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“Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo” George Orwell

Notas sobre fascismo y propuestas a la luz de su actual


peligrosidad
Cesar (Mar del Plata) y Joaquín (Villa Crespo)

Introducción
¿Ha regresado el fascismo? La pandemia de coronavirus, la crisis del capitalismo
mundial y las tendencias al Estado de excepción -no solo en la Argentina- nos lleva
a que este interrogante nos aceche nuevamente. 1 Preocupaciones de este presente
incierto nos interpelan a revisitar nuestro pasado traumático y a preguntarnos
sobre las características del régimen político adoptado por la última dictadura en la
Argentina y América Latina.

La indagación acerca de la presencia del fascismo en América Latina ha sido


emprendida por diversos autores en el ámbito académico y formó parte de la
polémica que se siguió en el campo político en las décadas de los sesenta y setenta.
La polémica en torno al carácter de las dictaduras en Brasil (1964) en Chile y
Uruguay (1973) y en Argentina (1966 y 1976) revive, en cierta medida, la anterior
polémica acerca de la naturaleza del fascismo. En su momento el fenómeno fascista
desconcertó a los teóricos de la Tercera Internacional, lo cual se expresó en una
táctica errática de algunos partidos comunistas europeos en aquella etapa.
Adicionalmente, se debe agregar la enorme importancia de las elaboraciones de
León Trotsky (1932, 1940 y 2013) en torno a este problema. En suma, el problema
de la génesis y estructura del fascismo nunca ha dejado de ser objeto de
controversia entre los marxistas.

De esta manera, es común derivar en enfoques que niegan la posibilidad de


establecer comparaciones entre diferentes experiencias cuando se trata de analizar
el fascismo. Así, cuando se habla de la necesidad del movimiento de masas
1
Para la crisis del capitalismo ver: Altamira, Jorge, “Panorama Mundial”, en Defensa del
Marxismo, N°, 2018. Para un análisis muy completo de la relación entre capitalismo
mundial y pandemias ver: Robert G. Wallace, Big Farms Make Big Flu: Dispatches on
Influenza, Agribusiness, and the Nature of Science, Monthly Review Press, 2016.
2

pequeñoburgués o bien del uso intensivo y extensivo de la demagogia o de la


presencia del líder carismático para legitimar el uso del término fascismo, se
recurre para ello a ejemplos históricos, en especial ejemplos extraídos de los
sucesos alemanes e italianos y estos ejemplos operan como constructos rígidos que
no pueden ser modificados. En otras palabras, no se desprende de estos análisis la
delimitación estructural de los elementos secundarios.

A partir de este trabajo pretendemos romper con un esquema de clasificación más


propios de la vieja “matemática moderna” con sus diagramas de Venn que de un
análisis social. 2 En este sentido, en la reconstrucción teórica del objeto fascista se
ha dado preeminencia a aspectos, singulares o secundarios de los procesos
históricos europeos y se ha descuidado las características estructurales del
fascismo. Entonces un primer interrogante a dilucidar es el siguiente: ¿El fascismo
es solo una expresión histórica de la Europa de preguerra o es un universal
concreto de la etapa de disgregación del capitalismo imperialista?, en
consecuencia, ¿el fascismo está acabado y ya no es un fenómeno de cuidado?

La ausencia del análisis estructural y el predominio de una historia literal ha


llevado a que algunos discursos políticos solo aceptan conceptualizar de fascistas
el caso de Italia o de Alemania. Pareciera que el método aplicado en esos casos
haya sido el de la inducción, en virtud del cual se han enlistado los caracteres
comunes y en base a ello se ha construido una categoría: la de fascismo. Cada uno
de esos rasgos se ha erigido espontáneamente en preeminente y su simple ausencia
ha desautorizado a hablar del fascismo para otros casos. Resulta obvia la limitación
en la que nos encorseta esa definición historicista restringiéndonos al fascismo
italiano. De forma similar otras definiciones nos restringirán al fascismo europeo.

Las aportaciones de un grupo de intelectuales -durante las décadas de los sesenta y


setenta en América Latina- que trataron de aprehender los procesos dictatoriales
introduciendo el concepto de fascismo desde diferentes usos, nos pueden
incorporar un conjunto de nociones para ampliar nuestra aproximación al objeto
de estudio.(Trindade 1983)

Las principales contribuciones de aquellos aportes los podemos separar en


tres grupos:
● En primer lugar, una concepción que se resiste a la trasposición de concepto
fascista con posterioridad a su primera significación europea y que prefiere

2
Los diagramas de Venn tienen casi un siglo y medio y su enseñanza generalizada en la educación formal
medio siglo.
3

referirse a términos más generales como “procesos de fascistización” o “fascismo


como proyecto”.
● En segundo lugar, el análisis que recupera la idea original de fascismo —
juzgandolo adaptado a su empleo como concepto explicativo para la América
Latina de los años setenta— utilizando solamente un calificativo, del tipo de
“fascismo-dependiente” o “fascismo-atípico”.
● Tercero, la utilización de un concepto de fascismo disociándolo de cualquier
condicionamiento característico de los fenómenos europeos y delimitando su
especificidad propia a la dinámica de las formaciones sociales latinoamericanas
categorías desarrolladas en el punto anterior y determinar si es posible hablar del
fascismo en América Latina.

Nos proponemos en este trabajo abrir un debate en la izquierda sobre el carácter


que adoptaron las diferentes dictaduras latinoamericanas en relación con el
fascismo. Para ello abordaremos críticamente los diferentes análisis sobre el
fascismo. Es nuestra intención dotar a la izquierda revolucionaria de nuevas
herramientas de análisis de organizaciones y regímenes políticos tanto pasados
como contemporáneos a fin de re caracterizarlas tras ese cristal. Pretendemos
alertar sobre la peligrosidad de agrupamientos ideológicos que se presentan como
novedosos y que en nombre de la “libertad” encubren un accionar fascista con los
que algunos dirigentes que se pretenden revolucionarios coquetean ya sea desde
su incomprensión política o desde un perverso electoralismo extremo.

Lo que se abre en el análisis previo es la necesidad de tener claros categorías


umbrales y el alcance de las caracterizaciones para no confundir el mote fascista
como herramienta de descalificación del adjetivo fascista como caracterización y a
la vez como ese adjetivo se combina con sustantivos que marcan la mayor
peligrosidad, alcance y poder del caso. En tal caso resulta necesario poder
diferenciar al fascismo fuera del poder y en el poder. A su vez, cuanto pueden los
fascistas al llegar al poder a imponer de manera de manejar el estado constituyendo
un régimen fascista en el sentido estricto del término compuesto. O aún más una
mutación hacia el fascismo como método o intento de perpetuación en el poder.

I. FASCISMO: GENERALIDADES
Frecuentemente, en ciencias sociales uno se encuentra con dificultades para definir
un término a fin de establecer una especie de compartimento estanco donde
“encajar”, o no. Otras veces a la luz de una discusión política se adjetiva
4

presurosamente al adversario o enemigo político. Seguramente el calificativo


fascista pica en punta entre los términos utilizados en dicho sentido.

Hay que puntualizar que el fascismo no es un modo de producción diferente del


capitalismo, ya que tanto el fascismo, como el capitalismo en general, se basan en
la propiedad privada de los medios de producción y en la explotación del trabajo
asalariado, con la consiguiente división de la sociedad en dos clases
fundamentales: la burguesía y el proletariado.

Lo anterior no significa que el fascismo no proponga modificaciones a los modelos


de acumulación tradicionales en el capitalismo, como se verá más adelante. El
fascismo es un fenómeno esencialmente político, aunque posea importantes
implicaciones económicas, que inciden en las formas mediante las cuales la
burguesía en general y principalmente su fracción hegemónica (el gran capital
financiero, industrial y comercial) impone su dominación a las clases dominadas,
en particular al proletariado; asimismo implica también una redefinición de las
relaciones dentro del bloque dominante.

Es por ello que ante el avance de la organización proletaria fracciones crecientes de


la burguesía se pasarán al fascismo, que posiblemente no fuera de su preferencia
original, con el fin de mantener en pié al sistema capitalista y como medio de
eliminar cualquier iniciativa autónoma de la clase trabajadora. A la vez el fascismo
es una herramienta para las disputas interburguesas internacionales.

