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-No se preocupe abuelita, ese malvado tendrá su merecido.

Enseguida la
avispa avisó a todas sus amigas del enjambre, y con voz de ataque gritaron:

-Vamos a por ese gigante malvado, hay que darle su merecido, ¡¡¡adelante
compañeras!!!!

En el momento que el gigante Tragón salía de la bodega camino al


bosque, todas las avispas empezaron a picotearle sin parar. Éste salió
corriendo temeroso de los picotazos y olvidándose allá mismo del saco con las
tres pequeñas.

Las niñas pudieron salvarse de las garras del gigante Tragón gracias a unas
avispas muy avispadas. Finalmente, la abuelita y sus tres adorables nietas
marcharon a casa para merendar un rico pan con miel.

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