Aquel día lluvioso en el que salimos de la casa al aeropuerto, no pudimos cancelar
el viaje porque perdíamos tiquetes y todas las reservas que teníamos en el viaje, ya que nos daba miedo que sucediera algo por la tormenta en ese momento. Yo me estaba asustando, pero estaba feliz por el viaje a Europa. Sabíamos que era un viaje largo como 12 horas de vuelo, mi familia estaba muy entusiasmada de emprenderse a la aventura de conocer nuevas culturas y paisajes. La tripulación del avión era casi conformada por adultos y habían pocos niños que los mas pequeños lloraban mucho. Ya era de noche y nos llevaron la cena y era una rica hamburguesa, yo fui uno de los últimos en caer rendido al sueño ya que las sillas tenían unas pantallas de videos y pude jugar un rato.