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DEDICATORIA

Ni con todos los esfuerzos que yo pudiera hacer durante mi vida podría devolver
siquiera una milésima parte de los que ha hecho mi madre por mí. Pero sí que puedo
darle las gracias de muchas formas. Este libro se lo dedico a ella. Y tan generosa como
es, se alegrará que comparta esta dedicatoria con Ana Luisa, mi hermana, que me
soporta como nadie lo sabe hacer. También con Rafa, mi hermano, al que quiero como
yo sólo sé. Y, faltaría más, a mis sobrinos, Tato y Bebé, que son a los únicos a quienes
obedezco, porque recibir una sonrisa suya es una de las sensaciones más maravillosas
que he visto nunca.
Historia del oro potable

"El hombre intenta crear para sí mismo, del modo que más le convenga, una
imagen del mundo simplificada e inteligible; después, y hasta cierto punto, intenta
que su cosmos reemplace al mundo de la experiencia, porque cree que así se hará
dueño de éste. Así lo hacen, cada uno a su manera, el pintor, el poeta, el filósofo
especulativo y el científico de la naturaleza. Cada uno hace que ese cosmos y su
construcción sean el eje de su vida emotiva, para hallar, a través de ese camino, la
paz y la seguridad que no es posible encontrar en el venero de su experiencia
personal."

Albert Einstein, Discurso pronunciado durante la celebración


del sexagésimo aniversario de Max Planck
en la Sociedad de Física de Berlín, 1918.

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Historia del oro potable

ÍNDICE

Capítulo 1: Introducción
1-A-¿Qué es el oro potable?
1-B-El papel de la alquimia
1-C-El hombre y el oro
1-D-¿Y qué hacer con la Historia?
Capítulo 2: Los orígenes
2-A-El oro y el hombre
2-B-La India
2-C-China
2-D-Asiria y Babilonia
2-E-Egipto
2-F-Grecia
2-G-El Hermetismo
Capítulo 3: La Edad Media
3-A-¿Pero, qué fue lo que pasó en la Edad Media?
3-B-La teoría del elixir universal
3-C-Los árabes nos orientan por el camino
3-D -El tributo de los cristianos
3-E-Los siglos XIV y XV
Capítulo 4: La llegada de la Edad Moderna
4-A-Hermes resucitó para salvarnos
4-B-¿Pero qué es eso de la quinta esencia?
4-C-Y los alquimistas hablaron
4-D-Cómo funciona esto
4-E-El oro potable según los modernos
Capítulo 5: Paracelso
-Antes de
-El efecto Paracelso
-Después de
-Los espagiristas preparan el siglo que viene
Capítulo 6: El siglo XVII
-A vista de pájaro
-El oro potable en la cumbre
-El caso inglés
-El caso francés
-Los años oscuros
Capítulo 7: Atravesando un camino difícil
-¡Que vienen los médico-químicos!
-Van Helmont y los suyos
-Don Nicolás
Capítulo 8: El final del siglo XVII
Capítulo 9: La muerte del oro potable
-El siglo XVIII
-El siglo XIX
-El siglo XX
-Hoy
Recetas del oro potable

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Historia del oro potable

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Introducción

1.A ¿Qué es el oro potable?

Nuestro pensamiento y nuestra memoria funcionan en gran medida gracias a algo a lo


que se podría llamar “referencias”. Con ellas, tanto si reciben un uso propio y personal,
como colectivo, nos servimos para agilizar el trabajo a nuestra mente. Por ejemplo, de
París, lo primero que a mí se me viene a mi mente es la Torre Eiffel. Si me hablan de
Venecia, los canales, o de pintura flamenca a El Bosco, o de Escocia, sus lagos. Son
estereotipos, símbolos, imágenes, que nos abren las puertas a la idea que tenemos de
algún lugar o de alguna disciplina. Pero en París está la magnífica catedral de Notre
Dame, los pintores flamencos forman un grupo bien conocido, y en Escocia hacen unas
excelentes prendas de lana. Es decir, hay muchas más cosas, y tan importantes, detrás de
cada representación de tenemos de las cosas. Es más, en ocasiones, alguien queda más
sorprendido por la Sé de Lisboa que por el Mosteiro dos Jeronimos de Bélem, como fue
mi caso.

En Medicina, la imagen histórica más habitual es, al menos hasta el siglo XVI, la
hegemonía indiscutible de la escuela de los seguidores de Galeno, los galenistas. Y en
alquimia, la imagen más popularizada es la de “eso” que hacían unas personas extrañas
con la idea de hacer oro. Pero, como ocurre con París o Venecia, detrás de estas
imágenes, hay una realidad histórica innegable. Parte de esa realidad es la del oro
potable. El oro potable fue, esencialmente, un medicamento elaborado según unas
técnicas propias de la Alquimia y que tuvo un desarrollo in crescendo, más o menos a
partir del siglo XIII, para llegar a lo más alto durante todo el siglo XVII y perder toda su
consideración a lo largo del siglo XVIII. Por supuesto que su origen se remonta a las
civilizaciones antiguas y, aún hoy, hay quien es capaz de vender un líquido al que llama
“oro potable”.

El oro potable era, ante todo, un medicamento, una medicina. La mayoría de los textos
que nos hablan de él son textos médicos, y en ellos aparece, en la mayoría de las
ocasiones, acompañado de otras medicinas. Su estado es líquido y se administraba al
enfermo en muy pequeñas dosis, en unas cuantas gotas. Esto era debido a su poder
curativo. Mejor dicho, a la fuerza de regenerar y curar que tenía asignada. Su principio
activo principal era, claro está, el oro. Mediante una serie de operaciones, algunas de las
cuales fueron cambiando con el tiempo, se conseguía mantener al oro, o a su esencia, en
un estado líquido. Pero esto no era suficiente, ya que, además, había que tratarlo para
que nuestro organismo pudiera asimilarlo. Una combinación de factores hizo que este
medicamento fuera considerado el mejor de todos, el que más enfermedades variadas
podía curar. Ello hizo que fuera llamado también, por similitud, una “Medicina
Universal”. De color dorado, recibió el interés de cientos de personas a lo largo de
varios siglos. Este interés, por otra parte, foe también muy variado. El oro potable fue
usado como un instrumento para refrendar una concepción de la salud y de ataque a la
enfermedad bastante heterodoxa y polémica. Con el oro potable como testimonio, se
pretendió que la práctica habitual de la Medicina, el galenismo, dejara de ser
homogéneo y que fuera sustituido por un nuevo tipo de práctica médica: la Medicina
química, cuya base original se encuentra en gran medida en la Alquimia. Pero si
pensamos que es desde el siglo XII hasta el siglo XVIII cuando el oro potable tuvo su

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Historia del oro potable

ámbito histórico, no podemos olvidar que el médico medieval era muy distinto del que
estaba a las puertas de la Ilustración, aunque ambos nos hablaran del oro potable.

Durante mucho tiempo, la historia ha estado dando vueltas en torno a dónde y


cómo se ubicaba la ciencia dentro del panorama general del conocimiento humano.
Unas veces ha estado unida o relacionada con la magia, otras con la religión, con la
brujería, la astrología, con las leyes de la Naturaleza, con los milagros y los prodigios y
también con la idea de progreso y la tecnología. Incluso ha habido ocasiones en que se
vinculó con casi todos estos elementos. Hoy no es difícil situar a la ciencia dentro de la
idea de progreso, acorde con la naturaleza de la Naturaleza y gracias al avance
tecnológico. Es más, sus resultados son presentados como espectaculares, rozando casi
lo milagroso y lo prodigioso. Así los recibimos la mayoría de las personas.

Sin embargo esto no es nuevo y casi siempre aquello que la ciencia lograba en el
pasado era percibido con el mismo entusiasmo y admiración. Sus propuestas y
resultados, aún cuando nuestros predecesores no tenían el concepto de ciencia que hoy
manejamos, eran vistos como el desenlace de un trabajo previo. Dicho trabajo estaba
hecho bajo unas coordenadas y unas ideas que, en líneas generales, pretenden ofrecer
una visión armónica y unitaria del mundo. Digamos que pretendían ser la plasmación
tangible de las ideas. No nos extrañemos, porque la ciencia actual sigue pretendiendo lo
mismo. Como si su único objetivo, a pesar de tanta diversificación del saber en
múltiples disciplinas estancas, fuera presentarnos un mundo gobernado por unas pocas
leyes generales. Se buscó y se busca la simpleza de las cosas, un orden sencillo, natural
y elemental, con aspecto afable para el hombre, que ha sido quien lo ha sacado a la luz.

Si esto se consigue, o se consiguió, además nos sentiremos orgullosos de nuestro


trabajo, de nuestra capacidad, de nuestra ciencia. Sobre todo porque habremos
conseguido uno de nuestros mayores sueños: el dominio de la Naturaleza. Pero no
seamos ilusos. Eso aún no ha ocurrido. Cuando suceda, la ciencia habrá conseguido su
objetivo y entonces no tendrá razón de existir, habrá llegado su final. No creo que esto
ocurra nunca. Si infinito es el mundo, infinitos serán nuestros esfuerzos.

En el pasado hubo algunas cosas que fueron presentadas como lo más material que se
había conseguido acerca de un mundo internamente relacionado, global. Como aquello
que demostraba nuestra capacidad y dominio sobre la Naturaleza. Una de estas cosas
fue el oro potable. Con unos orígenes remotos y una caída espectacular en el siglo
XVIII, el oro potable es, en sí mismo, un ciclo en la historia de la medicina y la
farmacia. Su estudio sirve para entender muchas cosas del pasado, cosas relativas a la
concepción del mundo que tuvo el hombre, y de la noción que tuvo el hombre de sí
mismo. También de la filosofía natural, de la alquimia, incluso de la idea religiosa.
Nada de esto ha quedado atrás.

1.B El papel de la alquimia

¿Y la Alquimia? ¿Cuál es su papel cuando se trata del oro potable? Aunque más
adelante trataremos algunas de las conexiones concretas con la Medicina, la Alquimia
posee unos conceptos y una visión del mundo, del Universo y de la Naturaleza (una
Cosmovisión) que, si llega a ser entendida, resulta, como poco, atractiva. En ella el
hombre tiene la posibilidad de, como la criatura más amada de su Creador, como

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Historia del oro potable

poseedor de su simiente, comprobar por sí mismo la envergadura de la realidad en la


que está sumido. Hay una segunda realidad, la que hay tras el fin de nuestra vida física.
Pero esta inmensidad nos puede ser acesible. Hay una forma, la que propone la
alquimia, y hay unos materiales, los de la Naturaleza. Sólo hay que comprender qué es y
cómo funciona la Naturaleza. Hubo quien propuso sistemas para explicar todo esto. El
más conocido fue el de un funcionamiento dual basado en la corrupción y generación,
que propusiera Aristóteles, y que fue el más considerado hasta el siglo XVI.

En el sistema de la alquimia, hay un generador, Dios, que crea un escenario para el


hombre, la Naturaleza, y al cual le incorpora un espíritu que inunda todo de vida y cuyo
origen está en Dios y sus efectos se ven en la Naturaleza. Ya se explicarán
posteriormente estos tres conceptos. Para los alquimistas, toda cosa, pues, contiene vida,
al contener el espíritu vital, o spiritus mundi, como también se conocía. El animal, el
vegetal y el mineral eran seres vivos para ellos. Todos juntos componen la variedad del
mundo, tras la que hay una unicidad original, pura, generativa, una causa y un origen.
Ese espíritu vital y omnipresente penetra en la tierra, en el caso de los metales y hace
que estos se formen, que sean algo material, que sean materia. Y esta materia se
compone de dos cosas: azufre y mercurio. Todos los metales no son sino concreciones
distintas de azufre y de mercurio. Arrastrados por este espíritu hacia la superficie,
aparecen el plomo, el estaño, el hierro… y el oro. ¿Qué hace que el oro sea visto como
un metal perfecto? Pues que en su camino de generación, el arqueo de los alquimistas,
no ha sido contaminado ni su azufre ni su mercurio, permaneciendo puros hasta el final.
En cambio, los otros metales contienen algún tipo de impureza que no es sino un
accidente adquirido en el recorrido de su formación. Por eso, el oro es el mejor, el que
contiene una esencia pura, esa esencia que genera la vida en el mundo. Y es esa esencia
la que ellos anhelan. Si la obtienen pueden purificar y llevar a la perfección, y luego
mantener así, a cualquier cosa. En el caso de los metales, pueden hacer que el plomo, el
estaño, el mercurio o la plata se perfeccionen. Es decir: que se transformen en oro. Por
tanto la tarea del alquimista es conseguir un azufre puro y un mercurio puro para
obtener lo que ellos llaman la Piedra Filosofal. A esta labor le llaman Gran Obra. No
obstante, también dicen que es más fácil hacer oro que deshacerlo, ya que la unión de
sus dos principios radicales (el mercurio y el azufre) está hecha de tal forma que es
prácticamente imposible lograrlo. Entonces trabajan con otros metales, de los que es
más fácil sacar sus dos partes. Una vez sacadas, se han de purificar para luego unirlas de
tal forma que ya no se puedan separar nunca más. La perfección del objetivo final, la
Piedra Filosofal, tiene su origen, pues, en la pureza de sus principios, que siendo tan
puros mantienen, incluso aumentan, su capacidad de generar vida, llevar a la perfección
a otro metal y conservar al cuerpo humano en un estado de salud y lucidez extremas por
un tiempo indeterminado. Ellos, extraían sus principios, los purificaban y los unían.
Todo ello mediante el uso del fuego, usado para corromper y luego generar. Y si estas
ideas se aplican al oro potable, que fue lo que ocurrió, entendidas cada una en su
momento histórico, estamos hablando de un medicamento que contiene la esencia más
pura extraída del metal más perfecto. Es decir, el oro potable sería la Medicina más
excelente jamás conseguida. Pero, claro, su elaboración pasa por comprender la
concepción alquímica del mundo, de la vida, de la materia… Y dicha concepción fue,
generalmente, recibida con recelo.

Con el auge de la aplicación del método de la destilación en la Medicina, hecho que


ocurrió en el siglo XVI con mucha intensidad 1, se generalizó tanto la figura del
1
Se conocen aparatos de destilación muchos siglos antes en la España medieval.

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Historia del oro potable

destilador como la idea de que, mediante este método se extraía la esencia, o quinta
esencia, de aquello que era destilado. Así, el agua de rosas, la de romero, las esencias y
perfumes, además de otros muchos medicamentos, cobraron un auge inédito. Al lado de
esto, los alquimistas decían extrar las esencias de los metales, también por destilación.
Como todo el reino mineral era considerado por el galenismo como un veneno y como
los alquimistas afirmaban que las propiedades venenosas de dichos metales
desaparecían con la destilación, hubo un campo común, el de la propia destilación,
donde poder dirimir diferencias y buscar un lugar de encuentro, mucho más tangible que
el de las ideas. Era la práctica, lo real, lo tangible, lo que daba valor a las cosas.

El uso de metales, minerales y semejantes en la Medicina galénica no era desconocido 2,


aunque su uso interno era muy raro y generalmente rechazado. Pero cada vez más,
algunos médicos empezaron a reconocer las propiedades curativas de ciertos
medicamentos químicos, lo que llevó a disminuir el recelo hacia las ideas de la
alquimia, y sólo de aquéllas que podían ser válidas. Es en este contexto, con todo el
soporte de ser algo que contiene la esencia, donde el oro potable adquiere un
protagonismo en la historia de la Medicina. Muchos de los que se interesaron por él, de
los que lo describieron y de los que dieron el procedimiento de elaborarlo no eran
alquimistas, no tenían entre sus objetivos elaborar la Piedra Filosofal. Su interés
radicaba en este medicamento, en lo que significaba dentro de su pensamiento el hecho
de elaborarlo y el hecho de su aceptación.

Pero hay otra cuestión que debemos de tener en cuenta, que es la de la variedad de
personas que hablaron de él. Alquimistas, médicos, boticarios, filósofos, clérigos,
destiladores entre otros. También se puede leer sobre él en los textos de mineralogía y
en los libros de secretos3. Algunos oros potables eran elaborados mediante operaciones
muy distintas, con productos secundarios que van desde el hueso del craneo humano en
polvo hasta cal viva. Otras ocasiones llevaba de todo menos oro, el oro no estaba
disuelto siquiera. Incluso hubo quien llamó así a un producto elaborado con elementos
totalmente vegetales. Es decir, el oro potable tuvo tal magnitud en la Medicina que era
imitado, tanto en su poder curativo como en una concepción de una Naturaleza que
permitía la ocasión de hacerlo. En fin, el oro potable llegó a ser el medicamento más
conocido y más polémico de las ciencias de la salud. Por eso creemos justificado
elaborar su historia. Por supuesto que es incompleta y mejorable. Con que sirva para
entretener me es suficiente.

1.C El hombre y el oro

El hombre puede conseguir, y lo hace, que la tierra le sirva para alimentarse. Si es un


terreno salvaje lo limpia y lo ara. También puede cambiar y retener el flujo de los ríos.
El hombre puede hacer muchas cosas en el mundo donde vive. Incluso puede hacer de
él un lugar inhóspito o, más aún, puede dejar su entorno de tal manera que ya en él nada
pueda hacer. En fin, puede actuar sobre él, alterarlo, intervenir… Pero lo que no puede
es procurarse otro mundo igual. No puede crear algo parecido, mucho menos a su antojo
2
Incluso algunos de ellos, como el mercuro, o solimán, era muy frecuente en algunos compuestos de uso
externo.
3
Los libros de secretos, término acuñado por Ferguson, son unos textos que presentan recetas de todo tipo
(cosméticas, terapéuticas…) y que siguen una tradición desde la Antigüedad. El término "secreto" no se
refiere tanto a que al autor lo hubiera revelado, sino a que hacer la receta era la expresión práctica del
manejo y conocimiento de algunas fuerzas ocultas. EAMON, W., Science and the Secretes of Nature,
Princeton, Princeton University Press, 1994.

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Historia del oro potable

y comodidads. Ante este hecho, la idea de capacidad de hacer que posee el hombre
choca y limita con la imposibilidad de crear, de procurarse un hogar idéntico en el que
vive. Aunque eso no ha impedido que lo intente. Crear, esa es la máxima aspiración
humana. Con la religión, el hombre puede situar la causa de esta incapacidad en un
lugar ajeno a su voluntad. Más concretamente, lo que hace el hombre es depositar en
Dios la razón de que no pueda crear, porque sólo él puede.

Esta exculpación está modelada de tal forma que el hombre ve en ella todo lo contrario
a lo que en realidad es. Es decir: el acto de crear sólo pertenece a Dios, así que esta
Creación emana del único que nos puede crear, por lo que nosotros también somos parte
de la Creación. Y también somos “la obra de arte de Dios, la imagen más perfecta de un
hecho sublime. Por ello mismo, y como no puede ser de otra forma, nosotros somos los
representantes con más capacidad para serlo. Y lo hacemos de tal forma que provoca
que pensemos que la voluntad del Creador culmina en que nosotros pensemos que
somos parte de nuestro creador. Es entonces cuando llegamos al final último de la
religión, al objetivo que le hemos dado, a notar su verdadera razón de ser. Gracias a
Dios, podemos crear, porque somos parte de él. Esta secuencia que hemos presentado
aquí sigue ahora por unos caminos que, si he conseguido que me sigan hasta ahora y si
me he explicado bien, notaremos que llevan directamente al desarrollo de unas ideas
tales que explican el origen de la alquimia, la religión y algunos productos culturales
más.

Fijémonos ahora en el escenario vital de hombre, eso que llamamos de varias formas,
como el mundo, la Tierra, la Naturaleza, Universo, Cosmos… Esto es asumido en
nuestros pensamientos como otra parte de la Creación con un sentido doble. Por un
lado, al observarla sabremos que Dios lo creo para nosotros. Por otro lado, al conocer de
su magnitud, vemos en él a Dios, a su inmensidad. Por tanto, si queremos imitar a Dios,
hemos de crear un mundo, pero imitándo al que conocemos, al nuestro. Para poder
hacer esto, claro está, es necesario conocerlo y reproducirlo después. Si lo logramos
habremos llegado a la máxima expresión del hombre: su propia creación.

Ahora, aceptemos, pues, que la religión nos da una explicación del mundo, de nuestro
creador, de nosotros y también de cómo han de ser las relaciones entre él y nosotros.
Ella es la única que nos ofrece una visión de nosotros y de lo que nos rodea, una
explicación en la que el hombr no intervino. Por su parte, la filosofía, otra “producción
propia” del hombre, tiene por objetivo conocer y ofrecer una explicación de la razón y
la naturaleza de nosotros y del mundo. Es parcial, unas veces se fija más en el hombre y
otras veces en el todo. Sus explicaciones se enlazan son el tercer “producto”, la ciencia.
La ciencia es otra postura de acercamiento del hombre a su lugar de existencia. Ofrece
resultados de una forma muy concreta, por medio de una forma de trabajar, cuyo
instrumentoúnico es el “método científico”. Sus conclusiones tienen, muchas veces
aplicaciones prácticas que sirven para beneficio y bienestar nuestro. Es la mejor terapia
para el hombre. Estos resultados confirman que, en nuestro intento de imitar el mundo,
estamos en el buen camino inicial, el de que debemos conocerlo primero. Es tanta la
admiración que otorgamos a aquéllos que logran resultados, y es tanta la seguridad de
su utilidad que nunca se ha puesto en duda a la Ciencia. Pero la ciencia, con todos sus
descubrimientos siempre dice qué son las cosas, pero pocas veces aclara por qué son
como son. Pero su buen hacer es algo prácticamente sagrado para nosotros. Nos lleva a
pensar que seremos capaces de realizarnos totalmente gracias a ella. Esta imagen de
progresividad provoca que deseemos a veces que la ciencia culmine y alcance su

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Historia del oro potable

principal destino: ofrecernos una explicación del mundo, de su funcionamiento, e


incluso de la forma de imitarlo. Así, con la ciencia, podremos acometer el segundo
paso: crear.

La alquimia también tiene mucho de todo esto. Es una mezcla de las dos cuestiones
anteriores. Más bien es una conjunción de ambas. Partiendo de una aceptación del poder
divino y reitrando sin cesar el sometimiento del hombre que nos hace conscientes de
nuestros límites, ya que nos han sido dados por el único que puede hace, por Dios. Por
otra parte, la alquimia también nos da una explicación y una forma de imitar. O sea:
según sus propuestas, la alquimia es la vía de igualarnos con el creador, porque
crearemos. Este es el atractivo de la alquimia, el que nos da todo lo que necesitamos y
deseamos. Ella dice eso mismo, y también que bajo sus coordenadas de pensamiento,
las realmenta válidas, veremos que Dios hizo la naturaleza y al hombre. Luego inyectó
todo de vida con algo que solemos llamar el espíritu del mundo (spiritus mundi), soplo
divino, esencia, espíritu santo, fuego… todas las cosas lo contienen. Si queremos crear,
será eso lo que necesitamos, obtener lo que contiene vida, lo que hace que el mundo sea
como es. La manera el proceso de hacerlo se llama la Gran Obra. Al poner en práctica
sus operaciones, conseguimos algo que contiene dentro la esencia más pura, cargada de
vida y dispuesta a darla4. El hombre, al procurarse la llamada Piedra Filosofal consigue
alargar su vida dentro de una salud excelente. En el plano psíquico, el hombre descubre
y se introduce en la verdadera magnitud de las cosas, o dieciéndolo de otra forma, toma
consciencia de la realidad, de toda la realidad. Por supuesto, esta realidad, la real, es
mucho más grande, en todos los aspectos, de lo que era vista antes 5. No podemos
olvidar que, sin que esto sea una sorpresa, la alquimia ve en el oro la mayor expresión
de perfección que tiene el citado spiritus mundi. El oro es el vaso que contiene la
esencia más pura.

Y, amigo lector, esta es la base de la existencia del oro potable. El producto más
perfecto de la naturaleza, el oro, mediante procedimientos muy semejantes a los usados
en la Gran Obra, se hace apto para nuestro cuerpo. Su esencia, una vez dentro, se libera
y nos impregnamos de ella. Nos dará salud, es decir, nos llenará de vida. Así saldremos
de nuestros límites, nos enfrentaremos a la vida que conocemos, la que acaba en la
muerte, y triunfaremos, evitaremos o retrasaremos su llegada. Como Dios, ahora
dejamos de ser inmortales6, a ser eternos7. Habremos vencido a nosotros mismos8. Esto
4
Los libros de alquimia describen de qué se hace la materia con la que se trabaja y cómo se trabaja. Pero
el lenguaje, el vocabulario que usan es tan simbólico, que hace de quien logra comprenderla un depósito
de sagazidad. Ellos dicen que el conseguir esto es voluntad divina. Algunos de ellos hablan de un
esfuerzo de más de treinta años antes de tener éxito.
5
Aquí interviene la filosofía y dice que el hombre puede por sí mismo saber, al menos, que lo que nos
llega a través de nuestros sentidos sólo es una parte, más bien escasa, de la realidad. Es decir, que nuestro
pensamiento, cuando acepta esto y lo utiliza en la imagen del mundo que se procura, tiene este factor en
cuenta. La psicología, la psiquiatría y el esfuerzo estatal de cuidarnos son algunos ejemplos de esfuernos
propios cuyo fin es hacer que nuestros sentidos hagan mejor su función y que nuestra cabeza pueda
recibir este material original en condiciones de trabajar sobre él. No nos podemos permitir el lujo de
maltratar estos instrumentos de recepción y análisis. Estando en malas condiciones recortan
substancialmente las posibilidades de llegar a entender nuestro mundo.
6
Es decir: que tuvimos un origen, pero el hombre nunca desaparecerá.
7
Ni tuvimos un inicio ni tendremos un final.
8
Aquí la alquimia y la religión entran en un terreno hostil a sus buenas relaciones. Mientras la religión
dice que Dios nos acogerá en su seno tras la muerte y que es entonces cuando culminará nuestra
existencia, teniendo su mayor esplendor y desarrollo en estar en la casa de Dios, el Cielo; la alquimia dice
que podemos realizar esta culminación, alcanzar esa cima humana antes. Todo ello gracias a que Dios
concede a quien logra esto, al Adepto, un modo, un camino.

 9
Historia del oro potable

es lo que propone alquimia y, en Medicina, el oro potable es el producto mejor que el


hombre puede obtener. Por ello, el oro potable obtuvo tanta difusión. Aparte de ser una
Medicina universal, su elaboración lleva implícito aceptar también que los postulados
bajo los que se ha elaborado el oro potable son los correctos para nuestro objetivo
último. Cómo se hacía y su capacidad terapéutica fueron dos cosas que movieron a
grandes esfuerzos, especialmente entre médicos. Ellos no pretendieron la Piedra
Filosofal, sino un producto semejante. Ellos no pretendían obtener oro con la Piedra
Filosofal. Querían sólo algo que curara todo definitivamente y que alargara la vida.

Vamos a tratar a una de ellas. Quizás la más longeva. Es la fascinación del


hombre por el oro. Bueno, en realidad nos centraremos en sólo un parte.

1.D ¿Y qué hacer con la Historia?

El 25 de noviembre de 1610, un doctor en Teología, el padre Gabriel de Castaigne,


seguidor de la doctrina de Ramon Llull, y consejero María de Médicis, por entonces
regente en Francia, le hizo llegar un pequeño frasco con un líquido dorado. La regente
sufría "mal de dientes" y, al parecer, ningún médico podía aliviar los dolores que la
aquejaban constantemente. Como era la mujer que ostentaba el poder de una nación en
auge y encaminada directamente al absolutismo más ortodoxo, podía, como poco,
buscar entre sus súbditos, especialmente los médicos, a alguien capacitado para
atenderla. No sabemos cómo fue el camino que llevó a contactar con Castaigne.

Pero lo que él le envió era oro potable. Además, le acompañó un texto escrito por él
mismo donde, aparte de expresar la máxima confianza de este remedio contra el mal de
María de Médicis y describir cómo se hacía, retó, nada más y nada menos, que a los más
insignes doctores de la Sorbona, previa aprobación de la reina, a demostrar las
propiedades del mismo. Esto era todo un acto de osadía, y en toda regla, a los
estamentos más ortodoxos y poderosos del academicismo médico galo del momento.
Más aún cuando tan sólo tres años antes, un médico defensor de la Medicina química,
llamado Andrés Libavius, había intentado convencer a este grupo de médicos de que
debían acogerse a esta Medicina química y abandonar la escuela galenista, a la que
consideraba atrasada y obsoleta.

En estos momentos, el oro potable es un medicamento en controversia por toda Europa,


famoso, polémico y llamativo. Sin embargo, su historia se remonta a mucho tiempo
antes. En realidad, su origen, como tal, es difícil de definir. Pero no podemos dudar que,
a estas alturas, el oro ya tiene en la mentalidad de la cultura humana un papel
distinguido, quizás el más distinguido de todas las cosas de la naturaleza, y el más
popular también. Dentro de la mente de cualquier médico, filósofo, orfebre, minero,
mercader, y de cualquier otra persona, el oro ejercía, y ejerce hoy día, una fascinación
inaudita. No es el metal más raro, ni el más valioso, pero no hay duda de que su trono
dentro de nuestro pensamiento y de nuestra cultura, sigue firme, muy firme.

Hay que decir que la decisión de hacer una "historia del oro potable" no es caprichosa.
A través de las recetas y de quienes las escribieron podremos encontrarnos con muchas
puertas que se van abriendo y que sólo son visibles si nos acercamos a ellas desde el oro
potable. Por ejemplo, podremos entrar en la habitación que se llama "la relación
histórica entre la Alquimia y la Medicina", o haciendo la historia y evolución de un
medicamento, o “salón de las polémicas entre el galenismo y la Medicina química", o

10 
Historia del oro potable

subir a la terraza de este edificio y ver el panorama de la evolución de una Ciencia, la


Terapéutica, a través del tiempo. Incluso iremos a "parajes insospechados", como
aquéllos donde se ve que una niebla confusa se extiende sobre las ciencias de la salud.
Todo esto y más se puede ver a través de la historia del oro potable.

Nos proponemos mirar al oro desde esta perspectiva. Habremos de mirar a la Alquimia,
a la naturaleza, a los boticarios, a los médicos, a los filósofos... Aunque primero no
debemos sorprendernos si en algún momento hacemos todo esto a la vez. Se discute
mucho, por ejemplo, cuándo se dio la unión efectiva entre la Alquimia y la Medicina.
Quien habla así, está pensando en una "parte" de la Medicina: la galenista. Pero no
podemos olvidar que el alquimista procuraba, entre otras cosas, la salud humana,
justamente como el médico. Así que, si atendemos a todos los que desde siempre han
querido procurar la salud, quizás no debamos separar tanto a una de la otra.

Es evidente, pues, que habremos de tratar obligatoriamente de Alquimia a lo largo de las


páginas siguientes. El oro potable, sea lo que fuere, es un producto cuyo origen está ahí,
en la Alquimia, y por mucho que queramos asociarlo a otras disciplinas, como la
Medicina o la Farmacia, nunca deberemos olvidar que pertenece a la primera.

Como dijo Sherwood Taylor, uno de sus más reconocidos historiadores, de los
alquimistas no sabemos ni todo lo que hacían ni todo en lo que creían y pensaban.
Personalmente prefiero que esto sea así y que, además, siga siéndolo. En ocasiones, y a
pesar de lo poco conocido que soy, afortunadamente, ya me han tachado de alquimista.
Quiero dejar claro y de forma rotunda que en absoluto he estado nunca ni un minuto
delante de un matraz. Mi formación es estrictamente histórica y, en menor grado,
científica. Otros muchos se han aplicado, apoyados en sus mentes ágiles, en desentrañar
los misterios de la Alquimia. Y algunos lo hacen muy, muy bien, alejados de
elucubraciones, con una educación a sus espaldas, en el ámbito científico, que ya
quisiera yo para mí.

 11
Historia del oro potable

2
Los orígenes

2-A El oro y el hombre

El oro ya fue considerado como medicamento mucho antes de que surgiese la doctrina
alquímica. El primer contacto del hombre con el oro fue, como no podía ser de otra
forma, en medio de la naturaleza. Y el servirse del oro no puede ser considerado como
un acto instintivo, como ocurrió con los vegetales y los animales. Ni tampoco el primer
uso dado al oro ha de enmarcarse dentro de las actividades normales y elementales de
subsistencia. Ni la experiencia ni el instinto pudieron lograr que el oro fuera
considerado un medicamento. Es en otros "productos culturales" donde hay que buscar
el arranque de la trayectoria que queremos describir. Por ejemplo, en la magia y en la
religión, a veces tan lejos y a veces tan cerca. La naturaleza, poderosa y, muchas veces,
cruel con el hombre, sigue un orden que él observa. Hay días, estaciones y otros ciclos,
como el de la vida. Este orden fue remotamente asignado a poderes, fuerzas, o dioses.
Desde que se descubrió el oro, los hombres le han dado una naturaleza inmortal que
enseguida se asoció con la longevidad y, de ahí, a la inmortalidad. El oro "vio" cómo le
eran atribuidas estas características, entre otras cosas, por su resistencia a la corrosión
química.

Sea lo que sea de lo que estemos hablando, el hombre, ante la naturaleza se siente
inferior, insignificante. Ahí está la Ciencia para remediar o refrendar este trauma
humano. Especialmente cuando el entorno no es misericorde con él. Su capacidad es
muy limitada, física y mentalmente. No comprende qué es una tormenta ni porqué se
desborda un río. Pero su capacidad de raciocinio le lleva a explicarlo en algún lugar
insospechado a su naturaleza humana. En su entorno, en su vivir diario y cotidiano uno
de los elementos de su ambiente que le llama más la atención es el sol. No se duda de su
influencia, de su luz, de su calor. El sol es fuerte y poderoso, generador de la vida, dador
de la existencia. A él hay que agradecerle mucho y así se hace. El calor que reconforta,
la luz que nos hace ver y sus rayos que hacen germinar la cosecha. Pronto se establece
la relación de lo de arriba con lo de abajo. Y lo que hay abajo más parecido al sol es el
oro. Esta es la base y el origen de nuestra admiración al oro. Otros de su especie ni son
tan fuertes, ni tan cálidos, ni tan semejantes al sol.

Sin duda que en la atracción del hombre hacia el oro hay un mecanismo de unión que
parte del primero al segundo. Quizás podamos imaginar sea un camino desde lo general
hasta lo particular, algo así como un acto de selección entre cosas con un "valor" (no
sólo económico) seguido de una elección del oro. Puede que no fuera así, pero nos es
más cómodo pensar que sí a decir que el papel del oro en la cultura sea algo casual. Sin
embargo, el ansia de poseerlo, también muy antigua, hizo que algunos hablaran mal del
oro. Bueno, concretamente de aquellos que lo deseaban. Por ejemplo, Plinio dijo que el
oro era valorado en razón del hambre con que era buscado, censurado y envilecido por
los buenos hombres y descubierto sólo para ser una fregona de la vida 9. Tanto en la
religión, como en los mitos y en la magia, el oro jugó siempre un papel bastante
importante, aunque, todo hay que decirlo, pocas son las propuestas que se han vertido
capaces de ofrecer una idea totalmente convincente de su porqué10.

9
Plinio, Historia Natural (HN), XXXIII, 6.

12 
Historia del oro potable

El oro fue usado "desde siempre" por los hombres del antiguo Oriente Próximo
habiendo constancia de esto ya en el Neolítico. Aunque en aquel momento el oro no era
reconocido como un metal en sí. Entonces se consideraba como un material resistente,
carente de validez en la actividad cotidiana 11 y sólo recogido por sus supestas
propiedades mágicas y por su estética. Desde luego, como muy bien apuntó Forbes, el
oro no podía competir ni con la madera ni con la Piedra como material básico en la
elaboración de armas o instrumentos12. No quiere esto decir que, una vez descubierta su
maeabilidad, y cominada con la técnica de elaboración de armas y herramientas, pudiera
servir de adorno en pequeñas cantidades, una vez que era sometido a la técnica del
martilleo, como se puede ver en algunas piezas egipcias.

Pero el oro en la naturaleza es uno de los metales más dispersos y menos concentrados.
En el desarrollo de la industria minera de la Antigüedad no puede ser comparado con la
metalurgia del cobre, por ejemplo y, por tanto, tampoco debemos ver al oro como algo
capaz de hacer avanzar las técnicas mineras de extracción. De hecho, cada tonelada de
tierra aurífera tratada para la extracción del oro, suele contener apenas tres gramos del
mismo

2-B La India

La India debe haber sido un importante centro de extracción de oro, aunque las fuentes
de las que disponemos sean todas clásicas13. Aparte de las extracciones realizadas en la
zona de Cachemira, la India supuso un camino de importación del oro procedente de
Afganistán y el Turkestán chino hacia el mundo helenístico. Con todo, la civilización
india y su cultura milenaria parecen haber desarrollado una cosmogonía en la que el oro
tuvo un papel muy importante y en aspectos determinantes, ya sean el religioso o el
social.

En la India antigua se consideraba al oro como la personificación del sol en la tierra,


con todo lo que esto lleva asociado: vida, salud y fortuna. Los famosos vedas indios
resultan ser uno de los depósitos más antiguos, por no decir el más antiguo, del
conocimiento humano. Los vedas están divididos en upavedas, como el Rikveda,
Yajurveda, Atharvaveda y Ayurveda, y se consideran que todos estos emanan de su
texto superior, los vedas. En el Ayurveda, el oro es el metal más destacado, seguido de
la plata y los demás metales. No podemos olvidar que esta "función mental" de
asociación corresponde a unas sociedades "menos desarrolladas", perdón por el
anacronismo. En estas culturas, el oro también aparece en los ritos de sacrificio y
también como símbolo del sol.

Toda esta clasificación está contenida dentro de un marco de conceptos e ideas


(sistema) que creo convenientes explicar, aunque sea someramente. Este sistema, que se
llama Sankhya, dice que el mundo visible ha nacido a partir de una materia ígnea
primordial, llamada Prakrti. El Prakrti no tiene forma, no está diferenciado, y no tiene ni
límites ni lugar, sin principio ni fin. Se parece al Caos primigenio del Génesis. Además
10
De entre todas estas propuestas, siguen siendo muy válidas las vertidas hace tiempo por H. L. Lorimer
en su Gold and Ivory in Mythology (Londres, 1936) y Lynn Thorndike en su History of Magic and
Experimental Science (Londres, 1929).
11
De ello da cuenta Plinio, HN, XXXIII, 59.
12
FORBES, R. J., Metallurgy in Antiquity, Leiden, Brill, 1950, 142.
13
Estrabón, XV.1.34, cap. 701; XV.1.30. cap. 700 y Herodoto, III, 98; Plinio, HN, XXXIII. 66; Arriano,
Indika, XV.6.

 13
Historia del oro potable

contiene infinitos grumos, o nódulos puros, llamados gunas. Los gunas, a su vez, se
dividen en tres categorías: la energía, o rajas; la esencia o sattva y la inercia, o tamas.
Por supuesto que los tres están interrelacionados. La última realidad del Universo serían
los sattvas y lo más próximo a la materia, a la masa, los tamas. Actuando los tres en
equilibrio es como dan inicio a la evolución cósmica del Universo, a lo que nosotros
llamaríamos creación, consistente, como en nuestro Génesis, en el proceso de desarrollo
de lo diferenciado de aquello que no está diferenciado. Así, en este proceso, dentro de
este sistema, se van conformando todas las cosas, desde el Yo hasta los metales y los
minerales, teniendo en cuenta que cada uno de ellos tiene su propio desarrollo, distinto
del de los demás. ¿No nos suena esto ya a la Alquimia y su teoría de la formación de los
metales y el "arqueo"? Por otra parte, respecto a la formación de los metales, este
sistema considera que la materia está en evolución y que el calor solar es el único
depósito de calor capaz de generar los cambios químicos en el mundo.

En la religión védica existe ya una asociación que luego nos será muy útil: la del fuego
y la del agua. El Dios del fuego védico se llama AGNI y se relacionaba con el oro ya
que se consideraba a éste como su semen. Se consideraba su casa y su patria el agua,
especialmente el Mar. El sol salía desde el Mar cada día y se recogía también en el
agua. Como el oro, ni Agni ni el sol se disolvían en ningún líquido, ya que era del
elemento líquido de donde emanaban. Para los seguidores de esta religión, poseer y
llevar oro significaba estar congraciado con el Dios Agni, procurarse la fuerza del sol.
Esta forma de "preservarse" implicaba ya una seguridad dada al oro y la recepción de
una influencia directa. Como vemos, amigo lector, ya estamos recorriendo el camino
hacia el uso medicinal del sol que, como no podía ser menos, está relacionado
directamente con los astros y su disciplina: la astrología. No puede entenderse la historia
del oro potable sin la astrología, mas aún cuando fue parte del estudio obligado de la
propia Medicina durante muchos siglos después.

Pero creo que es mejor que expliquemos todo esto con algo más de detalle. En unas
fechas tan tempranas como el siglo VI a.C., un gobernador indio llamado Canakaya
escribió una extensa obra llamada Arthasastra. Y en medio de este tratado tuvo la
ocurrencia de insertar un tipo de oro que, según él, era preparado por transmutación. O,
como decían ellos, por vedha. Se hacía con metales base y con mercurio preparado y le
puso el nombre de rasa vedha svarna. No piensen que esta terminología sea algo
extraordinaria, no. Lo que sí es raro es que su descripción sea tan oscura como un
tratado alquímico del siglo XVI. Pero de lo que podemos estar seguros es que la
Alquimia estaba, varios siglos antes de nuestra era, en pleno funcionamiento en la India.
Sin embargo allí se entendió de forma diferente que en Occidente. La Alquimia, en la
India, no es un fin en sí misma, sino un camino consistente en la integración de lo
individual en cada uno de nosotros, si se puede decir así.

Todos los metales, incluidos el oro, tuvieron en la civilización India un uso


medicinal bastante frecuente, hasta casi podríamos decir que algo normal. Aunque en
los textos no se mencione de forma concreta el oro potable, sí que encontramos
medicamentos preparados a partir del oro entre los tratados indios. Llamado svarna en
indio, había de ser "purificado" antes de su uso para la salud, o sea: antes de su
administración terapéutica. La purificación del oro es una especie de protocolo de
trabajo que es algo común en la historia. Básicamente tenía por objetivo limpiar a este
metal de sus impurezas. Pero estas suciedades no tenían que ser obligatoriamente algo
que se pudiera ver. En ocasiones había que limpiar el oro de unas propiedades

14 
Historia del oro potable

inmateriales, para proporcionar fuerza y equilibrio. Por estos motivos, en la India, si el


oro se ingería no purificado, se creía que reducía el vigor y el intelecto individual. La
limpieza del oro no era, como ocurrirá en los siglos XVI y XVII, hecha con antimonio.
En primer lugar se hacían hojas de oro y se calentaban al rojo y luego era sumergidas en
aceite. Esta operación de calentamiento e inmersión se repetía hasta siete veces
consecutivas. También se podía sumergir cada vez en un producto distinto, como orina
de vaca, leche, vinagre, etc. Al final, el oro así purificado recibía un sinfín de
propiedades, que iban desde la afrodisíaca hasta las clásicas de tónico cardíaco,
ordenador de los nervios y algunas más.

Esto resulta ser muy importante porque también topamos, en esta asociación
Astrología-Medicina con la idea establecida desde mucho tiempo antes, de relacionar
una parte del cuerpo humano con un astro. Así, el corazón era el órgano humano
directamente asignado al oro. Recordemos que en la India, como se ha dicho, era
corriente el uso del oro y de los demás metales para fines muy diversos. Aquí hemos
visto que el oro ya tiene asignado un procedimiento medicinal. Incluso el niño recién
nacido era reanimado y se le despabilaba mediante unos lavamientos con agua que
previamente había sido hervida. Durante el hervor se introducía en dicha agua plata y
oro, ya que se pensaba que las popiedades que pudieran aportar no sólo se conseguían
por vía interna. El médico indio que practicaba este tipo de terapias lo hacía bajo un
grupo de ideas, conocidas como Medicina de Sisruta, ya considerada muy antigua en el
siglo V después de Cristo, en las cuáles prevaleció la imagen de una labor que integraba
al hombre con un conjunto armonioso y equilibrado.

Otra curiosidad de este tipo de Medicina es la relación existente entre la inmortalidad


divina y algún líquido como el néctar o la ambrosía, idea desarrollada en la mitología
griega. Aquí la miel juega un papel destacado y Herodoto ya nos habló de la
importancia que tenía entre los babilonios, quienes la usaban incluso para embalsamar.
He aquí una nueva relación: la miel y el oro, ambas vistas ahora como sustancias
conservativas y preservativas de la degeneración. Más adelante veremos, cuando
hablemos de la Edad Moderna, cómo estas cualidades son las que perdurarán en el
medicamento oro potable. Plinio, en su libro 22 de la Historia Natural, decía que la miel
era un medio eficaz contra la enfermedad y, por lo tanto, para el prolongamiento de la
vida.

2-C China

La forma original del signo de la escritura china que designa al oro, llamado chin,
o xhin representa cuatro pepitas de este metal unidas por dos líneas de tierra y bajo su
superficie, como si estuvieran dispuestas a ser encontradas, recogidas y
comercializadas, el uso más habitual que se dio en la civilización china. Sin embargo, el
tratamiento terapéutico que le fue dado al oro es, sencillamente impresionante, la mayor
parte del mismo bajo la Alquimia.

La alquimia china ha sido estudiada desde muchas perspectivas. Aunque todas


ellas tienen algo en común: cuanto menos llama la atención que los autores hagan
coincidir su nacimiento de la alquimia china y el de la alquimia alejandrina.
Especialmente llamativo, no ya por la lejanía geográfica entre ambas, sino también por

 15
Historia del oro potable

las diferencias conceptuales14. No obstante, tanto las coincidencias como las diferencias
originaron debates entre los historiadores, plasmados la mayoría en referencias cruzadas
en las ediciones de sus trabajos. De todos ellos, el más enriquecedor (todos lo son) fue
el que tenía por contenido la discusión sobre el origen único o multifocal de la alquimia
y, en el segundo caso, sus contactos e influencias, cuya nitidez para una perfecta
conclusión es realmente escasa15. Así, H. H. Dubs fue el único que tuvo dudas a la hora
de hacer de la alquimia china el foco emisor hacia Grecia 16, mientras que Tenney L.
Davies se mostró algo más reticente en este sentido unas décadas antes 17, aunque aquí
no quedan rechazadas ni una ni otra. En concreto, Dubs centra el origen de la alquimia
china hacia el siglo IV a.C.; piensa, además que sólo podía nacer en una civilización en
la que el oro escasease y fuese poco conocido. Este razonamiento le lleva a desechar el
origen mesopotámico de la alquimia, donde los métodos de dosificación del metal
estaban muy extendidos18. Los historiadores no recibieron bien esta afirmación 19. Dubs
también cree que la alquimia penetró en Occidente gracias a los viajeros chinos20. Y esta
idea también fue rebatida por algunos, como por ejemplo B. Laufer21 y Stapleton22.

En el aspecto historiográfico, la alquimia china ya fue examinada desde el siglo


XIX. Se puede considerar al escocés Nathan Sivin como el mejor de sus estudiosos 23.
Como característica principal del trabajo de Sivin, destaca la forma panorámica de
abordar la cuestión, un estilo que se iniciara en el siglo pasado a manos de François
Mèly, aunque con unos contenidos en nada semejantes, como era de esperar 24. Esta
tónica siguió ya en el novecientos, de la mano del británico Oswald S. Johnson, un
historiador “de a pie”25 y de Alfred Valley, muy centrado en la explicación de los
aspectos teóricos26, aunque ya, como novedad, cerrara el paréntesis abierto por Davies y
se decidiera a publicar la biografía del alquimista medieval Ch‘ang Ch‘un (h. 1148)27.

En los años cuarenta, toda vez que los conceptos de la alquimia china ya estaban
suficientemente expuestos en trabajos anteriores, Li Ch’iao Ping, amigo y colaborador
de Tenney L. Davies, publicó un trabajo, aún generalizador, sobre la química oriental,
aunque situó la alquimia como elemento práctico de dichos conceptos, lo que
representa, desde la perspectiva que aquí he tomado, una innovación 28. Poco a poco,
14
Por ejemplo, los chinos creían en la existencia de un quinto elemento (la madera), mientras que los
alejandrinos sólo en cuatro.
15
Un claro exponente del debate fue el artículo de tono conciliador que publicase el islamista H. J.
Sheppard, “Alchemy: Origin or origins?”, en Ambix, 17 (1970), pp. 69-84.
16
DUBS, HOMER H., “The beginnings of alchemy”, en Ambix, 9 (1961), pp. 23-36
17
DAVIES, T. L., “The identity of chinesse and european alchemical Theory”, en Journal of Unified
Science, 9 (1939), pp. 7-12. Davies, además de sus trabajos históricos sobre la alquimia oriental, también
reeditó críticamente textos, como podemos ver en “An ancient chinesse Treatise on alchemy intitled
<Ts’an T’ung Chi>, written by Wei-Po-Yang about 142 a.D.”, en Isis, 18 (1932), pp. 210-219, donde nos
detalló la biografía el alquimista Lui-An, virrey de Hu-Nan.
18
H. H. Dubs, op. cit., pp. 80 y ss.
19
Ver las opiniones al respecto en SHERWOOD TAYLOR, F., The Alchemy, Nueva York, 1949, p. 75.
20
H. H. Dubs, op. cit., p. 84.
21
En Isis, 12 (1929), pp. 330-332.
22
STAPLETON, H. F., “The Antiquity of Alchemy”, en Ambix, 5 (1953), pp.1-43.
23
SIVIN, N., Chinesse alchemy: preliminary studies, Cambridge, Cambridge University Press, 1968.
24
MÉLY, F., “L’alchimie chez les chinois”, en Journal Asiatic, II (1895), pp. 314-340.
25
JOHNSON, O. S., A Study of Chinesse Alchemy, Shangai, Comercial Press, 1928.
26
VALLEY, A., Notes on chinesse alchemy, Londres, B. P., 1930
27
Publicado en Londres, Easton University Press, 1948.
28
LI CH’IAO PING, The chemical arts in Old China, Londres, Easton University Press, 1949. Las
colaboraciones con Davies se remontan a los años treinta, cuando ambos eran profesores de la
universidad inglesa de Easton y se interesaban por el mismo tema. Por ejemplo: DAVIES, T. L. &

16 
Historia del oro potable

aparecen estudios más específicos, como son los de las relaciones entre la medicina y la
alquimia en China, realizados por Georges Beau29, o la vuelta a la cuestión de las
influencias, retomadas por el sinólogo y estudioso de la ciencia en esa civilización,
Joseph Needham30. Por su parte, H. J. Sheppard, estudioso de la alquimia, del
hermetismo y de su simbolismo y de todas las cuestiones que la relacionan con la
religión, nos proporcionó una excelente visión general en un artículo sobre la alquimia
en China31. Es curioso que estos autores nos ofrezcan, como por casualidad y a
escondidas, su propia opinión de lo que significa para ellos la alquimia (incluso en
artículos de tan sólo unas cinco páginas) y no escriban ampliamente sobre ello, sobre
sus propias reflexiones en obras de mayor envergadura32.

Por último, Mircea Eliade, profesor de la Universidad de Chicago, estudió, con su


tono personal de antropólogo, toda la alquimia asiática 33. Su aportación es, en mi
opinión, fundamental ya que supo salvar el problema que rezuma en todos estos
trabajos: la depuración de los conceptos usados en cada área geográfica, la justa
calibración previa a su uso. Como muy bien dijo, hemos de tener claro que no todo es
alquimia, que existen también las artes de trabajar el metal y también el llamado “Arte
Real” (Ars Regis) de los metales, practicado principalmente en Egipto, ambos anteriores
cronológicamente a lo que podemos definir ya como la alquimia propiamente dicha. No
podemos generalizar de la forma en la que lo hicieron muchos de los autores antes
mencionados. Una cosa es trabajar el metal, otra es hacerlo con la idea de su
transformación y otra la de hacerlo alquímicamente. La metalurgia es mucho más
antigua que la alquimia, aunque en ambas haya una idea semejante de la metalogénesis.
Para estas cuestiones, nada mejor que la impresionante obra del alemán Edmund von
Lippman acerca del nacimiento y extensión de la alquimia. Él se encargará de
diferenciar y dejar claro cada cosa. Por ejemplo, nos dice que

“El antimonio metálico, que se obtiene facilísimamente por la reducción del


mineral, era conocido antes del reinado del rey babilonio Sargón I (hacia el 2.850
a.C.); una gran bola hecha de este metal nos ha llegado de la época del rey Gudea
(hacia el 2.600 a. C.).” 34

En la actualidad, se considera que la más antigua aplicación del oro como un


agente terapéutico, se dio en la civilización china35. Y no sólo como oro potable, ni entre
los alquimistas. Tanto físicos como cirujanos usaron el oro para curar furúnculos y
úlceras. En realidad, el uso del oro en Medicina estuvo muy extendido entre la longeva
civilización china. Hay referencias de que se usó para las náuseas nada más y nada

CH’IAO PING, Chinesse alchemy, Nueva York, Scientific Monthly, 1930.


29
BEAU, G., La médecine chinoise, París, Seuil, 1965.
30
NEEDHAM, J., Refiner’s fire: The enigma of Alchemy in East and West. The second D. J. Bernal
lecture delivered at Birbeck College, London, 4th frebuary, 1971, Londres, Birbeck College, 1971.
31
SHEPPARD, H. J., “Chinesse alchemy”, en Ambix, 8 (1960), pp. 60-78.
32
Sin embargo, dichas reflexiones, aparecidas como relámpagos en sus trabajos, parecen estar en
concordancia con las da la segunda generación de “tradicionalistas” (como los franceses René Alleau,
Sergé Hutin, Bernard Husson y Jcques Sadoul), incluso influenciadas por ellas. Por no ir más lejos,
Sheppard, en el artículo antes citado, en la página 60 nos dice: “Alchemy is the Art of liberating parts of
the Cosmos from temporal existence and achieving perfection which for metals is gold, and, for man,
longevity; then inmortaliy, and finally, redemption”.
33
Eliade, M., Alquimia asiática y babilónica, Barcelona, Paidós, 1982.
34
Lippman, E. von, Entstehung und Ausbreitung der Alchemie, vol. I: Berlín, 1919, vol. II: Berlín, 1931.
La cita está en el vol. II, p. 42.
35
Zhao Huaizhi & Ning Yuantao, "China's Ancient Gold Drugs", Gold Bulletin, 34 - 1 (2001), 24-29.

 17
Historia del oro potable

menos que alrededor del año 2.500 a.C.36. Como nos dijo Huan Kuan, de la dinastía
Han, que gobernó prácticamente los dos siglos antes de Cristo, "la gente bebe oro y
perlas porque ellos creen que así disfrutarán de la vida eterna en la tierra y en el cielo".
Lo mismo pensaba Wey Bojang, escritor del texto Zhouyi Congtongqi, añadiendo que el
oro "es la cosa más valiosa del mundo porque es inmortal y nunca se corrompe. Los
alquimistas lo toman y así alcanzan la longevidad". Como han apuntado algunos
estudiosos, la gente sabía muy poco de la "naturaleza inmortal del oro" desde el punto
de vista estrictamente científico, pero le llenaron de maravillas sobre sus efectos en el
cuerpo humano. Esto fue lo que hizo que el oro potable naciera. Concretamente fue el
hecho de que, tras los "dones" otorgados al oro antes citados, se inició una exploración
de las aplicaciones del oro para el tratamiento de las enfermedades. De ahí surgieron
dos cosas. Por un lado el oro medicinal, dando lugar a varias aleaciones y a un mosaico
de preparaciones, por otro el oro potable, consistentes todas en diversas soluciones, ya
sean llamadas así por tener un color similar al oro o por contener algún ión de oro. De
cualquier forma, también dio origen al elixir de la longevidad. Aunque hemos de tener
cuidado y no equiparar siempre al oro potable con el elixir. Todo oro potable podía ser
llamado elixir, pero no todo a lo que se llamaba elixir era oro potable.

En la Antigüedad se fue acumulando experiencia gracias a una práctica


insistente e imparable. Así, sobre el oro medicinal, la combinación de varios
medicamentos desarrolló la comprensión de su efecto en la cura de la enfermedad. Esto
llevó a que el oro fuera otro componente más. Ahí tenemos varios ejemplos, como el
Zixuedan, que llevaba, además de oro, talco, magnetita y varias raíces de plantas; o el
Zhibaidan, que incluía, además de oro, cuerno de rinoceronte, ámbar, etc. Ambos
medicamentos, de uso interno, ya los encontramos en el Bencao (libro o compendio de
materia médica) que escribiera Li Shizhen (1515-1593) en el entorno de la famosa
dinastía Ming (1368-1644).

En cuanto al objeto de este trabajo, el oro potable. La primera noticia en China


se remonta al año 81 de nuestra era. La daría Huan Kuan, a quien ya hemos citado, en
su libro De la sal y el acero. Aquí, el oro potable es descrito como uno de los mejores
elixires. Pero además deja asentado que este medicamento es referido siempre como un
"oro bebible". Al parecer, otros oros medicinales, hechos a partir de escamas y polvo de
oro estaban en camino de ser desestimados, porque se pensaba que no podían estar
mucho tiempo asentados ni en el estómago ni en los intestinos. No por el oro en sí, sino
por la toxicidad que provocaban los otros elementos del compuesto medicinal. De ahí
que se intentara solucionar el problema haciendo un "oro bebible". Algunos estudiosos,
como Meng Naichang han reproducido las recetas de oro potable aparecidas en varios
textos antiguos con resultados distintos37. En cualquier caso, lo más importante es que
fue en China donde se acumuló una gran experiencia a partir de una práctica
continuada. No es que en épocas posteriores no se dieran fases de mucha actividad, no.
Pero en China, el desarrollo de dicha actividad fue muy parejo al marco conceptual bajo
el que se desarrollaron. En cambio, en el siglo XVII, por ejemplo, algunas reflexiones
sobre el oro potable se distanciaban completamente de la práctica.

36
Needham, J. M., "Science and Civilization in China", Cambridge, Cambridge University Press, 1974,
vol. 5, 285; Brooks, R. R. y Wigley, R. A., "Gold ans Silver in Medicine", en Brooks, R. R. (ed), Noble
Metals and Biological Systems, CRC, Press Inc. ,1992, 277-279.
37
Meng, N. et all., Studies in the History of Natural Science in China, 1987 (2), 97-104.

18 
Historia del oro potable

Pese a que la alquimia china sigue siendo una gran desconocida, no en vano hay que
dominar el chino clásico para poder acceder a sus fuentes, si sabemos que se desarrolló
siguiendo dos tradiciones: la llamada alquimia externa o waidan y la alquimia interna o
neidan. Ambas buscaban el mismo objetivo, la inmortalidad, pero cada una seguía
caminos distintos. Podríamos decir que la alquimia externa era material, encaminada a
la preparación de supuestos elixires de la inmortalidad a partir de la manipulación de
sustancias naturales, mientras que la alquimia interna era de carácter marcadamente
espiritual y perseguía producir un cambio dentro de la persona del alquimista, para
producir su perfeccionamiento.

En los primeros siglos de nuestra era surgen los primeros datos sobre la búsqueda de un
elixir de la inmortalidad. Los alquimistas chinos seguidores de la alquimia externa
intentaron elaborar una droga de la inmortalidad por medio de la transmutación de las
sustancias químicas. Este elixir, denominado Huandan o Elixir del Retorno, se obtenía
tras devolver las sustancias de partida a su condición original, a través de la repetición
de operaciones cíclicas. Los principales ingredientes para preparar el elixir eran el
cinabrio, por su color rojo y sus propiedades químicas, y el oro, por su inalterabilidad.
Existían varias recetas, siendo la principal aquella que sublimaba el cinabrio hasta
nueve veces, produciendo la Unidad Primera, unión del yin y del yang, pasaporte a la
inmortalidad38

Si bien esta teoría parece ser la hegemónica, para Michela Pereira, máxima especialista
actual en la materia, la conexión del mito de la inmortalidad con las técnicas
metalúrgicas se produce en Occidente más tarde que en las culturas orientales. La época
en la que se retoma el concepto de un fármaco mítico es a través del contacto con la
cultura islámica. Es entonces cuando la idea de que un producto alquímico pueda
conferir a los seres humanos la salud perfecta y la longevidad (la inmortalidad no se
podía concebir en el esquema cristiano) será el momento culminante de la historia de la
alquimia occidental, rápidamente seguido de una diversificación en la búsqueda
alquímica, que cristalizará en una tradición de múltiples facetas 39. Es decir, a pesar de
no rechazar los postulados de Needham y Pregadio40, no está suficientemente claro que
los mismos hayan de ser así.

2.D Asiria y Babilonia

Estrabón nos habló de la existencia de oro en el río Hytkanis, en la región de Carmania,


en lo que fue Persia41. Pero lo más llamativo, aparte del uso medicinal del oro, es el
grupo de leyendas generadas en esta zona que la relacionan con el norte europeo, como
nos dejó dicho Herodoto42; Estrabón cuando habló de los masagetas o los ríos
hyperbóreos43 o Plinio, con la famosa historia de la lana dorada44.
38
BARYOSHER-CHEMOUNY, M (1996), La quête de l’immortalité en Chine: Alchimie et paysage
intérieur sons le song, París; ESPOSITO, M (1997), L’alchimia del soffio: la practica della visione
interiore nell’alchimia taoista, Roma; PREGADIO, F. (1990), The Book of Nine Elixirs and its
Tradition: a Study of the Huangdi jiunding shendan jingjue, Naples].
39
PEREIRA, MICHELA (2001), Arcana Sapienza. L'alchimia dalle origini a Jung, Roma, pp. 25-26].
40
Fabrizio Pregadio es, quizás, la máxima autoridad en materia de alquimia china. Incluso aprendió dicho
idioma y tradujo los textos. Tiene una extensa bibliografía que se puede consultar en
http://helios.unive.it/~pregadio/cv.html.
41
Estrabón, XV.2.14, cap. 726
42
Herodoto, I, 215 y III. 116.
43
Estrabón, XV.1.58, cap.711.
44
Plinio, HN, VI, 14; VI, 30 y XXXIII, 52.

 19
Historia del oro potable

Para el caso de los estudios históricos en las civilizaciondes asiria y babilónica hay, no
obstante una diferencia respecto el caso chino o griego: las publicaciones de ambos
tipos (generales y específicas45) coinciden cronológicamente en los años veinte y treinta.
Un buen ejemplo son las de Richard C. Thompson, del primer tercio de siglo, quien, a
pesar de usar el término /químico/ en sus obras, casi habla de alquimia tanto como de
química46. Otra faceta inherente, tanto a la alquimia como a la química es la técnica
operatoria y su aplicación, su concordancia, o no, con los principios teóricos, tanto
químicos como alquímicos. Si ya es difícil su estudio en otras épocas posteriores, más
aún lo es en ésta. Afortunadamente, el erudito alemán Edmund Darmstaedter se ocupó
de ello, cuando la alquimia gozaba de interés en la Alemania de los años veinte y
treinta47. El mismo tema sería retomado en los años cincuenta por Marcel Levey, quien
analizó de forma concienzuda los textos de carácter científico y la metalurgia 48 que se
practicaba en Mesopotamia. Pero es necesario esperar hasta los años sesenta para que
saliese a la luz un trabajo específico de calidad, tanto por su contenido como por la
contextualización. Fue el artículo, de tan sólo quince páginas, que publicase Alfred L.
Oppenheim49.

2.E Egipto

Es muy probable que unas cuentas de collar de oro encontradas en antiguos


yacimientos excavados en Egipto pertenezcan a un periodo conocido como el
Badariense, es decir, casi 4000 años a.C. No parece mucho, la verdad, pero apenas 500
años después, en otro periodo llamado Geerzense, ya quedó demostrada la relación
comercial del Alto Egipto con Palestina, por un lado y con Mesopotamia por otro. En
esta relación comercial el principal producto que interesaban a los extranjeros era el oro.
En estos momentos, hacia el 3250 a.C., la principal región productora es la que ocupa el
espacio entre el Valle del Nilo y el Mar Rojo. Incluso la ciudad de Nagada nació frente
a Coptos, en la desemocadura del Uadi Hammamat, lugar idóneo para controlar todo el
comercio de minerales y metales procedentes del desierto oriental egipcio. Por cierto,
que Nagada significa "la Ciudad de Oro". Es más, alguna autoridad en la historia del
Egipto pre-dinástico no duda en afirmar que "el esfuerzo por controlar este comercio y
explotar las riquezas del desierto oriental […] pudo ser un factor importante en el
establecimiento de un control contralizado mayor..."50. O sea, que el comercio del oro
fue capaz de generar y orientar, acompañado de otros factores, el nacimiento de la
magnífica, inigualable y esplendorosa civilización egipcia. Casi nada.

La fascinación de la civilización egipcia por el oro es algo que no sorprende ni al


más desinteresado. Los faraones mandaban expediciones fuera de sus dominios para
conseguir oro con el que llenar y decorar sus tumbas y ellos mismo se llamaban

45
Tómese “generales” como obras de ciencia y/o de química y “específicas” como obras de alquimia.
46
Thompson, R. C., On the chemistry of the Ancient Assyrians, Londres, 1925, o su Dictionary of
Assyrian Chemistry and Geology, Oxford, Clarendon Press, 1933.
47
Darmstaedter, E., “Assyrische Chemich-Technische Vorschriften und ihre Erklärung”, en Archiv für
Geschichte der Mathematik, der Naturwissenschaften und Technik, 10 (1927), pp. 72-86.
48
Levey, M., Chemistry and chemical Technology in Ancient Mesopotamia, Amsterdam, 1959.
49
Oppenheim, A. L., “Mesopotamia in the Early History od Alchemy”, en Revue d’assyriologie, 60
(1966), pp. 29-45.
50
Trigger, B. G., "Los comienzos de la civilización egipcia", en Trigger, B. G., et allii, Historia del
Egipto Antiguo, Barcelona, Crítica, 1985, p. 60 (ed.or.: 1983).

20 
Historia del oro potable

descendientes directos del Dios-Sol Ra, lo que significaba que, así, adquirían sus
propiedades en el "otro mundo"51. No menos ocurría con el resto de la población, que
usaba collares y amuletos que servían de vehículo para los hechizos mágicos.

También en el Egipto Antiguo eran frecuentes las narraciones sobre bebidas


relacionadas con la inmortalidad y la longevidad, especialmente en los escritos
gnósticos y herméticos. En el Poimandres, un texto del Corpus Hermeticum52, aparecen
bebidas tales como al Agua de Vida (Aqua vitae), Aqua permanens o, ya el propio oro
potable. El uso combinado de la miel y el oro, que se dará a finales de la Edad Media y
en la Edad Moderna procede de todas estas asociaciones, algunas de las cuales
acabaremos de explicar en su lugar correspondiente. Y, por supuesto, el Sol. No se
concibe la civilización egipcia sin él. Todo su mundo, su cosmogonía y sus creencias,
sean del tipo que fueren, quedaron determinadas por el sol. Claro que no nos olvidamos
del Nilo. El sol rige la dualidad de los mundos, el día y la noche, la vida y la muerte. El
hades egipcio abajo y el Dios-Sol en lo más alto de Egipto.

Pero vayamos más despacio. A menudo se ha dicho que en Egipto no hubo lugar para la
Ciencia y que un conjunto de operaciones o de observaciones agrupadas en forma de
"arte" o conocimientos no podían ser vistas como el tipo de pensamiento inherente al
que hay en todo marco científico desarrollado por una civilización. Que se sepa que
había minas, que Nefertiti mandaba expediciones para buscar los mejores árboles de
canela en el África más profunda, o que la estrella Sirio ocupaba un lugar fundamental
en la astrología egipcia, no pueden conformar elementos a los que se llamaría
propiamente "Ciencia Egipcia". Esto es un grave error. Sí que hubo Ciencia egipcia, y
mucha. Aunque estamos ante el problema de querer ver todo tal y como pensamos que
debería ser a nuestros ojos. Los egipcios elaboraron una escritura nacida de lo que hoy
se llamaría "contabilidad aplicada a empresas". Una empresa egipcia era organizar y
controlar la construcción de una pirámide hasta su final.

Nosotros, nuestra Ciencia, si fuera vista por alguien totalmente ajeno, la vería
como el más puro arte de clasificar. No decimos qué es algo si antes no está clasificado.
Una nueva constelación, una nueva planta, una nueva especie. Todo está dentro de un
grupo que, quizás, pertenece a otro grupo más amplio, y así sucesivamente. Hoy día,
cuando los científicos dicen que un nuevo descubrimiento ha de ser visto con cautela y
que están a la espera de confirmaciones, lo que en realidad quieren decir es que lo que
han visto no está aún clasificado al cien por cien53.

Los egipcios también clasificaban, pero no como lo hacemos nosotros. Así, ellos
englobaban dentro de lo mismo a los metales, a sus aleaciones, a algunos minerales de
color o brillantes y a las piedras preciosas, algo que a nadie se le ocurriría en la
actualidad. Lo hacían porque a todos se les aplicaba un trabajo de cocción dentro de la
práctica del metalúrgico o del orfebre. Otras veces cambiaban esta forma de
clasificación y se acogían a una diferente. Por ejemplo lo hacían basándose en algunos
51
Kemp, B. J., El antiguo Egipto. Anatomía de una civilización, Barcelona, Crítica, 1992 (ed.or.: 1989),
309-312, 326, 328-329.
52
La datación del Corpus Hermeticum hay generado interesantes debates. Algunos de ellos se pueden
consultar en Barnel, M., Atenea Negra. Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica, Barcelona,
Crítica, 1993.
53
Hay que notar la importancia de la afirmación anterior. Para clasificar, la parte se desvincula del Todo
al que pertenece y pasa a integrarse en un sistema que, habitualmente, se considera como el Todo; pero no
es cierto, ya que la suma de las partes de un sistema no son iguales al Todo.

 21
Historia del oro potable

aspectos físicos. Así había elementos brillantes, o blancos, o duros... En alguna ocasión,
alguien hablaba sobre cuál era la relación, dentro de la terminología alquímica de los
conceptos "hidrargyros" y "litargyros". Ambos eran blancos. En última instancia, la
clasificación de los metales y minerales por los egipcios se basaba en algunas de sus
propiedades que les hacían parecer inalterables. Ya podemos ir pensando en que, con lo
dicho, en los egipcios, la idea del fuego como elemento transformador era muy
importante. La inalterabilidad, el brillo, la cocción... todo estaba relacionado con el
trabajo con el fuego.

Al trabajar con el fuego, ante los ojos de los alquimistas, lo inalterable dejaba de serlo.
Especialmente el vapor que se desprende, que es el producto más simple que se obtiene
tras someter un metal o un mineral al fuego alterador. Más adelante, desarrollando el
contacto con el fuego, se puede hablar de calcinaciones, cenizas, sales, etc. Pero la idea
de esencia y de tintura de los metales nace desde el primer momento entre los egipcios.
Sin embargo, la de un fuego purificador es anterior, muy anterior, tanto que no puede
ser precisada.

Se conservan en la Universidad de Leiden (Holanda) una colección de papiros egipcios


que se consideran como los textos alquímicos más antiguos conocidos. Su importancia
histórica, no sólo en la historia de la Alquimia, sino en la historia General, está lo
suficientemente demostrada. Los papiros de Leiden pertenecen a un fondo mayor, una
colección de antigüedades que se reunieron en la primera mitad del siglo XIX. El
promotor de esta colección fue el vicecónsul de Suecia en Alejandría. Está escrito en
lengua demótica, sucesora de la egipcia, y también transcrito al griego. Consta de una
serie de descripciones de palabras de materia médica y de Alquimia y fueron extraídos
de una tumba de la antigua e importante ciudad egipcia de Tebas, probablemente de un
mago54. Cuajado de ideas gnósticas, relacionando la astrología con las plantas y con el
estudio de las aleaciones metálicas, no contienen nada del oro potable, pero sí nos
ofrecen una excelente imagen de la trayectoria de la idea de tintura metálica, cuyo
soporte conceptual está hermanado con el del oro potable. Están concretamente en las
partes referentes al refinamiento del oro. No es que se centren exclusivamente en él, ya
que se describe cómo se emblanquecía el estaño o el cobre o se purificaba la plata, pero
aquí lo que nos interesa es el oro.

Sobre el oro, mencionan de ciertas prácticas artesanales, entendiendo artesanal como el


conjunto de operaciones realizadas por un especialista conducentes a la obtención de
ciertos productos y elaboradas con la ayuda de varios instrumentos. Así, nos explican
cómo se coloreaba, nos ofrece procedimientos para las soldaduras de piezas de oro y la
preparación del licor de oro. En cuanto a la Alquimia propiamente dicha, hay varias
cuestiones relativas a la transmutación de los metales, como la multiplicación del oro y
la tintura del oro. Mucho se ha criticado a quienes afirmaban que en estos papiros hay
evidentes connotaciones alquímicas, frente a otros que defienden lo contrario. Es difícil
de saber. Sobre todo porque quizás resulte que es a su contenido a lo que los antiguos
llamaron Alquimia y no a lo que nosotros solemos hacer, algo en lo que no se suele
reparar.

2.F Grecia

54
Datados hacia finales del cuarto o principios del tercer siglo a.c. y hoy conocidos como Leyden X y el
papiro de Estocolmo, cuentan con 250 recetas.

22 
Historia del oro potable

En cuanto a la técnica relacionada con la Alquimia, la destilación, los alambiques


descritos por los griegos sirvieron a los alquimistas para preparar lo que ellos llamaban
"aguas divinas", como la que hacían con azufre nativo y cal. De su unión se obtenía un
polisulfuro de calcio que atacaba a los metales muy rápidamente. Por ejemplo, el agua
de azufre, que tuvo un gran papel entre los alquimistas griegos. Después, este nombre
fue sucesivamente extendido a los líquidos destilados de toda naturaleza, como el
vinagre, las soluciones de ácido sulfuroso o ácido sulfúrico, los aceites esenciales y
cualquier tipo de aguas extraídas de las plantas.

