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Covid-19 y La Ética en la Política exterior asumida por Venezuela

El coronavirus (COVID-19) es considerado por los organismos


internacionales de salud como una pandemia. Más de 180.000 casos han sido
reportados en 143 países. La enfermedad ya ha alcanzado la mayor parte del
mundo, incluyendo por supuesto Venezuela. Se trata de un peligro para la salud
de las personas que no conoce fronteras, alcabalas o aduanas.
Cabe mencionar, que las estrategias para luchar contra la pandemia,
varían considerablemente entre los Estados, lo que crea dudas sobre cuál es la
mejor y más ética manera de proceder. Ciertamente, la política exterior aborda
un terreno desconocido, en el que los errores, afectarán la calidad de vida e
integridad personal de toda la humanidad.
Efectivamente, además de la necesaria consideración global que
conlleva la atención de una situación de emergencia sanitaria caracterizada
como pandemia, donde el brote epidémico afecta a más de un continente y los
casos son provocados por trasmisión comunitaria, es necesario tomar en
cuenta la dimensión valorativa de las estrategias y la ética de las acciones
planificadas para evitar su expansión, porque no se trata tan solo de la
integridad personal de los connacionales sino también los habitantes de los
países que se verían afectados por la negligencia u omisión manifestada por
una nación en particular.
Sin embargo, en la actualidad, ante el COVID-19, la política exterior de la
mayoría de los países ha abandonado el espacio valorativo y objetivo del
derecho internacional para emprender la búsqueda de una estrategia que
asegure afrontar con éxito la enfermedad, desde el punto de vista sanitario, con
la menor pérdida posible en los aspectos económicos, financieros y de imagen.
La ética en segundo plano.
En este orden de ideas, la mayoría de las naciones, en seguimiento a las
recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, han pretendido
disminuir el efecto en el tiempo de la enfermedad; esto es, “aplastar la curva” de
casos positivos, intentando reducir el número de personas infectadas durante
un periodo particular, de modo que el número de casos graves en una
población determinada sea lo suficientemente bajo como para que pueda ser
manejado asertivamente por el sistema de salud nacional.
Para ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir
la exposición de los individuos sanos a los infectados, limitar en lo posible el
tiempo que la gente pueda pasar fuera de casa, adoptar la cuarentena en el
espacio interno; y el cierre de fronteras, con la restricción de acceso, respecto al
entorno geográfico. En este escenario, la consideración ética de cualquier
política exterior tendría un valor dicotómico: cuídate y así me cuidas.
Sin embargo, estas disposiciones representan una ruptura del
funcionamiento normal de una sociedad y son, por tanto, realmente difíciles de
mantener por periodos prolongados porque sin multas o restricciones
coercitivas, la mayoría de las personas es reacia a permanecer aislada durante
mucho tiempo. Sobre todo cuando se trata de volver al país nacional. Todo esto
sin mencionar el impacto que estas medidas pueden tener sobre la economía
de una Nación.
Cabe señalar, que este razonamiento conjunto entre la valoración ética
de las estrategias adoptadas y la relación costo/beneficio de los resultados, ha
llevado a países como Inglaterra, Colombia y Estados Unidos a asumir un
enfoque hasta ahora justificado por la premisa de que la exposición al virus crea
un cierto grado de inmunidad (herd immunity, inmunidad de rebaño). Si se
expone a una parte de la población, los supervivientes desarrollarán esa
inmunidad, reduciendo las posibilidades de que se enfermen los más
susceptibles.
Como se puede observar, esta posición presenta diversos dilemas
éticos: 1. Las pruebas que sustentan esta estrategia han utilizado animales,
pero sus resultados no han sido confirmados en humanos. 2. Discrecionalidad
del criterio o conjunto de parámetros que caracterizarían a una persona como
susceptible. 3. Procedimiento a seguir en las fronteras, respecto al proceso
migratorio espontaneo y el inducido por las muertes.
Ahora bien, el Gobierno venezolano, presidido por Nicolás Maduro Moros
anunció la suspensión de los vuelos desde Europa, Colombia, Panamá, Irán y
la República Dominicana, aislando en la práctica al país del mundo exterior.
Todos los pasajeros en tránsito, pasaron a cuarentena, mientras que también
se confirmaba la transmisión local. Estas medidas se correspondían con las
estipulaciones del derecho internacional humanitario.
Luego, en el ámbito nacional, el Gobierno estableció medidas de
distancia social, con la suspensión de las actividades escolares y de la mayoría
de los centros de educación superior, y el cierre de cines y parques. En una
transmisión posterior, el Presidente Maduro anunció el estado de excepción de
alarma (previsto en el artículo 338 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela) con el objeto de desarrollar una estrategia directa e
inmediata, de separación de los infectados del resto de la población sana. Libre
de las especulaciones o la asunción de riegos potenciales para los
venezolanos, el Mandatario acogió la recomendación de la Organización
Mundial de la Salud (institución del derecho internacional humanitario) y utilizó
las vías contempladas con anticipación en el ordenamiento interno (Constitución
de 1999).
Asimismo, en el plano exterior, ha respetado y reivindicado la potestad
que tienen los países para adoptar las estrategias que consideren
convenientes, en atención a los principios éticos de independencia y
autodeterminación. De igual modo, en cumplimiento a los valores de solidad y
cooperación que debe caracterizar la política internacional de un Estado
garante de los derechos humanos, ha ofrecido su ayuda (equipos, material,
personal) a países como Colombia, Ecuador, Costa Rica y Belice.
En síntesis, respecto al tratamiento de la pandemia del coronavirus, el
Gobierno Nacional ha desarrollado una política exterior fundamentada en los
principios éticos establecida en el derecho internacional y en la Constitución.

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