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TEMA 3

EL CONTRATO DE PASAJE

1. INTRODUCCION

Bajo este epígrafe se estudia el contrato de transporte marítimo y aéreo ya que ambos
contratos presentan semejanzas y entran dentro de lo que ha venido en llamarse Derecho de
la Navegación.

2. CONCEPTO

El contrato de pasaje es un acuerdo de voluntades por el que una empresa


(transportista) se compromete a trasladar de un lugar a otro al pasajero y a su equipaje, por
vía marítima o aérea , mediante un precio y de conformidad con las condiciones pactadas.

Se trata por tanto de un contrato de naturaleza mercantil y oneroso. Mercantil por la


intervención de un comerciante que realiza el transporte de manera habitual; y oneroso
porque si no media precio no hay contrato de transporte (polizón, naúfrago), salvo el supuesto
del transporte interesado.

Le son de aplicación a este contrato:

- Las condiciones generales y particulares del contrato.

- Los arts. 693 a 705 del C.Com. sobre el contrato de pasaje marítimo y los arts. 92 y ss.
de la Ley de Navegación Aérea (LNA).

- Los arts. 1588 a 1600 del CC respecto al contrato de arrendamiento de obra.

- Los usos del comercio.

- La aplicación analógica de los Convenios Internacionales.

3. ELEMENTOS PERSONALES

a) El pasajero: Es la persona transportada pero no significa que sea el que formalice el


contrato de transporte. Si tienen la consideración de viajero los menores de edad
acompañados de un mayor y aquellos que hubieran efectuado un contrato de transporte
gratuito (empleados de la empresa o familiares que viajan gratis) pero no lo son ni el polizón ni
el naufrago. Normalmente el menor de edad está exento de pagar el precio cuando no ocupa
plaza independiente en el medio de transporte.

b) El transportista, en el transporte marítimo, es el que contrata y ejecuta el contrato


de transporte, que puede ser a su vez naviero si ejecuta el transporte con un buque propio, o
empresario marítimo, cuando ejecuta el transporte en un buque ajeno, en cuyo caso se le
llama también fletador. En el transporte aéreo pasa algo similar, pues podemos distinguir
entre el propietario del avión, el operador de la aeronave (Iberia puede alquilar un avión de
otra compañía y volar con la licencia de Iberia) y el transportista, no determinando la ley si por
tal hay que entender, exclusivamente, al que contrata el transporte o al que lo efectúa en
virtud de un acuerdo con el transportista contractual (ésta última acepción parece la más
adecuada).

El transportista ejecuta el contrato valiéndose de sus dependientes, por lo que la


responsabilidad del transportista frente al viajero debe hacerse extensible por los actos que
realicen el capitán del barco, la tripulación de la aeronave y el personal de tierra de la
empresa.

Puede darse el caso de que exista una pluralidad de transportistas o porteadores bien
porque en un sólo contrato de transporte intervienen varios porteadores, o bien porque el
transportista contractual utiliza a otro porteador para que ejecute el contrato. El primer caso
se le denomina transporte combinado, pues se trata de un contrato único por el que varios
porteadores se comprometen de forma solidaria a la ejecución del transporte, aunque cada
uno sólo realice una parte del trayecto. Si se utilizan varios distintos medios de transporte, se
le denomina transporte multimodal.

c) Las agencias de viajes: Es frecuente que el contrato de transporte no se realice


directamente entre pasajero y transportista sino que se utilice a un intermediario: las agencias
de viajes. La intervención de éstas en el contrato de transporte puede ser doble:

Como mera intermediaria que presta un servicio suelto, en cuyo caso la agencia se
limita a expedir el billete en nombre de la empresa transportista y en este caso no adquiere
ninguna responsabilidad en el transporte propiamente dicho.

Como organizadora o detallista de un viaje combinado que incluye el transporte. En


este caso su responsabilidad es distinta pues establece la Ley General de Defensa de
Consumidores y Usuarios que tanto una como otra responden solidariamente frente al
consumidor del viaje combinado por la no prestación o prestación deficiente de los distintos
servicios ofrecidos, con independencia de que sean ellas mismas u otros los que presten los
servicios. Luego en principio responden frente al viajero de manera solidaria en el transporte,
cuando éste sea uno de los servicios incluidos en el contrato de viaje combinado.

