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Introducción:

¿Quién es el otro?
Desde el individuo, es fácil decir quien es el otro, basta con fijarse en donde terminan las
extremidades propias, con contarse los dedos o sacar la lengua. Pero resulta que estos pulgares
oponibles coinciden en un cuerpo bípedo sin plumas que tiene la necesidad y capacidad de
organizarse en grupos, estos grupos dan origen a una identidad.
Que palabra más rara ¿No?
La utilizamos para hablar de lo que es único en el individuo, pero identidad viene del latín
identitas y esta de Idem o sea “lo mismo”.
Sin embargo la cosa es distinta cuando hablamos de identidad grupal, que son esas características
de los individuos que les permiten identificarse entre sí. Así se reúnen bajo títulos otorgados por
las circunstancias los individuos. Pero no estoy hablando aquí de humanos, bueno, no solo de
ellos por lo menos. Déjenme volver a empezar:

Violencia Natural:

¿Qué pasa con los humanos? ¿Por qué tan violentos? ¡Nadie más se mata así!

Bueno, no. Pero tenemos a las hormigas que tienen algo así como comunidades, que construyen
algo a lo que podríamos llamar infraestructura, cuidan de algo parecido al ganado y tienen una
especie de agricultura; y por supuesto, pelean algo así como guerras -eso cuando no se están
comiendo las larvas de sus rivales-. Y después tenemos a los mamíferos sociales que se matan
por cuestiones de poder, como los leones que se comen a las crías del alfa caído, pero ningún
otro mamífero se organiza para pelear guerras ¿No?
Pueeeees… casi
La etología dice Wikipedia que es la rama de la biología y de la psicología experimental que
estudia el comportamiento de los animales en sus medios naturales. Eso incluye a los humanos
por supuesto, y esta inclusión nos deja observar patrones propios de la antropología derivables a
consecuencias evolutivas que podemos observar en otras especies.
Los chimpancés por ejemplo, al norte del rio Congo se reunen en jerarquías sociales que
responden a la dominación violenta, y como coexisten con los gorilas deben resignarse a ser los
últimos en buscar comida, esto les genera un estado de escasez de recursos donde deben
competir entre ellos mismos para sobrevivir. Sin embargo, en el parque nacional de Gombe
Stream, donde los recursos no representan un problema de la misma magnitud, los chimpancés
dan muestra de una violencia más organizada: de 1974 a 1979 se observó entre ellos algo muy
parecido a una guerra civil; una serie de asesinatos sistemáticos que acabó con el 30% de la
población de chimpancés en la reserva. Todo esto buscando establecer el poder de alguno de los
dos bandos que se formaron. (hmm hmm) ¿Recuerdan el dialogo entre Socrates y Glaucón sobre
la republica ideal? La violencia humana se justifica bajo una sensación de escasez artificial.

Entonces ¿Por qué existe la violencia dentro de las especies?


Bueno… hmmm… agh, todos somos materia viva, y la materia viva tiene dos objetivos:
reproducirse y sobrevivir. La violencia ayuda, pero solo cuando es hacia el otro.
Empecemos a hablar de tribus: entendamos las tribus como ese grupo de seres vivos a los que se
está dispuesto a alimentar y proteger desinteresadamente. La existencia de la tribu implica la
existencia de lo que no pertenece a ella: lo otro.

La naturaleza recompensa la mejor estrategia de supervivencia, por eso los humanos nos
juntamos en tribus, porque somos frágiles, nuestra única fortaleza como especie es nuestra
capacidad de colaborar, y por eso venimos al mundo genéticamente programados para amar a
nuestra familia -nuestra primera tribu- y por eso podemos desarrollar “Parentesco por nutrición”
que nos deja empezar a reconocer a las personas con las que convivimos como parte de nuestra
tribu.
Sin embargo, cuando se trata de nuestras relaciones por fuera de la tribu nuestra genética no nos
dejó una respuesta predeterminada. La naturaleza nos dejó dos opciones para lidiar con el otro:
Colaborar o competir.

Competir por ejemplo tiene sus ventajas, si te encuentras con otra tribu pelear es una opción
convincente, no sabes quienes son ni que quieren, ¿Qué pasa si son peligrosos? ¿Y si traen
enfermedades con ellos? Matar a tus vecinos mantendrá segura a tu tribu.

Pero también tiene sus desventajas, cuando se colabora se abre la posibilidad del comercio -Si es
que tienen recursos que tú no- también el aprendizaje, que al parecer ayuda en eso de sobrevivir,
pero lo más valioso de todo (por lo menos a nivel biológico) es que traen un código genético
distinto y eso ayuda con la evolución, o sino pregunten por los Habsburgo, la familia sacra del
imperio Romano, una cadena incestuosa que buscaba mantener el poder dentro de una misma
familia y que devino en Carlos segundo, le decían “El hechizado” porque todos los defectos de la
línea genética de su familia se fueron acentuando generación tras generación hasta terminar con
él, una pálida excusa de humano incapaz de traer herederos al mundo y por tanto, predecesor de
la guerra de sucesión española.

Ahora sí, de nuevo


¿Quién es el otro?
Es aquel con el que no nos identificamos lo suficiente como para considerarlo parte de nuestro
grupo, es el que existe afuera de nuestra tribu -Llámese esta familia, raza o patria- y como este
instinto de velar por el bienestar de nuestra tribu es natural existe un problema con el otro, que
también vela por los intereses de su propia tribu. Y cuándo el colaborar no es favorable para
alguno de los lados, por descarte nos queda la violencia.

Todos los discursos de violencia que llegaron a ser aceptados socialmente, fueron aceptados
porque una tribu entera se convenció de que la otra representaba una amenaza para sus intereses.
Los bárbaros eran los otros, pero para ellos seguramente era al revés. Las tribus reunidas bajo un
mismo color de piel muchas veces justifican la violencia en la diferencia. El ajedrez depende de
la diferenciación entre bandos para que el conflicto se pueda desarrollar

Ahora, los otros, los judíos, los negros, los asiáticos, los castro chavistas que nos quieren
convertir en Venezuela, los homosexuales que se están cagando en la moralidad, los bárbaros, las
mujeres, los pobres, los ricos, los políticos, los trabajadores, los enfermos, los hambrientos, los
gordos, los godos, los musulmanes, los comunistas, los capitalistas; los otros, todos ajenos a los
intereses de tribus que están preguntándose si colaborar o competir mientras tienen una bandera
ideológica que paradójicamente no tiene nada que ver con las ideas. Cuando todo lo que se ve en
la otra tribu es la amenaza del otro, lo último que importa son los argumentos del otro, por eso el
individuo que se encuentra dentro de la comodidad de su identidad no piensa mucho más allá de
un sistemático y casi primigenio “Mi tribu buena, tribu tuya mala”.
Todo esto, para venir a proponerles una nueva tribu basada en la decisión racional de colaborar:
La humanidad. (Uribe es un hijueputa, que viva la chicha, amén.) (Amen, así, sin tilde.)

Si les interesa leer algo más, les recomiendo el gen egoista

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