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Se instalaron algunos aguadores vas en puntos estratégicos de Nueva York, pero nadie

compraba el agua de Moore, cuya empresa constituida en Nueva Inglaterra corría peligro
de desaparecer. Pero su suerte cambió cuando un funcionario de la sanidad pública, el
doctor Samuel Crumbine, se interesó En 1908, Hugh Moore, emprendedor industrial
norteamericano, ideó un ingenio de porcelana para servir un vaso con agua pura y fresca.
El invento, parecido a los depósitos refrigeradores que más tarde se instalarían en las
oficinas, constaba de tres compartimientos separados: el superior para el hielo, el de en
medio para el agua y un depósito para los vasos usados. Una placa recomendaba que no
se reutilizasen los vasos. Se instalaron algunos aguadores en puntos estratégicos de
Nueva York, pero nadie compraba el agua de Moore, cuya empresa constituida en Nueva
Inglaterra corría peligro de desaparecer. Pero su suerte cambió cuando un funcionario de
la sanidad pública, el doctor Samuel Crumbine, se interesó por un aspecto inesperado del
invento de Moore. En aquella época, el agua solía beberse emprendedor industrial
norteamericano, ideó un ingenio de porcelana para servir un vaso con agua pura y fresca.
El invento, parecido a los depósitos refrigeradores que más tarde se instalarían en las
oficinas, constaba de tres compartimientos separados: el superior para el hielo, el de en
medio para el agua y un depósito para los vasos usados. Una placa recomendaba que no
se reutilizasen los vasos. Se instalaron algunos aguadores en puntos estratégicos de
Nueva York, pero nadie compraba el agua de Moore, cuya empresa constituida en Nueva
Inglaterra corría peligro de desaparecer. Pero su suerte cambió cuando un funcionario de
la sanidad en los grifos públicos con la ayuda de una taza metálica que rara vez se lavaba
y mucho menos se esterilizaba. El doctor Crumbine vio en los vasos desechables del
invento de Moore la clave de su cruzada sanitaria.

De los Aquel mismo año de 1908, Kansas aprobó la primera ley estatal para abolir las
tazas comunitarias como parte esencial de una campaña antituberculosa, apoyada por el
informe de un profesor de biología del Lafayette College, que tras colocar fragmentos de
varias tazas públicas bajo un microscopio había descubierto las alarmantes variedades de
gérmenes allí presentes. Las medidas sanitarias se extendieron a otros estados.
Ferrocarriles, escuelas y oficinas empezaron a comprar vasos de papel desechables,
considerados a partir de entonces como garantía de salud.

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