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23/6/2014 Gente y Hogares Sostenibles — Diez pruebas de que la sociedad de consumo (tal como la conocemos) está llegando a su fin

Diez pruebas de que la sociedad de consumo (tal como la conocemos) está llegando a su fin

La maravillosa sociedad de consumo, que tantas alegrías nos ha dado en las últimas décadas (en España aproximadamente desde 1975) está tocando a
su fin, al menos en su formato actual. Es decir, fabricar montañas de productos nuevos y brillantes que son comprados, consumidos,desechados
rápidamente en buena parte y vueltos a comprar en una secuencia sin fin. Este modelo “consumista” ha atraído muchas críticas, principalmente que
hace nuestra huella ecológica muy grande, y por lo tanto insostenible a largo plazo para el planeta en su conjunto.

Se han propuesto muchas soluciones a esta inasumible huella ecológica, centradas en lo que se llama consumo sostenible, parco, controlado,
moderado, basado en productos poco contaminantes y en circuitos cerrados de reciclaje. Este consumo sostenible era cosa de ecologistas y de una
minoría de ciudadanos concienciados remando contra el viento dominante. También era apoyado piadosamente por los poderes públicos y las grandes
empresas mediante campañas en que se nos pedía que dejáramos de ser tan derrochadores.

Hasta hoy. Están surgiendo toda clase de pruebas de que un nuevo modelo de consumo se está imponiendo, que seguramente no será el consumo
sostenible tal como se entendía tradicionalmente, pero se le parece mucho: economía circular, consumo colaborativo, redes para compartir, reciclaje,
autosuficiencia, etc. Por ejemplo:

1. Se multiplican las redes de productos de segundo mano

Si necesitas cualquier cosa, puedes ir a la tienda o comprarla de segunda mano. Si quieres vender o cambiar lo que sea, pones un anuncio y esperas
comprador o trocador. Eso se ha hecho de toda la vida, pero la novedad ahora es que se puede hacer a través de potentes aplicaciones que multiplican
en varios órdenes de magnitud el alcance y la precisión de la información. Podemos encontrar con un par de clics exactamente el producto que
necesitamos, a dos manzanas de nuestra casa y a muy buen precio. Según Cash Converters, que está abriendo nuevas tiendas a ritmo rápido en todo el
país, este tipo de consumo ha crecido un 33% entre 2008 y 2011. Y cada vez surgen más webs de este tipo con aplicaciones geolocalizadas pensadas
para móviles.

2. Está desapareciendo el antiguo orgullo de no saber cocinar, mientras se consolida el flexitarianismo

No solamente triunfan los cocinillas, sino que se detecta un continuo aumento de la gente que se empeña en hacer pan, cerveza, conservas y otras cosas
en casa. Aquí la evidencia es más anecdótica, pero lo que sí se puede constatar es un aumento de la popularidad de la cocina tradicional y de los menús
para llevar al trabajo en táper. También se notan descensos en apartados de la cesta de la compra de elevada huella ecológica, como la carne y la leche.
En general, el tradicional culto al chuletón está siendo sustituido por un creciente aprecio por platos perfectamente equilibrados en su contenido animal
y vegetal, a razón de un 20 y 80%, como la paella huertana.

3. Florecen los grupos de compra y cooperativas de consumo (de alimentos, de energía y de otras cosas)

Es imparable: desde una maceta con albahaca en el alféizar de la ventana a un huerto urbano de media hectárea. Desde acercarse al mercadillo local de
la esquina a participar en un grupo de cría y consumo de productos de la tierra. Desde pertenecer a la comunidad de propietarios de un aerogenerador
de 50 metros de altura a participar en una cooperativa de fabricación y venta de energía solar. Cada vez hay más opciones de compra colectiva,
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23/6/2014 Gente y Hogares Sostenibles — Diez pruebas de que la sociedad de consumo (tal como la conocemos) está llegando a su fin
cooperativa y en general de abastecimiento de recursos imprescindibles como la comida y la energía manteniendo un cierto control sobre el origen y la
calidad del producto, sin quedar al albur de los caprichos de una gran empresa.

4. Se demuestra que podemos pasar una semana en París muy a gusto sin pagar un euro de hotel

Quien dice alojamiento puede decir comida, diversiones y ocio en general. Recientemente la red de alojamiento compartido Airbnb comentó con sorna
la intención de la cadena Marriott de añadir varios miles de plazas hoteleras en un año: “Nosotros las añadiremos en dos semanas”. Y ya verán cuando
grupos de particulares, smartphone en mano, sean capaces de fletar un avión (que sería un “jet compartido”) sin agencias intermediarias ni pasar por las
horcas caudinas de las compañías low cost.

