Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TENER SENTIDO DE
ALTERIDAD
3.1 Dimensión relacional del ser humano
3.1.1 Sentido de alteridad
3.1.2 El vínculo del amor
3.1.3 El hombre, sujeto de emociones
3.2 La familia, primer ámbito para la alteridad
3.2.1 Genealogía
3.2.2 Matrimonio
3.2.2.1 Amor conyugal
3.2.2.2 Sexualidad
3.2.3 Amor paternal – maternal
3.2.4 Amor filial
3.2.5 Amor fraternal
3.3 Amor de amistad
3.4 Amor al prójimo
3.5 Pertenencia a la tribu
3.6 Pertenencia a un pueblo
3.7 Pertenencia al mundo
3.8 Los jóvenes posmo y su sentido de alteridad
3. TENER SENTIDO DE
ALTERIDAD
con los otros un nosotros ‒sin caer por ello en el anominato‒, hablan de su identidad;
el reconocimiento de la existencia del otro no impide mi crecimiento, sino lo
posibilita. El sentido de alteridad es el baremo principal para verificar la
capacidad relacional de una persona, lo cual supone conciliar el yo con el nosotros
sin sacrificar ninguno de los dos constituyentes.
1
«El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida
está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo
experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente». San Juan Pablo II, en RH 10.
general, partiendo del amor a sí mismo y llegando hasta el amor a Dios, que nos ha
amado desde toda la eternidad.2 Amar y ser amado es un componente indispensable
en la realización personal, pero es sobre todo la vivencia misma de la salvación, de la
realización del proyecto de Dios para el hombre. Sin amor, la vida sería invivible.
2
Dios nos ama como un padre: Dt 8,5; Sal 103,13; como una madre: Is 49,15; 66,13; como un
padre – madre: Sal 27,10.
3
«El amor es objeto de un mandato. En cambio, los sentimientos nunca pueden serlo; nunca
llegaremos a contraer un afecto sensible por obediencia». J. M. CABODEVILLA, Carta de la
Caridad, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1967, 92.
4
«El amor es la fuerza primordial del espíritu dotado de actividad volitiva, fuerza afirmadora y
creadora de valores. Desde el punto de vista de su esencia y de su núcleo vivencial es una actitud
de la voluntad […]. Proyectando de ordinario sus rayos sobre la vida afectiva, aún no siendo
ello absolutamente necesario, y sostenido por ésta, el amor no es un mero sentimiento de deleite
ni un aislado sentimiento superior. Así por ejemplo, la voluntad puede apreciar en grado
sumo a una persona [es decir, amarla] aun en el caso de que el sentimiento siga otra escala de
valores [aunque al mismo tiempo te caiga mal]». W. BRUGGER, Diccionario de Filosofía,
Herder, Barcelona 1983, 56.
5
«Tenemos una indigencia fundamental que nos hace mendigos unos de otros. Por otro lado, somos
portadores de una riqueza inagotable que nos hace donantes unos de los otros. Tenemos algo
Aquí sólo queremos tomar nota de que son un componente que colorea la dimensión
relacional del ser humano, referidas ya sea a Dios, a los demás, a los diversos grupos
a los que se pertenece, al mundo y a las circunstancias que se van viviendo. En sentido
pasivo experimentamos ciertas reacciones emocionales o sentimientos en cuanto que
somos afectados por las personas y las circunstancias; dichos afectos pasivos se
pueden volver activos cuando se convierten en motivaciones para actuar en
determinado sentido; los afectos, en general, se caracterizan por carecer de procesos
racionales o argumentativos, así como por manifestarse mediante ciertas expresiones
corporales; podríamos decir que el hombre no sólo es cabeza, sino que también y
sobre todo, es corazón. La psicología es aquí una ciencia auxiliar de la antropología.
que dar, algo que contribuir, que solamente nosotros podemos ofrecer para el crecimiento del
todo». L. BOFF, El águila y la gallina, 74.
