luego es indicio de que la unión consiste en cierto modo de identidad; por con-
d i c i t u r e n s i n c o m p le tu m , n o n p e r a tf q u id a lio m o d o , u t s e s s io s e d e n ti, u n i o r e b u s
c id d itu m e s s e n tia e c iu s , s e d p e r s u a m m e t u n i t i s , e t s ic d e a jiis , d e q u i b u s s a e p e o c c u r -
e s s e n tia m ; u n d e ille m o d u s s o lu m r a tio n e r e t s e n n o i n s e q u e n tib u s .
d is t i n g u i t u r a b illa . E t i d e m e x is t im o d e 2 0 . E x h is e r g o f a c ile in t e l l i g i t u r s e n s u s
a lio m o d o e n tis n e c e s s a r ii , v e l c o n tin g e n tis , e t p r o b a d o c o n c l u s i o n i p o s ita e , n a m h i c
s i i n r a tio n e a b s o lu ta e n tis h a e c c o n s id e r e n - m o d u s p r a u t a n o b is e s t e x p lic a tu s , e x n a ­
t u r ; n a m s i c o n s i d e r e n t u r i n r a t i o n e e ffe c - tu ra re i d is d n g u itu r a c tu a lite r a r e c u iu s
t u s , s ic s u n t d e n o m m a tio n e s e x trin s e c a e , u t e s t m o d u s , u t o m n e s f a t e n t u r ; in u m o p l u r e s
in f r a d ic e m u s . D e e x is t e n tia v e r o r e s e s t v o c a n t illa m d is d n e t i o n e m r e a le m , q u i a in
m a g is c o n tr o v e r s a , q u a m in f r a d is p u ta b im u s .
r e b u s ip s is r e p e r i t u r , q u o d e v id e n tiu s c o n -
Q u id q u id v e r o s i t d e e x e m p lis , v e ris s im e
s t a b i t e x d ic e n d is s e c tio n e s e q u e n t i ; s e d n o n
d i d t F o n s e c a m o d u m h u n c n o n esse p ro p r ie
p r o p r i e d i s t i n g u i t u r h i c m o d u s a b e o c u iu s
r e m s e u e n t i t a t e m , n i s i la te e t g e n e r a lis ­
e st m o d u s ta m q u a m re s a re , d is d n g u itu r
s im e v o c a n d o e n s q u i d q u i d n o n e s t n i h i l ;
e r g o m i n o r i d is tin c tio n e q u a e p r o p r iis s im e
t a m e n s u m e n d o e n t i t a t e m p r o illa r e , q u a e
a p p e l l a t u r m o d a lis . M i n o r p r o b a t u r , t u m
e x s e e t i n se ita e s t a liq u id , u t n o n p o s -
t u l e t o m n in o i n tr in s e c e e t e s s e n tia lite r e ss e q u ia m o d u s p e r se a c p r a e c is e c o n s id e r a tu s ,
s e m p e r a ffix a m a lte r i, s e d v e l n o n s i t a lte r i n o n e s t p r o p r ie r e s a u t e n tita s , u t s a tis
u n ib ilis , v e l s a lte rn u n i r i n o n p o s s it, n is i e x p lic a tu m e s t ; e r g o n e c p r o p r ie d i s d n g u i ­
m e d io a liq u o m o d o a s e e x n a t u r a r e i d i - tu r u t re s a r e ; tu m e d a m q u ia h ic m o d u s
s tin c to , m o d u s n o n e s t p r o p r ie re s s e u e m i­ t a m in d m e in c l u d i t c o n i u n c t ì o n e m c u m r e
t a s , e t i n h o c e iu s im p e r f e c tio o p t i m e d e c la - c u iu s e s t m o d u s , u t p e r n u lla m p o te n tia m
r a t u r , q u o d s e m p e r e s s e d e b e t a ffix u s a lte ri, s in e illa e s s e p o s s i t ; e r g o s ig n u m e s t jlla r a
c u i p e r s e i m m e d ia te u n i t u r s in e m e d io c o n iu n c tìo n e m e s s e q u e m d a m m o d u r a i d e n -
28 Disputaciones metafísicas

siguiente, la distinción que hay entre este modo y la cosa es menor que la existente
entre dos cosas. Todo ello quedará confirmado1 con más amplitud en la sección
siguiente, donde se explicarán las notas de esta distinción y, consiguientemente,
las diferencias por las que se distinguen entre sí.
21. N o se da ninguna otra distinción, además de la modal, la real y la de
razón.— Hay que añadir, por último, que, además de las distinciones real, modal
y de razón, no se encuentra ninguna otra que no sea común a éstas o que no esté
contenida en ellas. Digo esto por causa de algunos que añaden una distinción
formal, cual es la que se da entre hombre y animal, y la dividen en mutua —como
entre animal y racional— y no mutua —cual entre animal y hombre— ; de la
misma manera hablan de una distinción esencial —como entre hombre y caba­
llo— y una distinción potencial, como la que se da entre las partes del continuo,
y suelen aumentarlas con otras semejantes, que no considero necesarias.
Asi, pues, que la división expuesta es completa se colige fácilmente de ¡o dicho,
pues o los extremos de la distinción no son en absoluto distintos en acto por parte
de la realidad, y en ese caso la distinción es siempre de razón, aunque se la
designe con otros nombres, porque sólo conviene por denominación extrínseca,
en cuanto que es una misma la cosa que hace de objeto o se subordina a di­
versos conceptos. Mas en esta distinción pueden encontrarse grados, según he
dicho, y cuando tiene fundamento en la realidad y se hace mediante varios con­
ceptos inadecuados puede llamarse distinción formal, o también, a veces, distin­
ción esencial según la razón; en ella pueden darse varios modos, en cuanto los
extremos son susceptibles de compararse en varios respectos, a saber: sólo como
lo determinado y lo indeterminado —así, el ente y la sustancia—, o como el todo
y la parte —a la manera de la diferencia y la especie—, o como dos ccpartes
—por ejemplo, animal y racional— . De esta manera puede entenderse asimismo
esta distinción como- entre lo incluyente y lo incluido, o bien como entre aquellas
cosas de las cuales ninguna incluye a la otra según la razón, en cuyo sentido, y
en ningún otro verdadero, puede decirse que esta distinción sea mutua o no mutua,
recíproca o no recíproca; ahora bien, todas estas modalidades caen bajo el ámbito
de la distinción de razón.

t i t a t i s ; e s t e rg o m i n o r d is tin c tio i n t e r h u n c s e m p e r e s t d is tin c tio ra tio n is e tia m s i a liis


m o d u m e t re m , q u a m in te r du as re s ; q u ae n o m in ib u s a p p e l le tu r , q u ia s o lu m e o n v e n i t
o m n ia m a g ls c o n f i r m a b u n t u r s e c tio n e s e ­ p e r d e n o m in a tio n e m e x tr in s e c a m , q u a te r m s
g u e n ti, d e c la r a n d o s ig n a h a r u m d is tin c tio - e a d e m re s o b iic itu r v e l s u b o r d in a tu r d iv e rs is
n u m e t c o n s e q u e n t e r c tiffe re n tia s q u ib u s c o n c e p tib u s . I n h a c a u t e m d is tin c tio n e p o s -
i n t e r se d is tin g u u n t u r . s u n t g r a d u s r e p e r i r i , u t d ix i, e t q u a n d o
2 1 . Praeter modalem, realem aut ratio- h a b e t in r e fu n d a m e n tu m e t f it p e r p lu re s
nis, nulla distinctio .— U l t i m o a d d o , p r a e t e r c o n c e p tu s in a d a e q u a to s p o t e s t a p p e l la ti d i -
d is tin c tio n e m re a le m , m o d a le m , e t ra tio n is s tin c tio fo r m a lis v e l i n t e r d u m e tia ra e ss e n -
n u lla m a lia m r e p e r i r i , q u a e v e l n o n s it c o m ­ tia lis s e c u n d u m r a tio n e m . E t in h o c ip s o
m u n is h is v e l i n illis n o n c o n t i n e a t u r . H o c p o te s t e s s e m u ltip l e x m o d u s q u a t e n u s e x ­
d ix e r im p r o p t e r a liq u o s q u i a d d u n t d is tin c ­ tr e m a v a riis - r e s p e c tib u s c o m p a r a n p o s s u m ,
t io n e m f o r m a l e m , q u a lis e s t i n t e r h o m i n e m s c ilic e t, v e l s o lu m u t d e te r m i n a t u m e t i n d e -
e t a n im a l; q u a m d is tin g u u n t in m u tu a m , t e r m in a tu m , s ic u t e n s e t s u b s t a n t i a : v e l u t
u t in t e r a n im a l e t r a tio n a le , e t n o n m u t u a m , t o t u m e t p a r s , u t d if f e r e n t ia e t s p e c ie s ;
q u a lis e s t i n t e r a n im a l e t h o m i n e m ; it e m v e l u t d u a e c o m p a r te s , s ic u t a n im a l e t
d is tin c tio n e m e s s e n tia le m , q u a lis e s t in te r ra tio n a le . A t q u e i t a p o t e s t e tia m h a e c d i ­
h o m in e m e t e q u u m , e t d i s tin c tio n e m p o t e n ­ s tin c tio in te llig i t a m q u a m i n t e r in c lu d e n s e t
tia le m , q u a lis e s t i n t e r p a r t e s c o n t i n u i ; e t in c lu s u m , v e l t a m q u a m i n e a q u a e s e c u n ­
s im ilia m u ltip lic a r i s o le n t, q u a e m i h i n e c e s ­ d u m r a tio n e m n e u t r u m i n c l u d i t a lte r a m ,
s a r ia n o n v i d e n t u r . S u f fic ie n tia e r g o p r a e - q u o s e n s u , e t n u l l o a lio v e r o p o te s t h a e c
d ic ta e p a rtir io n is f a c ile c o llig itu r e x d i c t i s ; d is tin c tio d ic i m u t u a v e l n o n m u t u a , r e c i­
n a m v e l e x tr e m a d i s tin c tio n is n o n s u n t a p r o c a v e l n o n r e c i p r o c a ; ta m e n h a e c o m n i a
p a r t e r e i a c t u d is tin c ta - u lto m o d o , e t s ic c a d u n t s u b l a titu d in e d is tin c tio n is r a tio n is -
Disputación séptima.— Sección I 29
Sin embargo, si los extremos de la distinción son distintos en acto por parte
de la realidad, o ambos son cosas verdaderas que tienen entidad propia simple o
compuesta, o uno de ellos es una cosa y el otro su modo. En el primer caso hay
distinción real; en el segundo, modal; mas no resulta inteligible otra relación
entre estos extremos, ni se puede pensar otro medio entre ellos, ya que implican
entre sí una oposición inmediata como de contradicción; no hay, por tanto, otro
modo de distinción.
22. D iv e rso s m o d o s d e d is tin c ió n rea l.—■Cabe considerar, en la distinción
real o de varias cosas, ya distintos modos, ya distintos respectos. Efectivamente,
en primer lugar, podemos entender que las cosas que son distintas de esa manera,
no sólo son distintas en la realidad, sino también desemejantes en su intrínseca
y esencial entidad; en tal caso decimos que se distinguen no sólo realmente, sino
también esencialmente, y, según sea mayor o menor aquella desemejanza, se
afirma que son distintas por su especie última, por la subalterna o también por
el género o predicamento. De aquí que la distinción esencial, o bien es común a
la real, modal y de razón, o bien —si se toma en su sentido estricto— está incluida
en ía real, aunque no se convierta con ella, y añade una desemejanza más que una
distinción. Todo esto tiene validez si se emplea con rigor la expresión d is tin c ió n
e se n c ia l, pues si dicha expresión se refiriese a una distinción de esencias, cual es
la que se da también entre los individuos —según dijimos antes—, ésta no añade
propiamente nada, sino que indica las cosas entre las cuales se da la distinción;
así, se llama distinción personal a aquella que se da entre personas. Además, las
cosas que se distinguen de esta manera pueden estar, a veces, unidas entre sí,
y, en otras ocasiones, unidas con un tercero: del primer modo se unen la mate­
ria y la forma y, de manera semejante, las partes integrales continuas, por omitir
otras uniones más extrínsecas y accidentales. Por lo cual, así como la materia y la
forma, aunque estén unidas, no por ello dejan de mantener entre sí una distinción
real, así también las partes continuas, aunque estén unidas, se distinguen real­
mente, no sólo en cuanto a su designación —como dicen algunos—, sino también
en cuanto a la entidad parcial de cada una.
A c v e r o , s ì e s t r e m a d ìs tin c tio n is a p a r te d a le m , e t r a t i o n i s ; v e l, s i p r o p r i r i s i m e s u ­
r e i a c t u d is tin c ta s u n t , v e l u t r u m q u e e s t i n a t u r , in c lu d i t u r i n r e a li q u a m v is cu n a illa
v e r a r e s h a b e n s p r o p r i a m e n t ì t a t e m s im p li- n o n c o n v e r t a t u r ; e t p o t i u s a d d i t d is s im ili -
c e m v e] c o m p o s ita m , v e l u n u m e s t r e s e t t u d i n e m q u a m d i s tin c tio n e m . Q u a e o m n i a
a liu d e s t m o d u s e iu s , P r i o r i m o d o c o n s ti- p r o c e d u n t u te n d o i n r i g o r e iila v o c e d i s t i n c -
t u i t u r d is tin c tio re a lis , p o s te r io r i a u te m m o - tio n is e s s e n tia lis ; n a m s i s i t s e r m o d e d i ­
d a i i s ; n o n e s t a u t e m in te llig ib i lis a lia h a b i - s tin c tio n e e s s e n tia r u m , q u a lis i n t e r in d iv id u a
t u d o i n t e r h a e c e x t r e m a ; n e q u e a liu d m e ­ e t i a m i n t e r c e d it, u t s u p r a d ix im u s , h a e c
d i u m i n t e r e a e s c o g i t a t i ; i n c l u d u n t e n im n ih il p ro p r ie a d d it, s e d in d ic a t re s in te r
i n t e r s e i m m e d ia ta m o p p o s itio n e m q u a s i
q u a s e s t d i s t in c tio ; s ic u t d is tin c tio p e r s o ­
■ c o n tra d ic tio n is; n o n e s t e r g o a liu s m o d u s
n a lis v o c a t u r illa q u a e e s t in t e r p e r s o n a s .
d ìs tin c tio n is . R u r s u s h a c r e s s ic d i s tin c ta e i n t e r d u m p o s ­
22. V ani dìstinctionis realis modi .-— I n
s u n t e s s e im ita te i n t e r s e , i n te r d u m v e r o
ip s a ta m e n d i s t i n c t i o n e r e a li s e u p lu r i u m
u n i t e r t i o : p r io r i m o d o u n i u n t u r m a te r ia
r- iru m , p o s s u n t v e l v a r i i m o d i v e l v a ria e
e t f o r m a , e t s im ilite r p a r t e s in te g r a te s c o n -
h a b itu d in e s c o n s id e r a ti. P r i m u m e n i m i n t e l -
tin u a e , u t o m itta m u s a lia s u n io n e s m a g r i
ligere p o s s u m u s r e s s ic d is tin c ta s n o n s o lu m
esse r e ip s a d is tin c ta s , s e d e tia m d is s im ile s e x ttin s e c a s e t a c c id e n ta lc s . Q u o c ir c a , s ic u t
i n s u a in tr in s e c a e t e s s e n tia li e n t i t a t e ; e t m a te r ia e t f o r m a q u a m v is u n i t a e s i n t , n i h i l o -
t u n c d i c u n t u r n o n s o lu m r e a l i t e r s e d e tia m m in u s d is tin c tio n e m r e a le m i n t e r s e r e t i n e n t ,
e s s e n tia litc r d is tin g u i, e t q u o m a io r e s t illa ita e tia m p a r te s c o n tin u a e q u a m v is s i n t u n i ­
d is s im ilitu d o v e l m i n o r , d i c u n t u r d is tin g u i ta e d is tin g u U n tu r r e a lite r , n o n s o lu m q u o a d
v e l s p e c ie u ltim a , ve} s u b a lt e r n a , v e l e tia m d e s ig n a tio n e m , u t q u i d a m l o q u u n t u r , s e d
g e n e r e a u t p ra e d ic a m e n to . U n d e d is tin c tio e tia m q u o a d p a r t i a t e m e n t ì t a t e m u n iu s c u i u s -
e s s e n tia lis v e l c o m m u n is e s t a d re a le m , m o - que.
3 0 ___________________ Disputaciones metafísicas

23. La distinción potencial es verdaderamente red.— Se debe advertir úni­


camente que la materia y la forma son, de suyo, entes incompletos y parciales,
ya se den unidas, ya se suponga que existen separadas, y, por consiguiente, siem­
pre se estima que se distinguen del mismo modo. Pero las partes integrales no
tienen razón de partes ni de entes incompletos, a no ser cuando están unidas, pues
en el momento en que se separan, cada una comienza a ser un ente íntegro y total
porque no se ordena esencialmente a componer otro, y, por tanto, se opina que se
distinguen de manera diferente (más en cuanto a la denominación o al modo que
en cuanto a la realidad), según que estén separadas o unidas, pues, en el primer
estado, se distinguen como entes totales y, en cambio, en el segundo, como entes
parciales, por lo que algunas veces suele decirse que las partes que están unidas
de este modo se distinguen en acto como partes y en potencia como entes, o sea,
como ciertos todos, ya que están en potencia para llegar a serlo. Todo esto se
advierte principalmente en las partes del continuo homogéneo, pues en las del
heterogéneo, aunque en la realidad suceda casi lo mismo, en el modo, sin em­
bargo, existe alguna diversidad, porque entre ellas se da mayor desemejanza y,
por consiguiente, parece que tienen una cierta distinción mayor, iacluso cuando
se encuentran en el todo; y cuando se separan, aunque no cambien la forma sus­
tancial, sino que conserven aquella que tenían en el todo —como.acontece en las
plantas y en los animales susceptibles de segmentación—, también se con­
sideran como entes incompletos y parciales, porque siempre están como esencial­
mente ordenados a componer otros.
Por tanto, fácilmente se entiende, a base de lo dicho, que aquella distin­
ción, a la que algunos llaman potencial, sea una distinción real; porque, como la
distinción consiste en una negación, mediarte ella pueden negarse dos cosas: una,
que esto sea aquello, lo cual es verdad jen acto cuanao se trata de partes unidas
en acto, ya que una no es la otra, siendo esta negación la que esencial y primaria­
mente se requiere y basta para la distinción; otra cosa que puede negarse es que
esto se encuentre unido a aquello, lo cual equivale a decir que esto no es aquello
como un ente total e íntegro distinto de aquel otro, cosa que no conviene a las
partes unidas en acto, sino en potencia; en este sentido puede llamarse potencial

23. Distinctio potentials vere realis.— q u ia m a io r e m d is s im illtu d in e m h a b e n t , e t


S o lu m e s t a d v e r t e n d u m q u o d m a t e r i a e t i d e o v i d e n t u r m a io r e m q u a m d a m d is tin c -
f o r m a e x s e s u n t e n t i a in c o m p le ta e t p a r - lio n e m h a b e r e , e d a m d u m s u n t in r o to ;
d a lia , s iv e c o n iu n c ta e s in t s iv e s e p a ra ta e e t q u a n d o s e p a r a n tu r , e ts i n o n m u t e n t s u b -
e x is te r e s u p p o n a n t u r ; e t i d e o s e m p e r c e n ­ s ta n tìa le m fo r m a m s e d e a m d e m c o n s e r v e »
s e n t u r d is tìn g u i e o d e m m o d o . A t v e r o p a r ­ q u a m h a b e b a n t i n ro to , u t c o n tin g it i n
te s in te g r a le s n o n h a b e n t r a t i o n e m p a r t i s , p la n tis e t a n im a lib u s s e c tilib u s , a d h u c c e n ­
n e q u e e n d s i n c o m p le ti n is i q u a n d o c o n iu n c ­ s e n t u r e n tia in c o m p le ta e t p a r t i a l i a ; q u ia
t a e s u n t ; n a m s ta t im a c s e p a r a n tu r , u n a - s e m p e r s u n t q u a s i p e r se o r d in a ta a d c o m -
q u a e q u e in c i p i t e s s e e n s i n t e g r u m e t t o ta le p o n e n d u m a liu d . E x h is e r g o f a c ile i n te l-
q u ia p e r se n o n o r d i n a t u r a d c o m p o n e n - lig itu r q u o d d is tin c tio illa q u a e a b a liq u i-
d u m a l i u d ; e t id e o a l i t e r c e n s e n t u r d i s tin ­ b u s v o c a t u r p o te n tia lis , e s t d is tin c tio r e a l i s ;
g u i ( m a g is q u o a d d e n o m in a tio n e m v e l m o - q u ia v e r o d is tin c tio e s t n e g a tio , d u o p o s s u n t
d u m , q u a m q u o a d r e m ) , q u a n d o s u n t d is - p e r e a m n e g a r i : u n u m , q u o d h o c s it i l l u d ;
iu n c ta , v e l u n i t a ; n a m in p rio ri s ta tu e t h o c a c t u v e r u m e s t d e p a r tib u s a c n i
d i s t i n g u u n t u r u t e n tia to ta lia , i n p o s te r io r i u n i t i s , q u ia u n a n o n e s t a lia , e t h a e c n e g a t io
v e r o u t p a r tia lia , e t id e o d i d a liq u a n d o e s t q u a e p e r se p r im o r e q u i r i t u r e t s u f f ic it
s o l e n t h u i u s m o d i p a r te s u n i t a e a c t u d i s tin ­ a d d is tin c tio n e m . A liu d q u o d p o te s t n e g a r i,
g u i u t p a r t e s , i n p o t e n t i a v e r o u t e rn ia , e s t h o c e ss e c o n iu n c tu m illi, q u o d e s t d ic e re
i d e s t, u t t o t a q u a e d a m , q u ia s u n t i n p o ­ h o c n o n e s s e illu d , ta m q u a m e n s t o t u m
t e n t i a u t t a lia fia n t. Q u a e o m n i a m a x im e e t in t e g r u m d is tin c tu m a b ilio , e t h o c n o n
c e r n u n t u r i n p a r t ì b u s h o m o g e n e is c o n t i n u i s ; c o n v e n i t p a r t i b u s u n itis i n a c t u s e d i n p o ­
n a m i n h e te r o g e n e is , l i c e r i n r e f e r e id e m te n tia , e t s u b b a c r a tio n e p o te s t illa d i ­
s it, ta m e n i n m o d o e s t n o n n u l l a d iv e rs ita s s tin c tio v o c a r i p o te n tia lis ; ta m e n u t s ic n o n -
Disputación séptima.—Sección 1 31

dicha distinción; sin embargo, en cuanto tal no existe todavía y, por tanto, no
conviene incluirla entre las distinciones citadas como distinta de ellas.
Finalmente, por lo dicho se comprende con mayor fuerza que algunos no
tenían base suficiente para dar el nombre de distinción de razón con fundamento
en la realidad a la que existe entre las partes del continuo, apoyándose en el
hecho de que esas partes no se distinguen en acto, sino por descripción y en po­
tencia. Mas esto no es exacto, porque en ella no se da sólo el fundamento de la
distinción, sino una verdadera distinción en el sentido estricto del vocablo, no en
cuanto dice separación o desunión, sino en cuanto expresa diversidad de entidad
total o parcial. En otro caso no debería decirse que la materia y la forma, cuando,
están unidas, sean distintas en acto, sino sólo en potencia, puesto que no es menor
la unión entre la materia y la forma que entre las partes del continuo. Luego la
separación entre aquellas partes podría decirse de razón porque únicamente por
la razón podrían considerarse como si fuesen separadas y a manera de totalidades;
sin embargo, la distinción actual de las partes es también real. Pues dichas partes,
incluso cuando componen el todo, tienen alguna realidad, ya que, como dice
Aristóteles en el lib. I de la Física, c. 2, la sustancia no- se compone sino de
sustancias, y así un ente íntegro no se compone sino de entes, al menos par­
ciales; luego permanecen tales entes distintos, aunque unidos; más aún, si no
permaneciesen distintos no podrían formar composición, ya que la composición
no se da si no es a base de elementos distintos.
24. L a distinción entre lo incluyente y lo incluido es real.— También se
origina a partir de aquí otro modo de distinción, que puede considerarse en cual­
quier todo respecto de cada una de sus partes, pues es evidente que no son abso­
lutamente lo mismo ni tampoco se distinguen como dos partes entre sí, porque las
partes se comportan de tal manera que ninguna de ellas incluye a la otra; en
cambio, el todo contiene en su entidad a ambas partes, por lo que se dice que se
distinguen como incluyente e incluido. No obstante, también esta distinción, ta l'
como aquí surge, es real porque el todo incluye alguna realidad que no incluye
la parte.' Por tanto, este modo de distinción entre incluyente e incluido puede
encontrarse, a su manera, en la distinción real, en la modal y en la de razón,
pues en cada uno de estos órdenes puede compararse aquello que se comporta
d u m e s t, e t i d e o n o n o p o r t e t e a r n i n t e r d ix it, I P h y s ., c . 2 , substantiam non com ­
d is tin c tio n e s n u m e r a r e t a m q u a m a b a liis d i - poni nisi ex subsiantiis, i t a i n t e g r u m e n s
s tin c ta m . T a n d e m h i n c a f o r tio r i i n te llig it u r , n o n c o m p o n itu r n is i e n tib u s s a lte r n p a r tia -
s in e c a u s a a liq u o s v o c a re h a n c d is tin c tio - l i b u s : m a n e n t e r g o ta lia e r n ia d is tin c ta , lic e t
s e m i n t e r p a r te s c o n t i n u i d i s tin c tio n e m r a - u n i t a ; im m o , n is i d is tin c ta m a n e r e n t , c o m -
tio n is h a b e n t e m f u n d a m e n tu m i n r e , q u ia p o s itio n e m f a c e t e n o n p o s s e n t, q u ia c o m -
p a r t e s illa e n o n d i s t i n g u u n t u r a c t u , s e d d e - p o s itio n o n e s t n i s i e x d is r in c tis .
s ig n a tio n e e t p o te n tia . N o n e s t e n i m h o c 24. Distinctio includentis ab incluso, rea­
v e r u m , q u ia ib i n o n e s t s o lu m f u n d a m e n t u m lis.— E t h i n c u lte r iu s n a s c i t u r a liu s d is tin c ­
d is tin c tio n is s e d v e r a d is tin c tio , p r o p r i e h a c tio n is m o d u s q u i c o n s id e r a ti p o te s t i n q u o -
v o c e u te n d o , n o n p r o u t d ic it s e p a r a tio n e m l i b e t tota r e s p e e t u s in g u la r u m p a r t i u m ; n o n
s e u (f is iu n c tio n e m , s e d p r o u t d ic it d iv e r s i- e n i m s u n t o m n i n o id e m , u t p e r s e n o t u m
t a te m e n tita tis to ta lis v e l p a r tia lis . A lia s e s t ; n e q u e e tia m . d i s t i n g u u n t u r u t d u a e
m a te r ia e t f o r m a , q u a n d o s u n t u n i t a e , n o n p a r t e s i n t e r s e , q u ia illa e i t a s e h a b e n t u t
d e b e r e n t. d ic i d is tin c ta e a c t u s e d p o te n tia n e u t r a a lte r a m i n c l u d a t , t o t u m a v t c m i n s u a
ta n tu m , q u ia n o n e s t m i n o r u n i o i n t e r m a - e n tita te c o n tin e t u tr a m q u e p a r te m , e t id e o
te r ia m e t f o r m a m q u a m i n t e r p a r t e s c o n ­ d i c u n t u r d i s t i n g u i u t in c lu d e n s e t i n c l u -
tin u i. S e p a r a tio e rg o i n t e r illa s p a r t e s p o t - s u m . T a m e n e tia m illa d is tin c tio , p r o u t h i c
e r i t d ic i r a tio n is , q u ia s o lu m p e r r a tio n e m im e r c e d it, re a lis e s t q u ia a liq u a m r e m i n -
p o s s u n t c o n s id e ra r! a c si e s s e n t d is iu n c ta e c l u d it t o t u m q u a m n o n in c l u d i t p a r s . U n d e
e t q u a s i q u a e d a m t o t a ; d is tin c tio a u t e m h ic m o d u s d is tin c tio n is , in c lu d e n tis e t in c lu ­
p a r tiu m a c tu a lis e s t e t re a lis . N a m p a r te s s i, s u o m o d o r e p e r i r i p o t e s t i n d is tin c tio n e
is ta e , e tia m d u m c o m p o n u n t t o t u m , r e a li- re a li, m o d a l i , e t r a t i o n i s ; n a m i n u n o q u o -
ta te m a liq u a m h a b e n t , q u ia , s ic u t A ris to te le s q u e o r d i n e p o t e s t c o m p a r a r ! i d q u o d se
32 Disputaciones metafísicas
como todo con aquello que se comporta como parte; sin embargo, en cada uno
de ellos se mantiene dentro del ámbito de la distinción real, modal o de razón,
porque aquello que un extremo incluye además del otro se distingue real, mo­
dal o racionalmente del otro extremo incluido. Por ello, queda suficientemente
claro que no existe ningún modo de distinción que no esté contenido en los
tres anteriormente enumerados.
25. Parece que se nos puede objetar únicamente que, además de la dis­
tinción entre una cosa y otra, y entre cosa y modo, puede darse una distinción
entre modo y modo, como muchos opinan sobre la subsistencia y la existencia,
lo cual es más cierto cuando se trata de la subsistencia y de la presencia
local. Porque estos modos no pueden distinguirse con una distinción de razón,
ya que, por parte de la realidad, existen de tal manera que tienen diversos prin­
cipios y diversas propiedades y, por último, pueden separarse; todo lo cual es
indicio de una distinción actual existente en la realidad, según diremos. Tam­
poco se distinguen realmente, porque no se distinguen como una cosa de otra,
puesto que no son verdaderamente cosas, ya que hemos empleado este argu­
mento para probar que el modo no se distingue realmente de la cosa misma
a la que afecta. Ni puede decirse, por último,, que se distingan sólo modalmente,
tanto porque uno no es modo de otro, como porque, con frecuencia, son mutua­
mente separables, lo cual es señal de mayor distinción que la modal, según
vamos a decir en seguida.
26. Cómo se distinguen entre sí dos modos.— Se responde que, no te­
niendo estos modos ser o entidad sino por o en la cosa a la que adhieren, a
base de ésta ha de apreciarse cómo se distinguen de otros modos, aunque sú
distinción siempre pertenecerá a la real o a la modal, dando por supuesto que
existan en la realidad. Y digo esto porque también pueden excogitarse modos
que sean distintos únicamente con distinción de razón; pues así como la razón
puede distinguir una cosa por conceptos inadecuados, de la misma manera puede
distinguir un modo, como es muy probable que ocurra con la acción y la pasión,
el movimiento y el tiempo, la existencia y la duración,. y otros. N o obstante,
hablando de modos distintos en la realidad misma, como son, por ejemplo, la

htaam beqtuaum t ptoars tu;mtarn adenaliu in dsinqguuolis dm seanheatbinet ednisim tin g aurg
i uremaelite
ntor apbrobip avsima ures qm uoadm um a noit.n
ffic
la
ra titu
tio disin;eqduisiatinillu
n ctio d n,isquoredalisu n,um moedxatre lis,muvm el N m eocdadlite
enr,iqutu em dicqiupiaossuunnutsdnisotin n geusittamnotud ums
in
m c lu d it u ltra a liu d , dis tin g u iru r re alite r a u t a lte riu s , tu m q u ia s ae p e su n t m u tu o e t a d
hisondisearg
tio
liteorsaautist ra
m o d u m cqoutio
nisntaetanbullu
in pra e
altem
d ic
roesinsecludsiso.tinEcx- in
tis trib u s n o n ris
d
vicdeism
ic e m u stin
.
scetio
paranisbileqsu,aqm uodmoedstalis sig,nuum t sm taatin
io-i
com 2 5in
. eatuS r.olumvidetur posse oblici, quia 2.6— . Réspondetur, cumhi modi nonha-
Duo modi inter se qui distingwm-

prateerterrem
in distin e ctio
t m ndem
o u m ,intep rtere
o st minevtenreirimdei-t breeanctuiesasdehaseere
tur
unet,ntitae xtem illa nispeinseaxndreum velesin se-
sptin c tio in te r m o d u m e t m o d u m , u t m u lti q
, elotcaeli.st pm u o m o d
eordatalern o a b a
enpeertin liis
oruem m o dis
disstin d istin
cptio g ua
adqre n tu r;
adlem se m
vre
el
cH euirtiu
tanst ddeessuubbssisiste
e,nim te nntia
tia
maodpianrteonrepiosita
eett epxraisetesenntia
sunetxisdtu tia
istin m
guuti hraa-­ eexxcisotugnitat.nQm bit,
uooddiidseooladic u p
otio o si»
,qnueiadeistia umo in
posssicunutt
tio n e q u ia n t - est distinguere unamrem,ita et sunpuom
e n im ra tio pe r c on c era
p tu s in ad a etin
qu cati;
to t-
nbsueesna,nttaincddiv deersnaiquperinuctipiasepeatradriiveprsoasssinat,ffeqcutio
ictiaiaam ctudaiclisem disustin cñtio a
nuiseinetiaremexdisi-- me odpausm ,nuet, edset m vaoldtueeptrote bam bpileored,edeactio ne­
te n ris , u ; e q et s io ex is
ustint rgeusunetturresre,aclite um r,nqouniasninotnvdeis retinregsu;unhtuocr te auntetiamedtedm uraodtio
isneinetredeipsaaliisd.istm Loeqtis
ue,nduot
D isputación séptim a.— Sección I 33

presencia local y la subsistencia de la humanidad, puede suceder que estos se


comparen solamente cuando están en la misma cosa, y así se distinguen sólo
modalmente, como prueba el argumento ya hecho, porque, no teniendo de suyo
entidad propia, tampoco tienen, de suyo, posibilidad de distinguirse más que
modalmente; ni tienen mayor distinción por la cosa a la que afectan, pues supo­
nemos que es la misma; luego no tienen distinción mayor que la modal; y se
confirma porque cada uno de ellos tiene alguna identidad con aquella cosa a la
que afecta, lo cual hace que en ella y por ella tengan alguna identidad entre sí,
por lo que únicamente mantienen una distinción modal; por tanto, no importa
que puedan separarse mutuamente, es decir, que uno pueda permanecer sin
que exista el otro, o viceversa, porque es necesario, al menos, que siempre
permanezca aquella cosa en la que ambos existen con alguna identidad. Pero
también puede ocurrir que se comparen entre sí modos que afectan a cosas
diversas, ya tengan esos modos la misma naturaleza —como dos subsistencias
de dos hombres—, ya tengan naturalezas diversas —como la acción de sentarse
de uno y la subsistencia de otro— ; en este caso, la distinción entre ellos es
real, no en virtud de ellos mismos, sino en virtud de las cosas en las cuales
están, pues cada uno de ellos tiene alguna identidad con la cosa a que modifica,
y aquellas cosas se distinguen entre sí realmente, por lo que los modos se
distinguirán también así en virtud de ellas.
Además, esto se confirma plenamente por la razón de que aquellos modos
son mutuamente separables, no sólo entre sí, sino también cada uno con respec­
to a la cosa modificada por el otro, lo cual es ya signo suficiente de distinción
real. En este sentido, toda distinción, incluso entre modos, se reduce a las tres
anteriores.
Solución a los argumentos
27. Hay que responder a los argumentos de la primera opinión, en cuanto
pueden atentar contra la distinción modal por nosotros establecida. Al primero:
el argumento es susceptible de ser tomado en un doble sentido, á partir del
ente real o del de razón para concluir en la distinción real o en la de razón.
En el primer sentido, como por propia razón y causa, de manera que se con-

ssuisntetnptiaraesheunm tiaanloitactis
alis,,avuetrbihigracotiam ,peatrasnutubr- urutm s e shsio
omuinnuium s,estivseubdsisivte
ersntia
arum a lte ra
riutio
s ,nusmicn
ta
dtuism n tu m
tinfa p
gucutunm ro u t
tu,iqm su n t in e a de m re e t sic so lu m d is tin c tio in te r h o s m o d o s es t re a lis , n o
p ro pria m e n tita uteiaom
daclite
, uem
tia
repxrospetenronarghuabm
m e x se n o n h a beeeannn­tt ra
bidutioe
nseunip
sntita t;m
te
sonruaum
c
m,usneudsqrauistioqnueere
m re q u a m a hitaru
ffic beem ainliqeuqare
tt illa um
i-
si
unneqduecpeluxsrequaqm uuapmm od
aimalite
fficuiur d is tin
netssepluesam g u a n tu
ddisetin r;- rad is tin
tio nMg u u
eaillan tu
rurm inte
.qE r s e re a
tiahoillicemlite r;
tiaom erg o e
bseunnet cmt m o
ountu d
fir­a
g
eqrg u u n
omnmtu r, q u
oondalehm ia
ab.eEs p
nttcm on afirm
iorems disqtin ctio m
nuem ; msiliaâ
eparet ra
rabqileuasm tio ,
etaliu u
insteraffic
seit;etnaum d i
nushqouciseqsutesuaf-b
u a on atu r; u ia u n s - fic
cqpuuem isquilla eillo re ruqm u a habaeffic
m t ait;liquearg
moidin entita
iila tem e t hipusienocsnsm soigdnuum modm isntin
isctio
d ntin
is iscretioalise.tiaA
modos adpraedictastrès revocatur. mtquin eteinr
rilla
sdea;le e rg m
o hatin
re beennttasliq o luumamdisidtinenctita
tio te
n emm In
m teo­r
pam ran.ori,nUnid deenst,onqre fedrtpqoussoicdpuonsussintm m uetu o, 27. Adargumentaprionsopinionis,qua-
Solvuntur argumenta
saelio u o
esxeisetesntteutveslem epceornm vearsneea,tqilla an
uiare re
sasl­, m tenoudsalepm roceadenreobpisosspuonstita com n,traredsispotin cetio nuem
m
lnte rn quAn e c e
atuvte s rqusei in exteisrtitsecucom aaliq unaturidm enoti- epsot.sseAdsupm rim urg
m reesnptu
onm n d n d
deatubr,ednuteplicreialisenvseul
ta te . e ro m p re d i i a um
eaiu ffic
sdieem ntesratio resnisdivuetrsdausa,esiv suebsilliistem nocdeidsuin o­t re raatio
lenm is,veladratioconnisc.luPdrim
endoam tamdqisuatin mctio anperom -
a
34 Disputaciones metafísicas
sidere que la distinción es tal cuales son las cosas en las que se da. En este
sentido, es falso, pues se ha mostrado que entre extremos reales se da distinción
de razón; y, por el contrario, entre extremos de razón se da, por lo menos, una
cierta imitación de distinción real. En el segundo sentido, el argumento puede
ser proporcional o por paridad de razón, por ejemplo, porque en los entes no se dan
más que los reales o los de razón, tampoco deben darse en las distinciones. En
este sentido, no hay inconveniente en conceder la proporción del argumento, si se
hace de manera debida, en cuyo caso nada concluirá contra nuestra opinión.
Efectivamente, si se toma el ente real en su concepto amplísimo, como todo
aquello que no es la nada absoluta y que puede existir en las cosas sin ficción
del entendimiento, así es verdad que no se da medio entre el ente real y el de
razón, y en este mismo sentido concedo que no existe medio entre la distinción
real y la de razón, ya que toda distinción según la naturaleza puede llamarse
real en esta amplitud de significación, siendo ésta la opinión de casi todos los
escritores antiguos. Sin embargo, en otro aspecto cabe considerar al ente real
como aquello que, en virtud de su concepto propio y de su razón formal, puede
aportar o constituir mía entidad propia; en tal sentido, es falso que no pueda
darse medio entre el ente real y el de razón, porque se da el modo del ente, que
ni es un mero ente de razón —como resulta evidente—, ni es un ente real, si
éste se toma en todo su rigor y propiedad, según hemos expuesto. Por consi­
guiente, también existe la distinción modal, que ocupa un lugar intermedio
entre la distinción de razón y la real rigurosamente considerada.
28. Segundo.— Al segundo se responde que entre lo idéntico y lo diverso,
considerados según la misma razón, no se da medio, como legítimamente prueba
el argumento; sin embargo, atendiendo a razones diversas, puede ocurrir que lo
que es idéntico en un sentido sea diverso en otro, según afirmó Santo Tomás en
I, q. 11, a. 1, ad 2. Así, pues, el ente y el modo pueden decirse realmente idénti­
cos, sin que por ello dejen de tener en la cosa distinción modal.
29. Tercero.— Nada prueba contra esto el tercer argumento, pues nos­
otros no decimos que la cosa y el modo se distingan según razones propias y no

pesria
s e radistiorin
nectio et,caquusaale,sitasuuntttare lissein xistim q u etu
ib u r venitita
s suteaemraa tiorre
ffe nissefourm c anlisstitupeorete,stetphro
o o pria
c se nm ­r
vesetrsaetuntior.
im E t
in h ic
terartio se n s
exntreu s e s t
maetreealia fa ls u s;
inerso ste n
teorcein s u m su fa ls um e s t
deterer eennstisreqauleineetqura n o n
tio p o
ntismsse
:erudm d ari m
aturensenra e d
imiu m m in te
o,duust
d is
etaxtiotin
trenm c n e
amradtio m nisctio is ,
esnsisesrealte co n v e e s tio n is
m e n tu em eissstin
e p o te s t p arolism
p
qeucaum
.crtio
S n anleddaom im
,seaurg ui-a­ rig
peroreseectopnro stapt,rientaeqteuesuem stptuenm s,reutaleain n ob eiso
pdaarita te ra tio nrcisa,liautveqluiaratio innise,ntib uqsuenoinn m deocdlaara
listum
m eedsiat;in etteita
r eistiatin
d m c dantuermdisratin
tio tiocntio
is
d isn tu
tin crtio nnisi
ib us d a n d a e s in t, e t h no e
c se n s u et2re a lem rig o ro s e s u m p ta m .
coondcoedifiapt,otensih tilqproupeortio argunm etra
nti,msisednete bito d e n8.t inter idem
Secundum .— e Addivseers
t cuiondnum s e reunspdounm
c ­
m
tia m csoimncaludceot.ncE tetio
nimc on tra
, ssium os
enasturreapleròinom n -
sunai euatm dcete
marargtio neem smumppta naot;nta damrienmesdeiu m ,
aem p lis e p n e re u m n tu ro b c u n ­
psic ootevsqteuru
cedssenin onreebsutsosm inninfic
e otionniheilinte qulle
odctuause, dsuunm t div
id eersausnoram
m tioondeos, fie
a liorispin ostsedivuet,rsaq,uauet
m esntis,noent in darieodm ediu m incteonrceednos ig Ditu
.T rheonms,etdix m it,oduI,sqp.osII, s u m a.dic1i, aiddem 2.reSaic-
re a le e t ra tio em s e ns u m lite
netonradtio arinism ; edniu a mmoin m tenis
rddisistin tinctio
c neem
tio x rc
n atu
a lera tio2nr9e.m
etm noihdilo
alem m..—in us habereinredistinc­
Neaqrguuem ceonntutra hnoacm qunid -
re
eAtlio iitapotelostcuin ti harec asm
fe u ptlituandtiq
n ineuidicsciripretoare liss;. quamurget tertium
Tertium
m , o s
pròeta om qeunodm eoxdopropporio testcscunm ceiptuensseureaelex ncuonndudm icim
prouspria resmraetio t nm eosdeutm nodnistin
secguunidusm e­
Disputación séptima.—Sección I _ 35

según una razón común, como suponen casi todas ias réplicas hechas; porque
de igual manera que se distinguen el ente y el modo por parte de la realidad,
se distinguen todos los predicados superiores, aun los trascendentales incluidos
en el modo, de aquéllos que están incluidos en la realidad de la cual es modo.
D e esta manera, hay que conceder que, en la medida en que el modo es ente,
en esa medida él mismo y la cosa a la que modifica son dos entes y se distinguen
en la realidad o realmente, hablando en sentido amplio. No obstante añadimos
que el modo no es propia y rigurosamente ente, en cuyo caso queda negado
que allí existan dos entes; y a continuación negamos que el ente, tomado en este
sentido propio, sea un predicado superior a la cosa y a su modo. Por lo que no
es necesario que, a causa de la distinción entre modo y cosa, se multipliquen
los entes considerados con dicha propiedad y rigor.
De aquí se deduce que, para la confirmación de aquel tercer argumento, se debe
decir del accidente lo mismo que se ha dicho del ente; porque el accidente,
a veces, significa una forma que tiene entidad propia y que, de suyo, es distin­
guible y realmente separable de toda otra; pero hay ocasiones en que únicamente
significa modo de otro, ya sea del accidente o de la sustancia. En el primer
sentido, es contradictorio que en la misma cosa se encuentren varias razones
accidentales, como prueba el argumento; sin embargo, no hay contradicción
en que una sola entidad accidental tenga uno o varios modos que se distingan
de ella con distinción sólo modal. Mas la sustancia, absolutamente tomada, no
significa un modo, sino una realidad propia y perfecta en su ser; y lo mismo
ocurre con el cuerpo y coa cualquier grado de sustancias situado bajo éstos; por
tanto, no puede suceder que estos grados se multipliquen en la realidad sin que
se multipliquen las cosas y las sustancias. N o obstante, también en el ámbito
de la sustancia, considerada en general o analógicamente, es posible que se den
algunos modos sustanciales, en los cuales puede ocurrir que, en una misma cosa
o sustancia, propia y estrictamente dicha, existan uno o varios modos sustan­
ciales que se distingan modalrsente entre sí y con respecto a ella, como son la
subsistencia, la unión, etc.
30. Cuarto.— Por lo expuesto se resuelve fácilmente el cuarto argumen­
to, pues lo que se ha dicho del ente debe decirse de la esencia reaL Puede signi-

re copm licm a ueneibmi,faqcutaoed; snuapm poenounm tofe d orequoomndei-s olum m nialte aliariu;s,invteerd
l uamc
c idseignntisificvaerlm s obdsutam
u n soe­.
tia
sgtin
u u gnutuurntuo renniaseptram
m e oic
d duastaaspuaprte e riorerai,,deistia
tinm - E n t prio
iri p lu riresmoradtio
onreepsuagcncaidtein n e,aduetmarg
tis reum invene­-
qA tra aneusceein
utq ndclu
endtaulia
ntu rinin
clusrea in cu m
ius odeost, m abodhuiss. tu en mtita cteomnvinaccitcid;ennotanlem tamheanbererepugunnautmu,navm ei-l
dm ita c o n c
uosdifeicstaienesss,eeadtee d en d u m
nuesrnip e
suem st, q u ate
eisttinregmn u s m
qinuam o ­ p lu
sstin re s
cifìc m
tosa.tSm o d o s a
ubosdtaunmb ip s a ta
tiasevderorem n
simtu m
pro m
licpiteo d
rma liter d
dicetat pneor-n
ip sae,nvealdredim alite uo
rlam teodlo ia t d
quennodno.eN u i
iheilopm in re
us fe ig n
cdtaemquinocsuum oqueseseg,raedtuidseum p ria
esnttiadeecsoubrpohre
ta m u s
eestserigdourooseernenias;entehgoam u m
cum o do n s
esg a m ro
u sp rie
ib i e
ct
o llo c a to ; e t ide o fie ri n ab s
rita p o te s t u t hisi
htuom cm o d o p ro p rie s u m p sqm
tu ueesssuebin p deedicenas- gplic
ra radautissinrebreusipestasm uubltip
s ta nlic
tiis en.tuTram noennm e ulti-
tìa m
id e o s
n u
e p
cecriu
sse s na
o d
n re
e smt p e
ro t pm
te o
r d u
d m
is tin eciu
tios .
ne Em t in
an a la
lo gtitu
ice d in
su e
m s
p u
tab
es ta
p
on stia
s uen t in
d a c
rio m
a m
liq uuini
m s
oed ui
m
pm odtaiteaeret rig
rie muoltip
re lic
su amriptae.rnU iandinedadietaconpfir- ro- esuadbesm tantiare tesseuinsubqsutaibnutia s fiep riprie
ro poteesttsim utpli­in
cdeeantio
deunnm em e silliu
t desatec crtii
id e natirguqm uoednt!dicidtu emm desi-t csta
itenrtiadteicstainsteinrtsuenuestvaebl pilla lurem som d aolite
dirsudbi-­
fdoisrm a rte
ti ;haqbueianteamccpidroenpsriainm terd
en utita
mtesm igneific
x s
aei 30.
s tin c ti, u t
Quartum
s un t su b
.—sis te
A h
tq tia
u ,
e u
e n
x io ,
eise tc
fa.dlis e«
tinguibilemet sepaiabilemrealiter ab solutioadquartum;namquoddictumest
36 Disputaciones metafísicas
fícar una naturaleza propia y suficiente, de suyo, para constituir entidad en la
realidad, o, más ampliamente, cualquier razón real constitutiva del ente o de
un modo real. En. este mismo sentido, concedemos que en la cosa y en el modo
son distintas las esencias, y que, por consiguiente, hay entre ellas distinción ex na­
tura rei y de algún modo real. En cambio, en el primer sentido, la esencia es
única en cualquier entidad; mas los modos que de ella se distinguen por su pro­
pia naturaleza o rüodalmente no pueden pertenecer a su esencia, sino que serán
accidentes o, a lo sumo, pertenecerán de alguna manera a su integridad o causa­
lidad, como expondremos después al tratar de cada una de estas cosas.
De ahí se sigue (y debe observarse atentamente) que en cualquier entidad pro­
piamente dicha hay una sola razón esencial, según prueban, como mínimo, todos
aquelios argumentos expuestos al principio; y que dicha razón esencial es cuasi
fundamental e invariable en tal entidad, hasta el punto de que resulta imposible
que esa entidad se conserve en la realidad sin aquella razón esencial, porque
por ella se constituye primeramente; por tanto, sólo puede existir una razón
específica, como prueban dichos argumentos. En cambio, las razones modales
que tienen posibilidad de estar como inherentes o unidas a tal entidad, pueden
multiplicarse y cambiarse, porque en la cosa se encuentran fuera de su esencia,
según veremos más claramente y en particular a lo largo de toda la metafísica

S E C C I O N II
Se ñ a l e s o m odos po r los que pu eden d is c e r n ir s e los d iv e r s o s grados
DE DISTINCIÓN DE LAS COSAS

1. Punto en que radica la dificultad.— Toda la dificultad consiste en dis­


cernir la distinción modal de las demás. Pues la distinción real y la de razón
se disciernen con facilidad, ya que son extremadamente opuestas; en cambio,
la distinción modal, per ser intermedia, á veces se considera real, merced a la
afinidad que tiene con ésta, y a veces no se considera en la realidad, sino sólo
según la razón, a causa de cierta conveniencia con esta otra. Por consiguiente,

deoteesm
P t esigdnic enadreum
ific p ro epsria
tm deneastu seranm tiaere xali.se tu ramspinrim
illa eoillaconrastio titunitu
er;esseunntiad l!,noqnuiapote
e pesrt
suru
re fficm iennteam tu advceolnla
ra stitu
tiu esndqauma m eenutita
m qte
u emrain- ceossnevinncisuint.unaRasdpoenceific s aa,ute
utmarg muom
d aele
ntas, fa
q ucatae
re tioanlisem
. H reoaclem p o scteorio
nstitu
ri tiv
s e asm
n u eonndcsedaim
c utum soindi ptaolissuennttitaesti,sem quultip
asilicadahnaeeretnvtearia
s rivelpoasfsfixu at,e
n
re sseeutoinm
ealiq ordoeaesdsisetin
tem disctio
tiuncetam seesxsennatia tusraetreid i eeot qinuiapain rtic relar!sucm
u la exstraconessta
riu sebnitdamin ediu
iscsu,rsui»t
utanteic;am odm
taondtu oeresatleem s s.enP tiarioin
ri ctaum a enetseennsti-u totius M
lib etaphysicae.
sesesuedm o d ailitc
aurtedtnis,tinqugiuaubntuilla r, enxonnatu p o rassurenit SECTIOII
adtegsrita e
um e
m ss
ume ntia e
pecrtiniu s, s e
eanlita d
tetesm ve l
aliqa c c
usoumid e n tia ,
oddeosin v e
ad­ l
QUIBUS SIGNIS SEU MODIS DISCERNI POSSINT
VARII GRADU3 DISTINCTIONIS RERUM
in te m v el a u s e iu t r- ficu1.ltasconsistit indiscernenda.—
g(quulisodpvoasld teeaneoxtaponndeum m use.st)Exinqquuoalib seeqtuitu
e n m o
I n quo sita sit dificultas

d a li a c ae te ris ; n a m dis tin c disTre


tio
otactio
tinalis
di­
neet
le tita
m teraptio ronperie
m , duiettaconevssinecuunnticaadmm ein
ssim
enutiam - ra
d dcoenm
is isuncutum r; sdinisttinecxtio
trem a eteom
u ppmosoita
d aelis
, faccuile
m
oram tion ia eilla
s s en a rg
tia u m
lis e
q nuta
a s in
i fup rin
n dacmipeio
n ta fa
lecsta ,
e sqtua ee t s
teit
r m coe d
nia
ve,n iniete
n drd
a u
m m qeux is
amtim haatu
bretrecaulis
m p ro p
ilia ­
,
insitvailla
riabm iiisenintitatatelim emcoíta nsteerv
; aita
nuintim rerupom a- sinete
ssibnile curdnduum mvra ero
tioneexm istimtanatu
turmnupllaropinterreq,uasm ed-
Disputación séptima.—Sección II 37

a fin de tener unos caracteres generales que puedan aplicarse a las cuestiones
particulares, conviene hacer unas breves consideraciones, suponiendo que, para
que nosotros distingamos algunas cosas con distinción mayor que la de razón
raciocinante (sobre la que nada es preciso añadir, ya que es totalmente ficticia),
es necesario, como mínimo o principalmente, que tengan distintos conceptos ob­
jetivos y, según ellos, razones formales de alguna manera distintas. Porque,
a no ser que se conciban por lo menos de este, modo, ni se conciben como dis­
tintas, ni habrá razón alguna para preguntar cuánta o cuál sea la distinción
que entre ellas existe; en cambio, supuestos varios conceptos objetivos, será
muy acertado y legitimo preguntar de qué manera se conocerá si tienen distin­
ción en la realidad, y de qué clase sea esta distinción.

Indicio d e la distinción actual en la realidad

2. Afirmo en primer lugar: siempre que dos conceptos objetives se comportan


de tal manera que pueden separarse en la realidad y en el individuo, o de suerte
que uno permanece sin el otro en la realidad, o de modo que se separa realmente
y pierden la unión que tenían, hay indicio de que entre ellos existe una distinción
mayor que la de razón razonada, y, por consiguiente, alguna distinción actual real
o que se da en la realidad.
Esta tesis es comúnmente afirmada por los Doctores, y se ha tomado de
Aristóteles, T épicos, lib. VII, c. 1, n. 15, dice así: A dem ás, n o . habrá iden­
tid a d en tre ellos si uno p u ede darse sin é l otro, sobre lo cual llama la atención
Alejandro de Afrodisia. Puede tomarse también de San Agustín, en D e Trinit.,
Iib. VI, c. 6 , donde, después de haber afirmado que en cada cu erpo una cosa es
la m agnitud, otra él color, y oira la figura, pone la siguiente prueba: P u es, aun
dism inuida la m agn itu d, p u e d e perm anecer el m ism o color y la nñsm a figu ra ;
y , cam biado el color, perm anecer la m ism a m agnitud e igual figu ra’, y sin qu e
s e conserve la nñsm a figura, p u ed e ser igualm ente grande y coloreado d e l m ism o
m o d o ,’ y cuantas otras cosas s e digan a la v e z d e un cuerpo, p u eden cam biarse
varias d e ellas sim ultáneam ente sin que varíen las dem ás; con esto s e pru eba qu e

dgaenm e colia
ra nvesnigiennatiahm a b e cauníntur,aliaq.uUa taedrgopaartic
e liquua­ maale
re nemat,uvneiolneita
m uqtuare
m alite
barbebdaisniu
t nagmatu rnet,t
ilta
la
bare revsiteqruadeicstioe n ndeassaupnpt,licsuar!ppopnoesnsindot,,untonanliq ulla
ua­ stio
ignneummeqsutam interartio
filanisessra
etio
mcaio
in re
a m
ta e jdisatintq uce­
tio n o b is d istin g u a n tu r p lu sq ua m ra tio n e ra adueaoeaacptuaarte
lem ailiq uam ecxanssaeturtio
racreoi,mm seuu-
am dudcm in
erean,steequu(d eesqtuaprodrs
iaim pto
rim
istin
u scctio
isconnceecpetuo nnfic
eta
sssariu
nih
m), ilutopm oin
rtei­t
esoses, uett
q
nV isIIeTstoD
p
re
oc.,tocru
ic . m1
s it.
,lo
,
H a
etcosudme
eitu
c roexquA
im ristoto,teule
in b ,
i
hseacbuenadnutm diseotin c s
siarantio niehsofo rm alte
lerno
bie
saliqc tiv
udoom oodno- sicinquit: amplius, si potestbiA
altero esse, non erit idem; u
dterum strie
leexx.AAupghuros--
d
cqip is tin c
ianetuta s,
rnuellaqu
ccra is
ontio c sa m
cipieinnqtuurireuntdidisqtin o c
cntata, ñvee­l dtiniso.,idVInodtaet.TSrinuin.,ice.tia6m p ote s t
, ubi cumdixisset:
qpuuluaerib
lisurit
ssitcin o te
n cre e
p a
tibdu is
s tino c
btio
ie c ;
tivsup
is
,p usaitis
o
o p tim everoent
In unoquoque corpose aìiud est magnitudo,
diud figura, ta lemprobationem
m e rito in q u iritu r q u o m o d o co gn o s c elu r a saliud
ubiuncolor,
git: Potest enim et diminuta mag­
inrehabeantdistinctionem,etqualisillasit. nitudine manere idem color et eadem figura
et mutato colore manere eadem magnitudo
et eadem figura, et figura eadem non ma­
Signum actualis distinctionis in re nente, tam magnimi esse et eodem modo

creeip2tu
. s oDbiccotivpirim
ie o:sqeuahnadboecnutmuqtueadupoarte
ita con­ coloralum, et quaecumque alia simul dicun-
tur de corpore possunt et simul et plura
ita uett inunuin
mdivsm ideuoalio
sepain rarirepruomssinnt,atuvra
el sine caeteris commutari, ac per hoc multi-
plex esse convincitur natura corporis, sim •
38 Disputaciones metafísicas
la naturaleza d e l cu erpo e s m ú ltip le y no sim p le en manera alguna. A base de
esto demuestra también más adelante que el alma humana no es simple porque
tiene varios actos y afectos, los cuales —afirma— son distintos, y a q u e pueden
encontrarse un os sin los otros, o unos m ás y otros menos.
También los escolásticos utilizan frecuentemente esta regla, como se paten­
tiza por el Maestro, I, dist. 8 ; Durando, dist. 30, q. 2 ; Escoto, Jn II, dist. I,
q. 3 ; In 111, dist. 8 , q. 1; Ockam, In 1, dist. 1, q. 3 ; y, en el mismo lugar,
Gabriel, q. 3, a. 3, dub, 1; Herveo, Quodl. III, q. 3; y, entre los metafísicos,
usan esta regla Juan de Gante, lib. V I M e ta p h , q. 10; Antonio Trombeta,
lib. V M etaph ., q. 3, a. 1; Fonseca, lib. V M etaph., c. 6 , q. 6 , sec. 1. De
igual manera el Ferrariense, lib. I P h ys., q. 10; Pablo Véneto, lib. III Phys.,
text. 19, y Astudillo, citado en la sección anterior. Emplean asimismo esta regla
otros muchos autores para probar la distinción real entre la subsistencia y la
naturaleza creada, según se advierte con claridad en Egidio, citado en la sec­
ción que precede, Medina, III, q. 4, a. 2, y varios más, a los que aludiremos
posteriormente en los lugares oportunos. Con el mismo argumento puede pro­
barse también que la inhesión se distingue de la existencia del accidente y que
la dependencia o acción se distingue del término, de todo lo cual nos ocuparemos
a continuación.
3. Se demuestra por la razón: si las cosas que concebimos como poseedo­
ras de dos conceptos objetivos se encuentran unidas en la realidad y se sepa­
ran después, ambas quedan existiendo en la realidad después de su separa­
ción o una deja de ser y la otra permanece. Si ocurre lo primero, es necesario
que las dos se distingan ex natura rei, e incluso realmente; en primer lugar,
porque resulta imposible que lo que es absolutamente idéntico se divida y separe
de sí mismo en la realidad, pues ello implica manifiesta contradicción, ya que
no se puede excogitar mayor unión en una cosa que la total idenddad en la
misma cosa; antes bien, aquello no es unión, sino unidad. Por consiguiente, de
igual manera que es imposible que lo indivisible se divida, asi también es im­
posible que se separe de sí mismo lo que es absolutamente idéntico. En segundo
lugar porque, si aquellas dos cosas permanecen separadas en la realidad y no

plex autem nullo modo.


pcerom b,atquaniaimham h u m an a m Eotnieefessriu
n e sim
s inpdli-e tia
eodm em d isatin
rgguutnienato b epxro
isbteanritiasoalecctidin
e htis
n ae;rene-t
qaliis, uosetessalia atin
edismagis, becttesvaorio
stesndait,ctuquia
s etaliaaffesine ctus doem pneia
ndeinntiasm e q useenutibacutio
s nid
v em e b ate
im urm
s. ino,quae
sum. H a c e tia m ré alia minus invemri pos­
gu la u tu n tu r fre q u e n te r n o 3b.is coR nactio
ip nentuprroubtatuhr,abeqnutia
iu iasdiueoasqcuoane- a
sD cuhoralansdtic.,!,disut.t p3a0te, qt.e2x;M S aogto.,,in
In I,II,ddisist.t.81:, ciuenpctutaseotbiepoctivs te oasseinpara rentuinr,vevneiu l nutu rm
tru cqoune-
qd.ist.S,1e,tIn q. III,
3 ; edtisibt.i8,Gqa.brie1;l.,Ocqh.am 3 ,,Ina . I,, m
3 n eamnetabapallo arte , v re
e li aelte
xisrutemnsdpeossin titsepesasraetioe-t
dm uebta.ph1y;sicHiservuaetuon,tuQ uohdal.cIII,
r ré g u q. 3lo;ane,t dexe acelte
la s ru
se me s milla
t anet;dusoiperio x nriatum odoreai,ccim
ra idam t,onee-t
bM G eaetanta,dpaV
vo,M V eItaM p e.,tapqh..,3q,.a1.0;1A
h ; nFtoonn,seTc ro
a , m V - re
e satlite
id rmdoism
e tinuginuoi;apsrim e ipos,oqsueia iun im
g i pacosssib
e pile

h
Phxyt.s.,19q;. A., c . 6 , q .
10s;tudeil., 6 , s
t Pcaitae ct.
ul.tuV 1 . Ite m
esneect.,tionIIIF e rra r., I
Pheycse.,- cmra ti
oanio a p a
trarduicntiorte re i ;
;innurellaqueanmin v o lv itu
imtoetaxlis r en
eogid im a
itaerintita p e rta
posteinst
te
ddeisntin ti.ctio
Eandeem meuxtunnatu rramre s
ultii inate
drpro e p ra
bbasnisdteanm v e ; im m io
o illa no n e s t u n io s ed u nita s .
tia tu su - S ic
viseibu t erg
ileottu o
esrin im p o s
t,oitaest.etDsib ile
aein e st
sedeip d iv id i q
sqouiaseiu u o
ngillad in d
i qduuoodi-
cEit.tnain seefra
tct,napturaraencxedc.ré;araM me ,.,utIII,
d patetq.ex4A , eag.id2.,. id
piures referemus suo loco. Et manent aparterei et nonimitainter se, m , s i
Disputación séptima.—Sección 11 39
anidas entre sí, una no es modo de la otra, ni al contrario, ya que pertenece al
concepto esencial del modo —según vimos— el estar unido o fijado en acto a la
cosa de la que es modo; luego siempre que algo puede separarse de otro y
mantenerse separado, es señal evidente de que no es modo de aquello otro; será
por consiguiente, o una cosa realmente distinta, por sí misma, de la otra, o un
modo de otra cosa realmente distinta, en virtud de la cual también el modo se
distingue realmente de la otra cosa.
Por el contrario, si dos cosas se separan en la realidad de tal manera que
una sigue existiendo y la otra no, es preciso que se distingan por lo menos mo­
dalmente. En. primer lugar, porque resulta imposible que lo idéntico sea y no
sea; luego si no existe esto que antes existia y queda existiendo algo, no pueden
ser en la realidad absolutamente idénticos, pues de no ser así una misma cosa
existiría y no existiría simultáneamente. E n segundo lugar, cuando estas dos
cosas se separan de esa manera, lo que en la realidad se separa de lo otro y deja
de existir es algo positivo —tomando ampliamente “algo” en cuanto distinto de la
nada, como toda cosa o modo real— ; pues suponemos que ambas cosas son de
tal naturaleza que pueden separarse de la manera indicada; luego aquella cosa
positiva no existe después de separarse; por tanto, cuando existía tenía cierta
distinción con respecto a aquello que sigue existiendo.
Finalmente, porque tan imposible es que se separe de sí mismo lo que es
absolutamente idéntico si se destruye el otro extremo como si se conservan am­
bos. Pero se ha demostrado que lo idéntico no puede separarse de sí mismo per­
maneciendo ambos extremos; luego tampoco podrá separarse no permanecien­
do el otro; consiguientemente, cuantas veces pueda darse tal separación se su­
pone distinción en la cosa. Por tanto, quienes piensan que la relación es algo real
positivo, sin lo cual puede permanecer el fundamento en la cosa misma, y que,
sin embargo, no se distingue actualmente y en la realidad de su mismo funda­
mento, andan por completo equivocados, ya que ello implica una contradicción
manifiesta. En efecto, si la relación es, en su esencia, algo real, y unas veces
está en el fundamento y otras no, permaneciendo íntegro el mismo fundamento
en su entidad y esencia, es necesario que todo aquello en lo que consiste la
relación sea, de alguna manera, distinto de su fundamento en la cosa misma. D e

utra
nuriom;nqouniaesdtemeosdsuesntia alte
l! riu
ra stionneequm eoedi,conu-t puatru ra m
b quesueonru
ilia t; m qudaeergporaepdoicsitiv
illu toum m o,doposset--
vidiim
re c uuiu
s,sesetstesm seodaucstu; eurgnitu
o m q u asneudceauffix
m uum
q e qduisatinmctu sem paraatu liqr,uonom noedst;oeera rgtoaqbuanedooqeuraot,d
aciiqo n ueidrvepdo,teessttsseigpnauram
s rieavbidaelio
n s neotnseepssaeram tuom - e n x
uis
s ten
ims p mo sasn e
ib t.
ile T a
s n
e pdae m
ra ,
ri q u
idiaem noonmensin tomi­a
dduism tin c illiu
ta s;alite
re eritraebrgaoliav,evlere l sopdeurssaelte
m ipsriu
am s s seerv
ipsaoto, duerrostru
q uceto; aseltedrooste
exntre summ o,esqtunaom n cpoons­­
re
m idre
o u s alite
ip sredreisatin
litecrtaed,istin
ratio
g u neeturcuaiu bsaliaetiarem . seextreidem m o ; aerg seoipnsoeqsueepapra o riritmaanlteenrotenuotro
te n mquae­
eS xilsateuntesmm daunoeaita
t e stepnaoranntua rin
liu d , re
n e uetssuenuem
c s t nraetio
nte,;sueprgpoo,nitu quortieinsfie re ridisptin
otecstio
t ta. lis
E t seidpeao­
quutiasalte im rn
po m
ss odlealite
ib e srt dUtistin
id geum antu s r. ePtrim
it n o on, vaaiiq ldueiderrare anlet pqousiitiv
exuism tims ainnetqreula
o tio
p nte
o ems t esnse-
fu
seit;
x is te ebrgato,etsaiiiqhuoid
cm noannetexeisxistittenqsu,ondonapnotesa- ddaism tinengtu
u macm
i tuaanlite
ererinetreaippsaarte , etretairnaebnip nosno
ssqim
unutlesesxeisin te reret id
e t emn o om
n enxin
is ote,reat.lioqSueicuidnedmo , fu
tranddicatio
mennisto.;N easm
te,nsim i ala
repetio rtainimpslic
u a adesosecnotia
n-
usaitiv
paolio ndoum haeecst diduoquitaodseinpara re ntutor,llitu
aiiq
r uaidb aeiiq t upid
o stereaalenonest,eset,t m nuanncente estipfusnodafu mnednto a­,
e t d e s in it es s e, s um e n d o la te a iiq u id m e n to
nelacctio in te g ro
ss,eseitstauliq in
tuqoujdm s u a
qoudid e n tìta
illure te
deip e t e ss e n tia
st,saqu(foisdtinees-t
vtiteldm isotin
dogureituali;r ctaonletraenimnihil,supppro onim om usniesre se re oin
40 ___________________ Disputaciones metafísicas
lo contrario, lo absolutamente idéntico según la realidad dejaría de ser y per­
manecería.
4. S e refuta una objeción.—’ Pero se objetará: animal está, en la reali­
dad, unido a hombre y es separable de él en el caballo o en el león; sin embargo
en la realidad no se distingue del hombre, según se ha dicho antes. Respondo:
por eso dije, en la regla propuesta, aquello qu e en la realidad y en é l in d ivid u o
es separable ; pues animal (y lo mismo debe decirse de todos los predicados
semejantes) es separable de hombre únicamente según una razón común con­
cebida, en virtud de la cual no tiene ’a nidad en muchos si se considera en la
realidad, sino sólo considerándolo en la razón. No obstante, en cuanto animal
está en la realidad y unido a hombre en el individuo, no es separable de hombre,
porque este individuo animal, que en la realidad es este hombre, nunca puede
permanecer en la realidad si no sigue siendo hom bre; ni, a la inversa, puede
conservarse este hombre sin que permanezca este animal.
5. R espuesta a una réplica teológica .— L as relaciones divinas n o son , e n
m o d o alguno, realm ente distintas d e su esencia.— Se puede insistir: al menos
en Dios, la esencia divina está unida en la realidad a la Paternidad; y, siendo
numéricamente idéntica, es separable de ésta en cuanto se encuentra unida a la
Filiación; sin embargo, no se distinguen actualmente en la realidad. A causa
de esta dificultad, algunos teólogos parecen admitir una distinción actual que,
en la realidad, es, por lo menos, modal entre la relación y la esencia divinas,
opinión que suele atribuirse a Escoto, pero que se encuentra más claramente en
Durando, pues Escoto habla de manera bastante oscura y muy en general acerca
de su distinción formal. Mas esta explicación, en el sentido anteriormente ex­
puesto, implica gran falsedad y está en abierta contradicción con la divina sim­
plicidad y perfección. Pero dejamos a los teólogos esta discusión y respondemos
brevemente.
E n primer lugar, negamos que la esencia sea separable de la Paternidad,
pues una cosa es que sea comunicable con la Filiación o procesión y otra que
sea separable de la Paternidad; antes bien; exige, por su intrínseca razón, co­
municarse a aquéllas de tal manera que no se separe de ésta; luego aquí no tiene
aplicación la regla establecida sobre la separación. En segundo lugar, se res-

tusem c4u.nadObiectio
ufu
mndream mendissolvitur.
dto
es;inaeliq
retcjue—in
sseSídeeedm
t omoam n nere
inot, Dte ernoitadiv
ti;inaetesesaednetia m ensutm ineroreecsotnsnein p era
a »bpili*
a-
netam an im a l e st in re co n iu n ctu m bhiic
o m ieins:i atabmillae n qnuoantenduisstinegstuucnotu niu r ncata
ctu filia
alite tio
r nin
!: re et
le e nees;t esetptaarambeile
n naobnilio
d istininguitu
equroinvre el ainb ta ipte sam . Aaliq
d muiittethreeolov gi,enpturorpdteisrtin
id hacntiocndeiffìc
m ucl--
a
A
in lop,routpossuita
praredgicutulam d ei:st.IdRequod
is spondineturer,id eo tula
ipsa re
aletio
m ,cm
n et in d ivre
in a ipsaetsaclte
m ss rn
en mm
tia od,ale q m
u o d insteor-
et in individuo est separabile; a nuim apiraenedim le tndtrib uinaSm coto stu
edscola riu sriuid stenvtitaldeDuin-
(e
cdautist id em
)scoolu e s t
muensetmd e om n
sepraaraib u
bniles s im ilib
abchoonm s
inem i-
se,cusne­­ cm raoam u s;
muEnaivloero quituS c o b s c u s
rntednetiasuaindpisratin ecictiotonssefe r­u
cinunm m duum a m
qseudattiratio tio e m c e pta
nonnetahanbtuetm;inqureateunnuita li.
m ensatevsaim
teero ldeplidfalstaatims e utltupnerfe e
tqucetioreni.pugHd naanncsdviv n s i­
ltis s v d is p uta tio n e m th eeo log is re lin q u im u s ; e t e
rero-
hahnoomim aii,ensotninesret seetpin
in
coin,dnivunidqúuaanmanpim a rabinile
divaidbuhoocm
asltqin
oin
niu
e ;ncntuam m
uodreinmareneerestnhisici aselius p o n
ntiadmem u s
enssimb re vite
e essespearar. bmP rim
ilemm o , n e
aabile g
pama n
tem d o e
itatios
te;--
m h o m o te oteasi.t du­ bnile im d es
velaprot e cteesm
sio c o
ni,te;aliu u nic
dinvpeorotiuessseexsin filia
eptrin
ara­­
raare5n.ehaic
thhoom moo, ñqeuqin
uedeure cotnvheorscoanpim
siliis
ecaura tiop a ita
nheacsunaonpossetu q ularettuita coonmm uonichaari­
m re
Replicete theologicae respondetur.
distinctae.—

t a
Urgebis:.namsalternin bet hiclocumrégulapositadeseparatione.
Relationes divinae ab essentia nullo inodo b p a r; n e rg
Disputación séptima.—Sección I I ______ _______ ______ ____ ___ 41

ponde que es absolutamente propio de una cosa finita el ser, de esa manera,
comunicable a muchos realmente distintos entre sí, sin distinción de aquello
que les es común, a no ser únicamente con distinción de razón o virtual; por
consiguiente, aunque —refiriéndonos a la separación en sentido amplio y consi­
derándola como la unión con otra cosa realmente distinta— es un óptimo argu­
mento, en el orden creado, que todo lo que se une a otro que es realmente dis­
tinto es, también por su parte, distinto del otro extremo en la realidad, porque
una misma cosa finita numéricamente idéntica no puede unirse por identidad
a cosas realmente distintas, sin embargo, cuando se trata de una cosa infinita, este
argumento es nulo, por la suma simplicidad y perfección de esa cosa; y en esto
consiste el misterio de la Trinidad, que admitimos por fe sola y ciertísima.

