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AUTOS: LEGAJO OGA Nº 7436, CARATULADO: “ALLENDE, JOSE ANGEL S/AMENAZAS

COACTIVAS”

SUMA: MANIFIESTA Y RATIFICA FORMAL OPOSICIÓN A LA ACUMULACION DE CAUSAS


ACORDADA.- SOLICITA LECTURA DEL MEMORIAL POR SECRETARIA EN EL DESARROLLO DE LA
AUDIENCIA.--

EXCMO. TRIBUNAL DE JUICIO Y APELACIONES:

Martín Adrián CARBONI, D.N.I. 23.287.235., domiciliado realmente en calle Alameda de la


Federación Nº 156 – Piso 4º - Dpto. 2 de la ciudad de Paraná, en mi calidad de VÍCTIMA y
DAMNIFICADO DIRECTO, por mi propio derecho y con patrocinio letrado del Dr. Rubén A.
PAGLIOTTO, en el legajo de figuración en el epígrafe, a V.E., como en derecho mejor proceda,
me presento y respetuosamente, DIGO:

I.- EXORDIO

Que, en razón de haber sufrido la pérdida de un familiar directo y de la especial


situación generada por la pandemia, solicito formal y expresamente ser relevado de la
asistencia a la audiencia del día 14/10/2020, motivo por el cual a través de este escrito replico
y ratifico in totum el contenido y peticiones formuladas en el extenso memorial
oportunamente presentado, donde brindé pormenorizadamente los motivos (de hecho y de
derecho) por los cuales me opongo a que se acumulen las cuatro (4) causas que tienen por
acusado al Sr. José A. ALLENDE y más aún, que la conclusión de ellas sea por el mecanismo del
juicio abreviado.-

Para ser más claro y directo, ni bien tomé conocimiento por los medios de difusión
masiva de que el Sr. José Ángel ALLENDE, imputado de los delitos de enriquecimiento ilícito,
negociaciones incompatibles con la función pública, y de amenazas y coacciones contra el
suscripto y contra la Ministra de Salud, Sonia Velázquez, había firmado un acuerdo con el
Ministerio Público Fiscal para concluir las cuatro (4) causas imputadas seguidas en su contra
por el mecanismo de JUICIO ABREVIADO previsto en el art. 391º del CPPER, que comprendería
todos los injustos cometidos, me vi compelido a presentar un escrito con el objeto de expresar
y dejar sentada MI EXPRESA Y MOTIVADA OPOSICION A LA ACUMULACION ACORDADA, en
atención a que dichas causas, por ser de distinta naturaleza penal y de diversa sustancia,
deberían tratarse y ser resueltas por separado, a los fines de que se INDIVIDUALICE LA PENA
para cada una de ellas, en el marco legal respectivo, de tal suerte que una no quede
subsumida y prácticamente diluida en la otra, desnaturalizándose disruptivamente el proceso
de Juicio Abreviado, y se INVISIBILICEN DERECHOS DE ESPECIAL PROTECCIÓN
CONSTITUCIONAL E INTERNACIONAL.

Que, en tal sentido, formal y expresamente solicito en grado de reiteración que, en el


marco de la audiencia respectiva, en oportunidad de consultar la opinión de quienes
resultamos víctimas del imputado, al dársenos la palabra, sea leído por Secretaría del Tribunal
en alta voz durante el desarrollo de la misma el contenido completo de este escrito, a fin de
que el Tribunal que deba decidir acerca de su procedencia o no - y de los términos del mismo-,
tenga mayores elementos de análisis y merituación a la hora de resolver sobre el particular,
asegurándose de esta manera la vigencia plena del fundacional principio de inmediación
-dentro de la necesaria dinámica adversarial- para expresar mi libre voluntad y opinión como
víctima directa del delito de amenazas coactivas, a través de cuya comisión dolosa, por parte
del Ex Diputado José Ángel ALLENDE, se zahirieron grave y profundamente derechos humanos
elementales e inalienables.

II.- ANTECEDENTES FACTICOS Y FUNDAMENTOS

Que fui oficialmente anoticiado de la concreción de un Acuerdo de Juicio Abreviado y


UNIFICACIÓN DE CAUSAS entre el Ministerio Público Fiscal y el imputado Allende.