6
«Esta característica humana [de la afectividad] nunca ha sido considerada como definición del
hombre, como ha sido el caso de otras características […]. Incluso pocas veces se ha considerado
como una cuestión propia de la antropología. [Sin embargo] en el pensamiento actual, la
consideración de los afectos ha ido adquiriendo una mayor importancia, no sólo en el terreno
filosófico, sino también en el científico, que va desde las ciencias neurológicas hasta la
psicología, desde las ciencias económicas hasta las sociales, sin olvidar las ciencias de la
informática y la investigación de la inteligencia. En todos esos campos se ha dado una nueva
valoración de los sentimientos, subrayándose especialmente su carácter cognitivo». G.
AMENGUAL, Antropología filosófica. Sapientia rerum (Serie de Manuales de Filosofía 4),
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 2007, 93-94.
una serie de emociones (Am 5,21; Is 27,4; 54,8; Sal 30,6.) que, en algunos casos,
hasta resultan desmedidas (Is 42,14). El Dios impasible, imperturbable, insensible, no
es el Dios de la Escritura; la conducta del hombre conmueve a Dios, que es con-pasivo
(Ex 22,26c).
Abordar el tema de la familia desde la Sagrada Escritura debe hacerse con las debidas
precauciones, para no confundir los condicionamientos culturales propios de las
diversas épocas, con los elementos fundamentales, fruto de la Revelación. No se trata
de hacer una disección obsesiva, para deslindar un ámbito del otro, sino simplemente
de tener la precaución de considerar las influencias culturales en las que, sin embargo,
de alguna manera, se revela el plan de Dios.
Haber sido creado a imagen y semejanza de un Dios que es Trinidad, que es familia,
que es comunidad de personas divinas que se pertenecen mutuamente, que es Padre,
Hijo y Espíritu Santo, tiene para el hombre la feliz consecuencia de llevar en su ser la
impronta familiar, la vocación a la vida comunitaria, la inclinación a vivir en
familia. El hombre no nació para ser un ermitaño. Y haber sido creado como pareja,
que es el núcleo de la familia, ya habla de esa dimensión relacional ínsita en la
naturaleza humana.
La familia era una institución básica en Israel, donde el grupo precede sobre el
individuo, que subordinaba sus acciones y su conducta a los intereses y proyectos
familiares, sin que de ninguna manera signifique la anulación de éste en aras de aquél.
Todo israelita estaba necesariamente incardinado en una familia, que le daba
identidad, pues a falta de apellidos, se les identificaba como pertenecientes a la casa
paterna, en el sentido de familia.
En los tiempos patriarcales, estaba formada no sólo por los padres y los hijos, sino
también por los abuelos, tíos y primos sin familia propia, nueras7 y hasta los sirvientes
y esclavos; forma una unidad de trabajo, donde cada quien desempeña su parte bajo
la dirección autoritativa del padre. Se da la poligamia y la familia tiene una estructura
abiertamente patriarcal y androcéntrica; es el padre el que da cohesión e identidad a
la familia y a cada uno de sus miembros, es el que ostenta la autoridad sin
posibilidades de cuestionamiento alguno y desempeña también un rol religioso, en
cuanto que su bendición era determinante para la prosperidad de sus hijos.
Más tarde, pasada la época patriarcal, la familia ya es un poco más reducida, aunque
de ninguna manera tanto como en la actualidad. De la lectura de los profetas y, sobre
todo de la literatura sapiencial, se deduce el progresivo establecimiento de la
monogamia que sería, en todo caso, una vuelta al plan original de Dios.
Sin embargo, en ninguna de las diversas épocas que abarca la Biblia, la familia dejó
de ser el grupo básico donde la interacción de sus miembros se da en todos las
dimensiones de la vida: física, afectiva, laboral, económica, moral, religiosa; la común
ascendencia le da cohesión y solidaridad y es fuente de gozo, sin que por ello dejen
de existir deficiencias y conflictos, tanto de índole cotidiano como de gran
envergadura. Y es justamente en la familia donde cada persona va descubriendo y
experimentando la historia de la salvación como su propia historia.
