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INTENCIONALIDAD Y SENTIDO DE LAS MATERIAS HUMANÍSTICAS EN LA USTA

1. FILOSOFIA INSTITUCIONAL

La materia está pensada como una introducción a la vida y la experiencia universitaria,


dentro del proyecto educativo de la universidad. Su importancia radica, en el vínculo que
se establece entre la problemática de la juventud actual y el proyecto que la USTA ofrece
como ideal de formación que se ajusta a las diferentes opciones profesionales con las
cuales entramos y nos identificamos. Es como una panorámica, una perspectiva global que
nos acompañará durante toda la carrera y que nos mostrará en forma concreta cómo
vincular nuestro interés profesional con el interés humanístico de la educación
humanística de la universidad. Se trata por tanto, de una propedéutica a la nueva
experiencia pedagógica que nos induce a la dinámica de la vida universitaria: orígenes y
desarrollo de la universidad tomista que la vincula al modelo humanístico de la
universidad parisina en los orígenes de la universidad en el siglo XIII; conocimiento
histórico de los métodos y el espíritu universitario de la edad media: reconstrucción y
dinámica de los grandes pensadores de la época, especialmente de Santo Tomás de
Aquino, bajo cuya inspiración metódica y antropológica nos ilustra el fundamento de la
misión y la identidad de la USTA. La materia por tanto, establece desde el comienzo una
correlación diferenciada entre los orígenes históricos de la universidad y su carácter
radicalmente humanista que se fundamenta en una visión global de la realidad, una visión
integral del hombre y los valores y una solida apropiación de los saberes particulares.

Además dentro, del espíritu y el método Tomista, se orienta la cátedra desde un comienzo
en trabajar e inculcar la armonía y fecundidad en formar tanto la cultura científica como la
cultura humanística. Esta finalidad explica que en el desarrollo de los diferentes temas
partiendo de la problemática actual de la juventud universitaria, se establezca una unidad
orgánica entre la vida universitaria de Tomas de Aquino, sus grandes obras y controversias
hasta su influencia en la dinámica de las ideas en América Latina Dicha presentación se
hace en torno a núcleos problémicos que responden a los grandes interrogantes de la
cátedra: cómo se presenta hoy la dinámica juvenil en general y en particular la juventud
universitaria de Colombia, cuáles fueron las circunstancias que suscitan el comienzo de las
universidades en la edad media, cuáles fueron los grandes temas y problemas que afrontó
Tomas de Aquino especialmente en la Universidad de Paris, cuál ha sido la impronta de
sus ideas en América Latina y finalmente cuál es su ideario, su filosofía educativa que le
da al estudiante un papel protagónico en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

La materia no se agota propiamente en el primer semestre sino que es la base desde


donde se articulan y se explicitan más tarde las demás materias de humanidades, se trata
por tanto de ir cambiando de “mentalidad” que algunos estudiantes ya desde el
bachillerato llegan con las ideas preconcebidas de que sólo el campo de las matemáticas
constituye un saber riguroso y válido. Este peligro surge existiendo en la universidad pero
la USTA les ofrece a sus estudiantes un ideal formativo, una filosofía educativa: se trata de
formar integralmente: formación intelectual, formación moral y formación espiritual. La
figura y las obras de Tomás de Aquino orienta la razón última de la cátedra: se forma en la
razón y la fe, se forma al profesional, al ciudadano y al cristiano. La cátedra de Filosofía
Institucional como su nombre lo indica es el ideario, la piedra angular de su teoría
pedagógica.

2. ANTROPOLOGÍA

Esta materia se encuentra en un lugar privilegiado de la formación humanística de la


USTA: nos adentra en los grandes interrogantes sobre el hombre (su esencia, sus orígenes,
su futuro) nos remite a la visión de la antropología cristiana de Tomás de Aquino, nos
conduce al análisis de las ciencias naturales y culturales sobre el hombre y al mismo
tiempo y fundamentalmente nos obliga a preguntarnos nuestro sentido de la vida, de
nuestra finitud, del fracaso, de la grandeza y miseria humana como decía el filósofo Pascal.

Se trata por tanto, de una problemática que nos obliga a mirarnos en nuestra condición,
en nuestra naturaleza y esencia más allá de nuestra particularidad, de nuestra
personalidad. Nos indica que nuestros problemas, no solo los de la vida cotidiana o los
que atañan nuestra futura profesión: antes que ingenieros, contadores, sicólogos,
economistas… somos seres humanos, somos personas.
Este análisis de qué o quiénes somos, tiene un sentido, un significado la vida humana,
somos sólo seres materiales, seres finitos o ¿somos seres abiertos a la trascendencia y la
inmortalidad? Qué decide sobre la vida humana que Dios Exista o no? Está dotada la
realidad de sentido o todo culmina en el absurdo y la nada?

