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Durante el Renacimiento y principios de la Edad Moderna —beneficiándose del desarrollo de

la impresión por Gutenberg alrededor de 1450, con la creciente impresión de libros dedicados


a la historia natural profusamente ilustrados con grabados— el pensamiento biológico
experimentó una revolución en Europa, con un renovado interés hacia el empirismo y por el
descubrimiento de gran cantidad de nuevos organismos. Figuras prominentes de este
movimiento fueron Vesalio y Harvey, que utilizaron la experimentación y la observación
cuidadosa de la fisiología. Pero la biología comenzó a desarrollarse y crecer rápidamente con
la espectacular mejora del microscopio de Anton van Leeuwenhoek. Fue entonces cuando los
estudiosos descubrieron los espermatozoides, las bacterias, los infusorios y la diversidad de la
vida microscópica, todo un mundo antes desconocido. Las investigaciones de Jan
Swammerdam llevaron a un nuevo interés en la entomología y ayudaron a desarrollar las
técnicas básicas de disección microscópica y tinción.Mag. 2
Los avances en microscopía también tuvieron un profundo impacto en el pensamiento
biológico. A principios del siglo XIX, varios biólogos señalaron la importancia central de la
célula. Luego, en 1838, Schleiden y Schwann comenzaron a promover las ideas ahora
universales de que (1) la unidad básica de los organismos era la célula y (2) que las células
individuales tenían todas las características de la vida, aunque se oponían a la idea de que (3)
todos las células proviniesen de la división de otras células. Sin embargo, gracias al trabajo
de Robert Remak y Rudolf Virchow, en la década de 1860 la mayoría de los biólogos ya
aceptaban los tres principios de lo que llegó a conocerse como teoría celular, que
proporcionaba una nueva perspectiva sobre los fundamentos de la vida. 16Co. 1

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