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Comentario del texto “… y Google raptó a Europa”

El texto objeto de este comentario es periodístico y precisamente es un artículo de opinió n escrito

por José Antonio Millá n, articulista, lingü ista y escritor españ ol. Es un texto de tipo expositivo y

argumentativo, ya que nos ofrece informació n, de cará cter má s o menos general, sobre la relació n

entre el funcionamiento de Google y el uso que hace de la cultura europea. Sin embargo, ademá s de la

funció n informativa, sobre todo al final del texto el autor trata de persuadir al lector para que se

acerque a su opinió n frente lo positivo que sería para Europa si invirtiera en prá cticas de

digitalizació n y por eso se puede decir que también es muy fuerte la intenció n persuasiva del artículo.

É ste ú ltimo podría dirigirse a un pú blico de lectores de cultura medio-alta porque la manera en que

Millá n aborda el argumento es bastante específica, dando por sentados conceptos que se refieren al

mundo digital como la indizació n en línea de contenidos, qué es el Citation Index y la idea de

aplicaciones. Por eso, aunque el vocabulario no presenta demasiados tecnicismos y la sintaxis es

bastante sencilla con un buen equilibrio entre coordinació n y subordinació n, a lo largo del texto no se

ofrecen nociones de base sobre el mundo digital y eso constituiría una dificultad evidente para

lectores que no tienen conocimiento de la red y sobre todo de Google. El vocabulario empleado, si bien

no abusa de jerga técnica, es caracterizado por el uso de términos que una vez má s demuestran la

referencia del texto a un pú blico con cierta cultura: “elitismo”, “monopolístico”, “hegemonía” y

“colectivos”.

En este artículo las funciones referencial y apelativa se equilibran. La primera por la informació n

que nos aporta sobre la relació n que existe entre la técnica americana representada por Google y la

cultura europea, sobre la importancia siempre mayor de Google por los usuarios europeos y sobre el

problema de la hegemonía de la ciencia en lengua inglesa; la segunda cuando trata de convencernos,

en los ú ltimos dos pá rrafos del artículo, a través de preguntas directas, de una expresió n como “quizá s

es mejor” y de un imperativo final con puntos suspensivos que apuntan hacia una posible reacció n de

los lectores. Asimismo, cabe destacar otra funció n, la expresiva, que es especialmente evidente en el

uso de adjetivos, sustantivos y exclamaciones que revelan la postura del autor sobre el tema: “Europa
ha tenido un desarrollo ínfimo”, “¡y gana dinero…!”, “el problema de la hegemonía de la ciencia en

lengua inglesa”.

El texto no se presenta como formal, al contrario, el autor utiliza muy a menudo la primera persona

plural y ya en el primer pá rrafo con la dualidad “ellos”, lo americanos, y “nosotros”, los europeos;

continú a con “digamos”, “nuestros usuarios… nuestros contenidos” y al final “¿no somos tan cultos?”.

Millá n trata al lector como si fuera su igual en cultura y conocimiento del asunto y entre emisor y

receptor en este caso no encontramos distancia social.

El estilo empleado es clá sico, no tiene adornos inú tiles y el léxico elegido por el autor es preciso y

adecuado al argumento. Solo en un caso encontramos un anglicismo, “royalties” al final del artículo,

que probablemente oculta un poco de ironía y quizá s desaprobació n respecto algunos mecanismos

capitalistas del mundo angloamericano, ya que el concepto nació precisamente en lengua inglesa.

No se encuentran figuras retoricas relevantes, solo en dos momentos del texto el autor utiliza dos

adjetivos de manera hiperbó lica como “ínfimo” y “monopolístico”.

El tema del artículo aparece un poco obscuro si nos pará ramos en el título. É ste parece ser una cita

debido al hecho de que está entre comillas y se abre con los puntos suspensivos, como si alguien

hubiera contado una historia sobre Europa y Google y el título de este artículo fuera la frase final de

ese cuento que termina trá gicamente para Europa. Ademá s, podría ocultar una referencia mitoló gica y

artística: primero, al mito del rapto de Europa por Zeus y segundo a la famosa pintura de Rembrandt

titulada precisamente “El rapto de Europa”. En nuestro caso, en lugar de Zeus encontramos Google.

Sin embargo, aunque estas referencias puedan aparecer muy interesantes, el asunto del texto casi no

tiene relació n con el título, si acaso, la tiene con la tesis del autor, su postura personal frente el asunto.