Esta materia por su objeto y sus dimensiones (antropológica, filosófica, física y cultural)
tiene la ventaja de no dejarnos indiferentes o considerar que estos interrogantes están en
el ámbito de lo no científico, de lo no profesional (de las “materias costuras”) pues nos
obligan a tomar partido y las preguntas tanto como las respuestas van a cambiar
profundamente el tipo de profesional y de ciudadano que seremos en el futuro.

Esta materia además está en estrecha relación con la misión de la universidad “inspirada
en el pensamiento humanista cristiano de Tomas de Aquino” (Estatuto Orgánico 2002,
Articulo 7) y que opta y defiende una visión del hombre integral, es decir, una concepción
que reafirmando la integridad del hombre como fin considera a Dios como origen y futuro
absoluto del hombre. Esta orientación rechaza a todos aquellos que afirman que para
afirmar al hombre hoy se niega a Dios (humanistas antropocéntricos o ateos) ya que por el
contrario y desde una larga tradición (Aristóteles, Platón) el hombre por su naturaleza
espiritual y trascendente encuentra solo en Dios su sentido y la razón de ser su existencia
y su esencia.

Esta problemática tiene además una larga historia pero solo en la sociedad moderna se
hace cada vez más problemática ante la diversidad de posibles soluciones provenientes de
la tecnología, de las ciencias naturales y la filosofía.

El proyecto educativo de la USTA en su materia direccional (filosofía institucional) sitúa en


la antropología tomista la respuesta al enigma humano: Dios es el origen y el futuro del
hombre (Humanismo teocéntrico).

Pero el problema antropológico actual dimensionan estos interrogantes con las ciencias
naturales y nos remiten a los grandes debates suscitados por la teoría de la evolución y la
dinámica del hombre como ser cultural-histórico. Las implicaciones acerca de estas
dinámicas (origen y desarrollo del universo, de la vida y del hombre) como los procesos de
la socialización, la globalización y la pluralidad de cultura son una fuente muy rica en
discusiones y controversias. Todo ello nos indica que más allá del carácter puramente
profesional la disciplina antropológica es la base de la vida humana, de los problemas y
enigmas que desbordan nuestros límites estrechos y de intereses sólo inmediatos. La
materia nos ofrece la oportunidad de decidirnos por una vida auténtica, por una búsqueda
de respuestas profundas de nuestras vidas y considerar en serio la propuesta
antropología cristiana como la solución más profunda y radical a esta búsqueda e
indagación.

3. CULTURA TEOLÓGICA

Esta materia por su objeto está muy vinculada con la identidad de la USTA en cuanto a
universidad católica, dominicana y tomista. En cuanto católica se supone la posibilidad de
que el pensamiento cristiano se haga presente en la universidad de modo explícito y
concreto al nivel de educación superior, es decir, con cátedra académica que asume el
fenómeno religioso desde las diversas perspectivas que posibilitan su estudio sistemático
y profundo. Esta confesionalidad no implica un carácter errado y excluyente: la USTA
reconoce y respeta la libertad de cátedra, la libertad de pensamiento y la libertad
religiosa. La cátedra se orienta en una perspectiva conciliar (Vaticano II) al conocimiento y
fundamentación antropológica del fenómeno religioso partiendo de la impronta que en
nuestros países implicó la simbiosis conflictiva entre la religiosidad, indígena, africana y
el catolicismo heredado de España.

Este fenómeno llamado “religiosidad popular” que más bien debería denominarse
Religiosidad cultural explica muchas de nuestras creencias, actitudes, prácticas que
dominan todavía el horizonte religioso de nuestros países en América latina, permite por
tanto la cátedra un reconocimiento histórico y sistemático del hecho religioso en general
con el fenómeno de las grandes religiones y un acceso al estudio del cristianismo en su
núcleo fundamental. Con esta impronta que viene heredada por el ambiente cultural y
familiar tenemos por fin la posibilidad de estudiar y confrontarlas con las diversas ofertas
religiosas, teniendo en cuenta además los fenómenos álgidos del ateísmo
contemporáneo, la indiferencia religiosa, el pluralismo religioso, las sectas de moda y la
propuesta fundamental del cristianismo.

