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Tema 4 (2033)
Tema 4 (2033)
4. HISTORIA Y PENSAMIENTO DE
LA ARQUEOLOGÍA.
EL MUNDO GRECORROMANO
Introducción
Algunos trabajos sobre la historia de la arqueología realizados recientemente han sugerido que el corriente
interés por la interpretación es un hecho moderno. Hasta la década de los sesenta del siglo XX no se
dispuso de un cuerpo de teoría establecido, ya que cada investigador gozaba de libertad para reconstruir
la disciplina según sus propias ideas.
Así, antes de que naciese la disciplina de la arqueología ya se habían producido ideas generales sobre el
origen y el desarrollo humanos que potencialmente podían ser puestas a prueba con datos arqueológicos.
Por lo tanto, la arqueología (como cualquier disciplina científica) atravesó una etapa en que los datos se
empezaron a recoger por ninguna razón en concreto o bien con la esperanza de que en el futuro se sabría
lo suficiente como para formular las cuestiones convenientes.
Esta fase abarca desde que el hombre empieza a especular sobre su pasado hasta que llegamos al
siglo XIX y es denominada habitualmente como FASE ESPECULATIVA.
1. El mundo antiguo
Todo grupo humano parece poseer cierto grado de curiosidad por el pasado. Durante gran parte de la
historia humana, este interés se satisfacía mediante mitos y leyendas concernientes a la creación del
mundo y de la humanidad y crónicas tradicionales sobre aventuras vividas por grupos étnicos individuales.
En las primeras civilizaciones existió también un enfoque diferente representado por los registros escritos,
los cuales proveían de un marco cronológico y de cierta información sobre acontecimientos ocurridos en
el pasado, pero eran independientes de la memoria humana.
Algunas sociedades tribales recogieron artefactos procedentes de un pasado lejano. En los yacimientos
iroqueses de los siglos XV y XVI del este de Norteamérica se han hallado puntas de flecha y objetos de
cobre nativo hechos hace miles de años. Entre los campesinos europeos se recogían las 'piedras del
trueno' (sílex) que normalmente vendían.
En el siglo XVI los aztecas llevaban a cabo ceremonias en las ruinas de Teotihuacán (habitada en el primer
milenio d.C.) y en sus pareces colocaban figuras olmecas muy apreciadas en todo el imperio.
En los últimos períodos de las civilizaciones antiguas, los artefactos se consideraban de gran valor por
haber pertenecido a dirigentes determinados, por ser propios de las etapas de grandeza nacional, y
también porque aportaban información sobre el pasado.
Los antiguos convivían en estrecha armonía con el pasado, pues usaban los mitos y la historia fluyendo
como un trazado lineal en las épocas pasadas.
• En Summer no se cuestionaba que antes y después del Diluvio sus dinastías hubieran descendido
de los cielos para asentarse en ciudades como Uruk, Ur, Kish, Larak, etc, donde cada rey había
gobernado durante miles de años. La realeza, de orden divino, se turnaba en una u otra ciudad-
estado, y así se explicaba a través de una paradoja religiosa la belicosa inestabilidad de los reinos
de Mesopotamia.
Arqueología I | Carla Trincado Rodríguez
• La decadencia de la civilización micénica a finales de la Edad del Bronce (s. XIII-XII) sembró
de vestigios de poblaciones fortificadas, de palacios y de enterramientos la geografía de la Hélade,
los cuales se releyeron en clave heroica en torno a los s. VIII-VII a.C. como lugares impregnados
de un profundo simbolismo elucidado únicamente en la Odisea y la Ilíada, los poemas del
legendario Homero.
El paisaje heleno se encontraba atestado de monumentos heroicos fáciles de ver, por lo que conservar
esas edificaciones con una historia legendaria y remota robustecía los sentimientos de identidad
comunitaria identificando unos antepasados privativos, o respaldaba el gobierno de una familia específica
y su presencia en un territorio connotaba una legitimación de su propiedad.
Los monumentos, sobre todo los funerarios, exhalaban una clara rentabilidad político-social, y debido a
ellos, en el s. II d.C, Pausanias pudo identificar cientos de ellos dispersos por toda Grecia, no a la fuerza
alzados en la Edad del Bronce, sino muchos alzados durante la época arcaica (s. VII-VI a.C.):
Los objetos daban pie a semejantes reivindicaciones, ya que poseían un marcado contenido sacro. Cuanto
mayor era su arcaísmo, más próximos se hallaban a la esfera legendaria de su elaboración y al momento
de su empleo por las idolatras figuras de la épica. Esta circunstancia les dotaba de poderes mágicos que
bien transmitían al propietario, quien los lucía a sabiendas del rango distintivo que adquiría entre sus
coetáneos, bien brindaban una protección sobrenatural sobre el grupo que tenía el privilegio de detentarlo.
