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DELITOS Y FALTAS EN EL DERECHO ELECTORAL: sobre la existencia de un

derecho penal electoral


Por Alejandro Tullio1

Introducción

¿Existe el derecho penal electoral? ¿Es necesaria o deseable su existencia? ¿Cuál es el bien jurídico
protegido por los delitos y faltas establecidas en el Código Electoral Nacional y la Ley de
Financiamiento de los Partidos Políticos? ¿El tratamiento del Código Electoral Nacional es el
adecuado?

Nuestra legislación electoral por excelencia, el Código Electoral Nacional


dedica el Titulo VI a la violación de las normas electorales al describir conductas
que por acción u omisión constituyen faltas o delitos con su consecuente sanción,
establece brevemente, además, el procedimiento general e incorrectamente ubicado
en este título, regula el procedimiento del amparo del elector.

Adicionalmente, la Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos, contiene


previsiones sancionatorias de conductas que ella define, por lo que su descripción
debe estar contenida en los alcances de este trabajo.

La existencia de conductas calificadas como delito, o falta, y de sanciones nos


sitúa, entonces frente a la existencia de un derecho penal electoral, que ha sido en
pocas oportunidades objeto de atención y estudio en nuestro medio.

En otras sociedades que han atravesado procesos de transición democrática


o reforma política, los aspectos penales del derecho electoral han tenido mayor
desarrollo, incluso se han creado en algunos países Fiscalías Especializadas en la
materia, persiguiendo por la vía punitiva lo que debería ser la evolución de la cultura
democrática de una sociedad, donde la herramienta sancionadora más importante
está en manos del pueblo y reside en el propio ejercicio del sufragio.

Antes de adentrarnos en esta primera aproximación al tema, debemos


profundizar en el concepto que acabamos de expresar. La potencial imposición de
un castigo no ha resultado un instrumento idóneo para prevenir actitudes y
conductas disvaliosas. La comisión de una conducta tipificada como delito electoral,
especialmente aquellas cuestiones que pueden poner en riesgo tanto el ejercicio del
derecho a elegir como la transparente celebración de elecciones, no son otra cosa
que la expresión del fracaso de una sociedad para autogobernarse y el derecho
penal no puede resolver aquello que la conducta política de los actores democráticos
no hacen.

Partimos entonces de la convicción que los grandes problemas y


transformaciones de una sociedad en sus aspectos electorales – partidarios no
encontrarán solución en las penas ni tribunales sino en el ejercicio de los derechos
soberanos del pueblo.
1
Abogado, Profesor de Derecho Constitucional, Director Nacional Electoral.
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Sin perjuicio de ello, existen actos y conductas que conspiran contra la


realización adecuada de los actos electorales, que deben prohibirse y cuya comisión
requiere del reproche penal y la sanción.

Si bien en el acápite correspondiente haremos la crítica de las normas,


adelantamos nuestra convicción que, a la deficiente técnica legislativa expuesta en
esta parte del Código, la forma y el contenido de este Título pone de manifiesto una
concepción inadecuada respecto de los alcances y la función de las sanciones
legítimas, que son componente del derecho penal.

Siendo ajeno a esta materia, me atreveré sin embargo a ensayar una reflexión
sobre estos extremos en la introducción, para pasar luego a la tarea que nos
convoca.

Existe una concepción tradicional respecto del poder coercitivo del Estado,
que se sustenta en que el derecho penal tiene una función social de prevención
general y su sistemática esta dirigida a definir las conductas que la sociedad
considera disvaliosas y respecto de las cuales el Estado puede y debe ejercer una
acción represiva. Esa definición es de una amplitud tal que es suficiente que una
conducta sea calificada como tal para poner en marcha la potestad punitiva del
Estado.

Frente a ello, la ciencia y la filosofía jurídica han evolucionado hacia un


derecho democrático y sustancialmente constitucional 2 que considera en palabras de
Ferrajoli3, a quien seguiremos en esta introducción, que reafirma la función del
Derecho Penal “como técnica de tutela de los ciudadanos contra la ofensa de
derechos subjetivos e intereses fundamentales, sea individuales o colectivos”. Esta
definición entraña una idea limitativa, que, tratándose de derecho penal es
saludable.

Debemos preguntarnos entonces si los derechos subjetivos de los ciudadanos


y los intereses fundamentales de la sociedad, contenidos en el derecho electoral y
las normas que lo rigen encuentran tutela idónea y suficiente, o si el conjunto de
normas estudiadas no son parte del fenómeno de inflación normativa que, a
contramano de la reflexión jurídica, caracteriza la política legislativa de los últimos
tiempos.

La cuestión electoral viene ganando mayor espacio en el debate social.


Transparencia en las elecciones, en el financiamiento y en los procesos internos de
2
Entendemos por sustancialmente constitucional aquella concepción del derecho que no se limita a
las formalidades procesales que la Constitución establece para la sanción de las leyes sino a la
validez axiológica y la coherencia entre el contenido derechos reconocidos y garantizados en la ley
fundamental.
3
Ferrajoli, Luiggi, “Derecho Penal Mínimo y Bienes Jurídicos Fundamentales” Revista de la
Asociación de Ciencias Penales de Costa Rica http://www.cienciaspenales.org/REVISTA%2005/ferraj05.htm

2
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

los partidos son parte de los procesos públicos que la sociedad exige se controlen
adecuadamente. Ese control se encuentra en manos de la Justicia Electoral que
cuenta con medios limitados y normas que muchas veces resultan insuficientes o
directamente deficientes para cumplir ese cometido.

La existencia de aspectos penales en el derecho electoral no responde a un


afán represor sino que busca adecuar la valoración que la ley hace de las conductas
de los actores electorales con el reclamo de legalidad de la sociedad.

Siguiendo con Ferrajoli afirmamos que “decir que un determinado objeto o


interés es un bien jurídico, equivale a expresar sobre él un juicio de valor; decir que
es un bien jurídico penal, equivale a expresar un juicio de valor penal, es decir una
justificación de su tutela mediante prohibiciones y puniciones de su infracción. Se
entiende así el significado axiológico de "límite" o "garantía" del concepto de bien
jurídico: "un objeto debe ser un bien jurídico porque su tutela penal esté
justificada",”, por otro lado, y teniendo en cuenta la especial naturaleza del derecho
electoral debemos tener en cuenta que “ningún bien justifica una protección penal si
su valor no es mayor al de los bienes que resultan negados mediante las penas 4.”

El Código Electoral describe el conjunto de operaciones que constituyen el


debido proceso electoral, y garantizan la claridad de las actividades de campaña; la
Ley de Financiamiento regula el origen y asignación de los fondos. Las violaciones
de estas normas ponen en cuestión el correcto desarrollo de las elecciones, el
ejercicio libre y sin condicionamientos de los derechos cívico políticos de elegir y ser
elegidos, la igualdad de oportunidades, representada por la sujeción a las normas y
procedimientos legales de nominación de candidatos, de campaña y de régimen
económico, la fiscalización partidaria y fiabilidad de las operaciones destinadas a
determinar el resultado electoral.

La democracia instrumental sería el bien jurídico a proteger. Debe


determinarse que elementos y conductas integran la democracia instrumental en
grado tal que justifiquen la tutela penal, y cuales otras conductas constituyen
imperativos éticos cuya observancia debe instarse por medios políticos.

Si bien existen posiciones divergentes respecto de la ubicación normativa de


los delitos y faltas electorales, las que se expresan entre quienes consideran que
delitos electorales deben figurar en los códigos penales y quienes creen que deben
estar contemplados en las leyes electorales. Importantes doctrinarios se inclinan por
el criterio de especialización con la finalidad que la ley electoral contemple la
totalidad de las normas aplicables a la materia que regula 5.

Por el contrario, sostenemos que una nueva legislación electoral debería


diferenciar entre faltas y delitos y remitir la tipificación y la sanción de los segundos a
la legislación penal, limitando las sanciones de las primeras a penas no restrictivas
de la libertad. Por supuesto que la jurisdicción sobre los delitos debe seguir el
4
Ferrajoli, Luiggi op cit
5
González de la Vega René. Derecho Penal Electoral. Editorial Porrúa México 1991.

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

proceso principal al que se refiera, esto es en caso de elecciones nacionales, o bajo


el régimen de simultaneidad de la ley N° 15.262, será jurisdicción federal y en caso
de elecciones provinciales o locales, la justicia local aplicará la norma nacional en la
materia por ser parte del Código Penal.

Finalmente, la incorporación creciente de nuevas tecnologías de la


información y la comunicación a los procesos electorales, requiere de la regulación y
protección jurisdiccional de algunos de sus aspectos ausente en la legislación actual.

Este trabajo tiene como finalidad describir la cuestión y llamar a la reflexión


sobre los cambios que deberán operarse para que la legislación electoral se adecue
a los desafíos que la sociedad plantea día a día, pero respetando los presupuestos
filosóficos que deben imperar en el Estado Constitucional de Derecho.

I.- Breve enumeración de las conductas tipificadas en la legislación electoral


Argentina

El Título VI del Código Electoral Nacional –al que se denominó “Violación de


la ley electoral, penas y régimen procesal- se refiere al tema que nos ocupa. Dicho
Título se divide en cuatro capítulos: el primero referido a las faltas electorales; el
segundo, a los delitos electorales; el tercero, al procedimiento en general; y el último,
al procedimiento especial del amparo del elector. Circunscribiremos este trabajo a
los dos primeros –esto es, a las faltas y delitos electorales.

El Capítulo I sobre faltas establece que ellas se configuran en los supuestos


que enumeran los artículos 125 y 128, 128 bis y ter.

El artículo 125, tal vez el más mencionado, tiene como finalidad tipificar como
infracción la no emisión del voto por parte del ciudadano habilitado cuando el mismo
no puede acreditar la existencia de algunas de las causales que establece el art. 12
de este cuerpo normativo que justifique dicho proceder omisivo.

La no emisión de voto sin justificación legal pone en movimiento una serie de


preceptos establecidos en los articulo 126 y 127 del mismo cuerpo legal. En el caso
que el ciudadano infractor, por si o por ser compelido judicialmente, pague la multa
impuesta, el pago de la misma debe acreditarse mediante una estampilla fiscal
adherida al documento electoral. El no pago de la multa impide la realización de
gestiones o trámites durante un año ante los organismos estatales nacionales,
provinciales o municipales.

Pero en el caso de los empleados públicos estos deberán acreditar en su


lugar de trabajo el cumplimiento del deber cívico mediante la exhibición del
documento electoral; a su vez los jefes informarán por escrito y de inmediato, de las
omisiones en que sus subalternos hubieren incurrido.

Los demás artículos, en la redacción incorporada por la ley 25.610, describen


la conducta ilícita mediante la remisión a otras normas, vinculadas con la, portación

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

de armas, exhibición de banderas, divisas o distintivos partidarios; los actos de


proselitismo, publicación de encuestas y proyecciones y la publicidad en medios de
comunicación.

De esta manera el art. 128 queda redactado de la siguiente forma: “Se


impondrá prisión de hasta quince días o multa de hasta quinientos pesos a toda
persona que violare la prohibición impuesta por el art. 71 inc. e) de la presente ley”,
que expresamente dice: “Prohibiciones durante el día del comicio. Queda
prohibido: ...e) A los electores, la portación de armas, el uso de banderas, divisas u
otros distintivos durante el día de la elección, doce horas antes y tres horas después
de finalizada...”.

Por su parte, el art. 128 bis –que alude a la publicación de encuestas y


proyecciones-. Éste establece que toda persona física o jurídica que viole el art. 71
inc. f) y h) será pasible de una multa de entre diez mil y cien mil pesos. Recordemos
que ambos incisos del art. 71 han sido modificados por la misma ley 25.610.

El primero de ellos prohíbe la realización de actos públicos de proselitismo y


la publicación y difusión de encuestas y sondeos preelectorales desde 48 hs. antes
de la iniciación del acto electoral y hasta su cierre 6. El segundo se refiere a la
prohibición de publicar y difundir encuestas y proyecciones sobre el resultado de la
elección durante la realización del comicio y hasta tres horas después del cierre.

