Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
17/02/20
Universidad Javeriana Cali
Textos Filosóficos II: Lectura Y Escritura – A
Jesús M. Carrasquilla
Nota:
Las especulaciones que presentaré a lo largo de este texto no son nuevas. Pensadores
como Gadamer y Heidegger ya han tratado estos temas e incluso han logrado
conclusiones respetables, sin embargo, no miento al decir que mi conocimiento sobre
dichas conclusiones es si mucho escaso y es aún menor sobre sus argumentos. Poco es
lo que he leído y escuchado sobre las elaboraciones intelectuales de los pensadores
nombrados en los temas que trato aquí y , aun así, considero que mi ignorancia, en este
caso, es de gran provecho, ya que el ejercicio filosófico no solamente requiere de una
erudición en conceptos o en una memoria enciclopédica de las disertaciones filosóficas
más famosas, sino también (y si me es permitido decirlo) del misterio, la curiosidad, el
asombro (que se pierde cuando ya “se sabe”) y el simple querer saber, que pueden ser
incluso más importantes que la misma recolección de conocimientos. Entonces, creo
que escribir un ensayo argumentativo es, en este momento, algo inapropiado, ya que no
cuento con el conocimiento que considero necesario para fundar alguna tesis y sus
respectivos argumentos. Pero, ¿cómo sé que no son suficientes mis conocimientos?
aunque no conozca el numero ni la calidad de toda la información existente al respecto
del tema que trabajaré, estoy seguro de que es mucho lo que se ha hablado del tema, por
personas que han meditado por mucho más tiempo que yo estas cuestiones y mi manejo
del tema, comparado con el de autores como los que he mencionado, es el que se podría
esperar de una persona que apenas entiende los conceptos que competen a esta
indagación (no por falta de voluntad, sino porque realmente son conceptos difíciles de
entender). Por esta razón, considero que es más adecuado tratar el tema, por ahora,
como un motivo para ejercitar la escritura, la reflexión filosófica y la lectura; en este
orden de ideas, mi metodología (si es que se puede considerar como una) será mi
intuición y curiosidad general, que irán abriendo puertas a un mundo de preguntas y
respuestas que utilizaré como mapa para el desarrollo del presente texto.
Fue tiempo después que Friedrich Schleiermacher propuso por primera vez el uso de la
hermenéutica como a una teoría de la comprensión general, sin un enfoque teológico
particularmente y, posteriormente, pasando por Guillermo Dilthey quien propone la
hermenéutica como método de estudio de “las ciencias del espíritu” (humanidades en
otras palabras), se llega a Martin Heidegger, quien concibe una filosofía hermenéutica,
donde el desarrollo y la “apertura del ser” están determinados por la comprensión. De
esta manera se puede decir que la hermenéutica alcanza una imagen propiamente
filosófica, en cuanto sitúa al ser como intérprete del mundo y a este último como sujeto
hablante. Si el mundo está en constante dialogo con el sujeto, necesariamente debe
existir un conocimiento previo del mismo para poder comprenderlo; una mente en
blanco es incapaz de percibir los colores del mundo. Este conocimiento primero, por
llamarlo de alguna forma, es lo que da validez e hilaridad al comprender posterior, “una
comprensión previa que surge de la situación existencial en cada caso y que define el
marco temático y la amplitud de validez de cualquier tentativa de interpretación”
(Grondin, 1999). Entonces, el marco de la comprensión humana está creado a partir de
un dialogo inicial o primero con el mundo, pero ¿cómo se creó este dialogo primero que
permitió el entendimiento originalmente?
Este dialogo original podría decir algo acerca de la situación del bebé que describí
previamente. Si este dialogo inicial no tiene otro material para la interpretación que la
experiencia misma, ¿se puede decir que hay algo más allá de una percepción inmediata
del mundo? Si es así, esto implicaría un vivir primero y un “entender” después, en
cuanto que primero percibo el mundo como se me presenta en la inmediatez y solo
después, por motivos necesarios, lo llevo al plano del pensamiento para poder ser
traducido en lenguaje. O ¿es la experiencia un ocurrir naturalmente lingüístico, donde la
comprensión y el vivir son uno solo y ocurren al mismo tiempo? En este caso el motor
del pensamiento seria el mismo lenguaje. En tal caso, no me explicaría cómo una
persona aprende a comunicarse si no es a partir de un lenguaje propio, en otras palabras,
no-lingüístico.
Referencias: