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- Yapo Flora cuéntame, si te juro por la santísima que no le contaré ni a mi madre –

insistía Julia, la vecina, con un tono tan agudo que llegaba a doler.

- La última vez que te conté con quien salí, lo supo todo el barrio ¡Julia!, ¿Qué
garantía me das que esta vez será diferente? ¿Por qué debería confiar otra vez en ti?
– replicaba Flora, como tratando de sacarle una confesión anticipada de su futura
traición.

- Sí es verdad Flora, te he fallado en otras ocasiones, pero esta vez si podré guardar el
secreto, porque te contaré mi propio secreto también.

Rápidamente, ambas mujeres salieron por la puerta de la Junta de Vecinos en


dirección hacia el parque. Claramente ese no era un territorio seguro para que
abrieran sin culpa sus desahogos carnales.

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