U n carácter exclusivo d e h distinción m odal


6. Afirmo en segundo lugar: cuando se da, entre una cosa y otra, una
separación que es solamente no mutua (como vulgarmente se llama), es decir,
en la que un extremo puede permanecer sin el otro, sin que pueda ocurrir lo
contrario, hay un argumento suficiente para la distinción modal; en cambio,
no lo hay para la distinción mayor o real estrictamente considerada. La primera
parte ha quedado demostrada con suficiencia en la afirmación que precede. La
segunda se prueba porque, a partir de tal separación no mutua, es legítimo con­
cluir que aquella cosa que puede permanecer si se destruye el otro extremo,
tiene por sí misma su propia realidad con independencia intrínseca y entítativa,
es decir, esencial, del otro extremo, el cual puede ser destruido, permaneciendo
dicha cosa; sin embargo, de aquí no es legítimo concluir que el otro extremo,
que puede ser destruido, tenga por sí mismo una entidad propia; porque, según
se supone, aquel extremo es tal que no puede permanecer sin el otro; mas para
esto es suficiente que sea un modo de él; más aún, como hemos dicho, es carac­
terística intrínseca de la entidad modal el no poder permanecer por sí misma ni
separarse en acto de aquello de lo cual es modo; luego, a base de dicha sepa­
ración no puede concluirse una distinción mayor que la modal. Se confirma por­
que de esta manera se compara el movimiento local con el móvil, el acto de

mSeucnuicndaboilerem spuoltis
ndenint!teressseedillo is tin m
ctisodoreaclite
oinr,- m s u affic
nereie n ssineafgauliom ,ennotunm tam d entinectio
is connisversmo,odèas­t
nspin eroepesriu
dt,isntin
is ctio
i s
mlaretei inonlaeraabtioneeosqeuuodvirtu
fin ita eosim plic
illisalite
ite
cor,mm es
r;tioenteidpero
use­ lis
s u , pnta
m one.P
o, cexedehnutiiusam
tario
mernpam
ssoedrtio rs
neep.ara
aio
s aris
tis
Ptio
oste psro
eubatareaelis
rionronprom st
buatuinpro prie
pre­
tuar,requcte
ia
qcounam iu v is
nactutio neopctimlo q
umumu e n d
aiiaargreumd e s e p
deisntu a
tinmra
ctasit,reqaulite r cdoenstruvinccto i s
ituarlioearenxtre remm n e
qhuaabeerepopteesrtsemasnuaem re
in
qesusid c re ctia
onm ris
iunipgsitu rcinum adlio recatulite radbistin id
cro -
to re aelitasteeumein deenptia
enlitc o ,
dernteabrin trinesxetre
cem eto,enqtita -
eeaxdtree c
mon,um qeuro u m re
iapneornidepnotita istin
testetm m
uncaoniu a ltc
rensgifin ita tiv
desetstru s s
ídepotecost,ncip sdaim illo
anednteex;tre nom nuvm u o d
e,roqpuoot­d
e m c u m in lu a liu
hrem o bcusnurellu
a m e
alite
iu m
s
rarg
s
disutin
im p m
lic
cntistu,m
e
ita te m
tarne
e
et,npinrore
st p e rfep te
c
infin
r
tio nseum
ita- ta
m ;
detestru
ta le m e,íqpuoiate,st,uthsaubpepreoneitu
s t, u t m a n e re n o n
xr,seillu
p o s
prodpria
sit s e
inex'
m
tre
a menuti-
lte rom ;-
eact hceortis cessim t amyfid steeriu m
tenemus. T rin ita tis , qu o d s o la s e d a d h o c su ffic it u t s it m o d u s e iu s
; im
m
m oodhaoli,ceusttpinetrin r s seecmum a n,euretdnixo imupso,sseitntita
n n elic
Signum distinctioms tautmn modalis
D ic o s e c un d o : s e pa ra tio u n iu s a b alio
, sexpapra
e ra liedicactatusaebpara eotiocnueiusnoenstpm o odstusc;onecrg
te luo­
6.
qlautuaer),soidlum est,esintnqounam unuutum ae(uxtretvm ulgumoappopteesl-t dfirm im aatuior;rdnisatinnactioitaqcouam m paramtuodralis
m.otuEst lo cocna--
42 Disputaciones metafísicas
sentarse con el que se sienta, la acción con el término, y nadie que piense recta­
mente establece, entre las cosas indicadas, una distinción mayor que la modal.
7. U n detalle d e interés.— Alguien podrá preguntar: suponiendo que sea
cierta esta regla, cuasi negativa, que de tal separación no se colige necesaria­
mente una distinción mayor, ¿es verdadera también la regla positiva, a saber, que
las cosas que sólo son separables de este modo se distinguen también sólo modal­
mente y no con una distinción real mayor? Pues tal regla parece incierta y, por
tanto, falaz; porque, si bien aquella sola señal no es argumento suficiente de ma­
yor distinción, sin embargo no parece señal suficiente para negarla. En efecto, pue­
de ocurrir que la inseparabilidad que procede del otro extremo no surja de nin­
guna identidad o distinción menor, sino de algún modo de dependencia más in­
trínseco y separable. Por ejemplo, el sujeto y el accidente se comparan de tal ma­
nera que aquél puede permanecer sin éste; en cambio, éste no puede permanecer
naturalmente sin el sujeto, aunque sea tina cosa distinta de él. Y hay quien piensa
que algunos accidentes, incluso siendo realmente distintos, no pueden conservarse
sin sujeto ni siquiera de manera sobrenatural, como sucede con los actos vitales
y otras cosas semejantes, si es que existen. Luego, o es falsa o es incierta aquella
regla positiva.
Respondemos: una cosa es hablar de inseparabilidad natural y otra hablar
de inseparabilidad en orden a la potencia absoluta de Dios. Pues si sólo se
parte de la primera no es posible construir un argumento suficiente para la in­
distinción real, considerada de manera absolutamente propia y rigurosa, como
prueban el argumento expuesto y el ejemplo sobre el sujeto y el accidente. Algo
parecido ocurre con la materia y cada una de las formas materiales; la materia,
efectivamente, puede separarse de cualquier forma individual y conservarse sin
ella; en cambio, ninguna forma individual puede separarse naturalmente de la
materia, de manera que se conserve sin tal materia.
8 . S e sale al paso d e la objeción. — Por el contrario, si se trata de la in­
separabilidad en orden a la potencia absoluta de Dios, se emplea el argumento
siguiente, que es muy probable: las cosas que se comparan de la manera antes

lis
te rmadinum mo,bilein , rsesqsuioaeandullu
te sedsenqteumi , acctetioseand- ilio
re tia ,.eE tiatm aliq
s i usiinetxisretim
a anrtdnisotin
lite nncutalla,naocncid p eons­­
dtiaale t,m m .aioremdistinctionemponitquammo- sseerveatiati,mustuapcetu m satu v ralite
ita le s restinsei squubaieecfo torta cosnse­
nteet7g.aativ Quaestiuncula notabilis
liqau,ise,xehsto a c ssirepavraeratienheaecno.re
n
— Sedquqausiae-vsuelntfaalslia
gnuelac e s
s a rio e s se lo qauiessdim
tevilia
els.einpIlia
in caerarta
b
e.rgR
ilita
oesppoosnitiv
te n atu eatu
dra rreaagliu
li,
ulad,
liu d-
ceodllig atu
m i m
rem a
guolaio re m
vseera d istin c
sit,biliatio n e m
ea,susncilic , a n
ent,tuqm p o s
uaeetiaitiv
hom a v e
c ntiaomro dDe in s e p ara
eistasbusffic b
oluie ilita
tanm te
.arg in
Naum o rdetuin
xme a d
prio po te
riinisin n
ola-
ta
m n m
odteaalite rV d o
disidtin p a ra
gruienetim noinncm t, ta
aio,riatqdisutin cdtio n
­ dsuism p o te
tinpctatio nuistrearg alisum s
pero priis m
sfa
im e netumet in su rig ocreit
nfaslla li. e tu e rta e a e o e , n tu m c c o n v in
srisignduxism tanlisonre
tin ctio s gusla
it u ; nieanm
ffic
nisne,gnaonndam s
vidm
,arg
etu
licuemteillu
rretam n tu dmsm
mednisstin
oaluiom
igcntio
um - estim eile
xem
tedriaivlib dpelum
uas;fom
matederiasubeie
ate ria erat
nim
cstoing eutlisacfo
poste
cid
rm
setilla
eniste;mae-t
aqcuoanlib et
snueffic ie ns ad
mq.uFaeieriesteneim paorte
testalte a io
utriuilla in sepm ai,rabnili-­ in
vlite id u
ar!;rsenpualla rm a s e p a r!
vearomatatelisriafoita et in
rmautpsointeestilla natu s e r­
ran--
ta
octios
riantuerseexdid x
enatitap teoam liq s
uoadveeplem e x tre
ineonritiadeism o n
tina-- serv etur. ra r! c o
gsuisbicinctrin s e e
cx o eliq
t u
s e pa raod
b ili. U t,n vde rb i g ra tia , s it8 .
s e rm o d e in s
Obviam itur obiecto
e p a ra b ilita te .—in A
ordtinveeroa,dsi
scuidbeiencstu tummpeotssaitccm idaennesreitasinceom a cpcaidraennti»
te ,:auc­t aprg oteunm tia
e n m
tu m Dseuim aitu
bsor,luetaam q,aveapldraeedpicrotobam
u bile
on­t
ve ro n o n p o ssit n a m ra lite r m an e re d
sine subiecto, etiamsi sit res distincta ab mutuoseparata, tantumdistingui modaliter. o c o m p ara n tu r e t c o n s erv a ti n o n p o s su
Disputación séptima.—Sección ¡I 43

indicada y no pueden conservarse mutuamente separadas sólo se distinguen mo­


dalmente. La razón es que si uno de aquellos dos extremos es tal que no puede
conservarse sin el otro por la potencia absoluta de Dios, constituye un argu
mentó muy convincente de que aquel extremo únicamente es, por esencia, un
cierto modo, y no una verdadera entidad; porque si fuese una verdadera entidad
le sería imposible tener una dependencia tan intrínseca de otra entidad que Dios no
pudiese suplir a aquélla con su potencia infinita; luego esta imposibilidad sólo
puede provenir de que dicho extremo, en su intrínseca esencia, no es una enti­
dad, sino únicamente un modo. El antecedente es manifiesto, porque Dios puede
suplir a la causalidad eficiente en cuanto tal, como todos sabemos. Además, con­
servando al accidente sin sujeto suple a la causalidad material, no respecto al
compuesto, sino respecto al otro extremo; y esta causalidad es la única que
puede darse en el presente caso. Por idéntica razón podría suplir, de manera
semejante, la causalidad formal, si se diera, ya que, de suyo, no es menos intrín­
seca que la material. Y no es posible imaginar otro género de dependencia entre
cosas absolutas, por omitir la relación y el término, de los que hablaré inme­
diatamente.
Se dirá: muchos piensan que Dios no puede conservar la materia sin la
forma, aunque puede conservar la forma sin la materia; sin embargo, no se
sigue que se distingan sólo modalmente. Respondemos: los que asi opinan, que
discutan entre ellos la probabilidad del fundamento en que se basan para hacer
tal afirmación. A mi modo de ver, nunca pudo probarse tal opinión; según diré
más adelante al tratar de las causas. Por otra parte, no hay paridad con el caso
de la materia, pues, aunque concedamos gratuitamente que la materia no puede
conservarse sin alguna forma, es cierto que puede conservarse naturalmente sin ésta
o aquélla o cualquier otra forma determinada; y este argumento prueba sufi­
cientemente que la materia no es un modo de la forma, sino una realidad distinta,
en iq¡ que a ella concierne; en efecto, lo que es únicamente un modo, no sólo no
puede separarse de ninguna cosa de la cual es modo, sino que ni siquiera es
posible que un modo en el individuo se separe de una cosa individuada; así no cabe
separación entre este acto concreto de sentarse y este individuo que se sienta;
por consiguiente, puesto que la materia en el individuo y numéricamente con-

dRuaoubousesta tlequiae s tsiutalte


p e ru
r mpo exntre
te tiaml» umD e exabillis
i s o - osta
m itta.mDre
tim iclaestio
: nm em
u ltietptsutarm n in
t umm a tedria
eta quib n ouns
lu
n uîu
m marg nounmpeonstusitmseinsteillu aliodceossnesnetia
rvalìte
r!,rm taang­­ m poasspeocsositnsecrv o n asr!ervaaD ti esoinseinm eafote rm
ria a;,elictetatm foer­n
tu
esenm tita etessm e,m q oiadusm
u i eqsueotnvdearamenetita
s t nsonnonvcpraom s ­ nso
p on ndse
e q u
tu itu
r, qru s
i o lu
ita m sem n o
tiud a
n lite
t ip rs d
i is
v tin
id e g
rinu i.t Rueo-
q
a■bsutpaphlia abeerencita
lteridespuro
tate
avin
muinttrin
fin n o snecpaom
itaexpeootenqtia ss depD
it senudsenilla
;deillu
rgodseoxlu
tiam m
m
pcnroimbabilla
uotninefra
ili sfu
dim e n ntednatia
icailemdtra
menpto
m ro
aanteb id
ari nausnsqeuraanm
doriad;encaam
t;pom
us,islic
.D eintuihit,i
de­
mn o te
um s in sutaantu e
inm n ire
trinmseocdaues.ssA u o
enntia tre ­
nedoennsestpaeten­t tis n daems t s
uosnsnerv e
onati,postasmm eem ate ria m sin e t
et poom g ranei
tita
qpoute s
iastcaB se dusuaplita te in etffid ennteibm te c
uetstsicnoD em fo
us. nquatu rm ra c
lite recofonrm serv n
adtiesteinrm c ertu m
ehinaactev;eleilla e s eotcsins s et
Ite p le r e, u o m us ru a cu m q u a t h e s
staupm p ,letccoanussearvlita antedomam cacte
idria
enslem sinneonsre ubsiepeccto­ m suoffic
d uie
m nsfoarm rgauem , emseudmesm s eatereriammdnisotin ncetasm se
qnuireaceopm sooplaosilliu
teile
iti ssedgenreesrispecintuparalte
st.m Etcaeuasdalita
emtera e
tiofonrmsriu
e nstieinxte
eapleosm
trervm ei,­ qtaunatu
se,tsisuinp-- ohm
ntu
nimm m, n eosntesxolu
reodcuusiusinesin
sem; nsaem
tdm oidp a idr!qunoodnepsottem
ra
duuso, sepdoteestia m sotdaubs
npeacraurie
p
te lc re s im m ic
­ asebdehnate c;recuin diveid uoa,miv uatteria
haecinsein t
ssdioividse
abuohoect
erv
sliecpaeennqduire t,qm
aenm uia
a te nria
onls.esN tedcefinsegimpinoutesstinatrin
liu d
tiaegenus inter res absolutas, ut haecnumero, separati possit abhacforma m rg
44 Disputaciones metafísicas-
creta puede separarse de esta forma y estar bajo cualquier otra, redámeme
se colige que dicha materia no es un modo de la forma. Pero, además, porque la
forma es una cosa separable y que puede permanecer sin la materia, al menos
de potencia absoluta, también se concluye de aquí rectamente que tal forma no
es un modo de la materia, sino que tiene en sí misma su propia entidad, la cual
se une a la materia mediante una unión distinta. Pueden tomarse otros argu­
mentos de la perfección de la forma con respecto a la materia, de su actividad,
y de otras razones semejantes.
Consiguientemente, para nosotros es muy probable la regla establecida,
incluso si se explica en ese sentido positivo. Digo para nosotros porque quizá pueda
suceder que haya cosas que, con respecto a nuestro conocimiento, no presenten
ningún signo suficiente de distinción y, sin embargo, sean distintas en sí. No obs­
tante, porque la única posibilidad que tenemos de juzgar acerca de aquellas cosas
que no se ven en sí mismas es servimos de los efectos o caracteres que conocemos,
y porque seguimos la norma general de que no deben multiplicarse las distin­
ciones sin suficiente fundamento —ya que la naturaleza no establece distinción
sin causa suficiente o necesidad— y, finalmente, porque aquella inseparabilidad
parece demostrar también directamente alguna identidad, es por lo que juzgamos
probable que no hay otra distinción que la modal allí donde no hay posibilidad
de separación mutua, sino únicamente de no mutua.
Caracteres de ia distinción real
9. En tercer lugar afirmo: aunque para conocer la distinción real suelen
aportarse varios indicios, considero como más importantes aquellos dos que se
basan en la separación. Uno se refiere únicamente a la separación entre miembros
de una unión real, es decir, cuando los miembros pueden conservarse a la vez
y en acto en la naturaleza sin unión real entre sí. El otro concierne a la separa­
ción mutua en cuanto a la existencia, esto es, cuando uno puede conservarse sin
el otro, y viceversa, esencial e inmediatamente y sin orden o conexión necesaria
con un tercero. .
Estas dos reglas quedan casi probadas con la explicación de las dos con­
clusiones que preceden. La primera es evidente, porque aquellas dos cosas que
eiptsaem ssenosunbesqsueam cuom d qm
u uefoalia rm ,aere.cA tetru corsllig
u situ
e sr­ oqsuteiandilla
e ieinaseiiq
pauraa bilita
m id snvtita
e idetetum r,eidtiaem o dpire
ro bcate-
cm oanqeureodsfo inrm
e am eastetria
re,ssseaplte ararnbilisdeetpopte ote
n ns bpilite
tia a ra rcm
tio onuietucta
a ,m suesdunboinnom nutu
esatptaonstu sibmilis
t n soen­
aebssseolum tao,dre u ctem
m etiaa temrn ceo,ncsluedditu in rip s esam h aneore
b n essedistinctionemnisi modalem.
nsgueuam mm eantetita
riateem
meanetas,upqeuraemsautem c o qnuiuanegpitu
im
err;dpisratm
poseatunext eaxctive etetarm
peita a liaunaior­-
rfetectio
Signa
nes nemrealemcognoscendqaum
9 . D ic o
realis
te rtio :
distincticmt
am vluisraaindddicisiatinscotio ­
fo rm ria e iu le annet assusmigunnari,tur,tavrnideenntu p
duro,poqtisuaseim eax.sU epnauram -
-
et aliis
ilio p o s sim
itiv oilib
m uosd.oR eegculalarata
d erg
, oqupooasditan,osetia v a ml- tio
dessperocboanbtin iligeerest.pD icteost ut in seqsuiniatfodr-i- uesntiondeem,seid para estio
t,nnseiinuta nm
tru tumquenqsauim oaudleretaalecm
utue­
quoad nos,
tasetin c ta q u a e re s p e c o
tu c o gn itio n is n o s tra e n o n p o s sit c o ns e rv a re ru m tu rasepaabrasqtio
xehnib,eqnutiasunffic ieiundsicsiuigm num disntin ctio nsissu.m u
Tuas­ unneumn io n e re a li in
muptuoassitquosin te r s
adeeaxlioe. A liu d
istecnotiame s t
,aidd e etst,eqcuoond­
rn deffe
eiis quvaeelin o s fe rre
sneaipnsoisbisnonnovtaid o n po
eenttuqruianisgiepnee­r vcoers oe,xpioenreseneim m eadria n
iate,cuems e rv r!
t sinaeliqourd e inte
ertio
scu.
ra c tu a sig , n n c e ss o
cm ale
n m
d a s redgisutin
lam c tio hnaebsem s uinsensounffic esiesentimufultip nd li-
a - H
c aanedodudaueare s gcuolaneclussuio ntnefe
s repraperocebdaetanetese.xpE li­t
sueffic
ntoie,nqtiuiacaudsisatinvcetio l nencoenssita fittea,nacatudra eniqsinuee ti»prim , naopnatepot,ssquuniat silla
icsdeuhoabqeure aeusticuS neupmarasnit­
Disputación séptima.—Sección lì 45
así se separan no pueden comportarse de tal manera que una sea modo de la
otra, ni a ía inversa, pues pertenece a la esencia del modo el no poder darse sino
unido en acto a aquello de lo cual es modo, ya que se une por sí mismo y no
por otro modo de unión, según quedó suficientemente expuesto; luego aquellos
dos.elementos, o serán cosas distintas —y esto es lo que pretendemos— , o se­
rán modos de cosas distintas, o uno será cosa y otro será modo de otra cosa
distinta; y, ya se comporten de una u otra de las maneras indicadas, se distin­
guirán realmente, o por sí o por razón de realidades distintas, de acuerdo con lo
dicho en la sección anterior.
La segunda se prueba porque, cuando dos cosas se comportan de tal manera que
pueden separarse mutuamente y conservarse una sin la otra, ninguna de ellas
puede ser modo de la otra, ya que pertenece a la razón intrínseca del modo el
no poder permanecer sin aquella cosa de la cual es modo; luego ambos serán
verdaderas cosas que poseen una entidad verdadera, la cual puede conservarse
sin la otra. Consiguientemente, es preciso que aquellas cosas que son de tal
naturaleza se distingan realmente, puesto que se distinguen en la misma entidad,
toda vez que pueden separarse, y no se distinguen como cosa y modo de la cosa,
sino como una oosa y otra; por tanto, se distinguen realmente.
Pero he dicho esencial e inmediatamente. Cabe, en efecto, la posibilidad de
que dos modos de una misma cosa puedan existir mutuamente el uno sin el
otro, y viceversa, en cuyo caso no es legítimo inferir que entre ellos se dé dis­
tinción real, ya que tienen entre sí cierta identidad real, aunque uo la poseen
—formalmente hablando— por sí mismos, sino en virtud de la cosa a la que
modifican, y ninguno de ellos es de tal manera separable que se conserve sin
la cosa por él modificada.
10. Vemos, por lo dicho, que es indiferente el que esta separación pueda
hacerse por vía natural o por potencia absoluta; porque, con respecto a aquella
cosa a la que nosotros llamamos únicamente modo, resulta tan esencial el en­
contrarse unida en acto y modificando a la cosa de la cual es modo, que es con­
tradictorio que, de potencia absoluta, se conserve sin dicha cosa o de otra ma­
nera que no sea modificándola actualmente. Por este motivo, ni la mente puede
comprender una figura separada de toda cantidad y cosa de la cual sea figura,

em s oednutia
s salte m o riu
d i s,esntequuteneonconptra o srio
sit ,esqsueìanisdeì statin
m gquuaum
nturerstaem t qreusa;mergreosdeisttin
mogduuusntu
re<
r sead­
re
uunnitu itu sraecttunoenicau]io iusuensio tnm odm
is uso,dqou,ìautsesìp a so
tis literir.pD
fie o ixsitauuttedm
te uper se et immediate,
o m o d i eius d em re i p oqsuiniat
s
ddéisctin larac tuem
ta , q eusot;dinerg te ondilla
im uds,uovev]eelrueru n tnmtoredsi m utu
eintte tunocunnounseresscetesin coellig
alte rordeisttin
itu eccotio
ntra
rerio
a ;
lis
re
aqliu rudmeritdìstin m cdtauru
o s ma ,ltevriu
elsure nuim disetin
ritctarees; eett m a r illo
lite r s,quqeuniado,,Jicsaelte
lo t nrnonrara tio
tion neresiuiqufo
e amr­
d uisotin
cugm u qeuneturisre toarulite
mr,m voldopru
e erm se sveelhraabtio
eannet mle odiiie
m id anntita
e t, te
hambenett ninete u rrseilloqru
te uammdeasmt serepaa­-
re pdra ruem c e d deìsnti.tincStaeruc umn d,aiupxrotabadtuier,taqin u ias,ecqtio
u a nne­ ra bilis
dific at., itautconservetursinerequammo-
stru iom dueotita
im u n usm
pcoatesrattio
ehasbineentaulte
esnseem
tro
mutu c
mooddiusestalte
onsseerv
o paara rinpeous­-
ti,
riurasa,nqereuianodne
10. A tq u e e x h is c o n s ta t n i h i l r e f e r r e
q u o d h a e c s e p a r a tio n a t u r a l i t e r f i e r i p o s s i t

in trin se ut v e l d e p o t e n t i a a b s o lu t a , q u ia ta r n e s s e n tia le

qpveuora esâmtillo
ânru em reecrituiusveera stm osdusse;cuem rgoauffe trurem nes-
e s t illi r e i q u a m n o s t a n tu m m o d u m a p p e l -

e n tita te m q u a e core
n s erv a ti p o te s t s in
la m u s e s s e a c t u a ffix a m e t m o d if ic a n te m
r e m c u iu s e s t m o d u s , u t r e p u g n e t e i d e p o ­

a*lte
u n ra
t .reEarg ornedcisestin
lite seguesi,t eqauiaq_uadeishtin uiu
g usum notudir t e n tia a b s o lu t a c o n s e r v a r i s in e illa r e , s e u
a lite r q u a m a c t u m o d if ic a n d o illa m . Q u a
r a tio n e n e c m e n t e in te llig i p o t e s t f i g u r a se ­
aparterei cumsepararipossint,etnondi- p a r a t a a b o m n i q u a n t i t a t e e t r e c u i u s s it
4 6 _________ • Disputaciones metafísicas
ni una relación sin fundamento —si es modo de éste—, ni un movimiento sin
móvil, ni otras cosas análogas. La razón de ello ha sido dada anteriormente: lo
que es de esa naturaleza no tiene, en virtud de su propio concepto, entidad su­
ficiente en la que se conserve, sino sólo por una cierta identidad con aquellas cosas
en las que está; luego todo lo que es separable de la manera indicada, incluso de
potencia absoluta, no es modo, sino cosa distinta.
Así, pues, en lo que atañe a inferir la distinción en la cosa misma, nada im ­
porta que la referida separación se haga natural o sobrenaturalmente; sólo en
cuanto a nosotros podrá ser más clara la distinción cuando la separación se
realice de manera natural, aunque a veces se nos manifiesta por medio de los
misterios sobrenaturales, cuyo conocimiento ayuda en gran manera al de las
cosas naturales. Asi, gracias al misterio de la Eucaristía nos consta, con certeza
mayor que la que podríamos tener por conocimiento natural, que la cantidad es
una cosa distinta de la sustancia.
11. Observación importante.— A este propósito también puede advertirse
incidentalmente que, aunque a veces no haya tenido lugar una mutua separación
y conservación de dos cosas, sino sólo de una con respecto a la otra, ello nos
basta para inferir la distinción real, como en el ejemplo citado; pues, hasta
ahora, Dios no ha hecho que la sustancia material se conserve sin la cantidad,
sino únicamente que la cantidad permanezca sin la sustancia material. Y, sin
embargo, este argumento nos resulta suficiente para colegir que la cantidad y
la sustancia se distinguen, no sólo modalmente, sino también realmente. No,
por cierto, en razón de la forma (por así decirlo), sino en razón de la materia,
pues, en el caso de la humanidad y la subsistencia, ha ocurrido también que la
humanidad sé conserve sin la subsistencia creada, pero no ha sucedido, ni lo
creemos posible, que la subsistencia creada exista .sin una propia naturaleza
sustancial de la que sea término. Por ello, en este ejemplo no concluimos, a
base de la indicada^ separación, una distinción real, sino únicamente una distin­
ción modal.
Consiguientemente, en estos casos conviene tener en cuenta, además de la
separación, la naturaleza de la cosa que se conserva sin la otra; pues si se trata

fig
m oudreusveeiu lsre , la
v etio
l m sointuesfu s ndeam
in m eonbro , seit essict ntio
ili, ondusaitrufa m ctarerum mutu, aedseupnaiu
s rastiotanetutm coanbsearvliaa-,
dqueiaajiis q ua seim hilib
u iuussm.oE d ti ra
s utio
n t, ensotnsuhpara b e tatcta
n e , dnisihtin
x ilocmtioinnuesmnre obaislemsuuffic
t initparadedin ic fe
to reensdeam m ­
pquroaprio cote c o
nscarv n ce p tu s
eneatur,quib u ffic
seudsinie n te m
sosluum e n tita te m
eexrgqouaqduaidm in p lo ,m h a c te n u
ater,riasliss q u id e
ssuoblustam
ntiafa c tu m n
sqinueanqtitao n e
uasntita s t a D
teecsuobn­-eo
ide n
qdeuidpotetiia
pra d
edicato n t; -
Ut
s e rv e tu ed m u t sin
dinistin c n.tia
ta Q ubdsom
o lu
e
otad,onosnepeasratbm
rg o a ttin e t a
leoduesst,seedtiarem
d in fe re n d am s schta
o nctianom b ateria
is e s li spueffic
t rmieannesat,arg etum nih en ilo
tu minuust
m
stuera parera ipsapradeisdtin
tio ic ctionnaetu
ta m ,lite
ra nihrilvre e l fesrtupeqm uoad- sgooulu
llig
i. m N
am
omn
usodqalite
q u
uanrtitasetedmetia
id e m ratio n e
etmsure
fo rm
bsatalite
a e
ntia
(u rtm dsicisntin
on­
di­-
nlite
otiolite r
r dis fia t;
tin s
ctioo lu m qu o ad
qvuearondnootific n o
sepaatus p
ratioo te rit es s e c a
nbaistupreer- nhitam ) s e
teanita d ra tio n e
etssusbinseistesm m ate ria
iasisfa e
ctu ;
mcre no m
etia in h u
mceosntseur-tm a
sm r
uupltu fit,
ernm in
atura te rd
lia u mm ydstenria ,reqliauorucm r n o
csocgennitio u m
vpoestuser;cnreodnim u b
eusst auuttem te n
fatia
ctetunm a ta
necqreuaetafiesriit
Qusom iu v a t
obdisocpoenrstitit a
mysqteuriu a tu
m Em o
ucheasris g n o
tia d a .
emcder-i- atebrm squineusp,roupnria natu su b s is
recesxuebm tia
stapnlotiael!xcpuraiuesdiceta st
tiu n o an tita te se re d e in h o
nstin em1
ctanm
1 . atu aralesum
Attentions dignum
bsctaonntias ,requpaom
ta .
— tu U
pseert.cognitio- re
isb i e tia m o b i­
seapleare
p ra e m
te
tiosneedsnoolunmcm
r s e p a ra tio n e m
oilig
oo
pd im
a
o le
rte
um
t
s. Ig
c o
disitu
n s
tinrctio
id e ra in
re
nehm
n is-
a
ter observari potest quod, licet interdum turameinsquodsinealioconservatur; nam
Disputación séptima.—Sección II 47

de algo que es, por su propia naturaleza, cuasi adherente al otro elemento y más
imperfecto que él, y que es, finalmente, aquello que parece poseer en mayor gra­
do la razón de modo, conservándose, empero, sin el otro, es indicio de distinción
real. Mas se ofrece el caso contrario cuando aquello que permanece en la cosa es
más perfecto y tiene la principal entidad de la cosa. Tal ocurre en los citados
ejemplos; comparando en sí la sustancia y la cantidad, se ve claramente que la
sustancia es más perfecta, y que, si una debiera ser modo de la otra, no debería
ser la sustancia modo de la cantidad, sino la cantidad modo de la sustancia.
Así, pues, habiendo quedado suficientemente claro —en virtud de la sepa­
ración entre cantidad y sustancia— que la cantidad no es un modo, sino una
auténtica cosa, se pone de manifiesto, como consecuencia, que la sustancia y la
cantidad no se distinguen como cosa y modo, sino como dos cosas. Pero, en el
caso de la naturaleza y la subsistencia, consta con mayor claridad que la natura­
leza sustancial es la principal entidad de la cosa, y que, si alguna de ellas es modo
de la otra, es la subsistencia la que constituye un modo de la naturaleza, y no
al revés; ahora bien, a base de la separación establecida no se ha afirmado que
la subsistencia sea más que un modo, puesto que no se conserva sin la natura­
leza y, por tanto, no es licito deducir de ella una distinción real, sino solamente
modal.
12. Cuál es la base para conjeturar la disiinción entre aquellas cosas que
aún no han existido separadas por ningún medio.— Subsiste aquí la dificultad
sobre la manera de conocer la distinción real cuando no se ha realizado ninguna
separación, ni natural ni sobrenatural. Porque entonces no pueden servir las
reglas establecidas, aunque no resulte contradictorio que se distingan real­
mente muchas cosas que, hasta ahora, no han sido separadas de ninguna de las
citadas maneras, como la materia y la forma del cielo. Si se dice que, aun cuando
no estén separadas pueden conocerse como separables, esto viene a ser lo mismo
—o al mecos encierra la misma dificultad—- que si se dijese que se conoce
que son distintas; pues preguntamos de qué modo conocemos que son separables,
si ni están naturalmente separadas ni, hasta ahora, las ha separado Dios de ningu­
na de las maneras indicadas.

steiriillu e tdim sitperfe


natu c rassilio
tiu ua,qaucasdienaiq dhuaeereid nsquaol­d edeccla onratra
tu rio
m ;noexnveistauste u m
b sis steenptia
aram tioensssefapclutase
m
dniuam xeimtenesih vilo
idm etu inrushasbineree aplio
ossceonrasetio
rv naetum r, ms o­- qcounasm
ig e rvm aod,uem
ta t cuem
id o eip
x silia
anonnonsitlicsein t econllig
atuera
re.
t d is tin c tio nis re a lis ; se c us ' v e ro e s t d is1tin
2. c tio n c m re a le m se d m o d ale m tan tum
hqpara
ubaenndsoquidepqra
e d ic tis ex
uoedcipinuare
e m p lis m
com
mianeenttita
rep a ra nd
este
o
tm
ex
pe.rfeUcttiuins
runt
Unde coniicienda distinctio in iis

suebsstaunb-- nulla.— Saeradtiod,iffic ulta stuhraieliss,unpeecressutpqeurnaantu


quae per mdlam vim separata adhuc exstite-
do-
stia
tamntiaem e t q u a n tita te m c la ru m e st s
unaqueasnse- rdaislistinfas e p n e c
ctareesat,lisq,uqoum n a
odtuontu nrecguclaogenopsraciedpicostasite
dtita ere,tsssm
ebtis eopdeurfe
ede; qig s catio
lte
uaitu
rem
riu
ntita s,neot,nqsuuobdstasnitia
,
scumdebpere t seespsaeratiomondeum s pduesgenrvc tio
iremnuoltandpis ostinia c
sugnut,icreum tarm eunaenohnacre -
squuabnsta n
tita tia
ris r,
ansounbstaensstia er
saotisdumdecla ra tuvm smit npaura e t
stano,nutsinm taateliq uoetexfoprm a lite
raaedic q
tis m te
oduisodses­i -
re q uma n tita
,tiasm te m
atisetcqounasnetita quetente e m
rndoencladra tum se d era
esuttsreubm - duic asse,peasra
tobilia ria
non, hsin t speeprin
aradtae,dpicca e li.
ostu Q
semcoegsntosacci
seta n
tramoedtusm ,bssisedtenutia m
t dupaostiuress.coAistin g u i
tstavetrosuin t c o g noo c
nna-­ terneiusdemdifficultatisest; hocta,envim
si d ec e re tu r s c
i e sse d is tin c el sin al­-
tu
tia le,m u
nqautuorda,nosieasliq seuapraeeacruipm n
uaem re b sta
iodeunstita ­ qraubirim ussi, nqeucom oadtuoraclite
ognrossceepm usntu esr,senseeqpuae­
te m e t st m
terius,subsistentiaestmodusnaturaeetnon aDeohaevenusseparatasuntaliquoexprae- al­ ilia n ara
48 D isputaciones m etafísicas

La dificultad se complica: efectivamente, hay cosas que, si bien son insepa­


rables incluso de potencia absoluta, se consideran realmente distintas; así opi­
nan algunos acerca del entendimiento y la voluntad, tanto entre sí como con
respecto al alma.
A propósito de la primera dificultad, cabe decir que el citado indicio, basado
en la separación, no es adecuado ni único, ni siempre primero o necesario, y que
sólo se asigna como suficientemente cierto y evidente cuando puede darse; por
consiguiente, además de él, suelen asignarse algunos otros, que debemos tratar
brevemente.
Se rechaza como inútil otro indicio de distinción real
13. El primero es la distinción de las existencias. En efecto, las cosas que
se distinguen realmente tienen existencias distintas; en cambio, las que se dis­
tinguen modalmeñte sólo tienen una existencia única, pues el modo es tal pre­
cisamente porque no tiene otra existencia además de la existencia de la cosa
de la cual es modo.
14. Pero este indicio no tiene ningún valor, porque o es más oscuro que
aquello de lo que tratarnos, o es una petición de principio, o encierra alguna
falsedad. Pues, en primer lugar, si es cierto que la existencia es la actual enti­
dad de una cosa, decir que se distinguen realmente aquellas cosas que tienen
existencias distintas es tanto como decir que se distinguen realmente aquellas
cosas que tienen entidades distintas. Ahora bien, si se imagina que la exis­
tencia es una cosa distinta de la esencia actual, o se supone que aquellas cosas
que tienen distintas existencias tienen también distintas esencias — y eso es
cierto, a pesar de lo cual no resulta menos difícil conocer las distintas existen­
cias que conocer las distintas esencias, a no ser, acaso, mediante la separa­
ción— o se afirma que dos esencias pueden tener una sola existencia, y en­
tonces se distinguen sólo modalmente, mientras que la distinción real se da
cuando a la distinción de esencias se une también la distinción de existencias;
mas considero que esto no sólo está tan oculto que resulta imposible conocer­
lo, por vía natural, de ninguna cosa, sino que, además, es falso, pues en el
ámbito de la distinción modal no hay, para distinguir las esencias, ninguna
dictis modis. E t au g etu r difficultas quia ali- 14. Sed hoc signum nullius m om enti est;
qua su a t inseparabilia, etiam de potentia quia vel est obscurius quam id de quo agi-
absoluta, quae tam en censentur realiter di- m us vel petit principium vel aliquid falsum
stincta, u t de intellectu et volúntate, tam involvit. Prim um enim , si verum est existen­
ín ter se quam respectu anim ae, m ulti exis- tiam esse actualem rei entitaiem , perinde est
tim ant. P ropter priorem difficuítatem dici dicere illa distingui realiter quae habent exis­
potest dictum signum ex separatione sum p- tentias distinctas ac si diceretur ea distin­
tum ñeque esse adaequatum ñeque unicum gui realiter quae habent enlitates distinctas.
nec sem per prim um au t necessarium, so- Si autem existentia fingitur esse res distincta
lum que assignari ut eertius e t notius quan- ab essentia actuali, a u t supponitur eas res
do haberi p o test; ideoque praeter illud as­ quae hab en t distinctas existentias habere
signari solent nonnulla alia quae breviter etiam distinctas essentias; et hoc est qui-
attingenda sunt. dem verum , tam en n o n est m inus difficile
cognoscere distinctas existentias quam di­
A liu d s ig n u m r ea lis d is tin c tio n is u t m u t i l e stinctas essentias, nisi forte p er separatio-
ñ ic itu r nem ; vel asseritur posse duas essentias habe­
re unam existentiam e t tunc distingui tan­
13. Prim um est distinctio existentia- tum m odaliter, realem vero distinctionem
r u m ; nam quae distinguuntur realiter, h a- esse quando cum dlstinctione essentiarum
b en t distm etas existentias; quae vero di­ coniungitur etiam existentiarum distinctio; et
stin g u u n tu r m odaliter unicam tantum exis- hoc non solum existimo ita esse occultum
ten tiam h a b en t; nam m odus ideo m odus est u t naturalitcr de nullis rebus cognosci pos-
quia n o n habet aliam existen tiam praeter sit, verum etiam esse falsum , quia nulla est
existentiam reí, cuius est modus. maior ratio distinguendi essentias quam
D ispu tación séptim a.— Sección II 49

razón mayor que para distinguir las existencias; por tanto, el mismo modo de
distinción que existe entre las esencias puede darse también entre las exis­
tencias. Por ello, suponiendo —y lo demostraremos posteriormente— que la
existencia no es sino la realidad misma de la esencia actual, igual que se en­
tiende que las esencias son distintas en la realidad y en el modo, igualmente
hay que entender que las existencias son distintas porque el modo, en cuanto
codistinto de la cosa a la que modifica, tiene su actualidad; luego entre los
dos se da la misma razón e igual modo de distinción, ya se consideren en
potencia o en acto, ya según el ser de la esencia o según el ser de la existencia.
Añádase, finalmente —de acuerdo con la opinión que afirma que la exis-
.tencia es una cosa distinta de la esencia—, que hay posibilidad de que cosas
realmente distintas existan con la misma existencia indivisible, cual ocurre con
la materia y la forma, y con todas las partes de un mismo compuesto; luego
—también en conformidad con aquella opinión— la distinción de las cosas no
se manifiesta de manera suficiente ni verdadera por medio de la distinción
de existencias cuando se trata de cosas cuya distinción es tal que se encuentran
unidas entre si, a las cuales se refiere principalmente la presente dificultad, ya
que cosas distintas pueden tener la misma existencia. Si hubiese alguno que
no admitiese esto, no habría razón para que pudiese admitir, como consecuen­
cia, que una cosa y un modo tienen una existencia absolutamente idéntica, pero mo­
dalmente distinta, de .manera que cada uno tenga el ser adecuado a si mismo;
por consiguiente, sobre la distinción de las cosas o los modos se planteará la
misma cuestión que sobre la distinción de existencias.

E x p o sic ió n d e o tra se ñ a l d e d istin c ió n re a l to m a d a d e A ristó te le s


1$. El segundo indicio puede tomarse de la diversa producción o corrup­
ción, de manera que sp diga que la distinción es real cuando se da entre cosas
que se generan y se corrompen por diversa generación o corrupción: en cam­
bio, son realmente idénticas las qu e se generan por h m ism a generación. Aris­
tóteles utiliza esta señal, en el lib. IV de la M etafísica, texto 3, para demostrar
que ente y uno se identifican. Refiere esta opinión Fonseca, según Antonio

ezistentias in his quae m odaliter distin- potissim um versatur, quandoquidem res d i­


g u u n tu r; idem enim m odus distinctionis stinctae possunt habere eam dem existentiam .
q u i est in te r essentias, esse potest in ter Q uod si forcasse aliqujs hoc non adm ittat,
existentias. Q uocirca supponendo, quod infra non est cur possit consequenter adm itiere
probabim us, existentiam nih il aliud esse rem et m odum habere eam dem om nino
p raeter rem ipsam essentiae actualis, sicut in existentiam , sed m odaliter edam distinctam ,
re et modo intelliguntur distinctae essentiae, u t unum quodque habeat esse sibi accom -
inteiligendae edam su n t distinctae existentiae, m odatum ; igitur eadem quaestio erit de d i-
quia m odus u t condistinctus a re quam stinctione rerum vel m odorum , e t de d¡-
m odificat habet suam actualitatem ; eadem stinctione existentiarum .
ergo est ratio idem que m odus distinctionis
in te r ilia duo, sive in p otentia, sive in actu, A liud signum retáis distinctionis ex Aristo­
sive secundum esse essentiae, sive secun­ tele sumption exponitur
d u m esse existentiae considerentur. A dde
denique iuxta opinionem asscrentem esse 15. Secundum signum sumí potest ex
existentiam rem distinctam ab essentia, pos­ diversa productione vel corruptione, ita u t
se res realiter distinctas eadem indivisibili ca dicantur realiter distingui quae diversa
existentia existere, u t m ateriam et form am , generatione et corruptione generantur e t cor-
et partes om nes eiusdem com positi; ergo ru m p u n tu r. E contrario vero ea esse reali­
ctiam. iuxta illam opinionem distinctio re­ ter idem, quae eadem generatione generan-
rum n on satis n eq u e vere m anifestatur per tur; hoc enim signo usus est Aristóteles, lib.
distinctionem existentiarum in h is rebus IV M etaph., text. 3, ad probandum ens e t
quae ita su n t distinctae, u t sin t in te r se unum esse idem.. H anc sententiam refert
coniunctae, in quibus praesens difficultas Fonseca, ex A nton. T rom b., tract, de F o r-
'4
50 Disputaciones metafísicas

Trombeta, Tract, de Formalit., c. 2, y la impugna porque las propiedades del


alma son producidas en la misma acción que ella y, sin embargo, son cosas dis­
tintas; por el contrario, la relación no se distingue realmente de su funda­
mento, ni la figura de la cantidad, a pesar de ser producidas por acciones di­
versas.
Mas no opino que este signo sea falso, si se entiende en la debida propor­
ción; pienso, no obstante, que es casi inútil para conocer la distinción, a no ser
en cuanto incluye, de alguna manera, el signo de separación. Lo explicaré por
partes, suponiendo, en primer lugar, que estamos tratando de la acción o pro­
ducción natural de las cosas, sin mezclar los milagros. De igual manera supongo
que se trata de aquellas cosas que, de suyo y por su naturaleza, requieren dis­
tintas acciones para ser producidas, aunque se produzcan a la vez. Más ade­
lante explicaré el porqué de estas suposiciones.
Además, advierto que cabe entender de dos maneras el hecho de que algu­
nas cosas sean producidas por acciones distintas. Una, esencial y primariamente,
y sin ninguna conexión o consecución natural de tales acciones entre sí; otra,
con conexión de las acciones, de suerte que una resulte de la otra por necesidad
natural. De aquí que, a la inversa, también pueda decirse de des maneras que
algunas cosas se producen por la misma acción, a saber: cuando son producidas
de modo igualmente primario y sin ninguna dimanación de una con respecta
a la otra, o cuando una es producida primariamente y la otra secundariamente,
en cuanto es un resultado necesario del término anterior.
16. Asi, pues, las cosas que se hacen —según el primer modo— esencial
y primariamente por acciones distintas en la realidad, necesariamente deben
tener entre sí una distinción real; a este respecto, la regla antes establecida es
absolutamente verdadera. Porque toda razón y distinción de las acciones se toma
de los términos; luego, si los términos son tales que exigen acciones distintas,
también serán, por su parte, distintos; sin embargo, de aquí no puede inferirse,
de manera absoluta, que entre los términos exista una distinción real, ni mayor
que la existente entre las mismas acciones; porque en unos casos pueden dis­
tinguirse realmente —como la producción de la madera y su calentamiento—,
y en otros, por el contrario, sólo se distinguen modalmente —así, la producción
de la madera y su movimiento local, que sólo se distinguen como dos modos

m alit., c. 2, et earn im pugnat quia proprie- connexione actionum , ita u t una ex altera
tates anim ae eadem actione cum ipsa an i- naturali necessitate resulret. U nde e conver­
m a prod u cu n tu r, et tarnen sunt res distinc- so duobus etiam modis pcssunt dici aliqua
tae ; et e contrario relatio non distinguitur eadem actione fieri, scilicet, vel aeque prim o
realiter a fundam ento nec figura a quantita­ et absque ulla dim anatione unius ab alio,
te, et tarnen diversa actione producuntur. vel u n u m prim ario et aliud secundario, qua­
Sed non censeo hoc signum esse falsum , si tern a a priori term ino necessario resultai.
debita proportione in teiligatur; censeo ta ­ 16. Igitur, quae priori m odo p er se p ri­
rnen esse fere inutile ad cognoscendam di- m o fiunt actionibus in re distinctis necesse
stinctionem nisi qiiarenus aliquo m odo in­ est u t in re distinguantur, et quoad hoc ve­
c lu d e signum sep aratio ns. Explico singula, rissim a est regula supra posila. Quia tota
e t im prim is suppono serm onem esse d t na- ratio et distinctio actionum sum itur a term i-
turali actione seu productione rerum , non n is; ergo, si term ini talcs sunt u t requirant
m iscendo m iracula. Item esse serm onem de actiones distinctas, etiam ipsi erunt distinc-
h is quae ex se et natura sua req uirunt di- t i ; tam en non potest hinc absolute inferri
stinctas actiones quibus fiunt, etiamsi sim ul distinctio realis in ter term inos, nec maior
produ can tu r. C ur autem haec supponam , quam sit in ter ipsas actiones; quae inter-
infra explicabo. R ursus adverto duobus m o- dum possum realiter distingui, u t prodtictio
dis posse intelligi aliqua produci distincta ligni et calefactio eius; interdum vero tan­
actione. U no m odo, per se prim o et absque tum m odaliter, ut producilo ligni, et motio
ulla naturali connexione vel consecutione ta- localis eius, quae tantum clistinguuntur ut
Kum actionum in ter se ; alio m odo, cum duo m odi eiusdem ligni; et codem m oda
Disputación séptima.— Sección II 51

de la misma madera— ; una distinción semejante se da entre las cosas produci­


das por dichas acciones, pues mediante las primeras se producen la sustancia
y el calor, que son cosas realmente distintas, y mediante las segundas se produ­
cen la sustancia y el “donde” o presencia local, que sólo se distinguen modal­
mente.
Luego las cosas producidas tienen una distinción proporcional a la de sus
producciones. Y esto es verdad, ciertamente, no sólo cuando tales acciones se
realizan por separado y sin unión natural —como acontece en la producción y
el calentamiento del fuego—, sino también cuando aquellas acciones están na­
turalmente unidas y una es resultado de la otra, cual sucede, por ejemplo, en
la producción de una cosa pesada en el aire y su movimiento hacia abajo, que
sigue naturalmente a tal generación; pues en ese caso es evidente y casi sensible
la distinción de las acciones, ya que una se hace intrínsecamente en un instante
y la otra sólo se incoa extrínsecamente en el mismo instante. Puede existir,
empero, una distinción y consecución igual entre acciones instantáneas, como
entre la producción del fuego y la consecución del calor; igual sucede con la
producción del alma y la emanación de sus potencias a partir de ella misma,
pues si aquellas potencias son cosas distintas, también la emanación es una ac­
ción físicamente distinta, aunque resulte de otra y, por tanto, se diga que no se
hace esencial y primariamente. Pueden aducirse otros ejemplos semejantes a
propósito de acciones que sólo se distinguen modalmente, como son la creación
de un ángel y la producción de algún “donde” o presencia local, que sigue natu­
ralmente a dicha creación; la producción de alguna cantidad y su configuración,
que se realiza después; y lo mismo ocurre con la producción del fundamento
y la resultancia de la relación, suponiendo que ésta sea un modo distinto. De esta
manera queda claro que las objeciones o ejemplos aducidos contra aquella opi­
nión no son probativos, pues en todos ellos, así como hay distinción entre las
acciones, igualmente la hay entre los términos, y viceversa.
17. Finalmente, se pone de manifiesto en qué sentido es cierto el principio
que Aristóteles estableció en el lugar citado: las cosas que se generan en una
sola producción son idénticas. Efectivamente, se cumple en aquellas cosas que

distinguuntur res productae p e r huiusm odi ris; et idem est de productione anim ae et
actiones, nam per priores producuntur sub­ em anatione potentiarum eius ab ip sa;
stantia et calor, quae su n t realiter distincta; nam si illae potentiae su n t res distinctae,
per posteriores vero substantia et U bi sen etiam illa em anatio est actio physice di­
praesentia localis quae tan tu m m odaliter stincta, quam vis ab alia resultet et ideo dica-
distinguuntur. Servant ergo proportionalem tu r non fieri p er se prim o. E t similia exem -
distinctionem res productae cum suis pro- pla adhiberi possunt in actionibus tan tu m
ductionibus. Quod quidem veruni est non m odaliter distinctis, u t sunt creatio angeli,
solum quando huiusm odi actiones separa- verbi gratia, et producilo alicuius U bi, seu
tim fiunt et absque naturali coniunctione praesentiae localis, quae ad illam naturaliter
u t contingit in productione et calefactiona consequitur; et productio alicuius quantita-
ignis, sed etiam quando illae actiones natu- tis et figurano eius, quae postea f itj et
raliter coniunctae su n t e t una resultat ex idem est de productione fundam enti et re .
alia, u t contingit, verbi gratia, in productio- sultantia relationis, supponendo eam esse
ne alicuius rei gravi in regione aerea, et m odum distinctum . A tque ita constat in -
moru eius deorsum , qui n aturaliter ad talem stantias seu exempla adducta contra iliarn
generationem consequitur; ibi enim eviden- sententiam non u rg ere; nam in illis om ni­
ter et fere ad sensum patet distinctio actio- bus, sicut est distinctio inter actiones, ita
num , quia una fit intrinsece in uno instanti, et inter term inos et e converso.
alia tantum extrinsece in eodem incboatur. 17. C onstat deinde quo sensu verum sit
Esse tam en potest eadem distinctio et con- p rin d p iu m ab Aristotele dicto loco posi­
secutio in ter actiones instantaneas, u t inter tura : quae una productione peneranno, esse
productionem ignis et consecutionem calo- idem. E st enim hoc verum de bis quae p er
52 Disputaciones metafísicas

se hacen esencial e iumediatamentej con una acción real única; en cambio,


aquellas de las que se dice que sólo se producen o, más bien, se coproducen en
una acción, en cuanto una resulta de la otra, no es preciso que sean realmente
idénticas, sino únicamente en el sujeto o en una cierta conexión, puesto que, en
verdad, no resultan inmediata y próximamente de una sola acción real, como se
ha dicho en el caso de la sustancia y las pasiones realmente distintas. Más aún,
es necesario que aquella única acción se tome de manera indivisible, pues si
fuese de algún modo compuesta podría encontrarse alguna distinción en el
término adecuado de la misma. Así, en una acción única —por ejemplo, en el
calentamiento o educción de la forma de la potencia de la materia— se hace el
calor o forma y se une al sujeto o materia; y, de esta manera, en un solo tér­
mino vienen a producirse dos cosas que se distinguen real o modalmente, como
son la entidad de la forma o del calor, y su unión, a pesar de lo cual la acción es
única, si bien en algún sentido está compuesta de modos cuasi parciales que
pueden considerarse en ella.
18. A base de lo expuesto, resulta también claro el motivo por el que afir­
mé que este indicio es casi inútil para conocer las distinciones de las cosas, pues
la misma variedad de modos de distinción que se encuentra entre los términos puede
darse entre las acciones, a saber: real, modal y, a veces, de razón — como se da
entre la generación del hombre y del animal— ; en cambio, tales modos de
distinción no son más evidentes para nosotros en las acciones que en los térmi­
nos. Antes bien, descubrimos más frecuentemente y de una manera más a priori
la distinción entre las acciones basándonos en los términos, pues al opinar que
el calentamiento es acción realmente distinta de la madera y que su constitución
en un determinado “donde” sólo se distingue modalmente, no tenemos otro
fundamento que éste: el calor es una cosa distinta y, en cambio, la presencia
local no pasa de ser un modo distinto.
He añadido, además, que esto debe referirse a la distinción de las acciones,
distinción que es requerida por los términos esencialmente en virtud de su misma
naturaleza, puesto que, si las acciones se distinguen únicamente por la sucesión
temporal o por un diverso modo de realizarse, no es preciso que de la distinción
de acciones se deduzca distinción alguna en el término. Pues, así como en una

se fiunt et im m ediate, unica actione rea­ distinctiones rerum cognoscendas; nam


li; quae autem solum d icuntur produci vel iidem varii m odi distinctionum possunt re-
potius com produci u n a actione, quatenus psriri in ter actiones q ui su n t in te r térm i­
unum resultar ex alio, non oportet u t sint nos, scilicet, realis, modalis, e t interdum ra-
idem realiter, sed soium subiecto vel colliga- tionis, u t est inter generationem hom inis et
tione quadam , quia revera im m ediate et anim alis; hi autem modi distinctionum non
proxim e non fiunt una reali actione, ut sunt nobis notiores in actionibus quam in
in substantia et passionibus realiter distinc- term inis. Q uin potius frequentius m agisque
tis declaratum est. Inumo necesse est ut illa a priori distinctionem actionum ex term inis
una actio indivisibiliter su m atur; nam si sit venam ur; non enim alia ratione censem us
aliquo modo composita, poterit in adacqua­ calefactionem esse actionem realiter distinc-
to term ino eius reperiri aliqua distinctio. U t tam a ligno, constitutionem autem eius in
unica actione, verbi gratta, calefactione, seu tali U bi solum m odaiiter distinguí, nisi quia
eductione formae de potentia matexiae, fit calor est res distincta, praesentia autem lo-
calor seu forma, et u n itu r subiecto seu m a­ calis solum est m odus distinctus. A ddidi
tern e , ubi in term ino duo fiunt ex natura praeterea haec esse intelligenda de distinc-
rei seu m odaiiter distincta, scilicet, enritas tione actionum quam term ini p er se natura
form ae seu caloris et unio eius, e t tam en sua requirunt, quia, si actiones solum di-
actio est una, tam en aliquo m odo composita stinguuntur vel ex tem poris sucessione vel
ex modis quasi partialibus qui in ea pos­ ex diverso m odo quo fiunt, n o n est necesse
sim i considerati. u t ex distinctione actionum aliqua distinctio
18. A tque hinc ulterius -ex dictis constat in term ino coliigatur. N am , sicut eidem rei
cur dixerim hoc signum fere esse inutile ad possunt modi distinct! inesse, pracsertim sue-
Disputación séptima.— Sección II 53
misma cosa pueden existir modos distintos -—sobre todo sucesivamente—, así
también, acciones distintas pueden tener un mismo término, si proceden de
agentes distintos, o en distintos tiempos, de igual manera que la misma luz
es producida ahora por la acción de una lámpara y puede ser conservada después
por otra mediante una acción distinta, y un mismo hombre se produce por ge­
neración y se reproduce por resurrección.
He dicho, por último, que no se deben mezclar los milagros porque la vir­
tu d divina puede conservar o producir, mediante varias acciones, una misma
cosa, no sólo de manera sucesiva, sino también simultáneamente, como traté con
mayor amplitud en el tomo III de la III parte. Mas, por el contrario, no conside­
ro posible que cosas absolutamente distintas se produzcan en virtud de la misma
acción.
Ahora bien, la razón de tal diferencia no resulta difícil después de lo .dicho,
ya que la acción es un cierto modo de la cosa que se hace; pero no es posible
que uno y el mismo modo indivisible esté en distintas cosas, según se ha de­
mostrado anteriormente; sin embargo, el hecho de que varios modos se den
en la misma cosa no implica contradicción cuando tales modos no son opuestos
entre sí; pero puede parecer superfluo cuando o son de la misma naturaleza o
tienden a lo mismo; en cambio, puede no ser esto superfluo con respecto a la
divina sabiduría, y no se descubre obstáculo alguno contra su posibilidad.
S e analiza otro in dicio d e distinción r e d
19. Suele hacerse uso de una tercera señal, a saber, que cuando uno se com­
porta como prodúceme y el otro como producido, hay indicio suficiente de distin­
ción real. Así lo afirma Fonseca, lib. V M etaph ., c. 6, q. 6, sec. 1, apoyándose en
Santo Tomás, I, q. 41, a. 4. Pero, en primer lugar, resulta evidente que este indi­
cio no es universal. Además, por lo general es verdadero si sólo se toma como se­
ñal para concluir la distinción ex natura rei, abstrayendo de que sea modal o pro­
piamente real; porque, si se trata de la auténtica distinción real, para considerarlo
como verdadero ha de restringirse a la producción ya sustancial propia, perfecta y
primaria, ya accidental, cuyo término sea algo no unido al mismo producente, pues
en éstos dos casos siempre se requiere distinción real; en otros, no siempre.
cessive, ita a d eum dem term inum possunt sunt eiusdem rationis ve} a d idem te n d u n t;
distinctae actiones term in ati si sint a distinc- tam en respectu divinae sapientiae p otest n o n
tis agentibus vel distinctis tem poribus, quo- esse superfluum , et nulla o sten d itu r p u g -
m odo idem lu m en n u n c pro d u citu r una ac- nantia, p ro p ter quam possibile n o n sit.
tio n e ab una lucerna, et potest deinde ab E x p e n d i t u r a liu d s ig n u m r ea lis d i s tin c tio n is
alia per actionem d istinctam conservati; et
id em h o m o p e r generationem producitur et 19. T ertium signum adhiberi solet, sci­
licet, quando unum se h ab et u t producens
p e r resurrectionem rep roducitur. D ixi deni-
e t aliud u t productum esse su ffid en s sig­
que non esse admiscenda m iracula, quia di­
n u m distinctionis realis. Ita F onseca, lib. V
vina virtute non solum successive sed etiam
M etaph., c. 6, q. 6, sect. 1, ex D . T horn.,
sim ul potest eadem res pluribus actionibus
I , q. 41, a. 4. Sed hoc signum im prim is
produci a u t conservati, u t in I I I tom . I l i n o n e st universale, u t p e r se cùnstat. D einde
partis latius tractavi. E contrario vero, non si solum assignetur ad concludendam d i-
existimo fieri posse u t res om nino distinctae sìinctionem ex natura rei, abstrahendo a m o­
eadem actione producantur. Ratio autem dali, vel propria reali, est generaliter ve­
differentiae n o n est difficilis ex dictis, quia r u n i; si autem inteliigatur d e propria d i-
actio est quidam m odus rei quae fit; non stinctione reali, u t verum teneat, coarctan-
potest autem u n u s e t idem m odus indivisi- dum est ad productionem vel substantialem
bilis distinctis rebus inesse, u t in superiori- propriam , perfectam ac prim ariam , vel ac-
bus p robatum e st; q u o d autem p lu res m odi cidentalem quae term in etu r ad aiiquid quod
eidem rei insint, non est repugnantia, quan­ ipsi producenti non u n itu r; nam in h is duo-
d o ipsi m odi in te r se n o n su n t oppositi; bus casibus sem per re q u iritu r distinctio rea­
sed videri potest superfjuum quando vel lis; in aliis vero no n sem per, Prim um patet, ■
54 . Disputaciones metafísicas

Lo primero se patentiza porque un mismo supuesto sustancial no puede


producirse propia y primariamente a sí mismo, ya que para producir se supone
que es; por consiguiente, si se produce un supuesto, produce algo distinto de sí. De
aquí se deduce también que las divinas Personas se distinguen realmente a causa
de la producción real de una por otra, aunque tengan unidad esencial. Mas he
dicho propia y primariamente porque tal vez por un milagro pueda suceder
que alguna cosa se reproduzca a sí misma; sin embargo, aquí es necesario que
aquella cosa se suponga anterior a la otra acción producida y, consiguientemente,
la segunda acción no es producción primaria ni propia, sino sólo por modo de
conservación; pero de esto trataremos más ampliamente en la materia de la
Eucaristía.
Lo segundo se explica así: todo lo que es producido por otro debe ser, en
acto, realmente distinto de aquello, ya que la misma producción debe ser, de
alguna manera, distinta del prodúceme, sobre todo si se afirma que es accidental;
luego también su término debe ser realmente distinto del mismo prodúceme;
por tanto, si se supone, por otra parte, que tal término no se produce con una
unión y conjunción al mismo prodúceme, es necesario que no sea modo suyo;
sino una cosa distinta del mismo, o modo de una cosa distinta del mismo; es,
pues, preciso que el otro se distinga no sólo modalmente, sino realmente, yz de
manera esencial e inmediata, ya en razón de aquello a lo que está unido. En
cambio, si la producción es accidental y termina en algo que se une y vincula
al que lo produce, no es indicio suficiente de distinción real. Porque, aunque a
veces pueda darse tal distinción —como ocurre con la vista que produce la vi­
sión, y el intelecto y la voluntad, y otras facultades semejantes, que producen
cualidades realmente distintas de sí, por las cuales son informadas ellas mismas—•,
esto no es absolutamente necesario, como resulta evidente siempre que lo pro­
ducido es sólo un modo del mismo producente, ya sea producido esencialmente
y por una acción propia —como en la presencia local que en sí realiza el que se
mueve—, ya mediante una acción sólo resultante —como en la emanación de la
subsistencia a partir de la naturaleza— , y otros casos semejantes.

quia n o n potest id em suppositum substan­ talis term inus non producitur cum unione et
tiate seipsum producere proprie ac p rim a­ coniunctione a d ipsum producentem , neces­
rio, quia, ut producat supponitur esse; e t se est u t no n sit m odus eius, sed res distinc­
ideo si prod u cit suppositum , aliud a se ta ab ipso vel m odus rei distinctae ab ipso;
d istinctum p roducit. U n d e edam divinai necesse est ergo ut non tantum m odaliter
personae quam vis u n itatem in essentia h a - sed re aliud distinguatur, vel p er se im m e­
beant, o b realem productionem unius ab diate, vel ratione eius in quo est. A t vero,
alia realiter distin g u u n tu r. B ixi autem pro­ si productio sit accidentalis et term inetur ad
prie ac primario, quia p e r m iraculum fieri aliquid quod u n itu r et coniungitur produ­
¡forcasse potest u t aliqua res seipsam repro­ centi, n o n est signum sufficiens distinctionis
ducá!; tarnen tu n c necesse est u t illa res realis. N am , licet interdum possit interve­
supponatur prius alia actione producta, et n ire talis distinctio, u t in visu producente
ideo secunda actio n o n est prim aria p ro­ visionem, et inteliectu, voluntate ac simili-
ducilo ncque propria, sed solum per m odum bus facultatibus quae producunt qualitates
conservationis ; de qua re latius in m ateria realiter a se distinctas quibus ipsae infor­
de E ucharistia. Secundum ita declaratur, m a n t s , tam en hoc simpliciter necessarium
quia, q u id q u id ab aliquo producitur, debet non est, u t patet quandocum que id quod pro­
ab ilio in re iosa actu distingui, quia ipsam et ducitur solum est m odus ipsius producen-
producilo debet esse a producente distincta tis, sive per se e t p er propriam actionem
aliquo m odo, m axim e cum po n atu r esse producatur u t in praesentia locali quam in
accidentalis ; ergo e t term inus eius debet se efficit qui se m ovet; sive per actionem
esse distinctus a parte rei ab ipso p rodu­ tantum resultantem , u t in emanatione sub­
c en te; ergo, si aliunde supponatur quod s is te n c e a natura, e t similibus. Q uod si
Disputación séptima.— Sección II 55

Y si se dice que no toda producción implica distinción real entre prodúceme


y producido, sino sólo aquella que es una cosa distinta del prodúceme, habrá aquí
un círculo absolutamente inútil; pues el que dicha acción sea realmente distinta del
que la produce no puede inferirse más que del hecho de que mediante ella no se
produce un modo del prodúceme, sino una verdadera cualidad o forma que lo
afecta, y esto es lo que se trataba de averiguar.
2 0 . Lo mismo debe juzgarse acerca de la relación causa-efecto, que el
citado autor añade, en el lugar indicado, como nuevo signo de distinción; efec­
tivamente, ese signo puede darse principalmente en la causa eficiente, respecto
de la cual es válido todo lo dicho, y es posible aplicarlo, en su orden, a la causa
formal o material; porque si bien sólo se da, con toda propiedad, entre el acto
y la potencia realmente distintos, también interviene, de alguna manera, entre
el modo afectante y la cosa afectada; en cambio, en la causa final no tiene lugar
porque fin y efecto pueden coincidir en la misma cosa; más aún, pueden coinci­
dir fin y agente, o fin y forma.
21. Conclusión que se infiere de lo dicho.— Cuando las cosas son tales
que, en el orden natural, están, siempre y de manera necesaria, unidas realmente
entre sí, y hasta ahora no han sido separadas por intervención divina, apenas
puede darse algún indicio cierto de distinción real; no niego, empero, que sea
posible encontrar varias cosas de esta naturaleza entre las cuales haya distinción
real, según consta por los ejemplos aducidos anteriormente; me limito a afirmar
que tal distinción no puede discernirse mediante ningún signo general, sino que
debe atenderse, en cada una de ellas, a la propia razón esencial, al grado de per­
fección y al cometido a que se ordenan, de tal manera que, a base de todas es­
tas cosas, reducidas a unidad, pueda emitirse un juicio acerca de su distinción;
así, por ejemplo, entre la materia y la forma del cielo, fácilmente creemos que
existe distinción real porque comprendemos, por las razones esenciales comunes
de materia y de forma, que ninguna de ellas es un modo, sino una verdadera
entidad, y, por otra parte, comprendemos, apoyándonos en diferentes propieda­
des del cielo, que en él se encuentran una y otra según sus propias razones; y,

dicatur non quam cum que productionem , dem rem coincidere; im m o et finis et agens,
sed earn quae est res distincta a producente, vel finis et form a.
inferre distinctionem realem producentis et 21. Conclusio ex dictis elicitur.—- Vix
product!, hic erit circulus om nino inutilis; ergo p ctest aliquod certum indicium realis
nam actionem huiusm odi esse re distinctam distinctionis dari, quando res huiusm odi
sum u t naturaliter sem per ac necessario sint
a producente n o n potest aliunde colligi quam
in ter se reaiiter unitae et hactenus non sunt
ex eo quod n o n produ citur p e r earn m o­ divinitus separatae; no n nego tam en posse
dus aiiquis producentis, sed vera qualitas inveniri plures res huiusm odi reaiiter di-
seu forma ipsum afficiens, quod inquire- stinctas, u t exemplis superius allatis co n stat;
batur. sed solum assero huiusm odi distinctionem
20. A tque idem iudicium est de alio sig- no n posse aliquo generali signo discerni, sed
no quod idem auctor ibidem subiungit de in singulis considerandam esse propriam ra-
relatione causae et effectus, nam hoc m axim e tionem essentialem et gradum perfectionis e t
habere potest locum in causa efficienti de m unus ad quod o rdinantur, u t ex om nibus
qua proc'edunt om nia dicta e t applicari suo in unum collectis possit iudicium de distinc­
tions fieri; u t verbi gratia, in te r m ateriam
m odo possunt ad causam form alem vel m a­
et form am caeli facile credim us esse distinc­
terialem ; nam , licet propriissim e no n repe- tionem realem , quia ex com m unibus ratio-
riantur n isi in ter actum et potentiam reali­ nibus essentialibus m a te rn e et form ae intel-
ter distincta, tarnen aliqua etiam ratione in- ligim us n eu tram earum esse m odum , sed
terveniunt in ter m odum afficientem e t rem veram en titatem ; et aliunde ex variis p ro -
affectam ; in causa autem finali non habet prietatibus caeli intelligimus in eo reperir:
locum, cum finis e t effectus possint in eam - utram que secundum proprias rationes ea-
56 Disputaciones metafísicas

finalmente, a partir de la limitada perfección de éstas, concluimos que ellas mismas,


son distintas ex natura rei y, por tanto, realmente.
De manera semejante creemos que, entre la forma sustancial y la potencia
esencial y primariamente ordenada a realizar un acto accidental, media una
distinción real, porque la naturaleza de la facultad operativa es muy perfecta en
su género; por ello, no parece que sea un modo accidental, que suele ser muy
imperfecto, sino una verdadera entidad y forma ordenada, de suyo, a tal acto;
mas, por otra parte, considerada la limitación de la sustancia finita, parece que
en su razón esencial, en cuanto existente en la realidad, no comprende razones
tan diversas o relaciones a actos tan diversos cuales son el acto de ser y el de
obrar; de ahí concluimos que entre las dos existe distinción real, ya que no es
entre cosa y modo, sino entre esencias que constituyen entidades propias.
Así, pues, en este sentido se debe llevar la investigación filosófica en los de­
más casos, considerando, en primer lugar, si aquellas razones, entre las cuales
se busca la distinción, exceden la razón de modo, y si una y otra son, de suyo,
suficientes para constituir una entidad; y, en segundo término, si la diversidad
que entre ellas existe es tan grande que requiere, en la cosa finita, alguna dis­
tinción real y actual en la cosa misma; de esta manera podrá hacerse una con­
jetura probable acerca de la cualidad de la distinción.