Durante muchos siglos, la Alquimia, de donde emanó la idea del oro potable, dominada
por la filosofía de Aristóteles (356-323 a.C.). En realidad, no podemos comprender
cómo fue la Alquimia sino entendemos primero qué dijo nuestro filósofo. Bueno, dijo
muchas cosas, pero las que interesan aquí son las relacionadas con la teoría de la
materia. Es curioso que los alquimistas nunca pretendieron, ni con el más mínimo
esfuerzo, deslindarse de la idea de una materia universal. Para Aristóteles, todas las
cosas tenían como origen una materia primera. La misma no existía como tal, sino que
se pasaba de la potencia al acto mediante su plasmación bajo cualquier cosa que tuviera
forma. Así, la forma ha de ser entendida como la dureza, el brillo, el color, el peso… o
cualquier otra cosa capaz de dar tan sólo una propiedad a las cosas. De las formas se
originaban los cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego). Cada elemento estaba a su
vez compuesto por pares de cualidades. El fuego tenía dos, el aire otras dos y así todos.
¿Qué cualidades? Eran también cuatro: el calor, lo seco, lo frio, y, por último lo húmedo
o líquido.

Si hay cuatro elementos y cuatro cualidades y cada elemento tiene dos


cualidades, obligatoriamente han de compartirlas. En efecto, Aristóteles señaló que el
fuego tenía entre sus cualidades el calor y lo seco; el aire compartía el calor con el
fuego, además de tener lo líquido o húmedo; el agua compartía con el aire lo líquido,
además de tener lo frío y, por fin, la tierra compartía lo frio del agua y lo seco del fuego.
Esta característica del sistema aristotélico, la de compartir cualidades entre los
elementos con sus más próximos, se hacía de forma igualitaria, ya que en cada uno de
ellos predominaba una cualidad. El fuego era calor en primer grado y seco en segundo,
y así sucesivamente. La clave de la idea de transmutación de la Alquimia está en que
Aristóteles decía que ningún elemento es algo cerrado, inmutable e invariable. El fuego
podía convertirse en aire por medio del calor, el aire en agua por medio de la humedad;
el agua en tierra por medio del frío y la tierra en fuego por medio de la sequedad. No era
la única forma de cambiar que poseían los elementos. Si el fuego se desprendía de lo
seco y el agua de lo frío, se convertían en aire, o si el aire se desprendía del calor y la
tierra de lo seco, se convertían en agua. En realidad, en todo esto, lo que cambia es la
"forma", pero nunca la materia prima que constituye la base de cada elemento.

 23
Historia del oro potable

CALOR FUEGO SEQUEDAD

AIRE TIERRA

HUMEDAD AGUA FRIALDAD

Así, el alquimista avezado, sabiendo alterar proporcionalmente cada cosa, y sabiendo


cómo se ha de hacer, podría fijar su objetivo en su tarea. Para ello también se basaron en
las ideas aristotélicas. Sobre cómo se formaban los metales y lo minerales, decía que
había dos humores, vapores o exhalaciones, como queramos llamarlo, aunque el filósofo
no aclara si llegan a ser materiales alguna vez o no y simplemente son alguna especie de
espíritus. Una de las dos es vaporosa y la otra humeante. La vaporosa se produce
cuando el calor del sol sobre el agua hace subir el vapor de la misma. La otra, la
humeante ocurre cuando el calor del sol cae sobre la tierra seca. Podemos imaginarnos
esos días de calor sobre el asfalto visto a lo lejos, donde todo lo que hay encima de él
parece moverse. Esto es a lo que Aristóteles llamó exhalación humeante. También dijo
que una, la humeante es el origen de todos los minerales y la otra de todos los metales.
Los metales, pues, nacen a partir de una exhalación humeante que no puede salir y
queda aprisionada. La diferente presión originaría las diferentes clases de metales.

En la mitología griega, Ganímedes fue considerado el más bello de los mortales. Era el
hijo de Tros, un troyano, y de su mujer Calirroe, hija de un Dios fluvial llamado
Aqueloo. Su belleza hizo que Zeus le eligiera para trabajar en el Olimpo como copero
de la mesa donde comían. Sustituyendo a Hebe, Ganímedes pasó a servir a los dioses el
néctar y la ambrosía, las dos bebidas que, unidas, conferían la inmortalidad. A veces,
Zeus, recompensaba a los que se veían afectados de sus caprichos. Y esta fue una de
esas veces. Como sustitución por el servicio de Ganímedes, Zeus regaló a su padre,
Tros, dos cosas que nos llaman la atención: un corcel inmortal y una cepa de oro. No
tiene nada que ver este pequeño relato mitológico con el oro potable, pero en él se
encuentran prácticamente todos los elementos que lo caracterizarán: el agua como
elemento líquido, la inmortalidad y el oro.

Por su parte, la Ciencia griega concede un muy escaso papel al oro dentro de la
Medicina, ni Platón lo hace en la fábula del hombre-metal que diera en "La República".
Tanto Hipócrates, como Celso o Dioscórides daban al oro un papel puramente
pintoresco. Dioscórides dijo en su Materia medica que el oro debería apagarse en vino55.
Es curioso que, y según sus propias palabras, Dioscórides prefiera el vino al agua ya que
atrae mejor las virtudes del metal. Esta idea no era exclusiva del oro. Avicena, Pablo de
Egina y Aecio nos mencionarán en la Edad Media que si una Piedra de molino se apaga
en vino, éste mejora bastante. No olvidemos que en el período clásico griego, la química
metalúrgica era ejercida, exclusivamente, por esclavos. Transformar la materia era
indigno de los filósofos, debido al divorcio existente entre razonamiento y experiencia.
Por estos motivos, el artista del metal guardaba sus secretos, mientras que el filósofo
hacía lo mismo con las ideas.

55
Nacido hacia el año 460 a.c., Hipócrates tuvo tiempo para desarrollar una doctrina médica que se iría
conformando en los años porteriores, apareciendo nítidamente en el siglo IV a.c. En cuanto de
Dioscórines, romano,m vivió en el siglo I de nuestra era.

24 
Historia del oro potable

Pero no podemos descartar que la idea del oro medicinal perviviera dentro de la
Medicina popular, una compañera de viaje de la oficial que aún hoy sigue a su lado.
Pero volvamos a Plinio. En el capítulo 25 del libro 33 de su Historia Natural ve el oro
como un medicamento enérgico si se lleva como amuleto, lo que amplía las propiedades
mágicas de la Antigüedad que hemos repasado tan ligeramente. También describe un
preparado mediante calentamiento de oro con sal y una sustancia llamada "misy"
(probablemente pirita). No sabemos con certeza qué era el misy, pero ya aparece
enunciado en los papiros de Leiden y de Estocolmo.

Sin embargo, Plinio era de la idea de que el oro podía transmitir su "fuerza" a las cosas
que se quemaban junto a él en una vasija de barro. Y así nos propone quemar el oro con
algunos grumos de sal (el doble del peso del oro) y el mismo peso de esquisto que de
oro. No sólo eso, Plinio ya sabe que el alumbre negro puede purificar al oro. Con la
ceniza de este procedimiento de calcinación, al disolverse en agua podía curarse el
salpullido de la cara, las fístulas y las hemorroides.

Tampoco el afamado médico Galeno da ningún uso ni a la plata y ni al oro. Ya henos


hablado de la relación con el medio que hizo que durante siglos el hombre aceptó que
cada reino de la naturaleza estaba destinado a proporcionarle medios específicos para su
subsistencia. Muchos de estos medios eran usados, como también hemos dicho, de
forma instintiva.

Así, del reino animal tomaba todo lo que necesitaba como alimento, el reino vegetal
constituía la gran botica a la que podía acudir cuando se encontraba enfermo y el reino
mineral era la fuente de los venenos. Estos conceptos, asimilados por el médico Galeno
de Pérgamo en el siglo II de nuestra era, sentaron las bases de la farmacología racional,
practicada durante siglos en el occidente europeo. Dejamos de lado que Aristóteles
menciona en sus textos pseudográficos de la Edad Moderna al oro como medicamento y
de forma muy semejante a como lo hiciera después Avicena.

No hemos de desesperarnos tan pronto, ya que la continuidad histórica, al menos desde


el siglo VI antes de Cristo, está definida. Un griego, Nicandro de Colofón, médico y
poeta, de fines del siglo III a.C., escribió varias obras, muchas de ellas ya perdidas,
como suele ser habitual. Entre las que quedaron hay dos de tinte farmacéutico, como
Theriaca y Alexipharmaca. La primera de ellas, bastante general, trata de las heridas
causadas por animales venenosos, como el escorpión; la segunda es un complemento a
la anterior, dando mucho más detalles sobre venenos de los tres reinos. Al hablar de los
remedios contra el veneno de acónito, nos recomienda tomar agua en la cual se halla
sumergido un trozo de metal de hierro, o plata u oro. Así, una vez apagada la
incandescencia en que fueron sumergidos, el agua se ha de beber. Toda esta tarea, según
nos dice, también se puede hacer con miel. Es poco y parece seguir a Dioscórides, pero
ya tenemos un ejemplo de la consideración existente sobre la simpatía que se transmitía
de un metal a algo líquido. Esta consideración no debemos achacarla, en absoluto, a una
época concreta o a unas creencias particulares. Hay ideas que se insertan en una cultura
y se transmiten. Luego van siendo partes integrantes de la misma y suben al escalafón
de la cultura general humana.

En este recorrido cronológico realizado desde lo general hasta lo específico, desde


los estudios amplios, donde la alquimia se integra en la química, hasta los aspectos

 25
Historia del oro potable

exclusivos que le dan carácter propio, podemos ver cualidades que no son tratadas con
la debida profundidad en las del primer tipo. Por ejemplo, los espectos técnicos fueron
analizados por R. Pfister ya en 193556, los religiosos, por Charles A. Browne57 y los
filosóficos, los más importantes, por Arthur John Hopkins, quien concluyó que el
mencionado divorcio entre filosofía y química descrito por Hoefer, a pesar de existir
realmente, fue en la propia civilización griega donde murió, originando así la nueva
“filosofía de la naturaleza”58, tesis que más tarde sería rebatida por Mircea Eliade. No se
puede concluir sin mencionar algunos trabajos de conjunto que nos ofrecen excelentes
perspectivas generales acerca de toda la ciencia griega, cuya lectura es necesaria para
comprender el lugar que la alquimia ocupó en ella. Así, los profesores de la Historia de
la Ciencia Cohen e Israel Edward Drabkin (1905-1965), ambos rupturistas 59, publicaron
hacia finales de los años cuarenta varios trabajos de este tipo donde profundizan en las
raíces filosóficas de la ciencia griega, cambiando hábilmente de un nivel a otro sin
embrollarse60; aunque, a mi juicio, los de G.E.R. Lloyd son verdaderamente
imprescindibles para la comprensión de algunos conceptos que, más tarde serían
asimilados por la alquimia y para ver las raíces de algunas de sus bases de pensamiento
ya en la Edad Moderna61.

Mucho se ha escrito sobre el nacimiento de la Alquimia y aún parece que seguirá siendo
así. Un historiador italiano, G. Carbonelli decía que en ciertas láminas de carácter
mágico que aún se custodian en el Museo de las Termas de Roma aparecen evidentes
signos alquímicos, como los del fuego y los de la sublimación. Otro estudioso, Eisler,
fue más atrás y consideró que la Alquimia egipcia descansa sobre antiguos modelos
babilónicos62. Su apuesta fue, en su tiempo algo temeraria y enseguida hubo quien le
contestó, como Wilheim Ganzemüller, otro excelente historiador. Ganzemüller pensaba
que las recetas babilónicas en absoluto reflejaban referencias a la transmutación
metálica, por lo que consideró que llamar Alquimia a un conjunto de recetas de
esmaltes, o de piedras preciosas es empequeñecer el propio concepto de la Alquimia.
Prefirió, en cambio, conceder mucha, muchísima importancia a los aparatos de
destilación en la conformación, que no origen, de la Alquimia. Otra opinión fue la que
emitiera Forbes, más conciliador. Él decía que, en el proceso de formación de la
Alquimia se pueden ver varias influencias, en concreto tres. Por un lado la filosofía y la
tecnología desarrollada en el Antiguo Cercano oriente. De otro lado, los dogmas
filosóficos de las antiguas civilizaciones de India y Persia. Y, por último, ve un alto
componente de la filosofía y de la Ciencia griega.

Con todo, la civilización griega ha quedado para la posteridad, entre otras cosas, como
el cohete propulsor de la filosofía. Y dentro de esta actividad intelectiva del hombre,
56
Pfister, R., “Teinture et alchimie dans l’Orient Hellènistique”, en Seminarium Kondakovianum, 7
(1935), pp. 1-59.
57
Browne, C. A., “Rethorical and religious Aspects of Greek Alchemy”, en Ambix, 2 (1946), pp. 129-137
y Ambix, 3 (1948), pp. 15-25.
58
Hopkins, A. J., Alchemy, child of greek philosophy, Nueva York, Columbia University Press, 1934.
59
Los rupturistas son un grupo de historiadores que veían en la Edad Moderna aspectos tan diferenciables
de la Edad Media que no aceptaban prácticamente ninguna semejanza, en oposición a los continuistas,
que veían en el Renacimiento una prolongación de la Edad Media.
60
De los cuales es recomenable: Cohen & Drabkin, A source book of greek science, Cambridge,
Cambridge University Press, 1948.
61
Lloyd, G. E. R., Early Greek Science: Thales to Aristotle, Londres, Chatto & Windus, 1970 (ed. en
castellano: De Tales a Aristóteles, Buenos Aires, EUDEBA, 1977) y Greek Science after Aristotle,
Londres, Chatto & Windus, 1973.
62
Eisler, R. , “L'origine babylonienne de l'alchimie”, Revue De Synthese Historique, 12 (1961), 1-25.

26 
Historia del oro potable

hubo muchas opiniones que, en cierta medida, tendrán su reflejo en la idea de


universalidad con la que contará el oro potable. Más aún, no podemos descartar que,
además del aristotelismo, la Alquimia recogiera influencias de alguna parte del
pensamiento griego. Un grupo de filósofos bastante curioso, conocido generalmente
como los estoicos, consideraba que el mundo es una cristalización transitoria y con una
degradación progresiva que va desde el "éter" hasta la tierra grosera, desde la sustancia
pura, eterna y activa de Zeus. Y esto, para ellos, ocurría gracias a las propiedad que
tenían cada uno de los elementos de mezclarse íntima y totalmente con su elemento más
próximo. También hablaban de la existencia de una especie de "soplo de fuego", o
ígneo, o pneuma, que emanaba directamente del éter divino, que alentaba la vida y que,
con su actividad, distribuye la razón por todas las partes del Universo. De esta forma,
todas estas partes quedaban relacionadas entre sí, mediante una relación, o una simpatía
misteriosa y poderosa a la vez. Parece muy poético, pero no se pensaba de forma muy
distinta, con sus debidos matices, en el ámbito del hermetismo y el gnosticismo de las
escuelas griegas de Alejandría siglos después.

He aquí que nos hemos topado con otro problema: el del elemento primero y el del
devenir. Y digo devenir, porque para los griegos, el mundo no es algo estable ni
permanente, aunque tenga una causa, un origen y un motor único (o universal). Toda
una serie de pensadores abordaron este problema. Tales de Mileto, por ejemplo se
preguntaba cuál era el elemento primordial, concluyendo que sólo podía ser el agua.
Qué curioso, concuerda con el antiguo mito del océano generador de la vida. Si hay un
generador de la vida, podría haber también un regulador o potenciador de la misma. ¿Es
que están pensando en otra cosa que no sea el sol? Vaya, vaya... Oh! Sorpresa! El sol y
el agua juntos, como Agni... En efecto Tales, el de Mileto, vio en la humedad una fuente
de vida, un elemento fertilizador, cuya condensación originaba los cuerpos sólidos y su
evaporación el aire. Por supuesto, no se olvidó de decir que el aire es el elemento que
engendra al fuego. Tampoco fue el único. Anaximandro nos habló de una sustancia
infinita que se extiende, incluso más allá del Universo y en cuyo seno se forman los
mundos. Era una sustancia desconocida, una "supra-sustancia" que llamó apeirón, o sea:
infinito. Más tarde, el oro potable será visto como una quinta esencia, una supraesencia,
de infinitas virtudes. El apeirón de Anaximandro es infinito e indefinido, ilimitado e
indeterminado, es la inmensidad y es inagotable, es quien engendra y circunscribe a la
infinidad de universos ¡Qué sugestivo! Al menos a mí me lo parece, aunque me cuesta
imaginarme, al contrario de él, cómo sería ese caos donde pre-existen todos los
elementos. Otro "Anax", en este caso Anaxímenes vio y consideró que el elemento
universal era el aire; aunque él le llamó "principio universal". Para liarnos un poco más,
Heráclito dijo que nada de aire ni de agua. El fuego. El fuego era el elemento
primordial. Ni mucho menos faltaron otras opiniones y aún podemos ver que para
Jenófanes, ni fuego, ni tierra, ni agua, ni aire. Para él es el "uno" abstracto y absoluto
quien colma el Universo y se confunde con él y con Dios, quien explica, atención, la
inmutabilidad del ser y la sucesión de las apariencias. O dicho de otra forma, como se
expresará siglos más tarde John Dee, en el siglo XVI 63, la heterogeneidad de lo que se
nos presenta ante nuestros sentidos no es sino el signo evidente del monadismo que rige
todo. Parece mal poner en el mismo párrafo a alguien de la talla de Heráclito junto a
John Dee. Pero el segundo fue un excelente matemático, además de mago y el primero
podemos considerarlo como el rey del especticismo, ya que no daba validez a ningún

63
John Dee, considerado como el mago por excelencia de la Edad Moderna, reía en la unificación del
sabar, en el conocimiento único y en la expresión del Universo a través de la unidad o mónada.

 27
Historia del oro potable

experimento de los que se hacían entre sus seguidores si no era escrito en una tabla de
arcilla y, además, no llevaba ésta su propio sello. ¡Qué poco científico! ¿O quizás no?

El hermetismo

Hoy día se consideran como pilares de la historia de la Alquimia a Hoefer, Kopp,


Berthelot, Lippman o Stern, loos cuales desarrollaron su actividad en el siglo XIX. Sin
embargo, hemos de pensar que ellos no se remontan más atrás de los siglos II y III de
nuestra era. Fue el citado Eisler, allá en el año 1926, el primero que "osó" remontarse
hasta el siglo VII a.C. poco tiempo después de que se descubrieran las tablillas de la
biblioteca de Assurbanipal en Nínive.

Uno de los centros históricos de la expansión griega fue la ciudad de Alexandría en


Egipto, una factoría de mentes deseosas de conocimiento se ejercitaron allí. De entre sus
logros, destaca el Hermetismo.

El Hermetismo toma su nombre del personaje central, el dios egipcio Hermes-


Toth, el corazón del propio Ra, el dios que abre las puertas de la vida y de la muerte, el
que conduce las almas al Hades y el mensajero de los dioses. Como poco, tiene
atestiguada una inscripción en Esna, situada en el Alto Egipto, a comienzos del siglo III
a.C.64. De carácter abiertamente pagano, el Hermetismo, junto al gnosticismo y el neo-
platonismo, resultaron ser continuaciones directas de la antigua civilización egipcia. Es
más, esta civilización, aunque supeditada a las tradiciones cristianas y bíblicas en lo
referente a la moral y la religión, era considerado hacia el año 1600, el mismo en que
quemaron vivo a Giordano Bruno en Roma, el origen de la civilización y filosofías
griegas. Hermetismo, neoplatonismo y gnosticismo65 eran filosofías de “dos caras”, que
predicaban la superstición para las masas y el verdadero conocimiento 66 para la elite. No
obstante, este conocimiento “no era básicamente un conocimiento racional... podríamos
traducir esta palabra por intuición, pues implica el proceso intuitivo de conocerse a sí
mismo”.67

El hermetismo fue, sin duda, la primera de las tres escuelas que ejerció una
influencia decisiva en la formación de los otros dos movimientos, el gnosticismo y el
neoplatonismo. Hasta la aparición del helenismo romántico y del concepto de
“progreso” en el siglo XVIII, Egipto siguió estando presente en la Historia tras la caída
de su religión. Para el investigador del Hermetismo es una satisfacción encontrarse con
que se ha trabajado sobre él desde mediados del siglo XV hasta nuestros días.

También ha habido debates muy enriquecedores, especialmente referentes al origen de


la doctrina y los textos que la contienen 68. En común con la Alquimia, el Hermetismo
comparte su elitismo, su doble faceta (esotérica y exotérica), su creencia en una Causa

64
Derchain, M-T., “Noch einmal[Hermes Trismegistos]”, en Göttinger Miszellen, 15 (1975), pp. 7-10.
65
Para un católico, la gnosis es la primera gran herejía, manifestada hacia el siglo II d.C. Pero es el
necesario encuentro entre el anuncio evangélico y la cultura grecolatina, un injerto de esoterismo en la
joven planta cristiana.
66
Es decir: gnosis.
67
Pagels, E., The gnostic Gospels, Nueva York, Random House, 1979, p. xix.
68
Sobre la historiografía de los debates, ver el excelente estudio del sinólogo Martin Bernal, Atenea
Negra, las raíces afroasiáticas de la civilización clásica, Barcelona, Crítica, 1993, cap. 3.

28 
Historia del oro potable

última (deificada o evemerizada69) y en un procedimiento ascendente para conectar con


ella; también en una orientación jerárquica, unas leyes semejantes 70 y la no distinción
entre ciencia y religión. Pero, cuidado, como dice Festugière: “La alquimia de Hermes
no difiere en nada de la de Ostanes, la botánica astrológica, nada de la de Ptolomeo”. Es
decir, Hermes y el Hermetismo no aportaron tanto como se cree a las bases
conceptuales de la Alquimia, a pesar de ser uno de sus pilares. Sí, en cambio, prestó su
nombre a las inspiraciones de muchos autores posteriores. “No hay un ocultismo
propiamente hermético”, nos vuelve a decir Festugière71. Para este estudioso72, como
para muchos otros, la unión doctrinal ciencia-religión se llama “ocultismo”73.

De todos los alquimistas alejandrinos, quizás sea Zósimo el más conocido.


Trabajaba en su laboratorio hacia el año 300 de nuestra era. También puede
considerarse como el más influyente de su tiempo en cuanto a la configuración de la
idea que se tendrá del oro potable y de la quinta esencia siglos después. Sólo tenemos
que leer lo siguiente para comprobarlo, cuando habla del "agua divina":

"He aquí el gran y divino misterio, la cosa buscada por excelencia. Esto
es todo. Dos naturalezas, una sola esencia; porque una de ellas entraña y domina
a la otra. Esta es la plata líquida, el andrógino que está siempre en movimiento.
Es el agua divina que todos ignoran. Su naturaleza es difícil de entender: porque
no es ni un metal, ni agua, ni un cuerpo. No se la puede dominar, es el todo en el
todo; tiene el aliento de la vida. Quien entienda este misterio tiene el oro y la
plata."74 (les origines, 178)

A modo de conclusión, en este repaso al oro en la Antigüedad, no podemos dejar de


hablar de un aspecto poco tratado. Muchas veces el oro se presenta bajo aleaciones. No
en vano se han hecho análisis de multitud de piezas encontradas en todo el mundo
antiguo que lo demuestran. El "electrum", por ejemplo, es como se llamaba al oro
aleado con plata, llamado también "oro blanco" por Herodoto 75. El "bronze corinto" de
Plinio76 era una aleación de oro, cobre y plata. Todas estas aleaciones, y en sus
diferentes proporciones, hacían que una amplia gama de colores se mostraran a los ojos
de auqellos hombres, desde el casi platreado, hasta el rojizo, todo contenía oro,
generando a su vez otros resultados estéticos, ya que fueron apreciados por los artistas.
69
La figura de Hermes fue evemerizada en el Islam al identificarse con el profeta Idris. Se le consideraba
el héroe cultural que había inventado todas las artes y las ciencias, en especial la Astronomía, Astrología,
Medicina y Magia.
70
Como, por ejemplo, la de las correspondencias.
71
Festugière, A. J., op. cit., Vol. I, Conclusión.
72
Fue, en 1950, director de la francesa École des Hautes Études.
73
Desde hace unos veinte años ha aparecido una nueva tendencia desde algunos científicos que comparten
esta idea. En general vienen a decir que, tras la imposibilidad de ofrecernos una conclusión definitiva y
ontológica sobre la realidad última, no se debe desdeñar ninguna posibilidad. Stephen Hawkins es el
ejemplo paradigmático. En su Historia del tiempo flirtea con la idea de Dios. Más aún, como hacían
cuatro siglos antes los alquimistas, relaciona lo más grande con lo más pequeño, incluso en un mismo
párrafo. También comparte esta idea el físico norteamericano Charles Hard Townes, quien estableció el
principio teórico del láser en 1958, al pensar que “la regularidad de la Naturaleza es el reflejo de un
diseño inteligente”, o Francis Collins, un prestigioso genetista, que no ve ningún conflicto en asociar la
idea de la evolución con la de un dios creador.
74
Receta reproducida por Marcellin Berthelot en Les origines de l'Alchimie, París, G. Steinheil, 1885, p.
178.
75
Herodoto, I, 50.
76
Plinio, HN, IX.139., XXXIV. 5-8 y XXXVII.49.

 29
Historia del oro potable

No sólo eso. Forbes incluso afirmó que esta gama de colores fue algo muy importante
en la filosofía de los primeros alquimistas coptos y de sus predecesores, los joyeros y
artesanos de Egipto77. Y dijo esto porque, basándose en los papiros de Leiden, de los
que ya hemos hablado, afirma que sus autores lo que hacen es intentar reproducir estos
efectos cromáticos del oro, tal y como se demostró en el caso del experimento hecho
con la máscara de Tutankamon78. Pero, en fin, también hemos dicho que quizás esos
fueran los verdaderos alquimistas y no esos a los que nosotros nombramos así, quién
sabe.

77
Forbes, R. J., Metallurgy in Antiquity, Leiden, Brill, 1950, p. 153-154.
78
Wood, R. W., "The purple gold of Tutankhamûm", en Journal of Egyptian Archaeology, XX (1934),
62-65.

30 
Historia del oro potable

3
La Edad Media

3-A ¿Pero, qué fue lo que pasó en la Edad Media?

Antes de abordar lo que ocurrió en la Edad Media, quizás fuera mejor dejar aclarados
algunos puntos para que, no por ser más conocidos, se comprendan adecuadamente. Lo
que se entiende generalmente por Alquimia en la actualidad tiene situada su
configuración en grandes personajes medievales. Así, Alberto Magno (1193-1280),
Arnau de Vilanova (1245-1313), Ramon Llull (1235-1315) o Juan de Ruspescissa (ca.
1328-ca. 1365) son algunos de los que hablaremos obligatoriamente. Sin embargo, las
palabras de estos clásicos se parecen muy poco a la de los alquimistas greco-
alejandrinos. Mientras, como se verá más adelante, ya en el siglo VIII los árabes eran
unos "expertos" alquimistas, mientras que desde Bagdad a Andalucía se praticaba y se
filosofaba sobre la Alquimia, y mientras ambas cosas se introducían en el mundo
cristiano occidental mediante la atracción que supuso para todos los europeos, el legado
alejandrino parece disolverse casi por completo. Sólo la figura de Hermes y un
hermetismo que vadeó los caminos de la Edad Media y que no sabemos si fue bien o
mal entendido en la Edad Moderna pervivieron siglos después79. Curioso fenómeno que
altera la continuidad que se le pretende dar a la Alquimia. Es difícil sostener que todo
un aparato de conocimientos prácticos, el de la Alquimia del Papiro de Leiden, por
ejemplo, sustentado por un marco conceptual anexo, el hermetismo, pueda suponer una
especie de autopista alquímica que fue atravesando el tiempo desde el pasado hasta el
presente. Por supuesto que hay semejanzas, pero las diferencias abundan mucho más.
Todo esto necesita, pues de una explicación, ya que, sin ella, no podremos entender el
porqué del devenir histórico del oro potable. hemos dejado la influencia del hermetismo
en el capítulo que dedicamos a la Edad Moderna. Veámos qué es lo que tenemos.

En primer lugar, está bastante claro que la Alquimia griega, la de los faraones de las
últimas dinastías, es eminentemente práctica, que los egipcios, sus antecesores en el
tiempo, trabajaban con el objetivo de satisfacer una demanda comercial y una moda
estética generada en torno a las diferentes posibilidades cromáticas del oro. En
principio, no contenía ningún precepto, ni ideológico ni filosófico, que, a modo de guía
de trabajo, orientaba la labor de los artesanos y orfebres tardo-egipcios. Hermes, sin ir
más lejos, no fue quien orientó la forma de alear más o menos el oro con la plata en la
máscara de Nefertiti. Pero sí que apareció un campo de pensamiento posterior. Se dio en
la Alejandría helenística y supuso que la Alquimia recibiera una cobertura de
pensamiento. No fue la única que recibiría y, a nuestro entender, no fue la única que
pudo determinar la orientación dada posteriormente al oro potable.

En segundo lugar, quizás la característica más notoria de la Alquimia medieval sea su


omnnipresente orientación a la consecución de un elixir de la inmortalidad 80. Este
elemento ha generado una multitud de investigaciones que han pretendido esclarecerlo.
Ya hemos dejado establecido que, desde una Alquimia eminentemente práctica, la
aportación del hermetismo a la Alquimia, más que algo práctico, fue la de envolverla en

79
Cuando digo si fue bien o mal entendido me refiero a que no sabemos exactamente en qué consistieron
las diferencias y las semejanzas entre en hermetismo greco-árabe y el renacentista.
80
Sobre esta cuestión, es indispensable leer el artículo de Michela Pereira "Teorie dell'elixir nell'alchimia
latina medievale", Micrologus, 3 (1995), 103-148.

 31
Historia del oro potable

un hálito de conocimiento no directamente accesible a todos, selectivo y elitista, como


el propio Hermetismo. Ahora, lo que se añadirá será una orientación hacia la búsqueda
de un elixir capaz de proporcionar la inmortalidad o, en su defecto, la salud ad omni
tempore.

Sin embargo, con los componentes dados, cuesta imaginar que de ellos puedira
generarse en la Alquimia árabe algo semejante. Fue Joseph Needham el primero que dio
la idea de que esta orientación de la Alquimia hacia la investigación del elixir fue
motivada por la relación surgida de los contatos entre árabes y chinos. Tampoco hay
duda sobre esto para su principal seguidor, el famoso vástago de Needham Fabrizio
Pregadio. Ambos son vistos como unas grandes autoridades en esta cuestión. De hecho,
Pregadio ha sido el primero en traducir al inglés desde el chino tradicional, casi nada, el
Libro de los nueve elixires chino. Para Needham y Pregadio, la noción de inmortalidad
alquímica, pues, fue absorbida, por el Islam ex loco, de la cultura taoista. Durante el
siglo VII y primera mitad del siglo VIII se produce el momento de máximo apogeo de
dos grandes imperios: el Islam y la China de la dinastía Tang. Los contactos culturales
entre ambos, el intercambio de ideas, se vio favorecido por las conexiones establecidas
con los pueblos del Asia Central, a través de las rutas que partían de la India y de
Oriente Medio.

Nosotros, todo hay que decirlo, pensamos que la postura de Michela Pereira es más
razonada. La mejor investigadora de la alquimia medieval, junto a Chiara Crisciani,
ambas amigas, defiende la idea según la cual, una vez llegado y asimilado el concepto
de inmortalidad procedente de Oriente, el Islam uvo capacidad para desarrollar uno
propio. Bien que fuera emanado del oriental, pero no el mismo con algunos retoques
añadidos. Sí ocurrió así en el concepto de inmortalidad que fuera asumido y
desarrollado en el mundo cristiano desde el árabe. Si bien todo ha quedado en el aire,
hay que ver si dentro del mundo árabe hay algo que pueda ser capaz de generar una idea
de inmortalidad humana. Y quizás no la haya como tal, pero sí que existen algunos
conceptos e ideas que puedan hacernos pensar en algo semejante. Para el musulmán, del
respeto a los mayores es algo básico en su cultura, como también lo es el respeto a sus
hijos. En la vida cotidiana musulmana existe la idea que el mundo que nos rodea no es
pertenencia nuestra, sino de nuestros futuros hijos, de sus próximos habitantes. Digamos
que nosotros, mientras vivimos, somos depositarios de un patrimonio que será
disfrutado alguna vez. Por tanto, hemos de cuidarlo y entregarlo, de mejorarlo y
vigilarlo, todo porque no es nuestro, porque nosotros somos sus gestores y, según el
Corán, se nos podrán pedir responsabilidades en caso contrario. Este modo de vida
genera un encadenamiento que hace que los futuros "gestores" admiren la labor de
nuestros antepasados, de nuestros ancestros, y, así, la puedan imitar, y puedan reflejarse
en ella. En cierto modo, hay algún componente de inmortalidad en todo esto. Además,
tanto en el Islam, como en el Cristianismo, la idea de inmortalidad está bien distinguida
de la de eternidad. Sólo Dios es eterno, sólo Dios no tiene principio yno tendrá fin. En
cambio, el hombre tuvo un porincipio, pero no tiene fin, en tanto que es la "obra de arte"
de su creador, de Dios.

Así que, en la Edad Media cristiana, de pronto, se empieza a hablar de una Alquimia
totalmente inédita, distinta. Ahora, el alquimista es, además, un filósofo de la
naturaleza. Este filósofo ha de ser visto como un seguidor de una compleja disciplina,
cuya parte teórica sustenta a la práctica. Entramos así en el tercer elemento que define a
la Alquimia medieval: la conexión de la Alquimia con un tipo de filosofía, la natural, se

32 
Historia del oro potable

realiza través de una parte muy concreta de esta última. Y esa conexión es la
astrología81. Ya la Tabla de esmeralda el texto alquímico por excelencia, atribuido a
Hermes, dejaba asentada esta relación. Así fue como la destilación, una operación
totalmente operativa y humana, hacía corresponder lo superior con lo inferior,
simulando el acto creador divino y se veía como el mejor ejercicio para corroborar que
hay relación entre lo de arriba y lo de abajo. Al menos, así lo entendió en el siglo XII
Hugo de Santalla en la traducción al latín del texto árabe de Umar, de carácter
astrológico, Liber trium iudicium82. También es una constante en la Edad Media el
intercambio entre la Medicina y la Alquimia83.

De mano de las teorías médicas de Galeno, el galenismo, las boticas contaron con un
gran número de polifármacos, medicamentos elaborados a partir de numerosos simples
o partes vegetales con poder terapéutico demostrado, buscando potenciar la acción
moderada de los principios activos procedentes del mundo vegetal. Estos polifármacos,
denominados compuestos, junto con los simples, constituyeron el grueso de los libros de
recetas medievales.

En la Baja Edad Media, y como resultado del intercambio cultural entre los reinos
cristianos y los invasores árabes asentados en la Península Ibérica, comienza a gestarse
el embrión de lo que se ha denominado medicina química, que hunde sus raíces en la
alquimia, y que se presentará como una alternativa a la terapéutica galénica oficialmente
establecida. A partir del siglo XIV se observa cómo la primera comienza a tomar dos
senderos que se alejarán progresivamente en los siglos subsiguientes. Por un lado,
continúa desarrollándose la parte más espiritual, encaminada a la obtención de la piedra
filosofal, como una forma de conseguir el conocimiento supremo y alcanzar un nivel
supranatural de existencia. Por otra, los fundamentos prácticos de la alquimia se
comienzan a aplicar en la elaboración de medicamentos.

La introducción de ancestrales prácticas alquimistas a la preparación de medicamentos


tiene sus inicios en la cultura filosófica occidental de los siglos XII a XIV 84, sufriendo
un proceso evolutivo a lo largo de los siglos, que concluirá a mediados del siglo XVI,
tras la publicación de numerosos tratados que difundirán estas nuevas técnicas e
incluirán a la destilación como un recurso más dentro del arte de preparar
medicamentos85. La aparición de Paracelso (1640-1541) marcará un punto de inflexión
en la aplicación de la vertiente terapéutica de la alquimia. Serán numerosos los médicos
y boticarios interesados en conjugar la alquimia paracelsiana con la medicina. Surgirán
numerosos tratados, obra de espagiristas, dedicados a ofrecer un orden en los principios

81
Crisciani, C., "Heavens to Earth. Fron the Tabula Smaragdina to the alchemical Fifth Essence" en
Micrologus, I (1993), 130-144.
82
Burnett, C., "The astrologer's assay of the alchemist: early references to alchemy in Arabic and Latin
texts", Ambix 39 (1992), 103-109.
83
Crisciani, C., "Alchemy and Medicine in the Middle Ages", en Bulletin de Philosophie médiévale, 38
(1996), 9-21.
84
PEREIRA, M. (2001), “Elixir Vitae. Los orígenes de la farmacología alquímica”, en: PUERTO
SARMIENTO, F.J.; ALEGRE PÉREZ, M.E.; REY BUENO, M. y LÓPEZ PÉREZ, M. (coords.), Los
Hijos de Hermes. Alquimia y espagiria en la terapéutica española moderna, Madrid, pp. 93-114.
85
FORBES, R. J. (1970), A Short History of the Art of Distillation, Leiden, pp. 99-184; MULTHAUF, R.
(1956), “The Significance of Distillation in Renaissance Medical Chemistry”, Bulletin of the History of
Medicine, 30, pp. 329-346; MULTHAUF, R. (1966), The Origins of Chemistry, London, pp. 201-236 y
DEBUS, A. G. (1977), The Chemical Philosophy: Paracelsian Science and Medicine in the Sixteenth and
Seventeenth Centuries, New York.

 33
Historia del oro potable

alquímicos para que pudiesen ser aplicados a la medicina86. En la pradera del galenismo,
de pronto se vieron nacer unas florecillas extrañas, a modo de medicamentos distintos a
los convencionales.

Cabe recordar que cuando se habla de Alquimia de orientación farmacológica, en los


textos de origen alquímico no se explica nada en términos fisiológicos, y menos aún,
cómo puede afectar la virtud oculta de algún medicamento e influir en la estructura
íntima del organismo. En el lado contrario, en los textos médicos, o de orientación
médica, no aparece nunca reflejado qué tipo de tratamiento ha recibido el medicamento
elaborado con oro. Para ambos casos encontramos una causa común. Ni los alquimistas
desearon ser atacados por los médicos como carentes de una docencia médica, la que
ellos seguían, como el galenismo, ni los médicos querían hacerse pasar por ignorantes a
los ojos de sus lectores, en cuestiones de Alquimia. De aquí la dificultad de algunos
textos de los siglos XIV y XV en los cuáles aparecían la voluntad de recorrer la
distancia que pudiera separar ambas disciplinas, reduciendo el problema de la
ignorancia mutua.

3-B La teoría del elixir universal

La búsqueda de una medicina universal en el mundo cristiano, capaz de curar cualquier


enfermedad y preparada por métodos de origen alquímico, surge a mediados del siglo
XII y se introduce en Occidente a través de la asimilación escolástica de la alquimia
árabe. No era la primera vez que se enunciaba una teoría semejante. En los primeros
siglos de nuestra era los alquimistas chinos intentaron elaborar una droga de la
inmortalidad por medio de la transmutación de sustancias químicas. Esta droga o elixir,
llamado elixir del retorno, se obtenía tras devolver las sustancias de partida a su
condición original, a través de la repetición de operaciones cíclicas. La dinastía Tang,
en su máximo período de apogeo (siglos VII-VIII), favoreció esta transmisión cultural,
gracias a los contactos que establecieron con otros pueblos de Asia Central,
especialmente el emergente imperio islámico, a través de las rutas que partían de la
India y de Oriente Medio y que facilitaban la circulación de ideas 87, como ya hemos
visto antes. Otros autores consideran y dan más relevancia a otras vías de entrada más
cercanas, fundamentalmente las procedentes de la alquimia babilónica y egipcia, que
también se habían planteado la posible transmutación de la materia hacia un estado de
pureza total88.

Así pues, la tradición alquímica llegó a la Europa medieval gracias al Islam, en un


proceso iniciado en el siglo XII a través de diversas vías de entrada, la principal de ellas
la Península Ibérica, y mediante la obra de traductores y recopiladores encargados de
verter al latín y reagrupar los principales textos alquímicos árabes 89. Ya a finales del
siglo XII la lectura de los textos alquímicos árabes llegó a introducir en la filosofía
natural latina la idea cosmológica (una variedad de la de Aristóteles) según la cual hay
una sustancia sutil que genera los cuatro elementos.

86
LÓPEZ PÉREZ, M., “La influencia de la alquimia en la terapéutica moderna: los protagonistas”, en:
PUERTO et al. (coords.), 2001, pp. 117-158.
87
NEEDHAM, J., Science and Civilisation in China, Cambridge, 1954.
88
ELIADE, M., Herreros y alquimistas, Madrid, 1974.
89
CARUSI, P., "Teoria e esperimentazione nell'alchimia medioevale nel passaggio da Oriente a
Occidente", en: La diffusione delle scienze islamiche nel Medioevo europeo, Roma, 1987, pp. 355-377.

34 
Historia del oro potable

El origen griego de la Alquimia árabe no parece ofrecer ninguna duda. Es más, hubo
quien aseguró que muchos escritos alquímicos árabes no son sino traducciones de libros
y textos griegos y coptos. La asimilación de muchas palabras, o las citas de los
alquimistas alejandrinos Pseudo-Demórito o Zósimo son también buenos ejemplos. Es
aquí donde empieza a construirse y a calibrarse lo que será la base futura del oro potable
tal y como llegue a la Edad Moderna.

Por otro lado, la difusión de la Alquimia en el Califato cordobés parece un hecho


contrastado ya hace tiempo. También aquí aparecen elementos cuya sombra se
proyectará a lo largo de los siglos venideros. Ello es notable en cuanto a la existencia de
lo que podríamos llamar una química práctica y la Alquimia propiamente dicha 90, con
una relación semejante de la astronomía con la astrología 91. Las prácticas más simples
de los medievales andalusíes fueron la destilación, la sublimación y la copelación,
usados generalmente con el fin de amalgamar sustancias de origen mineral. Ante
aquéllos que pueden pensar que no existía una química práctica y que todo era Alquimia
hemos de recordar que algunos procedimientos de copelación, en los cuales se extraía
oro y plata de aleaciones que a su vez contenían otros elementos de muy baja calidad,
tuvo una importancia tremenda en la economía del mundo musulmán de aquellos años.
No obstante la idea de espíritu fue una de las más desarrolladas, tanto que llegó al punto
de inundar cualquier atisbo de la posterior Alquimia cristiana, pudiéndose afirmar, sin
temor a equivocarnos, que cualquier indicio de la Alquimia cristiana debe todo a la
alquimia medieval musulmana. De entre los espíritus más conocidos entre los
andalusíes, están los conocidos como los "siete espíritus", a saber:

El azufre, alcrebite en castellano antiguo y al-kibrit en árabe


La sal amoníaca, almocrate en castellano antiguo y al-nusadir en árabe
El óxido de cinc, atutía en castellano antiguo y al-tutiya en árabe
El arsénico, o azarnefe en castellano antiguo y al-zirnikh en árabe
El azogue, mercurio en castellano antiguo y al-za'uq en árabe
La magnesia, del mismo nombre en castellano antiguo y sin traducción al árabe
La marcasita, marqashita en árabe.

Lo mismo ocurría con algunos de los útiles de destilación, como el alambique (al-imbiq
en árabe), la ampolla (alcolla en castellano antiguo y al-qulla en árabe), la alquitara (al-
qitara en árabe) o el aludel (al-'utal en árabe).

Así pues, como podemos ver, están todos los elementos necesarios y dispuestos a
generar la Alquimia cristiana92. Está el concepto y uso de espíritus, está la técnica y los
instrumentos y está, también, un contacto intercultural que sería lo más propicio para el
auge de la Alquimia en el occidente cristiano. Pero antes de ello hemos de saber si el
legado que estaba dispuesto a ser traspasado era algo sustantivo, concreto y con un

90
Por ejemplo, aquél que trabajaba para la elaboración de un cosmético, supongamos que hecho a base de
azogue es diferente del alquimista que trabajaba con azogue, ya que la intención final del último era la
Piedra Filosofal y no un cosmético.
91
A este respecto: Vernet, J., Lo que Europa debe al Islam de España, Barcelona, El Acantilado, 1999,
234-243
92
Quizás se use entre los historiadores muy alegremente el término de alquimia cristiana. Generalmente
son dos las acepciones más utilizadas. Una, la que nace directamente de la alquimia medieval árabe y que
se desarrolla inicialmente en España y algo menos en Italia. La segunda es la que incluye a todo el acervo
de figuras medievales como Ramón Llull, Arnau de Vilanova, Rupescissa…

 35
Historia del oro potable

carácter original. Según Maurice P. Crosland93, el legado no fue todo lo excelente que se
pudiera pensar en un principio. La propia mecánica de la transferencia existente
entonces dificultaba el traspaso limpio y nítido de las ideas. La transmisión alquímica,
según Crosland, estaba llena de errores en la copia y traducción de textos alejandrinos y
griegos, especialmente en cuanto a la semántica se refiere. Esto llegaría a provocar que
un término alquímico se confundiese sin saber si en su uso, se estaban refiriendo al
objeto o a la idea del objeto, como ocurrió con el concepto del alcohol. Esta teoría, por
cierto, no es del todo rechazable, ya que se aprecia la existencia de esa dualidad de la
Alquimia desde las traducciones árabes del griego. Si a éstas le añadimos que ocurriera
lo mismo con las traducciones al latín desde el árabe, podremos comprender fácilmente
que la transmisión sufrió de muchas, bastantes, incorrecciones. Ello no implica, por su
parte, que hubiera lectores capaces de entender otras escrituras y que llegaran a captar la
idea original perfectamente.

3-C Los árabes nos orientan por el camino.

En concreto fue Geber (765-815) quien dio un gran impulso a toda la alquimia árabe.
Escribió de forma muy clara sobre ella y siguió las doctrinas aristotélicas. Bueno, no
sólo Alquimia, también, entre las más de 500 obras que se le atribuyeron, había palabras
de matemáticas, astronomía, astrología y música. Como otros contemporáneos, Geber se
dedicó a la investigación científica, actividad que prescribe explícitamente el Corán.
Entre otras cosas, describió la cristalización como medio para purificar los preparados
químicos, varios métodos para obtener el ácido sulfúrico, el ácido nítrico, el nitrato de
plata, el cloruro amónico, el arsénico y el vitriolo de hierro. En la parte alquímica, sus
investigaciones le llevaron a realizar aleaciones (de mercurio con oro, plata, plomo,
estaño y cobre), óxidos y enlaces entre metales (principalmente mercurio) y azufre. Pero
sus métodos destacan por sentar las bases de la química experimental ya que observaba
el desarrollo de las reacciones químicas en unas condiciones establecidas
artificialmente, variando de forma arbitraria los parámetros y siguiendo los efectos que
dichas modificaciones generaban. O sea, en lenguaje alquímico, procesos de
sublicación, calcinación, destilación, congelación, etc.

Entre las diversas vertientes interpretativas de la alquimia (metalúrgica, espiritual y


terapéutica) destaca la llamada alquimia del elixir, destinada a la obtención de un
fármaco perfecto, y sería Geber quien impulsara la misma, posiblemente desde Sevilla,
donde murió. Este concepto alquímico sustituye al mito de una planta maravillosa o una
bebida de inmortalidad, mito atestiguado desde la más remota antigüedad en todos los
pueblos europeos. El elixir era, pues, una novedad en Occidente sólo en la medida en
que se identificaba con la obra alquímica y la piedra filosofal.

Frente a lo descabellado de la teoría, desde presupuestos científicos actuales, la idea de


un fármaco perfecto tenía sólidas bases filosóficas en el momento de su concepción. La
ciencia griega consideraba que el origen del universo estaba en un material incorruptible
conocido como argentum vivum, que se desglosó en una parte fina, formadora de los
cuerpos celestes, y una parte basta, que evolucionó hasta conformar los cuatro
elementos formadores de los cuerpos terrestres. Lo que diferenciaba los cuerpos celestes
de los terrestres era la presencia de un quinto elemento incorruptible, que Aristóteles
denominó éter y que era el mencionado argentum vivum.
93
Crosland, M. P., Historical Studies in the Language of Chemistry, Londres, 1962, 6-14.

36 
Historia del oro potable

Una de las novedades de Geber fue que desestimó la influencia de la posición de los
astros a la hora de la producción de los metales por parte de la Naturaleza, al contrario
de lo que hiciera Zósimo. Para él, es imprescindible conocer las sustancias, los espíritus
volátiles que nos llevarán a obtener un agua divina y nos hará que nos encontremos con
los aparatos de destilación que usara Zósimo. Por tanto, como era de esperar, hay una
continuidad en las ideas entre la Alquimia griega y la egipcia que no podemos ignorar,
como tampoco podemos hacerlo con la línea que va desde el elixir, el agua divina, los
espíritus y el oro potable. Otra de las aportaciones de Geber es la descripción
sistemática que hace de las operaciones (destilar, evaporar, coagular, etc.) que será
largamente utilizada por toda la Alquimia posterior. Aunque ya existió algo parecido
entre los alquimistas griegos, Geber aumentó la claridad en la exposición y una
metodología que sería asumida, sin que sepamos del todo bien por qué causas, durante
muchos siglos después.

No sólo eso, la descripción que hace de los metales sería copiada mucho y por muchos.
Para Geber, los metales son distintas formas de sus esencias, a las que llama azufre,
mercurio y arsénico. Sobre el oro, dice que está formado por un mercurio purificado y
unido a una parte de azufre. Aunque para él es puro, ello no le impide afirmar que aún
puede ser sutilizado, gracias al trabajo de sus materias quintaesenciales, que son las tres
que acabamos de mencionar.

Estas materias son mucho más sutiles y ligeras que sus homónimas y vulgares que todos
conocemos. Cuando se habla del mercurio que da la perfección a los metales no es el
mercurio común, cosa que ya hemos podido imaginar, sino alguna sustancia que hemos
extraído de él. Incluso llamó a la Piedra Filosofal un "espíritu perfecto". Geber, por
ejemplo, obtenía la sal amoníaco por putrefacción y maceración de fibras textiles,
mientras conseguía el ácido clorhídrico calcinando sal común, producto que llamaba
"espíritu de a sal". casi se podría afirmar que fue Geber, y no los alquimistas
alejandrinos, quien creó el concepto de Piedra Filosofal94.

En ese mismo período se reavivó el interés por los principales textos de la literatura
hermética. La idea de que en Egipto se hallaba un poderoso centro de magia siguió viva
tras la conversión al cristianismo de la Europa Occidental. Los pensadores cristianos
readaptaron las doctrinas egipcias convirtiéndola en filosofía y atribuyeron a Hermes
Trimegisto, versión griega de Thot, dios egipcio de la sabiduría, una serie de textos
escritos en la última época de la religión egipcia. Durante los siglos XI y XII se reavivó
el interés de los pensadores medievales por la magia y la astrología hermética,
circunstancia que favoreció el acercamiento a una cosmología diferente de la
aristotélica, forzosamente presocrática, basada en la teoría de la materia, y que iba a ser
fundamental para el devenir de la llamada alquimia del elixir.

Ya sea en España o en Mesopotamia, los árabes se dedicaron con mucho ardor a la


Alquimia y obtuvieron un buen número de productos que culminarían en el oro potable.
Por ejemplo, fabricaron el alcohol, el agua fuerte o el aceite de vitriolo.

94
La Piedra Filosofal es el resultado final de la Gran Obra alquímica. Generalmente se le atribuye un
color rojo, unas veces cristalina y otras oleosa. Su finalidad es la de trasmutar en oro, aunque también
cura. Esto la diferencia del concepto de Medicina Universal, que parece más destinado únicamente a
curar. No obstante, cuando el alquimista pretende hacer la Medicina Universal, sabe que está en el buen
camino si antes hace la prueba de trasmutar en oro.

 37
Historia del oro potable

Pienso que la mayor aportación árabe a la Alquimia fue que dejaron algo de lado las
especulaciones de orden filosófico, ya asentadas desde Grecia, para adentrarse en el
impresionante mundo de las operaciones prácticas, en el de jugar con la genética de los
metales, con sus afinidades y diferencias. Esto es algo maravilloso. Nunca el hombre se
ha podido desprender de un sueño, el mismo que le acompaña durante su existencia a lo
largo de miles de años: Hay una unicidad que subyace detrás de toda la variedad de
cosas que observamos, hay algo en común a todas las cosas. Los alquimistas, en esto, se
parecen a cualquier hombre que mira a su alrededor, cosa que hacemos todos. En cierta
medida, y en este punto, todos somos un poco alquimistas. Lo único que no se le puede
negar al hombre es su capacidad de mirar, de ver, de oir. Ya vendrá más tarde la tarea
de comprender, que también decían ellos haber completado. Y, por último, llega la de
intervenir. Estas tres cosas (ver, comprender e intervenir) son el resumen de toda
actividad humana. Sembrando según los ciclos el hombre ha visto, ha entendido y ha
intervenido. ¿Qué diferencia esto de los alquimistas? Pues que ellos, algunos tan sólo,
decían haber acabado el camino, habían visto todo lo necesario para entender todo y,
luego, habían intervenido habiendo logrado alcanzar y obtener la unidad, al menos en el
reino mineral.

Según la teoría del elixir universal, todo procedía de una sustancia original, homogénea,
que a través de procesos varios había dado lugar a los cuatro elementos. Este quinto
elemento incorruptible se hallaba en todos los organismos terrestres, dado que era el
precursor de los cuatro elementos corruptibles. No se tiene conocimiento cierto de quién
enunció esta idea por vez primera, pero ya aparece descrita en 1220 por Robert
Grosseteste, que la hacía originaria de los supuestos alquímicos. Posteriormente fue
Roger Bacon95 quien postuló la teoría de que todos los cuerpos tenían un mismo origen
en una única sustancia, no identificable con ninguno de los cuatro elementos, sino
origen de todos. Se origina así la primera idea que conduce a la posible existencia de un
fármaco perfecto: si todos los cuerpos procedían de una sola sustancia incorruptible,
sólo había que hallar la manera de alcanzarla para poner fin a la degeneración y muerte
causada por los cuatro elementos corruptibles. Las propiedades que se atribuyeron al
oro-metal hicieron que pronto dejase de ser visto como tal y se pasase a considerarlo
una maravilla natural accesible y, sobre todo, capaz de traspasar toda o parte de su
carácter maravilloso al hombre. Algo, por otra parte que hizo que muchos sucumbieran
ante este nuevo tipo de fascinación.

Además, esta capacidad de transformación o transmutación fue asimilada por los


alquimistas para concebir el opus alquímico como un regreso a la materia primera
original a partir de cualquier sustancia. Los textos alquímicos medievales asimilaban el
primer estado del opus con la separación de los cuatro elementos de cualquier sustancia
material. Esta separación consistía en el uso sabio del fuego que, en fases sucesivas,
hacía salir del vaso las sustancias volátiles, mientras dejaba las partes térreas
depositadas en el fondo.

La recombinación de los cuatro elementos en equilibrio perfecto conducía a la


obtención de un cuerpo no corruptible, llamado elixir. El conjunto de operaciones
95
Roger Bacon (1211-1294) estudió en Oxford y fue doctor en Teología en París. Además fue físico,
filósofo y alquimista. Hablaba árabe, griego, hebreo y latín. En el año 1250 ingresó en la orden
franciscana. Tras varias desavenencias con sus compañeros, Nicolás III y Jerónimo de Ascoli, entonces
general de la Orden, le acusan de herejía y le encarcelan en 1282. Ascoli sería luego el papa Nicolás IV,
dejando su cargo a Raimundo Gofredo, un erudito que le puso en libertad en el año 1292. Bacon volverá a
Inglaterra muriendo dos años después.

38 
Historia del oro potable

químicas empleadas en esta separación recibía el nombre genérico de destilación. De


todas formas, no podemos olvidar que Geber dijo del oro que es "el más precioso de los
metales, y es el color rojo de la Piedra Filosofal porque tiñe y transforma todo cuerpo".

Tan importante fue la existencia de Alquimia en el Islam peninsular y su traspaso al


cristianismo que, acorde con las ideas expresadas por Michela Pereira, se conocía antes
del año 1130 un oro elaborado "para cualquier uso", incluido el medicinal, conocido
como el "oro español" (De auro hispanico). Para conseguirlo se usaba la cementación, el
estrato sobre estrato, que sería una de las ténicas principales de la elaboración de
muchos oros potables en la Edad Moderna. No es que la cementación fuera descubierta
a partir de la descripción de esta receta, ya que encontramos procedimientos similares
en el Liber Sacerdotum, un texto árabe del siglo XII. La receta la escribió un monje,
benedictino para más señas, llamado Teófilo, de la abadía de Stavelot96.

Por tanto, la asimilación de propiedades terapéuticas al concepto alquímico de elixir es


un proceso dilatado a lo largo de los siglos XIII y XIV. La primera mención aparece en
el De anima in arte alchemiae, obra atribuida a Avicena (980-1037) y que ejerció gran
influencia en todos los autores latinos que trataron, con posterioridad, el tema. El origen
de la obra es oscuro. Parece ser que aparece en la España del siglo XII y se traduce al
latín en 1235, aunque todavía no se ha podido identificar el original. En el capítulo
séptimo de la obra aparecen recogidas las diversas definiciones del término elixir. Entre
ellas, destaca la que lo define como la mezcla de sustancias de origen mineral con
sustancias orgánicas que, en virtud de operaciones alquímicas, terminan confeccionando
una capaz de transformar metales en oro. En textos de Avicena como los Cánones o De
viribus Cordis queda reflejado el empleo farmacológico del oro, que recogiera más
tarde Johannes de Rupescissa. Este tratamiento es sobrio y neutro, aséptico, aunque no
se deja de considerar al oro como un fármaco especial.

Avicena pudo influenciar a Bacon, cocretamente en su texto De anima. En cualquier


caso, Bacon combinó elementos orgánicos (sangre, orina, pelo) para preparar el elixir.
Lo mismo hará Rupescissa en el siglo XIV y lo mismo se dirá en el texto pseudoluliano
Liber de investigatione97. Avicena escribe mucho más acerca del oro como
medicamento en sus Canon medicinae. En este texto el oro en limaduras es usado contra
la melancolía y como colirio para los ojos, además de los dolores del corazón. Pongo
estos ejemplos porque durante muchos siglos después el oro recibirá un empeo
farmacológico centrado exclusivamente en remedios externos. Y Avicena ya otorga
propiedades curativas al oro en tratamientos internos, base de lo que llegará a ser el
futuro oro potable típico del siglo XVII, que siempre tendrá una consistencia líquida. Es
curioso también que además de la relación oro-corazón, se de aquí la del oro-ojo. No
deja de sorprendernos Avicena que, en otro lugar habla del cauterium auri y de un
preparado de oro y hierro, de forma muy semejante a como lo hiciera Ibn el-Beithar.

3-D El tributo de los cristianos.

A partir de la obra pseudoaviceniana se originan tres vías interpretativas del concepto


de elixir. Por una parte, aquellos autores que consideran el elixir formado por sustancias

96
Pereira, M., Arcana sapienza, Roma, Caroci Editore, 2001, 111-113.
97
López Pérez, Miguel, Algunos rasgos sobre la relación entre el lulismo y el seudolulismo en la Edad
Moderna, Dynamis, 22 (2002), 327-350.

 39
Historia del oro potable

orgánicas e inorgánicas98. Por otra, los que sólo consideran las sustancias orgánicas
como materia prima del elixir99. En tercer lugar, se encuentran aquellos autores que
consideran el elixir formado exclusivamente por sustancias de origen mineral. Las obras
clave de esta tercera vía interpretativa, mayoritariamente aceptada, son el Testamentum
pseudoluliano y el Rosarius philosophorum pseudoarnaldiano, que destacan, no tanto
por la doctrina relativa a su composición, cuanto por su utilización 100. En efecto, en
ambos textos aparece la afirmación explícita de que el elixir tiene un doble objetivo: es
el agente de la transmutación, obtenido con operaciones estrictamente alquímicas
efectuadas sobre minerales, metales y sus derivados, así como un fármaco capaz de
curar cualquier enfermedad y obtener efectos maravillosos sobre todos los reinos de la
naturaleza101. Pero todo ello dentro de la disciplina alquímica, aunque sin negar que el
resultado de la práctica sea de orientación medicinal. El propio Testamentum nos dice
que "el magisterio se divide en dos partes, a saber: la creación de la Piedra y componer
la Medicina"102.

En estos textos, especialmente el pseudoluliano, se da al fármaco elaborado a partir del


oro la calidad de ser único y universal, a diferencia de cómo fuera tratado por Avicena.
En resumen, el oro es visto como un medicamento excepcional aunque no único en
Avicena, se irá afianzando con el paso de los años inmediatamente posteriores en un
admirable (mirabilis) remedio de la Alquimia medicinal con dos características
decisivamente nuevas: es único y universal, siendo válido para todas las enfermedades,
y presupone que el oro está previamente tratado 103. Además, a partir de la idea de la
longevidad de Roger Bacon y Arnau de Vilanova, su acción de centra en la retardanda,
en el prolongamiento de la vida, en la prolongatio vitae. Sin embargo Arnau de
Vilanova ya consideraba en su De vinis oro potable al vino en el cual haya sido apagada
una lámina de oro unas cincuenta veces, llamándole "vino de extinción del oro":

El vino de extinción del oro tiene una gran propiedad. Muchas veces la extinción
se hace apagando una lámina de oro en buen vino, cuatro y cinco veces. Luego
se deja aclarar. A continuación, una vez colado, se guarda con mucho cuidado.
Esta agua tiene la virtud de fortalecer el corazón y separar todas las
superfluidades de la sangre. Puede dar color a la sustancia del corazón (a la
sangre) e iluminar el espíritu con su claridad. Reconforta a ambos con su
solidez; a la vez que los modera con su temperamento. Purifica la sangre. Con su
densidad arrastra lo superfluo hasta la defecación. Conserva la juventud y
fortalece todas las partes del cuerpo, especialmente las activas. Debido a su
temperatura, facilita la orina retenida. Cura la epilepsia y la locura y es útil para
los leprosos.
98
En esta vertiente se incluyen obras como L'ars alchimiae de Michael Scoto, L'Icocedron de Walter de
Odington o Speculum secretorum alkymiae atribuido a Roger Bacon.
99
Tal es el criterio que rige obras como Secretum secretorum naturae de Roger Bacon, la Epistola a
Jacobum de Toledo y De vita philosophorum de Arnau de Vilanova
100
Ambas obras aparecen en el mismo período cronológico, aunque todo parece indicar que el
Testamentum es anterior, tanto por su mayor extensión como por su mayor profundización en las
implicaciones filosóficas de la idea de elixir y de su elaboración alquímica. PEREIRA, M. y
SPAGGIARI, B. (1999), Il Testamentum alchemico attribuito a Raimondo Lullo. Edizione del testo latino
e catalano dal ms. Oxford, Corpus Christi College 244, Firenze. Pseudo-Llull, Raymundi lulii maioricani
philosophiae codicilus, sive testamentum quod eiusdem theorica dicitur, s.l, s.f, Biblioteca del Monasterio
de San Lorenzo de El Escorial, D-II-5.
101
PEREIRA, M. (1995), "Teoria dell'elixir nell'alchimia latina medievale", Micrologus, 3, pp. 103-148.
102
Testamentum, ejemplar de la Biblioteca de El Escorial, 17-VI-26, 255.
103
La preparación previa del oro solía implicar su disolución y su trabajo en formas coloidales.

40 
Historia del oro potable

En el Testamentum, en su tercera parte, llamada Liber mercuriorum, y en los capítulos


18 y 19, que tratan "De aquis et medicinis pro humano corpore" se prescribe que se
debe usar, para la preparación de dicho medicamento "pro humano corpore", capaz de
disolver primero, y contener después, al oro. A la vez, dicha agua ha de poder conservar
su especie y su forma. Esto entra en contradicción por lo dicho por Arnau de Vilanova,
quien, a su vez, parece contradecirse. Veamos, en su De vinis habla de un oro que no
recibe ningún tipo de tratamiento y en su Speculum se refiere al oro como que ha de ser
"conveniente al uso interno en el hombre". Pero Arnau de Vilanova ha sido considerado
como otro de los pilares de la Alquimia medieval, aún cuando de los textos alquímicos
que se le suelen atribuir, pocos se remontan más allá del siglo XIV. Tan solo el Flos
florum pudiera ser del siglo XIV. Frati, a principios del siglo pasado, consiguió
demostrar que este texto es idéntico a otro, francés, generalmente atribuído al arzobispo
de Rouen Guillermo104. Con todo, en el Testamentum de Ramon Llull, se afirma que
todo lo que conoce éste sobre Alquimia se lo debe a Arnau de Vilanova.

Sin embargo, no debemos aceptar como un hecho probado la idea sobre Arnau
de Vilanova como alquimista105. El origen de su tradición como alquimista empieza,
como ocurre con Ramon Llull, muy poco tiempo después de su muerte en el año 1313.
Juan Andrés (1270-1348), un excelente canonista y profesor en Bolonia, dijo que Arnau
de Vilanova "residió en la corte romana fabricando allí oro muy puro"106. Teniendo en
cuenta que Arnau de Vilanova residió en Roma en el año 1301 y que Juan Andrés
escribió esto apenas 30 años después, no imaginamos qué tipo de mecanismo hizo que
se elaborase tan rápidamente una imagen de alquimista sobre Arnau de Vilanova sin
ningún motivo aparente ni en tan tempranas fechas, excepto si realmente llegó a ser
alquimista. Paniagua, un estudioso de esta controversia, dijo que la fama de alquimista
bien pudiera ser debido al hecho de que Arnau de Vilanova fabricó un sello de oro con
un león, y realizado bajo la influencia de dicha constelación, con el fin de curar la
litiasis del Papa Bonifacio VIII, al aplicarse sobre la zona lumbar107. Que Arnau de
Vilanova fabricara oro parece ya algo completamente indiscutible entre algunas
personas de la segunda mitad del siglo XIV y en el XV, como fue el caso del médico
Álvarez Chanca, que acompañara a Colón en su primer viaje a América. Cuando
publicó su Comment[ari]um novum in parabolis divi Arnaldi de Vila Nova ad
illustrissimû archorû ducem108, en 1514, afirmó, sin ningún tipo de reparos que tenía
testimonios fehacientes de que Arnau de Vilanova había fabricado láminas de oro.

Sí que es cierto que Arnau de Vilanova compartió con la Alquimia la idea de la


constitución y origen de los metales, aceptando su composición a base de mercurio y
azufre, exactamente igual a como lo hicieran otros muchos. Él creía en otras cosas, que
si bien a nosotros nos parecen pintorescas, quizás para él era mucho más normal creer
104
Fratri, L., "Guglielmo, arcivescoro di Rouen ed Arnaldo de Vilanova", Archivum Romanicum, V
(1921), 260-263.
105
Actualmente ya se rechaza totalmente la figura de un Arnau de Vilanova como alquimista. Giralt, S.,
Arnaldus Astrologus? La Astrología en la Medicina de Arnau de Vilanova, Medicina e Historia, 2 (2003),
1.15.
106
Andrés, Juan, Additiones ad speculum juris Durandi, libro IV, capítulo "De falsi crimine"
107
Paniagua, J. A., "Notas en torno a los manuscritos de al atribuidos a Arnau de Vilanova", Archivo
Iberoamericano de historia de la Medicina, IX (1959), 406-419; "La alquimia en las obras médicas de
Arnau de Vilanova", Actes du IX Congrès Internationale d'Histoire des Sciences, Barcelona, 1960, 307-
311.
108
Hispali (Sevilla), Iacobum Cromberger Alemanum, 1514. B.N., R-16441.

 41
Historia del oro potable

en ellas que en la Alquimia. Me refiero a los demonios y a lo oculto 109. También vio al
Hombre como un Microcosmos del universo. De tal forma que los planetas y sus
correspondientes metales en la tierra tenían una relación intrínseca con sus respectivas
partes del cuerpo humano.

PLANETA CUALIDADES PARTES DEL


CUERPO
Saturno Frío y seco Estómago
Júpiter Caliente y Hígado
húmedo
Marte Caliente y seco Riñones
Venus Caliente y Testículos
húmedo
Mercurio Frío y húmedo Vejiga
Luna Fría y húmeda Cerebro

Aunque estas ideas no eran ni mucho menos nuevas, ya que fue Hipócrates quien
atribuyó a las estrellas un poder definitivo sobre el cuerpo, fue Arnau de Vilanova quien
extendió este modelo y puso en el oro una atención especial, especialmente cuando dijo
que el oro poseía en su perfección el único y admirable equilibrio de los constituyentes
elementales y sus virtudes internas. Y que contenía las virtudes específicas de las
influencias celestes. Dadas su estabilidad y permanencia, el oro mismo era como una
estrella del cielo, ayudando a la vista y, sobre todo, limpiando y aclarando la sustancia
del corazón y la fuente de vida.

No hemos de extrañarnos de estas contradicciones. Ya hemos visto que, según la


orientación, si médica o transmutatoria, el oro recibe más, menos o ningún tratamiento,
aunque esto último es lo menos frecuente. Todo esto tiene un fin que se ve desde el
momento en que empezamos a leer: se trata de poner al oro como algo excelente. Se
hace comparando la diversidad de otros medicamentos y de sus propiedades. Por
ejemplo, la capacidad atrayente de la Piedra bezoar, la propiedad repelente de la triaca o
la propiedad confortativa del oro en el corazón110. De esta forma, se puede situar al oro,
en el ámbito médico como un remedio con su propia capacidad. Este fue el efecto
observable a partir de Arnau de Vilanova. Después de él, la relación entre el sol, el oro y
el cuerpo humano nunca se cuestionará. Y eso que a nunca dijo nada, seguramente por
ignoracia, del agua regia, como disolvente del oro. Con Ramon Llull, Rupescissa e él
mismo, el auge del espíritu de vino en la composición y elaboración del oro potable
cobra un auge inaudito. Ahora se hablará de quinta esencia y la destilación de forma
conjunta e inseparable. Esta método de trabajo, el de la destilación se va imponiendo
como básico para la extracción de la quinta esencia, no sólo del oro, sino en general.

Conviene no olvidar la frase anterior. Para la historia de la Medicina y la


Farmacia, el auge de la destilación tendrá unos efectos casi inimaginables. Gracias a
esto habrá destiladores reales, quintas esencias de todos los vegetales y se
perfeccionarán los aparatos de destilación hasta hacerlos incluso estrambóticos. No sólo
eso, algunos reyes, como Felipe II, crearán centros especializados en destilar, como el
de Aranjuez y el de San Lorenzo de El Escorial y se trabajará hasta obtener agua de
109
Pagel, W., Paracelsus, Nueva York, 1958, 249.
110
Se pensaba que la piedra bezoar, como el oro, era confortativa. Es decir, que regulaba el buen
funcionamiento del corazón evitando que entrase la melancolía, algo que era repelido por la tríaca.

42 
Historia del oro potable

rosas con la que perfumar las habitaciones. Pues bien, todo esto tiene su origen aquí, en
la Edad Media, en el interés por el oro potable, que, a su vez, nos lleva hasta la
Antigüedad. Lástima que algunas cosas se presenten como novedosas, cuando, en
realidad no lo son.

Alberto Magno (1193-1280) es el representante de aquellas personas, filósofos


incluidos, que siguieron el espíritu emprendido a finales del siglo XII, según el cual, se
evaluaba un "nuevo conocimiento" donde la Alquimia entraba a formar parte,
considerada como elemento y componente de la Ciencia natural. Entre otros personajes
adscritos a estas ideas encontramos en los siglos XIV y XV a Gundisalvo de Toledo,
Daniel de Morley y a Robert de Lincoln. Ellos vieron a la Alquimia como influenciada
directamente, como también la agricultura y la Medicina, y por la astronomía. Eran
capaces de comparar, desde este campo común de la Ciencia natural, a la propia
Alquimia con la Medicina. Ya citamos al inicio de este capítulo que una de las
caraterísticas de la Edad Media era la existencia de una relación entre la Medicina y la
Alquimia. Pues, Alberto Magno es uno de los representantes de esta tendencia.

Para aquellos filósofos hay varios puntos en común entre ambas, como que cada una
presenta una enorme carga operativa y que ambas eran las pantallas detrás de las cuales
reposaba un amplio y general conocimiento teorético, al cual quedaban subordinadas.
Alberto Magno, aristotelista, se ciñe exclusivamente en a alquimia metalúrgica.
Basándose en las ideas de Aristóteles sobre la generación y estructura de los metales, en
su experiencia personal y en textos árabes, reúne toda su ideología al respecto en su De
mineralibus. Para Alberto Magno, la Alquimia es toda una Ciencia, con sus doctrinas y
sus prácticas específicas, sin dejar de mostrar su simpatía por las afinidades
estructurales con la Medicina, como corresponde al tipo de personas descritas arriba.
Dice que la relación entre ambas disciplinas, o ciencias, sus analogías, no sólo proviene
de un nivel intelectivo y filosófico. También proceden de su relación con la naturaleza
en cuanto a que ambas se basan en desarrollos de procesos totalmente naturales.
Concretamente, llega a firmar que ambas trabajan atemperando. La Medicina los
humores y la Alquimia los húmedos radicales (o también el azufre y el mercurio). Este
dualismo sobre la primera materia ya puede ser observado en el Timeo de Platón,
cuando llama Hylé a una sustancia primigenia cuyo nacimiento se debe a la conjunción
de "un padre y una madre", origen de todos los cuerpos.

Alberto Magno ya mencionó el elixir en su De mineralibus111, aunque sin ser nada claro.
No obstante, Alberto Magno parece recoger anteriores teorías alquímicas de la
naturaleza de los metales y unirlas a la teoría de la transmutación, sea ésta del tipo que
sea. En este caso, Alberto Magno explica la transmutación como un proceso de la
purificación de los metales. No dio ningún tipo de detalle sobre el papel del elixir y
sobre su composición. Tampoco él será el único. Este es un problema con el que nos
hemos cruzado con frecuencia.