3.2.1 Genealogía
La visión de la familia a lo largo de los tiempos, como institución social expresa, a
través de la genealogía, el vínculo con unos ascendientes que constituyen las propias
raíces y que han dado a los descendientes sentido de pertenencia a través de la
consanguinidad y de las tradiciones familiares, importantes en cuanto conquistas
pasadas que moldean el presente; la historia personal no comienza con el
nacimiento, sino con los antepasados; el hombre es un ser intergeneracional. En las
culturas del Medio Oriente en general, la genealogía era de suma importancia para los
individuos, en cuanto que establece el honor de una persona.
7
Hablamos de nueras y no de yernos, porque al contraer matrimonio, era la mujer la que se
incorporaba a la familia del marido y no a la inversa.
3.2.2 El matrimonio
El matrimonio, inserto en las tendencias humanas, en cuanto unión de un hombre y
una mujer concertada socialmente, para constituir y mantener una comunidad de vida
e intereses, es un ámbito privilegiado para ejercer el sentido de alteridad.
En la realidad cultural más antigua se observa que la hija era propiedad de su padre,
y podía ser vendida por éste como esclava en orden a la relación sexual (Ex 21,7) o
dada en matrimonio a quien mejor le parezca, sin que la opinión de ella sea tomada
en cuenta. El tema de la dote (Gn 34,12; Ex 22,16; 1Sam 18,25) exigida por el padre de
la novia tiene visos de una compra−venta, con lo que la mujer pasaba a ser propiedad
del marido, el cual tiene derecho a repudiarla, sin necesidad de argumentar ninguna
razón de peso, aunque ciertamente no podía venderla (Dt 21,14).
La visión positiva que la Escritura tiene del matrimonio se manifiesta, entre otras
formas, por las fiestas de bodas, con sus banquetes, ceremonias, música, tradiciones
y la consiguiente alegría no sólo de los contrayentes, sino también de los familiares y
de todos los circunstantes (Gn 29,22.29; Jc 14,10; Tb 8,19-21; 11,17-18; Sal 45,14-16).
8
El matrimonio de un israelita con gente perteneciente a pueblos de incircuncisos, era algo
realmente escandaloso, Gn 24,2-4; 27,46; 28,1-2; por lo que el matrimonio endogámico estaba
incluso legislado; Ex 34,15-16; Dt 7,1-3; el rompimiento de esta prescripción podía llevar al
rompimiento de la relación con Yahvéh; Jos 23,12-13.
9
«La pratica della poligamia (Dt 21,15-17) è l’espressione più chiara della posizione inferiore
della donna nella società. Essa assume una certa dignità soltanto quando diventa la madre della
prole del marito (Gn 16,4); la donna senza figli vive nell’amarezza (Gn 30,1; 1Sam 1,10.11). La
stessa moglie del re è priva di importanza sociale e non viene chiamata regina.». P.P. ZERAFA,
«Antropologia biblica», 355-356.
10
«Ai suoi contemporanei del secolo X, tra i quali vigeva legalmente il ripudio e la poligamia,
l’agiografo presenta come un prototipo il matrimonio istituito da Dio con i caratteri della
indissolubilità e della monogamia. Nulla di più indistruttibile e duraturo dell’amore sponsale.
Distrugge gli stessi legami saldissimi della famiglia del sangue ma, quanto ad esso, “è forte
come la morte” (Ct 8,6)». M. ADINOLFI, «L’uomo e la donna in Gen 1-3», en G. De GENNARO
(a cura di), L’Antropologia Biblica, Edizioni Dehoniane, Napolo 1981, 109.
asunto (Dt 24,2). Este es otro aspecto donde no puede atribuirse a la Revelación lo
que corresponde a los condicionamientos culturales de esas épocas.
11
laeGO goel es el participio al sustantivado del verbo laG que significa rescatar; en sentido propio,
significa la acción legal por la que un responsable (el laeGO; 46x en el AT), pariente o sustituto:
recobra bienes enajenados: Lv 25,23-34; libra esclavos o cautivos: Lv 25,47-54; venga
asesinatos: Nm 35,12 -25; Dt 19,12s; recobra bienes consagrados: Lv 27,15-31; se casa con una
viuda sin hijos: Dt 25,5-10. Como en nuestra cultura no existe esta institución, es difícil traducir
el término, por lo que se ha de escoger, según la situación, entre rescatar, redimir, recobrar,
recuperar, reclamar, responder de/por. Nótese la presencia reiterada del morfema re que
significa que se restablece una situación jurídica perturbada. Cfr. L. ALONSO SCHÖKEL, «laG»,
en Diccionario bíblico hebreo – español, 143.