4. ELEMENTO FORMAL. EL BILLETE.

El contrato de pasaje no es formal por lo que la emisión del billete no constituye un


requisito esencial para la existencia o validez del contrato. No obstante es obligación del
transportista emitirlo, siendo indiferente su nombre (ticket, billete, bono etc.).
En el transporte aéreo (art. 92 LNA) el billete deberá hacerse mención del lugar y
fecha de su emisión, el nombre y dirección del transportista, el punto de salida y destino, el
nombre del pasajero, la clase y precio del transporte, así como la fecha y hora del viaje y la
indicación sumaria de la ruta a seguir y de las escalas previstas. Nada dice el C.Com. para el
transporte marítimo pero menciones semejantes son las que se incluyen en los pasajes
marítimos.

En el billete, incluye el transportista las condiciones generales del contrato a las que se
adhiere el pasajero si quiere realizar el transporte.

El billete adquiere una función probatoria de la existencia del contrato de transporte y


del pago del precio del viaje por el pasajero, pero también adquiere una función legitimadora
para quien lo posee, pues podrá con su exhibición hacer uso de los medios de transporte. Si el
billete es nominativo, el transportista podrá exigir de alguna forma la documentación del
mismo. En el transporte marítimo está permitido la emisión de billetes al portador en
pequeños recorridos, por lo que en estos casos basta con la exhibición del billete.

En el mismo billete o en documento aparte (talón de equipaje) se hace constar la


entrega del mismo al porteador sirviendo de título legitimador para pedir la entrega al finalizar
el transporte.

5. ELEMENTO REAL. EL PAGO DEL PRECIO.

Lo habitual es que el transportista exija el pago del precio del transporte con
anterioridad al comienzo del mismo, pero nada se opone a que se cobre una vez iniciado el
viaje (transporte marítimo de pequeño recorrido) o que ambas partes acuerden su abono en
un momento posterior.

Lo habitual es que el pago del precio se realice en metálico pero también es admisible
que se acuerde otra forma de pago como letras de cambio, cheques o pagarés. El pago
mediante tarjeta de crédito es usual en el tráfico y presenta ventajas para el adquirente del
billete, ya que no precisa pagar en metálico, suele haber un aplazamiento en el pago y es
común que algunas tarjetas ofrezcan un seguro de accidentes adicional.

6. EJECUCION DEL CONTRATO. DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LAS PARTES

A) AL COMIENZO DEL VIAJE:

a) El viajero tiene dos obligaciones básicas al inicio del viaje: Presentación oportuna y
ocupar la plaza señalada. Respecto de la primera, el viajero debe colaborar con el transportista
para que el contrato pueda ser cumplido y a tal efecto se exige que aquél se presente en el
lugar y momento que se haya determinado en el contrato. generalmente estas condiciones
constan en el billete y son anunciadas por los transportistas en los lugares públicos
correspondientes.

La no presentación del viajero hace exonerar de responsabilidad al transportista y la


posibilidad de reclamar daños y perjuicios al viajero que se concretan en el importe del billete
que el pasajero ha abonado previamente.
En el transporte marítimo hay una peculiaridad pues si el pasajero fallece con
anterioridad al viaje, los herederos tienen la obligación de satisfacer la mitad del precio
convenido, obligación que cesa si el transportista sustituye al pasajero fallecido por otro.

Respecto de la segunda obligación, el viajero tiene la obligación de ocupar la plaza que


se ha determinado en el billete. En el transporte aéreo suele existir la distinción entre clase
club y clase turista. En el transporte marítimo se distingue entre pasajero de camarote (que
tiene derecho de alojamiento) y pasajero de butaca.

b) Por su parte, el transportista tiene la obligación de admitir al pasajero y de facturar


el equipaje. La primera obligación tiene una importante excepción y es que el transportista no
tiene ninguna responsabilidad si el pasajero no se presenta a la salida o no se ha presentado
con la antelación suficiente para que el transportista cumpla con las obligaciones previas al
transporte. Igualmente el transportista podrá denegar el embarque por razones de
enfermedad del pasajero o cualquier otra razón que pueda constituir un peligro o perturbación
para el buen régimen de la aeronave.