Junto a Alberto Magno y compartiendo años de vida, Roger Bacon es otro personaje
que se puede incluir en los de este tipo. Incluso podríamos decir que es el personaje
modelo. Para él, la Alquimia especulativa es considerada como la Ciencia general de la
generación de los elementos. Sin embargo, Bacon se diferencia de Alberto Magno en
varias cosas: se aleja de los postulados aristotélicos sobre la filosofía natural y reconoce
que la Alquimia no sólo es metalúrgica, sino también médica y farmacológica, aspectos
111
Angel, M., Le Monde minéral: Les Pierres de Sant Albert le Grand, París, 1995.

 43
Historia del oro potable

que distingue como superiores a los primeros. Es más, habla del oro potable como un
medicamento de excelentes virtudes, que prologa la vida, que es producido por el
alquimista, el físico o el astrólogo (tal es su idea altamente especulativa de la alquimia)
siempre bajo la dirección de un experto. Pero una de las aportaciones más originales de
Roger Bacon a la idea del elixir y del oro potable es que introduce en su composición
elementos orgánicos (vegetales y animales), algo que también ocurrirá en los siglos
posteriores, siempre bajo estas connotaciones que diera Bacon.

Por primera vez, Roger Bacon cambia los ingredientes. Ya nos estamos alejando de esa
antigua tradición de los lapidarios y de los repertorios de recetas donde los minerales
jugaron un papel importante en la farmacia antigua. A partir de éste momento, como
ocurrirá con Rupescissa, a quien trataremos en seguida, la Alquimia metalúrgica de
Alberto Magno y la médico-orgánica de Roger Bacon coexistirán. No debemos olvidar
este hecho, ya que también será fundamental para comprender todo lo que ocurrirá a lo
largo de la Edad Moderna. Tampoco que Medicina y Alquimia tienen campos comunes:
eran vistas como una Ciencia y un arte que también tienen un "objeto" común: el cuerpo
humano.

Tanto Alberto Magno como Roger Bacon conectaron la teoría aristotélica de la


generación de los metales con la árabe que proponía que estos se componían de azufre y
mercurio. Esta concepción está muy cercana al equilibrio de humores necesario para la
salud humana que postulaba el galenismo dentro de la Medicina. Ahora podemos
establecer una secuencia muy fácilmente. Las imperfecciones de los metales se
asemejan al desequilibrio de humores (o sea, a la enfermedad) del cuerpo humano 112. En
ambos casos se realiza un trabajo de purificación. Así, el médico purifica el cuerpo con
medicinas y el alquimista libra de corrupción al metal mediante operaciones. Si Alberto
Magno se orientó a una Alquimia más metalúrgica, Roger Bacon, quien elevó el papel
de la misma en sus textos, lo hizo hacia la farmacológica. Él pensaba que el mejor
procuto medicinal era producido por el alquimista y se llamaba el oro potable.

Bacon puso en vigor la idea de que la Alquimia es una Ciencia, la Ciencia de la


Generación y que la práctica alquímica tiene por finalidad la preparación de un agente
perfecto. Dicho agente, admeás podía transmitir su perfección a otras cosas, ya sean
éstas orgánicas o inorgánicas. Con unas estructuras epistemológicas similares con la
Medicina, tales como tener una parte teórica y otra práctica, basadas ambas en la razón,
la tradición y la experiencia, la Alquimia del siglo XIV quedaba a la misma altura que
otros tipos de saberes. Tal es la idea que expusiera a finales del siglo XIV Petrus Bonus
de Ferrara en su Pretiota Margarita113

La transferencia de conocimientos adquiridos de la alquimia para la preparación de


remedios asequibles al cuerpo humano se realizó en los cincuenta años anteriores a la
aparición del De consideratione quintae essentiae (ca. 1351), de Johannes de
Rupescissa, especialmente en los textos atribuidos a Vilanova. En la actualidad parece
112
Los humores eran cuatro (flema, sangre, bilis amarilla y bilis negra). Cada organismo tenía su propia
proporción, la cual era la que otorgaba a cada individuo su equilibrio de humores, que es lo mismo que su
estado de salud. El desequilibrio no era nada más que el estado de enfermedad, que se intentaba
solucionar restaurando la falta de uno o varios humores.
113
CRISCIANI, C., "The Conception of Alchemy as Expressed in the <Pretiota Margarita", Ambix, 20
(1973), 165-181.

44 
Historia del oro potable

claro que Vilanova no se interesó en la alquimia, aunque sus trabajos contienen


evidencias de interés por el elixir alquímico, en las dos líneas de investigación que se
harán habituales a partir de ese momento: la idea de que era posible obtener un remedio
universal por medios alquímicos, desarrollada por Roger Bacon, y la investigación
contemporánea de la destilación de alcohol de vino o aguardiente 114. El británico Bacon
abogó a través de sus escritos, como hemos visto, por el conocimiento y aceptación de
la alquimia como base de toda técnica farmacéutica eficaz. La producción de
aguardiente con fines medicinales, por su parte, se testimonia en obras de medicina y
cirugía de la segunda mitad del siglo XIII.

El trabajo de Rupescissa ofrece la conjunción de ambas líneas y supone un hito en la


alquimia occidental: el punto de partida del uso de la destilación en farmacología. Su
De consideratione quintae essentiae (ca. 1351) es un himno a la eficacia médica de la
quintaesencia del vino. Para Rupescissa es necesario preservar la corrupción del cuerpo
mediante el empleo de sustancias que, en sí mismas, sean incorruptibles. De esta forma,
concibe el etanol como la sustancia que está buscando y le da el nombre de
quintaesencia. Antes que Rupescissa, otros autores identificaron el alcohol como el
quinto elemento, entre ellos, Tadeo Alderotti o Vitalis de Furno 115. La novedad
introducida por Rupescissa radica en dos hechos: por una parte, considera que la
quintaesencia incorruptible puede extraerse de todas las sustancias, puesto que está en
todas; por otra, afirma que la quintaesencia transmite su incorruptibilidad a todo aquello
con lo que entra en contacto.

Con esta generalización de la quintaesencia como una especie química, está


proponiendo una doctrina que asumirá gran importancia en la terapéutica de los siglos
XVI y XVII116. Pero hasta entre los seguidores de estas doctrinas encontramos
diferencias. Rupescissa asienta en el texto que, el proyecto de trabajo y la finalidad del
operador son algo único y se realizan también por un camino singular. En la
"Consideración de la quinta esencia" sólo (con todo lo que ello significó) da resultados
farmacológicos y terapéuticos. Así, parece dejar claro que la quinta esencia del vino
incrementa las virtudes terapéuticas de un oro preparado artificialmente. Por ejemplo, el
alcohol obtenido al destilar el vino y que preserva de la corrupción a las sustancias
orgánicas Esto es lo que diferencia a Rupescissa de la ortodoxia alquimista, y por ello
será discutido, no sólo por alquimistas, sino también por médicos, como veremos más
abajo con el caso de Guillermo Fabri. Rupescissa, que optó por un compuesto obtenido
a partir del vino para elaborar el aqua vitae, siguiendo las indicaciones de Lulio,
también conocía todos los nombres por los que era designado:

“Del vino se extrae eso que, por sus muchos usos casi milagrosos, se ha
dado en llamar Agua de Vida, agua de oro, cielo de los filósofos, quinta esencia,

114
CRISCIANI, C. y PEREIRA, M. (1998), "Black Death and Golden Remedies: Some Remarks on
Alchemy and the Plague", en: PARAVICINI, A. y SANTI, F. (eds.), The Regulation of Evil: Social and
Cultural Attitudes to Epidemics in the Late Middle Ages, Impruneta, pp. 7-39. El aguardiente, si lo
miramos desde la posición explicada al principio. Posee atributos semejante a la esencia de la vida, y su
fuerza curativa tuvo mucha estima. Además, la alquimia la propone como elemento que ayuda a purificar
los cuerpos, algo muy valioso para obtener la esencia pura, la esencia de la esencia, la quinta esencia.
115
Furno, V. de, Vitalis de Furno... Pro conservanda sanitate..., Moguntiae, Ivonem Schoeffer, 1531.
116
THORNDIKE, L. (1923-1958), History of Magic and Experimental Science, New York, 8 vols., 3, pp.
355-356; MULTHAUF, R. (1954), “John of Rupescissa and the Origin of Medical Chemistry”, Isis, 45,
pp. 359-367.

 45
Historia del oro potable

cielo del hombre, aguardiente, elixir, éter, alma del vino, agua divina y clave de
los filósofos."

Será dentro de la Medicina árabe donde encontremos la continuidad del uso medicinal
del oro, aunque habrá de dar varios giros antes de transformarse en el oro potable.
Habrá que explicar el concepto de quinta esencia medieval europeo, que hunde sus
raíces, como no podía ser de otra forma, en la citada Medicina y Alquimia árabe.

3-E Los siglos XIV y XV.

Michela Pereira117 ha diseñado recientemente cómo se originó la idea del elixir y su


desarrollo de una forma tan excepcional y excelente que es bastante importante, a mi
parecer, como para cometer el error de olvidarla a lo largo de este trabajo. Sobre todo
porque de ella partirán hacia la Edad Moderna unas concepciones que perdurarán
posteriormente, hablemos del tiempo que hablemos.

En los años finales del siglo XIV, un médico y astrólogo de la corte del rey francés
Carlos V llamado Tomás de Bolonia escribió una carta a un Amigo suyo, posiblemente
el también alquimista Bernardo de Treviso, en forma de respuesta a una anterior. En ella
cuenta, aunque de forma muy fragmentaria, que ha enviado al príncipe de Francia un
fármaco especial, ya experimentado en el cuerpo de uno de sus ayudantes. La carta la
hace acompañar de cierta cantidad de dicho medicamento, que, según él, en Francia ya
se considera como algo reputado. La Medicina en cuestión está elaborada con oro y
tratada alquímicamente ("Medicina facta de substantia auri processu philosophico",
según sus propias palabras). La importancia de Tomás de Bolonia radica en que nos
viene a aclarar otra relación de la que no teníamos constancia anterior.

Él dice a su Amigo Bernardo que el tratamiento de dicho oro tiene como punto de
partida el "potenciamiento" dinámico del cuerpo humano a partir de la perfecta
proporción del temperamento del oro118. Y que dicha característica ha sido reforzada al
combinarse con lo que llama "esperma femenino", que no es otra cosa que el mercurio
normal y corriente, el argento vivo. El "semen del sol del oro" combinado con el
esperma femenino hará que sea guiado por la sangre del paciente reforzando su salud,
eliminando las impurezas que causan su enfermedad, estableciendo cierta similitud
entre la sangre y los aspectos físicos del mercurio y conectando la naturaleza mineral
del preparado con el "orden" del cuerpo humano.

De sus palabras podemos extraer varias conclusiones. En primer lugar, ya se acepta que
todas las propiedades dadas al oro pueden ser transmitidas, comunicadas y difundidas
por el cuerpo humano y, en segundo lugar, que dicha transmisión se realiza a través de
la sangre. Con esto queda reflejada una posición holística según la cual el hombre y el
oro ocupan la cúspide de sus propios reinos, compartiendo, desde este punto de vista,
una posición similar, idéntica y de igualdad: la supremacía en sus reinos (el mineral y el
animal), siendo, como son, los extremos superiores de la pirámide estructurada en forma
jerárquica. Así, como se ha dicho, el oro penetra a través de la sangre comunicándole su
equilibrio, actuando como una especie de contagio positivo y funcionando como un
117
Pereira, M., Arcana Sapienza, op. cit.
118
Volvemos a toparnos con la teoría de los humores, ya que el temperamento de cada cosa depende de la
proporción de humores que contiene.

46 
Historia del oro potable

mecanismo en la transformación interna del organismo. Sin embargo, Tomasso Di


Bologna no deja claro cómo el oro pueda ser adaptado por medio de una serie de
operaciones para devenir potable y sin causar ningún daño a su receptor. Por ello se
pregunta si la mejor forma es en polvo o en forma líquida, la dosis exacta, si se debe
tomar con o sin aditivos o el momento más apropiado para tomarlo. Ya veremos que la
forma que saldrá victoriosa es la líquida, aunque, dadas las innumerables formas de
tratamiento existentes en la Edad Moderna, veremos también que hubo poco consenso
sobre esto.

Encontramos varios exponentes de personas que estaban atravesando esta fase del
desarrollo del pensamiento, no sólo científico, sino podríamos decir que humano. Por
ejemplo el italiano Guillermo Fabri de Die, quien escribiera hacia el año 1449 su Libro
de la Piedra Filosofal y del oro potable. Sin considerarse a sí mismo como un
alquimista propiamente dicho. Aún a riesgo de ser calificado como un médico vulgar,
tal y como se hacía en sus tiempos a los que se salían de la ortodoxia, y basándose en
Arnau de Vilanova, decía ser un entendido en "otro tipo de Medicina", y la especificó:
aquélla que trataba de remediar los defectos de una incómoda vejez, tal y como ya habló
de ella el propio Arnau de Vilanova119. El atractivo de Fabri es que su texto, dirigido al
Papa Félix V, contiene un avance espetacular en la visión de la alquimia. El Papa no
pudo ver cómo el galenismo era capaz de corregir la artritis de sus manos y decidió
entonces recurrir a otras medicinas. Este momento fue aprovechado por Fabri para
presentar al Papa las excelencias de la Medicina alquímica. Para ello, recordemos que
estamos en la mitad del siglo XV, Fabri elabora ya toda una historia de la alquimia
cristiana. Apenas doscientos años después, tres ilustres predecesores como Arnau de
Vilanova, Ramón Llull y Juan de Rupescissa han conseguido al milagro de que alguien
trate a la alquimia de forma histórica.

En los siglos XIV y XV ocurrirán varios hechos importantes para nosotros. Aparecieron
nuevas enfermedades y se sucederán las epidemias, como la Peste Negra. Los médicos
ejercían su oficio y cobraran un papel importante. Habían de poner en práctica unos
remedios, exactamente como la alquimia, que conseguían gracias a la cobertura
intelectual bajo la cual desarrollaban sus tareas y las ofrecían en forma de dichos
medicamentos o tratamientos. Pero sus resultados, los remedios que aplicaban no
pudieron tomarse como válidos después del muchos fracasos, especialmente en las
epidemias. Estos fracasos pudieron provocar que se cuestionase su utilidad, lo que
implicaba dudar de sus soportes mentales. Entonces surge el mecanismo descrito al
principio y se estudia la forma de obtener resultados ajenos a la Medicina oficial. Se
deseaba que hubiera un medicamento que pudiera dar salud, habría de ser mejor y
distinto de los de los galenistas. Se pedía algo distinto. Nada mejor que el oro potable,
aquello que contiene la vida extraída de su depositario más excelso, el oro, y adaptada a
nuestro organismo, quien será el nuevo depositario de esa fuente de vida.

Tomando como referencia la teoría de los cuatro elementos de Aristóteles, Fabri flirtea
con la idea de la transmutación metálica, no sin dejar de mencionar todas las afinidades
ancestrales del oro que ya hemos citado antes. Además, Fabri no es que trate de
demostrar la corrección de los filósofos cuando se acercaban a estudiar estas cuestiones,
cosa que parece dejar ya por asentada en su tiempo. Él se "entretiene" en una actitud
que desprende la idea de la transmutación y de la fabricación del oro potable como si
fuera un arte. Para ello pone ejemplos contemporáneos y redunda en el carácter
119
CRISCIANI, C., Il papa e l’alchimia, Felice V, Gulielmo Fabri e l’elixir, Roma, 2002.

 47
Historia del oro potable

operativo de dicho arte, frente al especulativo o al mágico. Esto es muy interesante, ya


que será este mismo carácter, el operativo, el que finalmente predomine en la historia
del oro potable de la Edad Moderna. Por supuesto, no hay ni que decir que era un
seguidor de Ramon Llull. Por otra parte, Fabri también deja asentado que el elixir es el
punto culminante de toda esta "operatividad" y de la Alquimia transmutatoria, pudiendo
ser también enlazado a un remedio perteneciente a la Alquimia medicinal, esto es: el oro
potable.

A diferencia de Rupescissa, Fabri confiere al elixir dos aspectos. De un lado habla de él


como parte de la Gran Obra de la transmutación y de la otra lo menciona como oro
potable. Y sólo alude al segundo en estos últimos términos cuando se refiere a los
aspectos medicinales.

Esta posición está en concordancia con la de otros físicos de su tiempo y otros puntos de
vista que distinguieron entre las disciplinas de la Alquimia y la de la Medicina. Fabri
sigue a Alberto Magno en su De mineralibus, y, como él, no es nada claro, dando
escasas muestras de locuacidad cuando se pone a hablar del elixir. Sí habla de que los
metales contienen todos ellos una humedad radical y que ésta, extraída del metal
imperfecto y digerida es el elixir. Cuando se trata de digestión, se está haciendo lo que
los alquimistas llamaron limpiar las superfluidades y heterogeneidades del metal. Es la
citada humedad radical la que encierra lo más íntimo de la materia. Cuando Fabri trata
del oro potable dice que es la unión de dos tipos distintos de humedades radicales,
capaces de eliminar las superfluidades humorales del cuerpo humano.

Por primera vez, hemos dado con una sutil variación que va desde la Alquimia
metalúrgica a la Alquimia medicinal. No era el único ni el primero, pero Fabri sabe
perfectamente que partiendo de un punto de vista sumamente teórico y abusando de la
retórica, hay un campo abonado en la homogeneidad del lenguaje, los argumentos
cargados de silogismos y la "intertextualidad" de los conceptos, sin escapar a su
coherencia teórica, a la que él vuelve siempre. Por último, no debemos de dejar de
mencionar que Fabri fue uno de los primeros constructores de la teoría de un Ramon
Llull alquimista, sobre todo si conocemos las relaciones de Llull con Arnau de
Vilanova, su estancia en Inglaterra y sus relaciones con los reyes. Fabri conocía los
textos alquímicos atribuidos ya a John Dastin y Arnau de Vilanova.

En realidad, todos ellos tuvieron en común un deseo de acercamiento a la verdad,


aunque bastante especulativo, que culminó en la relación entre la Medicina y la
Alquimia de la Edad Moderna. Falta decir que Fabri resultó ser una persona muy
competente en cuanto a teorizar sobre la alquimia metalúrgica, dando una explicación
"lógica" de la transmutación, siempre después de reconocer que él nunca había entrado
a discutir las doctrinas operativas ni la Gran Obra.

En este camino hacia la Edad Moderna hay que resaltar a otros personajes que trataron
la teoría del elixir y el oro potable. Entre estos podemos mencionar al dominico belga de
mitad del siglo XIII, Tomás de Cantimpré en su De natura rerum o al gran
enciclopedista medieval Vicente de Beauvais (c.1184-c.1264) en su Speculum
naturae120, quienes siguieron las indicaciones e ideas que diera Alberto Magno. Lo

120
M. Paulmier-Foucart, M., "Etude sur l'état des connaissances au milieu du XIIIe siècle: Nouvelles
recherches sur la genèse du Speculum maius de Vincent de Beauvais", Spicae - Cahiers de l'Atelier
Vincent de Beauvais (CNRS éd.), 1 (1978), p. 91-12.

48 
Historia del oro potable

mismo ocurre con Konrad von Megemberg, visto como el más digno sucesor de Alberto
Magno, en su Buch der Natur, libro que se puede considerar como la primera Historia
Natural escrita en alemán, del año 1350, que es básicamente una traducción del texto de
Cantimpré. Nos detendremos, dada su importancia, algo más en Konrad. Por supuesto,
aboga por la acción curativa del oro. Basándose en la Practica brevis de Johannes
Platearius el joven y el texto de Mathaeus Platearius el joven titulado De simplici
Medicina, nos dice que el oro se ha de pulverizar y calcinar. Además se ha de formar un
ungüento precioso. Entre las propiedades terapéuticas que le da están las de reforzar,
purgar y depurar el cuerpo humano, siendo bueno para el "mal de corazón" y el del
estómago. También dice algo que no nos resulta novedoso, que el vino en el cual se
sumerge una lámina de oro es bueno contra la hipocondría, cuestión que también apuntó
Geber en su Summa perfectionis. Asimismo y culminando en esta línea, Marsilio Ficino
(1433-1499), que trata el tema del oro potable, abogó por lo mismo. En su
Epidemiarum Antidotus121, da una receta para reducir a estado líquido el oro y hacerlo
apto para el cuerpo humano. Empieza con una disolución en mercurio, separándolo
luego en el alambique, proceso clásico donde los haya.

En la Península la situación no se diferenciaba mucho de las coordenadas seguidas en el


resto de Europa por estos años finales de la Edad Media. Es mas, debemos ir asumiendo
que, en ocasiones, la Alquimia peninsular ha dado muchas cosas a la europea. Ha dado
los textos de Ramon Llull, de Arnau de Vilanova y de Rupescissa, base de la Alquimia
moderna, autores a quienes todos nos remiten como garantía y aval de sus palabras. Sin
embargo, reducir a estos tres grandes personajes la situación de la Alquimia y el
desarrollo de las ideas en torno al oro potable es algo presuntuoso. En ocasiones, algún
alquimista anónimo resulta ser el más claro y el más expositivo en lo que se refiere a la
doctrina alquímica. En el ejemplo que sige a continuación, no sólo es todo eso, sino
mucho más. En un manuscrito fechado hacia la mitad del siglo XV, de la Biblioteca
Nacional122, y que en el catálogo se le ha titulado Libro nombrado ymagen de vida...
sobre el arte de la Alquimia, el qual es partido en treinta capítulos, encontramos una de
las recetas del oro potable más inteligibles de todas las consultadas. El autor, un
alquimista anónimo y desconocido, antes de dar la receta, diserta sobre la enfermadad
más grave del hombre, la muerte y sobre las propiedades del oro como elemento básico
para la incorruptibilidad de los cuerpos humanos. Con una base totalmente aristotélica,
nombra a los cuatro elementos y la quinta esencia que se extrae de ellos:

"Es en sí non corrubtible, es caliente con el fuego, fria con el agua, unida con el
ayre y seca con la tierra. Y es tal que es la raiz de nuestra vida, conviene a saber,
la quinta esencia. La qual los fiosofos no han podido descubrir ni solamente
nombrar, y es por quanto el sol incorruptible en si y a el mas maavilloso
resplandor y claridad en todas sus partes ygualado".

En realidad es algo sorprendente que en fechas tan tempranas se hable con tanta fuerza
sobre la quinta esencia del oro potable, ya que viene a indicarnos que realmente pocas
seán las novedades en cuanto a este asunto en la Edad Moderna, y sobre todo que toda
la vorágine que inundará esos siglos no aparece de la nada, sino que procede de una
base y de una tradición. Este texto es un buen ejemplo de dicha base. En él, el autor une
la Medicina con la alquimia, pero lo hace desde la Alquimia. En los siglos posteriores se

121
Ficino, M., "Epidemiarum antidotus, tutelam bonae valeudinis continens", en Opera Marsili Ficini
Florentinii, Basilea, 1576, tomo I, 576-577.
122
B.N., ms. 10163.

 49
Historia del oro potable

hará lo mismo pero desde la Medicina, como veremos cuando lleguemos a la quinta
esencia del oro potable de Alejandro Quintilio. También sorprende que el autor no
nombre a ninguno de los, hasta entonces, grandes, pero que conozca perfectamente que
es el agua ardiente y de unas explicaciones prácticas que seguramente harían la delicia
de cuantos pudieran leerlo, algo que aconsejamos desde aquí encarecidamente. Como
hiciera Leonardo Fioravanti más de un siglo después, el autor de apoya en una
destilación añadiendo agua de miel. Es realmente maravilloso poder observar el juego
existente entre la innovación y las tradiciones en la práctica destilatoria, en los
elementos que intervienen y en la visión que del oro potable se desarrolló. Además ello
no supone más esfuerzo que un mínimo de atención a las recetas. No digamos ya si las
comparásemos:

Comenzamos a fablar la platica de la nuestra quinta esencia del oro potable.


Como tu debes saber el verdadero oro potable aquel que guaresce todas las
enfermedades y tiene los cuerpos en prosperidad esta es el agua fuerte para
disolver mercurio.
Toma vinagre bermejo muy fuerte y hazlo destilar siete vegadas por alambique
por caliente y unido tirando las heces cada vegada de fuera y asi lo destilaras
hasta que torne dulce y muy simple a gusto de la boca y por en su calidad es
muy fuerte y en cuando fuere este vinagre destilado pasalo en vaso bien cubierto
y ya este es el vinagre fuerte en lo qual la sal que se sigue debe ser disuelta.
Cómo tú debes preparar la sal que se sigue por disolver dentro la dicha agua del
vinagre.
Toma sal común de la Mar y metela en una olla nueva de tierra bien fuerte y
hazla arder sobre el fuego hasta tanto que sea bien quemada y que no falte mas y
en cuando fuere bien quemada tira la olla del fuego y saca la sal de fuera dentro
en una cacuela vidriada y echa por encima agua tibia no mucho caliente y si
fuera mucho caliente no se disolvera y en después mece de un palo la sal con el
agua hasta tanto que toda la sal sea disolvida y cuando fuere disolvida hazla asar
por mecha 3 vegadas una después de otra y después hazla congelar en vaso de
tierra muy fuerte y en cuando fuere congelada hazla disolver asi como primo y
en después tornala a congelar y por esta manera haras 4 vegadas en disolviendo
y congelando y en a la fin de este termino tu la haras fundir en un crocis de tierra
y fundida tu la colaras en piel y la qual cuando sera espatula moleras sobre un
marmol en menuda polvora. Guardala y esta es la sal preparada y purgada y
tostada la cual tu debes disolver en el agua del sobre dicho vinagre.
Mete esta sal dentro de un alambique de vidrio y sobre un poco de aquesta sal tu
meteras 3 de sobre dicho vinagre. Y en cuando sera disolvida tu la haras destilar
el vinagre y congelar la sal por caliente unido por 7 vegadas en destilando y
congelando y alrenando hasta el termino sobre dicho y a la fin de aqueste
termino luego que siente la sal congelada el aire se disolvera por si mesma esta
es la sal que tu debes disolver en el dicho vinagre. Toma aquesta sal y hazla
disolver por ella mesma dentro de un alambique de vidrio y en cuando sera
disuelta mete las 3 partes del vinagre que tiraste antes la una de la sal y en
guardala que esta es la nuestra agua fuerte la cual debe disolver el mercurio
como tu debes disolver el mercurio vivo dentro en esta agua fuerte
Toma argen vivo purgado y preparado y contra 3 pesos desta agua mete un peso
de argen vivo en un alambique de vidrio y en después ata la boca con la cabeza
ciega y metelo sobre ascuas calientes dejalo ali estar por 3 horas hasta que tu
veas que la negror que el argen vivo hara con el agua en manera de tinta sea toda

50 
Historia del oro potable

hecha y trastornada en agua clara y en cuando fuere clara deja enfriar las cenizas
por su y cuando fueren frias trae el vaso de fuera y tira la cabeza della y mete la
capa del alambique por encima enlutando muy bien como tu sabes y en después
mete este alambique a destilar por caliente y unido como tu sabes en rescibiendo
el agua en receptorio de vidrio en la qual primeramente destilara el agua del
vinagre por cuanto es la mas ligera y en cuando tu vieres que toda el agua del
vinagre es destilada y de separada del agua de mercurio tu tiraras aquel
receptorio y pondras otro por rescibir el agua de mercurio y la qual agua
destilada guardala muy bien sellada de aire y en aquesta es la nuestra agua
mercurial no corruptible y en la cual tu debes disolver el nuestro oro sobre dicho
oro potable y asi mismo esta agua disuelve por las corales piedras finas verdes y
cristales y todos metales perfectos e imperfectos
Y nota que cuando tu destilares el vinagre para meter en el dedo en mojando y
llegao a la lengua luego sentiras como pintaduras de aguja y asi bien en la color
que cuando todo el vinagre es pasado y el vinagre es claro como agua rosa y el
agua de mercurio cuando comienza a destilar tu conosceras en la color della que
no es tan clara como la de antes tira en color como por de amarilla y entre azul
mostrando colores entremezclados y es asi mismo en el sabor con el dedo como
dicho es y en la pesadumbre y asi destilaras hasta a tanto que no destila mas y
que la sal quede en el fondo del vaso congelada en dura Piedra y por esta maña
haras tu agua de mercurio quedo tal en el formado no ha poder ninguno ni forte
sumbre por quanto el anima espiritual en que es la fuera pues cuida en su
formacion por quanto no queda en el formado que los espiritus flacos y
vaporosos aquesta es la nuestra agua de mercurio vivo deo gratias.
Toma oro fino una mara y en disuelvelo en agua fuerte hecha de mercurio como
tu sabes y en cuanto sera disolvido tira el agua por alambique hasta que quede el
oro en manera de masa de harina o de trementina y en después toma agua de
vinagre destilado por alambique y pondella sobre el oro y hasta a tanto que el
dicho oro se cubra por encima 2 dedos en lo lavando muy bien y lo marcado en
una cornuda y en dolor dejalo reposar y en reposado hazlo destilar por cabeza y
unido por alambique y en destilando y retornando el vinagre hasta tanto que no
destila mas y en que quede casi asi como primero a manera de trementina y en
después remete del otro vinagre por encima asi como de este primero y en
destilando por alambique hasta que todo el vinagre sea destilado y que la materia
quede en la maña primera y después de cabo retorna de otro vinagre fresco y haz
asi como primero y en por esta maña haras 7 destilaciones con la primera una en
pos de otra y en la fin de la postrimera destilacion tu lo dejaras seca sin ninguna
humedad en Piedra roja como la sangre y deja refredar el voado y en cuanto sea
frio mete la materia dentro de una estudilla vidriada y mete por encima de agua
ardiente muy buena la cantidad de 2 dedos en alto y de ts manos lavalo muy bien
por un cuarto de hora y después cubre la estudilla y dejalo reposar por dos horas
naturales y en la fin de aqueste termino mete dentro una mecha de vendal hecha
en 3 lenguas y destila el agua ardiente toda de fuera y en cuanto sea toda
destilada remete de la otra fresca y has asi como feciste primero y en esta maña
haras 4 vegadas y a la fin de aqueste termino deseca la materia sobre ceniza y en
cuando sera seca la materia retornada en polvora bermeja como sangre mete
sobre ella agua de miel y destila por caliente y unido en alambique y en
destilando y retornado lo destilado sobre la materia y hasta a tanto que la materia
haya bebido el agua de la miel y en que quede seca y dejala enfriar y quando sea
le vaso frio trae la materia de fuera en una estudilla vidriada y en mete por

 51
Historia del oro potable

encima de agua de miel fresca y en después menealo con la mano muy fuerte y
cubre la estudilla y dejalo asi reposar hasta el tiempo de 24 horas y en la fin de
aqueste termino metelo en un alambique y hazlo destilar por caliente y unido y
hasta tano que toda la materia quede unida a manera de trementina en el fondo
del vaso. Dejalo enfriar y este es el nuestro verdadero oro del cual nos devemos
hacer nuestro oro potable y guardala bien cubierto hasta la composicion y como
tu debes hacer la polvora del pan en la manera que se sigue.
Toma harina de trigo asi como viene del molino y has 25 pan della en de
separando los elementos como tu sabes y enaqueste pan meteras dentro de una
cazuela bien fonda la qual sea cubierta por encima de otra cazuela justamente y
las dos gra enlutadas de luto de sapiencia muy bien. Dejalas secar y en cuanto
sean secas metelas dentro de un horno de pan y dejale alli cocer hasta a tanto que
dos hornadas se pan sean hechas y en a la fin de aqueste terminos trae la cacuela
de fuera del horno y en abrela y moja el pan de agua ardiente de siete pasadas y
dejalo beber de aquella agua hasta a tanto que no pueda mas y en después cierra
la cazuela asi como y metela al horno y hazlo ocer por el espacio de una hornada
de pan y en a la fin de aqueste termino traelo fuera y en deslutando y abrevando
con agua ardiente y lutado y cogiendo y abrevando asi haras en este maña por 9
vegadas y en a la fin de aqueste termino tu hallaras el dicho pan retornado en
polvora como sangre muy espiritual y guardala bien en un vaso de vidrio
cubierto y esta es aquella que se debe disolver con el oro en otro espiritual el
cual es el oro potable.
Como tu debes disolver la polvora del pan con la sobre dicha polvora del oro en
la manera que se sigue
Toma aquestas dos materias sobredichas y metelas dentro de un alamabique y
mete dentro sobre ellas de agua ardiente de 2 pasadas la cantidas de 3 dedos en
alto y en cubre bien el alambique y metelo dentro de un vaso de agua fria en
manera que no pueda entrar ninguna agua dentro y dejalo alli por el termino de 9
dias naturales y en a la fin de aqueste termino hazlo destilar por caliente y en
unido y destilando y retornado cubre la materia el agua hasta a tanto que toda
quede en manera de pasta asi como trementina y deja enfriar el vaso y guarda
aquesta materia dentro de una redoma de vidrio que sea bien tapada la boca de
cera blanca y por encima de otra gomada y por encima de la nuestra una pieza de
pergamino y sea bien atado; dejala al aire por 9 noches y en la qual tu hallaras la
materia disuelta muy resplandeciente y guardala bien en lugar secreto y es
aqueste es el nuestro verdadero oro potable el cual en un momento guaresce de
todos dolores y todas dolencias deo gratias.123

123
B.N., ms. 10163.

52 
Historia del oro potable

4
La llegada de la Edad Moderna

4-A Hermes resucitó para salvarnos

Lo que se conoce entre los historiadores españoles como Edad Moderna nació en
el año 1492 y abarca hasta el siglo XVIII. En el mundo anglosajón esta división del
pasado no existe como tal, y, para hablar de dichos siglos se una algó así como Early
Modern Age, o Temprana Edad Moderna, y que abarca hasta el final de la Segunda
Guerra Mundial, en 1945. El tiempo transcurrido desde entonces hasta hoy es llamado
por nosotros Edad Contemporánea y los anglosajones siguen llamándolo Modern
History Present (o Recent) History. Para ellos, es a partir de 1945 cuando usan palabras
como Present History o Recent History. De cualquier forma esta división de los siglos
modernos es puramente artificial y, cabe reconocerlo, útil para los historiadores. El
hombre mira de pronto a sí mismo y se empieza a valorar su capacidad, es el
Humanismo. También existe eso que se llama Renacimiento, un "movimiento" bastante
complicado de explicar. Se trataría de un esfuerzo por entender e imitar muchos rasgos
de las civilizaciones griega y romana. Junto a esto, hubo algo llamado "neoplatonismo",
un repensar, reinterpretar y asumir parte de la sabiduría griega. Pero también hubo un
cierto cariño a Egipto, emanado del neoplatonismo y de los deseos de corrección. Pero
he aquí que Platón toma por sus fuentes a los egipcios. Esto hizo que los humanistas
primero y los renacentistas después creyesen que se podían estudiar las fuentes de
Platón, casi mejor que al propio Platón.

Uno de los rasgos cracterísticos del oro potable durante toda la Edad Moderna es
aquel que viene influenciando directamente por el auge de un nuevo hermetismo.
Muchos de los que lo elaboraron, o lo intentaron en sus laboratorios decían ser
conocedores perfectos de Hermes y de sus escritos, conocidos como el Corpus
Hermeticum. Por esta razón, hay que explicar la influencia del Hermetismo si queremos
entender de una forma más amplia el desarrollo histórico del oro potable.

Ser filósofo hermético durante los siglos XVI y XVII equivalía a ser alquimista y
dominar los conceptos de la Filosofía Natural, tal y como eran entendidos entonces. No
obstante, si el Hermetismo tuviera dimensión física sería mayor que la Alquimia. Este
es el origen de la principal contaminación doctrinal de ésta última cuando se relaciona
con la Magia y las ciencias ocultas presentes en la Edad Moderna. Como dijo el padre
Festugière, el nombre de Hermetismo ha cubierto todo un movimiento llamado
“hermetista” bajo el patronazgo de otros profetas posteriores 124. Pero estamos ante la
idea historiográfica de una búsqueda (la de la Piedra Filosofal), desarrollada,
prácticamente en su totalidad, bajo las coordenadas de la Filosofía Hermética; hecho
que tiene ya, al menos, dos mil años de duración. Cuando científicamente se rechaza la
posibilidad de la existencia de la Piedra Filosofal, además de ello, se está afirmando que
la Filosofía Hermética “es la más extraordinaria impostura de la Humanidad, por el
número y valor de los que participaron en ella.”125
124
Festugiére, A. J., op. cit., vol. I, p. 355.
125
Renque, G., op. cit., p. 19.

 53
Historia del oro potable

El estudio del Hermetismo, de su filosofía y de los textos que la contienen ha


originado espléndidas publicaciones y tesis doctorales. Hacer aquí un resumen de las
mismas, incluso de la propia filosofía hermética, sería no respetar la calidad de dichos
trabajos.

En fin, los estudios sobre el hermetismo en la Edad Moderna se iniciaron hacia


1460, alcanzando un auge importante en el Renacimiento 126. En esos años llegó a
Florencia procedente de Macedonia un manuscrito griego que trajo un monje, uno de los
muchos agentes encargados por Cosme de Médicis de recoger manuscritos para él.
Contenía una copia del Corpus Hermeticum. Inmediatamente, Cosme ordenó a Ficino
que se olvidara de traducir las obras de Platón y que emprendiera inmediatamente la
traducción de las obras de Hermes Trismegistus127. Estas nuevas traducciones pasaron a
ser el centro de la actividad de la nueva Academia platónica instalada por el traductor,
filósofo y erudito Marsilio Ficino en su villa de Carregio, a las afueras de Florencia128.

Es así como el hermetismo y el neoplatonismo iniciaron su andadura. Hasta el


siglo XVIII los debates sobre el origen y antigüedad de los textos herméticos fueron lo
dominante129. Sobre el origen, la discusión fue especialmente mayúscula. Ya se ha dicho
que el hermetismo influyó de forma decisiva en las otras dos escuelas desarrolladas en
la Alejandría helenística, en la gnóstica 130 y en la neoplatónica 131. Actualmente se
reconoce que el hermetismo y sus textos principales (Pimander y Asclepius) tienen
influencias griegas, judaicas, persas, mesopotámicas y, por supuesto, egipcias. El mayor
o menor peso de cada una de ellas constituyó en centro del debate, que continuó aún en
nuestro siglo.

Las dos principales figuras del mismo fueron los ya citados Reitzenstein y
Festugière. El primero defendió a fines del siglo XIX el origen griego de los textos
herméticos, si bien su postura fue cambiando hasta afirmar que el origen era iranio,
como el de la Alquimia, con influencias de Zoroastro 132. Reitzenstein era también un
lingüista excepcional. Sus posturas alteraron el modelo de datación usado por estos
especialistas hasta entonces en Europa. Se pasó al modelo ario radical, iniciado por Karl
126
La pasión del Renacimiento por Egipto viene, como la del neoplatonismo, por tener la reputación de
ser el país donde se instauraron los primeros misterios y ritos de iniciación. Los egipcios eran
considerados origen de todas las artes y de la sabiduría en general. Los hombres del Renacimiento se
interesaron fundamentalmente por las fontes. Por eso miraron, más allá del cristianismo, a la Roma
pagana, más allá de Roma hasta Grecia (donde reencontraron a Platón); pero más allá de Grecia se
encontraron con Egipto (fuente de donde bebió Platón, según referencias explícitas en el Timeo). Como
dijo Giordano Bruno: “Los griegos tenemos a Egipto, el gran reino de las letras y la nobleza, por padre de
nuestras fábulas, nuestras metáforas y nuestras doctrinas” (Bruno, G., Spaccio, diál. 3).
127
Ver Yates, F., Giordano Bruno y la tradición hermética, Barcelona, Ariel, 1983, pp. 12-14.
128
Y lo mismo cabe decir de las demás academias surgidas en las principales ciudades de Italia y, luego,
en Europa.
129
Renau Rebot, Françesc-Xavier, Los textos herméticos, Publicaciones de la Universidad Autónoma de
Barcelona, Bellaterra (Barcelona), 1990, Tesis Doctoral.
130
Sobre la influencia del hermetismo en el gnosticismo: Blanco, A. G., “Hermeticism: bibliographical
approach”, en Temporini, H. & Haase, W. (eds), Geschichte und Kultur Roms im Spiegel der neuren
Forschung, Berlín-Nueva York, 1972- , 21 vols., vol. 17, 4: Religion, pp. 2240-2281.
131
Sobre la influencia del hermetismo en los neoplatónicos: Des Places, E., “La religion de Jamblique”,
en Entretiens sur l´Antiquité classique, 21 (1975), pp. 69-94, si bien es más explícito en “Les oracles
Chaldaïques”, en Temporini, H. & Haase, W., op. cit., pp. 2300-2335.
132
Reitzentein, R., “Zur Geschichte der alchemie und der Mystizismus”, en Nachrichten der klg...,
Gottingen, 1919, pp. 1-37.

54 
Historia del oro potable

O. Müller, hacia 1820, y se abandonó el modelo “clásico” (el heleno), usado durante
casi cuatro siglos133. Actualmente, los especialistas se encuentran revisando el modelo
antiguo que defenestrara Müller acogidos a un modelo “ario moderado” 134. Sus estudios
tienen el objetivo común de querer asentar los orígenes de la civilización occidental.
Festugière, por su parte, siguió defendiendo desde los años treinta, la influencia egipcia
como la principal en el origen de los textos herméticos. A medida que su figura
dominaba el debate y, a la vez, avanzaba el modelo ario radical, el padre Festugière
cambió de opinión hasta afirmar, hacia 1927, que el origen de los textos era,
fundamentalmente, iranio135. No obstante, están demostrados los estrechos vínculos
entre el hermetismo y el platonismo en general. Además, hay un gran parecido, según
señala Blanco, entre él, la teología del Evangelio y algunas epístolas de san Pablo. Por
su parte, Jean Doresse, contrarrestando lo anterior, afirmaba que la estructura lingüística
entre los textos citados y la de la escritura copta son muy semejantes136.

Por tanto, hay dos posiciones que no son opuestas, sino complementarias. La
primera, la clásica, aunque inaugurada en el siglo XVII por Isaac Casaubon 137, ha tenido
grandes defensores como los citados Rudolf Reitzenstein, Yates o Blanco. Sin embargo,
sus detractores han usado el argumento más contundente que hay: no se puede utilizar la
técnica de negar la existencia de las cosas (en referencia a la influencia egipcia) por la
sencilla razón de no estar atestiguada en la literatura conservada138.

La segunda postura, encabezada por Festugière, es la seguida por los especialistas


modernos que siguen el modelo ario en vez del esquema establecido por Casaubon.
Ellos se han limitado simplemente a efectuar unos cuantos arreglos al mismo, de ahí la
complementariedad antes citada. Estos no ven problema en derivar la teología del
Nuevo Testamento de la filosofía platónica. Así han llegado a adelantar la fecha de los
Escritos Herméticos hasta el siglo III a.C., es decir, hasta una fecha inmediatamente
posterior a Platón. El primero que se adhirió a esta postura fue W. Scott en los años
30139. Antes, en los años 20, el historiador alemán J. Kroll ya aducía que la sociedad
retratada en los textos es la del Egipto helenístico y no la del romano, aunque, en
cualquier caso, la de una época en que los templos estaban aún en pleno
funcionamiento140. Sea como fuere. El elemento egipcio de los textos ha quedado
demostrado a manos de varios historiadores, como, por ejemplo B. H. Striker 141,
Derchain142, J. G. Griffiths143 y S. Morentz144.
133
Müller, K. O., Geschichte hellenischer Stämme und Städte, Breslau, 1820-1824, 3 vols.
134
Este modelo está definido perfectamente en Bernal, M., op. cit.
135
Blanco, op.. cit.., pp. 2.264-2.273.
136
Doresse, J., The secrets books of the egyptian gnostics, Londres, Hollis & Carter, 1960, pp. 255-260.
137
I. Casaubon fue un protestante francés de comienzos del siglo XVI y un gran crítico textual. Usando
técnicas de datación de textos latinos desarrolladas a finales del siglo XVI, afirmaba que las semejanzas
teológicas existentes entre el Corpus Hermeticum y las obras de san Juan y san Pablo, así como la
relación entre los himnos herméticos y los salmos, hablaban claramente a favor de la mayor antigüedad de
las Sagradas Escrituras.
138
Este recurso es muy semejante a aquél que fue el favorito de los arqueólogos positivistas y comocido
como “el argumento del silencio”, donde resultaba imposible probar una cosa que falta.
139
Scott, W., Hermetica, Oxford, Clarendon Press, 1936, 4 vols.
140
Cumont, F., Les religions orientales dans le paganisme romain, París, Annales du Musée Guimet,
Bibliothèque de Vulgarisation, 1929.
141
Striker, B. H., “The Corpus Hermeticum”, en Mnemosyne, 4ª serie, vol. 2 (1949), pp. 79-82.
142
Derchain, P., “L’authenticité de l’inspiration égyptienne dans le Corpus Hermeticum”, en Revue de
l’Histoire des Religions (1962), pp. 175-198.
143
Griffiths, J. G., Plutarch’s De Iside et Osiride, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
144
Morentz, S., Egyptian Religion, Londres, Methuen, 1973.

 55
Historia del oro potable

Dejando ya aparte los debates arqueológicos y lingüísticos, que han influido, o


han recibido influencias de las opiniones de los historiadores (especialmente
egiptólogos, helenistas y más recientemente sinólogos), vayamos ahora a analizar los
trabajos existentes sobre la relación entre alquimia y hermetismo. El más interesante es,
en esta ocasión, el primero de la Edad Contemporánea. Todo en esta obra y su entorno
es extraño. Su autora fue una joven que escribió con un estilo y sobre un tema que no
estaba, ni mucho menos, en boga cuando lo hizo, hace siglo y medio. Se trata de la
británica Mary Anne Atwood y su libro A suggestive inquiry into the hermetic
mistery145. No obstante, las innumerables referencias posteriores de su obra son
testimonio de la excelente calidad del trabajo, además de la innegable originalidad de su
punto de vista, que incluye algo de tendenciosidad hacia el tema tratado.

Otro que relacionó hermetismo y alquimia fue el profesor C. Zervos 146,


especialista en el llamado “renacimiento bizantino” del siglo XI, en el hermetismo y
neoplatonismo de la época. Analizó a la perfección la presencia e importancia de los
elementos citados, siempre desde el modelo clásico.

En contra de sus posiciones, el padre Boylan, amigo de Festugière, cambió la


jerarquía establecida por Zervos (la Biblia, la sabiduría egipcia y oriental, y por fin
Grecia) y, pese a su citado amigo, elevó el grosor de la influencia egipcia hasta la
dinastía XIX, allá por los años veinte147. El intento de Boylan, apoyado por su amigo,
consistía en adjudicar al antiguo culto de Toth rasgos filosóficos abstractos que se
suponían llegados desde Grecia e incrustados en el hermetismo algo más tardío de los
siglos II y III, ya que, según el modelo ario, los egipcios eran incapaces de todo
pensamiento filosófico al estar atrapados en el religioso. Pero fue todo un fracaso ya que
hubo quien encontró en la Teología menfita, que dataría del segundo o tercer milenios
a.C., rasgos filosóficos. Según esta teología, el creador del mundo Ptah dio una realidad
al corazón de Atum, emanación suya, siendo sede de su inteligencia por medio de su
lengua148. Este rasgo se parece mucho al logos platónico y al pneuma griego; rasgo que
se apresuraron a negar tanto Festugière149 como Boylan150.
145
Londres, Trelanwnay Suander, 1850. La edición de Balfast, William Tait, 1918 se agotó, y la de Nueva
York, University Books, 1960 es difícil de conseguir. Como ocurriese con la obra de Hillel-Erlanger (ver
Bibliografía), el libro de Atwwod pasó, tras su edición, por una súbita recogida y quema, en el mismo año
de 1850, en el prado Bury House de Gosport (Hampshire) de casi toda la edición.
146
Zervos, C., Un philosophe néoplatonicien du Xième siècle: Michel Psellos, París, Leroux, 1920.
147
Boylan, P., Thoth the Hermes of Egypt: A Study of Some Aspects of Theological Thought in Ancient
Egypt, Londres, Oxford University Press, 1922.
148
Analicemos, aunque muy ligeramente, el texto ideológico en cuestión. Se remonta a los orígenes de
Menfis, centro político des las dinastías I y II y está conservado en una estela erigida por el rey
Shabakade, de la dinastía XXV: “Manifestándose como el corazón y la lengua, bajo el aspecto de Atum,
Path es el Grande. Él es quien ha dado la vida a todos los dioses y a sus Ka por medio de su corazón en el
cual Horus es Ptah, y por medio de su lengua, en la cual Toth es Ptah. Y por ello el corazón y la lengua
ejercen su poder sobre todos los miembros por el conocimiento de que el corazón está en todo cuerpo y
que la lengua está en toda boca, de todo dios, de todo hombre, de toda bestia, de todo ser que se arrastra, y
de todo lo que vive, puesto que en el corazón conciben y la lengua ordena todo lo que desean.” Para la
teología menfita, Ptah es el dios originario de Menfis, primordial de los demás dioses, que, como Atum y
Toth, son emanaciones suyas, como todo corazón y lengua. El concepto “ka” es la expresión más
profunda de la religión egipcia. Parte de un universo que se produce a sí mismo y es la evidencia de que
lo divino está en todo. El ka es dado al mismo tiempo que la forma, es inmortalmente estable y asegura el
genio protector y trascendental que el hombre venera, conduciendo sus acciones para su gloria día a día.
No olvidemos que “lengua” es la voluntad y “corazón” la inteligencia.
149
Ver Festugiére, A.-J., La révélatión..., vol. I, p. 73.
150
Boylan, P., op. cit., p. 182.

56 
Historia del oro potable

Los golpes a ambos se sucederían uno tras otro. Después de traducir y publicar la
Teología menfita, el eminente egiptólogo James Breasted ya afirmaba sin recatos justo
lo contrario allá por el año 1901:

“La costumbre, tan habitual entre los griegos, de interpretar


filosóficamente las funciones y relaciones de los dioses griegos [...] estaba
presente ya en Egipto mucho antes de que nacieran los primeros filósofos griegos;
Y no sería de extrañar que la forma griega de interpretar a sus propios dioses
recibiera un primer impulso en Egipto.”151

Y, en 1954, G. G. M. James, profesor afroamericano de un colegio de Arkansas,


renovaría la opinión de Breasted aprovechando la polémica y demostró hasta qué punto
los griegos reconocían que todo su saber lo habían tomado prestado de los egipcios
durante la Edad del Hierro. Incluso llega a afirmar que los antiguos egipcios eran
negros152.

Tan sólo un año después de la publicación del trabajo de Festugière apareció otro,
también antológico, fue el de M. R. Cohen y Drabkin 153. No se puede determinar si ellos
no estaban influenciados por aquél porque era muy pronto para ello o porque ignoraron
deliberadamente las conclusiones del primero. Sea como fuere, no debatieron y trataron
a la alquimia y al hermetismo de la misma manera que si las discusiones no existieran.
También inhibidos del ambiente, Herbert E. Stapleton y el gran estudioso de la alquimia
Sherwood Taylor analizaron en un excelente artículo los vados que usara el hermetismo
durante la Edad Media hasta llegar a las puertas del Renacimiento154.

Podemos seguir tratando cuestiones acerca de la relación entre la alquimia y el


hermetismo. De cualquier forma, insisto en las primeras palabras de este apartado: el
término alquimista es adjudicado con posterioridad a unas personas que se
autoproclomaban filósofos herméticos y es en ellos, en sus textos, donde debemos
buscar la unión íntima que reconocían para sí. Sin olvidar que, al fin y al cabo, para
ellos, las operaciones prácticas no eran sino la puesta en marcha de sus conceptos. Es
decir, era la praxis de lo que yo llamo una “metafísica aplicada”. En ella, los contenidos
de sus ideas, de sus nociones, no eran términos abstractos con los que competir
mentalmente, sino algo que se hacía tangible ante el matraz y ante el horno. Fuera de
esto, tanto en la Edad Moderna como en la actualidad, abundaron las especulaciones
intelectuales, los “sofistas” que ellos llamaban y de los cuales se alejaban. Una de las
posiciones más importantes sobre el hermetismo en la Edad Moderna es la vertida por
las investigadoras y profesoras brasileñas Ana María Alfonso-Golfarb y Marís Helena
Roxo Beltrán, quienes afirman que el hermetismo era visto como el continente de
conocimientos secretos procedentes de una sabiduría muy antigua, ajena a los griegos y
a los cristianos155

151
Breasted, J. H., “The philosophy of a Menphite priest”, en Zeitschrift für ägyptische Sprache und
Altertumskunde, 39 (1901), pp. 39-54.
152
James, G. G. M., Stolen Legacy, The Greeks were not the authors of greek philosophy, but the people
of North Africa, commonly called the Egyptians, Nueva York, Philosophical Library, 1954.
153
Cohen, M. R. & Drabkin, I. E. (eds), A source book in greek science, Cambridge, Harvard University
Press, 1948.
154
Stapleton, H. E., Lewis, G. L. & Sherwood Taylor, F., “The sayings of Hermes quoted in the Mâ-al
Waraqi of ibn Umail”, en Ambix, 3 (1949), pp. 69-90.

 57
Historia del oro potable

4-B ¿Pero qué es eso de la quinta esencia?

Analicemos ahora la cuestión del “oro potable”, “agua de oro purísimo”, etc.
elaborado bien con productos vegetales (principalmente vino) o minerales. El sol, ése
corazón del gran mundo, como fue llamado en muchas ocasiones, mantendría un
“comercio” particular con el oro, al cual, el primero le comunicaría la virtud de hacer a
la vida feliz, larga y sin enfermedades 156. El oro sería, pues, un excelente tónico de vida.
Se llegaron a distinguir muchos preparados a base de oro según sus cualidades
terapéuticas, como el oro purgativo, el sudorífico, el “oro de vida” y el aceite, esencia y
tintura de oro, como hiciere el médico de Enrique IV de Francia Joseph du Chesne
(1544-1609)157. Podemos ejemplificar lo anterior con las palabras de Claude Dariot, otro
médico que ejerció en Baune entre 1583 y 1594:

“El oro es el sol de los metales, el corazón exterior del hombre. Él


fortifica y nutre al interior del hombre, vivifica el calor natural e influyente, él
purga los cuerpos de todos los venenos y, si está bien aderezado con el mercurio,
es el único remedio de la viruela y de todos los accidentes que ella provoca. Ella
(la esencia del oro) hace concebir y rehabilitar la virtud generadora.”158

Desde el fin del escolasticismo hasta el siglo XVIII, las palabras escritas sobre el oro
potable se pueden observar en cientos y ciento de autores que escribieron sobre
Alquimia, medicina y temas afines, indicando el auge que supuso este medicamento. En
el siglo XVI, algunos personajes ricos y príncipes hacían cocer los alimentos que iban a
tomar con algunas láminas de oro. En algún electuario de usaba el "pan de oro".
También era utilizado en forma de limaduras, como en la confección del diacameron.
La creencia sobre las propiedades de este metal llegaba a tales extremos que algunos se
sumergían en su boca una pieza, como un anillo, tragando la saliva. Al parecer, decían
que apagaba la sed. Otros hacían agua potable sumergiendo oro y después bebiéndola.

En los albores de la Edad Moderna hay que tener muy presente en qué grado de
desarrollo se encontraba el concepto de quinta esencia. Este presenta unos contenidos
muy similares a la idea de universalidad y unidad. Además, su uso se generalizó, no ya
entre los filósofos, sino también entre los boticarios, destiladores, alquimistas y médico-
químicos. Ellos le imprimieron un sentido más práctico y tangible, aunque sin olvidar la
relación con la idea original. Incluso la quinta esencia llegaba a ser un elemento
corpóreo muy bien definido.

155
Alfonso-Golfarb, A. M. y Roxo Beltrán, M. H., "La Hermética dividida: reflejos del Hermetismo árabe
en los Hijos de Hermes del Renacimiento", en Puerto Sarmiento, F. J. (coord), Los Hijos de Hermes,
Madrid, Corona Borealis, 2001, 75-90.
156
Crisciani, Chiara, Oro potabile fra alchimia e Medicina: due testi in tempo di peste, Atti del VII
Convegno Nazionale di Storia e fondamenti della Chimica, L'Aquila, 8-11 de octubre de 1997, 83-93.
157
Chesne, J. de, Discours des admirables vertus de l’or potable, Lyon, J. Lertotium, 1575.
158
Dariot, C., Trois discours de la préparation des médicaments, Lyon, A. de Harsy, 1589 y 1693, p. 105
de la edición de 1603 de la BML, 341-370.

58 
Historia del oro potable

Así, Livabius (1540-1616)159, cuando explicó cómo se extraen los aceites,


tinturas o esencias metálicas no parecía tener duda algunas sobre la operación. Era el
resultado de digerir, destilar y cohobar un ácido sobre una cal metálica, para luego
digerir el aceite con espíritu de vino (alcohol) y destilar. Cuando acabe esta destilación,
hay que repetir lo hecho añadiendo, más espíritu hasta sacar todo lo posible. De este
extracto, por destilación separada se saca, primero, el alcohol 160 y, en segundo lugar la
quintaesencia del metal161. Siglo y medio más tarde, Glauber (1604-1670) decía que esa
quinta esencia metálica era de color rojo intenso y también explicaba cómo se podía
extraer162. Para ello había que disolver el metal en espíritu de sal 163 y ponerlo en el baño
María con el fin de “desflemarlo” 164. Hay que ir añadiendo espíritu de vino para que el
compuesto se vaya “digiriendo”; y así hasta que aparezca en la superficie un líquido
rojo como la sangre: es la quinta esencia del metal. Dejemos otros ejemplos para más
adelante y centrémonos ahora en el origen del concepto.

La base aristotélica de la Alquimia nos obliga a no ir más allá de este filósofo,


dejando a un lado, también, los antecedentes e ideas previas sobre el concepto en
cuestión. Él habló de un cierto calor innato que está presente en todos los seres vivos:

“En cualquier parte de su alma, de su virud o de su potencia, el calor está


dentro de los animales. Ni es fuego, ni por el fuego puede ser sacado de
cuerpo.”165

Desciende del Cielo y, bajando, todas las criaturas participan de él, cualidad que
añadió Sennert (1572-1637), quien además dijo que este calor, de origen
supraelemental, también se encuentra en la semilla, lugar por donde se transmite de
generación en generación166. Por tanto, este calor durará lo que dure la especie, como
dijo Fontano167. Recordemos que Galeno168 e Hipócrates169 le llamaron calor, aunque el
segundo también habló de “fuego” en alguna ocasión. Es desde este punto inicial
cuando empiezan a verse diferencias entre los médicos y los alquimistas. Para los
primeros este calor infinito y transmisible está en nosotros y su fuente es el corazón,
aunque reconocen que dicho calor innato es la mismísima substancia del espíritu vital.
En tales términos se expresaron perosna en el siglo XVI como Alonso de Santa Cruz.
159
Libavius tenía especial interés en aplicar la idea de la transmutación en la Medicina. En su debate en la
Universidad de París (Defensio alchemia et refutatio abjectionum ex censura Scholae Parisiensis,
incluida en la edición de 1606 de su Alchymia, que vió la lux en 1597) atacó a todos los grupos de
alquimistas que no pudieron entender la Alquimia, entre los que incluyó, además de elos galenistas, a los
"Chimiatros" y a los paracelsistas. Sobre esta cuestión: Debus, Allen G., The French paracelsians,
Cambridge, Cambridge University Press, 1991, 59-62.
160
Este alcohol es blanco y apto para le mercurificación.
161
Livabius, A., Praxis alchimiae, Francofurti, 1604, “De oleum”.
162
Glauber, J. R., De auri tinctura sive de auro potabili, Amstelodami, J. J. à Waesberge, 1664.
163
Si el metal usado es plata, es preferible cambiar el espíritu de sal (ácido clorhídrico) por agua fuerte
(ácido nítrico).
164
Algunos se confundieron y, en este paso destilaban, cuando lo único que hay que hacer es quitar la
untuosidad que sobrenada.
165
Aristóteles, De animalibus, “De gener. Animal.”, libro 2, cap. 3, de la edición de Lyon, 1558.
166
Sennert, D., De chemicorum cum aristotelicis et galenicis consensu et dissensu, Witerbergae, 1665,
cap. 8, fol. 100.
167
Fontanus, G., Artium et medicinae doctoris medicorum, Lugduni, 1657. No confundir con Iacobus
Fontanus, otro médico galenista de principios del siglo XVII.
168
Galeno, De placitis, lib. 8.
169
Hipócrates, De carnibus.

 59
Historia del oro potable

En una nítida concepción galenista, este calor corporal, a diferencia del de los
alquimistas, no es celeste, ni etéreo, ni elemental ni ígneo. Más bien es suave y
templado, estrechamente unido inseparablemente a algo llamado “húmedo primigenio”,
tomado del vapor balsámico de la sangre que alcanza su máxima purificación en el
corazón y en que van unidos los cuatro humores naturales más el aire de la respiración.
Galeno dijo que este calor infinito corporal era el “húmedo radical” (el fuego de
Hipócrates). Para sus seguidores, el calor natural y el húmedo primigenio son los dos
principios de la vida (el fuego y el agua de Hipócrates) 170. Pero veamos cómo fue vista
por uno de los alquimistas más renombrados de su tiempo, Jean d'Espagnet y de qué
forma, hacia principios del siglo XVII, ya era patente la distancia con la opinión de
Aristóteles:

"Los filósofos creyeron que existe una Materia primera más antigua que
los elementos. Pero, como ellos no tuvieron conocimiento de ella, poco hablan de
eso y, cuando lo hacen, la describen como envuelta en un velo: (dicen) que es
exenta de cualidades y accidentes, pero que constituye el primer sujeto de las
cualidades y accidentes; que ella es vacía de cantidad, pero que, por medio de ella,
todas las cosas son cuantitativas, que es simple, pero que, en ella, residen los
contrastes; que, aunque desconocida por los sentidos ella es la base de las cosas
sensibles, que su presencia no se percibe en ninguna parte, si bien está dispersa
por todas partes; que siempre anhela tener formas, aunque no consiga retener
ninguna. Origen de todos los cuerpos, sólo puede ser concebida por la operación
del intelecto, sin ser, de ningún modo, perceptible a los sentidos. Por último, no
habiendo nada realizándose, ella consiste en el todo en potencia. Esta es la forma
como establecieron un fundamento de la Naturaleza en forma convencional, irreal
y quimérica. Aristóteles, que creía en la eternidad del mundo, con más prudencia,
habló de una cierta materia primera y universal. A fin de evitar lo más oculto que
hay en torno a ella, habló sucintamente y en términos ambiguos. […] Pero habría
revelado mejores cualidades de Filósofo si hubiera eximido a esta materia primera
del combate de los contrarios y la hubiera reconocido libre de toda repulsión."171

Podemos distinguir, en principio, dos tipos de quintas esencias. Una es simple,


el espíritu de vino rectificado y destilado. En dicho estado, esta quinta esencia se prende
fácilmente, por lo que se le llamaba agua ardiente. Si se tira al aire, es tan liviano que no
baja nada y se lo lleva el aire, razón por lo que algunos le llaman agua etérea. El otro
tipo es compuesto y sus elementos son muy variados, pudiendo ser de uno solo hasta
tres o cuatro. De ambos tipos de “agua de vida” hablaron Langius 172, Lucas Gima,
Heurnio173, Fioravanti174, el florentino175, Gesner, Andernaco176, Fonseca177, Rancobio,

170
López Pérez, M., "El perfeccionamiento de la Naturaleza: los alquimistas", en Revista del Ateneo, IX-
X (2002), 67-78.
171
d'Espagnet, J., Enchiridion Physicae Restitutae, París, 1622, cánones 13 a 15.
172
Langio, J., Epistolae medicinalis, Lyon, 1556.
173
Heurnio, J., De febribus liber, Lyon, 1598.
174
Fioravanti, L., Il tesoro della vita humana, Venecia, 1570.
175
El florentino es el sobrenombre con que se solía aludir a Marsilio Ficino. Ficino, M., Libro compuesto
por... Marsilio Ficino Florentino en el qual se contienen grandes auisos, y secretos maravillosos, assi de
Medicina, como de çirugia, para curar y preseruarse los hombres de pestilencia con otros muchos
tratados muy necessarios de diuersos Autores esperimentados en esta enfermedad, Pamplona, Mathias
Ares a costa de Martin Gomez, 1598.

60 
Historia del oro potable

Quercetano178, Craton179, Solenandro180, Pedro Artirito, Fumanellis181, Rupescissa, Arnau


de Vilanova, Lulio, Jacob Piperna, Savonarola182, Silvio Guaineiro, Brachesco, Gaspar
Bahuin183, Matiolo, Jerónimo Rubeo184, Vital De Furno, Alberto Magno y otros. Los
médico-químicos tomaron el “oro potable” como otra agua de vida. El ya citado
Ulstadio llega a presentar catorce modos diferentes de elaborar el agua de vida, todos
ellos a base de agua ardiente, lo que implica trabajar con la disolución del oro. Autores
que la elaboran del primer tipo son, entre otros, Juan Daniel Horstio (Hortius) 185,
Beccher186, Mynsicht187. El comentarista de este último, Juan Daniel Mylius (1585-
1628) recogió muchas recetas de aguas, sacadas todas ellas del espíritu de vino y con el
mismo uso terapéutico, a las que llamó en muchas ocasiones “aguas de vida”188.

De un tipo u otro, no parece que cuando los médicos llaman a su agua de vida
“quinta esencia universal”, obtenida del vino, sea lo mismo de lo que hablaron los
chymicos, aunque algunos de estos, como Lulio, Arnau, Rupescissa o Isaac “el
holandés”189 la extraigan también del vino. La diferencia entre unos y otros es su origen
y atributos, más excelsos entre los alquimistas. No olvidemos que los rasgos comunes
entre la quinta esencia y el oro potable tuvieron su origen en las figuras de Arnau de
Villanova, Pseudo-Lulio y Rupescissa. Pero es bueno no dejar de lado el hecho de que
una misma concepción de la esencia de las cosas, de su quinta esencia, puede originar
distintas metodologías y, finalmente, diferentes productos. Además, como hemos visto
antes al hablar de Glauber, también se empleó la quinta esencia del vino para extraer la
quinta esencia del metal.

La controversia sobre estas cuestiones entre los médicos, paracelsistas,


espagiristas y otros nos ilustran sobre la naturaleza de la relación Alquimia-Terapéutica-
Sanidad. Ya hemos visto que los médicos, incluso aquéllos que aceptaban los
preparados espagíricos en la segunda mitad del siglo XVII, acusaban a los demás de
haber tomado para sí los términos agua de vida, esencia y quinta esencia y dárselos a
otra cosa que no guardaba mucha relación con aquélla de donde tomaron el nombre.
Aunque esto fuera así, como ocurrió en ocasiones, este camino también se hizo a la

176
Andernaco, Io. Guinterio, Claudii Galeni... de euchymia et cacochymia, seu de bonis malisque succis
generandis, París, Simonem Colinaceum, 1530.
177
Fonseca, Rodrigo de, In Hypp. Prognostica Commentarii, Patavii, Franciscum Bolzetam, 1597.
178
Quercetanus, I., Jos. Quercetani Opera medica, Lipsiae, 1614.
179
Crato, Io., Iohanis Cratonis in Cl. Galeni divinos libros Methodi therapeutices. Perioche methodica...
accessit his demosntratio, quomodo ex generali methodo, exercitatio sive singulorum morborum curatio
pretenda sit, Basilea, P. Pernam, 1563.
180
Solenander, Reinerus, Consiliorum Medicinalium R. S. Sectiones quinque, Francofurti, Andreae
Wecheli heredes, 1596.
181
Fumanellis, A., Opera multa et varia cum adtuendam sanitatem tum ad praefligandus morbos
plurinum conchicentia, Furigi, 1557.
182
Savonarola, J. M., Practica medicinae, Venecia, 1497.
183
Bahuin, G., De hermaphroditorum monstruosorum q. partuum natura: ex theologum, jureconsultorum,
medicorum, philosophorum & rabbinorum sententis, Oppenheimii, Hieronyimi Galleri, 1614.
184
Rubeus, H., De distillatione, Basilea, 1585.
185
Hortius, J. D., Dispensatorium Medico Chymico, Amstelodami, 1651, lib 3, sect de aquis compos. Trae
algunas recetas.
186
Wecker,, J. J., Antidotarium generale a Io. Iacobo Vuechero. nunc primum laboriose congestum,
methodice digestum..., Basileae, 1580, lib. 2, “De aquis alterantibus compositis”.
187
Mynsicht, A., Armamentarium..., Genevae, 1697, sec. 18.
188
Johann Daniel Mylius (1585-1628?) gozó de la protección de los líderes protestantes Mauricio y
Federico Enrique de Nassau, a los que destinó su Philosophia reformata, Frankfurt, Lucas Jennis, 1618.
189
Isaac Hollandis, Opera vegetalia, Antwerperae, 1664.

 61
Historia del oro potable

inversa y los médicos hicieron lo mismo con el término “oro potable”, que tiene
características similares.

Visto en la distancia del tiempo, el problema de la asunción de términos en un


campo u otro, sus similitudes y las controversias generadas parece indicar que la chimia
y la Medicina estaban destinadas a entenderse antes o después, aunque, para ello,
hubieran de pasar por toda una serie de disputas, incluso una vez iniciada su marcha
conjunta. De hecho, fue esta situación de conflicto desarrollada y continuada durante
dicha relación la que permitió que la misma se mantuviese “viva”, que fomentase la
experimentación y que ésta se diese a conocer, todo para lograr un consenso. Sobre esta
base de conformidad, las maneras y los modos sólo reflejan que el camino que llevaba a
dicho fin fue muy difícil de atravesar.

4-C Y los alquimistas hablaron

En cuanto a las posiciones de los propios alquimistas de principios del siglo XVII,
no ya acerca del oro potable, sino del pensamiento que desarrollaron en estas fechas,
hay que tener presente que la idea de un Dios generador y dador del Espíritu Universal a
la Naturaleza es la que rigió prácticamente a todos ellos. Una sencilla frase de el
Cosmopolita nos lo resume brillantemente:

“Así, pues, os digo que la Naturaleza es una, verdadera, simple, completa en


su ser, y que Dios la ha hecho antes de todos los siglos y la ha incluido un cierto
Espíritu Universal.”190

Hay pocos tratados de alquimia o de filosofía hermética que detallen


extensamente las relaciones entre estos tres elementos principales; que expliquen cómo
Dios introduce en la Naturaleza el Espíritu Universal, que aparentemente es la relación
más lógica entre ellos, previa creación de la segunda por el primero, según Alexander
Sethon, el Cosmopolita. No obstante, las ideas diseminadas en los textos nos pueden dar
una ligera noción, que trataré de exponer ahora. Digamos que Dios creó la Naturaleza,
quedando orientada por su voluntad. El instrumento, la herramienta de dicha orientación
volitiva usada por Dios en este acto es el Espíritu. En ocasiones, encontramos que
ambos conceptos-elementos se encuentran al mismo nivel. Según los alquimistas, para
poder acercarse a Dios, o acceder al conocimiento de los mundos superiores, usando
terminología renacentista, es preciso un perfecto conocimiento de las cosas, de tal forma
que esto nos permita operar certeramente en, con y por la Naturaleza. Como vemos, se
disponía de un medio y de un fin.

No debemos confundirnos tampoco ahora. Muchos pasaron por alquimistas, sin


serlo realmente, a través de especulaciones como las anteriores. La alquimia es primero
filosófica (y natural, ya que los pensamientos recaían sobre la Naturaleza) y, luego,
práctica. Los conceptos, tanto del aspecto operativo como del filosófico, son comunes.
Entendiendo uno, se entiende su doble faceta. Nunca se entenderá qué es el Mercurio de
los alquimistas si no entendemos antes sus cualidades, su naturaleza... Para un autor ya
citado, Jean d’Espagnet (1550-1630, conocido entre ellos como el presidente191) Dios, el
190
El Cosmopolita, Novum Lumen Chymicum, Colonia, Anton Boetzer, 1610, Cap. 1: Sobre lo que es la
Naturaleza y cómo deben ser los que la buscan.
191
En el año 1600 fue elegido presidente del Parlamento de Burdeos. En 1609 fue comisionado por
Enrique IV para acabar con la epidemia de brujería que convulsionaba a la zona vasco-francesa. Con el
cargo de Magistrado principal va a Labourd para encabezar un proceso donde se ejecutaron a setenta

62 
Historia del oro potable

Arquetipo, estaba doblado sobre sí mismo, era una luz total que sólo brillaba para sí,
como un libro cerrado. La Creación de los alquimistas consiste en que dicho libro se
abrió, desenvolviendo la producción del mundo. Todas las cosas fueron repentinamente
reveladas y convertidas en luz. Luego se distribuyó toda la masa por el Universo en un
orden admirable, sin mezcla ni confusión192.

Y así siguen, semejantes por analogía, unidas todas las cosas por escalones
intermedios. Son estos los que el alquimista, al hacer la Gran Obra, remonta desde lo
más bajo, desde lo más grosero (dicen que su materia es vil e inmunda) hasta lo más
perfecto. Es la escalera de los sabios193 de van Helpen, una ascensión que algunos,
como el metalista Basilio Valentín, realizaron subidos en un carro triunfal194. No hay
nada mejor para ellos que llegar arriba, alcanzar el éxito alquímico, o “el triunfo
hermético”, como dijo Limonjon de St.-Didier195. Incluso hubo quien indicó la forma de
alcanzar el cielo de los filósofos, el cielo químico, como Jacob Tollius196. Y, aunque
parezca extraño, encontramos semejanzas entre el acto creador divino según los
alquimistas y algunas cuestiones físicas actuales. De la creación sólo se puede tener
noción a través de sus efectos, de lo que vemos. En física, muchas cualidades de las
partículas subatómicas sufren de lo mismo. Sólo pueden ser calificadas no porque se
observen, sino por los efectos que genera su presencia o ausencia.

