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En el año 1031 una rebelión en Córdoba depuso al último califa y acabo así con la unidad de Al

Ándalus, que se fragmentó en una multiplicidad de reinos taifas. Pero a finales del siglo XI,
ante el avance militar y al fuerza creciente de los reinos cristianos, que se encontraban en fase
de expansión, los reinos taifas comprendieron al necesidad de ponerse de acuerdo para
solicitar ayuda exterior. Tras la conquista cristiana de Toledo, reclamaron el apoyo de los
almorávides que tras derrotar en Badajoz a Alfonso VI, volvieron a la Península con el objetivo
de incorporar al imperio almorávide los reinos taifas hispanos, que fueron cayendo en su
poder. Sin embargo, el poder de los almorávides no llego a consolidarse del todo debido a la
pérdida de ciertos territorios, al fanatismo religioso y a la aparición de una nueva etnia, los
almohades. Hacia 1145, la descomposición del poder almorávide había propiciado en Al
Ándalus un retorno a los reinos taifas.

Un segundo intento de reunificación de las taifas fue llevado a cabo por los Almohades. La
completa unificación de Al Ándalus no se alcanzó hasta el año 1172. Los últimos años del siglo
XII representaron su momento de máximo esplendor, con victorias sobre los reinos cristianos.
Pero estos últimos reaccionaron unificando sus fuerzas y derrotaron a las tropas almohades en
la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa, con la que comenzó el declive almohade. El
debilitamiento del poder almohade supuso el surgimiento de nuevos reinos taifas, que fueron
sucumbiendo ante el avance cristiano, excepto el de Granada que en sus dos siglos y medio de
existencia, fue un escenario de disputas internas. Además, la presión exterior ejercida por
Castilla obligó a sus emires a practicar una política que basculaba entre la guerra y la paz, esta
última a cambio del pago de parias. Finalmente, los RRCC emprendieron una guerra de
conquista de diez años que concluyó con la incorporación definitiva del reino de Granada a la
Corona de Castilla en 1492.

En conclusión, podemos decir que desde el punto de vista político, hay un continuo esfuerzo
por construir un estado hispanomusulmán que sólo se logrará en aquellos periodos en el que
se den prosperidad económica y capacidad militar del emir o califa, por lo que los intentos
basados en al fuerza militar como almorávides y almohades están condenados al fracaso.

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