1. Sobre los orígenes del fascismo3

Ser parte de una organización trotskista nos brinda una autoridad única para
discutir de forma crítica al fascismo. Trotsky fue indiscutiblemente de los teóricos
que vio en forma más temprana y abordó con mayor preocupación el surgimiento
del fascismo y su avance. No sólo intentó poner al combate contra el fascismo en
los primeros lugares de la agenda de la clase obrera italiana, alemana y mundial
3
Mussolini (1932), en su Doctrina del fascismo de alguna forma autodefine al fascismo como una doctrina
política del siglo XX que viene a superar las doctrinas propias del siglo XIX (socialismo -a la que adhirió en su
juventud-, liberalismo y la democracia). Reivindica el carácter autoritario de su doctrina que encarna el
“bien”. Una doctrina colectiva que se impondrá sobre las doctrinas del individuo. Integra a todos los actores
al estado, nada ni nadie queda por fuera de él. Considera orgullosamente al fascismo como comparable a
una religión. Todo hombre es visto, en consecuencia, bajo la perspectiva de una ley superior conformándose
una voluntad objetiva que se imponga sobre los intereses individuales o particulares, así se “eleva”
perteneciendo conscientemente a una sociedad espiritual.
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sino que también intentó persuadir a la pequeña burguesía italiana sobre la


peligrosidad potencial del apoyo que le brindaban.
Sin embargo, dentro del marco histórico señalado, el fascismo no substituye a la
democracia parlamentaria en cualquier circunstancia, para ello, es necesario que
exista un grado de desorganización social tal, que los mecanismos tradicionales de
la legitimación del poder burgués hayan perdido su eficacia, impidiendo que la
fracción dominante en lo económico imponga su hegemonía política.

Hay que recalcar que dicho límite, que llamaremos el umbral del fascismo, no
sólo es función de la acción proletaria, sino también de la coyuntura económica. De
esta manera, habrá situaciones en las que una débil burguesía, como la de Europa
oriental antes de la Segunda Guerra Mundial, no requerirá de la presencia de un
poderoso movimiento obrero para instaurar el fascismo, su estrecho umbral del
fascismo se vio determinado por su propia debilidad.
Pensamos que ni la simple variante política (crisis de hegemonía política) ni
la sola variante económica (crisis económica) permiten, aisladamente, explicar el
surgimiento del fascismo. Es cierto que lo que subyace en el fondo es la extracción
de plusvalía y la reproducción del capital en mejores condiciones para la
burguesía, pero a la vez, el fascismo se da en condiciones políticas y sociales tales
que limitan la reproducción del sistema en los marcos de la democracia
parlamentaria y el bonapartismo.
Tanto el fascismo como el capitalismo monopolista de Estado constituyen, en
lo económico, intentos por contrarrestar la caída de la tasa de ganancia y conseguir
una mayor racionalidad en el caos productivo. No es un hecho fortuito que la
primera gran oleada fascista surja en el periodo que va de 1919 a 1938, periodo en
el que las sucesivas crisis económicas provocaron graves conflictos sociales.
(Kershaw 2013)
En el caso del fascismo la caída de la tasa de ganancia se trata de contrarrestar
mediante dos medidas fundamentales. Primero, la disposición económica del
Estado, en beneficio del capital monopólico. Segundo, mediante la sobre
explotación de la clase obrera, adquiriendo, dicha sobre explotación la forma de
pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, para lo cual es necesario la
destrucción de las organizaciones de clase de los proletarios, utilizando para ello la
represión y el terror (lo cual no implica que también se puede echar mano de
medios ideológicos de manipulación).4

4
Para ver la evolución de la tasa de explotación durante las dictaduras latinoamericanas se puede consultar
Farina, Joaquín (2018)“La tasa de explotación como medida de desigualdad global (1973-2012): Un aporte
desde el Marxismo Cuantitativo” disponible en: https://www.teseopress.com/mqtesis/
6

2. El proceso de fascistización

"El fascismo no estalla como un trueno – dice Poulantzas (1971)- en día


sereno y se puede hablar de un proceso de fascistización en la medida en que no se
trata de un simple desarrollo de los gérmenes contenidos en la democracia
parlamentaria". El fascismo no es la simple sustitución de un gobierno burgués por
otro, sino que implica un cambio profundo en la forma del Estado capitalista.

Podemos identificar tres vías de acceso del fascismo al poder estatal:


1. La vía electoral, o en base a una línea de masas.
2. La vía del golpe militar.
3. La vía del autogolpe.

A cada una de estas tres vías corresponde un proceso de fascistización con


peculiaridades específicas. Veamos a continuación un análisis más detallado de
cada uno de los casos señalados.

1. La vía electoral. Esta vía se funda en un poderoso movimiento fascista que tiene
su base social entre la pequeña burguesía propietaria y asalariada principalmente.
En este punto cabe la aclaración de que la burguesía no ha requerido siempre del
apoyo masivo y militante de la pequeña burguesía para instaurar al Estado
fascista, y en los casos en donde dicho apoyo ha sido el motor fundamental para el
acceso de los fascistas al poder, esas clases medias han sufrido un proceso de
manipulación por parte del gran capital, que aprovechando las contradicciones de
las clases medias con el capitalismo, las supo atraer a la lucha anti socialista y anti
obrera.
Es importante distinguir la existencia de contradicciones importantes entre la
pequeña burguesía y el capitalismo, sobre todo en periodos de crisis, así como la
manipulación que de dichas contradicciones ha sabido hacer el gran capital. En los
casos donde el fascismo instó con el apoyo masivo de la pequeña burguesía los
partidos fascistas elaboraron en los inicios del proceso de fascistización, un amorfo
proyecto político económico que nunca tuvo oportunidades reales, ni intenciones,
de prosperar -dado su carácter de clase secundaria, la pequeña burguesía es
incapaz, estructuralmente, de implementar un proyecto viable de reconstrucción
de la sociedad- este proyecto poseyó, al principio, tintes anticapitalistas y más
específicamente anti monopólicos.
Los movimientos reaccionarios de clase media han pululado en toda época
del capitalismo, pero sólo han logrado volverse masivos cuando la crisis
económica azota fuertemente a dichas clases medias y cuando los intereses del
7

gran capital han requerido del apoyo de un movimiento fascista. En esas condiciones
la gran burguesía se encargará de proporcionar los medios adecuados para el
desarrollo de esos movimientos reaccionarios de clase media. Así sucedió en Italia
y en Alemania. En Italia, casi desde la fundación de los fascio di combattimento el
movimiento fascista recibió el apoyo financiero y político de importantes grupos de
capitalistas. Sin embargo, ni en Alemania ni en Italia, que son los casos típicos del
ascenso del fascismo al poder por la vía electoral, los fascistas fueron capaces de
llegar al poder por su propia fuerza electoral, sino que en ambos casos esto fue
posible en virtud de una alianza con los partidos tradicionales (conservadores y
liberales) de derecha.
2. La vía a través del golpe militar. Cuando no es posible aspirar a la toma del
poder mediante elecciones, sea por debilidad del movimiento fascista o por la
fuerza de la izquierda o de partidos del régimen, entonces son los militares
derechistas los encargados de dar el golpe sobre la democracia burguesa y la clase
obrera. El golpe militar para la instauración del fascismo comúnmente barre con
las fuerzas políticas tradicionales, incluyendo a los partidos de derecha. En este
caso se encontraría la España de Franco y el Portugal de Salazar. Aunque en ambos
casos existían grupos y partidos fascistas con anterioridad a la toma del poder por
los militares, éstos nunca llegaron a constituir un movimiento importante de
masas, incluso la Falange de Primo de Rivera. 5 Se trató de un pequeño grupo que
fue fácilmente derrotado en las lides electorales por los partidos de izquierda. En
España el golpe en contra de la República no fue organizado por la Falange, sino
por los generales derechistas y sólo posteriormente la Falange fue incorporada a la
lucha antirrepublicana por los elementos ideológicos que proporcionó al
franquismo. En Portugal el proceso fue semejante, un levantamiento militar barre
la democracia burguesa en 1926 y para 1932 el fascismo se encontraba
completamente establecido haciendo desaparecer partidos y sindicatos.