¿Y el espíritu? Para ellos, el Espíritu es la causa de que las semillas de todas las
cosas pasasen de la potencia al acto, que saliesen de su caos. Su espíritu es energía, la
energía es la fuerza, el soplo divino, el fuego. Por el espíritu el orden natural adquiere
una textura y un encadenamiento que no es otra cosa que la continuación de las leyes
eternas impresas en múltiples ejemplares por el Supremo Soberano. Así, la unión de
Naturaleza y Espíritu, para ellos, es el Universo, el mundo universal197, si se quiere:

“Lo que llamamos naturaleza especialmente es el Fuego Universal o


Anima Mundi, que llena todo el sistema del Universo; y, por tanto, es un agente
universal, omnipresente y dotado de un instinto infalible que se manifiesta en
Fuego y Luz. Es la primera criatura de la omnipresencia divina.”198

Dios nos presenta a los hombres este Universo en una triple división: el mundo
supraceleste, el celeste y el inferior199. La característica principal de la última es la vida,
símil del espíritu y del fuego200, el vehículo que nos servirá para rendir homenaje al
brujas de más de 200 encausadas. Ciertos problemas de jurisdicción fronteriza le hicieron venir a Madrid.
192
Jean d’Espagnet, Arcanum Hermeticum Philosophiae Opus (La obra secreta de la filosofía de
Hermes), París, 1618.
193
Barent Coenders van Helpen, L’escalier des Sages, Groningen, Charles Pieman, 1686.
194
Valentín, B., El carro triunfal del antimonio, Leipzig, 1604.
195
Alexander Tousant Limojon de Saint Didier, Le triomphe hermétique, Amsterdam, Henry Wetstein,
1699.
196
Tollius, J., Manudictio ad coelum chemicum, Amsterdam, Waesbergius, 1688.
197
“El mundo es como una obra del Artífice hecha con perfección. Sus partes están unidas por eslabones
mutuos como los anillos de una cadena.” d’Espagnet, J., Enchiridion Physicae Restitutae, París, Nicolás
Buon, canon 9.
198
Catena Aurea Homerii, Leipzig, Anton Kirchweger, 1723, Parte I: “De la Generación de las Cosas”,
cap. I: “Qué es la Naturaleza”.
199
“La supraceleste, que fue llamada del mundo inteligible, es la más alta de todas, siendo totalmente
espiritual e inmortal... La celeste está situada entre las dos: en ella están presos los cuerpos... Y,
finalmente, la regiòn inferior, que vulgarmente se llama elemental.” d’Espagnet, Enchiridion..., canon 10.
200
“Este fuego celeste es universal y está en todas partes; es la principal causa de la Piedra, tan alabada
por los filósofos”. André le Bretón, Les clefs de la philosophie spagyrique, París, Jombert, 1722.

 63
Historia del oro potable

cielo. La Gran Obra nos llevará de una región a otra en ascensión. Por supuesto, los
postulados alquímicos son una continuación de las teorías aristotélicas, a pesar de que, a
veces, hasta los propios alquimistas lo nieguen201. Tanto Aristóteles como los
alquimistas pugnaron por el concepto de la unidad de la realidad, contrariamente a
Platón, que separó dos mundos (sentido y razón o ser y realidad). Para ellos sólo se
necesita comprender el mundo, que se consigue escrutando la Naturaleza y en la Gran
Obra, para reconocer en él el reino de la razón. También como Aristóteles, las bases de
pensamiento de los alquimistas colocaban por encima del mundo a una divinidad que
era la fuente de la citada razón y origen del movimiento eterno de la Naturaleza. Por eso
Dios, la Inteligencia Pura, mueve el mundo, que carece de movimiento propio, a través
del espíritu:

“Todas las cosas han sido hechas por el poder de la Palabra Divina, que es
el Espíritu o Aliento Divino, emanado de la Fuente Divina en el Principio. Este
Aliento es el Espíritu o Alma del Mundo, y es llamado Spiritus Mundi.”202

O, en palabras de Esprit Gobineau de Montluisant, otro alquimista:

“Es este Espíritu divino quien alumbra la inmensidad del Universo, y


quien, impulsándose y volviéndose a impulsar [...] retorna sin cesar y
perpetuamente en los círculos que describe por su movimiento y sus cursos
eternos y universales.”203

De este movimiento deriva la variedad de las cosas, su naturaleza, y la vida:

“Este es aquel Espíritu que, habitando en el Aire, todo lo infecta, vivifica


la Tierra, fermenta las Aguas fluviales, mueve & tiñe la Sangre en las venas,
produce los metales en las minas, en las nubes llueve, truena, nieva [...] en las
minas humea, penetra, fija; aplicado por el Arte, conserva la Vida, cura las
enfermedades, transmuta los metales; volátil en los volátiles, fijo en las Cosas
Fijas, animal en los Animales, vegetal en los Vegetales, mineral en los
Minerales, Camaleón Filosófico. En todo, sin embargo, su naturaleza es
perfectísima, su propiedad penetrantísima, su sustancia, tenuísima.”204

Para ambos, la vida es un proceso que tiende desde la materia a la forma 205.
Además, la vida tiene bastante contenido para ocupar a los hombres por completo y
satisfacerles totalmente. Pero esto hay que descubrirlo, que era lo que decían hacer los
alquimistas, penetrando de la superficie de los sentidos a la profundidad, buscando la

201
“Pero habría revelado mejores cualidades de Filósofo si (Aristóteles) hubiera eximido a esta primera
materia del combate de los contrarios y la hubiera reconocido libre de toda repulsión”. D’Espagnet,
Enchiridion..., canon 15. En realidad, d’Espagnet se queja de algo menos aparente: los contrarios, en
Alquimia, no se repelen cuando están totalmente purificados.
202
Tritemio de Sponheim (1462-1516), Steganographia, Noribergae, J. F. Rudigerus, 1721, h.3.
203
Esprit Gobineau de Montluisant, Explication trés curieuse des enigmes et figures hiéroglyphiques,
physiques, qui sont au grand protail de l’église Cathédrale de Notre-Dame de Paris, París, Rupellae,
1754.
204
Gabriel Claudero (1633-1691), Dissertatio de tinctura universalis, Nüremberg, Godofredo Richterum,
1678, 22. Claudero fue un célebre médico alquimista sajón.
205
Por ejemplo: el mercurio es todo materia y no tiene forma. El pomo, por ejemplo, tendría más forma
que materia.

64 
Historia del oro potable

unidad que se esconde tras la variedad observable206, anhelando la armonía del todo,
que, vuelve a ser la finalidad de la Gran Obra207 y culmen del pensamiento de
Aristóteles. Pero aún es necesario, para aclarar más este concepto de espíritu, rastrear, a
través de las palabras anteriores, cómo llegó hasta el siglo XVIII conformado de tal
manera, cuáles fueron sus bases, para calibrarlo todo lo más exactamente posible.

Encontramos atributos semejantes a los otorgados por los alquimistas al Espíritu


Universalen otros conceptos, como el Thelema griego, el Azoth mágico de Eliphas
Lévi208, el Od hebreo, la Voluntad de los ocultistas, etc. Para Aristóteles este concepto
no existió, al menos tal y como fue concebido en la alquimia moderna, aunque sí que
concordaba en bastantes aspectos. Para él, y para otros pensadores griegos, se llamó
pneuma, una especie de aliento, de vapor, gas, de algo separado del cuerpo material,
forma potencial en búsqueda de su materia. No es visible por sí mismo, pero lo
observado, lo material diverso resulta ser un continuo agotamiento de su posibilidad,
lugar donde se parapeta. El espíritu contiene también la actividad de una de las tareas
primordiales de la Naturaleza: la generación. Esta es la razón de que, muchas veces,
Naturaleza y Espíritu adquieran, en la Filosofía Natural y Hermética modernas
significados idénticos.

En resumen, estamos ante una visión de la Unidad originaria de todas las cosas.
Esto es importante para entender este sistema. Uno de los lazos de unión más fuertes
entre la Alquimia y el Hermetismo es que comparten esta idea, algo que no existe entre
otras escuelas de pensamiento.

206
“Todo en Uno” es un axioma alquímico que se entiende aquí.
207
“Quienquiera que ignore que el Espíritu ha sacado el Mundo de la nada y lo gobierna, que es el alma
del Mundo, ése ignora las leyes del Universo”. D’Espagnet, Enchiridión..., canon 18.
208
Felix Alcan (ed), Histoire de la magie, París, 1892.

 65
Historia del oro potable

4-D Cómo funciona esto

El de Generación, por su parte, es otro concepto que nos acerca y nos ayuda a entender
otro muy usado por los alquimistas: el de semilla. Un ejemplo: si calentamos cobre con
azufre se forma un sulfuro y el metal pierde su forma metálica. Para el filósofo natural
de los siglos XVI, XVII y XVIII, este proceso conducía a reducir la materia, a
despojarla de su forma original y primitiva. Y en las operaciones alquímicas hay que
introducir la forma del oro en algo que antes no lo era o no contenía oro. Si esto nos
parece difícil incluso de entender, no lo era para ellos desde estos puntos de vista.
Observaban a diario fenómenos semejantes en los otros reinos. En las plantas, las
semillas actúan como padres de los seres vegetales futuros, agentes en la producción de
una nueva vida. Y ¿qué decir de la procreación humana, del semen germinativo,
generador, de la semilla del hombre?. Si ellos aceptaban la existencia de vida en los tres
reinos, no podían ver ninguna contradicción en hacer oro209. Pero cuidado: ni el hombre
surge del hombre ni un tomate de otro, ni el oro del oro, sino de sus semillas, que es la
que se capta, la que opera, la que genera. Todo ello gracias al pneuma griego, spiritus
latino o al prana indio.

La generación y el concepto de semilla van unidos en la filosofía hermético. Una


simiente es un extracto sacado, exaltado y separado de un cuerpo por medio de un licor
conveniente, de su menstruo conveniente, y luego madurado en sus propios vasos para
la propagación de su espacio natural, para su germinación. La simiente es animada más
tarde por un bálsamo natural, que es la esencia espiritual de los tres principios, algo que
explicaremos más adelante. También es descrita como un espíritu celeste, cristalino,
invisible, habitante del cuerpo, momento en que puede hacerse visible. La simiente
también es un receptáculo y se produce no por el arte, sino por un calor natural, que es
de su misma especie. La simiente es la que culmina el curso de la procreación en un
tiempo determinado. Este hecho se produce por su tintura y poder, que se ven cuando le
son quitados todos sus obstáculos o imperfecciones. No hay ninguna materia que, si es
pura, no tenga sus virtudes particulares para cooperar con la simiente. Se viste con un
cuerpo adecuado a ella, atrayéndolo por su virtud magnética al elemento que necesita,
aunque todo esto se obra más frecuentemente en tierra y agua.

Hoy este concepto ha desaparecido, no hay significado actual capaz de contenerlo,


simplemente porque ha desaparecido la idea; y, con ella, el propio concepto. Entonces,
en los siglos modernos, significaba algo capaz de relacionar mente y materia, algo que
llegaba directamente de Dios, de una entidad totalmente espiritual. Los griegos decían
que el alma era el aire; y en el aire es donde reside el aliento vital que, según ellos, si
entraba por los pulmones, regulaba nuestro organismo. Era un concepto tendente a
ratificar la unidad de las cosas, era el arché, símbolo de la búsqueda intelectual del
principio de todas las cosas. Los presocráticos buscaron la explicación de esas cosas en
un elemento semejante, partiendo de algo que las constituía internamente, conformando
la physis o naturaleza, pero no como el conjunto de cosas que no son obra del hombre,

209
Por cierto, que hoy se debe aceptar sin reparos esto ya que prácticamente todos los métodos de
datación usados en Arqueología se basan en la degeneración y caducidad de la materia. La prueba del
potasio-argón se basa en la desintegragión del potasio-40 en argón, que lo hace a 3,5 átomos por segundo;
o la fisión del uranio-238 en plomo, que es más lenta, aunque las huellas de fisión en los cristales de
circonio son más seguras. Si con el método de la desintegración del potasio en argón se han calculado
tiempos de varios millones de años, imaginemos con el uranio-238, que tiene una semivida de muchos
miles de millones de años.

66 
Historia del oro potable

sino, más bien, como las depositarias de una fuerza interna que las impulsa a nacer,
crecer y aparecer. Por tanto, Naturaleza y Espíritu eran vistos como totalidad210.

Aristóteles aceptó que éste spiritus mundi podía convertirse en cosas (tangibles).
Para él, los metales son dos exhalaciones de vapores, de esa sutilidad a la que aludía
Claudero, uno era húmedo y el otro seco. Estos vapores escapaban de la tierra,
atravesaban las piedras y se hacían metales 211. Posteriormente, los alquimistas dieron
nombre a cada uno de estos dos tipos de vapores: el vapor seco fue llamado azufre y el
vapor húmedo mercurio. Por tanto, para éstos, para la Filosofía Natural, espíritu es un
principio elemental, un elemento mismo, es el aliento y la raíz, el principio activo de
todas las cosas, una auténtica influencia real que actúa de forma misteriosa aunque no
incomprensible.

Los metales están hechos de este aliento que sale de la tierra. En cierta medida, su
forma de pensar les hacía afortunados ya que resolvían muchas cuestiones aplicando
esta idea de espíritu, obviando una infinidad de causalidades, las mismas que
dificultaron las interpretaciones científicas. Los científicos ponen en juego una multitud
de ellas para explicar, por ejemplo, la variedad de la condensación de vapores y gases
para acabar formando planetas diferentes, etc. Los alquimistas, simplemente, aplicaban
su término.

El uso adecuado del espíritu llevaba a los alquimistas a poder realizar la Piedra
Filosofal. Sólo el Ars alchemiae puede y debe sacarle de su invisibilidad e intangencia
ya que sin él no hay nada que hacer:

“Para dar, por ejemplo, a los cuerpos imperfectos y corruptibles la


perfección y constancia de que carecen ¿no es menester que el Espíritu
Universal y celeste tome su forma y les haga renacer para subsistir [...]? ¿Acaso
no hace ver a los enterados que este Espíritu Universal incorpora, por una
manipulación tan admirable como oculta, a la tierra filosófica; la lleva por
grados que el curso prescrito por la Naturaleza a esa perfección que, hecha suya
enseguida por los cuerpos defectuosos y perecederos, le hace renacer a una
nueva vida en la que se hallan fuera de la jurisdicción de los elementos
transitorios?”212

Todo este aparato teórico se corresponde con su mitad práctica. Los alquimistas
podían referirse al espíritu y nombrarlo en medio de una detallada explicación práctica.
Entonces se están refiriendo también a ése concepto. Para ellos, éstos tienen un carácter
dualista, lo que les permite atravesar niveles de contenido con el simple hecho de
mencionarlo. Veamos un ejemplo: para Jean d’Espagnet, cuando Ramón Lull nos habló
en su Codicilo o en sus prácticas del “agua primera” de los filósofos, es ahí donde

“...No se encontrarán en otra parte, más fiel y más claramente


demostradas, las causas ocultas de las cosas y los movimientos ocultos de la
Naturaleza.”213
210
Incluso los estoicos desarrollaron su concepto de espíritu, aunque sólo tuviera un carácter accesorio,
surgido de otros conceptos previos. Para ellos todas las cosas eran cuerpo, simple materia que ocupa y
tiene un lugar en el espacio.
211
Aristóteles, Metereológica, lib. III, cap. 6, 378 c.
212
Sendovogius, M., Carta filosófica, Buenos Aires, Kier, 1982.
213
d’Espagnet, J., La obra secreta de la filosofía de Hermes, canon 10.

 67
Historia del oro potable

Veamos, pues, el lado más cercano del concepto espíritu, sus connotaciones
prácticas, cosa que no podíamos hacer con el concepto Dios. La concepción alquímica
de /espíritu/ engloba a cualquier cosa volátil obtenida por sublimación, ya sea de un
simple, de un mixto, de metales, sales, de vegetales o minerales. Una máxima alquímica
nos dice que, en la Obra, debemos materializar el espíritu y espiritualizar el cuerpo. Ya
hemos visto que es una segunda causa universal (la primera es Dios), dependiente del
Rector Supremo, que une todas las cosas con un lazo secreto, es un fluido universal
vivo, extendido por toda la Naturaleza, penetrante en todos los seres (el mineral, para
ellos, también lo es), incorruptible en su esencia, cuyo canal es el aire, siendo fuego. Es
decir, no es más que un flujo de fuego natural en el cuerpo vivo. Tritemio nos dijo que
el sol y los planetas no son otra cosa que estados condensados de este Principio
Universal, impulsando sus formas a un más alto grado de perfección. Es pues que las
formas en que este espíritu es fijado son perfectas y permanentes, “por eso, - dice
Tritemio- la Piedra Filosofal es lo último que puede prepararse usándolo, haciendo que
lo que es volátil se vuelva fijo”. Si queremos entender qué significaba hacer la Piedra,
nunca debemos olvidar esto. En alquimia hay tratados completos que tratan únicamente
de esta cuestión, como la citada Cadena dorada de Homero.

La materialización del espíritu universal se hace gradualmente, siendo su punto


final la Piedra, culmen de la fermentación y la generación, es el oro espiritual (su
semilla) y filosófico, “el Rey mismo”, como fue llamado por Balduino 214. Dicho trabajo
de materialización del anima & spiritus mundi se hace transformando unos elementos
en otros. La quintaesencia ígnea (otro nombre que recibe), se llama, cuando va
adquiriendo su corporeidad, nitro celeste, que se observa con unos atributos semejantes
a una sal (que es llamada entonces sal de nitro), la cual genera físicamente un vapor
sutil (o humedad invisible). Cuando adquiere este aspecto ya puede ser considerado un
primer principio pasivo, la primera transformación hacia la total materialización del
espíritu. Una vez que ya está hecha esta primera etapa en su camino hacia la
corporeidad a partir de la humedad caótica (también invisible, ya que entonces sólo es
un “vapor de agradable olor”), hay quien le llama ya nitro material, salitre y “sal de la
Piedra”, como Nicolás Lémery215, formado a partir de un "ácido216 del aire que penetra
en las piedras”. Este espíritu universal en forma de nitro, de aspecto semejante a la sal,
se ve, incluso a simple vista, en pequeñas formas estrelladas 217. Dado su origen celeste,
lleva en su interior lo que es imprescindible: las virtudes seminales, tan elogiadas por
Kenelm Dygbi218, quien les dedicó todo un tratado en el siglo XVII. Podemos encontrar
más detalles de su descripción física a manos de Friedrich Hofmann (1660-1742), un
alquimista que incluso llega a decir que el spiritus mundi es la materia de la obra. En
una de sus observaciones219 nos habló extensamente de la naturaleza de esta sal, así
como de su formación. Dijo que “nuestro nitro” es inflamable, de cristales con forma
214
Cristian Adolphus Balduinis, Oro hermético superior & inferior de la atmósfera superior & inferior,
Amstelodami, 1669.
215
Lemery, N., Cours de chymie, París, d’Houry, 1756, Sal petrae.
216
Lémery tenía un concepto bastante particular de los ácidos. Sobre esta cuestión ver: Ara Biesa, A.,
“Los ácidos y las bases según Nicolás Lemery”, en Química e industria, vol. 35, 3(1989), 289.
217
De ahí que prácticamente toda la simbología alquimica referida a las estrellas se refiera a esto. El
mítico viaje de peregrinación a Santiago de Compostela (campus stellae, campo de estrellas), referido por
muchos, como Nicolás Flamel, no es otra cosa que el trabajo de materialización del espíritu hasta
conseguir su forma salina estrellada.
218
Dybgi, K., Dissertatio de plantarum vegetatione, Amstelodami, 1669.
219
Hoffmann, F., Observationum physico-chymicorum, Frankfurt, 1690. Edición usada: París, d’Houry,
1740. Observación 4.

68 
Historia del oro potable

acanalada y puntiaguda, “siendo diferente del de los antiguos”, que era extraído de un
fósil natural, que se sacaba de la tierra y se purificaba después”. Además dijo que “el
nuestro” puede ser extraído de tierra alcalina, de cal viva y de las cenizas de las
maderas220, si se mezclan estas cenizas con “tierra” (que no especifica), todo cocido “al
aire libre” (por lo que no se hace en horno cerrado). Lo que pretende Hoffmann es una
oxidación en la superficie, que originará una costra o endurecimiento o, en su lenguaje
la “cáscara del huevo”. En realidad, el trabajo descrito está muy en la línea de la
separatoria.

Por su parte, el texto ya citado de Claudero221 también nos dice qué es lo que hay
que tomar para materializar el espíritu, así como Orthelio 222. De ellos podemos saber
que bastan tres días para la obtención y tres horas, las primeras, para observar los
cambios iniciales que nos indican el buen camino. Sin embargo cada autor usa su propia
“técnica” para conseguir este espíritu, así como su terminología 223, por lo que la
cuestión se nos complica. Al ser visto como un imán que atrae las virtudes celestes sin
cesar allí donde se deposita, lo asimilaron al oro, el más perfecto de los metales, ya que
contiene mucho del citado espíritu, razón de su perfección. Ahora el camino parece
fácil: hay que deshacer el oro en sus partes y extraerle su “espíritu”. Tendremos
entonces la “semilla del oro”. Lástima que los alquimistas afirmen que “es más fácil
hacer oro que deshacerlo”. Aún así, Johan Christopher dijo obtenerlo fácilmente:
calentando al rojo una retorta de hierro, enfriándola súbitamente después, lo que
destilaría un líquido lechoso de agradable olor224. Pero todos lo tratan con sumo honor y
respeto, como lo más difícil de conseguir, como hicieron Chortolasseus225 y Michel de
Respour226.

Sea como fuere, es visto como un imán, que atrae las virtudes que residen en el
mundo superior antes citado y las transfiere a “nuestra materia”. Hay una dificultad
añadida en los textos para acabar comprendiendo “algo” del concepto espíritu, ya que
debemos saber distinguir si el autor está usando una vía metalista (galenista,
antimonista...) o universal. Si bien los métodos son diferentes, hay un punto a partir del
cual, las técnicas confluyen en una misma, son idénticas: “un vaso, una materia, un
horno”, dicen ellos.

Si bien el concepto de Dios está más que suficientemente relacionado con la


religión, el de espíritu precisa de un estudio al respecto, que está por hacer. Un ligero
análisis comparativo nos hará ver que tampoco el espíritu alquimista se separa del
espíritu cristiano. Encontramos muchas referencias en la Biblia al espíritu con
características similares a las dadas por los alquimistas 227. Para Pablo, como para toda la
tradición bíblica, la psyjê (en hebreo: nefesh) es el mismo espíritu de vida, vivificante y
220
Si esto es así, se trata del carbonato potásico, con todas las cenizas de plantas y que en lenguaje
alquímico también es llamado sal tartari o sal de tártaro.
221
Claudero, G., op. cit., cap. V: “Que declara de qué materia se prepara la Tintura Universal” y VI: “Que
muestra de qué modo se prepara la Tintura Universal”.
222
Orthelio, Practica vera alchemiae, París, 1358.
223
Al espíritu se le llama también rocío, sal, oro, specimen veritatis, imán, etc.
224
Christopher, J., Dulcedo di forti sive elixir solis et vitae, Viena Arnsteil, 1679.
225
Chortolasseus, Arca arcani industriosissima de summus naturae misteriis, Frankfurt, Lucas Jennis,
1617.
226
Respour, M. de, Rares experiences sur l’esprit minéral, París, Langlois et Barbin, 1620.
227
En la Primera a los Corintios, 15, 45-46, podemos leer: “Fue hecho el primer hombre, Adán, alma
viviente; el último Adán, espíritu que da la vida: Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo
natural; luego lo espiritual.”

 69
Historia del oro potable

germinativo que para los alquimistas. Es también la fuente del aliento vital, manantial
del ser, insuflado en el hombre por Yavéh228, de la misma manera que el “artista” debe
insuflar en su “materia” el principio vital que anima el cuerpo. De hecho, ellos no se
cansan de recordar que están recreando en el matraz y en el vaso “la obra de Dios”.

El espíritu es la vida, tanto para los cristianos229 como para los alquimistas y es su
alma viviente230. Pero no es más que un elemento, un principio natural 231 al que debe
adaptarse el hombre, según las reglas marcadas por Pablo 232. Es decir: sembrando en
algo vil para obtener algo espiritual, tal y como se hace la Piedra Filosofal. Lo material
desaparecerá ante el espíritu para que el hombre encuentre la vida divina. ¿No nos
recuerda esto a las muchas discusiones entre católicos y protestantes del siglo XVI? 233.
Para el católico, es durante la vida material del Hombre cuando se inicia esta sustitución
por el don del Espíritu234, consiguiendo la plenitud después de la muerte. Esto es muy
semejante al trabajo que el alquimista realiza con su materia, que primero “ha de morir”
para renacer. En sus palabras: “Cuando las naturalezas se corrompen y pudren, entonces
engendran”235. El Adepto lo hace por medio del fuego 236, purificando la materia
gradualmente237.

Mientras la filosofía griega esperaba una supervivencia inmortal de sólo el alma


superior (el nous) liberada finalmente del cuerpo (espiritualizada), el Cristianismo sólo
concibe la inmortalidad como restauración íntegra del hombre, más acorde con las ideas
de los alquimistas a las alturas de los siglos modernos; como la restauración del cuerpo
a través del espíritu (que Dios retiró del hombre a causa del pecado 238), renaciendo
plenamente espiritual, incorruptible e inmortal 239, liberado de las leyes que marcaban y
delataban su anterior naturaleza terrestre. Así ocurrirá con el hombre, según la Biblia 240,
y con la materia, según la alquimia. Se ha hecho necesaria esta breve exposición ya que
es en este punto donde encontramos por qué los adeptos creían en la inmortalidad.
Mientras que Dios es eterno (sin principio ni fin), el hombre (“su obra de Arte”) es
inmortal (tiene principio, pero no tiene fin). Y esto es lo que decían poder conseguir.

Hasta ahora he intentado delimitar el concepto de Espíritu con mayúscula que es


diferente del espíritu que los alquimistas extraen de su materia, de sus metales. En los
textos, esta distinción es tremendamente difícil. Ambos tienen, en teoría los mismos
atributos en potencia, pero, en ocasiones, ellos mismos establecen las diferencias al
hablar de uno o de otro tipo. Lo sabemos por los nombres que les designan. Ya he
citado algunos para el concepto “mayor”; al segundo le llaman también de formas muy
variadas, como spiritus vini philosophici, aqua ardens, flema, spiritus animatus o

228
Génesis. 2, 7.
229
Romanos. 16, 4; Mateo. 2, 20; Lucas. 12, 20; Jonás. 10, 11; Hechos, 20, 10, etc.
230
Segunda a los corintios, 1, 23.
231
Primera a los corintios, 2, 14.
232
Primera a los Corintios, 14, 44.
233
Aún falta por analizar si hubo más alquimistas entre los católicos que entre los protestantes durante los
siglos XVI y XVII en Europa, además de un estudio comparativo de sus diferentes concepciones básicas.
234
Romanos, 5, 5 y ss.
235
Rosarium philosophorum, Frankfurt, Ciriacus Jacobus, 1550.
236
Respecto del fuego, hay algo de lo que sí estamos seguros: todas las operaciones (lavado, purificación,
imbibición, destilación, etc.) son ígneas.
237
Knorr von Rosenroth (ed), Aesch Mezcharef (Fuego purificador), Viena, 1672.
238
Génesis, 6, 3.
239
Primera a los corintios, 15, 53.
240
Primera a los corintios, 15, 54-final.

70 
Historia del oro potable

quintaesencia241. A veces son confundidos intencionadamente, como dije arriba, ya que,


en cierta medida, son la misma cosa. La diferencia estriba en que el “mayor” pertenece
al ámbito más amplio del sistema de pensamiento de la filosofía natural y hermética (al
“mundo superior”, como dicen). Las referencias al concepto segundo, ya materializado,
son más concretas y próximas. El segundo es la concentración de los atributos del
primero242. Esto también es aplicable a otros conceptos alquímicos, como veremos al
tratar la Naturaleza. De todas formas, si conseguimos materializar el espíritu finalmente,
sólo habremos hecho más que empezar, ya que aún deberemos prepararlo
convenientemente para obtener el mercurio de los filósofos. Y una vez obtenido dicho
mercurio ¿Qué impide al alquimista referirse a él por su nombre o como espíritu, o
agua, o cualquier nombre ya visto, si en realidad, una cosa viene de otra?

4-E El oro potable según los modernos

Arnau de Vilanova (1245-1313) hacía un “agua de oro” a la que daba los


mismos usos terapéuticos que los paracelsistas peninsulares de fines siglo XVII, es
decir, los “novatores”243. Su origen era vegetal, como nos explicó en el capítulo segundo
de su tratado De conservatione...244 y estaba hecho de un “oro” muy puro, lo que en
principio nos puede llevar a la confusión; además "sabiendo que la renovación y
fortalecimiento del cutis se hace con la bebida de agua de oro muy puro".

De cualquier modo, recordemos que para Arnau, el agua de vida, de oro muy
puro, oro potable, agua de vino o agua ardiente rectificada significaba lo mismo.
También dieron el nombre de agua de vida o aqua ardens al espíritu de vino rectificado
Jerónimo Cardan (1501-1576)245, Savonarola246, Laurencio Grillo, Gratarolo, Vitalis de
Furno247, Lemnio248, Matiolo, Rembert Dodoneo, etc. He aquí otra dificultad añadida:
241
Pseudo-Lulio, De quintaessentia, Colonia, J. O. Birckmans, 1567. Trinity College, ms. 1199.
242
Al segundo tipo hizo una referencia extensa R. Weidenfeld en su De secretis adeptorum, Frankfurt,
Lucas Jennis, 1617, quien trabajó con la materia necesaria para la vía universal. Según él, aparece de dos
formas: una semejante al espíritu de vino ordinario y otra oleaginosa, como un aceite que sobrenada. La
diferencia entre ambos es la pureza y la sutileza (Christian A. Beker, Der geheeime Weingeist der
Adepten und seine medizinische Anwendung für Artze uns Chemiker, Mulhausen, 1862). Otros trabajaron
con la acetona extraída del acetato de plomo (o de algunas sales de plomo), por destilación, como hicieran
Agrícola (De re metallica, Basilea, 1621, libro XII) y Johan Zwelfer (Pharmacopea regia seu
dispensatiorum locupletatum et absolutum, Nüremberg, 1668; Österreichische Nationalbibliotek de
Viena, ms. 12.592). Pero la acetona no es acorde con las descripciones dadas por otros alquimistas.
243
Los "novatores" tienen más adelante un apartado propio.
244
Vilanova, A., Tractatus de retractanda senectute, s.l., 1401, B.N., ms. 9510, h. 29-67; Arnaldi de
Villanova vitae philosophorum de retardanda sencectute ad serenissimum principem, s.l., s.d., ESC., F-I-
10. Sobre el agua de vida de Vilanova pueden consultar: Tractatus de confectionibus vinorum, B.N., ms.
9510 y De aqua vitae simplici et composita tractatus, ESC., F-I-10 y AHN, microfilm 14848. El ejemplar
de la Biblioteca Nacional fue encuadernado en Valladolid por 40 maravedies el 22 de agosto de 1526,
según se lee en la hoja 46v.
245
Cardan, H., Theonoston. de vita producenda atque incolumnitate corporis conservanda, Roma, 1617,
lib. “De aethere”. En relación con la Iglesia, algunos textos de Cardano se expurgaron por Quiroga, lo que
no impidió que, por ejemplo, se puedan consultar los ejemplares que hay en el Real Colegio de Escoceses
de Valladolid.
246
Savonarola, Io., Libro della natura et virtu delle chose che nutriscono & delle chose non naturali con
alcune osservationi per conservar la sanità & alcuni quesiti bellisimi da notare, Venecia, Domenico &
Gio. Battista Guerra, 1576, lib. “De arte conficiendi aquam vitae simplicem & compositam”.
247
Furno, V. de, D. Vitalis de Furno... pro conseruanda sanitate, tuendaque prospera valetudine, ad
totius humani corporis morbos et aegritudines, salitrarium remediorum, curationusque liber...,
Moguntaie, Ivonem Schoeffer, 1531.
248
Lemnius, Levinus, De miraculis occultis naturae, libri IIII / Item de vita cum animi et corporis
inclumitate (sic) recte instituenda, liber unus, Antuerpiae, ex officina Christophori Plantini,1581.

 71
Historia del oro potable

todos estos personajes citados, y en los que se basaron los “médicos racionales” para
posicionarse contra los “novatores”, tienen un punto flaco por el que pueden
derrumbarse dichas defensas, ya que casi todos, o bien tenían escritos textos de
Alquimia o la conocían muy bien.

72 
Historia del oro potable

Cap. V: PARACELSO. SU PASADO, SU PRESENTE, SU FUTURO.

Paracelso (1460-1541) ha quedado para la Historia como el representante de muchas


cosas, pero ahora nos interesa su faceta como médico. Su locuacidad y espectacularidad
le llevó a un protagonismo, quizás premeditado y programado por él mismo, que
consiguió levantar odios y pasiones atroces. Quemó los libros de Galeno públicamente,
significando lo obsoleto del galenismo y propuso que la Medicina aceptase de una vez
los benefcios de los medicamentos químicos y de la alquimia. La Historiografía,
especialmente la alemana, ha hecho de Paracelso la figura central, o una de ellas, de su
historia de la ciencia. Un infinito número de estudios, que sería imposible de resumir
aquí, así lo avala. Sin embargo, cabe la posibilidad de plantearse varias preguntas que,
cuanto menos, nos harían pensar en que no todo fue como ha sido escrito. En primer
lugar, el que escribe estas palabras esá completamente seguro que el desarrollo de la
Medicina química estaría en el mismo punto a inicios del siglo XVIII, por ejemplo,
independientemente de la existencia de Paracelso. Su formación en esta materia no era
muy diferente de las de otros personajes de su tiempo, como Ulstad o Gesner. Así,
Paracelso, Ulstad y Gesner se declaran seguidores de las doctrinas de Ramón Llull,
Arnau de Vilanova y Juan de Rupescissa249. Y sus trabajos, en muchas ocasiones, no son
sino compilaciones, aderezadas con experiencias propias, de las ideas de los "doctores
mediavales". En realidad, es lógica la existencia de Paracelso, Ulstad y Gesner. Estaban
recogiendo, ordenando y divulgando la tendencia arrastrada desde fines de la Edad
Media en la que la entrada de la alquimia en la Medicina era un proceso casi
irreversible. Lo que hizo Paracelso fue asumir dicho proceso, mirar alrededor e intentar
que dicho desarrollo no encontrara frenos, sino aceleración. Más que intentar que la
Medicina oficial se acogiese a una "nueva Medicina", la yatroquímica, lo que quiso fue,
a mi entender, imponer la suya propia. Para ello hay que pensar que antes que él ya
había otros médicos que usaban de medicamentos químicos y que las ideas de la
Alquimia también fueron estudiadas por algún que otro predecesor.

1.-SU PASADO.

Que la alquimia, en los años en que vivió Paracelso, ya había donado a la Terapéutica
un método de trabajo como la destilación, y que la Medicina lo estaba asumiendo es,
hoy día, algo totalmente aceptado por los historiadores. Este contacto entre dos saberes,
el de la alquimia y el de la Medicina, no generó un proceso continuo ni constante. Es
cierto que ya existían muchas personas que destilaban con el objeto de hacer
medicamentos y que este hecho era algo que crecía. Pero el ritmo tenía muy poca
aceleración. No es el lugar éste para señalar muchos ejemplos sobre el uso de la
destilación en los años previos al inicio de la actividad de Paracelso, pero sí de señalar
casos sobre el oro potable. Ya Giovanni Francesco Pico della Mirandola (1469-1533)
trató la cuestión del oro potable en su De auro libri tres.

Un antecesor, Johannes Agricola (1494-1555), padre de la metalurgia, nos dijo en De re


metallica que los alquimistas hacían un líquido a partir del oro mineral capaz de
reconfortar dar vida al espíritu. Es curioso que la imagen actual de este personaje se
intente alejar de los postulados alquímicos, cuando encontramos muchas referencias en
su texto análogas a las ideas de los alquimistas, como la formación de los metales.
Hemos de considerar que Agrícola vivió el esplendor de la minería alemana "en
249
Más bien se podría decir que Paracelso fue un lulista acérrimo.

 73
Historia del oro potable

directo", y que en estos momentos había mucha confusión. El plomo y el estaño a veces
no se diferenciaban entre los mineros y la etimología del estaño con la del antimonio
era, en ocasiones muy semejante (stannum, stinnium, stibium). Un hecho sumamente
curioso es el ejercicio que hemos realizado a la par que leíamos los textos de Alquimia.
Desde estas fechas en adelante se aplica un protocolo de trabajo con el antimonio muy
semejante al dado anteriormente al estaño. No debemos descartar una confusión que,
generalizada, pudiera haber provocado este efecto. Sin embargo, también nos
equivocaríamos si viéramos a Agrícola como un alquimista. Ni mucho menos lo fue. Es
más, luchó contra algunas de esas ideas enraizadas en las creencias populares que
afectaban al oro. Especialmente protestó contra la idea que corría entre los mineros
según la cual, el oro encontrado en las arenas de los ríos era liberado y sacado a la vita
de la tierra por el sol250

Phillip Ulstad, en su De Coelum philosophorum seu de secretis naturae, editado por


primera vez en Friburgo en el año 1525 ya nos anuncia desde el subtítulo que se ha
basado en las doctrinas de Ramon Llull, Rupescissa, Arnau de Vilanova y Alberto
Magno. Hay quien dijo que esto, más que una garantía, supone, por parte de Ulstad, que
ni él mismo reconoce sus méritos. Sobre la elaboración del oro potable, lo hace a partir
de una complicada operación consistente en amalgamar oro con cloruro de oro,
resultando una solución. Sin embargo no pensemos que es muy explícito, más bien
recurre a una descripción ligera alegando su benevolencia hacia el lector. El uso de
dicho líquido es puramente medicinal, como lo será también en Gesner y Paracelso.
Pero antes hay que someterlo a otras preparaciones, ya que dice que aún no es potable.
Así, hay que destilarlo a fuego lento. Por medio de esta destilación, el agua se separa del
oro, dejando un depósito semejante al barro. Con este barro (el cloruro de oro),
mezclado con agua fuerte (o alcohol) sí que se elabora, mediante una nueva destilación,
el oro potable. Sus cualidades son las de ser bueno para la memoria y contra muchas
enfermedades.

A partir de la página XXX de su texto, Ulstad nos llega a ofrecer hasta veintiún
oros potables distintos, hechos con todo tipo de ingredientes. Así, hay oro potable hecho
con especies aromáticas, con flores cordiales, con miel, con sólo oro y aqua vitae, con
vino griego, etc. y si el lector tuviera dificultad para hacer el Agua de Vida, no nos
hemos de preocupar ya que a continuación nos ofrece hasta catorce formas distintas de
elaborarlas. Todos estos remedio, como se podrá entender acaparan un sin fin de
enfermedades a las que curan. Desde la parálisis, la epilepsia, la melancolía, la
memoria, la manía o los tumores.

B.- PARACELSO Y SUS CONTEMPORÁNEOS

250
Agrícola, G., De re metallica, libro III.

74 
Historia del oro potable

Paracelso eligió como disolvente el alcohol o quinta esencia del vino 251,
desechando las quintas esencias de las hierbas.252 Paracelso distinguió tres formas de
medicamentos hechos con oro en su De membris contractis: el oro potable, el aceite de
oro y la quinta esencia de oro. Sobre el oro potable dice que es un oro bebible mezclado
con otra sustancia o licor, siendo la dosis de un escrúpulo cada vez 253. La segunda forma
consiste en, una vez disueltas sus partes, éstas se reducen en forma de aceite (aceite de
oro), sin añadir ninguna cosa más, y donde la dosis no puede pasar del peso de diez
granos de cebada cada vez. Es en la quinta esencia de oro donde Paracelso entre de
lleno más directamente en la Alquimia, algo que nos dice que el oro potable a estaba
totalmente sumido en el campo de la Medicina, sin dejar de salir de la Alquimia, su
verdadero origen. Esta quinta esencia de oro, que es una tintura de color rojo extraída y
separada de su cuerpo, contiene la principal virtud y el principal vigor del mismo,
siendo su dosis nunca mayor de tres granos.

Compara, pues, la quinta esencia de oro con la Piedra Filosofal de los alquimistas, o a
su primer grado. Es esta sustancia (de color rojo) la que contiene la fuerza de la
transformación y el ennoblecimiento de los demás metales, que capta para sí esta quinta
esencia. Estamos hablando de una "química de las cualidades ocultas", que
posteriormente recogería Robert Boyle, a fines del siglo XVII. Paracelso se refiere a los
otros medicamentos en varios de sus escritos. Así en su De quinta esencia metallorum,
Mineralium, Vegetalium etc, editada en el año 1616 nos habla de un oro potable
elaborados con sustancias de varios reinos, lo que nos indica su predominio
farmacéutico frente al puramente alquímico. Lo hace con espuma de plomo, le que él
llama "bleyrauch", vino blanco y resina de abeto, lo que le da una consistencia de
bálsamo.

Nombrando mucho a su antecesor, Ulstad, Conrad Gesner (1515-1565), se ocupó


ampliamente de la cuestión del oro potable. Su Tesoro de los remedios secretos de
Evónimo Filiatro254 es un completo manual de destilación. Este erudito y humanista
suizo, contribuyó a una renovación de la visión del científico renacentista, alcanzó en
poco tiempo una fama totalmente merecida, aunque sólo vivió 49 años, tiempo
suficiente para alcanzar una vasta sabiduría, reflejada en la multitud de obras
publicadas, que, aunque numerosas, son menos que las estudiadas por este autor. Pero
centrémonos en los aspectos que atañen a nuestro objetivo. Gesner dio una continuidad,
asentada desde varios siglos atrás, donde la imagen y la idea del oro potable se centraba
en un producto líquido, quinta esencial. Por tanto, no pudo dejar de tratarlo en su texto,
que, como hemos dicho, estaba dedicado a la destilación. En el capítulo XLVII nos dice,
de entrada que quien quiera saber sobre el oro potable debe de leer los libros de Ulstad y
Lulio.
251
Theophrastus Paracelsus, De auro potabile, 1608, B.N.P., ms. 7160, nº 10. Muchos de los once
tratados que incluye este manuscrito llevan el nombre del polaco y paracelsista Alexander von Suchten
(1529-1590), un alquimista de fines del siglo XVI que vio al antimonio como la materia prima para la
realización de la Piedra Filosofal. Suchten, A. von, De secretis antimonii, Leipzig, 1598. Sobre Suchten:
Hubicki, W., Doktor Aleksander Zuchta. Zapomniany polski chemik, lekarz i poeta XVI wieku, Studia i
materialy z dziejow nauki polskiej, 1 (1953), 102-20 y Alexander von Suchten, Sudhoffs Archiv für
Geschichte der Medizin und der Naturwissenschaften, 44 (1960), 54-63; Haberling, W., Alexander von
Suchten..., Zeitschrift des westpreussischen Geschichtsvereins, 69 (1926), 177-230.
252
Paracelso, De vita longam, libro 3. Referencias tomadas de Gerardo Dorn (1550-1599),
Commentarium in libros Paracelsi de vita longa, Estrasburgo, 1593, 103-105.
253
Escrúpulo: 16,25 gramos.
254
Gesner, C., Tesoro de los remedios secretos de Evónimo Filiatro, El Escorial, EDES, 1996, edición
original: Lyon, 1557. Esta traducción cuenta con una magnífica introducción.

 75
Historia del oro potable

Él no sólo nos habla de un origen de la destilación paralelo al de la propia Alquimia, y


nos la presenta como la "extracción del más sutil humor del jugo por la fuerza del
calor", además advierte que ha de destilarse mejor al baño María que en alambiques de
cobre bañados en el interior de plomo "aunque cueste más y sea más costoso". La
destilación mediante instrumentos usados por los alquimistas y con materiales de vidrio
que propone Gesner hace llame a las aguas así destiladas "aguas alquímicas", no
porque, como se suele confundir, tengan propiedades excelsas, sino porque son
preparadas con instrumental típicamente alquímico. Si bien es cierto de el fin del trabajo
de destilación, según él nos dice, es la extracción de una o más cualidades de lo que se
vaya a destilar. Con estas cualidades extraídas, separadas y recogidas, se puede obtener
una quinta esencia.

Gesner aboga por el uso simultáneo de elementos orgánicos (vegetales y


animales, como el esperma de ballena), lo que representa una concepción del oro
potable de orientación totalmente farmacéutica. Pero no deja de considerar a los
alquimistas, de quienes dice que hacen un "licor con oro sólido", que bebido "alegra el
espíritu". Sobre las propiedades que Gesner atribuía al oro, están las de mantener el
principio de la vida, mitigar la lepra, quitar la sed, desinfectar las heridas, fortalecer la
vista y purificar la sangre:

Se toma un panal de miel de abejas nuevas, junto con la cera. Se mezcla con
ámbar gris, esperma de ballena, áloe, pimiento picante, clavo, nuez moscada,
sándalo y oro puro. Tomas estas materias se dejan reposar conjuntamente en
estiércol de caballo durante treinta días. Luego, se destilan en alambique, al baño
María. La materia resultante se muele sobre mármol, rociándola con agua
destilada. A continuación, se destila de nuevo con cenizas. El agua disolverá el
oro. Pero si el oro potable se endureciese, se tomará de él un trozo del tamaño de
un guisante y se colocará dentro de un huevo cocido, al que se le ha quitado la
yema. De este modo se disolverá. El agua se dará al enfermo para que éste
mismo o compruebe.

Podría pensarse que ellos, al igual que nosotros los historiadores, confundieran
algunos productos o términos, pero no era así, ni mucho menos. El Agua de Vida de
Gesner, y todas las que presenta en su libro son elaboradas, principalmente, a partir de
la destilación de varios productos vegetales. El valor terapéutico que le daba era
excelente para muchas enfermedades. Sin embargo, nos distingue muy bien este
medicamento de la quinta esencia de los remedios ("una virtud o facultad soberana o
celestial que posee cualquier planta, metal animal, o parte de ellos que, por la pureza
total de su esencia conserva la buena salud del cuerpo humano, prolonga la juventud,
retarda la vejez y ahuyenta toda clase de enfermedades") y ambas del oro potable. Pero
tenemos que pensar que, aunque Gesner diferenciara muy bien qué eran y cómo se
hacían cada una de estas cosas, no obliga a pensar que los demás que lo leyesen no se
equivocaran e, intencionadamente, propusieran la elaboración del oro potable mediante
una mezcla de elementos y técnicas que van desde productos de los tres reinos,
mediante, por ejemplo, cimentación y destilación seguida de una digestión. Esto hizo
que toda una tipología muy variada y heterogénea viese la luz posteriormente, desde
finales del siglo XVI hasta todo el siglo XVII, como podremos comprobar, si es que,
Amigo lector, aún no he conseguido aburrirle.

76 
Historia del oro potable

Pero ¿qué valor e importancia debemos de dar al texto de Gesner? Personalmente


pienso que en este libro se asienta definitivamente la intención de valorar al alza, y de
qué manera, las virtudes medicinales del aqua vitae. Todo esto ocurría mientras
aumentaba la comercialización de este producto y a la vez que el costo de su producción
pareció disminuir ante el uso de materiales más accesibles y a su vulgarización
mediante estas publicaciones y, de ello estamos seguros, a la transmisión oral.

De una forma u otra, este proceso de vulgarización del Agua de Vida ayudó o
arrastró a que, sobre el oro potable, ocurriera lo mismo. Por supuesto que no fue el
único factor ya que también ayudó que tanto el oro potable como la quinta esencia o el
Agua de Vida fueran presentados conjuntamente y que el marco, tanto teórico como
técnico era "abierto". Es decir: quien hablaba de ello se introducía en varios campos,
como el de la Medicina, la Farmacia, la Terapéutica y la Alquimia. Tampoco podemos
olvidar que se puede relacionar el hecho de la popularización de la bebidas alcohólicas
con el de la aparición en varias ciudades europeas de destiladores agrupados en
corporaciones, junto con el declive de la idea que consideraba el espíritu de vino como
materia sutil, como quinta esencia. De hecho, Paracelso ya no usa el término quinta
esencia para identificar el espíritu de vino.

Esto, que parece un cúmulo de sutilezas resultó ser de tremenda importancia a


partir de las últimas décadas del siglo XVI. Así, entre los alquimistas de esas fechas, la
quinta esencia pasará a ser vista como un producto mucho más sutil, de una elaboración
más compleja y mucho más difícil de obtener. De paso, esto generó un nuevo impulso a
la valoración del oro potable. Y no sólo ya entre los alquimistas, sino también entre la
Medicina. De tal forma que, aunque encontremos descripciones de oros potables que
sean totalmente originales y exentas de influencias, a la inversa, podremos ver otras
recetas a caballo entre la Alquimia y la Medicina. Lo realmente complicado es
establecer el grado de dominio, en el "espíritu" de una receta del último tipo, de una
disciplina u otra. Para ello es necesario, primero, establecer algunas diferencias entre los
alquimistas y los espagiristas.

¿Pero es que toda esta cuestión se puede reducir a sólo dos tipos distintos de
personajes evidentemente que no. Después de los espagiristas hubo personas que
hablaron de lo mismo, pero que podrían ser llamados médico-químicos. ¿Y sólo entre
tres tipos? Ni mucho menos, luego vendrán los químico-médicos y luego los que la
"oficialidad" académica ha llamado químicos, propiamente dicho. Pues todos ellos nos
hablaran del oro potable. ¿Entonces, qué era el oro potable realmente?

Pues, en principio, es el producto que recogía la idea de una universalidad de la


materia, una excelencia que, por medio de algunas "artes" dejaba de ser oculta y se nos
aparecía de forma líquida. Más tarde, conservando esta idea, junto a la ser una Medicina
Universal, es decir: una Medicina capaz de curar gran número de enfermedades. Es en
este punto donde debemos situar a Paracelso. En este "ambiente" propuso su Medicina,
frente a la "tradicional". Ahora seguiremos con Paracelso, y con dicho "ambiente". Al
final, en el siglo XVIII, el oro potable sólo será una disolución química totalmente
distinta a lo que era en los siglos XI, XIV o XVI.

 77
Historia del oro potable

El médico Matiolo (1500-1577) sabía elaborar el agua de vida mineral y la


vegetal, sin distinguirla por el nombre. Este médico vió cómo empezó a crecer su fama
y la admiración general, más o menos desde el año 1560. En el año 1564 se editó una
colección de cartas y sus respuestas recibidas por Mathiolo. Dividido en cinco libros,
todo el texto es digno de leer, ya que nos refleja las inquietudes médicas de estos
años255. Por ejemplo, otro médico llamado Iosepho Sandalio le preguntó sobre qué
efectos tienen los metales en la composición de medicamentos en los que entraban
también la flor de jacinto, o el tragacanto256. En esta ocasión, y a modo comparativo
hemos manejado esta edición y la que se hiciera más de un siglo después. Así hemos
podido observar la confusión existente sobre el oro potable, que todavía a mediados del
siglo XVII recorría toda Europa, los médicos se escribían entre sí para acordar cuál era
el mejor de todos. El propio Matiolo se quejaba, ya en el siglo XVI, de que un remedio
tan alabado tenga tanto modos de preparación y que los inventores de los mismos lo
ocultasen:

“El médico se ocupa de las muchas formas que existen de preparar el oro
potable. Pero ahora este agua de oro, tan grande y principal, este remedio nunca
alabado lo bastante, necesita un juicio a sus formas secretas de preparación.
Porque no hay nada mejor para hacer el oro potable que la lección que da una
investigación duradera y una larga experiencia”.257

No sabemos cuando pero, en el texto del año 1564, Mathiolo afirmó que recibió
una carta de un no menos famoso médico intrigado por la Alquimia. Este médico se
llamaba Andreas de Blawen, le preguntó sobre qué pensaba de los muchos modos que
había de preparar el oro potable. Tampoco la carta tiene desperdicio alguno. Andreas de
Blawen está conmocionado. Dice que hay muchos y muy admirados médicos en su
tiempo, que explican muchos trabajos para hacer medicinas, y que muchos de estos
trabajos importan conocimientos procedentes del arte químico. También afirma que
dichos remedios están tomando un auge inusitado ante las supuestas cualidades que
tienen de curar muchas enfermedades. Al parecer él y otros colegas amigos habían
intentado hacer "con diligencia y según los arcanos" el oro potable, según los modos
que circulaban entonces por doquier. Nos cuenta, muy detalladamente varios
experimentos que hizo, advirtiendo que no tiene mucha seguridad en que haya que
disolver el oro previamente con corrosivos. Dudaba si preparar el oro directamente con
agua regia o, siguiendo el método del agua fuerte con la plata. Blawen había tomado las
referencias que diera Phillip Ulstadius, y concluyó que una buena forma era usar el
mercurio sublimado con el fin de disolver el oro. Como digo, toda la carta es digna de
lectura. Alude también a las cenizas de craneo humano y al cabello de los hombres,
según indicaba Arnau de Vilanova y tal y como se guiaría unos años después, en 1582,
François Rousselet, como veremos en su lugar.

En dicho epistolario Mathioli cita a Geber como "príncipe de los alquimistas",


también a Ulstad, al elixir vitae de "Raymundo" o a Juan Bautista Montanus, uno de los
médicos más preclaros de su tiempo en cuanto a sus opiniones sobre la destilación.
Leyendo detenidamente tanto la citada carta como la respuesta de Mathioli, una
pregunta se nos ha venido inmediatamente a la cabeza: ¿Dónde está Paracelso? El que
255
Matthioli, P. A., Epistolarum medicinalium libri quinque, Lugduni, Caesarem Farinam, 1564.
256
Matthioli, P. A., Epistolarum medicinalium..., p. 34.
257
Matiolo, P. A., Epistolarium, Basilea, Ioannis König, 1674, “Carta a Andreas de Blawwen”, lib. 6,
parte IV, 175.

78 
Historia del oro potable

escribe esto tenía la idea que Paracelso había influido, para bien o para mal, a todos los
médicos, que no pasaba indiferente tras su muerte, en el año 1541, y mucho menos en
su área de influencia. Pues bien, no aparece ni una sola vez meción alguna a él.
Créanme que estoy sorprendido, y mucho. La carta de Andreas de Blawen alude a las
acividades alquímicas de Praga, al ambiente médico incluso húngaro. Pero nada,
Paracelso, al parecer no existía para nuestros dos contertulios postales. ¿Y su fama de
médico introductor de la Medicina química? Pues desvanecida, al menos entre los más
insignes médicos que llevaron la voz cantante un par de décadas después de su
desaparición. Esto dificulta la comprensión del boom paracelsita que se iba a dar, a
mano de un puñado de seguidores, poco más de cinco o seis años después de la
publicación de estas cartas. ¿De dónde salieron? Más aún inexplicable si los Dorn,
Bodenstein, Toixites y Suchten, sus máximos seguidores hacia 1570 y 1580, tenían su
origen y formación en estas fechas y en el mismo área de influencia. Quizás la
ignorancia sea un hecho intencionado, un intento de eliminar su figura de la escena
médica del momento. Pero recordemos que los que hablan saben mucho de destilación y
del oro potable.

Menos mal que no es el único caso. Sabemos que, tras morir Paracelso, el
silencio envolvió su figura. Conrad Gesner, por su parte ya estaba elaborando lo que
sería su Bibliographia Universalis, que vería la luz en el año 1545, en la que, sin
embargo, no menciona a nuestro personaje. Dieciséis años después, sí que lo hizo, pero
condenando la postura teológica de su paisano. En una carta dirigida a Johannes Crato
von Crafftheim258 le dijo sobre Paracelso: "debe haber sido un hombre irreligioso y un
mago, que comerción con el diablo", razón por la que Gesner ni se molestó en recopilar
material sobre él259. No fue el único que tras su desaparición renegaban de él. otro de
ellos fue el famoso médico Johannes Baptista Montanus, quien amplió los ataques a la
persuasión con la que Paracelso quiso inundar a muchos médicos, sobre la Alquimia que
él propugnaba260, ya en el año 1544.

Vale la pena recordar que Mathiolo, este médico personal del archiduque
Fernando de Austria, aparte de recomendar sobre la destilación a Montanus en su
respuesta a Andreas de Blawen, nos viene a confirmar que las defensas creadas contras
los “novatores” muchos años después, especialmente aquéllas montadas sobre las
opiniones “doctas” por parte de los defensores, tanto hispanos como europeos, de la
“Medicina racional” eran demasiado débiles como para evitar, a las alturas de los años
ochenta del siglo XVII, que alcanzasen el prestigio oficial que consiguieron. En efecto,
Matiolo optaba por el “oro potable” preparado con oro vulgar (y según propuso Geber),
frente al hecho con espíritu de vino rectificado, aunque señalaba que ambos tenían
propiedades similares.

Es decir, unos de los más conocidos comentaristas de Dioscórides, que además


era utilizado contra los “nuevos paracelsistas” y alquimistas peninsulares, prefería el
“oro potable” hecho al modo alquímico frente al otro tipo, afirmación que podemos

258
Gesner, C., Epistolarium medicinalium libri tres, Zürich, 1577, ff. 1r-2v.
259
Sobre la figura de Paracelso en estos años hay mucha bibliografía, pero merece la pena destacar, en
cuanto a sus ideas teológicas re refiere el artículo de Carlos Gilly, Theophrastia Sancta. Paracelsianism
as a religion, in conflict with theestablished churches, en la página web de la Bibliotheca Philosophica
Hermética: http://www.ritmanlibrary.nl/c/p/res/art/art_01.html.
260
Montanus, J. B., In nonum librum Rhasis as Mansorem Regem Arabum expositio, Basilea, 1544, fols.
2v-4r.

 79
Historia del oro potable

constatar por partida doble261. Nada mejor para ilustrar el ambiente previo al acceso de
los novatores a la oficialidad, el desconcierto y la invalidez de las posiciones, por no
hablar de una supuesta “ignorancia” consciente por ambas partes. La respuesta del
médico Andreas de Blawen, para complicar todo, coincide con las propuestas de los
opositores a estos paracelsistas de segundo orden: la Medicina espagírica262 es buena y
aceptable, del arte químico la Medicina tenía muchas cosas para tomar; y eso que las
referencias entre unos y otros superan el siglo:

“Así el ingenio hace que nazca la verdadera ciencia y la saque a la luz (...) y,
especialmente, la Medicina avanzará gracias al conocimiento del arte
químico.”263

5-C. DESPUÉS DE PARACELSO

¿Qué ocurrió entre la muerte de Paracelso y la aparición de las primera obras de


los paracelsistas, a principio de los años 70 del siglo XVI? Hay tres décadas que,
digamos lo que digamos, no presentan una continuidad. Llama la atención que aparecen,
por primera vez, compilaciones de textos alquímicos. Contenían algunos que raramente
aparecieron aislados tras los años posteriores a la aparición de la imprenta, seguramente
debido a la poca extensión de la mayoría, aunque podemos observar que, en un corto
momento inicial, sí hubo numerosas ediciones de este tipo. El cambio al que me refiero
es la aparición impresa de muchas colecciones de textos alquímicos, de número y
extensión variable. Éstas son, sin duda aún hoy, nuestra fuente primordial de
información. El auge de estas compilaciones posibilitó que conozcamos muchos textos
que no hubieran salido a la luz, es decir: impresos en solitario. Es, pues, necesario
profundizar en este tratamiento dado a la alquimia y sus textos durante toda la Edad
Moderna. En ellas apreciamos los textos seleccionados, preferentemente, tratan de la
Alquimia del elixir, de una orientación hacia la Medicina. No fue hasta la segunda mitad
del citado siglo cuando la situación cambió, gracias a la influencia de dos nuevos
elementos que entraron en escena: por un lado, el renovado interés por el hermetismo 264,
y, por otro, el de la medicina química paracelsiana265.

Pero no debemos confundirnos, la alquimia ocupó un lugar muy limitado entre


las primeras producciones impresas, si se compara con las colecciones de recetas de, por
ejemplo, un destilador, un boticario, de alguien que elaboraba perfumes o colorantes,
cuestión que ya fue advertida en su día por varios investigadores266.

261
Epistola Andree de Blanneri medici Petro A[ndree] Mathiolo ad aurum potabile faciendum, B.N.P.,
ms. français 19969, 359 fols, fols. 2-6.
262
La Medicina espagírica se diferencia de la alquimia en que la primera no busca la Medicina Universal
en sus trabajos, mientras la segunda sí, incluyendo la Piedra Filosofal. La alquimia se centraba en el reino
mineral, mientras la espagiria, que es posterior a la alquimia, tabajaba extrayendo las esencias y quintas
esencia de los tres reinos. No obstante, muchos aconsejaron que era mejor instruirse primero en la
espagiria para afrontar más tarde la tarea de hacer la Gran Obra alquímica, como André le Breton y sus
"claves de la Filosofía espagírica".
263
Matiolo, A., Epistolarium, Respuesta de Andreas de Blawen.
264
Sobre esta cuestión: Yates, F. A., Giordano Bruno and the Hermetic Tradition, Londres, 1964.
265
Sobre esta cuestión: Ganzemüller, W., Paracelsus und die Alchemie des Mittelaters, Beiträge zur
Geschichte der Technologie und der Alchemie, Weinheim, 1956, 300-314.
266
Sobre esta cuestión: Klebs, A. C., Incunabula scietifica et medica, Osiris, 4 (1938), 1-359; Thorndike,
L., Alchemy during the first half of the XVIth century, Ambix, 2 (1938), 26-37 y Hirsch, R., The
invention of printing and the diffusion of alchemical and chemical knowledge, Chymia, 3 (1950), 115-

80 
Historia del oro potable

Una de las primeras recopilaciones fue publicada en Nuremberg en 1541, el


mismo año de la muerte de Paracelso, por el impresor (también compilador en este
caso) Iohannes Petreius, donde se incluyeron diez tratados, cuatro de Geber y otros seis
medievales y titulado In Hoc Volumine De Alchemia continentur haec 267. Hasta el año
1550 no apareció otra compilación, el De Alchimia opuscula complura, esta vez en
Frankfurt268, seguida en 1566 por el Ars Chemica de Estrasburgo269 y por el Artis
Chemicae principes de 1572, también con textos de Geber y de Avicena 270. Por
supuesto, es notoria la cadencia de ese tipo de publicaciones, más espaciada que la de
textos aislados. También estos últimos son reeditados en posteriores colecciones
impresas. Si atendemos a los compiladores y su papel en la aparición de las mismas,
podemos ver la especialización que alcanzaron, su colaboración con los impresores y la
solapación, cambio y alteración de funciones en ambos. Así, un impresor podía ser
quien trabajase para el pagador de la edición, y éste no tenía que ser, obligatoriamente,
el compilador. Incluso los tres aspectos de la edición podían recaer en la misma persona.

Uno de los primeros especialistas en editar colecciones de textos alquímicos fue


el italiano Guillermo Gratarolo (1510-1568), personaje estudiado por Lynn Thorndike 271
y por Günter Jütnner en su tesis doctoral272. En vez de publicar muchos textos
alquímicos aislados, lo que también hiciera, los recogió y editó, aumentando
considerablemente el número de los contenidos en colecciones anteriores. Así, su Verae
Alchemiae artisque metallicae, del año 1561, contiene cincuenta y tres tratados 273. Once
años después, en 1572, apareció su Alchemiae quam vocant, con un contenido que

141.
267
In Hoc Volumine De Alchemia coninentur haec. Gebri Arabis, philosophi solertissimi, rerumque
naturalium, praecipue metallicarum peritissimi. De investigatione perfectionis metallorum liber I.
Summae perfectionis metallorum, sive perfecti magisterii Libri II. Quae sequuntur, omnia nunc primum
excusa sunt. Eiusdem De inventione veritatis eu perfectionis metallorum. Liber I. De Fornacibus
construendis Liber I. Item. Speculum Alchemiae, doctissimi viri Rogerii Bachonis. Correctorium
Alchemiae doctiss. viri Richardi Anglici. Liber Secretorum Alchemiae Calidis filii Iazichi Iudaei. Tabula
smaragdina de Alchemia, Hermetis Trismeg.. Hortulani Philoophi, super Tabulam Smaragdinam
Hermetis commentarios, Nüremberg, Ioh. Petreius, 1541. Sobre la Summa Perfectionis: Newman, W. R.,
The <Summa Perfectionis> and late medieval alchemy: a study of chemical traditions, techniques, and
theories in thirteenth century Italy, Londres, Harvard University Press, 1986.
268
De Alchemia Opuscula complura veterum philosophorum, quorum catalogum sequens pagella
indicabit. Cum gratia et Privilegio Caesareo, Francofurti, Iacobi, 1550, 168 p. in-fol. Tabla de contenido
en Ferguson, I, 19.
269
Ars Chemica, quod sit licita recte exercentibus, probationes doctissimorum Iurisconsultorum. Septem
Tractatus seu Capitula Hermetis Trismegisti, aurei. Eiusdem Tabula Smaragdina in ipisus sepulchro
inventa cum commentario Hortulani Philosophi. Studium Consilii Conjugii e massa Solis et Lunae,
Estrasburgo, Emmel, 1566.
270
Artis Chemicae Principes, Avicenna atqu Geber, hoc volumine continentur. Quorum alter nunquam
hactenus in lucem prodiit: alter vero vetustis expemplaribus collatus, atque elegantioribus et pluribus
figuris quam antehac illustratus, doctrinae huius professoribus, hac nostra editione tum iucundior, tum
utilitior euasit, Basel, Petrus Perna, 1572.
271
Dicho estudio está en Thorndike, V, 600-616.
272
Jütnner, G., Wilheim Gratarolus. Benedikt Aretius. Naturwissenschaftliche Beziehungen der
Universität Marburg zur Schweiz im 16 Jahrhundert, Marburgo, Servicio de Publicaciones de Tesis
Doctorales de la Universidad de Marburgo, 1969.
273
Verae Alchemiae Artisque Metallicae, citra aenigmata, Doctrina, certusque modus, scriptis tum novis
tum ueteribus nunc primum et fideliter maiori ex parte eitis, compehensus: quorum elenchum a
Praefatione reperies. Habes, amice, et ueluti sepulta iacuerunt: quorum editionis rationem im Paefatione
ad philosophos Chemistas paucis intelliges, Basel, Henric Petri et Petrus Perna, 1651, 2 t. en un vol..
Tabla del contenido en Ferguson, I, 341.342.

 81
Historia del oro potable

corresponde, casi en su integridad, al Verae Alchemiae274, y no siendo, como dice


Ferguson, una reimpresión275, ya que en su tomo II, páginas 359-485, se incluye el De
quinta essentia de Juan de Rupescissa, obra que Gratarolo mandó imprimir
separadamente en 1561. En el mismo año de 1572, su impresor Petrus Pernam sacó a la
luz una nueva compilación por cuenta propia (se ignora el papel de Gratarolo en esta
edición), bajo el título de Auriferae Artis276, republicado en 1593, aunque ya no como
impresor, labor que recayó en Conrad Waldrick 277 y considerablemente aumentado en
1610, esta vez con el título de Artis Auriferae, y en tres volúmenes y cuarenta y seis
textos278. Lo cierto es que en todos ellos encontramos muchas palabras sobre
composiciones semejantes al elixir, con oro elaborado alquímicamente.

Hacia la mitad del siglo XVI florecieron en Italia una serie de instituciones
nuevas encargadas, como muy bien dijera William Eamon, gran estudioso de la Historia
de la Ciencia279, de la adquisición y desarrollo del conocimiento. Una de ellas fue la que
dirigiera Girolamo Ruscelli (?-1566), más conocido como Alejo Piamontés. Director de
una "academia secreta", como se tituló, concibió un grupo de trabajo tremendamente
experimental. El propio Ruscelli publicaría, a modo de actas semioficiales, un texto
llamado Secreti nuovi, conteniendo los experimentos que se hacían allí. Bueno, parte de
ellos, exactamente 1.245 recetas. Lo curioso es que Todas fueron experimentadas,
discutidas y aprobadas. Además, los experimentadores no eran necesariamente
miembros de dicha organización, a veces se contrataban expertos ajenos a la academia,
para evitar "contaminaciones" ideológicas.

En cualquier caso, Ruscelli afirma que todas ellas fueron, al menos, elaboradas y
comprobadas tres veces. Dicha academia funcionó más o menos regularmente entre los
años 1542 y 1547 y de ella nos dio más noticias Juan Bautista Porta. En aquellos años,
Nápoles era una ciudad turbulenta. La Inquisición española actuaba de forma
contundente y las academias eran vistas como una puerta abierta a ideas contaminantes
y, con tanta presión ejercida por el entonces virrey Pedro de Toledo, la ciudad se
levantó, provocando la reacción antiprotestante de los soldados y el decreto de cierre de
las academias. Tal fue la revuelta que en Nápoles se conoce al año 1547 como "el año
del tumulto". Pero volvamos a la cuestión principal. Todas las recetas son, como dice el
libro, "fáciles de hacer", y las de carácter alquímico suman un total de 83. Menos
voluminoso fue otro texto del mismo autor, de las mismas características, llamado Los
seis libros de secretos de Alexo Piamontés", de similar estructura interna, con la misma
intensidad en la narración y detalle de las recetas, con catorce de ellas totalmente
alquímicas y, por supuesto, con una del oro potable. Sería publicado algunos años más

274
Alchemiae, quam vocant, artisque metallicae, doctrina, certusque modus, scriptis tum nouis, tum
veteribus, duobus his voluminus comprehensus. Quorum Elenchum a prafectione reperies, Basel, Petrus
Perna, 1572, 2 vols. in-8º.
275
Ferguson, J., I, 342.
276
Auriferae Artis, quam Chemiam vocant, antiquissimi Authores, sive Turba Philosophorum, Basilea,
Petrus Perna, 1572, 2 vols. in-8º.
277
Basilea, Conrad Waldrick, 1593. Ejemplar manejado: BME 12-VI-19. Waldrick se especializó en la
edición de textos alquímicos hasta su muerte, en 1613.
278
Artis Auriferae, quam Chemiam vocant, volumina duo, quae continent Turbam Philosophorum,
aliosque antiquiss. Auctores, quae versa pagina indicat. Accessit noviter volumen tertium... Omnia
hactenus nunquam visa nec edita, Cum Indicibus rerum et verborum locupletiss., Basel, C. Waldrick,
1610, 3 vols. in-8º. Tabla del contenido en Ferguson, I, 51-52.
279
William Eamon, además de ser una persona tremendamente agradable, ha estudiado los libros
llamados "de secretos". Eamon, W. & Patheau, F., The Accademia Segreta of Girolamo Ruscelli. A
Sixteenth-Century Italian Scientific Society, Isis, 75 (1984), 327-342.

82 
Historia del oro potable

tarde, en 1559. En ella, la receta del oro potable es tan clara que dan ganas de ponerse a
experimentarla. Por si alguno desea hacerlo, la hemos reproducido al final. Por cierto,
que Porta, en su libro tercero de la Magia Natural, nos da una serie de operaciones con
metales, pero reniega de la posibilidad de conseguir oro a través de trabajos que él llama
fraudulentos280.

Los seis libros de secretos debieron suponer, para su tiempo, un adelanto en la


forma de trabajar. En conjunto, que se recojan recetas médicas, junto a cosméticas, o
técnicas (como tratamientos para la piel, los dientes, pigmentos, pinturas, perfumes,
etc.) no es algo muy novedoso. Conrad Gesner ya hizo lo mismo pocos años antes. Lo
llamativo es el interés por la metodología empleada que se uso: experimentar y
comprobar lo que se ofrece al lector antes de publicarlo. Suponemos que este fe el
motivo que le llevara a traduicirlo al castellano en el año 1563, apenas cuatro años
después de su primera edición italiana, por el médico catedrático de Alcalá, Alonso de
Santa Cruz. Considerado como un hombre sumido en el Renacimiento por nuestra
Historiografía, Alonso de Santa Cruz no tuvo reparos en afirmar, en la presentación que
hizo del texto, que él mismo había probado y comprobado las recetas que daba Ruscelli.
He aquí que nos hemos topado con un alquimista ocasional, ya que, si hemos de hacer
caso a sus palabras, probó cómo se hace el oro potable de Alexo Piamontés. ¿Y qué?
Pues que tradicionalmente se han considerado como a los médicos humanistas
peninsulares de estos años como los más acérrimos defensores del galenismo más
ortodoxo.281. Por cierto, que Santa Cruz, al traducir un libro de secretos nos informó que
él todo lo experimentó y que, por ser médico, se aficionó a estas cosas, o sea, que
realizó operaciones alquímicas282. Como curiosidad de la forma de hacer este oro
potable, es que se usa el antimonio como producto para limpiar el oro. En lo demás,
otros elementos, como la destilación, siguen siendo imprescindibles. Veamos la receta:

“La manera como se haze el oro potable que llaman para conseruar la
salud y la mocedad, o tomado por si solo, o con otra bebida, es este de quien poco
antes diximos que lo enseñariamos, sana toda enfermedad incurable en dias. Toma
de çumo de limones un vaso lleno lo que quisieres, y ponlo el fuego hasta que
hierva, y despues apartalo y cuelalo por un lienzo tres o quatro veçes. Echa alli
dos libras de miel sin espumarla, sal blanca comun bien molida media libra, cueça
todo al fuego manso hasta que ayas biê espumado la miel, y esto lo has de destilar
a fuego manso y luego otra vez a fuego mayor, y luego a otro mayor y despues
ponlo a enfriar, y echalo en una redoma de vidrio y tapalo de manera que ninguna
cosa se evapore. Hecho esto toma las heçes que quedaron en el alambique, y
echalas en una olla muy tapada y cubrela con lodo o barro, porque resista al fuego,
y mete la dicha olla en un horno destos pasteleros, o de los escudilleros o olleros,
y esta alli tres dias. Despues toma todo lo que esta en esta olla y muelelo si uuiere
una libra dello mezcla quatro libras de manna y dos de açucar blanco y si fuere
menos la polvora menos has de tomar destotro, de manera que lo vayas midiendo
como esto y echalo en una redoma de vidrio bien cubierta y juntamente en esto
mezcla el agua que esta guardada que se destilo tres veçes y sobre esto mezcla
tanta agua ardiente de la mas fuerte dos veçes mas que es la dicha agua destilada y
ponlo assi en el alâbique y destilese primero a fuego mâso, porque se enciende de

280
Porta, G., De i miracoli et maravigliosi effetti dalla natura prodoti. Libri IIII, Venetia, Ludovico
Avanzi, 1555, 105-119.
281
Piamontés, A., Seys libros de secretos, Alcalá, Sebastián Martínez, 1563.
282
Piamontés, A., “Prólogo al lector”.

