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CAPITULO I: DE LA REVELACIÓN A LA TEOLOGÍA

1. Doble acepción de la palabra teología:


Por definición entendemos la teología como “ciencia de Dios, pero al
mismo tiempo esta palabra puede tener dos sentidos: uno objetivo y otro
subjetivo. Precisemos brevemente el sentido subjetivo.
a. Sentido subjetivo: la teología es la ciencia que Dios tiene de sí
mismo, es decir, el objeto propio de esta ciencia es el mismo Dios
propiamente, de manera pues, que él se conoce intuitivamente y conoce a los
demás objetos como participaciones suyas comunicándose gratuitamente a los
hombres de una manera perfecta en la visión beatifica de los santos y una
imperfecta en la revelación y la fe.

La revelación es al mismo tiempo manifestación y comunicación de


Dios; es realidad que lleva a termino los designios de Dios en la historia y es
mensaje que se traduce en el actuar humano como el anuncio por medio de
los profetas o del propio Cristo del misterio salvífico que no solamente
informa, sino que cambia la situación de la humanidad, es decir, ocurre una
conversión.

La fe cumple la función de ser mediadora en el encuentro de Dios y el


hombre. A través de la revelación, Dios se abre y por medio de la fe, el
hombre responde a esa llamada, sin embargo, esa llamada de Dios se ajusta
proporcionalmente a su condición, por ende, dicha revelación debe tener
ciertas características específicas:

a) Tiene un destino universal: se dirige a toda la humanidad: “id pues y


haced discípulos a todas las gentes”, (Mt 28, 19)
b) La revelación es publica y social: no es un secreto que Dios confía para
guardarse, sino que debe ser anunciada y transmitida a vox populi, así como
Pedro en Pentecostés, (Hch 2,4)
c) Es jerárquica: no se comunica inmediatamente a cada uno, sino a través
de testigos privilegiados, hombres de Dios como los Profetas y apóstoles
(Hch 10, 41)
d) La revelación es progresiva: no es que el hombre posee toda la perfección,
sino que Dios poco a poco fue comunicándose por muchos medios y uno de
ellos es la historia, comenzando por el origen del mundo. Esto refiere a que la
Revelación se fue desarrollando en cualidad y cantidad haciendo madurar al
hombre para prepararlo a la plenitud de los tiempos en Jesucristo: dice la
Carta a los hebreos “muchas veces y de muchas maneras habló Dios a
nuestros Padres por medio de los profetas, en estos últimos tiempos nos ha
hablado por medio de su hijo Jesucristo quien ha sido constituido heredero
de todo” (Hch 1, 1-2)
e) Por destinarse a ser recibida por una inteligencia humana, debe adecuarse a
las condiciones del conocimiento humano. Nuestro cerebro percibe
sensitivamente, por lo tanto, la revelación se expresa por medio de imágenes,
símbolos, parábolas, etc.

En definitiva, el primer sentido de la palabra “teología”, se dirige


entonces al conocimiento que Dios tiene de sí mismo en su verbo. Mientras
que, por la creación, la sabiduría de Dios se ve aprisionada, por la revelación
se humaniza en palabra de los profetas y se encarna en Jesucristo.

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