No se trata de una clase de catequesis o una reunión de culto sino de un análisis


sistemático y serio acerca de los fundamentos que hacen de la religión no un
epifenómeno cultural o ideológico sino una dimensión del ser del hombre en cuanto ser
religado como afirma el filósofo Xavier Zubiri. La religión en efecto es la dimensión de
sentido, del sentido radical de la existencia (Paul Tillich) que nos abre y trasciende hacia el
absoluto.

Se trata en esta materia de una concreción de la reflexión antropológica en términos de


una antropología cristiana que dialoga con otras ofertas y grupos religiosos tal como lo
señalo el Concilio Vaticano II y que permitiría una mayor flexibilización de nuestra visión
del catolicismo con respecto a la influencia creciente de los grupos protestantes y de las
grandes religiones del oriente.

Esta actitud incluyente se logra con un conocimiento básico de las grandes religiones y el
conocimiento igualmente de lo fundamental del cristianismo (El Cristo histórico y el Cristo
de la fé). Para ello en su fundamentación debemos asumir en serie la critica moderna
cristianismo con sus diversas variables y actores (La Critica de la Ilustración, Nietzsche,
Freud, Marx, Sartre…) y confrontarlas con los pensadores más profundos de la cristiandad
y la filosofía, de tal modo que la materia se convierte en un auténtico ejercicio de debate
y discusión sobre el fenómeno religioso. Se entenderá entonces el esfuerzo y la obra
teológica universitaria de Tomás de Aquino (“La Suma Teológica”) que se mueve con la
orientación de la correlación armoniosa entre razón y fe. En esta materia tan rica de
matices, discusiones y controversias podemos tener la posibilidad de profundizar o
cuestionar nuestras tradiciones y opciones religiosas, de fundamentar el fenómeno
religioso y de entrar en el espíritu, de conciliar, de dialogar y colaborar incluso con los no
creyentes (“gaudium et spes”).

La universidad ofrece además otros espacios de formación y compromisos en el horizonte


cristiano. Se trata de la oficina de pastoral en donde se manejan diversos proyectos y
experiencias en sectores populares que ofrecen la posibilidad de un compromiso cristiano
más concreto y radical. En esta perspectiva hoy en el proyecto de la formación de una
autentica escuela de líderes cristianos que más tarde tendrán algún grado de incidencia
en su vida profesional.

4. EPISTEMOLOGÍA

En las últimas décadas se ha evidenciado la necesidad de crear la materia de


epistemología cuyos alcances teóricos y prácticos sean cada día más significativos. En la
misma vida cotidiana nos enfrentamos a un conjunto de problemas que en mayor o
menor grado nos remiten a grandes temas del conocimiento que han sido objeto de largos
y complicados temas en la forma como el hombre accede a un conocimiento riguroso y
sistemático de la realidad. En efecto constatamos la pluralidad de opiniones sobre
cualquier asunto cuando nos confortamos y discutimos con nuestros compañeros y
profesores. Algo decimos si nos radicalizamos acerca de la verdad, de la falsedad de
nuestras ideas, de la pluralidad de enfoques en las mismas teorías científicas y de sus
métodos. Intuimos la correlación entre conocimiento y práctica, entre saber teórico y
saber empírico.

En la antigüedad dichas discusiones penetraron la reflexión filosófica y se empezó a


distinguir entre el mundo de la doxa (opinión, subjetivismo) y la epísteme o saber riguroso
deducido por una solida argumentación basada en la lógica y el saber necesario,
universal, objetivo. Durante siglos se ha discutido si es posible o no y hasta qué punto
podemos accesar a un conocimiento de la realidad (posibilidad del conocimiento); de si la
fuente privilegiada es la experiencia o la razón (origen del conocimiento); de si la esencia
del conocimiento radica en resolver la antinomia de si conocer es fundamentalmente
reproducir en nuestra mente un conjunto de datos que ya están previamente organizadas
fuera del sujeto, o si éste participa activamente en la estructuración del mismo
conocimiento, de cual es en definitiva el criterio último de verdad y saber si el
conocimiento es un proceso puramente intuitivo.
De estos y otros problemas se han dedicado a discutir durante siglos los filósofos y han
generado para cada problema múltiples respuestas que se estudian en un tratado
denominado Teoría del Conocimiento. Pero en los últimos siglos y en correlación con las
grandes revoluciones científicas, el saber ya no es solo asunto de filósofos sino también de
los científicos y de todos cuantos se dedican al cultivo de una disciplina particular.