El art. 128 ter reviste gran trascendencia pues se refiere a la publicidad en los
medios de comunicación, materia que no ha sido objeto de regulación hasta la
sanción de esta norma. Establece tres supuestos: a) que el incumplimiento de la
norma –a saber, emisión y publicación de avisos publicitarios en televisión, radio y
medios gráficos- provenga de los partidos políticos; b) que provenga de una persona
física o jurídica que viola los límites de emisión y publicación; y c) que se origine en
la trasgresión de una persona física o jurídica que explote un medio de
comunicación o viole el art. 64 ter –esto es, “...la emisión y publicación de avisos
publicitarios en medios televisivos, radiales y gráficos con el fin de promover la
captación de sufragio para candidatos a cargos públicos electivos nacionales antes
de los 32 días previos a la fecha fijada para el comicio”.

6
Se podría cuestionar la constitucionalidad de esta norma si se la confronta con la exigencia del
pluralismo partidario y los derechos a la información y a la libertad de reunión y de expresión. En la ex
República de Yugoslavia, la Corte Constitucional tuvo oportunidad de expedirse en un caso similar.
En dicho país, rige la obligación de informar al Ministerio del Interior la realización de reuniones en
lugares públicos o en la vía pública, imponiendo la sanción de multa para los partidos políticos que la
infrinjan. El Tribunal, si bien distinguió entre los mitines realizados en el marco de una campaña
electoral –cuyo fin es lograr la adhesión de los electores a un candidato determinado- y las
manifestaciones de protesta –que por sus características son pasibles de una mayor regulación- ,
sostuvo que el deber de informar impuesto a los partidos políticos tiene por objetivo proteger a los
ciudadanos y crear las condiciones para una reunión pacífica, preservando de esa forma el orden
público y el derecho de aquellas personas que no participan de la reunión. Por ello, la imposición de
la multa en caso de inobservancia de la norma es una reglamentación razonable de dicha disposición
y no viola libertades ni derechos constitucionales (sentencia del 16/2/2000).

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

En el primer caso (a), la sanción es la pérdida del derecho a recibir


contribuciones, subsidios y todo recurso de financiamiento público anual, por un
plazo de uno a cuatro años y los fondos para el financiamiento de campaña de una a
dos elecciones.

En el segundo supuesto (b), la persona es pasible de una multa de entre diez


mil y cien mil pesos.

En la última hipótesis (c), el inciso distingue dos posibilidades: 1) que se trate


de un medio televisivo o radial y que se trate de un medio gráfico. En ambos casos
la sanción es una multa. Sin embargo, en el primer caso, ella equivaldrá al valor total
de los segundos de publicidad de uno hasta cuatro días, conforme a la facturación
de dicho medio en el mes anterior a aquél en que se produjo la infracción. En el
segundo supuesto, la multa se calcula sobre el valor total de los centímetros de
publicidad de uno y hasta cuatro días, conforme la facturación de dicho medio en el
mes anterior al que se produce el ilícito.

Por su parte, el Capítulo II enumera las conductas que se describen a


continuación y las califica como delitos electorales, como veremos mas adealnte la
deficiente técnica legislativa impide una clasificación sistémica por la finalidad de las
normas, por lo que optamos por seguir el orden de la propia norma:

1. La negativa o demora de los funcionarios en dar trámite a la acción de


amparo del elector que regulan los arts. 10 y 11 del Código Electoral Nacional
– este cuerpo legal autoriza al votante a iniciar este tipo de acción cuando vea
afectada sus inmunidades, su libertad o seguridad o cuando su documento de
identidad es retenido indebidamente por un tercero a fin de que le sea
devuelto- (art. 129);
2. La desobediencia a las órdenes impartidas por un funcionario como
consecuencia del amparo incoado por el elector (art. 129);
3. La falta de denuncia de la existencia de reuniones de electores o de depósitos
de armas dentro del radio de 80 metros del lugar del comicio (art. 130);
4. La organización de espectáculos públicos o actos deportivos durante el acto
de votación y pasado tres horas de clausurado aquél (art. 131);
5. La no concurrencia o el abandono de las funciones electorales cuando no
pudieren acreditar la existencia de causa justificada (art. 132);
6. La admisión de los funcionarios de trámites sin exigir la presentación de
documento cívico donde acredite la emisión del voto, la justificación de la no
emisión de éste o el pago de la multa. Este deber se extiende hasta el término
de un año de vencido el plazo de 60 días que tiene el elector para justificar los
motivos que le impidieron votar (art. 133);
7. La autorización o consentimiento por parte del funcionario público acerca de
la publicidad de actos de gobierno en violación a la prohibición que regula el
nuevo art. 64 quarter. (art. 133 bis)7
7
Recordemos que este artículo dispone que, durante la campaña electoral, la publicidad de los actos
de gobierno no pueden promover expresamente la captación del sufragio a favor de alguno de los
candidatos a los cargos públicos electivos nacionales y establece que está prohibido durante siete

6
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

8. La detención, demora y obstaculización del transporte de urnas y documentos


electorales (art. 134);
9. La organización y puesta en funcionamiento de juegos de azar durante las
horas del comicio (art. 135);
10. El expendio de bebidas alcohólicas (art. 136);
11. La inscripción electoral del ciudadano más de una vez, la emisión del voto con
documentos apócrifos, anulados o ajenos y la denuncia de un domicilio falso
(art. 137);
12. La retención indebida del documento cívico de un tercero (art. 137);
13. La falsificación de documentos y formularios (art. 138); la falsificación de
padrones o su utilización (art. 143);
14. La inducción con engaños para que un votante sufrague de determinada
forma o se abstenga de hacerlo (art. 140); o induzca a que alguien devele su
voto (art. 141);
15. La revelación del sufragio (art. 142);
16. El comportamiento malicioso o temerario de quienes recurren o impugnan
votos cuando ello es manifiestamente improcedente o responde claramente a
un propósito obstruccionista (art. 144);
17. Por otra parte, el art. 139 establece como delitos electorales, que podríamos
llamar propiamente dichos, los siguientes:
∙ la utilización de intimidación o violencia para impedir que una persona
ejerza el cargo electoral o el derecho a votar;
∙ el hecho de compeler a votar de determinada manera;
∙ la privación de la libertad para imposibilitar la emisión del voto o el
ejercicio del cargo electoral;
∙ suplantar a un votante, sufragar más de una vez o emitir el voto sin
derecho;
∙ sustraer, destruir o sustituir urnas utilizadas en el acto comicial antes
de efectuarse el escrutinio;
∙ sustraer, destruir o sustituir boletas de sufragio desde que son
utilizadas por el elector hasta la terminación del escrutinio;
∙ sustraer, destruir, sustituir, ocultar o adulterar boletas del cuarto oscuro
antes de la emisión del voto;
∙ falsificar, usar falsificaciones, sustraer, destruir, adulterar u ocultar las
listas de sufragios o las actas del escrutinio; o hacer imposible o
defectuoso el escrutinio por cualquier medio;
∙ falsear el resultado del escrutinio.

Las conductas definidas como delitos electorales se sancionan con la


privación de la libertad, sin perjuicio de que en el caso de los arts. 133 y 144, la pena
es una multa. Además, el art. 145. establece como sanción accesoria la privación de
los derechos políticos por el término de uno a diez años.

días antes de la fecha de la votación, la realización de actos inaugurales de obras públicas,


lanzamiento o promoción de planes , proyectos o programas de alcance colectivo y, en general, la
realización de actos de gobierno que intenten la captación del sufragio a favor de un candidato
determinado.

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Por otro lado, la ley 25.600 sobre Financiamiento de los Partidos Políticos,
sancionada durante el año 2002, estableció nuevas conductas cuya omisión o
incumplimiento traen aparejadas sanciones que varían según quien sea el infractor.
Como veremos mas adelante por un defecto de técnica legislativa y de concepto, no
se determina si son delitos o faltas por lo que se debería presuponer que pertenecen
a esta última especie, sin embargo nada lo indica así, lo que deviene trascendente
para determinar el régimen procesal aplicable, aunque en defecto de otra definición
se aplica el prescripto por la Ley Nº 23.298.

Así pues, tratándose de los partidos políticos, ellos son penados:

a) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público anual por el plazo de uno a cuatro años,
cuando reciben o depositan fondos en cuentas distintas a las autorizadas por
la ley para el depósito de los fondos partidarios, excepto los destinados a
financiar la campaña electoral (art. 2º y 3º);

b) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público de las campañas electorales por una o dos
elecciones, los partidos políticos que reciben o depositan fondos en cuentas
distintas a las permitidas por la norma –es decir, la cuenta abierta
específicamente para depositar los fondos destinados a la campaña electoral-
(art. 8º y 10);

c) Con la pérdida del derecho a percibir el aporte por desenvolvimiento


institucional por el termino de un año, los partidos políticos que no destinen el
20% de dicho aporte a actividades de capacitación , formación o
investigación.

d) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público anual, por el plazo de uno a cuatro años y
los fondos para el financiamiento público de las campañas electorales por una
o dos elecciones, los partidos políticos que retiren sus candidaturas –por
ende, no participe en la elección- y no restituya en el término de sesenta días
de realizada la elección el monto recibido en concepto de aporte para la
campaña (arts. 27 y 28);

e) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público anual, por el plazo de uno a cuatro años y
los fondos para el financiamiento público de las campañas electorales por una
o dos elecciones, los partidos políticos que reciben contribuciones o
donaciones privadas que:
1) sean anónimas;
2) provengan de entidades centralizadas, descentralizadas, nacionales,
provinciales, interestaduales, binacionales o multilaterales, municipales o de
la Ciudad de Buenos Aires;

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

3) hayan sido dadas por empresas concesionarias de servicios u obras


públicas de la Nación, las provincias, los municipios o la Ciudad de Buenos
Aires;
4) sean dadas por personas físicas o jurídicas dedicadas a la explotación de
juegos de azar;
5) sean otorgadas por personas físicas o jurídicas extranjeras y que no
tengan residencia o domicilio en el país;
6) provengan de personas que fueron obligadas a efectuar la contribución por
sus superiores o empleadores;
7) sean concedidas por asociaciones sindicales, profesionales o patronales
(arts. 34 y 37);

f) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público anual, por el plazo de uno a cuatro años y
los fondos para el financiamiento público de las campañas electorales por una
o dos elecciones, los partidos políticos que –por año calendario- reciben
contribuciones o donaciones privadas de una persona jurídica superior al 1%
del total de gastos permitidos; o de una persona física, superior al 0,5% del
total de gastos permitidos (arts. 35 y 38);

g) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público anual, por el plazo de uno a cuatro años y
los fondos para el financiamiento público de las campañas electorales por una
o dos elecciones, los partidos políticos que reciben contribuciones o
donaciones privadas que superen el monto equivalente a la diferencia entre el
tope máximo de gastos de campaña fijado por esta ley y el monto del aporte
extraordinario para campaña electoral correspondiente al partido o alianza
(arts. 36 y 38);

h) Con la pérdida del derecho a recibir contribuciones, subsidios y todo


recurso de financiamiento público anual, por el plazo de uno a cuatro años y
los fondos para el financiamiento público de las campañas electorales por una
o dos elecciones, los partidos políticos que reciben contribuciones o
donaciones privadas que no respeten los límites de gastos establecidos en la
norma, a saber: en elecciones a cargos legislativos nacionales, presidente y
vicepresidente, los gastos de campaña para la primera vuelta no pueden
superar en conjunto la suma de un peso por elector habilitado a votar en la
elección; y para la segunda vuelta de presidente y vicepresidente, el límite no
puede superar los treinta centavos por elector habilitado;

i) con la suspensión automática 8 del pago de los aportes públicos cuando no


se sometan al procedimiento de control del financiamiento que establece la
norma, mediante la presentación ante la justicia federal con competencia
electoral, del estado anual del patrimonio, la cuenta de ingresos y egresos, los
8
El término “automática” es jurídicamente equivoco dado que en tanto la suspensión afecta un
derecho, esta no puede ser operativa sino en el marco de un trámite judicial y previa resolución
notificada a los afectados.

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

certificados suscriptos por el presidente, el tesorero y un contador público


matriculado y la correspondiente documentación respaldatoria. Asimismo, la
presentación del informe detallado de aportes públicos y privados recibidos,
con indicación de origen y montos, así como los gastos incurridos con motivo
de la campaña electoral; además, un detalle del monto de los aportes,
subsidios y franquicias públicas a la campaña, entre otros datos (arts. 50, 54,
58 y 64).

También son sancionados los responsables del manejo de los fondos


partidarios, en el caso, el presidente y el tesorero. En efecto, ellos serán pasibles de
inhabilitación de seis meses a diez años para el ejercicio de sus derechos a elegir y
ser elegidos en las elecciones a cargos públicos nacionales; en las elecciones de
autoridades de los partidos políticos y para el ejercicio de cargos públicos y
partidarios cuando autoricen o consientan la utilización de cuentas distintas a las
autorizadas por la ley para el financiamiento de la actividad partidaria sea que se
trate de la cuenta donde se depositan los fondos destinados al mantenimiento del
partido o los destinados a la campaña electoral (arts. 4º y 11º).