3. La vía del autogolpe de Estado. Esta vía implica la auto transformación de un


régimen derechista tradicional en otro de corte fascista. En muchos casos se trata
de la oficialización de una situación que se venía perfilando desde tiempo atrás y
en donde algunas de las fuerzas derechistas tradicionales pueden participar del
poder fascista. En este caso se encontrarán Finlandia, Hungría, Rumanía y Polonia

5
Primo de Rivera (22/03/1933) reivindica la esencia del fascismo, la unidad como idea, por encima de la
violencia que es meramente una táctica. Sostiene que la violencia para ellos no es un dogma como para el
marxismo sí lo es la violencia propia de la lucha de clases. O la violencia intrínseca de la lucha propia del
sistema de partidos que promueve el liberalismo. Al contrario, el fascismo promueve la unidad permanente
de clases y de partidos, a esa unidad la llama patria (La Patria, con mayúsculas). No hay una pugna entre una
burguesía explotadora y un proletariado que pretende tiranizar a la burguesía. “Sino la unidad entrañable de
todos al servicio de una misión histórica, de un supremo destino común, que asigna a cada cual su tarea, sus
derechos y sus sacrificios.”
8

en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. 6 En los casos señalados, antes de
la instauración del fascismo se observa la presencia de pequeñas bandas fascistas
que no llegan a constituir un movimiento nacional. Cuando la coyuntura nacional
e internacional es la adecuada esos regímenes derechistas se auto transforman en
fascistas, englobando, aunque sin ser la fuerza principal, a las bandas a las que nos
referimos anteriormente. En general en Europa central y oriental -excepto la
Guardia de Hierro rumana- el fascismo no se presentó como un partido
organizado. En los países donde el fascismo siguió la vía del autogolpe el
movimiento obrero era débil y la izquierda no constituía un peligro importante, la
política era dominada por la derecha; sin embargo, en lo económico, las burguesías
de esos países eran débiles y subordinadas al imperialismo.
A la luz de los acontecimientos que se dieron durante la pandemia del mismo año
y los comportamientos de los altos mandatarios de EEUU y Brasil se vio cómo
regímenes que en principio hubieran sido calificados de no fascistas viran a fuerza
de medidas represivas y grupos de choque apañados por el estado decididamente
hacia el fascismo. ¿Constituyen al promediar el año 2020 regímenes fascistas? La
respuesta podría ser aún no. Subrayando aún. Querrá decir que seguramente lo
serán, no se sabe. Pero es la mutación que deben hacer si quieren permanecer en el
poder. Es de destacar que desde el acto en la embajada de Brasil cuando nadie
creía en la posibilidad de que Bolsonaro llegara al poder Altamira lo dio como una
franca posibilidad. Y poco tiempo después ante el ballotage nos posicionamos
contra Bolsonaro por el #EleNão. Algo había de diferente en ese desempate con
respecto al que ganara casi cuatro años antes Macri. No fue revisionismo. Fue que
se vio algo diferente a la interna interburguesa. Se vio un peligro latente. Peligro
que cada vez se torna más palpable.

El desarrollo del fascismo y la propia dictadura fascista revisten en los distintos países formas
diferentes, según las condiciones históricas, sociales y económicas, las particularidades nacionales
y la posición internacional de cada país. En unos países, principalmente allí, donde el fascismo no
cuenta con una amplia base de masas y donde la lucha entre los distintos grupos en el campo de
la propia burguesía fascista es bastante dura, el fascismo no se decide inmediatamente a acabar
con el parlamento y permite a los demás partidos burgueses, así como a la socialdemocracia,
cierta legalidad. En otros países, donde la burguesía dominante teme el próximo estallido de la
revolución, el fascismo establece el monopolio político ilimitado, bien de golpe y porrazo, bien
intensificando cada vez más el terror y el ajuste de cuentas con todos los partidos y agrupaciones
rivales, lo cual no excluye que el fascismo, en el momento en que se agudeza de un modo especial
su situación, intente extender su base para combinar -sin alterar su carácter de clase- la dictadura
terrorista abierta con una burda falsificación del parlamentarismo. (Dimitrov 1935)

6
Ver Traverso, Enzo (2009)“A sangre y fuego. De la guerra civil europea,1914-1945”. Editorial Prometeo,
Buenos Aires.
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3. El Estado fascista

La polarización del bloque dominante en torno a su fracción hegemónica, que


comúnmente es la gran burguesía pero que eventualmente puede incluir a los
terratenientes. Como uno de los objetivos del régimen fascista es la restitución de
la hegemonía política de la fracción más poderosa económicamente y la
redistribución de la plusvalía en su favor, se requiere, entre otras cosas, de la
polarización del bloque dominante en torno a esa fracción hegemónica en lo
económico; así también, la Tercera Internacional lo definió como la dictadura del
gran capital7. Esta polarización implica la imposición más estrecha de los intereses
de dicha fracción, con la consiguiente pérdida de capacidad de negociación de las
clases dominadas y la reducción de esta capacidad para las fracciones no
hegemónicas· del bloque dominante.

La destrucción de las organizaciones de clase del proletariado. Como el otro


objetivo del fascismo es lograr la sobre explotación del trabajo en condiciones tales
que la resistencia obrera no lo permitiría dentro de los marcos de la democracia
burguesa, se impone la destrucción de sindicatos y partidos obreros. La
destrucción de las organizaciones de clase del proletariado puede complementarse
con la formación de corporaciones de obreros y patrones, sin que esto signifique
que el corporativismo sea un requisito esencial para el fascismo, puesto que los
objetivos señalados pueden alcanzarse sin la constitución de corporaciones, sin
embargo, la formación de corporaciones puede proporcionar al Estado fascista
instrumentos de legitimación más expeditos que el simple sometimiento de los
obreros por la fuerza.

Mariátegui mostró cómo el fascismo no era una "excepción" italiana o un


"cataclismo", sino un fenómeno internacional "posible dentro de la lógica de la
historia", del desarrollo de los monopolios en el imperialismo y de su necesidad de
derrotar la lucha del proletariado. Mariátegui vio el fascismo como una respuesta
del gran capital a una crisis social profunda, como la expresión de que la clase
dominante no se siente ya suficientemente defendida por sus instituciones
democráticas por lo que culpa ante las masas de todos los males de La Patria8, al
régimen parlamentario y a la lucha revolucionaria, y desata el culto a la violencia y

7
Esta definición se ajusta o es prima hermana y se ve ampliada en de la definición del Diccionario Soviético
de Filosofía (1959) donde establece que los elementos más reaccionarios, chovinistas e imperialistas del
capital financiero instaura una dictadura abiertamente terrorista [tomado del XIII Pleno del Comité Ejecutivo
de la Internacional Comunista] “con el fin de aplastar la resistencia de la clase obrera y de todos los
elementos progresistas de la sociedad. El fascismo es una manifestación de esa reacción política en todos los
dominios, lo que es propio del capitalismo en la etapa suprema de su desarrollo, en la etapa imperialista.”
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al nuevo orden del estado fascista, concebido como estructura autoritaria vertical de
corporaciones. Vislumbró cómo el triunfo del fascismo estaba inevitablemente
destinado a exasperar la crisis europea y mundial.

Dado que el principal instrumento del Estado fascista para el sometimiento de los
trabajadores es la fuerza, el uso extensivo de ésta requiere del control por parte del
Estado de todas las esferas de la actividad social y no sólo de lo económico y la
político, puesto que de otra forma, esferas no políticas pueden llegar a ser
politizadas por el descontento de los trabajadores y convertirse en focos de
subversión del orden fascista. Por totalitarismo queremos significar la pérdida de
la independencia relativa de la sociedad civil y los aparatos ideológicos frente a los
aparatos políticos del Estado; es la incorporación de la sociedad civil a la política:
la intervención del Estado en todos los ámbitos de las relaciones sociales.

Thalheimer coincidentemente con Bauer, inspirados en el bonapartismo descrito por


Marx en el 18 Brumario, no equiparan a ese régimen con el fascismo agregándole el
dominio social destacando que el apoyo de las masas en el fascismo como sólo una de
las expresiones posibles de la crisis del capitalismo pero no necesariamente la
terminal. (Kershaw 2004: 49)

Estos aportes resultan centrales en la discusión que buscamos dar, ya que pone el
centro en un dominio que excede al dominio político propio del bonapartismo, el
dominio social, y ubica al apoyo de las masas en un lugar accesorio.

La represión y el terror en contra de la oposición, aún de la democrático burguesa.


Por ser la fuerza el principal instrumento del poder fascista, éste requiere de la
represión sistemática de cualquier intento de oposición. La oposición al régimen
fascista puede provenir del proletariado sometido a una sobreexplotación, pero
también puede provenir de fracciones de la burguesía a las que la polarización del
bloque dominante ha afectado en sus intereses. Aun los regímenes fascistas que
llegaron al poder por la vía de la línea de masas necesitaron de la fuerza como un
recurso indispensable para su sostenimiento, puesto que el apoyo de las masas
tendió rápidamente a deteriorarse al dejar incumplidas, el gobierno fascista, las
promesas hechas a las masas pequeñoburguesas.

