Está en la página 1de 1

Resumen

Los visitantes entraban como un río de oro, la élite de los abanderados, los caballeros, las
espadas leales y los jinetes libres.
Ned conocía personalmente a muchos de los jinetes, sin embargo el hombretón corpulento que
cabalgaba al frente de la columna, flanqueado por dos caballeros con las capas níveas de la
Guardia Real, era casi un desconocido para el
—¡Ned! ¡Cómo me alegro de verte! ¡Sigues igual, no sonríes ni aunque te maten! —El rey lo
examinó de pies a cabeza y soltó una carcajada—. ¡No has cambiado nada! Ned habría deseado
poder decir lo mismo. Habían pasado quince años desde que cabalgaran juntos para conquistar
un trono

Parafrasis

Sintesis

También podría gustarte