A lo expuesto, debe sumarse que la ley estipula que, en el caso de


financiamiento privado, corresponde sancionar con una multa que puede oscilar
entre una suma igual al monto de la contribución y hasta el décuplo de dicho monto,
a la persona física o jurídica que “efectuare, aceptare o recibiere contribuciones o
donaciones a los partidos en violación a las prohibiciones que establece la presente
ley”.

Asimismo, tratándose de personas físicas, así como propietarios, directores y


gerentes o representantes de personas jurídicas que incurran en dicha conducta
serán pasibles de inhabilitación de seis meses a diez años para el ejercicio de sus
derechos a elegir y ser elegidos en las elecciones a cargos públicos nacionales y en
las elecciones de autoridades de los partidos políticos y para el ejercicio de cargos
públicos y partidarios (art. 39)9.

II.- Concepto de delito o falta electoral

Descriptas las faltas y los delitos insertos en el Código Electoral Nacional y las
leyes dictadas en materia electoral, sería conveniente, en primer lugar, definir tales
conceptos y establecer qué diferencias sustanciales existen entre una y otra
categoría –tarea que, por supuesto, no resulta sencilla 10.
9
Es interesante observar como, en Francia, se han relacionado tres campos del derecho electoral
que han adquirido suma importancia en los últimos tiempos, a saber: el cupo femenino, el
financiamiento partidario y el régimen electoral sancionatorio. En dicho país, se cuestionó la
constitucionalidad de la norma que disminuyó el monto del aporte para los partidos o agrupaciones
políticas cuando no se respeta el número total de candidatos de cada sexo. Si bien la reducción de
los aportes no es una sanción de tipo penal –el Consejo Constitucional de Francia entiende que es
“una modulación de la ayuda pública”-, su fin es presionar (al igual que una sanción penal) a los
partidos y agrupaciones a respetar en la próxima oportunidad el acceso igualitario de los sexos a los
cargos públicos (sentencia del 30/5/2000).
10
En este sentido, Fermín Pedro Ubertone puso de manifiesto que “La distinción entre delitos y faltas
electorales es asunto de por sí complejo...En cuanto a cuáles son los delitos electorales..., a los

10
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

El principio de la legalidad, parte del derecho liberal en que se funda el


Estado Constitucional de Derecho, sostiene que nadie puede ser penado sino en
virtud de la comisión de una conducta cuya descripción y calificación previa este
contenida en la ley. Dicha conducta es denominada delito, falta o contravención.

En algunos sistemas jurídicos se ha diferenciado entre cada una de estas


denominaciones según la naturaleza del bien jurídico tutelado, sin embargo el
derecho positivo ha limitado la clasificación de acuerdo a un criterio cuantitativo, o
sea de acuerdo a la gravedad de las penas impuestas para cada conducta.
Actualmente esta más extendida la clasificación bipartita entre delitos y faltas o
contravenciones.

Sebastián Soler sostiene que los delitos y las contravenciones no pueden ser
ontológicamente diferentes, por lo que toda distinción sólo será posible desde un
punto de vista cuantitativo o simplemente legal, lo que obliga al legislador a emplear
en la ley fórmulas claras y precisas11.

La Corte Constitucional de Colombia ha señalado en su jurisprudencia que


“compete al legislador, conforme a la cláusula general de competencia, trazar la
política criminal del Estado y determinar cuáles conductas constituyen delitos y
cuáles contravenciones. Sobre el particular expresó la Corte en la sentencia C-
198/9Sentencia, M.P. Fabio Morón Díaz., lo siguiente: "Cabe anotar que la
selección de los bienes jurídicos merecedores de protección, el señalamiento de las
conductas capaces de afectarlos, la distinción entre delitos y contravenciones, así
como las consecuentes diferencias de regímenes sancionatorios y de
procedimientos obedecen a la política criminal del Estado en cuya concepción y
diseño se reconoce al legislador, en lo no regulado directamente por el
Constituyente, un margen de acción que se inscribe dentro de la llamada libertad de
configuración".
 
Sigue el Tribunal considerando que “Sin embargo, esta facultad no es
absoluta, porque al momento de concretarse el tipo penal, es decir, al describir la
conducta objetiva punible, mediante la selección de aquellos comportamientos, que
destruyan, afectan o ponen en peligro bienes jurídicos esenciales para la vida en
comunidad el legislador debe tener en cuenta los fines, valores, principios y
derechos contenidos en la Constitución. El legislador, además de concretar el marco
efectos prácticos adoptamos la opción fácil: atenernos a la sistematización hecha por el propio
Código Electoral, y aceptar que lo que está en el Capítulo I son faltas y lo que está en el Capítulo II
son delitos” (“El código electoral nacional ¿un texto ordenado con errores de derecho penal?”, 22
EDLA- 1359 y ss). El citado autor explica que dicha dificultad también fue observada por Pedro
Gómez de la Fuente y Carolina Perez Colman en “Glosario electoral Argentino” al decir que “Parece
difícil, sin embargo, encontrar las bases teóricas de la diferenciación entre faltas y delitos” (nota al pie
1).
11
Soler Sebastián ”Derecho Penal Argentino.” Tomo I, Ed. Edigraf SA, Buenos Aires, Abril de 1988,
Reimpresión 1992, en similar sentido Zafffaroni Eugenio “Tratado de Derecho Penal. Parte General”,
Ed. Ediar,1998/2001. Edición y Reimpresión 2001/ 2000 y Fontan Balestra Carlos“ Tratado de
Derecho Penal”, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, Enero de 1995

11
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

jurídico criminal punitivo complementariamente, determina los procedimientos que


deben seguirse para el juzgamiento tanto de los delitos como de las
contravenciones, observando las garantías propias del debido proceso.”
 
De todas maneras los ordenamientos jurídicos se inclinan por el criterio
cuantitativo al reservar la categoría de delitos a las infracciones más graves,
considerando a las faltas como violaciones menores al orden público.

El derecho penal argentino solo alcanza a las conductas definidas en el


Código Penal y las leyes que expresamente incorporan prescripciones penales al
mismo. Al no legislar el código de fondo sobre faltas, la facultad de hacerlo queda en
manos de las jurisdicciones provinciales. Así lo entendió la Corte Suprema de
Justicia en el caso “Esio Bruno Cimadamore”12.

Como puso de resalto la doctrina, “En un sentido amplio (los delitos y faltas)
consisten en acciones u omisiones que violan, atentan contra, o afectan el sistema
electoral, entendido este como el conjunto de derechos, deberes, valores,
procedimientos y mecanismos, mediante el cual los electores expresan su voluntad
política a través de su voto en un estado democrático de derecho, ya sea que dicha
voluntad se traduzca en la elección de candidatos o en la manifestación de
opiniones, como en el caso de los referéndum y consultas populares” 13.

Sin embargo, en materia electoral, afirmamos que la diferencia entre faltas y


delitos consiste básicamente en que las primeras no atacan directamente los valores
fundamentales de la democracia –participación libre; transparencia; ausencia de
corrupción-; es decir, que sin perjuicio de infringirse el deber cívico de votar o el
mantenimiento del respeto por el proceso electoral –a través de la exhibición de
divisas partidarias o la realización de propaganda-, no se afecta el valor intrínseco
de la democracia, no se atenta contra el acto electoral en sí mismo, lo que si ocurre
cuando se obliga a una persona a emitir el voto o a no hacerlo; cuando se pretende
evitar el acto electoral; cuando se falsifican documentos esenciales para el comicio,
entre otros.

En este sentido creemos que varias conductas tipificadas como delitos


electorales deberían reubicarse y ser consideradas como faltas, no solo por la
entidad de las acciones sino por el tratamiento procesal diferenciado entre unas y
otras infracciones.

Como bien señala Pedicone de Valls, “Las legislaciones de los diferentes


países han sancionado normativas específicas en materia de delitos electorales. De
ellas se deduce que el bien jurídico protegido, que los delitos electorales tipificados
procuran tutelar y resguardar, comprende la integridad y el correcto funcionamiento
de las instituciones democráticas y republicanas”.

12
CSJN, Fallos 191-245.
13
Saavedra, Heriberto, “Delitos y faltas electorales”, ED 21 de mayo de 2001.

12
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Define “como delitos electorales a las conductas descriptas y sancionadas por


cada legislación en la materia, calificadas como tales porque lesionan o ponen en
peligro la función electoral federal y las instituciones democráticas y republicanas de
representación política”14

Asimismo, explicó que para que el sufragio pueda ser identificado con el
sistema democrático, debe cumplir con la garantía de veracidad del sufragio y ello
debe enmarcarse en “un sistema de recursos jurisdiccionales que aseguren el
control de las infracciones o errores que se pudieren cometer en el proceso
electoral”15. Ello incluye la sanción efectiva contra delitos que impiden un ejercicio
libre del derecho de sufragio.

Finalmente, debemos citar lo que al respecto sostuvo Manuel Aragón Reyes


cuando distinguió entre el “contencioso electoral” y los delitos electorales. Excluyó a
los segundos del ámbito del primero, diciendo “Dejamos de lado las llamadas
garantías penales (mejor protecciones penales), es decir, los delitos
electorales...que no integran, por sí mismos, el elenco de recursos electorales. Estos
tienen por objeto corregir las infracciones (o errores) de naturaleza administrativa,
pero no perseguir la realización de delitos, que tiene otra vía distinta: la vía penal” 16.

III.- Distinción entre ambos conceptos en el tratamiento del Código Electoral

Conforme lo expuesto el criterio seguido por el legislador, residió en la


importancia de las conductas. Las faltas son cuestiones de menor importancia,
mientras que las segundas aluden a cuestiones que ponen en peligro el acto
comicial.

A fin de corroborar este criterio, vale observar, a modo de ejemplo, los delitos
enunciados en el artículo 139, que se refieren a conductas cuyo fin es impedir o
modificar la voluntad del elector en el momento de la emisión de voto (incs. a, b, c,
d) y, a impedir, modificar o sustraer material necesario para llevar a cabo el acto
comicial (incs. e, f, g, h, i). En consecuencia, lo que pretende garantizar el presente
artículo es la libertad del elector en y durante la emisión del voto y la realización
efectiva del acto comicial.

Esto último, permite ubicar este tipo de delitos electorales dentro del subgrupo
de “conductas ilícitas en materia electoral” que tiene por finalidad “la corrupción y el
fraude electoral resultando atentatorias contra la voluntad popular. Es decir, que
estén enderezadas a producir o propiciar que se produzca un fraude en la elección,
ya sea particular, como el de aquel que vota por otro, o de alcances generales,

14
Pedicone de Valls, “Derecho Electoral”, pág. 181 y ss.
15
Pedicone de Valls, op. cit. pág. 99
16
“Legislación electoral comparada y garantías jurídicas del proceso electoral” en Elecciones y
Democracia en América Latina. Memoria del Primer Curso Anual Interamericano de Elecciones, pág.
105 y ss.

13
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

como el que altera un programa o un procedimiento o adultera documentación


electoral”17.

Retornando a las diferencias entre delitos y faltas, otra diferencia que puede
observarse es de tipo procedimental, que también tiene sustento en la importancia
de cada una de estas categorías. Ella reside en que, en el caso de las faltas,
intervienen los jueces electorales en instancia única; mientras que, en el caso de los
delitos electorales, se puede ir en apelación ante la Cámara de Apelaciones.

Volviendo a la primera distinción y no obstante lo dicho, estamos persuadidos


que, en este aspecto, el Código Electoral Nacional padece de una deficiente técnica
legislativa, ya que dentro del capítulo II referido a los delitos se incluyeron algunas
conductas que coinciden, a nuestro entender, más a las características de las faltas
que a las de los delitos. Por ejemplo, el art. 133 que establece una multa para los
empleados públicos que admitan gestiones sin verificar la emisión del sufragio, su
justificación o el pago de la multa, según el caso.

Sin embargo, no corresponde al suscripto determinar la inteligencia de la


norma, máxime cuando se refiere a una materia tan sensible como el derecho penal.
Por ello, no cabe hacer una interpretación extensiva de las normas analizadas,
tampoco ampliar o reducir los supuestos enunciados por la ley o hacerlos extensivos
a circunstancias distintas a las descriptas. En efecto, vale destacar el carácter
taxativo de los delitos enumerados. Observando principios constitucionales
universales no cabe hacerlos extensivos a situaciones similares ni aplicarlos
analógicamente.