Respecto del equipaje, hemos de distinguir entre equipaje de mano y facturado. El


primero viaja bajo la responsabilidad del viajero pues no se produce entrega del mismo al
transportista. En el transporte aéreo hay que tener en cuenta las restricciones para transportar
determinados artículos y en especial, los líquidos como equipaje de mano por razones de
seguridad (Reglamento CE 1546/2006). En este sentido las Compañías aéreas están obligadas a
informar a los pasajeros de los artículos prohibidos como equipaje de mano. El equipaje
facturado o de bodega es el que es objeto de entrega al porteador emitiendo el
correspondiente talón de equipaje.

B) DURANTE EL VIAJE

a) El viajero, en esta fase tiene la obligación genérica de no perturbar a los demás


usuarios o a los medios de transporte, no realizando actividades peligrosas o alterar el orden
público. En este sentido, el viajero está sometido a las disposiciones que el capitán del barco o
el comandante del avión dicten en cuanto al orden y al régimen de policía de a bordo.

Además el viajero tiene que velar por su propia seguridad adoptando las medidas
necesarias para no sufrir daño durante el viaje. Si el pasajero sufre daños durante el viaje y el
transportista prueba que fue por culpa exclusiva de la víctima, no tendrá responsabilidad
alguna.

b) El transportista tiene cuatro importantes obligaciones en esta fase:

1ª. Efectuar el transporte. Es decir trasladar al viajero desde el punto de salida al de


destino; si no es así el transportista habría incumplido el contrato.

2ª. Transportar en el plazo convenido. En cuanto a la salida no es relevante siempre


que no afecte a la hora de llegada a destino. En cuanto al momento de llegada, si hay retraso,
puede haber incumplimiento parcial del contrato y sus consecuencias serán examinadas más
adelante.
3ª. Transportar en las condiciones pactadas. En cuanto al itinerario y vehículo utilizado.

4ª. Obligación de seguridad. El transportista ha de transportar al viajero sano y salvo,


de manera que si el viajero sufre daños durante el viaje podrá exigir indemnización al
transportista bastando para ello probar la existencia del daño y el contrato de transporte (el
billete cumple aquí una función probatoria esencial). Si el porteador quiere exonerarse de
responsabilidad deberá probar la existencia de fuerza mayor o culpa exclusiva de la víctima.

C) LLEGADA A DESTINO.

En esta fase el viajero tiene el derecho a la recepción del equipaje facturado previa la
presentación del talón de equipaje y el transportista debe adoptar las medidas necesarias para
facilitar el desembarque del viajero (escalas, autobuses de acceso, etc.).

7. RESPONSABILIDAD DEL TRANSPORTISTA.

7.1. Daños.

Con carácter general el transportista es responsable frente al viajero de los daños que
se le ocasionen por incumplimiento total o parcial del contrato, sin embargo hemos de
distinguir entre daños causados por accidente o por otro motivos distintos al accidente.

A) Daños derivados de accidente.

a) Transporte marítimo. Nada dice el CCom. al respecto pero es evidente que el


transportista estaría incumpliendo la obligación de seguridad señalada anteriormente y en
consecuencia es responsable frente al viajero de los daños causados por accidente, pero podrá
eximirse de responsabilidad si prueba que el accidente se debió a causas no imputables al
transportista como son el caso fortuito, fuerza mayor o culpa de la propia víctima.

b) Transporte aéreo. La LNAE contiene un régimen especial, pues el transportista es


responsable por el daño sufrido por el viajero, cualquiera que sea la causa del accidente,
incluso en casos de fuerza mayor y aun cuando el transportista pruebe que ha obrado con la
diligencia máxima. Se trata de una responsabilidad objetiva y sólo le cabe exonerarse de
responsabilidad si prueba que la lesión o el daño se debió a culpa exclusiva de la víctima.