Duda que surge sobre h separabilidad de las cosas distintas


22. Cosas que son realmente distintas pueden separarse mutuamente, si se
conservan en el ser.— Ahora bien, persiste una duda —ya apuntada en la se­
gunda parte de la dificultad propuesta— 1 sobre si todas las cosas que en la rea­
lidad son realmente distintas pueden separarse en virtud de la potencia divina.
Esto puede entenderse con referencia al doble modo de separación antes indi­
cado. Primeramente, de la sola separación en cuanto a la unión real, cuando se
conservan en el ser ambos extremos. En segundo lugar, de la separación en cuan­
to al ser, esto es, aquella en que, destruido uno dé los extremos, el otro se
conserva en el ser. Supongo, sin embargo, que la cuestión versa acerca de cosas
absolutamente codistintas entre sí, de tal manera que no se comportan como
rum, ac denique ex limitata earum perfec- sufficiat ad constituendam entitatem; et
tione concludimus ipsas esse ex natura rei deinde, an tanta appareat in eis diversitas
et consequenter realiter distinctas. Simili ut in re finita requirant aliquant distinctio-
modo inter formam substantialem et po- nem ex natura rei, et actuaiem in re ipsa;
tentiam per sé primo ordinatam ad actum et ita fieri poterit probabilis coniectura de
accidentalem efficiendum creditur intercede­ qualitate distinctionis.
re realis distinctio, quia ratio facultatis ope­
rativae valde perfecta in suo genere est; Dubium occurrens de separabilities rerum
unde non vidctur esse aliquis modus acci- distinctarum
dentalis qui solet esse valde imperfectus,
sed vera entitas et forma per se ordinata 22. Realiter distincta mutuo separan pos­
ad talem actum; aliunde vero, considerata sum, si in esse serventía-.— Dubium vero
limitatione substantiae finitae non videtur superest quod in altera parte propositae dif-
in sua essentiali ratione, prout in re existit, ficultatis tangebatur, an, scilicet, omnia quae
comprehendere tara diversas rationes seu sunt a parte rei realiter distincta, possint
habitudines ad actus adeo diversos quales per divinam potentiam separari. Quod pot­
sunt actus essendi et operandi; unde con­ est de duplici separatione supra tacta intel-
cludimus esse inter illa duo realem distinc- ligi. Primo de sola, separatione quoad unio-
tionem, cum non sit inter rem et modum, nem realem, conservato in esse utroque ex­
sed inter essentias constituentes proprias en- tremo. Secundo, de separatione quoad esse,
titates. Ad hunc ergo modum in caeteris id est, in qua uno destructo, aliud in esse
philosophandum est, considerando prius an conservetur. Suppono autem quaestionem
rationes illae inter quas distinctio quaeritur, versad circa res omnino inter se condistinc-
excedant rationem modi, et utraque per se tas, ita ut non se habeant ut totum et pars,
Disputación séptima.— Sección II 57

todo y parte, sino corno incluyente e incluido, pues de éstas se sabe que la que
incluye a la otra no puede conservarse sin aquella otra, porque consta intrínse­
camente de ella. En cambio, a propósito de las cosas que se distinguen según d
primer modo pueden aducirse diferentes opiniones, que omito por pertenecer
4 materias particulares.
En lo que concierne al primer sentido, respondo que tales cosas siempre
pueden separarse de aquel modo por potencia absoluta (pues a ella nos referi­
mos); y no se nos ocurre que sea preciso hacer aquí excepción alguna. La razón
es que, en estas cosas, no puede repugnar que haya separación mutua entre una
y otra por falta de entidad suficiente (como acontece en los modos), porque — se­
gún suponemos—• cada una de ellas tiene una verdadera entidad distinta de la
otra; luego si se da contradicción, únicamente puede ser por la dependencia
entre una y otra o por la natural conexión o dimanación de una con respecto a
la otra, porque no puede excogitarse por otra razón. Mas, aunque en este caso sea
legítimo inferir una inseparabilidad natural, ésta no se considera en orden a la
potencia absoluta de Dios; porque —como se ha estudiado más arriba— Dios
puede suplir toda aquella dependencia, ya que, o se trata de una dependencia en
el orden de la causa eficiente, o, si se refiere al orden de la causa formal o mate­
rial, no es en cuanto intrínsecamente componente, sino en cuanto que sustenta
y actualiza a una cosa distinta de sí, y se dice que esta causalidad es, en cierto
modo, extrínseca, y que Dios puede suplirla totalmente. Sin embargo, le resulta
mucho más fácil impedir cualquier dimanación natural, no sólo porque aquélla
no puede hacerse sin influjo de Dios, que tiene posibilidad de no' darlo, sino
también porque puede destruir cualquier unión entre aquellas dos cosas y pro­
ducir o conservar una y otra con su sola virtud.
Consiguientemente, en esto no encontramos ni general repugnancia ni razo­
nable excepción. Pues la que algunos hacen de las pasiones y de la esencia, o no
está apoyada en ninguna razón, o, si hay alguna aparente, demuestra que aqué­
llas no son cosas realmente distintas, más bien que la imposibilidad de que se
separen, aun suponiendo la distinción.
23. Se sale al paso de una objeción.—- Sólo podría insistirse en las relacio­
nes de unión, por ejemplo, entre la materia y la forma, que se distinguen real-

seu u t includens et inclusum ; nam de his dependentiam potest. D eus supplere, quia
constai, quod aliud includit n o n posse sine vel est dependentia in genere causae effi-
iEo conservati, quia ex ilio intrinsece con­ ciends, vel, si est causae form alis a u t m ate-
stai. D e rebus autem p riori m odo condistinc- rialis, n o n est tam quam intrinsece com po-
tis variae possent referri opiniones, quas nentis sed tam quam sustentantis vel actuan-
omitto, quia ad particulares m aterias perti- tis rem a se distinctam, quae dicitur causali-
nent. E t ad priorem sensum respondeo tas quodam m odo extrinseca, quam totani
huiusm odi res sem per posse ilio m odo se­ D eus supplere potest. M ulto autem facilius
p a ran de potentia absoluta (sic enim loqui- potest im pedire quam cum que naturalem di-
m ur), ñeque occurrit ulla exceptio quam in m anationem , tu m quia illa fieri non potest
hoc facere oporteat. E t ratio est quia his sine influxu D ei quem ipse potest n o n da­
rebus non potest repugnare m utua separado re ; tum etiam quia potest destruere quam ­
unius a b alia ex defectu sufficientis entitatis cum que unionem inter illas duas res, et sua
(sicut in m odis contingit), quia, u t supponi­ virtute sola utram que efficere vel conser­
m i , u traque earum habet veram entitatem vare. Ilaque in hoc nec generalem repug-
distinctam ab alia ; si ergo est repugnantia, nantiam , nec rationabilem exceptionem inve­
solum potest esse vel ex dependenlia unius rno. N am , quam aliqui faciunt de passioni-
ab alia vel ex naturali connexione seu dim a- bus et essentia, vel nulla ratione n ititur, vel,
nadone alterius ab altera; non enim potest si quae est apparens, illa potius probat illas
alia ratìone excogitan. Sed, quam vis hic rec- non esse in re distinctas quam , supposita
te inferri possit naturalis ¡nseparabilitas, non distinctione, separari non posse.
tam en in ordine ad potentiam D ei absolu- 23. Occurritur obiectioni.— Solum pos­
tam , quia, u t supra tactum est, om nem illam set instari de relationibus unionis, verbi
58 Disputaciones metafísicas

mente, de igual manera que la materia y la forma, porque se encuentran ade­


cuadamente en ellas y, sin embargo, no pueden conservarse separadas, sino so­
lamente unidas.
E n primer lugar, se responde que si se trata de relaciones predicamentales,
tal vez aquéllas no sean algo real que se distingue realmente de tal unión, sino
únicamente una m utua denominación de cosas unidas entre sí; o, admitiendo
que las relaciones fuesen positivos modos reales de las partes unidas, se contesta
que aquéllas no se dan unidas entre sí, formalmente hablando, sino que se dan
entre las partes unidas; por consiguiente, no es posible que se conserven sin
la unión de éstas, porque se fundan en ellas; y esto no va en contra de lo dicho.
E n cambio, si se tratase de la misma unión formal, que es relativa predica­
tivamente, o trascendentalmente, tal unión no es una realidad distinta de las partes
unidas, sino un modo de ellas y, por tanto, no resulta sorprendente que no pueda
conservarse dicho modo una vez disuelta la unión, ya que modo y unión se
identifican.
24. C uando se d a n cosas distin tas es posible qu e una se destru ya y la otra
perm anezca en el ser. —<En cambio, por lo que hace al segundo sentido, respon­
do que también de ese modo es posible que la potencia divina separe cosas dis­
tintas, haciendo una triple excepción que puede agruparse bajo el nombre úniéo
de respecto o dependencia esencial. Cabe decir que la razón general de la regla
ya ha quedado apuntada, puesto que si las cosas se distinguen realmente, tam­
bién pueden separarse realmente; sin embargo, las cosas que están separadas de
esta manera pueden ser conservadas por Dios la una sin la otra — y en esto no
hay repugnancia ni contradicción—, porque ordinariamente sólo es posible que se
dé entre ellas una dependencia efectiva, pero no esencial, y Dios puede suplirla.
25. P rim era excepción sobre D io s y las criaturas.—- Por tanto, la pri­
mera excepción se da en las criaturas con respecto a Dios; efectivamente, son
cosas distintas de Dios y Dios puede existir sin ellas, mas no ellas sin Dios;
no sólo porque Dios es esencialmente necesario, sino también por la esencial
dependencia que tienen con respecto a Dios. En virtud de esto, si se imaginas»
—por un imposible— que Dios no existiera, las criaturas no podrían existir sin

gratia, m a te rn e e t foim ae, quae realiter d i- rem autem sensum respondeo, etiam ilio
stinguuntur sicut ipsa m ateria e t form a, quia m odo posse res distinctas separari p e r po­
in ipsis su n t adaequate e t tam en non pos­ teritiam D ei, triplici adhibita exceptione
su m conservar! disiunctae sed tan tu m u n i- quae sub uno nom ine essentialis habitudi-
tae. R isp o n d en te p rim u m , si sit serm o de n is vel dependentiae com prehendi potest.
relattonibus praedicam entalibus, fonasse àlias R atio generalis regulae est fere iam tacta,
n o n esse aliquid reale distinctum in re ab quia, si res realiter distinguuntur, disiungi
huiusm odi unione sed solum m utuam deno- etiam realiter possum ; quae sic autem dis-
m inationem retu rn u n itaru m in te r se ; vel,
iuncta sunt, non repugnat vel contradictio-
si adm ittam us àlias relationes esse positivos
m odos reales partium unitarum , responde­ nem involvit u n u m a D eo conservati sine
alio, quia regulariter solum potest esse in­
n t àlias n o n esse in te r se unitas, form aliter
loquendo, sed esse in te r p artes unitas ; ideo- ter ilia dependentia effettiva, n o n vero es­
q u e non posse conservar! sine unione earum , sentialis, e t illam D eus supplere potest.
quia in illa fu n d a n tu r, q uod no n est contra 25. Prima exceptio de Deo et creaturis.—
dicta. S i autem sit sen n o de ipsa unione for­ U n d e prim a exceptio est d e creaturis re -
m ali, quae est relativa secundum dici seu spectu D e i; sunt enim res a D eo distinctae
trascendentaliter, illa n o n est res distincta e t potest D eus sine illis esse, non autem
a p artib u s unitis, sed m odus earum ; e t ideo illae sine D e o ; no n solum quia D eus est
m iru m n o n est q u o d n o n possit tails m o­ p er se ens necessarlum sed propter essentia­
dus conservati dissoluta ipsa unione cum lem dependentiam quam hab en t a D e o ; la ­
sin t id em m odus e t unio. ttone cuius, si p e r impossibile fingatur D eus
24. Rerum distinctarum una desimi pot­ non esse, non possent creaturae esse sine
est manente altera in esse.-— A d posterto- ilio. Q uam dependentiam effectivam ita es-
Disputación séptima.— Sección II 59
El. Y una criatura no tiene, con respecto a otra, una dependencia efectiva tan
esencial, sobre todo si posee la verdadera entidad y realidad de que ahora habla*
mos; porque es posible que aquello que sólo intrínsecamente es modo dependa
esencialmente de aquello de lo cual es modo; pero de esto nos ocuparemos en
otra ocasión, pues ahora no resulta oportuno.
26. S egunda excepción sobre la relación y el térm ino. — La segunda excep­
ción tiene lugar en el caso de la relación y el término realmente distinto, pues no
puede conservarse en la realidad la una sin el otro, aunque entre ellos no haya
una auténtica y real unión, sino un respecto. La razón estriba en que la relación,
en cuanto tal, depende esencial y cuasi formalmente del término; por tanto, no
puede surgir ni conservarse sin él; ni, por otra parte, puede demostrarse mejor
dicha relación, a no ser porque la esencia de la relación es tal como ahora se su­
pone, según la opinión común; porque nos referimos a la relación real puramente
predicamental.
27. T ercera excepción sobre las Personas divinas en tre sí.— El tercer ejem­
plo alude a las Personas divinas, las cuales, aunque se distinguen realmente, no
pueden separarse entre sí en el ser, por la intrínseca y necesaria conexión que las
une. Esta puede reducirse al punto anterior, ya que las Personas son relativas y,
por consiguiente, una no puede ser sin la otra. También se desprende así de la
unión que tienen en su esencia, por la verdadera y perfecta identidad que con
ella guardan, en virtud de la cual resulta principalmente que cualquiera de dichas
Personas es un ente absolutamente necesario hasta el punto de que le repugna,
de manera absoluta y esencial, no ser; como consecuencia, se sigue que ninguna
puede ser sin la otra, porque si ninguna de ellas tiene posibilidad de no ser siem­
pre, tampoco podría existir una sin que existiera la otra.
For este motivo, aunque las criaturas no dependan esencialmente de las rela­
ciones divinas en cuanto tales, no pueden separarse de las mismas relaciones en el
ser, según la manera expuesta; porque no es posible que existan las criaturas sin
suponer la existencia de aquellas relaciones, ya que son un ente esencialmente ne­
cesario; y aunque, por lo que respecta a las criaturas, no sean de suyo necesarias

sentialem n o n h ab et u n a creatura ab alia, personis, quae, licet distinguantur realiter,


praesertim si habeat veram entitatem e t rea- n o n possunt in te r se separari in esse p ro p ­
litatem de qua nu n c lo q u im ur; nam fonas­ ter intrinsecam e t necessariam connexionem
se id quod intrinsece tantum est m odus, quam in te r se habent. Q uae potest ad p rae-
potest essentialitex dependere ab eo cuius cedens caput red u ci: su n t enim relativae
est m odus; de quo alias, nam ad praesens personae, et ideo una esse n o n potest sine
non refert, alia. Item o ritu r ex unione quam h a b en t in
26. Secunda de relatione et termino.— essentia p e r veram atque perfectam identi-
Secunda exceptio est relationis e t term ini tatem cu m ilia, ratione cuius fit im prim is
realiter d istin cti; n on enim potest in re ­ u t quaelibet Alarum personarum sit ens sim ­
tu rn natu ra altcrum sine altero m utuo pliciter necessarium , atque adeo u t ei r e -
conservar!, quam vis n on habeant in ­ pugnet absolute e t sim pliciter no n esse; et
te r se propriam realem unionem , sed habi- consequenter fit u t nulla possit esse sine
tudinem . R atio vero est, quia relatio u t sic alia; quia, si nulla Alarum personarum p ot­
essentialiter et quasi form aliter pendet a est non sem per esse, neque etiam p o te n t
term ino; et ideo n eq u e consurgere a u t con­ una esse, cum alia n o n sit. Sicut ob hanc
servati potest sine ilio; neque aliunde pot­ etiam causam , quam vis creaturae n o n p e n -
est haec ratio am plius probari nisi quia d eant p e r se a relationibus divinis u t sic,
huiusm odi est relationis essentia, u t nunc nihilom inus n o n possunt praedicto m odo
ex com m uni opinione su p p o n itu r; loqui­ separari in esse ab eisdem relationibus;
m ur enim de relatione reali pu re praedica- quia non possunt creaturae existere quin
m entali. supponantur relationes illae existentes; su n t
27. Tenia de persomi divinis ad invi- enim ens sim pliciter necessarium ; e t licet
cent.— T ertiu m exem plum est d e divinis ex parte creaturae non sint p e r se necessa-
60 Disputaciones metafísicas

para su creación, sin embargo son necesarias por lo que concierne a Dios, pues no
sólo se dan esencialmente en Dios, sino que ellas mismas son esencialmente Dios.
Por último, esto proviene, formal y suficientemente, de la unión con la esen­
cia por identidad; pues como cualquier relación y esencia se identifican entre sí
de manera absoluta en la realidad, ni la esencia puede existir realmente sin cual­
quier relación, ni una relación cualquiera sin la esencia. De ahí resulta que tam­
poco es posible que una relación exista sin otras.
Se dirá que este argumento se funda en el principio sentado por Aristóteles,
lib. IV de la Metafísica, texto 3 : Las cosas que son iguales a una tercera son igua­
les entre sí, principio que no tiene aplicación en el caso de la Trinidad; de lo
contrario, no sólo se inferiría que una relación no puede darse sin la otra, sino
también que es la otra. Respondemos que, formalmente, no se basa en dicho prin­
cipio, sino o en que las cosas que se identifican absolutamente en la realidad no
pueden separarse en la realidad de tal manera que una exista sin la otra o también
en que la esencia y la relación divina no se identifican de cualquier manera, sino de
tal modo que la esencia pertenece a la esencia de la relación, y ésta es un término in­
trínseco a la esencia; por consiguiente, ni la relación puede darse sin la esencia
que le es esencial, ni la esencia sin su término intrínseco y absolutamente necesario..
Pero ya basta con lo que ahora hemos dicho sobre este particular.
Caracteres de la distinción de razón
28. Por último, con lo dicho puede comprenderse fácilmente de qué
modo es posible conocer y discernir de otras la distinción de razón. Pues, sobre
todo en lo que atañe a la distinción de razón raciocinante, no hay dificultad algu­
na, ya que es facilísimo conocerla, habida cuenta de que no sólo no se da en la
realidad, sino que ni siquiera tiene fundamento en ella; más aún cuando no tiene
diversidad formal ni en los mismos conceptos objetivos, sino sólo a manera de
una diversidad material por repetición o comparación del mismo concepto, por
lo que éste, siendo uno, se toma como varios, según dijo Aristóteles en el lib. V
de la Metafísica, c. 9, texto 16.
En cambio, la distinción de razón razonada requiere principalmente alguna
diversidad formal en los conceptos objetivos, y en ello difiere de la distinción
riae ad eius creationem , tarnen ex p arte D ei nec reiatio potest esse sine essentia sibi es-
su n t necessariae, quia e t p er se sunt in Deo sentiali, n eque essentia sine suo term ino
e t ipsae essentialiter su n t D eus. D enique intrinseco e t sim pliciter necessario. Sed de
form aliter ac sufficienter id provenit ex his satis p ro huius loci occasione.
unione cum essentia p e r identitatem ; nam ,
cum quaelibet reiatio e t essentia sint in ter S ig n a d i s tin c tio n is r a tio n is
se om nino idem in re, neque essentia esse
potest a p arte rei sine qualibet relatione, ne­ 28. U ltim o ex dictis facile intelligi p ot­
que reiatio quaelibet sine essentia. U nde fit est quom odo distinctio rationis possit d i-
u t neque etiam una reiatio possit sine aliis gnosci e t ab aliis discem i. N am im prim is de
existere. Dices, hoc argum entum fundari in distinctione rationis ratiocinantis nulla est
illo principio Aristotelis, IV M etaph., text. difficultas, quia, cum haec n o n solum non
3 : Quae sunt eadem uni tertio, sunt eadem sit in re, sed neque etiam in ilia habeat
inter se, quod in T rin itate Jocum non ha­ fundam entum , faciliime cognoscetur; m axi­
b e t; alioqui n on solum inferretur unam re- m e cum neque etiam in ipsis conceptibus
lationem non passe esse sine alia, sed etiam obiectivis habeat form alem diversitatem , sed
esse aliam ; respondetur form aliter non fu n ­ solum quasi m aterialem p er repetitionem ,
dari in illo principio, sed vel in hoc quod ea vel com parationem eiusdem conceptus, quo,
quae sunt om nino idem in re non possunt cum unus sit, u t pluribus utim ur, sicut Aris­
ita in re separari u t u n u m sine alio existat, toteles dixit, V M etaph., c. 9, text. 16. D i­
vel certe in hoc quod essentia et reiatio di- stinctio autem rationis ratiocinatae im prim is
vina non utcum que su n t idem , sed ita ut requirit diversitatem aliquam form alem in
essentia sit de essentia relationis et reiatio conceptibus obiectivis, in quo differì ab al­
sit intrinsecus term inus essentiae; et ideo tera distinctione rationis ratiocinantis: cw»
¡Disputación séptima.— Sección I I _________________61

de razón raciocinante y conviene con las otras distinciones que se dan en la


realidad. Ahora bien, para considerar tal distinción como de razón, y no como
real, es suficiente que, sobre aquella distinción de conceptos, no se encuentre
ningún otro de los indicios dados para conocer la distinción modal o la real; pues
coto no se deben multiplicar sin motivo las distinciones, ni la sola distinción de
conceptos es suficiente para inferir la distinción real cuando a aquella distinción
de conceptos no se añade ninguna otra señal de mayor distinción, siempre debe
considerarse como distinción que se da en la razón y no en la realidad.
D e aquí infiero que cuantas veces conste de manera evidente que dos cosas
unida» y vinculadas en la realidad se distinguen en los conceptos objetivos de tal
suerte que en la realidad y en el individuo son absolutamente inseparables — ya
sea de manera mutua o no mutua, ya de potencia absoluta o por vía natural, ya
en cuanto al ser o en cuanto a la unión real que guardan entre sí—, entonces tene­
mos un argumento valioso y casi cierto de que no se da entre ellas distinción en acto
en la realidad, sino distinción de razón razonada. Se demuestra par lo dicho y, en
primer lugar, por inducción. Efectivamente, Pedro, hombre, animal y los demás
predicados, tal como en la realidad se encuentran en Pedro, no se distinguen
realmente. De manera análoga, en el caso del entendimiento, la razón superior y
la inferior, la sindéresis, la memoria y otros atributos semejantes no significan algo
distinto en la realidad, sino sólo con distinción de razón razonada; porque aquella
potencia es tal que comprende todas estas cosas en su concepto adecuado ; y tam­
poco son separables, en manera alguna, por la potencia absoluta de Dios, en cuanto
a la misma facultad o acto primero, si bien pueden separarse en cuanto a su uso.
En segurado lugar, por la razón apuntada; pues las cosas que son de tal natura­
leza no son, al parecer, inseparables —en ese sentido— por otra causa sino porque
en ía realidad tienen una única e indivisible esencia y entidad; de lo contrario,
¿cómo no podrían separarse, al menos por la potencia divina, principalmente en
el caso de las criaturas? Finalmente, porque allí no se da ningún indicio suficiente
de mayor distinción; luego debe pensarse que la distinción es de razón, siempre
que no resulte claro que se trata de una distinción mayor.

v en it autem in h o c cu m distinctionibus in actu in re, sed ratione ratiocinata. P ro b a tu r


re inventi». U t autem talis distinctio iudi- ex dictis, e t prim o in d u ctio n e; nam P e­
cetu r rationis e t n o n rei, satis est u t prae­ trus, hom o, animai, e t caetera praedicata,
te r illam distinctionem conceptuum , nullum p ro u t in re sunt in P etro, n o n distingm in-
inveniarur signum ex o m nibus positis ad di­ tu r ex n atura rei. Sim iliter in intellectu
stinctionem m odalem vel realem cognoscen- ratio superior e t inferior, synderesis, m e­
m oria, et similia attributa eius non signifi­
dam ; n am , cum distinctiones n o n sint m ul-
cant aliqua in re distincta, sed ratione tan ­
tiplicandae sine causa e t sola distinctio
tu m ratiocinata; quia illa potentia talis est
conceptuum n o n sufficiat a d inferendam di­
u t haec om nia in sua adacquata ratione
stinctionem rei, quandocum que cum illa di- com prehendat, nec sint in illa separabilia
stinctione conceptuum n o n adiungitur aliud ullo m odo etiam de potentia D ei absoluta,
signum m aioris distinctionis, iudicanda sem ­ quoad ipsam facultatem seu actum p rim um ,
p er est distinctio rationis et non rei. E x licet quoad usum possint separati. Secundo,
q u o infero, quandocum que certo constet ratione insinuata, quia, quae huiusm odi sunt;
aliqua d u o quae in re unita e t coniuneta no n alia de causa videntur ita inseparabilia
su n t, ita esse in conceptibus obiectivis di- nisi quia in re unam e t indivisibilem babent
stincta n t in re et in individuo sin t prorsus essentiam e t en titatem : alioqui cur saltern
inseparabilia, tam m u tu o quam no n m utuo, divina v irtute separati n o n possint, p rae-
e t tarn de potentia absoluta quam naturali- sertim in creaturis? D enique, quia ib i n u l­
ter, et tam quoad esse quam quoad realem lum est sufficieiìs signum m aioris distinc­
unionem in te r se, tu n c m agnum e t fere tio n is; ergo debet iu dicari illa distinctio
certum argum entum esse illa non distingui esse rationis, quam diu m aior n o n constitene.
62 Disputaciones metafísicas

SECCION III

M o d o s d e c o m p a r a c ió n d e l o id é n t ic o y l o d iv e r s o , y a e n t r e s í ,
YA CON RESPECTO AL ENTE

1. De lo idéntico y lo diverso trata Aristóteles en el lib. V de la Metafísicay


c. 9. Muchos autores incluyen entre las distintas pasiones del ente a ésta, de la que
antes hemos dicho — apoyándonos en Aristóteles, en el lib. X de la Metafísica,
texto 9, es. 5 y 6— que se halla comprendida bajo la unidad. Por tanto, al final
d e estas disputaciones acerca de la unidad y la multitud se deben hacer unas bre­
ves consideraciones en tom o a la identidad y la diversidad, más para explicar el
empleo de algunos términos en esta disciplina que para añadir una cuestión nueva,
pues todo lo que concierne a la doctrina ha quedado expuesto con lo dicho sobre
las unidades y las distinciones.
2. Así, pues, debe advertirse, en primer lugar, que idéntico puede decirse
de dos maneras: relativa y negativamente o —según prefieren otros— formal y
fundamentalmente. E n efecto, lo idéntico, tomado en sentido formal, parece im­
plicar relación, y en esto se distingue sobre todo de la unidad; sin embargo, en
sentido negativo se dice idéntico lo que no es diverso o distinto de otro; asf con­
siderado, casi no difiere de lo uno, a no ser porque k» uno dice negación de divisió'n
en sí, y lo idéntico, en cambio, expresa negación de división con respecto a sí
mismo o con respecto a aquello con lo cual se dice que es idéntico, según afirmó
Aristóteles en el lib. V de la Metafísica, c. 9, texto 16: la identidad es una cierta
unidad del mismo ser.
Lo explicamos con referencia al caso de la identidad por la que se dice que
alguno es idéntico a sí mismo. Si dicha identidad se considera relativa y formal­
mente, sólo expresa relación de razón, de acuerdo con lo que antes hemos afirmado,
apoyándonos en Aristóteles, aparte de que constituye una opinión cierta y común.
Efectivamente, no puede haber relación real de lo idéntico consigo mismo, ya que
es preciso que se dé verdadera oposición entre la relación y el término; pero tal
oposición no puede ser de lo idéntico consigo mismo; sin embargo, sólo se dice
que alguno sea idéntico a sí mismo en este sentido —formalmente— , es decir, que

S E C T IO I I I detur, in quo m axim e ab unitate distingui-


t u r ; negative autem dicitur idem quod n o n
QuOMODO IDEM ET DIVERSUM TUM INTER SB,
est ab aliquo diversum seu d istinctum ;
TUM AD ENS COMPARENTDR
quom odo fere nihil differì ab uno, nisi quod
1. D e eodem et diverso agit Aristoteles, u num dicit negationem divisionis in se,
V M etap h ., c. 9, e t m u lti hanc ponunt inter idem vero dicit negationem divisionis a se
distincias passiones entis, quam n o s supra seu ab eo cum quo ens idem esse dicitur
dixim us suh ünitate com prehendi sum itur- propter quod dixit Aristoteles, V M etaph.,
que ex Arisrotele, lib. X M etaph., rext. 9, c. 9, text. 16, idenlitatem unitatem esse
c. 5 et 6, et ideo in fine harum disputatio- guamdam ipsius esse. E t declaratur in ea
nu m de unitate e t m ultitudine pauca di- identitate qua aliquis dicitur esse idem sib i;
cenda sunt de' eodem et diverso, potius ad nam , si hoc relative sum atur e t form aliter,
explicandum usum p lu rium vocum in hac tam u m d i ä t relationem rationis, u t suxnitur
scientia quam ad re m novam ad d en d am ; ex Aristotele supra, e t est certa et com m u­
q uidquid enim ad rem spectat, in b is quae nis sententia, quia ciusdem ad seipsum non
de unitatibus et distinetjonibus dixim us, tra- potest esse relatio realis, quia oportet ve­
ditum est. rano esse oppositionem in ter relationem et
2. Prim o ig itu r ad vertendum est, idem term inim i, quae non potest esse eiusdem ad
duobus m odis dici posse, scilicet, relative seipsum ; tarnen hoc m odo seu form aliter
e t negative; seu (p ro u t alii loquuntur) for­ n o n dicetur aliquis idem sibi, id est, ad se
m aliter et fundam entaliter. Idem enim for­ referri tali relatione nisi quando p e r intel­
m aliter sum p tu m rclationem im portare vi- lectu al ita concipitur seu com paratur. At.
Disputación séptima.— Sección 111 63

se refiera a sí mismo por tal relación, cuando se concibe o compara mediante el


intelecto.
Ahora bien, de no existir alguna comparación o ficción intelectual de esta clase,
se dice que alguno es idéntico a si mismo en sentido fundamental o negativo por­
que no es diverso ni está dividido de sí mismo. En este segundo sentido, la iden­
tidad puede incluirse entre las pasiones del ente, aunque la relación a que más
arriba nos referíamos puede atribuirse, no sólo al ente verdadero, sino también
al ente ficticio, sin tener que limitarse al ente per se, sino extendiéndose a cual­
quier agregado de entes o a cualquier multitud y número, pues cualquier número
es. idéntico a sí mismo, de igual manera que lo uno o la unidad.
En un sentido distinto, Escoto dividió la identidad en absoluta y relativa,
según refieren Herveo, Quodl. IV, q. 2 ; Soncinas, lib. X Metaph., q. 3, y
lavellOj q, 7. Llama identidad absoluta a aquella en virtud de la cual se dice
que una cosa es idéntica a sí misma; porque, en este caso, no se implica refe­
rencia a otra cosa; en cambio, da el nombre de identidad relativa a aquella
merced a la cual se dice que una cosa es idéntica a otra. Y pretende Escoto, se­
gún los citados autores, que estas dos clases de identidad son realmente distintas,
y le atacan en este punto. Y, ciertamente, si la identidad relativa se con­
sidera entre cosas que se distinguen sólo con distinción de razón razonada
—por ejemplo, hombre y Pedro—, la desaprobación de tal. opinión es justa;
porque la identidad de Pedro consigo mismo, con hombre y con animal no
difieren en la realidad sino como mayor y menor según la razón; en otro caso,
sería necesario que los mismos extremos se distinguiesen en la realidad. Mas si
la identidad relativa se considera entre cosas realmente distintas, y se compara
la identidad por la que Pedro es idéntico a sí mismo con aquella otra por la
que es idéntico a Pablo, entonces puede decirse que son identidades realmente
diversas, ya que una de ellas se da en la realidad y la otra en la razón. Pero
no hay que preocuparse de los nombres, cuando la cuestión es clara.
3. En segundo lugar, debe observarse que, como dice Aristóteles en el texto
antes citado, la identidad ,unas veces se considera en la cosa tomada en sí misma
o con respecto a si misma, y otras se considera en muchas cosas comparadas
entre sí, o en una cosa comparada con otra. D el primer modo, se dice que Pedro

vero sine ulla huiusmodi comparatione vel illum impugnant. Et quidem si identitas
fictionc in’ellectus dicitur aliquis idem sibi respectiva sumatur inter res tantum ratione
fundamentaliter seu negative, quia non est ratiocinata distinctas, ut sunt homo et Pe­
a seipso diversus seu divisus. Atque hoc trus, merito improbatur illa sententia, quia
posteriori modo potest identitas inter passio- identitas Petti ad seipsum vel ad hominem,
nes entis numerari, quamvis illa negatio, aut animai, non differunt re, sed ut maior
Ut supra dicebamus, non soli enti vero sed et minor secundum rationem; alias opor-
etiam fiero attribuì possit, neque soli enti teret extrema ipsa in re distingui; si autem
per se, sed etiam cuilibet aggregato entium identitas respectiva sumatur in.ter res reali-
seu muldtudmi ac numero; quiliber enim ter distinctas, et sic comparetur identitas,
numerus est idem sibi, sicut unum vel uni- qua Petrus est idem sibi vel qua est idem
tas. Alto senso distinxit Scotus identitatem Paulo, sic possunt dici identitates reipsa di-
in absolutam et relativam, prout referunt versae, cum altera sit rei, altera rationis; de
Hervaeus, Quodl. IV, q. 2; et Soncin., nominibus autem curandum non est, cum
X Metaph., q. 3; Iavell., q. 7; absolutam res constet.
identitatem vocat qua una res dicitur idem 3. Secundo observandum est ex Aristo­
sibi, quia ibi non implicatur respectus ad tele supra, identitatem aliquando conside­
aliam rem; relativam vero identitatem vo­ rar! in aliqua re in seipsa, seu respectu sui
cat, qua una res dicitur eadem alteri. Et has ipsius; aliquando vero in multis inter se
duas ìaentitates vult Scotus, ut dicti aucto- collatis, seu in una re cum alia comparata.
res referunt, esse reipsa distinctas et in hoc Priori modo dicitur Petrus idem numero
64 Disputaciones metafísicas

es numéricamente idéntico a sí mismo; del segundo modo, se identifica especí­


ficamente con Pablo o genéricamente con león. En este sentido dijo Aristóteles,
en el lib. V de la Metafísica, e. 9, que son idénticas aquellas cosas que tienen
alguna unidad, ya en el género, ya en la especie, ya en alguna razón análoga.
La primera identidad, considerada en cuanto a la negación o fundamento, es iden­
tidad absoluta, como también la unidad, puesto que es identidad real; en cambio,
la segunda —la identidad relativa— es identidad sólo en algún aspecto, porque
la relación de identidad consigo mismo no es real, sino de razórt-
Por el contrario, ¡a identidad de varias cosas distintas en una razón
común (pues hablamos del orden creado, por omitir la identidad de las tres
divinas Personas en una sola esencia numérica) es, en cuanto al fundamento y
en cuanto a la negación de división, sólo identidad en algún aspecto; o, más
bien, es una cierta semejanza, ya que solamente es unidad de razón, como se
ha mostrado más arriba; pero, en lo que atañe a la relación de identidad, se
considera que es identidad en sentido estricto, ya que esta relación, por darse
entre cosas distintas, es real según el concepto común de relación, del que trata­
remos después.
Lo dicho tiene un alcance general en lo qué concierne a la doctrina; pero,
en lo referente a las palabras con que se expresa, debe observarse que esta con­
veniencia de varias cosas en una razón común ha mantenido, por adaptación del
uso y como por antonomasia, el nombre de identidad, absolutamente hablando,
cuando se aplica a las sustancias; en cambio, cuando se trata de cualidades se
llama semejanza, y cuando se refiere a la cantidad se llama igualdad —aunque
esta palabra no sólo significa conveniencia en la razón esencial, sino también
en la magnitud— ; mas, en todos estos casos, así como es idéntico el modo de
unidad, así también lo es la razón formal de identidad, y, de igual manera, todas
estas cosas están comprendidas bajo lo idéntico y lo diverso, en cuanto se toman
trascendentalmente y se atribuyen al ente.
4. Hay tantos géneros de identidad como de distinción.— En tercer lugar,
debe observarse que, pues lo idéntico se dice por negación de división, ya con
respecto a sí mismo —cuando uno se dice idéntico a sí mismo— , ya entre dos

s e c u m . P o s te r io r i a u te m m o d o e s t id e m s p e ­ c o m m u n e m c o n c e p tu m d e r e la tio n ib u s , d e
c ie cu m . P a u lo , v e l íd e m g e n e r e c u m le o n e . q u o in f r a v id e b im u s . E t h a e c q u id e m , q u o d
E t h o c m o d o d ix it A ris tó te le s , V M e ta p h ., a d r e m s p e c ta t, g e n e r a b a s u n t ; q u o d a u ­
c . 9 , e a d e m e s s e q u a e i n a liq u o u n u m s u n t, te m p e r t i n e t a d u s u m v o c u m , e s t o b s e r v a n -
v e l i n g e n e r e , v e l i n s p e c ie , v e l i n a liq u a d u m c o n v e n i e n tia m h a n e p l u r ì u m r e r u m i n
r a tio n e a n a lo g a . P r i o r i d e n tita s , si q u o a d r a tio n e c o m m u n i in s u b s ta n tiis r e tin u is s e
n e g a tio n e m v e l f u n d a m e n tu m c o n s id e re tu r , n o m e n i d e n tita tis , s im p b c ite r lo q u e n d o , e x
e s t id e n tita s s im p lic ite r , s ic u t e t im ita s , q u ia a c c o m m o d a lio n e u s u s e t q u a s i p e r a n to n o -
e s t i d e n tita s r e a l i s ; i n r a tio n e a u te m r e ­ m a s i a m ; i n q u a lita tib u s v e r o v o c a r i s im ili-
s p e c tiv a e s t t a n t u m s e c u n d u m q u id , q u ia r e - t u d in e m , i n q u a n t i t a t e v e r o v o c a r i a e q u a -
la tio id e n tita tis a d s e ip s u m n o n e s t re a lis , lita te m , q u a m v is h a e c v o x n o n t a n t u m s ig -
s e d r a tio n is . E c o n t r a r i o v e r o id e n tita s p i u - n ific e t c o n v e n ie n tia m i n e s s e n tia b r a tio n e ,
r i u m d is tin c ta r u m r e r u m i n r a tio n e c o m m u ­ s e d e tia m i n m a g n i t u d i n e ; i n h is t a m e n
n i ( d e c r e a t u r is e n im l o q u im u r , u t o m itta - o m n ib u s s ic u t e s t id e m m o d u s u n it a t i s , ita
m u s i d e n tita te m t r i u m p e r s o n a r u m d iv in a ­ e tia m e t e ad em , r a t i o f o r m a lis id e n t i t a t i s , e t
r í a n in im a n u m e r o e s s e n tia ) q u o a d f u n d a ­ ita h a e c o m n ia c o m p r e h e n d u n t u r s u b e o d e m
m e n t u m e t q u o a d n e g a t io n e m d m s io n is , e t d iv e r s o p r o u t t r a n s c e n d e n ta lite r s u m u n -
e s t t a n t u m id e n tita s s e c u n d u m q u id , v e j t u r e t e n ti a ttrib u u n tu r .
p o tiu s e s t s im ilitu d o q n a e d a m , q u ia s o lu m 4. Quot distinctioms, tot identitatis ge­
e s t u n i t a s r a tio n is , u t s u p r a o s te n s u m e s t ; nera.— T e r t i o o b s e r v a n d u m e s t, c u m id e m
q u o a d re la tio n e m v e ro id e n tita tis c e n s e tu i d i c a t u r p e r n e g a t io n e m d iv isio n .is, v e l a se
h a e c id e n tita s s im p lic ite r, q u ia re la tio h a e c , ip s o , s i u n u s d i c a t u r id e m s ib i, v e l i n t e r
c u m s i t i n t e r r e s d is tin c ta s , re a lis e s t iu x ta a liq u a d u o , si illa d i c a n t u r e s s e id e m , q u o t
Disputación séptima.— Sección I I I ___________________________________________ 65

cosas —si se dice de ellas que se identifican— cuantos son los modos de divi­
sión ó distinción, tantos pueden ser los modos de identidad, según el principio:
D e cuantos modos se dice uno de los opuestos, de tantos otros puede decirse
también el otro. De ahí se deduce que puede darse identidad real, modal
o de razón razonada; porque, de razón raciocinante, nada existe que no pueda
ser distinto de sí mismo, si se compara consigo en algún aspecto; pues, si de
ningún modo es concebido como varios, de ningún modo podrá ser algunas
cosas, sino solamente alguna; por lo que Aristóteles afirma, en el lugar citado,
que la identidad es una cierta unidad, bien de varios, bien de uno tomado como
varios.
Sin embargo, algunas cosas se identifican real y modalmente, pero no con
identidad de razón; otras pueden identificarse en la realidad, pero no en el modo;
otras, por último, no se identifican en manera alguna según la realidad, sino
sólo según la razón. Sobre esta base se comprende, en primer lugar, de qué
manera se oponen entre si lo idéntico y lo diverso: en efecto, se oponen prime­
ramente con respecto a lo idéntico, y no con respecto a lo diverso, ya que se
oponen a modo de relativos. Después se oponen como comparados con el mismo
género de distinción o división. Porque la negación no se opondrá a la afirma­
ción, a no ser que verse sobre lo idéntico en cuanto tal; pero estas cosas se
oponen en tanto en cuanto una incluye la negación de la otra; así, pues, ser
idéntico en la realidad excluye el ser realmente diverso, pero no excluye, en
cambio, el ser diverso con diversidad modal o de razón. Por el contrario, ser
idéntico con identidad de razón no excluye el ser realmente distinto o diverso,
porque la razón, de igual manera que establece distinciones con los conceptos
entre cosas que en la realidad son idénticas, así también —a la inversa— une en
el concepto cosas que en la realidad son diversas, como se patentiza por lo dicho
antes sobre la unidad del universal.
5. Se puede objetar que, aunque no toda identidad suponga negación de
toda diversidad, parece que una mayor identidad lleva consigo una negación de
mayor diversidad, de tal suerte que, siendo algunas cosas modalmente idénticas,
no sólo se infiere que no son diversas modalmente, sino también que no lo son

sunt modi divisionis seu distinctionis, tot tivorum. Deinde opponuntur comparata ad
posse esse modos identitatis, iuxta illud: idem genus distinctionis seu divisionis. Quia
Quot modis dicitur unum oppositorum,, tot negatio non erit opposita affirmationi, nisi
potest did et reliquum. Unde fit aBqua sit de eodem secundum idem; haec autem
esse posse idem re, et modo, et ratione in tantum opponuntur, in quantum unmn
ratiodnata; nam ratione ratiocinante, nihil includit negationem alterius; igitur esse
est quod non possit a seipso distingui, si idem re excludit esse diversum realiter, non
aiiauo modo ad se comparetur: nam si tamen esse diversum modaliter vel ratione.
nuUo modo ut plura condpiatur, iam nullo Et e converso, esse idem ratione non exclu­
modo erit aliqua, sed aliquid tantum, unde dit esse realiter distinctum seu diversum,
Aristoteies, citato loco ait identitatem esse quia ratio, sicut distinguit conceptibus quae
uniiaiem quamdam out plurium out cum in re sunt idem, ita e contra unit coneeptu
quis mm ut pluribus utitur. Aliqua vero quae in re sunt diversa, ut patet ex dictis
sunt idem re et modo, non tamen ratione; supra de unitate universali.
alia possunt esse idem secundum rem, non 5. Quod si obiicias, quia, licet non omnis
tamen secundum modum; alia denique nul­ identitas inferat negationem omnis diversi-
lo modo sunt idem secundum rem, sed tan­ tatis, tamen maior identitas videtur
tum secundum rationem. Atque hinc intelli- inferre negationem maioris diversitatis,
gitur primo, quomodo idem et diversum in­ ut, si aliqua sunt idem modaliter, non
ter se opponantur; opponuntur enim impri­ solum infertur non esse diversa modaliter
mis respectu eiusdem, non respectu diver- sed etiam non esse diversa realiter; sed
sorum; quia opponuntur ad modum rela- identitas rationis videtur esse maxima; ergo
5
66 Disputaciones metafísicas
realmente; mas la identidad de razón es, al parecer, la máxima; luego de ella
se infieren rectamente la identidad modal y la real.
Se responde: hay equivocidad en la identidad de razón, pues ella no es siem­
pre la máxima; hay, en efecto, una cierta identidad de razón, no creada, sino
únicamente concebida por la razón; esa identidad es la máxima porque supone,
no sólo actual negación de distinción en la realidad, sino también negación de
fundamento o de distinción virtual; en cambio, hay otra identidad de razón, que
la razón crea, y que no es la máxima, antes bien es identidad únicamente en
algún aspecto, ya que no supone en la cosa identidad absoluta, sino sólo funda­
mento de semejanza o conveniencia; por tanto, esta unidad no excluye la diver­
sidad absoluta o según la realidad.
6 . E n qué consisten la distinción, la diferencia y la diversidad, y cómo se
cmnparan entre sí.—* En este punto, sin embargo, conviene estar prevenido contra
el sentido equívoco de los términos distinción, diferencia y diversidad; pues dice
Aristóteles, en el lib. V de la Metafísica, c. 9 ; y en el lib. X, c. 5, que no es
lo mismo diferir que ser diverso. Efectivamente, se dice que difieren las cosas
que convienen en algo y en algo se distinguen; en cambio, se fiama diversas a
aquellas cosas que no convienen en nada; parece, por tanto, que la diversidad es
algo superior a la diferencia, como afirma el mismo Aristóteles, lib. IV, c. 2.
Aquí se toma la diversidad en esta significación amplia, y la distinción se con­
sidera también en el mismo sentido que la diversidad. Aunque en otra acepción
—y bastante usada—, la distinción parece expresar únicamente negación de iden­
tidad real; sin embargo; la diversidad añade también —al parecer— negación de
semejanza y conveniencia; de esta manera, se dice que una imagen es distinta
de otra, aunque sean semejantes entre sí. En cambio, cuando una cosa se dice
diversa, parece que con ello se indica, no sólo distinción, sino también deseme­
janza o menor perfección. Pero todo esto sólo se refiere —según hemos dicho—
a la significación de los términos por adaptación del uso, pues la doctrina es
suficientemente clara.
Por consiguiente, para que lo idéntico y lo diverso se opongan, deben ser
considerados proporcionalmente y con respecto a lo mismo; en este sentido, im­
plican una oposición inmediata, como la que se da entre uno y muchos, de acuerdo

recte ex illa in ferrar identitas m odalis et cuntur quae in aliquo conveniunt et in alio
realis. R espondetur esse aequivocationem in distinguuntur; esse autem diversa dicuntur
identitate rationis, n o n enim illa setnper etiam ilia, quae in nullo conveniunt; unde
est m axim a ; est enim quaedam identitas esse diversum videtur esse quid superius
rationis quam n on facit sed solum concipit ad differre, ut idem Aristoteles dicit, lib. IV,
ratio; et haec est m axim a, quia supponit Don c. 2. Et in hac latitudine sumitur hic esse
solum actualem negationem distinctionis in diversum; esse autem distinctum, pro eo-
re, sed etiam negadonem fondam enti seu dem etiam sumitur quod esse diversum;
virtualis d istinctionis; alia vero est identi­ quamvis in alia acceptione et satis usitata,
tas rationis quam conficit ratio, et haec non esse distinctum solum videtur dicere nega­
est m axim a; im m o est tan tu m secundum tionem identitatis realis; esse autem diver­
quid, quia n o n supponit in re identitatem sum, addere etiam videtur negationem simi-
sim pliciter, sed solum fundam entum sim ili- litudinis et convenientiae, ut una imago dici-
tudinis vel convenientiae, e t ideo haec uni- tur distincta ab alia, quantumvis inter se
tas n on excludit diversitatem sim pliciter seu similes sint; cum tamen diversa dicitur, non
secundum rem . solum hoc significari videtur, sed etiam quod
6. Distingui, differre, et esse diversum, sit dissimilis vel minus perfects. Sed haec,
quid sint, et quàliter inter se comparentur
Hic vero cavere oportet aequivocationem
.— ut dixi, solum spectant ad significationem
vocum ex accommodatione usus, nam de re
horum terminorum, distingui, differre, et satis constat. Igitur, ut idem et diversum
esse diversum; ait enim Aristoteh, V Me- opponantur, cum proportione sumenda sunt
taph., c. 9, lib. X , c. 5, non esse idem et respectu eiusdem, et hoc modo immedia-
differre et esse diversa; -nam differre di- tam includunt oppositionem, sicut unum et
Disputación séptima.—Sección III 67

con lo que Aristóteles dijo en el lib. IV de la Metafísica, c. 2, porque uno incluye


la negación del otro.
7. Y con esto también queda claro el modo según el cual todo ente es
idéntico o diverso, como Aristóteles sostiene expresamente en el lib. X de la
Metafísica, c. 5, sobre lo cual hace muchas consideraciones Soncinas, en el mismo
lugar, q. 5 y 6 ; lavello lo trata en q. 7 y 8 ; pero esta cuestión es fácil. Pues,
si tales cosas se toman relativamente, no es preciso que convengan a todo ente,
ya que ni la relación de razón es necesaria — como resulta evidente de suyo— ,
ni siempre un ente requiere otro al que esté realmente referido con una relación
real de identidad o diversidad, como es manifiesto en el caso de D ios; porque,
en la criatura, como depende esencialmente de Dios, siempre habrá relación real
de diversidad o distinción, si tal relación es real.
Mas si hablamos —como verdaderamente es preciso hablar— de identidad
fundamental o negativa, o con respecto a cosas diversas, todo ente es idéntico
a sí mismo y diverso de cualquier otro, ya existente, ya posible, ya también
ficticio o imaginario; porque de cualquiera de éstos puede negarse; en este sen­
tido, muchos afirman que dgo es pasión del ente, ya que significa únicamente
división de cualquier otro. En cambio, con respecto a uno mismo, todo ente es
idéntico o diverso de aquél, si se toman proporcionalmente; pues de esta manera
implican contradicción. Ocurre lo contrario cuando varían los modos de iden­
tidad o diversidad, como consta suficientemente por lo dicho.
Se dirá: hombre y animal no son idénticos ni diversos, porque, ni son del
mismo género o especie, ni de especies diversas, ya que no convienen en la
última diferencia —y, por tanto, no pueden ser de la misma especie— ni tienen
últimas diferencias opuestas, en virtud de las cuales puedan diferir específica­
mente. Se responde: referidas a una misma cosa, la identidad y la diversidad
se oponen de manera inmediata si se toman como cosas opuestas negativa o
privativamente, pero no si se consideran cuasi contrariamente; así, en el caso pro­
puesto, si ser específicamente diverso se toma sólo en sentido negativo, entonces
puede decirse que el género y la especie —animal y hombre—■son diversos en
la especie última, porque no se constituyen por la misma última diferencia;

multa, ut Aristoteles dixit, IV Metaph., c. 2, quid esse passionem entis, quia solum
quia unum includit negationem alterius. significat divisionem a quolihet alio. At
7. Atque hinc etiam constat, quomodo vero respectu eiusdem, omne ens est
omne ens sit idem aut diversum, ut expres­ idem vel diversum ab ilio, si proportionate
se ait Aristot., lib. X Metaph., c. 5, de sumantur, sic enim includunt contradic-
quo multa Sonc., ibi, q. 5 et 6; Iavell., tionem; secus vera si varientur modi iden­
q. 7 et 8; sed est res facilis. Nam, si haec titatis et diversitatis, ut ex dictis satis con­
sumantur relative, non oportet convenire stat. Dices: homo et animal nec sunt idem,
Omni enti, quia nec relatio rationis necessa­ ncque diversa, quia neque sunt eiusdem
ria est, ut per se constat, nec semper unum generis aut speciei, neque diversae, quia nec
ens requirit aliud ad quod realiter referatur
convcniunt in differentia ultima, et sic non
relatione reali identitatis vel diversitatis, ut
possunt esse eiusdem speciei, nec habent
patet in Deo; nam in creatura, quia essen-
tialiter dependet a Deo, semper erit relatio differentias ultimas oppositas ut possint dif-
realis diversitatis seu distinctionis, si talis ferre specie. Respondetur idem et diver­
relatio realis est. Si autem loquamur (ut sum respectu eiusdem opponi immediate,
vere loqui oportet) de identitate fundamen­ si sumantur ut negative vel privative oppo­
tal!, seu negativa, seu respectu diversorum, sta, non vero quasi contrarie; ut in pro­
omne ens est idem sibi et est diversum a posito, si esse diversum in specie sumatur
quolibet alio, vel esistente, vel possibili, quasi negative tantum, genus et species, seu
vel etiam ab ente fiero, vel imaginario, homo et animai dici possunt diversa in spe­
quia de quolibet horum negati potest, cie ultima, quia non constituuntur eadem
iuxta quem sensum dicunt multi ali- differentia ultima. Si autem diversum in
68 Disputaciones metafísicas
inas, si lo específicamente diverso se toma en sentido cuasi positivo y contrario, ni
se identifican ni difieren específicamente; y, en una proporción semejante, no
son idénticos ni diversos genéricamente, sino que, de manera negativa, no con­
vienen inmediatamente en el mismo género, y así puede decirse que no son del
mismo género.
Cuando se dice, pues, que estas cosas se oponen de manera inmediata, el
segundo de los extremos debe tomarse negativamente. Por ello, se estima tam­
bién que ser opuesto a otro es una pasión del ente, no ciertamente con oposición
relativa —que exija a ambos extremos—, sino con oposición fundamental, en
cuanto todo ente tiene en sí alguna razón, diferencia o esencia, que excluye
de sí a toda otra que se le oponga o le repugne.
Ahora bien, esto debe entenderse, ya de la oposición tomada en sentido
amplio —en cuanto incluye, no sólo los cuatro géneros establecidos por Aris­
tóteles en Predicamentos y en el lib. X de la Metafísica, sino también cual­
quier repugnancia—■, ya de un fundamento de oposición que baste, al menos, para
que se dé contradicción con respecto a cualquier otro; de esta manera, el nom­
bre de oposición no expresa nada más que lo significado por el de diversidad.
Con lo dicho, queda suficientemente explicada esta propiedad del ente.
8 . Exposición de un principio aristotélico.— Por último, de lo dicho puede
deducirse el sentido en que cabe entender aquel principio establecido por Aris­
tóteles en el lib. IV de la Metafísica: Cualesquiera cosas idénticas a una tercera
son idénticas entre sí. Debe entenderse proporcionamiente, ya que, si las cosas
son realmente idénticas a una tercera, también serán realmente idénticas entre
s£, aun cuando puedan ser diversas según la razón; en cambio, si fuesen idén­
ticas con identidad real y de razón, con respecto a una tercera, del mismo modo
serían idénticas entre sí.
Este principio tiene un valor absoluto en las criaturas y en las cosas finitas,
pero en la realidad infinita —la esencia divina—• no se verifica tal principio,
absolutamente hablando, porque, a causa de la infinitud de esa realidad, es posi­
ble que se identifique con relaciones opuestas, las cuales, en virtud de su oposi-
sición, no pueden identificarse entre si, sino sólo en la esencia; pero de esto trata­
remos en otro lugar.

specie sumatur quasi positive et contrarie» nihil amplius nomine oppositionis, quam
sic nec sunt idem in specie, nec differunt nomine diversitatis explicatur. Et ita satis
specie; et simili proportione, nec sunt idem est dedarata haec proprietas entis.
genere nec diversa, sed negative, non con­ 8. Expositio pronuntiati aristotelici.—
venirmi immediate in eodem genere et ita Ultimo potest ex dictis colligi, quomodo sit
dici possunt non eiusdem generis. Cum ir.telligendum illud axioma quod Aristote-
ergo haec dicuntur immediate opposita, ne­ les posuit IV Metaph.: Quaecumque sunt
gative sumendum est alterum extremum. eadem urn terrier, sunt cadem inter se; in-
Hinc etiam esse oppositum alteri existima- telligendum est enim cum proportione, nam
tur esse passio entis, non quidem oppositione si sunt eadem re uni tertio, simili modo
relativa quae requirat utrumque extremum, erunt eadem re inter se, poterunt autem
sed oppositione fundamentali quatenus ora­ esse ratione diversa; si autem re et ratione
ne ens habet in se aliquam rationem, dif-
ferentiam, seu essentiam, quae ab ipso ex- sint uni tertio eadem, erunt eodem modo
cludit omnem aliam oppositam, seu repug- eadem inter se. Sed hoc principium in crea-
nantem. Sed hoc intclligendum est, vel de turis, et in rebus finitis simpliciter tenet;
oppositione late sumpta, ut includa, non so­ in re autem infinita, qualis est divina es­
lum quatuor genera posita ab Aristotele in sentia, non verificatur ilia maxima absolute
Praedicam. et V ac X lib. Metaph., sed loquendo, quia propter suam infmitatem pot­
etiam quaelibet repugnantia; vel certe in- est esse idem telationibus oppositis quae
telligi pbtest de fundamento oppositionis, propter oppositionem inter se idem esse non
quod saltern ad contradictionem sufficiat possunt nisi tantum in essentia; de quo
respectu alterius cuiuscumque, et hoc modo alias.
DISPUTACION VIII

I.A VERDAD O LO VERDADERO, PASIÓN DEL ENTE

R E S U M E N
- La disputación se abre con una amplia introducción; puede considerarse
dividida en las tres partes siguientes:
I. La verdad lógica: su existencia (Sec. 1) y naturaleza (Sec. 2). En qué acto
— simple aprehensión o juido— y en qué jundón — especulativa o práctica—
del entendimiento se encuentra más propiamente (Sec. 3-5), y si se da en la
ccmposidón de igual modo que en la división (Sec. 6).
II. La verdad trascendental: su existencia y esencia; en qué sentido es atri­
buto del ente (Sec. 7).
III. Orden en que la verdad se predica analógicamente de las cosas y del
entendimiento (Sec. 8).

SECCIÓN I

Es derto que la verdad se encuentra en el intelecto que compone o divide (1).


Pero hay una opinión que sostiene lo contrario y afirma que la verdad existe
en la cosa conocida (2). Dando las nodones de verdad compleja y de verdad de
significadón (3), se demuestra con varias razones que la verdad consiste en la
conformidad del juido con la cosa ccmodda (3-5) y se desvirtúan los argumen­
tos de la opinión citada (6-9).

SECCIÓN II

En tomo a la naturaleza de la verdad lógica hay venias opiniones: para unos,


es algo real y absoluto (1-2); para otros, es sólo una reladón — real o de ra­
zón— (3-4). La cuestión se resuelve afirmando que la verdad no añade al acto
verdadero nada re d (5-6), ni tampoco una relación (7-8), sino sólo una con­
notación de objeto (9-11), implicando la representadón cognosdtiva de dicho
objeto (12). Ello permite califica• la primera opinión (13) y responder a sus
argumentos (14-17), como también a los de la segunda (18-20).

SECCIÓN III

Es la más importante de esta primera parte de la disputación; expuesta (1)


y fundamentada la opinión según la cual la verdad se halla únicamente en la
composidón y división intelectual (2-4), se hace lo mismo con aquella otra
que admite verdad también en los conceptos simples (5-6). Tomando la parte
de certeza que cada una de esas opiniones enderra (7-8), se centra la dificul-
70 Disputaciones metafísicas
tad en la explicación del modo según él cual la verdad conviene especialmente
a la composición (9-11), se examinan diferentes interpretaciones de la doctrina
de Santo Tomás sobre este punto (12-17), y, fijando la verdadera posición de
Santo Tomás, se resuelve, de acuerdo con ella, el problema, afirmando que la
verdad se atribuye de manera especial a la composición y división porque sólo
en esa operación conoce el entendimiento “en acto ejercido” aquello en que
consiste la verdad (18). Con la refutación de los argumentos contrarios se cierra
esta Sección (19).

SECCIÓN ' IV

El problema se plantea a propósito de un texto de Santo Tomás (1); pero,


limitada la consideración a la verdad lógica, se afirma que existe esencialmente
en el entendimiento que conoce en acto (2-3). Una nueva duda sobre si la
verdad lógica se encuentra en la noción aprehensiva o también en la indica­
tiva (4) se resuelve estableciendo que dicha verdad se da propiamente en el
juicio, y en los demás actos intelectuales sólo por participación (5-8).

SECCIÓN v
A las razones que parecen probar que la verdad lógica sólo existe en el inte­
lecto especulativo se responde demostrando que existe también en el práctico (1-3).
Se resuelve una objeción referente a la ciencia divina (4-6).

SECCIÓN vi
Planteada la cuestión de si la verdad se encuentra en la composición más
propiamente que en la división (1), se resuelve en sentido negativo (2) y se res­
ponde al argumento opuesto (3). ,

SECCIÓN VII
En oposición a los argumentos que parecen demostrar lo contrario (1-3),
se establece de manera tajante la existencia de la verdad trascendental (4). Pa­
sando a investigar su esencia, se ofrecen varias opiniones: según la primera, la
verdad trascendental es una propiedad real y absoluta (5); rechazada tal opi­
nión (6-8), se examina una segunda: la verdad añade al ente una relación de
conformidad con él entendimiento (9), y es también refutada con abundancia
de argumentos (10-16). La tercera opinión — que la verdad trascendental sólo
añade al ente una negación— 1 parece verosímil (17), pero su novedad aconseja
no admitirla (18). Expuesta, razonada y criticada la cuarta opinión, según la cuál
la verdad trascendental es sólo una denominación extrínseca (19-23), se llega a
la solución: la verdad trascendental expresa intrínsecamente la entidad real de
la cosa verdadera (24), connota él conocimiento a que tal entidad se adecúa (25)
y puede explicarse de varias maneras (26-27). Dicha verdad se refiere esencial
y primariamente ál entendimiento divino (28) y secundariamente al intelecto
creado (29). La verdad en general tiene sentido diferente según se trate de Dios
o de las criaturas (30-31). Con la respuesta a unas objeciones (32-34), la fijación
del sentido en que son verdaderos los entes creados y el increado (35), y en
que la verdad es pasión del ente (36), y con la explicación de una frase de Aris­
tóteles (37) se cierra la Sección.
Disputación octava 71

SECCIÓN VIII

Tras una somera indicación de las razones en pro y en contra de que la


verdad lógica es el analogado principal de “verdad” (1), se exponen con más
detalle y se refutan las opiniones a este resptecto: la primera sostiene que la
verdad se dice primariamente del conocimiento y en segundo lugar de las co­
sas (2); la segunda distingue una doble denominación de verdad en las cosas,
según que midan al conocimiento o estén medidas por él (3-4); la tercera dis­
tingue entre el origen primero del término “verdad” y su significado real (5-6).
Haciendo nuevas consideraciones sobre la verdad del juicio (7-8), sobre el sig­
nificado primitivo (9-10) y traslaticio de la palabra “verdad” (11), se llega a
la conclusión de que la analogía de “verdad” no es de atribución, sino de pro­
porcionalidad (12-13), con lo que se responde a los motivos de duda expuestos
al principio de la disputación (14).
DISPUTACION Vili

LA VERDAD O LO VERDADERO, PASIÓN DEL ENTE

Plan de la disputación.— Al estudio de la unidad sigue el tratamiento de la


verdad, que goza de prioridad racional sobre la bondad y, entre las propiedades
del ente, ocupa el segundo lugar, a continuación de la unidad, según hemos
visto anteriormente; pues, de igual manera que el entendimiento tiene prioridad
potencial con respecto a la voluntad, así también la verdad, que dice relación
al entendimiento, es anterior —con prioridad de razón— a la bondad, la cual
pertenece a la voluntad. Tanto más cuanto que la bondad.dé cada cosa se funda,
en cierto modo, en la verdad; efectivamente, ninguna cosa puede ser buena en
su especie, si antes no es entendida como verdadera en esa misma especie; así,
no se da oro bueno, o buena salud, si no son verdadero oro o salud verdadera,
porque la salud ficticia no puede considerarse buena, como tampoco es honesta
la virtud ficticia, antes al contrario, para ser honesta necesariamente ha de ser
verdadera.
Así, pues, y basándonos en los motivos indicados, establecemos ahora la dispu­
tación acerca de la verdad, cometido principalísimo de nuestra disciplina, según
enseñó Aristóteles en el lib. II de su Metafísica, texto 3, donde dice que esta
ciencia es eminentemente considerativa de la verdad, afirmación que puede enten­
derse, no sólo de la verdad “en acto ejercido” —por así decirlo— , sino tam­
bién de la verdad “en acto signado” .
Debe advertirse; en efecto, que cabe una doble consideración de la verdad:
la primera, que puede llamarse cuasi-material, o “en acto ejercido”, se lleva a
cabo conociendo las cosas y sus propiedades, tal como están en la realidad; en
este sentido, contemplan o demuestran la verdad todas las ciencias, incluso las
D IS P U T A T IC I V i l i n is i s i t v e r u m a u r u m a c s a n ita s v e r a ; n a m
fic ta s a n ita s b o n a e x is tim a r i n o n p o te s t , si-
D e v e sit a t e s e u vero , quod e s t
c u t n e q u e fic ta v ir t u s h o n e s ta e s t ; s e d , u t
PASSIO ENTIS
h o n e s ta s it, v e r a m e s s e n e c e s s e e s t. H i s ig i-
Ordo disputationis.— P o s t c o n s id e r a tio n e m t u r d e c a u s is h o c lo c o d is p u t a t i o n e m d e
d e im ita te , s e q u i t u r d is p u t a n o d e v e iita te , v e r i t a t e i n s titu im u s , q u o d a d h a n c s c ie n -
q u a e r a tio n e p r i o r e s t b o n ita te e t i n t e r p a s - tia m m a x im e p e r t i n e r e d o c u i t A r is to te l.,
s io n e s e n tis s e c u n d u m lo c u m p o s t u n ita te m I I M e ta p h ., te x t. 3 , u b i d i c i t hanc scien-
o b t i n e t , u t i n s u p e r io r ib u s v is u m e s t ; n a m , tiam maxime esse veritalis contemplatricem,
s ic u t in te lle c tu s p r i o r e s t p o te n tia q u a m v o ­ q u o d n o n s o lu m d e v e r ita te ( u t ita d ic a m )
lu n ta s , i t a e d a m v e r u m , q u o d re s p e c tu m in a c t u e x e r c ito , s e d e tia m i n a c t u s ig n a to
d ic it a d in te lle c tu m , p r i u s r a tio n e e s t q u a m in te llig i p o te s t . E s t e n im c o n s id e r a n d u m
b o n u m , q u o d a d v o lu n ta te m p e r tin e t. E o d u p lic e m e ss e p o s s e v e r ita tis c o n te m p la t io -
v e l m a x im e q u o d b o n ita s u n iu s c u i u s q u e r e i n e m ; p r i o r d i d p o t e s t q u a s i m a te r ia lis s e u
q u o d a m m o d o i n v e n t a t e f u n d a t u r : n u lla i n a c tu e x e r c ito , q u a e f it c o g n o s c e n d o r e s
e n im re s e ss e p o te s t in s u a sp e c ie b o n a , e t p r o p r ie t a te s e a r u m , p r o u t a p a r t e r e i
n is i p r iu s i n e a d e m v e r a in t e l l i g a t u r ; n o n i n s u n t ; e t h o c m o d o o m n e s s c ie n tia e , e tia m
e n im e s t b o n u m a u r u m , a u t b o n a s a n ita s , p r a c tic a e , c o n s id é r a n t s e u d e m o n s t r a n t v e -
74 Disputaciones metafísicas

prácticas, aunque las especulativas lo hacen de manera más esencial y directa,


pues aquéllas consideran la verdad en orden a la operación, mientras que éstas
la consideran por sí misma y en orden al conocimiento de la verdad. Por eso,
esto compete en grado sumo a esta ciencia (y a eso apuntaba principalmente Aris­
tóteles en el pasaje citado), puesto que.es eminentemente especulativa y se ocu­
pa de los entes primeros y máximamente verdaderos y de las primeras causas .y
principios de la verdad.
La segunda consideración de la verdad es cuasi-formal y —valga la expre­
sión— “en acto signado” ; es decir, procede investigando qué es la verdad misma en
las cosas, cuántas son sus clases y cuándo se compara con el ente. En este punto
debe tenerse en cuenta, asimismo, que se suele distinguir una triple verdad, a
saber: de significación, de conocimiento y del ser. La primera se encuentra pro­
piamente en las palabras orales o escritas, o también en los conceptos que se
llaman no ultimados. La segunda reside en el entendimiento que conoce las
cosas, o en el conocimiento y concepción de las mismas cosas. La tercera se
halla en las cosas mismas, que por ella reciben la denominación de verdaderas.
Por tanto, la primera consideración de la verdad incumbe al dialéctico; la se­
gunda, al físico, en cuanto estudia el alma y sus funciones; y la tercera com­
pete a esta ciencia, que se ocupa del ente en cuanto ente y de las pasiones de
los entes.
Sin embargo, puesto que todas estas clases de verdad guardan entre sí alguna
proporción o conveniencia, en virtud de la cual se entenderán mejor si se estudian
simultáneamente y se explican las diferencias que las separan, nos ocuparemos
de todas al presente; así se patentizará más fácilmente en qué consiste la verdad,
que es propiedad del ente. Sobre todo por el hecho de que toda otra verdad, si es
real, se encuentra de algún modo contenida dentro de la verdad trascendental;
y si es de razón, debe exponerse por analogía y proporción con dicha verdad tras­
cendental.
Ahora bien, como al principio de todo tratamiento científico resulta nece­
sario indicar el sentido del nombre, suponemos —siguiendo la acepción común— 1
que la verdad real consiste en cierta adecuación o conformidad entre la cosa y

r ita te m ; m a g is autem . p e r se ac p ro p rie d e ra tio ad d ia le c tic u m p e r tin e t; s e c u n d a a d


sp e c u la tiv a e , n a m p ra c tic a e c o n sid é ra n t v eri- p h y s ic u m , q u a te n u s de an im a e iu s q u e fu n c -
ta te m p r o p te r o p u s , sp e c u la tiv a e v e ro p e r tio n ib u s c o n s id é r â t; te r tia v e ro e s t p r o p r ia
sese p r o p t e r c o g n itio n e m v e rita tis ; id e o q u e h u iu s sc ie n tia e , q u a e tr a c ta t d e e n te in q u a n ­
h o c m a x im e c o n v e n it h u ic s c ie n tia e (q u o d tu m e n s e t d e p a s s io n ib u s e n tiu m . T a r n e n ,
A ris to te le s p ra e d ic to lo c o p ra e c ip u e in te n - q u ia o m n e s h a e v e rita te s in te r se h a b e n t
d it) , q u ia e t m a x im e s p ec u la tiv a est, e t de c o n v e n ie n tia m a liq u a m v e l p r o p o r tio n e m ,
p r im is e n tib u s et m a x im e v e ris, e t d e p rim is ra tio n e c u iu s m e liu s in te llig e n tu r, si s im u l
cau sis ac p rin c ip iis v e rita tis d is s e n t. P o s te -
d e o m n ib u s d is p u te tu r e t q u o m o d o in te r
r io r v e rita tis c o n s id e ra tio e st q u a si fo rm a -
se d iffé ra n t d e c la r e tu r , id e o d e o m n ib u s h o c
lis, e t ( u t sic d ic a m ) in a c tu sig n ato ,
loco d ic e m u s ; sic e n im fa c iliu s c o n s ta b it
scilice t, in q u ir e n d o q u id n a m ip sa v e rita s in
q u id sit v e rita s , q u a e p ro p r ie ta s e n tis esse
r e b u s sit, e t q u o tu p le x , e t q u a n d o a d ens
d ic itu r. M a x im e q u ia o m n is a lia v e r ita s , si
c o m p a re tu r. I n q u o e s t ru rs u s o b s e rv a n -
re alis s it, a liq u o m o d o s u b v e r ita te tr a n s c e n ­
dum trip lic e m so lere d is tin g u i v e rita te m ,
scilice t. in sig n ific a n d o e t c o g n o sc e n d o e t in d e n ta l! c o n tin e tu r ; si a u te m s it r a tio n is ,
e ss e n d o . P r im a v e rita s p ro p r ie r e p e r itu r in p e r a n a lo g ia m e t p r o p o r tio n e m a d v e r ita ­
v o c ib u s v e l s c rip tu ris , a u t e d a m in c o n c e p - te m re a le m d e c la r a n d a e st. Q u o n ia m v e ro
tib u s q u o s n o n u ltim a to s v o c a n t. S e c u n d a ra tio n o m in is in p rin c ip io o m n is d is p u ta tio -
e s t in in te lle c tu c o g n o sc e n te re s, seu in co- n is n e c e s sa ria e st, s u p p o n im u s ex c o m m u n i
g n itio n e e t c o n c e p tio n e ip s a ru m re ru m . T e r - o m n iu m c o n se n s u , v e rita te m re a le m c o n s is te ­
tia e st in re b u s ip s is, q u a e a b illa d e n o m i- re in a d a e q u a tio n e q u a d a m seu c o n f o r m i-
n a n t u r v e ra e . P r im a ig itu r v e rita tis c o n si- tate in te r re m et in te lle c tu m , siv e s it c o n f e r -
Disputación octava.— Sección I 75

el entendimiento, conformidad que puede ser, ya del entendimiento con la-cosa,


ya de la cosa con el entendimiento, según veremos después, al explicar con ma­
yor amplitud esta definición. Tomando de aquí base para una analogía o pro­
porción, la verdad de razón o de significación consiste en una adecuación entre
la preposición significativa y la cosa significada.

SECCION PRIMERA

¿ S e d a v e r d a d f o r m a l e n l a c o m p o s i c i ó n y d i v i s i ó n DEL ENTENDIMIENTO?

1. Según consta con certeza por el consentimiento común, se dice que el


intelecto, al componer o dividir, es verdadero o falso. Por eso San Agustín, D e
vera religione, c. 36, dice: Q uien tiene por evidente que la falsedad es aquello
en virtud de lo cual se estima que es lo que n o es, entiende que la verdad es
aquello que manifiesta lo que es. Ahora bien, el entendimiento concibe o mani­
fiesta que algo es o no es cuando compone y divide; por lo tanto, es cierto
que la verdad se encuentra en el entendimiento mediante la composición y la
división. Mas, como no es fácil explicar en que consiste esa verdad y de qué
modo se encuentra en el concepto, sobre esto hay diversas opiniones.

Exposición d e la primera opinión


2, Razones en pro de la primera opinión. — La primera opinión sostiene
que la verdad no se encuentra en el conocimiento o acto formal del entendi­
miento, sino en la cosa conocida en calidad de objeto del entendimiento, en cuanto
es conforme consigo misma como existente en la realidad; en este sentido, expone
que la verdad es la conformidad del entendimiento con la cosa, o sea, la confor­
midad entre el concepto objetivo del entendimento enunciante y la cosa según su
ser real. Parece que Santo Tomás, en cont. G ent., lib. I, c. 59, insinuó esta opi­
nión; pero en la sección siguiente examinaremos mejor el pasaje citado. Más
claramente la propuso Durando, In 1, dist. 19, q. 5; Herveo, en Quodl. III, q. 1,

m ita s in te U e ctu s a d r e m , sive rei a d in te lle c - e t d iv id it ; c e r tu m e st e rg o v e rita te m esse


tu m , q u o d p o s te a v id e b im u s , u b i la tiu s h a n c in in te lle c tu m e d ia c o m p o s itio n e e t d iv is io ­
d e fin itio n e m e x p lic a b im u s . H in c v e ro s u m p - n e . Q u id a u te m s ir illa v e rita s , e t q u o m o d o
ta an alo g ia v e l p ro p o r tio n e , v e rita s ra tio n is in c o n c e p tio n e s it, n o n e s t facile a d e x p li-
s e u s ig n ific a tio n s c o n s is tit in a d a e q u a tio n e c a n d u m , e t id e o v a ria e s u m o p in io n e s .
in te r p ro p o s itio n e m sig n ific a n te m e t re m
s ig n iiic atam . - Traclaiur prima sententia
2. Prima sententia suadetur.— P rim a sen ­
tenti?, e st v e rita te m illa m n o n esse in f o r ­
S E C T IO P R IM A
m a li a c tu s e u c o g n itio n e in te U e ctu s, sed esse
UTRUM IN COMPOSITION!' ET DIVISIONE in re c o g n ita u t o b ie c ta in te lle c tu i, q u a te n u s
tNTELLECTUS SIT FORMALIS VERITAS1 c o n fo rm is e s t s ib i ip s i u t a p a r te re i e s is ­
te n ti, e t h o c m o d o e x p o u it v e rita te m esse
1. Q u o d in te U e ctu s c o m p o n e n d o et d i­ c o n fo rm ita te m in te U e ctu s a d re m , id e st,
v id e n d o v e ru s v el fa ls u s d ic a tu r, c e r tu m e st e sse c o n fo rm ita te m c o n c e p tu s o b ie c tiv i in te l­
e x c o m m u n i o m n iu m c o n se n s u . U n d e A u ­ l e c t s e n u n tia n tis a d r e m s e c u n d u m esse
g u st., lib . d e V e ra R e lig ., c. 3 6 : Cui ma- re a le e iu s. H a n c s e n te n tia m in s in u a re v isu s
nifestum est ( in q u it) falsitalem esse qua id e st D . T h o m a s , I c o m . G e n t., c. 5 9 ; sed
putatur esse quod non est, intelligit eam e u m lo c u m m e liu s e x p e n d e m u s se c tio n e se-
esse veritatem quae estendil id quod est; q u e n ti; c la riu s h o c d o c u it D u r a n d ., I n I,
tu n c a u te m in te U e ctu s c o n c ip it s e u o s te n d it d is t. 19, q . 5 ; e t fe re id e m d o c e t H e rv a e u s ,
aliquic! esse ve] n o n esse, q u a n d o c o m p o n it Q u o d l. I l l , q . 1, a. 2 e t 3 e a m q u e d e -
76 Disputaciones melajísicas

t. 2 y 3, enseña casi lo mismo; Soncinas, lib. VI Metaph., q. 16; Flandria. q. 23,


y Iavello, q. 13, la defienden como probable.
Durando se funda en que esta verdad no puede consistir en una conformi­
dad del acto formal —por el que el entendimiento juzga que algo es o no es—
con la cosa juzgada según el ser real de dicho acto o según la conveniencia
real que tiene con el objeto; porque así considerados son muy desemejantes,
y el acto del entendimiento es espiritual, mientras que el objeto puede ser algo
material; luego' únicamente puede ser una conformidad en la representación;
pero tal conformidad sólo se considera según aquello que se comporta de manera
objetiva en el entendimiento; de aquí que la verdad sólo se encuentre objetiva­
mente en el intelecto. En este sentido, no será sino la conformidad de la cosa según
su ser objetivo con ella misma según su ser real. Se prueba la menor: la con­
formidad representativa solamente consiste en que la cosa conocida se repre­
sente de igual manera que es en sí; pero con ello sólo se expresa la conformidad
que hay entre la cosa en su ser objetivo y ella misma en su ser real; en efecto,
cuando se dice que la cosa viene representada tal como es en sí, mediante las
partículas tal y corno no se compara el acto intelectual con la cosa —pues enton­
ces resultarían falsas la comparación y la proposición—, sino que se compara
el objeto de dicho acto, según su ser conocido o aprehendido', consigo mismo
según su ser real; luego la verdad consiste en la conformidad entre estos
aspectos del objeto. En segundo lugar, esto puede confirmarse por la razón de
que el objeto del entendimiento o de su juicio es verdadero en cuanto verda­
dero; luego la verdad no es conformidad del juicio, sino conformidad del objeto.
La consecuencia es evidente, pues el intelecto, al juzgar directamente acerca de
la verdad, no juzga sobre la propiedad o conformidad, de su acto, sino sobre la
verdad del mismo objeto; consiguientemente, se trata de una conformidad por
parte del objeto.
De aquí se toma base para el tercer argumento: cuando el entendimiento
reflexiona para conocer formalmente la verdad no compara su acto con el objeto,
sino que establece una comparación entre el objeto en su ser conocido y ese
mismo objeto en su ser real; más aún: para conocer la verdad de su juicio

fendit ut probabilem Soncin., VI Metaph., citur res sic repraesentari sicut est in se,
q. 16; Fland., q. 23; Iavell., q. 13. Funda- per illas duas particulas sic et sicut non
mentum Durandi est, quia veritas haec non comparatur actus intelligendi ad rem; nam
potest esse conformitas inter formalem ac­ sic esser falsa comparano et propositio; sed
tum quo intellectus iudicat aliquid esse vel comparatur id quod obiicitur tali actui se-
non esse cum re iudicata secundum esse cundum esse cognitum seu apprehensum ad
reale talis actus seu secundum convenien- seipsum secundum esse reale; ergo in con-
tiam realem quam habet cum obiecto, quia formitate inter haec veritas consistit. Secun-
hoc modo sunt valde dissimilia, et actus do, potest hoc confirmari, quia obiectum in­
intellectus est spiritualis, obiectum autem tellectus seu iudicii eius est verum ut ve­
esse potest quid materiale; ergo solum pot­ runa ; ergo veritas non est conformitas ipsius
est esse conformitas in repraesentando; iudicii, sed est conformitas ipsius obiecti.
huiusmodi autem conformitas soium atten- Patet consequentia, quia intellectus dirette
ditur secundum id quod se habet obiective iudicans de veritate, non iudicat de proprie-
in intellectu; ergo veritas solum est obiec­ tate seu conformitate sui actus, sed de veri-
tive in intellectu. Atque ita nihil aliud erit tate ipsius obiecti; est ergo conformitas in
quam conformitas rei in esse obiectivo ad obiecto ipso. Unde argumentor tertio; nam,
seipsam in esse reaii. Minor probatur, quia quando intellectus reflectitur ad cognoscen-
conformitas in repraesentando solum con­ dum formaliter veritatem, non comparai
sist« in hoc quod res cognita ita repraesen- suum actum cum obiecto, sed comparai
tatur sicut in se est; sed in hoc soium de­ obiectum in esse apprehenso ad seipsum in
clarator conformitas rei in esse obiectivo esse reali; immo, ut cognoscat suum iudi-
ad seipsam in esse reaii; quando enim di- cium fuisse verum, incipit ab ipsa re iudi-
Disputación octava.— Sección I 77
parte precisamente de la cosa juzgada y la compara con ella misma tal como es
ea sí; si descubre conformidad, dictamina que juzgó con verdad; esto indica
que la verdad consiste en la conformidad de la cosa, tomada en su ser objetivo,
con ella misma considerada en su ser real, y en virtud de tal verdad se dice
que el juicio es verdadero sólo por una denominación extrínseca.