12
Sobre este tema se habló ampliamente en el curso de Teología Moral en el que participaron los
miembros de la Familia Guadalupana Plancartina; cf. capítulo 19.
dignidad que él; que ambos estén a la misma altura ontológica es lo que les permite
relacionarse de tú a tú, cumplir la tarea encomendada por Dios de cuidar la creación
y acompañarse en la búsqueda de las respuestas que la vida y sus misterios les van
planteando. El encapsulamiento del yo que se niega a relacionarse con un tú, le haría
morir de inanición.
Así, la familia tiene como punto de partida la unión de la pareja hombre – mujer
que, desde el punto de vista bíblico, se realiza en el matrimonio; el germen de la
familia es precisamente la comunidad conyugal. Dios mismo es el autor de esta
forma fundamental de amor, pues hizo al hombre y a la mujer como compañeros,
como complementarios, como conveniente el uno para el otro, capaces de relacionarse
entre sí con afinidad, de una manera radicalmente diversa a como se relacionan con
la naturaleza; lo menos que podemos suponer en la expresión de Adán al ver a Eva –
Esta sí que es carne de mi carne– es un tono de júbilo, de una expectativa cumplida,
de una esperanza colmada.
En los textos más antiguos, la relación sexo – amor apenas si se percibe, pero no que
esté del todo ausente; vemos el caso de Jacob y Raquel (Gn 29,20-21.27.30), así como
el del levita cuya mujer lo abandona y él la va a buscar para hablarle al corazón y
convencerla de volver con él, cosa que logró (Jue 19,1-3); o el de Elcaná y Ana (1Sam
1,8), en cuyo diálogo se percibe que tener hijos no es la única ni la primera finalidad
del matrimonio; vemos el amor que Micol tiene a David (1Sam 18,20), y que Paltiel, a
su vez, tiene por Micol (2Sam 3,14-16).
3.2.3.1 Sexualidad
El ser humano no es un ser asexuado: o se es hombre o se es mujer. Y si bien el
basamento de la sexualidad es corporal, anatómico –hasta la última célula de su ser
es masculina o femenina– no se reduce a esto, pues también implica el modo de
experimentarse a sí mismo, el modo de ser, de sentir, de emocionarse, de
relacionarse, de interactuar; es decir, la sexualidad es una dimensión somática, pero
también psicológica y sociocultural de la personalidad, que tiñe los afectos, actitudes
y capacidades del individuo y tiene, por cierto, una fuerza arrolladora; sin embargo:
Se reconoce la fuerza de la atracción sexual –lo que no significa que es una fuerza
ciega e indomable‒, al punto que se admite el abandono de la familia de origen para
unirse a la persona con la que se constituye una nueva familia (Gn 2,24). Aun cuando
también se registran desórdenes causados precisamente por la fuerza de la sexualidad,
13
J. DE SAHAGÚN LUCAS, El hombre, ¿Quién es?138.
14
«No olvidemos que la mayor parte de los pueblos ha fijado la estabilidad de la existencia humana
sobre leyes del matrimonio (¡no adulterarás!) y de violencia (¡no matarás!). En esta línea nuestro
texto (Gn 6-9) ha resaltado la importancia vital de la pareja estable como trasmisora de la vida:
hasta los animales entran en el arca por parejas, para conservarse por encima del diluvio. Lo
mismo pasa al hombre: tanto Noé como sus hijos se salvan por parejas, ofreciendo así la garantía
de que la vida se conserva y trasmite sobre el mundo. En esa misma línea se proclama al final
la bendición: “Creced, multiplicaos y llenad la tierra…” (Gn 9,1)». X. PIKAZA, Antropología
bíblica: Tiempos de gracia, Sígueme, Salamanca 2006, 124.