No obstante existen unas limitaciones a las cuantías de las indemnizaciones y así el


Reglamento de la CE 889/2002 establece la cantidad de aproximadamente 126.000 €, por
debajo de la cual las compañías aéreas no pueden excluir o limitar su responsabilidad,
estableciéndose un sistema de anticipos no inferiores a 20.160 €.

c) Delimitación del período de tiempo que constituye el transporte. La responsabilidad


del porteador no se limita a los accidentes sufridos por el viajero durante el traslado
propiamente dicho, sino que abarca también las actividades complementarias como son las de
acceso y bajada del medio de transporte, se incluyen aquí los accidentes sufridos por el viajero
en los transportes accesorios, es decir aquellos que van de la terminal al avión o del muelle al
buque, sin embargo quedan fuera de la responsabilidad del transportista los daños causados
en la estación marítima o aérea o fuera de ella.
d) Daño resarcible. Se entiende por daño resarcible tanto el fallecimiento como las
lesiones sufridas por el viajero. Respecto de la muerte, no sólo se incluye el fallecimiento
durante el transporte sino también el que se produce con ocasión de un accidente. El
Reglamento del Seguro Obligatorio de Viajeros establece un límite de 18 meses desde la fecha
del accidente para considerar que la muerte ha sido consecuencia del mismo.

En cuanto a las lesiones, están incluidas tanto las físicas como las mentales y las
enfermedades o defectos fisiológicos que el accidente agrava.

En todos estos casos, el transportista deberá indemnizar al viajero de los daños


causados, comprendiendo, los gastos asistenciales , los de entierro o funeral, incluso el lucro
cesante que acredite el pasajero.

e) Validez de las cláusulas que limitan o exoneran de responsabilidad al transportista.

Las empresas de transporte, aprovechándose de que estamos ante un contrato de


adhesión suelen establecer en las condiciones generales del contrato condiciones por las que
se limitan o incluso se exoneran de responsabilidad. En este sentido la Ley General de Defensa
de Consumidores y Usuarios tiene establecido que las cláusulas que exoneren o limiten la
responsabilidad del transportista por los daños causados al pasajero son abusivas y por tanto
nulas, entendiendo incluso como abusiva aquella cláusula por la que se exija al viajero la
prueba de la culpa por parte del transportista.

B) Daños no derivados de accidente.

a) Responsabilidad por no efectuar el transporte. En este caso se estudia el supuesto


de la responsabilidad del transportista cuando el pasajero, que debe ser admitido al medio de
transporte, no tiene a su disposición la plaza contratada, o no la tiene en las condiciones
pactadas.

En el transporte aéreo el Reglamento de la CE 261/2004 prevé la posible denegación


del embarque, bien voluntaria o forzosa, pero con indemnizaciones y deberes de atención. Así
se establece que la indemnización será como mínimo de 250 € en vuelos de hasta 1.500 Km,
400 € para los vuelos intracomunitarios superiores a 1.500 Km así como los demás vuelos
entre 1.500 y 3.000 Km; y 600 € para los de distancia superior. Si se le ofrece un viaje
alternativo la compensación económica podrá reducirse en un 50%. Si dicho transporte
alternativo se efectúa en clase superior al billete abonado no se pagará suplemento, si es en
clase inferior se le devolverá al pasajero parte del precio del billete. Así mismo se reembolsará
el precio del billete a no ser que opte por el transporte alternativo. En todo caso el
transportista deberá atender al pasajero (comidas y refrescos; alojamiento, llamadas
telefónicas o mensajes y transportes complementarios).

Una solución semejante no está prevista para el transporte marítimo pero sería posible
en virtud de pacto expreso en el contrato.