Que si bien no he sido informado de los términos y motivaciones de ese Acuerdo, sin
embargo y por lo que trascendió en algunos medios de prensa, se intentan concluir cuatro (4)
causas seguidas contra el imputado por el mecanismo de JUICIO ABREVIADO, que
comprendería todos los injustos cometidos, pese a tratarse de causas de distinta sustancia y
naturaleza penal, con distintos sujetos como víctimas, lo que IMPIDE INDIVIDUALIZAR LA
PENA para cada uno de los delitos, de tal suerte que las amenazas coactivas perpetradas en mi
contra y la responsabilidad penal del imputado relacionadas con ese injusto, quedarían
subsumidas en un una especie de “combo” o juzgamiento a “bulto cerrado” de cuatro
acciones delictivas, una más grave que otra, en una suerte de cambalache jurídico resumido
en una oferta del “4 x 1”.- Tal situación, va de suyo, no sólo que desjerarquiza y devalúa la
sagrada función jurisdiccional, sino que sienta un obscuro y pésimo precedente, no sólo de
paupérrima factura jurídica, sino de desalentador mensaje para la sociedad toda.-

Debe quedar claro como verdad inamovible e inconmovible que José Ángel Allende, a
la sazón Diputado Provincial, sin frenos inhibitorios ni conciencia cívica ninguna, atentó
mediante una velada amenaza hacia mi persona, por un medio público de gran audiencia,
contra todo el periodismo, invocando, sin tapujos y con aviesa intencionalidad, un hecho
gravísimo y trágico consumado en democracia, precisamente a raíz del ejercicio del derecho a
la libertad de expresión: el bestial asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas,
luctuoso emblema de uno de los mayores atentados a la República toda. Incluso, resignificó
con inusitado desparpajo y prepotencia, su desprecio por las normas, al atreverse a negar con
enorme osadía una decisión de la justicia nacional que quedó firme y pasada en autoridad de
cosa juzgada hace ya muchos años: negó infamantemente, en una suerte de apología del
crimen, que Yabrán haya asesinado a Cabezas (Alfredo Yabrán, destaco y recuerdo, fue
imputado por el Juez Federal de Dolores, José Luis MACCHI de haber sido el autor intelectual
de ese atroz homicidio).

Que para ser más preciso y directo VE, debo decir que no se comunicó conmigo el fiscal
Álvaro Piérola quien llevó adelante la investigación, para consultar mi opinión, o explicarme
los motivos de su cambio drástico de parecer. El Fiscal había solicitado -hace dos años- la
elevación a juicio de mi causa y dos años y seis meses de prisión de cumplimiento condicional
para el imputado Allende POR LA GRAVEDAD DEL HECHO ATRIBUIDO; esto MIENTRAS EL
IMPUTADO GOZABA DE FUEROS PARLAMENTARIOS. Con fecha 27 de octubre de 2017, el Juez
de Garantías Mauricio Mayer resolvió LA REMISIÓN y APERTURA DE JUICIO del legajo de
referencia, ante el Tribunal de Juicio y Apelaciones de esta ciudad.
Ahora, luego de la formal elevación a Juicio y CON POSTERIORIDAD A DOS CITACIONES
A JUICIO DEL IMPUTADO, el mismo Fiscal –Piérola- habiendo transcurrido más de dos años y
cuando el imputado no puede “ampararse” ya en sus fueros parlamentarios, ACUERDA UN
JUICIO ABREVIADO ABARCATIVO DE 3 DELITOS MÁS, NO CONEXOS, EN EL QUE SE
ACUMULARÍAN DE ESE MODO CUATRO (4) CAUSAS DE DISTINTA NATURALEZA Y
SUSTANCIA, POR UNA SANCIÓN CASI IDÉNTICA (2 AÑOS Y 8 MESES DE PRISIÓN DE
CUMPLIMIENTO CONDICIONAL), más decomiso de dos bienes y una sanción económica que
nada tienen que ver con el delito perpetrado en mi contra.

La verdad sea dicha, sin ambages, me llama doblemente la atención y molesta mucho
la actitud del Fiscal Piérola: por su radical e intempestivo cambio de posición frente al injusto
del imputado y su absoluta falta de consideración, empatía y descortesía hacia mi persona,
ignorándose rotundamente, me da la impresión, que soy la víctima en esta historia.-

Que si bien es cierto que el juicio abreviado ha sido institucionalizado para garantizar
una administración de justicia más rápida, ello no autoriza, en modo alguno, que deba llevarse
a cabo sobre la base de la vulneración de los derechos de las víctimas, del interés social del
caso y de la propia ley ritual o adjetiva.