Solución de la cuestión
3. Qué es la verdad compleja.— Qué es la verdad de signijicación.—
Sin embargo, esta opinión no me resulta aceptable, y estimo que la ver­
dad del conocimierto complejo, es decir, de la composición y división, o del
juicio en virtud del cual juzgamos que una cosa es esto o aquello, o que no
lo es (pues tomamos todo esto en el mismo sentido), consiste en la conformidad
del juicio con la cosa conocida tal como es en si, y que de esa conformidad proce­
de el que se diga que la misma cosa juzgada es, en sí, tal como ha sido juzgada.
Considero que éste es el pensamiento de Santo Tomás, según puede colegirse
de I, q. 16, a. 1, 2 y 8 ; así lo sostiene también Cayetano, en el mismo lugar,
a. 2. Lo mismo afirma Santo Tomás, en cont. Gent., lib. I, c. 59, 60, Y, en
el pasaje citado, el Ferrariense; Soncinas, lib. VI Metaph., q. 17; Egidio, en
Ouodl. IV, q. 7 ; y otros seguidores de Santo Tomás.
Se demuestra, primeramente, por lo que Aristóteles dice en los Predica­
mentos, capítulo sobre la sustancia: Por el hecho de que la cosa es o no es,
la proposición es verdadera o jalsa; en este texto (según puso de relieve acer­
tadamente Santo Tomás, en la citada q. 16, a. 1, ad. 3) no afirma per el hecho de
que la cosa es verdadera, sino por el hecho de que la cosa es; luego el conocimien­
to no se denomina verdadero atendiendo a la conformidad o verdad del objeto,
sino atendiendo a la verdad o conformidad del juicio con el objeto; luego su ver­
dad consiste en dicha conformidad. ,
En segundo lugar, puede aclararse por la verdad de significación que se en­
cuentra en la proposición verbal; efectivamente, dicha verdad no consiste en la
conformidad de la cosa —en cuanto significada— consigo misma — en cuanto
existente en sí—, sino en la inmediata conformidad de la palabra significativa con
la cosa significada. Más aún: en cualquier imagen que se denomine verdadera

cara, et comparans illam ad seipsam ut est a. 2. Idem D. Thomas, I cont. Gent., c. 59,
in se, si invernar conformitatem in illa, tunc 60; et ibi Ferr.; Soncin., VI Metaph.,
iudicat se vere iudicasse; ergo signum est q. 17; Aegid., Quodl. IV, q. 7, et alii,
veritatem consistere in conformitate rei in qui D. Thomam sequuntur. Et probatur pri­
esse obiettivo ad seipsam in esse reali et ab mo ex Aristot., in Praedicam., c. de Subst.,
illa solum per denominationem extrinsecam dicente: Ex eo quod res est vel non est,
denomina« iudicium verum. propositio vera vel falsa est, ubi (ut rette
D. Thomas, dici. q. 16, a. 1, ad 3, ponde-
Quaestionis resolutio ravit) non dicit ex eo quod res vera est,
3. Quid sit veritas complexa.— Quid ve­ sed ex eo quod res est ; ergo cognitio non
n d s in significando.— Nihilominus haec sen- denominatur vera a conformitate seu ven­
tentia. mihi non probatur, existimoque ve­ tate ipsius obiecti sed a ventate vel confor­
rnatela complexae cognitionis seu compo- mitate ipsiusmet iudicii ad obiectum; ergo
sitionis et divisionis, seu iudicii quo iudi- in huiusmodi conformitate veritas eius con-
camus aliquid esse hoc aut illud, vel non sistit. Secundo, hoc potest declarari ex veri-
esse (haec enim omnia pro eodem sumi- tate in significando quae est in propositione
mus), esse conformitatem iudicii ad rem co- vocali; illa enim non consistit in conformi­
goitam prout in se est, ex qua conformitate tate rei ut significatae ad seipsam, ut in
provenit ut res ipsa iudicata dicatur ita esse se existentem, sed consistit in immediata
in se sicut iudicata est. Hanc existimo esse conformitate vocis significantis ad rem sig­
«ntentiam D. Thomae, ut sumi potest ex nificatane. Immo in quacumque imagine
I. q. 16, a. 1, 2 et 8; ubi id tenet Caiet., quae vera denominetur, simile quid reperì-
78 Disputaciones melajísicas

encontramos algo semejante; porque la imagen de Pedro, por ejemplo, se dice


verdadera imagen cuando representa a Pedro tal como es en sí; de aquí que su
verdad no consista en la conformidad entre Pedro —considerado en algún ser re­
presentado que sea como objetivo con respecto a la imagen— consigo mismo tal
como existe en sí, sino en la conformidad inmediata entre la representación de la
imagen y la cosa misma representada.
4. En tercer lugar —y con esto damos un argumento general—, porque
la cosa, en cuanto conocida o representada, cuando es conocida o representada
verdaderamente no tiene otro ser objetivo aparte d d que posee en sí; y se dice
que este ser es en acto objeto de dicho conocimiento sólo por una denominación
extrínseca tomada del conocimiento cuyo término es ese objeto; algo semejante
ocurre con la cosa vista, considerada en su ser objetivo, con respecto a la visión;
pues si se toma aptitudinalmente o en acto primero', nada expresa aparte del
mismo ser coloreado o lúcido que la cosa tiene en sí; en cambio, si se toma como
actualmente vista sólo añade una denominación extrínseca obtenida de la visión;
luego en este caso no se da conformidad alguna, sino más bien absoluta identidad,
del objeto con la cosa. Ahora bien, si se considera el objeto en cuanto deno­
minado por el conocimiento o- forma que lo representa, entonces incluye formal­
mente la forma que lo denomina. Por eso, la única razón que hay para decir que
el objeto^ —en cuanto conocido o representado—• tiene .conformidad consigo mis­
mo — en su ser real—, es que la misma forma por la que es conocido o repre­
sentado posee una conformidad inmediata con la cosa conocida o representada
tal como es en sí; luego la verdad consiste primaria y esencialmente en dicha
conformidad.
5. En cuarto y último lugar, porque muchas veces la cesa no posee ningún
ser en sí que sea ser en ejercicio de la existencia, aparte del ser que tiene como obje­
to del entendimiento; de la misma manera que Dios tiene verdadero conocimiento
de las cosas que nunca han de existir, ya las conozca sólo como posibles, ya también
como cosas que habrían existido si se hubiese cumplido esta o aquella condi­
ción. Ahora bien, cuando se trata de semejantes objetos no resulta fácil pensar en
una conformidad entre la cosa en cuanto objeto del entendimiento y ella misma

tur; nam imago Petri, verbi gratia, tunc formitas obiecti ad rem, sed ilia est potius
vera imago dicitur quando repraesentat omnimoda identitas. Si autem sumatur ob­
ilium prout in se est; unde illius veritas iectum ut denominatum a cognitione seu
non consistit in conformitate inter Petrum forma repraesentante ipsum, sic de formal]
in aliquo esse repraesentato quod sit velati includit formam denominantem ipsum. Un­
obiectivum respectu imaginis ad seipsum in de obiectum sic sumptum ut cognitum vel
se existentem, sed in conformitate immedia­ repraesentatum, non potest alia ratione dici
ta inter repraesentationem imaginis et rem conforme sibi in esse reali, nisi quia ipsa
ipsam repraesentatam. forma qua cognoscitur vel repraesentatur,
4. Tertio est generalis ratio, quia res ut habet iinmediatam conformitatem cum re
cognita vel ut repraesentata, quando vere cognita vel repraesentata secundum se; ergo
cognoscitur et repraesentatur non habet in hoc consistit primo ac per se veritas
aliud esse obiectivum praeter illud quod in cognitionis.
se habet; quod solum dicitur actu esse 5. Quarto tandem, quia saepe res nul­
obiectum tali cognitioni per denominatio- lum habet esse in se quod sit esse existentiae
nem extrinsecam a cognitione quae termi- exercitum, praeter esse quod habet intel-
natur ad ipsum, sicut res visa in esse obiec- lectui obiectum; quomodo Deus habet ve-
tivo respectu visus, si sumatur in aptitudine ram cognitionem eorum quae nunquam fu-
seu in actu primo, nihil aliud dicit praeter tura sunt, sive cognoscantur ut pcssibilia
ipsum esse coloratura aut lucidum quod tantum, sive ut ea quae futura fuissent si
in se res habet. Si autem sumatur ut’ actu hoc vel illud accideret; in his autem obiec-
visa, nihil addit nisi denominationem ex- tis non potest facile excogitari conformitas
trinsecam a visione; ergo nulla est ibi con- rei ut obiectae intellectui ad seipsam ut
Disputación octava.— Sección I 79
tal como es en sí, porque en sí no posee ser alguno fuera de aquel que es objeto
del entendimiento.
Lo mismo sucede con el conocimiento intuitivo que termina en la cosa tal
como existe en sí, cual es, por ejemplo, la visión beatífica del mismo Dios, que
puede denominarse verdadero conocimiento de Dios —ya que mediante él se
conoce a Dios tal como es en sí—, pero no es posible imaginar cómo esa verdad
pueda ser una conformidad entre Dios, en cuanto visto, y El mismo en cuanto
existe en la realidad, porque es visto de manera inmediata tal como existe en sí,
y el ser visto sólo añade una denominación extrínseca. Consiguientemente, la
verdad de dicha visión o ciencia es una conformidad inmediata entre ella y el
objeto; luego lo mismo ocurre en cualquier conocimiento o juicio en el que
se juzga que una cosa es o no es.

ScUudón a los argumentos


6 . Al argumento de Durando se responde que esa conformidad del conoci­
miento a la que llamamos su verdad no consiste en una semejanza entitativa,
como es evidente de suyo; tampoco en una semejanza de la imagen formal, o de
dicha representación tal cual es en la imagen formal, porque ésta no se da sin
la semejanza en alguna entidad o forma real, que no se precisa para el cono­
cimiento, según expondremos con mayor amplitud en otro lugar. Consiste, pues,
en cierta representación intencional, a la cual se debe que el entendimiento,
mediante el acto o juicio, perciba la cosa tal como es en sí. En este sentido,
dicha conformidad es cierta proporción y relación debida entre la percepción
intelectual y la cosa percibida; proporción que se expresa adecuadamente con
estas palabras: “la cosa conocida es representada o juzgada tal como es en sí”,
en las que no se compara la cosa conocida consigo misma tal como es en sí,
según afirma Durando, sino que se compara el conocimiento o juicio del enten­
dimiento —en cuanto represéntame— con la cosa conocida — en cuanto repre­
sentada—, por lo que en dicha comparación no se da falsedad alguna. D e igual
modo acontece cuando decimos que una imagen es propia porque representa

in sc, quia nullum aliud esse habet in se, notum est; neque edam in similitudine for-
praeter illud quod obiicitur intellectui. Idem malis imaginis seu talis repraesentadonis
autem est de cognitione intuitiva quae ter- qualis est in formali imagine, quia haec
minatur ad rem prout in se existit, ut est, non est sine similitudine in aliqua endtate
verbi grana, visio beatifica ipsius Dei, quae seu forma reali quae non est necessaria ad
potest dici vera cognitio Dei, quandoqui- cognitionem, ut alibi ladus dicendum est.
dem per illam agnoscitur Deus prout est in Consistit ergo in quadam repraesentatione
se; non potest autem fingi quomodo illa intentionali, qua, scilicet, fit ut intellectus
veritas sit conformitas ipsius Dei, ut visi, per actum vel iudicium ita percipiat rem,
ad seipsum ut in re existit, quia immediate sicut in se est. Atque ita haec conformitas
videtur prout in se existit, et esse visum est debita quaedam proporne et babitudo
solum addit denominationem extrinsecam. inter perceptionem intellectus et rem per-
Est ergo veritas talis visionis vel scientiae
ceptam. Quae proporrio recte explicatin'
conformitas immediata inter ipsam et obiec- illis verbis, quod res cognita ita repraesen-
tum; idem ergo est in omni cognitione seu
iudicio quo iudicatur aliquid esse vel non tatur seu iudicatur sicut in se est; quibus
esse. non comparatur res ipsa cognita ad seipsam
in se, ut Durandus ait, sed comparatur
Argumentorum solutio cognido ipsa seu iudicium intellectus ad
6. Ad argumentum autem Durandi re- rem cognitam in ratione repraesentantis et
spondetur hanc conformitatem cognitionis, repraesentati, et ideo nulla est falsitas in
quarti vcritatem eius esse dicimus, non con­ illa comparatione. Sicut quando dicimus
sistere in similitudine entitatum, ut per se hanc imaginem esse propriam, quia ita re-
80 Disputaciones metafísicas
al modelo tal como es en sí, pues entonces no comparamos la cosa representada
consigo misma, sino la imagen con la cosa.
7. Se da cu m pliaa respuesta a una objeción. — Y si alguien opusiese que
comparar la imagen en cuanto imagen con la cosa es tanto como comparar la
cosa en su ser representativo con ella misma en su ser propio, se le respon­
de: si por la expresión “cosa en su ser representativo” se entiende algo más
que la misma imagen representativa en cuanto tal, es falsa la afirmación; en
cambio, si al ser mismo de la imagen en cuanto representativa se le llama ser
imperfecto o disminuido de la cosa representada, entonces con aquella expresión
se afirma lo mismo que nosotros defendemos. Mas, ciertamente, en este caso
no se establece comparación entre una cosa y ella misma, sino entre una imagen,
por la cual se dice extrínsecamente que la cosa tiene un ser representativo, y
la misma cosa considerada en su ser verdadero; lo mismo ocurre con el conoci­
miento en cuanto es representativo y se dice imagen intencional de su objeto.
8 . A lo segundo responde Santo Tomás, en el lugar antes indicado, ad. 3,
y Soncinas, en la citada cuestión 16, ad 1, que la verdad es objeto del juicio, o del
conocimiento intelectual, de manera fundamental y no formal; porque, como
dijo Aristóteles, el ser de la cosa causa la verdad en el entendimiento, es decir,
constituye el objeto de un juicio verdadero. Por eso, al decir que el entendimiento
sólo asiente a la verdad,, se quiere indicar que sólo asiente al objeto en cuanto
éste es mostrado tal como es; y de esta manera juzga sobre la verdad del objeto
no formalmente (por así decirlo), sino causal o fundamentalmente, o, lo que es
igual, juzga acerca del mismo ser de la cosa, de tal manera que, a base de la
conformidad con dicho objeto, resulte o exista la verdad en el conocimiento.
9. E n cuanto a lo tercero, se niega el supuesto, ya que para conocer formal­
mente la verdad sólo comparamos nuestro conocimiento con la cosa o, de manera
’inversa, la cosa con nuestro conocimiento, según el principio: P o r él hecho de
q u e la cosa es o n o es, la proposición es verdadera o falsa.

praesentat sicut res est, non comparamus 8. Ad secundum respondet D . Thomas


rem ipsam repraesentatam ad seipsam, sed supra ad 3, et Sondn., dict. q. 16, ad 1, ve­
imaginem ad rem. runi non formaliter, sed fundamentaliter esse
7. Satisfit obiectioni.— Quod si quis di­ obiectum iudicii seu cognitionis intellectus,
cat comparare imaginem ut imaginem ad quia, ut Aristoteles dixit, esse rei causât ve-
rem nihil aliud esse quam comparare rem ritatem in intellectu seu est obiectum iudi­
in esse repraesentativo ad se ipsam in esse cii veri. Unde, quando dicitur intellectus
proprio, respondetur, si nomine rei in esse tantum assentiti vero, sensus est solum as­
repraesentativo intelligatur aliud quam ima­ sentiti obiecto, quatenus ita esse ostendi-
go ipsa repraesentans ut sic, falsum esse tur; et hoc modo iudicat de ventate obiecti
assumptum; si vero ipsum esse imaginis non formaliter (ut sic dicam), sed causali-
ut repraesentantis vocetur esse imperfectum ter seu fundamentaliter, id est, de ipso esse
seu diminutum rei repraesentatae, sic idem rei, ita ut ex conformitate ad illud veritas
illis verbis dicitur quod nos asserimus. Sed in cognitione resultet seu existât.
hoc revera non est comparare eamdem rem 9. Ad tertium negatur assumptum; nam
ad seipsam, sed imaginem a qua ipsa extrin- ad formaliter cognoscendam veritatem solum
sece dicitur habere esse repraesentativum comparamus cognitionem nostram ad rem,
ad ipsam secundum verum esse; et idem seu e contrario rem ad cognitionem, iuxta
est de cognitione quatenus repraesentat et illud; Ex eo quod res est vel non est, pro-
imago intentionalis dicitur sui obiecti. positio vera vel falsa est.
Disputación octava.—Sección II 81

SECCION n

N aturaleza d e la verdad lógica

1. D efen sa d e la prim era opinión .— Aún resta por explicar en qué con­
siste esa conformidad a la que llamamos verdad del conocimiento: ¿es, en el
mismo acto, algo absoluto o relativo, real o de razón? Pues algunos piensan que
la verdad es algo real y absoluto en el mismo acto de conocimiento, es decir,
en el juicio del intelecto. Y pueden darse razones en favor de esta opinión;
efectivamente, parece muy probable que la verdad lógica sea algo real en el
mismo acto. En primer lugar, porque el juicio se denomina verdadero por parte
de la realidad y sin ficción intelectual alguna; luego aquella denominación pro­
cede de alguna forma real, y no de una forma extrínseca; ya que —según
hemos demostrado— la verdad se encuentra en el mismo acto de manera no
extrínseca, sino formal. En segundo lugar, porque la verdad es una perfección
absoluta del entendimiento; consiguientemente, es algo real en el mismo inte­
lecto y no se encuentra en él sino mediante el acto —tratamos, en efecto, de la
verdad actual—; luego es una propiedad real del acto. De aquí se tiene, en
tercer lugar, una confirmación: en el hábito de la ciencia, él ser verdadero cons­
tituye una alta perfección; así, pues, la verdad habitual (por'llamarla de este
modo) es una propiedad real del mismo; por tanto, algo semejante ocurrirá
en el conocimiento actual.
2. Que esta propiedad es absoluta, y no relativa, puede probarse, primero,
por lo ya dicho: es una perfección absoluta. En segundo término, porque no
depende esencial y necesariamente, de un término real y existente, a no ser
cuando se juzga que es así —lo cual es accidental—>ya que la verdad debe tener
igual naturaleza en todos los casos; ahora bien, en el juicio la quim era es un
en te ficticio, se da verdad real sin relación real; luego lo mismo sucederá en
todos los juicios, prescindiendo de si en algunos la verdad va seguida de una
relación real; así, en la ciencia, la referencia al objeto escible no es, formalmente
hablando, relación real, aunque, a veces, pueda seguirse de ella. _
s e c t io ri actu; agimus enim de ventate actual!; ergo
est proprietas realis ipsius actus. Unde con-
Q uid sit veritas cognitionis fìrmatur tertio, quia in habitu scientiae est
1. Prima sententia suadetur.— Declaran- magna perfectio, quod verus sit; ergo veri­
dum superest quid sit haec conformitas tas habitualis (ut sic dicam) est realis pro­
quam dicjmus esse . veritatem cognitionis, prietas eius; ergo similiter exit in actuals
an, scilicet, in ipso actu sit aliquid abso- cogitinone.
iutum vel respectivum, reale vel rationis. 2. Quod autem haec proprietas absoluta
Quidam enim existimant veritatem esse ali­ sit et non respectiva, probari potest primo
quid reale et absolutum in ipsomet actu ex dictis, quia est perfectio simpliciter. Se-
cognoscendi seu iudicio intellectus. Quae cundo, quia non pendet, per se loquendo,
opinio suaderi potest, nam quod haec ve- et ex necessitate ab aliquo termino reali et
ritas aliquid reale sit in ipso actu videtur existenti, nisi quando tale esse iudicatur;
valde probabile. Primo, quia iudicium a par­ quod est per accidens, nam veritas eiusdem
te reí et sine ulla fictione intellectus deno­ rationis debet esse in omnibus; in hoc au­
minatur verum; ergo illa denominado pro­ tem iudicio: Chymera est ens fìctum, est
venir ab aliqua forma reali et non a forma veritas realis absque relatione reali; ergo
extrínseca; quia, ut ostend ¡mus, veritas for­ idem est in omnibus, quidquid sit an in
maliter est in ipso actu et non extrinsece. aliquibus consequatur ad veritatem relatio
Secundo, quia veritas est perfectio simplici­ realis; sicut edam in scientia habitudo ad
ter intellectus; ergo est aliquid reale in ipso obiectum scibile non est relatio realis fbr-
intellectu et non est in ipso nisi mediante maliter loquendo, quamvis interdum possit
8
82 Disputaciones metafísicas

En tercer lugar, cabe aducir un argumento basado en la verdad divina. Efec­


tivamente, en Dios existe verdad lógica, la cual es, sin duda, una gran per­
fección suya y, sin embargo, no puede ser relación real; porque, comparada con
la esencia de Dios, no se distingue realmente de ella; y si, por el contrario, sé
compara con las criaturas, no puede referirse a ellas de manera real; consi­
guientemente, será una propiedad y una perfección absoluta.
Finalmente, porque la verdad o la falsedad acompañan de modo necesario al
juicio del entendimiento, el cual, sin embargo, no va acompañado de relación
real alguna; luego no es algo relativo, sino absoluto.
Parece que es defensor de esta opinión Soncinas, lib. VI Metaph., q, 17,
donde, si bien afirma que la verdad expresa algo absoluto con una relación, no
obstante, al explicar esta relación viene a decir que es predicativa y no entita'
tiva, y pone el siguiente ejemplo: así, cabe decir que lo intelectivo incluye una
relación, ya que no puede concebirse sin referencia a lo inteligible; ahora bien,
es claro que esa relación de lo intelectivo es sólo trascendental o según la pre­
dicación. De igual manera opina Capréolo, In I, dist. 19, q. 3, concl. 3.
3. S e g u n d a opinión.— Hay, en cambio, quienes estiman que la verdad ló­
gica consiste únicamente en una relación. Así lo sostienen Durando, Herveo,
Iavello y Flandria, a quienes hemos citado en la sección anterior; Amon.,
I P eríherm ., c. 1 , y otros expositores, en el mismo lugar.
He aquí el fundamento general de esta opinión: el ser de la verdad depende
absolutamente del término, de tal manera que, cambiado el término, cambia
la verdad, y, establecido el término, se establece la verdad, sin que se produz­
ca mutación por parte del sujeto cognosceitte. En efecto, Aristóteles atestigua
que si se realiza una mutación del objeto, una misma proposición se transforma
de verdadera en falsa, y al revés al cambiar el objeto; ello prueba que la verdad
consiste únicamente en una relación, pues es propio de la relación el surgir cuan­
do se pone el término y cambiar cuando el término cambia, permaneciendo idén­
tico el fundamento.
Por lo cual se Confirma, en primer lugar, porque la verdad no pertenece a la
esencia del acto, ya que sufre mutación aunque el acto permanezca, por lo que
es un accidente del acto, pero no accidente absoluto; efectivamente, no es una

ad illam consequi. T ertio , suini potest ar- e t idem sentit Capreolus, I n I , dist. 19,
gum entum ex veritate divina, nani in D eo q. 3, concl. 3.
est veritas cognitionis quae sine dubio est 3. S e c u n d a s e n te n tia .— Aliis tam en vide­
m agna perfectio illius et tam en non potest tu r huiusm odi veritatem solum in relatione
esse relatio realis, quia, si com paretur ad consistere. Q uod ten et D urandus, et H e r-
ipsam essentiam D ei, non distinguitur in re vaeus, Iavell. e t F landria citati in superiori
ab illa; si vero ad creaturas, non potest ad sectione; Am on., I Perih., c. 1; et ibi alii
illas realiter refe rri; erit ergo proprietas et expositores. F undam entum in com m uni est
perfectio absoluta. T an d em , quia veritas vel quia esse veritatis om nino pendet ex term i­
falsitas necessario com itatur iudicium intel- no, ita u t ilio m utato m u tetu r veritas e t ilio
lectus et tam en nulla relatio realis illud ne­ poslto ponatur, nulla facta m utatione ex par­
cessario co m itatu r; ergo n o n est aliquid te cognoscentis ; nam teste Aristotele, ea-
relativum , sed absolutum quid. E t hanc opi- dem propositio m u tatu r de vera in falsam
nionem v id etu r tenere Soncin., V I M etaph., et e converso, m utato obiecto; ergo sig-
q. 17, ubi, licet dicat veritatem dicere ab­ num est veritatem solum consistere in re­
solutum cum respectu, explicans tam en latione, nam proprium est relationis ut,
h u n c respectum in sum m a dicit esse secun- stante fundam ento, consurgat posito term i­
d um dici, n on secundum esse et u titu r hoc no, et m u tetu r ilio m utato. U nde confirm a-
exem plo: Sicut intellectivum potest dici in­ tu r prim o, quia veritas n o n est de essentia
cludere respectum , quia non potest concipi actus, quandoquidem m u tatu r iilo m anente;
sine habitu d in e ad intelligibile; constat au- ergo est accidens eius; et tam en non est
tem huiusm odi respectum intellectivi esse accidens absolutum ; non est enim qualitas,
tan tu m trascendentalem seu secundum dici; quia actus secundus et ultim us non est sub-
Disputación octava.— Sección II 83

cualidad, ya que él acto segundo y último no es sujeto de una nueva cualidad;


ni se encuentra en nigún otro género de accidente absoluto, como parece evi­
dente; luego es relación. Se confirma, en segundo lugar, porque la verdad no
es otra cosa que una cierta conformidad; pero la conformidad no es sino una
conveniencia, semejanza o proporción; mas todas estas expresiones indican rela­
ción, de igual manera que la conformidad de una imagen con su modelo es una
relación; y lo mismo sucede en otros casos.
4. En cuanto a saber si esta relación es real o de razón es un punto dis­
cutido, incluso entre los autores citados anteriormente, porque los argumentos
que utilizaban los partidarios de la primera opinión para demostrar que la verdad
es una propiedad real parecen probar consecuentemente que esta relación debe
ser real. En cambio, los argumentos con que esos mismos defensores de la pri­
mera opinión demostraban que la verdad es una propiedad absoluta aparentan
concluir que no es una relación real, sino de razón. Ahora bien, comparados
entre sí irnos y otros argumentos prueban, según parece, que dicha relación
es unas veces real y otras de razón, pues en algunas ocasiones se tiene la im­
presión de que concurren todos los requisitos necesarios para la relación real,
mientras que en otras puede faltar algún elemento. Por tanto, unas veces será
relación real y otras no. Se explica el antecedente: para que haya relación
real se necesita, primeramente, un término real; después, un fundamento que
sea no sólo real, sino también capaz de relación, es decir, ordenable al término.
Pues bien, ambos elementos concurren frecuentemente en esta relación de ver­
dad, porque muchas veces, sobre referirse a un término real y realmente exis­
tente, se da fundamento suficiente por parte del juicio, ya que éste es también
algo creado y, por lo mismo, realmente referible a un término extrínseco; ade­
más, es de tal naturaleza que se compara con su objeto de igual manera que lo
medido con lo mensurante; y esta relación es real con respecto a lo medido,
poc lo cual se considera que la relación de la ciencia a lo escible es real; ahora
bien, de esta clase es la relación de verdad de que tratamos.
Sin embargo, en está conformidad falta, en algunas ocasiones, un término
real —así ocurre cuando el juido verdadero se refiere a los no-entes— ; otras

iectum alterius q ualitatis; neq u e etiam est om nia concurrere quae ad relationem rea­
in aliquo alio genere accidentis absoluti, u t lem necessaria su n t, interdum vero aliquid
videtur p er se p otum ; ergo e rit relatio. C on- deesse p o te s t; ergo aliquando etiam e rit
firm atur secundo, qu ia veritas nihil est aliud relatio realis, aliquando vero m inim e. A nte­
quam conform itas quaedam ; conform itas cedens declaratur, n am a d relationem rea­
autexn n o n est aliud quam convenientia vel lem prim ura req u iritu r term in u s realis e t
similirudo am p ro p o rtio ; om nia au ten i haec deinde fundam entum n o n solum reale, sed
relationem indicant ; sicut conform itas im a- etiam capax relationis seu ordinabile a d te r-
ginis ad suum esem plar relatio est, e t sic m in u m ; saepe autem h aec d u o con cu rru n t
d e aliis. in hac relatione veritatis. N a m e t saepe
4. A n vero haec sit relatio realis vel ra - respicit term inum realem e t realiter exis­
tionis controversum est, edam in te r p rae- te n te m ; e t ex p a rte ipsius iu d ìd i saepe est
dictos auctores ; n a m argum enta quiòus p ri­ fundam entum sufneiens, quia e t iudicium
m a sem enda probabat veritatem esse pro­ quid creatim i est e t ex h ac p a rte referibile
prietärem realem , v id entur consequenter realiter a d extrinsecum term in u m , e t p rae-
probare nane relationem debere esse rea­ terea tale est u t com paretur a d strum obiec-
lem . A rgum enta v ero quibus eadem prim a tu m tam q u am m ensuratum a d m ensuram ,
sententia probabat veritatem esse proprie- q uae relatio realis est ex p arte m ensurati,
tatem absolutam, v id en tur concludere n o n qua ratione relatio scientiae ad scibile realis
esse relationem realem sed rationis. U traq u e esse cen setu r; huiusm odi autem est haec
vero argum enia in te r se collata v id en tu r pro­ relatio veritatis. A t vero aliquando d eest in
b are fcanc relationem in terd u m esse realem , hac conform itate term inus realis, u t quando
interdum ratio n is; nam interdum videntur indicium verum est de n o n e n tib u s; ali-
84 Disputaciones metafísicas

veces falta un fundamento apto para sustentar una relación real, ya porque no
puede ordenarse a otra cosa extrínseca— tal sucede con la ciencia divina res­
pecto de las criaturas existentes—, ya porque no es distinto del término —como
es el caso de la ciencia divina con respecto al mismo Dios—-, ya porque no se
compara como lo medido con lo mensurante, sino más bien como lo mesurante
con lo medido, cual acontece con la misma ciencia divina respecto a todas las
criaturas, o con el arte humano respecto a los artefactos. Así, pues, en estos
casos dicha relación será de razón y no real.

Solución de la cuestión
5. Para aclarar este punto debe advertirse lo siguiente: una cosa es inves­
tigar lo que la verdad añade al acto que se denomina verdadero y otra muy
distinta preguntar por el contenido de esa totalidad que se designa con el
nombre de verdad, de manera semejante a como más arriba, tratando de la uni­
dad, distinguíamos entre lo que la unidad añade al ente y lo que el término
“unidad” significa.
6 . La verdad no añade al conocimiento nada realmente distinto.— Así,
pues, en primer lugar, tengo por cierto que la verdad no añade al acto verda­
dero ninguna realidad o modo absoluto realmente distinto de dicho acto o de
su esencia y entidad. Al parecer, todos los autores concuerdan en esta afirma­
ción y no sé de ninguno que de manera expresa haya defendido lo contrario.
Por lo demás, se prueba suficientemente a base de los argumentos aducidos en
la segunda opinión. También porque no puede comprenderse ni explicarse en
qué consista ni de qué clase sea esa realidad o modo absoluto, ni con qué fin se
establezca. Y aclaro esta razón como sigue: dicha realidad o modo sería algo
separable o totalmente inseparable del acto verdadero; si se admite lo segundo,
no hay fundamento para establecerlo como realmente distinto; en cambio, si se
dice lo primero, ya no será algo absoluto, sino relativo, según demuestra el ar­
gumento que se ha hecho, puesto que la separación obedece exclusivamente a una
mutación del objeto, pero sin que se dé otra mutación absoluta por parte del
acto, ya que éste sigue representando lo mismo, y de manera idéntica, y su ver­
dad se modifica sólo porque la cosa no se comporta de igual modo.
quando vero deest fundam entum aptum ad 6. V e r ita s n i h i l i n r e d i s t i n c t u m a d d it
fundandam relationem realem , vel quia non c o g n itio n i .— P rim o ergo certum existim o
est ordinabile ad aliud extrinsecum, u t con-veritatem non addere acm i vero aliquam
tingit in divina scientia respectu creatura- rem , vel m odum absolutum ex natura rei
rum existentium ; vel quia non est distinc- distinctum ab ipso seu ab essentia et enti-
tum a term ino, u t in eadem scientia Dei tate eius. In hoc v identur om nes aucto-
respectu eiusdem D e i; vel quia non com- res convenire; ncque aliquem invenio qui
paratur ut m ensuratum ad m ensuram , sed oppositum expresse docuerit. E t p robatur
potius u t m ensura ad m ensuratum , u t ea­ satis argum entis factis in secunda senten-
dem scientia Dei ad omnes creaturas; et tia. Item , quia ncque inteliigi, neque expli-
idem censetur de arte hum ana respectu cari potest quid a u t quale sit hoc absolu­
tum , neque ad quid ponatur. Q uod ita
artificii; ergo in his casibus erit haec rela-
tio rationis, et n on realis. declaro, quia vel illud est aliquid separabile
ab actu vero, vel est om nino inseparabile;
Quaestionis resolutio si dicatur hoc secundum , sine causa ponitur
5. U t rem hanc explicemus, adverten- distinctum ab actu ex natura re i; si vero
dum est aliud esse inquirere quid addat dicatur prim um , illud non erit absolutum
veritas supra actum qui denom inatur verus, sed respectivum , u t argum entum factum
aliud vero, quid includat totum id quod pro b at; quia separano per m utationem so-
nom ine veritatis significano: ; ad eum mo- lam obiecti, sine alia absoluta m utatione ex
dum quo supra de u nitate dicebamus aliud parte actus; nam actus ex se idem e t eodem
esse quod ad d it supra ens, aliud vero quod m odo repraesentat, solum que m u ta n o eins
nom ine unitatis significatur. veritas, quia rea non eodem 'm odo se habet.
Disputación octava.— Sección II 85
Pudiera alguien objetar que la verdad añade algo absoluto, que es insepara­
ble del acto y que es distinto de él, no con distinción real, sino únicamente de
razón. En contra de eso está el que o ese absoluto completa al acto en calidad
de última diferencia especifica o individual del mismo, o no lo completa sino que
lo supone perfectamente completo. Si se defiende lo primero, entonces dicho
absoluto, más bien que añadirse a u n acto ya constituido, lo constituye; por lo
cual no es legitimo afirmar que la verdad añada al acto aquella realidad o modo
absoluto; y lo segundo no puede decirse porque es imposible entender que a
un acto plenamente constituido se le añada algo real absoluto que sólo se distin­
ga de él con distinción de razón. Por otra parte, contra esta razón resulta con­
cluyente el argumento sobre la mutación de un mismo acto que se transforma
de verdadero en falso.
7. L a v e r d a d n o a ñ ade un a re la ció n p re d ica m en tá l. — Debe afirmarse, en
segundo lugar, que la verdad no añade al acto una relación real propia y pre-
dicamental de acto a objeta Tam bién queda esto suficientemente demostrado
con los argumentos aducidos, pues en muchos casos es imposible tal relación, y
de esos casos se toma la razón de que dicha relación nunca es necesaria para el
concepto de verdad en cuanto tal. N o sólo porque el concepto y el modo de la
verdad tienen igual esencia y proporción en todos los casos, sino también porque,
aun cuando concedamos gratuitamente que a veces concurren todos los requisi­
tos necesarios para que surja una relación real entre el acto y el objeto, no obstante,
el acto se concibe como verdadero antes —con prioridad natural— de concebir
la aparición de dicha relación real; porque se dice que ésta surge una vez esta­
blecido el fundamento y el término; en cambio, el acto es verdadero de manera
formalísima, por el mero hecho de establecer tales fundamento y térm ino; ello
hasta el punto de que si, por un imposible, se impidiese la resultancia de la
relación, el acto seguiría siendo verdadero por haberse puesto en la realidad tal
acto y tal objeto; consiguientemente, la relación no entra en el concepto formal
de verdad, prescindiendo de si a veces es consecuencia de ella.
8. T a m p o c o a ñ a d e u n a rela ció n d e ra zó n e stric ta m e n te d ich a . — E n ter­
cer lugar, hay que decir que la verdad en cuanto tal no añade al acto verdadero

Dices veritatem addere q u id absolutum in ­ m entum nunq u am esse necessariam talenti


separabile ab actu, n o n tarnen re sed ratione relationem ad rationem veritatis u t sic. T u rn
distinctum ab ilio. Sed contra, quia vel hoc quia conceptus et m odus veritatis eiusdem
absolutum com plet actu m tam quam ultim a rationis seu p ro p o rtio n s est in om nibus.
differentia specifica v el individualis eius, vel T u m etiam quia, licet gratis concedam us
n o n com plet sed supponit p erfe tte com ple- interdirai concurrere om nia necessaria u t
tu m . Si prim um dicatur, ergo tale absolutum in te r actum et obiectum consurgat relatio
n o n ad d itu r acm i constituto sed constituit realis, tarnen prius n atu ra intelligitur actus
illu n i; ergo n o n recte dicitu r veritatem verus, quam intelligatur consurgere relatio
addere hoc absolutum supra actu m ; secun- realis. N am haec dicitur consurgere posilo
dum autem dici n o n p otest, quia im possibile fundam ento e t term in o ; actus autem form a­
est Intelligere a ttu i piene constituto addi tissime verus est hoc ipso quod p o n itu r tale
aliquid reale absolutum sola ratione distinc- fundam entum e t term in u s; ita u t si per
tum . A c deinde co n tra h o c procedit argu­ im possibile im pediretur resultantia relatio­
m entum d e m utatio n e eiusdem actus de n s , adhuc actus esset verus ex vi talis actus
vero in falsum . et o b ietti in rerum n atu ra p o sito ru m ; ergo
7. N o n a d d it v e r ita s r e la t io n e m p r a e d i- in form ali conceptu veritatis n o n in tra t rela­
c m n e n ta le m .— Secundo dicendum est veri­ tio, q u id q u d sit an in d e interdum conse-
tatem n o n addere supra actum relationem quatur.
realem propriam e t praedicam entalem actus 8. N equc r e la t io n e m r a tio n is s tr id e
a d obiectum . H o c ed am sufficienter p ro b atu r s u m p cam .— T ertio dicendum est veritatem
argum entis factis, n am in m ultis im possibi­ u t sic n o n addere a ttu i vero relationem ra­
li* est talis relatio e t ab eis sum itur argu- tionis actualem proprie e t in rigore sum p-
86 Disputaciones metafísicas

una relación de razón actual en sentido propio y riguroso. M e resulta plenamente


convincente, a este propósito, el siguiente argumento: la denominación de ver­
dad no depende de semejante relación, ya que ésta no existe en acto — de la
manera que puede existir— sino en el intelecto que piensa o compara actual­
mente una cosa con otra; ahora bien, el acto es absolutamente verdadero sin esta
relación; luego. Además, el argumento aducido para la relación real adquiere
mayor fuerza probativa si se aplica a la relación de razón. Efectivamente, asi
como la primera surge una vez puestos el fundamento y el término, de igual
modo la segunda es creada por el entendimiento, supuesto aquello que puede
intervenir a manean de fundamento y de térm ino; ahora bien, el acto es verda­
dero por la fuerza de eso que se supone para tal relación o ideación; luego dicha
relación no entra formalmente en el concepto de verdad; por consiguiente, la
verdad tampoco añade al acto mismo semejante relación.
9. L a v e r d a d a ñ a d e al c o n o c im ie n to u n a c o n n o ta c ió n d e l o b je to , tal c o m o se
ju z g a q u e e s .— Debe afirmarse, en cuarto lugar, que la verdad lógica no aña­
de al acto nada que sea real e intrínseco ál mismo acto, sino que únicamente
connota que el objeto se comporta así como es representado por el acto. Esta
afirmación es secuela de las anteriores, pues que el acto sea verdadero expresa
algo más que la existencia del acto, y no significa algo real absoluto o relativo
además del acto mismo, como tampoco designa una propia y rigurosa relación
de razón; por tanto, no puede añadir más que la indicada connotación o deno­
minación, que se origina de la unión o conexión entre tal acto y su objeto. Esta
conclusión viene confirmada por el argumento con que los partidarios de la
segunda opinión, demuestran que la verdad no es algo totalmente absoluto, a
saber: si cambia el objeto cambia la verdad lógica y, sin embargo, no se produce
mutación de algo intrínseco al acto, sino únicamente eliminación de la concomitan­
cia del objeto; esto prueba, por consiguiente, que la verdad incluye, o al menos
connota, la ya expresada concomitancia del objeto.
10. U n a m is m a e n u n cia c ió n s e c o n v ie r te d e falsa e n v e r d a d e ra , e n v ir tu d
d e u n a m u ta c ió n e x trín se c a .—- Algunos responden negando la posibilidad de que
una misma proposición mental se transforme de verdadera en falsa sin cambiar

tarn. H o c etiam m ih i su ffic ie n t« persuadet obiectum ita se habens sicut p er actum


arg u m en tu m fllud quod denom inano verita- repraesentatur. H aec assertio sequitur ex
tis n o n p en d e t ex h u iusm odi relatione; praecedentibus; nam actum esse verum plus
n am haec, eo m odo q u o esse potest, non aliquid dicit quam actum esse; et non dicit
est actu n isi intellectu actu cogitante vel aliquid reale absolutum vel relativum ultra
com parante u n u m a d a liu d ; sed absque ipsum actum , nec etiam dicit propriam e t
huiusm odi c o m p a ra to n e actus est sim plici­ rigorosam relationem ratio n is; ergo n ih il
te r v e ru s; ergo. P raeterea argum entum fac­ aliud addere potest p raeter dictant connota-
tu m d e relatio n e reali a fortiori p ro b at de tionem se a denom inationem consurgentem
relatione ra tio n is; n am , sicut iUa consurgit ex connexione seu coniuncdone talis actus
posito fundam ento e t term ino, ita haec fin- e t obiecti. P raeterea h o c confirm ât argu­
g itu r p e r intellectum supposito eo quod p e r m entum quo posterior opinio probat veri­
m o d u m fo n d am en ti e t term ini intervenire tatem n o n esse aliquid om uino absolutum ,
p o te s t; sed ex v i eius q u o d supponitur scilicet, quia m utato obiecto, m u ta tu r veri­
ad talem relationem vel fictionem , actus est tas cognitionis, et tarnen n o n m u tatu r ibi
v e ru s; ergo talis relatio n o n in tra t form aliter aliquid intrinsecum actui sed tollitur con-
conceptum veritàtis ; ergo n ec veritas habet com itantia obiecti; ergo signum est verita­
talem relationem supra ipsum actum . tem includere vel saltern connotate praedic-
9. V e r ita s a d d ì i c o g n itio n i c o n n o ta tio - tam concom itantiam obiecti.
n e m o b ie c ti, s i c u t i u d i c a t u r s e h a b e r e .— 10. E a d e m e n u n tia tio p e r e x tr in s e c a m
Q u arto dicendum est veritatem cognitionis n t u t a l i o n e m e x fa ls a v e t o f i t . — R espondent
u ltra ip su m actu m n ih il ad d ete reale et aliqui negando posse eam dem m entalem
m trinsecum ipsi actui, sed connotare solum propositionem transferri de vera in falsam
Disputación octava.— Sección II 87

intrínsecamente- cuando se trata del conocimiento propio o juicio acerca de la


cosa; pues la proposición que fué verdadera en algún tiempo no puede ser falsa
en ese mismo tiempo, y para que resulte falsa es preciso que la mente una los
extremos en otro tiempo, cosa que no puede hacer sin que en ella se produzca
cierta mutación. Pero esto se halla en absoluta contradicción con lo que afirman
Aristóteles en los Predicamentos, capítulo sobre la sustancia, y Santo Tomás, en
I, q. 14, a. 15, ad 3.
En primer lugar, puede aducirse un argumento tomado de las proposiciones
orales o mentales que se dice que se encuentran en la mente que no ha alcan­
zado un conocimiento pleno; porque, en el caso de dichas proposiciones, no
cabe duda de que es una proposición absolutamente idéntica la que antes era
verdadera y ahora es falsa en virtud de una mutación de la cosa significada, pero
sin mutación alguna de su signo o significación; luego la verdad de significa­
ción que compete a estas proposiciones connota, además de todo aquello que
corresponde a la proposición significativa, tal concomitancia del objeto. Por
tanto, así debe entenderse en lo que concierne a la verdad del juicio mismo o a
la verdad que existe en una mente que ha llegado a conocimiento pleno, por lo
menos cuando la mente es imperfecta y abstractiva. Y añado esto porque en el
conocimiento intuitivo perfecto —mediante el cual la cósa se ve exactamente en
particular y según todas sus condiciones existenciales totalmente determinadas— no
es posible una mutación de la conformidad entre el conocimiento y el objeto sin
que se dé también mutación en el conocimiento, pues entonces tiene plena vali­
dez el argumento aportado de que el acto siempre termina en la cosa tal como
existe en un determinado tiempo o momento, y en ese tiempo o momento no
puede cambiar su verdad, aun cuando varíe en otros tiempos. Por esta razón,
la ciencia divina siempre se encuentra en conformidad con los objetos que co­
noce, aunque dichos objetos cambien en sus diversos tiempos. Y quizá ocurra
lo mismo con el conocimiento angélico, cuando es perfectamente intuitivo, si
bien difiere del divino en que éste es absolutamente inmutable, mientras que
aquél puede sufrir mutación. Sin embargo, en un conocimiento imperfecto y
abstractivo, cual es el nuestro, no resulta contradictorio que un juicio totalmente
idéntico se transforme de verdadero en falso sin mutación intrínseca, porque la

sine intrinseca m utatione e iu s,. loquendo de ultim ata saltem im perfecta et abstractiva.
propria cognitione seu iudicio ipsius re i; Q uod idcirco addo, quia in cognitione in tu i­
quia propositio quae p ro aliquo tem pore vera tiva perfecta, qua exacte vid etu r res in par-
fu it, non potest esse falsa pro eodem tem ­ ticulari secundum om nes conditiones exis-
pore, et ut fiat falsa necesse est u t m ens tentiae om nino determ inatas, non potest esse
coniungat extrem a p ro alio tem pore, quod m utatio conform itatis in tei cognitionem et
facere non potest nisi in ipsa sit aliqua obiectum m anente im m utata cognitione;
m utatio. Sed hoc sim pliciter repugnat A ris- tu n e enim recte procedit argum entum fac­
toteli, in Praedicam ., c. de Substantia, e t tum , quod sem per term inatur actus ad rem
D . T hom ., I , q. 14, a. 15, ad 3. E t prim o p ro u t in tali tem pore et m om ento existen-
sum i potest arg u m en tu m a propositionibus te m ; pro quo tenjpore et m om ento m utari
vocalibus seu m entalibus, quae dicuntur esse n o n potest veritas, quam vis prò aliis tem po­
in m ente non u ltim ata; nam in eis dubi- ribus m utetur. P ro p te r quam rationem di­
tari non potest q uin sit eadem om nino pro- vina scientia sem per est conform is obiectis
positio quae antea erat vera et nunc est cognitis, quantum vis haec pro suis diversis
falsa per m utationem rei significatae absque tem poribus m u ten tu r. E t idem fonasse est
ulia m utatione signi vel significationis eius; in cognitione angelica, quando est perfecte
ergo veritas ilia in significando quae con- intuitiva, quam vis differat a divina, quod
venit his propositionibus, praeter totum id haec sim pliciter im m utabilis est, illa vero
quod se tenet ex parte propositionis signi- m utari potest. N ihilom inus tam en in co­
ficantis, connotat talem concomitantiam ob- gnitione im perfecta e t abstractiva, qualis est
iecti. Sic ergo intelligi potest in veritate nostra cognitio, no n repugnat idem om nino
ipsius iudicii seu v eritatis existentis in m ente iudicium m u tari de vero in falsim i absque
88 Disputaciones metafísicas

duración que concebimos —y que expresamos por medio de la cópula— no


es indivisible ni dotada de absoluta determinación, sino en cierto modo indi­
ferente y confusa y, por lo tanto, posee una amplitud gracias a la cual el objeto
puede comportarse de manera diversa en las diferentes partes de dicha sucesión.
Por este motivo es imposible que un mismo conocimiento se convierta de ver­
dadero en falso por mutación del objeto y permanezca invariado en sí mismo;
así, el conocimiento o proposición indefinida por parte del objeto, permanecien­
do idéntico, puede ser verdadero en este momento por razón de un singular, y
después por razón de otro, aunque el conocimiento en sí no varíe, porque en
aquel concepto confuso de una cosa común y que se ha concebido de manera
indefinida incluye, en cierto modo, una pluralidad de singulares, cada uno de
los cuales basta para conferir verdad al conocimiento; por eso, aun cuando los
singulares cambien, la verdad puede persistir en un mismo concepto confuso;
pero si llegasen a faltar todos los singulares, la verdad desaparecería por com­
pleto. Igual sucede con respecto al tiempo o la duración concebida de manera
confusa, pues incluso con referencia a ella, la proposición o el conocimiento es
cuasi indefinido y, por tanto, permaneciendo idéntica, puede compararse con
los diversos instantes o tiempos y resultar ya verdadera, ya falsa, en dichos
tiempos, sin que ella cambie, y sólo en virtud de la mutación de su objeto. Lue­
go esto prueba que la verdad lógica connota, por lo menos, la concomitancia del
objeto en un estado determinado, tal como se representa mediante el conoci­
miento.
11. Finalmente, se confirma por comparación con la bondad, pues, de igual
manera que la verdad expresa Conformidad, así la bondad dice conveniencia;
pero el bien, en cuanto conveniente, sólo añade una denominación o concomi­
tancia de otro extremo que posee tal naturaleza o aptitud para determinada per­
fección, según expondremos después; luego del mismo modo debe razonarse
acerca de la verdad.
12. La verdad requiere una representación intencional del objeto tal como
es.—* En quinto lugar, a base de k» dicho establezco la siguiente conclusión:
la verdad lógica implica una representación cognoscitiva que lleve aneja la
concomitancia de un objeto que se comporta así como es representado por el

intrinseca m utatione, quia illa duratio quam iilius propositio seu cognitio est quasi inde­
concipim us et p er copulano signifteamus, non finita et ideo eadem m anens, et ad diversa
est indivisibilis nec om nino determ inata, sed instantia seu tem pora com parari p ctest, e t
aliquo m odo indifferens et confusa e t con- in eis nunc vera, n u n c autem falsa reperiri,
sequenter latitudinem habens, ratione cuius sine m utatione sui p e r solam obiecti m u ta-
potest in una parte illius successionis obiec- tionem . Ergo signum est, hanc veritatem
tum se habere uno m odo et diverso m odo cognitionis connotare saltem concom itan-
in alia. E t hac ratione fieri potest u t eadem tiam obiecti in tali statu, qualis p e r cogni--
cognitio m u tetu r d e vera in falsam ex m u­ tionem repraesentatur.
tatione òbiecti, ipsa cognitione in se m anente 11. U ltim o confirm atur a simili d e boni-
invariata; sicut cognitio seu propositio in ­ ta te ; nam , sicut veruna dicit conform itatem ,
definita ex parte obiecti eadem m anens p ot­ ita bonum convenientiam ; sed bonum u t
est nunc esse vera ratione unius singularis, conveniens solum addit denom inationem seu
postea ratione alterius, quamvis ipsa in se concom itantiam alterius extrem i habentls ta-
non m utetur, quia in conceptu ilio confuso lem naturano, vel aptitudinem ad talem per-
rei com m unis et indefinite conceptae inclu- fectionem, u t infra ostendem us; ergo eodem
dit aliquo m odo plura singularia quorum m odo de v entate philosophandum est.
singula sufficiunt ad eius veritatem ; et ideo, 12. V e r ita s r e q u ir ìt i n t e n t i o n a l e m r e p r a e -
licet ipsa m utentur, veritas m anere potest s e n ta tio n e m o b ie c ti s ic u t e s t .— Q uinto, ex
in eodem conceptu confuso; si autem om nia dictis concludo veritatem cognitionis inclu­
singularia deessent, om nino periret veritas. dere , talem repraesentationem cognitionis
Idem ergo est respectu tem poris seq dura- qùae habeat coniunctam concom itantiam
tionis confuse conceptae; nam etiam respectu obiecti ita se habentis, sicut per cogni-
Disputación octava.-—Sección 11 89

conocimiento. Se prueba por lo ya establecido: para la verdad no es suficiente


la sola representación, si el objeto no se comporta de igual manera que es re­
presentado; ni puede bastar tampoco la concomitancia del objeto para la deno­
minación de verdad, a no ser que se presuponga o, mejor, se incluya la citada
representación; porque la verdad no consiste únicamente en aquella denomina­
ción extrínseca, sino que incluye una relación intrínseca del acto cuyo término
sea el objeto que se comporta de un modo determinado.

edificación de la primera opinión y soluciones a sus argumentos


13. Después de lo dicho se comprende, en primer lugar, el grado de cer­
teza que tiene la primera opinión y la respuesta que debe darse a sus razones.
Efectivamente, si por “absoluto” entiende la sola entidad del acto con una re­
lación real y trascendental al objeto, poseída de manera inseparable e inmutable,
entonces es falso que la verdad consista únicamente ea esto absoluto, pues de lo
contrario sería totalmente inmutable, mientras el acto se mantuviera idéntico.
En cambio, si afirma que la verdad consiste en eso absoluto — porque no es nece­
sario que se añada ninguna relación intrínseca, sino solamente la concomitancia
dsl objeto— entonces reconocemos que la verdad es algo absoluto o, más bien, con­
siste en un absoluto acompañado de relación predicativa, pues no resulta incon­
gruente decir que aquella denominación tomada de la concomitancia del objeto
es una relación predicativa. N o obstante, como, según parece, los razonamientos
de aquella opinión se desarrollan en el primer sentido y pueden oponerse a
nuestras afirmaciones, debemos darles cumplida respuesta.
14. En qué consiste la verdad formal y en qué la radical.— Así, pues, a
los primeros argumentos, con los que se prueba que la verdad lógica es una
real e intrínseca propiedad del acto, se responde advirtiendo que la denomina­
ción de verdadero puede atribuirse en doble sentido al acto cognoscitivo, a sa­
ber: formalmente y radicalmente. Considero formal la denominación de verda­
dero que he venido explicando hasta ahora y que consiste en la actual confor­
midad con el objeto; y llamo radical a aquella perfección del acto de la cual
recibe éste dicha conformidad con el objeto, como ocurre con la evidencia en

tionem repraesentatur. P ro b atu r ex dlctis, absoluto, quia nullam intrinsecam relationem


quia ad veritatem nec sola repraesentatio addi necesse est sed solam concom itantiam
sufficit, si obiectum n o n ’ita se habeat sicut obiecti, sic fatem ur veritatem esse aliquid
rep raesen tatu r: neque concom itantia obiecti absolutum vel potius consistere in absoluto
potest sufficere ad denom inationem veritatis, cum respectu secundum d ici; nam illa de-
nisi praesupposita praedicta repraesentatione nom inatio sum pta ex concom itantia obiecti
vel potius includendo illam ; quia veritas non incongrue potest respectus secundum
n o n est sola illa denom inatio estrinseca, dici appellari. T arnen, quia rationes illius
sed includit .intrinsecam habitudinem actus opinionis videntur in priori sensu proce­
term inatala ad obiectum taliter se habens. dere et possunt his quae dixim us obstare,
eis satisfaciendqm est.
Censura primae opinionis e t s o lu tio n e s 14. V e r u m fo r m a le q u i d , q u id v e r u m
arguimentorum e iu s r a d ic a le .— A d priora ergo argum enta, quibus
13. A tque h in c intelligim r prim o quid probatur veritatem cognitionis esse realem
Veritatis h abeat prim a opini© e t quid dicen- et intrinsecam proprietatem actus, respon-
dum sit ad rationes eius. N am , si per detur advertendo denom inationem veri d u ­
absolutum intelligat solam entitatem actus plici ter posse tribui acm i cognitionis. tin o
cum reali et transcendentali habitudine ad m odo form aliter, alio m odo radicaliter; for­
obiectum , quam habet om nino inseparabili- m alem veri denom inationem appello eam
ter et im m utabiliter, sic falsum est v en ­ quam hactenus explicui, quae consistit in
tatela consistere in hoc solo absoluto, quia actuali conform itate ad obiectum ; radica-
alias esset om nino immutabUis m anente lem autem voco hlam perfectionem actus
eodem actu. Si autem dìcat consistere in a qua habet huiusm odi conform itatem cum
90 Disputaciones metafísicas

el caso de la ciencia, o con la certeza en el caso de la fe. en cuya virtud es infa­


lible y, por tanto, no puede existir sin tener conformidad con su objeto material.
Consiguientemente, esto supuesto, respondo a lo primero: la denominación
de verdadero, tomada en sentido radical por la perfección intrínseca del acto o
del hábito, es real y absoluta, si bien no tratamos ahora de ella, pues más que
denominación de verdad lo es de certeza o de asentimiento evidente. Por ello,
la perfección de que se toma esta denominación no es algo realmente distinto
del juicio mismo, sino la mismísima diferencia específica que se toma de tal
objeto formal o del motivo de asentimiento. En cambio, la denominación de
verdadero en sentido formal y actual se encuentra, sin duda, en la cosa misma
sin ficción del entendimiento, como legítimamente prueba el argumento; pero
no es por completo una denominación intrínseca, sino que en parte procede de
una forma intrínseca y en parte connota una coexistencia objetiva o concomi­
tancia del objeto que se comporta tal como es juzgado por el entendimiento. Por
eso, lo que hemos afirmado —que la verdad de que ahora tratamos conviene al
mismo juicio formal o conocimiento, y no sólo al objeto — 1 debe entenderse en el
sentido de que el mismo juicio recibe primaría y esencialmente la denominación
de verdadero de esta conformidad, aunque la forma por la que es denominado
no sea totalmente intrínseca, sino que incluye la concomitancia de algo extrín­
seco.
15. A los segundos argumentos debe responderse estableciendo la misma
distinción. Efectivamente, la verdad radical que se toma de la razón formal de
tal conocimiento es una perfección absoluta, del entendimiento por pertenecer
absolutamente al concepto de virtud intelectual; en cambio, la verdad actual,
a la que nos referimos, no es una perfección absoluta; más aún, ni siquiera
añade perfección a la naturaleza o especie del acto cognoscitivo. Porque esta
verdad actual, en cuanto incluye o connota una concomitancia o conveniencia del
objeto exterior, no añade al acto nada real, por lo que tampoco puede conferirle
perfección alguna; y en cuanto supone o exige por parte del acto una repre-

obiecto, u t est in scientia evidentia, vel in xìmus, huiusm odi veritatem de qua agimus
fide certim do, ratione cuius habet u t infal- convenire ipsi form ali iudicio seu cognitioni
libilis sit et consequénter u t existere non et non tantum obiecto eius, intelligendum
possit qu in conform itatem habeat cum m a­ est ab hac conform itate ipsum iudicium
teriali obiecto suo. H oc ergo supposito, ad prim o ac per se denom inan verum , quam -
p rim um respondeo denom inationem veri vis forma a qua denom inatur, non sit om ­
radicaliter sum ptam ex intrinseca perfec- nino intrinseca, sed concom itantiam alicuius
tione actus vel h abitus esse realem e t abso- estrinseci includat.
lu ta m ; nos tarnen n u n c n o n loquim ur de 15. A d secundum, eadem distinctione sa­
illa, quia illa n o n tam est denom inarlo veri tisfaciendum est; nam veritas radicalis quae
quam certi vel evidentis assensus. U nde sum itur ex form ali ratione talis cognitionis,
perfectio illa a qua sum itur haec denom i­ est perfectio sim pliciter intellectus, quia per-
nano n o n est aliquid ex natura rei distinc- titiet ad rationem virtutis intellectualis sim­
tum ab ipso iudicio, sed est ipsam et spe­ pliciter; veritas autem actualis de qua lo­
cifica differentia quae sum itur ex tali obiecto quim ur, per se non est perfectio simplici­
form ali seu ratione assentiendi. D enom i­ te r; im m o ñeque addìi perfeetionem supra
n a n o au tem veri form alis et actualis est naturam vel speciem ipsius actus cogno-
quidem in re ipsa absque fictione \ intel- scendi. N am haec veritas actualis qua ex
lectus, u t recte p robat argum entum , non parte connotât vel includit concom itantiam
tarnen est om nino intrinseca denom inano seu convenientiam extrinseci obiecti, nihil
sed p artim est a form a intrinseca, partim reale addit actui et consequenter nec perfec-
connotai coexistentiam obiectivam seu con- tionem ullam ei afferre po test; qua vero
com itantiam obiecti ita se habentis, sicut ex p arte supponit vel requirit in ipso actu
p er cognitionem iudicatur. U nde, quod di- repraesentationem seu habitudinem realem

1 E n vez de “fictione” en otras ediciones se lee “actione” , con lo que el sentido varía
ligeram ente (N . de los E E.).
Disputación octava.— Sección II 91

sentación o relación real al objeto expresa alguna perfección de él, que algunas veces
puede ser absoluta, pero que otras es sólo relativa. Hay, en efecto, ocasiones en
que esta verdad actual se encuentra unida, de manera infalible y necesaria, con la
real y esencial perfección de tal acto y en virtud del mismo; entonces, la perfección
que supone esencialmente en el acto es absoluta por pertenecer al concepto de
virtud intelectual absoluta; pero en otros casos esta verdad actual no se halla
esencialmente unida con el acto, o no lo está en virtud de la razón formal y
esencial del mismo, en cuyo caso la perfección que se supone en el acto no es abso­
luta, sino relativa, puesto que no pertenece al concepto de virtud intelectual abso­
luta y siempre lleva aneja, de manera intrínseca, la imperfección de un conoci­
miento oscuro y confuso, cual ocurre en la fe humana, en la opinión, etc.
La misma respuesta vale para los terceros argumentos, ya que la verdad
radical constituye una perfección propia del hábito de la ciencia, y la verdad
actual no le confiere aumento alguno de perfección.
16. Por lo que hace a los otros argumentos, con los que se prueba que la
verdad es una propiedad totalmente absoluta, pueden admitirse en cuanto prue­
ban que no se precisa, para esta verdad, una relación real; mas en cuanto pueden
excluir toda connotación extrínseca, su conclusión no es legítima. En consecuen­
cia, respondo al primero: ya queda explicado cuándo y cómo la verdad es una
perfección absoluta, pero no formalmente y en sí, sino radicalmente, cuando es
de tal naturaleza que lleva aneja, de manera necesaria, la verdad.
Al segundo: concedo que la verdad en cuanto tal nunca consiste formal­
mente en una relación real; pero niego que de ahí se infiera que no implica la
concomitancia de un objeto al que se adecúe el conocimiento. Nada importa que
esta verdad lógica no requiera siempre un objeto dotado de existencia actual,
pues no afirmamos que el concepto de verdad entrañe la existencia real del
objeto, sino únicamente que el objeto se comporta así como es representado o
juzgado por el entendimiento; es decir, que su ser es tal cual es conocido;
pero este ser no es siempre el de la existencia, sino el que resulta suficiente para

a d obiectum , dicit realem aliquam perfec- 16. Alia vero argum enta quibus p ro b atu r
tionem eiu s; ilia autem perfectio aliquando verltatem esse proprietatem om nino absolu-
esse potest perfectio sim pliciter, interdum tam adm itti quidem possum , quatenus pro-
vero est tantum secundum quid. N am in ­ b an t no n esse necessariam relationem rea-
terdum haec veritas actualis est infaUibiliter lem ad-huiusm odi veritatem ; quatenus vero
ac necessario coniuncta cum essentiali ac excludere possum om nem extrinsecam con-
reali perfections talis actus et ex vi illius; notationcm no n recte concludim i; unde ad
et tunc perfectio quam p er se supponit in prim um iara declaratum est q uando et
actu, est perfectio sim pliciter; p ertin et enim quom odo veritas sit perfectio sim pllciter,
ad ranonem intellectualis virtutis sim pliciter. non quidem form aliter e t in se sed in ra ­
Interdum vero n o n est haec veritas actualis dice, quando ilia talis est u t necessario se-
necessario coniuncta cu m actu, au t n o n ex cum habeat veritatem coniunctam . A d se­
vi rationis form alis e t essentialis eiu s; et cundum , concedo veritatem u t sic nunq u am
tunc perfectio quae supponitur in actu, non consistere form aliter in relatione reali, nego
est sim pliciter sed secundum quid, quia tam en inde sequi n o n includere concom i-
non pertinet ad rationem virtutis intellec­ tantiam obiecti cui cognitio conform etur.
tualis sim pliciter, e t sem per ac intrinsece N ec refert quod huiusm odi veritas cogni­
habet adm ixtam im perfectionem obscurae tionis no n sem per req u irat obiectum actu
vel confusae cognitionis, u t est in hum ana existens, quia no n dicim us realem existen-
Ade et opinione, etc. A d tertium eadem tiam obiecti includi in conceptu veritatis, sed
est responsio, nam in habitu scientiae quod solum quod ita se habeat sicut per cogni-
verus sit radicaliter est perfectio eins, ultra tionem repraesentatur seu iu d icatu r; seu
quam actualis veritas nihil perfectionis ei quod habeat tale esse quale cognoscitur.
addit. Quod esse non sem per est existentiae, sed
92 Disputaciones metafísicas

la verdad de la enunciación, como apuntó Aristóteles en el lib, V de la Metafí­


sica, c. 7, en el lib. VI, c. último, y en el lib. IX, c. último.
17. De cuántos modos se da la verdad en Dios, y si constituye una per­
fección absoluta.— Al tercero: a propósito de la verdad divina debe decirse lo
mismo que se ha dicho sobre la verdad de la ciencia y de cualquier virtud inte­
lectual, a saber: en Dios expresa una perfección, en cuanto se refiere a-la’ verdad
radical; pero, por lo que hace a la actual conformidad con el objeto, no añade
ninguna perfección nueva, ni tampoco una relación real, como legítimamente
demuestra el argumento. Mas, para que se entienda mejor y se elimine todo
equivoco, debe advertirse que la suma perfección de la verdad puede atribuirse
a Dios de tres maneras: por razón de su esencia o ser, por razón de su enten­
dimiento y por razón de su voluntad; y, de acuerdo con esos modos, se dice
que Dios es la primera verdad ontológica, lógica y moral.
De la verdad tomada en el primer sentido —ontológicamente— nos ocupa­
remos después, ya que no es otra cosa que la verdad trascendental, la cual se
encuentra en Dios en el primero y más alto grado de perfección. La verdad en
el tercer sentido no nos interesa ahora, pues el nombre “verdad”, con esa signi­
ficación, resulta equívoco y designa cierta virtud moral radicada en la voluntad,
que inclina a decir siempre la verdad y expresarse en conformidad con la mente;
y esta virtud se da en Dios en grado eminentísimo, y le es tan natural que en
manera alguna puede hablar sino la verdad; así considerada, la verdad e9 una
perfección absoluta, aunque de orden moral.
Por tanto, la verdad en el segundo sentido —lógicamente— puede significar
en Dios dos cosas: primero, una virtud intelectual tan perfecta que nunca se
aparta ni puede apartarse de su fin, lo cual constituye una elevada perfección
absoluta que Dios tiene por sí mismo y en grado eminentísimo; en este aspecto
se dice que es la primera verdad lógica. En segundo lugar, puede expresar la
actual conformidad entre el conocimiento divino y la cosa conocida; esto supone,
ciertamente, la antedicha perfección; pero no añade una nueva, sino que se
limita a connotar que el objeto es tal como se conoce.

q u a le s u ffic it a d v e rita te m e n u n tia tio n is , u t ra tio n ih il e d a m a d p ra e s e n s r e f e r t, q u ia


te tig it A ris to te l., V M e ta p h ., c. 7 , et n o m e n v e rita tis s u b illa s ig n ific a tio n e v ald e
lib . V I, c. u lt., e t lib . IX , c. u ltim o . a e q u iv o c u m e st sig n ific a tq u e v ir tu te m q u a m -
17. Veritas in Deo quol modis, el an d a m m o ra le m in v o lú n ta te e x is te n te m q u a e
sit perfectio simpliciter.— A d te r tiu m id e m in c lin a t a d v e r u m s e m p e r lo q u e n d u m et
d ic e n d u m e st d e v e rita te d iv in a q u o d d ic ­ d ic e n d u m iu x ta m e n te m ; q u a e v ir io s est
tu m e s t d e v e rita te sc ie n tia e e t c u iu s c u m - in D e o in g ra d u e m in e n tis s im o , ta m q u e n a -
q u e v ir tu tis in te lle c tu a lis , q u o d in D e o d ic it tu ra lis e st illi u t n u llo m o d o p o s s it a liu d
p e rfe c tio n e m q u a n tu m a d ra d ic a le m v e rita - q u a m v e ru m lo q u i e t h o c m o d o v e rita s est
t e m ; q u o a d a c tu a le m v e ro c o n fo rm ita te m
p e rfe c tio s im p lic ite r, sed m o ra lis . S e c u n d a
cu n a o b ie c to n u lla m n o v a m p e rfe c tio n e m
erg o v e rita s , scilicet, in te lle c tu a lis d u o sig ­
a d d it n e q u e e tia m re a le m re la tio n e m , u t
n ifica re p o te s t in D e o : p r im u m , v im in te l-
r e c te a rg u m e n tu m p ro b a t. Q u o d u t m a g is
lig e n d i ad eo p e rf e c ta m u t n u n q u a m a b sco p o
in te llig a tu r o m n is q u e a eq u iv o c a tio to lla tu r
a b e r re t n e q u e a b e r ra re p o s s it, e t h o c est
a d v e r te n d u m e st p e rfe c tio n e m s u m m a m v e -
m a g n a p e rfe c tio s im p lic ite r q u a m e x se h a ­
r ita tis trip lic i m o d o trib u i D e o , s c ilice t ra -
b e t D e u s in e m in e n tis s im o g r a d u ; et h ac
tio n e e ss e n tia e s e u esse, ra tio n e in te lle c tu s,
ra tio n e d ic itu r p rim a v e rita s in c o g n o sc e n d o .
e t r a tio n e v o lu n ta tis ; q u ib u s m o d is d ic itu r
D e u s p rim a v e rita s in e sse n d o , in in te lli- D e in d e d ic e re p o te s t a c tu a le m c o n fo rm ita ­
g e n d o e t in d ic e n d o . D e p rim a ra tio n e te m in te r c o g n itio n e m D e i e t r e m c o g n i-
v e rita tis in e s te n d o d ic e m u s in fe riu s q u ia ta m ; e t h o c s u p p o n it q u id crr, p r a e d ie ta m
¡Ha n ih il a liu d e st q u a m v e rita s tra n s c e n - p e rfe c tio n e m , n o n v e ro a d d it n o v a m sed
d e n ta lis , q u a e in D e o e s t in s u m m o ac c o n n o ta t ta n tu m o b ie c tu m ita se h a b e r e in
p r im o p e rfe c tio n is g ra d u . P o s tre m a v e rita tis se s ic u t c o g n o sc iiu r.
Disputación octava.— Sección ll 93

Respuestas a los argumentos de la segunda opinión


18. Al fundamento de la opinión contraria respondemos: con aquel argu­
mento se prueba legítimamente que la verdad, aparte de la total perfección real
e intrínseca del conocimiento, connota y consignifica una concomitancia del ob­
jeto, pero no’ una auténtica relación procedente de la coexistencia del conoci­
miento con el objeto, como queda ya suficientemente explicado.
Puede objetarse:, si este argumento no resulta ahora eficaz para inferir la
relación, no queda ningún otro que sea suficiente para demostrar las relaciones
reales, sobre todo las que se dicen fundadas en la unidad, como son las de se­
mejanza, igualdad, y otras análogas; pues, aunque se diga que la semejanza
cambia con la mutación del otro extremo, cabe decir que no por ello sufre mu­
tación la relación, sino únicamente la denominación originada por la coexistencia
de ambos extremos. Se responde que este argumento pertenece al predicamento
relación, del que trataremos posteriormente; ahora parece que deben decirse dos
cosas: primera, que ese modo de argumentar no basta para inferir una relación
real que constituya un modo distinto, por su misma naturaleza, de su fundamento
y .de Su término, y sea como algo intermedio entre ellos, según concluye, a mi jui­
cio, .el argumento; por eso, sea lo que fuere de tales relaciones, no puede negarse
que antes —con prioridad natural— de su aparición se conciben como simultá­
neamente existentes el fundamento y el término, en los cuales hay unidad o con­
veniencia fundamental. Sobre esta base hacemos la segunda afirmación: aunque
concedamos que surge alguna relación entre el conocimiento y el objeto cuando en
uno hay fundamento suficiente y en otro suficiente motivo para ser término, no
obstante, dicha relación no es formalmente necesaria para el concepto de verdad,
sino que basta aquello que en ambos extremos se comprende como antecedente a
dicha relación; como también basta siempre que los extremos sean tales que no
puedan fundamentar una relación real ni ser término de ella; y, en verdad, es muy
probable que dicha relación nunca sea real, como expondré en su lugar oportuno.
19. Consiguientemente, en lo que atañe a la primera confirmación, concedo
—hablando en términos generales— que la verdad de que ahora tratamos, aten-

Responsiones ad argumenta posterioris tio n e m re a le m q u a e s it m o d u s e x n a tu r a


opinionis re i d is tin c tu s a f u n d a m e n to e t te r m in o e iu s
18. A d f u n d a m e n tu m c o n tra ria e s e n te n - et q u a si m e d iu m q u id in te r ¡Ila, u t a rg u ­
tia e re s p o n d e tu r ¡Ilo a ig u m e n to re c te p ro ­ m e n tu m (s e n te n tia m e a ) c o n v in c it; u n d e ,
b a ri v e rita te m p r a e r e r to ta m p e rfe c tio n e m q u id q u id s it d e ta lib u s re la tio n ib u s , n e g a r i
realem e t in trin se c a rti c o g n itio n is c o n n o ta re n o n p o te s t q u in p r iu s n a tu r a q u a m illae
e t c o nsignificare c o n c o m ita n tia m o b ie c ti, n o n in s u rg a n t, in te llig a n tu r s im u l e x is te n tia fu n ­
ta m e n p ro p ria m re la tio n e m c o n s u rg e n te m d a m e n tu m e t te rm in u s , in q u ib u s e st f u n d a ­
e x c o ex isten tia c o g n itio n is e t o b ie c ti, u t satis m e n ta l^ u n ita s s e u c o n v e n ie n tia . U n d e se-
d e claratu m e st. D ic e s , si h o c a rg u m e n tu m c u n d o d ic itu r, e s to d e m u s in s u r g e r e re la ­
in p ra e se n ti n o n e s t effic a x a d in fe re n d a m tio n e m a liq u a m in te r c o g n itio n e m et o b ie c -
re la tio n e m , n u llu m r e lin q u i su ffic ie n s a d ru m , q u a n d o in a lte ro e s t su ffic ie n s f u n ­
p ro b a n d a s re la tio n e s re a le s, p ra e s e rtim q u a e d a m e n tu m e t in a lte ro s u ffic ie n s ra tio te r -
in im ita te fu n d a ri d ic u n tu r u t re la tio n e s s i- m in a n d i, ta m e n a d r a tio n e m v e rita tis fo r­
m ilitu d in is, a e q u a lita tis , e t s im ile s ; n a m , m a lite r n o n esse n e c e s s a ria m , s e d su fficere
lic e i m u ta to a lio e x tre m o , d ic a tu r m u ta ri id q u o d in u tr o q u e e x tre m o a n te c e d e re in -
sim ilitu d o , d ic i p o te s t n o n in d e v a ria ri re - te llig itu r a d ta le m r e la tio n e m ; s ic u t e d a m
la tio n c m a liq u a m , s e d s o lam d e n o m in a tio - s u ffic it, q u a n d o c u m q u e e x tre m a ta lia s u n t
n e m o rta m e x c o e x is te n tia u tr iu s q u e e s t r e ­ u t n o n p o s s in t fu n d a r e n e c te r m in a r e re la ­
m i. R e s p o n d e tu r a r g u m e n tu m h o c p e rtin e re tio n e m r e a le m ; et s a n e p r o b a b ilis s im u m e st
a d p ra e d ic a m e n tu m ad aliquid, d e q u o p o s - h a n c re la tio n e m n u n q u a m e sse r e a le m , u t
te a d ic tu ri s u m u s : n u n c d u o d ic e n d a v id e n - ia m d ic a m .
t u r : u n u m e st ta le m a rg u m e n ta n d i m o d u m 19. U n d e a d p r im a m c o n firm a tio n e m
n o n esse su ffic ie n te m a d in fe re n d a m re la - c o n ce d o , g e n e r a tic i lo q u e n d o , v e r iE te m d e
94 Disputaciones metafísicas

diendo a todo lo que ella incluye, no pertenece a la esencia del acto de conoci­
miento; pero de ahí no resulta que sea un accidente intrínseco e inherente al
mismo acto, sino únicamente que, además de la entidad y la intrínseca perfec­
ción del acto, connota alguna otra cosa extrínseca sin la que no subsiste la razón
de verdad, y en virtud de la cual la verdad del acto puede cambiar, a veces, aun­
que el acto no sufra mutación intrínseca en sí mismo; en tal caso, la verdad se
comporta como un accidente separable o del quinto predicable, a causa de una
connotación extrínseca variable. En cambio, en aquellos actos que tienen una
verdad indefectible e inseparable, la perfección de que nace esta unión necesa­
ria con la verdad, y que hemos llamado verdad radical, no es, en manera alguna,
accidente, sino propiedad esencial de dicho acto; pero, en esta clase de actos, la
verdad formal se comporta como propiedad inseparable.
20. A la segunda confirmación: en primer lugar, ya hemos respondido
que si bien la conformidad puede tomarse formalísimamente por una relación,
también cabe entenderla como concomitancia de los dos extremos entre los
cuales se excogita la relación, en cuanto es anterior —con prioridad natural— a
dicha relación, y hemos puesto de relieve que esa conformidad es suficiente para
el concepto de verdad. Por ello, para explicar la esencia de la verdad nada im­
porta la controversia acerca de si esa relación es siempre real, o siempre de ra­
zón, o unas veces real y otras de razón; pues, sea de ello lo que fuere, la verdad
misma precede a tal relación. Y, sin duda, es cierto que dicha relación no es
siempre real, como rectamente demuestra el argumento sobre la verdad de la
ciencia divina y sobre la verdad del conocimiento de objetos inexistentes; y esto
basta para que comprendamos que la relación no es necesaria para el concepto
de verdad, porque no lo es la real —como consta por lo dicho— ni la de razón,
ya que ésta sólo existe propiamente cuando es pensada o excogitada.
Mas a lo dicho añado que la relación real en el acto de conocimiento nunca
se sigue precisamente de aquella conformidad que resulta necesaria para la
verdad; pues dicha conformidad no consiste en una verdadera y auténtica seme­
janza formal, sino sólo en cierta proporción y representación intencional, en

qua agim us, secu n d u m id to tu m q u o d in- relatio, p ro u t ordine n atu rae antecedit talem
clu d it non esse d e essentia actus cognitio- relationem e t huiusm odi conform itatem os-
n is; n o n tarnen in d e fit esse aliquod acci- tendim us sufficere ad rationem veritatis,
dens in trin secu m e t inhaerens ipsi actui, sed Quocirca nihil ad explicandam veritatis es-
solum p raeter entitatem et intrinsecam p er- sentiam refert controversia de fila relatione,
fectionem actus connotare aliquid aliud ex- an sit sem per realis vel sem per rationis,
trinsecum sine quo veritatis ratio n o n sub­ vel interdum realis, interdum autem ratio­
sis ts, ratione cuius p otest interdum veritas n is; nam , quidquid de hoc sit, veritas ipsa
actus variari, quam yis actus ipse in se in trin - antecedit talem relationem . E t sine d ubio
sece non m ute tu r ; e t tu n c se habet veritas verum est talem relationem non sem per
ad m odum accidentis separabi.Iis seu quinti esse realem u t recte p robat argum entum
praedicabilis ratione éxtrinséci connotati va- de v en tate scientiae divinae et de v en tate
riabilis. I n h is véro actibus qui habent cognitionis circa obiecta n o n existentia; e t
inseparabilem e t indefectibilem veritatem , hoc satis est u t ìntelligam us propriam rela­
perfectio ilia u n d e o ritu r huiusm odi neces­ tionem no n esse necessariam ad rationem
saria coniunctio cum v en tate quae a nobis veritatis; quia nec realis necessaria est, u t
radicalis veritas dicta est, nullo m odo est patet ex dictis, nec rationis, quia haec non
accidens sed essentialis proprietas tabs actus; est proprie, nisi dum cogitatur seu fingitur.
veritas au tem form alis se habet in h is ad A ddo autem ulterius, nunquam consequi re­
m odum proprietatis inseparables. lationem realem in actu cognitionis praecis©
20. A d secundam confirm ationem prim o ex ilia conform itate quae ad veritatem neces­
iam responsum est quod, licet conform itas saria e s t; quia illa conform itas non con-
possit form atissim e p ro relatione sum i, ta­ sistit in vera ac propria sim ilitudine for­
rnen etiam p o test accipi p ro concom itantia m ali, sed solum in quadam proportione et
ülorum extrem orum in ter quae fingitur ilia intentional! repraesentanone, ratione cuius
Disputación octava.— Sección III 95

virtud de la cual la cosa se percibe tal como es; pero esto quedará más claro por
lo que vamos a decir seguidamente.