Si se produce una interrupción del viaje de forma definitiva, y esta es debido a un


supuesto de fuerza mayor, el transportista marítimo tiene derecho a cobrar la parte del precio
proporcional al transporte recorrido. Para el pasaje aéreo la solución es distinta pues el
porteador habrá de trasladar al viajero al punto de destino por el medio más rápido posible a
no ser que el viajero opte por la devolución de la parte proporcional del trayecto no recorrido.

b) Responsabilidad por retraso. Hay que distinguir entre retraso en la salida y en la


llegada. Respecto del primer caso y si no es por motivos de fuerza mayor, el transportista está
obligado a reparar los daños y perjuicios causados al viajero que en éste caso se convierte en la
obligación de abonar los gastos de manutención del viajero mientras dura la espera. Si el
retraso en la salida es de tal entidad que hace que el viajero pierda el interés en el viaje, podrá
resolver unilateralmente el contrato con la devolución del precio del pasaje y si es por culpa
del transportista con indemnización de daños y perjuicios. El Reglamento de la CE 261/2004
establece para la navegación aérea que si el transportista se retrasa más de cinco horas en la
salida deberá reembolsar el precio del billete al pasajero.

Por lo que se refiere al retraso en la llegada nada se dice en nuestra legislación pero
estaríamos ante un caso de incumplimiento parcial que haría responsable al transportista de
los daños y perjuicios ocasionados al viajero cuando el retraso sea imputable al porteador,
pero deberá el viajero probar la existencia de esos daños. En todo caso el retraso ha de ser
significativo. En la práctica las empresas transportistas suelen incluir cláusulas en las
condiciones generales del contrato por el que limitan su responsabilidad en estos casos. (Vg.
"El transportista se compromete a esforzarse todo lo posible para transportar al pasajero y
equipaje con diligencia razonable. Las horas indicadas en los horarios o en cualquier otra parte
no se garantizan ni forman parte del contrato. En caso de necesidad y sin previo aviso, el
transportista puede hacerse sustituir por otros transportistas, utilizar otros aviones y modificar
o suprimir puntos de parada previstos en el billete. Los horarios está sujetos a modificación sin
previo aviso. El transportista no asume la responsabilidad de garantizar los enlaces"). No
obstante estas cláusulas deben ser examinadas con cierta prevención pues pueden ser
abusivas según la Ley General de Defensa de Consumidores y Usuarios.

7.2. Responsabilidad por los equipajes.

Hay que distinguir entre el equipaje de mano y el facturado. Respecto del de mano o
de camarote este viaja bajo la responsabilidad del viajero, sin embargo si se pierde o se
deteriora por culpa del transportista, puede el viajero exigir responsabilidad por culpa
extracontractual. En el transporte aéreo se determina la irresponsabilidad del transportista por
el equipaje de mano, sin embargo, si la pérdida o destrucción se debe a accidente la
responsabilidad será objetiva y limitada aproximadamente a 325 € por bulto.

En el transporte marítimo el CCom. establece una responsabilidad del porteador por


los actos que realicen el capitán o la tripulación que lesionen los equipajes de mano, pero la
prueba de tales hechos corresponde al viajero. En Derecho Internacional, si la pérdida de
equipaje se produce con ocasión de un naufragio la responsabilidad será del transportista,
correspondiéndole a él la prueba de que se produjo por causas de fuerza mayor.

Respecto del equipaje facturado, la responsabilidad es del transportista y responde si


las cosas facturadas se deterioran o se pierden. En el transporte aéreo el transportista es
responsable desde que le es entregado, excepto el tiempo en que permanezcan en poder de
los servicios aduaneros, y se establece un límite de responsabilidad de 324,55 € en caso de
pérdida o avería y la responsabilidad por retraso en la entrega tiene como límite el precio del
transporte.

Por lo que se refiere a objetos de valor, la regla general es de irresponsabilidad del


transportista salvo que se le hubieran confiado expresamente.

7.3. Ejercicio de acciones judiciales.

Podrán interponer acciones judiciales por responsabilidad del transportista, el viajero


(si éste es menor o incapaz, sus padres o tutores) y sus herederos en caso de fallecimiento del
viajero.

Las acciones judiciales prescriben en el transporte aéreo a los 6 meses y en el


transporte marítimo también 6 meses para exigir el pago del precio del pasaje. El plazo es de
un año por la falta de entrega o los retrasos y daños sufridos por los equipajes en el buque.
Para los demás casos el plazo de prescripción es el general de 15 años. No obstante, para el
transporte internacional se establece un plazo de 2 años.

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