8
Se ha mencionado con diferentes acepciones la palabra patria. Es importante entender que no es lo mismo
la Patria de los fascistas y naciones opresoras donde busca una unidad nacional para llevar a una clase
obrera a confrontar y someter a nombre de su burguesía local a trabajadores de otras naciones que la patria
de los oprimidos y revolucionarios que los une para enfrentar a potencias imperialistas. En el primer caso la
defensa de la patria es reaccionaria, en el segundo es progresiva y hasta podría ser revolucionaria. Más allá
que para los marxistas la patria y la nación son conceptos superados. (Altamira 26/07/2017)
11

¿Qué ofrece a las masas el fascismo victorioso?

El fascismo prometió a los obreros un «salario justo», en realidad les colocó a un nivel de vida
aun más bajo, más miserable. Prometió trabajo a los parados; en realidad les proporcionó
mayores torturas de hambre y trabajo forzado de esclavos. En realidad, el fascismo convierte a los
obreros y a los parados en parias de la sociedad capitalista, desprovistos de todo derecho,
destruye sus sindicatos, les arrebata el derecho a la huelga y de prensa obrera, los enrola por la
fuerza en las organizaciones fascistas, les roba los fondos de los seguros sociales, convierte las
fábricas y los talleres en cuarteles, donde reina el despotismo desenfrenado de los capitalistas.

El fascismo prometió a la juventud trabajadora abrirle un camino ancho hacia un porvenir


esplendoroso. En realidad, trajo a la juventud despidos en masa de las empresas, campamentos
de trabajo y ejercicios militares incesantes con vistas a una guerra de conquista.

El fascismo prometió a los empleados, a los pequeños funcionarios, a los intelectuales,


asegurarles la existencia, acabar con la omnipotencia de los trusts y con la especulación del
capital bancario. En realidad, los lanzó a una mayor desesperación e inseguridad en el día de
mañana, los somete a una nueva burocracia formada por sus partidarios más obedientes, crea una
dictadura insoportable de los trusts, siembra en proporciones nunca vistas la corrupción y la
descomposición.

El fascismo prometió a los campesinos arruinados y depauperados acabar con el vasallaje de las
deudas, suprimir el pago de las rentas e incluso expropiar sin indemnización la tierra de los
terratenientes en favor de los campesinos sin tierra y arruinados. En realidad, entrega al
campesinado trabajador a la esclavitud sin precedentes de los trusts y del aparato del Estado
fascista y aumenta hasta lo indecible la explotación de las masas fundamentales del campesinado
por los grandes terratenientes, los bancos y los usureros. (Dimitrov 1935)

Otro punto es el de la centralización del poder político. Dicha centralización,


del poder político en torno a la fracción hegemónica, así como la implementación
de la política de destrucción de la resistencia obrera y la implantación del terror
policiaco por el Estado fascista requiere de la centralización del poder
gubernamental en torno a la figura del ejecutivo. El carácter carismático del líder
no es un rasgo esencial, puesto que, como veíamos anteriormente, el acceso del
fascismo al poder no requiere forzosamente de un poderoso movimiento de masas.
Los casos de España y Portugal son muy ilustrativos en este sentido: ni Franco ni
Salazar fueron antes de su llegada al poder líderes que arrastraran a las masas con
su peculiar personalidad como Hitler y Mussolini.

La dictadura fascista de la burguesía es un poder cruel, pero precario.

¿En qué consisten las causas principales de la precariedad de la dictadura fascista?

El fascismo, que pretende superar las divergencias y las contradicciones existentes en el campo
de la burguesía, viene a agudizar todavía más estas contradicciones.

El fascismo intenta establecer su monopolio político, destruyendo por la violencia los demás
partidos políticos. Pero la existencia del sistema capitalista, la existencia de diferentes clases, la
agudización de las contradicciones de clases conducen inevitablemente a sacudir y derribar el
12

monopolio político del fascismo. No es el país soviético en el que la dictadura del proletariado es
ejercida también por un partido único, pero donde este monopolio político responde a los
intereses de millones de trabajadores y se apoya cada vez más sobre la construcción de la
sociedad sin clases; en un país fascista, el partido de los fascistas no puede mantener por mucho
tiempo su monopolio, porque no está en condiciones de proponerse la misión de suprimir las
clases y las contradicciones de clase. Suprime la existencia legal de los partidos burgueses, pero
algunos de ellos siguen viviendo ilegalmente y el Partido Comunista avanza, incluso dentro de la
ilegalidad, se templa y dirige la lucha del proletariado contra la dictadura fascista. De este modo,
el monopolio político del fascismo tiene necesariamente que derrumbarse bajo los golpes de las
contradicciones de clase.

Otra de las causas de la precariedad de la dictadura fascista estriba en que el contraste entre la
demagogia anticapitalista del fascismo y la política del enriquecimiento más rapaz de la
burguesía monopolista permite desenmascarar el fondo de clase del fascismo, quebrantar y
reducir su base de masas.

Además, la victoria del fascismo provoca el odio profundo y la indignación de las masas,
contribuye a revolucionarlas e imprime un poderoso impulso al frente del proletariado contra el
fascismo.

Llevando a cabo la política del nacionalismo económico (autarquía) y apropiándose la mayor


parte de los ingresos de la nación para la preparación de la guerra, el fascismo socava toda la
economía del país y agudiza la guerra económica entre los Estados capitalistas. Imprime a los
conflictos, que surgen en el seno de la burguesía, un carácter violento y no pocas veces
sangriento, minando así la estabilidad del poder estatal fascista a los ojos del pueblo. Un poder,
que asesina a sus propios partidarios, como aconteció en Alemania el 30 de junio del año pasado,
un poder como el fascista, contra el cual lucha con las armas en la mano otra parte de la
burguesía fascista (putsch nacionalsocialista de Austria, las luchas violentas de distintos grupos
fascistas contra los gobiernos fascistas de Polonia, Bulgaria, Finlandia y otros países), este poder
no podrá mantener durante mucho tiempo su autoridad a los ojos de las extensas masas
pequeñoburguesas.

La clase obrera tiene que saber aprovechar las contradicciones y conflictos existentes en el campo
de la burguesía, pero no debe hacerse ilusiones de que el fascismo puede asfixiarse por sí solo. El
fascismo no se derrumbará automáticamente. Sólo la actividad revolucionaria de la clase obrera
hará que los conflictos, que surgen inevitablemente en el campo de la burguesía, se aprovechen
para minar la dictadura fascista y derribarla. (Dimitrov 1935)

4. Otros elementos sobre el fascismo y su concepción


clásica a tener en cuenta

Durante el auge del fascismo y antes de la segunda guerra mundial que terminaría
con un desprestigio total y global de la ideología fascista tanto teóricos burgueses
como marxistas se ocuparon del fascismo.

Trotsky (1932) en el The militant (brevísimo texto publicado a partir de una carta a
un camarada inglés fechada el 15 de diciembre de 1931) debate con la Comintern si
13

es correcto considerar fascista a la dictadura de Primo de Rivera 9 (España 1923-


1930). El sostiene que no es correcto ya que a diferencia del movimiento fascista
italiano no fue “un movimiento espontáneo de grandes masas, con nuevos
dirigentes surgidos de la base. Es de origen plebeyo y está dirigido y financiado
por las grandes potencias capitalistas. Se formó en la pequeña burguesía, en el
lumpen-proletariado y hasta cierto punto también en las masas proletarias;”. En
cambio Primo de Rivera era un aristócrata que ya ocupaba un alto cargo militar,
formaba parte del andamiaje burocrático del estado y había sido gobernador de
Cataluña. O sea no cuenta con esa espontaneidad de origen tanto del movimiento
como de su líder que se autoinventó, Mussolini. El golpe de Primo de Rivera fue
producto de una colaboración entre militares y otras fuerzas del estado. “Las
dictaduras de España e Italia son dos formas totalmente distintas de dictadura.
Hay que diferenciarlas bien. Mussolini tuvo dificultades para reconciliar a muchas
viejas instituciones militares con las milicias fascistas. Este problema no existió
para Primo de Rivera.”