SECCION III

Si la verdad l ó g ic a se encuentra só lo en la c o m p o s ic ió n y d iv is ió n ,
O TAMBIÉN EN LAS SIM PL ES APREHENSIONES

1. Parece ser opinión general que la verdad lógica, propia y rigurosamente


hablando, sólo se da en la composición y división del intelecto, y no en sus ac­
tos simples. Tal es el pensamiento de Cayetano, en I, q. 16, a. 2 ; de algunos
tomistas en el lugar citado; de Herveo, Ouodl. DI, q. 1, a. 2 y 3, y de D u­
rando, In II, dist. 16, q. 5, n. 14; y parece que también opina de este modo
Santo Tomás en el pasaje indicado, pues escribe lo siguiente: propiamente ha­
blando, la verdad se encuentra en el entendimiento que compone y divide, pero
no en el sentido ni en el entendimiento que conoce la esencia. Expresiones se­
mejantes tiene en I cont. Gent., c. 59, y en De Veril., q. 1, a. 3. Y, al parecer,
las tomó de Aristóteles, en I De interpret., donde afirma que la verdad y la falsedad
consisten en la composición y división-, sostiene una doctrina análoga en III De
anima, c. 6, donde dice: no se da falsedad en la concepción indivisible d e la
mente. Ahora bien, donde no puede darse falsedad tampoco puede encontrarse
la verdad, ya que los opuestos versan naturalmente sobre lo mismo. Por eso
concluye Aristóteles: pero allí donde ya existe la verdad y la falsedad, se en­
cuentra ya igualmente cierta composición de los conceptos del entendimiento;
y en el lib. IX de la Metafísica, c. último, y en en lib. VI, c. 2, afirma: la ver­
dad únicamente se da en el entendimiento, porque sólo en él hay composición
y división.
2. Esta opinión puede fundamentarse por la razón: primeramente, porque
en las palabras sólo existe verdad o falsedad de significación en la oración com­
pleja mediante la cual expresamos que una cosa es o no es, pero no en la pro­
nunciación de palabras incomplejas; luego lo mismo debe juzgarse acerca de la
verdad lógica con respecto a los conceptos mentales, a saber: que no se encuen-

ita res percipitur sicut est, quod magis ex a. 3. Et videtur id sumpsisse ex Aristot., I
sequentibus fiet manifestum. de Interprétât, c. 1 et 3, ubi ait verum
et falsum in compositione divisioneque con­
SECTIO III sistere. Similia habet III de Anima, c. 6,
ubi ait in indivisibili mentis concepitone
UTRUM VERITAS COGNITIONIS SIT SOLUM IN jalsitate.m non esse. Ubi autem falsitas esse
COMI’OSmONE ET DIVISIONE, VEL ETIAM non potest nec veritas esse potest; nam
IN SIMPLICÏBUS CONCEPTIBUS1*Il, opposita circa idem nata sunt esse. Unde
concludit Aristóteles: At in quitus et jal-
1. Communis sententia esse videtur ve- sitas iam et veritas inest, in bisce compo-
ritatem cognitionis proprie et in rigore lo- sitio quaedam iam est conceptuum intel-
quendo solum esse in compositione et divi­ lectus; et IX Metaph., c. ult., et iib. VI,
sione imellectus et non in actibus eius sim- c. 2, dicit veritatem solum esse in intellectu,
plicibus. Ita sentit Caietan., I, q. 16, a. 2; quia tantum in ilio est compositio et di-
et ibi aliqui thomistae; Hervaeus. Quodl. visio.
Ill, q. 1, a. 2 et 3; Durand., In II, dist. 16, 2. Ratione potest haec sententia fundan,
q. 5, n. 14; et videtur esse opinio D . Tho- primo quia in vocibus non est veritas et
mae ibi, sic enim scribit: Proprie loquendo, falsitas in significando, nisi in oratione com­
veritas est in intellectu componente el divi­ plexa qua significamus hoc esse ve! non
dente, non autem in sensu ncque in intel­ esse, non autem in prolatione vocum incom-
lectu cognoscente quod quid est. Similia plexarum; ergo idem iudicandum est de
habet I cont. Gent. c. 59, et q. 1 de Verit., ventate in cognoscendo respectu concep-
96 Disputaciones metafísicas

tra en los conceptos simples e incomplejos, sino solamente en aquellos mediante


los cuales conocemos componiendo y juzgamos que una cosa es o no es. La con­
secuencia se prueba porque las palabras son signos de los conceptos, y el mismo
grado de verdad o falsedad que existe en el concepto puede darse en la palabra
como en su signo. Este argumento se ha tomado en su totalidad de Aristóteles,
en I D e in te r p r e t., c. 1.
3. E n segundo lugar, porque si hay verdad en la concepción simple, el
concepto simple será: o siempre verdadero y nunca falso, o unas veces verdade­
ro y otras falso, o siempre verdadero y falso acerca de cosas diversas. Mas no
puede admitirse con probabilidad ninguna de esas tres hipótesis; luego tampoco
cabe atribuir la verdad a la concepción simple. Expliquemos la menor en cuanto
a cada una de sus partes.
Primera: si puede haber verdad en el concepto simple, no hay posibilidad
de excogitar una razón por la que no tenga cabida la falsedad en dicho concepto,
ya que, coico decía, los contrarios versan sobre lo mismo; luego, aunque un con­
cepto simple pueda ser verdadero, no lo será todo concepto simple; antes bien,
del mismo principio se deduce que alguna vez pueda ser falso. Y se confirma y
aclara lo dicho con un ejemplo: si el concepto simple y propio de verdadero oro
es verdadero, entonces, cuando en una simple aprehensión se conciba el oropel
como verdadero oro, este concepto será falso. Además, si se concede que algún
concepto simple tiene posibilidad de ser falso con respecto a algo, pruebo que
necesariamente debe ser verdadero con respecto a otra cosa; porque es imposible
que se dé un concepto del entendimiento que no tenga un objeto propio al que
represente; luego, si se compara con él, no puede no ser verdadero concepto
de dicho objeto, ya que es preciso que lo represente de manera natural, cosa que
no puede hacer si no tiene conformidad intencional con él; pero si tiene con­
formidad, es también verdadero, toda vez que la verdad no es sino una confor­
midad entre el entendimiento y la cosa. Así, en el ejemplo aducido, aunque el
concepto de oropel se considera falso con respecto al oro, referido al oropel es
verdadero. Más aún: no puede darse ningún objeto tan ficticio e imposible que

tuum m entis, q u o d , scilicet, non sit in in- tius, ex eodem principio inferi« licet ali-
com plexis ac sim plicibus conceptibus sed quando posse esse falsum . E t confirm atur
in h is tan tu m quibus com ponendo cogno- ac declaratur exem plo, nam si conceptus
scimus ac iudicam us hoc esse vel non esse. simplex ac proprius veri auri verus est, ergo,
P robatur consequentia, quia voces sunt sig­ si aurichalcum u t verum aurum sim pliciter
n s conceptuum et quidquid veritatis vel concipiatur, conceptus ille falsus erit. D einde
falsitatis est in concepru, potest esse in voce si hoc concedatur, scilicet, aliquem concep-
u t in signo. Q uae tota ratio sum pta est ex tu m simplicem posse esse falsum respectu
A ristot., I d e In terp ret., c. 1. alicuius, probo necessario debere esse verum
3. Secundo, quia, si in sim plici concep- respectu alterius; quia im possibile est d ari
tione est veritas, vel omnis conceptus sim­ conceptual intellectus q u i non habeat ali-
plex est verus e t nunquam falsus, vel inter- quod proprium obiectum quod repraesen-
d u m est verus, interdum falsus, vel sem per te t; ergo, si ad illud com paretur, non p ot­
est verus e t falsus respectu diversorum ; est non esse verus conceptus talis obiecti,
nu llu m autem istorum potest dici probabi­ quia necesse est u t n aturaliter illud reprae-
l i t y ; ergo neque etiam potest veritas sim­ sentet; non potest autem illud naturaliter
plici conceptioni attribuì. M inor declaratur repraesentare nisi intentionaliter sit illi con-
quoad singulas partes. P rim o enim , si in form is; si autem est conform is, est etiam
sim plici conceptu potest esse veritas, nulla verus, quia veritas n ih il aliud est quam
ratio fingi p o test c u r n o n possit in eodem conformitas intellectus a d rem . U t in exem­
esse falsitas; n am , u t dicebam, contraria plo adducto, quam vis conceptus aurichalci
circa idem v ersam u r; ergo, quamvis con- respectu auri falsus existim etur, tam en re ­
ceptus sim plex possit esse verus, n o n ideo spectu aurichalci verus conceptus illius est.
om nis talis conceptus 'erit verus; quin po- Itnm o nullum potest esse obiectum ita fio-
Disputación octava.— Sección III 97

su concepto, en cuanto tal, no sea verdadero, como ocurre con el concepto de


quimera o con el de hipocentauro, aun cuando pueda decirse que es falso concepto
de un animal verdadero o posible, no obstante, aplicado a la quimera o al hipo-
centauro, es un concepto verdadero. Finalmente, si por este motivo se dice que
un mismo concepto es verdadero y falso con respecto a cosas diversas, se sigue
que en todos los conceptos hay alguna falsedad, lo cual está lejos de ser cierto,
pues en ese caso también habría falsedad en el concepto divino. Además, ¿quién
dirá que una imagen de Jesucristo, por ser verdadera imagen de El, es falsa
imagen del Anticristo?
4, Alguien podría oponer: así como una misma cosa, por el hecho de ser
semejante a otra, es desemejante a una tercera, así también no hay inconve­
niente alguno en que un mismo concepto sea verdadero y falso con respecto a
cosas diversas. Respondo que con este argumento se está explicando, más bien,
que la verdad o la falsedad del conocimiento no consisten en una simple seme­
janza o desemejanza, sino en alguna otra comparación o composición, en virtud
de la cual se atribuye a la cosa su concepto propio u otro ajeno; como ocurre
en el ejemplo antes citado, no puede haber falsedad al concebir el oropel, sino
al atribuir a la cosa concebida de ese modo la naturaleza del verdadero oro. Y
se confirma y explica porque no es lo mismo no conocer una cosa que .engañarse
al conocerla; pero quien capta una cosa mediante un concepto simple y verda­
dero, aunque en virtud de dicho concepto no conciba otras cosas desemejantes,
no se engaña al concebirlas, porque no las concibe ni les atribuye nada que les
es ajeno; luego no puede decirse que el concepto simple y propio de una cosa"
sea falso concepto de otras por el hecho de que no las represente; por idéntico
motivo no será legítimo decir que sea verdadero en virtud de la sola represen­
tación simple de su objeto. Una última confirmación: de lo contrario, no podria
haber verdad más que en la especie inteligible, puesto que también ella es sim­
plemente representativa y podría entenderse que en su representación hay cierta
conformidad con la cosa representada; pero el consiguiente es falso, ya que en
la sola especie inteligible, en cuanto tal, no hay conocimiento; luego tampoco
puede haber verdad.
tuna et impossibile quin conceptus illius additelo esempio, in concipiendo aurichalco
ut sic verus sit, ut conceptus chymerae, non potest esse falsitas. sed in attribuendo
vel hippocentauri, etiamsi dici possit falsos rei sic conceptae naturano veri altri. Et con-
conceptus veri aut possibijis animalis, tamen firmatur ac declaratur quia aliud est non
tespectu chymerae aut hippocentauri est cognoscere rem aliquam, aliud falli in co-
verus conceptus eius. Denique, si hac de gnitione eius; qui autem concipit simplici
causa dicatur ídem conceptus verus esse et ac vero conceptu rem imam, quamvis ex
falsus respectu diversorum, sequitur in óm­ vi illius non condpiat alias res dissimiles,
nibus conceptibus esse falsitatem aliquam, tamen non failitur in conceptione earum;
quod est ab Omni veritate alienum; alioqui quia neque illas concipit, neque aliquid alie­
etiatn in divino conceptu esset falsitas. Item, num eis attribuiti ergo conceptus simplex
quis dicat imaginem Christi Domini, hoc
ipso quod est vera ¡mago eius, esse falsam et proprius unius rei non potest dici falsus
imaginem Antichristi? conceptus aliarum rerum eo quod illas non
4. Dices: sicut eadem res hoc ipso quod repraesentet, et eadem ratione non poterit
uní est similis, est dissimilís alten, ita nul- dici verus ex sola simplici repraesentatione
lum est inconveniens quod ídem conceptus sui obiecti. Et confìrmatur tandem quia alias
sit verus et falsus respectu diversorum. Re- in sola specie intelligibili posset esse veritas;
spondetur potius hoc argumento declaran quia etiatn illa simpliciter repraesentat, et
veritatem vel falsitatem cognitionis non con­ in repraesentatione eius poterit intelligi con-
sistiré in simplici similitudine vel dissimili- formitas quaedam ad rem repraesentatam;
tudine, sed in aliqua alia comparatione seu consequens autem est falsimi, quia in sola
compositione per quam rci attribuitur pro- specie intelligibili ut sic non est cognitio;
prius conceptus eius, vel alienus; ut in ergo ncque veritas esse potest.
7
98 D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

Segunda opinión
5. O tr o s , p o r e l c o n tr a r io , o p in a n q u e la v e r d a d ló g ic a n o se h a lla ú n ic a ­
m e n te e n la c o m p o s ic ió n y d iv is ió n , sin o ta m b ié n e n lo s c o n c e p t o s s im p le s. A s í
l o d e f ie n d e el F e r r a r ie n s e , I cont. G e n i . , c. 5 9 y 6 0 , y p a r e c e q u e so n d e la
m is m a o p in ió n C a p r é o lc , In 1, d is t. 1 9 , q . 3 , a. 1 , com cl. 3 ; S o n c in a s , líb . V I
Metaph., c. 2 , q . 1 7 ; E g id io , Qtiodl. I V , q . 7 , y F o n se c a , lib . I V M etaph., c . 2 ,
q . 6 , se c . 4 .
P u e d e p r o b a r se , p r im e r a m e n te , p o r lo q u e A r is tó te le s a fir m a e n I Í I De Ani­
ma, c. 6 , a l fin a l; s o b r e e s t e t e s t o d ic e S a n to T o m á s , e n la l e e . 1 1 : aunque !o
inteligible incomplejo no sea verdadero ni falso, el entendimiento que lo capta
es verdadero en cuanto se adecúa a la cosa entendida. Y e n e s te s e n tid o h a c e la
e x p o s ic ió n d e l o q u e A r is tó t e le s s o s tie n e e n e l lu g a r c it a d o : la intelección de
la quididad misma, que proviene de la misma esencia, es verdadera, aunque
nada ( s ú p la s e : e n u n c ie o a fir m e ) as alguna cosa. Y se c o n fir m a c o n u n e je m p lo
q u e A r is tó t e le s a d u c e e n d ic h o lu g a r , p u e s é l m is m o h a b ía d e f e n d id o , e n I I De
Anima, c . 6 , q u e e l s e n t id o e s v e r d a d e r o e n e l c o n o c im ie n to d e su s e n s ib le p r o ­
p io ; a h o r a b ie n , e s e v id e n t e q u e e n lo s s e n tid o s s ó lo se d a u n a c to o c o n o c i­
m ie n t o s im p le ; lu e g o c o n m a y o r r a z ó n h a b rá v e r d a d e n e l s im p le c o n o c im ie n to
in te le c tu a l. A d e m á s , e n e l lib . IX d e la Metafísica, c . 7 , t e x t . 2 1 y 2 2 , a p r o p ó s ito
d e l o c u a l d ic e t a m b ié n S a n to T o m á s , e n la le e . 1 1 , q u e en lo simple hay ver­
dad, por el hecho de que se conoce una cosa según su propia quididad. E sta
o p in ió n p u e d e c o n fir m a r s e c o n u n a r g u m e n to d e r a z ó n : p a r a q u e la c o s a sea
c o n c e b id a m e d ia n t e u n c o n c e p t o s im p le , e s p r e c is o q u e h a y a a lg u n a c o n fo r m i­
d a d r e p r e s e n ta tiv a c u t r e e l c o n c e p t o y la c o s a ; p o r e s o d ijo A r is tó t e le s , e n II I
D e anima, c. 8 , q u e e l a lm a , e n t e n d ie n d o , s e h a c e to d a s la s c o s a s , y a q u e s e
a d e c ú a a to d a s r e p r e s e n ta tiv a m e n te ; l u e g o e s a c o n fo r m id a d e s c ie r ta v e r d a d ,
p u e s t o q u e le c o n v ie n e la d e f in ic ió n d e v e r d a d .
6. En s e g u n d o lu g a r , e n e l e n te n d im ie n to d iv in o y en e l a n g é lic o se
da verdad p e r fe c tísir n a , a p e sa r d e q u e e n e llo s n o e x is te c o m p o sic ió n ni
d iv is ió n ; c o n s ig u ie n te m e n te , ta m b ié n p o d r á h a b e r v erd a d en n u e str o e n t e n ­
d im ie n to c u a n d o c o n o c e sim p le m e n te . Q u iz á d ig a a lg u ie n , a p o y á n d o se e n S a n to

Secunda senientia A n im a , e . 6 , s e n s u m in c o g n itio n e p r o p r i!


5* A lio r u m n ih ilo m i n u s o p in io e s t v e r i- s e n s ib ilis v e r u m e s s e ; c o n s ta t a u te r n i n
t a t e m c o g n itio n is n o n t a n t u m i n c o m p o s i - s e n s u t a n t u m e s s e s im p lic e m a c t u m s e u CO'-
tio n e e t d iv is io n e , s e d e tia m in s im p lic ib u s g n itio n e m ; e rg o m u l t o m a g is i n s i m p l i d
m e n tis c o n c e p tib u s r e p e r i r i . Q u a m o p i n i o - c o g n itio n e in te lle c tu s e r i t v e r ita s . I t e m , lib .
n e m t e n e t F e r r a r ., I c o n t. G e n t ., e . 5 9 e t I X M e t a p h ., c . 7 , te x t. 2 1 e t 2 2 , u b i id
6 0 ; id e r o q u e s e n ti t C a p r e o l ., I n I , d is t. 19, e tia m D . T h o m , n o t â t , le c t. 1 1 , d ic e n s .
q . 3 , a . 1, c o n c h 3 ; S o n c in ., V I M e t a p h ., in simplicibus esse veiitatem, per hoc quod
c . 2 , q . 17 ; A e g id ., Q u o d l. I V , q . 7 ; cognoscitur res secundum propriam quiddi-
F o n s e c a , lib . Ï V M e ta p h ., c . 2 , q. 6 , s e c t. 4. tatem. R a rio n e c o n f ir m a tu r h a e c s e n te a tia ,
E t p ro b a ri p o te st p rim o e x A r i s t , I I I d e q u ia u t p e r s im p lic e m c o n c e p tu a l r e s c o n '
A n im a , c . 6 , in fin e , u b i D . T h o m ,, le c t. 11, c i p ia tu r , n e c e s s e e s t u t s it a liq u a c o n f o r ­
a it quod licet intelligihUe incompUxum m i ta s c o n c e p tu s a d r e m in r e p r a e s e n ta n d o ,
non sit ne que verum neque falsum, Intel- p r o p t e r q u o d d ix it A r is t., I l l d e A n im a ,
lectus tamen imelligendo ipsum verus est, c . 8 , a n im a m in te llig e n d o f ie r i o m n ia , q u ia
in quantum adaequatur fei iniellectae. E t p e r r e p r a e s e n ta tio n e m o m n i b u s c o n f o r m a -
i t a e x p o n it A r is t., ib id , d ic e n te m , intellect t u r ; e r g o illa e o n f o r m ita s e s t q u a e d a m v e r i-
turn, qui est ipsius quid est ex ipso quid ta s , n a m illi c o n v e n ir d e f in itio v e r ita tis ,
erat esse3 verum esse, etianisi non aliquid 6. S e c u n d o in in te lle c tu d iv in o e t a n g e ­
de aliquot s u p p le , e n u n t i e t te l a f f ir m e t. lic o e s t p e r f e ttis s im a v e r i t a s , e t ta m e n in
E t c o n f i r m a t u r e x e m p le q u o d i b id e m a d d u - e is n o n e s t c o m p o s itio n c q u e d iv is io ; e rg o
c i t A r is to te le s , q u ia ip s e m e t d ix e r a t, I l d e e tia m i n n o s tr o i n te lle c tu s im p lic ite r c o -
D is p u ta c ió n o c ta v a .— S e c c ió n 111 99

T o m á s , e n I , q . 1 6 , a. 5 , a d 1 ; y I cont. C e n t., c. 5 9 , q u e , s i b ie n D i o s cx>-


n o c e sim p le m e n te , c o n e s e m is m o a c t o s im p le ju z g a q u e la c o s a e s o n o e s , l o
c u a l h a c e m o s n o s o tr o s m e d ia n te u n j u ic io c o m p le jo . P e r o a e s t o s e o p o n e l o q u e
e l m is m o S a n to T o m á s d ic e e n e l c it a d o c. 5 9 d e l lib . I cont. G e n t., p o r q u e
ta m b ié n n o s o tr o s , e n la s im p le a p r e h e n s ió n , ju z g a m o s a lg o a c e r c a d e la c o s a ,
d e m a n e ra q u e u n c o n c e p t o s im p le c o n t ie n e v ir tu a lm e n te t o d o l o q u e se ju z g a
m e d ia n te u n c o n c e p to c o m p le jo , e s d e c ir , m e d ia n te la c o m p o s ic ió n . A s í, c u a n d o
c o n c ib o a l h o m b r e p o r m e d io d e l c o n c e p t o d is tin to d e a n im a l r a c io n a l, y c a p to
e s te c o n c e p t o c o m o q u id id a d p r o p ia d e l h o m b r e , e n e s e a c to j u z g o v ir tu a lm e n te
q u e e l h o m b r e e s a n im a l r a c io n a l, y e s ta s im p le c o n c e p c ió n c o n t ie n e v ir tu a í-
m e n te to d o l o q u e v ie n e s ig n ific a d a p o r a q u e lla e n u n c ia c ió n ; lu e g o ta m b ié n
h ab rá a u té n tic a v e r d a d e n a q u e l c o n c e p t o sim p le .
E n t e r c e r lu g a r , to d a c o s a q u e s e e n c u e n tr a e n c o n fo r m id a d y a d e c u a c ió n
c o n su m edida: y su s p r in c ip io s p o s e e a u té n tic a v e r d a d ; p e r o e n e l c o n c e p to
s im p le h a y c o n fo r m id a d c o n e l o b je to e n c a lid a d d e m e d id a y p r in c ip io , a l q u e
d e b e c o n fo r m a r s e ; lu e g o e n é l s e d a v e r d a d , q u e n o e s o tr a sin o la v e r d a d ló ­
g ic a , y a q u e la in d ic a d a c o n fo r m id a d e s ló g ic a .

D os conclusiones ciertas injeridas d e las opiniones anteriores


7. . L o s f u n d a m e n to s d e e sta s o p in io n e s p a r e c e n d e m o str a r d o s c o s a s . P r i­
m e r a : s e d a a lg u n a v e r d a d e n la s im p le a p r e h e n s ió n in te le c tu a l, y n o s ó lo e n e lla ,
s in o ta m b ié n e n la s e n s ib le . S e g u n d a : e n la c o m p o s ic ió n in te le c tu a l e x is t e , d e
m o d o p r o p io y e s p e c ia l, a lg u n a v e r d a d q u e n o s e e n c u e n tr a e n l o s c o n c e p t o s
sim p le s.
L a p r im e r a c o n c lu s ió n e s e v id e n t e , e n p r im e r lu g a r , p o r l o s t e s t im o n io s a p o r ­
ta d o s d e A r is tó te le s y d e S a n to T o m á s , y p o r lo q u e e l m is m o S a n to T o m á s s o s ­
tie n e e n I , q . 1 6 , a. 2 y s s ., e n I cont. G e n t., c . 5 9 , y e n o t r o s p a sa je s q u e
e l F e r r a r ie s se cita en el lu gar in d ic a d o . E n s e g u n d o té r m in o , p o r e l c o m ú n m o d o
d e h a b la r ; p u e s e s le g ít im o d e c ir q u e fo r m a u n v e r d a d e r o c o n c e p t o d e l h o m b r e
a q u e l q u e l o c o n o c e c o m o a n im a l r a c io n a l, y l o m is m o c a b e a fir m a r a p r o p ó s ito
d e lo s c o n c e p t o s d e o tra s c o sa s.

g n o s c e n te p o te s t e s s e v e rita s . D i c e t u r f o n a s ­ ta m q u a m a d s u a m m e n s u r a m e t p r in c ip iu m ,
se e x D . T h o m ., I , q . 16, a . 5 , a d 1, e t c u i d e b e t c o n f o r m a t i ; e s t e r g o in e o v e r i-
I c o n t. G e n t., c. 5 9 , q u a m v is D e u s s im p iic i- t a s q u a e n o n e s t a lia q u a m v e r ita s c o g n i-
t e r c o g n ó s c a t, ta m e n ilio a c tu s im p lic i i u d i - tio n is , q u a n d o q u id e m illa e s t c o n f o r m i ta s
c are ita esse v e l n o n e s s e , q u o d n o s c o m p le ­ c o g n itio n is .
x e iu d ic a m u s . S e d c o n tr a h o c o b iie itu r e x e o -
d e m D . T h o ir.a e o d e m c. 59 , lib . X c o n t. Duo certa ex dictis opinìonibus colligimtur
G e n t., n a m e tia m n o s p e r s im p lic e m c o n c e p - 7. F u n d a m e n ta h a ru m o p in io n u m d u o
tio n e m iu d ic a m u s a liq u id d e re , ita u t s im ­ c o n v in c e r e v id e n tu r . U n u m e s t v e r ita te m
p lex a liq u is c o n e e p tu s v ir t u t e c o n tin e a t q u id - a liq u a m r e p e r ir i i n s im p lic i m e n tis c o n c e p -
q u id p e r c o n c e p tu m c o m p le x u m s e u p e r t io n e , n e q u e s o lu m m e n t i s s e d e tia m s e n -
c o m p o s itio n e m i u d ic a tu r . U t q u a n d o c o n c i­ s u u m . A lte r u m e s t v e r ita te m a liq u a m p r o ­
p io h o m in e m s u b c o n c e p tu d is tin c c o a n i- p r ia e t s p e c ia li r a tio n e r e p e r ir i i n c o m p o -
m alis r a tio n a lis , e t h u n c a p p r e tta n d o u t s itio n e in te lle c tu s q u a e i n s im p lic i n o titia
q u id d ita te m h o m in is , ib i v ir t u te iu d ic o h o ­ in te lle c tu s n o n r e p e r i t u r . E t p r i m u m q u i -
m in e m e sse a n im a i r a tio n a le e t illa s im p le x d e m c o n s ta i p r im o e x a d d u c t is te s u m o n iis
c o n c e p tio v ir t u te c o m m e t t o tu m id q u o d A r is to t. e t D. T h o m ., e t e x e o d e m D . T h o m .,
p e r h a n c e n u n tia tio n e m s ig n ific a tu r; e rg o I , q . 1 6 , a. 2 e t ss., e t I c o n t. G e n t ., c. 5 9 ,
e r it e tia m v e rita s p r o p r ia in ilio s im p lic i c o n - e t a liis lo c is q u a e ib i F e r r a r , a d d u c i t. S e ­
c e p tu . T e r t io , o m n is r e s q u a e e s t c o n fo rm a s c o n d o , ex c o m m u n i m o d o lo q u e n d i; re c -
e t a d a c q u a ta su a e m e n s u r a e s u is q u e p r in - te e n im d ic im u s e u m f o r m a r e v e r u n i c o n ­
c ip iis h a b e t p r o p r ia m v e n ta te n e ; s e d in c o n ­ c e p irm i h o m in is q u i illu m ta m q u a m r a t i o ­
c e p tu s im p lic i e s t c o n fo rm ita s a d o b ie c tu m n a le a n im a i a p p r e h e n d i t, e t sic d e c o n c e p -
100 Disputaciones metafísicas

En. tercer lugar, porque estes conceptos mentales son ciertas realidades o
cualidades; por tanto, si en otras cosas hay verdad —como demostraremos pos­
teriormente—, es preciso concluir que también la hay en estos conceptos; por
eso, así como se llama oro verdadero al que posee la naturaleza propia del oro,
igualmente se dirá que es verdadero concepto de oro el que tiene una entidad
conforme con el verdadero oro en la representación intencional, y así sucesiva­
mente.
Con So dicho se patentiza también en qué consiste o de qué clase es la
verdad que se encuentra en la simple aprehensión; efectivamente, no es sino la
misma verdad trascendental, acomodada a estos entes. Pues si la verdad llama­
da ontològica es una pasión adecuada del ente —-según expondremos—, deberá
encontrarse en cada ente según el modo propio de su naturaleza; luego también
se encontrará en estos entes que son simples conceptos mentales. En consecuen­
cia, puesto que el ser propio de estos conceptos es un ser cognoscitivo y que,
por ende, hace formalmente cognoscente a quien los posee, por eso la verdad
de dicho concepto es también una verdad cognoscitiva o lógica.
8. La verdad ss encuentra ds manera espacial en la composición y divi­
sión.— Se demuestra la segunda conclusión, a saber, que la verdad y la falsedad
se encuentran de manera especial en la composición y división. En efecto', no
faltaban a Aristóteles razones para decir, principalmente en los lugares citados,
que la verdad y la falsedad se hallan sólo en la composición mental, ya que como
esto no puede ser cierto de toda verdad y falsedad, como quedó claro en el punto
anterior, es preciso que la verdad se encuentre de manera propia y peculiar en
esta composición, para que sea asimismo cierta la doctrina aristotélica. Y tal es
también el pensamiento claro de Santo Tomás en los lugares citados, sobre todo
en la primera parte.
En,segundo lugar, esto resulta manifiesto por el común modo de pensar y de
hablar, porque se estima que alguien tiene verdadero conocimiento de algo
cuando conoce y juzga que es o no es así como es o no es en la realidad, cosa
que los hombres ro podemos hacer sino componiendo o dividiendo. Por eso,
de igual manera que la verdad o falsedad de la locución se encuentra especial-

tibus aliarum rerum. Tertio, quia hi con­ 8. Veritas speciali snodo in compositio-
ceptus mentis sunt res quaedam seu quali- ne et divisione.— Secundum, scilicet, in
tates ; si ergo in aliis rebus est veritas, compositione et divisione speciali modo ve­
ut infra ostendemus, etiam in his concep- ritatem et falsitatem reperiri probatur. Non
tibus veritatem esse necesse est; unde, sic- enim sine causa Aristoteles in locis citatis
ut dicitur verum aurum quod propriam
specialiter dixit veritatem et falsitatem in
habet auri naturam, ita dicetur verus auri
conceptus qui habet entitatem commensu- sola mentis compositione reperiri; cum enim
ratam vero auro in repraesentando inten- hoc verum esse non possit de ornai veri-
tionaliter, et simile est de reliquis. Atque tate et falsitate, ut ex priori puncto con­
hinc etiam constat quae vel qualis sit haec stat, necesse est ut aliquo proprio et peculia­
veritas quae in simplici mentis notitia re- ri modo veritas sit in huiusmodi composi­
peritur; nihil, enim aliud est quam veritas tione, ut doctrina etiam Aristotelis vera sit.
ipsa transcendentalis, his entibus accommo- Et ita plane sensit D . Thomas in eisdem lo­
data. Nam, si veritas quam vocant in es­ cis citatis, praesertim in prima parte. Secun-
sendo est adaequata passio entis, ut dice- do, hoc constat ex communi modo sentiendi
mus, in unoquoque ente iuxta modum na­ et loquendi; quia tunc aliquis censetur ve-
turae suae reperietur; ergo et in his end- ::am rei cognitionem habere quando co-
bus quae sunt simplices conceptus mentis.
gnoscit et iudicat ita esse vel non esse sicut
Unde, quia esse preprium horum concep-
tuum est esse cognitionis et consequenter est vel non est in re, quod homines non
form?,'iter reddere cognoscentem cum cui facimus nisi componendo aut dividendo.
insunt, ideo veritas talis conceptus est etiam Unde, sicut in Joquendo veritas vel falsitas
veritas cognitionis. . singulari modo est in propositionibus quia
Disputación octava.— Sección 111 101

mente en las proposiciones, porque no se considera que alguien dice verdad o


falsedad mientras no enuncia una proposición, así también la verdad y falsedad
de la mente se encontrará de manera especial en la composición y división.
En tercer lugar, puede explicarse lo mismo razonando por el caso contrario;
porque la falsedad no se encuentra propiamente en el simple concepto mental,
sino en la composición o en la división, como expondré con mayor amplitud en
la disputación siguiente; ello indica, por tanto, que también la verdad, cuyo
opuesto es la falsedad y el engaño, se halla de manera especial en el conocimiento
compuesto.
N u d o d e la dificultad y diversos m odos d e exponerlo
9. Pero la dificultad radica en explicar cuál sea ese modo especial, en virtud
del cual se dice que la verdad se encuentra en la composición. Porque algunos
se contentan con decir que la verdad compleja se encuentra únicamente en la
composición y la incompleja en el concepto simple. Pero eso es tanto como no
decir nada, y no explica la dificultad, pues con igual razón podría afirmarse que
la verdad se halla especialmente en el concepto simple, ya que en él existe sólo
de modo incomplejo. Además, porque de aquí no resulta, formalmente hablan­
do, que la verdad se encuentre en el conocimiento compuesto de manera distinta
a como se halla en las demás cosas, sino sólo de manera cuasi material, porque
se encuentra en ella según el modo que le es adecuado; pero esto es común a
todas las demás cosas; luego, por ese mismo motivo, no había razón para atri­
buir de manera especial la verdad únicamente a la composición. Se explica la
conclusión mediante ejemplos: también la verdad se encuentra, v. gr., en el hombre
de manera distinta a como se halla en el ángel, ya que en el primero es verdad
por composición (me refiero a la verdad entitativa) y en el segundo es verdad
simple; en el hombre es material y en el ángel inmaterial; y lo mismo ocurre
con los demás entes, pues cada uno de ellos es verdadero con la verdad ade­
cuada a él y, a pesar de eso, no se dice que la verdad se encuentre más espe­
cialmente en uno que en los demás, sino que absolutamente se dice común a
todos con comunidad transcendental; luego si en la composición mental no hay'
nada peculiar, sino únicamente que su verdad es compleja —de igual modo que
non censetur aliquis veruni dicere vel fal- comp'eze tantum in ilia reperitur. Item,
sum donec propositicnem euuntict. ita edam quia es hoc non habetur quod veritas sit
in mente erit speciali modo veiit2 s et fal- aliter in cognirione composita, formaliter
sitas in compositione et divisione. Tertio loquendo, quam in aliis' rebus, sed solum
idem potest a contrario declarari, quia quasi materialiier, quod sit in ilia modo
falsità; proprie non reperitur in simplici illi accommodato; hoc autem commune est
conceptu mentis, sed in compositione aut omnibus aliis rebus; ergo propter banc so­
divisione, ut disputa-bone sequenti latius is m causam non erat cur veritas cognitionis
exponam; ergo signuin est veritntem edam, speciali modo soli composition! tribueretur.
cui falsitas et decepiio opponitur, speciali Assumptum declaratur exemplis, nam etiam
modo in copniticne composita reperiri. veritas aliter est in homine, verbi gratia,
quam in angelo, nam in homine est veritas
Pimctus dijjicidtatis et vani modi expedìen- per composirionem (loquor de veritate enti-
di iilum tativa), in angelo autem est veritas simplex,
9. Difficultas autem est in esplicando in homine est materialis, in angelo vero
quisnam sit hic speciaiis modus quo v-ritas immaterialis, et simile est in cae'cris end-
dicitur in compositione reperiri. Quidam bus; singula enim sunt vera veritate sibi
enim contenti sunt dicendo veritatem com- accommodata, et tarnen non propterea dici­
plexam reperiri tantum in compositione, in- tur veritas speciali modo esse in uno magis
complexam vero in simpiici notitia. Sed hoc quam in aliis ; sed absolute dicitur commu­
nihil est dictu, ncque rem explicat; nam nis omnibus communitate transcendentali ;
eadem ratione dici posset veritatem speciali ergo, si in compositione mentis nihil aliud
modo reperiri in simplici notitia, quia in- singulare reperitur nisi hoc solum quod
102 Disputaciones metafísicas

el ser de dicho conocimiento es compuesto—, no hay fundamento suficiente para


afirmar que la verdad se encuentra por un título especial en la sola composición.
10. Otros responden que en el concepto simple se da la verdad, pero no la
falsedad, al menos de manera ordinaria y esencial; en cambio, en la composi­
ción y división se hallan indiferentemente la verdad y la falsedad, por lo que
Aristóteles afirmó de modo especial que sólo en la composición y división se
encuentra la verdad y la falsedad. Sin embargo, esta opinión no da una explicación
suficiente de la cuestión ni de la expresión aristotélica. Porque si la verdad se
encuentra en el concepto simple de tal modo que en él no se da la falsedad,
mientras que en la composición existen indiferentemente la verdad y la falsedad,
sería más acertado decir que la verdad es, en cierto modo, propia de los conceptos
simples, y la falsedad, por el contrario, existe únicamente en la composición; o,
a lo sumo, debería decirse que la composición es indiferente a la verdad y a la
falsedad; pero no que es capaz de recibir, como de manera propia, una y otra.
Finalmente (según hemos dicho) esto mismo ■—que en la simple aprehensión se da
una verdad de tal naturaleza que no se le opone ninguna falsedad en un determi­
nado sujeto, mientras que en la composición se encuentra una verdad que es sus­
ceptible de falsedad opuesta-^ indica que la verdad se encuentra de manera
especial en la composición, pues lo primero es común a toda verdad ontologica,
según expondré después; pero la indiferencia antes aludida no basta para explicar
en qué consiste este modo especial de verdad.
11. En otro sentido, suele decirse que la verdad o la falsedad se atribuyen de
manera especial a la composición y división, porque en virtud de ésta decimos
que pensamos con verdad o nos engañamos, cosas que no decimos propiamente
cuando se trata de los conceptos simples. Pero esto indica (como también he
probado arriba) a posteriori que la verdad y la falsedad se encuentran de manera
especial en la composición y división, mas no explica a p rio ri la cuestión de la
esencia de este modo. Efectivamente, la composición no es verdadera o falsa
porque en virtud de ella apreciemos lo verdadero o lo falso; antes al contrario,
porque es verdadera o falsa, por eso captamos la verdad o la falsedad en virtud

sicut esse talis cognitionis compositum est, scilicet, in simplici apprehensione esse ve-
ita et vefitas eius complexa est, non est ritatem ralis rationis cui nulla opponatur
cur dicatur veritas singulari titulo in sola falsitas in tali subiecto, in compositione
compositione reperiri. autem reperir! veritatem cui falsitas opposita
10. Alii ergo respondent in simplici no- inesse potest, indicat veritatem esse speciali
titia reperiri veritatem, non autem falsita­ modo in compositione; nam illud prius
tem, saltern regulariter et per se loquendo; commune est omni veritati in essendo, ut
in compositione autem et divisione indiffe­ inferius dicam; quis autem sit hic speeia-
renter reperiri veritatem et falsitatem et ideo lis modus veritatis non declaratur per só-
specialiter asseruisse Aristot. in sola com­ lam Slam indifferentiam.
positione et divisione veritatem et falsitatem 11. Aliter dici solet ideo veritatem vel
reperiri. Sed hoc neque rem ipsam, neque falsitatem specialiter attribuì compositioni
Aristotelis ¡ocutionem satis declarat. Nam, et divisioni, quia secundum eam didmur
si veritas ita reperitur in simplici conceptu vere sentire vel falli, quod non proprie di-
ut in co non reperiatur falsitas, in compo- cimur ratione oonceptuum simpltcium. Sed
sitìone autem indifferenter veritas et falsi­ hoc quidem (ut supra etiam argumenta-
tas reperitur, potius dicendum fuisset veri­ bar) indicium est a posteriori esse singulari
tatem esse quodammodo propriam simpli- modo in compositione et divisione verita­
cium conceptuum, falsitatem autem in sola tem et falsitatem, non tamen a priori rem
compositione reperiri, vel ad summum di­ declarat, in quo, scilicet, hic modus con­
cendum esset compositionem esse indifferen­ sistan Non enim ideo composido vera vel
tem ad veritatem et falsitatem, non autem falsa est quia secundum eam nos vere vel
quod sit veluti proprium utriusque Suscep- falso sentimus, sed potius e contrario, quia
tivum. Ac denique (ut dicebam) hoc ipsum, illa vera vel falsa est, ideo secundum eam
Disputación octava.— Sección 111 103
de ella, pues la misma composición es una forma que nos comunica igualmente
su ser y sus propiedades.

Explicación de la doctrina de Santo T om ás sobre este p u n to


12. Así, pues, Santo Tomás, explicando esta cuestión, dice en I, q. 16,
a. 2, que la verdad se atribuye de manera especial a la composición y división
porque sólo mediante esta operación se encuentra la verdad en el entendimiento
como en el sujeto que conoce la verdad misma. Da a entender, por tanto, que
gracias al concepto simple se encuentra la verdad en el entendimiento, pero única­
mente como en quien conoce la realidad captada en dicho concepto, no como
en quien conoce la verdad misma; en cambio, gracias a la composición, la
verdad se da en el entendimiento, no exclusivamente como en quien conoce la
cosa, sino también como en quien conoce la misma verdad. Porque la verdad
consiste en una conformidad. Y cuando el entendimiento compone compara la
cosa, en cuanto concebida absolutamente de una manera, con el ser de la misma
cosa, y conoce la conformidad que guardan entre sí, por lo cual no se limita a
conocer la cosa, sino que aprehende, además, la verdad; por ello se dice que
la verdad existe de manera especial en la composición y división. Y esto coincide
con lo que otros expresan al afirmar que la verdad está subjetivamente no sólo
en la.composición, sino también en el concepto simple; pero objetivamente sólo
existe en la composición y división.
13. Ahora bien, semejante respuesta entraña una grave dificultad; porque,
o se refiere a los conceptos directos o a los reflejos. Si se trata de los directos,
no es cierto que en la composición y división directa se. encuentre objetivamente
la verdad, y mucho menos la falsedad. Como tampoco es cierto que el entendi­
miento, al componer y dividir, no se limite a concebir la cosa, sino que capte,
además, su verdad. Se demuestra: cuando el intelecto compone que el hombre
es blanco y conoce directamente que es así, no compara su concepto con ninguna
cosa, ni la cosa con el concepto, para conocer..la verdad; lo único que hace es
comparar una cosa con otra para conocer la unión que hay entre ellas, y en
esto consiste la composición; luego. Por ello, tal modo de argumentar parece
nos vete vcl falso sentimus; est enim ipsa sed etiam veritatem cognoscit, eamque db
compositio forma, quae sicut suum esse ita causam dicitur veritas esse singulari modo
et proprieties suas nobis communicat. in compositione et divisione. Et hoc idem
est quod ali; dicunt veritatem esse subietti­
Hoc super re D. Thomae doctrina ve quidem non solum in compositione, sed
expenditur etiam in simplici notitia, obiective autem
1 2 . D. Thomas igitur, I, q. 16, a. 2, esse tantum in compositione et divisione.
rem iianc declarans dicit veritatem singu- 13. Sed haec responsio non parvam ha-
lariter tribuí composition! et divisioni, quia bet difficultatem, quia vel est sermo de no-
per hanc solam operationem est veritas in titiis directis aut de reflexis. Si de directis,
ifltellectu tamquam in cognoscente veritatem non est veruni in compositione et divisio­
ipsam. Itaque significat per simplicem no- ne diretta esse obiective veritatem et multo
titiam ease veritatem in intellectu, solum ut minus falsitatem. Neque etiam verum est
in cognoscente rem tali notitia apprehen- intellectum componendo et dividendo non
sam, non vero tamquam iñ cognoscente ve­ solum concipere rem sed etiam veritatem
ritatem ipsam; per compositionem autem suam. Probatur, quia quando intelletti»
esse veritatem in intellectu, non solum tam­ componit hominem esse album et hoc di­
quam in cognoscente rem, sed etiam tam­ recte cognoscit, non comparat conceptum
quam in cognoscente ipsam veritatem. Nam suum ad aliquam rem, ncc rem ad concep­
veritas in conformitate consistit. Dum au­ tum ut veritatem cognoscat, sed solum com­
tem ¡ntellectus componit, comparat rem ut parat unam rem ad aliam, ut cognoscat con-
simpliciter conceptam uno modo ad esse iunctionem earum inter se, quod est cora-
ipsius rei, et cognoscit conformitatem quam ponere; ergo. Unde fallax videtur file ar-
ínter se habent, et ideo non solum rem gumentandi modus, ut quia intellectus tune
104 Disputaciones metafísicas

falaz; como si se dijera: puesto que el entendimiento compara una cosa con.
otra, se afirma que compara y conoce la conformidad en que consiste la verdad;
pues no compara el concepto formal con la cosa, ni la cosa con el concepto,
sino una cosa concebida con otra o consigo misma. Consiguientemente, no sucede
que mediante esa composición conozca la verdad, sino únicamente que conoce
aquel ser de la cosa que es fundamento de la verdad, según la afirmación de
Aristóteles: por el hecho de que la cosa es o no es, la opinión es verdadera
o falsa; y este ser no es formalmente verdad, aunque cause la verdad en el
entendimiento, como dijo Santo Tomás en la ya citada q. 16, a. 1, ad 3.
Se confirma, porque una cosa es que el entendimiento, en virtud de una
composición, diga “el hombre es blanco” y otra que diga “es verdad que el
hombre es blanco” ; efectivamente, la última composición es refleja, por lo que
en ella se encuentra la verdad objetivamente, ya que mediante ella la verdad
es conocida de manera formal. En cambio, la primera concepción es sólo directa
y no tiene el mismo objeto que la segunda; por tanto, mediante ella no se
conoce formalmente la verdad, ni se encuentra en ella de manera objetiva.
14. Si se dice que se trata del conocimiento reflejo, síguese, en primer lugar,
que no es siempre cierto lo que Aristóteles afirma, a saber, que la verdad y la
falsedad se encuentran en la composición y división; pero el consiguiente es
falso, porque, de igual manera que toda enunciación oral es verdadera o falsa,
también lo es la composición o división mental; por eso, en virtud de ella pen­
samos con verdad o con falsedad. En segundo lugar, síguese que no existe nin­
guna diferencia, ya que también es posible concebir la verdad de manera formal
y verdadera mediante un concepto simple reflejo; pues así como concebirnos
absolutamente lo que es el hombre, también podemos concebir absolutamente
lo que es la verdad, y mediante un concepto simple podemos concebir la conformidad
entre el concepto y la cosa por modo de cierta relación; y entonces la verdad se
encontrará también objetivamente en el concepto simple; por consiguiente, queda
anulada la diferencia señalada antes.
15. Cabe responder que la doctrina de Santo Tomás debe entenderse de
la composición y división que se lleva a cabo por conocimiento directo, pues

comparai unum ad aliud, ideo dicatur com­ scitur formaliter veritas, neque in illa est
parare et cognoscere conformitatem in qua obiective.
ycritas consist«, quia non comparai con- 14. Si autem dicatur sermonem esse de
ceptum formalem ad rem nec rem ad con- cognitione reflexa, sequitur primo non esse
ceptum, sed comparai rem concepram ad in universum verum quod Amistcteles ait
aiiam vel ad seipsam. Unde non fit ut per veritatem et falsitatem in compositione et
talem compositionem cognoscat veritatem, divisione reperiri; consequens autem est
sed solum illud esse rei quod fundat veri­ falsum, quia, sicut enuntiatio omnis vocalis
tatem, iuxta illud Aristotelis: Ex eo quod vera vel falsa est, ita et mentalis composi-
res est vel non est, opinio vera vel falsa est; tio vel divisio. Unde per omnem illam aut
quod esse formaliter non est veritas quamvis vere aut falso sentimus. Secundo sequitur
causet veritatem in inrellectu, ut dixit nullam esse differentiam, quia etiam per
simplicem notitiam reflexam potest veritas
idem D. Thomas diet. q. 16, a. 1, ad 3. Et formaliter ac vere concipi; sicut enim sim­
confirmatur, nam aliud est quando intel- pliciter concipimus quid est homo, ita etiam
lectus componendo dicit: Homo est albus, simpliciter concipere possumus quid est ve­
aliud vero quando dicit: Hominem esse al­ ritas et per simplicem conceptum possumus
bum est veruni; haec enim posterior com- concipere conformitatem inter conceptum et
positio est reflexa et ideo in illa est obiec- rem per modum cuiusdam relationis; tunc
tive veritas, quia formaliter per illam co- ergo erit etiam veritas obiective in simplici
gnoscitur. At vero prior conceptio est tan­ notitia; nulla ergo est praedicta differentia.
tum directa, et non habet idem obiectum 15. Responderi potest doctrinam D. Tho-
quod posterior; ergo per illam non cogno- mae intelligendam esse de compositione et
Disputación octava.— Sección III 105

es cierto que en toda composición de esa naturaleza se encuentra la verdad o


la falsedad auténtica. Ahora bien, resultaría fácil contestar a la objeción que se
opone a esto si fuese cierta la opinión de Durando (que la verdad consiste en
una conformidad entre la cosa considerada en su ser intelectual objetivo y ella
misma considerada en su ser real), diciendo que el entendimiento, cuando1 com­
pone, compara el concepto objetivo de una cosa con otra o consigo misma tal
como ha sido concebida de otra manera o anteriormente; y de este modo conoce
la conformidad entre aquellas cosas, por lo cual se dice que conoce la verdad.
Parece que Santo Tomás explicó esta cuestión en el sentido indicado, en 1 cont.
Gent., c. 59, razón 1.", al afirmar: puesto que la verdad del entendimiento
es una adecuación entre el entendimiento y la cosa, en cuanto el intelecto dice
que es lo que es, o que no es lo que no es, la verdad intelectual pertenece a aquello
que el entendimiento dice, y no a la operación con que lo dice; pues para la
verdad del entendimiento no se requiere que la intelección misma se adecúe a la
cosa —-ya que ésta es a veces material, y la intelección inmaterial—, sino que se
exige que aquello qus el entendimiento, al entender, dice y conoce, sea adecuado
a la cosa, esto es, que sea en la realidad así como el entendimiento dice. Por tanto,
de acuerdo con esta interpretación es fácil comprender que mediante el conoci­
miento compositivo directo se conoce la conformidad en que la verdad consiste.
16. A pesar de ello, dicha respuesta no puede satisfacernos si no se le añade
algo más. En primer lugar, porque ya hemos rechazado la opinión de Durando,
y no es verosímil que Santo Tomás apuntase a esa interpretación en las palabras
citadas, como se patentiza por la razón que aduce: no es preciso que la intelec­
ción se adecúe a la cosa; porque a veces la cosa es material, mientras que la inte­
lección es inmaterial. Y resulta claro que habla expresamente de la intelección
refiriéndose a la afinidad que ésta tiene con la cosa entendida en su ser de ente
y en sus condiciones, pero no de la afinidad que ^guardan en cuanto represen­
tante y representado. Así, el Ferrariense, en el mismo lugar, distinguiendo entre
la intelección y el concepto o verbo mental, y considerando que la intelección
no es representativa de la cosa, mientras que el concepto o verbo sí lo es, expone

divisione quae fit per directam cognitionem, intelligendo dicit et cognoscit oportet esse
nam certum est in onini tali compositione rei aequatum, scilicet, ut ita in re sit, sicut
propriam veritatera vel falsitatem reperiri. intellectus dicit. Iuxta hanc ergo Interpreta­
Ad obiectionem ameni contra hoc factarn, tionen! facile intelligitur per directam eegni-
si vera esset sententia Durandi quod veri­ tionem compositivam cognosci confonrdta-
tas est conformitas rei prout est in esse tem, in qua veritas consistit.
obiectivo intellectus ad seipsam prout est 16. Sed haec responsio, si aliud non
in re, facilis esset responsio dicendo intellec- addatur, nobis satisfacere non potest. Pri­
turn, quando componit, comparare conceptual mo quia sententia illa Durandi a nobis su­
obiectivum unius rei ad aiiam vcl ad seip­ pra reiecta est, ñeque est verisimile D.
sam aliter seu prius conceptsm; atque ita Thoniam in citatis verbis eum sentimi in-
cognoscere conformitatem inter illa, et ideo tendisse, ut patet ex ratione quam addu-
dici cognoscere vernateci. Atque hoc modo cit, quod non oportet u t intelligere rei
videtur déclarasse hanc rem D. Thomas, I adaequetur; quia interdum res est materia-
cont. Gent., c. 59, in 1 ratione, dicens: lis et intelligere immateriale. Ubi constat
Cura veritas intellectus Sit adaequatio intel­ aperte loqui de intelligere, quantum ad con-
lectus et rei, secundum quod intellectus di- venientiam quam habet cum re inteliecta in
cil esse quod est vel non esse quod non est, esse entis et conditionibus eius, et non de
ad id in intellectu veritas pertinet quod in­ convenientia quam habet in ratione reprae-
tellectus dicit, non ad operationem qua id sentantis et repraesentati. Et ita Ferr. ibi,
dicit; non enim ad veritatem intellectus exi- distinguens inter intelligere et conceptum
gitur u t ipsum intelligere rei adaequetur, seu verbum mentis, et existimaos intelligere
cum res interdum sit materiaKs, intelligere non esse repraesentativum rei, conceptum
vero immateriale, sed ittud quod intellectus autem seu verbum repraesentare Ulani., ex-
106 Disputaciones metafísicas
que Santo Tomás habla del concepto mismo o verbo, y establece en él la con­
formidad o verdad, no en la intelección.
Ahora bien, por mi parte creo que, hablando con propiedad, la intelección
se realiza formalmente por el verbo o concepto en cuanto informa al entendi­
miento, por lo que el verbo, en cuanto verbo, no puede tener conformidad
representativa con la cosa de que es verbo, sin que al propio tiempo el entendi­
miento, en cuanto entiende formalmente por medio del verbo, se haga conforme
a la misma cosa. Por consiguiente, Santo Tomás no pudo excluir esta confor­
midad representativa, sino únicamente la conformidad entitativa. En igual sen­
tido, pues, debe entenderse lo que afirma poco antes: la verdad perten ece a
lo q u e él en ten dim ien to dice , n o a la operación con qu e lo dice. Y pretende
significar que la verdad no pertenece a dicha operación tomada cuasi material­
mente en cuanto es cierta cualidad espiritual, sino formalmente en cuanto noti­
fica al entendimiento la cosa que mediante ella se dice, o en cuanto contiene
a la cosa conocida en su ser representativo.
17. En segundo lugar, esta opinión no se acomoda bien a la explicación de la
presente dificultad. Porque cuando el entendimiento compone, o enuncia por
parte del predicado la cosa tal como es en sí, o la enuncia como concebida de
manera objetiva. Si se afirma lo primero, entonces mediante esa comparación no
conoce la conformidad que hay entre la cosa en cuanto objetivamente conce­
bida y ella misma tal como es en si, en la que se decía que consiste la verdad;
luego de ese modo no conoce la verdad. Por el contrario, si se defiende lo segundo,
entonces tampoco se realiza una comparación, por parte del sujeto, con la cosa tal
como es en sí, sino tal como es concebida objetivamente, pues la razón es igual
para el sujeto y para el predicado, ya que el concepto compara a ambos tal como son
concebidos por él, de manera que la composición sea como cierto cotejo de concep­
tos objetivos y simples y conocimiento de la unión que entre ellos existe; por consi­
guiente, de este modo tampoco se concibe la verdad, según explica Durando, pues
no se conoce ia conformidad de. la cosa en su ser objetivo consigo misma en la rea­
lidad, sino más bien en la conformidad, identidad o unión entre una y otra cosa,
consideradas ambas en su ser objetivo.
ponit D. Thomani loqui de conceptu ipso sententia ad presentem difficultatem ex-
seu verbo et in ¡lio constituere conformí- plicandam, quia quando intellectus compo-
tatem seu verítatem, non in ipso intelligere. nit, vel ex parte praedicati enuntiat rem
Ego autem existimo, si proprie loquamur, ut est in se vel ut obiective conceptam.
intelligere formaliter fieri per ipsum ver- Si primum dicatur, ergo per illam com-
bum seu conceptum ut informantem intel- parationem non cognoscit conformitatem
lectum, et ideo non posse verbum ut verbum rei, ut obiective conceptas, ad seipsam ut
esse conforme in representando rei cuius est in se, in qua veritas consister dicebatur,
est verbum, quin etiam intellectus, quatenus et ita non cognoscet veritatem. Si vero
per verbum formaliter intelligit, fíat eidem dicatur secundum, ergo etiam ex parte sub-
rei conformis. D. Thomas ergo non potuit iecti non fit compartió ad rem prout est
exdudere hanc conformitatem in ratione re- in se, sed prout obiective conceptam, quia
praesentandi, sed tantum conformitatem in non est maior ratio de praedicato quam
essendo. In eodem ergo sensu inteUigendum de subiecto ; utrumque enim compart in­
est quod paulo superius ait: veritatem per- tellectus, prout ab ipso conceptum est, ita
tinore ad id quod intellectus dicit, rion ad ut compositio sit quasi collado quaedam
operationcm qua id dicit. Sensus enim est simplicium conccptuum obiectivorum et co-
veritatem non pertinere ad illam operatio- gnitio coniunctionis quam in se habent; ergo
nem quasi materialiter sumptam, ut est qua- ñeque hoc modo concipitur veritas prout
litas quaedam spiritualis, sed formaliter qua­ a Durando explicatur, quia non cognoscitur
tenus refert intellectui rem quae per illam conformitas rei in esse obiectivo ad seipsam
dicitur seu quatenus in esse representativo in re, sed conformitas, vel identitas, vel unió
continet rem cognitam. inter unam et alteram rem prout utraque
17. Secundo, non recte applicatur illa est in esse obiectivo. Tertio, multo minus
Disputación octava.—Sección III __________________ 10 7 .
En tercer lugar, ese modo puede aplicarse mucho menos a la falsedad; por­
que, cuando mediante la composición se afirma falsamente una cosa de otra, no se
conoce la disconformidad que hay entre ellas, antes bien se conoce o concibe
una conformidad que no existe en la realidad; en ese caso, pues, la falsedad no se
encuentra objetivamente en dicho conocimiento o composición intelectual.

Posición d e Santo T om ás y explicación d e la cuestión según ella


18. Por consiguiente, hemos de afirmar que la posición de Santo Tomás
no es que el intelecto, al componer o dividir formalmente y “en acto signado”
(como acertadamente distinguió Cayetano en el mismo pasaje), conozca la ver­
dad y la conformidad en que formalmente consiste la verdad; pues en tal
sentido no podría realizarse esto, según demuestra la objeción aducida. Entiende,
pues, Santo Tomás que cuando el entendimiento compone o divide conoce “en
acto ejercido” aquello en que consiste la verdad y, por tanto, afirma o niega la
verdad misma o la falsedad. Y por esta razón especial se dice que la verdad
existe propiamente en la composición y división.
En qué consista ese conocer o afirmar la verdad “en acto ejercido”, puede
explicarse de la manera siguiente: nuestro entendimiento, mediante un solo con­
cepto simple, no concibe adecuadamente ni agota de manera clara y distinta la
cosa concebida, como hacen Dios y los ángeles; por ello, una vez que la ha
concebido de cierta manera confusa e inadecuada, para conocerla distinta y ade­
cuadamente le atribuye varios predicados que se distinguen, ya con distinción
real, ya sólo de razón. Ahora bien —según expresó Aristóteles refiriéndose a las
palabras—, siéndonos imposible llevar las cosas a las escuelas, utilizamos térmi­
nos en lugar de cosas, y por eso cuando afirmamos una cosa de otra no lo hace­
mos exteriormente sino mediante una voz significadva y en cuanto significativa,
de tal modo que cuando afirmamos mentalmente una cosa de otra, si bien nues­
tra intención principal es afirmar una cosa de otra, no hacemos esto sino mediante
conceptos, en cuanto son, para nosotros, representaciones naturales de las cosas.
De aquí resulta que, cuando componemos una cosa concebida con otra, o con
ella misma concebida de manera distinta, al propio tiempo que comparamos la
potest Ule modus ad falsitatem applicati; compositione et divisione. Quid autem sit
nam, quando per compositionem unum de in actu exercito veritatem cognoscere seu
alio falso affirmatur, non cognosdtur diffor­ affirmare ita potest declarari: nam intellec­
mità» quae est inter illa, sed potius cogno- tus noster per unum simplicem conceptum
scitur scu concipitur conformitas quae non non concipit adacquate, neque exhaurit di-
est in re ; ergo tunc falsitas non est obiective stincte et dare rem conceptam, sicut fadunt
in tali cognitione seu compositione intellec- Deus vel angeli, et ideo postquam aliquo
tus. modo confuse et inadaequate illam conce­
pir ut illam disimele et adequate cogno-
Mans D. Thomas et res ipsa ¿tata scat, illi attribuit plura praedicata sive re
iìlam explicalur sive ratione tantum distratta. Sicut autem
l i . Dlcendum ergo est non esse men­ de vocibus Arist. dixit quia res non possu-
tent D. Thomas, quando intellectus com- mus adducere ad scholas, utimur terminis
ponit vel dividit formaliter et in actu signa­ prò rebus, ideoque quando affirmamus unam
nt iut bene Caietanus ibi distiiixit) cogno- rem de alia, id exterius non fadmus, nisi
scete veritatem et conformitatem iìlam in mediante voce significante et quatenus sig-
que veritas formaliter consisti!; hoc enim nificans est, ita quando mente unum de alio
sensu vcrificari id non posse obieetio fatta affirmamus, quamvis praedpue intendamus
cor.vincit. Intelligit ergo D. Thomas quando rem de re affirmare, id tamen non facimus
intellectus componit aut dividit, in actu nisi per conceptus quatenus naturaliter no-
exercito cognoscere id in quo veritas con­ bis repraesentant res. Atque ' hinc fit ut,
sista et conséquent« affirmare vel negare dum componimus unam rem conceptam
veritatem ipsam seu falsitatem. Et hac spe­ cum alia vel cum ipsamet alio modo con-
ciali ratione dici veritatem esse proprie in cepta, comparando rem ipsam simul in actu
108 Disputaciones metafísica;'

misma cosa, comparamos “en acto ejercido” nuestro concepto en cuanto repre­
sentativo de esa cosa. Por ejemplo, cuando el entendimiento dice, componiendo,
que el hombre es blanco, conoce formal y directamente la identidad o unión
que hay entre “blanco” y “hombre” ; pero al mismo tiempo conoce en el acto
mismo ejercido que el concepto de blanco contiene en cierto modo al hombre y lo
representa y, consiguientemente, está, de alguna manera, en conformidad con él.
Así, cuando la mente afirma que el hombre es blanco, afirma “en acto ejercido”
la verdad, es decir, que eso es cierto, pues al afirmar que lo blanco está en el
hombre afirma que el concepto de blanco tiene alguna conformidad verdadera,
con el hombre.
En este sentido dijo Santo Tomás, en el citado a. 2, que el entendimiento
conoce la conformidad que hay entre él y la cosa inteligible cuando juzga que-
la cosa se comporta de igual manera que la forma, por él aprehendida, de la cosa,,
lo cual hace componiendo y dividiendo; no porque el entendimiento, al com­
poner, juzgue que la cosa se comporta como una forma que se encuentra en el
intelecto formalmente o por inhesión, sino porque juzga que se comporta cornos
una forma aprehendida por el entendimiento y, consiguientemente, juzga “en
acto ejercido” que la cosa se comporta como forma o concepto formalmente repre­
sentativo en el intelecto, pues se estima que el concepto formal, en cuanto re­
presentativo, constituye cierta unidad con la cosa representada, y porque el enten­
dimiento no compara la cosa representada sino en cuanto concebida por él.
Así, pues, de este modo se comprende perfectamente por qué se dice que la-
verdad existe de manera especial en nuestro entendimiento cognoscente mediante
la composición y división; pues el entendimiento, mediante los conceptos sim­
ples, no conoce en absoluto la conformidad, por lo que tampoco afirma o piensa,
propiamente la verdad, cosa que hace cuando compone los conceptos simples.
De aquí que, si bien tanto la composición como la simple aprehensión de las cosas
son, en absoluto; conocimientos directos, no obstante, comparada la composición
con la simple aprehensión, en cierto modo resulta ser, con respecto a elia, cuasi
reflexiva en ejercicio, ya que mediante la composición se hace una comparación.

exercito comparemus conceptum nostrum inhaesive est in intellectu, sed quod iudicet
ut repraesentantem iliam rem. Ut, verbi ita se habere sicut est forma apprehensa
grafia, quando intellectus componendo dich per intellectum, et consequenter in actu
hominem esse album, formaliter et directe exercito iudicet ita se habere rem sicut est
cognoscit identitatem vel coniunctionem forma seu conceptus formaliter repraesen-
quam album habet cum homine; simul ta­ tans in intellectu, quia conceptus formaiis..
rnen in actu exercito ipso cognoscit concep­ ut repraesentans, tamquam unum quid cen-
tum albi aliquo modo continere sub se setur cum re repraesenlata et quia inrellerius
hominem et repraesentare ilium et conse- non comparat rem repraesentatam nisi ut
quenter esse illi aliquo modo ccnformem. a se conceptam. Hoc ergo modo recte intel-
Acque ita dum mens affirmat hominem esse ligitur cur veritas dicatur speciaiiter esse in
album, in actu exercito affirmat veritatem inteilectu nostro cognosccnte media compo-
seu hoc esse verum, quia dum affirmat al­ sitione et divisione; nam per simpiices con­
bum inesse homini affirmat conceptum albi ceptus nullo modo cognoscit intellectus con­
vcram aliquam conformitatem habere cum formitatem, unde nec proprie affirmat aut
homine. Et hoc sensu dixit D . Thomas, sentit veritatem, sicut facit quando simpii­
dict. a. 2, intellectum cognoscere conformi- ces conceptus componit. Unde, licet ram
latem sui ad rem imelligibilem, quando in­ compositio quam simplex apprehensio re­
dicai rem ita se habere sicut est forma rum sit absolute cognitio directa, tamen si
quam de re apprehendit, quod facit com­ cornpositionem ad simplicem apprehensio-
ponendo et. dividendo; non quod, quando nem comparemus, quodammodo est quasi
intellectus componit iudicet ita se habere reflexiva supra illam veluti in ipso exercitio,
rem, sicut est forma quae formaliter seu quia per cornpositionem fit collatio imer
Disputación octava.—Sección III 109
“otre los conceptos simples, y en virtud de dicha comparación la verdad se en­
cuentra en ella de la manera especial que queda indicada.

R efutación á s los argum entos contrarios


19. Con lo dicho aparece clara la respuesta a los fundamentos de las opi­
niones registradas, las cuales, a nuestro juicio, si se entienden rectamente no son
contrarias entre sí, según hemos expuesto, y según exponen efectivamente sus
mismos autores, como es evidente por lo que afirman Santo Tomás y Cayetano,
citados arriba. En cuanto al Ferrariense, cuya opinión es opuesta a la de Cave-
rano, o no quiso entender a éste ni a Santo Tomás, o defiende lo mismo que
ellos, pero con diversa terminología.
F ot tanto, deben admitirse los fundamentos de ambas opiniones en cuanto
confirman a éstas en su verdadero sentido; queda por explicar, sin embargo,
cómo en otro sentido no se les oponen.
Así, pues, a los testimonios de Aristóteles aportados en primer lugar, se res­
ponde: Aristóteles habla de la verdad que existe en nuestro entendimiento en
cuanto éste conoce de cierta manera la verdad misma. En consecuencia, al pri­
mer argumento contesto que debe hablarse de las palabras en el mismo sentido
que de los conceptos; pues en la palabra simple e incompleja se encuentra la
verdad de signo como en quien posee esa verdad a manera de verdad trascen­
dental o entitativa; efectivamente, la palabra hom bre no sólo significa un verda­
dero hombre, sino que también puede decirse verdadero signo del hombre; sin
embargo, en la palabra simple no se encuentra la verdad como en quien significa
la verdad, de igual modo que se encuentra en la enunciación compuesta, la cual,
al significar que esto es aquello, significa por lo mismo, y como “en acto ejer­
cido”, la conformidad y la verdad, según se ha explicado acerca de los conceptos.
Al segundo argumento, que versa sobre la falsedad, se responderá más cla­
ramente en la siguiente disputación. Ahora contestamos que, de los tres miembros
enumerados, debe elegirse aquél en virtud del cual se dice que los simples con­
ceptos son verdaderos de tal manera que no sean propiamente falsos, como de-
simplices conceptus, ratione cuius est veri- xa voce est veritas sigm tamquam in ha-
tas in illa, praedicto speciali modo. bente illam ad modum veritatis transcen-
demalis seu in essendo; nam baec vox ho­
Sohmntur oppositae rationes mo et significai verum hominem et potest
19. Et per haec patet responsio ad fun­ dici verum signum hominis; tamen in voce
damenta praedictarum opinionum, quas non simplici non est veritas tamquam in signi­
existimamus inter se contrarias si recte in- ficante veritatem quomodo est in enuntia-
telligantur, ut exposuimus, et ipsimet auc- tione composita, quae dum significai hoc
tores revera exponunt, ut aperte constat ex esse illud, significai consequentej et quasi
D. Thoma et Caiet. supra. Ferrar, vero, qui in actu exercito conformitatem et verita­
Caietano opponitur, vel eum et divum Tho- tem, sicut de conceptibus explicatum est.
mam intelligere noluit, vel solum verbis Ad secundum, quod tangit materiato de
divcrsis rem eamdem explicat. Fundamenta falsitate, dicetur clarius disputatione se-
igitur utriusque opinionis, quatenus illas in quenti. Nunc respondetur, ex tribus mem-
vero sensu confirmant, admittenda sunt; bris ibi enumeratis illud esse eligendum
declarandum vero superest quomodo in alio quo dicitur simplices conceptus ita esse ve-
sensu eis non répugnent. Ad testimonia ita- ros ut non sint proprie falsi, ut argumenta
que Aristotelis priori loco adducta respon- ibi facta satis probant. Nequè vero neces-
Jetur ibi loqui Aristotelem de ventate exis­ se est ut in omni subiecto ubi potest esse
tente in intellectu nostro ut cognoscente unum oppositorum, possit etiam esse aliud.
aliquo modo veritatem ipsam. Unde ad pri­ Praesertim quia cum veritas alio modo sit
man* rationem respondetur eadem propor­ in simplici apprehensione quam in compo-
cione esse de vocibus loquendum qua de sitione," ea ratione fieri potest ut ea veritas
eonceptibus; nam in simplisi et incomple- talis sii quae non habeat falsitatem oppo-
110 Disputaciones metafísicas

muestran suficientemente los argumentos sentados en aquel lugar. Pero no es


preciso que uno de los extremos opuestos pueda darse en cualquier sujeto en
el que pueda darse también el otro. Sobre todo, por razón de que, como la
verdad se encuentra en la simple aprehensión de manera distinta a como se en­
cuentra en la composición, por este motivo puede ocurrir que aquella verdad sea
tal que no tenga falsedad opuesta. A qué se debe esto, y por qué la verdad de la
composición puede tener más bien propia falsedad opuesta, quedará manifiesto
por lo que se dirá después. Lo que se sostiene en la segunda confirmación a
propósito de la especie inteligible se va a explicar inmediatamente.
Nada es necesario añadir a los fundamentos de la segunda opinión; pues
únicamente prueban que en el concepto simple se encuentra la verdad como en
quien la posee, no como en quien la conoce. Sólo conviene advertir, en torno
al segundo de los fundamentos citados, que no ocurre lo mismo en el conoci­
miento simple de Dios o de los ángeles; pues ellos, en virtud de un concepto
simple, juzgan perfectamente acerca de la cosa y de que se comporta así como
es conocida, o sea, que posee aquello que se juzga y conoce de ella. Más aún,
ese juicio simple es de tal naturaleza (sobre todo si se trata del juicio divino)
que mediante él se conoce también perfectísimamente cualquier conformidad que
pueda darse entre él y la cosa conocida, por lo que no puede compararse con
aquel conocimiento simple.