 83
Historia del oro potable

presto y quando se vaya acabâdo de destilar, a mas fuego y asi lo apartas y dexalo
estar en el vaso en que se destilo, y guardalo para usar dello. Despues desto toma
veynte y quatro hojas de oro purissimo y limpialo con el antimonio que llaman
alcohol y toma deste oro lo que quisieres, y muelelo en un vaso vidriado con
julepe rosado o xaraue violado y muelelo de la manera que se muelen los colores
para escreuir, como se dira en el quinto libro, y estando ya el oro bien molido y
lauâdo la miel cô agua caliête como abaxo se dira echarse ha en una redoma de
vidrio. Hecho esto toma el alambique que dexamos arriba en el horno y los vasos
con las aguas y echalo todo en una redoma grande y de angosto cuello y boca,
porque no se evapore y echaras el dicho oro tanta desta agua hasta que sobrepuje
cinco dedos, y despues poner en el alambique de tal manera que no pueda respirar
y a fuego mâso se destile hasta que el agua este toda sobre el oro sea acabada de
destilar y no de ha de aumentar a la postre mas fuego como en los otros. Tampoco
te has de maravillar si el oro no se sacare del todo. Ya que toda esta agua este
sacada saquese el alambique y el vaso en que estan los materiales y torna a echar
encima el agua que diximos que se guardase en la vidrio de angosta boca y sea
tanto que cubra cinco dedos mas que el material. Para esto han de estar dos, uno
que quite el alambique y otro que torne a echar el agua hasta que otros cinco
dedos sobre el horno y tornese a distilar otra vez y esto se haga tantas veces hasta
que toda el agua que se ha echado sobre el oro se haya destilado, despues saca el
oro de la redoma y echalo en otra pequeña y echa sobre toda el agua que ha
quedado destilada y puesto el alâbique metelo en el baño no muy caliente por
quinçe o veynte dias de manera que no se destila, despues, aumentando el fuego
en el dicho baño tornese alli a destilar y alli veras en el hondon de la redoma el
oro destado, licor preciossisimo, lo qual guarda en un vaso muy tapado. Y si mas
sutil y delicado uno lo quisiere destilelo mas veces uy sera mas eficaz. Halo de
haçer como esta dicho. Y este es el que llaman el verdadero oro potable de los
philosophos.”

Aunque parezca enrevesado, este “oro potable” es fácil de elaborar. Cuenta, a


diferencia de las destilaciones vegetales médicos-químicos, con una variable operativa
muy característica de la Alquimia: parte de lo extraído se guardará porque será
necesario posteriormente. Esta diferencia tan nimia es la que nos sirve para poder
separar formas distintas de trabajo durante los siglos XVI y XVII.

Respecto de los detractores de Paracelso , el más afamado de ellos fue Tomas


Erastus (1523-1583), suizo y profesor de Medicina de Bâle, a quien la Historiografía ha
tomado como el principal abanderado contra la "nueva Medicina de Paracelso" en su
Disputationum de Medicina nova P. Paracelsi, editada en el año 1572. Él la atacó de
una forma muy especial, tanto en los aspectos teológicos como aquellos referentes a la
filosofía de la naturaleza. Más tarde el propio Erastus sería el blanco de los reproches de
los paracelsistas, como fue el caso de Claveo Gasto (alias "Dulco"), recién iniciado el
siglo XVII, aunque éste se centró en los aspectos puramente alquímicos. Pero ni Erastus
fue el único, ni Paracelso no sólo fue atacado estrictamente por sus proposiciones
novedosas en Medicina, también sobre sus opiniones respecto de la propia Alquimia,
como fue el caso de Alex de la Tourette, todo un alquimista antiparacelsista; incluso
sobre la Astrología, como hiciera Jacques de la Fontaine y su disputa sobre la opinión
de Paracelso sobre los elementos en el año 1581. Famosas son ya las palabras de Dulco
sobre la Piedra Filosofal:

84 
Historia del oro potable

“Unos, pues, hace la Piedra Filosofal de los pelos, otros de huevos, otros
de plantas, de animales […], de sangre, de sales de arsénico, de calcanto, de
pirita, de magnesia, de antimonio, de cadmia, de hierro, de cobre, muchos de
plata y oro, otros de la escoria del hierro...”283

En este recorrido no podemos alvidar al médico de París Germain Courtin. En el


año 1579 edito toda una contestación, lanzó una carga de profundidad contra las ideas
de Paracelso y de sus seguidores. En su Adversus Paracelsis de tribus principiis, auro
potabile totaque pyrotechnia, del año 1579, Courtain entra en la disputa que ya
anticipaba la fama que alcanzaría el oro potable en pocos años. Además de plantear
cuestiones que le hacen dudar de su existencia, arremete contra las bases mismas de las
ideas paracelsianas basándose en una colección de opiniones que a recogiendo a lo largo
del texto y que le sirven de apoyo para sus ataques. Una excelente labor y una grata
sorpresa para quien esté interesado en saber cómo estaba la cuestión de la relación entre
la Alquimia y la Medicina en los años finales del siglo XVI.

283
Erastus, T., Disputationum de medicina nova P. Paracelsi pars prima, Basilea, 1572, cap. 2: “De
metallis”, 69.

 85
Historia del oro potable

5-D. LOS PARACELSISTAS

Se llaman paracelsistas a un grupo de médicos que, no de forma


totalmente homogénea, defendieron los postulados de Paracelso a partir de,
aproximadamente, 1570 hasta los primeros años del siglo XVII. Por supuesto que hubo
paracelsistas después de estas fechas, peor se diferencian de otros grupos en su voz no
es la predominante, o se mezcla con la de los demás, llámense estos espagiristas,
médico-químicos o químico-médicos. Establecer unas relaciones más o menos nítidas
entre los paracelsistas y los demás tipos ha de iniciarse obligatoriamente con una
constante que nunca debemos olvidar: el carácter tremendamente heterogéneo de sus
seguidores. Esta variedad es lo que más resalta, encontrando desde sus más firmes
seguidores, ya estudiados por Thorndike en su Paracelsian revival284, los que se
esforzaron por popularizar sus ideas a partir de la explicación de sus conceptos 285 hasta
sus detractores a lo largo de más de un siglo y medio o a aquellos que le citan en sus
obras como uno más, sin el resplandor ni la intensidad de los primeros años del "efecto
Paracelso", efecto que vemos tanto en Europa, por ejemplo en el alquimista Borri, en el
año 1681 o en la Península, en el caso del boticario Gerónimo de la Fuente, ambos con
dos años de diferencia. Este último presentó seguidas muchas preparaciones de varios
autores y no tuvo ningún reparo a reunir en el mismo texto las de Fragoso, las de Fernel,
las de Beccher o las de Paracelso, sin un atisbo de incongruencia por su parte.

Un personaje que podríamos clasificar como de los primeros paracelsistas fue el francés
Alexandre de la Tourrete. Fue Presidente de las Cortes Generales de la Casa de la
Moneda hasta el año 1575, y tras más de veinticinco años ocupando cargos públicos,
decidió, en dicho año, retirarse a su casa de campo buscando la tranquilidad tan deseada
durante tanto tiempo, o, como él dice, para reposar. Pero antes envió a Enrique III de
Francia un breve tratado, con una carta fechada el 15 de enero del mismo año. Tan sólo
el título nos deja boquiabiertos: Breve discurso de las admirables virtudes del oro
potable286. Sin dejar de alabar las relaciones del oro con el corazón, no niega "que los
otros metales no estén dotados de virtudes admirables tanto para la conservación como
para la restauración" de los siete principales miembros interiores. Así, la plata es buena
para el cerebro, el mercurio para los ojos, el estaño para el pulmón, el plomo para el
bazo, el cobre para los riñones y el hierro para el hígado. Su paracelsismo le lleva a
decir que considera al hombre como un cuerpo físico engendrado en parte de los astros,
con sus "causas", llamado microcosmos, o pequeño mundo, conteniendo en sí por
similitud todo lo que está contenido en el gran mundo, como los siete planetas. Para él,
el oro es el único de los siete metales que tiene en sí las virtudes de los otros astros. Sin
embargo no niega la posibilidad de que exista una Medicina del estaño, otra Medicina
del plomo, otra del mercurio...

"De todas estas cosas, nosotros aprenderemos primero a conocer las


enfermedades metálicas, su origen, cuando alguno de los miembros interiores
del hombre está enfermo; y a continuación aquello que es necesario para obtener
sus medicamentos específicos más próximos y de mayor virtud, que son sacados,
sin ninguna duda, de los siete metales antes dichos, ya que alguno de ellos será

284
Debus, A. G., Alchemy And Chemistry In The Xvii Century, Los Ángeles, 1966.
285
Como Martin Rulandius (Ruland, 1532-1602)), un médico alquimista alemán (de Freising) protegido
de Rodolfo II y su Lexicon alcimiae (sic) siue dictionarium alchemisticum, Francofurti, 1612. Ejemplar
consultado: B.N., 3-23910.
286
Tourrete, Alex de la, Bref Discours des admirables vertus de l'or potable, Lyon, Pierre Roussin, 1575.

86 
Historia del oro potable

apropiado a su enfermedad: como para el mal del corazón es necesario tomar la


Medicina del oro..."287

En estas fechas ya existían muchas opiniones encontradas sobre la existencia y


valor del oro potable. Alex de la Tourrete, al hablar de la gran cantidad de preparados
medicinales a los que se les ha dado dicho nombre dice que:

"Muchos se equivocan enormemente. Hierven la masa del oro en sus potajes y


brebajes, de la cual no pueden sacar ninguna sustancia, estando su cuerpo (el del
oro) tan compacto y fijo que el mismo fuego, con su violencia, no le puede
disminuir […] Y todos aquéllos que lo administran en polvo, limaduras o
láminas como es su tan estimada confección de Alkermes se equivocan
doblemente porque piensan que el calor natural del hombre es suficiente para
digerirlo, porque él (el calor natural del hombre) no sabrá corromper lo que el
fuego externo no ha podido destruir. Así, este oro preparado en polvo o en
láminas no se podrá comunicar al cuerpo humano y es expulsado fuera y se
encuentra en el retrete entero el que ha estado puesto en la boca sin ninguna
disminución de su peso ni de su substancia."

De la misma opinión fue Jean Lièbaut:

Los antiguos filósofos tuvieron diversas y casi contrarias opiniones de la


resolución del oro, mismamente no está completamente asegurado entre las
gentes doctas de nuestro tiempo, si una tan pura y sincera sustancia, como la que
está en el oro, se podría por alguna industria o arte de los hombres a fuerza &
potencia de fuego resolver en un licor más puro y sincero: aportaremos en este
lugar algunos argumentos sobre esta disputa, tal como los hemos encontrado en
las memorias de Evonimus, todo ello tratado en una y otra parte por cartas de
personas doctas, escritas fundamentalmente a Gessner".288

Por tanto, Alex de la Tourrete propone, como no podía ser menos, reducir el oro a su
primera sustancia (esto es: Mercurio, Azufre y Sal). Además de hacerse eco de los tres
preparados de oro de Paracelso, dice que hay una cuarta forma mucho más excelente, de
la cual ni el propio maestro dice nada en su Libro de las contracturas,

Una cuestión que no podemos olvidar aquí es la resaca que la figura de Paracelso dejó
en, al menos, los dos siglos siguientes. Y en cuanto a la idea de una unidad universal, de
un tipo de composición de la materia (azufre, mercurio y sal) y de la necesidad de la
Alquimia en la Medicina, parece claro e indiscutible que su influencia se alargó como
una sombra (o como una luz) que nos llega si nos giramos y volvemos la vista a los
años puestos en orden sucesivo. En cuanto al oro potable, la influencia fue similar. Es
decir: unas veces nítida, otras oscura, otras intensa y otras muy difusa. Pero en cualquier
caso, existió. Y lo hizo de una forma muy concreta, más allá de cómo se hacía el oro
potable o bajo cuáles consideraciones. Muchas veces hubo personas que opinaron sobre
una idea paracelsiana sin ser ellos mismos paracelsistas, o sin tener un conocimiento

287
p. 17.
288
Lièbault, Jean: Secrets de Medecine et de Phylosophie Chymique. Divisez en IV livres composez par
Maistre Iean Liebaud Dijonnois, Docteur en Medecine, Lyon, Chez Pierre Rigaud, 1593. Del oro potable,
aceite de oro,& polvo del sol, u oro de vida.

 87
Historia del oro potable

exacto del origen de la idea. Hemos de recordar que el concepto de exactitud histórica
no estaba tan desarrollado como ahora, aunque se puede seguir el rastro de una de ellas,
o de unas palabras. También existe el caso contrario. A finales del siglo XVII, siglo y
medio después de la muerte de Paracelso, insignes médicos se declaraban seguidores
acérrimos suyos al inicio de sus obras, como veremos cuando tratemos a Jacob Le
Mortius. En realidad, aún no tenemos una imagen totalmente definida de, sino de la
influencia paracelsiana, de los grados de intensidad de la misma. Parece que hubo algo
semejante a oleadas. Una de ellas fue entre 1575 y 1585, aproximadamente, y otra en
los años finales del siglo XVII. Pero no adelantemos detalles, los cuáles se ha
encargado, y sigue haciéndolo muy bien una maestro de maestros, el profesor Allen G.
Debus, con quien me honro de haber escrito juntos alguna vez en el mismo libro.

Otro paracelsista destacado fue Martin Ruland (1532-1602) un médico


alquimista alemán (de Freising) protegido de Rodolfo II quien editó su Lexicon
alcimiae (sic) siue dictionarium alchemisticum (Francofurti, 1612). En este diccionario
nos da pequeñas noticias sobre el oro potable. en concreto le llama oro líquido al que se
le ha eliminado cualquier elemento corrosivo. También nos informa de que es conocido
por muy pocos, algo que no concuerda exactamente con la multitud de referencias con
las que contamos, y que, entre los que lo saben hacer hay quienes lo usan tanto para la
destrucción como para la salvación del cuerpo humano. Realmente curioso.

Es cierto que aquéllos que rechazaron la Alquimia en dicho siglo, rechazaron


también la química. El ejemplo más claro fue el de Descartes, quien, negó la posibilidad
de la transmutación a la vez que dejó a la química fuera de su organización de las
ciencias. Por otro lado, no existe una oposición clara entre quienes defienden al química
y la Alquimia. Al contrario, los postulados de la segunda son revigorizados, sus
conceptos y doctrina retomados y no hubo reparo alguno en aceptar que dichos
conocimientos tienen en Hermes y el Hermetismo su base originaria. Esto lo veremos en
cualquiera de los tipos que vamos a analizar. Hemos detectado también que la oposición
de los galenistas tuvo un efecto contraproducente. Para muchos, eso que rechazaban no
hizo sino fomentar el estudio de la filosofía hermética y de la Alquimia.

Sea como fuere, los seguidores de Paracelso se lanzaron a una tarea que no fue
reconocida en su tiempo: la de conjugar la Alquimia paracelsiana con la Medicina.
Tomemos de ejemplo a David de Planiscampy (1585-1644) y su obra La petite
chirurgie chimique medicale, del año 1621. Para él, el médico trabaja con los cuatro
principios que causan la enfermedad por alteración de sus cuatro cualidades (frío,
húmedo, cálido y seco). El chimico (el alquimista) es capaz de utilizar los elementos de
todo mixto (azufre, mercurio y sal) y administrarlos en el interior del cuerpo humano de
tal forma que sus virtudes hagan que las cualidades desajustadas vuelvan a su orden
normal y, por tanto, que el enfermo recupere la salud. Su interés por dejar patente que
no había contradicción entre lo que decía Paracelso y las máximas de Hipócrates y
Galeno es realmente curioso:

"Entonces Paracelso dice que los semejantes son curados por los
semejantes. Él no es contrario de la máxima de Hipócrates, ni a la opinión de
Galeno, tanto más cuanto él no ha mirado a las primeras ni segundas cualidades
sino sólo a las substancias y virtudes"

88 
Historia del oro potable

El caso de Planiscampy también es muy curioso, ya que nos confirma que el


paso de los paracelsistas a los espagiristas289 también existió entre algunos sin rupturas
ni traumas, y, además, tampoco lo fue el de la Alquimia al paracelsismo. De tal manera
que este autor llega a afirmar que

"He demostrado por la teoría cuáles son los principios de la Alquimia & como
ellos no son en absolute contrarios a los principios hipocráticos […] Que las
máximas de Hipócrates & de Paracelso no son contrarias y como son la solución y
principios de la Química y que los medicamentos espagíricamente preparados son
más salubres que los vulgares & comunes.”

No fue el único que propuso la conjunción de las ideas tradicionales y las


modernas. También lo hicieron Jean Beguin290, Etienne de Clave y Joseph du Chesne
(Quercetanus). Sin embargo, siempre queda claro que Paracelso es tratado por todos
ellos como el introductor del elemento /sal/ como componente del mixto y tercero de
toda materia para los preparados por destilación y espagíricos.

La expresión "como vemos en Paracelso", por ejemplo, se puede encontrar en


prácticamente el resto de la tipología que aquí se establece y durante el siglo XVIII. Sin
embargo, el sentido que se desprende en unos y otros es muy diferente, como es lógico
en los dos siglos que van desde su muerte hasta mediados del siglo XVIII. La
Historiografía nos dice que la primera generación (y la única) de paracelsianos ocupó,
aproximadamente, el medio siglo posterior a su muerte en 1541, o algunos años más.
Estudiados las más veces en conjunto, sus nombres nos suenan (Toixites, Bodenstein,
Dorn...). De su labor conjunta destacan varios aspectos comunes: sus obras son el
esfuerzo por hacer llegar las ideas de Paracelso a la Medicina, como se dijo arriba, de
interpretarlas de forma accesible a los médicos "tradicionales", comentar sus libros,
incluso explicar cada una de las palabras de su "maestro".

5-E. EL DECLIVE DE LOS PARACELSISTAS Y EL AUGE DE LOS


ESPAGIRISTAS. UN PUENTE HACIA EL SIGLO XVII.

¿Cuándo empezó realmente el paracelsismo y la Espagiria? Es hora ya de


proponer algo que, aunque muchos piensan, pocos dicen. En los últimos años se está
debatiendo, cuando leemos un texto del siglo XVI o XVII, cómo podemos clasificarlo
como alquímico o químico. Así se han planteado cuestiones como ¿qué hay que dejar
fuera cuando alguien quiere estudiar la historia de la química? En torno a esto los
historiadores han acabado reconociendo que es muy difícil discernir entre química y
Alquimia. En mi tesis doctoral defendí la idea de una Medicina química cuando
estábamos hablando de personas que, aunque hablaban como los alquimistas, su
finalidad no era conseguir la Piedra Filosofal, sino unos mejores medicamentos, como
fue el caso que acabamos de ver de David de Planis Campy. Todos estos médicos

289
Entenderemos como alquimistas a aquellos cuyo trabajo tenía como fin la Piedra Filosofal y a los
espagiristas como aquellos que usaban ideas y métodos alquímicos para elaborar medicamentos.
290
Infra.

 89
Historia del oro potable

habían leído textos de Alquimia, de Pseudo-Ramon Llull, de Arnau de Vilanova, Geber


y otros. De esta posición, defendida apenas dos años atrás, ha surgido la base de otra
que viene a ratificarla y, si acaso, endurecerla. Creo que eran todos alquimistas, aunque
también médicos. ¿Cuál era la posición predominante en cada uno de ellos, la Medicina
o la Alquimia? No creo que este sea el elemento capaz de hacernos discernir al
alquimista del médico interesado en Alquimia. No. Sus conocimientos, sus operaciones
prácticas, sus marcos conceptuales y la razón de sus ideas tienen un evidente origen en
la Alquimia, nada más que en ella. Pero ¿eran alquimistas? Aquí podría defenderse otra
posición, la más ortodoxa. ¿Es Alquimia lo que ellos hacían? ¿Se diferencia mucho o
poco de los que proponían los textos de los autores medievales clásicos? Ya hemos
dicho al principio de este libro que tanto la Medicina como la Alquimia compartían un
fin: la salud humana. La Medicina tenía esto como único objetivo, pero la Alquimia no.
Su fin era ése, pero además tenía otros más.

Cuando leemos textos clásicos de Alquimia, más allá de las operaciones y las
descripciones, hay "algo" que queda en el aire, algo mayor, si tuviera dimensión física,
que escapa al hecho de la salud infinita. El alquimista aspiraba, no sólo a eso (para tal
fin está la Medicina), sino al acceso de la Realidad, al conocimiento completo que era
algo que también podría proporcionar la Piedra Filosofal. Esta aspiración, que pocas
veces se deja ver, era la que se pierde totalmente cuando la Medicina se interesa por la
Alquimia.

Esta relación de disciplinas es la dominante en la Edad Moderna, por eso


siempre sus estudios recaen una y otra vez en cuestiones como las arriba planteadas. Sin
embargo, este parecer tampoco puede ser defendido absolutamente, sino sólo de forma
relativa. ¿Por qué? Pues porque también hubo personas que vieron a Paracelso no como
un médico revolucionario que quiso implantar "su" Medicina, sino como uno de los más
grandes alquimistas, sin reparar en sus palabras sobre la salud humana. Es decir, hay
alquimistas que se guiaron por Paracelso como alquimista y no como médico. Tampoco
esto ha sido considerado muchas veces. La Historiografía, en loor de sus metodologías,
su cientificidad y su rigor tiende a limar unas aristas que le son incómodas. En el ámbito
universitario y académico hay poco espacio para salirse de unos moldes que no suelen
ser todo lo convencionales ni todo lo "abiertos" que uno quisiera. Es muy difícil
cambiar una idea preestablecida. Ni siquiera los datos son suficientes. Hace falta mucho
más, per esta es otra cuestión. ¿Sería alguien capaz de decir que tanto Paracelso, como
Conrad Gesner y Philip Ulstad son unos meros compiladores de las ideas que tres
catalanes dieron a conocer siglos antes? ¿Qué fue la alquimia peninsular la que guió al
resto de la europea por medio de una influencia que duraría justo el tiempo que dura el
periodo de máximo protagonismo público de la Alquimia? Pues hay elementos que nos
pueden hacer pensar eso, pero lo que falta es posibilidad de ser aceptado.

Con todo, la primera obra completa de Paracelso no vio la luz hasta el año 1589,
sin que podamos determinar con exactitud si sus seguidores, mediante la labor que
desarrollaron, aceleraron o retardaron su aparición. No podemos olvidar que estos
fueron considerados como un grupo y de forma peyorativa. Daniel Sennert (1572-1637),
que ya evidenció un cierto distanciamiento con respecto de la "sal" paracelsiana, al dar
las opiniones existentes hacia los años veinte del siglo XVII, nos dijo sobre Paracelso en
su Practica Medicinae:

90 
Historia del oro potable

"Para Paracelso y muchos de los sectarios paracelsistas la epilepsia es una


enfermedad mercurial.”

Recordemos que Sennert, nacido en Breslau, es considerado como un químico


progresista y que sus objeciones a la Alquimia eran las tradicionales (números de
elementos, etc.) y sus críticas a Paracelso se refieren a que no creía en una Medicina
Universal, aunque sí en la transmutación291. Esto le llevó a rechazar a los galenistas por
resistirse al progreso de la Medicina debido a su obstinado conservadurismo, igual que
hiciera Bernardo Dessenius ya en 1573292. Su postura le llevó a algunos
enfrentamientos, como el que tuviera con Johan Freytag (1581-1641), quien le
respondió de tal guisa:

“De ésta (nueva Medicina) son los únicos inventores todos los Pseudo
Chymicos sumivenditores, que con dichos enigmáticos llevan el fraudulento
título de médicos. Manchadores de la vieja Medicina con sus nuevas corruptelas,
porque son tan cortos en la Chymica y con ella se corrompen como médicos, sin
conocer el Arte Médica, son sus usurpadores usando como método sus violentos
remedios. […]”293

El paracelsismo y la Espagiria ya estaban bastante extentidas después del empuje


de los alemanes. Un mapa virtual donde quedasen señaladas las ediciones según su
aparición nos haría ver que el trapaso a Francia ocurrió, aparentemente, tras la llegada a
Italia. Lo hizo por dos vías y a la vez: la italiana y la alemana. He dicho aparentemente
porque el auge de los espagiristas (y también seguidores de Paracelso) en Francia no
parece venir precedido de una apasionada defensa de las posturas de Paracelso. En
Francia no hubo un Bodenstein o un Martin Ruland. Pero tampoco es posible desligar,
en sus momentos iniciales, el espagirismo galo del paracelsismo ni de Paracelso. ¿Por
qué fue esto así? El fenómeno, bien estudiado por Allen G. Debus 294, debe inscribirse en
la rigidez galenista gala en oposición a la celeridad de los apoyos a Paracelso en los
años 70 del siglo XVI alemán. Además, la Espagiria, intentó un acercamiento "formal"
entra ambos campos y no, como se desprende de la lectura de los alemanes, mediante
vías más expeditivas. Como resultado, la "digestión" de las ideas paracelsistas entre los
médicos galos y su inmediatamente posterior exposición hizo posible que viese la luz un
espagirismo autóctono, un paso más evolucionado en el camino del entendimiento, o en
el esfuerzo para ello.

Otro defensor de los preparados espagíricos y creyente en la quinta esencia fue


el de François Rouselet, autor de "la Chrysospagirie", ya en las fechas donde la caldera
291
Otros textos de Sennert: Physica hypomendata: de rerum naturalium principiis, Lugduni, 1637,
ejemplar manejado: B.N., 2-33800; Instituonionum medicinae, Lugduni, 1645, ejemplar manejado: B.N.,
3-76187; Epitome universam D. Sennerti doctrina, Colonia, 1655, ejemplar manejado: B.N., 1-22298; De
chemicorum cum Aristotelicis et Galenicis consensu et dissensu, Wittemberg, 1665; Opera omnia
medica, Lugduni, 1676, 3 vols., ejemplar manejado: B.N., 2-3859-61.
292
Dessenius, B., Medicinae veteris et rationalis oberronis cuiusdam mendacissimi atque imprudentissimi
Georgii Fedronis ac universae sectae paracelsicae imposturas defensio, Coloniae, 1573, ejemplar
manejado: B.N., 2-30054.
293
FREYTAG, J., Deetreo & solida refutatio novae sectae sennerto paracelsicae : recens in
philosophiam & medicinam introductae, que antiquae veritotis oracula et aristotelicae ac galenicae
doctrinae fundamenta convellece & stirpitus erudorare molinestur novatores auctore iohanne freitogio,
editio nova, Amsterdam, G. Blae, 1637, 97.
294
Debus, A.G., The French Paracelsians, Cambridge, 1991.

 91
Historia del oro potable

empezó a hervir, en 1582295. Francés y médico, le dedicó el texto al Cardenal Granvela,


el hijo del gran estadista español Nicolás Perrenot de Granvela 296. No nos debe extrañar
que le dedique la obra a Antoine Perrenot, ya que el Cardenal tuvo trabajando para él a
varios alquimistas, seguramente en su jardín de plantas, como a Nicolás Guibert, otro
alquimista. Él abogó por considerar la triple división de la materia según Paracelso, pero
se alejó muy elegantemente de las controversias, asentándose en una posición neutra 297.
En su texto demuestra sus conocimientos tanto de Alquimia como de Espagiria.

Pero aquí lo importante es el contenido de dicho texto, dedicado casi


íntegramente a la preparación del oro potable. En un claro intento de apoyar su doctrina
en los antiguos, y siguiendo la de Egipto sobre las correspondencias celestes. La
secuencia nos es ya conocida: el sol, con su "calor vigoroso" deja esta huella en el oro,
su magnífico receptor, aunque sin excluir que dicho calor alcanza al resto de las cosas.
Así nos define al oro como

"Un cuerpo dotado de toda perfección, compuesto por una igualdad de


sustancias proporcionalmente mezcladas, comprimidas bajo un mismo
temperamento, recibiendo la unión y la admirable textura de todas las virtudes,
tanto las superiores como las inferiores, con quien ningún mixto puede ser
comparado"

También su procedimiento para trabajar con el oro y llegar al oro potable es el


"clásico": saber disolverlo, reducirlo a su "primer ser"298, etc. Su procedimiento es
totalmente alquímico:

"Unos, entonces, para sacar el humor espiritual de algún metal se pide el


uso de un agua, la cual, por su gran corrosión, merecidamente ha sido lamada
agua válida compuesta, a saber, de una parte de nitro y dos de vitriolo, la cual
tiene potencia para disolver la plata en una agua semejante a la leche, y, al
contrario, ella hace subsidir al oro en forma de ceniza negruzca. A la cual, si se
añade una cuarta parte de sal amoníaca, la extracción hecha según el arte,
vosotros tendréis un agua que se puede llamar regia que muestra un efecto
opuesto a la primera, porque, disolviendo a la plata le reduce en cal, el oro, al
contrario, en licor crudo y purísimo. Pero yo no aconsejaría usar esta
295
Rousselet, F., Chrysospagirie, c'est-à-dire de l'usage et vertu de l'or, Lyon, 1582.
296
Granvela sintió una gran atracción hacia la Alquimia, algo que aún está por estudiar en profundidad.
Tuvo a Nicolás Guibert (1547-1620) trabajando como alquimista en su laboratorio, según nos dijo Hoefer
en su Histoire de la Chimie:
"Cependant il-y-en a un qui se distingue de la tourbe commune des alchimistes, c'est
Nicolas Guibert. Après avoir été un des plus rolés adeptes, il devint plus tard un des adversaires
les plus acharnés des imposteurs du Grand Oeuve. Au moins on ne peut pas lui réprocher d'avoir
parlé sans connaissance de cause. Nic. Guibert né à St.-Nocilas-de-port en Lourraine, doctoeur
en Médecine vers 1570. Il travaille comme alchimiste dans le laboratoire du célèbre cardinal
Granvelle, vice-roy des Deux-siciles. Il traduit en latin, pour le cardinal d'Augsburg les livres
allemandes de Paracelse." (Hoefer, F., Histoire de la Chimie, París, Hachette et Cíe, 1841, t. 1,
126.7
Guibert, N., De alchymique ratione et experientis, ita demum viriliter impugnata et expugnata, una cum
suis fallacibus et deliramentis, quibus hominis imbubinantur, ut nunquam im posterum se engere valeant ,
Argentorati, L. Zetner, 1603; De interitu alchymia metallorum transmutatione tractatus, Tulli, Sebastian
Phillipe, 1614, edición manejada: B.N. 2-27813.
297
Rousselet, F., Chrysospagirie, c'est à dire de l'usage et vertu de l'or, Lyon, 1582.
298
En estos momentos se está guiando por Alberto Magno, la Turba de los Filósofos y la Chrysopoeia de
Augurello.

92 
Historia del oro potable

preparación por el extremo ardor y gran acuosidad que cruelmente corroerá las
entrañas. Se encuentra en Ulstad un monotipo del licor de oro, el cual dos
cardenales de Toledo, Juan y Hugo, se tenía en encarecida recomendación como
usan de él en su vida cotidiana, el cual no obsante no es menos de temer que el
primero, por todos los extremo venisdos que sirven de ayuda para la disolución
del oro. Los otros detestan seguir tales venenos. Se toma el tártaro, el cual
reducido en polvo tenue se hace descubrir en flema de Agua de Vida y de ésta
sacan una sal por decocción y resolución y dan promesas de una reducción fácil
del oro, porque lo calcinan y subliman, no en una sublimación vulgar, sino
física, según sus palabras, le vuelven totalmente activo y lo penetran con la
ayuda de un espíritu sacado del vino, donde la dicha sal había estada depositada,
fácilmente resuelven en licor la cal de oro. Yo se por lecturas que algunos
reducen la parte interior de la cabeza de un hombre en sal, esperando hacer con
esto oro potable. Esto es lo que Alberto dice en su libro de los minerales donde
él afirma que los cabellos humanos, especialmente aquéllos que son cortados en
un determinado tiempo, mustran una admirable eficacia para tales menesteres y,
por tanto que, de su tiempo, él ha visto un montón de polvo entre os dientes de la
sutura superior de un cráneo de un hombre desenterrado. Geber, que ha sacado
del seno de la naturaleza los secretos de su Arte y reconocido como un
Aristócrata de estos que siguen diariamente los secretos de su bella doctrina,
sobre todo recomienda un aceite sacado de cabellos humanos para preparar los
metales al efecto de volverlos más fáciles a la licuefacción, y que ello sea así
perece que su forma es muy remota y lejana, visto que nosotros tenemos una
cosa más fácil para la mano que el cráneo del hombre y sus cabellos para dirigir
estas operaciones, de la cual su olor es tan fétido, hediondo y salado que no ha
nacido quien lo pueda soportar. Éste yo lo he experimentado alguna vez en la
extracción de su aceite para la cura de alguna gran enefermedad. Andarnac,
singularmente versado en una y otra Medicina, ha dado por recomendable sobre
todos, un modo de oro potable sin ayuda de nada externo más que el fuego, así
como sigue. El toma el oro separado de su lepra, el cual, reducido primeramente
en láminas muy tenues, arregló diestramente a los vasos y hornos que eran
necesario spra tal obra. Y durante medio año las calcinó a fuego de cuarto grado
as cuáles, después, él extrajo y puso al sereno y de ellas fácilmente manó un
humor oleaginoso, rojizo y de sabor dulce. Y si lo hubiera calcinado no hubiera
sido igual y el humor difícilmenta hubiera manado. Él humedeció sus láminas de
un vino varias veces rectificado, el cual extrajo el color del oro y una ceniza
semejante al polvo. Y para rectificar esta quinta esencia en su tenuidad, él la
vertió en un matraz con todas sus partes y la preparó diestramente en un baño
estando la parte superior del vaso rodeada de un lienzo empapado de agua
caliente, incontinente de la antiperístasis o contrarieda, separará las partes ígneas
de las acuosas las cuáles de nuevo destiladas dejarán al fondo del vaso un licor
cercano al rojo, el cual es lamado comúnmente oro potable, el uso del cual
conserva la salud durante muchois años y umchos de sus amigos lo usan del
modo que sigue. Es necesario, después de algunas ligeras purgas rozar y calentar
el vértice de la cabeza y expandir encima una dracma de de licor y tomar lo
mismo en malvasía. Esta preparación no carece e razón, ya que la asegura la
experiencia y la demostración que Geber ha dejado en su Suma: "todos los
cuerpos metálicos verdaderamente calcinados por verdaderas calcinaciones se
disuelven, visto que todo calcinado se acerca se acerca a la naturaleza de la sal y
del alumbre".

 93
Historia del oro potable

Es importante tener en cuenta que los paracelsistas no fueron hegemónicos, ni


siquiera en sus años más exitosos, y también que compartieron el escenario con otras
opiniones. Fue el caso de Osvaldo Crollio (1560-1609) quien escribió una sola obra, la
Basílica química, destinada a ser un texto muy llamativo. Especialmente porque, en
medio de la oleada de paracelsistas y del auge de los espagiristas, que ya veremos más
adelante, se distanció de todos ellos y se situó en su propia posición, algo realmente
difícil en el maremagnum y el debate caótico que hubo a principios del siglo XVII. No
debió de decaer su autoridad cuando dicho texto aún se publicaba en 1643, treinta y
cuatro años después de su primera edición, en 1609.

El libro tiene tres partes. En la primera describe toda la teoría de Paracelso, en la


segunda ofrece una amplia farmacopea química y en la tercera y al final da una guía
práctica para todas las operaciones y preparación de los medicamentos. Crollio decía
que era el mismo Dios quien había implantado aquí, en el mundo sublunar, toda su
fuerza y su infinita potencia, en concreto en los metales. Ellos contienen el azufre vital,
el bálsamo que está en los tres reinos. Desdeñando a aquellos que tratan de Medicina sin
no ser previamente expertos filósofos, no duda en aceptar la existencia de una que
proveniente del más grande de los mundos. Esto nos interesa bastante ya que en la parte
de la Basílica química que se refiere a la farmacopea química, va precedida de su
famoso Tratado de las signaturas, que no es una obra diferente, como muchos creen, si
no que ambas forman una unidad. Es realmente impresionante cómo mezcla religión,
filosofía de la Naturaleza y alquimia con operaciones químicas, como cuando describe
la preparación del sulfato de potasio, del acetato de calcio y, como no podía ser menos,
de un oro potable que él llama oro fulminante.

Con todo, si alguien se decidiera hacer algún día la historia Terapéutica del
antimonio no podría olvidarse de Crollio, ya que describe una química del antimonio
mucho más detallada que la que hiciera Basilio Valentín en su obra contemporánea a la
Basílica, llamada El carro triunfal del antimonio. Lamentablemente, es el texto de éste
último el que goza de mayor fama, a pesar de ser mucho menos extenso sobre las
preparaciones antimoniales, que, por otra parte, no son pocas. Y, por otra parte, quien
quiera ver en Crollio un precursor de los estudios de las reacciones de los ácidos
minerales, también le sería muy fácil realizar este trabajo. En realidad, se preocupó más
de las preparaciones a base de mercurio y de antimonio que de oro.

Sin embargo, el que fuera considerado como uno de los mejores intérpretes de
Paracelso y amigo de Jean Bautista Porta, no se le frenó la mano a la hora de tratar las
propiedades alquímico-medicinales del oro, ya que escribió siete recetas. Creyó que el
propio Paracelso tuvo el elixir alquímico y que su temprana muerte fue debida a un
desafortunado envenenamiento, además de no poner ningún tipo de reparos al Arte y a
la preeminencia del tártaro acorde con su maestro. También ha sido visto como el
intérprete de sus ideas teológicas, algo que, tras su lectura, queda bien patente. Frente a
estos devaneos de la razón, propuso encarecidamente la experiencia y la práctica como
método, especialmente en la parte de las recetas de su Basílica. Por supuesto, no
podemos olvidar que, tras toda su amplia exposición, donde no deja atrás a la cábala,
expone su receta del oro potable, que es llamado ahora oro fulminante y oro volátil. Su
idea del oro potable incluye, como no podía ser menos, unas explicaciones amplias y
variadas, donde no se olvida del mismísimo John Dee y su mónada jeroglífica. Eso sí,
no olvida que la relación oro-corazón, a la vez que se dirige directamente al médico:

94 
Historia del oro potable

"CORDIAL299. En particular para el médico, que es quien cura al enfermo, quien


ha de defender bien el corazón y quien acecha a la enfermedad. A él se le da a
conocer (el oro) como la Analogía Armoniosa de lo Superior y lo Inferior; y que,
con la decidida acción de los astrólogos, la luz más grande del cielo se irradia a
las dos partes más internas del hombre de forma natural: al corazón y al cerebro.
Como ya está dicho suficientemente al principio, lo que está destinado a ser el
mayor confortativo del corazón de entre las cosas de la naturaleza reposa en el
oro, escondido bajo siete sellos."300

De esas recetas que diera Croll, que son mucho más claras que las del propio
Paracelso, en tres usa "agua regia" produciendo sal soluble de oro. En otras tres, en
cambio usa una mezcla distinta. La séptima, en cambio, no contiene oro en su
composición, siendo, como ya ha sido advertido antes, no más que una versión de la de
Arnau de Vilanova301. Es digno de notar si posición totalmente contraria a la via que él
llama "la vulgar de los alquimistas", a la que califica de inepta, vana e inútil.
Conjugando su acercamiento a los médicos a la vez que se aleja de las imposturas y
abusos de los farsantes, Croll otorga mucha más importancia al uso médico del "aurum
volatile", una quinta esencia de un color rojo intenso cuya potencia originada del sol es
mayor que todas las influencias de los demás planetas en el hombre302.

En estos momentos, la variedad de procedimientos para elaborar productos


bastantes diferentes, pero que reciben el mismo nombre llega a extremos inauditos.
Ellos nos hacen reconsiderar la imagen de algunos personajes y uno de estos es, nada
más y nada menos, que Andrés Labavius (1546-1616). Puede ser visto, si se quiere,
como alquimista, ya que creía en la transmutación. Pero también como alguien que da
"un paso adelante" y se sitúa en posiciones que denotan el escepticismo de un incipiente
espíritu crítico y modernista. Por ejemplo llega a sugerir que las sustrancias minerales
pueden reconocerse por la forma que adoptan sus cristales originados al evaporarse sus
soluciones. O también podemos decir que era un excelente experimentador. En esta
faceta llegó a redescubrir antiguos métodos de coloración usados por los asirios, o nos
describe la preparación de, entre otras cosas, el tetracloruro de estaño y la del ácido
clorhídrico. Veamos su receta del oro potable:

"Es oro disuelto en su penetrante menstruo y con la consistencia de un


licor potable, moderado con la parte justa de menstruo permanente. Así pues,
una vez totalmente agotado por el menstruo, es reducido a su naturaleza
primigenia. Y así quedará el resto del metal vinculado a la propiedad del
menstruo con la de la marcasita haciendo más fácil la reducción, la solución, etc.
El menstruo del oro cambia según las diversas limaduras. Se disuelve en agua
regia, pero aquella que es aborrecida para el uso médico interno, aunque vale
para el externo. Puedes empezar de nuevo todo en solución con el espíritu de la
sal gema, o sal de tártaro, o simple agua de miel hecha sal, o zumo de limones
destilado con miel, o espíritu de vitriolo, etc. Muchas personas recomiendan este
tipo de oro para enfermedades muy graves, como Alejo y otros, pero cuando se
necesita toda la fuerza de la naturaleza se prefiere la cal soluble de oro o el licor
299
Cordial: se refiere al corazón.
300
Croll, Oswald, Basilica chymica, Coloniae Allobrogum, Officina Frabiana, 1610, página 281.
301
Higby, G. J., "Gold in Medicine. A review of its use in the West before 1900", Gold Bulletin, 15
(1982), 130-140.
302
Croll, Oswald, Basilica chymica, Coloniae Allobrogum, Officina Frabiana, 1610, páginas 289-293.

 95
Historia del oro potable

sacado de la cal o del propio licor, que se hace sin mezcla salvo el de todos los
extrangeros, por más que para Paracelso nada valía el oro sin corrosivo. Esta es
la práctica: oprime el oro con antimonio y golpéalo con violencia hasta que
quede en láminas u hojas y lávalo primeramente con licor de tártaro para que se
alejan los espíritus adherentes. Así hecho, haz suficiente licor por deliquio con
sal de tártaro. Después añade en su vaso menstruo hasta la altura de un dedo, o
incluso tres y hasta cinco. Cierra el vaso y pónlo en calor de estiércol durante un
mes. Así lo hacen muchos, aunque otros lo ponen unos días según dicen, y
lentamente se disuelve y más pronto avanza la obra si el oro es previamente
calcinado, o si se añade su tintura. Cuando esté libre se captura primero el
menstruo sacado por medio de una destilación lenta, no todo, pero se puede ver
la parte de liquidez oleosa que queda. Así disuelta es sin duda oro, pero aún no
atenuado. Para ello, primero se digiere durante siete días con el nuevo menstruo
añadido, tras lo cual se vuelve a cambiar y repite esto diez veces hasta que esta
sustancia del oro se vea atenuada, y hasta que se haya mezclado exactamente con
el menstruo, y entonces se lanza una gota en vino limpio y la verás en foma de
crocus (arena) que tiñe de rojo durante su precipitación al fondo. Entonces sigue
reponiendo por partes con toda la cantidad de menstruo que está guardada y
reservada, hasta que se digiera y por fin, la atrae por medio de un fuego
lentísimo y se aleja de la sustancia del oro. Una sola gota de esto, por su acritud
dificilmente puede pasar por el licor por mil veces. Si con todo es muy ardiente,
añade quinta esencia de vino y ponla en circulación hasta que esto se separe,
repite esto y podrás mitigar mucho el trabajo. Pero entonces a menudo se fija y
se transforma en una oleosidad del tipo de los metales. Puedes rechazar la
acritud añadiendo cosas muy suaves como jarabe de rosas o de violetas..."

Libavio, que además fue profesor en la Universidad de Jena y en la de Rothenburg,


escribió en el año 1595, un resumen de los logros medievales de la Alquimia, donde,
por supuesto, no se olvida de Ramon Llull, Arnau de Vilanova y Rupescissa. El texto se
conoce como Alchimia y es uno de los más conocidos de su género. Como no podía ser
menos, está al tanto de los múltiples comentarios existentes en torno al oro potable, y
nos ofrece su propia receta. En ella se permite criticar a Paracelso, ya que Libavio sí que
acepta, al contrario del segundo, que se pueda lograr oro potable sin necesidad de usar
corrosivos. Y la receta que da es de éste tipo, alegando que es mucho mejor y
remitiéndonos a Alejo Piamontés. Para refrendar su opinión nos da a leer otras recetas,
de autores desconocidos, en las que se usan varios ácidos como el vinagre o el zumo de
limón.

Claro que Libavio, además de historiador y poeta, no lo olvidemos, era un


profundor conocedor de la Alquimia. Si decidimos clasificarlo de tal guisa, tendremos
un problema nuevo. ¿Podemos seguir llamando alquimistas a aquéllos que proponen
métodos de trabajo semejantes a los de la Alquimia para elaborar medicinas? ¿es
alquimista aquél que no persigue la Piedra Filosofal?

El problema se agranda cuando otros grandes intelectuales de la época, y ajenos


a cualquier tipo de polémica con el oro potable, emiten sus opiniones particulares, que
resultan ser tremensamente interesantes. No nos es posible aquí dejarlas en el olvido.
Un año antes de la publicación de la Alchimia de Libavius, el italiano André Cesalpino

96 
Historia del oro potable

(1519-1603) sacó a la luz sus "Tres libros de los metales" 303. En él ve que la labor de los
alquimistas es inerte304 y, aunque no cree en la Alquimia, sigue las teorías de Aristóteles
al decir son una condensación de los vapores al enfriarse. Como vemos, las sutilezas
sobre la visión de la naturaleza que envolvía a muchos, eran tremendamente semejantes,
lo que no impide que, tras esa similitud adivinemos posiciones muy divergentes, como
es este caso. Su alumno y Amigo Michele Mercati (1541-1593), autor de unos de los
más bellos libros de Mineralogía en el siglo XVI, la Matallotheca, sigue sus ideas y se
aleja bastante de los alquimistas, a pesar de conocer sus propuestas.

5-F. EL CASO ESPAÑOL

Ya dijimos algo, justo antes de hablar de Paracelso y de sus seguidores, sobre el


desarrollo de la idea del oro potable a lo largo de la historia. De forma totalmente
intencionada olvidamos mencionar que el oro potable también era un producto que
elaboraban los alquimistas. No lo médicos que sabían de Alquimia, ni los espagiristas,
ni los paracelsistas, no. Los alquimistas, tal cual. De una forma u otra, el oro potable
nunca hubiera existido si no existiera la Alquimia. La Medicina, la del tipo galenista,
nunca hubiera dado a luz un producto de este calibre. Pero parece que la Alquimia y los
alquimistas tampoco se esforzaron nunca en entablar relaciones con la Medicina. Más
bien, nos guste o no, hemos de reconocer que fue la Medicina y los médicos quienes se
fijaron en la Alquimia. Como dije antes, tenían un campo común: la salud del hombre.
Y digo todo esto porque no debemos de olvidar que también hubo un tipo de oro
potable totalmente alquímico, como lo hubo totalmente medicinal. Del primero ya
hemos hablado cuando dimos el del manuscrito de la Biblioteca Nacional 10163 y que
hemos reproducido al final. Del segundo hablaremos ahora. No obstante lo que más
abundó fue el oro potable tanto deuna mezcla de ideas, no ya entre la Alquimia y la
Medicina, sino también entre ambas y la Espagiria, o entre las tres anteriores y los
paracelsistas.

Un oro potable totalmente medicinal puede conocerse porque su o sus componentes son
vegetales, o la mayoría de ellos. ¿Fueron menos desconocidos? No. En ocasiones, el oro
potable totalmente vegetal, tuvo una acogida entre los más altos estamentos sociales y
fue elaborado por eminentes médicos de la corte de Felipe II a quien el médico Juan
Cornejo le administró uno elaborado de lentisco con el fin de aliviar o curar su gota.
Esto ocurrió hacia el año 1594305. Con el mismo medicamento, totalmente vegetal,
repito, se trató el "muy grande corrimiento" que padeció el papa Pío V. En realidad es
un cocimiento de dicha planta, aunque recuerda la metodología espagírica. El preparado
de Cornejo no debió desentonar con el tipo de Medicina que se practicaba en la corte,
con la oficial. Aunque Cornejo escribiera a la defensiva 306, el texto no tiene desperdicio,
ya que en ocasiones, se sitúa al margen de la vorágine experimental que se dio en esos
años y nos describe el ambiente médico en la corte del rey:

303
Cesalpino, A., De metallicis libri tres, Roma, Aloysii Zanetti, 1596.
304
P. 173.
305
Cornejo, Juan, Discvurso y despertador preseruatiuo de corrimientos y enfermedades dellos... (el
modo y traça de hazer el oro potable del lentisco, y sus diferentes cozimientos, y la elección de la
plantas, para que se hagan puntual, 1594, B.N. ms 3355.
306
El propio Cornejo sabe que Felipe II sufre frecuentes y cada vez peores recaídas de gota, lo que llega a
decir en el texto ("Y pues es clara verdad que en VM. Abundan excrementos, que causan dolores
gotosos...", fol. 22vº) y lo que le motiva a escribirlo.

 97
Historia del oro potable

"Por lo qual, siendo yo medico y bien necesitado de salud, viendome tan cercado
de males y enemigos, y tan cargado de aforismos y preceptos de medicamentos y
medicinas, de tanto número de receptas, con tanto aparato de boticas, de tantos
remedios empíricos y racionales, de tantos humos y zumos de tabaco, y del
eleboro venenosos y bomitivos, de olios y polvos de minerales, de oros potables
y quintas esencias de alquimistas y en una perpetua contienda desta temerosa
confusión..."307

El oro potable vegetal de Cornejo corregía el calor natural, eliminaba las superfluidades,
todo ello, mientras alaba al lentisco (la jara) y la coloca en el reino vegetal a la misma
altura que está el oro en el reino mineral:

"...buscando entre las plantas la mejor hallé el vegetable lentisco,


incorruptible de partes y sustancia tan firme y tan perfeta que no le toca carcoma
ni polilla, ni jamás lo penetra alguna corrupción porque entre los vegetales es
como el oro entre los minerales, que toma de todos lo más perfecto, lo puríssimo
y lo mejor..."308

No se puede decir que Cornejo no creyera en una Medicina Universal, que él dice que
habría de ser templada, ni que no tuviera conocimiento del oro potable mineral, sino
incluso no teme que su oro potable pueda ser llamado de tal manera309, Digo esto porque
el protomédico de cámara del rey, Luis de Mercado, no puso ningún inconveniente para
que se le administrara. Por supuesto, ni Cornejo ni Mercado eran ajenos a la llegada de
la Medicina química a la corte del Rey Prudente. Pero pocas veces se ha resaltado el
hecho de que un galenista, un estandarte de la Medicina oficial aceptara un
medicamento llamado oro potable, por mucho que sus componentes fueran vegetales,
como es este caso. Además de él, el protomédico Valles y Nardo Antonio Ricci, que
entonces era "profesor de la materia herbaria" alabaron la cualidad templada del
lentisco, base de la corrección de las virtudes naturales y del propio Cornejo para
defender su medicamento. Ya veremos, por otro lado, que el doctor Mercado hubo de
rendirse ante este tipo de Medicina cuando tratemos el caso del oro potable de
Alejandro Quintilio.

En la Península la cuestión no era, ni mucho menos, nueva. Ya en 1544, el


médico de Carlos V Luis Lobera de Ávila (fl. 1530), un excelente farmacólogo adscrito
a la Corte, elaboraba un elixir vitae a base de mercurio, ya sea trabajado en su estado de
azogue o sublimado (solimán). En su Libro de experiencia en medicina310, donde da más
de trescientas recetas, leemos algo que, si no supiésemos de la trayectoria de este
médico, lo tomaríamos como un alquimista consumado:

“Elixir vitae: ... e incorpora en una olla pulverizada el agua de vida


destilada por alambique. Advierte que si de verdad quieres volver esto con
mayores virtudes y hacer un mejor elixir de vida, con más virtudes cordiales, no

307
Fol. 38.
308
Fol. 42.
309
"Sea el oro potable mineral si se puede hacer agua, y en su primera materia reducir, sea la magna
Medicina de Raymundo, si se hace, o puede hacer, o que sea este oro potable vegetale de lentisco". Fols.
42vº-43.
310
Lobera de Ávila, L., Libro de experiencia de medicina y muy aprouado por sus effectos: ansi en esta
nuestra España como fuera della, Toledo, Iuan de Ayala, 1544. Ejemplar manejado: B.N., R-31814.

98 
Historia del oro potable

es necesario que le añadas ni oro potable ni polvos cordiales ni esmeraldas ni


rubíes.”311

Entrando el siglo XVII el oro potable conocerá su mayor momento de auge,


situándose su declinar hacia las postrimerías de dicho siglo. Los paracelsistas, a quien
ya hemos visto, y los espagiristas, a quienes veremos ahora, irradiaron una mezcolanza
filosófico-médica-natural que minaba los principios mismos del imperio del galenismo.
En esta situación, España no sólo no quedo a la zaga, sino que, en muchas ocasiones
estuvo por delante, en contra de lo que se ha venido diciendo habitualmente.

La actividad desarrollada entorno a la figura de Felipe II en cuestiones de Alquimia ya


está lo suficientemente desarrollada y estudiada gracias a las investigaciones que en los
últimos años han llevado a cabo personas de la talla de Francisco Javier Puerto o Mar
Rey Bueno. En sentido estricto no podemos hablar de la existencia de un "circulo de
alquimistas de El Escorial", ya que muchos de los que se han considerado componentes
del mismo ni se conocieron. Pero cabe recordar que Ricardo Stanihurst, en su "Toque de
Alquimia", de fines de 1593 dedicado al propio rey nos habla que al poco de llegar le
dio a Fr. Francisco Bonilla, por entonces "director" del laboratorio de destilación
escurialense, varias recetas para hacer el oro potable que, desgraciadamente, no
quedaron conservadas. Pero mejor, veámos lo que dijo:

"Salomón Trimosín fue un alquimista Europeo nacido en 1490, aunque no se


sabe cuándo murió. De él se cuenta que vivió más de cien años gracias a su
elixir, que le habría rejuvenecido varias veces regenerando sus cabellos,
enderezando su columna y limpiando de arrugas su cara. Cuando se le preguntó
que cuánto pensaba vivir contestó que hasta el Día del Juicio Final. Eran
corrientes por el siglo XVI y XVII las historias de rejuvenecimientos súbitos
entre los alquimistas y las prolongaciones antinaturales de sus vidas, todo
gracias al llamado oro potable o elixir de la larga vida, que sería la disolución de
la Piedra Filosofal en agua destilada, capaz de eliminar de manera selectiva el
agua pesada de los tejidos haciendo que estos no envejecieran. Consumiendo
una gota del elixir cada seis meses se provocaría la eliminación de todas las
toxinas del cuerpo, luego se caerían la uñas, dientes y cabellos que más tarde se
recuperarían como nuevos, al cabo del tiempo se iría perdiendo la necesidad de
comer y la de evacuar, siendo suficiente la transpiración para eliminar líquidos.
Esa sería la causa de que se supiera la fecha de nacimiento de muchos
alquimistas pero no la de su muerte, como ocurre con la del francés del siglo XV
Jean Lallemant.
Otros famosos autores tienen contraria opinión y afirman que los metales son de
diferente especie el uno del otro, y que no es accidental alteración sino una
verdadera y esencial transmutación tornar un metal en otro, mas esta contienda
quiero dejar para las escuelas. En esto acuerdan generalmente todos los filósofos
químicos que los cinco metales imperfectos se pueden convertir en plata u oro
difieran en cuanto quisieran el uno del otro, como vemos cada día por
experiencia que no es embargante que el fuego y el agua son tan contrarios
elementos, con todo se pueden por sus grados convertir el uno en el otro. Porque
la llama se convierte en humo, el humo en aire, y este aire resolviéndolo se torna
en agua y así mismo enseña la experiencia, que las raíces (y cenizas) con grande
decocción de fuego se tornan en vidrio, y aún los mismos metales se pueden
311
Lobera de Ávila, L., f. XXXI.

 99
Historia del oro potable

vitrificar, como vemos cada día que con plomo convertido en vidrio los olleros
vidrian todo género de vasos y yo mismo he tornado muchas veces plata en
vidrio, y en menos tiempo de un cuarto de hora este mismo metal se puede
reducir hasta una cierta sustancia como cera negra, así en blandura como en su
facilidad en fundir, y después ni este vidrio, ni la sustancia que parece cera se
puede jamás tornar o reducir a metal enteramente por ningún arte. La
experiencia asimismo verifica que siendo el oro un cuerpo tan fijo y sólido,
bastante ha sufrir toda prueba de fuego, esto no obstante, se puede reducir a un
licor potable del cual jamás se puede tornar a reducir en oro, como se puede ver
en dos suertes de oro potable que he enseñado a V. Majestad y por su orden
enseñado a fr. Francisco Bonilla."

Por entonces ya había diseñado y construido en el mismo lugar alguien que


alardeaba de ser espagirista llamado Diego de Santiago su extravagante aparato
destilatorio312. En el texto que tiene asignado, el famoso Arte separatoria y modo de
apartar todos los licores, que se sacan por via de destilacion: para que las medicinas
obren con mayor virtud y presteza (Sevilla, 1598), nos da la receta para hacer disolver
el oro de forma totalmente alquímica y muy semejante a las dadas anteriormente por los
paracelsistas, usando el arte de disolver, destilar, separar y volver a unir:

"Ahora trataremos como se dissuelve el Oro. Tomese el Oro que se da en el


comun por de veynte y quatro quilates, y haganse laminas subtiles del gordor del
papel de marca mayor. Y destas laminas hagasse su cimentacion con Antimonio
el que dizen macho, que es el que tiene las hebras gordas y claras. Molido el
dicho Antimonio y puesto por sus estratos como hazen los plateros el cimento: y
desse fuego siendo bien cubierto el Crisol, veynte y quatro horas, el qual este
enfogado siempre de color de un carbon encendido, de manera que las dichas
laminas no se fundan, y al fin deste tiempo saquen el dicho oro y labenle muy
bien, y desque sea labado y limpio, buelbanle a fundir y a batir y hazer las
laminas del gordor dicho, y tengan sal comun preparada que se prepara desta
manera, tomese una arroba de agua comun y la mejor es la que se coxe del Cielo
sin que aya participado de los escrementos terrestres, y esta se a de coxer en
unos tinajones bidriados y anchos de boca, y en la dicha arroua se dissuelban
doze libras de sal comun, bien rarificadas, y hecho esto pongase al fuego hasta
que quiera heruir, y vayanle quitando la ynmundicia que echare arriba, y desque
este limpia de todo lo que sube al lo alto, dejen enfriar el agua que se este por lo
menos veynte y quatro oras: y mientras mas mejor.
Y hecho esto saquen el agua por decantacion en otro vasso de manera que no se
perturbe la residencia que ubiere hecho, y lo que saliere claro se consuma la
unidad al fuego o al Sol, y quedara la sal limpia de la terresteidad.
Tomese esta sal en una caçuela de barro nueua y no vidriada: y calcinesse
muy bien al fuego meneandola siempre con un palo. Y con esta sal se hara otra
cimentacion como se hizo primero con el Antimonio poniendo los estratos de un
dedo en grueso de la dicha sal entre lamina y lamina, y se tapara este vasso con
una cobertera hecha al proposito y bien enbarrado. Y desque este enxuto el barro
pongase a calcinar por nueue dias continuos, que este siempre ynflamado el
crisol como la primera cimentacion, como se hizo primero con el antimonio. Y
312
Algunas novedades de su biografía se encuentran en LÓPEZ PÉREZ, MIGUEL, Asclepio renovado.
Alquimia y Medicina en la España Moderna (1500-1700), Madrid, Corona Borealis, 2003, 121-131.

100 
Historia del oro potable

al fin desto se hallara el Oro calcinado y frangible. Tomese, y labese con agua
tibia, hasta que no sepa a sal: y pespues que este limpio de la dicha sal,
enjuguese a el Sol, o a el fuego, y muelase sobre la losa muy subtilmente como
muelen los pintores las colores. Y molido, metalo en vidrios de hechura de
nuevo el cuello largo, y en cada media onça hechese media libra de los espiritus
hechos con la perfecion que su capitulo trata, y loten bien la boca del dicho
huevo: y pongase este huevo en estiercol por sesenta dias, en los quales tenga
siempre calor el dicho estiercol, o en baño o con mecha, de qualquier forma
destas este calor el tiempo dicho, y al fin de esto se hallaran los espiritus teñidos
en color de Oro, y el Oro se abra dissuelto mucha parte del."

El oro potable se hace medicamento oficial

El primer medicamento químico de origen alquimista, el primer oro potable aprobado


por una institución oficial fue en el año 1598 y lo hizo el Real Protomedicato, una
organismo exclusivo de la Península. El agraciado sería un tal Alejandro Quintilio. De
lo que estamos seguros es que Alejandro Quintilio estaba muy bien relacionado, alcanzó
una gran fama313, que no se vio continuada en la proporción que sospechamos que debió
tener en el tiempo que duró su actividad (al menos hasta 1616) ya que tan sólo hemos
encontrado en España la referencia que diera Cristóbal Pérez sobre el pago de alquiler
de una vivienda arrendada por Alejandro Quintilio en el año 1608 y en la calle de la
Reina, donde vivió314.

Calificarlo de alquimista es algo arriesgado, aunque su medicamento era una


quinta esencia u oro potable, según él dijo, y estaba hecho, al menos, con oro, como
veremos, a pesar que nunca leeremos la palabra Alquimia en el texto. Suponeos que
perteneció al grupo de aquellas personas que practicaban una Medicina "de secretos",
como hiciera Fioravanti, Piamontés y tantos otros. Se gustaba de llamar médico
moderno, cuyo saber nace en la experiencia, situación que le colocaba frente a los
dogmas galenistas.

También sabemos que estudió este tipo de medicamentos químicos muchos años,
gastando también muchos “trabajos y gastos grandes”. Sabemos que lo vendía ya en el
año 1598 y en Madrid, ciudad donde vivió, alternando sus estancias con Valladolid.
Pero no era el único medicamento que hacía Alejandro Quintilio. Parece ser que era un
experto destilador y fabricante de quintas esencias, que también vendía315.

Sabedor de los múltiples reparos a su medicamento, su composición a partir del


oro es desconocida. Tan sólo dos o tres personas, aparte del autor, llegaron a conocer.
Uno de ellos fue Valerio Forte, quien los calificó de “cosa muy segura”; también el
boticario Juan Bautista de Salazar, que trabajaba en el Hospital de la Pasión y el doctor

313
De Alejandro Quintilio hablaron, entre otros, Fray Esteban Villa (Libro de las vidas de doce principes
de la Medicina, Burgos, Pedro Gómez de Valdivieso, 1647), Gaspar Bravo de Sobremonte (1603-1683),
médico de Felipe IV y Carlos II, diciendo que su oro potable tenía antimonio; algo que Diego Matheo
Zapata reiteró en el año 1701 en su Crisis médica sobre el antimonio y carta responsoria a la Regia
Sociedad Médica de Sevilla.
314
Pérez P., Cristóbal, 168.
315
“Pero no embargante, que en virtud de la dicha licencia, y sentencia, daua estos polvos, y otras quintas
esencias a los que las querian”. Alejandro Quintilio, 1v.

 101
Historia del oro potable

Medina “que sabe los simples de que se componen”. Como también hiciera Alderete
con su “agua de vida”, no nos dijo la forma exacta de su composición. Este hecho no es
algo anormal, ya que pocos daban referencias claras, algo de lo que aún se quejaba
Alonso Barba, en los años cuarenta del siglo XVII:

“Las excelencias que entre los demás tiene, ser trocaron breuemente en el
Capitulo 21. Las que atribuyen al Oro potable, los que de él tratan, para
conservar una juventud perpetua, sin accidente de enfermedades, se queden con
la obscuridad, que enseñan su composición en la fé que merecen sus autores...”

Estos polvos los distribuía envueltos en papel y se tomaban tal cual o en


infusión, como hacía el propio corregidor de Valladolid Fabián de Monroy. Pasemos a
ver cómo son descritos en el texto:

“Estos nuestros poluos medicinales son vna quinta essencia, con


participación solar, Metalica, Aurea, y vn espiritu fixo de oro, separada por
artificio quimico de todos los quatro elementos, en quâto es posible a cosa
sublunar, mista, y elemêtal, y por sus calidades dellos casi cosa celestes,
corroboratiuos, y confortatiuos por su naturaleza, y porsi mismos, de la virtud o
calor natural: atractiuos por el consiguiente, y secundarios al humedo radical:
contrarios por accidente, y secundarios a todas putrefacciones humorales, y
espulsiuos a ellos por todas las vias possibles: destructiuos a todas sus intêperies,
y excesso dañoso a vn mismo tiempo y operación, como instrumento del calor
natural, con el qual este espiritu medicinal està vnido, por medio del qual obra
indiferentemente, a cuya causa la venimos a llamar nosotros Medicina vniversal
de cuerpos humanos”.

El medicamento de Alejandro Quintilio fue intentado copiar y era vendido como


el original suyo, lo que nos da una idea, no ya de la fama que alcanzó el mismo, sino de
la presencia varios tipos de quintas esencias del oro en la vida pública peninsular. De
ello tenemos la constancia bibliográfica aportada por J. María López Piñero, quien nos
habló de un libro titulado Compendio de la naturaleza, virtud y aplicación de la quinta
esencia del oro medicinal a los que los antiguos philosophos llamaron panacea, editada
en el año 1604 y en Sevilla, bastante semejante al del texto de Alejandro Quintilio, por
el médico de Sevilla Gerardo Vaget de León. Lástima que sólo podamos contar con
algunas y muy parcas referencias.

Alejandro Quintilio no fue el único español que realizaba oro potable en esos
años, como vimos en el caso de Vaget. Además, en la Biblioteca Nacional de Francia
encontramos un manuscrito muy curioso sin fecha de cabecera, aunque aparece la de
1618 escrita al final del mismo. Contiene dos tratados alquímicos, siendo el primero de
ellos el que nos interesa316. Aunque no tiene título, en el folio 17º podemos leer:
L'oeuvre de l'Espagnol y comienza con "La practique de faire l'or potable, pour la
conservation et santé de la vye humaine". También el citado Fr. Esteban de Villa
conoció el oro potable, según nos dijo en su Libro de los doze apostoles:

"Resta ahora averiguar si ya que tenemos oro chimico, este se puede


poner en la medicinas y que uirtudes tiene, junto con el natural, que entra en
muchos compuestos cordialisimos, por uno de los mas principales
316
B.N.P., ms. français 19073 (St.-Germain, Gesvres 58), 63 fols.

102 
Historia del oro potable

alexipharmacos317 […] Hazese finalmente deste rico metal el antidoto llamado


elixir vitae que es el oro potable, para lo qual ha se estar reduzido en las minas
tan sutiles como los panes de los batidores."318

¿Hubo espagiristas en la Península? Ya hemos dicho que no hubo ninguno que


se autotitulase así. Pero ello no implica que no existieran. Si por Espagiria entendemos
la definición ya dicha de separar y unir las partes de cualquier cosa, pues entonces, sí
que hubo espagiristas. Veámos un ejemplo en las palabras de quien ya podemos llamar
espagirista hacia 1620, Juan del Castillo:

"Distillación es con calor, ô frialdad serparar las cosas juntas, y juntar las cosas
separadas, qual quier materia que sea y se haze por assesorio, ô descensorio."319

No obstante Juan del Castillo, cuando nos dio estas palabras estaba tratando un
medicamento externo, el aceite, y de los que él clasificó como del tipo artificial, simple
y hecho por destilación, donde también incluyó otros con ingredientes químicos, como
el aceite de tártaro, que ya lo enseñó Mesué320, el de azufre, de hierro, estaño, plomo, o
el oleum philosophorum, también llamado aceite de ladrillos, un remedio externo hecho
por varios métodos. Uno de ellos, el hecho por destilación es de origen totalmente
alquimista. Incluso del Castillo no tuvo reparos en afirmar que Mesué estimó y aprendió
de los propios alquimistas:

"Y de esso se puede collegir quanto Mesue a estimado los Alquimistas,


pues uso de sus remedios."º321

No podemos, en cambio, considerar stricto sensu a Diego de Santiago un


espagirista, en referencia a los del tipo galo. Pero sí encontramos en él muchas de sus
propuestas. Por ejemplo, la de una digestión previa a la destilación, que ayuda a que, en
el momento de destilar, salgan más fácilmente las heterogeneidades que corrompen la
medicina a preparar:

"Y si esta el central que ellos dizen en el agua, esa es la contraria del
fuego y la que primero se leuanta huyendo de su contrario, y en ella estan las
partes excrementicias que ellos dizen ser lo superficial, y estas son las que
corrompen, y si esta en el ayre ò en el fuego, esos no le contradizen. Y tiene el
fuego su apoyo en la tierra, y el ayre en el fuego, y no suelta la Tierra al Fuego
sino se calcina primero, y que el dicho fuego sea sujeto por su contrario, y que la
Tierra sea buelta a vmedecer no suelta de si al Fuego, ni al Ayre, El qual fuego
es la sal y el Ayre el graso. Porque quando se abstrae algo destas substancias por
distilacion, a de ser digiriendo y preparando y vsando de los grados necesarios
de calor…"322

Ya entrado el siglo XVII, Juan Bautista Juanini (1636-1691), médico propuso el


uso de la Medicina química como la base para la construcción de una nueva Ciencia, sin
317
R.A.E.: "Dícese de la substancia o medicamento preservativo o correctivo de los efectos del veneno."
318
Villa, Fr. Esteban de, Libro de las vidas de doce principes de la Medicina, Burgos, Pedro Gomes de
Valdivieso, 1647, 117-118v de la edición manejada: B.N. 2-48466.
319
Castillo, J. del, Pharmacopea universa, Cádiz, Juan de Borja, 1622, 257.
320
Castillo, J. del, 258.
321
Castillo, J. del, 259v.
322
Santiago, Diego de, Arte separatoria, Sevilla, Francisco Pérez, 1598, 10.

 103
Historia del oro potable

que ello le haga ser considerado como un espagirista activo, sino más bien como otra
voz más de las que se alzaron en este sentido.

104 
Historia del oro potable

CAP. VII EL SIGLO XVII

La introducción de la espagiria.

Como dije antes, parece que podemos conformarnos con aquélla acepción más
generalizada de Espagiria según la cual es un método por el que se pueden separar la
impurezas del mixto. En el Diccionario hermético de Joseph Antoine Pernety (1716-
1796)323 podemos leer:

“ESPAGÍRICA (filosofía): Ciencia que enseña a dividir los cuerpos, a


resolverlos y a separar sus principios con ciertas vías, sean naturales o violentas.
su objeto es, por tanto, la purificación y la perfección de los cuerpos, es decir, su
generación y su medicina. Por la solución puede alcanzarse pero no podría
tenerse éxito en ella si se ignora su construcción y sus principios, porque estos
sirven a esta disolución. Han de separarse las partes heterogéneas y accidentales,
para tener la facilidad de reunir y volver a juntar íntimamente las homogéneas.
La Filosofía espagírica, propiamente dicha, es lo mismo que la filosofía
hermética."324

Pero, de nuevo, intentar separar la Espagiria de su "hermana" mayor, la


Alquimia o chymica es bastante complicado, más aún cuando se otorgaba a una y a otra,
indistintamente, la misma finalidad. Por último, nos remitimos a las palabras de Conrad
Gesner, quien compuso uno de los tratados de destilación más influyentes del siglo
XVI, su Tesoro de los remedios secretos, quien corrobora nuestra idea de la no
distinción entre Química y Alquimia durante la mayor parte de la Edad Moderna:

"L'Art Chymistique […] que diversement à appelle Chymie, Alchymie,


Alkimie, & Chemie et Alchemie…"325

Así pues, por este camino la definición se nos complica y sólo podemos dejar
establecido que la diferencia entre los espagiristas y los alquimistas radica en dos
puntos. El primero es que los primeros eran todos médicos, mientras que los segundos
no. El segundo punto es que, según las definiciones que dan los alquimistas y
hermetistas de la Espagiria, ésta se confundiría con la propia Alquimia. Mientras, según
323
Pernety fue un hermetista benedictino de San Marcos. Nacido en Rovanne, se le destina a la abadía de
St.-Germain-des-Pres para perfeccionar sus estudios. En la biblioteca de dicha abadía encontró muchos
textos de Alquimia, lo que le hizo despertar su afición. En 1759 embarcó a la Islas Malvinas para
establecer unas colonias, volviendo a Francia en 1764. En 1766 abandonó los hábitos y se instaló en
Avignon, donde participó en la masonería del Rito Escocés y Antiguo, donde alcanzó el máximo grado: el
28-29, siendo además "Caballero del Sol" y "Príncipe Adepto". A los pocos años creó su propia orden
iniciática, llamada "El Rito Hermético". En el año 1767 Federico II "el Grande" le dio el cargo de
conservador de la Biblioteca real de Berlín, momento en que se instaló en Prusia y lugar donde estaría
dieciséis años. En el año 1783 vuelve a Avignon, abandonando su cargo, según él, porque le conminó a
ello una "entidad" con la que decía conectar. Antes visitó, el 16-11-1783, el Colegio de cabalistas. Luego
fue a Görlitz, ciudad natal de Jacob Böhme (1575-1624). A fines de 1784 estuvo en Valence, en casa de
su hermano Jacques, hasta el año 1786. Más tarde reorganizó su orden, que pasó a llamarse "Rito de los
Iluminados", de definitiva orientación alquímica. Pero problemas internos acabaron por escindir dicho
grupo, momento en que intervino la Inquisición, siendo arrestado Pernety y, luego, puesto en libertad.
Murió en Avignon el dieciséis de octubre del año 1796.
324
Pernety, J.-A., Diccionario mito-hermético, Barcelona, 1992, término: Espagirica.
325
Gesner, Conrad, Thresor des rémédes sécrets d'Evonime Philiatro, Lyon, Balthasar Arnoullet, 1555,
"Sommaire"; BME, 15-V-6.

