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F E Y S I G L O XXI
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VITALIDAD GOZOSA DEL CREDO


PARA NUESTROS DIAS

CREER, EN EL CAMBIO DE SIGLO

Por Francisco DE MIER


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INAUGURACION

Mi fe nació en el campo, pero hoy vive en la ciudad; la verdad


es que no me he dado mucha cuenta de esta emigración espiritual, pues salí del campo muy
pronto y prácticamente toda mi vida la he pasado en el asfalto.
Mi fe nació de la tierra, como las plantas o las fuentes, y ha tenido siempre ese frescor
innato de las cosas que nacen en el campo y se crían con sol y aire. Después se hizo
ciudadana, técnica, masiva y tiene toda la fuerza, anonimato, frialdad e intelectualismo que
tienen las cosas de la ciudad.
Mi fe, que nació al aire libre, al pie de unas montañas llenas de robles por fuera y de
carbón por dentro, se ha cultivado después en aulas cerradas, con libros pesados en su
contenido y presentación. Mi primera fe nació tan espontánea que no se me ocurrió nunca
preguntarme: )por qué?, era tan mía y tan natural como los golpecitos de la sangre en mis
sienes cuando ponía allí el dedo para contar los latidos; además era de todos, porque mi
madre la tenía igual y los demás niños y los abuelos y el maestro y los pájaros y los prados;
en la ciudad empecé a hacerme preguntas, mi fe se hizo adulta, seria, lógica y hasta me
sentí capaz de enseñarla.
A veces deseo volver a aquella fe de niño y de campo y siento una sensación
agradable por dentro, pero mi fe verdadera es la de ahora, la que no camina por campos sino
por calles asfaltadas, no respira al aire libre sino que se cultiva entre bloques y locales
acondicionados porque el aire de aquí está contaminado. No puedo sacar la fe de mi ambiente
porque saldría de mí mismo. Mi fe es la de la mayoría, porque la fe de nuestros antepasados
nació en el campo y nos la transmiten con unas formas rurales que no acaban de acomodarse
a la ciudad.
Así mi fe ha llegado a esta edad adulta de finales del siglo XX y me interrogo sobre
cómo me va a ayudar para entrar en el sihglo XXI. El cambio de siglo )supondrá para la fe
un cambio como cuando pasé de la vida rural a la ciudadana?

Con un cambio brusco, pero lógico, en esta introducción, me imagino el diálogo


previo entre dos hombres que están preparando un gran encuentro público. Uno representa al
siglo XX, y es un hombre recién jubilado, y el otro al siglo XXI, un hombre joven aun. Les
llamaremos "HOMBRE XX" y "HOMBRE XXI".
Desde ahora tengo que decir que la fe del Hombre XX se manifiesta más, pero es
cuestionante, pues sus orígenes están también en la cultura rural, mientras que la fe del
Hombre XXI es más fuerte, aunque más imprecisa.

Escucho y trascribo el final de su diálogo:

Hombre XXI. -La verdad es que no sé muy bien lo que digo al afirmar que creo. He
oído que antes os lo ponían muy fácil porque os enseñaban preguntas y respuestas a la vez.
Hombre XX. -Efectivamente, así era en el catecismo de mi pueblo, que mi familia
me transmitió a mí, aunque ya soy nacido en la ciudad. Pero comprenderás que se trataba
de preguntas trucadas, porque solo se hacían aquellas para las que ya había una
respuesta preparada.
Hombre XXI. -Entonces, )por qué crees tú?
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Hombre XX. -Mira, hoy que el deporte tiene tanta fuerza, te diría que la fe en Cristo
es como la fe en el entrenador, confías en su persona tanto como en su capacidad técnica,
reconoces en él una aptitud para desarrollar en ti capacidades nuevas y, a partir de ese
momento, te fías de él.
Hombre XXI. -Me gusta eso de que Dios es el entrenador que desarrolla todas
mis capacidades. De todas formas, necesitaré unas luces sobre aquellas
preguntas que tú no te hiciste de niño; mis preguntas no están trucadas y tu Credo
me sobrepasa.
Hombre XX. - Difícilmente te las podré responder yo. Pero se me ocurre una
idea; tengo un amigo teólogo pastoral, le pediré un resumen actualizado sobre cada
artículo del Credo y te lo pasaré. También él está a caballo entre el siglo XX y el XXI, no es
complicado en su doctrina ni en su vida y se esfuerza por situar bien la fe en cada momento
histórico. Puede servirnos.

El "HOMBRE XX" me ha pedido este favor. Un resumen vivo y actualizado, no muy


doctrinal, que mueva más que convenza, me dice en su postdata. Me parece bien y así lo
intentaré, aunque pienso por qué me hace esas acotaciones; quizá es que piensa que la fe del
"HOMBRE XXI" está poco precisada y resulta un poco fría; o quizá piensa eso de sí mismo
y quiere aprender del "HOMBRE XXI".