5. Cada vez hay más grupos de trueque, bancos de tiempo y circuitos externos a la moneda oficial

Continuamente podemos leer que tal o cual empresa se funda con bitcoins en vez de euros de capital, o que acepta bitcoins como medio de pago, que
cierto municipio crea una moneda local paralela a la oficial, que los bancos de tiempo crecen y se consolidan, etc. Es cierto que aquí el viejo dinero es
fuerte y no parece en trance de ser sustituido en muchos años, pero también es verdad que ya nadie quiere un crédito, y menos al consumo, a pesar de
los cantos de sirena de los bancos que quieren volver a ser nuestros amigos.

6. El PIVE 6 y la huelga de taxis demuestra los serios apuros del coche privado

El 11 de junio se organizó una histórica huelga de taxis en toda Europa contra el coche compartido de pago, visto como competencia desleal. Ese
mismo día pasó más desapercibida la aprobación del sexto plan de estimulo a la compra de coches, el PIVE 6. En realidad el alquiler de coches con
conductor entre particulares, la modalidad que practica la aplicación Uber, cuyo cierre era el principal objetivo de la huelga, no es enemigo del taxi.
Taxis y “Ubers” pueden coexistir en el ecosistema urbano, como hace bastantes años, cuando el taxi se usaba mucho más cotidianamente que ahora, y
muchos niños venían al mundo en el asiento trasero de un taxi. Lo que tiene poco arreglo es el coche en propiedad, especialmente si se consigue poner
en marcha una gran flota de transporte a la demanda, Taxi+Uber+Coche compartido, con precios mucho más baratos que el dineral que cuesta
mantener un vehículo propio.

7. Ha sido necesario frenar el auge de la eficiencia energética y la autoproducción de energía

Varios años seguidos de reducción de consumo eléctrico ha demostrado que la gente, aunque sea forzada por las circunstancias, domina el arte de sacar
el máximo partido a cada kWh. Y que cada vez más gente está dispuesta a producir su propia energía en casa. Las nuevas tarifas eléctricas que dejan de
penalizar el consumo para cargar el gasto en el término de potencia, y el famoso"impuesto español al sol" son dos pruebas irrefutables de que la
alarma ha saltado en la industria energética.

8. Vuelven a proliferar las tiendas de reparaciones y arreglos: de ropa, de aparatos, de cualquier cosa

Aunque algunos nostálgicos todavía gustan de comprar ropa o cacharros diversos que usarán unas pocas veces, la cultura moderna va en la dirección
opuesta: comprar poco y de calidad, usarlo a fondo, tunearlo y repararlo. Google, siempre alerta a los nuevos vientos, planea terminales TIC modulares,
en los que no será necesario tirar el aparato entero cuando alguno de sus componentes quede obsoleto.

9. La tecnología está acercándose al viejo sueño de fabricarlo todo en nuestra propia casa

Aunque todavía algo estrambóticas, ya podemos comprar máquinas que eliminarán la necesidad de que compremos nada más. Las impresoras 3D
pueden llegar a ser verdaderas aniquiladoras del consumo tal como lo conocemos: cuando necesitemos algo, lo fabricaremos en la impresora del salón y
listo.

10.El triunfo de la bicicleta

Hay pocas cosas más anti-sociedad de consumo que la bicicleta. Aparte de la necesidad de comprar una (aunque cada vez hay más kits HUM (Hágalo
Usted Mismo) en internet, al tiempo), después requiere poca cosa salvo alguna cámara de repuesto y cambiar la lámpara del faro. Las estadísticas
muestran un crecimiento sostenido de la bicicleta, desde no estar incluidas como modalidad de transporte urbano (caso de Madrid) a suponer entre un 1
y un 5%, y subiendo a toda máquina. El estilo de vida bicicletero tiene muchas más consecuencias: un mejor estado de salud, menos sobrepeso, etc.
Sin contar la mejora drástica del paisaje urbano que supone.

A modo de conclusión

Pero tal vez la prueba definitiva de que este nuevo tipo de consumo es imparable está en la declaración semi-oficial de la Confederación
Empresarial de Madrid-CEOE. Por medio de su presidente de Asuntos Laborales, ha descalificado recientemente en términos muy duros este nuevo
modelo: “Lo quieren llamar economía colaborativa, pero en la mayoría de los casos se trata de piratería”. Y también: “es un mecanismo antisistema de
hacer negocios”. Se une esta autorizada opinión a las voces que ha surgido recientemente para que se regule la economía colaborativa, aunque no se
sabe muy bien si para impulsarla o para ponerle freno.

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