IV.- Ámbito de aplicación y órgano judicial competente

Siguiendo el criterio expuesto en el punto anterior, la jurisprudencia ha puesto


de resalto que los delitos y faltas a los que se refiere el Código Electoral Nacional, la
ley 23.298, y las leyes 25.600 y 25.610 deben producirse durante el curso de un
acto electoral nacional, no resultando de aplicación sus disposiciones cuando se
trata de votaciones provinciales, municipales, internas de los partidos políticos, etc.

En efecto, en una oportunidad, la Justicia en lo Criminal y Correccional


Federal se declaró incompetente, fundando su opinión en que el art. 44, inc. 2, ap.
“e” del Código Electoral Nacional sostiene que el juez electoral es competente por
tratarse de un delito electoral encuadrable en el art. 139 inc. d) de la norma citada.
Por su parte, la Justicia Nacional Electoral de Primera Instancia sostuvo que “... la
Justicia Electoral Nacional en materia penal se encuentra estrictamente limitada a
los delitos y faltas electorales contemplados en el Capítulo II del Título VI del Código
Electoral Nacional”.

En la misma causa, el magistrado transcribe la jurisprudencia del Tribunal de


Alzada en el fallo Nº 858/89 18, donde soslayó que “...se entiende por delitos
electorales...’aquellos que se cometen con motivo de las elecciones nacionales’, por
17
Saavedra, Heriberto, “Delitos y faltas electorales”, ED 21 de mayo de 2001.

14
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

lo que ‘no rigen para las elecciones internas de los partidos políticos...la
competencia de la Justicia Nacional Electoral, siendo un fuero especializado, no
puede interpretarse en forma extensiva, ‘el carácter restrictivo de la jurisdicción
federal que limita su conocimiento a las causas específicamente determinadas en
las leyes que rigen su competencia o en las que concreta y expresamente atribuyen
a sus normas la intervención y conocimiento del fuero federal de excepción...” 19.

Al intervenir la CNE en dichos actuados, sintetizó que “...si bien es cierto que
el art. 12 apartado II inc. A) de la ley 19.108 establece la competencia de los jueces
electorales para conocer en ‘todas las cuestiones relacionadas con los delitos
electorales’, sin distinguir entre elecciones nacionales o partidarias, debe advertirse
que los únicos delitos tipificados como tales son los contemplados en el Capítulo II
del Título VI del Código Electoral Nacional, cuya normativa está exclusivamente
referida a las elecciones nacionales y para nada se ocupa de las que se realizan en
el ámbito interno de los partidos políticos...el artículo 29 de la ley 23.298 no da
tampoco sustento a la pretensión del fiscal, toda vez que la remisión que dicha
norma efectúa al establecer que ‘las elecciones partidarias internas se regirán por la
carta orgánica, subsidiariamente por esta ley y, en lo que sea aplicable, por la
legislación electoral’ no puede considerarse abarcativa de las disposiciones de
orden penal contenidas en el Código Electoral Nacional. Ello por cuanto dicho
artículo establece que es la carta orgánica -ley fundamental del partido (cf. Art. 21)-
la que rige, en primer término, las elecciones partidarias”.

A lo dicho se agregó que “La ley de los partidos políticos y la legislación


electoral tienen sólo aplicación subsidiaria, es decir con carácter supletorio cuando
existen situaciones que, en el ámbito que la ley autoriza a regular a la carta orgánica
-esto es los poderes, derechos y obligaciones partidarias (cf. Art. 21) - ésta no ha
contemplado. Consiguientemente, la remisión a la legislación electoral en carácter
subsidiario no incluye aspectos que no pueden ser materia de regulación por parte
del cuerpo normativo primario que aquella debe suplir. Y como las cartas orgánicas
no pueden tipificar conductas delictivas -lo cual está reservado al legislador- se
advierte que no es posible, por vía de remisión a una legislación subsidiaria, tipificar
como delito en la esfera de las elecciones partidarias internas conductas que
solamente lo son en el ámbito de los comicios nacionales...” 20.

La jurisprudencia transcripta permite esbozar una primera conclusión: la


justicia federal electoral es competente para entender en las causas donde se
juzguen las conductas tipificadas en las normas electorales como delitos o faltas,
cuando ellas han sido cometidas durante un proceso o acto electoral nacional. Por
ende queda fuera de su jurisdicción los ilícitos cometidos durante una elección
provincial, municipal o interna partidaria. Ello en virtud de que los tipos penales no
pueden ser extendidos a situaciones no determinadas expresamente por la norma ni
ser aplicados mediante la analogía.

18
CNE, “Juez Federal Dr. Manuel Humberto Blanco s/ denuncia s/ incompetencia”, Expte. Nº 1617/89,
del 20/12/89.
19
Juzg. de 1o. Instancia en lo Electoral, “Rico, Claudio Fabián s/ denuncia - Unión Cívica Radical”
20
CNE, “Rico, Claudio Fabián s/ denuncia – Unión Cívica Radical”, Fallo No 2440/98 del 21/7/98.

15
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Todo lo referido al juzgamiento de este tipo de conductas se encuentra regido


por el artículo 146 del Código Electoral el que dispone que:

1. Serán competentes los jueces electorales de primera instancia. En el caso de


las faltas, lo serán en instancia única; en cambio, si se trata de delitos, la
resolución que aquellos adopten podrá ser recurrida ante la Cámara Federal
de la respectiva jurisdicción.
2. Se rige por las normas del Código de Procedimientos en los Criminal de la
Nación
3. El plazo de prescripción de la acción es el que establece el Título X del Libro
primero del Código Penal.

La jurisprudencia ha interpretado este artículo diciendo que “Todo lo relativo a


los partidos políticos, la documentación requerida para ello, sus características y
contenido, se halla normado por la Ley Orgánica de los Partidos Políticos (ley
23.298), y no por el Código Electoral Nacional, quedando entonces excluida la
aplicación del Art. 138 de esta última norma, que sólo pena la falsificación de los
documentos previstos en ella. No se trata, por tanto, de un delito que debe ser
instruido por el Juez Electoral, de acuerdo con lo que prevé el artículo 146 del texto
legal citado, que le confiere una jurisdicción excepcional y cuyo alcance debe ser
interpretado restrictivamente”21.

A modo de ejemplo, cabe transcribir el siguiente fallo en el que se determinó


que “La falsificación de una ficha de afiliación a un partido político encuadra en el
tipo legal descripto por el art. 292 del Código Penal y no en el Código Electoral
Nacional. No se trata pues de delito que deba ser investigado por el Juez Electoral
“22.

Este artículo permite observar una interpretación limitativa de la actuación


judicial federal electoral.

En este sentido, se expidió la Cámara Federal de San Martín que expuso que
corresponde a la Justicia Federal en lo Electoral entender en las causas que versen
sobre delitos electorales: “Debe ser el juez federal con competencia electoral ...quien
conozca en las presentes actuaciones donde se investigan conductas delictuosas,
acaecidas en oportunidad de celebrarse el último acto eleccionario nacional, que
impidieron –en una mesa de votación del estado provincial...- el ejercicio del
derecho al voto de una persona, a raíz de que otra habría sufragado en su lugar
mediante la utilización de un documento falso...”.

Inmediatamente, se dijo que “Ello así, pues de acuerdo con lo normado en el


art. 146 del código electoral nacional los sucesos de esta naturaleza -en principio

21
CNac. Apel. en lo Crim. y Correcc. Fed., Sala II, “Partido Frente por la Democracia Avanzada s/
Competencia - Causa 15.571” del 29/6/99.
22
CNac. Apel. en lo Crim. y Correcc. Fed., Sala II, “Moyano, J.C. s/ Inc. De Incomp. Falsificación -
Causa 15.338” del 11/5/99.

16
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

enmarcables en los arts. 137, 138 o 139 del cuerpo legal citado- fueron atribuidos a
la justicia electoral, sin que la circunstancia de que los hechos pudiesen estar
comprendidos en otros tipos penales más severos previstos por el Código Penal
(arts. 292 y 296 del C.P.) -cuestión contemplada por la propia ley de la materia-
determine el necesario apartamiento del magistrado electoral, menos aún en el
presente caso donde la íntima relación entre el hecho denunciado y el comicio que
se estaba desarrollando, pudo haber importado una alteración en la normalidad o
regularidad de las elecciones nacionales (cf. Doctrina de Fallos 180:421; 231:282;
276:488; 289:94; y 311:1387)”23.

Al respecto, dicho Tribunal sostiene que “Estas precisiones limitativas del


accionar judicial federal en la materia electoral, para asegurar la genérica esencia de
su intervención, permiten ingresar en otra consideración respecto de los alcances de
la misma, esta vez relacionada a su actuación, en virtud de la prescripción del art.
146 del Código Electoral, en tanto endilga al Juez Electoral, el conocimiento de las
faltas y delitos previstos en los capítulos I y II de ese cuerpo normativo. En estos
supuestos, considero que una puntual y excepcional atribución de competencia por
vía de una norma especial -seguramente dictada de modo de no contrariar los
principios de distribución por materia en los que se asienta nuestro sistema judicial-,
no puede ser extendida a situaciones análogas a una elección nacional -como
puede resultar el caso de elecciones partidarias- tanto cuanto el accionar a
investigar puede encontrar tipificación en la norma general, como cuando no”.

Obsérvese que, nuevamente, la doctrina destaca la imposibilidad de extender


las figuras penales del Código Electoral Nacional a otras circunstancias no fijadas
expresamente por la norma. En tal entendimiento, se dijo que “Ello por cuanto
entiendo que la remisión que efectúa el artículo 29 de la ley de los Partidos Políticos,
para la aplicación subsidiaria de la legislación electoral en las elecciones partidarias
internas, no puede resultar comprensiva, en mi entender, de las disposiciones de
orden penal contenidas en el referido código y por ende, devenir las conductas
objeto de investigación, alcanzadas analógicamente por la norma penal especial, la
que resulta prevista sólo para actos eleccionarios nacionales; en consonancia con
las reglas de competencia penal de la Justicia Federal estatuidas en el artículo 33
del CPPN, y en tanto allí se prevé, entre los casos que provocan su intervención por
resultar delitos que afecten el orden nacional, a los que ‘...estorben o falseen las
elecciones nacionales...’. Esta tesitura que he aplicado para resolver la
incompetencia del juez federal en la investigación de hechos irregulares
denunciados como acontecidos durante la realización de elecciones partidarias, ha
sido sostenida por la Cámara Nacional Electoral en su fallo 2440/98, y también
recientemente por la Sala I de la Cámara Federal de San Martín - en precedente
citado como No. 426 del Tomo 103 de la colección JPBA-, al considerarse por
sendos tribunales de alzada, que la intervención de los Jueces Electorales se
encuentra reservada a los sucesos que, si bien pueden resultar típicos a la luz de las
prescripciones de los arts. 137 y sig. del C.E.N., lo sean en ocasión en que las
actividades ilícitas acontezcan en el transcurrir del desarrollo de un acto eleccionario
nacional”.
23
CFed. San Martín, Sala I, diciembre 9-1997, “G., S s/ den. Falsif. Dto.”

17
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

A mayor abundamiento, cabe señalar que la jurisprudencia ha indicado que


“...la vía adecuada para tratar las cuestiones planteadas por su parte –concernientes
al proceso electoral interno del Partido del Frente Grande- era la establecida por el
mencionado artículo 32 [de la ley 23.298]...” pero “la exigencia de deducir ante la
Junta Electoral partidaria las impugnaciones a los comicios –indebidamente
formuladas en forma directa ante el señor juez de primera instancia- no abarca la de
denunciar ante ella los hechos presuntamente ilícitos, como erróneamente afirman
los recurrentes. En ese entendimiento el magistrado dispuso – a fin de la
determinación de responsabilidades de índole penal- remitir copia de las
actuaciones al tribunal competente”24.

Sin embargo, no todas las jurisdicciones han seguido el criterio expuesto


precedentemente; “Por el contrario esta interpretación no fue receptada por la
Cámara Federal de General Roca, Tribunal de Alzada en la cuestión así resuelta,
por disposición de la última parte del aludido art. 146 del CEN -y en tanto deviene el
Tribunal de segunda instancia de la jurisdicción-, en postura que se ve básicamente
avalada en la apreciación de que la remisión establecida en el mencionado art. 29
de la ley 23.298, permite establecer que a las elecciones partidarias las alcanza la
legislación electoral también en el orden de conductas tipificadas penalmente, por
cuanto al hablarse de elecciones en los tipos penales descriptos en el capítulo II del
título VI del CNE, la ley no hace distingos entre las internas y las genéricas” 25.