Efectivamente, la distancia entre el tema y la tesis está bien evidenciada, ya que encontramos en los

primeros tres pá rrafos del texto la presentació n del estado de la situació n: existe una tensió n entre

có mo opera Google y el patrimonio cultural europeo, con el cual el gigante americano gana dinero

poniéndolo gratis al alcance de todos. Ademá s, el reprobable desarrollo de las tecnologías digitales

europeas que en cierta medida han permitido la hegemonía de Google tanto en el mundo

hispanohablante como en el resto de Europa y Estados Unidos. El autor continú a definiendo la


situació n también por lo que se refiere a la informació n científica, dado que Google favorece las

ciencias llamadas “duras”, utilizando una terminología sin duda cuestionable, en lengua inglesa,

planteando evidentes problemas a las ciencias humanas y sociales en otros idiomas. Así las cosas, ya

en las ú ltimas líneas del tercer pá rrafo encontramos parte de la tesis del autor, o sea que la ciencia

europea debe esforzarse para que la situació n en á mbito digital cambie. Los ú ltimos dos pá rrafos del

articulo está n focalizados totalmente en la tesis de Millá n: el penú ltimo intenta ofrecer motivos de

reflexió n al lector con una serie de preguntas cuyo objetivo es hacer pensar que si por un lado se

reconoce la idea de un Google europeo como interesante, por otro lado el trabajo que ya está haciendo

el Google americano con el patrimonio cultural europeo es gratis y nosotros mismos no rechazaríamos

la digitalizació n completa y gratuita de las bibliotecas má s grandes e importantes. Al final del artículo,

Millá n sí habla de la importancia para Europa de invertir y coordinar “prá cticas de digitalizació n” sin

pagar “royalties al exterior”, pero no vuelve a mencionar la validez de un Google europeo y las

conclusiones parecen algo muy abstracto. También por esta razó n el lector debería poseer un

conocimiento por lo menos general de la red y de Google para que pueda suponer lo que

concretamente significarían las palabras del articulista.

Aunque cada pá rrafo contiene y desarrolla una idea específica inherente al asunto general, lo que

atribuye al artículo una estructura muy ordenada, casi rígida, no sobresale una jerarquizació n fuerte

de las ideas, sino encontramos dos conceptos que corren paralelos, en el segundo y tercer pá rrafo

respectivamente, y que presentan dos lados de la misma situació n. Ademá s, el ú ltimo pá rrafo casi no

tiene relació n con la introducció n del primero y de esta manera sería imposible hablar de estructura

encuadrada. Quizá s es má s apropiado hablar de estructura paralela, dado que todas las ideas

presentadas está n al mismo nivel de importancia.

El uso de marcadores del discurso contribuye a la estructuració n ordenada del artículo, lo que permite

al lector comprobar que la informació n ofrecida por el autor se sitú a toda al mismo nivel: “A esto se

une”, “ademá s”, “de modo que”. A pesar de la estructura paralela, el ritmo del artículo es creciente y

encuentra su momento crucial en el cuarto pá rrafo con preguntas rá pidas e insistentes que casi tienen

la funció n de guiar al lector hasta el final del texto. A la luz del uso especial del ritmo, de los
marcadores y de la estructura externa e interna del artículo, se podría hablar de un texto

generalmente coherente y cohesivo.

En mi opinió n Millá n por un lado consigue informar con bastante claridad sobre la situació n de la

digitalizació n del patrimonio cultural europeo, por otro lado, su capacidad de persuadir, bien

ejemplificada en el uso de preguntas al lector, se pierde en una conclusió n que parece imprecisa,

abstracta y utó pica al mismo tiempo. Su pregunta que abre el pá rrafo final “¿Dó nde quiero ir a parar?”

parece no tener respuesta apropiada en el artículo porque una conclusió n de este tipo sobre un asunto

muy prá ctico no puede caracterizarse con tal nivel de imprecisió n hablando genéricamente de

“prá cticas de digitalizació n”, “está ndares abiertos, no propietarios” y “colectivos”.

Ademá s, la postura de Millá n sobre el tema y su crítica a la hegemonía de Google manifiestan todos los

catorce añ os del artículo, escrito en 2005. Hoy en día Google se utiliza casi involuntariamente y

podríamos hablar también de la decadencia y del anacronismo de conceptos como “nosotros” y “ellos”

en relació n con europeos y americanos, de un patrimonio cultural que es “nuestro” y que por eso así

debería permanecer, intocable por manos extranjeras. Sigue siendo legítima la crítica al beneficio

econó mico de Google y a las “royalties” en una perspectiva anticapitalista, pero dejamos de fingir:

Google es una impresa y como todas las impresas su trabajo tiene fines de lucro, fines que casi nunca y

lamentablemente se persiguen de manera transparente.

Si la intemporalidad de la tesis es cuestionable, permanecen una buena dimensió n informativa,

realizada con participació n animada del autor, y una indudable capacidad persuasiva.

Palabras: 1489

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