La epistemología moderna se centra en los alcances de la noción moderna de ciencia y de


sus métodos. La ciencia como saber practico orientado al conocimiento legal de la
naturaleza y de la sociedad para transformarlos, se identifica como un saber controlado,
experimentable, aplicado y objetivo en el ámbito de las ciencias naturales. A partir del
siglo XIX el modelo de ciencia y de método científico lo constituye la física y sobre este
paradigma se analizan los demás saberes y disciplinas. Esta absolutización de ciencia y
método ha dado lugar a una larga discusión sobre el estatuto y métodos de las llamadas
ciencias humanas orientada más bien a la interpretación de la realidad. Después de las
guerras mundiales se ha dado origen a una intensa discusión epistemológica en diversos
autores y tendencias: positivismo clásico (A. Comte), Neopositivismo (Positivismo lógico),
racionalismo critico, falsabilismo (K. Popper), teoría paradigmática (T. Kuhn) etc., que nos
han remitido a una comprensión más flexible y amplia acerca de la naturaleza de la
ciencia, sus alcances, sus métodos y sus limitaciones. Esta materia obliga al estudiante a
una reflexión desde el horizonte de su propia ciencia en la búsqueda por tanto de los
fundamentos epistemológicos de su disciplina. Implica además, contemplar diversas
teorías del saber científico y tecnológico que mira a la relación entre ciencia y sociedad
(Escuela de Frankfurt) ciencia, intereses, valores, ciencia y ética. Esta búsqueda de
fundamentos rigurosos, alcanza a las diversas materias de humanidades que obliga incluso
a una reflexión sobre la naturaleza misma de las humanidades, sobre la naturaleza
epistémica del saber teológico, ético y político. Se correlaciona con la misión de la
universidad cuando afirma que esta consiste en “promover la formación integral de las
personas, en el campo de la educación superior mediante acciones y procesos de
enseñanza, aprendizaje, investigación y proyección social” se trata por tanto de introducir
a los estudiantes al campo amplio de la investigación rigurosa, metódica de manera ética,
creativa y critica basada según el PEI en la opción problémica de su proyecto educativo y
pedagógico. Si en la materia de antropología se juega el modelo de hombre integral que
se pretende formar, en la epistemología se juega la seriedad y la rigurosidad de los
diversos saberes en su formación disciplinar, inter y transdisciplinar.

5. FILOSOFIA POLITICA

El humanismo que pretende inculcar la USTA no es solo de carácter doctrinario sino al


mismo tiempo un humanismo práctico, de la acción, de la presencia. Es por ello que la
educación cívica y política es parte fundamental de su cometido educativo. Dilucidar esta
dimensión de lo político y sus implicaciones es además una forma de concretar el
compromiso cristiano (cultura teológica) y de unir la teoría con la practica (dimensión
epistemológica) porque la formación integral según la misión institucional de la USTA
responde de “manera ética, creativa y critica a las exigencias de la vida humana y está en
condiciones de aportar soluciones a la problemática y necesidades de la sociedad y del
país”.

Ya desde la antigüedad la política como forma de vida era considerada como una
dimensión social y comunitaria de la inserción orgánica con la comunidad (polis) y por ello
la participación activa y continuada estaba presente en sus ideales acerca de la naturaleza
y funciones del Estado, de las instituciones democráticas y las formas de control social.

Esta conciencia política como conciencia ciudadana y como conciencia democrática ha ido
desarrollándose en formas diferentes a través de la historia y a los diversos intentos de
modelos de sociedad que quieren hacer de la participación el eje de la actividad política. El
ideal democrático a pesar de sus limitaciones empezó en Grecia, en particular en la época
de Solón, se revivió en la modernidad y ha reconocido sus versiones como democracia
liberal, como democracia social democrática etc., todos ellos como intentos de la utopía
de configurar una democracia total que abraque lo económico, lo sociopolítico y lo
educativo cultural. La USTA reafirma el pedido de la iglesia (“gaudium et spes”) para
colaborar en la formación política especialmente de la juventud. Pedido que hoy se
encuentra con la problemática de la indiferencia, la apatía y el proceso creciente de la
despolitización, incluido el estatuto universitario. La clase de política tiene como objetivos
concientizar, informar y formar en los grandes principios y autores de la sociedad
democrática y plural. Se encuentra paradójicamente en el contexto de un conflicto de más
de 50 años y que polariza las opciones políticas en medio de una guerra que involucra
diversos actores de la violencia enmarcados todos ellos con estructuras de marginalidad,
injusticia y opresión.

