La poesía es una de esas formas de expresión que nunca pierde vigencia y
que ha sobrevivido a lo largo de todos los períodos del desarrollo de las civilizaciones. Desde la sacralidad del lenguaje mitopoético de las comunidades primitivas pasando por las formas de comunicación de los libros sagrados de todas las religiones del mundo, hasta la armoniosa manera de estructurar el lenguaje computacional del presente, ha hecho presencia el lenguaje poético El lenguaje poético, como esa estructura de expresión de la armonía, de los sentimientos y de las vivencias profundas, fue una de las primeras formas que encontró el hombre para comunicarse y transmitir sus sueños consientes y sus ficciones sobre los mundos construidos en su mente que sólo pueden apreciarse a través de las emociones y de las construcciones mentales individuales. La poesía es de las pocas formas de expresión que acompaña todas las actividades del hombre. En todo lo que hace se agrega un toque de expresión poética: la música, la pintura, los colores y sabores del arte culinario, los rituales simbólicos, las relaciones afectivas… Estas y otras actividades están repletas de manifestaciones poética. Pero quizás, en donde mejor se aprecia y se adapta el lenguaje poético es en las expresiones cotidianas del amor, como manifestación sublime del sentimiento humano. El amor, adopta la poesía como su mensajera, hace de ella su aliada, emplea su fina sutileza para convocar el ritual mágico de relaciones humanas. Qué bueno que aún haya personas, como el profesor Melquisedec Garcés, que crean en el amor y que dediquen su mejor esfuerzo y su producción inventora, a crear, a través de la expresión poéticas, piezas literarias para eternizar, con la palabra mágica de la poesía, las sublimes emociones del amor.