A partir de la lectura del texto “La transfiguración del lugar común” de Danto, es
posible extraer dos afirmaciones que consideramos condensan los puntos centrales de la propuesta allí realizada.
Lo que diferencia ontológicamente a un objeto cotidiano cualquiera de un
objeto artístico, es decir, lo que determina el status de una “obra de arte”, no es resuelto por criterios de discriminación perceptivos o “retinianos” si no por criterios del orden de lo conceptual.
El problema con el que se encuentra Danto, abierto por el efecto disruptivo de
las vanguardias artísticas del siglo XX consiste en determinar la diferencia entre un objeto de uso “común” de otro que, si bien en apariencia resulta ser igual, logra entrar en el campo del arte y posicionarse como objeto artístico. La afirmación mencionada evidencia la primera de las transfiguraciones a las que Danto refiere en su texto, la cual es operada por el artista al momento de crear una obra. Mientras que la obra de arte posee una estructura intencional, en tanto que “se dirige a” o “busca” particularmente producir un efecto y transmitir un significado, el objeto real por otra parte, se limita a ser lo que es, o cumplir su finalidad agotada en su uso. La transfiguración en este primer sentido implica un paso desde el plano material, que nos arroja una imagen idéntica entre –por ejemplo- una caja comercial de Brillo Box y la Caja Brillo del artista contemporáneo Andy Warhol, hacia un plano en donde se evidencia lo que Danto denomina el “gesto” del artista o la intención que este tuvo al realizarla.
Otra de las obras contemporáneas de vanguardia como el urinario del artista
Marcel Duchamp nos sirve para pensar esta idea, parafraseando a Cohen dice Danto que “{lo que denaminamos obra} no es en absoluto el urinario, si no el gesto de exponerlo, y el gesto, si en esto consiste la obra, no tiene superficies brillantes de la que hablar (…) la obra en si tiene propiedades de las que los urinarios carecen: es atrevida, insolente, irreverente, ingeniosa e inteligente” p. 144 Este gesto es el que transforma un objeto común en una obra de arte
Si la experiencia estética está determinada por el significado que se pretende
trasmitir, la actitud estética que al espectador le cabe entonces no es de una mera contemplación, si que exige una actividad reflexiva. El problema de los indiscernibles le permite a Danto introducir su propia definición de arte, una definición posthistórica que sirve para distinguir los objetos que se postulan como obras de arte de las meras cosas y que, a la vez, comprende todo el arte posible más allá de los lindes de su historia. El arte sostiene Danto, debe referir a algo y encarnar un significado, es decir un contenido intelectual que no resulta ser visible a simple vista. Si bien este significado se transmite desde la mente del artista a la del espectador a través del objeto material, el foco no estará puesto en estas características exteriores si no en su sentido.