Consideramos errada la postura sostenida en el fallo precedente, por


contradecir, no sólo la jurisprudencia de los órganos competentes sino la claridad de
las normas que regulan la materia.

Conforme lo dicho y a esta altura del análisis, podemos esgrimir una segunda
conclusión. La remisión que efectúa la ley 23.298 a las normas del Código Electoral
Nacional no abarca la remisión a los artículos que se refieren a los delitos y faltas
electorales. Ello en virtud de la imposibilidad de aplicar analógicamente figuras
penales a otros supuestos y como consecuencia de la interpretación armónica de las
normas del Código Electoral Nacional, el artículo 33 del CPPN, la ley 19.108 y la
propia ley 23.298.

En efecto, el art. 146 del Código Electoral Nacional se ve complementado por


el art. 12 de la ley 19.108 modificada por la ley 19.277. Esta norma establece que
“Los jueces nacionales de primera instancia federal con competencia electoral
conocerán, a pedido de parte o de oficio: I.- En primer y única instancia en los juicios
sobre faltas electorales previstas en la Ley Electoral. II.- En todas las cuestiones
relacionadas con: a) Los delitos electorales, la aplicación de la Ley Electoral, de la
Ley Orgánica de los Partidos Políticos y de las disposiciones complementarias y

24
CNE, Montiel, Francisco Santiago y otros s/ denuncian fraude –Impugnan elección”, Expte. N º
3432/2001, fallo Nº 2906/2001 del 6/9/2001.
25
Filipuzzi, Mirta Susana -Juez federal de Viedma con competencia electoral en la provincia de Río
Negro- “La excepcionalidad de la Justicia Federal en la competencia electoral” en la “Revista de la
Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, pág. 135 y ss.

18
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

reglamentarias, en todo lo que no fuere atribuido expresamente a las Juntas


Electorales...”

La presente norma establece la competencia de los juzgados nacionales


electorales de primera instancia, disponiendo que ellos podrán intervenir de dos
formas distintas, esto es como instancia única o como primera instancia con
posibilidad de recurrir su decisión ante la Alzada.

Con respecto al punto II a), sostuvo que “la competencia de la Justicia


Nacional Electoral en materia penal se encuentra estrictamente limitada a los delitos
y faltas electorales contemplados en el Capítulo II del Título VI del Código Electoral
Nacional y que debe entenderse por delitos electorales ‘aquellos que se cometen
con motivo de las elecciones nacionales’, por lo que las disposiciones señaladas en
el párrafo primero ‘no rigen para las elecciones internas de los partidos políticos, y
los posibles ilícitos que puedan constituir los hechos denunciados son entonces
ajenos al conocimiento de la Justicia Electoral (conf. Fallos CNE No. 858/89 y
2440/98)” 26.

El fallo parcialmente trascripto precedentemente, se ve corroborado por lo


manifestado por el Dr. Enrique Rocca, en la causa “Guida, Oscar y otros s/ denuncia
Partido Justicialista de la Pcia. de Buenos Aires”, Expte. 1454, fallo Nº 714/89, del
17/4/89, aunque refiriéndose a otro tipo de elección que no es nacional.

En dicha ocasión, el magistrado expresó que, tratándose de una elección


eminentemente provincial o municipal, “nada tiene que hacer la Justicia Nacional
Electoral”. Más aún, destacó que “Es bien claro el art. 5º de la ley 23.298 en cuanto
que solamente se aplicará la intervención de la Justicia Nacional Electoral cuando se
trata de elección de autoridades nacionales. Lo contrario sería violar flagrantemente
el art. 105 de la Constitución Nacional en cuanto decide que `Las provincias eligen
sus gobernadores, sus legisladores y demás funcionarios de provincia, sin
intervención del Gobierno Federal”.

Otro punto que debemos aclarar es quien debe intervenir como tribunal de
Alzada. En lo que a este punto respecta, y como lo dijéramos anteriormente,
entendemos que resultan competentes las Cámaras Federales de cada jurisdicción,
ello en un todo de acuerdo con lo dispuesto por el art. 146 del Código Electoral
Nacional siempre que se den los demás requisitos para tener configurado un ilícito
electoral.

Lo dicho se ve corroborado, por ejemplo, por el Dr. Eduardo Agrelo que opina
que son competentes las Cámaras Federales de la jurisdicción donde se cometió el
delito. Así pues, destacó que no tiene jurisdicción la Cámara Nacional Electoral
sobre este tipo de cuestiones, remarcando ello surge del propio texto de la ley
19.108, la que al definir el ámbito de competencia de la Cámara Nacional Electoral
no mencionó su intervención en el caso de los delitos electorales. En efecto, sostuvo
que “El artículo 5º, inc. a) de la ley 19.108 modificada por la ley 19.277 y los
26
CNE “Integrantes Lista No. 6 - Partido Justicialista s/ Queja, Fallo No. 2571/99 del 28/6/99.

19
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

artículos 44, apartado 2, y 51 del presente código mencionan las cuestiones con
relación a las cuales la Cámara Nacional Electoral tiene competencia. En cuanto a
los delitos electorales, la mencionada Cámara carece de competencia, la que queda
reservada a las Cámaras Federales de la jurisdicción correspondiente” 27.

Finalmente, y tal como lo pusiéramos de resalto ut supra, la materia analizada


puede y ha generado conflictos de competencia entre la justicia provincial y la
justicia federal cuya dilucidación no es evidente. Por ello, entendemos que el criterio
a seguir es el siguiente: tratándose de delitos electorales ocurridos con motivo o
durante un acto electoral nacional, es competente la justicia federal electoral. Ello,
por referirse a un proceso de votación cuyo fin es la designación de funcionarios del
gobierno nacional y no provincial y teniendo en cuenta, con respecto a las normas
que rigen la competencia federal, que “el carácter restrictivo de la jurisdicción federal
que limita su conocimiento a las causas específicamente determinadas en las leyes
que rigen su competencia o en las que concreta y expresamente atribuyen a sus
normas la intervención y conocimiento del fuero federal de excepción” 28.

No obstante lo dicho, cabe recordar que, ante un conflicto de competencia


(donde una y otra jurisdicción niegan su intervención), al no existir un superior
jerárquico común que pueda resolver la contienda, deben elevarse las actuaciones a
la Corte Suprema de Justicia, de conformidad con lo dispuesto por el art. 24, inc. 7º
del decreto ley 1285/58.

Cabe citar también a modo de ejemplo, el más reciente caso “Merino, Marcelo
Javier y otros s/ promueve acción de amparo”, Expte. Nº 3617/03, fallo Nº 3102/2003
del 27/03/2003. En dicha ocasión, los actores sostuvieron que fueron objeto de actos
de seguimiento, persecución, intimidación y amedrentamiento, presuntamente,
llevados a cabo por personal uniformado de la Policía Federal Argentina, personal
civil de la Secretaría de Seguridad y la Gendarmería Nacional.

Ante el conflicto de competencia acaecido entre la Justicia en lo Criminal y


Correccional Federal y la Justicia Federal Electoral, la Cámara Electoral Nacional
resaltó que “la competencia del fuero electoral se encuentra limitada a las
cuestiones específicas contempladas en la ley 19.108 modificada por la ley 19.277,
en el Código Electoral Nacional, en la ley 23.298 (cf. Fallos CNE 2199/96, 2304/97,
entre otros) y en la ley 25.600. Por ello, y toda vez que la asignación de potestad
jurisdiccional por razón de la materia se determina por la naturaleza de la cuestión
debatida (Alsina, H., “Derecho procesal”, Tomo II, Ed. Ediar, página 700), la Justicia
Nacional Electoral es incompetente para conocer de la presente causa...En el caso
se persigue el cese de los actos de `seguimiento, persecución, intimidación y
amedrentamiento, presuntamente, llevados a cabo por personal uniformado de la
Policía Federal Argentina, personal civil de la Secretaría de Seguridad y la
Gendarmería Nacional. Los posibles ilícitos que puedan constituir los hechos
denunciados son entonces ajenos al conocimiento de la Justicia Federal Electoral,
27
Agrelo, Eduardo, “Código Electoral Nacional Comentado”.
28
CNE, “Juez Federal Dr. Manuel Humberto Blanco s/ denuncia s/ incompetencia”, Expte. Nº 1617/89,
del 20/12/89

20
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

siendo su tratamiento privativo de la Justicia Criminal y Correccional Federal. Una


solución contraria importaría una clara violación de los principios de distribución de
la competencia en razón de la materia”.

En relación a la Ley de Financiamiento es competente la Justicia Nacional


Electoral desde que la Ley Nº 25.600 es parte de la sistemática de la Ley Nº 23.298
que así lo dispone.

V.- Las sanciones en el derecho penal electoral

El Código Electoral Nacional prevé la aplicación de las sanciones de multa,


prisión, pérdida de financiamiento público, pérdida de derechos políticos e
inhabilitación para ejercer cargos públicos 29; así como la sanción administrativa de
suspensión para empleados públicos. La Ley de Financiamiento de los Partidos
establece penas de multa y perdida de derecho a la percepción de aportes públicos.

Para las faltas electorales establece distintas escalas de multas. Para el


infractor al artículo 125, no emisión del voto, establece una multa y prohibición para
ser designado como empleado o funcionario público durante 3 años a partir de la
elección30. Debe tenerse en cuenta que esta previsión no es una pena de
inhabilitación, que debe ser decretada por un juez y debería ser apelable sino
constituye una prohibición al empleador ya que el texto dice “no podrá ser
designado”, que en caso de incumplimiento podría estar vulnerando lo prescripto en
el art. 253 del Código Penal.

En los casos de faltas al artículo 128 el legislador prevé sanciones


alternativas de multa o prisión de hasta 15 días. En los casos de los artículos
vinculados con la campaña electoral las multas varían de acuerdo al sujeto activo de
las infracciones. Para los partidos políticos infractores se suspende el financiamiento
público.

En cuanto a los delitos electorales la sanción por excelencia es la prisión, y


excepcionalmente la multa. El art. 133 bis fija, para los funcionarios públicos, la pena
de inhabilitación de uno a diez años para el ejercicio de cargos públicos.

El Código establece una sanción administrativa, suspensión de hasta seis


meses, y en caso de reincidencia cesantía, para aquellos empleados públicos que
no presenten la constancia de voto a sus superiores y para aquellos jefes que
omitan efectuar tal control y dar cuenta de los resultados del mismo y comunicarlo al
Juzgado electoral competente en razón del domicilio del infractor.

29
A pesar que la inhabilitación es entendida como una sanción accesoria, en el caso del art. 133 bis
constituye la sanción única.
30
Debería incorporarse a los requisitos para el ingreso a la Administración Pública Nacional la
acreditación del cumplimiento de la obligación de votar ya que, teniendo en cuenta que la multa es de
aplicación imposible, la única consecuencia subsistente es la presente, aunque la misma no requiere
sentencia ya que no constituye una sanción accesoria sino un requisito de designación.

21
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

En todos los casos31 según el texto del artículo 145 “se impondrá como
sanción accesoria (...) la privación de los derechos políticos por el término de 1 a 10
años”. Creemos que el legislador, independientemente de la desproporción
manifiesta de la medida, debe haber tenido en mira solo los delitos porque esta
sanción accesoria parece una enormidad para una falta, mas cuando se trata de un
tramite inapelable.

VI.- Interpretación, doctrina y jurisprudencia sobre faltas o delitos en particular

VI.1.- Faltas electorales

Con respecto a la no emisión del sufragio, vale recordar el criterio expuesto


por el constitucionalista Lieber, que aplicaba las leyes de la ética a la práctica de la
política. Sostuvo que “Es indudable que la aplicación de una pena a los que se
abstuvieran de votar sin causa justificada, tendría la ventaja de consignar legalmente
el deber que tiene el ciudadano de prestar su concurso a la política de su patria,
proclamando al mismo tiempo la condenación del indiferentismo. La teoría ofrece, no
obstante, algunos inconvenientes dignos de tomarse en cuenta. Si la pena fuese de
prisión, sería una medida muy dura en muchos casos; si consistiese en una multa,
sería harto difícil encontrar el medio de hacerla igualmente equitativa para los
favorecidos y para los desheredados de la fortuna” 32.