La clase no se orienta a adoctrinar o manipular sino a colocar las bases de un


entendimiento básico de las grandes categorías, instituciones y procesos del fenómeno
político. Para ello, lo primero que se impone es reconstruir la memoria histórica que desde
la modernidad y las diversas revoluciones modernas (liberales y socialistas) constituyen el
telón de fondo de las grandes dinámicas tendencias a nivel internacional,
latinoamericano y colombiano. Dicha memoria no es fácil puesto que la mentalidad de
hoy viene de alguna manera influenciada por las ideas postmodernas, que rechazan
cualquier forma de proyecto sociopolítico y de compromiso radical. Los ideales de la
justicia y el compromiso social se ven cuestionadas y se orienta el sentido de la vida a un
presente total y absoluto en función de la realización del individuo y la búsqueda del
confort y el placer, y a pesar de que vivimos en una sociedad globalizada, en un contexto
en donde fácilmente podemos acceder a la información política nuestra juventud en su
gran mayoría muestra mentalidad pasiva e indiferente frente a las realidades conflictivas
de nuestro país.

La formación política ayuda a concretar el ideario cristiano-católico de la universidad


empeñada en formar líderes y profesionales que incidan en el mejoramiento de la
sociedad, basados en los principios sociales de Tomás de Aquino y las enseñanzas sociales
de la iglesia (cultura teológica). No se trata de formar líderes confesionales, sino de
colocar las bases de una nueva cristiandad que propende y lucha por una formación, por
un humanismo integral. El conocimiento de lo político incluye hoy además de la
fundamentación política, los elementos que nos proporcionan las ciencias políticas y en
nuestro contexto la lectura y contextualización de las diversas encíclicas sociales que
desde la “rerum novarum” (León XIII, 1891) hasta nuestros días ha ido orientando la
presencia y el compromiso sociopolítico de los católicos en los ámbitos conflictivos del
trabajo, la empresa, la lucha de clases, las revoluciones, las ideologías y la pluralidad de
modelos de desarrollo sostenido. La clase de política nos ilumina el quehacer del
profesional como auténtico ciudadano y como cristiano comprometido en la búsqueda del
bien común (Tomas de Aquino) y la presencia en consecución de un estado
auténticamente democrático.

6. ÉTICA

Hoy casi todos los ciudadanos reconocen y proclaman la crisis generalizada de la ética,
especialmente en el campo político, económico y ciudadano. Este vacío ético, esta crisis
moral que afecta a las personas y a las instalaciones, se evidencia en los múltiples casos de
corrupción tanto en el sector privado pero especialmente en el público, y aun cuando la
formación moral empieza en la familia y se desarrolla en los diversos procesos evolutivos
sicológicos es muy claro que la cuantificación del vacío moral se hace cada vez más
escandaloso y afecta en la práctica a millones de personas cuando en los grandes
presupuestos y contratos de utilidad común se ven desviados hacia grupos e intereses
particulares. A ello se suma que en nuestro país en las últimas décadas ha ido
conformándose una especie de narco-cultura que enfatiza la orientación de las personas
hacia la consecución del dinero fácil sin importar los medios y las mediaciones. Si a ello
agregamos la dinámica particular de las doctrinas y practicas neoliberales que desde el
estado y los modelos económicos existen dinámicas y estructuras que orientan el
quehacer social con el predominio del capital sobre el trabajo. Existe por tanto la urgencia
de reformar una ética del trabajo, de la empresa, del comercio nacional e internacional
que busque primero el bien común y el desarrollo armónico y sostenido que cierre la
brecha entre clases sociales y ponga fin al origen raizal de muchos conflictos en nuestra
sociedad y que agrava en nuestro contexto de países subdesarrollados.

La ética no se orienta sólo a un deber ser de la vida del individuo, sino también a las
implicaciones normativas de los diversos grupos que exigen hoy sentar las bases de una
ética mundial que reorganice la gestión económica y política entre naciones y bloques de
países.