 105
Historia del oro potable

las definiciones de los espagiristas-médicos, la Espagiria no implica su pertenencia a la


Alquimia. Esta última definición resulta, a nuestro entender, clave para poder establecer
una segunda diferencia entre unos y otros. Los médicos espagiristas hubieron de realizar
una labor añadida a sus propuestas y principios para establecer y asentar los mismos. En
otras palabras, hubieron de estructurar, organizar y definir a la chymica, para poder, así,
separarse de los principios de la Alquimia que eran rechazados por la medicina oficial.
Y, en efecto, la llevaron a cabo.

Desde principios del siglo XVII aparecen textos de médicos que proclaman la
validez de los postulados espagiristas a la vez que ofrecen en sus textos una completa
organización del ars chimicae; por supuesto, según los principios de la citada Espagiria.
Como tal, todas la operaciones para preparar los medicamentos químicos se dividen en
dos. Solución de las partes del mixto y coagulación de las mismas.

Veámos un ejemplo, el expuesto por Jean Beguin (m. 1660), el ya citado


farmacólogo de Lorena con indiscutibles conocimientos de Alquimia. El motivo de esta
elección es prácticamente obligado por dos motivos: sus múltiples referencias
posteriores en otros autores y las sucesivas reediciones de sus textos durante todo el
siglo XVII. La ordenación y clasificación de lo que el llamó las operationes chymicae
principales podemos encontrarlas en sus dos textos más afamados: su Tyrocinium
chymicum y Les éléments de chymie.

El primer texto no es más que una colección heterogénea de recetas para la


preparación de remedios químicos, un libro sin teoría, aunque, en muchas ocasiones
bastante interesante, como por ejemplo, cuando describe la digestión del minio con
vinagre y expone la reacción entre el sulfuro de antimonio (Sb 2S3) y el sulfato de
mercurio con una ecuación similar a la actual 326. Su influencia en la Península también
fue de gran magnitud, hasta tal punto que incluso el censor de la Inquisición no tuvo
reparos en ejercer su labor cuando Beguin hablaba sobre la sangre humana327.
326
Beguin, J., Tyrocinium chimicum, París, 1611; París, August Borech, 1625 (sexta edición), edición
manejada: B.N. 2-27835; Witterbergae, Andrea Harttmann, 1656, edición manejada: B.N. 3-34929;
Genevae, Blasius Le Melae, 1659, edición manejada: B.N. BGP B-119; Amstelodami, 1659, edición
manejada: B.N. 3-6982. La reacción citada no apareció hasta la tercera edición, de París, 1615, mientras
que la digestión del minio está desde la primera.

Beguin conoció muy bien la Alquimia de su tiempo. Publicó en el año 1608 el Novum Lumen
Chimicum de Sendivogius, aparecido sólo cuatro años antes en Praga, también leyó Alchemia de Livabio.
Fue el primero que enseñó química en Francia. Es de notar que no era médico, sino boticario. Con el
apoyo de dos paracelsistas, Jean Ribit y Turquet de Mayerne, pudo abrir una escuela de farmacia y un
laboratorio en París. Es así como se abrió un camino para que los farmacéuticos pudieran tener formación
fuera del control de la Facultad de Medicina de París. Fueron estos cursos privados lo que originaron sus
textos. El éxito de su Tyrocinio fue tal que se pasó de las setenta páginas de la primera edición a las más
de quinientas en la de 1669, sin que él tuviera siempre el control sobre las mismas. Beguin no propuso
nunca una nueva doctrina química, sino el poner al alcance d sus alumnos todas las recetas químicas que
por entonces se estaban realizando. En el prefacio de la edición de su Tyrocinio de 1612, que no se verá
de las ediciones posteriores, Beguin explica su admiración por igual tanto de Hipócrates, Galeno y
Paracelso, previendo el avance y desarrollo de la Medicina (en estado de esclerosis) gracias al uso
conjunto de las tres teorías. Beguin expuso la teoría de los tres elementos de Paracelso (azufre, mercurio y
sal) intentándolos conjugar con los de Aristóteles y con los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua).
Hasta la aparición del Cours de Chimie de Etienne de Clave, en 1646, las enseñanzas de Beguin no
tuvieron, prácticamente, competencia. A este respecto: Joly, B., El desarrollo de los cursos de Química en
la Francia del siglo XVII, en Aveces Pastrana, P. (ed), Construyendo las ciencias químicas y biológicas,
México, 45-65.
327
Me refiero a la edición de 1656, Libro 3: "De la quint essence du sang humain."

106 
Historia del oro potable

El segundo texto es todo un alegado a favor de la Espagiria, o de la Química, ya


que usa indistintamente ambos términos. En él se queja apenado del mal tratamiento
"que soufre la chymie de ceux mesmes qui semblent avoir juré sur les oracles
d'Hippocrate", arremete contra aquellos médicos que ignoran "le beneficie de
l'extraction spagyrique" y solicita que la Medicina emplee toda la serie de buenas
virtudes de los minerales. Eso sí, toda vez que, por las reglas de la chymie, son purgados
de sus "mauvauses conditiones & qualites veneneuses" 328. Analicemos las operaciones
descritas, que son idénticas tanto en Les éléments de chymie como en el Tyrocinium:

Amalgamación
Precipitación
Por corrosión Estratificación
Fumigación
Cementación
Calcinación Reverberación
Ascensión
Sublimación
Por ignición (ascensión seca)
Destilación
(ascensión húmeda)
Solución Descenso
Caliente
Fría
General Media
Extracción Putrefacción
Circulación
Separación de la
Especial tintura de los mixtos
por el menstruo
Exhalación
Coagulació Cocción
n Congelación
Fijación

Como podemos ver en esta ordenación, la destilación, que se vuelve a dividir en


el texto en rectificación y cohobación, es una de las muchas operaciones específicas de
la chymia, o una solución del mixto por ignición húmeda en ascenso. Estos detalles son
muy importantes para poder definir cómo los espagiristas describieron la forma de
preparar sus medicamentos químicos. No obstante tampoco podemos olvidar que para
que un medicamento de este tipo alcance todas las propiedades terapéuticas que ellos le
adjudicaban, era sometido a todas estas operaciones, o casi todas, y, además,
secuencialmente. Es decir, nunca se realiza primera la congelación sin antes haber
hecho la calcinación.

328
Beguin, J., Les élements de chymie, Parrís, Lucas Leroy, 1615; París, Martin de La Motte, 1637;
Rouen, Jean Boehourt, 1647, edición manejada: B.G.P. B-118; París, Rigaud et Michalet, 1658; Lyon,
Claude de La Riviere, 1665, edición manejada: B.N. 2-17994.

 107
Historia del oro potable

Estamos hablando de un texto de principios del siglo XVII y de una ordenación


simplista hecha por un espagirista. Si nuestra atención se centrase en analizar la
evolución de las prácticas operativas y su desarrollo a lo largo de dicho siglo, podríamos
observar que alcanzó cotas considerables. Así, un siglo después, Juan de Loeches,
cuando habló de la destilación en su particular Tyrocinium, distinguió hasta nueve
formas diferentes, y eso que nos indica que sólo eran las más usadas:

"Destilación: Esto es, atenuar una cosa por medio del calor de leña en un
recipiente apropiado para extraerla. Los modos más usados para la destilación
son: por alambique, por retorta a la barriga del vaso, por baño de gotas, por baño
de vapor, por baño María, por cenizas, por arena, por fuego directo y por arena
húmeda."329

¿Por qué los alquimistas nunca realizaron una esquematización semejante? No


encontramos nada similar entre algunos textos de Alquimia editados en los mismos
años, ni tampoco en años posteriores. Al menos no con tanto detalle. Sí en cambio,
algunos afamados paracelsistas, como Dorn o Bodenstein, realizaron aproximaciones,
pero nunca tan organizadamente. Hemos de suponer que los motivos pueden ser varios.
En primer lugar, los alquimistas nunca describieron sus operaciones al completo,
siempre omitían algún paso, sin el cual es imposible seguir el proceso que describen.
Además se jactaban de guardar celosamente cómo se hacía la Piedra Filosofal; es decir:
cómo y con qué. Y, que sepamos, ningún espagirista médico dijo nunca haber realizado
la Piedra. En segundo lugar, en los textos alquímicos, como hemos visto en el caso de
"el Cosmopolita", se colocaban en un lugar superior jerárquicamente cuando
menospreciaban a esos espagiristas médicos. Desde esta posición no es difícil imaginar
el escaso interés de los alquimistas por ayudar a "esos" médicos. Pero "estos" médicos
realizaron la primera ordenación de los principios de la química. En este sentido es
obligado un reconocimiento.

Pero los espagiristas, siendo médicos, también pueden ser considerados


como los protagonistas de otro elemento más en la relación Alquimia-Terapéutica-
Sanidad. Ellos culminaron una labor iniciada con Paracelso y los paracelsianos:
dividieron definitivamente la Medicina entre la que usaba medicamentos "vulgares" y
"químicos". El propio Beguin decía que los medicamentos químicos eran mejores que
los vulgares así como que, los metales y minerales, una vez desposeídos de su húmedo
radical no son unos "cuerpos muertos", sino que, en caso de ser venenosos, sólo se debe
a la ignorancia de quienes no los saben manejar. Con todo ¿qué había antes de los
espagiristas? Estaban los paracelsistas y los alquimistas. Y si de algunos aprendieron
estas cuestiones de los medicamentos químicos fue de ellos y de nadie más. Ese lastre
de conexión con la Alquimia, sin embargo, parece desaparecer con ellos, algo que no
pudieron hacer los seguidores de Paracelso.

En el año 1611, el espagirista galo Henry de Rochas, quien estudiaba Alquimia


desde hacía ocho años antes, puso unidos los grabados de los retratos de cuatro
personas. Uno de ellos era Galeno, otro Teofrasto, otro Hipócrates y el último
Paracelso330. Era otra prueba de que todos tenían un origen común. La propia Alquimia.
La Espagiria es, ante todo, un método de trabajo cuya parte inicial es la destilación,

329
Loeches, Juan de, Tyrocinium Pharmaceuticum theorico-practicum Galeno-chymicum, Madrid,
despachado en el oficio de D. Baltasar de S. Pedro, 1719.
330
Rochas, Henry de, La physique demonstrative, París, 1611, edición manejada: B.N. 3-44025.

108 
Historia del oro potable

razón por la que podemos afirmar que todos los espagiristas eran destiladores. Además,
en la segunda parte de su método, el espagirista daba un paso más y, con los restos que
quedan tras la destilación, unidos al propio líquido destilado, realizaba una serie de
destilaciones, con el fin de purificar el "cuerpo" todo lo posible. Es decir, el espagirista
daba un segundo paso a la labor del destilador. La propia etimología de la palabra, de
origen griego lo dice: span (unir) y ageiron (separar). Además, también podemos decir
que la espagiria es vista como la aplicación de los métodos alquímicos en Terapéutica,
una de la más cómoda forma de resumirla de forma muy general con acierto.

Para definir a los espagiristas hemos de utilizar las palabras de personas que
convivieron en el mismo espacio de tiempo, pero que sus escritos difieren entre sí
bastante. Así, hemos de considerar qué era la Espagiria para los alquimistas y qué era
para toda una serie de médicos interesados en los preparados químicos, ya que estos
últimos vinieron a sustituir cronológicamente, en el desarrollo de la Medicina química, a
los paracelsianos. No obstante, este método de la Espagiria, ya viene descrito, aunque
no como tal, en muchos textos previos a las fechas que tratamos. Con todo la Espagiria
es entendida en este trabajo como la Alquimia aplicada a la preparación de
medicamentos, o si quiere, una suerte de Alquimia medicinal, término que, a nuestro
entender comprende mejor a los primeros espagiristas que si usamos otros como
Medicina química o alquímica, más apropiados para años posteriores.

¿Cuál fue la labor más importante que hicieron los médicos espagiristas? Sin
duda fue la de dar un orden, una carta de principios y operaciones a la química y una
presentación de la misma a la Terapéutica y la Sanidad de forma que resultase útil e
inteligible a la Medicina y a los médicos. Es decir, fueron los médicos quienes, otra vez,
se interesaron en preparar y disponer adecuadamente los principios de un "arte", el
"químico", para que, así, pudiera ser utilizado por ellos. ¿Por qué no hicieron esto los
alquimistas? Porque ése era "su" arte y no necesitaban explicárselo a ellos mismos. Sin
embargo, para los médicos, este grupo de conocimientos era de origen ajeno a su
disciplina, por lo que su conocimiento precisaba de unas formalidades, las cuales se
encargaron de realizar los médicos interesados en los preparados químicos, o
espagiristas no alquimistas. De hecho, para estos médicos, se podía ser espagirista sin
tener que conocer la Alquimia, afirmación que realizara el citado Planiscampy.

Otro resultado, o efecto, fue el asentamiento de dos tipos de medicamentos: "los


que son preparados espagiricamente" frente a "los vulgares y comunes". Por supuesto,
esto nos lleva a afirmar la existencia de dos tipos de "medicinas": la antigua y la
"nueva", aunque esta última hubo de sufrir muchas más contrariedades hasta su
aceptación. En concreto, nos estamos refiriendo a su corpus de pensamiento, a su marco
conceptual, a la "nova paracelsica", que, en realidad nunca fue aceptada como tal, con
dicho nombre, aunque sí que lo fue tras el tratamiento de maquillaje dado por los
médicos autollamados espagiristas. Para ello, como veremos, incluso renegaron de los
principios defendidos pocos años atrás por Paracelso y sus seguidores, todo con el fin
último de conseguir todo lo contrario: su aceptación.

Otra novedad de los espagiristas es que, a diferencia de sus predecesores,


conocían muy bien el trabajo de separar "las partes del mixto" de cualquier tipo, ya
fuera vegetal, animal o mineral. Es decir, además de saber preparar las medicinas al uso,
también conocían los métodos alquímicos; pero siendo, como eran, todos médicos,
resultaba que, para el resto de los ejercientes en Medicina, eran ahora unos "de la

 109
Historia del oro potable

profesión" los que hablaban de Alquimia, o, mejor dicho, de la elaboración de


medicamentos químicos según métodos alquimistas. Así, que estos llamados
espagiristas platicasen sobre las propiedades terapéuticas del oro y editasen textos con
una ingente cantidad de descripciones sobre la elaboración de este tipo de
medicamentos, pues no podía resultar tan heterodoxo a la Medicina oficial como lo fue
cuando lo hicieron los paracelsistas.

Desde los primeros años hasta los finales del siglo XVII, las ediciones de textos
de Espagiria desde la Terapéutica y la Sanidad fue in crescendo, especialmente en
Francia y Alemania. Sólo la categoría y reconocimiento de estos no puede dar una idea
de la implantación del ars spagyrica en el ámbito aquí tratado. Por ejemplo, la
Pharmacopea spagyrica de Pedro Poterio331, el Viatorium spagyricum de Herbrandt
Kansthaeler332, todos los textos del famoso médico de Montpellier Jean Pierre Fabre, la
Pharmacopoea Spagyrico-medica de Johan Daniel Mylius (1585-1628)333, las
farmacopeas espagiricas de Glauber (1604-1667)334, Johan Zwelfer335 y Johan Schröder
(1600-1664)336, sin olvidar los completos manuales de las primeras décadas del siglo
XVIII, ya incluso sin una relación expresa ni exclusiva con la Medicina, como los textos
de André el bretón337 o el de pseudo-Hermógenes338.

Si leemos los textos de todos estos autores citados, podremos ver que, aparte de
ser todos médicos y cirujanos que aceptan las virtudes de los preparados terapéuticos de
origen químico, conocen muy bien las técnicas de destilación y los principios de la
Alquimia, con los cuales coincidían, especialmente en las ideas sobre la generación de
los metales (metalogénesis). Hasta tal punto esto fue así que llegó a ser considerado
como una de sus características diferenciadoras para los "extraños" en el siglo XVIII339.

Entre sus contemporáneos encontramos posiciones que van desde aquéllos


alquimistas que definen a los espagiristas y a la Espagiria por todo aquello que no tiene
por fin la elaboración de la Piedra Filosofal y siendo, por tanto, todo el grupo de
operaciones, experimentos y las personas que lo llevan a cabo dentro de un horizonte
que vas más allá de la "química oficial" pero en cuya meta no está la Piedra Filosofal,
hasta aquellos que reniegan de ellos, como fue el caso de Miguel Sédziwój (1566-1646),
alias "Sendivogius" o "el cosmopolita"340, quien llegó a afirmar en su Nueva Luz
331
Bononiae, 1622. Edición manejada: B.N., 3-36415.
332
Frankfurt, Lucas Jennis, 1625.
333
Frankfurt, Lucas Jennis, 1628.
334
París, Johann Jannson à Waesberge, 1654.
335
Zwelfer, J., Pharmacopea regia cum Mantissa spagyrica, Noribergae, 1675, edición manejada: B.N.,
3-54036; Animadversionibus in pharmacopoeiam augustanam et anexam ejus mantissam sine
pharmacopoea augustiana reformata, Dordrechti, 1672, edición manejada: 2-64375.
336
Schröder, J., Messis medico spagyrica (pharmacopea medico-chymica); quae abundantissima segens
pharmaceutica... nec non curiosibus rerim naturalium scriptioribus resecta compossitimo ordine
cumilatur cum adnotationibus Friderici Hoffmanni, Noribembae, 1675, edición manejada: B.N., 3-54036.
337
André le Breton, Les clefs de la Philosophie Spagyrique qui donnet sa connaisance des principes et
des véritables opérationes de cet art dans les mixtes des trois géneres, París, Jombert, 1722.
338
Pseudo-Hermógenes, Des Aufrichtgen Hermogenis Apocalypsis spagyrica et philosofica, Leipzig,
Buchladen, 1739.
339
Ver: Anónimo, Abregé d'Alb[ert] le grand, de l'origine et naissance des métaux, sur la quelle les
Spagyristes fondent et tirent ses principes radicaux. B.N.P., ms. français (nuevas adquisiciones) 4114, 1-
12, siglo XVIII.
340
Miguel Sendivogius fue un alquimista polaco, discípulo del alquimista escocés Alexander Sethon (a
quien a historiografía también adjudica el sobrenombre de "cosmopolita"). Estuvo trabajando muchos
años para Rodolfo II, como otro de sus alquimistas, hasta que, hacia 1630, Fernando le tomó en mayor

110 
Historia del oro potable

Química341 que renegaba de muchos espagiristas porque, a diferencia de Lulio o Geber,


sólo eran "químicos vulgares que han comprendido mal los escritos de los filósofos".

Uno de los posibles motivos del rechazo de ciertos alquimistas hacia los
espagiristas es la imagen de "usurpadores" que pudieron generar los últimos respecto de
los primeros, ya que evolucionaron y acabaron asentándose en procedimientos de tipo
mineral, lugar donde siempre han estado los alquimistas, a pesar de dejar siempre claro
que su técnica era válida para los otros dos reinos. Pero afirmar esto con rotundidad es
difícil, especialmente si no situamos en el otro lado, en el de los espagiristas, ya que
entonces, la Alquimia puede ser vista como parte integrante de la Espagiria, emanando
una de otra. Además, si añadimos que muchas de sus operaciones eran similares, la
confusión aumenta notablemente. Que alguien describiese cómo se preparaba, por
ejemplo, un disolvente ácido, que obtuviese posteriormente una solución salina (previa
acción del primero sobre una base metálica) y que todo ello fuese presentado en un
lenguaje similar al de aquellos que se llamaron Filósofos Herméticos, o alquimistas, no
implica que, necesariamente, fuesen alquimistas. Todo ello debido a que estos hombres,
los espagiristas, que creyeron haber conocido la Alquimia mediante su afán, casi
atormentado, de investigar y aprender, ayudaron a que la química llegase a nosotros
como la conocemos, sobre todo por extender al máximo las posibilidades, la variantes
operativas y procedimentales, una actitud que resultó ser efervescente y esplendorosa
para la Historia de la Química en las décadas centrales del siglo XVII. Pero veamos,
pues, sus palabras. Muy explícitas, pero nada transparentes fueron las de Johan Joachim
Beccher (1635-1682)342 en su Oedipus Chimicus343

“La Filosofía Hermética contiene en verdad tres partes: Espagiria,


Química y Alquimia. La Espagiria enseña a separar los cuerpos y a dividirlos,
de modo que se hagan aptos para el manejo de los residuos de dos modos; de
donde la Espagiria es la antigua Química & Alquimia. La Química enseña a
secar el jugo y la mejor substancia de las cosas, a purgarlas y perfeccionarlas,
tanto para su uso medicinal como para la generación de las cosas; de donde la
Química no trata sólo los metales, sino también los vegetales y los animales.
La Alquimia sólo versa sobre el oro y sobre la preparación del magno
Elixir."344

André le bretón, en sus ya citadas Claves de la Filosofía Espagírica, ni siquiera


permitió la distinción entre la Alquimia y la Espagiria al englobar todo como la misma
cosa:

"I: La verdadera Química, la Espagiria o la Alquimia, separa la


substancia pura de cada mixto y todo lo que él tiene de impuro o extraño."345

consideración y le hizo propietario de una hacienda en Silesia.


341
Novum Lumen Chymicum, Praga, 1603. Muchas ediciones en el siglo XVII.
342
Beccher, alemán y profesor de Medicina en Maguncia, buscó una lengua universal y una
representación total de la realidad oculta, objeto de los Filósofos de la Naturaleza de su tiempo. Lulista,
defendió a Seiler cuando éste no logró hacer una transmutación en 1677 de un medallón ante Leopoldo,
quien le devolvió de su Corte a la ceca de Bohemia. Beccher fue un gran metalúrgico práctico. Desde
1670 hasta 1676 fue consejero semi-oficial de los Habsburgos en cuestiones de Alquimia. Opinaba que
"la tintura es un hijo de la Naturaleza" y que la transmutación es el acto de la "perfecta materiae". Mezcló
las tradiciones de Aristóteles y Paracelso con sus propios elementos, muy empíricos, por otra parte.
343
Amsterdam, 1664. Edición manejada: B.N., 3-4076, Frankfurt, 1716.
344
Beccher, título 7º.

 111
Historia del oro potable

Esta definición, aunque confusa, parece haberse asentado a principios del siglo
XVII, alcanzando, incluso, a médicos, como fue el caso de Godefroy Roussel, un
parisino entusiasmado con la faceta medicinal de la Alquimia. Para él, el arte de destilar
se llamaba Alquimia "o Espagiria"346. También pensó lo mismo otro médico, en este
caso inglés, llamado Johannes Pharamundus Rhumelius347, y muchos otros más. Aún
mayor se hace el problema sobre la definición de la Espagiria si atendemos a los propios
términos usados. Juan Tagault usaba, como una de sus opciones de sus preparados
metálicos, los destilados "par l'art Chymistique"348. Estos "chymistas" fueron para los
espagiristas lo que nosotros llamamos hoy alquimistas, lo mismos que los médicos del
siglo XVII usaron semejante término para calificar a algunos espagiristas. Incluso hubo
quien supo distinguir a unos y a otros, como fue el caso de Juan Jacobo Wecker (1528-
1586). Él también les llamó así349, aunque usó otro término, el de philosophos, para
distinguir unos de otros, aunque dando más importancia al segundo 350. Incluso por los
primeros sintió tanto desprecio que los llamó idiotas351.

Por su parte, el paracelsista Pedro Poterio (1581-1640) también supo distinguir a


unos y a otros, aunque usando términos diferentes a los de Wecker, como "chymici" y
"pseudochymici", rechazando, hacia 1622 a los segundos porque decían poder
transmutar el plomo en plata352, algo que nunca aceptaron los seguidores de Paracelso.
Dos años antes, en la edición de 1620 de La sua chirurgia353, podemos ver que el
médico Gabriello Fallopio (1523-1562) no pareció tener tantas dudas cuando, en la lista
de los autores citados incluyo a los "alchimisti". Evidentemente, no debió de considerar
la opinión de Tagaulcio al respecto, a quien también leyó.

Desconocemos cómo fueron las opiniones a lo largo de todo el siglo XVII, pero
sí sabemos que, a principios del siglo siguiente, siguieron las dudas y la variedad de las
mismas, como podemos ver en la de André le Bretón, ya expuesta arriba. La cuestión no
parece ser debida a una evolución cronológica, ni delimitarse a un área geográfica
concreta. Si Poterio diferenciaba a los "químicos" de los "pseudoquímicos", el médico
inglés Mathew Gwinne (1558?-1627) lo hizo con los "chymistis", "chymicus" y
"chymistis pseudochymicus", todo un alarde de clarividencia 354 por su parte. Por
ejemplo, para Gwinne, Andreas Libavius (1546-1616) fue un "chymista", no un
345
Bretón, A. le, Clefs de la Philosophie Espagyirique..., París, Jombert, 1722, Sección I: "De la
calcinación", capítulo I: "De la calcinación en general."
346
Roussel, G., Les sécrets découvertes des Arts, tant de Pharmacie que de celuy de distiller,
vulgairement nommé Alchemie ou Spagirie, par le moyen desquels l’ont pervient à la perfection tant
théorique que practique à rendre l’or potable, París, 1613, B.N.P., ms. francés 1038.
347
Johannes Pharamundus Rhumelius, Medicina spagyrica, París, 1632, edición manejada: París,
Chacornac, 1936. No confundir otro médico inglés contemporáneo suyo llamado Johannes Conradus
Rhumelius (1597-1661).
348
Juan Tagault (Tagaucio), Joan Tagaultii de chirurgia... his accessit sextus liber de matheria chirurgica
authore Jacobo Hollero stempano, París, 1547, p. 612 de la edición consultada: B.N. 7-14041. En la
edición incluida en el texto Chirvrgua. De chirvrgia scriptores optimi quique veteres et recentiores,
plerique Indias Germania (Tiguri, Andream Gessnerum & Iacobum Gessnerum, 1555) Tagault alabó las
propiedades del Aqua Alchymistarum contra las fístulas (página 108v).
349
Wecker, J.J., De secretis libri XVII ex variis aucthoribus collecto, Basileae, Conradi Waldrick, 1598,
340, 373, 375, etc. de la edición manejada: B.N. 2-41590.
350
Wecker, J. J., 375.
351
Wecker, J. J., 340.
352
Potier, P., Pharmacopea spagyrica, Bononiae, 1622, p. 211. Edición manejada: B.N. 3-36415.
353
Fallopio, G., La sua chirurgia, Venecia, Vicenzo Somascho, 1620, edición manejada: B.N. 3-7505.
354
Gwinne, M., Aurum non aurum, Londres, Richardus Moket, 1611, 241 y 251 de la edición manejada:
B.N., 2-61299.

112 
Historia del oro potable

"chymico". En fin, fueron los paracelsistas los que, a diferencia de los demás, y en un
primer momento, llamaban "chymicos" a los que hacían operaciones alquímicas, como
hemos visto en Potier y como podemos en las obras de Anselmo Boetius de Boot, otro
médico alquimista que trabajó para Rodolfo II355.

El oro potable en Europa: El caso inglés

Como dijimos antes, la situación en estos años y en el resto de Europa era muy
semejante a la de España. Varios “oros potables” adquirieron protagonismo, tanto por su
aceptación como por su rechazo. En la Inglaterra del siglo XVII la situación de la
Alquimia fue muy variable, acorde con la situación socio-política356. Un caso semejante
al de Alejandro Quintilio fue el de Francisco Antonio (1550-1623), un "médico" y
alquimista de Londres, a caballo entre los siglos XVI y XVII. Según Nicolás Lenglet du
Fresnoy (1674-1752), Antonio ya era muy estimado en el año 1592 como su segunda
faceta, la de alquimista357. Estuvo practicando Medicina sin la licencia del Colegio de
Físicos. El presidente del mismo le hizo llamar y examinarse. Francisco Antonio no
superó la prueba y se le prohibió seguir ejerciendo como médico, algo que ignoró y que
le costó unos meses de prisión. Gracias a su esposa y la consideración de pobre, pudo
salir a los ocho meses. Entonces siguió desafiando al Colegio y recetando una sal que
llamó oro potable, de la cual obtuvo una considerable fortuna358.

Su trayectoria es el reflejo de la situación de la Medicina en la Inglaterra de su


tiempo. Seguidor de Paracelso, Gesner, Lulio y Arnau, lo que más problemas le causó
fue el esconder la composición de su remedio a la vez que le situó como la panacea
universal, más o menos como hiciera Alejandro Quintilio. El punto culminante de su
carrera fue el reto a una demostración ante personas selectas, y en el College of
Physicians de cómo disolvía el oro. La misma se realizó en el año 1609, pero falló. Su
remedio, al parecer, no contendría oro.

Como Alejandro Quintilio, Francisco Antonio asistió a muchas personas con su


medicamento, no sólo en su país, también de toda Europa, donde, al parecer, alcanzó
bastante fama. Por ejemplo, en la Apología se presenta una carta de un tal Alexander Gil
dirigida nada menos que a Michael Maïer (1568-1622), uno de los doscientos
alquimistas, entre otras muchas cosas, que trabajó para Rodolfo II, donde se habla del
oro potable del “dottore Antonio”359. También hay cartas que le enviaron desde Casel,
con fecha de 2 de julio de 1612; de Viena, el 16 de agosto de 1614, etc.

Francisco Antonio afirmaba que en los metales hay escondidas propiedades que
permiten hacer una “potentissima medicinae”, especialmente en el oro, de donde se
355
Boetius de Boot, A., Pomarum et lapidum historia, Hanoviae, heredos Ioannis Aubri, 1609. Edición
manejada: Lugduni, 1630, B.N. 2-52041.
356
Marsahll, J. P., Alchemy in England. The social Transformation of a Discourse, Sydney, Sydney
University Press, 1992.
357
Lenglet du Fresnoy (Dufresnoy), Nicolás, Histoire de la Philosophie Hermétique, París, Coustelier,
1742, 3 vols. Vol. 1, 474 del ejemplar B.N., 3-3654.
358
Nació el 5 de abril del año 1550. Hijo de un orfebre, posiblemente adquiriera de su padre los
conocimientos alquímicos. Francisco Antonio tuvo poderosos amigos en la corte, que fue penalizado por
ejercer sin licencia dos veces, estando la segunda vez ocho meses en prisión, consiguiendo ser, en ambas
ocasiones, perdonado y liberado..
359
Maïer visitó Londres por estos años. HMES, VI, 170-171.

 113
Historia del oro potable

puede llegar a construir toda una “nueva Medicina”360. Esta evidente conexión con el
paracelsismo resulta ser de gran importancia ya que, está expuesta en unos años
“puente” entre el auge de los espagiristas y la desaparición de los paracelsistas de su
papel hegemónico en la Medicina química. Además, Francisco Antonio no era el único
ni el primero en esta posición. El médico francés Claude Dariot, prefirió también, sin
lugar a dudas, la quinta esencia del oro, el “oro potable”, cuyo misterio consiste en saber
disolver dicho metal “& per alembicum elevandi”361.

Hasta aquí, nada parece salido de tono. Pero este alquimista osó hacer algo que
levantó grandes polémicas: por primera vez alguien no ocultó cómo se preparaba el “oro
potable”. El motivo que le impulsó a ello, ya en tan tempranas fechas, fue la existencia,
como hemos visto, de muchos que preparaban su propio medicamento, creando una
confusión que afectaba a varias cosas. En primer lugar, la heterogeneidad frenaba el
acceso de los medicamentos químicos a la Medicina como algo nítido, transparente y
con cierta “entidad”. En segundo lugar, se generaba una desconfianza general (tanto de
los médicos como de los que los consumían). En tercer lugar Francisco Antonio
pretendió alcanzar un consenso “entre los suyos” con el que poder alcanzar el
reconocimiento oficial, lo que supondría descalificar a los “usurpadores” que
aprovechaban la coyuntura. la expectación pública hacia estos nuevos medicamentos,
los cuales empezaban a ser bastante demandados (como hemos visto en el caso de
Alejandro Quintilio).

Antonio, que dijo haberse basado en todo un clásico para hacer su “oro”, Arnau
de Vilanova ("hoc stollis", dijo él) , se defendió diciendo que

“...quien escribió aurum non aurum contra mí ciertamente está en lo


cierto: el oro (potable) hecho por mí no está en el oro.”362

Con todo, Francisco Antonio alcanzó una fama inmediata y posterior., y no


precisamente entre desconocidos. Uno de sus seguidores resultó ser, en cuanto al oro
potable se refiere, nada más y nada menos que Johannes Hartmann (1568-1631). Este
médico alemán, filósofo desde 1591, matemático desde el año siguiente y doctor en
Medicina desde 1609, daba clases públicas de Chymiatria (Alquimia) en Marburgo. Su
fama creció tan rápidamente que, en el año 1616, coincidiendo con las polémicas de
Francisco Antonio, fue llamado por el duque de Hessel-Cassel para ser su consejero
personal y su físico, un muy alto honor por esos tiempos. Su único texto, la Praxis
chymiatrica, tendría su primera edición dos años después de su muerte, en 1633. En ella
Hartmann hace una reproducción casi idéntica del oro potable de Francisco Antonio. Es
más, no tiene reparos en reconocer al autor original de la receta indicando su nombre.

En el mismo texto, aunque en la edición que hiciera Chouet en Ginebra en 1682,


se incluye una obra pequeña, pero que contiene una ingente profusión de datos. Se trata
de una compilación de los aceites destilados de forma química que hiciera un personaje
bastante desconocido: Ioannis Ernesti363. De él sabemos poco, unas veces se le atribuyen
otros textos y otras veces aparece en alguna biblioteca de forma separada. En cualquier
360
Antonio, F., Apologia..., cap. III.
361
Dariot, C., Trois discours de la préparation des médicaments, París, A. de Harschy, 1589, 34.
362
Antonio, F., Apologia..., 15. Se está refiriendo a que él trabaja el oro con unas operaciones semejantes
a las expuestas en el apartado Fases y operaciones de este trabajo (método primero), que hacen que, una
vez obtenido el oro potable, su origen (el mismo oro) queda muy lejos y su referente inmediato (el crocus
y el destilado) no se parezcan en nada a la apariencia inicial del oro-metal.

114 
Historia del oro potable

caso, se nos presenta como doctor en Medicina. Por supuesto, no podía faltar una receta
del oro potable. En la página 50 la titula "De aqua vitae seu auro potabili". Es decir,
entronca directamente con la doctrina medieval del elixir que ya dejamos expuesta
antes. Y es que, queramos nostros o no, quisieran los médicos de entonces o no, toda la
opinión que se pudiera ofrecer sobre el oro potable tiene un origen único y común.

"Si lo que quieres es preparar el agua de vida, que conserva durante


muchos años la salud del hombre y puede expulsar todas las enfermedades, a las
que cura; es el arcano más divino de los arcanos de los filósofos […] a la que
ninguna Medicina, sea cual fuere, se puede comparar […] Esta agua será de
color similar al oro, transparente y clara […] y esta agua se llama oro potable, la
que uscan los químicos […] Este oro potable lo inventó primero Hermes de entre
todos los químicos, conserva la salud, expulsa todas las enfermedades, incluso la
misma lepra, retrasa la vejez y aumenta el esperma. Son tantas sus virtudes que
no se pueden enumerar…"364

El caso francés.

La tradición francesa en cuanto al oro potable es muy abundante, aunque, como


veremos, no más que la hispana. Incluso podría afirmarse que la segunda sobrepasó a la
primera. Los manuscritos referentes al "agua de vida" y al oro potable alcanzan fechas
del siglo XIV, como el anónimo titulado Les vertus et propietez de l'eau de vie. Les
vertus et propietez de aurum potabile365. Del siglo XVII encontramos otro anónimo,
como La marguerite pretieuse cy commence un prologue et regime de la composition
du vray aurum potabile366, aunque, en esta ocasión va a continuación del texto de
Bernard de Labadie L'ame de philosophie, touchant la transmutation des Métaux et le
vray or potable. Ambos se basan en las palabras que se dieran en un texto pseudográfico
de Lulio al respecto:

"El hombre débil no es apropiado, porque sus humores han sido


aniquilados y un árbol malo no da buenos frutos; conviene, por lo tanto, tomar
los humores que son elementos, de los que nos nutrimos del hombre joven, sano
y extraer y separar los elementos, como de costumbre, y destilar, purificar y
remover por completo lo superfluo, a fin de que los humores, que son elementos,
se debiliten y se conviertan en naturaleza y materia primera, que es ciertamente
simple, como Adán al ser creado de aquelIa masa confusa llamada caos, que es
la materia primera de todos los elementos. Después, cuando estos elementos han
sido reducidos a su naturaleza simple y primera, los elementos simples que estén
en el lugar más alto ejercitan su influencia en las virtudes de los elementos
inferiores, por motivo del conocimiento del símbolo y de la amistad que les une,
porque en los portadores del símbolo se produce fácilmente el tránsito una vez
esos elementos han sido reducidos a su primera naturaleza. Porque ciertamente
es en los elementos simples donde influyen las virtudes de los planetas a causa

363
Ernesti, I. ,"De oleis variis arte Chymica destillatis", en Hartmanni, Johannes, P raxis Chymiatrica,
Genevae, Chouet, 1682, pp. 3-189.
364
Ernesti, I. ,"De oleis variis arte Chymica destillatis", en Hartmanni, Johannes, P raxis Chymiatrica,
Genevae, Chouet, 1682, p. 51.
365
B.N.P., ms français 1327. Agua de vida en fol. 118 y el oro potable en fol. 123.
366
B.N.P., ms français 5680.

 115
Historia del oro potable

de la conveniencia que tienen con los elementos que le son próximos; uno atrae
el otro hacia si."367

Entre los espagiristas galos encontramos tan excelentes defensores del oro potable como
Brice Bauderon368, Jean Beguin369 o uno de los “padres” de la Espagiria, Jean Pierre
Fabre (m.1650), quien no tuvo reparos en afirmar que:

“El primer remedio para todas las enfermedades, el verdadero y legítimo


oro potable es el elixir de los árabes, o sea, la Piedra Filosofal de los
antiguos.”370

Por su parte, Beguin, que pidió el reconocimiento de los beneficios de


"l'extraction spagyrique" y arremetió contra "les remédes grossierement preparez", nos
informó de sus opiniones al respecto:

"La palabra quinta esencia está equivocada. Algunas veces significa toda
preparación química despejada de la grasa elemental y de las coas más gruesas.
Así, es contraria al magisterio en el cual aparece toda la sustancia del cuerpo
preparado toda vez que ha sido exaltado y purificado (…) algunas veces
significa una sustancia etérea, celeste y muy sutil, compuesta de los tres
principios de los cuerpos mixtos, disueltos, desposeídos de sus cualidades
elementales, sensibles, corruptibles y mortales, y unidas al cuerpo espiritual o
espíritu corporal."371

También espagirista, Pedro Poterio (1581-1640), que hablaba de los alquimistas


en tercera persona, y renegaba de los paracelsistas, ofreció la “verdadera” preparación
del oro potable372. Aunque también encontramos a dudosos, como fue el caso del galo
367
Lulio, R., Da comienzo la epistola referente al oro potable y a la Piedra Filosofal, enviada al Sumo
pontífice, ms. del siglo XV. Biblioteca Bartolomé March Servera, Palma de Mallorca. Agradezco, de
nuevo a Fausto Roldán y a Marga su colaboración.
368
Bauderon, B., La Pharmacopée de Bauderon / reveve et exactement corrigée en plus de treize cens
endroits... dans le precedentes editions et de nouveau augmentée de remarques considerables... avec la
response au vindicia contra Verny de... Jean Zuvelfer... & la refutation de la consection d'Alkermes par
François Verny, Lyon, Jean Baptiste & Nicolas de Ville, 1693, p. 910: “De l’or potable”, edición
manejada: B.N., 3-22941. François Verny dice en el Avis au lectteur que ha visto hasta cuatro ediciones
anteriores, siendo la primera la de Lyon, Benoît Rigaud, 1588. El texto manejado refleja la disputa habida
con el espagirista de reminiscencias paracelsistas Johan Zwelfer, un doctor de mucha reputación que
justificó la alquimia y alabó a Athanasius Kircher (1601-1680) en su Pharmacopea Regia, pp. 324-330.
Leopoldo I le dio permiso para reproducir una gran medalla de oro alquímico en 1648. No fue la única
polémica de Zwelfer, ya que también las tuvo con Otto Tackenius (1620-1690), un impetuoso
yatroquímico, como se ve en su Discursus apologeticus. Incluso en la página 339 del Discurso, afirmó
que muchos de los grandes monasterios crecieron gracias a donaciones procedentes de la Piedra Filosofal.
369
Beguin J. (1604-1660), Tyrocinium chymicum, París, 1611, 191-192: “Aurum potabile” de la edición
manejada de Genevae, Blasius le Melais, 1659, BGP, B-118. Otras obras de Beguinius: Les élements de
chimie, París, Lucas Leroy, 1615, edición manejada: Rouen, Jean Behourt, 1647, BGP, B-119; Spiritus
fumans sulphuratus Beghini, París, 1615.
370
Faber, J.-P., Chirurgia spagyrica, Tolosa, P. Bosch, 1626, cap. II: “De alchimia”, 128 del ejemplar
B.N., 3-3377.
371
Beguin, J., Les elements de chymie, Lyon, Blanche de la Riviere, 1665, Lib. 3: "De la quint essence de
la sang humaine", 161. Edición manejada: B.N. 2-17994.
372
Potier, P., Pharmacopea spagirica, Bononiae, 1622, p. 215: “auri potabili vera preparatio”; ejemplar
manejado: B.N., 3-36415. Otros textos de Potier: Libri duo de febribus insigniis curationum, Bononiae,
1643, ejemplar manejado: B.N., 3-3290; Opera omnia,practica & chymica, Venecia, 1741 (ed. or.: 1645),

116 
Historia del oro potable

Pedro Palmarius (1568-1610). Claro, que Palmarius se estaba debatiendo entre definirse
como médico, como paracelsista, como alquimista o como espagirista en aquellos años
de “caos”. Explicando las controversias entre Livabio (1546-1616) y Claveo Gasto
(alias “Dulco”)373, ambos alquimistas en la corte de Rodolfo II, a propósito de la previa
originada entre Paracelso y Erasto, llegó a afirmar que era ridículo pensar que el oro
potable sería merecedor de ser considerado como “universal” entre los médicos, quizás
todo un alarde de clarividencia:

“Es ridículo para la Medicina que el oro potable tenga un mérito universal.”374

Hasta Jean Saunier, a finales del siglo XVIII, quien decía hacer un oro potable
basado en la práctica de Jacques Tesson375 y en Juan Pontano376, los textos nos indican
que la situación era muy similar en la Península. Ya en el año 1617 encontramos
pequeños tratados sobre el oro potable, incluso confrontados, en un reflejo de la
polémica sobre cuál era la mejor forma de su preparación, donde se defiende la de tipo
alquímico377. Unos años después, en 1632, encontramos a un peregrino que dejó escrita
su receta para el oro potable378. Ya en la segunda mitad de siglo, las "otras" formas de
hacer el oro potable, con componentes vegetales parecen tomar la iniciativa, como
igualmente ocurriera aquí379.

A fines del siglo XVII, el oro potable podía elaborarse fácilmente, según algunas
recetas que encontramos en las Farmacopeas, como la que hiciera François Verny, un
maître apothicaire de la Universidad de Montpellier 380. Por cierto, que Verny disputó
con otro de los grandes, el ya citado médico alemán Johan Zwelfer sobre la preparación
de algunas medicinas, como fue el caso de la confección del alkermes, llegando incluso
a dirigirse públicamente con escritos de contestación.

ejemplar manejado: B.N., 3-51824. No confundir con otro alquimista llamado Michel Potier (1590-1648),
que escribió Fons chymicus, id est vera auri et argenti conficiendi ex naturalis philosophiae, Coloniae,
Constantinum Munich, 1635, y que también disertó sobre el oro potable. Edición manejada del mismo
editor, pero del año 1637: B.N., 2-15301.
373
Obras más importantes de Claveo Gasto: De triplici praesentatio ne auri et argenti, Nevers, 1592;
Recueil de M. Duclos sur la transmutation des métaux, París, 1612; Livre des sécrets de l'emperaur
Rodolphe II, París, 1612; Philosophia chemica, Lugduni, B. Penotti, 1612; Apologia chrysopoeiae et
argyropoeiae adversus Thomam Erastum authore Gastone Dulcone sive Claveo... cum nono & recenter
primium edito eiusdem authoris in fine...olim promisso... de triplici auri et argenti praeparatione,
Ursellis, Cornelius Sutorius, 1602.
374
Palmarius, P., Lapis philosophicus dogmaticorum quo paracelsista Livabius restituitar scholae
medicae parisiensi iudicium de chymicis declaratur censura in adulteria & fraudes parachymicorum
deffenditur afferto verae alchimiae honores. per. P. Palmarium, doctorem parisiensem galeno-
chymicorum, París, Davidem Dolceur, cap. XXIIII: “Ad metalla potabilia”, p. 127 del ejemplar manejado
B.N., 2-62923.
375
Tesson, J., Le gran et le excellent oeuvre des sages contenant trois traités ou dialogues du lyon vert,
du grand thèriaque et du régime, Lyon, 1775, edición manejada:, B.L., ms. 971 (900).
376
Pontano, J., De lapide philosophico, Frankfurt, Lucas Jennis, 1614.
377
Anónimo, Mélanges d'alchimie, en tête desquels sont deux lettres anonymes sur la manière de
fabriquer l'or potable, B.N.P., ms. français 17154, 123 fols., fols. 1-32.
378
Aurum potabie fratis Peregrini, B.A., ms. 2518 (172 S.A.F.), 88 fols. Nº 10, fol. 45.
379
Nostre Elie, J. M. S., De la médicine universelle; la manière de la tirer du végétable, de l'animal et du
mineral par le menstrue universel, avec la préparation de l'or potable en son prémier état... le 23 mars
1666, à París, B.N.P., ms. français 19984, 66 fols.
380
Verny, F., Pharmacopée de Bauderon, Lyon, Jean Baptiste & Nicolas de Ville, 1693, edición
manejada: B.N. 3-2291.

 117
Historia del oro potable

Afortunadamente, también nos dio otros datos muy interesantes, como sus
propiedades. El oro potable así hecho era capaz de preservar los cuerpos de toda
infección, purificaba la sangre de toda impureza, corroboraba el corazón y todas las
vísceras por la temperatura que proporcionaba a nuestro húmedo radical, cosa que, fija,
retardaba la vejez. Su receta del oro potable dice así:

"L'or potable: Se pone una onza de oro limado en una cucúrbita de hierro,
vertiendo por encima cuatro onzas de espíritu de sal rectificado, con su alambique
y el recipiente bien juntos y enlutados. Se pondrá en digestión al baño María por
espacio de catorce días a fuego de primer grado. Hecha la digestión, se verá al
fondo de la cucúrbita la substancia del oro a medio consumir y fundir. Entonces se
separará por inclinación esta solución teñida en color dorado y se volverá a verter
de nuevo el espíritu de sal rectificada sobre el recipiente y se hará otra digestión
igual que la anterior. Luego se separará de nuevo el licor dorado y después se verá
al fondo de la cucúrbita una masa blanquecina, que se considera como la tierra del
oro. Se quitará esta tierra y se meterá de nuevo estas soluciones en una cucúrbita y
se les pondrá en digestión al baño María durante catorce días a fuego de primer
grado. Después se les destilará a fuego de segundo grado hasta la sequedad.
Entonces se pondrá el recipiente en el pelícano, vertiendo por encima espíritu de
vino desflemado, cuatro onzas. El orificio del vaso ha de estar bien cerrado con
vejiga de cerdo mojada, se hará digestión al baño María, a fuego de segundo
grado, o un mes en estiércol de caballo, hasta que se vea destilar por los brazos del
pelícano gotas doradas. Entonces se quitará este licor 6 se destilará por la
cucúrbita al baño María a fuego de primer grado hasta la mitad. Lo que quede será
la verdadera solución o tintura de oro, que se llama oro potable."381

Pero hemos de detenernos en un caso concreto para verificar que la situación en


Francia no era muy distinta a la hispana ni a la inglesa en los mismos años en que
Alejandro Quintilio proporcionó su medicina por doquier. El protagonista, en esta
ocasión, fue el reverendo padre Gabriel de Castagne, un doctor en Teología, lulista y
consejero real de la regente francesa María de Médicis382, entre otras cosas. En el año
1610 sacó a la luz un texto alabado por médicos y alquimistas posteriores: L'or potable
qui gvarit de tous maux383. Como Francisco Antonio y Alejandro Quintilio el oro
potable que hiciera Castagne fuera tomado por muchas personas. Entre otras, contamos
con los testimonios de Henry du Boys, Secretario de la Casa Real, François Beroalde de
Verville, célebre médico hermetista galo y muchos otros. Y también, como en los dos
casos anteriores, hubo de defender este medicamento.

Fue la propia María de Médicis quien le pidió un remedio contra el mal des
dents. No olvidemos el apego de la regente francesa a la Alquimia, quien en el año 1616
dio a Guido de Grusemburgo veinte mil escudos para trabajar en La Bastilla 384.
Castagne le respondió que tenía muchos souverains remedes y, entre otros, el oro
potable. Para que ella se fuese tratando con él, Castagne le envió une petite phiolle d'or
potable pour vous presenter, auec mes disputes en Latin (que no son sino el tratado en
381
Verny, F., Pharmacopée de Bauderon, Lyon, Jean Baptiste & Nicolas de Ville, 1693, 910-911.
382
María de Médicis ejerció de regente de Francia durante la minoría de edad de su hijo, Luis XIII, desde
1610 (cuando Luis tenía nueve años) hasta 1617, cuando su hijo, ante la sorpresa general y ya mayor de
edad, decide tomar el poder.
383
París, Charles Sevestre, 1610. Edición manejada: BHF R-5139.
384
Referencia tomada de González Amaya, A., Los alquimistas, conferencia leída en la Sociedad de
Ciencias de Málaga, el 8 de octubre de 1903, Málaga, 1903.

118 
Historia del oro potable

cuestión)385. Pero nuestro padre, además, tomó la iniciativa ante aquéllos que dudaban o
negaban la posibilidad de dicho medicamento, incluso a la poderosa Sorbona, citándolos
ante la presencia de la regente:

"[…]Yo voy a discutir contra todos los que dicen que no se puede hacer
(el oro potable) y les doy pie para disputar en la presencia de Vuestra Magestad
y de los señores doctores de la sagrada Sorbona en el día y a la hora que a vos os
plazca mandar con el fin de que la verdad sea mejor conocida. Es verdad que
hay médicos de tres tipos y para que Usted como el rey vuestro hijo contando
con las mas sabios y los de primer orden que se puedan encontrar, ellos podrán
decir a Vuestra Majestad qué es esto, contra el error de los que afirman lo
contrario. Porque si los señores médicos miran al presente no tendrán nada que
decir respecto de este sujeto, el mismo del que habla Arnau de Vilanova y todos
los otros."

Pocos años después, en 1615, se reeditaría la Farmacopea de los dogmáticos de Joseph


Quercetani, el pseudónimo que usara Joseph Duchesne (1544-1609), y junto a otro
texto, el Dispensatorium medicum de Ioan Renaudet (1584-1653)386. Aquí Duchesne nos
sorprende sobremanera. El motivo es que da al oro un uso compartido con otros
componentes. En concreto, para elaborar su triaca "diatessaron regia" 387, además de
usar la tintura coralina y la de víboras, entre otras cosas, introduce la tintura de oro. El
método, que también expone, consiste en calcinar el oro "de forma filosófica" hasta que
queden unas cenizas negras. A continuación le añade un componente vegetal, el azufre
de bezoar, de forma que cubra estas cenizas tres o cuatro dedos. Luego lo pone en un
vaso cerrado y en un atanor durante ocho días, momento en que aparece toda el oro en
forma de líquido de color rojo, que hay que separar. Influenciado por Paracelso en
elementos como el macrocosmos-microscosmos, buscó analogías alquimícas en este
sistema. A lo largo de sus textos no se cansó nunca de abogar por el excelente resultado
de los medicamentos químicos, sin que ello hubiera de implicar la transmutación
metálica.

Alemania

En Alemania ocurría lo mismo que en el resto de Europa y se disputaba sobre las


propiedades del oro potable entre los médicos. Por ejemplo, Juan Langius, médico y
hermetista, le preguntaba a un amigo:

“Tú, Guillermo, experto en el arte de la Química, dime si, ya que el oro


se usa para el electuario y otras cosas, el oro potable consigue la salud.”388

385
Castagne, G. de., 11-12: A la grande Royne tres-Chrestienne, Marie de Medicis, mere du Roy, &
regent.
386
Frankfurt, Paulinum Jacobi, 1615.
387
Renodaeo, Ioseph, Dispensatorium medicum Ioan. Renodaeo medico parisiensi, quibus accessit
Io.Quercetani Pharmacopea dogmaticorum restituta, Franfurt, Paulinum Jacobi, 1615, lib. I, cap. XXIII:
"De theriaca".
388
Langius, J., Epistolas, en Bacci, A., De gemmis et lapidibus pretiosis a Wolfango Gabelchovero,
medicinae doctore & physico Calvvensi ordinario cui accessit disputatio de generatione auro in locu
subterraneis, alliusq. temperamente, Francofurti, impensis Nicolai Seteinii, 1603, p. 230 de la edición
manejada (B.N., 2-16406).

 119
Historia del oro potable

Con disputas o no, el oro potable siempre estuvo rodeado de una aureola de
medicamento excelente y bueno para muchas enfermedades, al menos hasta la mitad del
siglo XVII alemán, como sabemos a través de las palabras de Ulises Aldrovandi (1522-
1605)389:

“Aurum potabile: Se traen esto con mucha estima los químicos lo que
con sus increíbles preparaciones con el oro hacen para utilidad de la
medicina.”390

Otro médico de Rodolfo II, Anselmo Boetius de Boot391, y en los mismos años
en que Alejandro Quintilio vendía su "oro potable" también se hacía eco de las
dificultades que encerraba hacer la disolución del oro, aún cuando decía guiarse por
Paracelso:

“El oro no se disuelve fácilmente: Es cierto que se pueden atender las


muchas opiniones de los químicos, a los cuáles no rechazo, sobre cuáles son los
tres principios verdaderos. Pero ni el azufre, ni el mercurio ni tampoco la sal de
los químicos son ni cuerpos simples ni elementos.”392

Pero estas dudas en el paso del siglo XVI al XVII por parte de los espagiristas ,
con evidentes orígenes alquímicos, siguieron, como vemos en el apartado sobre las
quintas esencias, durante todo el siglo. Sin embargo parece ser que quedó claro que la
Terapéutica y la Sanidad asumió como propio y, por qué no decirlo, exclusivo, el oro
potable, rechazando el que hicieran los idiotae chymistae393. Claro que lo que hicieron
en la Península los novatores y los “médicos racionales espagíricos”, ya lo hacían,

389
Aldrovandi estudió Matemáticas en Bolonia y Medicina en Padua. Además, profundizó en otros
campos como Botánica, mineralogía, ornitología y otros. Sus doce libros sobre Historia Natural se
publicaron entre 1600 y 1660, lo que da una idea de la vigencia de este personaje. Fundó el Jardín
botánico de bolonia en el año 1568, contribuyendo decisivamente en el desarrollo de la Farmacología en
dicha ciudad. También fue admitido allí en el Colegio de Doctores, además de ser profesor de Lógica en
la Universidad. Entre los años 1556 y 1557 llegó a ser profesor de "Historia de Simples". Mattirolo, O.,
La letere di Ulisse Aldrovandi a Francesco I e Ferdinando I, Memorie della Reala Accademia delle
Scienze di Torino, 54 (1904), 353-401; Frati, L., Intorno alla vita e alle opere di Ulisse Aldrovandi,
Bolonia, 1907; Capparoni, P., Profili bio.bibliografici di medici e naturalisti celebri italiani dal sec. XV
al sec. XVII, Roma, 1925-1928, 2 vols., I, 17-19.
390
Aldrovandi, U., Ulysiis Aldrovandi philosophi et medici Musaeum Metallicum in libro III distributum,
Bononiae, Io. Baptista Ferronij, 1648. Ejemplar manejado: BGP, A-96.
391
Anselmus Boetius de Boodt nació y murió en Brujas (1550-1632), aristócrata católico y estudiante de
Derecho en Lovaina y de Medicina en Heildelberg, de donde recibió enseñanzas de Tomás Erastus,
graduándose posteriormente en Padua. Desde 1583 vivió en Bohemia como físico de Guillermo de
Rosenberg, el burgrave de Praga. Al año siguiente, y hasta 1612 estuvo en la Corte de Rodolfo II, quien
dijo que era uno de sus alquimistas. Sin embargo este extremo no se puede confirmar, aunque en su
Gemarum et lapidum historia enumeró unos 600 minerales que observó directamente, además de
describir sus propiedades y aplicaciones médicas. Jaeger, F. M., Anselmus Boetius de Boot, en VVAA,
Historische Studien. Bijgraden tot de kenns van de geschiedenis der wetenschappen in Nederlanden,
Groningen, 1919, 99-149; Delepierre, O., Anselmus B. de Boot, Biographie des hommes remarquables
de la Flandre occidentales, 1 (1843-44), 31-35; Heller, J. E., Anselmus Boetius de Boodt als
Wissenschafter und Naturphilosoph, Archeion, 15 (1933), 348-368.
392
Boetius de Boot, A., Pomarum et lapidum historia: qua non solum ortus, natura, vis et precium, sed
etiam modus quo seiis, olea, salia, tincturae, essentiae, areana et magisteria arte chymica esufici,
oftenditur, Havnoviae, Heredos Ioannis Aubri, 1609, 27. Edición manejada: B.N., 2-52041.
393
Expresión extraída de Wecker, J.J., De secretis, 1598, libro X “De secretis metallorum”, p. 340 del
ejemplar B.N., 2-41590.

120 
Historia del oro potable

primero los paracelsistas y luego los espagiristas. Todos decían cómo se preparaba,
aunque fueron estos últimos los que más seguros estaban de su elaboración ya entrado el
siglo XVII y calmadas, momentáneamente, las controversias, ejemplo que vemos en el
galo David de Planiscampy (1585-1644), médico y cirujano de Luis XIII394.

No obstante debemos reparar en un dato curioso que nos hace pensar en que el
origen del problema del oro potable nace desde el mismo momento en que la Medicina
dio, en las postrimerías de la Edad Media, con los postulados islámicos395. Pensábamos
que el empuje paracelsiano recalado entre los espagiristas avivó las dudas sobre su
composición, al discutir puntos de vista diferentes (médicos o alquímicos). Pero resulta
que ni el mismo Paracelso fue original en la elaboración de su “oro potable” y hubo
médicos que ya lo hacían de la misma manera que él en unos años inmediatamente
anteriores, como Andernacus396, en quien se fijó el primero para proponer el suyo. Y,
aún más, Andernacus se fijó en las ideas que propusiera Miguel Psello, hermetista
heleno alto-medieval. Debemos dar las gracias para poder comprobar tal cosa a Juan
Jacobo Wecker (1528-1586), quien nos presentó ambas formas de hacer el oro potable a
fines del siglo XVI397.

Su Libro de secretos, editado por primera vez en el año 1598, tuvo una enorme
fama, y sería publicado varias veces a lo largo de la Edad Moderna, hasta la edición del
año 1750. Al parecer, Wecker culminó una tradición sobre los libros de secretos,
estudiada actualmente por William Eamon, que tuvo su auge en el siglo XVI. Este tipo
de libros era una colección de recetas, muchas de ellas sin ningún valor terapéutico,
pero todas ellas tremendamente curiosas. Desde cómo emblanquecer los dientes, a cocer
un huevo sin agua, encontramos recetas para cualquier cosa. No podía faltar la del oro
potable, recogida, según el texto, de Paracelso. Como otras muchas, realiza una
cementación capa sobre capa. Esta operación era muy conocida y usada en su tiempo, se
le llamaba stratum super stratum y, en algunos libros de Alquimia aparece como S.S.S.
Estas tres letras tenían un significado más conocido: Stellato sedet solio, que quiere
decir, el que se sienta sobre la silla estrellada, en referencia a los papas. La operación
S.S.S. se realizaba, principalmente, para purgar el oro con el antimonio. Sin embargo,
Juan Jacobo Wecker recoge la que hace la "cementación", como también se conocía,
con placas, o láminas, de plomo, como se puede ver en la receta:

"Liquor sive aurum potabile.


Oro purgado mediante cemento real, o sea, por láminas de antimonio y
reducido en polvo siendo licor verde: es después agua de lluvia goteada durante
se lava, hasta que no se recoja nada más en un gran plato puesto debajo. Pero si
quieres obtener esto antes, se consigue reduciendo las láminas de oro con plomo,
y se cementa durante 24 horas (a lo que llaman legivar), haciendo una cal de oro
394
Planiscampy, D. de, Oeuvres, París, Denis Moureau, 1646, cap. V: “de l’or potable et le moyen de le
faire”. Ejemplar manejado: B.N., 7-47279, dedicado a María de Medicis. Otros obras de Planiscampy:
L'hyder morbiphique exterminée, París, Hervé du Mesnil, 1628 y L'oberture de l'ècole de philosophie
transmutatoire métallique, París, Charles Sevestre, 1633.
395
He preferido utilizar la palabra “islámicos” en vez de la de “árabes”, tradicionalmente usada en la
Historiografía de la Ciencia. El motivo es que no todos los islámicos son árabes, aunque todos los árabes
sean islámicos y no podemos tener claro que la Medicina a la que nos estamos refiriendo fuera practicada
por árabes en exclusiva, especialmente en la Península.
396
Andernaco, Ioanne, De euchymia et cacochymia, seu de bonis malisque succis generandis/ Ioanne
Guinterio Andernaco interprete, París, Simonem Colinaceum, 1530. Ejemplar manejado: B.N., 3-4087
(2).
397
Wecker, J.J., 367: “Liquor sive aurum potabile secundum Paracelsus & Andernacus”.

 121
Historia del oro potable

muy sutil. Después sobre el polvo limpio, o sea, la cal limpia, echa tanto espíritu
de vino que sobresalga como seis dedos, y sin que nunca tu vaso está cubierto
perfectamente, ponlo en agua templada, o baño María, durante veinte o treinta
días. Entonces un licor rojo queda en el fondo del vaso como un polvo puro y
brillante y se separa del espíritu de vino lentamente del baño un licor de oro
rojizo por la tapadera de la ampolla de cristal. Por último este mismo licor de oro
extraído siempre se puede elevar al mayor grado, esto es, debes repetir cinco
veces en una ampolla encorvada (que llaman retorta): y entonces se dice que
tienes absolutamente preparada la quinta esencia de oro, el mayor misterio de los
alquimistas."398

Además, lo único novedoso resulta ser que hay polémica, y que esta nace no ya
de las diferentes formas de elaboración, sino del uso instrumental que se dio a las
mismas para provocar que la distancia entre Alquimia, Terapéutica y Sanidad se
acortase, labor hecha efectiva con los espagiristas. Antes que ellos, vemos que también
hubo muchas formas de elaboración, pero que las disputas no eran tan llamativas. Así,
Antonius Fumanellis, a mediados del siglo XVI, ya proponía hasta siete formas distintas
de hacerlo, todas por destilación de metales y escogidas entre “vires infinitae & ultra
compositiones”399. Por cierto que si Fumanellis fue un médico que renegó de la
Alquimia ya por esos años400, ¿quiénes eran entonces los espagiristas?. Importante
figura la de este médico que podemos tomar como uno de los primeros en intentar
distinguir entre el ars chymica y el ars chymistica.

Relaciones entre espagiristas y paracelsistas.

La presencia de las ideas de Paracelso puede ser constatada hasta bien entrado el
siglo XVIII, tanto en Europa cono en la Península. Por ejemplo, los médicos Sanz de
Dios, Baguer Oliver y Virrey Mange pueden ser considerados paracelsistas en dicho
siglo en tanto que interpretaron la enfermedad como resultado de las anomalías
suscitadas en la fermentación interna del organismo 401. De otro lado ya hemos dejado
asentado que entre los espagiristas hubo un distanciamiento formal entre sus
predecesores, los paracelsistas, aunque ambos hablaran tanto de los medicamentos
vulgares frente a los químicos.

También hemos hablado antes de varias semejanzas y diferencias entre ambos.


Sobre ellos aún cabe decir que fueron determinantes en un movimiento de revisión de la
Medicina de su tiempo, la tradicional. Si bien esta afirmación parece obvia y está más
que asentada por la Historiografía, hemos de insistir con algo más de profundidad en un
aspecto en concreto. Tanto unos como otros fueron conscientes de la importancia de sus
posiciones. Ya era novedoso que un médico aportase innumerables operaciones
398
Wecker, J.J., 367: “Liquor sive aurum potabile secundum Paracelsus & Andernacus”.
399
Fumanello, A., Opera multa et varia cum adtuendam sanitatem tum ad praefligandus morbos
plurinum conchicentia, Furigi, Andream Gesnerum, 1557, 274-275 de la edición manejada B.N., 3-
53686.
400
Llegó a titular un par de páginas de la obra citada (265 y 265v) así: “Aurum & argentum & huiusmodi
q de metales chymistas vanum est”.
401
Sanz de Dios y Guadalupe, Francisco, Medicina práctica de Guadalupe, Madrid, Domingo de Arroyo,
1730, B.N. 3-50514; Baguer y Oliver, José Juan Antonio, Floresta de dissertaciones histórico-médicas,
chimico-galenicas, methodico-prácticas, Valencia, Jerónimo Conejos y Joseph García, 1741-1744, B.N.
2-19091-3; Virrey Mange, Pascual Francisco, Tyrocinio médico-chymico, Valencia, Joseph García, 1737,
B.N., 3-728857.

122 
Historia del oro potable

prácticas que las más veces pertenecieron al ámbito de los boticarios y los destiladores.
En este sentido, los galenistas, más dados a elucubraciones mentales que a experimentos
prácticos, estaban en desventaja aparente. La forma de defenderse de estos últimos ante
las nuevas evidencias terapéuticas era mediante el uso instrumental de sus cuestiones de
dogma. He aquí lo más interesante: tanto los paracelsistas como los espagiristas, sin
abandonar nunca sus propuestas, resultaron ser capaces de exponer todo un nuevo
sistema médico, con sus propios dogmas. Esto posibilitó un campo común de diálogo, el
teórico, ya que en el práctico, como hemos dicho, la desventaja corría a cargo de los
galenistas. Y el desarrollo de este diálogo, que más tarde inundaría también el campo
práctico, resulta ser todo un proceso que, en resumidas cuentas, es la historia de la
Terapéutica y la Sanidad en el siglo y medio que va desde el año 1550 hasta el año
1700.

Cabe preguntarse sobre el grado de homogeneidad de ambos tipos y sobre su


influencia. ¿Significa el hecho de que alguien cite a Paracelso como algo suficiente para
considerarle seguidor suyo? Evidentemente, no402. Por ejemplo, Francis Bacon ya fue
clasificado como semi-paracelsista ya que su cosmología era, en gran medida, similar a
la cosmogonía de Paracelso y a sus ideas bíblicas y metafísicas 403. También van
Helmont fue considerado por Walter Pagel como un paracelsista moderado por el hecho
de haber eliminado gran parte de su misticismo a la vez que lo sustituyó por
experimentos, allanando así el camino a los nuevos filósofos como Robert Boyle404.

Respecto de los conocidos como filósofos químicos ¿pueden ser


considerados todos los de la Edad Moderna como paracelsistas? Es cierto que Paracelso
y sus seguidores consiguieron un cambio en la tradición científica y médica, o al menos
establecer las bases para que ello fuese posible. Pero también es cierto que fueron los
espagiristas quienes ahondaron en dicho camino a través del trabajo con los metales (de
la Alquimia), de la filosofía mecanicista y hasta de la física galenista 405. Además
desarrollaron el corpus teórico que se aplicaría a la Medicina química y el análisis de
sus medicamentos fue mucho más profundo. En este camino emprendido se fue
ganando terreno hasta que, por ejemplo, hubo quien coincidió con la Alquimia en que
sus principios no eran constituyentes de un Arte o de una Ciencia, sino que era La
Ciencia por excelencia. En efecto, en 1683 el paracelsista galo Daniel Duncan llegó a
afirmar que la química no era un arte, y que lejos de ser contraria a la Naturaleza, la
propia Naturaleza operaba químicamente406.

Los años oscuros

402
Hemos tomado como referencia las ideas contenidas en Pumfrey, Stephen, The Spagyric Art: Or, The
Impossible Work of Separating Pure from impure paracelsianism: a historiographycal analysis, en Grell,
Ole Peter (ed), Paracelsus: the man and his reputation, his ideas and their transformation, Leiden, Brill,
1998, 21-52.
403
Rees, G., "Francis Bacon's Semi-Paracelsian-Cosmology", Ambix, 22 (1975), 81-101.
404
Pagel, W., Van Helmont's concept of Disease-To Be or no to Be? The influence of Paracelsus, Bulletin
of History of Medecine, 1972 (46), 419-454.
405
Este respecto: Breger, Herbert, The paracelsians. Nature and character, en Grell, Ole Peter (ed),
Paracelsus: the man and his reputation, his ideas and their transformation, Leiden, Brill, 1998, 101-118.
406
Debus, Allen G., The french paracelsians: the chemical callenge to medical and scientific tradition in
early modern France, Cambridge, 1991, 70.

 123
Historia del oro potable

En Centroeuropa y durante la segunda mitad del siglo XVII aún se discutía cuál
era la mejor forma de hacer el oro potable, o mejor dicho, cuál era la correcta. Johan
Rudolf Glauber (1604-1667) incluso editó todo un tratado al respecto, también conocido
en España a los pocos años de su publicación. En él, la cuestión principal es prevenir a
la Medicina de las falsas preparaciones de diversos oros potables que circulaban por
entonces, señalando la que él consideraba la mejor 407. La Península no se libró de ello, y
también Angel Buenaventura (O.F.M.), un pseudo alquimista, quiso aclarar la cuestión,
ofreciendo una receta sobre cómo hacer el oro potable falso en el año 1692:

"Oro potable falso: tomar oro en hojas, dos partes de cinabrio, moler con
sal, quitar con fuego el cinabrio, quitar la sal con agua, y asi tres veces. Luego se
mezcla el oro con sal armoniaco, antimonio y azogue y se destila al fuego y
duplicando siete veces, entonces el oro se destila en forma de aceite rojo, pero
este licor aureo, si se derrite al fuego con nitro y borax, se vuelve duro, en su
estado natural."408

Como vemos, sea quien sea el que hablaba del oro potable, estuviera hecho por
médicos, por paracelsistas o por espagiristas, este medicamento siempre estuvo en una
estima muy elevada. Comparando los años en que Alejandro Quintilio desarrolló su
trabajo, según el memorial, la situación peninsular no era muy diferente de la del resto
de Europa. Pero el hecho de que tengamos conocimiento de esto en España, con un
medicamento hecho a base de oro y según procedimientos alquímicos también nos viene
a significar que la Alquimia de estos años ocupaba un lugar “demasiado” destacado en
la Terapéutica y la Sanidad, que no era un recurso (aunque en ocasiones no se acudía a
ella en primera instancia) y que muchas personas, ya sean pertenecientes a la elite o
entre las más populares conocían y alababan un medicamento de confección
nítidamente alquímica. Incluso se puede afirmar que su alta consideración y el
mantenimiento en una situación “distinguida” pudiera verse ayudada por toda la serie de
polémicas existentes, que no hicieron sino fomentar entre la gente sus cualidades
excelentes, según los testimonios. De hecho, nadie de los que aquí se han citado dudó
nunca de ello, si acaso, de su correcta elaboración. Si se atacaba algo no era el oro
potable, sino quién lo hacía.

¡Que vienen los médico-químicos!

Tanto los contemporáneos como la Historiografía ha llamado a muchos


personajes surgidos tras los espagiristas como médico-químicos, por no hablar del saco
común dado en llamar iatroquímica. Sin embargo, nosotros hemos hecho, dentro de
407
Glauber, J. R., De auri tinctura sive Auro potabili vero quid sit & quommodo differat ab auro potabili
falso & Sophistico.../ per Joh. Rudolphum Glauberum, Amstelodami, Joannem Janssonium, 1651, edición
manejada: AGP, IX-4694 (4).
408
Buenaventura, A. (O.F.M.), Real filosofía, vida de la salud temporal, sabiduría sophica, testamento
filomedico, arcano filochimicos, hipocratica, galenica, lilibetanica: parte segunda de la parte primera
del Regimiento general prudente, fisico y moral.., Madrid, Mariana del Valle, 1692, 219, edición
manejada: B.N. 3-75292.

124 
Historia del oro potable

estos médicos químicos una segunda distinción; hemos dividido a este grupo en dos
partes, siendo la segunda la que hemos llamado químico-médicos, que ya explicaremos
en su lugar. La diferencia, digámoslo ya, consiste en que su afán principal era la
investigación en laboratorio, frente a la secundaria que era el conocimiento de los
remedios de la enfermedad, cuestión que se vuelve inversa en los médico-químicos.
Para estos últimos primaba el estudio del desarrollo de la enfermedad frente al remedio
aplicado, que, dicho sea de paso, siempre era de tipo químico o el elaborado con
técnicas separatorias o espagiristas. El ejemplo más claro es el de aquéllos que se
dieron en aplicar la quina. Algunos de ellos, incluso, tuvieron un adelantado
conocimiento de las fiebres tercianas, e imaginaron, ya que no podía ser de otra forma,
cómo era producida la enfermedad y cómo se desarrollaba, sin tener medios materiales
para ello. Todo un alarde que analizaremos más abajo.

Cronológicamente se sitúan a continuación de los espagiristas. Visto que sus


antecesores tenían una base eminentemente alquímica, la diferencia entre unos y otros
radica en varios aspectos. El primero de ellos es que los médico-químicos tienen a dar
más valor a la práctica para la elaboración de medicamentos que a la defensa de su base
teórica, que tantos problemas estaba causando en toda Europa. Ocupan la parte central
del siglo XVII y su tarea fue la de, mediante la experiencia, ahondar en los
conocimientos prácticos más allá de un leal apego a la tarea realizada por los
espagiristas.