En cambio, el movimiento alemán, refiriéndose al ascendente nazismo


(nacionalsocialismo), sí se parece al italiano: “Es un movimiento de masas, cuyos
dirigentes emplean una buena cantidad de demagogia socialista, la cual es
necesaria para la formación de un movimiento de masas.” (Trotsky: 1932)

Sostiene además que la base “genuina” del fascismo es la pequeña burguesía


característica que se repite tanto en Italia como en Alemania. Coronando con la
siguiente reflexión que se entiende es central “Para poder prever algo respecto al
fascismo, es preciso contar con una definición de ese concepto. ¿Qué es el
fascismo? ¿Cuáles son sus bases, sus formas, sus características? ¿Cómo se
desarrollará? Es necesario proceder de una manera marxista científica.” (Trotsky:
1932)

La idea de Trotsky era que la democracia era para los días de sol y no estaba
blindada a las inclemencias de los desequilibrios tanto domésticos como
internacionales. “El fascismo no vino en absoluto "en vez" del socialismo. El
fascismo es la continuación del capitalismo, un intento de perpetuar su existencia
utilizando las medidas más bestiales y monstruosas.” “Podemos anunciarlo como
una ley histórica: el fascismo pudo triunfar sólo en aquellos países donde los
9
“Recordemos que Primo de Rivera se autopercibía fascista. Para no poner, en este caso, en duda el
sentimiento de pertenencia del fascista español (coincidamos en que la autopercepción ideológica no tiene
por qué coincidir con la ideología real de una persona) deberemos afirmar que si al decir de Trotsky que su
régimen no cumple con todas las condiciones de conformación y surgimiento no alcanza con decir que no es
fascista, sino que no lo es pero pretende serlo. Sería un régimen pretendidamente fascista (se desconoce si
estamos acuñando un nuevo término o categoría)” (Farina, 2019: 10-11)
14

partidos obreros conservadores impidieron al proletariado utilizar la situación


revolucionaria para tomar el poder.” Estos dichos bien podrían ser respaldados en
todos sus términos por el búlgaro Dimitrov (1935) y muestran el peligro de los
giros electoralistas/parlamentaristas que tornan a la izquierda estéril para
enfrentarse con el fascismo.

En su último artículo Trotsky (1940) aclara que el fascismo no es una “repetición”


del bonapartismo, si hay un elemento del segundo en el primero. “Sin este elemento,
a saber, sin la elevación del poder estatal por encima de la sociedad debido a una
extrema agudización de la lucha de clases, el fascismo habría sido imposible. Pero
señalamos desde el comienzo mismo que se trataba fundamentalmente del
bonapartismo de la época de la declinación imperialista, que es cualitativamente
diferente del de la época de auge de la burguesía.” El bonapartismo del que habla no
es el bonapartismo puro ya que este es inadecuado para la época de declinación del
imperialismo (sino el “bonapartismo de la época de declinación imperialista”). “…
al imperialismo se le hace indispensable movilizar a la pequeña burguesía y
aplastar al proletariado con su peso. El imperialismo es capaz de cumplir esta tarea
sólo en caso de que el propio proletariado revele su incapacidad para conquistar el
poder, mientras que la crisis social llevó al paroxismo a la pequeña burguesía.” En
un esquema de excesiva concentración de los medios de producción la ley del
valor se muestra incapaz de regular las relaciones económicas así la intervención
estatal “se convierte en una necesidad absoluta”.

Así como la SGM es la continuación, pero no la repetición, de la PGM el fascismo le


continúa al bonapartismo de la declinación. “Como regla general, una continuación
significa un desarrollo, una profundización, una agudización”. Una continuación
que se da como última alternativa del imperialismo para aplastar al proletariado
que fue incapaz de tomar el poder. “Tanto el análisis teórico como la rica
experiencia histórica del último cuarto de siglo demostraron con igual fuerza que
el fascismo es en cada oportunidad el eslabón final de un ciclo político específico
que se compone de lo siguiente: la crisis más grave de la sociedad capitalista; el
aumento de la radicalización de la clase obrera; el aumento de la simpatía hacia la
clase trabajadora y un anhelo de cambio de parte de la pequeña burguesía urbana
y rural; la extrema confusión de la gran burguesía; sus cobardes y traicioneras
maniobras tendientes a evitar el clímax revolucionario; el agotamiento del
proletariado; confusión e indiferencia crecientes; el agravamiento de la crisis social;
la desesperación de la pequeña burguesía, su anhelo de cambio; la neurosis
colectiva de la pequeña burguesía, su rapidez para creer en milagros; su
disposición para las medidas violentas; el aumento de la hostilidad hacia el
15

proletariado que ha defraudado sus expectativas. Estas son las premisas para la
formación de un partido fascista y su victoria.” (Trotsky 1940)

Hasta la llegada de ese momento las tendencias fascistas reaccionarias permanecen


agazapadas a la espera de su momento. Las guerras de conquista fomentadas por
regímenes fascistas plantean la extensión de su amenaza aún en los rincones
geográficos donde no existe. De ahí al temor por el fascismo alentado entre el
proletariado por parte de las burguesías de los países donde en términos objetivos
no se han dado las precondiciones mencionadas en el párrafo anterior. Los
trabajadores, temerosos del avance geográfico del fascismo no dejan de lado el
problema del poder. Todo lo antedicho por el revolucionario ruso se da en el
marco de un debate con Dwinght Macdonald y el periódico New Republic que
consideraban que el fascismo era una amenaza para las democracias y los
capitalismos inmaduros.

Vale destacar al respecto la respuesta a Otto Bauer del revolucionario búlgaro


Dimitrov (1935) pero que también es válida para El Duce y su definición
apologética “El fascismo no es una forma de Poder Estatal, que esté, como se
pretende, por encima de ambas clases, del proletariado y de la burguesía […] No,
el fascismo no es un poder situado por encima de las clases, ni el poder de la
pequeña burguesía o del lumpenproletariado sobre el capital financiero. El
fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de
cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y
de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es el chovinismo en su forma
más brutal que cultiva un odio bestial contra los demás pueblos.” incluyendo
premonitoriamente a varias dictaduras tanto latinomaericanas como de otras
regiones del globo.

A su vez se ocupa de darle un peso cuantitativo al terror “Tengo delante un


resumen estadístico del Socorro Rojo Internacional sobre los asesinados, heridos,
presos, mutilados y torturados en Alemania, Polonia, Italia, Austria, Bulgaria y
Yugoslavia. Solamente en Alemania, bajo el gobierno de los nacionalsocialistas,
fueron asesinadas más de 4.200 personas; detenidas 317.800; y 218.600 obreros,
campesinos, empleados e intelectuales antifascistas, comunistas, socialdemócratas
y miembros de las organizaciones cristianas de oposición fueron heridos y
sometidos a torturas crueles. En Austria, desde los combates de febrero del año
pasado fueron asesinadas 1.900 personas; 10.000 heridas y mutiladas; y 40.000
obreros revolucionarios detenidos por el gobierno fascista "cristiano". Y este
resumen, camaradas, dista mucho de ser completo.” (Dimitrov, 1935)
16

5. La estrecha relación de los mal llamados libertarios


con el fascismo y los peligros tanto del coqueteo como de
10
minimizarlos en su verdadero carácter

Dado el avance, al menos en redes sociales y medios de comunicación, que ha


evidenciado los mal llamados “libertarios” y el eco que se percibe en ciertos
sectores de la juventud no podría estar ausente de un artículo en el que se discute
al fascismo sus potencialidades y sus peligrosidades.

Este movimiento que en realidad es lo más extremo del liberalismo económico


representado por la Escuela Austríaca, no será esta vez abordado desde su
pensamiento económico, un verdadero “terraplanismo” económico a que no hay
evidencia empírica que los despoje de sus convicciones, sino desde sus vínculos
originales con el fascismo. “Desconocer o minimizar su peligrosidad proviene de
un imperdonable déficit de caracterización que puede llevar a algún
❛empinado❜ dirigente de una izquierda, que a todas las luces abandonó la
práctica revolucionaria, a coquetear con sus dirigentes como lo hacía el canciller
menemista Guido Di Tella con los kelpers enviándoles libros del osito Winnie de
Pooh.”(Farina 2020: 3)

10
En base a Farina (2020)
17

Von Mises es considerado por los “libertarios” como la mente más brillante del
liberalismo del siglo XX. En 1927 escribe en el capítulo 1 apartado 10 de su libro
“Liberalism, In The Classical Tradition”11 . En esa media decena de páginas Mises

11
Traducción al español del apartado disoponible en: http://quantitativemarxism.com.ar/FILES/DT_13.pdf
18

desarrolla un carnaval de glorificaciones al fascismo justificando sus falencias o


excesos en sus “buenas intenciones”.