SECCION IV

Si la verdad l ó g ic a o d e l e n t e n d im ie n t o n o e x is t e en él
HASTA EL MOMENTO DEL JUICIO

1. Con anterioridad al juicio pueden distinguirse en el entendimiento: la


misma capacidad intelectiva, la especie inteligible, en la que incluyo los res­
tantes hábitos, el acto de conocimiento, considerado en su realización, y la apre­
hensión. Así, pues, en primer lugar, cabe la duda de si puede decirse que la.
verdad lógica se encuentra en la especie inteligible, en el acto, en el concepto,
en un hábito o en la capacidad intelectiva. Porque Santo Tomás, en el texto
ya citado de j cont. G en t, c. 59, razón 1.% declara que sólo se encuentra en

sitam. Cur autem hoc ita sit, et cur po- potest inter ipsum et rem cognitam, et ideo
tius veritas compositionis possit habere pro- non est simile de illa simplici cognitione.
priam falsitatem oppositam patebit ex di-
cendis. Quod autem in ultima confirmatio-
ne tangitur de specie intelligibili declarabi- SECTIO IV
tur statim. Ad fundamenta secundae senten- A n v e r ita s c o g n it io n is s e u in t e l l e c t u s
tiae nihil addere oportet; solum enim pro- IN EO NON SIT DONEC IUDICET
bant in simplici conceptione esse veritatem
tamquam in habente, non tamquam in co­ 1. Ante iudicium intelligi possimi in in-
gnoscente. Solum circa secundum oportet ex tellectu vis ipsa intelligendi, species intel-
dictis notare non esse eamdem rationem de ligibilis, sub qua reliquos habitus compre-
simplici cognitione Dei aut angelorum; hendo, ipse actus cognitionis prout est in
illi enim simplici conceptu perfecte iudicant fieri et apprehensio ipsa. Dubitari ergo pot­
de re et quod ita se habeat sicut cognosci- est primo an haec veritas dici possit esse
citur, seu quod ei insit id quod de ea iudi- in specie intelligibili, vel in actu, vel in con­
catur et cognoscitur. Immo illud iudicium ceptu, vcl in habitu, aut ipsa vi intelligen­
simplex tale est (praesertim si sit sermo de di. Nam D. Thomas, I cont. Gent., c. 59, ra-
divino), ut per illud perfectissime etiam tione 1, in verbis supra citatis significai tan­
cognoscatu*" omnis conformitas quae esse tum esse in conceptu seu verbo mentis, ubi
Disputación octava.—Sección IV 111
el concepto o verbo mental, donde lo entiende asi el Ferrariense, y añade que la
verdad no se da en el acto de la intelección porque no es imagen ni representación
del objeto. De aquí infiere que la verdad se encuentra en el entendimiento an­
tes (en orden natural) de que el entendimiento conozca la cosa representada
mediante el concepto, pues la acción intelectual termina en el concepto an­
tes (en orden de naturaleza) de que el intelecto conozca la cosa que el concepto re­
presenta. Y en este sentido, según parece, dijo Santo Tomás en D e V e r it, q. 1,
a. 1: e l conocim iento es efecto d e la verdad. Respecto a la especie inteligible,
afirma que en ella se da la verdad en cuanto también es representativa del objeto,
y en virtud de esa representación tiene conformidad con el objeto, aunque de
manera imperfecta, toda vez que la representación de la especie es imperfecta
y el hábito se compara con el acto como lo imperfecto con lo perfecto. Sobre
la capacidad intelectiva y su hábito judicativo, y sobre el correspondiente a la
potencia, nada afirma; sin embargo, en congruencia con su posición habria de
sostener que en ellos no se da la verdad, ya que no representan al objeto.
2. Mas nosotros debemos suponer que aquí sólo se trata de la verdad lógica.
Y creemos que el conocimiento se realiza formalmente por el concepto o verbo
mental, en cuanto éste informa al entendimiento; ahora bien, el concepto o
verbo mental no se distingue realmente del acto de la intelección, en cuanto
es algo realizado por el entendimiento, es decir, una cualidad ya realizada; en
cambio, la intelección, considerada como acción que está desplegándose, se dis­
tingue modalmente del verbo, de igual manera que suele establecerse distinción
entre la acción o dependencia y el término. Así, pues, como el conocimiento sig­
nifica de manera absoluta un conocimiento actual, la verdad lógica se encuentra
simple y absolutamente en el concepto o verbo, o en el acto intelectivo ya rea­
lizado, porque todas estas cosas son idénticas y designan la forma en virtud de
la cual el entendimiento deviene cognoscente en acto; como si dijéramos que la
verdad de lo cálido, en cuanto tal, se halla en el calor. Pero la verdad del cono­
cimiento no se encuentra en la acción de entender en cuanto tal, ya que ésta no
es conocimiento de manera absoluta, sino tránsito hacia el conocimiento; no obs­
tante, según su modo propio, tiene su verdad, de igual manera que el cálenta-
Ferr. ita ilium intelligit, et addir non esse in 2. Sed nobis supponendum est hic so­
actu intelligendi, quia non est imago nec re- lum esse sermonem de veritate cognitio-
praesentat obiectum. Unde infert prius ordi­ nis. Credimus autem cognitionem fieri for­
ne naturae esse veritatem in intellectu quam maliter per conceptum seu verbum mentis
intellectus cognoscat rem per conceptum ut informantem ipsum intellectum; concep­
repraesentatam, quia prius ordine naturae tum autem seu verbum mentis in re ipsa non
actio intellectus terminatur ad conceptum distingui ab actu intelligendi quatenus est
quam cognoscat rem in ilio repraesentatam. aliquid factum ab intellectu seu qualitas
Quo sensu videtur dixisse D. Thomas, q. in facto esse; intellectionem vero, quatenus
X De Verit., a. 1, cognitionem esse veritatis est actio in fieri, distingui modaliter a ver-
effectum. De specie vero intelligibili ait in bo sicut distingui solet actio vel dcpenden-
illa esse veritatem quatenus illa etiam re- tia a termino. Cum ergo cognitio simpliciter
praesentat obiectum et secundum illam re- signified actualem cognitionem, -eritas co-
praesentationem habet conformitatem cum gnitionis absolute ac simpliciter est in con-
ilio, imperfecto tamen modo, quatenus re- ceptu seu verbo aut actu intelligendi in facto
praesentatio speciei imperfecta est et qua­ esse, quia haec omnia idem sunt et signifi­
tenus habitus ad actum ut imperfectum ad cant formam qua intellectus fit actu cogno-
perfectum comparatur. De ipsa autem vi scens, ac si diceremus veritatem calidi ut sic
intelligendi et habitu eius indicativo et qui in calore esse. In actione autem intelligendi
tenet se ex parte potentiae, nihil dicit; ta­ ut sic non est quidem veritas cognitionis,
men consequenter dicturus etiam esset in quia illa actio non est cognitio simpliciter
eis non esse veritatem, quia non repraescn- sed via ad cognitionem; tamen, eo modo
tant obiectum. quo est, habet suam veritatem, sicut cale-
112 Disputaciones metafísicas
miento, si bien no posee la verdad del calor, posee la verdad del calentamiento,
porque es una verdadera tendencia al calor; en este sentido, pues, la acción de
entender es igualmente una verdadera tendencia al conocimiento de la cosa.
Y aunque se diga que no representa por modo de forma, representa, empero,
por modo de tránsito, porque es una tendencia hacia la representación verdadera.
Consiguientemente, puede decirse que la verdad lógica se encuentra en despliegue
en el acto de la intelección en cuanto acción.
Mas en la especie inteligible no se halla la verdad lógica sino como en su
principio y acto primero; sin embargo, en ella se da una auténtica verdad etno­
lógica, en virtud de la cual se dice verdadera especie inteligible de un determi­
nado objeto. Y nada importa, para ello, que la especie inteligible represente for­
malmente en cuanto imagen, o sólo efectiva y virtualmente en cuanto semilla
del objeto; porque, sea cualquiera el modo en que represente, según ese modo
puede tener su verdad mediante la debida conmensuración a un objeto determi­
nado; así, es cierto que el semen humano no posee en. sí la verdad de la humana
naturaleza sino virtual o instrumentalmente, aunque tiene la verdad de semen
humano según la debida proporción y relación con una naturaleza o una acción
determinadas,. De aquí resulta asimismo que la capacidad intelectiva o luz inte­
lectual, y también el hábito que la completa, no tienen de suyo, formal y propia­
mente, la verdad lógica de que estamos tratando, como resulta evidente; poseen,
empero, una verdad adaptada a su naturaleza, verdad que puede llamarse lógica
en sentido radical, en cuanto la luz intelectual es verdadera en la medida en
que, de suyo, inclina a un verdadero conocimiento de la cosa; y lo mismo ocu­
rre, según su modo, con el hábito.
3. Finalmente, por lo dicho se comprende que es falsa la afirmación, ya
hecha, de que la verdad se encuentra en el concepto mental, o en el entendi­
miento mediante el concepto, con prioridad de naturaleza a que el intelecto entien­
da en acto, pues el concepto mental o verbo co existe con prioridad natural a en­
contrarse en el entendimiento, ya que no se realiza sino por educción de su poten­
cia, y por ello no se produce en un signo natural, en el que no se una al entendi­
miento, para que éste pueda concurrir a su producción por modo de potencia ac­
tiva y receptiva; luego el verbo no tiene verdad antes (con prioridad natural) de co-
factio, quamvis veritatem caloris non habeat, cundum debitam proportionem et habitu-
habet tamen veritatem calefactionis quia est dinem ad talent naturam vel actionem. Quo
vera tendentia ad calorem; sic enim actio etiam fit ut vis intelligendi seu lumen in-
intefligendi est edam vera tendentia ad rei tellectus aut habitus illud perficiens, for­
cognitionem. Et quamvis dicatur non reprae- maliter ac proprie non habcant per se veri­
sentare per modum formae, repraesentat ta­ tatem cognitionis de qua agimus, ut per se
men per modum viae, quia est tendentia ad constat; habeant tamen suant accommoda-
veram repraesentationem; veritas ergo co- taœ veritatem quae radicaliter dici potest
gnitionis dici potest esse in fieri in acni in- veritas cognitionis, quatenus lumen intellec-
telligendi ut actio est. In specie autem intel­ tuale eatenus verum est quatenus de se in­
ligibili non est veritas cognitionis nisi tam- clinât ad veram rei cognitionem; et idem
quam in principio et actu primo; est ta­ est suo modo de habitu.
men in ilia propria veritas entitativa, ratione 3. Ex quo tandem intelligitur falsum es­
cuius vera dicitur species intelligibilis tabs se quod dicebatur prius natura esse verita­
obiecti. Ad quod nil refert quod species in- tem in conceptu mentis vel in intellectu per
telligibllis repraesentet formaliter ut imago, conceptum, quant intellectus actu intelligat,
vel tantum effective et virtualitcr uf semen quia conceptus mentis seu verbum non prius
obiecti, quia quacumque ratione repraesen­ natura est quant insit intellectui; non fît
tet, secundum earn habere potest suam ve­ enim nisi per eductionem de potentia eius
ritatem per debitam commensurationem ad et ideo non fit in aliquo signo naturae in
tale obiectum, sicut semen hominis non ha­ quo non uniatur intellectui, ut possit in-
bet quidem in se veritatem humanae natu­ teilectus per modum potentiae activae et re-
rae nisi virtualiter seu instrumentaliter, ha­ ceptivae ad illius productionem concurrere;
bet tamen veritatem humani seminis se- ergo non prius natura verbum habet verita-
Disputación ociosa.—Sección IV 11 3

mullicarla formalmente al entendimiento; por consiguiente, tampoco existe en él la


verdad con prioridad natural a que el entendimiento conozca en acto. La última
consecuencia es evidente, porque la única manera que el entendimiento tiene de ha­
cerse cognoscente en acto es mediante la información del verbo o concepto. Así,
pues, la verdad lógica se encuentra primaria y esencialmente en el entendimiento
que conoce en acto mediante el verbo, concepto o acto ya realizado, en calidad de
forma gracias a la cual conoce en acto. For eso, la afirmación de Santo Tomás
en el lugar citado, D e Verit., q. 1, a. 1: el conocim iento es cierto efecto de
la verdad debe entenderse, ya de la verdad fundamental, que es el mismo ser
de la cosa, en virtud del cual —considerado como objeto— el conocimiento es
verdadero, ya de la verdad de la conformidad que se da merced a la especie
inteligible, ya también del efecto formal atribuido a la mente por el concepto
verdadero.

L a noción aprehensiva
4. En segundo lugar, puede dudarse si la verdad lógica se encuentra en
la noción aprehensiva o únicamente en la judicativa. Y el motivo de la duda
puede consistir en que la simple noción es sólo aprehensiva, a pesar de lo cual
hemos dicho que en ella se encuentra la verdad. Además, en los sentidos hay
verdad simple —según hemos afirmado apoyándonos en Aristóteles— y, sin em­
bargo, en ellos no hay más conocimiento que el aprehensivo. Por último, aun
cuando el entendimiento no sepa discernir y juzgar si en la composición apre­
hensiva se da verdad o falsedad, no obstante, en dicha composición se encuentra
efectivamente una de las dos cosas, ya que si la proposición oral es por necesidad
verdadera o falsa, con mayor razón lo será la proposición mental, incluso la que
es sólo aprehensiva.
Ahora bien, e.i sentido contrario existe la razón de que el entendimiento no
se denomina verdadero o falso sino cuando juzga; en efecto, aunque yo aprehenda
la proposición “el número de los astros es par”, si dudo y suspendo el juicio,
no poseo verdad ni falsedad; ello indica que en tal aprehensión no se encuentra
ni la verdad ni la falsedad, pues de lo contrario produciría una denominación
de verdadero o de falso. Por eso, en el texto donde Aristóteles dice que la ver-

tem quam illam formaliter communicet in- tantum in iudicativa. Et ratio dubitandi esse
tellectui ; ergo nec prius natura est in eo potest quia simplex notitia tantum est ap­
veritas quam intellectus sit a:tu cognoscens. prehensiva, et tamen diximus in illa esse
Potei ultima consequentia, quia non aliter veritatem. Itero in sensibus est veritas sim­
constituitur intellectus actu cognoscens nisi plex, ut ex Aristotele supra diximus, et
per informationem verbi seu conceptus. Est tamen in eis non est nisi apprehensiva co­
ergo veritas cognitionis primo ac per se in gnitio. Tandem in compositione apprehen­
intellectu actu cognoscente per verbutn, con­ siva, etiarnsi intellectus nesriat discernere et
ceptual seu actum in facto esse tamquam iudicare siine in illa veritas an falsitas, nihi-
per formam qua actu cognoscit. Unde, quod lominus tamen alterutrum horum in tali
D. Thomas dicto loco ait, q. 1 De Verit., a. 1, apprebensiona revera inest; nam, si pro-
cogrdtionem esse qnemdam veritatis effec- positio vocalis aUt vera aut falsa necessario
twn, intelligendum est aut de ventate fun­ est, multo magis mentalis, edam apprehensi­
damental!, quae est ipsum esse rei a quo va tantum. In contrarium autem est quia
ut ciuccio habet cognitio ut vera sit, vel intellectus non denominatiti verus aut fal-
de ventate conformitatis, quae est per spe- sus nisi quando iudlcat. Quamvis enim ego
ctem intelligibilem, vel certe de effectu for­ apprehtndam hanc propositionem astra suiu
mali quem verus conceptus menti tribuit. paria, si dubito et suspendo iudicium, nec
falsus suro nec verus; ergo signum est in
De notitia apprehensive illa apprehenslone nec veritatem esse nec
A. Secundo, dubitari potest an veritas faisitatem, alioqui veruni vel falsum deno­
cognitionis sit in apprehensiva notitia vel minarci. Unde ubi Aristot. ait, VI Me-
8
114 Disputaciones metafísicas

dad se encuentra en la mente, lib. VI de la Metafísica, c. 2, aparece la palabra


griega dianoia, que significa sentencia o inteligencia.
5. Respondo: la verdad lógica se encuentra propiamente en el juicio, y
todo otro acto del entendimiento participa de esa verdad en la precisa medida
en que participa del juicio. Pues, si se considera atentamente la cuestión, el
entendimiento no conoce nada verdaderamente hasta el momento en que juzga;
por consiguiente, tampoco puede ser verdadero o falso en su conocimiento mien­
tras no juzgue; luego la verdad cognoscitiva no puede existir más que en d
juicio. El antecedente es evidente respecto al conocimiento compositivo; pues
cuando el entendimiento aprehende la composición y suspende el asentimiento,
lo hace porque ignora si efectivamente los extremos están unidos en la realidad
de igual manera que son aprehendidos por la composición. Así, en el citado
ejemplo de aprehensión de la composición “el número de los astros es par”,
aunque el entendimiento conozca en cierto modo qué son astros y qué es número
par, ignora totalmente si esas dos cosas están unidas en la realidad, por lo cual,
si bien aprehende la composición, no juzga. Por el contrario, no es posible que
el entendimiento componga el predicado con el sujeto, conociendo en acto la
unión que en la realidad tienen o se estima que tienen, sin juzgar que es o no
es así. Porque si conoce todo eso, el juicio nada puede añadir a dicho conoci­
miento. En consecuencia, el juicio de composición consiste en aquel conocimiento
en virtud del cual se conoce que el predicado conviene al sujeto, por lo cual
dijimos arriba, siguiendo a Santo Tomás, que la verdad se encuentra en el enten­
dimiento que compone como lo conocido en el cognoscente. En este sentido,
pues, la verdad de la composición sólo se encuentra propiamente en la noción
judicativa.
6 . Ahora bien, la noción simple, que suele llamarse simple aprehensión, en
tanto es capaz de verdad en cuanto es conocimiento y participa, en alguna me­
dida, de la naturaleza del juicio. Porque, si bien la concepción mediante actos
simples se llama ordinariamente simple aprehensión —para indicar que la poten­
cia cognoscitiva forma en sí misma la semejanza de la cosa, y en cierto modo
atrae la cosa hacia sí, y para distinguirla del auténtico juicio que proferimos

tap h ., c. 2, veritatem esse in m ente, graece apprehendat, non iu d ic a t; e contrario vero


est vox dianoia, quae sententiam seu intelli- fieri non potest ut intellectus com ponat prae-
gentiam significai. dicatum cum subiecto actu cognoscendo
5. R espondetur veritatem cognitionis eorum coniunctionetn quam in re habent
p ro p rie esse in iudicio et quemlSbet actum vel habere existim antur, quin iudicet ita es­
intellectus ta n tu n d e m huius veritatis parti­ se vel non esse. Quia si totum hoc cogno­
cip ate quan tu m de iudicio participai. N am scit. nihil est quod indicium addere possit.
si atten te res specretur, intellectus nihil vere ìg io ir iudicium com positionis in cognitione
cognoscit donee iu d icet; ergo nec potest es­ illa consistit qua cognoscitur praedicatum
se verus vel falsus in cognoscendo donee convenire subie-to. ratione cuius dixim us
iucLcet; ergo veritas cognitionis esse non supra cunt D . T h o m a veritatem esse in in -
p o test nisi in iudicio. Antecedens m anifes­ tellectu com ponente tam quam cognitum in
tu m est in cognitione com positiva; quando cognoscente. Sic ergo veritas compositionis
enim intellectus ap p reh endit com posiiionem proprie solum est in notitia iudicativa.
e t suspendit assensum , ideo est quia igno­ 6. N otitia auiem sim plex quae sim plex
râ t an revera illa extrem a ita coniuncis sint apprehensio dici solet, in tantum est capax
in re sicut p er com position.‘m apprehen- alicuius veritatis in q u antum cognitio est et
d u n tu r. U t in dicto exem plo de a p p r e n ­ aliquant rat'onem iudicii participat. N am ,
sione huius com positionis astra sum paria, licet coiveptio per sim plices actus dici so-
quam vis intellectus cognóscat aliquo m odo leat sim plex apprehensio quatenus potenti?
quid sin t astra et quis sii num erus p a i, ig­ cognosce!)* form at in se sim ilitudinem rei
n o ra i tarnen om nino an ilia duo in re con- et quodam m odo illam ad se trahit, et ut di-
iu n cta sin t e t ideo, licet com posi tionem stinguatur a proprio iudicio quod a nobis da-
Disputación octava.— S ecció n IV 115

cuando unimos una cosa con otra o las separamos—-, no obstante, en cuanto esa
aprehensión es cierto conocimiento de una cosa, es también un cierto juicio, en
virtud del cual se juzga implícitamente que la cosa es aquello que de ella cono­
cemos. De este modo, dicha aprehensión o conocimiento simple de la cosa implica
en cierta manera un juicio; pues, como la aprehensión es un acto de la potencia
cognoscitiva, es necesario que mediante ella se conozca algo; y lo que se conoce,
se juzga por esa misma razón; pues lo que no puede juzgarse, se ignora,
7. Consiguientemente, a los primeros motivos de duda se responde que en
la simple aprehensión intelectual se da un cierto juicio, siquiera sea imperfecto,
en virtud del cual esiste en dicho acto verdad lógica. Dígase lo mismo, guar­
dando la debida proporción, acerca del conocimiento sensible; pues cuando la
oveja conoce al lobo y huye, aunque realice sólo un acto simple, no obstante
conoce verdaderamente al lobo como enemigo, y de esa manera juzga, aunque im­
perfectamente ; y la vista, al conocer esta cosa blanca, también, juzga de algún modo
que esta cosa es blanca.
Si a veces parece que el entendimiento o la imaginación aprehenden simple-
trente'algo sin juzgar nada en absoluto —como cuando se piensa en un monte
de oro, en la quimera, o en algo semejante-—, entonces no se aprehende algo
como verdadera realidad, sino como posible, al menos por lo que respecta a la
figura bajo la cual se aprehende, o como imaginable o ezpresable. mediante la
palabra; en este sentido dicen algunos que entonces aprehende la significación
de una palabra más bien que una realidad. Por eso, en tales casos únicamente
se conoce lo que resultaría si se uniesen estas o aquellas partes, y así, en cierto
modo, se juzga esto mismo y, por eilo, eraste alguna verdad simple en dicha
aprehensión, porque, efectivamente, se aprehende o conoce aquel objeto tal como
surgiría si aquellas partes se uniesen en la realidad.
8 . Por tanto, a la otra parte sobre la composición aprehensiva respondo:
en primer lugar, aquellas composiciones mentales en las que no hay juicio se
realizan ordinariamente mediante conceptos de palabras más bien que mediante
conceptos de cosas, pues como en la realidad no se conoce la unión entre el
predicado y el sujeto, tampoco se tiene una aprehensión conforme a la realidad,
tu r cum rem unam cum alia com ponim us aliquid sim pliciter apprehendere nihil o m n i-
vel eas dividim us, lamen quatenus illamet no iudicando, u t quando fingitur m ons au­
apprebensio est aliqua rei ccgnitio, est etiam reus aut chymera vel q u id sim ile, rone no n
aliquale iudicium quo implicite iudicatur res apprehenditur aliquid u t vera res sed vel
id esse quod de illa cognoscimus. E t hoc u t possibilis, saltern q u oad illam figuram
m odo in tali apprehensione vcl sim plid co- sub qua apprehenditur, vel u t im aginabilis
gnitione rei in d u d itu r aliquo m odo iudi- seu significabilis p e r vocem ; quo m odo di-
d u m , quia cum illa apprchensio sit actus c u n t aliqui tunc m agis apprebendi significa-
potentiae cognoscitivae, necessario debet per tionem vocis quam rem aliquam . U n d e tu n c
illam aliquid cognosci; quod autem cogno- solum cognoscitur id q u o d consutgeret si
scìtur, ea raticne iudicatur; nam quod iudi- hae vel illae partes coniungerentur, et ita
cari non potcst, ignoratur. hoc ipsum aliquo m odo iu d icatur e t eodem
7. Quocirca ad priores radones dubitan- m odo est aliqualis veritas sim plex in h u iu s-
di rerpondetur in simplici apprehensione in - m odi apprehensione, quia revera illud obiec-
tellectus esse aliquale iu d idum licet im per- tu m tale apprehenditur vel cognoscitur qua­
fcctum , et secundum illud esse in eo acro le consurgeret si partes illae in re coptila-
veritatem cognitionis. E t idem est dicendum ren tu r.
proportione servata de cognitione sensus; 8. U n d e ad aliam partem de com po-itio-
quando enim ovis co n d p it lupum et fugit, n e apprehensiva respondetur im prim is huius-
quatnvis simplicem tantum actum habeat, ta- m odi com positiones m entaies quae sum abs­
men vere cog n o sd t illuni ut inim ìcum et q ue iudicio regulariter fieri p e r concept®,
ita iudicat, quam vis im perfecto m odo; et vocum potius quam rerum , quia cum in re
visus dum cognoscit hoc album , aliquo ipsa non cognoscatur coniunctio praedicati
etiam modo iudicat hoc esse album . Q uod si cum subiecto non etiam ap p reh en d itu r se­
interdum im eìlectus vel im aginado videntur cundum rem , sed secundum vocem seu co-
lió D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

sino conforme a la palabra o cópula que significa esa unión. Siendo así, la com­
posición aprehensiva se encuentra en la mente que no ha alcanzado un cono­
cimiento pleno, como suele decirse, y en ella está la verdad o la falsedad, no
como en el conocimiento, sino únicamente corno en uta signo convencional, cual
se da en la palabra hablada o escrita.
En segundo lugar, afirmo que, si se dice que esta aprehensión no judicativa
existe de cierta manera en el concepto que compone las cosas mismas, ello ocu­
rre, o solamente en cuanto medámíe ese concepto se concibe una cosa y se
ignora otra, o porque únicamente se aprehende en orden al significado de la
palabra. El primer modo tendrá lugar si concibo que el número de los astros
S3 par y conozco que ello es posible, pero ignoro si en realidad es así. Entonces,
respecto a aquello que se conoce, el conocimiento no es sólo aprehensivo, sino,
además, judicativo, y, consiguientemente, verdadero o falso; en cambio, res­
pecto a lo demás, así como no es conocimiento judicativo, tampoco es verdadero
o falso. Más aún: ni siquiera es aprehensivo por modo de composición inte­
lectual afirmativa o negativa, sino por modo de cierta aprehensión simple de
aquel enunciado posible, sobre el cual se duda si es así o no. Pues si mediante
dicho concepto no se alcanza tal conocimiento —a saber, que esto es posible—,
no entiendo qué pueda aprehender una verdadera composición que incluya una
cópula atributiva; por tanto, sólo puede aprehenderse preguntando si esto es
así o no, y en tal caso ya no es preciso que se dá verdad o falsedad algu a.
El segundo modo se realizará únicamente si se aprehenden los extremos
de aquella composición, o la composición en sí misma, en cuanto es algo sig­
nificado por una expresión, por ejemplo, “el número de los astros es par” ; en­
tonces, el entendimiento tampoco aprehende algo afirmando o negando, sino sen­
cillamente captándolo como significado de aquella expresión, prescindiendo de
que en la realidad sea o no así; en cuanto a lo primero, se implica cierto cono­
cimiento y, por lo mismo, cierta verdad simple. Por consiguiente, en el sentido
indicado, toda verdad lógica se encuentra, según su modo, en el juicio.

pulam significantem talem unionem . Quod cuiusdam simplicis apprehensionis illius pos­
si ita est, tunc ilia com posito apprehensiva s ib ili antiati, de quo dubitatur an ita sit
est in m ente, ut vocant. non ultim ata, et necne . im si hoc non cognoscrur per talem
in ea est veritas ve! falsitas, non u t in conceptum , scilicet, hoc esse possibile, non
cognitione sed u t in signo tantum ad pla- video quid ibi apprehendi possit per veram
citum , sirut est in voce vel in scriptum . compositionem quae includa! copulam de
D einde dicitur, si haec apprehensio non in­ inesse; ergo tantum apprehendi potest p er
dicativa aiiquo m odo esse dicitur in con- m odum quaestionis an hoc ita sit vel non
ceptu compositivo ipsarum rerum , vel id so­ sit et rune non est necesse ut ibi sit ali—
lum esse quarenus per ilium aliquid con- qua veritas vel falsitas. Posterior m odus
cip itu r et aliud ignoratur, vel apprehendi erit si extrema illius compositionis vel com -
tan tu m in ordine ad significationem vocis. positio in, se tantum apprehendatur qua-
P rio r m odus erit si concipiam astra ut tcnus est quid significa tuoi hac voce, verbi
paria et cognoscam hoc esse possibile et grada, astra sum paria, et run~ etiam insel­
ipnorem an ita sit. Et tunc quoad illud le tos non apprchendit aliquid affirm ando
quod cognoscitur cognitio est non tantum vel negando sed quasi simpllciter apprehen-
apprehensiva sed etiam iudicativa, et conse­ derdo hoc tam quam significatum illius vocis,
q u e n t« aut vera aut falsa; quoad al:ud vero sive in re ita sir sive non sit, et quoad illud
sicut non est iudicativa cognitio ita neque prim um involvitur ibi aliqua cognitio et con-
vera n ecue falsa. Inulto neque est appre- sequenter aliquid veritatis simplicis. Sic ergo
hensiva per m odum compositionis intellec- omnis verttas cognitionis, eo m odo quo est.
tu s affirm antes vel neganus, sed p er m odum in iudicio existit.
Disputación octava.— Sección V 117

SECCION V

¿Se encuentra la verdad lógica únicamente en el entendimiento especu ­


lativo, O TAMBIÉN EN EL PRÁCTICO?

1. El di divo de duda puede tomarse de una conocida doctrina que Santo


Tomás indica en I, q. 16, a. 1, y en otros lugares, según la cual la verdad
expresa conformidad entre el conocimiento y la cosa conocida, corno entre lo
medido y lo mensurante, de acuerdo con 3a afirmación de Aristóteles: por el
hecho da que la cosa es o no es, la proposición es verdadera o falsa. De aquí
parece seguirse que sólo en la ciencia especulativa se encuentra propiamente la
verdad, porque únicamente la ciencia especulativa es medida per su objeto, ya
que la ciencia práctica más bien mide al suyo, pues una cosa artificial es ver­
dadera por estar en conformidad con el arte. Santo Tomás, en el lugar citado,
apunta la razón: la cosa entendida puede tener un doble orden al entendimiento:
esencial y accidental; guarda un orden esencial con respecto al intelecto d d
que depende, y un orden accidental con referencia al entendimiento d d que n o
depende, sino por el que es exclusivamente conocida. Del primer modo, los
efectos artificiales dependen del arte, y las cosas creadas de Dios, por lo que
esas cosas no son medida del conocimiento, sino más bien al contrario; por con­
siguiente, la verdad no se encuentra en dicho conocimiento, sino más bien en
las cosas en cuanto se adecúan a ese conocimiento. De! segundo modo, las
cosas se comparan con la ciencia especulativa, y por ello en tal conocimiento
únicamente existirá verdad en cuanto se adecúa a la cesa conocida.
Mas puede afirmarse, en contrario, que también en los conocimientos y jui­
cios prácticos existe verdad o falsedad. Pues, ¿quién negará que en la composi­
ción y división de orden práctico —no sólo moral y agible, sino también factible—
hay verdad en sentido plenamente propio? O bien, ¿cómo podrían ser auténticas
ciencias las prácticas si en ellas no existiese la verdad? Consiguientemente, apar­
te de tener verdad, poseen sus principios evidentes y sus conclusiones evidente­
mente verdaderas. Además, si no hablamos de la verdad compleja, sino de la in -

S T C T IO V q u o non pend et sed cognoscitur tantutn.


P riori m odo pendent effeems arris a b arte
An VEMTAS COGNITIONIS SIT TANTUM et res creatae a D eo, et ideo non su n t res
IN INTEL LECTU SPECULATIVO VEL ETTAM m ensurae cognitionis sed potius e contra-
IN MASTICO rio; ergo in tali cognitione non est veritajs,
sed potius in rebus, quatenus iili com m en-
1. R atio d u b ia n d i suini potest ex qua-
dam volgari d o ttrin a indicata a D . T h o - surantur. Posteriori autem m odo cotrtpa-
ma, I, q. 16, a. I et aiiis lo ch , quod veri- ra n tu r res ad scientism speculativam et ideo
tas dicit conform itaiem cognitionis ad rent in hac cognitione erit tam um veritas quate-
cognitam tam quarn rr.ensurati ad m ensuram , nus com m ensurarur rci cognitae. I n contra­
iu::ta il'u d Aristoteli s : Ex eo quod res est il um autem est o.uia etiam in cognitionibus
nel non est, propositio vera vel idra est. e t iudiciis practicis est veritas vel falsitas;
H inc ergo sequi v idetur in sola speculati­ quis enim neget in compositione e t divi­
va scientia esse p roprie veritatem , quia sola sions quae fit in rebus practicis, no n so­
scientia speculativa m ensuratur ex o b ietto lum m oralibus et agibilibus sed etiam in
suo, nam scientia practica potius est m en- factibilihus, esse propriissim am veriratem et
sura sui o b iecti; ideo enim res arte facta falsitatetn? aut quom odo possent sciemiae
vera est quia est conform is arti. Rationcm practicae esse verae, scientiae si non esset in
autem tetigit D . T hom as ilio loco, quia res cio veritas? H abent ergo non solum veri-
intellecta duplicem potest habere o rd in a ri tatem , sed etiam sua principia per se noto
ad intellectual, per se, scilicet, et p er acci­ et condusiones evidenter veras. Item , si
dent,; per se habet ordinem ad intellectum non de veritate complexa sed de incom plexa
a quo pendei, p er accidens ad inteilc-crum a loquam ur, etiam idea artificis si sit p ro -
118 Disputaciones metafísicas

compleja, tam bién la idea del artífice, si es idea propia y adecuada de la cosa que
se va a producir de modo artificial, es eminentemente verdadera, tanto más cuan­
to que no sólo es verdadera en si, sino también causa de la verdad del artefacto.
Por último, la ciencia que Dios tiene de las criaturas está dotada de verdad per-
¡cctísima, aunque también es medida de dichas criaturas.
2. E n consecuencia, debe afirmarse que la verdad no sólo se encuentra en el
entendimiento especulativo, sino también en el práctico, en cuanto en él existe
conocimiento de las cosas que se han de hacer o producir, como demuestran los
argumentos posteriores, enseña Aristóteles en el lib. VI de la Etica, c. 2, y re­
sulta evidente de suyo. Se ofrecen, por tanto, dos posibles respuestas a la razón
aducida en contrario: en primer lugar, negar que la verdad exprese siempre y
de manera rigurosa una relación de medido a mensurante, pues de no ser así no
podría decirse que Dios es verdadero, ya que no está medido ni siquiera por su
propia ciencia; por lo mismo, parece que basta cualquier relación de conformi­
dad, ya sea de medido a mensurante, ya inversamente de mensurante a medido. Mas
asta respuesta no parece estar de acuerdo con el común modo de pensar y de
hablar acerca de la verdad; efectivamente, todos estiman que la verdad lógica
se halla en el entendimiento en cuanto éste se conforma a la cosa entendida, por
ío que constituye una relación de medido o se comporta como una relación de
ésa clase.
3, Por eso se responde, en segundo lugar, que el conocimiento práctico
puede compararse con el objeto de dos maneras: en. cuanto conocimiento y en
m anto causa eficiente o ejemplar, cual es la idea del artífice. Y, ciertamente, de
este último modo, el conocimiento práctico, así como es causa, así es también me­
dida de su objeto en cuanto éste tiene razón de efecto de aquél y por ello el cono­
cimiento, en tal aspecto, no se denomina propiamente verdadero, sino eficaz o su­
ficiente para causar el efecto en su orden; por el contrario, en el primer sentido, el
conocimiento práctico es verdadero; de aquí que, en ese aspecto, se compare con
su objeto como lo medido con lo mensurante, pues bajo esa consideración precisa
n a es causa del objeto, sino mero conocimiento, el cual, como conocimiento, sólo es

p ria e t ad aeq u ata re i efïïciendae p e r artem com m u n i m odo sen tien d i e t loquendi de
e st m ax im e v era, tan to q u e magia qu an to v e ritate ; om ites enim censent veritatem co-
n o n solum ip sa vera est, sed e tiara e st cau­ gnitionis esse in in tellectu quatenus confor-
sa veriratis artifici:. D e n iq u e in scientia quant m a tu r rei intellectae e t consequenter esse
D e u s h a b e t d e creatu rìs e st perfectissim a relationcm m en su rati a u t se hab ere a d m o-
veritas, q u am v is sit etiam m cn su ra crea tu - d u m eius.
raru m . 3. R e sp o n d etu r ergo secundo cognitio-
2. D ic e n d u m ita q u e e st veritatetn non nem practicara d u p lie ite r posse com parati
solum esse in in tcllectu speculativo sed ad obiectura, u n o m odo in rationc co-
etiam in p ractico , q u aten u s in co est re n tra gnitionis, alio m odo in ratione causar, a u t
a g en d aru ra seu efficiendarum cognitio, u t efficientis a u t excm plaris, u t est idea arti­
p o sterio re arg u m en ta p ro b a n t e t d o te : A ris- ficia. E t hoc qu id em posteriori m odo co-
totel., V I E th ic ., c. 2, e t est rea p e r se satis gnitio practica sicut e st causa, ita est m en ­
n o ta. A d ra tio n e m v ero in co n trariu m d u p li- sura sui cb iecti, u t h a b et rationem effectus
eiter resp o n d eri p o te s t: p rim o n egando ve- ipsius et ideo u t sic n o n denom inatur p ro ­
rita tem d icere sem p er e t in rigore relatio- p rie vera, sed effìcax vel sufficiens ad cau -
n em m en su rati ad m cn su ram , alioqui n o n randum effeetum in suo gen ere; p riori a u -
p o sset d ici D e u s v eru s q u ia m ensuratus no n tem m odo cognitio practica est v e ra ; u n d e
est, etiam p e r p ro p riam sc ien tiam ; v id etu r sub ea ratio n e c o m p am tu r ad obiectum
ergo sofficele q u aclib . t rile rio conform itati3 ..uura u t m ensuratum ad m eosuram , quia
sive illa sit m en su rati a d m cn su ram sive e sub ea c o n sid erin o n e precelsa no n est causa
co n trario m e n su ra e ad m en su ratio n . Sed iUius sed m era cognitio, quae, u t sic, solum
baco resp o n sio n o n v id etu r esso conforrais est repraer-entatio intentionalis obiccti et ideo
Disputación octava.— Sección V 119
una representación intencional del objeto, por lo que tiene verdad en cuanto
se adecúa a él.
Esto puede explicarse también de la manera siguiente: la ciencia en cuanto
ciencia, aun siendo práctica, abstrae de la existencia del objeto y es verdadera
aunque no produzca o cause nada; consiguientemente, si se compara la ciencia
práctica —en sí misma y en cuanto abstrae de la existencia— con el objeto, no
es medida de éste, ya que no es causa del mismo en calidad de objeto; luego
dicha ciencia más bien es medida por el objeto considerada en su razón y esenc
d a , y tiene verdad en virtud de la conformidad con él. Y resulta fácil dar razo>
nes en apoyo de esta condusión, tanto en el orden artifidal como en el moral;
así, la dencia o arte de la edificación prescribe que una casa se construya con
unas proporciones, figura, etc., determinadas, porque la perfecdón de la casa
—considerada en sí y como por su naturaleza— tiene tales exigencias, habida
cuenta del fin a que se destina y de las propiedades que requiere, por ejemplo,
que sea útil, sólida y bella. Y la dialéctica, en cuanto imita a las ciencias prácti­
cas, dictamina que el silogismo se elabore en un modo y una figura determina­
dos, porque la naturaleza del silogismo así lo impone. Por tanto, considerada en
sí y con abstracción de la existencia, la cosa artificial no ha de construirse de una
manera determinada porque la dencia o la técnica así lo exijan, sino que, al
contrario, la cienda o la técnica prescriben unas normas y proponen una deter­
minada idea de un artefacto concreto, debido a que éste, por sí mismo, postula
una determinada perfección en orden a su fin. Lo mismo puede observarse en el
ámbito moral, pues el medio de la templanza, por ejemplo, no consiste en una
cosa precisa porque asi lo dictaminen la filosofía moral o la prudenda, sino que,
al contrario, la ciencia moral lo prescribe de esa manera porque dicho medio,
en sí mismo, es de ese modo y exige una determinada proporción. Por eso he
afirmado en I-II que la verdad práctica moral no se toma del apetito recto
como de su medida, sino a la inversa: ella es medida del apetito recto.
La razón general es que también la ciencia práctica, en cuanto d u n d a, se
apoya en primeros principios evidentes, que sé toman principalmente de la defi-
nidón del objeto y de su primera propiedad; pero estas cosas, consideradas en sí

veritatem h ab et quatenus illi com ntensura- postulat. Ig itu r secundum se e t abstrahendo


tu r. Quod in hu n c etiam m odum d e c la m i ab existentia, non ideo rea arte facta talis
p otest: nam sd en tia u t sdentia, etiam si construenda est quia scientia vel ars hoc dic­
practica sii, abstrahit ab existentia o b ietti et tât, sed potius ideo scientia vel ars hoc
vera est, etiamsi nihil officiât seu causet; dictât talem quc ideam pro p o n it talis arti­
si ergo sd en tia practica ad obiectum se­ fici! quia ipsum ex se postulat talent perfec-
cundum se et u t abstrahit ab existentia, tionem in ordine ad suum finem . Idem
eom paretur, sic n o n est m cnsura eius quia videre licet in m oraiibus, n am m edium tem -
non est causa illius u t's ic ; ergo talis scien­ perantiac, verbi gratta, non ideo in tali re
ti» m cnsuratur potius ab obiecto secundum consistit quia m oralis philosophia vel p ru ­
suam rationcm et essentiam considerato e t d e n za illud dictât, sed e contrario potius,
per conform itatem ad illud habet suam ve­ ideo m oralis scientia illud dictât quia illud
ritatem . Q uod tam in artificialibus quam in in se tale est talem que proportionem requi­
m oraiibus facile suadcri p o test; nam scienr rit. E t ideo ditti in I - I I veritatem practicam
tia seu ars aedificandi, ideo dictât dotnum m oralem non sunti ab appetito recto tam -
esse in hac proportione, figura, etc. ex- quam a mexisura, sed potius e contrario ip-
struendsm quia perfectio dom us secundum sam esse m ensuram appetitus recti. Ratio
se et quasi natura sua id postulat, conside­ autem generalis est quia etiam scientia prac­
rato fine ad quem ord in atur et proprietati- tica quatenus scientia est, n ititu r prim is
bus cuas requirit, u t, verbi gratia, quod principiis per se nous, quae praecipue su-
sit utilis, fortis, pulchra. E t dialectics, qua­ m u n tu r ex definitione o b ietti e t prim a pro-
tenus practices scientias im itatur ideo dictât p rie ta te ; haec autem secundum se et abstra­
syllogismum esse in tali m odo e t figura hendo ab existentia conveniunt obiecto ex
construendum , quia natura syllogismi hoc intrinseca sua n atu ra sine causalitate talis
120 D isputaciones m etafísica:

mismas y abstrayendo de la existencia, convienen al objeto per su naturaleza in­


trínseca y prescindiendo de la causalidad de tal ciencia. Consiguientemente, la
verdad de esta, ciencia, en cuanto la ciencia es conocimiento, está medida por el
objeto considerado según el ser de su esencia. Ahora bien, porque ese mismo
objeto, tomado en cuanto a su existencia, es efecto de dicha ciencia, bajo tal
consideración es medido por ella, y en este sentido decimos que una casa ba sido
construida rectamente cuando se ajusta a las reglas o a la idea del arte.
4. Se responde cumplidamente a una objeción.— Alguien puede oponer:
del mismo modo que la ciencia abstractiva se compara con el objeto que abstrae
de la existencia, así se compara la ciencia intuitiva coa el objeto existente; luego,
de igual manera que aquélla es medida por el objeto considerado eD sí, también
ésta es medida por el objeto existente; consiguientemente, el objeto no es medi­
do por la ciencia en ningún aspecto.
Se responde concediendo el antecedente con su primera consecuencia y
negando la segunda; porque la ciencia práctica no es causa de su objeto exis­
tente en cuanto conocimiento intuitivo del mismo —ya que ésta no es propia­
mente la ciencia de que tratamos, sino experiencia—, ni es práctica de manera
propia y esencial, sino mero conocimiento, pues no produce su objeto, ames
bien lo supone ya hecho. Por tanto, una misma ciencia propia, que considera
a su objeto en sí mismo y con abstracción de la existencia, es causa de dicho
objeto si se aplica a la operación mediante la voluntad, y en este sentido también
es medida de la obra realizada y existente.
5. Mas la dificultad subsiste en lo concerniente a la ciencia de Dios, pues
se sigue que la ciencia divina, en cuanto verdadera, es medida por su objeto.
Se responde: la ciencia de Dios puede compararse, o con el mismo Dios, o con
las criaturas. Con respecto a sí misma, no puede en realidad tener medida, ya que
no se distingue de sí, es decir, de su objeto; en consecuencia, está por encima de
toda medida y es verdadera por sí misma; más aún, es la misma verdad; y así
ocurre según la razón, pues Dios tiene verdadera y adecuada ciencia de si mismo
porque en la realidad es de igual manera que se conoce. Y ello no atenta contra
la perfección o inmensidad de Dios, pues no equivale a ser propia y verdadera­
mente mensurable, sino más bien a ser tal por sí mismo y ser igual a sí mismo:

scientiac, Igino: verità* huius sdentine ut activa obiecti sed supponi: factum . Jg itu r
sd en tia est cognitio, m ensuratur ex obiecto eadem scientia propria quae considerar
secundum esse essentiae consideratim i. Quia obiectum secundum se et u t abstrahit ab
vero iilud idem obiectum quoad existentiam existentis, per voluntatem applicata ad opus
est effectus talis scientiae, secundum illum est causa eius, e t ita edam est m ensura ope -
statum m en su ratu r p e r illam scientiam et ris fa tti et existentis.
hoc m odo d id m u s dom im i recte esse con- 5. Sed adliuc supeicst difficuhas de
stroctam quia est secundum regulas seu scientia D d ; nam seq u itu r sd entiam D ei,
ideam artis. u t vcram , m ensurari ab o b ietto suo. R e-
4. Obiectioni salisfit.— D ices: sicut spondetur- scientiam D ei posse com parar;
sd en tia abstractiva com parano- ad obiectum vel ad ipsum D eum , vel ad creatura3. R e-
abstrahens ab existentia, ita sd en tia intui­ spectu sui non potest secundum rem fcabert
tiva ad obiectum existens; ergo sicut ifla m ensuram , quia non distinguittir a se seu
m en su ratu r ab obiecto secondim i se, ita haec a suo obiecto; est ergo suora om nem m en­
ab obiecto escisi en te; ergo sub nulla ratione suram e t p er seipsam vera, im m o ipsa ve­
obiectum m en su raru r p e r scientiam . R e- ri Las; secundum rationem autem ita est,
sp o n d etu r concesso antecedente cuni prim a nam ideo D eus vcram et adacquarm i de
consequentia et negando seeundatn. quia seipso scientiam h abet quia ita est in te
scientia practica non est causa obiecti sui sicut seipsum oognosdt. N eque hoc est can­
existentis u t est cognitio intuitiva eius ; nam tra perfcciioncm aut im m ensitatem D ei, quia
haec nec est proprie scientia de qpa agi­ hoc non est esse m ensurabilem proprie aut
rmi« sed experientia, nec proprie ac p er se vere, sed est potius per seipsum esse ta le a
est practica sed m era cognitio, quia n o n est e t esse sibi ipsi acquale® ; sicut erse D eum
Disputación octava.— Sección F
V 121
como tampoco repugna a la perfección divina el hecho de que Dios sea com­
prensible por sí mismo; por el contrario, implica una perfección mayor.
Ahora bien, si la ciencia se compara con las cosas creadas, considerada como
ciencia práctica y causa de las mismas en cuanto existentes, entonces es claro
que no es medida por las cosas, antes bien las mide, y que la verdad que tiene
no la recibe de ellas, sino que, inversamente, las cosas son verdaderas en cuanto
están en conformidad con las ideas divinas, según diremos en seguida. Y si la
ciencia divina se considera sólo como simple inteligencia, de Jas criaturas en su
ser esencial o posible, o en cuanto visión intuitiva de la existencia, entonces pa­
rece que no hay inconveniente en conceder que también la verdad de esa ciencia
consiste en una conformidad con dichos objetos, pues desde este preciso punto
de vista no es causa de tales objetos, sino mera intuición y cuasi especulación;
por lo cual, atendiendo a la misma consideración, la cosa no tiene una esencia
determinada porque Dios la conozca asi, sino a la inversa, es conocida como tai
porque tiene una esencia determinada y no podía ser conocida verdaderamente
de otro modo. D e manera semejante, santos y ponderados teólogos afirman que
una cosa no es futura porque Dios la intuya como tal, sino que Dios la intuye
por ser futura. Así, Orígenes, lib. VII In Epist. ad Rom., sobre aquellas palabras
del c. 8 : a los que llamó, también los justificó; San Jerónimo, Dial. III contra
Pelag. y en los Comentarios a Isaías, c. 16; a Jeremías, c. 26, y a Esequiél, c. 2 ;
San Juan Crisóstomo, Homilía L X sobre el Evangelio de San Mateo; Beda,
Lib. verierum quaestionum, q. 13; San Agustín lo indica en La Ciudad de Dios,
lib. V, c. 20; varios escolásticos, In I, dist. 38.
6 . Sin embargo, si queremos hablar con pureza y propiedad, no debemos
decir que la ciencia divina, considerada en estos aspectos, sea medida por dichos
objetos; porque Dios tiene ciencia de ellos en tal macera que no recibe de los
mismos esa ciencia, sino que la posee por sí y de modo intrínseco, y en virtud
de su perfección esencial tiene toda la rectitud e infalibilidad de ral ciencia. Ade­
más, porque dicha ciencia alcanza estos objetos secundarios de tal manera que
no encierra ninguna relación o respecto real para con ellos, antes bien los al-

conipreheasibileaj a ueipso n o n repugnat aliter poterat vere cognosce E t sim iliter d i-


perfection! eius, sed ad m aiorem pcrfectio- c u n t sancti e t graves theologi n o n id eo rem
nem pertinet. Si vero scientja ilia com pa- esse futuram quia D eus illam futuram in-
retu r a d res creatas q u atenus est scientia tu etu r, sed quia futura est ideo D eum illa n
praedea et causa illarum p rout existentes intueri. O rigen., lib. V II I n E pist. ad Rom .,
sunt, sic constat n o n m ensurari ab illis, sed circa ilia verba c. 8 : Q u a vocasit, h a et
esse p o d u s m ensuram earum c t non habere iu s tific a v it; H ier., D ialog. I l l cont. Pelag..
ab eis veritatem , sed p o dus illas esse veras e t I n c. 16 Isaiae, 26 H ierein., 2 Ezcch. ;
quatenus conform es su n t divinis ideis, u t Chrys., H orn. L X in M a th .; Bed., lib. Va­
stadm dicem us. C onsiderando vero divinam riorum quaestionum , q . 1 3 ; significat A u­
scientiam , solum p ro u t est sim plex in telli- gust., lib. V D e Civit., c. 2 0 ; p lures Scfeo-
gentia creatu raru m secundum esse essendae lasdci, I n I , dist. 38.
sen possibile vel q uatenus est intuitiva visio 6. U t tarnen p ro p rie c t caste loquam ur,
existentiae, sic v id etu r sine ineonveniente dicere n o n debem us divinam scientiam sub
posse concedi etiam illius scienuae verita­ h is consideradonibus m ensurari ab his obiec-
tem consistere in conform itate ad ilia obiec- tis, turn quia D eus ita h ab et scientiam h a ­
t a ; nam secundum han c praecisam consi- re m obiectorum u t ab eis illam non accipiai,
deradonem n o n est causa tab’um obiecto- sed ex se illam hab eat, e t ab intrinseco ct
rum , sed m era intuitio et quasi speculado, ex vi suae essenrialis perfectionis habeat
e t ideo secundum eam dem considerationem om nem recdtudinem e t infallibilità! em eius.
n o n ideo res e st talis essendae quia talis a T u rn etiam quia illa scientia ita atd n g it ha oc
D eo cognoscing, sed e converso, ideo talis secundaria o b ietta u t nullam veram relatio-
cognoscitur quia talis essendae est, n cq u e nem seu habitudinem realem habeat a d illa.
122 Disputaciones metafísicas

caaza a todos de modo más eminente por el hecho de comprenderse a si mismo.


Así, pues, precisamente porque es posible señalar imperfecciones contrarias en
el orden de lo mensurante y lo medido, no es legítimo afirmar que la ciencia
de Dios sea medida por estos objetos, a pesar de que no es verdadera si no está
en conformidad con ellos.

SECCION VI
Si la VE2DAB S E DA EN LA D IV ISIÓ N D E IGUAL MODO QUE EN LA COMPOSICIÓN

1. Puesto que hemos dicho que la verdad lógica existe de manera especial
en la composición y división, será interesante exponer si se encuentra igualmente
en una y otra, o está en la composición en mayor grado que en la división. Pues
parece que ocurre esto último, ya que en la composición, al afirmar una cosa de
otra, el entendim iento conoce la conformidad que hay entre una y otra, por lo
que en dicho conocimiento existe la verdad de manera objetiva, en el sentido
antes expuesto; por el contrario, en la división el entendimiento conoce más
bien que el concepto que niega de otra cosa no tiene unión o conformidad con
ella; de aquí que mediante ese acto no conozca la verdad, sino una negación
d e verdad; luego la verdad no se encuentra objetivamente en la división de
igual modo que en la composición.
E n sentido contrario, Aristóteles y Santo Tomás, a quienes siguen los demás
Doctores, atribuyen la verdad a la división en igual medida que a la composi­
ción. Por otra parte, tan cierto es que una cosa no es lo que no es como que es
lo que es; consiguientemente, el entendimiento, al conocer o componer aquella
negación, posee la misma verdad que al componer esta afirmación.
2. D ebe decirse, por tanto, que la verdad se encuentra en la división de
manera tan genuina y propia como en la composición. Porque la proposición
oral negativa es tan absoluta y propiamente verdadera como la afirmativa; luego
la división, que corresponde en la mente á esá proposición negativa, es tan ver­
dadera Como la composición. Por eso- (razonando teológicamente), tan de fe es
que Dios no es corpóreo como que es eterno; pues ambos juicios son igualmente

s ed ennnentiori modo iüa omnia attingi! cognoscit intellectus conceptum illuni quem
Deus per hoc quod seipsum comprehendit. de alia re negai non habere coniunctionem
Quia ergo in catione mensurae et mensurati scu conformitatem cum illa; ergo per illum
contrariae imperfectiones indicari possunt, attuai non cognoscit veritatem sed potius
ideo dici non potest scientia D ei mensurari veritatis negalionem; ergo non ita est veri-
ab bis obiectis, etiamsi vera non sit sine tas obiettive in divisione sicut est in com­
conformitele cum illis. positione. In contrarium autem est quia
Aristot. et D . Thomas et cum eis caeteri
SECTIO VI Doctores acque trìbuunt veritatem divisioni
ac compositioni. Item quia tam est verum
An in divisione srr veritas aeque ac in rem non esse quod non est quam esse
COMPOSITIONE quod est; ergo tam est verus intellectus
cognoscendo seu componendo illam negatio-
1. Quoniam diximus Verità tem cognitio- nem quam componendo hanc affirmationem.
nis esse speciali modo in compositions et 2. Dicendum itaque est tam vere ac pro­
divisione, operae pretium erit exponere an prie reperiri veritatem in divisione sicut in
sit aeque, in utraque vel magie sit in com- compositione. Nana propositio vocalis ne­
positionc quam in divisione. Videtur enim gativa tam simpliciter ac proprie vera est
hoc ultimum, quia in compositione cum sicut affirmativa; ergo divisio quae in mente
unum de alio affirmatur, intellectus cogno- respondet tam vera est sicut compositio.
scit conformitatem unius cum alio et ideo Unde (thcologice argomentando) tam est
in ea cognitione obiettive est veritas modo de fide Deum non esse corporeum sicut
supra exposito; at vero in divisione potius esse aetemum; utrumque ergo iudicium
Disputación octava.— Sección V il 123

ciertos y, por ende, igualmente verdaderos, aunque uno se profiera dividiendo y


•otro componiendo.
3. Al argumento respondo que la verdad — según queda dicho— no se en­
cuentra objetivamente en la composición y división de tal modo que sea cono­
cida mediante ella de manera formal y propia, sino sólo implícitamente; porque,
cuando se compara un concepto objetivo con otro, se conoce de alguna manera,
“'en acto ejercido”, la conformidad entre la cosa y el concepto. Por consiguiente,
así como en la composición se conoce dicha conformidad, así en la división se
■conoce la disconformidad o disconveniencia de aquellos conceptos objetivos, de
los cuales uno se niega del otro; por ello se conoce “en acto ejercido” la discon­
formidad entre los conceptos formales de aquellos objetos, y también se conoce
virtualmente la conformidad que cada uno de ellos tiene con su objeto. Pues
cuando la meóte concibe que el hombre no es león, también conoce implícita­
mente que el concepto que tiene de hombre no conviene al león, sino que a cada
uno corresponde un concepto propio. D e esta manera, la división implica asi­
mismo un conocimiento de la verdad o conformidad existente, no entre aque­
llos entremos, uno de los cuales se niega del otro, sino entre cada uno de ellos
y su concepto, pues en esto se funda la negación de verdad. También puede
decirse, en segundo lugar y de manera más sucinta, que así como hay verdad
cuando se conoce la conformidad tal cual es, igualmente la hay cuando se conoce
ía disconformidad tal como es; pero esto es lo que la división significa y conoce
“en. acto ejercido” ; por consiguiente, la verdad se encuentra en la división de
manera tan plenamente propia como en la composición.

SECCION VII

Sj ex ist e en las cosas alguna verdad que se a atributo d el ente

1. Esta cuestión es uno de los objetivos principales de la presente disputa­


ción, pues hemos tratado todo lo demás en cuanto que se ordena a explicar la verdad
del ente.

iieaue certuni est; ergo et aeque veruni u n ie u iq u e proprium conceptum correspon-


Jicet unum dividendo, aliud componendo dere. E l h o c modo etiam in divisione inclu-
feratur. ditur cognìiio veritatìs seu conformitatis non
?>. Ad argumentum autem respondetur quidem illorum extremorum inter se quorum
veritatem (ut sopra dixi) non ita esse obiec- unum de alio negatur, sed uniuscuiusque
tive in compositione et divisione ut forma- eorum cum suo conceptu; nam in hoc ve­
Jiter et proprie coanoscatur per illam, sed rità? iilius negationis fundatur. Vel secundo
solurn implicite, quia dum unus conceptus ac brevius dici poiest: sicut cognoscere con-
obiectivus ad aiium comparatur, in actu f e r m i la ie m prout est veruni est, ita etiam
esercì’3 quodaromodo cognascitur confer­ c o g n o s c e re difformitatem prout est veruna
ir hr.s in’.er rem et conceptum. Sicut ergo in esse; et hoc ipsum. per divisionem signifi-
corariosiiione cognoscitur haec conformi tas, cari et in actu esercito cognosci, et ideo
ita in divisione cognascitur difformitas seu veritatem proprissime esse in divisione sicut
discariv'srientia eorum obieaivorum concep- in c o m jin s itio n e .
iuurn quorum unus de altero negatur, et
comequenter in actu esercito cognoscitur
rtiffarmitos inter formales conccptus illorum SECTIO VII
obiectoruEi et virtute edam cognoscitur con- U tìmim vimrtA.s alioua sit in rebus quae
foitnitas quam unusquisque eorum concep-
tuurn habet cum suo obiecto. Quando cnim 5IT PASSIO ENTIS
meni concipit hominem non esse lconein. I. Hate quaestio est praedpue intenta in
implicite edam cognoscit conceptum quem hac cisputatione, nam ad explicandam ve­
de liomine babet non convenire leoni, sed ritatem enris reiiqua praemisiraus, Videtur
124 D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

Parece imposible que alguna verdad sea pasión del ente real. Primero, por­
que Aristóteles dice en el lib. VII de la Metafísica, al fina!, que la verdad y la
falsedad no se dan en las cosas, sino en la mente, en lo cual estriba —según él—
la diferencia que hay entre el bien y el mal, por una parte, y la verdad y la fal­
sedad, por otra; porque aquéllos se encuentran en las cosas, pero éstas no, sino
sólo en la mente.
En segundo lugar, porque la verdad no añade nada al ente o se limita a
añadirle una mera denominación extrínseca; luego en manera alguna puede ser
propiedad del ente. Se prueba la consecuencia: si nada añade, no es otra cosa
que el ente mismo y, consiguientemente, no es propiedad del ente en mayor
grado que el ente es propiedad de sí mismo. Y si le añade solamente una deno­
minación extrínseca, ésta no puede bastar para la razón de propiedad del ente;
porque, de lo contrario, podrían multiplicarse infinitamente tales propiedades, ya
que puede haber infinitas denominaciones de esta clase; y, además, porque esa
denominación es común a los no-estes o entes de razón; pues así como el oro se
dice oro verdadero, de igual modo la relación de razón puede llamarse verdadero
ente de razón, y en este sentido —según acabamos de decir—• la negación posee
verdad, igual que la afirmación ; por tanto, la verdad, considerada bajo esta deno­
minación, no puede ser la propiedad del ente a que ahora nos referimos. Finalmen­
te, porque de no ser así también podría decirse que la falsedad es una propiedad
del ente real, pues la misma posibilidad hay de que el ente sea conocido de ma­
nera verdadera que de manera falsa; en consecuencia, si en virtud de lo primero
se denomina verdadero, también puede llamarse falso por razón de lo segundo.
2. Se explica y demuestra el primer antecedente de este argumento. Cuando
se dice que un ente cualquiera —el oro, por ejemplo— es verdadero oro, tal
denominación puede ser o entenderse de dos maneras: una, como totalmente
absoluta e intrínseca; en ese caso nada puede añadir a tal ente, limitándose a
explicitar más su entidad y realidad; porque ser verdadero oro en este sentido
equivale a no serlo únicamente de modo aparente o ficticio, sino poseyendo la
auténtica y real naturaleza y esencia de oro. Pero esto no es más que ser oro;
luego, én ¡o que respecta a esta denominación, ser verdadero oro no añade nada

ergo fieri non posse ut veritas aliqua sit verum ens rationis et (sicut nuper diceba-
Passio entis realis, primo quidem ex Aristo­ mus) ita negatio habet veritatem sicut affir-
tele, VII Metaph., in fine, dicente verum matio; non ergo potest veritas rattorte huius
et falsum non esse in rebus sed in mente, denominaticnis esse proprietas entis realis
et in hoc constituente differentiam quod de qua agimus. Tum denique quia alias
bonum et malum sunt in rebus, non autem edam falsitas posset dici -proprietas entis
verum et faisurn, sed in mente tantum, sg­ realis; nani, sicut potest ens vere cognosci,
elando, quia verum supra ens aut nihil addit, ita edam false; ergo sicut inde denomina-
aut solatìi dèneminationem extrinsecam ; tur veruni, hinc potest denominali falsum.
ergo nullo modo potest esse proprietas en­ 2. Frimum vero antecedens huius ratio­
tis. Probatur consequcntia, quia si nihil nis dedaratur et probatur; nam cttm ens
addit, nihil aliud est quam ipsumroet ens et aliquod, verbi grada, aurum dicitur veruni
consequenter non magis est proprietas eius aurum, dupìiciter potcst esse aut inteliigi
quam ipsum ens sit proprietas sui. Si autem taiis denominano. Primo, ut sit ornnino ab­
addit solam denominationem extrinsecam soluta et intrinseca et hoc modo nihil potest
illa non potest suificerc ad rationem pro- adderò tali enti, sed solum magis explicare
prietatis entis; tum quia alias infinitae pro- entitatem et reaiitatem eius, quia hoc n.odo
prietates huiusmodi possent multiplicari, esse verum aurum niliil aliud est quam non
quia infinitae possimi esse huiusmodi de- esse tantum apparens vel ficttim sed haben*
nominationes; tum edam quia haec deno­ propri r.m et realem naturam et essentiam
minate communis est non entibus seu en- auri. Koc autem nihil aliud est quam esse
tibus rationis; sicut enim aurum dicitur ve­ aurum; ergo esse verum aurum quoad harte
rum aurum, ita relatio rationis potest dici denominationem nihil addit supra esse au-
Disputación octava,— Sección VII 125

al hecho de ser oro. Y — dando un alcance general a esta razón— ser verdadero
ente real no expresa ningún otro concepto que el de ser ente real, es decir, no
ficticio ni quimérico. Por eso afirmábamos anteriormente que “cosa” no añade
nada al ente real, pues no significa más que tener una esencia confirmada, lo
cual es tanto como poseer una esencia real, y esto equivale a decir verdadera
esencia. Tomando en este sentido la denominación de verdadero, parece que San
Agustín dijo, en el lib. II de los Soliloquios, c. 5: es verdadero aquello que es,
no aquello que parece ser o aquello que es tal como parece; porque aunque una
cosa no parezca ni tenga conformidad con algún conocimiento, a pesor de eso
es verdadera, con lo que da a entender que la verdad uo es una denominación
extrínseca. En el mismo sentido es adecuada la definición de Avicena: la ver­
dad da cada cosa es una propiedad dsl ser propio que le ha sido conferido.
Pues ai decir que es propiedad no toma esa palabra en cuanto suele sig­
nificar una pasión o facultad, sino que significa el ser propio, o sea, no extraño
ni ajeno, el cual nada añade al ser mismo, sino que puede explicarse a manera
de una relación de identidad, ya que asi cabe llamar a la relación de propiedad;
pues, bajo este aspecto, cada cosa tiene aquel ser de tal modo que es suyo, o sea,
le pertenece de manera estable; y en esto consiste el poseer la verdad de tal ente.
3. Pero es posible tomar dicha denominación en un sentido distinto: no
como absoluta e intrínseca, sino como procedente de otra parte, y de esta manera
no puede ser más que una extrínseca denominación de la cosa, a saber: que se
enuncia o puede enunciarse verdaderamente de manera determinada. Parece que
Santo Tomás pensaba asi al decir, en I, q. 16, a. 1: se llama verdadero aquello
a lo que tiende el entendimiento y que se encuentra en el entendimiento en
cuanto se adecúa a la cosa entendida y se deriva del intelecto a la cosa entendida,
la cud se llama verdadera en la medida en que tiene algún orden al entendi­
miento. Abora bien, es manifiesto que de la conformidad entre el entendimiento
y la cosa únicamente resulta, por parte de la cosa conocida, una denominación
extrínseca. Por eso, en el a. 6 , afirma expresamente Santo -Tom ás: todas las
coses creadas se denonñnan verdaderas en virtud de una sola y la misma verdad,
a saber, por la verdad del entendimiento divino, de la cual,- sin embargo, sólo
rum. Ei eadem racione in Universum esse ve­ ad modum relarionis identitatis; sic enim
rum ens reale nullum alium conceptum di- dici potest relatio proprietatis ; nam hoc
cit quam esse ens reale, id est, non fictum mòdo sic unaquaeque res habet illud esse
ncque chymasricum. Qua ratione supra dice- quod suum est seu quod stabilitum est ei,
bamus rem nihil addere supra ens reale, quia et hoc ipsum est habere veritatem talis entis.
nihil dicu ni i habere ratam essentiam, 3. Alio vero modo potest illa denomina-
quod nihil aliud est quam habere realem tio sunti non ut absoluta et intrinseca, sed
essentiam et idem est di~ere veram essen- ut aliunde proveniens, et hoc modo esse
tiam. Et su men do hör sensu denominatio- non potest nisi extrinseca rei denominano,
nem veri, dixisse yidetur Augustinus, lib. scilicet, quod vere talis enuntietur seu enun-
II SoUoquiorum, c. 5, verum esse id quod tiabilis sit. Quod sensisse videtur D. Tho­
est, non auicrn id ¿¡nod videiur, aut quod mas, I, q. 16, a. 1, dicens verum nomi­
tale cm quale vidistur; quia, ciiamsi res non nare id in quod tendit intettectus, esseque
videatur ncque conformitatem kabeat cum in intellectu secundum quod conjormatitr
aliqua cogrdlioncy nihilominus vera est; in rei intellectae, et ab intellectu derivavi ad
quo signifiesr verharern non e^se denomina- rem intellectam, quae vera didtur secundum
tioneni extr nsecam. Er in eodem sensu quod habet aliquem ordinem ad intellec-
quadrat definitio Avicennae dicentis: Ve­ turn. Constat autem ex conformiate in-
ritas imiiiseuncAifue rei est proprietas sui esse tellectus ad rem solum resultare in re co­
quod stabiUtum est ei. Cum enim ait esse gnita denominationem extrinsecam. Unde a.
prcprictatem. non sumit iilam vocem ut 6 expresse dicit D. Thom, omnes res crea-
signilicare solet passionem seu facultatem las denominari veras una et eadem ventale,
aliquam, sed significat esse proprium, id est, scilicet, ventate intellectus divini a qua
non extraneu,n nec alienum, quod nihil tamen non possunt nisi extrinsece denomi­
addit supra ipsum esse sed explicari potest nari. Et in solutione ad 2 hoc confirmât ex
126 Disputaciones metafisica?

pueden recibir una denominación extrínseca. Y lo confirma en la solución si


segundo argumente, apoyándose en San Anselmo, D e Vertíate, c. 11: la verdad
se comporta con respecto a las cosas verdaderas ds igual modo que el tiempo
con respecto a las temporales; Santo Tomás entiende esto de un solo tiempo
común, y es evidente que las cosas temporales reciben de dicho tiempo solamente
una denominación extrínseca.
Por último, resulta evidente por la razón: la cosa es verdadera porque se
adecúa al entendimiento o porque el entendimiento se adecúa a ella. N o puede
afirmarse lo primero, ya que, más bien, el intelecto es verdadero por el hecho de
que la cosa es o no es; de lo contrario, caeríamos en el error cometido por aque­
llos filósofos según los cuales únicamente es verdadero lo que se entiende. Mas
si se sostiene lo segundo, se sigue abiertamente que aquella denominación es
sólo extrínseca, pues el hecho de que el entendimiento se adecúe a la cosa no
pone en ésta nada, excepto el ser conocida verdaderamente. Ahora bien, no es
posible excogitar otro caso, aparte de los dos indicados, porque, según el consenti­
miento común de todos, toda verdad se toma de la conformidad entre el enten­
dimiento y la cosa. Confirmación; la falsedad en las cosas no puede ser más que
una denominación extrínseca; luego tampoco la verdad, ya que los opuestos tie­
nen una razón idéntica o proporcional
Cabe afirmar en contrarío que, como dice Aristóteles en d lib. II de la M e­
tafísica, c. 1 , cada cosa es verdadera de igual modo que es, con lo que da a en­
tender que la verdad acompaña al ente de tal manera que, según el grado y la
naturaleza de la entidad, se .da en cada cosa su grado de verdad; ello indica que
la verdad acompaña al ente como pasión del mismo.

Existencia de la verdad trascendental


4. En éste punto es evidente que la denominación de verdadero suele atri­
buirse a las cosas, pues en este sentido sedemos decir que es verdadero oro,
para distinguirlo del aparente, y verdadero hombre, para discernirlo de un hom­
bre pintado, y verdadero Dios, para separarlo dé los dioses falsos; y de esta
manera se expresan no sólo la literatura sagrada y profana, sino también todos
los hombres. D e donde resulta ciertamente que una misma apelación de verdad

Anselm., lib. De Verit-, c. 11, dicente, sicut trinseca; ergo nec veritas; nam oppositorum
tempus se hdbet ad temporalia, ita veritas ad eadem est seu proportionalis ratio. In con-
res veras; quod D . Thomas intelligit de trarium autem est, quia teste Aristotele, lib.
uno tempore communi, a quo constat so­ II Metaph., c. 1, ut unumquodque est, ita
lum extrinsece res temporales denominati. et veruni est; quibus verbis significai ven­
Ratione denique patet, quia aut est vera tateci ita comitati ens ut iuxta gradum et
quia conformati«- intellectui, aut quia intel- rationem entitatis sit in unoquoque gradus
lectus conformatiti ad ipsam. Primum dici veritatis; signum ergo est veritatem comi-
non potest, quia potius ex eo quod res est tari ens ut passionem eius.
vel non est, intellectus est verus; alias inci-
deremus in errorem philosophorum dicen- Transcendentalis veritas an sit
lium nihil esse veruni nisi quod intelligitur. 4. In hae re constar veri denominatio­
Si autem secundum dicatur, aperte sequitur nem solere rebus attribuì; sic enim dicere
illam tantum esse denominationem extrinse- solemus esse verum auruin ut illud ab appa­
cam, quia intellectum conformali ad rem renti distinguamus, et verum hominem ut
nihil ponit in re nisi tantum vere cognosci. distinguamus a picto, et verum Deum ut
Praeter ilia autem duo nihil aliud exeogitari a falsis illum separemus, et hoc modo lo-
potest, quia ex communi omnium consensu quuntur non sabina sacrae et profanae litte-
omnis veritas sumitur ex qonformitate intel- rae, sed edam universi hofiiines. lin de piane
lectus et tei. Et cocfirmatur, quia falsitas in fit eaBidèin veri appeliationem posse cuih-
rebus esse non potest nisi denominano ex- bet enti reali attribuì, vel ut ab ente fìnte
Disputación octava.— Sección V II 127

puede atribuirse a cualquier ente real, ya para distinguirlo del ente ficticio e
imaginario, ya para juzgar que posee, en su especie y orden, la esencia propia de
tal cosa, pues en lo que a estos dos aspectos concierne se da la misma razón de
esta denominación para todos los entes. D e aquí se desprende también con claridad
que la verdad, en algún aspecto, es atributo del ente y se convierte con él. Mas, para
explicar de qué clase sea esta denominación, conviene, ante todo, exponer en
qué consiste la verdad que se atribuye al erte, para que, a base de ello, se vea
de modo manifiesto cómo puede ser propiedad del ente y convertirse con éL
Ahora bien, cabe excogitar diferentes explicaciones de la verdad.

