no es por el hecho en sí: es porque yo me estoy diciendo a mí mismo algo así como: «¡Dios mío, estoy solo, es horrible, voy a ser un desgraciado!», y estas ideas producen en mí la emoción correspondiente, en este caso, miedo, desesperación y depresión. Son las ideas, la interpretación del abandono, mi diálogo interno, lo que me deprimen, no el hecho de que mi mujer se haya marchado. De hecho, habrá personas que, frente al abandono de su esposa, ¡celebren una fiesta! Por consiguie Todos tenemos la impresión de que los hechos producen -de forma automática- las emociones, y este error es el principal enemigo del crecimiento personal. Por ejemplo, muchas veces decimos frases del estilo: «Pepe me pone de los nervios», y aquí ya estamos cometiendo el error del que hablamos. Pepe no me pone de los nervios, ¡soy yo quien se pone de los nervios! Si analizamos detenidamente nuestro proceso mental, veremos que Pepe lleva a cabo determinadas acciones (se supone que inconvenientes) y yo me estoy diciendo a mí mismo ideas del estilo: «¡Esto es intolerable! ¡No lo puedo soportar!». Son esas ideas las que tienen el poder de irritarme, no las acciones de Pepe, que, por lo que respecta a las emociones, son neutras. De hecho, no todo el mundo reacciona de la misma forma ante Pepe: a algunos les irrita