Un romántico manoseo donde no llega a definirse si él desea ser el brazo político y


económico del fascismo (como de alguna manera veremos que sucedió) o desea
que el fascismo sea su brazo armado a la hora de enfrentar a la clase obrera
organizada. Sería prácticamente la formalización de lo que en los hechos se daba
ya que confiesa que muchos liberales, entre los que tácitamente se encuentra él,
aprueban los “métodos del fascismo”. Las diferencias en el plano político y
económico pasan a un segundo lugar si de enfrentar a los bolcheviques se trata.
Para ellos el fascismo es “el mal menor”. Pero un “mal” dicho casi por
compromiso. Ya que recordemos sus “buenas intenciones” y que reconocen que el
principal atractivo del fascismo es la violencia. O sea la parte mala del fascismo,
para ellos, es meramente la colectivización. “Ensaya una tibia crítica al fascismo
por su falta de ideas (que los liberales sí tienen) lo que terminará provocando su
derrota. En lo que constituye casi un pedido de sociedad… pongan la fuerza que
nosotros aportamos el cerebro pereciera la forma que toma su convite. También
critica la política exterior del fascismo que busca imponerse por la misma fuerza a
otras naciones en las disputas imperiales de la época.” (Farina 2020: 4)

No se puede negar que el fascismo y movimientos similares que apuntan al establecimiento de


dictaduras están llenos de las mejores intenciones y que su intervención, por el momento, ha
salvado la civilización europea. El mérito que el fascismo se ha ganado así vivirá eternamente en
la historia. (von Mises 2020)

Tamaña incomodidad, dada por el parentesco fundacional, llevó a los sucesivos


austríacos a intentar despegar a su padre fundador de semejante cruz, al menos
por lo poco marcketinero del entuerto. Es así que su discípulo von Hayek (2008)
escribe, un año antes de la caída de Berlín, con toda la evidencia de los crímenes
del nazismo y sus aliados italianos y japoneses (entre otros), “Camino a la
servidumbre” donde prácticamente no menciona a su maestro ni su obra de sólo 17
años antes. En ella ensaya una defensa desde un ataque al comunismo como si
fuera prácticamente lo mismo que el fascismo.

Para ello los engloba en el “colectivismo” en oposición a su “individualismo”. Esta


postura, al menos desinformada, cuando no mendaz y malintencionada, es la que
frecuentemente esgrimen “sus sucesores contemporáneos que tildan de comunista
todo lo que esté a la izquierda del Partido Demócrata estadounidense -incluido-
pasando por cualquier gobierno que le asigne el más mínimo papel al estado más
allá de la represión y la defensa de la propiedad privada.” (Farina: 2020: 5)
19

Son tan básicos sus argumentos que se fundan exclusivamente en algunas


similitudes que creen encontrar en la organización económica de ambos regímenes.
No contento con eso dedica otro capítulo a las supuestas “raíces socialistas del
nazismo”. Otra vez la poca argumentación es la norma, ya que se basa en unas
pobres referencias históricas por un lado y en el nombre “nacional socialismo”.
“...su parábola meramente etimológica ignora la historia de las disputas entre
partidos en la Alemania de la primera posguerra al punto que antojadizamente
habla de una conversión de los socialistas de izquierda en socialistas de derecha en
vez de reflejar la permisividad de los partidos representantes de la burguesía que,
menospreciándolo y en oposición al marxismo, le abrieron el gobierno a Hitler
para que desde ahí él pudiera derrotar políticamente (entendido en sentido
amplio) al Partido Socialdemócrata Alemán (órgano local de la tercera
internacional). Lo más curioso de esta parábola es que a la vez que las tropas
soviéticas comenzaban su avance final que un año después culminaría en Berlín.”
(Farina 2020: 5-6)

No llama para nada la atención la poca lectura de los austríacos ya que Hayek, sus
pobres argumentos en realidad, había sido repondido por Dimitrov (1935) casi una
década antes “La variedad más reaccionaria del fascismo es la de tipo alemán.
Tiene la osadía de llamarse nacionalsocialismo, a pesar de no tener nada de común
con el socialismo. El fascismo alemán no es solamente un nacionalismo burgués, es
un chovinismo bestial. Es el sistema de gobierno del bandidaje político, un sistema
de provocaciones y torturas contra la clase obrera y los elementos revolucionarios
del campesinado, de la pequeña burguesía y de los intelectuales. Es la crueldad y
la barbarie medievales, la agresividad desenfrenada contra los demás pueblos y
países.”

Otra esteril defensa es la que desde las páginas del Mises Institute, ensaya Raico
(2018). Primero argumenta que “Liberalism” fue escrito en forma precipitada y
enmarcado por su temor a las masas. Sostiene que el escrito es válido para el
fascismo en el período 1919-1922, pero “Liberalism” es de 1927. Tal demora en
terminar su obra choca con el argumento de que había algún apuro por detrás.
Pero aún más, Dertaube (2020), deja en evidencia que el Partido Liberal Italiano los
acompañó en las elecciones de 1924, el primer ministro de economía fue un liberal,
“...entre 1919 y 1923 el porcentaje de gasto del estado sobre la renta nacional giraba
en torno al 26%; en el período que va entre 1923 y 1927 dicho gasto era ya de
alrededor del 17%. [...]las primeras medidas económicas del gobierno fascista
fueron la privatización absoluta de la seguridad social y la mayoría de las
compañías telefónicas, se dio inicio a las concesiones privadas de las autopistas y la
privatización total de la sociedad Ansaldo, inmensa empresa armamentística que
20

hacía décadas estaba mayoritariamente en manos estatales. A su vez, aplicaron la


clásica y muy conocida política antiinflacionaria de la restricción monetaria.”

Prosigue “defendiendo”, o a duras penas justificando, a Mises diciendo que no era


el único que apoyaba al fascismo. Para ello hace foco en Pareto que fuera
nombrado embajador por Mussolini.

Si prestamos atención al siguiente desarrollo que hace Dimitrov (1935) de


las estrategias políticas fascistas veremos que no distan de las que
habitualmente vemos desplegar a “libertarios” en medios de
comunicación y redes sociales.

El fascismo aspira a la más desenfrenada explotación de las masas, pero se acerca a ellas con una
demagogia anticapitalista, muy hábil, explotando el profundo odio de los trabajadores contra la
burguesía rapaz, contra los bancos, los trusts y los magnates financieros y lanzando las consignas
más seductoras para el momento dado, para las masas que no han alcanzado una madurez
política; en Alemania: "Nuestro Estado no es un Estado capitalista, sino un Estado corporativo";
en el Japón: "por un Japón sin explotadores"; en los Estados Unidos: "por el reparto de las
riquezas", etc…

El fascismo entrega al pueblo a la voracidad de los elementos más corrompidos y venales, pero se
presenta ante él con la reivindicación de un "gobierno honrado e insobornable". Especulando con
la profunda desilusión de las masas sobre los gobiernos de democracia burguesa, el fascismo se
indigna hipócritamente ante la corrupción (véase, por ejemplo, el caso Barmat y Sklarek en
Alemania, el caso Staviski en Francia y otros).

El fascismo capta, en interés de los sectores más reaccionarios de la burguesía, a las masas
decepcionadas que abandonan los viejos partidos burgueses. Pero impresiona a estas masas por
la violencia de sus ataques contra los gobiernos burgueses, por su actitud irreconciliable frente a
los viejos partidos de la burguesía.

Dejando atrás a todas las demás formas de la reacción burguesa, por su cinismo y sus mentiras, el
fascismo adapta su demagogia a las particularidades nacionales de cada país e incluso a las
particularidades de las diferentes capas sociales dentro de un mismo país. Y las masas de la
pequeña burguesía, incluso una parte de los obreros, llevados a la desesperación por la miseria, el
paro forzoso y la inseguridad de su existencia, se convierten en víctimas de la demagogia social y
chovinista del fascismo.