En consecuencia de este planteamiento, cada capítulo se compone de cuatro partes:se


inicia con un diálogo entre el "HOMBRE XX" y el "HOMBRE XXI", seguido de mi
resumen doctrinal-pastoral, completado luego con un anexo aclaratorio de algunos puntos
pendientes y, al final, una profesión de fe, mi profesión de fe.
1. - INTRODUCCIÓN AL CREDO

PRINCIPIOS BASICOS
PARA UNA FE ADULTA

"HOMBRE XX" y "HOMBRE XXI" se encuentran en la casa de éste, desde cuyo


balcón se ve gran parte de la ciudad de Barcelona, con la UPC (Universitat Politecnica de
Barcelona) a la derecha y el Anillo Olímpico de "Barcelona-92" al fondo. Acabada la gran
competición deportiva, estamos en la competición de la fe.

Hombre XXI. -Muchos siguen aun la vieja costumbre de rezar en los apuros,
lo que no hacen habitualmente. )Vale esta fe ?

Hombre XX. -Mira, en la Iglesia rezamos el Credo y lo proclamamos


comunitariamente cada domingo; quiero decir, que lo primero es creer profundamente algo
y luego tiene sentido rezar. Uno reza a partir de lo que cree, más que a partir del problema
concreto. La fe se centra en EL CREDO.

Hombre XXI. -No creo que la fe tenga que encerrarse en una serie de afirmaciones ni
menos que sean obligatorias para tener fe; ésa me parece una fe en conserva, y yo la
entiendo mucho más espontánea.

Hombre XX. -Yo aprendí ese Credo de niño, pero luego he descubierto que el Credo
no es una lista de verdades ni un reglamento, sino una historia viva, la historia de los
grandes pasos de las relaciones de Dios con los hombres; y, como toda historia familiar,
solo la aprecian bien los que pertenecen a ella.

Hombre XXI. - Pero en esta historia deberíamos caber todos; no tiene que ser una
Olimpiada donde solo llegan los mejores; me imagino a la fe más como el deporte de
base, menos profesionalizado y más independiente del dinero pero más vivo.

Hombre XX. -De acuerdo contigo. El Credo que yo aprendí de niño en el pueblo era
primitivo, como nuestros partidos de fútbol en la plaza de la iglesia; ahora es más
profesional, pero también más vivo y universal. Está hecho para que quepan todos, te lo
aseguro.

Hombre XXI. - Leeré los resúmenes de tu amigo. A lo mejor, cuando tenga


problemas, en lugar de rezar por una solución, me contento con creer.
Resumen 11 : HISTORIA VIVA Y CRISOL DE VERDADES

En principio podemos hablar de dos tipos de Credo: el Credo histórico y el Credo


doctrinal.

El Credo histórico tiene sabor a familia, más que a escuela; es un recuento de los
principales hechos y acontecimientos en los que Dios ha intervenido a favor de su pueblo,
acontecimientos que se graban en la memoria familiar y se transmiten de padres a hijos. Así
es el primer Credo que aparece en la Biblia: "Tú recitarás ante el Señor, tu Dios: mi padre
era un arameo errante; bajó a Egipto y residió allí con unos pocos hombres; allí se hizo un
pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron y nos impusieron dura
esclavitud. Gritamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz; vio
nuestra miseria, nuestros trabajos, nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto con mano
fuerte, con brazo extendido, con terribles portentos, con signos y prodigios y nos trajo a este
lugar y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso entro aquí con las
primicias de los frutos del suelo que me diste, Señor" (Deuteronomio 26, 1-12). Este Credo
es una historia maravillosa, un Credo caliente, sangre viva; no se preocupa tanto de lo que
Dios es en sí, sino de sus acciones a favor del pueblo. Por eso los que pertenecen a ese pueblo
se sienten ilusionados y lo transmiten por tradición familiar y comunitaria, más que por
estudio, y lo proclaman con entusiasmo. )Puedes relatar un Credo semejante en tu vida ?
El Credo dogmático, por el contrario, es un recuento de verdades, más que de
hechos, con un contenido doctrinal que es objeto de estudios y de profundización; pero hay
que tener en cuenta que, por encima de su rigorismo y precisión conceptual, esas verdades
son expresión de la vida de Dios que se comunica en ellas. Este Credo se estudia más
fácilmente que se proclama; y se forma principalmente en los Concilios y en las escuelas de
teología.
Nuestro Credo cristiano, el que compartimos en este libro, aglutina los dos aspectos,
es a la vez historia y doctrina, un compendio de hechos y verdades, aunque en su
formulación prevalece el elemento doctrinal, lo histórico se centra exclusivamente en los
acontecimientos de la vida de Jesús. Los dos aspectos se complementan. Lo que tiene de
precisión doctrinal garantiza su contenido y lo que tiene de histórico garantiza lo que tiene de
vida y de cercanía de Dios, que de múltiples maneras ha intervenido en nuestra vida. EL
CREDO es una larga historia que empieza en la creación y sigue en nuestros avatares
pasando por nuestras escuelas, que hace tranquilamente el paso del siglo XX al XXI, hasta
terminar en "un cielo nuevo y una tierra nueva".
Hablaré un poco de esta bellísima y fascinante historia.