Que no ser partidario del punitivismo, como es mi caso, VE, no obsta MI OPOSICIÓN
motivada y racional a que el proceso de Juicio Abreviado sea en base a una ACUMULACION DE
CAUSAS O PROCESOS QUE NO GUARDAN CONEXIÓN ENTRE SÍ. Son distintas sus naturalezas,
modos de comisión, sujetos pasivos (víctimas), tiempos y lugares de ocurrencia. Y aún sin
computar –contra rei-, como se debería razonablemente hacer- que se tratan de dos hechos
de AMENAZAS COACTIVAS y dos hechos de DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACION PÚBLICA
(CORRUPCIÓN), con lo cual se infiere, que al haber sido cada uno de los cuatro injustos
cometidos en distintos tiempos y contra distintas personas, se trata de un mismo u único
sujeto activo (Allende), con evidente propensión inercial a reiterar conductas delictivas.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha señalado que los Estados


tienen el deber de garantizar que la sanción aplicada a las personas condenadas por actos de
violencia cometidos contra periodistas y trabajadores de medios en el ejercicio de su profesión
sea proporcionada y efectiva. Y ha marcado la necesidad de que la respuesta que el Estado
atribuya a la conducta ilícita del autor del crimen sea proporcional al bien jurídico afectado y a
la culpabilidad del autor, en función de la naturaleza y gravedad de los hechos. Asimismo,
determinó que al momento de individualizar las sanciones impuestas, la autoridad judicial
debe “fundamentar los motivos por los cuales se fija la sanción correspondiente”.

Que la conducta atribuida en el Legajo de referencia al imputado José Allende


-AMENAZAS COACTIVAS, art. 149 bis Segundo Párr. del Código Penal, constituye, a la par que
un ataque a la libertad de determinación contra el suscripto, un claro atentado contra la
LIBERTAD DE EXPRESIÓN, derecho consagrado en la Constitución Provincial (artículo 12),
Constitución Nacional (artículos 14 y 32), así como también en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (artículos 19 y 20), la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículo 13), la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 19) y la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (artículo 4), entre otros
instrumentos con jerarquía constitucional (artículo 75 inciso 22 de la CN) que condicionan el
ejercicio de todo el poder público al pleno cumplimiento de estos instrumentos.

La Relatoría Especial de las Naciones Unidas (ONU) para la Libertad de Opinión y de


Expresión, la Representación para la Libertad de los Medios de Comunicación de la
Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la Relatoría Especial de la
Organización de los Estados Americanos (OEA) para la Libertad de Expresión y la Relatoría
Especial sobre Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Comisión Africana de
Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) en Declaración Conjunta sobre Delitos contra la
Libertad de Expresión -2012- han señalado que “...La obligación de prevenir exige a los
Estados juzgar por tribunales imparciales e independientes a todos los responsables de las
agresiones, amenazas y actos de intimidación por causa del ejercicio de la libertad de
expresión, remover los obstáculos legales a la investigación y sanción de dichos delitos,
asegurar a las víctimas una participación lo más amplia posible en la investigación y
procesos judiciales, así como una reparación adecuada”.

Que la acumulación de las cuatro causas que auspicia el MPF, deletéreamente,


INVISIBILIZA EL ATAQUE PERPETRADO CONTRA LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN E,
INDIRECTAMENTE, CONTRA EL DERECHO COLECTIVO DEL PUEBLO A INFORMARSE. Pero
también y a unísono, agravando la situación de injusticia y estado de desamparo a los que
quedan expuestos los trabajadores de prensa de E. Ríos, frente a estos irracionales y graves
embates desde el poder.- Se establecería, aun sin quererlo, un pésimo y nocivo antecedente
para el futuro, casi un “bill de inmunidad”, en tanto y en cuanto esta pésima decisión de
política criminal adoptada por la Procuración General entre gallos y medianoche y en medio
de la pandemia, juega como una soterrada ley mordaza preventiva, puesto que de aquí en
más, de hacerse lugar a este desopilante acuerdo de juicio abreviado, todos los periodistas
sabrán que las amenazas y atropellos que sufran, no serán reprochados punitivamente con la
severidad y rigor que ameritan, con lo cual se desalienta las expresiones libres y críticas a
dirigentes políticos y sindicales, acaso por temor a represalias que no recibirían el castigo
apropiado como tampoco oportuno ni por los carriles indicados.-