15
Si tuvieras que relacionar este segundo rasgo del perfil que proponemos −Tener sentido de
alteridad−, con alguno de los valores de la Constelación de Valores de los Colegios
Guadalupanos Plancartinos, ¿con cuál lo relacionarías?
16
Como por ejemplo en el caso de Rebeca; Gn 24,60; en el de Rut, 4.12; en el de los padres de
Samuel, 1Sam 2,20-21.
Ser hombre o ser mujer es parte de la identidad de cada persona, y según ese rasgo
constitutivo, será el papel que desempeñe en la familia −padre /madre−, además de
los elementos culturales que condicionan notablemente la distribución de las
funciones en la vida doméstica.
En la cultura israelita, el papel del padre es el de ser el jefe de familia, cuya tarea es
proveerla, protegerla, defenderla, conducirla; él es el dueño de las tierras y el que toma
las decisiones; organiza el matrimonio de sus hijos y de sus hijas y a él es a quien hay
que resarcir cuando alguna de éstas es agraviada; su patriaracado es incontestable, lo
cual aseguraba la estabilidad social; se constituye, también en referente en el ámbito
religioso, pues se habla del Dios de los padres, donde no parecen estar incluidas las
madres, pues los nombres que eventualmente se añaden a esa expresión, son sólo de
varones.
Al igual que en no pocas culturas, los hijos son considerados una fuente de riqueza y
de seguridad (Sal 112,2; 128,3b; Eclo 40,19), sobre todo en la ancianidad. Tener una
gran descendencia, sobre todo varones –por aquello de la cultura androcéntrica– es
asegurar la perpetuación del propio nombre, sobre todo en las primeras etapas de la
Revelación, cuando aún se ignora la existencia de otra vida. Pero el enfoque religioso,
propio de casi todos los tópicos de la cultura bíblica, también está presente en este
tema, por lo que los hijos se consideran una bendición (Dt 28,11; Sal 127,3-5), lo
mismo que ver a los hijos de los hijos (Sal 128,5-6); por el contrario, la falta de
descendencia es más que una desgracia, una maldición, aun cuando esta idea
evoluciona más tarde, como se constata en el libro de la Sabiduría (Sab 4,1).
17
yx'(-lK' ~aeî ht'Þy>h") awhiî yKi² hW"+x; ATßv.ai ~veî ~d"²a'h'( ar"óq.YIw:
«Y llamó Adán a su mujer “Eva”, porque ella fue la madre de todos los vivientes». Gn 3,20.
18
La solidaridad de los jóvenes con su pueblo, en las buenas y en las malas, se refleja en diversos
textos proféticos, que recurren a ellos como símbolos de desgracia o de prosperidad; de lo
primero: Is 3,4-5; Jr 9,20; Ez 30,16-17; Am 2,11-12; 8,11-13; de lo segundo: Is 65,19-20; Jr
31,13; Jl 3,1; Zac 8,4-5.
19
Nehemías, líder de los israelitas en el postexilio, cuenta con la colaboración de los jóvenes en la
custodia y restauración de la ciudad; Ne 4,17; 5,10.16; 13,19.
20
A los jóvenes les caracteriza su vigor, su fuerza, lo que les permite realizar tareas que requieren
de dichas cualidades, y que, en todo caso, les da la posibilidad de prestar ciertos servicios a
quienes, por su edad o su falta de salud, carecen de ellas; Cf. Prov 20,29.
Por lo general, los hijos varones seguían la profesión de los padres, quienes se
esmeraban en su educación, lo cual no obsta para que dicho esfuerzo, en ciertos casos,
fuese un fracaso, como sucede con los hijos de Elí21 y de Samuel;22 también el caso
de los hijos de David ejemplifica ampliamente este asunto.23
Las faltas del hijo hacia los padres se consideraban graves. Menospreciar a los padres
era motivo de maldición (Dt 27,16; Prov 30,17) y el hijo que tuviese el atrevimiento
de insultar, golpear o maldecir a sus padres, era castigado con la muerte (Ex
21,15.17; Lv 20,9); incluso el ser un hijo rebelde y libertino le hacía reo de muerte,
sentencia que, por increíble que ahora nos parezca, sus propios padres solicitaban a
los ancianos −es decir, las autoridades− de la ciudad (Dt 21,18-21).