Diríamos que la clase de ética se presenta como el punto clave y decisivo de la formación
humanística de la USTA. Esta al final como horizonte del ya casi profesional que cobra
conciencia a través de este conocimiento de las implicaciones morales de su vida y de su
vida profesional principalmente. La ética le proporciona los elementos reflexivos del deber
ser de su actuación en función de una actividad libre y responsable mediada por un
conjunto de principios y valores que han estado pensados y analizados por diversas
doctrinas éticas y teorías en la historia del pensamiento. Pero y fundamentalmente le
proporciona una reflexión práctica de su quehacer profesional que se evidencia hoy a
través de los múltiples códigos de ética profesional de las diversas disciplinas. Desde esta
perspectiva se une la reflexión ética a la visión tomista que distingue entre ética
fundamental (análisis del acto humano) y ética aplicada. La ética además conlleva una
fundamentación antropológica y tiene consecuencias sociopolíticas. Llegadas a este punto
vemos como desde la filosofía institucional se trata siempre en diversos niveles de ir
integrando los conocimientos propios científicos y técnicos de cada disciplina con las
diversas exigencias de una humanidad integral que se basa fundamentalmente en una
presencia activa que compromete a transformar al hombre y a la sociedad según
principios, valores y actitudes que explicitan una solida formación ética profesional, ética
ciudadana, ética cristiana.

Por la ética sabemos que el cambio estructural es insuficiente para construir un mundo
nuevo, un hombre nuevo. Una ética personalista nos remite a la dialéctica persona y
sociedad que es el fundamento de nuevas utopías cuando se impone la tarea de la justicia
social, de la solidaridad humana, del desarrollo integral.

7. LAS CATEDRAS INSTITUCIONALES

“La USTA no solamente atiende la formación filosófica, ética, política, a través de las
asignaturas que el “Estudio general” ofrece a todas las carreras y que forma parte
fundamental del cada plan de estudios de formación profesional, sino que multiplica las
acciones comunitarias abiertas a todas las facultades pastorales, actividades estéticas,
cultura física, deportes…”(PEI.2004.P.64)

La cátedra institucional por tanto deriva de la razón dialógica y critica que exige la
formación integral, el humanismo propio de la USTA. La visión humanística no concluye
solo con las materias que desde la filosofía institucional hasta la ética moldear sus
principios constitutivos sino que se abre como en un abanico a diversos problemas,
perspectivas y situaciones que deben interesar a toda la comunidad académica. Cada
cátedra tiene un mentor, un motivador eximido que por su vida y obra dejó elementos
valiosos en dicha problemática. No significa que ya esté concluida la tarea y la obligación
de repensar hoy dichas perspectivas acordes a los nuevos retos de la sociedad
contemporánea. El alumno puede y debe consultar cada mentor y elaborar un breve
ensayo sobre la visa y obra de cada Dominico en cuestión. En este caso lo más importante
el conjunto de problemas a los que nos obliga a pensar. Por ahora el PEI señala 14
cátedras institucionales abiertas sin embargo en una futura ampliación según se necesite
o surja de los intereses de la comunidad universitaria. La cátedra institucional nos indica
claramente que el humanismo de la USTA, es un humanismo incluyente, abierto,
dialógico, critico, abierto a los problemas fundamentales nuestro tiempo. Al mismo
tiempo ofrece a los estudiantes un conjunto de tópicos que pueden sugerirles intereses
que estén más o menos cercanos a su propia disciplina o profesión. De ahí que
enfatizamos las cátedras primero por la problemática y luego por su mentor modélico.
Piden intereses vitales y académicas se establecen así:

1. Cátedra razón y fe (Tomás de Aquino O.P).


2. Cátedra ciencia, tecnología y bioética (Alberto Magno O.P )

3. Cátedra legislación y racionalidad jurídica (Raimundo de Peñafort O.P)


4. Cátedra problemas de género (Catalina de Siena O.P)

5. Cátedra arte y humanismo (Fray Angélico O.P)


6. Cátedra derechos humanos (Francisco de VittoriaI O.P)
7. Cátedra identidades culturales y justicia social (Bartolomé de las Casas O.P)

8. Cátedra literatura y retórica (Fray Luis de Granada O.P)


9. Cátedra visiones del universo (Giordano Bruno O.P)

10. Cátedra sociedad, política y utopía (Tomas Campanella O.P)


11. Cátedra prospectiva de la educación superior (Cristóbal de Torres O.P)

12. Cátedra libertades y educación (Enrique Lacordaire O.P)


13. Cátedra cultura física y desarrollo personal (Henri Didon O.P)

14. Cátedra economía y humanismo (Louis Lebret O.P)

En conclusión y en palabras del PEI:

“Los talentos históricos de las figuras dominicanas modélicos que presiden estas cátedras
afirman la perspectiva humanista cristiana, abierta al necesario pluralismo académico.
Este pluralismo favorece la inclusión de nuevas cátedras desde otras perspectivas
humanistas” (PEI, op., cit. Página 66).

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