Como ha reiterado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el derecho


humano a la libertad de expresión tiene dos dimensiones: una individual y una colectiva. Por
tanto, cuando se menoscaba de algún modo la libertad de expresión de un individuo, no sólo
es el derecho de ese individuo el que está siendo violado, sino también el derecho de todos y
todas a “recibir” informaciones e ideas, de donde resulta que el derecho protegido tiene un
alcance y un carácter especiales, que ha sido recogido por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en diversos pronunciamientos.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha establecido estándares y


prácticas sobre prevención, protección y procuración de la Justicia en casos de VIOLENCIA
EJERCIDA CONTRA PERIODISTAS Y TRABAJADORES DE MEDIOS, y ha reiterado que “el ejercicio
periodístico sólo puede efectuarse libremente cuando las personas que lo realizan no son
víctimas de amenazas ni de agresiones físicas, psíquicas o morales u otros actos de
hostigamiento” (Corte IDH. Caso Vélez Restrepo y Familiares Vs. Colombia. Excepción
Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de septiembre de 2012 Serie C No.
248. Párr. 209). Es que “Dichas acciones no solo vulneran de un modo especialmente drástico
la libertad de pensamiento y expresión de la persona afectada, sino que además afectan la
dimensión colectiva de este derecho. Los actos de violencia que se cometen contra
periodistas (término entendido bajo una definición amplia, desde una perspectiva funcional)
violan el derecho de estas personas a expresar e impartir ideas, opiniones e información y
además, atentan contra los derechos de los ciudadanos y las sociedades en general a buscar
y recibir información e ideas de cualquier tipo”.

La Relatoría Especial sobre la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de


Opinión y Expresión de las Naciones Unidas ha señalado con enorme acierto también que un
ataque contra un periodista es “un atentado contra los principios de transparencia y
rendición de cuentas, así como contra el derecho a tener opiniones y participar en debates
públicos, que son esenciales en una democracia. Cuando tales delitos quedan impunes, esto
fomenta la reiteración de actos violentos similares y puede resultar en el silenciamiento y en
la autocensura de los y las comunicadoras. LA IMPUNIDAD GENERA UN FUERTE EFECTO
INHIBITORIO EN EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN y las consecuencias para la
democracia, que depende de un intercambio libre, abierto y dinámico de ideas e
información, son particularmente graves”.

Como ha sido declarado en varias oportunidades por la Corte Interamericana, la


libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad
democrática; por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada no es
plenamente libre. Identificar estándares y prácticas en materia de prevención, protección y
persecución penal de los responsables de actos de violencia contra periodistas es una tarea
que merece especial atención, justamente por el profundo efecto negativo para la dimensión
colectiva de la libertad de expresión que suponen los actos de violencia motivados por el
ejercicio de la profesión periodística.

Debe quedar muy claro VE y como hecho probado palmariamente, que las violentas
amenazas del imputado Allende fueron lanzadas hacia mi persona debido a las publicaciones
periodísticas de NOTICIAUNO sobre hechos que aparecían como irregulares en el Ministerio de
Salud de la Provincia de Entre Ríos, bajo la conducción, en aquel entonces, del Dr. Ariel De la
Rosa. Hechos, que por otra parte y a mayor abundamiento, produjeron una andanada de otros
episodios atravesados por la violencia, el patoterismo y las amenazas coactivas, como una
inveterada metodología del imputado y el grupo sindical más cercano que lo acompañaba
para lograr imponer sus ideas y arrancar decisiones de los poderes estatales, en los que la
facción sindical del imputado tenía cierta gravitación.

Que los compromisos internacionales asumidos por el Estado argentino imponen el


deber de actuar con la debida diligencia, no solo para prevenir, investigar, sancionar y reparar
violaciones a los derechos humanos y los ataques y violencia ejercidas contra periodistas, sino
que es OBLIGACIÓN de los Estados “Adoptar un discurso público que contribuya a prevenir la
violencia contra periodistas y repudiar de manera inequívoca los ataques contra quienes
ejercen el periodismo”. Como señala la CIDH – Caso: Víctor Manuel Oropeza (Informe Nº
130/99)- el Estado “debe enviar a la sociedad el mensaje firme de que no habrá tolerancia
para quienes incurran en violaciones graves al derecho a la libertad de expresión y que el
ataque a un periodista constituye una agresión contra todo ciudadano con vocación de
denunciar arbitrariedades y abusos en la sociedad, agravada por la impunidad de sus
autores”.