21
Cf. infra c. 16.
22
Cf. infra Lectura Complementaria del c. 9.
23
Cf. infra c. 16
A falta del padre, el hijo mayor o uno de los hijos, hacía las veces de cabeza de familia,
como en el caso de Labán, hermano de Rebeca, que es quien se encarga de todo lo
concerniente al casamiento de su hermana; Isaac, al bendecir a Jacob, le pone como
señor sobre su hermano, el cual le servirá; igualmente, al bendecir Jabob a sus hijos,
ya en su ancianidad, augura a Judá que sus hermanos le servirán y se postrarán ante
él (Gn 49,8). La misma ley del levirato (casarse con su cuñada viuda, sin hijos) era un
servicio fraterno que un hermano hacía por su difunto hermano, que había muerto sin
descendencia.
El Deuteronomio advierte sobre el riesgo de que sean los propios hermanos –o algún
otro familiar muy cercano– los que induzcan a abandonar a Yahvéh para adorar a otros
dioses; la disposición que se da al respecto, es que se debe delatar al seductor y hacerlo
morir para escarmiento del pueblo (Dt 37,7-12).
24
Lo cual sucede también hoy en nuestra cultura, pues se suele llamar hermano a ciertos amigos.
25
La Escritura da cuenta de diversos conflictos entre hermanos que han alcanzado la categoría de
clásicos: Caín y Abel, Isaac e Ismael, Jacob y Esaú, José y sus hermanos, Absalón y sus
hermanos.
la tribu, formada por diversos clanes, que generalmente ostentan un mismo origen
familiar y que tienen en común ciertos usos y costumbres, así como el territorio en el
que habitan. En tiempos primitivos, todo grupo humano en proceso de expansión,
acababa constituyéndose en clanes y éstos en tribus y, tratándose de Israel, esta
estructura social, aunque en forma más bien simbólica, llegó hasta tiempos del NT.26
26
De hecho, José y María son presentados como pertenecientes a la tribu de Judá (Mt 1,1-17; Lc
2,4), mientras Pablo, por su parte, dice pertenecer a la tribu de Benjamín (Flp 3,5).
Por supuesto que, la otra cara de la moneda es que, al formarse los pueblos y las
ciudades donde habitarán, se da la inevitable presencia de clases, de grupos, de
estratos sociales, lo cual lleva incoado un germen de violencia, que se agrava en la
medida en que el motivo de la aglutinación es sólo la búsqueda del poder –como lo
manifiesta la narración de la Torre de Babel–.
Lo que hace peculiar el caso del pueblo de Israel, es su conciencia de ser el pueblo
elegido por Yahvéh, es decir, no es tanto el origen étnico, cuanto la vinculación
religiosa la que le da cohesión y sentido a este pueblo; tener un mismo Dios y
reconocerlo como su único Dios, es condición de pertenencia al pueblo elegido,
independientemente de los lazos de sangre, que pueden no darse en absoluto (Jos 24,1-
28). Baste constatar que la alianza de Yahvéh es con el pueblo, no con los individuos
particulares.
Justo uno de los grandes escollos de la cultura israelita, fue la dificultad para ver más
allá de su pueblo, y tener una visión inclusiva, que abarcara al mundo entero. Al punto
que, con la llegada de Jesús, el Mesías prometido desde el principio de la creación, el
pueblo judío se divide para siempre, entre los que no le aceptan y los que le aceptan
como el Salvador universal, como el Salvador de todos los hombres, no sólo los
judíos, como el Salvador del mundo entero, lo que nos incluye a todos los no judíos
que hemos creído en Él.