De ninguna manera es correcto igualar a los “libertarios” con el fascismo,


pero se han mostrado como extremadamente cooperativos entre ellos. Eso no se ha
dado sólo con los fascismos europeos de la primera mitad del SXX sino también
con los regímenes autoritarios de América Latina que estamos discutiendo aquí
que tan fascistas eran. “Creo que todo lo antedicho muestra a los autodenominados
❛libertarios❜ como un grupo de cuidado, aún disperso, pero peligrosos incluso
desde esa dispersión. Dispuestos a todo en pos de vulnerar derechos de los
trabajadores, defensores de la libertad para pocos, incluso apoyarían seguramente
21

cualquier escalada represiva de corte fascista a imagen y semejanza de la última


dictadura militar. Es por ello que no merecen estos grupos ninguna simpatía,
contemplación ni coqueteo por parte de ningún socialista revolucionario.” (Farina
2020: 11)

II. EL FASCISMO EN AMÉRICA LATINA


En la prolongación de los análisis que se refieren a la cuestión del fascismo en
América Latina, se encuentran los análisis que destacan la vocación fascistizante de
los regímenes militares de base militar en la América Latina de hoy. Agustín
Cueva insiste en el proceso de impugnación fascista de estos regímenes, o Zavaleta
Mercado, que prefiere utilizar el concepto de «dictadura militar con un proyecto de
finalidad fascista». Estos autores —ambos representativos de la tendencia
orientada hacia el “fascismo potencial” que reconoce las especificidades del
fascismo europeo de los años treinta— comparten la idea de que la dinámica de
fascistización sigue su curso en América Latina.

En un primer artículo Cueva admite que “América Latina, víctima de un


proceso de fascistización, impregnada de un grado semejante de terror y de
barbarie, poco se distingue del fenómeno análogo que tuvo lugar en países más
avanzados”. Brasil y Chile son los dos principales casos hacia los que se inclina el
autor. El primero ilustra “cómo se aplicó, de forma implacable y sistemática, un
esquema de dominación militar tecnocrático, que comportaba indiscutiblemente
caracteres fascistas y estaba inequívocamente al servicio del imperio americano”.
El segundo, cara al “avance de la clase obrera chilena” aparecía como el producto
de la “reacción del capital monopolístico” que, en la fase de fascistización anterior
al golpe de Estado, “aplicó una línea de masas, movilizando amplios sectores de la
pequeña burguesía y de las capas medias”. (Cueva 1977)

En un segundo artículo trata de profundizar en las condiciones a través de las


cuales los “procesos de fascistización” en América Latina podrían desembocar en
regímenes fascistas. Defiende la idea de que “el partido de masas” y el “apoyo de
la pequeña burguesía”, así como la “ideología nacionalista chauvinista” no son
propios de la formación de la experiencia fascista en Europa, sino unos simples
medios destinados a esconder el más importante. Lo esencial en el fascismo, lo
constituye su “naturaleza de clase” y el “cambio calificativo que imponen las
fuerzas del Estado”. El hecho —añade Cueva— de que los países latinoamericanos
22

no sean imperialistas, no les inmuniza contra el proceso de fascistización al haber


progresado una profunda penetración de capital transnacional. La prolongación
lógica de su argumentación viene a decir que, teóricamente, “el desmantelamiento
del Estado democrático-burgués y sus sustitución por un régimen de carácter
fascista no va a revestir inmediatamente (el subrayado es nuestro) las mismas
modalidades concretas que en Europa”. De este modo, sugiere que se le han
suprimido dos características a esta nueva forma de fascismo: de una parte, su
“incapacidad para beneficiarse de un apoyo popular”; de otra, su “incapacidad
para implantar una política nacionalista”.(Cueva 1977: 470, 471, 474-477).

El análisis de Zavaleta Mercado (1979: 83-85), trata de relacionar el fenómeno


fascista con las condiciones históricas europeas. De este modo, propone una triple
distinción en la configuración del fascismo. A las concepciones tradicionales del
tipo de “el fascismo como movimiento de masas” y como “estructura de poder”,
añade una tercera: “el fascismo como proyecto o proposición social”. Se basa en el
hecho de que entre las actuales dictaduras latinoamericanas, “se perfila una
situación en la que el proyecto de aquellos que detentan el aparato estatal no se
asienta en un movimiento de masas. Por consiguiente las dictaduras no llegan a
transformarse en una estructura fascista de poder”, en la medida en que la
«cuestión nacional» no se resuelve, a causa de la “presencia imperialista”. Zavaleta
Mercado no explica la apatía del movimiento de masas por la misma combinación
de factores económicos que Cueva, esto es, considerar que las desigualdades
provocadas por factores económicos internos y la crisis del capitalismo mundial
constituyen frenos estructurales a toda movilización. Llega a la conclusión de que
“los elementos disponibles permiten descubrir que los regímenes atraviesan crisis
estáticas de gran magnitud”, pudiendo conducir a “crisis nacionales
generalizadas“ e incluso a “situaciones revolucionarias”. La imposibilidad por
parte de los que detentan el poder de elaborar unas directrices con respecto a la
sociedad civil, que constituye en realidad una “masa no mediatizada”, tiende a
provocar este tipo de situación.12

Por otra parte, Rieznik (2011) sostiene que los embates en favor de la derecha al
final del 3er gobierno de Perón, el de Isabel y la última dictadura escondían el
objetivo de arbitrar en favor de la fascista juventud sindical, en detrimento de la
izquierda a la que debían exterminar.

Son frecuentes los análisis de la cuestión del fascismo desde el punto de vista
clásico con exclusividad. Ese análisis si bien no es erróneo no deja de estar limitado
12
Zavaleta Mercado, René, “Nota sobre fascismo, dictadura y coyuntura de disolución”, en Revista
Mexicana de Sociología, núm. 1, enero-marzo 1979, páginas 83-85.
23

a dejar por fuera particularidades de otras formas de fascismo que imperaron y


podrían presentarse en el futuro de corto y mediano plazo. Este análisis es
compartido por el progresismo y toda la izquierda argentina, incluso por nosotros
tanto en términos históricos como actualmente por la Tendencia del Partido
Obrero. Ante la pregunta “¿Es verdad que el fascismo es la demostración de toda la
violencia del Estado?” Jorge Altamira (22/02/2020) inicia reinterpretando la
pregunta diciendo: “¿es verdad que no es un aparato de gestión sino de una
violencia infinita?” y comienza definiendo que “el fascismo es la demostración de
que toda la violencia capitalista no alcanza para mantener el sistema capitalista”.
La burguesía debe salir a la calle a disputársela al proletariado para quebrar sus
organizaciones, desmoralizarla con los métodos de la guerra civil para que el
estado pueda restaurar su capacidad de violencia plena.” Prosigue citando a
Trotsky “Son los bajos fondos y la inmundicia de la sociedad capitalista que sale de
la cloaca para destruir al proletariado” como definición de lo excepcional del
fascismo. “en los debates actuales, cuando se habla de protofascismo o pseudofascismo,
Putin, Xi Jinping, Trump, Bolsonaro, Salvini… son nenes de pecho. Son regímenes
bonapartistas”, reprime el estado. En el fascismo se liberan las zonas a la represión
paraestatal de las hordas fascistas. El contexto histórico de derrota, desmovilización
de su ejército en la PGM y sumisión a través del Tratado de Versalles 13 sumado al
temor del resurgimiento alemán creó el caldo de cultivo para el surgimiento del
nazismo. “El fascismo no debemos estudiarlo como clasificadores de Dogmas”. “La
perspectiva del fascismo está ligada a la perspectiva de la guerra y la perspectiva de
la guerra está ligada a la perspectiva de cada uno de los países que deben ser
preparados para la guerra.”

La descripción de Altamira es indudablemente correcta desde el análisis clásico del


fascismo. Podría haber coincidido con el análisis que hiciera ante la misma
pregunta cualquier otro dirigente de izquierda o incluso algún intelectual
progresista como Borón o Feierstein. Además, está excelentemente justificada
desde ejemplos. Pero consideramos que nuestra Tendencia del Partido Obrero
debe ponerse a la vanguardia de las caracterizaciones de las peligrosidades que
representan los fascismos incipientes y sus potenciales socios “libertarios” y así no
caer en el riesgo de menospreciarlos o vernos sorprendidos. Una nueva forma de
caracterización dotaría a nuestra tendencia, ya no sólo del PO sino de toda la
izquierda, de un elemento de delimitación fundamental.