La violencia ejercida contra periodistas, VE, tiene un triple efecto: vulnera el derecho
de las víctimas a expresar y difundir sus ideas, opiniones e información; viola los derechos de
todas las personas y la sociedad a buscar y recibir información, y genera un efecto
amedrentador, de silenciamiento y autocensura de comunicadores y comunicadoras, que
desaparecen del debate sobre temas de interés público.

En tal sentido se ha pronunciado la CSJN, que ha considerado que “…el debate


democrático exige el mayor pluralismo y las más amplias oportunidades de expresión de los
distintos sectores representativos de la sociedad. De lo contrario, no existiría un verdadero
intercambio de ideas, lo que generará como consecuencia directa un empobrecimiento del
debate público afectando las decisiones que se tomen de manera colectiva. La libertad de
expresión, desde esta visión, se constituye fundamentalmente en precondición del sistema
democrático” (CSJN, “Grupo Clarín S.A. y otros c. Poder Ejecutivo Nacional y otro S/ acción
meramente declarativa”, emitido el 12 de julio de 2013, Fallo G 439 XLIX).

Que es esencial destacar que el derecho vulnerado por el imputado Allende es además
EL DERECHO DE LA COMUNIDAD A SER PLENAMENTE LIBRE. En tal sentido la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “la libertad de expresión es, en fin,
condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente
informada. Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no esté bien informada, no es
plenamente libre” (Corte IDH, Opinión Consultiva OC-5/85, cit., párr. 70).-

Por lo expuesto y en razón de tratarse en el Legajo de referencia del delito de


AMENAZAS COACTIVAS cometidas contra un periodista, el INTERÉS JURIDICO lesionado es la
LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN SU DOBLE FAZ: INDIVIDUAL Y COLECTIVA. Desconocer dicha
dimensión, a tenor de las obligaciones internacionales contraídas por el Estado argentino en
relación a la libertad de expresión, y en atención a la calidad de FUNCIONARIO PÚBLICO que
revestía el imputado al momento de perpetrar el desmedido ataque a la libertad de
expresión, configura VIOLENCIA INSTITUCIONAL, SIENDO RESPONSABLES LOS
AGENTES DEL ESTADO EN LOS TÉRMINOS EXPRESADOS POR LA CORTE
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS que ha reiterado atinadamente que la
falta de cumplimiento de la obligación de sancionar hechos de violencia contra un o una
periodista implica, adicionalmente, un incumplimiento de las obligaciones de respetar y
garantizar el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.

En su “Declaración Conjunta sobre Delitos contra la Libertad de Expresión” de 2012, el


Relator Especial de las Naciones Unidas (ONU) para la Libertad de Opinión y de Expresión, la
Representante para la Libertad de los Medios de Comunicación de la Organización para la
Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la Relatora Especial de la Organización de los
Estados Americanos (OEA) para la Libertad de Expresión y la Relatora Especial sobre Libertad
de Expresión y Acceso a la Información de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los
Pueblos (CADHP) declararon que: “el derecho penal debería reconocer una categoría
específica de delitos contra la libertad de expresión —a saber, los ataques cometidos en
represalia por el ejercicio de la libertad de expresión—, ya sea en forma expresa o como una
circunstancia agravante que suponga la imposición de penas más severas para tales delitos,
en razón de su gravedad”.

Que aún cuando el Ministerio Público Fiscal ha intentado presentar el Acuerdo de


Juicio Abreviado para el imputado Allende como “un triunfo social” y un exitoso trabajo de ese
organismo, lo cierto es que esta INADECUADA E IRRAZONABLE ACUMULACIÓN DE CAUSAS,
sin que las víctimas -y la sociedad toda- puedan INDIVIDUALIZAR LA SANCIÓN PARA UN EX
FUNCIONARIO PÚBLICO y actual dirigente gremial, que presidió la HONORABLE CÁMARA DE
DIPUTADOS DE ESTA PROVINCIA (2011-2015), y que admite haber agredido la hacienda
pública en dos oportunidades –enriquecimiento ilícito y negocios incompatibles con la función
pública- y otras dos veces fue autor de los delitos de amenazas coactivas, una de ellas,
calificada por violencia de género, contribuye a perpetuar, incluso acentuar, la persistente
desconfianza social en el sistema de administración de Justicia, y la inescindible sensación de
IMPUNIDAD y hastío.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha expresado en numerosas ocasiones


que la impunidad, entendida como la “falta en su conjunto de investigación, persecución,
captura, enjuiciamiento y condena”, propicia, negativamente, “la repetición crónica de las
violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y sus familiares”. Por
eso, ha advertido que el Estado “tiene la obligación de combatir tal situación por todos los
medios legales disponibles” -Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua y otros) vs. Guatemala-.