Sentado lo anterior, cabe efectuar dos observaciones sobre este tipo de


conductas omisivas.

En primer lugar, vale recordar que la legislación electoral ha fijado una multa
que debe ser satisfecha por el infractor. Sin embargo, el monto está fijado en pesos
argentinos, moneda que ha quedado en desuso desde hace muchos años. Ello
permite concluir que el artículo se halla obviamente desactualizado.

Así lo destacó también parte de la doctrina que dijo, refiriéndose a la


aplicabilidad y eficacia de las normas que regulan los delitos y faltas electorales que
“Es inaplicable en la medida que hay conductas penadas con multas
desactualizadas y expresadas en moneda que no tiene curso legal. Tal es lo que
ocurre con la violación al deber de votar que el art. 125 del Cód. Electoral Nacional
castiga con multa de cincuenta a quinientos pesos argentinos...” 33

Segundo, el artículo menciona las causales de justificación de voto, a saber:


tenar más de setenta años; jueces y auxiliares que deban mantener abiertas sus
oficinas, los que se encuentren a más de 500 km por motivos razonables; los
enfermos e imposibilitados por fuerza mayor; el personal de organismos y empresas

31
“Artículo 145. - Sanción accesoria. Se impondrá como sanción accesoria, a quienes cometen
alguno de los hechos penados por esta ley, la privación de los derechos políticos por el término de
uno a diez años.”
32
Citado por Gregorio Ugarte, en “El sufragio obligatorio y la sanción penal”, Revista de Ciencias
Políticas, Tomo II, Fundador y Director: Dr. Rodolfo Rivarola, año 1911, pág. 813.
33
Saavedra, Heriberto, “Delitos y faltas electorales”, ED 21 de mayo de 2001.

22
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

de servicios públicos que deben cumplir tareas que les imposibilite asistir al comicio
(art. 12).

Sin embargo, entendemos que no todos los que se hallen en las causales del
art. 12 deben justificar la no emisión del sufragio. Por ejemplo, sería más engorroso
que el mayor de setenta años deba hacer los trámites para no ser sancionado que
acercarse a la mesa y votar, por ello, dichas personas deberían haber sido excluidas
expresamente de este artículo a los fines de una mejor técnica legislativa y con un
criterio práctico.

Consideramos, por otra parte, que sólo podrá ser castigado con multa, el que
no logre justificar su voto razonablemente. La sanción de inhabilitación para el
ejercicio de cargos públicos, sólo corresponderá cuando el infractor dolosamente
haya dejado de cumplir con su deber cívico.

La doctrina ha señalado en forma concordante con la jurisprudencia que “La


falta a que alude el presente artículo [art. 125] se configura exclusivamente, por la
no emisión del voto en una elección nacional” 34

La jurisprudencia electoral aclaró algunos otros puntos oscuros de la norma.


Por ejemplo, especificó que “Dado que el régimen del Código Electoral Nacional se
refiere a elecciones nacionales, la falta contemplada en su art. 125 se tipifica
exclusivamente por la no emisión del voto en tales elecciones. De este modo, sólo
es pasible de la sanción de inhabilitación para desempeñar funciones o empleos
públicos quien deje de sufragar, sin la debida justificación, en tales comicios, razón
por la cual no corresponde aplicar la norma a quien no emitió su voto en elecciones
provinciales” 35.

VI.2.- Delitos electorales

a) En el caso de las inscripciones múltiples o con documentos adulterados, o


de haber denunciado un domicilio falso; o retener indebidamente documentos
cívicos, es dable señalar que la primera parte del artículo se refiere a delitos que
puede cometer el ciudadano que impiden mantener la transparencia de las
elecciones, permitiendo realizar fraude al votar más de una vez por encontrarse
inscripto en diferentes jurisdicciones, o por sustituir a otro votante impidiéndole
manifestar a través del voto su elección a favor de uno u otro candidato.

La segunda parte se relaciona, ya no con el ciudadano personalmente


hablando, sino con aquél que le impide a éste ejercer el derecho de sufragio por
retención indebida de su documento.

La CNE sostuvo que “...en caso de que se demostrara acabadamente que el


elector ha mudado su residencia habitual -y por ende su domicilio en los términos
del Código Civil, a los que remite el art. 47 de la ley 17671- a otro punto del país,
34
Agrelo, Eduardo, “Código electoral nacional comentado”, pág. 136.
35
CNE, “Alvarez, Alfredo”, del 7/10/97.

23
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

dicho elector quedará eventualmente, sujeto a las penalidades previstas en la ley


17671 modif. ley 24755...para quien no denuncia en debido término tal cambio y
procederá la baja del padrón -sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 137 del cód.
Electoral, en su caso -por no encontrarse ya reunidas las condiciones fácticas y
legales que sustentaban la inclusión de la persona en cuestión en el registro
electoral -y por ende en el padrón- del distrito” 36.

En síntesis, debe diferenciarse la inclusión en un registro ante la omisión del


elector de dar el cambio correspondiente; del caso en que el ciudadano, con ánimo
de defraudación electoral, denunciare un domicilio falso, ya sea para votar más de
una vez, para desequilibrar la tendencia electoral a favor de determinado candidato,
etc.

b) El fundamento de la sanción, cuando se induce con engaños a un elector a


sufragar en determinada forma o de abstenerse de hacerlo, radica en la ausencia de
un ejercicio libre del derecho a voto de quien es inducido mediante intimidación o
engaño a elegir o dejar de elegir a un determinado candidato.

Es dable recordar que “La esencia de la participación política ‘libre’ a que


hacen referencia los distintos instrumentos internacionales citados es claro: la
participación en las elecciones, para que sea libre, debe efectuarse en un clima
caracterizado por la ausencia de intimidación y la vigencia de una amplia gama de
derechos humanos fundamentales, siendo preciso para ello que se eliminen los
obstáculos a la plena participación y la ciudadanía debe tener confianza en que su
participación no habrá de originarle ningún perjuicio personal...” 37.

c) Al igual que con el artículo precedente, encontramos como fundamentación


de la sanción en caso de violarse el secreto del sufragio, la necesidad de garantizar
el libre ejercicio del derecho a elegir.

Al respecto, se sostuvo que “...cuando en los instrumentos internacionales


mencionados se hace referencia a ‘voto secreto que garantice la libertad del voto’
(art. 21 de la declaración Universal de los Derechos Humanos) o ‘la libre expresión
de la voluntad de los electores’ (art. 25 del pacto de Derechos Civiles y políticos y 23
de la Convención Americana de Derechos Humanos) lo que se procura es poner al
sufragante al abrigo de toda intimidación. El principio de libertad del voto significa
que cada elector podrá sufragar sin ser objeto de presión alguna” 38.

Por su parte, Pedicone de Valls expresa que “De ahí que no baste el carácter
universal del sufragio para considerarlo democrático: ha de ser también libre, igual,
directo y secreto. El voto de todos los ciudadanos debe tener el mismo valor, ser
emitidos sin intermediarios y representar la manifestación de una decisión libre, es

36
CNE, “Becker, Teodoro A. Denuncia inclusión indebida de dos ciudadanos en el Registro Electoral
del Distrito”, 2/10/00.
37
CNE, “De la Vega, Carlos Alberto s/ acción de amparo”, Fallo No. 2534/99 del 21/4/99.
38
CNE, “De la Vega, Carlos Alberto s/ acción de amparo”, Fallo No. 2534/99 del 21/4/99.

24
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

decir, de una voluntad no coaccionada; además su condición de secreto garantiza,


precisamente, la libertad de emitirlo”39.

VI.3.- La inmunidad del elector

El artículo 6 del Código Electoral Nacional dispone que “Ninguna autoridad


estará facultada para reducir a prisión al ciudadano elector desde veinticuatro horas
antes de la elección hasta la clausura del comicio, salvo el caso de flagrante delito o
cuando existiera orden emanada de juez competente. Fuera de estos supuestos no
se le estorbará en el tránsito desde su domicilio hasta el lugar donde aquél se halle
instalado ni podrá ser molestado en el desempeño de sus funciones”.

Este artículo merece algunas reflexiones. La primera apunta a señalar que


durante el lapso de tiempo determinado por la norma sólo en dos casos podrá la
autoridad apresar a un elector, a saber, en caso de flagrante delito y si hay orden de
juez competente. La flexibilidad de las normas penales establecida por el artículo
analizado implican generar una verdadera desigualdad en el trato en virtud de un
hecho ajeno al ilícito. Por ende, en caso de sospecha respecto de la comisón de un
ilícito, las fuerzas policiales podrán investigar e indagar al sospechoso siempre y
cuando no sea un día de elecciones. De darse tal situación deberá esperarse hasta
el día siguiente para proceder. La última parte del artículo reafirma lo sostenido
precedentemente.

Conforme la CNE, “...las inmunidades del elector en e período comprendido


entre las veinticuatro horas antes de la elección hasta la clausura del comicio (cfr.
Art. 6o.), ...tiene por objeto hacer cesar cualquier impedimento ilegal o arbitrario que,
en el referido lapso, vulnere tales inmunidades...” 40.

VI.4.- La ley de Financiamiento de los Partidos Políticos

Todas las distinciones que se han intentado tendientes a diferenciar entre


delitos y faltas electorales se complican si se observan las modificaciones realizadas
a través de la ley 25.600. En primer lugar, porque las incorporaciones no se
producen en uno u otro capítulo del Código Electoral, sino que se efectúan en la ley
orgánica de los partidos políticos. En segundo lugar, porque no resulta fácil definir si
las sanciones que se imponen como consecuencia del incumplimiento de las normas
sobre financiamiento, se refieren a delitos o faltas según la definición que hemos
dado en el punto III del presente trabajo.

En efecto, no podemos decir que la corrupción en el origen, manejo o destino


de los fondos partidarios (de cualquier índole que sean –públicos o privados- y sin
distinguir según la finalidad para la que están destinados –campaña electoral o
mantenimiento del partido-) sea una cuestión de índole menor. Lo expuesto, nos
lleva a decir que la violación de la ley 25.600 importa la comisión de un delito
electoral, más allá del tenor de la sanción, máxime si tenemos en cuenta que la falta
39
Pedicone de Valls, “Derecho Electoral”, pág. 98.
40
CNE, “Mignone Emilio s/ Promueve acción de amparo”, Fallo No. 2807/00 del 10/10/00.

25
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

de transparencia en este tipo de cuestiones afecta no sólo el acto comicial en sí


mismo, sino que aún más, atenta contra el sistema democrático.

No obstante lo dicho, la esquematización de las conductas no resulta


trascendental en este tipo de cuestiones, cuya importancia trasciende lo doctrinario
para insertarse en el campo de los valores. Verdaderamente, más allá de su
tipificación –que sólo puede redundar a favor de una mejor comprensión de las
cuestiones a nivel académico – lo notable de la norma reside en el hecho de que,
después de mucho tiempo de admitirse desde los distintos sectores que componen
nuestra sociedad, irregularidades en el manejo de los fondos partidarios, los
legisladores, funcionarios públicos, jueces y políticos en general asumieron la
necesidad de revertir la situación y la obligación de transitar por el camino que lleve
a nuestra nación a la concientización de la importancia del ejercicio de los derechos
políticos para el mantenimiento de la democracia.

Quizás algunos Estados castiguen más severamente este tipo de conductas;


otros ni siquiera las deben considerar, pero lo que debemos rescatar es que, al
menos, comenzamos por reconocer el defecto legal que implicaba no castigar la
malversación de los fondos públicos y privados destinados a la vida electoral o la
dependencia económica a los grupos de poder que aportaban bienes a los partidos
con fines particulares para luego someterlos a su exclusiva voluntad, sin posibilidad
de controlar y sancionar tales actitudes.

A esta altura, creemos necesario recordar una conclusión a la que arribamos


cuando tuvimos oportunidad de comentar la ley 25.600. En dicha ocasión resaltamos
que la norma –que se ocupa de definir responsabilidades, limitaciones, autoridades
competentes, sanciones, etc.- reviste un enorme valor para un pueblo castigado
como el nuestro por la crisis social, económica y política. Sin embargo, este escalón
-que no es simplemente uno más-, se yergue como un paso trascendente para
recobrar la confianza en el sistema democrático, único camino posible para revertir
la situación por la que estamos atravesando.

