Disciplinó las sombras araucanas: antes entró el cuchillo castellano en pleno pecho de la masa roja. Hoy estuvo sembrada sembrada la guerrilla bajo todas las alas forestales, de piedra en piedra y vado en vado, mirando desde los copihues, acechando bajo las rocas. Valdivia quiso regresar. Fue tarde. Llegó Lautaro en traje de relámpago. Siguió el conquistador acongojado.
Se abrió paso en las húmedas marañas
del crepúsculo austral. Llegó Lautaro, en un galope negro de caballos. La fatiga y la muerte conducían la tropa de Valdivia en el follaje.
Se acercaban las lanzas de Lautaro.
Entre los muertos y las hojas iba
como en un túnel Pedro de Valdivia.
En las tinieblas llegaba Lautaro.
Pensó en Extremadura pedregosa,
en el dorado aceite, en la cocina, en el jazmín dejado en ultramar.