Por eso se sacaban a la luz deliberadamente las supuestas reliquias y los huesos de los semidioses,
normalmente esqueletos de mamuts y otros vertebrados prehistóricos cuyas descomunales dimensiones
se avenían a la perfección al tamaño que se les pensaba a los héroes (el cuerpo de Aquiles medía casi 5
metros, y un dedo de Hércules tuvo que ser sepultado en un túmulo), a los cíclopes o a los gigantes que
engendró la diosa Gea. Una multitud de evocadores despojos humanos y militares adornaban los recintos
cultuales a lo largo y ancho de la Hélade (fenómeno idéntico al de las iglesias con los santos).
Nos cuentan las fuentes: los restos óseos de Tántalo y la cabeza de la Medusa reposaban en Argos, y el
cadáver de Orestes en Esparta; las armas de Hércules se ofrecían a los ojos del visitante en Tebas, el
Arqueología I | Carla Trincado Rodríguez
Los soberanos del Imperio neobabilónico, por otro lado, se involucraron activamente en resucitar el
pasado de Sumer y Akkad, restaurando edificaciones de templos en ruinas, descifrando epígrafes oscuros
e incluso promoviendo excavaciones en las cimentaciones de los templos religiosos; la restitución de un
monumento de estas características comportaba la identificación previa de las etapas remotas del mismo
no sólo para recuperar clavos de consagración y textos cuneiformes referidos a las raíces históricas del
templo (gracias a las cuales efectuar las reformas de suplanta correctamente) sino esculturas arcaicas
que ubicar en una nueva fundación como alegato de la continuidad infinita de las obras de los gobernantes,
de la descendencia lineal y legítima de unos a otros, y así como la voluntad de los dioses.
paso, formó una pequeña colección de antiguos artefactos babilonios, incluyendo inscripciones, que ha
sido considerada como el primer museo de antigüedades conocido.
2. Grecia
En resumen, en ninguna de las civilizaciones conocidas existió una disciplina parecida a lo que ahora
entendemos por arqueología.
• Hesíodo (en griego antiguo Ἡσίοδος Hēsíodos, en latín Hēsiodus) fue un poeta de la Antigua
Grecia cuya datación en torno al año 700 a.C. es discutida, pero es a partir del siglo V a.C. en que
las referencias a testimonios materiales del mundo clásico son cada vez más numerosas.
Se percató que algunos enterramientos encontrados en Delos cuando la isla fue purificada en el
s. V a. C. pertenecían a los carios pues contenían armamentos parecidos a los carios de su tiempo,
confirmando así que los carios habían vivido en algún tiempo pasado en la isla. Tucídides, fue el
primero que acuñó el término archaiologhìa, entendida como 'discurso de lo antiguo'.
A partir del s. IV a.C. aparecen una serie de autores que escriben obras, que podríamos llamar 'críticos de
arte', sobre teorías artísticas clásicas. Sus obras se perdieron casi en su totalidad, pero las conocemos a
través de Plinio (Naturalis Historia).
Hay que citar también a los Periegetas, autores de descripciones de monumentos y obras de arte que se
encuentran en lugares por los que pasan en sus viajes. Sus obras son 'auténticas guías de viaje' en los
que recogen datos incluidos en los inventarios de los templos, que a veces se exponían en público y las
informaciones de los guías oficiales. Todo ello unido al propio conocimiento del terreno y de los relatos
anteriores. La periégesis (en griego: περιήγησις) es un antiguo género literario, que tuvo gran desarrollo
en el período helenístico. Consiste en una descripción en la cual, a lo largo de un itinerario geográfico, se
recoge información sobre la historia, los pueblos, los individuos, las costumbres e incluso la mitología de
los lugares que se atraviesan. En lo posible se transmite la experiencia directa del autor. Destacan:
• Heliodoro de Atenas que es autor de 15 libros sobre los monumentos de la Acrópolis de Atenas,
en su obra describe la historia, tradiciones y cultos de la Acrópolis.
• Polemón, que viaja por Grecia, Asia Menor y Sicilia, y refleja sus impresiones en su obra.
• Pausanias que vivió en el s. II d.C. escribió 10 libros donde describe la Grecia continental. Su obra
es una auténtica guía de turismo con información sobre los monumentos que visita personalmente.
Es curioso que al hablar del Partenón no cita a Fidias por lo que en el s. XIX se dudará de la
intervención de este en las obras. Pausanias, en su Descripción de Grecia, s. II d.C., describió de
una manera sistemática los edificios públicos, obras de arte, ritos y costumbres de diferentes
regiones del país unto con las tradiciones asociadas a ellos.
Pausanias
Los edificios en ruinas eran de poco interés para los escritores de esta época. Había materiales que por
su rareza (algunos bronces) y su hallazgo casual eran valorados por los coleccionistas de la época, pero
no había esfuerzos por recuperar de manera sistemática los restos materiales del pasado y ni siquiera
intención de estudiarlos.
No había conciencia clara de que los restos materiales del pasado podían ser de utilidad para probar las
numerosas y conflictivas especulaciones filosóficas sobre los orígenes humanos y las ideas generales de
la historia humana que caracterizó la civilización clásica.
Arqueología I | Carla Trincado Rodríguez
• Apolodoro de Atenas que en sus crónicas dedicadas a Atalo II de Pérgamo estudia el arte
griego y considera su momento cumbre con Fidias y Policleto.
• Estrabón (64 aC – 19-24 d.C.) nos narra el descubrimiento de una necrópolis de túmulos
antiguos de Corinto a mediados del s. I a.C. (en griego antiguo, Στράβων; Amasia, Ponto, c. 64 o
63 a.C.-c. 19 o 24 d.C.) fue un geógrafo e historiador griego conocido principalmente por su obra
Geografía. Estrabón fue un gran viajero que, aprovechando la paz romana, recorrió casi todas
las tierras de la ecúmene, llegando a Armenia en Oriente, hasta Cerdeña en Occidente, y desde
el mar Negro en el norte hasta los límites de Etiopía en el sur. Recorrió el Nilo hasta Asuán en
una expedición dirigida por Elio Galo, prefecto romano de Egipto. Pero nunca estuvo en la
Península Ibérica.
Obra de Estrabón
3. Roma
En Roma se siente mucho interés por el pasado griego y esto se refleja a través del coleccionismo, las
copias, la valoración de la escultura y artes menores, etc. Todo ello influirá en las obras de los escritores
romanos que son los que darán la visión del gusto artístico de la sociedad romana.
su discurso contra Verres refleja los gustos de los coleccionistas romanos del momento, la
actividad de los artistas, los santuarios griegos con sus obras, etc.
• Plinio El Viejo (23-79 d.C.) en su Naturalis Historiae, dejó escrita una verdadera
historia del arte antiguo. Esta obra está dividida en treinta y siete libros, organizados
en diez volúmenes y su temática no se limita a lo que hoy conocemos como historia
natural; como lo indica el mismo escritor, pretende abarcar “el mundo natural, o la
vida”. Abarca temas que incluyen astronomía, matemáticas, geografía, etnografía,
antropología, fisiología humana, zoología, botánica, agricultura, horticultura,
farmacología, minería, mineralogía, escultura, pintura y piedras preciosas. En el libro
34 realiza un magistral tratado sobre escultores y la escultura griega, en el libro 35
habla de pintura.
Entrando en las excavaciones y en los descubrimientos, ambos se producían por una infinidad de razones
en nada relacionadas con la arqueología, y en los que la casualidad resultaba el factor decisivo. Los hechos
azarosos conducían a los más variopintos hallazgos:
- Durante el reinado de Nerón, un terremoto que se cernió sobre Cnossos provocó que aparecieran
una serie de tablillas de lineal B (escritura micénica) guardadas en una caja de estaño, entonces
ilegibles para cualquier griego;
- Pompeya después de desvanecerse de la faz de la tierra a consecuencia de la erupción del
Vesubio en el 79 d.C. se convirtió en un inmenso yacimiento en el que los supervivientes
emprendieron batidas y sondeos encauzados a liberar de su prisión volcánica los bienes propios
y ajenos; pero el emperador Tito Livio puso en marcha un salvamento organizado de los materiales
constructivos preciosos, tales como mármoles que revestían los edificios púbicos y los ornamentos
arquitectónicos;
- Corinto desmantelada en 146 a.C. por Lucio Munio, permaneció desierta hasta que Julio César
decidió fundar allí una colonia romana. Los nuevos habitantes se dedicaron a remover los restos
de la urbe helena y a no dejar tumba sin excavar, dando con una profusión de relieves de terracota
y de vasos broncíneos. Estos vestigios de 100 años de antigüedad alcanzaron precios inauditos
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en Roma, donde se los bautizó con el nombre de nekrokorínthía, y fueron tan explotados que
finalmente su coste terminó por decrecer.