Sin embargo, lo expuesto precedentemente, debe ir acompañado por una


aplicación efectiva de la norma, es decir, un control de los fondos que sancione a
quienes transgreden las disposiciones legales en perjuicio de la comunidad
democrática y rescate a quienes lo cumplen, mediante la concesión de los beneficios
que la norma impone –entrega de fondos estatales, publicidad, etc.-.

VII.- Críticas a la norma

Como adelantáramos en la introducción y señaláramos en distintas partes del


presente, no solo es necesario resolver los problemas de técnica legislativa e
inadecuación de las sanciones pecuniarias, sino, es necesario replantear el Título
completamente. Veremos a continuación críticas a la norma actual y expondremos,
finalmente una aproximación al replanteo necesario.

VII.1.- Aplicación exclusiva a las elecciones nacionales

26
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Como ya dijera tanto la doctrina como la jurisprudencia, en virtud de la


imposibilidad de hacer extensiva una figura penal a situaciones no contempladas
expresamente por la norma, vale reiterar que la norma nacional impone que ella sea
solamente aplicable a las elecciones nacionales, no pudiendo recurrir a ella, por
ejemplo, en caso de elecciones partidarias.

Creemos que este es también un punto criticable, ya que la esencia de la


regulación se remite a la necesidad de proteger al sistema democrático evitando que
aquél se vea manchado de corrupción o quede desnaturalizado por la acción de
quienes tienen intereses personales distintos a los que tiene el pueblo en general.
Se trata pues de resguardar la democracia que tanto nos ha costado conseguir y
mantener. Dicha democracia no es un patrimonio del gobierno nacional –de ahí que
deba ser motivo de preocupación exclusivamente cuando ella se ve atacada en una
elección nacional- sino que se extiende a los gobiernos provinciales, municipales e
incluso a la vida interna de los partidos políticos y, en los ámbitos estudiantiles,
sindicales, societarios, etc..

Por ello, sería aconsejable que los delitos electorales se tipifiquen para ser
aplicados a todo tipo de acto electoral, incluidos los actos internos partidarios,
especialmente, cuando aquél está dirigido a nominar o designar a las personas que
conducirán nuestro país desde todos los ámbitos institucionales –es decir, desde el
municipio hasta el gobierno nacional-.

VII.2.- Falta de distinción sustantiva entre delitos y faltas electorales

Insistimos que es necesaria una revisión en la sistemática de este cápitulo del


Código en orden a distinguir y ordenar adecuadamente delitos y faltas electorales.

A estos efectos deben ordenarse las faltas como aquellas conductas que no
conspiran contra el ejercicio de los derechos políticos u obstaculizan las operaciones
de los órganos electorales y auxiliares para la organización electoral. Asimismo las
cuestiones vinculadas con el financiamiento deben distinguir la violación de
obligaciones sustanciales, que deben calificarse expresamente como delitos, del
incumplimiento de formalidades, las que constituyen faltas.

VII.3.- Artículos derogados

Un sector de la doctrina puso de resalto un supuesto error fundamental en


que se habría incurrido al sancionarse el texto ordenado del Código Electoral
Nacional. Aquél reside en que los autores no tomaron en cuenta las derogaciones o
modificaciones que sufrieron las normas del Código Electoral Nacional. En este
sentido, se obvió –quizás intencionalmente- tener en cuenta lo dispuesto por el art.
1º de la ley 20.509, el que reza: “A partir de la entrada en vigencia de esta ley
perderán toda eficacia las disposiciones por las que se hayan creado o modificado
delitos o penas de delitos ya existentes y que no hayan emanado del Congreso
Nacional, cualquiera sea el nombre que se le haya dado al acto legislativo por el que

27
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

se las dictó, salvo lo que dispone el artículo 4º de esta ley. Aclárase que recuperan
su vigencia las normas en vigor al momento de dictarse las que pierden ahora
eficacia”.

El artículo transcripto impone que toda norma que no está expresamente en


las disposiciones que enumera el artículo 2º o en las ratificadas (art. 4º), queda
abarcada por el artículo 1º de la ley 20.509. En consecuencia, como el Código
Electoral Nacional no está mencionado en el art. 2º ni en el 4º, quedó alcanzado por
el art. 1º. Ello importa sostener que, salvo que los artículos de la ley 19.945 sean
exactamente iguales a los de su antecedente legal –en el caso, el decreto ley
4034/57- o que hayan sido incorporados con posterioridad a la ley 20.509, los
artículos del Código Electoral Nacional han quedado derogados.

Así pues, de un análisis puntual de cada uno de los cánones de la ley 19.945
referidos a los delitos electorales, cabe concluir que sólo los arts. 133, 141, 142 y
144 permanecen vigentes: el primero y el último porque fueron incorporados con
posterioridad a la sanción de la ley 20.509; los artículos 141 y 142 porque son
iguales –o insignificantemente diferentes- en los textos de ambas normas –la ley
20.509 y el texto ordenado del Código Electoral Nacional-. El resto del articulado
presenta divergencias en cuanto a la determinación de la pena o la redacción del
texto41.

VII.4.- Pérdida de actualidad de la norma

En efecto, sin perjuicio de las modificaciones que se proponen, vale observar


que la norma está obviamente desactualizada. Ello puede verse en el hecho de que,
por un lado no se han creado nuevos tipos penales que tengan en cuenta el avance
tecnológico que se verifica en los actos que componen el proceso electoral; por el
otro, las multas establecidas como sanción están fijadas en pesos argentinos,
moneda que hace varios años ha dejado de circular en nuestro país.

Al respecto, se ha puesto de manifiesto que “Es inaplicable [la multa fijada en


el artículo 125] en la medida que hay conductas penadas con multas
desactualizadas y expresadas en moneda que no tiene curso legal. Tal es lo que
ocurre con la violación al deber de votar que el art. 125 del Cód. Electoral Nacional
castiga con multa de `cincuenta a quinientos pesos argentinos...´. La norma se
mantiene inalterable desde 1985 no obstante haberse transformado la obligación
legal de votar en elecciones nacionales (art. 12, CEN) en obligación de origen
constitucional, con la reforma de 1994 (art. 37, in fine, CN)...También es necesario
que se revisen y adecuen los tipos que prevé el Código Electoral Nacional, se
actualicen las sanciones pecuniarias, se eliminen figuras obsoletas y se incorporen
las pertinentes para dar respuesta a las situaciones que ha creado la introducción de
nuevas tecnologías”42.

41
Ubertone, Fermín Pedro, “El Código Electoral Nacional ¿Un texto ordenado con errores de derecho
penal?, 22 EDLA, pág. 1359 y ss.
42
Saavedra, Heriberto, “Delitos y faltas electorales”, ED 21 de mayo de 2001.

28
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

En este punto, también debe señalarse que las figuras penales deben poder
corroborarse, efectivamente, a los fines de la aplicación de la sanción, ya que de lo
contrario, el tipo penal pasaría a ser una mera enunciación, por ejemplo, el caso de
la venta de bebidas alcohólicas o la reunión de electores-.

Vale destacar, sólo a mayor abundamiento y a fin de demostrar la diferencia


de criterio entre los autores (algunos ni siquiera actualizan las multas con las que se
sanciona la omisión del voto; y otros pretenden sanciones mucho más severas), sin
que ello implique que estemos de acuerdo con la postura que consideramos
exagerada, que alguno de ellos sugirió que el incumplimiento por parte del
ciudadano de la obligatoriedad del voto debe ser motivo de la pérdida de la
ciudadanía.

Funda su postura en el hecho de que el derecho de elegir (emisión del


sufragio) es una función inherente al derecho de ciudadanía, por ello concluye que
“la única sanción razonable y justa del voto obligatorio, debería ser la posesión o
pérdida de la ciudadanía, según que se ejercitare o se hiciera caso omiso de la
función que manifiesta y caracteriza la existencia de ese derecho...Tal sería la única
sanción lógica del voto obligatorio”43.

VII.5.- Ley de Financiamiento

Si bien la ley 25.600 de Financiamiento de los Partidos Políticos es de


reciente sanción, la técnica normativa no agrupa las infracciones a la ley sino que las
distribuye a lo largo de su texto, estableciendo las sanciones a continuación de la
descripción de obligaciones y prohibiciones.

Por otro lado, las sanciones que aplica son de distinto carácter y entidad,
incluyendo la suspensión de derechos, por lo que su tratamiento procesal esta
insuficientemente determinado.

Por ejemplo el artículo 39 de la Ley establece que ciertas personas serán


pasibles de una sanción de inhabilitación de seis meses a diez años. Es nuestra
opinión que una pena tal grave solo puede ser accesoria de un delito, calificado
como tal por la ley de fondo.

VIII- Una aproximación a un tratamiento adecuado

Consideramos que la mejor solución para resolver la cuestión de las


sanciones en el derecho electoral se daría si la ley especial establece la definición
adecuada y las sanciones de las faltas y, difiere la definición de las conductas
consideradas delitos electorales y sus respectivas sanciones en el Código Penal, de
modo de ser aplicables a toda elección nacional, provincial o municipal y a las
elecciones internas de los partidos políticos debidamente convocadas.
43
Ugarte, Gregorio, “El sufragio obligatorio y la sanción penal”, Revista de Ciencias Políticas, Tomo II,
Fundador y Director: Dr. Rodolfo Rivarola, año 1911, pág. 813.

29
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

En primer lugar, como expresamos anteriormente un nuevo ordenamiento


debe aplicar a las faltas sanciones de multa, pero no privativas de la libertad y
describir como ilícitos electorales aquellas figuras que se apliquen únicamente a
instancias electorales, tanto internas como generales y a todos los niveles.

Asimismo, como expresaremos en un apartado específico la no emisión del


voto no debería tener sanción por no reputarse como falta, sino que constituye una
omisión de cumplimiento de una obligación que impide al Estado en todos sus
niveles designar al incumplidor para el ejercicio de funciones públicas de cualquier
jerarquía. Se eliminaría entonces el artículo 126 y deberían modificarse y reubicarse
las normas contenidas en el artículo 127.

Siguiendo nuestra posición se eliminarían las figuras contenidas en los


artículos 129, y 133 por superponerse con las figuras de incumplimiento de deberes
del funcionario público (art. 248 y 249 C.P.) en tanto el funcionario publico no aplica
una norma obligatoria; las conductas descriptas en los artículos 131, 135, 136 deben
unificarse y ser calificadas como faltas y penadas mediante una multa; en el mismo
sentido la conducta descripta en el artículo 142.

En cuanto a las conductas descriptas en los artículos 128, 132, 134,137, 138,
139, 140, 141, 140, 143, y 144, con las adecuaciones a las eventuales
transformaciones que el proceso electoral sufra deben agruparse en cuatro tipos
penales contenidos en el código penal, a saber:

OBSTACULIZACION DEL ACTO ELECCIONARIO. El que mediante violencia,


intimidación, amenazas u otros mecanismos ilícitos obstaculizara, demorara,
impidiere el transporte de documentación, efectos o material electoral antes o
después del acto electoral o sustrajere, dañare o destruyere los mismos; o quien
mediante la utilización de ardides o mecanismos ilícitos obstaculizara la votación o el
escrutinio de una elección, o dañara los medios para llevarlos adelante. Quien con
intención de demorar, obstaculizar o distorsionar el desarrollo, la transmisión de
datos y/o la información sobre resultados electorales intervenga, deteriore u obstruya
por cualquier medio las comunicaciones y los procedimientos tecnológicos aplicados
al acto electoral.

COACCION CONTRA ELECCIONES. El que mediante violencia, intimidación,


engaños o amenazas a un elector le impidiere votar, le obligare a hacerlo cuando no
está obligado o a hacerlo de una manera determinada o quien por cualquier medio
intentare descubrir la forma en que un elector se dispone a votar o ha votado; o
quien impidiere a un ciudadano o a las fuerzas de seguridad cumplir con sus
funciones electorales.

FRAUDE ELECTORAL. El que falsifique o sustituya indebidamente


formularios, urnas, documentos, boletas electorales, padrones o cualquier elemento
o material electoral; el que se inscriba con documentos apócrifos o a sabiendas,
efectúe reclamos para ser incluido en el registro de electores sin derecho para

30
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

hacerlo; el que suplantare a otro votante, o votare mas de una vez en la misma
elección o votare sin tener derecho a hacerlo, o quien lo hiciere con documentos
falsos; o el que falseare por cualquier medio el resultado de la votación o el
escrutinio.

INCUMPLIMIENTO DE FUNCIONES ELECTORALES. El que estando


debidamente designado para cumplir una función electoral o funciones en los
órganos electorales judiciales, ejecutivos, de seguridad o del servicio oficial de
correos dejara de concurrir o abandonare el ejercicio de sus funciones sin causa
justificada.