La misma Corte ha señalado que uno de los factores fundamentales que contribuyen a
la impunidad generalizada en muchos casos de violencia ejercida contra periodistas, es
precisamente la falta de voluntad política -comprensiva de todos los poderes del Estado- para
sancionar efectivamente los casos, o incluso la existencia de una cultura de intolerancia frente
a la crítica o la aceptación tácita de los delitos cometidos, especialmente en casos en que la
violencia es cometida contra periodistas que denuncian irregularidades cometidas por
autoridades estatales.

En ese orden de ideas, y en particular en la última década, diversos organismos de las


Naciones Unidas han condenado de manera reiterada la violencia contra periodistas e instado
a los Estados a prevenir dichos crímenes, proteger a periodistas y sancionar a los
responsables.

Debe tenerse presente que, aunque cada año el Informe Anual de la Relatoría Especial
documenta cientos de amenazas y ataques contra periodistas de distintos puntos de la región,
LO MÁS GRAVE, es que dichos informes no consiguen reflejar la verdadera gravedad de la
situación, ya que a menudo es difícil registrar en qué medida los periodistas apelan a la
autocensura para evitar convertirse en una lamentable estadística. En estos casos, quienes
atacan a periodistas con la finalidad de silenciarlos consiguen sus propósitos ilícitos en el
futuro sin necesidad de recurrir a la violencia, ya que la amenaza de violencia es de por sí tan
grave que los periodistas optan por el silencio.
La debilidad de las instituciones estatales, entre ellas la Justicia, deja a los y las
periodistas sin una protección efectiva contra los ataques perpetrados y el efecto inmediato es
la autocensura.

Los altos niveles de violencia contra periodistas pueden explicarse, al menos en parte,
por la impunidad de que han gozado los responsables de estos ataques.

El Relator Especial de la ONU sobre la Promoción y Protección del derecho a la Libertad


de Opinión y Expresión ha encontrado que “la impunidad constituye un obstáculo
fundamental para la protección puesto que anima a atentar contra los y las periodistas a
sabiendas de que no habrá consecuencias legales”.

Tanto la Comisión como la Corte, al referirse al efecto amedrentador que los ataques
contra periodistas tienen para otros y otras profesionales de los medios de comunicación, así
como para los y las ciudadanas que pretenden denunciar abusos de poder o actos ilícitos de
cualquier naturaleza, señala que podrá evitarse “mediante la acción decisiva del Estado para
castigar a quienes resulten responsables, tal como corresponde a su obligación bajo el
derecho internacional y el derecho interno”.

Debe atenderse VE a la trascendencia social, cultural y política del mensaje que dejará
para el presente y postrer generaciones el servicio de justicia, si queda subsumido y licuado,
sin saber con precisión cuál es la pena individual –aunque sea ínfima y en suspenso- que se le
aplicará como sanción o retribución para cada uno de los injustos que se le endilgan al
ciudadano Allende, como de qué manera el imputado reparará cada uno de ellos, teniendo en
cuenta muy especialmente -para definir su gravedad y significación- el rol institucional que el
encartado cumplía en el momento en que llevó adelante la comisión de cada uno de los
delitos enrostrados y probados –sobre los cuales habría reconocido expresamente ser el autor
material-, como de los bienes jurídicos tutelados, en los casos: la incolumnidad de la hacienda
pública y su correcta y transparente administración, como la libre determinación de las
personas, la cuestión de género y los derechos a informar libremente y a ser informados.

Va de suyo que garantizando la libertad de expresión, de información y de prensa, se


está garantizando el derecho del pueblo a saber de qué se trata, bien supremo en un Estado
Constitucional de Derecho y en una república libre. Derecho que es fortalecido por el
PERIODISMO ejercido LIBRE Y RESPONSABLEMENTE, generando trascedentes cambios
sociales y políticos, en términos cuanti y cualitativos.