13
Esto fue predicho por Trotsky y también por Keynes (en las “Consecuencias económicas de la
paz”).
24

III. UNA PROPUESTA ALTERNATIVA, MÁS


FLEXIBLE, DE ANÁLISIS DE REGÍMENES QUE
LA USADA EN GENERAL POR EL
PROGRESISMO Y LA IZQUIERDA
El progresismo (ver Borón 2003) y la izquierda han coincidido en la definición (y
aplicación de esa definición) del fascismo. Manteniendo plena actualidad de su
definición clásica. Si realmente esperamos que los nuevos fascismos cumplan
exactamente los pasos y condiciones que presentaron en la primera mitad del SXX
nos vamos a ver sorprendidos por las mutaciones y adaptaciones que ya han
mostrado y que podrán mostrar. Aceptemos la definición clásica, tomemosla como
eso, como una definición clásica de esos fascismos. Pongamosla en un extremo de
una línea de clasificación o en un vértice de un plano, pero no perdamos de vista
cuánto se pueden aproximar diferentes regímenes a ese ideal compliendo
características que de seguro son fundamentales ya que hacen a su objetivo final.
No le pidamos al fascismo una pureza que no le pedimos al bonapartismo cuando
llevamos mucho de lo que no encaja en el fascismo clásico al bonapartismo.
Debemos entender que el fascismo busca exterminar cualquier organización de la
clase obrera, y a otros grupos, ya no combatirla o reprimirla como el bonapartismo.
Para ello se valen del control social, no del mero control político bonapartista, se
valen del exterminio ya no de la mera represión; represión, que podría incluir
muertes o no. Si logran o no conformar movimientos de masas para llegar al poder
o mantenerse resulta algo accesorio.

Trotsky (1940) es claro en esto, el fascismo no es bonapartismo “En su muy


pretencioso, confuso y estúpido artículo ["Defensa Nacional: el caso del
socialismo", Partisan Review, julio-agosto de 1940], Dwight Macdonald trata de
atribuirnos la opinión de que el fascismo es, simplemente, una repetición del
bonapartismo. Hubiera resultado difícil inventar mayor disparate. Hemos
analizado al fascismo en su desarrollo, a través de sus distintas etapas, y pusimos
en primer plano uno u otro de sus aspectos. Hay un elemento de bonapartismo en
el fascismo. Sin este elemento, a saber, sin la elevación del poder estatal por encima
de la sociedad debido a una extrema agudización de la lucha de clases, el fascismo
habría sido imposible. Pero señalamos desde el comienzo mismo que se trataba
fundamentalmente del bonapartismo de la época de la declinación imperialista,
que es cualitativamente diferente del de la época de auge de la burguesía. Luego
25

diferenciamos al bonapartismo puro como prólogo de un régimen fascista. Porque


en el caso del bonapartismo puro el gobierno del monarca se aproxima [...]” se
encarga de diferenciarlos. Pero en el momento en el cual el fascismo se presentaba
en su forma clásica. Hoy podríamos caer en el mismo error con las nuevas formas
que adopte el fascismo.

“¿Corresponde manejar categorías sociales como diagramas de Venn mutuamente


excluyentes? ¿No podrían existir categorías intermedias entre bonapartismo y
fascismo? ¿No sería más correcto manejarse en una línea continua que vaya desde
bonapartismo a fascismo? ¿tal vez incorporarle algún escalón que combine esa
continuidad en la definición con cierta discreción a partir de un punto? ¿Tiene que
ser una línea o podría ser un plano donde el fascismo alemán ocupe un vértice?”
(Farina 2019: 15)

Estos interrogantes nos viene abordando a los autores de estas líneas y fueron una
gran motivación para estudiarlo en profundidad. Ya apareció anteriormente el
concepto del umbral donde esa aproximación contínua se torna discreta 14 al pasar
un límite. Consideramos que el plan de exterminio es ese límite.

”Ni totalitarismo ni fascismo son conceptos puros para los estudiosos. Ambos
términos, desde que comenzaron a usarse, tienen una doble función: como
instrumento ideológico de categorización política negativa, […]; y como
instrumento heurístico que los estudiosos han usado en un intento por ordenar y
clasificar los sistemas políticos. […] En el caso del totalitarismo, Friedrich produjo
una definición conceptual, pero no provee una legítima teoría del totalitarismo. En
el caso del fascismo, la mayoría de los enfoques no marxistas, […], son esencialmente
descriptivos y se apoyan en premisas teóricas no definidas con claridad, mientras los
enfoques marxistas derivan de posiciones teóricas, pero la teoría aplicada no siempre
está basada en claras definiciones conceptuales y a veces éstas hasta resultan estar
muy cerca de las tautologías.” (Kershaw 2004: 56)

Las teorías del fascismo ponen el acento en la forma en que asciende el movimiento
y las condiciones previas que generó el caldo de cultivo, mientras quienes hablan
del totalitarismo eluden la fase de acceso al poder y se centran en los sistemas y
técnicas de gobierno. (Kershaw 2004: 57)

El fascismo es uno de los términos más controvertidos de la historia contemporánea y, al no existir


una definición universalmente aceptada por historiadores y científicos sociales, se usa y abusa de

14
Contínua y discreto en términos matemáticos.
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él, en el espacio y en el tiempo, aplicado a diferentes contextos políticos o como forma de insulto
ante cualquier exhibición de comportamiento autoritario, […]. En los últimos años, sin embargo,
la aparición de movimientos racistas, xenófobos y protectores del orgullo y de la identidad
nacional nos han traído ecos del fascismo histórico, de aquel que echó sus semillas y creció entre
1919 y 1945. La historia avisa, aunque muchos, lejos de tomársela en serio, prefieren mentar el
fascismo en vano, […]. Nolte, muy influyente en las posteriores aproximaciones revisionistas y del
nuevo consenso, fue mucho más allá y defendió que la ideología y prácticas del Holocausto eran un
reflejo de las purgas políticas de Stalin de los años treinta. En su provocadora sentencia, el gulag fue
anterior a Auschwitz. En una imagen simplificada de la historia, que es lo que gusta a quienes la
ignoran o les interesa solo su uso político en el presente, […]. A partir de esa explicación, en la
que los factores sociales y económicos que condujeron al surgimiento del fascismo interesaban
poco o nada, algunos autores, Roger Griffin entre ellos, pusieron énfasis en la ideología positiva del
fascismo, que no solo buscaba destruir las formas políticas existentes sino crear un nuevo mundo. El
fascismo, además de su parte reaccionaria y ultraderechista, tenía también su lado racional,
revolucionario, una especie de síntesis de ideas de la derecha y de la izquierda, una tercera vía
entre el capitalismo y el comunismo. […] Los historiadores que han aportado análisis empíricos
sobre el fascismo, […], se han alejado casi siempre de ese revisionismo y han destacado sus
componentes antidemocráticos, antisocialistas, paramilitares y ultranacionalistas, su carácter de
religión política (Emilio Gentile), manifestado en la profusión de símbolos y ritos y en el culto a los
mártires. Los fascismos fueron movimientos de masas que nacieron desde la violencia callejera y,
tras conquistar el poder, militarizaron al Estado y a la sociedad. No todos los casos históricos de
fascismo, o sus compañeros de viaje colaboracionistas, tuvieron como componente esencial el
determinismo biológico del nazismo alemán, […], cuando fueron derrotados en 1945 y pudo
hacerse balance, se comprobó que todos se habían sumado a las atrocidades de la guerra
imperialista, los campos de concentración, las cárceles y los asesinatos en masa del contrario
(rojos, judíos, demócratas o disidentes). Y los que los copiaron y sobrevivieron a la era fascista, los
regímenes de Franco y Salazar en España y Portugal mantuvieron durante sus largas décadas de
dominio la misma hostilidad y violencia frente al liberalismo, el comunismo y la democracia. […] Es
probable que el fascismo, como fuerza electoral y paramilitar, continúe siendo marginal en
muchas partes de Europa, pero aquellos que señalan a las minorías étnicas, inmigrantes o
refugiados como chivos expiatorios de los problemas que no pueden solucionar nuestros políticos
y sociedades –y atacan al mismo tiempo a la democracia, al multiculturalismo y a los derechos
humanos–, están sembrando la semilla de un nuevo fascismo, con su rastro de intolerancia, abuso
y esclavitud. No todo lo que se opone a la política establecida es fascismo […], no es necesario
equiparar todas las manifestaciones de violencia política o dictatoriales. Ni mentar el fascismo en
vano. (Casanova 03/01/2018)

“El fascismo es el peor enemigo de la clase obrera y de los trabajadores.”


(Dimitrov, 1935) xq viene a recomponer la tasa de ganancia por un violento
aumento de la tasa de plusvalía (que expresa el nivel de explotación) con el camino
allanado por el exterminio previo y simultáneo.

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