Por otro lado sería conveniente incorporar un artículo al Código Penal que
considere funcionario público o autoridad civil competente a los efectos de los
artículos 248, 249, 250, 251 y 252 a las autoridades de mesa los días de
elecciones.

Asimismo incorporar un inciso 5° al art. 238 44 que exprese “si el hecho se


cometiere durante un acto eleccionario.” e incorporar al inciso 1° del artículo 241 45 la
frase “ o durante el desarrollo de un acto electoral”.

Asimismo debe resolverse la limitación expresa de la sanción accesoria del


art. 145 CEN a los delitos electorales, disminuyendo el margen de la misma a un
periodo de entre 2 y 5 años.

Respecto de las infracciones a la Ley Nº 25.600 de Financiamiento de


Partidos Políticos, se considera necesario agrupar en un capitulo las faltas y asimilar
su régimen procesal a del Código Electoral Nacional. Por otro lado las conductas
cuya entidad requieran su tratamiento como delito deberían incorporarse al Código
Penal, aunque la competencia para juzgas dichos ilícitos debe mantenerse en la
Justicia Nacional Electoral.

Serían considerados faltas a la Ley de Financiamiento, penadas con la


suspensión de los aportes públicos o multas, los incumplimientos formales
efectuados por los partidos políticos como los sancionados en la actual norma por
los artículos 3º, 10º, 19º, 28º, 38º, 43º, y 64º, que serían derogados, sin perjuicio de
las sanciones penales aplicables a las personas físicas involucradas.

Por otro lado se deberían incorporar al Código Penal dos artículos:

FINANCIAMIENTO FRAUDULENTO: Será reprimido con prisión de dos a seis años


e inhabilitación especial para ejercer cargos públicos y partidarios por el doble del
tiempo la persona física que por si o en representación de personas jurídicas
ofrecieren o recibieren contribuciones, subsidios o recursos financieros en efectivo o
en especie en violación de lo previsto en los artículos 34, 35, 36 y 37 de la Ley Nº
25.600.
44
Atentado y resistencia a la autoridad calificado.
45
Atentado y resistencia a la autoridad calificado

31
Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

INCUMPLIMIENTO DE DEBERES: Serán reprimidos con multa de XXX e


inhabilitación especial para ejercer cargos públicos y partidarios de dos a seis años,
los obligados por los artículos 2º, 8º, 27º, 41º, 42º, 47º, 50º, y 58º de la Ley Nº
25.600 que maliciosamente incumplan los deberes a su cargo.

IX.- Una reflexión sobre la obligatoriedad del voto

La doctrina predominante consigna que el sufragio es un acto político


colectivo, realizado por el cuerpo electoral, mediante el cual se procede a designar a
quienes ejercerán cargos públicos electivos mientras que el voto es entendido como
acto político individual ejercido por los ciudadanos como parte del cuerpo electoral.

En los países democráticos el voto debe ser: Universal, Igual, Secreto, y


Libre. Pasemos a revisar dichos conceptos:
Universal: todos los ciudadanos tienen el derecho a elegir y a ser elegidos sin
importar su sexo, raza, idioma, nivel socioeconómico, profesión, religión o convicción
política. Este principio no sufre merma por el hecho de que se exijan algunos
requisitos imprescindibles, como una cierta edad, la nacionalidad, la residencia, o el
ser capaz en términos civiles. La capacidad para ser candidato puede estar
condicionada por un piso de edad46 y por la propuesta de un partido político.
  Igual: Todos los votantes tienen la misma participación en la formación de la
voluntad electoral. El principio “un hombre, un voto” representa esta característica.
Secreto: Se debe garantizar legislativa y operativamente la reserva de la
manifestación electoral del votante en el momento del acto comicial y, luego,
mientras el elector así lo quiera. Nadie puede tener legítimo derecho a forzar a
ningún ciudadano a dar a conocer su voto.
  Libre: el derecho de voto se ejercerá sin coacción o influencia externa
ilegítima.

El derecho de sufragio, no solo debe desarrollarse con las garantías citadas


sino que para que sea efectivo tiene que realizarse en un contexto de libertades
imprescindibles como las libertades de expresión, asociación, reunión y
manifestación, y la libertad para organizar agrupaciones políticas y nominar
candidatos, así como la de poder llevar adelante una adecuada campaña electoral.
En el mismo sentido la transparencia de las finanzas partidarias es condición
necesaria para fundar una democracia igualitaria, por estas razones se justifica la
existencia de sanciones a actos que obstaculicen, distorsionen o impidan la vigencia
de estas garantías.

En el derecho latinoamericano, la obligatoriedad del voto es un principio


generalmente aceptado. Así lo establecen las Constituciones como en la de Bolivia,
donde el art. 219 expresa que el "sufragio constituye la base del régimen
democrático representativo", declarando el voto obligatorio; la de Brasil, cuyo art. 14
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Constitución Nacional Artículo 48- “Para ser diputado se requiere haber cumplido la edad de
veinticinco años, tener cuatro años de ciudadanía en ejercicio, y ser natural de la provincia que lo
elija, o con dos años de residencia inmediata en ella.”

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

de la Constitución establece el voto obligatorio; en Colombia, el art. 258 de la


Constitución define el voto como un derecho y un deber; en Costa Rica, el art. 93 de
la Constitución manifiesta que "el sufragio es función cívica primordial y obligatoria";
en Chile, el art. 15 ordena que el voto es obligatorio; en Ecuador, el art. 33 señala
que el voto es obligatorio; en El Salvador, el art. 73 de la Constitución califica al
sufragio como un deber; en Guatemala, el art. 136 de la Constitución lo define como
derecho y deber; en Honduras, el art. 40 de la Constitución califica el sufragio como
deber y el art. 44 de la misma Constitución dispondrá que "el sufragio es un derecho
y una función pública"; en México, el art. 36 de la Constitución lo califica como una
obligación del ciudadano; en Panamá, el art. 129 de la Constitución señala que es
un derecho y un deber; en Paraguay, el art. 118 de la Constitución expresa que " el
sufragio es derecho, deber y función pública del elector. Constituye la base del
régimen democrático y representativo"; en Perú, el art. 31 de la Constitución lo
considera obligatorio; en República Dominicana, el art. 88 de la Constitución
señalará su carácter obligatorio; en Venezuela, el art. 110 de la Constitución dispone
que "el voto es un derecho y una función pública", de "ejercicio (...) obligatorio". En
nuestro país y a partir de 1994, la Constitución Nacional establece en el artículo 37
que “... el sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio.”

Nos enseñan en la Facultad de Derecho que el incumplimiento de una


obligación conlleva una sanción. Ello es así, pero el principio admite excepciones. La
sabiduría popular expresa que en algunos casos “en el pecado está la penitencia”.

Nuestro derecho público ha optado por un sistema electoral en donde el voto


de los ciudadanos constituye un derecho y una obligación. En los albores de la
recuperación democrática se estableció la calificación como falta electoral y se
estableció una sanción de multa y un impedimento para ocupar cargos públicos de
quien faltare a su obligación cívica. Sin embargo, el legislador, que nunca derogó la
sanción tampoco actualizó la multa con lo que estamos en presencia de una sanción
de imposición imposible. Por otro lado, la restricción para ocupar cargos públicos no
se vincula a la imposición de la sanción, porque, como se dijo anteriormente, el voto
constituye un requisito para ingresar a la administración pública en todo nivel.

En sus orígenes la obligatoriedad del voto, junto con el secreto y la


universalidad consagradas por la Ley Saenz Peña, no estaban dirigidas tanto a
obligar a los votantes sino a sancionar a quien turbe el cumplimiento de una
obligación ajena, asegurando de esa manera la ampliación de la base electoral de
los gobiernos, aunque trunca por estar limitada a los hombres, y en defensa de una
libertad anhelada que justificaba la existencia de sanciones.

Los tiempos y la concepción dominante en ese momento fueron superados y


aunque sostenemos la convicción que el voto debe seguir siendo obligatorio con
todo lo que ello conlleva, pero recurrir a la acción represiva del Estado no deja de
ser un contrasentido en una sociedad que apuesta por la participación y no por la
represión.

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Estas razones nos llevaron a considerar que correspondería derogar la


sanción explícita de multa, dejando subsistente la limitación para ingresar a la
administración pública y haciendo que esta última estipulación se cumpla
efectivamente.

X.- Conclusiones

La democracia representativa es la culminación de un proceso civilizatorio


desarrollado en occidente que ha resistido, especialmente en el Siglo XX, las
pruebas del costo de su supresión.

La Carta de la Organización de los Estados Americanos hace constar la


apuesta definitiva por ella de sus estados miembros al expresar que es
indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de los países. Su alto valor
exige que se cumplan una serie de condiciones que resultan indispensables para su
existencia, a saber: el pluralismo partidario; la libertad de pensamiento, de reunión y
de expresión; la ausencia de corrupción en sus instituciones; el respeto por los
derechos humanos.

Nuestro país transita por este camino en forma interrumpida desde hace poco
más de veinte años. Al principio, fue necesario lograr cierta estabilidad de las
instituciones democráticas. No fue fácil. Intentos de rebeliones militares;
inexperiencia civil y política; actitudes desmedidas y miedo fueron algunos de los
obstáculos que hubo que sortear para encontrar la ruta adecuada. Por eso, en los
primeros tiempos, resultó difícil realizar modificaciones sustanciales en una rama del
derecho –como es la electoral- en la que poco se había incursionado.

Ahora bien, después de estos años de vida democrática, con instituciones


afianzadas, con un pueblo que valora y pelea por el mantenimiento de un sistema
que respete sus derechos; los poderes del estado se encuentran en condición de
generar cambios beneficiosos dentro del ámbito electoral.

Así pues, desde los poderes ejecutivo y legislativo se han efectuado cambios
normativos, por ejemplo, para asegurar la transparencia en el financiamiento de los
partidos; para garantizar una competencia electoral lo más igualitaria posible; para
permitir al electorado advertir las irregularidades que se observen en el padrón y que
pueden derivar en el fraude electoral. Por su parte, el poder judicial se ha esforzado
por hacer cumplir al máximo las normas y hasta ha sido el motor que ha impulsado
algunos de los cambios legislativos sobre todo en materia de financiamiento
partidario.

Todo lo dicho nos conduce a señalar que frente a todos los avances
obtenidos –que sin duda son esenciales para la democracia- no debieran subsistir
concepciones incoherentes con el objetivo participativo del derecho electoral.

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Delitos y Faltas en el Derecho Electoral

Sin perjuicio de ello, cada incumplimiento a las leyes electorales, por mínimo
que sea, repugna el reclamo popular y produce un menoscabo real o potencial en
las instituciones que intentamos mantener indemnes.

El incumplimiento de los deberes cívicos atenta con el normal desarrollo del


acto de votación; el fraude, la intimidación, las campañas electorales perversas
donde unos candidatos se dedican a destruir a otros sin poder esbozar un programa
de gobierno que es lo que realmente le interesa a la sociedad, la existencia de
documentos de identidad falsos, los fondos de obscura procedencia para el
mantenimiento de las campañas, el abuso, la presión. Todos estos hechos pueden
existir y afectar la vida democrática. La solución a estos males es una cultura
democrática mas acendrada en cada uno de sus actores pero también, una
legislación que se limite a lo imprescindible, regule adecuadamente los
procedimientos y aplique sanciones coherentes con la magnitud del ilícito; y un
ministerio público y un poder judicial que investiguen y sancionen a los infractores.

Si bien hemos avanzado en el tema a través de la sanción de las leyes 25.600


y 25.610 y se observa una intención política de mejorar el sistema electoral, ello no
ha resultado suficiente hasta el momento. Seguimos teniendo sanciones
establecidas en pesos argentinos o seguimos sancionado conductas que ya han
dejado de tener entidad como delitos, pero obviamos, por ejemplo, algunos ilícitos
que afectan el normal desarrollo de las instituciones democráticas. No se ha
evidenciado preocupación hasta el momento de la publicidad electoral durante la
campaña por medio de la web ni la creciente incorporación de tecnología a distintas
etapas del proceso electoral.

En síntesis, construir un derecho penal electoral mínimo pero adecuado, y


trabajar activamente para que sea innecesaria su aplicación, es una de las facetas
menos atractivas del debate sobre la reforma política pero la postergación de su
consideración es un acto de hipocresía social e institucional.

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