Avanzado el siglo esta segunda oleada de espagiristas, que llamamos médico-químicos,


siguen esclareciendo los secretos del reino mineral a través de una multitud de
operaciones. Estos años centrales también están distinguidos por una suerte de combate
entre médicos y alquimistas, cuyo campo de batalla era la edición de textos. Así, el
grancés Aníbal Barlet, a caballo entre ambos, intentó reducir distancias entre ambas
"disciplinas" en su Método y verdad de la física resolutiva, vulgarmente llamada
química, del año 1657. En esta magnífica obra, Barlet, alquimista, da a todas las
operaciones con metales y minerales según sus facultades y el "sentido físico",
acercando el lenguaje que usa a los médicos. Por ejemplo, cuando habla de la
reincrudación de los cuerpos, un misterio mantenido por los "filósofos", nos cuenta que
se realiza por la operación conocida como "corrupción", pero que nos alejemos de los
condicionantes de dicha palabra, ya que, en realidad consiste en una segunda y natural
digestión de los cuerpos a la que, esta vez sí, se llama "corrupción". En su afán
integrador, Barlet nos habla del oro potable y de todas las facultades que se pueden
conseguir del oro, del "sol", como le llama. Concluye que todas las preparaciones
terapéuticas que se hacen con oro son extremadamente cordiales, aumentando las
fuerzas del corazón. Como vemos, seguimos en la misma línea de relacionar, como se
hiciera desde la antigüedad el más sublime de los productos de la tierra y del Universo
(el oro) con el más sublime de los órganos del animal más sublime, el corazón.

Pero no pesemos que las distancias y las definiciones son tan claras. Al lado de todos
estos personajes hubo médicos que, bien por desconocimiento, o por lo contrario,
trataban del oro bajo unas coordenadas filosóficas dignas de atención. En el año 1603, el
médico italiano Andrea Bacci, quien se llamaba a sí mismo "filósofo médico" editó una
disertación sobre la generación del oro. Entre las personas y personajes que se basó para
realizarlos, recogiendo sus opiniones, estaban desde Hermes Trismegisto hasta el
médico valenciano Miguel Juan Pascual. Su teoría es plenamente seguidora de
Aristóteles. Dice que está hecho de tierra y agua y que está cargado de calor interno,

 125
Historia del oro potable

algo que no le impide a este metal servir como "refrigerante" si es colocado en forma de
una lámina bajo la lengua, como muy bien nos indica este autor. También recoge la
opinión de varios expertos en química, según nos dice, para hacerse eco del auge el oro
potable en su tiempo, algo que acepta sin mayores reparos. Es más, diríase que Bacci ha
hecho todo el alegato anterior sobre la generación del oro y su uso en la Medicina para
la verificación de la vigencia e importancia del oro potable en la Medicina. Como él,
otros muchos médicos, incluían el oro potable entre los medicamentos en uso, aunque
no de forma tan llamativa como los espagiristas. Este hecho lo vemos como un éxito de
los defensores de la Medicina química, ya que la "normalidad" en el tratamiento del oro
potable lleva aparejada su aceptación sin más, justo lo que deseaban muchos. Ahí
tenemos el ejemplo del alemán Ioannes Langui. Como el anterior y en las mismas
fechas, editó otra disertación sobre los usos medicinales del oro (incluyendo en este
caso también a la plata). Entre parabienes a Hermes y a los sacerdotes egipcios, y sin
olvidarse de Galeno, trata de una forma absolutamente normal al oro potable como
medicamento.

Al lado de todos estos hay personas que influyeron decisivamente en la conformación


de la idea de una Medicina Universal por estos años. No pueden ser calificados dentro
de ningún campo, ya que son únicos, excepcionales, lúcidos y muy inteligentes, en la
mentalidad de su tiempo. Hablan de Paracelso, de los paracelsistas, de los espagiristas,
de los químicos, si es que ellos eran capaces de ser diferenciados, o de cualquier otro
tipo, por encima del tablero. Pero sus ideas recorrieron muy rápidamente toda Europa y,
más velozmente aún, fueron aceptadas y discutidas. El ejemplo mejor de todo esto fue,
sin duda, Juan Bautista van Helmont (1577-1644). No puede ser calificado ni como
alquimista, ni como médico, ni como filosofo, ni como médico-químico.

Aún a mediados del siglo XVII, se le seguía considerando al oro propiedades para curar
muchas afecciones, y se decía que era una medicamento verdaderamente salutífero. No
es necesario recurrir para confirmar esto a autores de esos años. Los textos de
Quercetano se seguían publicando por entonces409. Recordemos lo que decía, aparte de
que era muy bueno para curar la lepra y para las úlceras cancerosas:

"Pero del oro, los químicos extraen la verdadera tintura […] la cual se puede
tranferir facilmente por las venas al corazón"410

Ya hemos podido ver que se pensaba tanto en el oro potable como en la idea de una
Medicina universal. De pronto, todo era universalidad, unidad, pansofía, homogeneidad.
Esta idea de unidad que se vistió con ropas de Alquimia, de química y de Medicina a
mediados del siglo XVII, contó con adornos venidos de un mago isabelino llamado
John Dee, que defendió el monadismo, como eje fundamental del funcionamiento no ya
del Universo, sino de la realidad. Aunque esto lo hiciera a mediados del siglo anterior,
el XVI, los rosacruces recogieron el testigo, lo asimilaron a su modo y lo expandieron
por toda Europa. No crean ustedes que se acaba así la cosa, no. Unos años más tarde, en
la Royal Society se divagaba sobre la idea de un lenguaje universal. Digo esto porque
algunos de los que participaron en esto, también estaban implicados tanto en la idea de
universalidad, tanto de soluciones a la enfermedad como en general. Curioso ¿no?

409
Qvercetano, Gioseffo, Tratatto della preparatioe spagirica, Venetia, 1655.
410
Qvercetano, Gioseffo, Tratatto della preparatioe spagirica, Venetia, 1655, 229-230

126 
Historia del oro potable

Curioso porque estamos prácticamente a las puertas de la Ilustración, como se conoce


convencionalmente.

Pues entonces, perdónenme, no alcanzo a comprender sus orígenes, ni sus movimientos


embrionarios. Más bien, se pensaba y punto. Siempre se ha pensado. Bueno, ahora
menos, mucho menos. Pero en la historia del pensamiento humano podemos establecer
en qué dirección viajaba por el tiempo y por el interior de las mentes de los hombres.
Una causalidad única era algo muy bello para pensar. Así el hombre se sentía integrado
en su entorno, partícipe de los fenómenos, comprendidos o incomprensibles. ¿Por qué
habría de dejarse de lado esta idea tan atractiva? Pero no nos confundamos, la idea
siguió y sigue siendo atractiva. Newton no pudo escapar de la universalidad en su
mente. Como él otros muchos siguieron con ella dentro de sus pensamientos. Pero lo
que cambiará en el siglo XVIII, será la forma de buscar dicha unidad. Será,
parafraseando a algún excelente historiador, eliminando el elemento Dios en el trinomio
Hombre-Dios-Naturaleza. Pero ¿si se hace esto, es el mismo hombre, ya sea con o sin
Dios?

Van Helmont y los suyos

Tampoco faltaron disidencias graves en la idea de unidad, ya sea total o parcialmente,


ya sea mirando a la estructura interna de la materia y al spiritus mundi. Una de estas
disidencias salió a la luz a manos de Juan Bautista van Helmont (1577-1644). Quizás
estemos hablando del mejor químico de su tiempo. Nacido en una noble familia y
educado convencionalmente en la prestigiosa Lovaina, llegó a rechazar el grado de
Maestro en Artes ya que "no se consideraba preparado". Van Helmont fue muy original
en la exposición de unas nuevas ideas sobre la materia, aunque no se le puede negar que
estuviera, más o menos, influenciado por Paracelso, sobre todo en los aspectos más
místicos. Decía que el fuego intervenía en los otros tres elementos y lo hacía a la hora
de constituir los tres principios (mercurio, azufre y sal). También llamó "espíritu" al gas,
siendo él el primero que lo reconoció. En definitiva, decía que los "elementos químicos
siguen conservándose en os compuestos que forman". Sus ideas influyeron en Robert
Boyle, en Hermann Boerhaave y en Priestley, que usaron palabras suyas como
"artificial air" o "fictitious air".

Van Helmont tuvo mucho predicamento en otros experimentadores que pocas


veces han sido vistos como grupo, pero que, bajo la idea de la sal, lograron que la
química llegara a tener una entidad propia. Muchos de los textos que a partir de van
Helmont describen operaciones químicas tratan sobre los protocolos de trabajo
elaborados teniendo a la sal como objeto principal de análisis.

Inmediatamente después de la muerte de van Helmont, su hijo Mercurius van Helmont


reuniría sus textos y los editaría de forma conjunta. Uno de los que primeros se
acogieron a las ideas de la materia helmonciana fue George Starkey, de quien se dijo,
que era el mismísimo alquimista Ireneo Filaleteo. Sería Jean le Pelletier quien se haría
eco de esta duda y la discute en el año 1706 en su obra La pirotecnia de Starkey, o el
arte de volatilizar los alcalis según los preceptos de van Helmont 411. La "mecánica de
411
Peletier, Jean le, Le Pyrotechnie de Starkey, ou l'Art de volatiliser les alcalis selon les préceptes de
Van Helmont, & la préparation des remédes succedanées, ou aprochans de ceux que l'on peut preparer

 127
Historia del oro potable

van Helmont", como fue conocida, estaba basada en dos puntos. Por un lado el secreto
de su Alkaest y, por otro, la forma de volatilizar los alcális. Antes de seguir, hemos de
aclarar que van Helmont llamó alcali a la sal que quedaba en forma de residuo tras la
calcinación de la plantas, es decir, de procedencia vegetal. En realidad se estaba
proponiendo un nuevo método para la preparación de medicamentos, en contra de los
galenistas. Tanto van Helmont, como Starkey, que empezó a estudiar química el mismo
año en que murió el primero, en 1644, como Le Pelletier afirmaron que los alcalis son
"las sales hechas de vegetales combustibles fijadas por medio del fuego". Por supuesto
que ya se conocían las sales de los calcinados vegetales. Pero lo que no se aceptaba era
que, al ser considerado esto como un "principio seminal" y, por tanto, incorruptibles,
como se solía admitir generalmente, pudieran ser volatilizadas. Pues sí, van Helmont y
Starkey volatilizaban la sal-residuo de los vegetales y, de paso, atacaron a los que
defendieron antes lo contrario, como Quercetano. He aquí una polémica pocas veces
estudiada. Serán este tipo de polémicas las que abunden desde la segunda mitad del
siglo XVII hasta las primeras décadas del siglo siguiente, con Boerhhave y otros.

¿Y de qué tipo de polémicas estamos hablando? Son aquéllas en que se entra,


antes o después, a discutir cuestiones de fondo, incluso axiomas filosóficos, partiendo
de una experimentación previa muy definida. Es decir, desde la práctica se llega a
remover, o a intentarlo, las bases conceptuales de la Medicina química del momento,
abriendo nuevos caminos. El camino de las investigaciones con la sanará, la
volatilizaciones, los gases y otros elementos directamente relacionados conducirá
directamente al nacimiento de la química, a manos de Lavoisier. En una de estas
estamos ahora mismo, Amigo lector, pero sigamos. En la edición sobre Starkey de
Pelletier se enseña la práctica de la volatilización de la sal de van Helmont, ya que,
como no podía ser menos, al estar éste influenciado por Paracelso, escribió en términos
oscuros ("muy filosóficos" dice Pelletier). Lo que se nos viene a decir es que los alcalis
volatilizados según el método de Starkey, de la segunda mitad del siglo XVII, a su vez,
seguido de van Helmont, son unos excelentes remedios. ¿Qué tiene que ver esto con el
oro potable? Pues que si uno es capaz de saber volatilizar los alcalis, es capaz de
purificar los metales, ya que decían que sus impurezas consistían en eso mismo, en
alcalis. Tanto es así que se puede extraer, según su método el "azufre de Saturno", el de
Júpiter y el del metallus masculus (el zinc). Dice Starkey que estas operaciones, a pesar
de no estar clara en los textos de Paracelso, "los indica en muchos sitios cuando habla
de las esencias del vino reducidas en cenizas disuelven el oro. Lo que él entiende por la
sal de tártaro es la sal del vino" 412. Por fin, si nos queda alguna duda podemos recurrir a
"la forma de volatilizar el alcali con aceite de terebentina dado por Starkey a Richard
Mathew para hacer a píldora diaforética y diurética que tiene tanta reputación en
Inglaterra", o a "la manera de extraer la sal volátil y el espíritu de los vegetales de
Daniel Coxe, de la Sociedad Real de Inglaterra. Por si esto no fuera suficiente, un tal
Andreas Cnoffelius, médico polaco y miembro de la Accademia Naturae Curiosorum
alemana hacia 1673 decía que el Alkahest de van Helmont era el Ignem Gehennae de

par l'Alcaest, Rouen, Guillaume Behourt, 1706 (edición conjunta editada en el mismo año en París por
Laurent d'Houry).
412
Peletier, Jean le, Le Pyrotechnie de Starkey, ou l'Art de volatiliser les alcalis selon les préceptes de
Van Helmont, & la préparation des remédes succedanées, ou aprochans de ceux que l'on peut preparer
par l'Alcaest, Rouen, Guillaume Behourt, 1706 (edición conjunta editada en el mismo año en París por
Laurent d'Houry), pp. 84-85.

128 
Historia del oro potable

Paracelso413. Incluso dentro de esta "Academia de los curiosos de la naturaleza" las


posiciones no fueron unívocas respecto del oro potable. En el mismo volumen se
publicó el texto Aurum superius & inferius aurae superioris & inferioris hermeticum de
Christian Adophus Balduinis, también miembro de la Adademia. En el capítulo IX ("De
auro aurae potabili") nos da su particular visión, la misma que inunda toda la obra, sobre
la relación del oro terrestre con su imagen "superior" u "oro astral". Y, a pesar de este
singular tratamiento del oro, no puede eludir, al final de su preparación, la destilación,
primero en estpíritu de vino y a continuación en nitro.

Don Nicolás

A partir de este momento el lenguaje de la química parece cambiar, como intentando


deshacerse de su lastre ininteligible que ha dominado durante tanto tiempo. Ahora las
operaciones se escriben y se difunden rápidamente por toda Europa, bajo el uso común
del latín, un idioma entendido por prácticamente todos, como hemos visto en el caso de
la "Academia de los curiosos". No podemos afirmar que el oro potable llegase a ser el
germen que, bajo sus propuestas de elaboración, llegase a conformar la nueva química
del siglo XVIII, sería una aberración. Pero que gracias a la idea de universalidad que se
depositó en este medicamento, exhibida tanto en este como en otros, y el afán de la
búsqueda de algo sustantivo, se logró un aumento de la producción científica emanada
de una práctica efervescente. Desde los paracelsistas, lo que los textos dejan traslucir
después de su lectura es que el autor ha estado en una práctica continua durante bastante
tiempo y esto al algo espléndido para el desarrollo científico, ya que su ausencia es un
rio sin corriente que acaba en un lago, pero el caso es que tal lago aún no ha llegado y el
rio lleva una corriente bastante fuerte, la química sigue hoy muy activa, pero,
comparando medios humanos y materiales, quizás no más que en estas fechas del siglo
XVII.

En Francia surgirá, con un espíritu expositivo radiante, la figura de Nicolás


Lémery (1654-1715)414. Lémery es la culminación de la figura del médico-químico. Por
cierto, la expresión "médico químico" no es una invención propia y, en las fechas en
que han sido encuadrados, ya era usada:

"Y conoce el médico químico prudente quando ha de anteponer los


remedios de plantas y animales a los de los metalas (sic) y minerales (…)
413
Miscellanea naturae curiosorum medico-physica, Jenae, Samuelis Kresbii, 1671; Lipsiae-Francofurti,
John. Georgii Drulmanni, 1673, recogiendo el número de 1672, página 104, observación CVIII: "De
alkahest Helmontii & Paracelsi".
414
Nacido en Rouen, y huérfano desde los once años, estudió las artes de boticario con su tío, Pierre
Duchemin en esta ciudad entre 1660 y 1666. Estuvo estudiando lo mismo en Montpellier entre 1668 y
1671, estando registrado como estudiante de Farmacia en esta ciudad en el año 1670. En 1683 se licenció
en Medicina en Caen. Calvinista hasta 1686, año en que se hizo católico, trabajando en su laboratorio
farmacéutico. Las condiciones religiosas galas le impidieron seguir ejerciendo, teniendo que cerrar su
negocio en 1683. Su Cours de Chimie alcanzó más de treinta ediciones, desde la primera de París, en
1675. Pero su trabajo más amplio fue el Tratado del antimonio, del año 1707, donde expuso sus
resultados sobre las largas investigaciones realizadas con este mineral. Dio clases de química privadas a
principio de la década de los años setenta del siglo XVII con mucho éxito. Desde 1699 hasta su muerte
disfrutó de una pensión como químico otorgada por la Academia de ciencias de París. Fontenelle, E.,
Histoire de l'Academie royale des sciences for 1715, París, 1717, 96-108; Dorveaux, Pierre, Apothicaires
membres de l'Académie royale des sciences, VI. Nicolas Lemery, Revue d'histoire de la pharmacie, 19
(1931), 208-219. Cap, P. A., Études biographiques pour servir a l'histoire de sciences. Première serie,
chimistes-naturalistes, París, 1857, 180-226.

 129
Historia del oro potable

aunque las medicinas sean de las ingratas, violentas y peligrosas, los Chimicos
hazen que se reduzcan a remedios benignos y utiles, gustosos y seguros.415

Con un evidente distanciamiento de las posiciones anteriores para la


Historiografía, es visto como uno de los precursores de la química. No fue el único.
Antes de él, las demostraciones de preparados químicos pudieron radicarse oficialmente
bajo el respaldo regio en Francia. Aunque inaugurado en el año 1640, pero con estatuto
jurídico desde 1635 y en proyecto desde el año 1615416, el Real Jardín de Plantas de
París salió adelante gracias a un paracelsista, médico de Luis XIII, llamado Guy de la
Brosse.

Lémery se quiso distanciar de los alquimistas mediante el ejercicio más común que se
puede hacer: desprestigiándolos en sus escritos. De esta forma se situaba en un nivel de
modernidad que, pasados los siglos, podemos ver que no era tal, sino otra posición en la
misma arena, o en la misma escena:

"El oro potable, que tanto alaban, y venden tan caro, es ordinariamente una
tintura de vegetales, o de minerales, cuyo color se asimila al del oro, y haciendo
esta tintura con un menstruo espirituoso, hace algunas veces sudar. No se deja de
atribuir este efecto al oro, pero lo más cierto es que no le ha dado tal virtud. Este
modo de engañar es uno de los que menos les sucede, porque en materia de
remedios, se admite con facilidad por los crédulos, y en particular cuando se
habla de un remedio universal, que quieren que sea el oro potable.[…] Se juzga
que el oro tomado por la boca es un gran cordial, porque los Astrólogos aseguran
que él recibe las influencias del sol, que es como el corazón del mundo; y que
éste, comunicándose al corazón, lo fortifica y lo pura de todo lo que estaba en él
impuro, de donde nace que se han inventado una gran cantidad de operaciones
para procurar desunir radicalmente este metal, y para separar de él su azufre y
sal. Antes se ha llamado esta operación oro potable, porque esta sal o este azufre,
disolviéndose en cualquier licor, se podrá tomar en forma de bebida. Y como
este oro potable está en estado para distribuirse por todas las partes del cuerpo,
se juzga que desecha tan perfectamente todo lo que interrumpe la naturaleza en
sus operaciones, que librará al que lo hubiese tomado de enfermedades por
mucho tiempo, y que prolongará la vida".

Cualquiera diría que Lémery es un científico con perfecto uso de la razón ¿verdad? Pues
no. Él sigue pensando en el mercurio, el azufre y la sal, como acabamos de comprobar.
Su maestro, además, fue Johan Christopher Glasser417, conocedor perfecto de las ideas
alquímicas. Y, por supuesto, no iba a ser Lémery quien negase al oro propiedades
terapéuticas, faltaría más:

"Aunque yo haya dicho que el oro, siendo tomado sólo por la boca, no trajese
mutación alguna para la Sanidad, yo juzgo que muchas preparaciones de oro,
hechas con espíritus, son provechosas, porque estos espíritus le dan ciertas
determinaciones, según su naturaleza, y le hacen obrar. Yo daré un ejemplo en el
oro fulminante.[…] El oro fulminante mueve el sudor, y desecha los malos
humores por transpiración. Se puede dar en las viruelas de dos granos hasta seis

415
416 Beinza, Matías, Discurso sobre los polvos universales purgantes, Bayona, Antonio Fauvet, 1680, 55.
Joly, Bernard, El desarrollo de los cursos de química en la Francia del siglo XVII, 60.
417
Glasser, J. Ch., Traité de Chimie, París, 1663.

130 
Historia del oro potable

en una tableta o en opiata. Él quita el vómito, es a propósito también para


moderar la actividad grande de el mercurio."

Curioso esto del mercurio. Su afinidad con el oro nunca se perdió de vista tanto
en la Alquimia como en la Medicina. Para los defensores de la modernidad lemeriana,
no podemos olvidar que en muchas ocasiones se expresó en términos completamente
químicos, como cuandodecía que "el oro es un remedio muy bueno para los que han
tomado gran cantidad de mercurio, porque estos dos metales se ligan fácilmente, y
porque en esta unión, o amalgama, el mercurio se fija y se interrumpe su movimiento.
Esto es lo que se observa en los que an tomado unciones mercuriales, porque si tiene un
pedazo de oro en la boca algún tiempo, se vuelve blanco por el vapor del mercurio".

En 1648, esta institución contaba con un cargo curioso: el demostrador de


química. Su titular fue el afamado médico escocés William Davisson (1593-1669),
quien dio su primera clase de chimie el 23 de julio de 1648. Por fin, un médico enseñaba
experimentos químicos. Es decir, Davisson fue otro médico-químico. Pero no nos
confundamos, hay una línea de continuidad que arranca en la Alquimia y, pasando o no
por Paracelso, los paracelsistas y los espagiristas, nunca dejó de estar presente,
hablemos de quien hablemos. No hay que ir muy lejos, el propio Davisson conocía
perfectamente la química paracelsista, además de la Alquimia más ortodoxa, por no
hablar de la cábala. Guiándonos por las palabras de Bernard Joly, queda establecido que
el primer profesor de química en Francia era un alquimista418. Hoy día el hecho de poner
a la Alquimia como un elemento omnipresente, en primer o en segundo término, en la
mentalidad de nuestros protagonistas choca con la idea de un progreso científico que se
va alejando de los postulados onerosos que le impedían un aceleramiento hacia el
racionalismo. Y que, por esto mismo, el nacimiento de la química dieciochesca es todo
un triunfo del hombre y de su cultura. Pero a veces, las cosas no son como nos gustarían
que hubiesen sido.

En medio de las mismas, un personaje interesante levantó la voz, en forma de palabras


escritas y compuso todo un libro dedicado en exclusiva al oro potable. Ya lo hemos
mencionado antes. Se trata de Johan Rudolf Glauber y su Tratado de la Medicina
universal, o del verdadero oro potable419. Para él, como para otros muchos, el
alquimista ha de trabajar con la intención de obtener la esencia más pura, el espíritu
vital. ¿Qué le diferencia de los demás? En esta cosmovisión, se considera que, emanado
de Dios, y proyectado hacia la naturaleza, un espíritu generador de vida, continente del
aliento divino llega hasta la naturaleza y hace que sea como es vista por nosotros. En la
visión del Universo, se piensa en divisiones, en difernetes estadios o cielos que nos
separan de la Divinidad. Por ello también va pasando este espíritu vital. Glauber, a
diferencia de otros, considera que, aunque haya cosas en la tierra de las que se pueda
obtener y, si es necesario, purificar, también se puede obtener tal y como nos llega
desde los cielos. Es el llamado espíritu astral. Mediante un método de materialización,
el oro potable de Glauber es el resultado de cambiar la mejor de las influencias, las del
Sol, y condensarlas, sometidas al estado material, en forma de oro potable.

Y la Alquimia sólo se salió de su relación con la Terapéutica y la Sanidad cuando hubo


personas que volvieron a sintetizar, a esquematizar y a ordenar todo un cúmulo de

418
Jolly, B., 61.
419
Glaubero, J. R., Tractatus de Medicina universali, sive auro potabili vero, Amstelodami, Joannem
Janssonium, 1658.

 131
Historia del oro potable

experimentos realizados, como ya hicieron los espagiristas franceses de principios del


siglo XVII, no con el fin de su mejor aplicación en la enfermedad, sino con otro muy
distinto. Y éste fue el de la mejora en la elaboración del producto, independientemente
cuál fuera su finalidad. A los químico-médicos les interesaba más, no la mejora de sus
cualidades terapéuticas, sino una mejor técnica, una composición más estudiada. En
definitiva, a los médico-químicos les interesaba el fin de sus experimentos y a los
químico-médicos el medio que les hacía posibles, el allanar y despejar el camino.
Hemos de relativizar en lo posible la idea de que la experimentación era una cualidad
exclusiva de los progresistas, inherente a la vía que lleva al racionalismo y a la carga de
cientificidad en detrimento de la mágico-mística. Y si, por el contrario, queremos
aceptar esto debemos llamar progresistas a muchos médicos entendidos en Alquimia,
doctos en la filosofía hermética. Una enorme parte de esta experimentación de hizo,
primero, gracias a la Alquimia, y, más tarde, gracias a la misma.

132 
Historia del oro potable

Cap. 8 El final del siglo XVII. Hacia el fin del camino.

En los años finales del siglo XVII asistimos a un auténtico alud de manifestaciones
sobre el oro potable, semejante a la dada durante los primeros años de dicho siglo,
aunque, naturalmente, con algunas diferencias. Entre ellas, cabe destacar que ya no se
discuten las mismas cosas que entonces, ya no hace falta establecer que el oro potable es
bueno o no para la Medicina, ni discutir sobre su origen. Ahora asistimos a una
reconsideración no de los marcos conceptuales del oro potable, sino a cuál es la forma
mejor y más rápida, diría yo, de hacerlo. Tampoco se sigue discutiendo sobre sus
propiedades que, aunque matizadas, como veremos, nunca dejaron der ser altamente
consideradas.

El atractivo de la alquimia y del oro potable no decae entre la élite dirigente a las alturas
de los años finales del siglo XVII. Uno de sus componentes, Federico I de Sajonia, que
reinará entre 1674 y 1691, se dedicó quizás con demasiado ahínco a la búsqueda de la
Piedra Filosofal. Llegó a acuñar monedas conmemorativas de supuestas
transmutaciones y como recuerdo de su pasión. A él le dedicó Baro Urbigerus sus
Aforismos, en el año 1685. Son en total ciento uno, breves, concisos, explícitos y
misteriosos a la vez. Oculta muy bien cómo se elabora la Piedra Filosofal, pero las
operaciones que describe son bastante inteligibles. En el texto encontramos una de las
pocas veces en que un alquimista se expresa respecto de la práctica seguida por los
médicos, ya que lo habitual era que los médicos, desde la mentalidad de su disciplina,
emitieran constantemente opiniones sobre la validez de los procedimientos alquímicos.
Urbiger, o Urbigerus nos sorprende, porque, aún siendo alquimista, refleja el pujante
momento del neo-atomismo democritano que campeó por estos años en toda Europa:

"Aforismo 33: Este aceite rojo penetra con su vapor las partes más pequeñas de
todos los metales y principalmente el oro, de la disolución de la cual se puede
sacar fácilmente su tintura roja o su esencia por medio de espíritu de vino
perfectamente rectificado, y hacerlo pasar por del alambique, consituyendo en
verdad un gran medicamento para el cuerpo humano.
Aforismo 34: Se puede igualmente sacar del caput mortuum ya mencionado una
tintura rojo sangre de excelente virtud por medio de espíritu de vino
perfectamente rectificado; si acaso el caput mortuum llega a ser mezclado un
poco por accidente con el azufre interno de nuestra agua mercurial y con aceite
rojo, será reducida por evaporación esta tintura a la forma de ceniza, después si
se embebe y digiere filosóficamente enseguida podréis operar con ella la
curación rápida y discreta de toda clase de enfermedades, para gran asombro de
todos los galenistas y químicos vulgares, porque esta es una de la mejores
medicinas después del gran elixir."

Además, Urbigerus se desmarca abolutamente de Paracelso y de todos aquéllos que


vieron en la astorlogía una forma de concentrar el spiritus mundi. También se desmarca
de la magia o cosas semejantes para la elaboración del elixir, ya sea de tipo animal,
metálico, lapidario o vegetal. Pero no atiende con adeucación al resto de oros potables
que se hacen, ya que para él sólo son un reflejo de la verdadera operación alquímica,
sólo es un sucedáneo de la verdadera Gran Obra.

 133
Historia del oro potable

En el año 1696, el catedrático de Leiden Jacob Le Mortius vió publicada en Lyon su


opus maius, La verdadera nobleza y utilidad de la Química. A estas alturas ya podría
establecerse la existencia de químicos médicos, casi ajenos a la doctrina originaria de
sus experimentos, del tipo de Robert Boyle, aparentemente, que empiezan a discutir
sobre cuestiones ajenas al marco conceptual tradicional. Sin embargo, aún existiendo
estos, hay a su lado reconocidos químicos que siguen manteniendo totalmente la idea
paracelsiana, como Le Mortius.

Muchos de los remedios llamados oro potable vienen de médicos, como ya hemos
podido comprobar. Un caso curioso es el de Carlo Lancilloti, autocalificado como
médico-chimico, de Módena (Italia). En su obra Guida alla chimica (Venecia, 1698)
nos da una fórmula del oro potable. Justifica la publicación de un libro de Medicina
química "viendo el gran progreso que se saca de la muy noble arte chimica, por los
célebres remedios que, por medio de los cuerpos mixtos, se sacan extrayendo y
separando lo puro de lo impuro, que escapa a la calidad de lo corruptible":

Toma el oro purgado, como hemos enseñado, y se reduce el láminas sutilísimas,


para tener ahora plomo reducido en láminas un poco más gruesas. Del oro se
hace una cementación acomodándolo en un vaso largo, habiendo estrato sobre
estrato durante veinticuatro horas, calentando el oro y reduciéndolo en un polvo
impalpable, se lava, ya purgado y seco, y se pone en un matraz con tanto espíritu
de vino que sobrenade seis dedos verticales y sellando herméticamente la boca
del vaso se pone al baño María para su digestión durante un mes y entonces se
vuelve un espíritu tinto permaneciendo en el fondo del matras un polvo cándido
que se guarda para usarlo más tarde, como diremos en su lugar. Se pone en un
vaso al baño, se destila al final como la consistencia del aceite; dicho aceite se
meterá en una redoma y, por fuego de arena, se destila finamente repitiendo esto
4 o 5 veces, momento en que tendrás una esencia de oro hecha sin ningún
corrosivo, la cual tiene innumerables virtudes.

Otro aspecto que destaca de estas fechas en un nuevo resurgimiento de la figura de


Paracelso. Ocurrirá en España y también en Alemania, además de otros países. Por
ejemplo, en Alemania, uno de estos nuevos seguidores de Paracelso fue Michael
Ettmüller (1644-1683). Estudió Medicina, filosofía y matemáticas en Wittemberg. En el
año 1666 decidió iniciar un largo viaje por toda Europa, visitando Inglaterra, Holanda,
Francia e Italia. Al día siguiente de volver del mismo, fue nombrado Doctor en
Medicina en Leipzig y en 1670 ingresó en la prestigiosa Academia de los curiosos de la
Naturaleza alemana, la más importante de su tiempo. Al año siguiente sería profesor de
Botánica. Estos hechos nos pueden ayudar a crearnos una imagen de cómo eran algunos
de los científicos de estos años, aunque hay quien dice que, en estas fechas, ninguno
podía serlo. En fin, en cualquier caso, parece que al volver de sus viajes europeo se
dedicó con bastante ahínco a la experimentación y al estudio, publicando muchas
disertaciones sobre sus conclusionesy alcanzando una enorme fama en sus días. Al
parecer, murió en uno de sus experimentos alquímicos. Sería su hijo, Miguel Ernesto
Ettmüller (1673-1732), quien compilase sus trabajos y los editase tras su muerte. En una
edición traducida al francés en el año 1693, editada en Lyon y titulada Nueva química
razonada de Miguel Ettmüller, nos ofrece cómo estaba la situación sobre el oro potable
en esos años finales. Hay que tener en cuenta que en las academias "de sabios" la

134 
Historia del oro potable

comunicación entre los diversos componentes era bastante fluida y las publicaciones
abundaban, alcanzando unos niveles en el número de ediciones bastante importantes.
Ettmüller dice que

"Algunos pretenden sublimar el oro con espíritu de hollín, pero es una operación
que nadie entiende. Paracelso pide dos condiciones en las tinturas de oro. La
primera es que el oro haya sido volatilizado, ya que si no, no se podrá hacer
nunca la reducción. La segunda es después de haberlo volatilizado se a
transforma en oro potable con espíritu de vino. Es cierto que el espíritu de vino
anima por medio de una sal urinosa volátil, o por cuerno de ciervo, que es un
menstruo capaz de disolver y de extraerlo, o de preparar el crocus (polvo rojo o
azufre) del Sol del cual se puede a continuación hacer el oro potable. Y es así
como el Doctor Hagevald compuso su tintura solar, tras haber calcinado el oro
con azufre."

Hacia 1680 existía un ambiente que podríamos definir de caos en cuanto al oro potable
se refiere es hora ya de parar en este recorrido y reflexionar sobre el estado de la
situación. Parece claro que las preparaciones a las que llamaron oro potable varían
mucho de unas a otras. Estas variaciones afectan a distintos aspectos, según prestemos
atención a los componentes y al modo de elaboración. Es decir: cómo y con qué se
hacía. Lo que sí es común es que este medicamento siempre fue visto como eso, como
un medicamento. Es el resultado de una serie de operaciones llevadas a cabo con el
objetivo de administrarlas en el cuerpo humano para mejorar o conseguir la salud. Esto
es otra cosa que nunca cambió. Como medicamento, sean cuales fueren sus
componentes y la forma de hacerlo, se consideraba como el mejor, o uno de los mejores.
Lo que sí apreciamos, en cuanto a los componentes, es la existencia de cuatro tipos
distintos:

El oro potable elaborado con oro más algún metal y/o mineral
El oro potable elaborado con oro más algún componente vegetal o animal
El oro potable elaborado con sólo metales o minerales
El oro potable elaborado con sólo algún o algunos componentes vegetales o animales.

En el año 1682 salía publicado en Italia un curso químico, como le llamó el autor,
Francesco Aggravi, de Siena, bajo el título de Protolume Chimico420. Aunque hay en las
páginas iniciales aprobaciones y alabanzas de algunos médicos, como el del médico
romano Florio Flori, Francesco es un seguidor de Paracelso, considera a la materia en su
triple división clásica alquimista, alaba a la Alquimia y no tiene ningún reparo en
mencionar tanto a Basilio Valentín, como a Rupescissa. Es más, presentó su "curso
químico" como un resumen del "arte filosofal espagírico" emanado directamente "della
Mosaica archiatria medica". Es decir, remonta el origen a un tiempo en que, según él, no
se discernía entre Medicina y Alquimia, como un deseo de lo que desearía que fuera en
sus días. En general, define a la quinta esencia como "un cuerpo tenuísimo, que casi no

420
Aggravi, F., Protolume Chimico Echeggiante, Venecia, Abbondio Menaflogio, 1682.

 135
Historia del oro potable

es cuerpo"421 y, por supuesto, da su propia receta de la del oro. Pero si nosotros podemos
hacer las distinciones, parece que muchos de su tiempo, incluido él mismo, no. Así, se
queja diciendo "cuántos han leído y releído a los escritos que han descrito en
voluminosos libros sobre el oro potable con la intención de llegar al fondo y lejos en
esta cuestión, equivocándose en la esencia con discrepancias". Vaya, parece que hay
alguien dispuesto a aclararnos las cosas. En principio tiene todo a su favor: ha leído
textos de Alquimia, desea unificar esta disciplina con la Medicina, es seguidor de
Paracelso y nos habla del mercurio, del azufre y de la sal. Pero nuestra ilusión se
derrumba cuando vemos que, para elaborar la tintura del oro, se vale de agua de miel
destilada y mercurio sublimado422. Curioso esto del agua de miel destilada que también
usa para la preparación de la quinta esencia de oro.

También llama la atención que usa el mismo método, muy conocido por otra parte, que
usara el médico francés Moises Charas (1618-1698) en su Pharmacope Regia chimica423
(Ginebra, 1684), todo un manual de farmacología química de fines del siglo XVII. En
este texto nos habla de varias formas de purgar el oro. De entre los que nos describe, el
más usado fue el de la depuración del oro por cimentación con antimonio, aunque
también dice cómo purgar de las impurezas al oro mediante el mercurio y mediante el
plomo. Por cierto que Charas aún ponía de excusas para la publicación de su
Farmacopea la "íntima necesidad que hay entre la Farmacia Galénica y la Farmacia
Química de una colaboración perpetua", ya que la última, al no seguir las doctrinas
galénicas, la complementa en tanto que "versa" sobre los reinos vegetal, animal y
mineral. Por supuesto, Charas no reniega de las ideas ancestrales, cuando dice que,
generalmente se acepta que el oro obtiene su dominio del Sol. Su preparación del oro
fulminante, mediante la imersión de limaduras del mismo en agua regia, además de usar
el tártaro y el espíritu volátil de la sal armoníaca, le aleja de la Alquimia convencional y
le sitúa dentro de los médico químicos, el grupo dominante en estas fechas finales del
siglo XVII, que no dudaba en usar corrosivos. También, como los de su grupo, realiza
una detallada exposición basada en la propia experiencia.

Su tintura del oro, partiendo de los principios de la sal, azufre y mercurio, está apoyada
en el uso de espírirtu de vino alcoholizado, sal de orina en la parte inicial; y en el uso de
espíritu de vino muy rectificado al fnal. Sus propiedades son las de confortar el corazón,
actuar sobre el cerebro, gracias al principio húmedo del oro potable, y restaurar el calor
corporal nativo, además de restaurar y robustecer las demás partes del cuerpo. Hay que
destacar que Charas está al día de la situación, ya que cita otras preparaciones como la
de Gruelingius y, con especial interés, la que diera Joel Langelotius a la alemana
Academia de los Curiosos de la Naturaleza en 1672.

En las postrimerías del siglo XVII una figura aprece reslumbrante. En realidad lleva
varios años viendo como tiene reconocida una autoridad prácticamente irrebatible. Y,
además, a nivel auropeo. Estamos hablando de Robert Boyle (1626-1691). Muy
adinerado, es visto como el paladín de la reforma del pensamiento y la metodología
científica que ya se encaminaba directamente a la ciencia más cercana a a nuestra. En su
famoso libro El químico escéptico marca un hito decisivo en la Historia de la alquimia y
de la Química al bifurcar entre quienes profesaban una filosofía hermética y lo que
deseaban avanzar por la senda operativa de la experimentación. ¿Quiere esto decir que

421
Aggravi, F., oc, 285.
422
Aggravi, F., oc, 234.
423
Charas, M., Pharmacopea Regia Chymica, Genevae, Joannis Ludovici Du-Four, 1684, 284-300.

136 
Historia del oro potable

Boyle ya estaba totalmente desprendiddo de los condicionantes que lastraban el avance


hacia una nueva ciencia? Ni mucho menos424. En su habitual tono filantrópico, incluso
sus experimentos sobre gases y con el aire tenían como trasfondo el procurar la salud 425.
No renegó nunca del logro de una Medicina Universal, elaborada al estilo de los
alquimistas, especialmente del oro potable. Es más, entre su correspondencia cifrada
hay métodos de la extracción del color del oro en preparados medicinales 426. Estos
hechos, y otros bastante conocidos de la trayectoria de Boyle junto a la senda operativa
alquímica, nos indican que, aún en el dintel de entrada al racionalismo, la búsqueda del
oro potable entre mentes excelentes no era algo casual. Por otro lado, un buen índice
capaz de corroborar todo lo anterior es mirar hacia otros autores que hablaron de Robert
Boyle cuando trataron cudestiones semejantes. Fue el caso de Nicolás Le Febvre,
Boticario real y destilador químico. En su Traicté de Chymie, editado en Paris en el año
1660, reconoce éxplícitamente las aportaciones de Boyle a la práctica alquímica y le
incluye entre sus referentes. Apasionado de la conocida como “vía seca” 427, nos da su
forma de extraer el espíritu del mercurio sin necesidad de ningún ayudante. Él le llamó
“destilación del espíritu del mercurio sin adición”. Lo realiza mediante el uso de una
cucúrbita y crisol de triple fondo donde reproduce una destilación instantánea de este
metal en un licor que sobrenada dentro. Al final también dice que “ya nadie ignora el
medio de reducir en licor al mercurio corriente”, citando como ejemplos a Theodor
Kerkringius (1618-1693)428, Ramón Llull, Basilio Valentín y, claro está, a Robert Boyle.
Otra referenia de este tipo es la que dio van Helmont, quien, hablando del afamado
alquimista Ireneo Filaleteo, dijo que en realidad se llamó John Winthrop (1606-1676), el
primer gobernador de Conneticut, y relacionado con Samuel Hartlib y Boyle.

El problema español: los "novatores".

Aunque ya los hemos citado antes en varias ocasiones, es ahora el momento de ocuparse
de ellos de forma más amplia y concreta. Los así llamados son dos cosas. De un lado es
el nombre dado por la Historiografía española de la Ciencia a un grupo de personas; de
otro es como a finales del siglo XVII se denominaban a otro grupo. Ambos, como
podemos adivinar, no estaban compuestos por los mismos. En cualquier caso su
existencia es el testimonio de algo que atañe muy directamente al contenido de estas
páginas y a la idea del oro potable. La aceleración de publicaciones emanadas de las
prácticas en el laboratorio durante las décadas centrales del siglo XVII, el enconamiento
en la defensa de los medicamentos químicos, el estado de saturación de opiniones sobre
qué es la materia, sobre su unidad y, en definitiva, la necesidad de determinar de forma
sólida y duradera el papel de la idea de quinta esencia y, por extensión, del oro potable,
causó una encrucijada que necesitaba ser resuelta definitivamente.

424
Estas cuestiones están tratadas en el libro de Lawrence M. Principe, The Aspiring Adept. Robert Boyle
and his alchemical quest, New Jersey, Princeton Universiy Press, 1998.
425
Boyle, R., Excellence of Theology, Comprar’d with Natural Philosophy, Londres, 1674, 134.
426
Principe, M. Lawrence, The Aspiring Adept…, 143.
427
Modo de realizar operaciones alquímicas muy poco conocido.
428
Edición manejada: Kerkringius, Th., Commentarius In Currum Triunphalem Antimonii, Amstelodami,
A. Frisius, 1671. No confundir con Theodor Kerckring (1640-1693) que investigó la osteogénesis

 137
Historia del oro potable

Mucho se ha dicho de ellos429. En España, los "abogados" de estas posiciones


desencadenaron, con sus propuestas, unas de las más agrias polémicas en el ámbito
médico-terapéutico que se han dado en la historia de la Ciencia de nuestro país. Los
abanderados fueron los "novatores", muy estudiados, pero difícilmente entendidos.
Actualmente se han revisado sus textos a manos de algunos investigadores y se han
llegado a conclusiones más acordes con la realidad que las defendidas hace unas
décadas. Como en el resto de Europa todos (y digo todos) sabían de Alquimia y de
Espagiria, tanto sus defensores como sus detractores. Lo que ocurre es que el hecho de
que la conocieran no quiere decir que se sintiera, necesariamente interesados por ella ni
que la aprobasen. Pero sí es cierto que todos sabían de qué estaban hablando y que el
hecho al que se suele aludir del atraso de la Ciencia española no es del todo correcto. O,
simplemente, no es correcto.

Desde 1680 destaca el hecho de que se confunde bastante el concepto de quinta esencia
con el de oro potable, si es que alguna vez ha estado nítidamente separado.
Concretamente en la cuestión de la quinta esencia fue el determinar cuáles eran los
componentes de la materia, los conocidos como mercurio, azufre y sal. Eran conocidos
sin problemas entre los alquimistas y “aledaños”, pero incluso esto fue causa de
discusiones por parte de los médicos racionales anti-novatores. Y, para mayor
confusión, los primeros también aceptaban tal composición hasta en el cuerpo humano:

“El fin único de esta quinta essentia , ò Agua de la Vida (ya que como
principal escopo se reducen todos sus usos) es corroborar, y confortar la virtud
vital, fortalecer el temperamento del coraçon y mantenelle en firme, y durable
vigor, prestando materia excelentemente dispuesta, para que la convierta en
espíritu vital, que es el que llaman balsamo de la vida, en que essencialmente
residen el sulphur caeleste de la vida, como agente, que es el calor, y el
mercurio, vegetable que es el humido radical, y primigenio”.430

¿Pero qué decían los médicos seguidores de la alquimia sobre la quinta esencia
para que se generase tal discusión? Pues que del vino no puede salir nada con carácter
“universal”, cualidad que sí tenía la quinta esencia que ellos preparaban: la quinta
esencia universal. El vino, para ellos, es una materia elementada, resultado de un
proceso con varias fase bien definidas, hasta siete para llegar al espíritu de vino
rectificado:

Generación de la vid.
Alimento de la vid.
Llegada del fruto: uvas.
Elaboración del mosto.
Fermentación: vino
Destilación: espíritu de vino
Rectificación: espíritu de vino rectificado.
429
Para los objetivos necesarios aquí y por la bibliografía aportada: LÓPEZ PIÑERO, JOSÉ MARÍA,
"Juan de Cabriada y la yatroquímica de los novatores de finales del siglo XVII" y LÓPEZ PÉREZ,
MIGUEL y REY BUENO, MAR, "La instrumentalización de la espagiria en el proceso de renovación:
las polémicas sobre medicamentos químicos", en VVAA, Los Hijos de Hermes: Alquimia y espagiria en
la terapéutica moderna española, Madrid, Corona Borealis, 2001, 189-239 y 279-346 respectivamente.
430
Delgado de Vera, J., Defensa, y Respuesta justa, y verdadera, de la Medicina racional, y philosophica,
profanada de las imposturas de la Chimica, introductora de el remedio univresal, y agua de la vida de
Alderete. Contra... Luis Amigo y Beltran... que la defiende, Madrid, Antonio Román, 1687, 113.

138 
Historia del oro potable

Para ellos, la quinta esencia verdadera contiene la primera materia de todos los
mixtos, común a todos los reinos, ya sea el vegetal, mineral o animal, y capaz, también
de adquirir cualquier forma. Así, que se otorgue a la de origen vegetal tal nombre en
exclusiva era para ellos un error, porque también se puede obtener de los animales y de
los minerales. En cambio, sus opositores sólo creían en la vegetal como medicamento
excelso y, especialmente, en la obtenida con la rectificación del espíritu del vino. La
sutilidad de las discusiones alcanzaban unos grados tales que resulta difícil discernir
claramente qué era lo que realmente se discutía. Para los alquimistas la quinta esencia
era elementante. Esta propiedad la tiene el caos primigenio, la raíz del mixto, el agua
primigenia, la materia primera, etc. y, por ella, se consigue “algo” elementado. Esto
último es, por ejemplo, el espíritu de vino rectificado. En Alquimia se usan otros
nombres para estas cuestiones, tales como natura naturans o natura naturata. Otra
diferencia entre ambos “oros potables” o quintas esencias es que los seguidores de
Paracelso la obtenían de una “tierra metálica” muy destilada y circulada, nada que ver
con las de los médicos racionales peninsulares de fines del siglo XVII.

Unos y otros se tacharon de usurpadores de la verdadera Medicina, de ignorantes


y de malintencionados; y a la altura de las últimas décadas de dicho siglo, muchos
médicos no reparaban en alabar a la Espagiria, como vemos en las palabras del ya citado
Justo Delgado de Vera:

“No se condenen por falsos o superfluos, ni los Autores, ni los Libros, ni los
Remedios Chymicos, quando es cierto que la subtilissima Arte Espagirica , ò
Chymica Racional, ha ilustrado en gran manera a aquella parte de la Medicina
therapeutica, que se llama Pharmaceutica, y ha enriquecido de remedios
admirables la Medicina operativa, tantos y tales, como refieren las doctissimas
Basilicas Chymicas, que son notorias: assi lo confiessan quantos Doctos oy
escriven […] No se deben culpar la Spagirica, los Autores, Libros y Remedios
Chymicos, sino los Corruptores, Abusores, Agirtas, y Sicophantas de Arte tan
ilustre, como necessaria; estos si se deben detestar, y por impostores publicos,
privallos del fuego, y el agua, que estos son los que cualquiera sana mentis
anathemizara.”431

Sin embargo, estas acusaciones tampoco son sostenibles completamente, ya que


podemos pensar que, como se ha venido indicando, estamos y estaban hablando de, al
menos, dos cosas distintas. Una es el espíritu de vino rectificado, otra es el oro potable
obtenido por el mismo procedimiento que se aplica al vino 432, la destilación, pero con
otra planta, según lo hemos visto con Fr. Esteban de Villa. El tercero sería el preparado
de los novatores, con una “tierra metálica”. A partir de aquí podemos inferir dos tipos
más, separados, no según su modus faciendi, sino por su uso posterior. Ambos tipos son
completamente alquímicos y están destinados a servir de “disolvente” para la
realización de la “Gran Obra”; y ambos tienen los mismos atributos que los anteriores.
No obstante hay “algunas diferencias”, como la nomenclatura usada, que es netamente
alquímica.

431
Delgado, 152-153.
432
O semejante. En cualquier caso la destilación tiene el papel principal.

 139
Historia del oro potable

El primero de estos engloba a la primera materia de todas las cosas, salido del
caos universal y que se concreta “elementalmente” en el mercurio, azufre y sal, que son
los principios de todos los mixtos, sean del reino que sean. Es el caso de la quinta
esencia del jesuita Athanasius Kircher (1601-1680), que vemos explicado cuando trata
de aclarar otro término problemático, el de la panspermia433.

En términos semejantes se explicó Jean Pierre Fabre (m.1650)434, unos de los


“padres” de la Espagiria, para quien, como el anterior, este espíritu era comunicado
desde el Cielo a todos los “sublunares”. De todas formas, que hablara de la quinta
esencia, prefiriendo usar el término “mercurio”, delata sus raíces de alquimista:

“Este calor, pues, es celeste, es la luz, es la vida, la cual se comunica con


nosotros descendiendo del aire del cielo medio; es la más radical y la misma para
todo el género humano, es la más substancial de nuestras substancias, en la cual
vivimos. De otra forma sería incompartible […]; Si se parece a algo es que esta
subtancia necesariamente está compuesta de las tres primeras substancias: sal,
azufre y mercurio...”435

Pero quien más trató la cuestión este tipo de quinta esencia universal fue Gabriel
Claudero (1633-1691), médico del elector de Sajonia, de quien, a todas luces, tomó Luis
de Alderete y Soto las guías para su “agua de vida”. Su Disertación sobre la tintura
universal436 es el único tratado completo dedicado en exclusiva a esta cuestión. En tanto
espacio disponible pudo tratar desde todas las perspectivas cualquier orientación
relacionada con la misma. Pero nos interesa aquí cuáles son ya sus aspectos más
materiales, del todo coincidentes con los del citado Alderete. Claudero decía de la
quinta esencia que es una sustancia católica (universal), lo más puro nacido de los
principios de todas las cosas, llegada desde el aire bajo la forma de una sal volátil
invisible, tan penetrable que es capaz de unirse con la sal central de la tierra, formando
un "fijo". De esta forma se opera con ella fermentándola hasta que sea negra y luego
roja.437

Lo que es totalmente cierto es la tremenda variedad de materias con las que se decía que
se podía elaborar dicha quinta esencia. En concordancia con Claudero y Alderete, Jean
van Helmont (1577-1644) también proponía una “tierra metálica” arenosa 438 algunos
años antes; Jean d’Aubri, médico de Montpellier, quiso extraerla de las piedras de los
433
Kircher, A., Mundus subterraneus, Amstelodami, Waesberge, 1665, lib. 12, sec. 1, cap. 1, 347 y ss.
434
Fabre estableció una relación etimológica de la alquimia con Cam (hijo de Noé), al considerarle el
primer “artesano”. Fue maestro de Limojon de St.-Didier (1630-1689) y alcanzó el Doctorado en
Medicina en 1645. En 1688 sus ideas eran discutidas por Christian Langius en su Chimiatri & Practica
longe celeberrimi nunc B. Pathologia Animata, seu animadversiones in pathologiam spagiricam
clarissimi viri Petri Iohannis Fabri, Francofurti, G. H. Oehrlingi. Faber, Pierre Jean, Alchimista
christianus in quo Deus rerum author analogiae chimicas et figuras explicantur, Tolosae, Petrum Bosch,
1632; Manuscriptum ad serenis holsatiae d’Hermès, París, Manget, 1653; Chirurgia spagyrica, Tolosae,
1627, edición manejada: B.N., 3-3377; Panchymicum seu de anatomia totius universi, Tolosae, 1629, 2
vols. Edición manejada: B.N. 3-20487-8, ; Myrothecium spagyricum sive phamacopae chymica: occultis
naturae arcanis et hermeticorum scriniis depromptis abundé illustrata; Tolosae, P. Bosch, 1628, edición
manejada: F.F. 61"16"F; Alchimia christiana, Toulouse, Pierre Charles, 1632; Hercules psychimicus,
Toulouse, P. Charles, 1634; Abregé des secrets chimiques, París, Billaine, 1636, edición manejada: B.N.,
2-28532 ; Accurtissimi de celeberrimi philosophi... Operum soluminibus duobus, Francofurti, 1652, 2
vols., edición manejada: B.N., 3-73258-9.
435
Fabre, J. P., Chirurgia Spagyrica, Tolosae, 1627, cap. 2, 41 y ss.
436
Claudero, G., Dissertatio de tinctura universali, 1678.
437
Ibidem, Cap. 2 “Quod detur in rerum natura?”, 195-202.

140 
Historia del oro potable

ríos439, y otros de la tierra aurífera de Hungría, o de la arena de la India Oriental, del


vitriolo... Aparte de la confusión, dicha variedad generó entre sus detractores, ya sean
del siglo XVI o del siglo XVII, cierto jolgorio que, por supuesto, no era otra cosa que
otra forma de desprestigiar a los paracelsistas, ya sean de primer, segundo (espagiristas)
o tercer orden (novatores).

Como vemos, aún no se habla de espagiria, aunque el problema ya existía antes de


quedar enmarcado en la misma. Y no es que en el siglo XVII se discutiese de cosas
diferentes, sino que, por medio de las múltiples operaciones de maquillaje y de
camuflaje que recayeron sobre la Alquimia, primero con los paracelsistas, luego con los
espagiristas y, más tarde con los médico químicos, la cambiante apariencia externa
(especialmente el lenguaje) permitió que los mismos temas fuesen debatidos una y otra
vez con renovadas fuerzas. Pero ya se tratará esto en su lugar. Por lo pronto, hemos
podido comprobar que la Medicina oficial, sea cual fuere, aquélla que renegó de los
medicamentos químicos o la que los aceptó, atacó a los primeros adulteradores de la
Alquimia medieval (los paracelsistas), aceptó a sus sucesores y sucedáneos, que son la
segunda generación de paracelsianos (los espagiristas) y volvió a atacar a la tercera
generación de paracelsistas (segundos sucesores de los paracelsianos), los novatores.

De cualquier forma, se puede decir que, tanto unos como otros veían en la quinta
esencia como continente de un magnetismo específico, a la vez que un vínculo entre lo
universal y lo particular, mezcla y ejemplo de la unión de los aspectos filosóficos y
prácticos de la Terapéutica. También era para todos ellos la semilla que componía los
elementos puros, que a su vez formaban los mixtos. Aún más, era el elemento más puros
de todos los demás, el quinto elemento, el que es esencial (de ahí la quinta esencia). Es
la materia donde reside, en potencia, la forma, esencia material donde el espíritu celeste
está encerrado y lugar donde se “activa”.

Cuando Delgado Vera dispute sobre el agua de vida de Alderete, pondrá por
encima esto al etéreo de los alquimistas y paracelsistas, ya que no admite que éste
último pueda ser transmitido, mucho menos seminalmente, ni que sea generante. Estos
dos principios de vida están recíprocamente mezclados en el cuerpo y en la semilla, ya
que su destino es la generación de la misma (excepción hecha de los vegetales). El
fuego, calor, es el agente de la vida y está en la parte masculina. El agua, la humedad
primigenia está en la femenina; y juntos realizan el vínculo de una misma sustancia que
es el espíritu vital.

Tal era la confusión tras la segunda mitad del siglo en la Península que algunos
autores tomaron posiciones conciliadoras. Un texto de gran influencia y muy leído aquí
fue el Teatro farmacéutico del doctor Donzelli, que nos servirá de ejemplo para el caso
de unificación de posturas. Las ediciones impresas que tenemos son todas en idioma
italiano, a pesar del gran número existente 440. Tan sólo podemos consultar el texto en
castellano sin llegar a la imprenta en medio de unos papeles de Medicina escritos por
los jesuitas de Madrid. Es una copia lista para ser impresa y con los añadidos del hijo de
438
Helmont, J. van, Ortus medicinae: id est initia physicae inaudita progressus medicinae nouus in
morborum ultionem ad vitam longam, Amstelodami, Luis Elzewir, 1652, cap. 2, 86-88.
439
d’Aubri, Jean, Le tromphe de l'Archée et la merveille du monde ou la médecine universelle et veritable
pour toutes sortes des maladies, París, chez l’autheur, 1660.
440
Doncelli, G., Teatro farmaceutico dogmatico e spagirico, Napoli, Giancinto Passaro, 1667; Napoli,
Giovanni Francesco Paci, 1675; Venecia, Gasparo Storti, 1681; Venecia, Giovanni Francesco Valnasense,
1696.

 141
Historia del oro potable

el autor, Tomás, que preparó la segunda edición, de 1675. Él, además, añadió sus
propios comentarios al texto del padre, lo que enriqueció en gran manera la obra, ya que
no son ni enmiendas ni correcciones, sino, como hemos dicho, añadidos 441.
Probablemente sea el texto manuscrito original del propio hijo y no el de algún copista
de la Orden, ya que la grafía de todo el documento, que incluye recetas medicinales,
comentarios, etc. es de varias manos y las notas están recopiladas desde fines del siglo
XVI. Del folio quinto al seis vuelto, el hijo de Donzelli trata sobre la Quinta Esencia 442
en términos tanto “filosóficos” como médicos y químicos. En líneas generales, se
inclinó por dar al concepto un contenido más acorde con el alquímico, frente al médico:

“Para mayor claridad es de notar que las aquellas cosas que, aunque
inseparables, las separa el entendimiento por su fecundidad de sus subjetos.
Toman ellos el nombre del modo con el qual el entendimiento haze esta
segregacion, que se llama abstraer. De manera, que la blancura se dize forma
abstraida porque el entendimiento la divide del blanco y assí essencia toma su
denominacion del ser y no es sino una forma abstraida de su suxeto por virtud.”

Indica Doncelli que la quinta esencia es la que viene de la región quinta del
cielo, conocida como la celeste. Así hay cinco esencias diferentes. La primera es la
terrestre, ya que la tierra es el fundamento de las cosas y “centro de donde se parten la
lineas y la circunferencia con la qual se concertiçan los globos elementares y celestes”.
La segunda esencia sería el agua, o la del agua, intermedia entre la tierra y el aire. La
tercera sería el aire y la cuarta el fuego. La quinta y última sería superior a las anteriores
y contaría con todas las virtudes de los cuatro elementos sin llegar a predominar
ninguno en ella. Como vemos, está cambiando el nombre de elementos por el de
esencias. Además:

“Controvierten los Hermeticos entre sí que el liquor sacado por


destilacion de los mixtos no es propiamente quinta essencia sino
metaforicamente porque todo quanto se halla en esta parte inferior, o es
elemento, o mixto, y no se da medio entre el cielo y los elementos y assi que lo
que llamamos quinta essencia es elementada y no pura, como deuiera ser, assi lo
enseñan Libauio y Carlos de Petra Alba. [...] Mas entre los medicos ay una
controversia porque algunos quieren que el mixto de qualquiera condicion que
sea y aun viniente no sea otra cosa que los elementos y que la variedad de las
mixtiones de los primeros cuerpos... Aquí daremos fin a este discurso ya que
emos manifestado los dos puntos, el primero que toca al ser de la quinta esencia,
y el segundo en que se demostra clara y euidentemente estq quinta esencia ser un
ente que como forastero viene a habitar en los mixtos compuestos de los
elementos.”

Sin duda, tanto interés por parte de todos hacia esta quinta esencia u oro potable
era debido a la consideración y estima que debió alcanzar como un excelente remedio
terapéutico. Si hemos visto que la polémica se elevó hacia los años ochenta del siglo
XVII, a mediados del mismo no parece que los ánimos estuvieran tan exaltados. El
padre Nieremberg habló de ella sin dejar entrever nada más allá de lo normal, sin

441
Donzelli, G., Teatro farmacéutico, dogmático y espagírico de Dr. Joseph Doncelli, napolitano, barón
de Digliola en el cual enseña una multiplicidad del arcano chimico mui experimentado del autor en
orden de la Sanidad, en Nápoles por Gio. Francisco de Paz, Gerónimo Fasulo y Miguel Mónaco, 1675.
442
Donzelli, G., “Ethimologia de la Quinta Essencia y que cosa sea”.

142 
Historia del oro potable

polémicas, sin tensiones. Lo mismo hizo unos años antes fray Esteban de Villa (m.
1660). Sus palabras confirman la idea de que, hacia esos años, la relación Alquimia-
Terapéutica-Sanidad entró en una fase de “túnel oscuro” donde las ideas y los conceptos
convivieron confusamente y sin orden. Fue eso, exactamente, el intento de ordenar los
ámbitos y las pertenencias lo que causó la polémica unos años después, alcanzando su
punto máximo con los novatores. Por mucho que renegasen de los alquimistas los
médicos “racionales” y de sus ideas, el método para la obtención de la quinta esencia y
del oro potable era netamente por destilación, es decir, alquímico 443. Fray Esteban llamó
“tímidos” a los médicos que aún recelaban de la chymica, lo que indica que fueron
primero los médico-químicos quienes “azuzaron” a los “otros”:

“Seria muy côforme a razon que los timidos depusiessen todo su recato y
miedo que suelen tener tan grande, quando no se atreuen a ordenarlos (los
medicamentos químicos), aunque vean morirse a los enfermos, con los que
priuan a vezes de los mayores auxilios que tiene la chimica para uiuir.”444

La reacción, cuando llegó, lo hizo tarde y mal, ya que la chimica, por entonces,
era parte fundamental de la Medicina. ¿Y qué opinaba este boticario-alquimista, además
de médico? Conocía y manejaba muy bien el concepto de quinta esencia, sin que ello le
trajese problemas a la hora de ser considerado un gran médico. Igualmente ocurría con
Andrés Laguna o Nicolás Monardes, aunque estos últimos eran más recatados respecto
de los medicamentos químicos. Todos ellos sabían, por ejemplo, que el vitriolo, tal cual,
es malo para el estómago, pero si se destila conforme a un método concreto (es decir: se
extrae su quinta esencia), esta nocividad se transforma en excelentes cualidades
terapéuticas, ya que:

“da gana de comer, [...] deshaze la piedra, quita la sed, y mata las lombrices,
echando della algunas gotas en el liquor que mas a proposito pareciere, y tomada
en vino blanco cada dia por las mañanas es muy buena para enflaquecer los
gordos: Por lo qual merecio entre los mismos alquimistas el renombre de gran
Medicina por este enigma: visitabis interiore terrae rectificando inuenies
occultam lapidem ueram medicinam. En que cada diccion comiença por las
letras del nombre vitriolum.”445. Pero estos “novatores” (o casi mejor
“antiquatores”, visto que seguían el modo de hacer el agua de vida de Paracelso;
es decir, según se propuso ciento cincuenta años antes) usaban menstruos
corrosivos y oro común, algo muy lejano a los componentes vegetales de
Arnaldo y otros, que utilizaron espíritu de vino. El color dorado le venía de una
tintura obtenida con flores de romero y salvia, la mayor parte de las veces 446,
aunque también se usaba cualquier otra planta, como el lentisco, como y ahemos
visto447.

443
No obstante hay que aclarar que la destilación inició, respecto de la Alquimia, su presencia en la
Terapéutica, antes. Digamos que fue la puerta de entrada de la segunda a la Medicina.
444
Villa, Fr. Esteban de, Libro se simples incógnitos en Medicina, Burgos, Pedro de Valdivieso, 1643,
112.
445
Villa, Fr. Esteban de, 112.
446
Más adelante veremos varios casos, incluso de gran transcendencia social, asociados al “oro potable”.
447
Diccionario R.A.E.: Mata o arbusto siempre verde, de la familia de las terebintáceas, de madera rojiza,
dura, aromática y útil para ciertas obras de ebanistería, de las ramas puede sacarse almáciga, y de los
frutos, aceite para el alumbrado. Abunda en España. En Perú: Turbinto.

 143
Historia del oro potable

No sería el único que, a estas alturas, cuando ya se trabajaba mucho bajo la revitalizada
teoría corpuscular, como hemos dicho, seguía viendo al oro de forma totalmente
alquímica y con unas propiedades terapéuticas excelentes. No, en esta ocasión no me
estoy refiriendo al alquimista puro, sino a los médicos. ¿Es que hubo médicos
totalmente imbuidos por ideas alquímicas a las alturas de finales del siglo XVII que
pregonaban las virtudes del oro potable como si se tratase de la Piedra Filosofal? Pues
parece ser que sí. De hecho, uno de ellos fue Juan Martínez de Zalduendo, médico en la
ciudad de Vitoria-Gasteiz. En el año 1699, y en Pamplona, publicó el Libro de los baños
de Arnedillo, y remedio universal. Sus palabras desprenden toda su admiración a la idea
de la unidad de la materia según la alquimia y su satisfacción por sus aplicaciones en la
Medicina:

"Cosa sabida es que hay un género generalísimo de todas las cosas criadas de
quien han nacido los demás géneros, especias, e individuos, y han de seguir su
propagación hasta el fin de el mundo. Esta cosa es la naturaleza primitiva creada
por Dios: esta es aquel Fénix tan ocultado de los Poetas, que nace en el fuego, se
produce, y tiene su propagación de sí misma: por ningún artificio puede perecer;
existiendo, o en las aguas, o en el ayre, o en la tierra, o en el fuego;
perpetuamente vive, y conserve. Es misterio toda la naturaleza, y su Medicina,
que contiene en sí hasta la edad muy larga: Grande es la virtud de todas las sales
en Medicina, de modo que se dize ser virtud de las cosas en el cuerpo
reengendrado, en el qual está la propiedad de la cosa; y assi dixo Alfidio la sal
no es sino fuego, ni el fuego sino sulphur, ni el sulphur sino nuestro Argento
vivo reducido a preciosa substancia celeste incorruptible, con que llamamos
nuestra Medecina."448

Conocido popularmente como "Aguirre", este médico vio como le aprobaban su


obra para loor propio, varios colegas de profesión, como el doctor Juan Muñoz, médico
de Vitoria, Francisco Fernández, médico del Hospital Real de San Juan de Dios, o el
doctor Francisco de Olazagutia. Todos ellos miraban con admiración las aportaciones de
la Alquimia a la Medicina, como no podía ser menos si querían alabar al autor y a la
materia del texto, a su contenido. "Aguirre" nos habla de los tópicos que generalmente
eran expuestos: una universalidad, una causa primigenia y un arte para captarla y usarla
para el beneficio de la salud humana, todo ello, sin olvidarse de alabar, como pocos o
hicieron, las virtudes del oro, en general y del oro potable en particular, cuya receta
hemos reproducido a continuación:

Toma oro bien purificado por cimiento, y calcinado, como se ha enseñado en su


propio tratado quanto te pareciere, y hecha otra tanta agua gloriosa, y bien
cerrado el orinal porque no pueda respirar; ponlo en cazuela de cenizas, y dexalo
estar aí por un día con su noche, dandole tanto fuego, quanto solo yerba
continuamente, el qual dia passado sacale de las cenizas, y ponlo en baño María,
dexandole allí digerir por otros dos días con sus noches; y dexalo después
resfriarse, y quita por inclinación suave lo que estuviere disuelto en otro orinal,
luego al punto cierra, y ponlo en otro Baño que esté tibio, y no más caliente;
porque esta agua disuelta nunca se ha de resfriar: pesa después tu materia, es a
saber el Oro que no esté disuelto, y echa sobre ello otra tanta cantidad como lo
que pesare de su menstruo circulado, y obra como antes, y bacia la disolución
448
Martínez de Zalduendo, J., Libro de los baños de Arnedillo y remedio universal, Pamplona, Francisco
Antonio de Neyra, 1699, prólogo.

144 
Historia del oro potable

con la primera, y así proseguirás este admirable magisterio hasta que todo su oro
sea disuelto en el agua del Parayso. Y quando tu Oro estuviere todo disuelto, pon
toda la dicha solución en orinal de vidrio, y puesto luego al punto en baño leve,
destila toda tu agua mercurial circulada, hasta que en el fondo de tu orinal quede
en forma de cera blanda: esta materia pondrás en lugar húmedo, y frio, y en seis
dias naturales todo se disolverá en agua clara como Estrella resplandeciente. Esta
agua es oro potable sin corrosibilidad, y criado con agua de su naturaleza, sin
mezcla de cosa extraña, del qual oro potable si una gota tan solamente dieres a
un enfermo al parecer muerto, le hará revivir con la gracia de Dios, bolviendole
de viejo a moço, porque las qualidades alteradas con su virtud celestial, y suave
la reducirá a temperamento, y este es aquel verdadero oro potable
espiritualmente hecho, a quien todos los philosophos mostraron dando voces en
sus libros, en los quales podrás ver todas la virtudes de esta Celestial bebida, y
de aquí colegiras quan lejos se desvian los que de otro modo le desean instituir
pues haciendolo con corrosivos, no se puede dexar de ser a los cuerpos humanos
totalmente contrario, por lo qual los que le hubieren de usar, han de tener
satisfación de que esté trabajado sin corrosibilidad en la forma que se ha dicho, y
por artifice experimentado, y docto en lo Expagírico, pues no es qualquiera
acomodado para hacer tan soberana Medicina."449

Esta profusión de Medicinas Universales existente en la Península, como el agua


de vida Alderete, los polvos de Cornachino o los universales del propio Beinza,
contribuyeron a crear un cierto ambiente de desprestigio. El índice de su calado es bien
visible a partir del fulgor con que ambas partes se enfrentaban. Veámos un ejemplo, el
que nos diera Andrés Gámez, un representante típico del cortesano barroco arribista:

"Parece será razón toquemos algo en la propia, y genuina dificultad, a quien


confieso tener particular horror, temiendo que no me descalabre piedra que ha
sido de tanto escándalo. La Medicina Universal, aquel robusto, y misterioso
Gigante, aquel remedio sanalo todo ha sido el potro, que en diferentes tiempos
ha atormentado el ingenio de los hombres […] Dizen que este assi como
purifica el oro, el mas noble de los metales, libra el hombre, el mas noble de los
animales, de todas superfluidades, purificando la masa de su sangre y
conservando la firmeza, y sustancial mixtion de sus partes sólidas. Han hecho
en él sutiles anatomias, mucho alaba Helmoncio su tintura; más ni él ni otros
han hallado en ella ni en diversas transformaciones de este medio mineral la
Universal Medicina. Mudáronse de esta casa a la del azogue, y aquí la toparon
haziendo dél aquel precioso alkahest de Paracelso; ó quanto lo alaba
Helmoncio bien se conoce en sus escritos los quales, ni en otros se topa con que
se haze, aunque dize ser de suma dificultad. Yo he sido Protomédico en Nápoles,
y con esta ocasión he visto muchos privilegios de Chymicos, que de todas
Naciones han venido a aquel Reyno. En aquella Ciudad ay muchos, siendo a
todas luzes el Principe de estos el Cavallero de quien hize mención al principio
de este Discurso, todos me han confessado ingenuamente no han podido hazer
este celebrado alkahest de Paracelso y Helmoncio […] Ni han perdonado los
Chymicos una suma contemplación de las sales de la tierra, como se ve en la

449
Martínez de Zalduendo, J., Libro de los baños de Arnedillo y remedio universal, Pamplona, Francisco
Antonio de Neyra, 1699, 416-417.

 145
Historia del oro potable

que sacan de la tierra virgen después del vernal equinoccio, del Vitriolo sacan
el espíritu, de quien la Chymica a hecho gran caudal"450

450
GÁMEZ, ANDRÉS, Discurso filosofico, médico, e historial, que a la sombra de la razón, y a la luz de
las Apologias, Luz de la Medicina, y Sol de la Medicina, & c. pretende hallar la verdad en la defensa de
la Medicina Dogmática, y su Sangría, en la posibilidad del Agua de la Vida, y otras materia adjacentes a
estas dos, como principales, Madrid, AntonioRomán, 1683, 15-15v.

146 
Historia del oro potable

CAP. 9: El final del oro potable

EL SIGLO XVIII.

Durante el siglo XVIII, el oro potable, como concepto, deja de tener la unidad aparente
que había demostrado antes. Ahora su estudio requiere ser enmarcado dentro de unas
coordenadas distintas. A saber, la teoría corpuscular y el atomismo, como teoría física
emergente en el siglo anterior da ahora unos frutos inesperados. Por otro lado, los
médicos defensores de las teorías de Hipócrates que, en las décadas inmediatamente
anteriores parecieron mostrarse homogéneos en la defensa de una Medicina química,
sufrieron disidencias internas apreciables. Otro factor fue que, ahora, a principios del
siglo XVIII, los químico-médicos hablan en unos términos que son sustancialmente
diferentes a los de, por ejemplo, 1680.