Refutación de la primera opinión sobre la esencia ¿le la verdad


5. Primera: la verdad trascendental significa cierta propiedad real y abso­
luta que se distingue del ente con distinción de razón razonada. Así piensan al­
gunos tomistas modernos, en I, q. 16, y creen que tal es la opinión de Santo
Tomás en De Veril., q. 1, a. 8 ; de Capréolo, In I, dist. 19, q. 3, concl. 3 ; de
Soncinas, VI Metapk., q. 17, y de Iavello, Tractatus de Transcendentdibus, c. 5.
Demostración: la verdad es una perfección real; luego expresa una razón
real, no relativa; consiguientemente, será absoluta; y no se trata de un nombre
sinónimo, cuyo significado sea idéntico al de entidad; luego significa una per­
fección. distinta de la entidad, al menos con distinción de razón. Es evidente el
primer antecedente, no sólo porque el que una cosa sea verdadera no es algo
ficticio (antes bien, parece que el nombre “verdad” excluye la posibilidad de que
así sea), sino también porque todas las cosas son verdaderas de suyo, y no por
una consideración intelectual; además, porque la verdad es, en el caso de Dios,
una elevada perfección, y dicha verdad mide a la verdad creada; finalmente,
porque siendo la verdad una propiedad del ente, no puede menos de ser una per­
fección real. Que dicha perfección no es relativa se demostrará más fácilmente des­
pués. Por último, que la verdad y la entidad no se identifican como sinónimos re­
sulta claro por el común modo de pensar y por las diversas definiciones con que ex­
plicamos sus respectivos conceptos objetivos; es, por tanto, necesario que se
distingan al menos con distinción de razón razonada. Más aún: siguiendo la

et imaginario séparétur, vel ut in sua specie Transcendentalib., c. 5. Probatur, quia ve-


et ratione propriam talis rei essentiam habe- ritas est reaiis perfectio; ergo didt ratio-
re iudicetur; nam quoad haec duo eadem nem realem, non relativam; ergo absolu-
est huius appellationis ratio in omnibus en- tam; et non est nomen synonymum ídem
tibus. Atque hinc rursus manifestum etiam significans quod entitas; ergo dicit perfec-
est verum sub aiiqua ratione esse attributum tionem saltem ratione distinctam ab emítate.
emis et cum ilio converti. Ut autem decla- Primum antecedens patet, tum quia rem es-
retur qualis sit haec denominatio, oportet se veram non est aliquid fictum, immo hoc
ante omnia exponere quid sit haec veritas ipsum videtur exdudi nomine veritatis;
quae enti attribuitur ut inde constet quomo- tum etiam quia res omnes ex se sunt verae
do possit esse proprietas eius, et cum ilio et non ex intellectus consideratione; tum
converti. Possunt ergo varii modi explicandi praeterea quia veritas in Deo est magna per­
ventate™ exeogitari. fectio et illa est mensura veritatis creatae;
tum denique quia cum veritas sit proprietas
Prima sementia circa quid sit improbatur entis non potest pon esse perfectio reaiis.
5. Primus est veritatem transcendenta- Quod vero illa relativa non sit, facile infe-
lem significare quamdam proprietatem rea- rius probabitur. Quod denique veritas et
lem sbsolutam et ratione raliocinata di- emitas non sint Ídem tamquam synonvma,
stinctam ab ente. Ita sentiunt quidam tho- constar ex communi modo condpiendi Om­
mistae moderni, I, q. 16, et putant esse ni um et ex diversis definitionibus qüibus
Sententiam D. Thomae, q. 1 De Verit., a. 8; earum couceptus obiectivi a nobis explican-
Capreoli, In I, dist. 19, q. 3, concl. 3; tur; necessc est ergo saltem ratione ratio-
Soncin., VI Metaph., q. 17; Iavel., traci, de cinata distinguí Immo, secundum semen-
128 Disputaciones metafísicas

opinión de Escoto (de la que nos hemos ocupado arriba, al tratar de estas pasio­
nes en general) habría que decir que se distinguen formalmente ex natura rei.
6 . Pero en la presente opinión, y en todas las siguientes, debe observarse
esta distinción: una cosa es hablar de todo aqueiio que la verdad entitativa in­
cluye y otra hablar de aquello que la verdad añade a la entidad, o (lo que es
igual) de lo que la verdad añade al ente.
En el primer sentido, admitimos que la verdad de los entes reales expresa
una perfección real, según demuestran los argumentos aducidos y otros que he­
mos empleado anteriormente para probar que la unidad no significa sólo una
negación, sino la entidad bajo el aspecto de negación; de igual manera, ahora
debemos afirmar que la verdad no designa una mera razón extrínseca o elabo­
rada por el entendimiento, sino la entidad significada bajo algún otro aspecto,
es decir, añadiéndole algo, que es lo que ahora investigamos. Así entendida, pues,
resulta verdadera la opinión citada y, en efecto, Santo Tomás, Capréolo y los
tomistas más antiguos no pretenden otra cosa, si bien los modernos dicen algo
más, según parece.
7. En el segundo sentido, cabe entender que la verdad añade al ente, ade­
más de la razón de esencia o entidad, una propiedad absoluta y real. Y, desde
este punto de vista, considero que la opinión es falsa. En primer lugar, ello puede
probarse de manera suficiente, si se entiende referido a una perfección distinta
ex natura rei, mediante los argumentos que antes hemos utilizado contra Escoto
— a propósito de las pasiones del ente en general— y también por lo ya dicho
sobre las distinciones ex natura rei. Todos reconocen, efectivamente, que en este
caso no puede darse una distinción real entre cosa y cosa, ya que no existe fun­
damento alguno para excogitar tal distinción; tampoco es posible que se trate
de una distinción modal, porque no puede pensarse en ningún indicio de distin­
ción entre tal modo y el ente, ya que son absolutamente inseparables, hasta el
punto de que apenas hay posibilidad de separarlos • ni siquiera por precisión
intelectual, como expondré inmediatamente. Además, porque nadie entiende que
una cosa se diga verdadera en virtud de un modo que se le añada, sino en virtud
de su entidad; y si tiene entidad, aun cuando de ella se separe cualquier otro
modo, se comprenderá que sigue siendo una cosa verdadera, ya se la considere

tiam Scoti supra tractaram cum de his pas- tatem addere enti suora rationem essentiae
sionibus in communi ageremus, dicendum vel entitatis proprietatem absolutam et rea-
esset distingui formaliter ex na ura rei. lem. Et hoc sensu existimo falsam esse prac-
6. Sed in hac sententia et in omnibus dictam sententiam. Et primutn, si intelliga-
sequentibus observandum est aliud esse lo- tur de perfezione ex natura rei distincta,
qui d; toro ilio quod in-ludit veritas in sufficienter probari potest, tum argumentis
essendo, aliud vero de eo quod addit veritas sopra facris contra Scotum de passionibus
supra entitatem seu (quod idem est) verum entis in genere, tum ex supra dictis de di-
supra ens. Priori modo admi’timus venta­ stinctionibus ex natura rei. Nana hic non pot­
teti) entiurn realium dicere ptrfectionem rea­ est intervenire realis distinctio rei a re ut
lem ut argumenta facta probant, et alia qui- omnes fatcntur, quia nullum est fundamen-
bus supra ostcndirnus unratem non dic-re tum ad fingendam talem distinctionem ; ne-
solam negationem, sed entitatem sub nega­ que etiam potest esse distinctio modalis, tum
trone; sic enim nunc assererdum est ven­ quia nullum indicium distinctionis inter ta-
tarci!) non dicere solam rationem extrinse- lern rnodurn et ens exeogitari potest; sunt
cam vel intellectu fabricatam, sed esse enti­ enim omnino inseparabilia ita ut vix possint
tatem sub aliqua alia radons significatane, etiam intellectu praescindi, ut statim dicam.
vel addendo aliquid, quod nunc inquirimus. Tum etiam quia nulla res intelligitur esse
In hoc ergo sensu vera est dieta sententia vera per modum supcradditum, sed per suam
et revera D. Thomas, Capreol. et antiquio- entitatem, quam sì habeat, etiamsi omnem
rcs thomistae nihil aliud intendunt, moder­ alluni modum separes, inteliiges manere ve-
ni vero plus significare videntur. ram rem vel in ratione entis vel in ratio-
7. Alio ergo modo intelligi potest veri- ne talis entis, quale aptum est tali entitate
Disputación octava.— Sección V il 129
como ente en general, ya como un ente particular, tal cual es apto para consti­
tuirse en una determinada entidad. Si esta razón se aplica con la debida pro­
porción, demuestra también que la verdad no puede añadir a la entidad ninguna
perfección que se co:distinga de dicha entidad con distinción de razó: razonada.
Pues si se condistinguen de manera que ninguno de los extremos se halle incluido
en el concepto preciso del otro (ya que en este sentido hablamos), y la verdad
se separe del ente con distinción de razón, también argumento sobre ambos
extremos.
El ente así prescindido es inteligible en cuanto de él depende, no sólo porque
es concebido por el entendimiento mediante un concepto directo y propio, sino
también porque cada cosa tiene inteligibilidad en la misma medida en que tiene
entidad, según afirmó Santo Tomás en otro lugar, I, q. 16, a. 3 ; luego el ente
incluye, en aquel concepto preciso, toda la perfección real que se exige para el
concepto de verdad; efectivamente, el ente, por el hecho de ser inteligible, es
verdadero, porque en este sentido se dice que es verdadero objeto del entendi­
miento y porque puede darse conformidad entre todo ente inteligible y el en­
tendimiento. Pero también hay posibilidad de argumentar a partir del otro ex­
tremo: se entiende que la verdad así prescindida incluye la entidad real (en cuyo
caso no está prescindida de la manera indicada) o no la incluye, y entonces no
expresa una perfección real. Todo esto lo dió a entender Santo Tomás en el
pasaje citado de I, q. 16, a. 3 ad 3, al decir: si bien es po sib le aprehender el
en te sin aprehender la razón de verdadero (esto es, sin incluir de manera expresa
y formal dicha razón), n o p u e d e suceder lo contrario, es decir, qu e se aprehenda
la verdad sin aprehender la razón d e e n te ; porqu e el en te está in clu ido en e l
concepto d e verdad, y tam poco p u e d e aprehenderse é l ente sin q u e a dicha apre­
hensión siga el concepto d e verd a d , o sea, sin que el mismo ente, en cuanto con­
cebido precisivamente, sea verdadero y susceptible de ser captado bajo la razón
de verdadero, aun cuando no se le añada ninguna perfección...absoluta. Y pone
un ejemplo: algo sem ejante ocurre si com param os lo inteligible con el
e n te ; en efecto, no p u e d e en ten derse é l en te sin qu e e l e n te sea in te lig ib le ;
p e ro es p o sib le enten der c i en te d e tal m o d o qu e no se en tienda su in teligibili-

ncteoem nastitu i.aA


papdlic
dra ta tqpuro
ebhataeectiaram
eretionseupraratioecnintita
tionoentrapospsro
tecm pisetine pvoertio
rfeccta
tiom rita
neam
-- lig
meitunturm
praclu in ;cnluadm
esdcit,indeitu e auetntita
re
rsicdic
verita
tondm tem ssreicalepm
oedtop,erfe
raeecistasicinnteol-n
velctioilla m noan­
aeliq u a m a ta o n d b in t n o ic n em re
nteenriu utita
trin
sra
tei); enxatre
intio
m
clundeatum,usm i ita
rrita
(sicin p craoencdisisotincgounucenptuturaul-t dleicm
ebnim loqeutim ur),
.I,Etqh.o1c6,toa.tu3m
t.
seenptoar- idest, includendoiUamexpresseac, a sdig3n,ific
quatnvis ens d icaevnitsD.Thomas,
re tu r
dinetellig
utroibqile v
ueqeuxatre e m s a e n te
o.eEstnsexsicse,ptira a rg u
raecisquumm possit apprehendi non apprehensa ratione

ei­st formaliter,
veri,

re cto ettu pro prio n tu


cmm
oncqeupiatu,aqbuainntetulle ia
ctuuncuom dn--
tamen e contrario non posse ap­
prehendi verum quin apprehendaiur ratio

cqip itu
ullig r,
odqibuilita
ehtc m etia
ab,etutdealia essse,dta nittuDm.hT m entis: quia ens cadit tn ratione veri: neque

ahboetmdaes,inI,- est, quinipsumens, quantumvis praeciside


etiam posse apprehendi ens nisi ad eam

te
qtu. 16in,calu .d3it;erg oneenmsinpilio ix ptio
raenceism ocorenacleepm
apprehensionem ratio veri consequatur,

­ caopnpcreehpetunm , vpeoru m seittiam


etsisunbulla ratiopneerfevcetio
ti
qipusaoeqreuoqduiritu o m
reasdt inrate e
tiolligrfe
neib c
milev,eri,veru quniai ehsot;c acbensoslu d i ssit,
taeiaddatur. Etaddit exemplumdi­
ninatem hcotu e n s
css,eentsuqudiaicitu rvreoruram esesnesoinbie cllig
tum :
Et est simile si comparemus intelligi­
bile ad ens; non enim potest inlelligi ens

bEile lle
e t in te lle ctu m in
p te
o te s t e n
s e
s e c o n fo te
rm ita i­.
s
quin ens sit intelligibile, sed tamen potest

xalioveroextremoetiamsumitur argu- intelligi ens, ita quod non inteltìgatur eius


intelligibilitas; et similiter, ens intellectum
130 Disputaciones metafísicas

d a d ; d e manera parecida, el en te entendido es verdadero, m as no se en tiende


la verd a d por el hecho d e en ten der al ente.
8 . En segundo lugar, razono preguntando cuál sea. esa perfección absoluta
.que la verdad añade al ente, porque no puede entenderse que sea tan absoluta
que no incluya siquiera una relación trascendental o predicativa (como suele
llamarse), según reconocen también ios autores citados apoyándose en el común
modo de entender, pues todos conciben la verdad mediante una conformidad
entre la cosa y el entendimiento, o en orden a ella, y no resulta fácil excogitar ó
explicar esa razón real totalmente absoluta y distinta del concepto de ente, en la
que consista la verdad. Si se afirma dicha razón absoluta con una relación
trascendental, o se la explica por modo de relación, ésta no puede ser sino en orden
a algún entendimiento; pero la verdad, en cuanto manifestada por semejante
relación, no puede ser otra cosa sino la entidad con la misma relación; y no es
posible que añada a la entidad una razón real absoluta, ni siquiera distinta con
distinción de razón; luego. La mayor se demuestra por la antedicha definición de
verdad, que v;ene a explicar la primera concepción, por así decirlo, de la ver­
dad. Esta significa, en efecto, cierta adecuación y conformidad; mas no toda con­
formidad tiene razón de verdad, ya que la igualdad y la semejanza entre dos cosas
también consisten en cierta conformidad, y a pesar de eso no se les da el nombre
de verdad; cons’guienteirente, la verdad expresa una razón especial de confor­
midad, que no puede ser otra sino la que se considera o explica en orden al en­
tendimiento. De aquí se prueba la menor, porque cabe entender de dos maneras
esta conformidad en orden al entendimiento: actual y aptitudinal. La actual
únicamente puede consistir en que la cosa sea tal cual es entendida en acto; la
aptitudinal, en que la cosa sea tal que pueda entenderse en virtud de un verda­
dero y prop:o concepto de dicha cosa. Mas de ninguna de estas maneras se añade
a la entidad de la cosa ninguna perfección real absoluta, porque el hecho de ser
entendida en acto nada añade a la entidad entendida en cuanto tal; en consecuen­
cia, el* hecho de que una cosa sea ral cual es entendida tampoco puede añadirle una
razón real absoluta. Además, el ente, sólo por ser ente o tal ente, tiene aptitud
para adecuarse a un concepto verdadero, siempre que en otro exista capacidad

est verum, non temen imeWgendo cns in- definiîione, quae déclarai veluti primam
telligitur verum . con.'ep ionem ci us. Nam veritas adaequatio-
8. Praeterea argiimentor secundo inqui- nem quamdam ci conformitatem significat;
rer.do quaenam sit haw pcrfectio absoluta sed non omnis ronformitas rationem verita-
quam verum addii supra cns ; non enim ïis h.ihet. acqualuas enim inter duas res et
poresj intellipi ila absoluta ui n'x resp-crum simili* udn est conformi*as quaedam et non
transcendcn alem aut serunrium divi (ur vo- divitur veritas; ergo veritas dieil specialem
cani) indudat. ut etiam pracdicti au'tores rationem conformitatis, quae nor potest esse
fairntur ex communi o u n ;um ron-epm ; 3Î:n nuu cu*i.* in ordine ad in*ellecrum su-
nam omnes concipiunt veri’amm per con?or- mitur **eu expli-wur. Unde probatur minor
mitatem inter r.*m ci irre’le.*rum ve! in or­ quia hnec ronformitas ad in*eUectum duplex
dine ad i’Um: nec fa'de fngi peilet aut ex- intdbgi notest, scilicet, acrualis et aptitu-
plicari ralis raro reali s omnino ab-cima et dinalis. À ’MsüIif in hoc tantum consistera
distin-la a rat ion- en*!*. in qua Ver tas prrest. ouod r*s *ali« sît qualis acru intelli-
consistât. Si urc m d: *a l.T h:iec ratio «uur; apt:tnd;nalis vero in hoc quod res
absolu: a cum rejp _• *u rrans*a.•ndcn'nli vd si* mli*- pi v .t î ï ne proprio concepru taüs
expira ta p:r mod iiTii rc-î us .¡lie ctse r:i iri cM:*!*. Sed neirro ex his mo-
non potest nH ;n ord ;ne ad al:iLHiem d:.‘: *»dd ti r M’ora entitatem rci alloua realis
imdlec•turn ; -cd '»era*- iM t:\p ,:cata p »î n *rferc"o absolu a. quia actu intelligi nthil
ta lem re:;p-r rum non no •CS1 ex«e nPud ../» *iî eiid’p*: inteUertae ut sic; ergo neque
quam end*.is :pta •T?1 Code•n p*«p■mi * r?m es~e ral.vn quaVs in:t*!îigirur. potest iîli
neque supra ermi adder* pitest nri'an*"-» rdd'.re -*'. i-'-rrn reeîsm absolurent. Rursus,
realem ab:oluram enam ration;: distin-■am ■ ho- ipi o quod en s est ens vd taie cns, si in
ergo. Maior prob a*ur ex dicta vcrim.t.s «!:o dt vis ad intdügendum. apsum est
Disputación octave.— Sección VII 131
para entender; luego, sobre ser superfluo, resulta imposible que esta conformidad
actual o aptitudinal añada al ente alguna perfección absoluta, aunque se distinga
del ente con distinción de razón. De manera análoga, es imposible que, en el
caso de la blancura, la aptitud para asimilarse a otra cosa exprese una perfección
absoluta añadida al concepto de blancura, y mucho más imposible que la seme­
janza actual añada a la blancura misma una razón absoluta intrínseca.

Examen cío la segunda opinión y de sus diferentes interpretaciones


9. Por estas razones, cabe proponer una segunda opinión,' según la cual
la verdad añade al ente una relación de conformidad con el entendimiento; asi
parece seguirse del argumento que acabamos de aducir contra la opinión anterior.
Pero son posibles diversas interpretaciones de esta segunda opinión: una, refi­
riéndola a la relación de conformidad actual, pues la verdad significa, según pa­
rece, una conformidad actual; otra, entendiéndola de la conformidad aptitudinal;
en este sentdo afirman algunos que la verdad trascendental no es más que la
inteligibilidad del ente, la cual nc sólo expresa una denominación extrínseca
tomada de la facultad que la cosa intelectual tiene para entender todo ente, sino
que, incluso por parte de la cosa misma inteligible, expresa cierta aptitud para po­
der ser entendida, actitud que añade una relación al entendimiento, al que puede
adecuarse en cuanto a ella respecta.
Además, algunos entienden que dicha relación debe tomarse únicamente en
orden al entendimiento divino, ya que todas las cosas dependen esencialmente
de él y no de los otros entendimientos; más aún, se comparan con éstos de ma­
nera accidental. Otros estiman que debe tomarse en orden a cualquier entendi­
miento, puesto que la cosa es, de suyo, inteligible por cualquiera, y por lo mismo
es, de suyo, apta para conformarse a todos; de ahi que la indicada relación
pueda decirse ordenada a todos, de manera análoga a como el color, en cuanto
visible, dice relación a toda visión, aunque no dependa de ella.
Por otra parte, hay quienes opinan que esta relación es real, porque la verdad
es algo real y existente en las cosas. Otros pretenden que es una relación de ra-

adaeauari vero conceptui ; ergo non solum hil aliud esse verìtatem transcendentalem
super6uum. sed etiam irrpossibile est quod quam intslligibilitatem entis, quae intelligi-
haec actualis ve! aptitudinalis confnrmitas bilitas non solum dicit denominationem ex­
addai enri aliquam perfecrionem absoluram, tri nsecam a facuhate quam res intellect!va
euam ruticne distinctarn. Sicm impossibile habet ad inteiligendum omne ens, sed ex
est quod in albedine esse apK am assimilar! pane ipsius rei intelligibilis dicit aptitudi-
alteri dhat perfecrionem absolutam addi rana nem quamdam ut imelligi valeat, quae addit
rationi albedinis. et multo magis impossibile relationem ad intellcctum, cui, quantum est
esr H'nd arm a !is similirudo addai rationem ex se, potest conformare Rursus quidam in-
absolutam intrinsecam ipsi albedini. telligunt hanc relationem sumendam esse
tantum in ordine ad divinum intellectum,
Secunda opimo cum variis interpretation*.- quia ab ilio res omnes pendent per se, non
bus, examinatttr vero ab aliis; immo ad illos per accidens
9. Propter haec ergo esse potest secun­ comparantur. Alii existimant sumendam esse
da sen'cmia dicens veritarcm addere enti in ordine ad quemeumque intellectum, quia
rclaronem conformità'»» ad inrdlectum; hoc res de se est intelligibilis a quocumque et
emm *oncludi viderur ratione proxime facra ha est de se apta conformar» omnibus, unde
contra praecedemem ‘vrm-ntiam. In hac au- ad omnes dicere potest praedictam relatio­
tem op.mone cxplicanda possunt varii modi nem, sicut color in quantum visibili» dicit
escogitar». Unus est ut inlelligarur de re­ relationem ad omnem visura, etiamsi ab ilio
lation** conformiiatis actuaiis; nam veritas non pcndeat. Denique quidam existimant
acrualcm conformità rem significare vide'ur. haoc relationem esse rcalsin, quoniam ve­
Ahus est ut inielligamr de aptitudinali ritas reaie quid est et in rebus existit. Alii
conformitate, et hoc modo dietim aliqui ni­ voi unt esse relationem rationis, quia non re-
132 Disputaciones metafísicas
zón, ya que no exige la existencia ni la distinción de sus extremos; así lo sostie­
nen Durando, Capréolo y Cayetano, en los lugares ya citados y en otros que se
han de citar, a los que apoya Santo Tomás, In 1, dist. 19, q. 5, a. 1. Finalmente,
otros piensan que aquella relación es real en algunos casos y de razón en muchos,
según la capacidad de los extremos; así, Soacinas y lavello, en el lugar antes
citado; el Ferrarler.se, en I cont. Gánt.¡ c. 60; Santo Tomás favorece esta
opinión en De V erit.. q. 1, a. 2, y en In J D e i n t e r p r e t lect, 5.
10. Mas para que comprendamos el grado de certeza o falsedad que puede
haber en estas interpretaciones, debe' suponerse que la presente opinión, para
distinguir* de las demás, ha de entenderse referida a una relación propia, a la
que se suele llamar piédicamental —cuando es real— o semejante a la predicamen-
tal —cuando es de razón—. Pues si la relación se toma en sentido amplio —por
cualquier respecto trascendental o por cualquier denominación resultante de la
unión de carias cosas—, entonces esta opinión coincidirá en un sentido con la
precedente y en Otro con la que trataremos después.
11. La verdad trascendental no exige una estricta relación de rasan.— Así,
pues, en primer lugar estimo que la denominación no se toma de una relación
de razón considerada en el sentido propio ya indicado, puesto que la verdad
s o expresa ni una relación de esa clase ni la entidad bajo el aspecto de dicha
relación. Se demuestra con el argumento1ya muchas veces repetido: la propie­
dad del ente real no puede consistir en la expresada relación ni incluirla de ma­
nera formal. Además, porque esa relación sólo existe mientras se cons:dera O
piensa, y la verdad de las eosas no requiere tal consideración; antes b;en —se­
gún decíamos arriba—, implica cierta contradicción con el nombre “verdad”.
Por otra parte, Dios es desde toda la eternidad trascendentalmente verdadero
según la completa y exacta razón de verdad, y a pesar de ello no excogita rela­
ciones de razón ni puede exigirlas para ser y llamarse verdadero Dios. Finalmente,
esta relación no ex:ste sino en virtud de una reflexión y comparación del enten-
dm iento, con anterioridad a la cual este ente no sólo es verdadero oro, por ejem­
plo, sino que también es conocido como tal.
12. Para la verd a d trascendental no es necesaria una relación r e d .— S e d e­
m u estra p o r lo que respecta a D ios. — En segundo lugar, parece cierto, hablando
quirit exisretriam nec d’stinctionem extre- igitur existimo denominationem non esse
morum, ouod sen'ium Dur., Capr., Caiet., sumptam ex aliqua relatione rationis in dicta
loeis citatis et citandis; et favet D. Thomas, proprietate sumpra, quia veritas nec huius-
In I, dist. 19. q. 5, a. 1. Alii tandem putant medi relationem dicit, nec entitatem sub tali
illam relationem interdum esse realem, sae- relatione. Probarur ratione saepe repetira,
pe veto rationis iuxta rapacitatem ex memo- quia pa-sio entis realis non potest consistere
rum, ut Soncin. et Iavel., supra; Ferrar., in praedicta relatione, neque illam formali­
I cont. Gent., c. 60; favetque D . Thomas, q. ter includere. Deinde, quia talis relatio non
1 D e Verdate, a. 2, et lib. I De Interpretat., est, nisi dum consideratur aut fingitur ; ve­
Iect. 5. ritas autem rerum non requirit hu'usmodi
10. Sed, in brelliftamus quid veritatis fictionem; quin potius, ut supra d'cebam,
vel falsita'is e~se possit in his dicendi mo- cum ipso verita’is nomine quamdam habet
dis, supponendum est banc sententiam (ut repugnantiam. Item Deus ab aetemo est
sit ab aliis dstincta) intelligendam esse de verus transcendentaliter secundum comple-
propria rela-ione quam praedicamentalem tam et exactam rationem veritatis. et tarnen
voran-, si sit r-alis, vel similem illi, si sit ra­ nec fingit relationes rationis, ne: illas requi-
tionis. Nam. si Ia:e sumatur relatio pro omni rere potest ut verus Deus sit et dicatur.
transcendcntali habitudine vel pro qualibet Denique haec relatio non est nisi per re-
denominatione quae ex consortio plurium flexionem et comparationem intellectus, ante
rcrum consurgit, sic sen*entia haec in uno quam et hoc ens est verum aurum, verbi
sensu coincidet cum praecedenti, in alio gratia, et tale esse cognoscitur.
vero cum ea quam postea tractabimus. 12. Relatio realis ad veritatem transcen-
*1. A i trtmscenaentalem veritatem stric­ denialem rum necessaria.—In Deo id vro-
to rationis relatio non requiritur.— Primo batur.— Secundo videtur cerrum loquendo
D i s p u ta c ió n o c ta v a .— S e c c ió n V I I 133

de la verdad trascendental en sentido general — en cuanto abstrae del ente creado


y del increado—, que no puede consistir ni exigir formalmente una relación real
a otro, en orden al cual se tome La denominación de verdadero. Es evidente, por­
que en Dios la verdad trascendental no puede implicar semejante relación, ya
que esta verdad se considera en Dios, en cuanto Dios — y en este sentido de­
cimos que las tres Personas son un solo y verdadero Dios—, o se considera en
cada una de las Personas, según sus relaciones propias, por conceder esto a los
teólogos. De acuerdo con la primera consideración, Dios no tiene relación real
alguna, pues no la posee con ninguna cosa fuera de sí, como es evidente, ni tam­
poco con cosa alguna dentro dé sí, ya que la verdadera divinidad no tiene ninguna
distinción real con respecto a todo lo que hay dentro de Dios. Además, porque
dicha relación, si es que existe, debe ser en orden al entendimiento; consiguien­
temente, lo será en orden al entendimiento en cuanto causante (y ésta no se da
en la verdadera divinidad, que carece de causa) o en orden al entendimiento en
cuanto inteligente (y ésta no puede ser una relación real ad mira, por darse entre
una cosa y ella misma).
Bajo la segunda consideración, tampoco puede existir relación real. En pri­
mer término, porque en Dios no hay otras relaciones reales fuera de las rela­
ciones concomitantes de las precesiones, en las cuales no puede fundarse nin­
guna otra. En segundo lugar, porque en el Padre, por ejemplo, no es posible
que dicha relación de verdad se ordene al entendimiento en cuanto producen te,
ya que la Persona del Padre no es producida, ni en cuanto inteligente, ya qne
es relación entre una cosa y ella misma. Por lo que hace al Hijo, si bien es una
Persona producida, la verdad de la Filiación no puede consistir en una relación
de conformidad con el entendimiento como prodúceme o, lo que es igual, como
poseedor de la idea o modelo por el que dicha realidad se produce, ya que el
Verbo divino no es producido mediante una idea, sino que es la misma imagen
o ejemplar producida naturalmente por el Padre. Tampoco puede significar una
relación real de la conformidad con el entendimiento en cuatro indigente, pues si
se entiende así, dicha relación es también, en el caso del Verbo, de una cosa con­
sigo misma. Efectivamente, aunque el Verbo sea entendido también por el Pa-

in communi de vero transcendentali, ut aòs- lis ad intra, cum sil eiusdem ad seipsum,
trahit ab ente creato et increato, non posse Posterior! etiam modo non potest esse rea-
consistere aut requirere formaliter relatio­ lis relatio. Primo, quia in Deo non sunt
nem realem ad alterum, in ordine ad quod ve­ aliae relarionss reales praeter mistiones quae
ri denominano sumatur. Patet, quia in Deo comitantur origines, in quibus nullae aliae
non potest veritas transcendentalis huiusmodi fundan possunt. Deinde, quia in Paire, ver-
relationem includere, quia vel illa veritas bi gratia, non potest illa relatio veritatis esse
consideratur in Deo ut Deus est, quomodo ad intellectum ut produeentem, quia persona
dicimus tres personas esse unum verum Patris non est producía, ñeque ut intdligsn-
Deum ; vel consideratur in singulis per- tem, quia est relatio eiusdem ad seipsum.
sonis secundum proprias relationes, ut ho : In Filio item, quamvis sit persona producía,
theologis demus. Priori modo Deus nullam non potest veritas filiationis consistere in
relatione coníormitatis ad intellectum ut
habet relationem realem, quia neque ad ali- produeentem, seu, quod ídem est, ut hs~
quid extra se, ut constat, neque ad aliquid bsatem ideam vel exemplar quo talis res
intra se, quia vera diviniras nullam in re produdtur, quia Verbum divinum non pro-
distinctionem habet ab his omnibus quas ducitur per ideara, sed est ipsa imaco vel
intra Deum sunt. Item, quia illa relatio, si exemplar a Paire naturaliter producium. Ñe­
quae est, debet esse ad intellectum; vel ergo que etiam potest dicere relationem realera
est ad intellectum ut causantem, et haec non coníormitatis ad intellectum ut intelligentem,
habet locum in vera divinitate, quae causam quia sic etiam in Verbo talis relatio est eíus-
non habet; vel est ad intellectum ut intelli­ dem ad seipsum. Nam, licet Verbum intoili-
gentem, et haec non potest esse relatio rea- gatur etiam a Patre er ipsum etiam inrelli-
134 Disputaciones metafísicas

drc, y El, por su parte, entienda asimismo al Padre, no obstante, en cuanto se


entienden mutuamente no se distinguen del entendimiento ni del acto con que
se entienden. La misma razón es válida, si se aplica con la debida proporción,
para el Espíritu Santo. Consiguientemente, en Dios no hay ninguna relación real
de conformidad en la que pueda consistir la verdad; y, por lo mismo, la verdad
del ente, en cuanto abstrae del ser creado y del increado, tampoco puede exigir
dicha relación real.
13. E n tercer lugar, aunque nos refiramos —en sentido más restrin g id o -
ai solo ente creado y a su verdad trascendental (según parecen expresarse quienes
afirman que la verdad de dicho ente consiste en una conformidad con el enten­
dimiento divino en cuanto contiene los ejemplares o ideas de los entes creados),
aunque nos refiramos —repito— a este ente, no considero que esta verdad con­
sista en una auténtica relación real y predicamental de dicho ente con la idea
divina. Algunos demuestran esta afirmación basándose en que la relación de con­
formidad que se exige para la verdad es común en estos entes, ya existan o no;
por lo tacto, no puede ser una relación real. Pero tal razón no tiene mucha
fuerza. En primer lugar, porque quizá suponga una cosa falsa; en efecto, según
decíamos anteriormente, las criaturas, consideradas sólo en cuanto a su ser esen­
cial, no poseen la verdad de su esencia por conformidad con la mente o la idea
divina; porque el hombre no tiene una esencia determinada por el hecho de que
Dios lo conoce asi, sino más bien es conocido como poseedor de tal esencia por
el hecho de que esencialmente es así. Además, si se establece dicha relación,
habrá que afirmar que, tomada proporcionalmente, es real; pues en el ser creado
que existe sólo en potencia, la verdad se encuentra también sólo en potencia;
por consiguiente, de igual manera podrá ser una relación real en potencia; en
cambio, en el ente que existe actualmente, así como la verdad es real en acto,
también la relación podrá ser real en acto. En consecuencia, cabe demostrar de
otro modo que esa relación no es real, pues, de lo contrario, se daría un proceso
al infinito en dicha relación; efectivamente, la relación tendría una ¡dea a la que
se adecuaría, y esta idea tendría conformidad en virtud de otra relación, y así
hasta el infinito; ahora bien, esta razón es común a casi todas las relaciones,

gat Patrem, tarnen ut sese mutuo inteliigunt, haec ratio non est magni momenti. Primo
non distinguuntur ab intellectu et ab acni quidem. quia fonasse assuxnit falsum; nam,
quo se intelligunt. Et eadem ratio cum pro- ut supra dicebam, cresturae consideratae
portione applicata locum habet in Spiritu tantum secundum esse essentiae non babent
Sancto. In Deo ergo nulla est relatio realis veritatem essentiae ex conformitate ad divi-
conformitatis, in qua veritas possit consis­ nam rnentem seu ideam; non enim homo
tere; et consequenter nec veritas entis ut est talis essentiae quia talis cognoscitur a
abstrahit a creato et increato potest hanc Deo, sed potius ideo talis essentiae cogno­
reiationcm realem requirere. scitur quia talis est essentialiter. Deinde,
13. Tertio, etiamsi contrattiti", loquamur posita illa relaiione, dicetur esse realis cum
de ente creato eiusque veritate transcenden- proportion? sumpta; nam in ente creato in
tali, ut videnrur loqui qui dicunt ventatela potentia tantum exisicnte est veritas edam
huius entis consistere in conformitate ad in- tantum in potentia; eodem ergo modo esse
tellectum divinum ut in se continet cxem- poterit relatio realis in potentia; in eodem
plaria seu ideas creatorum entium, quamvis autem ente actu existente sicut est veritas
(inquam) de hoc ente loquamur. non exis- realis in actu, ita et esse poterit telano rea-
tiroo vcritaiem hanc consistere in aliqua re­ iis in actu. Aliter ergo probari potest iilam
latione reali propria et praedicamentali reiationem non esse realem, quia alias dare-
huiusniodi entis ad ideam divinimi. Quod tur processus in infinitum in tali relatione,
aliqui probant, quia iila relatio conformita- nam edam illa relatio haberet ideam, cui
tis quae ad vcritatem requiritur, communis esset conformis et illa per aliam reiationem
est in his entibus si ve existant sive, non exis­ et sic in infinitum; sed haec rado omnibus
tant; ergo non potest esse relatio realis. Sed fere rclauonibus communis est, praesertim
Disputación octava.~Sección V il 13 5

principalmente a las que se fue dan en la unidad, corro son la semejanza, la igual­
dad y otras análogas.
14. Así, pues, se demuestra de otro modo. Porque, o es una relación de se­
mejanza o es una relación de efecto a causa, la cual suele llamarse con otro nom­
bre de medido a mensurante. No es lo primero, ya que propiamente no hay más re­
lación de semejanza que la fundada en la unidad o conveniencia formal; ahora bien,
entre la criatura y la idea que tiene en Dios no se da esta conveniencia formal, sino
sólo intencional o ideal, de igual manera que entre la especie intencional y el ob­
jeto visible no existe una auténtica relación de semejanza, aun cuando sea una re­
presentación intencional. Tampoco puede admitirse lo segundo, porque la idea o
ejemplar del artífice no tiene sobre el efecto otro influjo inmediato fuera del que
tiene el mismo artífice en cuanto perfecta causa eficiente ni obra en él mediante otra
acción distinta de aquella por la que es causa eficiente, ya que el ejemplar, en
cuanto tal, no tiene otra causalidad sino la de dirigir la acción del agente; luego en
el efecto no resulta otra relación, aparte de la que se sigue de la virtualidad de la
acción del agente en cuanto agente; luego no tiene otra relación real de conformi­
dad o dependencia con respecto al ejemplar.
Alguien podría objetar que el efecto depende del ejemplar en cuanto a la
especificación y de la causa eficiente —como tal— en cuanto al ejercicio. Pero
esto mismo demuestra que en el efecto no resulta una especial relación al ejem­
plar, sino sólo aquella que se ordena a la causa eficiente, pues la causalidad y la
acción' por la que la cosa se hace y por la que se hace en una determinada especie
es única; por otra parte, la distinción en cuanto a la especificación y en cuanto
al ejercicio sólo existe, en el caso presente, de manera racional y acomodaticia, no
de manera real. Más aún: el ejemplar no se compara con el agente como una
causa distinta sino en cuanto lo constituye, según su modo, en acto primero para
la operación; consiguientemente, tampoco resulta en el efecto una relación múl­
tiple, sino sólo la que se da entre el efecto y su causa eficiente.
15. Quizá se diga, que el argumento demuestra que estas relaciones no soa
distintas y, sin embargo, es cierto que la relación de criatura incluye en su esen­
cia el ser una relación de conformidad con la.idea del creador, de igual modo

his quae in unitate fundantur, ut sunt simi- realem conformitatis vel dependentiae ad
litudo, aequalitas et similes. exemplar. Quod si dicas effectum pendere
14. Probatur ergo aliter, quia vel est re- ab exemplari quoad specificationem, ab effi­
latio similitudinis vel relatio effcctus ad cau- ciente vero ut sic quoad exercitium, hoc ip-
sam, quae alio nomine dici solet mensurati sum convinci! in effectu non resultare spe-
ad mensuram. Non primum, quia relatio si- cialem relationem ad exemplar, sed solum
mslitudinis proprie non est nisi quae funda- earn quae est ad causam efficientem, quia
tur in unitate vel convenient» formali ; in­ unica est causalitas et actio qua res fit et in
ter creaturam autem et ideam quam habet tali specie fit, et illa distinctio quoad exer­
in Deo non est talis convenientia formalis, citium et specificationem in praesemi solum
sed solum intentionnlis seu idealis, sicut in­ est secundum rationem et accommoditio-
ter spedai) intentionalem et obiectum visibi­ nem, non secundum rem. Immo exemplar
le non est propria relatio similitudinis, quam. non comparatur ad efficiens ut causa di-
vis sit intentionalis repraesentatio. Nec se­ stincta, sed ut constiruens illud suo modo
cundum dici potest, quia idea vel exemplar in actu primo ad efficieridum; ergo neque
artificis non habet alium influxum immedia- in effectu resultat muitipiex relatio, sed sola
tum in eficclum, praeter eum quem habet illa quae est effectus ad suam causam effi-
artifex ut causa perfecta effidens est, neque cientem.
per ali am actionem nisi qua efficiens est, 15. Dicetur fonasse argumentum quidem
quia exemplar, ut sic, non habet aliam cau- probare has relationes non esse distinctas,
salitatem quam dirigere actionem agentis ; nihilominus tamen veruni esse relationem
ergo in effectu non resultat alia relatio, nisi creaturae in sua essentia includere ut sit re­
quae consequitur ex vi actionis agentis, ut latio conformitatis ad ideam creatoris, sicut
agens est; ergo non habet aliam relationcm actio ipsa creatoris in sua essentia includit
136 Disputaciones metafísicas
que la misma acción del creador implica en su esencia el proceder de una ¡dea.
Ahora bien, sea lo que fuere de tal relación real, y ya sea distinta o no, pruebo,
además, que la noción de verdad del ente creado no puede consistir en ella. En
primer lugar, por la razón general dada anteriormente de que las pasiones del
ente no pueden añadir al ente un modo real positivo ni absoluto ni relativo.
En segundo término, porque son cosas distintas el que una relación se siga
de otro y el que constituya formalmente a ese otro; pero dicha relación, si existe,
supone la razón de verdad en el ente creado y es consecuencia de ella; luego
la verdad no es constituida formalmente por esa relación. L a consecuencia es
evidente, pues lo que es constituido formalmente en virtud de una forma no
puede presuponerse a esta forma. El antecedente es manifiesto, en primer tér­
mino, por un ejemplo sensible de las cosas artificiales; efectivamente, una cosa
artificial realizada de acuerdo con la idea y las reglas del arte, no está construida
correctamente y en conformidad con el arte por el hecho de que tenga en si una
relación predicamental al arte, sino precisamente porque tiene una figura, una
proporción, etc., tales como el arte exige; y de ahí se sigue posteriormente la re­
lación, si es que en verdad se sigue. Por eso, aunque prescindamos mentalmente
de esa relación, o aunque por casualidad sea cierta la opinión negadora de tales
relaciones resultantes, sin embargo, se entenderá que la cosa artificial es verda­
dera en el orden artificial; lo mismo ocurre, por tanto, en el caso de la criatura
con respecto a las ideas divinas, pues se compara con eilas como con su artífice. Ade­
más, lo explico del siguiente modo: la criatura es producida por Dios con prio­
ridad de naturaleza a su referencia a El con relación predicamental de criatura;
luego también es una verdadera criatura o un verdadero ente creado con priori­
dad natural a referirse en virtud de la expresada relación; de manera se­
mejante tiene prioridad natural un verdadero hombre o un verdadero león; par
consiguiente, dicha relación no está incluida de manera formal e intrínseca en
el concepto de verdad. El antecedente es evidente porque el fundamento tiene
prioridad natural sobre la relación; ahora bien, esta relación se funda en la en­
tidad de la criatura existente, y por lo mismo la supone ya creada y procedente
de Dios, La primera consecuencia es- clara, pues el ente creado, en virtud de la

quod sit ab idea. Sed quìdquid sit de tali lat, et inde postea seqnitur relatio, si vere
relatione reali et sive distincta sit sive non, resultai. Unde si mente praesdndamus talem
probo ulterius non posse in illa consistere relationem, vel si fonasse vera est opiniti
rationem veritatis entis creati. Primo, illa ra- quae negat huiusmodi relationes resultan-
tione generali supra dieta quod passiones tes, nihilominus intelligetur res artificiali,
entis non possunt addere enti modum rea­ vera in genere artifici!; ergo idem est in
lem positivum, neque absohitum neque re- creatura respectu divinarum idearum; nam
spectivum. Secundo, quia aliud est relatio- comparatur ad iilas sicut ad artificem. Dein­
31ud constituere ; illa autem relatio, si est, de explico in hunc modum, quia prius na­
nem consegui e:t alio, aliud vero formaliter tura est creatura producta a Deo quam ad
supponit rationem veritatis in ente creato et ipsum referatur relatione praedicamental:
illam consequitur; ergo non constituitur creaturae; ergo et est vera creatura seu ve­
formaliter veritas tali relatione. Consequen- runi ens creatimi prius natura quam refera­
tia est evidens, quia id quod constituitur tur pracdicta relatione; et similiter prius na­
formaliter per aliquam fortnam, non potest tura est verus homo aut verus Jeo; non ergo
ipsi fòrmae supponi. Antecedens vero patet includitur illa relatio formaliter et intrin­
primo, exemplo sensibili rerum artificia- seca in ralione veritatis. Antecedens patet,
lium; nam res arte facta secundum ideam quia prius natura est fundamentum quam
et regulas artis non ideo est recte facta relatio; haec autem relatio fundatur in
et conformis arti quia in se habet rela- entitate creaturae existentis, et ideo sup­
tionem aliquam praedicamentalem ad ar- ponit illam creatam et manantem a Deo.
tem, sed piaecise quia habet talem figu­ Prima vero consequentia patet, quia ens
rane, proportionem, etc., quaiem ars postu- creatura ex vi illius entitatis quam a Deo
Disputación octava.— Sección V il 137

entidad que ha recibido de Dios con prioridad natural a que en él resulte la rela­
ción predican:ental, no sólo es inteligible mediante el verdadero concepto de ente,
sino que también está verdaderamente constituido en esta o aquella especie de ente
creado; luego, prescindiendo de tal relación, puede entenderse previamente que
es verdadero ente y tal ente; por consiguiente, la verdad en cuanto verdad no
añade a! ente la indicada relación.
16. Esta razón es válida no sólo contra quienes afirman que esta relación
es real, sino también contra quienes dicen que es de razón, siempre que se refie­
ran a una relación formal y actual, mas no si la toman como fundamental, pues
ésta no es tanto una relación cuanto una concomitancia de varias cosas o razones
formales, o una denominación tomada de esa concomitancia, según queda ex­
plicado anteriormente a propósito de la verdad lógica. Pero- la razón expuesta se
aplica de manera principal a la actual conformidad con la idea divina; sin em­
bargo, también resulta demostrativa, con mayor motivo, en el caso semejante de
una conformidad actual con cualquier otro conocimiento, ya que toda otra rela­
ción es posterior y más extrínseca. Y puede aplicarse asimismo a la relación apti-
tudinal, en virtud de la cual se dice que una cosa es apta para ser entendida o
para adecuarse al entendimiento que tiene un concepto propio o verdadero de
ella; pues esta denominación no añade, efectivamente, una relación real en la
cosa que se dice inteligible, porque sólo es una aptitud para cierta denominación
extrínseca, con la que se compara el objeto en cuanto término o materia sobre la
que versa el conocimiento. Además, porque, según demuestran los argumentos
aducidos, la cosa es inteligible por sí misma y no por una relación sobreañadida,
al menos en lo que por su parte se requiere, pues por parte del cognoscente se
exige capacidad para entender. T am bién porque lo escible en cuanto tal no dice
relación real a la ciencia, según enseñan todos; y lo mismo ocurre con lo visible
respecto de la vista. Por último, aunque imaginemos que no hay ningún entendi­
miento en acto, la cosa será, de suj'o, inteligible y verdadera.. Por consiguiente, de
cualquier modo que se explique la verdad — ya sea por una conformidad actual,
ya por una conformidad aptitudinal— , no puede consistir en una propia y formal
relación.

habet prius natura quam in ilio result« tudinalcm qua dicitur res apta intelligi vel
relatio praedicamentalis, non solum est in­ conformari inteilecrui habenti proprium seu
telligibile vero conceptu entis sed etiam verum conceptum eius; haec cnim deno­
est vere constitutum in tali vel tali specie minano revera non addit relationem rea-
entis creati; ergo, praecisa tali relatione, lem in re quae intelligibilis dicitur, quia
praeintelligi polest esse verum ens et tale solum est aptitude ad quamdam extrinse-
ens; non ergo addit verum ut verum cam denominationem, ad quam comparatur
praedictam relationem supra ens. obiectum, ut terminus scu materia circa
16. Quae ratio non solum procedit con­ quam versatur cognitio. Item, quia, ut ar­
tra eos qui dicunt hanc relationem esse rea­ gumenta facta probant, res est intelligibilis
lem, sed etiam contra eos qui dicunt illam per seipsam et non per relationem superad-
esse relationem rationis, si de formali et ditam, quantum ad id quod ex parte eius
actuali relatione loquantur; secus si de requiritur; nani ex parte alterius requiritur
fundamental, quae non tam est relatio quam
facultas ad inteiligcndum. Item, quia scibi­
concomitantia plurium rerum vel rationum
formalium, seu denominatio ex tali conco­ le ut sic non dicit relationem realem ad
mitantia sumpta, ut supra deciaratum est scientiam, ut omnes docent; et idem est
in veritate cognitionis. Sed praedicta ratio de visibili respectu visus. Denique etiamsi
praecipue procedit de conformitare actuali fingas nullum actu esse intellectum, res
ad ideam divinam; a fortiori tarnen pro­ erit intelligibilis ex se et vera. Quomodo-
bat de simili actuali conformitate ad quam- cum.que ergo veritas explicetur, sive per
cumque aliam cognitionem, quia omnis alia actualem conformitatem, sive per aptitudi-
relatio posterior est magisque extrínseca. Et nalem, non potest in formali et propria re­
applicari etiam potest ad relationem. apti- latione consistere.
13 8 Disputaciones metafísicas

S e re fu ta la te rc e ra o p in ió n
17. C ibe pensar en una tercera opinión: la verdad trascendental sólo añade
al ente una negación. Esta opinión, realmente, puede parecer singular, ya que
todos los autores suponen que la verdad expresa una determinación positiva; no
obstante, si se considera lo dicho anteriormente, aparentará ser verosímil, ya que
se ha mostrado que la verdad no añade al ente una razón positiva absoluta, ni
tampoco una razón positiva relativa real o de razón; luego sólo queda que pueda
añadirle una negación. Se confirma por el común modo de explicar esta verdad,
pues, según argumenta Auréolo, citado por Capréolo, In I, dist. 13, q. 3, para con­
cebir y explicar la verdad de ura cosa — por ejemplo, que esto es verdadero oro—
no recurrimos a las ideas ejemplares divinas, ni a ningún otro entendimiento,
como consta por la misma costumbre de pensar y de hablar, sino que lo declara­
mos mediante una negación; pues llamamos oro verdadero al que no es única­
mente ficticio o aparente, sino que tiene la naturaleza propia del oro, naturaleza
que colegimos de sus propiedades y efectos. Por eso, parece que esta verdad
debe explicarse más bien por los principios intrínsecos de la cosa, de manera
que se llame verdadero hombre porque consta de los principios esenciales del
hombre; pero esto nada añade a la entidad de la cosa, a no ser una negación de
ficción o apariencia. Se explica, además, recurriendo a un símil: asi como el ser
idéntico — según decíamos más arriba—, si bien esta significado de manera po­
sitiva, sin embargo no añade al ente nada real, sino una negación, asi parece
suceder en el caso de la verdad; pues se dice que una cosa es verdadera en un
determinado orden de entes porque tiene la verdadera naturaleza o los princi­
pios esenciales propios de esa cosa; y se dice que tiene verdadera naturaleza
porque no tiene una naturaleza ficticia, ni extraña, ni aparente, sino aquella que
es propia de dicha cosa; y en este sentido se afirma que Dios es verdadero para
distinguirlo de los dioses falsos, y verdadera divinidad para indicar que no es una
divinidad ficticia, sino la que de suyo es tal. Finalmente, muchos explican los
otros trascendentales de este modo, pues se dice que “cosa”, que significa la
esencia en cuanto real y confirmada, implica una negación de esencia imaginaria

Tenìa opimo ìmprobatur prietatibus et effectibus colligimus. Unde


17. Tertia sententia excogitari potest, haec veritas magis videtur explicanda per
quod veritas transcendentalis supra ens so­ principia intrinseca rei, ut verus homo di-
lum addar negationem aliquam. Quae sane catur quia essenrialibus principiis hotrinis
opinio videri potest singuiaris, quia omnes constat; hoc autem nihil addit supra entita-
auctorés supponunt verum dicere positivam tem rei nisi negationem fictionis seu appa-
denominationem ; tamen, si considerentur rentiae. Praererea declararur a simili; nam,
supra dicta, videbitur apparens, quia os- sicut esse idem (ut supra dicebamus), quam-
tensum est non addere veritatem supra ens vis per modum positivi significetur, tamen
positivam ralionem absolutam, ncque edam in re nihil addit supra ens nisi negationem,
rclativam rei aut rationis; ergo nihil relinqui- ita in vero contingere videtur; dicitur enim
tur quod addere possit praeter negationem. res aliqua vera in tali ratione entis, quia ve­
Confirmatur ex communi modo declarandi ratri naturam aut propria principia essen­
hanc veritatem ; ut enim argumentatur tialia illius rei habet; dicitur autem habere
Aureol., apud Capreol., In I, dist. 13, q. 3, veram naturam, quia non habet fictam,
ut concipiamus et expliccmus veritatem nec extraneam et apparentem, sed eam
alicuius rei, verbi gratia, hoc esse verum quae est propria talis rei; sicque dicitur ve­
aurum, non recurrimus ad exemplaria di­ rus Deus ut a falsis distinguatur, et vera di-
vina, neque ad aliquem alium intellectum, vinitas ut mdicerur non esse fictam, sed quae
Ut ex ipso usu concipiendì et loquendi con­ ex se talis est. Denique ad hunc modum alia
stat, sed per negationem id declaramus; transcendentia a multis expiicantur; nam
dicimus enim esse verum aurum quoti res, quod significai essentiam ut realem er
est fictum vel apparens tantum, sed quott raiam, dicitur importare negationem imagi-
habet propriam auri naturam, quam ex pro- nariae aut fictae essentiae, et aliquid ne-
D is p u ta c ió n o c ta v a .— S e c c ió n V I ! 139

o ficticia, y que “algo” expresa una negación de la nada o una negación de iden­
tidad. ¿Por qué asombrarnos, entonces, de que la verdad se explique también
mediante una negación, aunque ofrezca apariencia de propiedad positiva?
18. Según ello, parece que esta explicación no es del todo improbable; sin
embargo, porque resulta nueva, no debemos aprobarla. Pues el concepto y de­
finición de verdad, según piensan comúnmente todos los que de ella tratan,
incluye o connota en cierta manera una relación al entendimiento o a la poten­
cia cognoscitiva, y no por modo de negación, como es evidente; luego la expli­
can por modo de conformidad, que se concibe como algo positivo. Además, por­
que la falsedad de la cosa consiste más bien en una negación, según se expondrá
posteriormente, ya que expresa carencia de la perfección debida para la verdad
de la cosa; consiguientemente, la verdad no añade, de manera formal, la nega­
ción de esa carencia de perfección debida, ni la negación de una naturaleza ficti­
cia, sino una auténtica y positiva perfección de la cosa. Por último, aunque mu­
chas veces expliquemos estas cosas simples mediante una negación (y esto es lo
único que prueban las conjeturas aducidas), no por ello significan formalmente
dicha negación.

Cuarta opinión
19. Hay una cuarta opinión: que esta verdad es únicamente una de­
nominación extrínseca. Así lo sostiene Cayetano, en I, q. 16, a. 6 , al final, donde
sólo trata de las cosas creadas, y afirma que son verdaderas por denominación
extrínseca, tomada bien de la verdad divina — en cuanto son signos de ella y la
imitan-—, bien de la verdad creada entendida especulativamente, en cuanto son
o pueden ser causa de la misma. La razón de esto estriba en que la verdad se
coaporta con respecto al conocimiento y a las cosas de igual manera que la
salud con respecto al animal que la posee, a la medicina, etc.; pues así como,
eliminada la salud que se encuentra formalmente en el animal, no se denominan
sanas las demás cosas, igualmente, suprimida la verdad del conocimiento, las
demás cosas no se dicen verdaderas; por consiguiente, de manera semejante, a
como ei animal se dice sano por una denominación intrínseca y las demás cosas

gaìionem nihiìi aut negationem idcnlitatis. nem (quod solum probant coniecturae ad-
Quid ergo mirum quod verum edam per ductae) non tamen propterea significant for-
negationem declarator, quamvis speciem rnaliter talem negationem.
bsbeat positivae proprietary?
38. Viderur ergo hic modus dicendi non Quarta opinio
omnino improbabilis; tamen, quia novus 19. Est ergo quarta sententia, hanc ve­
apparel, probandus nobis non est; nam ritatem solum esse denominationem extrin-
ratio et definitio veritatis iuxta communem secam. Ita sentit Caiet., I, q. 16, a. 6, in
irradimi concipiendi omnium qui de ven­ fine, ubi solum agit de rebus creatis, quas
tate Joquuntur, induci:' ve! connotat aii- dicit esse veras denominatione extrínseca
quo modo habitudinem ad intellectual seu vai a ventate divina, quatenus sunt signa
»a poteri tram cognoscentem ; et non per dus eamque imitantur, vel a ventate creata
iTiobum negation::.; ut per se constat ; ergo speculative intellecta, quatenus sunt vel esse
per medimi conformitntis, quae ut pnsiti- possimi causa eius. Ratio eius est, quia ita
vum aliquid concipitur. Deinde quia potius se habet verum ad cognitio&em et res, sic-
fakitas rei in negatone posita est, ut infra ut sanum ad animai habens sanitatem et
di te tur, quia digit carentiam perfectionis ad medicinam, etc. ; nam sicut, ablata sa­
debit:;« ad veritatem rei ; ergo veriras non niate, quae formaliter est in animali, reli-
addit de formali negationem iIJius caren- qua non denominarentur sana, ita ablata
tìae perfectionis debitae ncque negationem ventate cognitionis, reliqua non denomina­
Setae naturae, sed propriam et positivam rei rentur vera; ergo, sicut animai dicitur sa­
perfecrionem. Denique, quamvis haec sim- num intrinseca denominatione, reliqua vero
plicia saepe explicentur a nobis per negatio- tantum extrínseca, ita intellectus est qui for-
14 0 Disputaciones metafísicas
sólo por denominación extrínseca, asi es el entendimiento quien formal e intrín­
secamente se denomina verdadero, mientras que las otras cosas reciben esa deno­
minación sólo de manera extrínseca, en cuanto son signos o causas de la verdad
del entendimiento. Pero Cayetano no expresa qué deba afirmarse acerca de la
verdad en virtud de la cual Dios se dice verdadero, aunque quizá hubiera de­
fendido que también en El significa una denominación extrínseca, no de signo,
pero sí de causa, en el sentido de que Dios se dice verdadero porque puede
causar un verdadero conocimiento de sí mismo, ya propiamente en los entendi­
mientos ajenos, ya impropian ente y sólo según la razón con respecto a su en­
tendimiento, en cuanto puede actuar a manera de objeto para que su entendi­
miento forme de si mismo el verdadero concepto de Dios.
20. Y si alguien opone que esta misma virtud de causar o ser razón obje­
tiva suficiente de tal conocimiento es intrínseca al ente, y, además, que por ser
el conocimiento divino sumamente intrínseco a Dios, no es posible tomar de él
una denominación extrínseca, puede responderse: a la primera parte, que dicha
virtud o perfección es, ciertamente, intrínseca, a pesar de lo cual se denomina
verdadera, o verdad, de manera extrínseca, de igual modo que, en la medicina,
la virtud curativa es intrínseca y, sin embargo, la razón de sanidad es, en ella,
extrínseca. A la segunda parte debe decirse que, si bien el conocimiento con que
Dios se conoce le es eminer.temente intrínseco, y por ello le confiere la de:omiración
intrínseca de cognoscente, no obstante la denominación de conocido, en cuanto
tal, es esencial y formalmente extrínseca, y en este caso ocurre que la forma de
que se toma dicha denominación se encuentra dentro de la cc® que se denomi­
na conocida.
21. O b stá c u lo s q u e p a re c e n o p o n e rse a la o p in ió n a n te rio r.— Esta opinión
contiene un punto claro: que la verdad no añade al ente sino una concomitancia
de algo extrínseco, según expondremos después; sin embargo, la opinión resulta
difícil en cuanto afirma que las cosas se denominan verdaderas únicamente por
denominación extrínseca. En primer lugar, porque Aristóteles, en el texto citado,
lib. II de la M e ta fís ic a , text 4, estima que hay una verdad que sigue a todos
los entes, lo cual enseña también Santo Tomás, en I c o n t. G e n t., c . 6 0 , último
argumento, quien distingue una doble verdad: la del entendimiento y la de la
m a lite r e t in tr in s e c e d e n o m in a to r v e ru s , t r i n s e c o ; s i c u t e tia m i n m e d i c i n a v i r t n s c a u ­
a lia v e r o t a n t u m e x tr ín s e c a d e n o m in a tio n « , s a n d i s a n ita te m in tr in s e c a e s t, ta m e n r a tio
q u a t e n u s s u n t s ig n a v e l c a u s a e v e r i t a t i s i n - s a n it a tis i n i l l a e s t e x tr ín s e c a . A d a l t e r a m
t e i l e c t u s . N o n d e c l a r a t a u t e m C a ie ta n . q u i d p a r t e m d i c e t u r , q u o d , l i c e t c o g n itio q u a
d ic e n d u m s it d e v e n ta te q u a D e u s d ic itu r D e u s s e c o g n o s c it, s i t illi m a x im e i n t r i n s e c a
v e r u s ; f o n a s s e ta r n e n d ic e r e t e tia m i n e o e t id e o i n t r i n s e c e d e n o m i n e t i l i u m c o g n o -
s ig n if ic a r e d e n o m in a tio n e m e x tr in s e c a m , n o n s c e n te m , t a m e n d e n o m i n a d o c o g n i t i , u t s ic ,
s ig n i s e u c a u s a e , u t s c ilic e t D e u s d i c a t u r v e ­ p e r se a c fo r m a lite r e s t e x trín s e c a a c c id itq u e
r u s q u ia p o t e s t v e r a m s u i c o g n itio n e m c a u ­ illi u t f o r m a , a q u a s u m ic u r , s i t i n t r a r e m
s a r e , v e l p r o p r i e i n a lie n is i n te lle c tib u s v e l q u a e c o g n ita d e n a m in a tu r .
im p r o p rie e t s e c u n d u m ra tio n e m ta n tu m 2 1 . Quae mdcantwr obstare praecedenti
r e s p e c t u s u i in te l l e c t u s , i n q u a n t u m p o t e s t opinioni.— H a e c s e n t e n t i a q u a n t u m a d a l i -
p e r m o d u m o b i e c t i e s s e s u o i n t e lle c tu i r a t i o q u i d c la r a e s t , n i m i r u m , q u o d v e r u m s u ­
f o r m a n d i d e s e ip s o v e r u m c o n c e p tu m D e i. p r a e n s n o n a d d i t n i s i c o n c o m i t a n d a m a li—
2 0 . Q u o d s i o b iic ia s , q u ia h a e c i p s a v i r - c u iu s e x t r i n s e c i , u t i n f r a o s t e n d e m u s ; q u a ­
t u s c a u s a n d i v e l e s s e n d i s u f f ic ie n s r a t i o te n u s v e r o d i c i t r e s s o lu m p e r d e n o m i n a -
o b ie c tiv a ta ils c o g n itio n is e s t i n tr in s e c a ip s i tìo n e m e x t r i n s e c a m d e n o m i n a t i v e r a s , v i -
e n t i ; i t e m , q u o d , c u m c o g n itio D e i s i t e i d e t u r h a e c s e n t e n d a d if f ic ilis . P r i m o , q u i a
m a x i m e i n t r i n s e c a , n o n p o t e s t a b ¡Da e x ­ A r is tó te le s d i c t o lo c o II M e t a p h . , t e x t . 4,
trín se c a d e n o m in a d o s u m i, re s p o n d e n p o t­ s e n d t a ìiq u a m v e r i t a t e m c o n s e q u i a d o m n ia
e s t a d p rio r e m p a r te m v irtu te m q u id e m seu e rn ia , q u o d e t i a m d o c e t D . T h o m a s , I c o n i.
p e r f e c t i o n e m i ila m e s s e i n tr in s e c a ! « , d e n o ­ G e n t ., c . 6 0 , r a d o n e u l t i m a , d i s d n g u e n s d u -
m i n a t i ta r n e n v e r a m s e u v e r ita te m a b e x - p lic e m v e r i t a t e m , s c il ic e t i n t e l l e m » e t r e i
Disputación octava.—Sección Vil 14 1

cosa; y, acerca de la segunda, expone la definición que Avicena da en su


Metafísica, tratado I, c. 6 , y tratado V III, c. 6 : la verdad de la cosa es una pro­
piedad del ser de cada cosa, que posee de manera estable. Y en I, q. 16, a. 1,
desarrolla la definición que San Agustín da de la misma verdad, en D e vera
rdigiorte, c. 36, diciendo: la verdad es una suma semejanza del principio, sin
desemejanza alguna; también cita la definición de San Anselmo, diálogo D e Veri-
tote, c. 12: la verdad es la rectitud sólo perceptible por la mente. En todo
lo cual se da á entender que la verdad de la cosa es una forma y perfección
intrínseca de la misma. Por eso San Agustín, en el lugar antes indicado, dice:
las cosas verdaderas lo son en tanto en cuanto son; y son en la medida en
que se asemejan a una superior. Por lo que añade que la verdad es la forma
d e las cosas verdaderas, de igual m odo que la semejanza lo es de las cosas
semejantes.
Por otra parte, Santo Tomás, en D e Verit., q. 1, a. 4, aunque a prim era
vista favorezca notablemente la opinión de Cayetano, termina diciendo: si bien
la verdad en virtud de la cual se dicen verdaderas todas las cosas se llama ver­
dad menos propiamente, no obstante, gradas a ella la cosa se denomina verda­
dera corno por su forma inherente, y no es más que la entidad adecuada al
entendimiento. Lo mismo sostiene en el lugar citado, a. 5 y 6 . Consiguiente­
mente, esta verdad es algo intrínseco a las cosas, y no sólo una denominación
extrínseca.
Puede confirmarse lo dicho con argumentos de razón: primeramente, porque
una mera denominación extrínseca no tiene cabida entre las propiedades de la cosa;
pero todos afirman que la verdad es propiedad del ente; luego no es sólo una deno­
minación externa. La mayor es evidente, ya que la propiedad debe convenir
de manera intrínseca, mientras que la denominación extrínseca conviene de ma­
nera accidental y extrínseca. Y esto es eminentemente cierto de la denominación
que sólo se toma — según se dice— por analogía de la proporción o relación
a o tro ; pues nadie sostendría que la salud en cuanto tal es propiedad del alimento
o de la orina, o que la risibilidad es propiedad del prado florido, ya que estos
predicados convienen a aquellos sujetos sólo metafóricamente.

et de posteriori exponens definitionem Avi- ritas dicitur, tarnen ab illa denominari rem
cen., tract. I suae Metaph., c. 6, et tract. veram, sicut a form a inhaerente, nihilque
VIII, c. 6: Veritas rei est proprietas esse aliud esse quam entitatem intellectui adae-
unìuscuiusque rei, quod stabilitw n est ei. quatam. Et idem sentit ibid., a. 5 et 6.
Et I, q. 16, a. 1, de eadem veritate exponit Est ergo haec veritas aliquid intrinsecum
definitionem August., lib. D e Vera religio­ rebus et non tantum denominado extrín­
ne, c. 36, dicentis: Veritas est summa si­ seca. Ratione hoc confirmari potest, primo,
m ilitude principii, quae sine ulla dissimiU- quia sola extrínseca denominatio non pot­
tudine est; et definitionem Anseimi, dialog. est proprie inter rei proprietates numera­
D e Verit. c. 12: Veritas est rectitudo sola ri; veritas autem dicitur ab omnibus pro­
m ente psreeptibilis. In quibus omnibus sig- prietas entis; ergo non est tantum externa
nificatur veritatem rei esse aliquam urrin- denominatio. Maior patet, quia proprietas
secam formant et perfectionem eius. Unde debet ab intrinseco convenire; denominatio
Augustinus supra: Vera (inquit) in tan­ autem extrínseca accidentarle et ab extrín­
tum vera sunt, in quantum sunt; in tan ­ seco convenit. Quod maxime verum est de
tum autem sunt, in quantum principalis denominatione illa quae solum per analo­
unius similia sunt. Unde addit veritatem giam tumi dicitur ex proporcione vel ha-
esse formam verorum sicut similitudo est bitudine ad aliud; nemo enim dixerit sa­
forma similium. Praeterea D . Thomas, q. 1 nitärem ut sic esse proprietatem cibi aut
D e Verit., a. 4, quamvis multum videatur urinae, vel risibilitatem esse proprietatem
favere opinioni Caietani, tandem tarnen di- prati florentis, quia haec praedicata solum
cit: quamvis veritas, secundum quam om ­ quasi metaphorice conveniunt illis sub-
îtes res dicuntur verae, minus proprie ve- iectis.
142 Disputaciones metafísicas

22. Se objetará: aunque estos predicados sean metafóricos en lo que respecta


a la imposición de las palabras, ello no obsta para que, efectivamente, signifiquen
ciertas propiedades de las cosas a que se atribuyen; en este sentido, puede de­
cirse que la salud es una propiedad de tal alimento, no en cuanro a la sanidad
formal, sino en cuanto a aquello que se pretende significar mediante dicha deno­
minación de sano. Pero ocurre todo lo contrario. Pues de aquí inferimos recta­
mente, por lo menos, que la sanidad no es una propiedad del alimento distinta
de aquella que se explica mediante una metáfora; y si no fuese una propiedad,
sino la esencia del alimento, “sano” no expresaría ciertamente una propiedad,
sino la esencia del mismo. De igual manera sucede en el presente caso: si ¡a
verdad se dice de las cosas sólo analógicamente y por denominación extrínseca
tomada de la verdad del entendimiento, pregunto qué se quiere indicar o signi­
ficar en el ente mismo por medio de esa metáfora o relación. Porque, o se expresa
solamente la entidad de la cosa —y entonces la verdad no es propiedad del ente,
sino que sólo difiere de él en que la verdad significa metafóricamente lo mismo
que. el ente expresa de manera propia (así, r d r no es, en el caso del prado, una
perfección distinta de aquella otra por la que es verde o florido, sino la misma,
significada metafóricamente)—, o mediante aquella apelación analógica de verdad
se indica en el ente algo diverso de la entidad, y preguntamos en qué consiste
ese algo diverso: si es sólo una denominación extrínseca, no podrá ser propiedad
del ente; si es algo que está fuera de la denominación extrínseca, la razón de
verdad será, en cuanto a ese algo, intrínseca, prescindiendo de si la palabra ha
sido impuesta de manera extrínseca.
23. Confirmación: si la verdad fuese sólo una denominación extrínseca,
podría convenir tanto a los entes de razón como a los reales, ya que semejantes
denominaciones tomadas del conocimiento —por ejemplo, ser géneros o especies,
ser conocidos verdaderamente, ser significados, y otras análogas— pueden con­
venir por igual a los entes de razón y a los reales. Si se dice que así ocurre
formalmente, pero que los fundamentos de dichas denominado:es convienen de
manera distinta a los entes reales, contra esto insisto en la razón que siempre
he aducido: tal fundamento, en el caso de dicha denominación de verdadero,

22. Dices : quamvis haec praedieata alia perfectio ab ea quae est esse viride vel
quoad impositionem vocum sint metapho- floridum, sed est eadem metaphorice signi­
rica, ramen revera significant quasdam pro- ficata. Aut per illam veri appellationem ana-
prietates earum rerum quibus anribuuntur: logam indicatur in ente aliquid ab emítate
et hoc modo sanitas dici potest propriet2s diversum; et de hoc inquirimus quid sit
talia cibi non quoad ipsam formalem sani­ et an sit sola denominado extrínseca; nam,
tàtern, sed quoad id quod per talem deno­ si ita est, non poierit esse proprietas en­
minarionem sani declarari intendi tur. Sed ds; si autem est aliquid ubra denominatio-
contra, ram hinc saltern recte colli gimus nem extrinsecam, quoad id ratio veri in­
sanitatem non esse proprietàrem cibi di- trinseca erit, qiiidquid sit de impositions
stingtam ab ilia quae per talem metaphoram vocis» an ab estrinseco desumpta sit.
declaratur; quod si ilia non esset proprietas 23. Et confirm atur, quia si veritas esset
sed essentia ipsius cibi, certe sanum non sola denominai io extrínseca, tam posset
significare! proprietatem sed essemiam cibi. convenire entibus ration is sicut realib us,
Sic ergo in praesenti, si veruni tantum di- quia huiusmodi denominationes sumptae ex
citur de rebus per analogiam et extrincecam cognitione tam possunt convenire entibus
denominaiionem a ventate intellectus, in­ rationis sicut realibus, ut esse genera, spe­
terrogo quid indicetur vel significerur in cies, vere cognosci, significan, et similia*
ipso ente per hanc metaphoram vel habitu- Quod si dicatur formaliter ita esse, funda­
dinem. Aut enim indicarur sola rei entitas, menta autem harum denqminationum ali-
et sic verum non est proprietas entis sed so­ ter convenire entibus realibus, conira hoc
lum d if f e r ì ab ilio quod venim merapho- urgeo semper rationem factam, quia hoc
7 ice s ig n ific a i id q u o d ens s ig n ific a i cunt fundamentum in hac denominatione veri
p r o p r i e t à « ; sicut rid e re non e3t in prato ve] est aliquid praeter en$.9 vel iiüp; & csif
Disputación octava.—Sección VII 1«
o es algo fuera del ente, o n o ; si es algo, pregunto en qué consiste, si en una
cosa extrínseca o intrínseca, y se repiten los argumentos ya sentados; si no es
algo, entonces la verdad, en cuanto existe en las cosas, no es una propiedad del
ente, sino el ente mismo.
Puede hacerse un argumento parecido al anterior: pues se sigue que aquello
que es ente más perfecto no es verdad ontològica más perfecta, lo cual está en
abierta contradicción con lo que Aristóteles y Santo Tomás afirman en los luga­
res arriba citados, y con el sentir común de todos; pues, ¿quién dirá que, consi­
derados en cuanto entes, no es un ente más verdadero el ángel que el hombre,
o Dios que el ángel? La consecuencia es evidente, ya que no pueden tener des­
igualdad en la denominación que se toma de la verdad del entendimiento, pues
tan verdadera es la idea que Dios tiene del hombre como la que tiene del ángel,
y tanta conformidad hay entre aquellos extremos como entre éstos, y tan verda­
dero es el conocimiento que Dios tiene del ángel como el que tiene de sí mismo.