27
«A este propósito, deseo recordaros un pensamiento que expuse en mi primera Encíclica: “El
hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está
privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta
y lo hace propio, si no participa en él vivamente”. ¡Y cuánto más podría destacarse dicha realidad
para la vida de los jóvenes, en esta fase de especial responsabilidad y esperanza, del crecimiento
de la persona, de definición de los grandes significados, ideales y proyectos de vida, de ansia de
verdad y de caminos de auténtica felicidad! Es entonces cuando más se experimenta la necesidad
de sentirse reconocido, sostenido, escuchado y amado». San Juan Pablo II. Mensaje para la II
Jornada Mundial de la Juventud. No 2. (Internacional). Noviembre 1986.
28
Precisamente el compromiso político es el cuarto rasgo del perfil que estamos proponiendo. Cf.
infra c. 5.
29
«La acepción del postmodernismo desarrollado que […] se afinca en el individualismo extremo
que desconfía de globalizaciones y proyectos a largo plazo y se entrega a satisfacer los deseos
inmediatos, adaptándose a lo dado, sin lealtad, para sacarle el mayor provecho al menor costo». P.
TRIGO. «Tipología de la juventud de fin de siglo» 69.
El individuo postmoderno está a la defensiva, por una parte y, por otra, dispuesto a la
lucha por alcanzar el poder, recuperar el control, lograr sus propios intereses; lo
importante es tener un buen trabajo, conservarse joven, tener buena salud. Si añadimos
el hecho de que las personas tienen en sus propias casas gran variedad de formas de
entretenimiento gracias a la tecnología, pues no sienten necesidad de establecer
relaciones sociales, lo cual les vuelve aún más individualistas. Narciso sustituye a
Prometeo. Predomina el subjetivismo y los egócratas se multiplican.
Las emociones también han alcanzado carta de ciudadanía en el tema del amor, el
cual ha quedado reducido a una mera emoción, a un romántico enamoramiento, a
una reacción emocional que se produce entre dos personas y que autoriza a todo, lo
justifica todo, lo permite todo; el amor es algo que sucede intempestivamente, se vive
apasionadamente y se esfuma tan rápidamente como llegó, con lo cual, el tan preciado
valor humano y cristiano por excelencia, se torna desechable.
3.8.4 Emocionalismo
El estado de ánimo personal y todo tipo de emociones, han adquirido una gran
plusvalía; sirven de pretexto para la justificación de comportamientos erráticos,
decisiones equivocadas, arrebatos e incoherencias; los jóvenes se vuelven demasiado
dependientes de su estado emocional; podría decirse que estamos ante la cultura del
capricho. La publicidad –otra forma engañosa de ejercicio del poder– explota con
desparpajo esta circunstancia y bombardea a la sociedad, especialmente a los jóvenes,
con pequeños mensajes incisivos, dirigidos justo a sus emociones, cual acertados
dardos, diseñados y disparados por la así llamada mercadotecnia emocional
La casa familiar dejó de ser el hogar a donde los íntimos acuden como a un refugio,
buscando el calor y la conversación de los seres queridos, para venir a ser una especie
de extensión de la oficina o de la escuela o del club, pues las relaciones con el exterior,
a través de los diversos recursos tecnológicos, reducen a su mínima expresión las
relaciones con los ahí presentes; cada uno está metido no ya en su recámara, sino en
su propia cabina.
mucho mayor que antaño y el sentido de pertenencia al grupo les hace sentir que sus
debilidades se convierten en fortalezas.
30
Esta homogeneización se está dando a todos los niveles, desde aspectos fundamentales hasta
otros que pudieran parecer más triviales; para ejemplo, basta un botón: «Actualmente se está
produciendo una poderosa “hamburguerización” de la cultura culinaria y una “rockización” de
los estilos musicales». L. BOFF. El águila y la gallina. 13.
31
De alguna manera, la pandemia del covid-19 recién vivida por la humanidad −y que aún le amenaza−, es
fruto de tecnologías agropecuarias mal diseñadas por el voraz neoliberalismo, pues la crianza masiva de
diversas especies animales, es caldo de cultivo para el surgimiento de virus cada vez más agresivos.
32
Sobre esta cuestión de la ecología, resulta por demás interesante el mensaje de Su Santidad
Benedicto XVI para la celebración de la XLIII Jornada Mundial de la Paz, celebrada el 1 de
enero de 2010 y que se titula: Si quieres promover la paz, protege la creación.