Así, el coleccionismo sirvió de acicate de estos rastreos entre los escombros de ciudades muertas. Los
romanos, es bien sabido, destacaron por su afición al coleccionismo: Suetonio citaba el repertorio de
esqueletos de monstruos terrestres y marinos además de las armas de héroes famosos en posesión de
Augusto.
El pillaje fue fomentado por los generales romanos: sólo Marco Fulvio Nobilior sustrajo más de 500
estatuas de mármol y bronce en 189 a.C. y Cayo Verres será siempre recordado por el proceso que se
entabló contra él en el 70 a.C. por la corrupción y los excesos cometidos durante su administración de
Sicilia, incluidos la confiscación ilegal y el latrocinio depredador de las esculturas de la isla. Casas como
las de Cicerón, el jurista que acusó a Verres, engalanaron sus peristilos, sus salones, bibliotecas y atrios
a la manera de museos a base de esculturas de atletas, dioses y de otras criaturas sobrenaturales,
políticos, literatos, militares o reyes, … que simbolizan los arquetipos de la moralidad y de las virtudes a
las que todo dominus debía aspirar.
De la primera, destacar la guerra que atrajo un pillaje sobre el imperio romano a gran escala de su caudal
patrimonial, no escapó siquiera Roma, saqueada y quemada por Alarico el visigodo en el 410 y expoliada
a conciencia por los vándalos de Genserico en el 455 y en 472 por Ricinero.
A partir del s. III d.C. surge una crisis en el Imperio romano y es necesaria la
construcción de fortificaciones lo que hace que con las prisas se saqueen
necrópolis y se destruyan edificios para utilizarlos como materiales
constructivos, por ejemplo, las murallas de Aureliano en Roma, las de
Vespasiano en Atenas o las de Lugo. A comienzos del s. IV el Arco de
Constantino se realiza con restos de otros edificios. En el 537 se rechaza un
ataque godo desde el Mausoleo de Adriano arrojando las estatuas de mármol.
Arco de Constantino
Al año siguiente, en el 381 d.C. el emperador clausuró los templos paganos, a los que asimismo desposeyó
del derecho a las tierras de las que subsistían. La conflictividad desatada entre sendas religiosidades trajo
consigo la destrucción de las obras de arte fabricadas en torno a la piedad antigua, de imágenes, templos
y exvotos. Los picos y los martillos cristianos se cebaron con las esculturas, relacionadas no sólo con el
culto, sino con los usos mágicos, así que fueron abatidas, descabezadas, despedazadas en cientos de
fragmentos e incluso cristianizadas, puesto que un modo de neutralizar sus maléficos poderes fue tallar
cruces en sus frentes.
Excepcionalmente hubo monumentos que se salvaron gracias a quedar en zonas despobladas, por
ejemplo: Phaestum, Leptis Magna, Sabratha, etc ….
Arqueología I | Carla Trincado Rodríguez
Phaestum Sabratha
Los complejos sagrados padecieron una suerte análoga al ser demolidos por toda la geografía imperial;
entre los afectados se contaban lugares en donde el paganismo había depositado su máximo fervor:
El obispo Gregorio de Tours, san Benito de Nursia o san Gregorio Magno, en el s. VI d.C., despuntaron
entre quienes animaron a las turbas de monjes a borrar de la tierra la memoria del esplendor clásico, si
bien la conversión en iglesias cristianas preservó del holocausto no pocos santuarios y edificios romanos.
En la ciudad del Tíber, los templos de Antonino y Faustina, y el de Rómulo (un ábside de la basílica de
Majencio), abrieron sus puertas a la devoción católica bajo los nombres de iglesia de S. Lorenzo in Miranda
e iglesia de S. Cosme y Damián, respectivamente. En muchas ocasiones los monumentos antiguos se
reutilizan como es el caso del Panteón y el templo de Antonino y Faustina en Roma o el Partenón en
Atenas.
La Curia de Julio César pasó a ser la Iglesia de S. Adriano en el Pórtico de Octavia se insertaba la iglesia
de S. Angelo in Pescheria y en el Panteón de la Santa María ad Martyres (fundada en el año 609).