Solución de la cuestión
24. Qué expresa intrínsecamente la verdad trascendental.— Entre esta varie­
dad de opiniones, resulta difícil emitir un juicio acertado sobre la verdad.
Y quizá esté el origen de la dificultad en que, al emplear estas palabras, no d's-
tínguimos suficientemente entre aquello de donde se temó o trasladó su impo­
sición y aquello que están destinadas a significar. Porque pudo suceder — y es
verosímil— que toda apelación de verdadero proviniera de ¡a verdad del cono­
cimiento, según expondré con mayor holgura en la sección siguiente; a pesar
de todo, el término “verdad” no designa en las cosas sólo una denom inac'ón
tomada de la verdad lógica, sino algo más, a cuya significación se ordena la im po­
sición de dicho término.
Así, pues, para explicar esto afirmo, en primer lugar, que la verdad trascen­
dental expresa intrínsecamente la entidad real de la cosa que se denomina ver-,
dadera, y fuera d : esa entidad no añade nada intrínseco, ni absoluto ni relativo,
que se distinga de ella con distinción real o de razón. La conclusión queda
demostrada de manera suficiente por lo dicho en la primera opinión, y está

alìquid, q unero quid illud sit. an extrinse- Quacsiionis rasolutio


cum tei imrinsècum, et redsunt argumen­ 24. Quid inirinsece dicat veritàs rrcnscrn-
ta facta; si non est aliquid, ergo vcrum denlalis.— In hai opinionum varietale dif­
prout est in rebus non est proprietas enfis ficile est verum iudicium de Ventate ferri,
sed ipsum ens. Simile argumentum fieri et fonasse difficulias inde orla est quod
potest, quia sequirur id quod est perfectius non satis in usu ha rum vocum di-tingui-
ens non esse perfectius verum ventate rei, mus id a quo earum imposi-io sumpta ve!
quod est aperte contra Ari-tot. et D. Tho- translata est et ad quod significandum im-
mam supra, et cóntra comniunem scn-um ponuntur; fieri enim pernii et verisimiltf
omnium; quis enim dicat non esse venus est Dmnem veri appella ionem ex verirati
cognitionis duxisse orieinem, ut se-rt one
ens in ratione entis angelum quam homi­
sequenti commodius dicatn ; nihilominu*
nem, ve! etiam Deum quam angelum? Se­ tamen nomine veri non significa ri in rebus
quela vero patet, quia in denominations soluto deneminationem sumptam ex vernate
ilia quae sumiuir ex ventate intellectus. non cognitionis, sed aliquid ahud ad quoti signi­
possum habere inacquali [atem, quia tarn ficandum nomen illud imposirum est. Ut
vera est idea quam Deus habet de homine, ergo hoc deelarem, dico primo veri-arem
sicui idea quam habet de angelo tantaque Tran scendenti lem inirinsece dicere enuta-
est conformitas inter illa estrema sicut in­ tem realem ipsius rei quae vera denom ina-
ter haec ; et tam vera est cognitio quam tur, et piaeter illam n hil ei inrrrnsecum,
Deus habet de angelo sicut quam habet de neque absoiurum, ncque relativum. ncque
se ipso. ex natura rei, nec sola ratione disrinctum
14 4 Disputaciones metafísicas
toncada clárame:.te de Santo Tomás, en los lugares citados, y en De Verit., q. 1,
a. 1, ad 6 , y a. 8 ; y de Capréolo, Cayetano, el Ferrariense, y otros, a quienes
hemos aludido arriba, en la primera opinión.
25. Qué connota la verdad trascendental.— Afirmo, en segundo lugar, que
la verdad trascendental significa la entidad de la cosa connotando el conocimiento
o concepto intelectual a que dicha entidad se adecúa, o en el que esa cosa está
o puede estar representada tal como es. Se demuestra la conclusión, asimismo,
por lo dicho, mediante una suficiente enumeración de las partes. A mi juicio,
si bien los autores se expresan de maneras diversas, casi todos pretendieron sen­
tar esta misma doctrina, que explico del siguiente modo.
Considero que, mediante este concepto de ente verdadero, se establece una
comparación virtual entre una cosa o naturaleza y el concepto propio de esa
cosa que se llama verdadera; por ejemplo, para profesar el misterio de la Euca­
ristía, solemos decir que la hostia consagrada es el verdadero Cuerpo de Cristo,
en cuya fórmula, con la expresión verdadero' Cuerpo no designamos otra cosa
sino aquel mismo Cuerpo que viene representado por el auténtico y verdadero
concepto del Cuerpo de Cristo. De manera análoga, para confesar el misterio
de la Encamación, decimos que Dios es verdadero hombre, o sea, que tiene la
naturaleza que concebimos verdaderamente en la especie esencial de hombre.
Por eso afirmó Herveo, Ouodl. 111, q. 1, a...2 y 3, que e sa verdad consiste
en una conformidad entre la cosa tal como es en sí y ella misma en cuanto
concebida objetivamente; y Durando, por su parte, sostuvo, In 1, dist. 19, q. 5,
que consiste en una conformidad entre la cosa considerada en su ser objetivo y
ella misma considerada en su ser real; pues uno y otro entendieron que dicba
verdad nada añade a la cosa, fuera de una denominación que surge de la unión
y proporción o conformidad entre el entendimiento y la cosa. Ahora bien, ellos
quieren designar por-el concepto objetivo lo que nosotros expresamos mediante
el concepto formal; no obstante, puesto que el concepto objetivo nada añade a
la cosa, sino una denominación de término del concepto formal, por eso no queda
correctamente explicada la conformidad entre la cosa y el concepto objetivo, sino
más bien entre la cosa y el concepto formal o idea. Y opino que pensaron igual

a d d e r e . H a e c c o n c lu s io s a tis p r o b a t a e s t e x fic a m u s q u a m il l u d id e m c o r p u s q u o d p e r
d ic tis in p r im a s e n te n tia e t s u m i t u r d a r e p r o p r iu m a c v e r u m c o n c e p tu m c o r p o r is
e x D . T h o m a , d t . io c is , e t q . I D e V e r it., C h ris ti r e p r a e s e n ta tu r . E t s im ilite r , a d c o n -
a . 1, a d 6 , e t a . 8 ; C a p r e o l., C a ie t., F e r r a r , f ite n d u m m y s te r iu m I n c a r n a tio n is , d i d m u s
e t a liis s u p r a i n p r im a o p in io n e c ita tis . D e u m e ss e v e r u m h o m in e m , id e s t, h a b e r e
25. Q uid connotet veritas transcendenta- illa m n a tu r a m q u a m in e s s e n tia li s p e c ie h o ­
lis .— D ic o s e c u n d o . v e r ita te m tr a n s c e n d e n - m in is v e re c o n c ip im u s . E t h in c d i x i t H e r -
ta le m s ig n ific a re e n tita te m r e i c o n n o ta n d o v a e u s , Q u o d l. I l l , q . 1 , a . 2 e t 3 , h a n c
c o g n itio n e m s e u c o n c e p tu m in te lle c tu s c u i v e r ita te m e ss e c o n f o r m i ta te m r e i, p r o u t
ta lis e n tita s c o n f o r m a t u r v e l i n q u o ta lis e s t i n s e , a d s e ip s a m u t o b ie c d v e c o n c e p -
r e s r e p r a e s e n t a t u r , v e l r e p r a e s e n ta r i p o te s t t a m ; D u r a n d u s v e r o , I n I , d is t. 1 9 , q . 5 ,
p r o u t e s t. H a e c c o n c lu s io p r o b a t u r e tia m e c o n tr a r io d ix it h a n c v e r ita te m e s s e c o n ­
e x d ic tis a s u ffic ie n ti p a r t i u m e n u m e r a tio - f o r m ita te m re i s e c u n d u m e s s e o b ie c tiv u m
n e . E t e x is tim o , q u a n w is a u c t o r e s d iv e r s i- a d s e ip s a m s e c u n d u m e s s e r e a l e ; u t e r q u e
m o d e i o q u a n t u r , o m n e s fe re h a n c e a m d e m e n im in te lle x it h a n c v e r ita te m n i h i l r e i a d ­
r e m d o c e r e v o lu is s e e a m q u e i n h u n c m o ­ d e r e p r a e te r d e n o m in a tio n e m o r t a m e x c o n -
d u l a e x p lic o . E x i s tim o e n im h u n c v e r i e n - iu n c tio n c e t p r o p o r tio n e s e u c o n f o r m ità te
t i s c o n c e p tu m e s s e v i r t u a l i t e r c o m p a ra ti- i n t e r in te lle c tu m e t r e m . S e d ip s i d e c l a r a n t
v u m u n iu s r e i v e l n a t u r a e a d p r o p r iu m p e r c o n c e p tu m o b ie c tiv u m q u o d n o s p e r
c o n c e p tu m e iu s r e i q u a e v e r a e s s e d i d t u r ; f o r m a l e m ; ta rn e n , q u ia c o n c e p tu s o b ie c tiv u s
U t, v e r b i g r a d a , a d p r o f i t e n d u m E u c h a r is - n i h i l p r a e t e r r e m a d d i t n i s i d e n o m in a tio ­
t i a e m y s t e r i u m d ic e r e s o le m u s h o s tia m c o n - n e m te r m in i c o n c e p tu s f o r m a lis , id e o n o n
s e c r a ta m e s s e v e r u m c o r p u s C h r i s t i D o m i­ re c te e x p lic a tu r c o n f o r m ita s i n t e r r e m e t
n i , u b i p e r verum corpus n i h i l a liu d s ig n i- c o n c e p tu m o b ie c tiv u m , s e d in t e r r e m p o -
Disputación octava.— Sección VII 14 5

quienes dicen que la verdad añade al ente una relación racional de conformidad
entre el ente y el intelecto, como indica Santo Tomás, In I, dist. 19, q. 5, a. 1 ;
mas, para que esto sea cierto, no debe entenderse referido a una relación propia
y actual, sino a la mutua conexión entre la cosa y el concepto y a la connota­
ción de uno en cuanto correspondiente al otro; cosas todas que, por concebirlas
nosotros a manera de relación, suelen llamarse relaciones de razón.
Por último, en tal sentido resulta fácil aplicar a esta verdad la definición
vulgar de verdad como conformidad entre el entendimiento y la cosa, pues no
se entiende que dicha conformidad sea una relación —-según se ha explicado
anteriormente a propósito de la verdad lógica—, sino una denominación tomada
de la unión de varias cosas que se comportan de manera que una de ellas es
tal cual es representada por la otra.
26. Se explica una afinriación de San Agustín.— En tercer lugar, sostengo
que esta verdad trascendental puede explicarse, bien por modo de conformidad
aptitudinal, bien por modo de conformidad actual; tanto en orden al entendi­
miento divino como en orden al creado; y lo mismo en razón de conocido que
en razón de cognoscente —-si hablamos del ente verdadero en general—, y ya
en cuanto causado y causa, ya como medido y mensurante, si nos referimos al
ente creado o artificial. Declararé cada uno de estos extremos.
En primer lugar, todos reconocen que la verdad puede significar una confor­
midad actual, cosa que, además, resulta evidente —según parece— por los mis­
mos nombres de verdad y conformidad; pues significan más un acto que una
aptitud. Por otra parte, la verdad lógica expresa una actual conformidad y ade­
cuación; luego lo mismo ocurre, proporcionalmente, con la verdad ontològica.
Si alguien opone lo que dice San Agustín en el lib. II de los Soliloquios, c. 5 :
resulta incorrecto decir que es verdadero aquello que es tal como aparece al
cognoscente, ya que en ese caso nada sería verdadero, si nadie lo conociese,
respondemos que, según esta denominación, no habría por qué rechazar, de ma­
nera absoluta y sin más, la definición dada, siempre que se entienda — como
debe hacerse— de un cognoscente que alcanza verdaderamente la cosa misma.
Por eso admitimos también que la proposición condicional es cierta; sin embargo,

tius et conceptum formalem seu ideam. in ordine ad intellectum divintim et ad


Atque idem existimo sensisse eos qui di- creatum, et in ratione cogniti et cogno-
cunt veruni addere supra ens relationem scentis si universaliter de ente vero loqua-
rationis conformitatis entis ad intellectum, mur, ve! in ratione causati et causae vel
ut significar S. Thomas, In I, dist. 19, q. mensurari et mensurae, si de ente creato
3, a. 1; hoc enim, ut verum sit, non est seu artificiali serma sit. Declaro singula,
imeiligendum de relatione propria et ac- nam imprimis, quod hacc veritas dicere
tuali, sed de illa mutua connexione rei et possit conformitatem actualem omnes fa-
conceptus et connotatione unius, ut corre- tentur et ex ipso nomine veritatis et con­
spandentis alteri, quae quia per modum formitatis constare vi detur ; magis enim
relationis a nobis concipitur, relatio ratio­ significai actum quam aptitudinem. Item
nis dici soler. Denique in hoc sensu facile veritas cognitionis dicit actualem conformi­
applicatur ad hanc veritatem illa vulgaris tatem et commensurationem ; ergo idem
veritatis definitio, quod sit conformitas in­ est proportionaliter de veritate rei. Quod
ter intellectum et rem; illa enim conformi­ si obiicias Augustinum, lib. II Soliloquio-
tas non intelligitur esse relatio aliqua, ut rum, c. 5, dicentcm verum non recte dici
supra in veritate cognitionis explicatum est, esse id quod ita se habet, ut videtur co-
sed denominano sumpta ex consortio plu- gnitori, quìa secundum hoc nihil esset ve­
rium ita se habentium ut tale unum sit, rum, si nullus cognosceret; respondebi-
quale ab alio repraesentatur. mus secundum hanc denominationem non
26. Augustìni dictum expìicamr.— D i­ esse illam definirionem reiiciendam absolu­
co tertio hanc veritatem transcendentalem te et simpliciter, si intelligatur, ut intelli-
posse et per modum aptitudinalis et pei gi debet, de cognitore vere attingente rem
snodum actualis conformitatis esplicati, et ipsam. Unde etiam admittimus illam con­
ia
146 D is p u ta c io n e s m e ta fís ic a s

así como es imposible el antecedente —al menos con respecto al entendimiento


divino—, también lo es el consiguiente. De aquí que Santo Tomás, al exponer
este pasaje de San Agustín, diga que sólo excluye la comparación con el intelecto
creado, en I, q. 16, a. 1 , ad 1 .
27. Además, que esta verdad puede explicarse asimismo mediante una confor­
midad aptitudinal, se toma del mismo texto de San Agustín, que, a las palabras es
verdadero lo que es tal como aparece al cognoscente, añade: si quiere y puede
conocer, con lo que expresa la aptitud. Más claramente, San Anselmo afirma,
diálogo D e Veníate, c. 9, que la verdad es la rectitud sólo perceptible por
la mente. Y Santo Tomás, en la aludida q. 16, a. 5, dice: la verdad se encuen­
tra en la cosa en cuanto tiene un ser adecuable al entendimiento; en I cont.
Gent., c. 60, exponiendo la definición de Avicena (la verdad de la cosa es
una propiedad del ser que a cada cosa pertenece de manera estable), añade:
en cuanto esa cosa tiene aptitud para producir una verdadera estimación de sí
misma. Y se prueba porque todo ente real tiene aptitud para producir una verda­
dera estimación de sí, de igual manera que todo ente se dice inteligible, ya sea
principio, ya sólo término del conocimiento; pues esta aptitud, de suyo abstrae de
estos modos; luego nada impide que ésta pueda significarse con el nombre de ver­
dadero o de verdad.
Confirmación: aunque resulte imposible que exista aigún ente que no sea
actualmente concebido con verdad por algún entendimiento, al menos por el divino,
sin embargo, aun cuando el entendimiento aprehenda como realizada esa hipótesis
imposible (la de que todo entendimiento, incluso el divino, cesara en la con­
cepción actual de las cosas), no obstante, todavía habría verdad en las cosas, toda
vez que el compuesto de cuerpo y alma sería verdadero hombre, y el oro sería
oro verdadero, etc., ya según la verdad de su esencia — si pensamos que las
cosas no continuaban en la existencia— , ya también según la existencia, si ima­
ginamos que, aun cuando cesara el conocimiento actual, todavía conservaría Dios
las cosas existentes obrando mediante su potencia eiecutiva; luego esta verdad
puede entenderse suficientemente en virtud de aquella conformidad aptitudinal,
aunque no sea actual.

ditionaiem esse verana; tarnen sicut ante­ aestimationem, quomodo omne ens intelligi­
cedens est impossibile, saltern respecto in­ bile dìcitur, sive sit principium cognitionis,
tellectus divini, ita et consequens. Unde D. sive tantum terminus; haec enim aptirudo
Thomas, I, q. 16, a. 1, ad 1, tractans hunc de se abstrahit ab his modis; ergo nihil im-
locum Augusrini, dicit solum excludere pedit quominus haec possit nomine veri
comparationem ad intellecrum creatura. seu veritatis significari. Et confirmatur;
27. Praeterea, quod haec veritas possit nam, licet sit impossibile esse aliquod ens
etiam per aptitudinnlem conformitatem de­ quod acru non vere concipiatur ab aliquo
claran, sumitur ex ilio eodem loco Augus­ intellecru saltem divino, mhilominus ta­
tini, ubi post illa verba : Verum est quod rnen etiamsi intellectus apprehendat illam
ita se habet ut videtur cognitori, 3da'irur: hypothesim impossibilem in re positam,
Si velit et possit cognoscere. Quae verba nimirum quod omnis intellectus etiam di-
aptitudinem significant. C.iarius Anselmus, vinus cessaret ab actuali rerum concepito­
dialog. De Verit., c. 9, dicit ventatemi esse ne, nihilominus adhuc esset in rebus veri­
rectitudìnem sola mente psrcepiibilem. Et tas, nam et compositum ex corpore et ani­
D . Thomas, dieta q. 16, a. 5, dicit veriia- ma rationali esset verus homo et aurum es­
tem inveniri in re secundum quod habet set verum aurum, etc., vel secundum ve-
esse conformabile iruellectui; et I cont. ritatem essentiae si intelligamus non ma­
Gent., c. 60, decíarans definitionem Aviccn- nere res existentes, vcl etiam secundum
nae: Venias rei est prnprìetas esse unius- existentiam, si fingamus cessante actuali
cuiusque rei, quod slabilitum est et, addir: cognitione adhuc conservati res existentes
In quantum talis res nata est tacere de se a Deo operante per suam potentiam exse-
veram aestimationem. Et probatur quia oía­ quentem; ergo haec veritas inteiligi potest
s e ens reale natura est facere de se veram sufficienter per illam aptitudinalem confor-
Disputación octava.—Sección Vil 14 7

Se opondrá: con un argumento semejante puede demostrarse que la confor­


midad aptitudinal no es necesaria; pues aunque se imagine otra hipótesis imposible
— que la cosa no sea ni pueda ser entendida por nadie, y que, a pesar de eso.
permanezca en su esencia o en su existencia—, sin embargo," cada una de las
cosas sería verdadera en su esencia; y entonces la cosa no sería entendida conto
apta para producir una verdadera estimación de si misma, puesto que no habrÍ3
nadie en quien producirla; luego esa aptitud tampoco pertenece al concepto de
verdad. Se responde: en primer lugar, esa hipótesis posterior implica más bien
una directa y formal contradicción con el concepto propio de entidad real, al
menos según la esencia; pues al concepto de ésta pertenece el ser posible y,
consiguientemente y en mayor grado, el ser inteligible. En segundo lugar, sen­
tada aquella hipótesis, podría afirmarse que la cosa es verdadera de modo funda­
mental o no contradictorio, aunque no lo sería de manera positiva y form al;
porque entonces no sería posible la verdad del conocimiento y, por lo mismo,
desaparecería toda denominación de verdadero.
28. La verdad ontologica debe considerarse principalmente en orden al en-
tendimiento divino.— Además, de lo dicho se desprende fácilmente que esta
apelación o conformidad ha de tomarse, de manera esencial y principal, en orden
al entendimiento divino, según enseña Santo Tomás en la citada q. 16, a. 1,
y en otros lugares. Primero, porque la conformidad con este entendimiento es
sumamente esencial en todas las cosas: en las creadas, por la dependencia que
tienen con respecto a E l; en el mismo Ser increado, por la intrínseca y esencial
identidad con su entendimiento y la actual intelección. En segundo lugar, por­
que en el entendimiento divisto se halla la verdad suma e infalible y un perfec-
tísimo concepto o representación de tedas las cosas ; luego la cosa se dice ver­
dadera principalísimamente cuando puede adecuarse al concepto que Dios tiene
de ella.
29. D e manera secundaria, en orden al entendimiento creado.— Tam bién
es posible tomarla, aunque secundariamente, en orden al entendim iento creado;
así lo enseña expresamente Santo Tomás, en el' lugar citado, D e Vertí., q. 1 ;
y puede explicarse con facilidad por lo ya dicho. En efecto, la conformidad
m ita te m , e tia m s i a c tu a lis n a n s it. D i c e s , s i­ 2 8 . Vertías rei maxime spedartela in or­
m ili a r g u m e n to p o s s e p r o b a r i c o n f o r m i t a - dine ad divinum intellectum.— P r a e t e r e a
te m a p iitu d in a le m n o n e s s e n c c e s s a r ia m , e x h i s f a c ile c o n s t a t h a u e a p p e 'l a t i o n e m s e u
n a m e tia m s i fin g a m i- a lia h iy p o th e s is i m - c o n f o r m i ta te m p o t i s s i m e a c p e r s e e s s e s u -
p o s s ib ilis , s c ilic e t, q u o d r e s n e c in ts U ig a tu r m e n d a m in o r d i n e a d i n t e l l e c t u m d i v i m u n ,
n e c p o s s it a b a liq u o in tc liig i, e t q u o d m a - u t D . T h o m a s d o c e t, d ic t. q . 16, a. 1, e t
n e a t in s u a e s s e n tia v e l e x is t e n tia , n i h i l o - a liis lo c is . P r i m o q u i a c o n f o r m i t a s a d h u n c
m in u s u n a q u a e q u e r e s in s u a e s s e n tia v e r a i n t e lle c tu m e s t m a x im e p e r s e i n o m n i b u s
e s s e t ; e t ta m c n tu n c n o n i n t e l l i g e r e t n r u t
r e b u s , i n c r e a t is q u i d e m p r o p r e r d e p e n d e n -
a p ta a d fa c ie n d a m v e r s a d e s e a e s t i m a t i o - ti a m q u a m a b ilio h a b e n t ; i n i p s o v e r o
n e m , q u ia n o n e s s e t a p u d q u e rn p o s s e t illa m
e n t e i n c r e a to p r o p t e r i n t r i n s e c a m e t e s s e n ­
f e c e r o ; e r g o e tia m illa a p titu d o n o n e s t d e
tia le m id e n t i t a t e m c u m s u o i n t e l l e c t u e t
r a tio n e v e r ita tis . R e s p o n d e t u r p r i m u m illa m
a c t u a li in te ile c tio n e . D e i n d e q u i a i n d iv i n o
p o s te r i o r e m h y p o t h e s i s ; in v o i v e re m a g is
in t e l l e c t u e s t s u m m a e t i n f a l l i b i l i v e r i t a s
d ir e c ta m e t f o r m a l e m r e p u g n a n tia m c u m
e t p e r f e c tis s im a r e r u m o m n i u m r a t i o s e u
p r o p r ia r a tio n e e n tita tis re a lis , s a lte r n se ­
re p ra e s e n ta tio ; e rg o tu n e r e s m a x im e d ic i-
c u n d u m e s s e n tia m ; n a m d e r a t i o n e e iu s
tu r v e ra q u a n d o c o n f o r m a ti p o te s t c o n c e p -
e s t u t s i t p o s s ib ilis , e t c o n s e q u e n r e r a c
t u i q u e m d e ta li r e D e u s h a b e t .
m u lto m a g is u t s it m te llig ib ilis . D e i n d e ,
f a c ta ilia h y p o th e s i , p o s s e t r e s d ic i v e r a 29. Secundario in ordine ad creatimi.—-
f u n d a m e n ta lite r s e u n o n r e p u g n a n t e r , n o n Q u o d a u t e m e tia m s u m i p o s s i t i n o r d i n e
ta m e n p o s itiv e a c f o r m a l i t e r ; q u ia t u n c a d in t e l l e c t u m c r e a t u m , q u a m v i s s e c u n d a ­
n o n e s s e t p o s s ib ilis v e r ita s c o g n itio n is , e t rio , d o c e t e x p re sse D . T h o m a s , q . 1 d e
c o n s e q u e n te r o in n is v e ri d e n o m in a n o c e s - V e r it., lo c . c i t . E t p o t e s t f a c i l e d e c k r a r i
s a ie t. e x d ic tis ; q u ia h a c e c o n f o r m ita s q u a m
148 Disputaciones metafísicas
que la verdad significa puede entenderse no sólo de la conformidad actual, sino
también de la aptitudinal; ahora bien, considerado en su aptitud, todo ente es
capaz de tener una verdadera estimación de sí mismo en todo entendimiento,
no sólo en el divino, sino también en el creado. Por eso, si queremos concebir
esta denominación por modo de relación, entenderemos que todo ser posee esa
relación de inteligibilidad, no sólo en orden al entendimiento divino, sino tam­
bién en orden a cualquier intelecto creado.
Además, porque el entendimiento creado es cierta participación del divino y
tiene aptitud para conformarse a él en la intelección, si entiende con verdad;
luego, por el mismo hecho de que el ente se dice verdadero —ya que es ade-
cuahle el entendimiento divino— podrá decirse verdadero por ser adecuable al
intelecto creado que entiende verdaderamente.
También se demuestra esto con el siguiente argumento: nosotros no siem­
pre conocemos la verdad ontològica por una conformidad con la idea divina,
sino por la concepción que tenemos de una cosa determinada. En este sentido, sole­
mos emplear la definición de una cosa o naturaleza para probar que algo es verda­
deramente tal; pues la definición no es más que la explicación de una naturaleza,
tal como es concebida por nosotros ; consiguientemente, esta verdad puede tomarse
de la conformidad, no sólo con el entendimiento divino, sino también con
ei creado1.
30. La conformidad de la verdad en general es una conformidad entre cog-
noscemie y cornado.—* E s to es máximamente verdadero si la citada conformidad
se toma sólo entre cognoscente y conocido, como es preciso tomarla cuando se
trata de la verdad trascendental en toda su amplitud. Porque no hay posibilidad
de concebir en Dios otra clase de conformidad, ya que no es un ente dependien­
te ni causado, como resulta evidente de suyo; tampoco cabe decir que sea medi­
do, en razón de verdadero, por conocimiento alguno, no sólo porque no pue­
de darse en El la razón de mensurante, en virtud de su identidad suprema,
sino también porque, atendiendo al modo según el cual pueden distinguirse y
conmensurarse por la" razón, la esencia de Dios es verdadera medida de su cien­
cia, más bien que al contrario; Dios, en efecto, no es verdadero Dios porque

dick veritas potest non solum de actuali, nsnirae ad probandum aliauid vere esse
sed etiara de aptitudinali intelligi; at vero tale; definitio enim nihil aliud est quam es­
secundum aptitudinem omne ens natum plicano talis naturae, ut a nobis concipitur;
est habere veram sui aestimationem in omni potest ergo haec veritas sumi non soium
intellectu non solum divino, sed etiam crea­ ex corformitate ad intellectum divinum,
te. Unde, si velimus hanc denominationem sed etiam ad creatum.
per modum relationis concipere, intellige- 30. Conjormitas veritatìs • in communi
mus quodlibet ens habere hanc relationem est conìormizas ccgnoscentis et cogniti.—
iniriligibilitatis non solum ad intellectum Hoc autem maxime verum habet si confor-
divinum, sed etiam ad quemcumque crea­ mitas haec sumatur solum in ratione co-
gnoscentis et cogniti, quomodo necesse est
tion. Item, quia intellectus creatus est sumi ri de transcendentali veritate in tota
qttaedam participate divini intellectus, cui sua latitudine sermo sit. Quia in Deo
natus est conformari in intelligendo, si non potest aliud genus conformitatis in­
vere intelligit; ergo, hoc ipso quod ens telligi, cum non sit ens deper.dens ne-
dicitur verum quia est conformabiie intel- cue causa'um, ut per se constat; ncque
(ectui divino, poterit etiam dici verum, quia etiam proprie dici possit mensuratum in
est conformabiie intellectui create vere in­ ratione veri per aliquam scientiam, non
telligent!. Tandem hoc probat argumen- solum quia propter summam identitatem
tum illud, quod nos non semper cogno- non potest ibi esse ratio mensurae, sed
scimu8 veritatem rerum per conformitatem etiam quia eo modo quo possunt ra­
ad ideam divinam sed per conceptionem tione distingui et commensurati, potius es-
auam de tali re nos habemus. Atque hoc sentia Dei vera est mensura suae scientiae
modo uti solemus definitione talts rei seu quam e converso; non enim Deus ideo
Disputación octava.— Sección V il 149

conoce que es así, sino inversamente, porque es verdadero Dios, por eso conoce
que es así. Luego la verdad trascendental, tomada en toda su amplitud, no puede
significar una conformidad con el entendimiento como con su causa O' medida,
sino únicamente como con su representante o cognoscente, bien de manera actual,
bien de manera aptitudinal. Por consiguiente, en este sentido, dicha conformi­
dad —en especial la aptitudinal— puede tomarse en orden a cualquier enten­
dimiento, de modo que se diga que Dios es verdadero porque puede engendrar
en cualquier intelecto un verdadero concepto de Dios, o porque en realidad
posee aquella naturaleza que acerca de Dios concibe cualquier entendimiento que
concibe verdaderamente a Dios. Y lo mismo ocurre, por idéntica razón, con los
entes creados, ya que el mismo concepto de verdad puede aplicarse proporcio­
nalmente a todos; y lo que, en el caso de Dios, basta para la verdad, si puede
encontrarse por participación en los otros seres —como en verdad puede—•, bas­
tará asimismo para constituir su verdad por participación.
31. Los entes creados se adecúan al entendimiento divino en cuanto artí­
fice.— Pero en la última parte de la conclusión se añade que existe en los entes
creados una conformidad con el entendimiento divino como con su causa y ejem­
plar, gracias a la cual dichos entes pueden denominarse verdaderos; porque tam­
bién ésa es una auténtica conformidad con el entendimiento en cuanto conoce
prácticamente y obra a su modo. For igual razón, los entes artificiales que pro­
ceden del entendimiento humano tienen, con respecto a él, esa misma confor­
midad como con su ejemplar o idea, y en virtud de dicha conformidad pueden
llamarse también verdaderos. Más aún: Santo Tomás entiende que los entes
creados se denominan verdaderos principalmente per esta conformidad, ya que
les conviene de manera esencial, mientras que la conformidad con otros enten­
dimientos que conocen especulativamente es más extrínseca y accidental. Y eftá
se da, sobre todo, en las cosas existentes y creadas en acto; pues las cosas, "cu
cuanto a su ser esencial, no tienen en acto causa ejemplar ni tampoco eficiente,
si bien la tienen en potencia; por ello, si se consideran en cuanto son posibles,
requieren esencialmente unos ejemplares e ideas en el Primer Artífice, cuyas
ideas representen que cada uno es tal cual puede ser o cual su naturaleza exige

verus D eus est quia taìem se esse cogno- p arte conclusionis reperiri in entibus creai»
scit, sed potius, quia est verus D eus, ideo conform itatem ad intellectum divinim i u t
vere se taìem esse cognoscit. E rgo verum ad causam e t exem plar, ratione cuius poa-
transcendentale in tota sua latitudine sum p- •;unt talia enfia vera denom inari, quia edam
tum n on potest dicere confonnitatem ad .illa est vera conform itas ad intellectum p rac­
intellectum u t ad causam vel ad m ensuram , tice cognoscentem et suo m odo operantem .
sed tantum ut ad repraeacntantem seu co- E t eadem ratione enfia artificialia cu a e ab
gnorcentem , vel actu ve! aptitudine. H oc er­ intellectu hum ano procedim i, respectu jliius
go m odo talis conform itas praesertim aptì- habent eam dem conform itatem u t ad sunna
tudinalis, in ordine ad quem eum que intel­ exem plar vel ideam , e t secundum earn vota
lectum sum i p otest ita u t D e r , dicatur ctiam d id possum . Im m o senti: D . T h o ­
verus, quia in quocvm que intellectu vignare m as ab bac conform itate potissiraum ri'-no-
potest verum conceptum D ei, vel quia rein- m inari vera enfia creata, quia illa p er se
sa in sc h ab et iilam naturane quam in D eo eia convenit; conform itas autem ad alios in-
concio;: quilibet iutellectus vere D eu m con- td lectu s speculative cognoscentes est m a-
cipiens. E t idem eadem ratione est de en- gis extrinseca et p e r accidens. Q uod m axim e
tibus creatis; n am idem conceptus veritatis h abet Jocum in rebus existenfibus et actu
potest ad om nia proporticnaliter ap p licali; creai is ; nam res secundum esse essentiae
et quod in D eo sufficit ad veritatem , si in non hab en t actu causam cxem plsrem sto­
aliis potest p er partid p ationem reperiri, u t ut neque efficientem ; habent tam en in p o-
leverà potest, sufficiet ctiam ad veritatem tentia, et ideo si considerentur u t possibile;»
eorum p er p artidpationem . sunt, p e r se req u iru n t exem plaria e t idear
31. E r n ia c re a ta in te lle c tu i d i v i n o u t o p i­ in prim o artifice quae unum quodque tale
fic i c o n fo r m a n tu r .— A dditur vero in ultim a esse repraesentent quale esse potest a u t :on-
150 Disputaciones metafísicas

que sea hecho. De esta manera, todas las cosas creadas, incluso en. cuanto a Su
ser esencial, requieren esencial y primariamente el encontrarse en el intelecto
divino y tener conformidad con él, como con su Primer Artífice, único que puede
hacerlas pasar al ser. Ahora bien, como Dios es un ente increado, no puede
tener dicha relación con ningún entendimiento; sin embargo, en otro sentido
cabe decir que tiene esencialmente una conformidad con respecto a su propio
entendimiento más bien que con respecto al de otros; porque exige, de suyo y
esencialmente, el entenderse a sí mismo en acto y el ser no sólo inteligible,
sino también actualmente entendido por sí mismo, y ser su propia intelección. Con
lo dicho queda demostrada la conclusión en todas sus partes.
32. Pero se puede objetar: entonces, el concepto de verdad trascendental
no es único, sino múltiple, porque hay una gran diferencia entre la conformidad
aptitudinal y la actual, entre la especulativa y la práctica. En segundo lugar, cabe
oponer de manera especial: la verdad expresa relación de medido a mensu­
rante, al menos fundamentalmente; luego la verdad ontològica no puede tomarse
en orden al entendimiento creado, cuyo conocimiento no es medida de la verdad
de las cosas, antes bien, está medido por ellas. Sobre esta base argumento, en
tercer lugar: el conocimiento es verdadero porque se adecúa a las cosas cono­
cidas; luego no puede decirse, a la inversa, que las «isas son verdaderas por
conformidad con dicho conocimiento; pues entre estas cosas no existe una rela­
ción de comparación mutua o semejante, cual existe entre dos cosas parecidas,
sino de comparación no mutua o desemejante, como se da entre lo mensurante
y lo medido.
33. En cuanto a lo primero, hay quienes no ven inconveniente en conceder
todo lo que en el argumento se infiere; pues, como sólo se trata de denomina­
ciones que se toman o explican a manera de relaciones, nada importa que se
multipliquen por varias razones y diversas consideraciones. Más aún, algunos
añaden, incluso, que en un aspecto son relaciones reales, y en otro de razón.
Y esto es probable, al menos de manera concomitante, aunque no sea formal­
mente cierto. Quizá resulte mejor decir que todas esas relaciones están conte­
nidas bajo una relación adecuada, o que se reducen a una, a saber: la aptitud

tura fieri postular. E t hoc m odo res om - teilectum creatum , cuius cognitio non est
n ss creatae edam secundum esse essentiae, m ensura veritatis rerum , sed per illas po-
p er se prim ario p ostulant esse in divino in- tius m ensuratur. U nde argum entor te m o ,
tellectu et habere conform iiatem cum ilio, nam cognitio est vera quia conform atur
tam q u am cum p rim o artifice a quo solo rebus cognitis; ergo non possunt e con­
possum ad esse perduci. D eus autem cum verso res dici verae p e r conform itaiem ad
increatum ens sit, ad nullum intellectum talem cognitionem ; quia intcr haec non est
potest habere hanc h ab itu d in em ; nibilorni- relatio m utuae seu simiiis com parationis,
pus tam en alia ratione potest dici per se qualis est inter duo similia, sed dissimiiis
h abere CGiiformitatem respectu proprii in- seu non m utuae com paradonis, qualis est in­
tcUectus potilis quarn aliorum ; quia per ter m ensuram e t m ensuratum .
se et essentialìter postulai u t seipsum acni 33. Ad prrm um aliqui non existim ant
inrelligat silque non solum inteiligibilis sed inconvernens tòtum id concedere quod in
edam actu inteilcctus a seipso et suam et in- argom ento in fertu r; quia, cum hae tantum
tellectio. A lane ita probata est conclu3io iiint quaedam denom inationes quae ad mo-
quoad om nes partes eius. dum relationum desum untur seu explican-
32. Sed obiicies: ergo ratio veritalis tu r, n o n est inconveniens ex variis capiti-
transcendentails n on est lina sed m ultiplex, bus et diversis considerationibus m ultipli-
quia aptitudÌDalis vei a a u a lis conformità» a iri. Im raa, quidam etiam addunt sub una
et speculativa vel practica valde diversae ratione esse respectus reales, sub alia vero
su n t, Secundo spccialitcr oblici potest, quia rationis. Q uod saltem concom itanter proba­
veritas dicit reladonc-ni m ensurati ad m en- bile est, quam vis no n sit veruna form aiiter.
suram saltern fundam em aliter ; ergo non M elius tam en fo n asse dicetur illos om nes
p o test veritas reru m siimi in ordine ad in- respectus sub uno adacquato contineri, seu
Disputación octava.— Sección VU 151

en virtud de la cual cada cosa es apta para producir una verdadera estimación
de sí misma; porque cada cosa tiene esa aptitud con respecto a cualquier enten­
dimiento o conocimiento, y la conformidad actual nada le añade, fuera de una
denominación o coexistencia de conocimiento. Y si de ahi resulta una relación,
cuando dicho conocimiento es práctico y C2usa de las cosas, más que constituir
la verdad la supone, según se ha demostrado a propósito de la segunda opinión.
A lo segundo se contesta: en rigor, no es necesario que el ente se diga ver­
dadero en cuanto medido por el conocimiento al que se adecúa; de lo con­
trarié, no. podría decirse que Dios es un verdadero ente, según he razonado
arriba, porque en cuanto ente no tiene medida alguna, ni real ni racional; por
eso —como más ampliamente se ha dicho en I, q. 14— , la ciencia divina no
se compara con su esencia y con su ente en calidad de práctica, sino sólo en
calidad de especulativa. Luego únicamente en el caso de la verdad del cono­
cimiento especulativo es cierto que el concepto de verdad se toma en cuanto
medido; pues también la ciencia divina práctica, como práctica, es verdadera,
aunque en cuanto tal no tiene razón de medido, sino más bien de mensurante.
Sobre esta base se responde a lo tercero negando la consecuencia. Efectiva­
mente, la misma razón de verdad no se dice en igual sentido deí conocimiento y
de. ¡as cosas; por elio, no hay inconveniente en que, de acuerdo con las diversas
relaciones, convenga al conocimiento per conformidad con las cosas en cuanto
las representa tal como son, y a las cosas en orden al conocimiento, en cuanto
son aptas para inducir a una verdadera estimación de sí mismas, consideradas
como objetos.
34. La verdad trascendental no es tina mera denominación extrínseca.—
Afirmo, en último lugar, que esta verdad trascendental no es una mera denomi­
nación extrínseca, si bien incluye o connota, en cierto modo, la unión con otra
cosa, de la cual resulta aquella denominación. En esta conclusión difiero de la
opinión de Cayetano, a pesar de que no se trata tanto de una diferencia cuanto
de una explicación de su opinión. Se demuestra por lo dicho: la verdad etno­
lógica incluye intrínsecamente la entidad de la cosa; luego no es una mera deno­
minación extrínseca. El antecedente es claro por las definiciones que de la verdad
ad unum revocati, nim irum ad illam apti- est, quam vis u t sic non habeat rationem
tudinem qua unaquaeque res nata est veram m ensurati, sed potius m ensurae. U nde ad
sui aesìim ationem conferre; nam illam ha- tertium responderur negando consequen­
bei respecte cuiuscum que intellectus ve! tial!) ; quia ipsam et ratio veritatis non eo-
cogniiionis et supra iiiarn nihii addit ac- dem m odo dicitur d e cogitinone et de re­
tuaiis conform itas praeter denom inationem b u s; et ideo non est inconveniens u t se­
seu coexistentiam cognitionis. Q uod si inde cundum diversas habitudines conveniat co-
résulté: relatio, quando illa cognitio est gnitioni per conform itatem ad res in quan­
practica et causa rerum , ilia supponit po- tu m illas u t sunt repraesentat, et rebus in
tius veritatem quam constituât, u t circa ordine ad cognitionem in quantum aptae
secundam opinionem ostensum est. Ad sum u t in ratione obiecti veram sui exis-
secundum responderur in rigore n o n esse tim ationem inducano
necessaxium u t ens dicami: verum in r a d a ­ 34. V e r ita s tr a n s c e n d e n tà lis n o n e s t m e ­
ne m ensurali p er cognitionem cui confor- r a d e n o m in a n o e x tr ín s e c a .— D ico ultim o
m atu r; alias n on posset D eus verum ens hanc veriiatem transcendentaiem non esse
dici, ut supra arguir,entabar, quia in ratione rneram denom inationem extrinsecam , quam ­
entis nuìlam habet m ensuram nec secun­ vis includat aliquo m odo seu connotet con-
dum rem , nec secundum xaticnem ; e t ideo, iunctionem alverius rei unde iila resultala
u t X, q. 14, latius dictum est, divina scien­ In hac conclusione difiero ab opinione
ti« non com parator ad suam essentiam Caietani, quam vis fonasse n o n tam sit dif­
suum que ens u t practica, sed u t speculati­ ferentia quam explicatio sentcntiae eius.
va tantum . Soium ergo in vernate cognitio­ P robatur ergo ex dictis, quia veritas rei in-
nis specuiativae verum habet quod ratio veri trinsece includit entitatem eiu s; ergo no n
sum itur in ratione m ensurati; nam divina est m era denom inano extrínseca. A nteceden»
ttia m scientia practica, u t practica est, vera pater ex definiuonibus veritatis quas tra d u n t
15 2 D isputaciones metafísicas

dan San Agustín, San Anselmo y Avicena, y por otras citadas más arriba. Ade­
más, porque precisamente por esto los entes ficticios no son verdaderos entes,
y son inteligibles de una manera muy distinta a como lo son los verdaderos
entes; pues estos últimos, de suyo, tienen aptitud para ser aprehendidos y cono­
cidos tal como son; aquéllos; por el contrario, no gozan de esa aptitud, sino
que resulta preciso que el entendimiento, por su artificio y virtualidad, los vista
con cierta apariencia o sombra de realidad.
Además, por la razón siguiente: cuanto una cosa tiene más entidad, tanto
más posee esta verdad, y se dice que, de suyo, es más inteligible aquello que
es más perfecto como ente. Apoyándonos en esto podemos argumentar: ser inte­
ligible no constituye una mera denominación extrínseca; luego tampoco lo cons­
tituirá el ser objetiva o realmente verdadero. El antecedente es evidente, no sólo
por lo dicho —que la inteügibiliáad sigue a la entidad de la cosa—, sino tam­
bién porque el objeto tiene prioridad natural sobre la potencia y es razón
de la misma; por tanto, en el objeto se supone cierta aptitud, gracias a la cual
es capaz de terminar el acto de una potencia; así, por ejemplo, en el calor y
el sonido con respecto a la vista y el oído; luego, de manera semejante, en el
ente en cuanto inteligible no se entiende sólo una facultad extrínseca que posea
capacidad intelectual (aunque ésta resulte necesaria), sino también se supone,
por parte del ente mismo, una aptitud intrínseca, merced a la cual puede ser
término de tal acto. Cabe aducir, como confirmación, las consideraciones hechas
en favor de ia primera opinión, y añadiremos otras en la sección siguiente.

Corolarios de la solución anim ar


35. Cómo san verdaderos los entes creados y él increado .— A base de lo
anterior se comprende, en primer lugar, de qué modo conviene a todo ente real
—creado o increado— él ser verdadero; pues todo ente es, de suyo, apto para
adecuarse a un entendimiento; más aún, no hay ningún ente que no tenga con­
formidad actual con algún entendimiento, al menos con el divino. De ahí resulta
que esta noción de verdad conviene de manera principal al primer ente, que
es Dios, ya que implica, de suyo y esencialmente, el conocimiento; y tiene con

August., Anselm, et Avicenna, et ex aliis auditus; ergo similiter in ente quatenus


supra adductis. Item, quia propter hanc intelligibile est non solum inteüigitur fa­
causam ernia fictitia non sunt vera ernia cultas estrinseca quae vim habet intciligen-
et longe aliter sunt intelligibilia quam vera di, quamvis haec necessaria sit, sed etiaiu ex
entia; nam haec ex se nata sunt apprehen- parte ipsius ends supponitur aptitudo in­
di et cognosci prout sunt; illa vero mini­ trinseca, ratione cuius potest actum huiusmo-
me, sed oportet ut artificio et vi intellec- di terminare. Praeterca hoc confirman! quae
tus aiiqua realitatis specie seu umbra in- in favorem primac opinionis adducta sunt er
duantur. Item hac ratione, quo res magis alia addemus sectione sequend.
habet de entitate, magis etiam habet de hac
veritate; et quod perfectius est ens, id ex Corollaria ex superiori resolutions
se magis intelligibile dicitur. Unde ulrerius 35. Increatum et creata entia quomodo
argumentari possumus; quia esse intelligi­ vera.— Atque ex his intelligitur primo
bile non est mera denominatio estrinseca; quomodo esse verum conveniat omni end
ergo ncque esse verum objective seu reali- reali, sive creato sive increato ; quia ctnne
ter. Antecedens patet tum ex dictis, quod ens de se est aptum conformali intellec-
intelligibilitas sequitur entitatem rei; tum tui; immo nullum est ens quod non sit
etiam quia obiectum est natura prius po- acni conforme alicui inteUectui, saltern di­
tentia, et ratio illius; ergo supponitur in vino. Quo fit ut haec ratio veri primario
obiecto aptitudo aiiqua, ratione cuius ap- conveniat primo end, quod est Deus; quia
rum sit terminare actum potentiae ut, verbi per se et essentialiter includit cognitionem
gratia, in colore et sono respectu visus et et cum illa summam ac necessariam coniar-
Disputación octava.—Sección Vil 153
¿1 una conformidad suprema y necesaria; y debido a que por sí mismo (por
decirlo de este modo) es la razón de su verdad y es también origen y medida
de toda verdad que se encuentra en las criaturas.
36. E n qué sentido es la verdad pasión del ente.— En segundo lugar, se
entiende por lo dicho el sentido en que la verdad es pasión del ente. Pues se
dice pasión, no porque venga a ser una propiedad real, realmente distinta del
ente, sino, en una acepción más amplia, únicamente porque es cierto atributo
que tiene reciprocidad con el ente y se distingue de él de alguna manera, al
menos según una razón o connotación. Lo primero es claro, ya que se ha demos­
trado que todo ente es verdadero. También por la afirmación, ya hecha, de que
toda cosa verdadera, en el sentido explicado, es ente real; pues, aunque pueda
decirse que los entes de razón, según el modo como son conocidos, tienen confor­
midad con el intelecto, no obstante, porque de suyo no tienen inteligibilidad ni
una entidad que sirva de fundamento a dicha conformidad, tampoco tienen esa
verdad que es pasión del ente. Más aún después de haber demostrado que esta ver­
dad significa la entidad misma en cuanto conforme.
Por lo que hace a la segunda parte, que versa sobre la distinción, también
ha quedado suficientemente explicada. Y no atenían contra ella las objeciones
puestas a propósito de la tercera opinión de Cayetano; porque no hemos afir­
mado que la sola denominación sea una propiedad, sino que es la entidad misma
concebida bajo ese aspecto. De donde resulta que, con este atributo de la ver­
dad, no se expresa ninguna nueva perfección ni razón real en el mismo ente,
sino que únicamente se explícita el concepto mismo de ente mediante una rela­
ción al conocimiento, en el sentido que hemos expuesto. Y porque esta relación
adviene en cierto modo al ente en cuanto tal, y es —también en cierto modo,
al ¡nenes según la razón— posterior a él (aunque siempre esté u:.ida con él),
por eso la verdad que explica la naturaleza del ente valiéndose de esta relación
se llama atributo o propiedad del mismo.
37. Explicación de una afirmación de Aristóteles.— En tercer lugar, se
entiende por lo ya tratado en qué sentido dijo Aristóteles, al. final del libro VJ
de su Metafísica, que la verdad no se encuentra en las cosas, sino en la mente;
mitatem habet ; et quia per se (ut ita dicam) de distinctions satis etiam est ex dictis
est ratio suae veritatis et est origo et men- explicata. Neque contra illam procedimi
sura omnis veritatis quae in creaturis repe- quae circa tertiam cpinionera Caietani
ritur. obiiciebamus, quia non asserimus solum
36. Venim qualiter passio entis.— Se- denominationem esse proprieratem, sed
cundo intelligitur ex dictis quomodo verum ipsam entitatem sub tali catione con-
sit passio entis. Bicitur enim passio non ceptam. Quo fit ut per hoc veri attributum
quasi sit realis proprietas distincta ex natu- nulla nova perfectio aut realis rado in ipso
ra rei ab ente, sed iatiori modo, solum quia ente explicetur, sed solum deciaretur am-
est quoddam attributum quod reciprocatur plius ipsamet rado ends per habitudinem
cum ente et ab eo aliquo modo distingui- ad cognitionem, eo modo quo a nobis ex­
tur, saltern secundum rationem seu con- plicata est. Et, quia haec habitude aeddit
notationem. Primum constat, quia ostensum
est omne ens esse verum. Constat item ex quodammodo ipsi end ut sic et est aliquo
dictis omne verum, eo modo quo a nobis modo saltern secundum rationem posterior
explicatum est, esse ens realej quia, licet ilio (quamvis semper sit aim ilio con-
entia rationis, eo modo quo cognoscuntur, iuncta), ideo verum quod per hanc habitu­
diet possint habere conformltatem cum in- dinem declarat naturam ends, attributum
tellectu, tamen, quia ex se non habent intel- seu proprietas eius didtur.
ligibilitatem neque entitatem in qua funde- 37. Aristotelis dictum explicatur.— Ter-
tur ilia conformitas, ideo neque veritatem do intelligitur ex dieds quo sensu dictum sit
habent quae est passio ends. Maxime cum ab Aristotele, in fine lib. VI Metaph., ve-
ostensum sit hanc veritatem dicere entita­ rum non esse in rebus sed in mente; loqui­
tem ipsam ut conformem. Altera veto pars tur enim de ventate complexa quae est in
154 Disputaciones metafísicas

pues ta b la de la verdad compleja que se da en la composición m ental, y de


otra manera de ser o no ser, que viene significada por tal composición y es exi­
gida para su verdad. Efectivamente, como la verdad se encuentra de modo espe­
cial en la composición y división del entendimiento — según hemos dicho arriba— ,
suele decirse que la verdad por antonomasia o por analogía es especialmente
aquella que se encuentra en la composición y división, la cual existe por igual
en las negaciones y en las afirmaciones y, de suyo, no exige .ser real, sino tal
como es significada p or la complexión.

SEC C IO N v m

Si la verdad se p r e d ic a d e la v e r d a d l ó g ic a m á s pel m a r ia m e n t e q u e d e la
ONTOLÒGICA, Y EN QUÉ SENTIDO

1. M o tivo s d e d u d a .— H em os dicho que la verdad se encuentra en las


cosa3 y en el conocimiento. Interesa, por tanto, explicar en qué orden y medida
conviene a unas y a otro, lo cual ayudará tam bién a una m ás clara exposición
del concepto de verdad.'
Parece que la verdad conviene a las cosas en m ayor grado que al conoci­
miento. Prim ero, porque la verdad es objeto del entendim iento; luego la verdad
se supone con anterioridad a cualquier acto intelectual; consiguientemente, ia
verdad existe en las cosas antes que en el conocimiento. E d segundo lugar, por­
que la verdad de las cosas es más universal, p o r ser trascendental; luego es
anterior, ya que las cosas más universales son, por su naturaleza, anteriores. Más
a ú n ; puesto que se ha dicho que la verdad se convierte con el ente real, y
los mismos conceptos mentales son entes reales, al parecer no son verdaderos
sino en cuanto son entes reales; luego la verdad ontològica es, de suyo, más
com ún que la lógica y goza de prioridad sobre ella.
E n sentido contrario, todos los autores piensan que la verdad es algo análogo,
cuyo analogado principal es la verdad lógica, según se desprende de lo que Aris­
tóteles afirma en el libro VI de su M etafísica, a! final, donde dice que la ver­
dad sólo se encuentra de m anera formal y propia en el entendimiento, m ientras

c o m p o s i tio n s m e n tis , e t d e a lio e s s e v e l e x p lic a re e rg o o p o r t e t q u o o r d in e a c m o d o


n o n esse, c juod p e r h u ra s m O d i c o m p le x io - u tr is q u e c o n v e n ia t, q u o d e d a m c o n f e r e i u t
n r m s i g n i i k a t u r e t a d ciu g v e r ita te m r e q u i - s m p liu s e s p li c a ta m a n c a i v e r ita tis tr a n e e n -
t i t u r . N a m q u ia v e r ita s e s t s p e d a l i m o d o d e n ta lis ra tio . V id e t u r e rg o p r iu s c o n v e n i r e
in c o m p o s itio n e e t d iv is io n e in te lie c tu s u t v e rita te m r e b u s q u a n a c o g n itio n i. P r i m o
s u p r a d ix i, id e o v e rita s q u a s i p e r a n to n o - q u id e m , q u ia v e r u m e s t o b ie c tu m in te lle c -
m a s i a m ve), a n a lo g ia m s p e c ia lite r d ic i s o le t t u s ; e rg o a n te o m n e m a c t u m in te lie c tu s
d e iila v t r i t a t e q u a e est. i n c o m p o s i tio n e e t s u p p o n itu r v e r i t a s ; e r g o p r iu s e s t v e r ita s
d iv is io n e , q u a e i n n e g a t io n ib u s e t a ffir m a - in r e b u s q u a m i n c o g n itio n e . S e c u n d o q u ia
t io n ib u s a e q u e r e p e r i t u r e t p e r s e n o n r e - v e r ita s r e r u m u n iv e r s a l io r e s t, c u m s it
q u i r i t re a le e ss e , s e d q u a le p e r c o m p le x iO - ira r.s c e n d e n s ; e r g o e s t p r io r , q u ia u n i v e r -
n e m s ig n i i k a t u r . s a lio ra p r i o r a s u n t n a t u r a s u a . I m m o c u m
d ic tu m s it v e r u m c o n v e r ti c u m e n te re a li
e t ip s i c o n c e p tu s m e n tis e n tia r e a lia s in t,
SECTIO v i l i n o n a lia r a tio n e v i d e n t u r e s s e v e r i n is i
q u a te n u s e n tia s u n t ; e r g o v e r ita s r c r u m
A n v e r ita s p e r p r iu s dica tu r d e v e rita t e
d e se c o m m u n io r e s t e t p r i o r q u a m v e r ita s
COGNITIONIS QUAM CE VERITATE REI, ET c o g n itio n is . I n c o n tr a r iu m a u te m e s t q u ia
QUO MODO o m n e s a u c tc re s s e n tiu n t v e ru m esse q u id
I. Dubitanài rationcs.— D i x i m u s v e r i­ a n a lo g u m , c u iu s p r in c ip a le a n a lo g a tu m e s t
t a te m in re b u s et in c o g n itio n e r e p e r i r i ; v e rita s c o g n itio n is , e x A r is to te le , V I M e -
Disputación octava.— Sección VIH 155

que en las cosas está como en su causa, afirmación que repite en el lib. IX de la
M etafísica, c. 12. Por lo que respecta a las palabras, se dice que la verdad
está en ellas como en su signo, en cuanto significan lo verdadero o lo falso,
según aparece en I P eriherm ., c. 4.

D iferen tes opiniones


2. M uchos opinan que la verdad se encuentra de m anera principal y pri­
maria en el conocimiento, y de modo secundario en las cosas; e incluso que
sólo existe formal e intrínsecamente en el conocimiento, y en las cosas causa!
u objetivamente. Así, de igual manera que sano es análogo con analogía de atri­
bución, y solamente se predica de m anera intrínseca y form al de u n único
analoeaáo, mientras que de los demás se predica por mera denominación tom ada
•de aquí!, así tam bién 'verdadero es u n análogo con analogía de atribución, de
naturaleza totalmente idéntica, y se predicará formalmente del conocimiento por
ser verdadero, mientras que sólo se atribuirá a las cosas por denominación tom a­
da de la verdad d d conocimiento en cuanto aquéllas causan dicha verdad. Y tam ­
bién se dice de la verdad de la locución únicam ente en cuanto es su signo. Así
pleura Cayetano, citado en la sección anterior.
Parece que tal doctrina está tom ada de Santo Tom ás, en la indicada q. 16,
a. 1, 3 y 6, en D e V eril,, q. 1, a. 3, y en ios comentarios a ios lugares ya citados
de Aristóteles. Puede explicarse más ampliamente a base de la definición de ver­
dad. tal como se aplica a todas estas cosas. Efectivamente, el conocimiento se dice
verdadero en la medida en que está en conformidad con la cosa p o r él represen­
tada, no en cuanto la cosa misma es verdadera, sino en cuanto es así com o la
mente la concibe y la afirma o niega, según observó Santo Tom ás en la repetida
q. 1<5, a, 1, ad 3. En cambio, la cosa se dice verdadera en cuanto es o puede
ser conforme o confonrable al verdadero concepto que algún entendimiento tie­
ne o puede tener de dicha cosa. E sto indica que el concepto de verdad se encuen­
tra esencialmente en el conocimiento, y en las cosas sólo por una denominación to ­
mada de él, y que no hay un concepto de verdad común a ambos. Valiéndonos de
una razón semejante, concluirnos que la verdad' no se encuentra en las pala­
bras sino analógicamente, como en su signo, ya que sólo son verdaderas en la
m edida en que significan u n conocimiento verdadero.
t a p h ., in fin e , d ic e n te v e r ita te m e ss e ta n t u m e tia m d ic itu r d e v e r i t a t e lo c u tio n is s o lu m
i n in te lle c t!! fo r m a l ite r e t p r o p r ie , in r e b u s q u a te n u s e s t s ig n u m illiu s . I t a s e n ti t C a ie t.,
» lite m u t in c a u s a , u t e iia n t d i c i t I X p r a e c e d e n ti s e c rio n e c ita tu s . E t v i d e t u r s u -
M e ta p li., c. 12. I n v o c ib u s a u te m d ì c i t u r e s ­ m i e x D . T h o m a , d ic ta I , q . 1 6 , a. 1, 3 e t 6 ,
se ta m q u a m in s ig n o , q u a te n u s v e r u m vel e t q . 1 D e V e r iu , a . 3 , e t s u p e r c ita ta lo c a
f s ls u m s ig n ific a n t, u t d ic itu r I P c r ib e r m ., A r is t. E t d e c la r a r i a m p liu s p o te s t e x ip s a
e . 4. v e r i d e fin itio n e p r o u t h is o m n ib u s a p p lic a ­
Opiniones varice t o r . C c .g u itio e n im d i c i t u r v e ra q u a te n u s
2. E s t i g i t u r m u lto r u m s c n ie n tia , v e r i­ e s t c o n fo rm is r e i q u a m r e p r a e s e n ta t, n o n
t a t e m p r im o a c p r a e d p u e r e p e r ir i in c o ­ u t re s ip sa v e ra e s t, s e d u t ta iis e s t q u a lis
g n itio n -;, s e c u n d a rio v e ro in r e b u s : im m o m e n tc c o n c i p itu r e t a f i i r m a t u r s e u n e g a t u r ,
in s o ia c o g n i t i o n ; e ss e in tr in s e c e ac fo r m a l i­ u t n o ts v lt D . T h o m a s , d ie t. q . 1 6 , a . 1,
te r , in r e b u s a u te m c a u s a lite r s e u o b je c tiv e , a d 3 . R e s a u te m d i c i t u r v e ra q u a te n u s c o n ­
i t a u t , s ic u t saiutm e s t a n a io g u m a t t r i b u - fo rm is v e l c o n f o r m a b ilis e s t v e ro c o n c e p tu i
tio n is , q u a d d e u n o t a n n i n i a n a lo g a to d ic i- q u e m a lia u is in te lle c tu s h n b e t a u t h a b e r e
t u r in tr in s e c e a c f o r m a l ite r , d e a liis v e ro p o te s t d e ta li r e . E r g o s ig n u m e s t r a tlo n e m
p e r so lim i d c n o r.iltiu liu n s in a b ilio , i ta ve­ v e r ita tis p e r se r e p e r i r i in c o g n itio n e , in
runi s it a n a io g u m a ttr ib u ti o n is e iu s d e m o m - r e b u s v e r o n o n n i s i p e r d e n o m in a tio n e m
n in o ra rio n is, q u o d d e c o g n itio n e d ic e tu r a b ilia , e t n u lla m e ss e r a tjo n c m v e ri u tr i s q u e
f o r m a lite r q u ia v e r a e s t, d e r e b u s v e r o s o ­ c o m m u n e m . S im ili e n im r a tio n e c o n c l u d i-
lum. d e n o m m a tio n e s u m p ta a v e r ita te c o - m u s v e r ita te m i n v o c ib u s s o lu m a n a lo g ie s
g n itic n is , q u a te n u s c a u s a illiu s s u n t. S ic u t u t i n s ig n o r e p e r ir i , q u ia n o n s u n t v e r a e
156 Disputaciones metafísiim

P or últim o, parece que puede confirmarse suficientemente por el común modo


que todos tienen de pensar y expresarse; pues todos, hablando absolutamente,
atribuyen la verdad al juicio del entendimiento, y a las cosas sólo de manera
relativa; por eso decimos absolutamente que el entendimiento es verdadero, mien­
tras que a las otras cosas no las denominamos absolutamente verdaderas, sino
con algún aditam ento: verdadero oro, etc.
3. O tros emplean una distinción y dicen que las cosas pueden denominarse
verdaderas de dos modos: en cuanto miden el conocimiento y en cuanto son
medidas por él. Del prim er modo, se dice que las cosas son verdaderas como
objetos de conocimiento especulativo en cuanto se adecúan o tienen aptitud
para adecuarse a la verdad de dicho conocimiento; pues el objeto mide a ese
conocimiento, sobre todo si se trata del objeto primario. Digo esto por razón
del conocimiento que Dios tiene de las esencias de las criaturas, por las cuales
no es m edido, según afirmé antes, ya que no las m ira como objeto primario,
sino como secundario, contenido eminentemente en el primario, por el cual es
cuasi medido próximamente dicho conocimiento. Más a ú n : añade Egidio, Quodl.
I V , q. 7, que ni siquiera el conocimiento que un ángel tiene del sol, por
ejemplo, y de otras cosas de las cuales posee especies infusas, es propiamente
m edido por los objetos de esas especies, sino por la ideas divinas de donde m a­
naron tales especies; pero de esto nos ocuparemos en otro lugar; p e r ahora
nos basta con indicar que estas cosas se dicen verdaderas en cuanto pueden
adecuarse al intelecto hum ano en calidad de medida del mismo.
D el segundo m odo se dicen verdaderas todas las cosas que proceden del
ejemplar intelectual o idea y se adecúan a ella como a su medida. Afirman, pues,
que la verdad se predica de modo igualmente primario de toda adecuación entre
m edido y m ensurante que se encuentre entre la cosa y el entendimiento o cono­
cim iento, ya sea una adecuación real, de conocimiento; en cambio, a la ade­
cuación de m ensurante, a m edido — ya sea cognoscitiva o real— n o se le atri­
buye auténtica y propiamente la verdad, sino que, a lo sumo, puede atribuírsele
por la ya indicada analogía de atribución. El fundam ento de esta opinión con-

n is i q u a te n u s v e r a m c o g n itio n e m s ig n ific a n t. e b ie c tu m , s e d u t s e c u n d a r iu m in p r it n a r ic
T á n d e m e x m o d o ip s o lo q u e n d i e t c o n c i- e m in e n te r c o n t e n t u m , a q u o p r o x im e ilia
p i e n d i 1 o m n iu m v i d e t u r p o s s e h o c s a tis c o g n itio q u a s i m e n s u r a t u r . I m m o a d d i t
c o n f i r m a n ; o m n e s e n im s im p lic ite r lo - A e g id ., Q u o d l. I V , q . 7 , n e q u e c o g n i­
q u e n d o v e r ita te m a t t r i b u u n t iu d ic io i n te l- tio n e m q u a m a n g e l u s h a b e t d e s o le , v e r b )
le c tu s , r e b u s a u te m n o n n is i s e c u n d u m g ra tia , e t a liis r e b u s q u a r u m h a b e t in d ita s
q u i d ; e t id e o s im p lic ite r d ic im u s in te ü e c - s p ec ie s, p ro p r ie m e n s u r a r i a b illa r u m o b ie c -
t u m e s s e v e r u m ; a lia s v e r o r e s n o n d ic im u s tis , s e d a b id e is d iv in is a q u ib u s illa e s p e c ie s
s im p lic ite r v e ra s , s e d c u m a d d ito , v e ru m p r o f lu x e r u n t, d e q u o a lia s ; n u n c e n im s a ­
a u r u m v e l q u i d s im ile . tis e st q u o d h u iu s m o d i r e s d i c a n t u r v e r a e
3. A lii v e r o d is íin c tio n e u t u n t u r . N a m q u a te n u s a d a e q u a r i p o s s u n t in te lle c ’. u i h u -
d u o b u s m o d is d e n o m i n a n p o s s u n t r e s v e - m a n o u t m e n s u r a e in s . P o s te r io r i a m e iri
r a e ; u n o m o d o u t m e n s u r a c o g r .i tio n is ; m o d o d ic u n tu r v e ra e o m n e s re s q u a e a b
a lio m o d o u t m e n s u r a t a e p e r c o g n itio n e m . in te lle c tu a l! e x e m p la r i s e u id e a m a n a n t,
P r i o r i m o d o d i c u n i u r r e s v e ra e u t o b ie c ta illiq u e c o n f o r m a n tu r ta m q u a m s u a e m e n -
s p e c u la tiv a e c o g n itio n is , q u a te n u s v e l c o h - s u ra e . D i c u n t e r g o v e r ita te m a e q u e p r im o
f o r m a n t u r v e l a p ta e s u n t c o n f o r m a n v e ri- d i d d e o m n i a d a e q u a tio n e m e n s u r a t i a d
ta ti i l l i u s ; a u i a o b ie c tu m e s t m e n s u r a ta lis m e n s u r a m q u a e i n t e r r e m e t i m e lle c tu m
c o g n itio n is , p r a e s e r tim s i s it o b ie c tu m p r i - s e u c o g n itio n e m in v e n i t u r , s iv e illa s it c o ­
m a r iu m illiu s . Q u o d d ic o p r o p t e r c o g n itio - g n itio n is s iv e r e i ; d e a d a e q u a tio n e a u te m
n e m q u a m D e u s h a b e t d e e s s e n tiis c r e a t u - m e n s u r a e a d m e n s u r a t u m , s iv e s it c o g n itio ­
r a r u m , a q u i b u s n o n m e n s u r a t u r , u t s u p ra n is s iv e r e i, n o n d ic i v e r e a c p r o p r ie q u o d
d ix i, q u ia n o n r e s p ic i t illa s u t p r im a r iu m s it v e rita s , s e d a d s u m m u m d ic i p o s s e

1 E n o tra s e d ic io n e s , a c o n tin u a c ió n d e “ e n n e ip ie n d i” e s tá la p a la b r a “ v e rita te m ” , q u e


c o m p le ta e l s e n ti d o d e la f r a s e ( N . d e lo s E E .).
Disputación octava.—Sección Vil7 15 7

6Íste únicamente en que la verdad, como el mismo nombre expresa de inme­


diato, dice una relación de medido, ya que designa una conformidad del enten­
dimiento con la cosa; pues lo que debe adecuarse a otro para ser verdadero,
está relacionado con él como con su medida.
4. Según esta opinión, se sigue, en primer lugar, que Dios no es verdadero
en cuanto ente, sino sólo en cuanto ciencia o esciente especulativamente; pues
en cuanto ente no tiene medida de su verdad ni de su ser, ni se adecúa a nin­
gún entendimiento —ni siquiera al suyo propio— como medido por él, según
queda dicho. A no ser que alguien pretenda explicar negativamente que Dios
es verdadero porque no está en disconformidad con ninguna medida o idea, como
expuso en un caso semejante Santo Tomás, en la repetida q. 16, a. 5, ad 2.
En segundo término, se sigue que la ciencia divina, en cuanto práctica, no
es verdadera, absolutamente hablando, ya que en cuanto tal no está medida
por las cosas, sino que las mide.
Síguese, en tercer lugar, que las esencias de las criaturas, consideradas en su
ser esencial, no pueden llamarse verdaderas de manera absoluta, sino sólo en
virtud de la indicada analogía, pues no tienen medida según su esencia.
En cuarto lugar, se desprende —hablando también en absoluto— que no hay
un orden de prioridad y posterioridad entre la verdad ontològica y el conoci­
miento, sino entre la verdad de lo mensurante y la de lo medido; porque ésta,
ya exista en las cosas o en el conocimiento, se llama verdad propia y formal,
mientras que aquélla (tanto la que se da en las cosas como la que existe en el
conocimiento) no se dice que sea verdad, sino únicamente una relación de me­
dida a la que, en ocasiones, se llama analógicamente verdad. Al parecer, muchos
de los autores modernos defienden esta opinión.
5. Puede darse una tercera opinión: no es lo mismo hablar del primer ori­
gen o imposición del término verdadero o verd a d que hablar del significado
propio que ya tiene de hecho. En el primer aspecto, es cierto que mediante esa
palabra se expresa primariamente la verdad del conocimiento, o de la composi­
ción y división, ya que esta verdad nos es más conocida; sin embargo, el tér­
mino se ha ampliado ya —no por una traslación metafórica, sino por su propiedad—

per p r a e d ic ta m a n a lo g ia m a ttrib u tio n is . p lic ite r,' s e d t a n t u m p e r p r a e d ic ta m a n a lo ­


F t m d a m e n t u m h u i u s s e n tc n tia e s o lu m e s t g ia m , q u iz u o n h a b e n t m e n s u r a m in r a tio n e
q u ia v e r ita s , u t n o m e n ip s u m p r a e s e f e r t , e s s e n tia e . S e q u i t u r q u a r t o , a b s o lu t e lo q u e n ­
d i c i t r e la tio n e m m e n s u r a t i ; n a m d ic it c o n - d o , n o n e s s e o r d in e m p r io r is e t p o s te r io r is
f o r m ita te m i n t d l e c t u s a d r e m ; q u o d e n im i n t e r v e r ita te m r e r u m e t c o g n id o n e m , s e d
a lte r i c o n f o r m a li d e b e t u t v e r u m s i t , r e ­ in te r v e rita te m m e n su ra e e t m e n s u r a ti;
s p ir i) i llu d u t m e n s u r a m . q u ia h a e c , s iv e in r e b u s siv e in c o g n itio -
4. I u x t a q u a m s e n te n tia m s e q u i t u r p r i ­ n e e x is ta t, d i c i t u r e s s e p r o p r ia e t f o r -
m o D e u m i n r a tio n e e n d s n o n e s s e v e ­ rn a lis v e r i t a s ; illa v e r o , ta r n in r e b u s q u a m
r u m , s e d s o lu m i n r a tio n e s c ie n tia e s e u i n c o g n id o n e d i c i t u r n o n e s s e v e r ita s , s e d
s c ie n tis s p e c u la tiv e ; q u i a i n q u a n t u m e s t s o lu m re la tio m e n s u r a e , q u a e p e r a n a lo ­
e n s n o n h a b e t m e n su ram su ae v e rita d s e t g ia m i n t e r d u m d i c i t u r v e r ita s . E t h a n c
s u i e s s e n e c c o n f o r m a tu r a lic u i in te lle c tu i o p in io n e m v i d e n t u r s e q u i m u l d e x m o d e r -
e d a m p r o p r i o u t m e n s u r a t u s a b ilio , u t n i s s c r ip to r ib u s .
s u p r a d ic tu m e s t. N is i v e lit q u is n e g a t iv e S. T e r t i a o p i n i o e s s e p o t e s t , a liu d e s s e
e s p lic a r e D e u m e s s e v e r u m , q u ia n o n e s t lo q u i d e p r im a o r ig i n e s e u im p o s itio n e
a lic u i m e n s u r a e s e u id e a e d if f o r m is , u t i n h u i u s v o c is verum s e u veritas, a liu d d e
s im ili e x p lic u it D . T h o m a s , d ie t. q . 1 6 , a . p r o p r i o s ig n ific a to q u o d i a m d e f a c to h a ­
5 , a d 2 . S e q u i t u r s e c u n d o d iv in a m s c ie n - b e t . N a m p r i o r i m o d o e s t q u id e m v e r u m
tia m u t p r a e d e a m n o n e s s e v e r a m s im p lic i- p e r e a m v o c e m p r i m o s ig n if ic a ta m e s s e v e ­
t e r lo q u e n d o , q u ia u t s ic n o n e s t m e n s u - r i t a t e m c o g n itio n is , s e u c o m p o s iiio n is e t d i -
ra ta sed m e n su ra re ru m . S e q u itu r te m o v is io n is , q u i a illa e s t n o b is n o tio r ; n ih ilo -
e s s e n tia s c r e a t u r a r u m s e c u n d u m e s s e e s s e n - m i n u s ta r n e n i a m v o c e m illa m e x te n s a m
t i a e c o n s id e r a ta s n o n p o s s e v e r a s d ic i s i m - e s s e n o n p e r m e ta p h o r ic a m tr a n s la tio n e m »
158 Disputaciones metafísicas

a significar la verdad de las cosas, la cual puede tam bién ser, en cuanto verdad,
más perfecta que la del conocimiento. D e esta m anera suelen decir los teólogo»
que los nombres de “paternidad” o “misericordia”, y otros semejantes, primera­
m ente se im pusieron para significar estas propiedades en las criaturas, aunque
después se extendieron a significar propiedades análogas en Dios, y no por metá­
fora, sino por una eminente propiedad y analogía, en la que el prim ero y prin­
cipal analogado es D ios en cuanto poseedor de dichas propiedades.
El fundam ento de esta opinión estriba en que tan perfecta y propia es la
adecuación de la cosa al entendim iento como la del entendim iento a la cosa;
luego, por esta parte, no hay impedimento alguno para que la razón de verdad
convenga igualmente a ambas. Además, el que esta adecuación sea por modo de
mensurante o de medido nada importa — según parece— para que pueda recibir
de ambas maneras el nombre y el concepto de v erdad; porque n o hay ningún
argumento suficientemente probativo de que el concepto de verdad exprese y
exija intrínsecam ente la razón de medido, ni de la definición com ún de verdad
se infiere esto, sino más bien lo contrario; pues al decir conform idad entre la
cosa y el e n te n d im ie n to nada se afirma sobre la conform idad p o r modo de men­
surante o de medido. M ás aú n : según indicó Santo Tom ás en los lugares antes
citados, en virtud de dicha definición la verdad se dice conformidad del enten­
dim iento a la cosa de igual m odo que conformidad de la cosa al entendimiento.
Además, porque la razón de mensurante y medido nada añade a un extremo más
que al otro, a no ser o una denominación tomada de alguna causalidad de esa
cosa que se dice m ensurante con respecto a aquella otra que se dice medida, o
algún orden trascendental en virtud del cual una cosa 'sé ordena a otra más bien
que al contrario, así como la ciencia está ordenada a lo escible más bien que lo
escible a la ciencia. Pero estas relaciones no cambian la verdad o propiedad de la
adecuación o conformidad, que es lo único esencialmente requerido para el con­
cepto de verdad. Así, por ejemplo, si una cosa hecha artificialmente se compara
con el entendim iento del artífice en el que tuvo su origen y con el entendimiento
de otro que concibe perfectam ente la razón e idea de tal artefacto sin influir nada

s e d p e r p ro p r ie t a te m , a d s ig n ific a n d a in v c - ex c o m m u n i d e fin i (Io n e v e r ita tis id c o lli-


r it a te m r e r u m , q u a e in ra tio n e e tia m v e - g itu r , sed p o tiu s c o n t r a r i u m ; d ic iru r e n im
r i t a tis p e r f e