Se conoce a este siglo como el del nacimiento y llegada de la Ilustración. En ella, bajo
el uso de un racionalismo, en ocasiones calificado como “salvaje”, el hombre empezó a
considerar que sólo con su razón podía acceder al conocimiento. No es que antes no se
le negara a la razón su capacidad. Por ejemplo, ya Tomás de Aquino aceptó que el
hombre podía acceder a Dios a través de la razón. Pero en el siglo XVIII, Dios no era un
factor por el que guiarse y dejó de ser válido. De aquí surgió otro problema: si no
aparecían respuestas, sería la razón del hombre quien no fuera capaz de otorgarlas, sólo
ella. En definitiva, se presenta esta parte de la historia del pensamiento como aquélla en
que la conciencia humana toma conciencia de sí misma. Y en la historia de la ciencia, se
ve como la puesta en marcha y el momento de la orientación hacía un correcto método
científico, en el que predomina, respecto a lo que se hacía anteriomente, que no había
cabida para la magia, ni lastres semejantes. Pero junto a esto, pocas veces se tiene en
consideración que el siglo XVIII también destaca porq es el momento de mayor auge de
las conocidas como “sociedades secretas”. Masones, fracmasones, iluminados,
rosacrucianos y muchos más se asocian formando grupos que se pueden contar por
cientos, o millares por toda Europa. Además, sus componentes eran personas
socialmente relevantes y entre ellas estaba depositado gran parte del poder político.
Ambas cosas, una ciencia verdaderamente científica ejercida en un ámbito cuya elite
era, esencialmente elitista. Se conjugaban dos aspectos que, según se nos presenta a la
Ilustración, no encajan; es más, se oponen. Pero no podemos negar que sí que hubo
mucho cambio en estos años, y a todos los niveles. Lo único que le queda al historiador
es calibrar y ajustar lo mejor posible la importancia de cada factor.

Es en este siglo donde el uso medicinal del oro entra en una caída que le hará,
prácticamente, desaparecer. Las causas de su caída como medicamento son varias. De
un lado, se multiplican los experimentos en los laboratorios desde los llamados
químico-médicos. Su interés, como se dijo antes, no consistía unicamente en buscar
mejores medicamentos; se centraban en mejorar resultados operativos, comprobar todas

 147
Historia del oro potable

las variantes, exponerlas y discutirlas 451. Tenemos varios testimonios de personas


relevantes, como el del eminente médico alemán Herman Boerhaave (1668-1738):

"El oro es muy conocido en el mundo, pero es de muy poco uso en


medicina, sólo por ostentación. Se creía que el oro laminado tenía alguna virtud,
pero el estómago no actúa sobre él. el polvo conocido como "oro fulminante" es
sólo una curiosidad. El oro potable, o Tintura de oro ha sido llamado
cariñosamente una Medicina. Pero la práctica actual sabiamente ha apartado a
ambos."452

Resulta curioso que todos estos elementos pudieran depurar la amalgama de opiniones
sobre el oro potable, incluso de clarificarlas en unos términos que, si se hubieran
expuesto antes, hubieran sido capaces de cambiar mucho las cosas. No se trata de decir
que ya, de pronto, se dejó de creer en una unidad de la materia. No. Veamos un ejemplo
para comprenderlo mejor. En el año 1712, un boticario de Zaragoza, José Assin y
Palacio de Ongoz publicó un texto llamado Florigerio Theorico-practico. Nuevo curso
químico en que se contiene cuatro reflexiones generales. En el mismo, en la página 22
hace una reflexión sobre el oro potable que viene a resumir la posición de ese momento
desde la perspectiva del nuevo atomismo y del especial hipocratismo que se practica por
esas fechas en la Península. Por su importancia no hemos dudado en transcribirlo aquí
totalmente:

"Verdadero oro potable, ni tintura de oro, o plata que realmente pueda


llamarle verdadera tintura, ni la he visto, ni Autores los mas celebres practicos
en Chimica la confiessan practicada, aunque no la tengan por imposible; las que
hasta ahora avemos visto practicadas, realmente no son otra cosa que meras
soluciones de los metalicos cuerpos, reducidos a minimos casi imperceptibles
atomos, los que suspendidos en los poros de los licores accidos dissolvientes,
según su positura en ellos, en figura rotunda, producen en los licores
dissolvientes el color, o tintura roja".

En estos años ya se hablaba mucho de los espíritus ácidos, la sal y cosas semejantes.
Las palabras de Boerhhave se ven apoyadas por el contenido de la conocida
popularmente como Farmacopea de los pobres, un pequeño pero muy conocido texto
editado en Londres en 1718. Aunque se incluyen recetas con mercurio y con antimonio,
no se mencionada el oro en ninguna de ellas453. La situación y la reputación del oro y su
uso medicinal parece definitiva en el resumen que hizo Robert James en su Diccionario
medicinal:

"Las virtudes de las preparaciones químicas de oro son dudosas, ya que


ellas parecen ofrecer su energía, no del oro, sino de los disolventes y otras
sustancias que se mezclan con él […] Por tanto, debemos concluir que el más
valioso y el más precioso de los metales es el menos usado en Física, excepto
cuando es considerado como un antídoto de la pobreza."

451
Tenemos el mejor ejemplo en Juan del Bayle (1652-?), espagírico mayor en la Botica Real de Madrid.
Llegó a enmendar y enumerar los errores del más prestigioso médico francés del momento, Raimond
Vieussens (ca.1635-1715). REY BUENO, M., Los señores del fuego, Madrid, Corona Borealis, 2002,
255-264.
452
Boerhaave, H., Materia medica, Londres, 1755,
453
Coatsworth, R., Pharmacopea pauperum or the Hospital Dispensatory, Londres, 1718, pp. 3, 15 y 16.

148 
Historia del oro potable

No le faltaba razón a José Assín. La confusión y el excesivo número de preparaciones a


las que se llamaban oro potable era algo que posibilitaba un ataque por parte de aquéllos
que querían corregir tanta divagación. Y ello se hizo atacando tanto la práctica como la
teoría. Incluso las propiedades y los efectos que generaban a quien era administrado. En
España tenemos varios ejemplos de oro potable que no son sino meras disoluciones por
las fechas inmediatamente posteriores a las quejas de Assín. Lo que llama la atención es
que dos de ellas están en textos muy reconocidos. Uno de ellos es el Tyrocinium
Pharmaceuticum Theorico-Practicum, de Juan de Loeches, editado por primera vez en
el año 1719454. Su "tintura de sol", como la llama, queda especificada que se trata de oro
potable licuado. Es más, en la explicación que da, algo que hace después de cada receta,
dice que este oro potable no es otra cosa que la misma Piedra Filosofal, la Medicina
Universal, que conserva el húmedo radical y renueva el calor de la naturaleza, recrea
todos los espíritus de cualquier cuerpo y elimina la malignidad de cualquier
enfermedad. Incluso da la dosis, que es de entre cuatro y seis gotas:

La cal de oro hecha por medio de agua regia y se vuelve en mucha porosidad por
reverberación. Entonces echa espíritu de vino microscópico y digiere en calor de
leña durante un mes en un aso cerrado herméticamente hasta que salga una
tintura roja como la sangre. Decanta esto y echa de nuevo menstruo. Y así,
digiriendo y decantando hasta que la obra esté hecha. Todas las soluciones se
deben digerir ocho veces. Entonces separa el menstruo por baño María o en
calor muy suave y guárdala para otras ocasiones. Entonces la tintura
permanecerá en el fondo en forma de aceite rubicundísimo. Y cada vez que
disuelvas el licor podrás tener oro potable.

Si no fuera porque conocemos de la existencia de más recetas semejantes, podríamos


acogernos a la idea de que es extraña y singular, como posición sobre el oro potable en
un momento determinado. Pero resulta de algunos años más tarde, concretamente, en
1739, nada más y nada menos que la Pharmacopea matritensis, la guía oficial de la
Farmacia peninsular, daba una receta del oro potable, o de Tintura de oro, como
también viene titulada, prácticamente idéntica a la de Juan de Loeches:

Oro purísimo media dracma


Agua Regia dos onzas
Haz la solución según el Arte hasta que se disuelva.
Aceite esencial de rocía marino, o sea, lavéndula o algo similar
Los licores mezclados se agitan y después se asientan. El agua regia baja, en
color amarillo, y despojada del oro: es el aceita verdadero de rocío marino teñido
de color amarillo, y el oro impregnado sobrenada. El oro se separa del agua regia
según la costumbre y se mezcla con espíritu de vino exactamente rectificado. Se
deja digerir en lugar templado durante cuarenta días, después el espíritu teñido
de guarda.

Por estas fechas un autor castellano, que se hacía llamar Teophilo edito un texto en el
que ofrecía los rasgos más definitorios de la alquimia, especialmente en su parte
práctica455. En su idea general presenta al oro potable como el objetivo principal de uno
454
Cap. 9. 243-244
455
Teophilo, El mayor thesoro. Tratado del arte de la alquimia, 1727.

 149
Historia del oro potable

de los procedimientos. Una vez obtenido, se usará para la Piedra Filosofal. A esta forma
de trabajar le llamó La vía húmeda menos universal. Se basa en la operación con el oro
potable. Al inicio de esta operación se pretender disolver el oro y retrotraerle, mediante
su disolución en un "sujeto disolvente", para obtener separadas las partes sulfurosa y
mercurial, que, recordemos, son en el oro las más puras. Admite tres maneras de
efectuar la solución:

* Por corrosivos, "fatigando" al oro con destilaciones, circulaciones, etc.


* Por el "circulado menor", primer ente de todas las sales.
*Por el "circulado mayor", disolvente universal o Alkaest.

Es decir, según la Medicina química, según Paracelso y según van Helmont. En España
la profusión de referencias a seguir se mantuvo viva por unos años. Aragón fue un
centro activo de buscadores de la esencia de la materia con fines terapéuticos456.
Pongamos el ejemplo de uno de ellos:

el zaragozano Atilano Thomas Manente, quien escribiera las "Notas o advertencias a la presente
obra" en el texto de Bercebal nos dice:

"Estos son los motivos que tuve para aplicarme a trabajar en el nitro,
para conseguir esta tierra insípida de Helmontio […] Ya se desengañó
(Bercebal) no ser lo que en Huesca le dixeron ser: Anima mundi, la Avicula de
Hermes Trismegisto, el Alchaest, el agua de Vida de Alderete…"

Aquello con que tanto uno como otro trabajaban decían que era capaz de
disolver el oro, siendo usado para las inflamaciones internas. Lo que decía Bercebal era
que el citado espíritu es el de la sal común:

“La materia es los caldos cansados que dicen los salitreros que por
imities los arrojan y estos evaporados como dice nuestro fr. Diego hasta el
espíritu de miel, se pondrá cabeza de vidrio y con poco fuego se irán embiendo
estos espíritus hasta que aparezca en la cabeza de vidrio algo de color rojo.
Quita el recipiente, pon otro y continua el fuego cuanto quieras con más
violencia y cuando no veas subir vapores rojos, aparta el recipiente y cabeza y
echa agua hirviendo a la materia y evapora y da fuego fuerte y en estando la
materia bien calcinada sácalo del fuego y después te diré lo que debes hacer
con ella. Estos espíritus son dos, el primero es el noble que tengo por espíritu de
sal común y el segundo es el espíritu de nitro. Guárdalos separados y haz
prueba en el primero echándole dos o tres panecillos de oro y úsalo en lo que
tengo dicho. El segundo también por espíritu de nitro, en las operaciones tenlo
como a tal y vamos al remanente. Toma esa materia bien calcinada, muélela en
almirez o mortero y haz polvos y los echarás en barreños o cazuelas grandes y
sobre ellos pon mucho agua y revuélvelos bien con la mano o cucharón, deja
aposar bien el agua hasta que esté clara y sácala por decantación. Vuelve a
echar otra vez, haz lo mismo y repite hasta que el agua no tenga gusto de sal,
pon la materia a secar, muélela y pásala por cedazo de cerdas."457
456
LÓPEZ PÉREZ, MIGUEL, Asclepio renovado. Alquimia y Medicina en la España Moderna (1500-
1700), Madrid, Corona Borealis, 2003, 268-280.
457
BERCEBAL, DIEGO DE, Recetario medicinal y espagírico. Obra póstuma de Fr. Diego Bercebal,
Enfermero Mayor del Real Convento de San Francisco de Zaragoza, Zaragoza, Diego Larumbe, 1713,
19.

150 
Historia del oro potable

Sí en cambio se aprecia una amalgama de opiniones que nos incitan a pensar que
las cuestiones sobre la esencia, el espíritu o los componentes de la materia estaban
bastante difusas desde estos años y los iniciales del siglo XVIII. Estas confusiones
llegaban, incluso, a motivo de sorna, como podemos ver en las palabras de Julio María
Rossi, en 1701:

“Como assi en la Censura como en la Verdad Brillante se le hizo cargo


de ser puré phantastico que el agua se compagine de sal, azufre y mercurio, a
fuerza de espoleado, haze como que responde aunque guardando (como
acostumbra)... Que importa, Sr. Laberynto que essos PP (padres) que cita,
digan esa extravagancia con su Helmoncio si no lo prueban no haviendo podido
hasta aqui chymico alguno hacer verdadero analisis de el agua, como era
necesario para separarle aquellos tres principios (deles el nombre que quisiere)
como es evidente. El exemplito de el agua en las pipas es indigno de un
discipulo de Helmoncio y tan adepto.”458

Poco más se puede decir del papel del oro potable y de su final, un final abrupto, al
amparo de los avances de la química y de la técnica a lo largo del siglo XVIII. Caspar
Newmann, en su Química medicinal, del año 1754, ya no ofrece ninguna confianza haia
los preparados terapéuticos con oro, y relaga su uso a la cultura popular 459. Al final del
siglo, el médico alemán Klaproth ya dijo que lo que se había llamado el "elixir de oro"
no era otra cosa que una tintura etérea de cloruro de hierro, idéntica a la "Tintura Ferri
Clorati" que se encontraba en las farmacopeas.

Pero tras este final precipitado, el oro potable ha quedado en la historia de la Medicina y
de la Farmacia como el hilo conductor de su propia evolución. No sólo de eso, sino
también de las ideas que los hombres aplicaron a su esfuerzo por comprender qué tenía
el mundo que le pudiera servir para procurarse la salud. De una forma u otra, el oro
nunca ha perdido esto. El oro ahora no cura, no tiene propiedades terapéuticas, el inerte
al hombre. Pero dentro de nuestra mente, en lo más profundo, queda su brillo, su halo
de eternidad. Y muchas personas se cuelgan aún cerca del corazón imágenes religiosas
de oro, que, a modo de protección, siguen diciéndonos que todavía sentimos una
fascinación hacia él, quizás la misma que hace tres mil años.

458
ROSSI, JULIO MARÍA, Crisis phyisico-medica sobre el impreso laberinto apolineo... en defensa del
escrito de la verdad brillante, Granada, 1701, 51.
459
Newmann, C., Medizinische Chymie, Züllichau, 1754, especialmente la primera parte del volumen 4.

 151
Historia del oro potable

EL SIGLO XIX

He decidido unir los últimos doscientos años por un motivo fundamental. Todo lo que
atañe al oro potable en estos dos siglos es algo totalmente diferenciado de lo anterior.
Así, este medicamento ha perdido ya toda condición favorable en la Medicina, su
crédito aquí es nulo por completo. Ello no quiere decir que haya, en los textos de
alquimia que se editen ahora, alusiones al oro potable. Pero nunca en relación con la
Terapéutica. Por otro lado, también hemos de decir que los datos siguen el camino
descendente del siglo XVIII, al menos durante gran parte del siglo XIX, para aumentar
ligeramente desde, aproximadamente, 1880, con la aparición de los hiperquímicos,
volviendo a declinar hacia 1940.

Hay que advertir, por otro lado, que este bloque cronológico es totalmente arbitratrio,
sobre todo por su carácter diverso. Desde el alquimista Cyliani, a quien veremos dentro
de nada, hasta poder comprar por Internet un frasco de oro potable, hay mucha
distancia, quizás demasiada. En cuanto a la alquimia se refiere, queremos dejar patente
lo que a nosotros nos parece una paradoja en la que cae. Veamos. El tono de los textos
alquímicos de estos dos siglos parece contener la idea de la superación, la de progreso.
Es decir: el alquimista más próximo a nosotros recibe el mayor crédito. Así, un nuevo
libro se convierte en un logro para todos. Por un lado, el interesado en la alquimia se
reconforta sabiendo que no es el único que la sigue en sus días y que también hay
alguien contemporáneo que ha tenido éxito. Es de esta forma como el citado Cyliani o
Fulcanelli gozan de tanto predicamento como Arnau de Vilanova o Ramón Llull, o
incluso más. Con ellos la alquimia parece mantenerse viva, aunque entre un grupo de
personas cada vez menor. Sin embargo, y aquí está la paradoja, este avance, esta imagen
de la posibilidad de la realidad de la Piedra Filosofal es lanzada por personas que basan
sus nociones, principios y fundamentos en las autoridades más tradicionales. Es lo que
se ha dado en llamar la alquimia tradicional, o tradicionalistas. Ellos ofrecen una
novedad, cargada de verdad, pero basada en los pilares más célebres.

Pero, a pesar de todo, la alquimia no ha logrado el carácter público del siglo XVII, los
rasgos de nuestra cultura actual dejan poca cabida a sus contenidos filosóficos. Y la
ciencia ignora por completo su pasado. Su afán de superación le hace mirar siempre
adelante. Lo conseguido sólo le es válido para lograr rápidamente otra cosa que haga de
lo inmediatamente anterior algo obsoleto. Si en el siglo XV la ciencia era una piedra en
el río que chocaba con el agua, ahora es el barco que deja una estela efímera. Si antes la
ciencia se adaptaba a la cultura, ahora la sociedad se adapta a sus resultados.

En los años que unen los siglos XVIII y XIX hubo un grupo de personas que alzaron su
voz contra la posición que el hombre había tomado para su existencia. Especialmente en
Alemania, se arremetió contra el racionalismo que, según decían, generaba un tipo de
actividad científica totalmente errónea. Un buen ejemplo es el de Karl Von
Ekcarthausen. En resumen, venían a decir que el hombre y el pensamiento que aplicaba
estaba aturdido y que los frutos que se podían esperar de esta disposición eran
incorrectos. Mediante sus escritos, pedían una vuelta a principios filosófico-religiosos
anteriores, los únicos que hacen que la razón funcione debidamente. En ellos podemos
ver algunas ideas semejantes a las del pensamiento de los alquimistas: la preeminencia
divina como fuente de conocimiento, la unidad oculta tras la diversidad de la naturaleza
y la posibilidad de alcanzar un conocimiento más acorde con la autenticidad del mundo.

152 
Historia del oro potable

Justamente en estos años salió a la luz una obra de alquimia, firmada bajo el
pseudónimo de Cyliani. Se titulaba Hermes desvelado, y en ella se cuenta, tras unos
comentarios personales y un curioso sueño, cómo logró hacer la Piedra Filosofal. En
realidad repite tres veces el mismo proceso y su contenido es poco esclarecedor.
Muchas de las ideas ahí vertidas, sin que digamos que no son propias u originales, se
pueden ver en autores anteriores. De hecho, la primera operación descrita habla de
“tomar la materia que contiene las dos naturalezas metálicas”, lo que implica que no
parte desde el principio. En cuanto al oro potable, que es lo que nos interesa, Cyliani
trabaja para su obtención mediante una secuencia de disoluciones y coagulaciones, al
estilo clásico:

“La tintura extraída del oro vulgar se obtiene por la preparación de su azufre, que
es el resultado de su calcinación filosófica que le hace perder su naturaleza
metálica y la cambia en una tierra pura; calcinación que no puede tener lugar por
el fuego vulgar, sino solamente por el fuego secreto que existe en el mercurio de
los sabios, vista su doble propiedad; y es en virtud de este fuego celeste,
secundado por la trituración, que penetra hasta el centro del oro vulgar, y que el
fuego central doble del oro, mercurial y sulfuroso, que se encuentra ahí como
muerto y aprisionado, se vuelve desatado y animado. El mismo fuego celeste, tras
haber extraído la tintura del oro, la fija por su cualidad fría y coagulante; y se
vuelve perfecta, pudiéndose multiplicar tanto en calidad como en cantidad. Esta
tierra, una vez llegada a la fijeza, afecta un color de flor de melocotonero, que da
la tintura o el fuego, que es entonces el oro vital y vegetativo de los sabios; lo que
tiene lugar por la regeneración del oro por nuestro mercurio. Es preciso pues
comenzar a resolver el oro vulgar en su materia espermática por nuestra agua de
mercurio o nuestro azoth.
Para conseguir esto, hay que reducir el oro a una cal u óxido de un rojo pardo muy
puro, y tras haberlo lavado varias veces con el agua de lluvia bien destilada a un
fuego pequeño, se le hará secar ligeramente a un calor de sol; es entonces que se
le calcinará con nuestro fuego secreto. Es en esta ocasión que los filósofos dicen:
los químicos que-man con el fuego y nosotros con el agua. Tras haber imbibido y
molido ligeramente el óxido de oro bien calcinado que tiene su humedad, y
haberle hecho beber su peso de sal o de tierra seca que no moja las manos, y
haberlos incorporado bien juntos, se los imbibirá de nuevo aumentando
sucesivamente las imbibiciones hasta que todo parezca como una papilla
ligeramente espesa. Entonces se pondrá encima una cierta cantidad de agua de
mercurio proporcionada a la materia, de manera que sobrenade a esta última; se
dejará todo al dulce calor del baño maría de los sabios durante cinco días, al cabo
de los cuales se decantará la disolución en un vaso que se tapará bien, y que se
pondrá en un lugar húmedo y frío.
Se tomará la materia no disuelta, que se hará desecar a un calor semejante al del
sol; estando suficientemente seca, se volverán a comenzar las frecuentes
imbibiciones y trituraciones como hemos dicho anteriormente, a fin de obtener
una nueva disolución, que se reunirá con la primera, reiterando así hasta que
hayáis disuelto todo lo que puede serlo, y que no quede sino la tierra muerta, que
no es de valor alguno. Estando terminada la disolución y reunida en el vaso de
vidrio bien tapado del que hemos hablado anteriormente, su color es semejante al
del lapis-lázuli. Se situará este vaso en un lugar lo más frío que se pueda durante
diez días, y después se pondrá la materia a fermentar como hemos dicho en la

 153
Historia del oro potable

primera operación, y por el propio fuego interno de esta fermentación, se


precipitará una materia negra; se destilará diestramente y sin fuego la materia,
metiendo el liquido que sobrenadaba a la tierra negra, separado por la destilación,
en un vaso bien tapado y en un lugar frío. Se tomará la tierra negra, separada por
destilación de su líquido, se la dejará desecarse por sí misma, y se la imbibirá
luego otra vez con el fuego exterior; es decir. con el mercurio filosófico, visto que
el árbol filosófico demanda ser de tiempo en tiempo quemado por el sol y después
refrescado por el agua. Hay pues que alternar lo seco y lo húmedo, a fin de
apresurar la putrefacción, y cuando se percibe que la tierra comienza a desecarse,
se suspenden las imbibiciones, y se la deja después desecarse por sí misma hasta
que haya llegado a una siccidad conveniente, y se reitera así hasta que la tierra se
parezca a una pez negra: entonces la putrefacción es perfecta. Hay que acordarse
aquí de lo que hemos dicho en la primera operación, a fin de no dejar que se
volatilice el espíritu, o quemar las flores, suspendiendo a propósito el fuego
exterior cuando la putrefacción es total.
El color negro que se obtiene al cabo de cuarenta o cincuenta días todas las veces
que se ha administrado bien el fuego exterior, es una prueba de que el oro vulgar
ha sido cambiado a tierra negra, a la que los filósofos llaman su estiércol de
caballo. Así como el estiércol de caballo actúa por la fuerza de su propio fuego, de
modo semejante nuestra tierra negra deseca en sí misma su propia humedad
untuosa por su propio fuego doble, y se convierte, (tras haber bebido toda su agua
destilada y haberse vuelto gris), en un polvo blanco denominado aire por los
filósofos, lo que constituye la coagulación, como lo hemos descrito anteriormente
en la primera operación. Cuando la materia está blanca. estando terminada la
coagulación, se la fija llevando la materia a una mayor desecación con la ayuda
del fuego exterior, siguiendo la misma marcha que hemos seguido en la
coagulación pre-cedente, hasta que el color blanco sea cambiado a un color rojo
que los filósofos llaman el elemento del fuego. La materia llega por si misma a un
grado de fijeza tan gran-de, que ya no teme los atentados del fuego exterior u
ordinario, que ya no puede sería perjudicial.
No sólo hay que fijar la materia como acabamos de hacerlo; hay también que
lapidificaría, llevando la materia a tener el aspecto de una piedra triturada,
sirviéndose del fuego ardiente, es decir del primer fuego empleado, y siguiendo
los mismos medios anteriormente descritos, a fin de cambiar la parte impura de la
materia a tierra fija, privando también a la materia de su humedad salina. Entonces
se procede a la separación entre lo puro y lo impuro de la materia; es el último
grado de la regenera-ción, que se termina por la solución.
Para llegar a ello, tras haber molido bien la materia y haberla situado en el vaso
sublimatorio, alto, como ya hemos dicho. de tres a cuatro dedos, en buen vidrio
blanco y de un espesor doble del ordinario, se vierte encima el agua mercurial,
que es nuestro azoth, disuelto en la cantidad de espíritu astral que le es necesario y
anteriormente indicada, graduando su fuego de manera que se mantenga a un calor
templado, dando hacia el final una cantidad de este mercurio filosófico como para
fundir la materia.
Por este medio, se toma toda la parte espiritual de esta última en el agua y la parte
terrosa se va al fondo; se decanta su extracto, y se mete en hielo, a fin de que la
quintaesencia oleosa se reúna y ascienda por encima del agua y sobrenade ahí
como un aceite, y se arroja la tierra que queda al fondo como inútil, pues es la que
tenía aprisionada la virtud medicinal del oro, lo que hace que no sea de valor
alguno. Se separa este aceite sobrenadante con la ayuda de una pluma blanca de

154 
Historia del oro potable

pichón, bien lavada y mojada, y se tiene cuidado de no perder nada de él, pues es
la verdadera quintaesencia del oro vulgar regenerado, en la cual se encuentran
reunidos los tres principios, que ya no pueden ser separados el uno del otro.
Observad bien aquí que no hay que llevar la lapidificación de esa manera
demasiado lejos, a fin de no convertir el oro calcinado en una especie de cristal.
Hay que regular con destreza el fuego exterior para que deseque poco a poco la
humedad salina del oro calcinado, cambiándolo a una tierra blanda que cae como
ceniza. a causa de su lapidificación o más amplia desecación. El aceite así
obtenido por la separación es la tintura. o el azufre, o el fuego radical del oro, o la
verdadera coloración; es también el verdadero oro potable o la medicina universal
para todos los males que afligen a la humanidad. Se toma, en los dos equinoccios.
De este aceite, la cantidad necesaria para teñir ligeramente una cucharada sopera
de vino blanco o de rocío destilado, visto que una gran cantidad de esta medicina
destruiría el húmedo radical del hombre, privándolo de la vida.
Este aceite puede tomar todas las formas posibles y formarse en polvo, en sal, en
piedra, en espíritu, etc., por su desecación con la ayuda de su propio fuego secreto.
Este aceite es también la sangre del león rojo. Los antiguos lo representaban bajo
la imagen de un dragón alado que se posa sobre la tierra. En fin, este aceite
inconsumible es el mercurio aurifico. Estando hecho, se divide en dos porciones
iguales; se conserva una parte al estado de aceite en un tarro pequeño de vidrio
blanco, bien tapado al esmeril, que se conserva en un lugar seco, para servirse de
él al hacer las imbibiciones en los reinos de Marte y del Sol, como lo diré al final
de la tercera operación, y se hace desecar la otra porción hasta que sea reducida a
polvo, siguiendo los mismos medios que he indicado precedentemente para
desecar la materia y coagularla; entonces se divide este polvo semejantemente en
dos porciones iguales; se disuelve una parte en cuatro veces su peso de mercurio
filosófico, para imbibir la otra mitad del polvo reservado.”

De nuevo, el oro potable. Pero ahora, quien lo hace no tiene por último objetivo su
obtención. Lo prepara para obtener, con más operaciones, algo superior al oro potable:
la Medicina Universal, o la Piedra Filosofal. Como podemos ver, Cyliani se acoge a los
postulados clásicos, a la idea del espíritu universal del que todas las cosas son
partícipes, incluso el Hombre.

Poco hay más a lo largo del siglo XIX. En Francia, un grupo de personas, conocidos
como los “Hiperquímicos” tuvieron un auge al plantear posibilidades químicas
conectadas con la alquimia, pero sobre el oro potable, poco nos dijeron.

EL SIGLO XX

Así llegamos a principios del siglo XX y al protagonismo de la Unión Académica


Internacional. Esta institución tomó conciencia de la necesidad de coordinar los trabajos
sobre Alquimia y su Historia, y de aunar los esfuerzos de estudio y de reedición de
textos, iniciando así una fructífera labor, caracterizada principalmente por una vasta
tarea de catalogación. Para ello se ayudó de la antecitada especialización de los
historiadores en algunas parcelas que componen la Historia de la Alquimia, ya que hizo
posible agrupar a los mismos según los ámbitos que cada uno desarrollaba. Así, la
Alquimia en Grecia fue analizada por Hermann Diels 460, Oskar Lagerkrantz, profesor en
460
Diels, H., Antike Technik, Leipzig,1920, Kleine Schiften zur Geschichte der Antiken Philosophie,
Hildesheim, W. Burkert, 1969.

 155
Historia del oro potable

la Universidad de Upsala461, Delatte, Reitzenstein462 y Festugière463. Como arabistas


destacaron Julius Ruska464, Erik John Holmyard465, Herbert Stapleton466 y Kreaus467; y
como latinistas Edmund Darmstaedter468, Deborah Singer469, Corbett470 y, algo posterior,
Lynn Thorndike (1882-1965)471. Hay que decir que, gracias a que todos ellos eran
grandes historiadores, les debemos mucho en cuanto al conocimiento que tenemos de la
Historia de la Alquimia se refiere. La calidad de los resultados se debió, sin duda, a que
aquéllos que trabajaron en la U. A. I. Resultaron ser los mejores historiadores de la
ciencia de su momento, toda una feliz coincidencia.

Unos años más tarde, hacia mitad de siglo, y toda vez que los anteriores ya tenían
gran parte de su labor desarrollada, surgieron dos nuevas tendencias en el estudio
histórico de la Alquimia. Una de ellas fue la de los psicoanalistas, encabezada
inicialmente por Carl Gustav Jung472 y luego por Marie-Louise von Franz y Herbert
Silberer, aunque éste último ya tiene publicaciones anteriores a Jung. La segunda, es la
encabezada por Mircea Eliade473.

Paralelamente, desde los años treinta de este siglo, la mayor parte de la literatura
contemporánea referente a la Alquimia, considera a ésta como una suerte de revelación
antigua, transmitida por la vía de la iniciación 474. Así, la Alquimia carecería de historia y
su esencia solamente no sería accesible a la búsqueda histórica. Es la corriente conocida

461
Lagercrantz, O., Papyrus Graecus Holmienis. Recepte für Silber, Steine und Purpur, Upsala, 1913.
462
Reitzenstein, R., “Zur Geschichte der alchemie und des Mysticismus”, en Nachritchen der klg.
Gessellschaft der Wissenschafften zu Göttingen, Phil. Hist. Klasse, s.n. (1919), pp. 1-37; Alchemistichte
Lehrschriften und Märchen, Giessen, 1923.
463
Festugiére, A. J., Hermetisme et mystique payénne, París, Aubier-Montaigne, 1967, 336 pp.; La
révelation d’Hermes Trismegiste, París, Lacoffre, 949; París, Gabalda, 1950, 4 vols.; “Sur les textes
alchimiques”, en Revue des Études Grecques, 62 (1949), pp. 235-236; “Alchymica”, en l’Antiquité
Classique, 8 (1939), pp. 71-95.
464
Es imposible poner un ejemplo elegido entre sus más de 70 publicaciones. Su bibliografía está en el
libro-homenaje: J. Ruska und die Geschichte der Alchemie. Fesgabe su seinen 70. Gaburtstage, Berlín,
1937.
465
Holmyard, Erik John, Alchemy, Londres, Penguin Books, 1956; Madrid, Guadiana de Publicaciones,
1977.
466
Stapleton, H. E., “Chemistry in Iraq and Persia in the Tenth Century”, en Memoirs of the Asiatic
Society of Bengal, 8 (1922-1923), p. 317-417.
467
Kreaus, Paul, Jabir ibn Hayyan, contribution a l’histoire des idées scientifiques, El Cairo, Instituto
Egipcio de El Cairo, 1942.
468
Darmstaedter, Edmund: “Liber misericordiae Geber. Eine lateinischen übersetzung des grösseren kitab
alrahma”, en Archiv für Geschichte der Medizin, 17 (1925), pp. 181-197.
469
Singer, D. W., “The alchemical testament attributed to Raymond Lull”, en Archeion, 9 (1928), pp. 43-
52.
470
Corbbett, J., “L’alchimiste Léonard de Mauperg (XIVe siècle). Sa collection de recettes et ses
voyages”, en Bibliothèque de l’Ecole de Chartres, 97 (1936), pp. 131-141.
471
Thorndike, L., “Alchemical Writtings in Vatican Palatine and Certain Other Continental Latin
Manuscripts”, en Speculum, 11 (1936), pp. 370-383.
472
La línea “jungiana” de interpretación de la alquimia, dada su importancia, tiene un apartado propio en
este trabajo, al cual me remito.
473
Lo mismo ocurre con Mircea Eliade. Si bien se centra en la Antigüedad para explicar sus posiciones,
no puede ser clasificado como un historiador de la alquimia de esa época, ya que en sus obras prevalece el
aspecto antropológico.
474
La “iniciación” es un término bastante ambiguo. Las explicaciones dadas por algunos estudiosos no
terminan de concordar con el uso que es dado por aquéllos autores de textos primarios. “Iniciar” a alguien
en algo es semejante a empezar a escribir en una hoja totalmente en blanco. Es decir, una cualidad
indispensable es que el “iniciable” lo sea desde el principio.

156 
Historia del oro potable

como “tradicionalista”, retomada por un misterioso Fulcanelli 475 y muy bien analizada
por René Guenon476 y su discípulo Julius Evola477. A su vez, el esoterismo francés, en
auge a principios de siglo, (al que perteneció Fulcanelli) se hizo depositario y estandarte
del citado “saber tradicional”478. Pasada la Segunda Guerra Mundial, la presencia de
estas tendencias coexisten y se relacionan, especialmente a través de las publicaciones,
además de recibir las influencias que llegaban de los trabajos organizados por la Unión
Académica Internacional. Dichas relaciones y conexiones fueron, a veces,
excesivamente intrincadas. Por un lado, la Alquimia quedó subsumida en el ámbito de
la Historia de las Ciencias, situación que llega hasta hoy; quedó sujeta también a los
debates suscitados en dicho campo.

Actualmente lo más destacado es la sequía en la investigación. Por otro lado, una


“segunda generación” de los citados “tradicionalistas”, al ir falleciendo la mayoría de
los protagonistas iniciales, abandonó el elitismo que les caracterizó, pasando ahora a
actuar popularizando sus ideas sobre la Alquimia. Esta labor de popularización fue
llevada a cabo por un grupo de franceses, tales como Eugène Canseliet 479, René
Alleau480, Serge Hutin481, Jacques Sadoul482 y Bernard Husson483. Todos ellos
encontraron, finalmente, su manifiesto ideológico en 1958 de la mano de dos
investigadores heterodoxos, también franceses, Louis Pawels y Jacques Bergier484.

La línea antropológica iniciada por Mircea Eliade no tuvo la continuidad que


pareció en un principio, fue la corriente psicoanalista (o “junguiana”) la que tuvo más
aceptación. En la actualidad, por mecanismos de derivación, se ha concretado, o
podemos ver, el desarrollo de sus ideas en la llamada “alquimia mística”, hay un auge
gracias a factores externos como la creciente presencia desde hace unos años de las
disciplinas del espíritu orientalistas, el milenarismo, etc. Lo que ha hecho que degenere
de tal guisa, si es que no empezó ya con las tribulaciones oníricas del propio Jung. En
fin, este ligero repaso introductorio es lo que será desarrollado en el resto del trabajo
más concienzudamente.

Sobre Fulcanelli hay mucho dicho ya, y seguro que se dirán muchas más cosas.
Creo que este es la mejor ocasión para mí. Así que no la voy a desprovechar: Estoy
absolutamente convencido que este personaje nunca hizo la Piedra Filosofal. Pero
también he de reconocer que los textos publicados con su nombre han sido capaces de
generar, desde su publicación, una influencia en tantas personas que cobraron un interés
inusitadolor hacia la Alquimia que aún hoy perdura. Mis reticencias sobre Fulcanelli

475
Sobre Fulcanelli: Raynner J., K., El misterio Fulcanelli, Madrid, Martínez Roca, 1982 y Duvois,
Genevieve, Fulcanelli Dévoilé, París, Dervy, 1992, 212 pp. Recomiendo la segunda, por ser más detallada
y esclarecedora.
476
Guenon, René, El simbolismo de la Cruz, París, Chacornac, 1931; Barcelona, Obelisco, 1987.
477
Évola, Julius, La tradition hermétique, París, Editiones Traditionelles, 1962 y 1968, 244 pp.;
Barcelona, Martínez Roca, 1975.
478
Para una ampliación, me emito al apartado de este trabajo Alquimia y grupos esotéricos, donde se
repasa lo ocurrido en la Francia de primeros de siglo.
479
Ya hablaré más adelante del alumno principal de Fulcanelli. La lista de sus publicaciones es
larguísima.
480
Alleau, R., Aspects de l’alchimie traditionelle, París, Editions des Minuits, 1953, 240 pp.
481
Hutin, Sergé, Histoire de l’alchimie, de la science archaique à la philosophie occulte, Marabout,
Verviers, 1971.
482
Sadoul, Jacques, El tesoro de los alquimistas, París, Denoël, 1970; Barcelona, Plaza & Janés, 1971.
483
Husson, Bernard, Antología de la alquimia, París, Pierre Beldfont, 1970, 326 pp.
484
Pauwels, L. & Bergier, J., Le return des magiciens, Barcelona, Plaza & Janés, 1988.

 157
Historia del oro potable

son de varios tipos. Una de ellas es el conjunto de fuentes consultadas que se ofrecen en
dichos textos. En total, bastantes menos de los que un historiador que desee investigar
algo que desconoce, por ejemplo. Leídas las mismas durante mi investigación para la
Tesis Doctoral, aunque no por su motivo, pude ver que los mismos, en vez de crear una
imagen idílica de la Alquimia, son testimonios de la variedad de opiniones. Esos autores
de siglos anteriores, según son presentados, tanto en Las moradas filosofales, como en
El misterio de las catedrales, como testigos del un progreso mental en el correr del
tiempo. Todo ello acompañado del reconocimiento incondicional a cualquier elemento
del pasado capaz de apoyar una imagen más real y duradera, y de aquel capaz de
garantizar el éxito del alquimista. Esta secuencia así presentada, curiosamente, alcanza
hasta el pasado más inmediato, y sigue hacia el presente, lugar donde, precisamente,
aparece Fulcanelli como la culminación y el punto más importante en la historia de la
Alquimia futura. Al menos, así es considerado por muchos de sus seguidores. Pero
cuidado, sus no-detractores, por decirlo así, no son, ni mucho menos, un grupo de
mentecados, que también los hay. Entre sus filas conozco de científicos varios, como
biólogos, físicos y químicos. El resultado del efecto Fulcanelli, pienso, el un éxito
completo. En la actualidad, se tiene una idea general de su figura como el último
Adepto, consagrado por su misma aureola de equívocos sobre su verdadera
personalidad, el extraño grupo de amigos y sobre la figura no menos extraña de su
alumno aventajado: Eugéne Canseliet.

Otra constante que vemos en sus textos es su manejo de la historia. Un


investigador, como tal, nunca podría aceptar sin más algunas imágenes que presentó el
autor. Por ejemplo, no se podría aceptar que todos los autores citados sean alquimistas.
Mucho menos que eso, no se podría aceptar que, además de no serlo, puedan ofrecer la
información necesaria para el éxito de la Piedra Filosofal. Muchos de ellos no lo tienen
por objetivo de sus trabajos. En contra de esto hay quien alega que lo que pretende
Fulcanelli es demostrar la veracidad de la alquimia ejemplificando la medotología con
operaciones de médico-químicos, que usa a modo explicativo. Puede ser.

Si he de situarme, no me acabo de convencer de la importancia que se le ha dado,


tanto al personaje com a sus obras. Creo que es desmesurada. No niego que tuviera
abundantes conocimientos de química y que con ellos practicase sobre ejemplos de
textos alquímicos. Pero en los años en que salieron a la luz sus obras, ya se pudo ofrecer
una explicación de muchos de los procedimientos que describa. O, al menos, hacerlo no
parcialmente, como hace él. Sus defensores dicen que esto es para fomentar el interés y
practicar por nosotros mismos. En realidad sus obras tienen el talante de guía completa,
pero desordenada, ofrecienco una visión de la alquimia como Ciencia de las ciencias,
como sabiduría suprema. Pero quizás alguien prefiera averiguar eso por sí mismo, ya
que, este a priori determina claramente nuestro punto de partida. El libre albedrío y la
capacidad de adquirir elementos de juicio propios no son algo que oferte Fulcanelli. Si
aceptamos su visión, la alquimia es tal y como él la ha descrito y así es como
deberíamos verla si aceptamos sus palabras. Pero la alquimia no es eso, es un cuadro del
cual cada uno tiene su idea, original, individual y propia. Un cuadro, como la alquimia,
no es algo para ser descrito en general. Cada uno observamos, captamos y entendemos
un cuadro distinto, el nuestro. Así es la Alquimia.

La estela de Fulcanelli tiene un protagonista: Eugène Canseliet485. Su figura, como la de


su maestro, está cargada de polémicas. Nunca hizo la Piedra Filosofal, menos aún
485
Es imposible resumir aquí toda la bibliografía referente a los estudios de Canseliet.

158 
Historia del oro potable

gracias a las enseñanzas recibidas. ¿Qué es lo que falla aquí? O su maestro no era tal, o
el alumno aventajado olvidó lo aprendido. Afortunadamente una ha tenido acceso a
algún que otro amigo personal de Canseliet, también “amigo” de la alquimia. Es un
señor muy mayor, con una impresionante biblioteca de textos alquímicos, leídos durante
décadas. No le he preguntado siquiera si me daba permiso para decir su nombre, porque,
aunque lo tuviera, no quiero ser yo el que provoque ninguna inquietud sobre él, venida
de esos creyentes cargados de fe. Pero yo le creo, tengo su testimonio y la certeza que
un hombre como él no necesita, a estas alturas, ningún protagonismo. Él fue quien me
dijo cómo Canseliet siguió con la farsa montada intencionadamente sobre Fulcanelli. A
mí me sobra y allá cada cual.

En los años posteriores a la edición de los textos de Fulcaneli, un alquimista inglés se


afanaba buscando entre los metales la forma de conseguir el Mercurio de los Filósofos.
Poco conocido y poco estudiado, Archibald Croken, que así se llamaba, consiguió, al
parecer un excelente oro potable. Vivió en Londres en hacia 1930 y escribió el famoso
Alquimia Redescubierta y Restaurada en el año 1940. En este libro, tras una breve
secuencia histórica de la alquimia, describe sus inicios en la práctica de la Gran Obra,
sus progresos y su éxito. Trabajó extrayendo las esencias, los mercurios, de los metales.
De pronto cayó en la cuenta de que la faltaba uno, en que no había reparado, lo que le
llevó a emprender su camino hacia el objetivo deseado. Hay quien afirma que siguió un
método de trabajo acorde con ciertos grupos esotéricos, incluso que perteneción a
alguno de ellos, como la Golden Dawn.

Archibald Cockren preparó varios aceites de metales, siendo el aceite de oro el que
contenía mayor poder curativo. Hay algunos testimonios de curaciones con el oro
potable de Croken, siempre entre sus conocidos. De la misma manera que hacía tres
siglos, su oro potable prolongaba la vida. Pero como producto puramente alquímico,
además, daba juventud486. De acuerdo con la señora Ithel Colqhoun, Archibald Cockren
murió en la Segunda Guerra Mundial junto en su laboratorio debido a una bomba.
Otros, sin embargo, afirman que sobrevivió hasta 1950 en Brighton, cuando estaba a
punto de lograr la Piedra Filosofal.

Por estos mismos años centrales del siglo XX, un alemán llamado Alexander von
Bernus, editó su Alquimia y Medicina, una apología de la espagiria paracelsista, que
debemos enmarcar dentro de las variadas tendencias terapéuticas que surgieron en
Alemania hacia los años 30. Alternando sus prácticas alquímicas con las literarias, von
Bernus producía elixires metálicos y los administraba a enfermos. Tras su muerte, en
1965, su mujer mantuvo abierto el laboratorio.

HOY

En la Facultad de Farmacia de Madrid hay un Museo dedicado a la Historia de la


Farmacia. Es realmente magnífico. Y también es el reflejo de lo cómo hoy se considera
a la alquimia en los ambientes académicos. Dicho Museo tiene una estupenda
486
Hemos extraído de Internet lo siguiente: Curó a la Sra. Maiya Tranchell-Hayes (Soror Ex Fide Fortis,
Imperatrix de un Templo Alpha Omega) de una desestabilización nerviosa dándole tres gotas de aceite de
plata. Cockren también salvó la vida de Gerard Heym al comienzo de la Segunda Guerra Mundial,
dándole un bálsamo cuando este fue herido en el Servicio de Incendios. Durante el año 1965, Gerard
Heym le dijo a la Sra. Colqhoun que uno de sus amigos, de 95 años de edad, había bebido oro potable
dado por Cockren obteniendo gran beneficio; su efecto fue prolongar su vida y su juventud.

 159
Historia del oro potable

reproducción de un laboratorio alquímico medieval. Pero está casi escondido, en un


rincón y separado del resto por una pequeña cortina que no deja ver su interior. Así es
como está la alquimia hoy entre los círculos científicos universitarios. Es algo que
existió, pero irrelevante, obsoleto, pintoresco y curioso. Pero nada más.

Sólo hay algo que remedia un poco esta situación. Algunos historiadores no sienten
tanto desprecio por ella. Al contrario, nos han hecho saber que fue un elemento muy
importante en la historia de las ideas, en la filosofía, en la cultura de la Edad Media y
Moderna. Aunque esto no consiga desvelar su naturaleza, ya que falta investigar su
parte práctica. Hoy no hay, que se sepa, ningún proyecto de investigación
subvencionado con fondos públicos que se dedique a “reproducir el pasado” mediante la
reelaboración de las recetas, tanto de los boticarios como de los alquimistas. Los
científicos no precisan del pasado. Y no es la razón de ello el hecho de pensar que no
sea válido (ya que, por ejemplo, un molino de café del año 1850 sigue cumpliendo su
misión), sino porque no es útil. Este panorama no sería completo si no dijésemos que
muchos de los científicos, especialmente químicos, han echado un ojo alguna vez a la
alquimia. Aunque las más de las veces de forma privada.

El trabajo del científico, en la actualidad, se enmarca en unos parámetros bien asentados


que le hacen guardar unas normas y unas pautas más o menos estrictas. Un experimento
da el mismo resultado 98 ocasiones de cien, y en la exposición pública de los resultados,
no se considera el restante 2 por ciento. Pocos se interesan por él. Lo que hace que la
ciencia se reafirme en sí misma, osea, lo que genera su combustible, es el 98 % de los
resultados.

Claro, que el panorama fuera de la ciencia para el oro potable es realmente desolador. Si
hacemos caso a todo, podemos encontrarnos que este medicamento se obtiene desde la
Gnosis, desde los rosacruces, o desde Internet, donde podemos conseguirlo fácilmente.
Eso sí, nos advierten que está elaborado según los métodos más tradicionales y que sus
propiedades contrastados son excelentes.

160 
Historia del oro potable

 161
Historia del oro potable

1 El oro potable de Conrad Gesner

2 El oro potable de Arnau de Vilanova

3 El oro potable de François Verny

4 El oro potable falso de Buenaventura Angeleres (O.F.M.)

5 La disolución del oro de Diego de Santiago

6 El oro potable de Andreas Mathioli

“Modus faciendi: Primus disolvendi auri modus per aquam fortem. Habet
Philippus Ulstadius descriptionem auri potabilis quod Joannem de Toledo Hugo-
nem, ambos cardinales (...) qui solus fere, ex ipsius naturae principiis chymicum
tradidit. Sunt similes aurearum aquarum ex vino parandi rationes infinitae
involuminibus Raymundi Lulli quae edita partim... Sed magni est ac... diuturni
laboris partes illas subtiliores vini ad acquaeis & terrestribus recte abstraere &
separare; quod elementorum separationem chymici dicunt.”487

7 El oro potable de Francisco Antonio

Tomad un bloque de estaño y quemadlo en una cacerola de hierro (poniéndola al


rojo vivo antes de introducir el bloque de estaño en ella), manteniendo un fuego
continuo debajo, y removiendo siempre hasta que se convierta en cenizas.
Algunas serán rojas, y estarán quemando durante un día o, como mínimo, durante
medio día. Debéis removerlo con un hurgón pequeño de hierro, cuyo mango mida
dos pies de largo.

G.H.M. hizo una cacerola de hierro de un pie y medio de largo y uno de ancho y
de una profundidad de dos pulgadas; y construyó un horno en una chimenea con
barras de hierro en la base donde colocaba la cacerola, y un lugar debajo donde
encender el fuego. De esta manera se quemaba antes (a saber, al cabo de medio
día) y el humo no le afectaba.

Guardad las cenizas en un recipiente de cristal bien tapado.


Tomad cuatro onzas de estas cenizas y tres pintas del vinagre de vino tinto más
fuerte y ponedlas en un recipiente de tipo orinal, colocando primero las cenizas.
Tapad la vasija con lodo y dejadla reposar en un recipiente para Baño María

487
Matiolo, P. A., 175-176.

162 
Historia del oro potable

caliente durante diez días, al término de los cuales la extraéis y la ponéis en un


lugar frío, dejándola reposar allí durante dos o tres días completos para que los
residuos sedimenten en el fondo. Debéis agitar el recipiente seis o siete veces cada
día.

Lo que haya quedado limpio vertedlo sin filtrar en un cuenco de cristal a lo largo
de dos o tres hilos de lana y destiladlo en un alambique de cristal hasta que el
producto se aposente completamente. Verted esta agua destilada sobre cuatro
onzas de cenizas frescas –de las cenizas de las que fue filtrado el primer licor– y
añadid también un cuarto de vinagre fuerte de vino tinto. Enlodad el cristal como
habéis hecho anteriormente, ponedlo en el Baño María y dejadlo que se digiera
durante diez días; luego filtrad esto y destiladlo igual que antes. Por tercera vez,
verted una pinta de vinagre sobre estas cenizas y ponedlo en Balneum durante
diez días; filtradlo y destiladlo tal como ya se ha indicado. Después de la tercera
infusión, desechad las cenizas.

Destilad todas las infusiones aparte, hasta que el licor claramente se haya
destilado por completo. Tomad esta agua tan pronto como se destile y vertedla
sobre cenizas nuevas, manteniendo el peso y el orden. Repetid siete veces las
infusiones, filtrados y destilaciones. Así obtendréis, a partir de esta agua, el
menstruum que buscábais.

El Obispo le dio al Dr. Antonie 30 chelines por un cuarto de menstruum. Tomad


una onza de oro puro refinado (que cuesta 3 libras, 13 chelines y 4 peniques),
echadlo en un acuñador y limadlo con una lima fina hasta convertirlo en polvo.
Poned esta onza de oro pulverizado en un pote calcinado y llenadlo casi
completamente de sal blanca. Ponedlo entre brasas, donde deberá permanecer
siempre caliente durante cuatro horas (si está a demasiada temperatura la sal se
derretirá). Finalizadas las cuatro horas, apartadlo y dejadlo enfriar; luego
colocadlo en un mortero y trituradlo concienzudamente; ponedlo en el pote,
calcinadlo, y trituradlo de nuevo. Repetid la operación cuatro o cinco veces: si es
rojo y azul cuando lo extraéis, está perfectamente preparado.

Después de esta calcinación y trituración, ponedlo en un cuenco de cristal y


llenadlo de agua hirviendo; removedlo durante un buen rato hasta que lo más
grueso se deposite completamente en el fondo. Entonces arrojad el agua y repetid
lo mismo; removed y dejadlo depositarse como antes. Repetid la operación de
nuevo hasta que el agua, en reposo, no tenga sabor a sal. Haced esto durante dos o
tres días.

De esta onza de oro, apenas habrá unos dieciséis o diecisiete granos que se habrán
convertido en una fina cal blanca. Para separarla del oro dejad un poco de agua
dulce en el cuenco y removed bien. La cal subirá a la superficie, y se separará del
oro vertiéndola suavemente en otro cuenco. Si no emerge toda la cal blanca,
poned un poco más de agua, removed de nuevo, y vertedla en el cuenco de la otra
cal; dejad que se deposite y verted luego casi todo el agua, evaporando con calor
el resto hasta que quede completamente seco. Ponedlo también en una vasija de
cristal.

 163
Historia del oro potable

Entonces, poned el oro que todavía no sea cal en sal, tal como ya hemos dicho
anteriormente, calcinadlo, y trituradlo nuevamente cuatro veces; después lavadlo,
apartando la cal por el mismo procedimiento anterior. El oro que queda calcinadlo
y lavadlo como antes, hasta que todo se convierta en cal.

Tomad una onza de esta y ponedla en una vasija de tipo orinal (de
aproximadamente una pinta de capacidad), y añadid media pinta del menstruum.
Colocad esta vasija en un Balneum caliente durante seis días (bien tapada con
lodo), y agitadla a menudo cada día. Pasados los seis días, dejadla en reposo dos o
tres días. Luego, tirad lo líquido con mucho cuidado para no alterar el residuo.
Añadid menstruum fresco a este residuo, aunque no en tanta cantidad como al
principio; y repetidlo por tercera vez, pero con menor cantidad que en la segunda.
Luego tomad el residuo seco, que es la cal, y guardadlo.

Poned estos licores coloreados en un alambique de cristal y destiladlos en un


Balneum, al principio con un fuego muy suave, hasta que todo lo líquido pueda
ser apartado y lo que quede sea del espesor de la miel. Luego apartadlo y dejadlo
enfriar. Entonces colocad el recipiente en un pote de tierra, poned cenizas a su
alrededor en el interior del pote y colocad éste en un horno rápido pequeño.
Encended un fuego debajo para que el cristal pueda permanecer muy caliente
hasta que el residuo se vuelva negro y muy seco. Podéis mirar a través del
alambique de cristal con la ayuda de una vela para saber cuándo se seca y se
amontona. Entonces, apartad vuestro fuego y dejad enfriar completamente el
cristal. Luego sacad la tierra negra. Habiendo extraído esta tierra negra, ponedla
en un cuenco de cristal y trituradla con el fondo de otra vasija redonda hasta
convertirla en polvo. Luego ponedla en un recipiente de cristal de tipo orinal, de
aproximadamente una pinta de capacidad, y añadidle un poco más de media pinta
de espíritu etílico. Colocad este recipiente en un sitio frío hasta que quede rojo, lo
que sucederá al cabo de unos diez días. Agitadlo a menudo cada día hasta que en
el espacio de tres días lo podáis verter. Entonces echad suavemente el licor
transparente en un alambique de cristal o cualquier otro recipiente de cristal, hasta
obtener más cantidad. Luego añadid más espíritu etílico al residuo y proceded
como antes. Y si se colorea mucho, añadidle Spiritus Vini por tercera vez, de la
misma forma en que lo hicisteis la primera. Mezclad todos estos licores
coloreados y destiladlos hasta que el residuo (llamado tintura) sea tan espeso
como un jarabe.

Tomad una onza de esta tintura y echadla en una pinta de vino blanco de Canarias,
y así, cuando se clarifique, podréis beberlo, lo cual sucederá al cabo de un día y
medio.

La Preparación del Vinagre para elaborar el Menstruum


Vasijas necesarias: conseguid tres o cuatro alambiques de cristal de un galón o
dos de capacidad cada uno, y un Balneum cuadrado de dos pies y medio para que
pueda contener varios recipientes al Baño María. Conseguid aproximadamente
unos seis galones del más fuerte vinagre de vino tinto (el vinagre de clarete o de
vino blanco es demasiado flojo), hecho de tinto, jerez o moscatel, y poned en
marcha al mismo tiempo tantos alambiques como vuestro Balneum pueda
contener. Poned aparte una pinta de lo que fluya en primer lugar, ya que es flojo y
no apto para este uso. Destilad todo el resto hasta que el alambique quede seco.

164 
Historia del oro potable

Lavad el alambique con un poco del primer fluido (la flema), limpiadlo con un
trapo y secadlo. Luego echad en el alambique lo que destilásteis y proceded como
antes, separando la primera pinta y repitiendo la operación cinco veces. Así pues,
de un galón debéis obtener tres pintas del espíritu de vinagre, y de vuestros seis
galones solamente dos galones y dos pintas. Y si vuestro espíritu es aún
demasiado flojo, destiladlo todavía más.

Guardadlo en un recipiente de cristal tapado para elaborar con él vuestro


menstruum. Debéis taparlo con un corcho y cubrirlo después con una piel.

Debéis proveeros de tres fuertes vasijas verdes para elaborar menstruum, de


cuatro pintas de capacidad cada una, con esterillas alrededor de sus bases.

Para enlodarlas, ajustad a su boca un tapón de madera seca, previamente hervido y


secado en el horno; fundid cera gruesa para tapar sus poros, y pegad bien un papel
marrón encima de ello. Luego preparad lodo de arcilla, estiércol de caballo, y
cenizas, y enlodadlo todo completamente.

Alambiques de cristal: Dos o tres para destilar las primeras infusiones en la tierra.
Se necesitan tres o cuatro envases de vidrio verde, de tres o cuatro pintas de cada
uno.

La norma de todas las destilaciones: Debéis pegar papel marrón en el cierre


superior del alambique, y también debéis pegar el tubo receptor y el pico del
alambique para que así no se escape ninguna fuerza.

Potes de calcinación: Debéis proveeros de una docena aproximadamente, puesto


que muchos de ellos se romperán cuando sean sometidos a un fuego fuerte; así
pues debéis mantener vuestro fuego suave.
FINIS

8 El oro potable de Carlo Lancilloti

9 El oro potable de Johann Hartmann

tartaro calcinati in ella vilonaria solvatur postea filtretur & coaguletur. Iterum
solvatur & hoc quo isque clarus & pellucidus fiat quinquies vel sexies repatatur,
hoc facto vin.opt.in aliquot phial.vitr. infunde duas earum sibi in vicem cum
orificiias coniunge, infinam usque ad medium imple, cum superiorem per
lignationem diligentissime occluse, & per menses3, 4 vel 5 ita in simum
equinum dimitte ita enim elemente separantur, & ol. In sublime elevatur: hoc per
infundibillum separa & rectifica, reliquum vero destilla, invenies salem in fundo,
quem per solutionem & coagulatione clrifica & asserva. Hoc facto de ol.
Rectificato aliquid praedicto tart. Affunde digerere permitte, & in B. iterum
abstrahe: transcendet Aq. itaque plus ol. Affunde, iterum digere, abstrahe, &
toties repete, donec tart. Vel eius sal dissolvatur: quo viso ig. Fortifica ut sal tart
aut per se totus vel cum ol transcendat: & hoc est menstruum coeleste.
His omnibus it absolutis aurum in aqua regis, cum sale un aqua soluto deprime,
calcem edulcora, exicca, esiq calcis auri part 1 flor sulph part II adde per 12 hor.

 165
Historia del oro potable

Fornaci reverberatio impone, deinde refrigera, iterum 2 part sulph addo ut ande
reverbera hoc 20 vicibus vel plurius repete quo usque calx auri fiat mollis &
tumida: huic menstruum praedictum affunde & digere, hoc enim plane & ita
digeritur & corpus velut flocci vel silam. Goss. In eo imatare videantur & est
med. celebratissima in maximis morbis usurpande. Et hoc menst omnia corpora
metalla calcinata ut & margar & correlos dissolvit. Est que arcanum D. Tobiae
Hessen.

10 El oro potable de Hamero Poppio Thallino

In vitriolo per alembicum destilato & oleo salis aurum solve, tunc deo cir.
Infunde per alembicum duodecies, & ita tamen destilla, ut in fundo maneat
humidum, vel madidum: hoc facto sp.vin.affunde iin cellam vinariam pone
ibidemque relinque concrescent pulcherrimi crystali, hoc exime, Aqua per
destillationem abstrahe, quo usque nulli amplius crystalli compareant & nulla
segnatur: calculos seu lapillos in loco calido exicca, in pulverem redige; cum
calida aqua ablue, in spiriti vini coagula & solve iterum digere per b destilla,
habebis oleum et tinctura auri.

11 El oro potable de Leonardo Fioravanti

L'oro potabile è un licore divinissimo & senza comparatione, il quale gli antichi
& moderni filosofi l'hanno cercato con ogni ingegno, & arte & fisono messi a
fare questa potione Dioscórides oro, in variis & diversi modi dellequali ne diro
alquanti si a stato il migliore sono adunque stati alcunim che l'hanno voluto
calcinari in diversi modi per ridurlo alla solutione. Altri l'hanno voluto solvere
con acqua forte & altri dipoi la calcinatione lo hanno voluto solvere con acqua
Dioscórides vita & cosi ina infinità Dioscórides loro hanno calcinato senza luce,
trancorrendo per l'arte, senza scientia, nè manco esperientia. Maestro è da sapere
che quantum que il ridurre l'oro in forma potabile habbia in se dell'imposibile,
tutavia à piu facil cosa, Di quel che altri si credere, è però mostraremo il modo
Dioscórides fare questo glorioso licore, tanto grato a ciascune & meritamente
percioche egli è una essentia molto sustantiale, & è quasi una seconda anima
nostra, & è un licore di virtù cosi grande & cosi nobile che cosa nissuna non
basta a consumarlo, nè manca machiar la lucidezza sua, come può avenire a tutti
gli altri metalli. Et per gusta ragione affermo che l'oro potabile posi fari assai Di
quello, che i filosofo scrivano & credo ch'egli sia veramente l'anima & la vita
nostra, havendome visto Di esso cosse incredibili in varii & diversi casi
importantissimi, più e più volte & diversi accidenti. Il modo dunque Dioscórides
fare tal pretioso licore sarà questo, cioè:
Si piglia una oncia d'oro in fogli, e bisogna poi pigliare una buona polastra
grassa & ammazzarla & pelarla & cosa calda carvagli fuora tutti gli interiori &
aprirla in piu parti, dove è piu carna, come è nel petto, nelle coscie, e sotto le ale
& andarvi mettendo Dioscórides quello oro battuto tanto che si ascondi tutto.
Dipoi mettari la detta pelastra in luoco, chaper trentasei hori si conservo calda a
calor naturale & l'oro si solvera tutto in acqua, perche è qualità occulta Di quella
polastra, che solva l'oro, dipoi leva la via et habbi aqua Di mele destillata con
suoi spiriti, che sia retificata duo o tre volte, & con quella lava quella carne si
polastra tanto minutamente che non vi possi restare cosa nissuna Di quello oro;

166 
Historia del oro potable

fatto questo, habbi tanta acqua vitae quanto è quella levatura Di carne, et metti in
fieme & per ogni libra Di tale acqua mettivi una dracma Di sal armoniaco, che
sia bianco senza alcuna negrezza & fia meso

12 El agua divina de Zósimo

He aquí el gran y divino misterio, la cosa buscada por excelencia. Esto es todo.
Dos naturalezas, una sola esencia; porque una de ellas entraña y domina a la
otra. Esta es la plata líquida, el andrógino que está siempre en movimiento. Es el
agua divina que todos ignoran. Su naturaleza es difícil de entender: porque no es
ni un metal, ni agua, ni un cuerpo. No se la puede dominar, es el todo en el todo;
tiene el aliento de la vida. Quien entienda este misterio tiene el oro y la plata.
(les origines, 178)

14 Oro potable de un alquimista anónimo (1453)

15 El oro potable de Juan Jacobo Wecker (1598)

Paracelso.

16 Oro potable de Juan de Loeches (1713)

18 Oro potable de la Phamacopea Matritensis (1739)

19 El oro potable de Girolamo Ruscelli (1559)

20 El oro fulminante de Nicolás Lémery (1681)

Esta operación es un oro impregnado de los espíritus que le hacen saltar


fuertemente, cuando se pone encima del fuego.
Toma la cantidad que quisieres de oro limado, ponlo dentro de una redoma, o un
matraz, y echa encima agua regia (compuesta como diremos en su lugar) que
pese tres o cuatro veces más que el dicho oro. Pon el matraz sobre la arenas un
poco caliente, y déjalo hasta que el agua regia haya desatado tanto oro como
puede contener en sí, que lo conocerás cuando las evoluciones hayan cesado.
Vacía por inclinación el licor en un vidrio, y si ha quedado algún oro en el
matraz, disuélvelo como antes, con un poco de agua regia, mezcla las
disoluciones, y echa encima agua común, que pese cinco o seis veces tanto. Echa
después poco a poco sobre la mixtión espíritu volátil de sal armoníaco, o aceite
de tártaro, hecho por deliquio, verás precipitarse el otro al fondo del vidrio,
déjalo reposar mucho tiempo para no perder nada, después de haber quitado el
agua por inclinación, que sobrenada, lava los polvos en agua tibia, hasta que

 167
Historia del oro potable

ellos se queden insípidos, hazlos secar dolor a la sombra sobre un papel, o en un


calor muy lento, porque se les pega fácilmente el fuego, y los polvos se van con
gran ruido. Si ha echado una dracma de oro sacarás cuatro escrúpulos de oro
fulminante muy secos."

21 Oro potable de Martínez de Zalduendo (1699)

22 La quinta esencia de oro de F. Aggravi (1682)

D'aqua stralta di vitriolo romano p.2 (dos partes), una parte de sal nitro. Fia medio
cremente essicato in colcrotat destillasi fin all'ultimi spiriti, che imnmediaté solvera
intiero in techino. Esposto al caldo in faggiolo, restara un liquore niente meno del
sengue, fie l'aqua il doppio dell'oro, soprafondendosi al vermiglio liquore aqua di mele
stillata bianca, evacuasi a B per digestione con aqua stillata si libera dall'acredine &
servasi in il licore com'un rubino que será el alma separada del cuerpo.

168 
Historia del oro potable

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Element theory was only one aspect of macrocosmic interest. If the Creation was to be understood
primarily as an alchemical separation from an initial chaos, then it seemed appropriate to use this analogy
in geocosmic explanations. Distillation was the model employed for rain, volcanic eruptions, and the
origin of mountain streams. Indeed, the earth itself was viewed as a large distillation flask with a fiery
center which heated underground reservoirs and lava both of which might erupt at the surface.

 171
Historia del oro potable

But if the Paracelsians rejected much of the ancient legacy, they remained wedded to the ancient vitalistic
world view. Metals originated in the earth from a union of an astral seed with a proper matrix. The
resultant ore matured in the earth much as a fetus in the mother. And indeed, there is a life spirit that is
essential for both the organic and the inorganic worlds. By the final decade of the sixteenth century this
spirit was identified as an aerial niter or saltpeter.

Para Fray Esteban de Villa (m. 1660) las quintas esencias eran “extractos de
substancias”: algo obtenido a partir de la substancia de la planta 488. Se hacía de cuatro
formas. La primera trataba de “resolución” de la misma substancia, originando un licor
de una densidad intermedia entre el “agua” y el “aceite”. Generalmente se conocían por
el segundo nombre (aceites) y los más conocidos eran de vitriolo, de mirra, de tártaro...
La segunda forma, también conocida como “aceite”, sí tenía un aspecto más decente,
por así decirlo. Se obtenía mediante una destilación per descensum. Previamente se ha
de lavar bien aquello con que vayamos a trabajar, que solía ser para este tipo, el romero,
cantueso o espliego. Con el agua que hemos lavado la plata la llevaremos hasta casi la
putrefacción. Durante el proceso hay que estar atentos para cambiar el recipiente una
vez que haya acabado de destilar el agua, momento en que empieza a salir el aceite, en
el que debemos subir el fuego y, claro está, dar la vuelta al vaso ya que su densidad hace
que se recoja mejor por descenso.

El tercer tipo de quinta esencia es la que se extrae de las “substancias áridas”


tales como la canela, el clavo o el anís. En este caso se usa la destilación per ascensum y
es preciso dejar que la planta esté una día antes “ablandándose” en agua caliente.
Cuando destilemos la planta con esta agua, saldrá primero una “flema” que hemos de
quitar y que no es válida. El cuarto tipo es que se saca de los zumos.

Para concluir, no consideramos que la quinta esencia alquimista haya sido


entendida durante el siglo XVII si hacemos caso de las palabras de los propios
alquimistas. Lulio y Ruspescissa hablaron del vino, tanto del blanco como del rojo,
como si fuera el principio material de la quinta esencia “filosófica” (es decir: el
disolvente universal de los metales, especialmente del oro, necesario para la elaboración
de la Piedra Filosofal). Aunque tanto estos como muchos otros también extraían quintas
esencias y oros potables de elementos vegetales (del vino, del tártaro…), nunca podrían
ser usados como disolventes metálicos, mucho menos para disolver el oro. Por tanto,
hemos de entender que hablaron por similitud y con la intención constante de no
desvelar claramente sus operaciones. O, con las palabras de Pernety, que habló desde la
distancia de los años:

“Paracelso ha dicho que aquellos que no pueden encontrar el Alkhaest de


los filósofos, o su Mercurio, solo tienen que trabajar para volatilizar el tártaro y
que con ello, al menos, encontrarán algo útil. Esto que acabo de citar de Paracelso
muchos lo entienden de su Gran o Pequeño Circulado. El Vino de los Sabios es su
menstruo o disolvente universal, y la viña de la que se extrae es una viña que
solamente tiene una raíz, pero con muchos vástagos, que surgen de ella, y al igual
488
Villa, Fr. Esteban, Libro de simples incógnitos en Medicina, Burgos, Pedro de Valdivieso, 1643. Sobre
Fr. Esteban Villa: López Pérez, M. y Rey Bueno, M., Miropolio Racional de General de Botica de Fr.
Esteban Núñez, Burgos, Colegio Oficial de Farmacéuticos, 2003, "Estudio Introductorio". También
López Pérez, M. y Rey Bueno, M., "Aguas destiladas y aguas alquímicas", en Panacea, Monográfico El
agua en el Madrid de los Austrias Menores: aspectos nutritivos y sanitarios, (Diciembre-2001), artículo
8, http://www.ucm.es/info/folchia/abasteci.htm.

172 
Historia del oro potable

que un sarmiento, tiene muchas ramas para producir uvas pero sólo algunas, por
accidente, adquieren una más perfecta madurez, al sarmiento que produce las uvas
filosóficas está sujeto a accidentes que impiden la madurez de algunas, dejándolas
agraces. Todos tienen la misma raíz como nodriza, pero la savia no ha podido
digerirse igual en todas. Y, al igual que con una mezcla de buen vino fermentado
y agraces se obtendría una especie de vinagre disolvente de muchos mixtos de la
naturaleza, de la misma manera, con el agraz y el buen vino de los filósofos se
hace su vinagre disolvente, o vinagre muy agrio.”489

Como vemos, la quinta esencia, ya sea simple o compuesta, el oro potable, etc.
tuvo mucha predicación como medicamento hecho a partir del espíritu de vino
rectificado. Otro peninsular muy reconocido y gran hermetista, el padre jesuita Juan
Eusebio de Nieremberg (1595-1658) también se inclinó por el elaborado así 490. Aún
falta por realizar un estudio profundo sobre las facetas hermetistas de este autor y sus
influencias en su obra. Seguramente se vería entonces que el ambiente centroeuropeo en
los años centrales del siglo XVII no era muy diferente del peninsular. Nieremberg, autor
de más de cincuenta libros, nacido en Madrid y de padres alemanes, llegó a tener mucha
consideración en Alemania. Incluso Leopoldo I leyó su Historia Naturae491.

También podemos pensar que, dado el uso y abuso de los ejemplos propuestos
por ambos bandos para defender sus posturas, las interpretaciones de las fuentes eran
intencionadas, como se dijo antes. En tal caso habría que descartar el error o la
ignorancia de las palabras originales. ¿Qué decía Paracelso sobre esto?

Que optase por el preparado a partir del vino no impide pensar que fuese
considerado el menstruo universal, el disolvente que los alquimistas usaban para la
posterior transmutación metálica. Y esto mismo resulta que no era aceptado de buen
grado por los defensores de la “Medicina Racional Espagírica” españoles de fines del
siglo XVII, que, como veremos en su lugar, eran los opositores de los novatores. El caso
más claro es del de Lulio, quien decía que todo consiste en la quinta esencia del vino492.

No sólo en Italia se veía así a la química, a la Alquimia y al mucho provecho que ha


otorgado en su relación con la Medicina. El oro potable de Lancilloti es raro, en relación
con las demás recetas que hemos leído. Sobre todo en cuanto que hace una cementación
de oro con plomo al inicio de las operaciones. El método de la cimentación consistía en
superponer láminas de oro en medio de otras, como es en este caso el plomo. Luego se
calentaban y se recogían sus vapores. Es decir: se destilaban. Otras veces se hacía a
"fuego abierto" y se dejaban escapar los vapores, ya que lo que interesaba eran las
cenizas que quedaban depositadas en el fondo del matraz.

489
Pernety, J. A., Diccionario mito-hermético, París, Delalain el mayor, 1758, “vino”; Barcelona, Indigo,
1993, 532. Cursiva mía.
490
Nieremberg, J. E., Curiosa filosofia y tesoro de maravillas de la naturaleza examinadas en varias
questiones naturales, Madrid, imprenta del Reyno, 1639, Libro I, cap. 13, fol. 21. Sobre este jesuita:
Zepeda-Henríquez, E., Obras escogidas del R. J. Juan Eusebio Nieremberg, Madrid, 1957 y Hugues, D.,
Vida y pensamiento de J. E. Nieremberg, Salamanca, 1976.
491
Listado de obras de Leopoldo en ÖNB, ms. 8011, fol. 101v.
492
Pseudo-Lulio, De Quinta Essentia, Venecia, Giorgio Arrivabene, 1514, fol. 15-17.

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