Aunque sólo deba limitarme VE al hecho que a mí concierne en este escrito, por ser un
hombre de bien y periodista no puedo dejar de expresar PREOCUPACIÓN y ZOZOBRA, cuanto
menos, por el liviano, confuso y contradictorio tratamiento que el Ministerio Público Fiscal,
con su decisión de abreviar y unificar primero, y omitiendo toda mención al tema después en
medios de prensa, ha dado a los gravísimos y repudiables delitos perpetrados contra la Sra.
Sonia Velázquez, en su condición de mujer, y de ese modo ejercidos contra todas las mujeres
(delito cometido en el contexto de violencia género, condición que agrava y resignifica el
injusto). Guardar silencio sería adherir a la “invisibilización de los delitos cometidos en un
contexto de violencia de género”.
Imaginemos por un instante, acasos como un sano ejercicio de consciencia y
responsabilidad cívicas, aunque también con sentido interpelador a los decisores del servicio
de justicia, que si el ex diputado Allende, no ha tenido reparo alguno en llevar adelante
actitudes patoteriles y de amedrentamiento incalificables, de modo ostensible y públicamente
contra la Ministra de Salud Sonia Velázquez y el suscripto, en mi condición de periodista, qué
lo podría detener ante una ciudadana o ciudadano común, sin el alto conocimiento público de
una Ministra y un hombre de prensa? Interrogante que, por obvios motivos, me relevo de
responder, pero que deberían hacérselos V.E. al momento de resolver.-

A propósito y sólo para tener una idea de cómo ha reaccionado la justicia en otras
jurisdicciones del país ante hechos similares, me permito traer a colación un fallo ejemplar, del
Tribunal de la Cámara 4ª del Crimen de Córdoba – fallo confirmado por el Tribunal Superior de
Justicia de esa provincia 2018- que condenó a dos años y dos meses de prisión de ejecución
condicional e inhabilitación para ejercer cargos públicos al exjefe de la Policía de esa
provincia, Julio César Suárez, por el delito de coacción contra el periodista Dante
Leguizamón. El tribunal consideró, con ajustado criterio y encomiable sentido de justicia, que
las amenazas hacia un periodista constituyen un grave atentado a la libertad de expresión.
El periodista había denunciado violentos operativos de la fuerza policial, tras lo cual, el ahora
condenado dirigió mensajes amenazantes al periodista. Entre ellos, la frase “ya me voy a
encargar de vos”.-

El aludido fallo, muy similar a este caso, pone especial énfasis y atención en la calidad
del imputado (funcionario público), naturaleza del injusto y bien jurídico protegido y calidad –
rol de la víctima, para evaluar el reproche punitivo y qué circunstancias especiales resignifican
el injusto.-

En el caso del imputado José A. ALLENDE se licuan y funden cuatro injustos, cuyas
penas en abstracto generan una escala punitiva de entre dos (2) años de mínima y 16 años de
máxima de prisión, siendo inentendible y asaz injusto entonces la unificación de causas y
mucho más aún, la pena impuesta de 2 años y 8 meses, casi “pegada” al mínimo, siendo que
este hecho se superlativiza, insisto con deliberada repitencia, por varios motivos que
necesariamente deben merituarse a la hora de mensurar el reproche punitivo: cantidad de
injustos, naturaleza y bienes jurídicos protegidos, calidad del sujeto activo y de las víctimas.

II.- PEDIMENTO FINAL

Por las consideraciones vertidas supra, tenga por oportunamente deducida mi personal
OPOSICIÓN a la acumulación de causas como a la pena pactada, reiterando la petición- que
hace a mi humano y constitucional derecho como víctima del injusto- de que este memorial
sea íntegramente leído en la audiencia respectiva por Secretaría del Tribunal, antes de la
deliberación de los Señores Jueces.-

Estoy persuadido, y así deseo manifestarlo, que está en vuestras manos la inmejorable
oportunidad de hacer justicia y poner las cosas en su lugar, resolviendo la inconveniencia de
este acuerdo de juicio abreviado, por la enorme inequidad que conlleva y el desalentador
mensaje que transmite a una ciudadanía cansada y hastiada de tanta impunidad y malos
ejemplos.
Proveer de conformidad. SERÁ JUSTICIA.

MARTIN A. CARBONI RUBEN A. PAGLIOTTO

DENUNCIANTE- VICTIMA ABOGADO

MAT.3837- T.I- F.105

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