Lo más central de esta historia.

El punto de partida de este Credo es la predicación de Cristo, que habló


entusiasmadamente de Dios y nos enseñó que es Padre y que tiene un inmenso proyecto
sobre el mundo, que El llamó Reino Dios. La voz de Jesús es soñadora cuando habla del
Reino y emotiva cuando dice: "Abba". Hay que tener en cuenta que predica más con su vida
que con su palabra, por lo que la base y el núcleo de nuestro Credo es la persona de Jesús.
De toda su predicación y su persona, los Apóstoles destacan tres grandes
acontecimientos: su muerte por nosotros, muerte salvadora; su resurrección como el
primogénito para que todos resucitemos; y, por último, la parusía o segunda venida al final
de los tiempos para recopilar todos los hombres y todas las cosas y ofrecerlas definitivamente
al Padre. Estos acontecimientos suponen muchísmo más que un cambio de siglo, son un
cambio de época histórica para la humanidad, más aun, son un cambio de lo temporal a lo
eterno, de lo carnal a lo divino.
Las primeras comunidades cristianas celebran y transmiten estos acontecimientos en
su reuniones. Emociona recordar sus primeras confesiones de fe ("si confiesas con tu boca
que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás
salvo", Rom. 10, 9) y sus himnos ("El, a pesar de su condición divina, no se aferró a su
categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo,
haciéndose uno de tantos. . . ", Fil. 2, 6-11). Así nos muestran que su fe se proclamaba
gozosamente en celebraciones litúrgicas y en reuniones familiares; las buenas noticias corren
espontáneas de boca en boca y, cuando dejan de trasmitirse, es que han perdido viveza.

El primer cambio de siglo.

Las comunidades siguientes tuvieron que profundizar aquellas profesiones de fe en


las que había más contenido del que pensaron en un primer momento. También ellas tuvieron
que vivir pronto un cambio de siglo, lo que sucedió antes del paso del siglo I al II; el "siglo"
o "mundo" era para ellos una forma de entender la vida antes de Cristo, y había que pasar a
otra forma de entender la vida según Cristo; lo primero producía el "hombre viejo" y lo
segundo, "el hombre nuevo". Este cambio era mucho más fuerte que el de un siglo a otro.
Al adaptar su fe a las necesidades reales de la vida y los problemas suscitados por la
inserción en el mundo pagano y su cultura, surgieron dificultades que, por una parte,
terminaron en herejías y, por otra, en Concilios, grandes y representativas reuniones de la
Iglesia, donde su fueron dando diversas formulaciones doctrinales y dogmáticas a las
diversas creencias.
Pero esta rica elaboración doctrinal tuvo un gran riesgo: hacer tan segura la fe que
perdió espontaneidad; muchas formulaciones dogmáticas se impusieron como definitivas, no
solo en sus contenidos, sino en sus palabras precisas. Pero la fe es vida y no admite ninguna
fijación ni es exclusiva de ningún pueblo o cultura, se va ampliando y acomodando por sí
misma cuando se la deja actuar desde dentro. El Credo no es nunca algo definitivamente
hecho; no quiero decir que se puedan ir sumando o rebajando verdades, sino que, porque se
trata de fórmulas vivas y formauladas para ayudarnos a vivir, hay que darles espontaneidad
en sus expresiones; son como el cauce de un río.

EL PODEROSO CAUCE DEL CREDO

Nuestro Credo es un gran río que viene de lejos y se ha ido asegurando y agrandando
con el tiempo; no está constreñido a unos cauces estrechos, sino que se mueve con libertad y
seguridad, marcándose los cauces con su propia fuerza interna. En este gran río corren ahora
las mismas aguas que arrancan de Jesús y que, al pasar por diversos pueblos y escuelas
doctrinales, se ha ido engrosando con las aportaciones de todos los creyentes. En su recorrido
ha llegado a la ciudad y aquí se bifurca, aparece y desaparece de muchas maneras. Ahora está
a punto de entrar en el siglo XXI, lo que, sin duda alguna, también le afectará. No es un lago
quieto ni un epicentro de tormentas, aunque en su corriente hay grandes remansos y
peligrosos remolinos. Es el río de la vida donde lo que importan son la riqueza de las aguas y
la fuerza del caudal. Quiero recordaros algunos de los grandes afluentes que lo conforman.

En este río desembocan las oraciones de los místicos y los sencillos que nos dejan
constancia de que nuestro Dios es algo muy vivo, misterioso e inefable, que esconde el rostro
incluso en los momentos de mejor luz, pero que siempre deja escapar algo de su resplandor.
De los místicos aprendemos que se le alcanza mejor arrancando del interior de uno mismo
para acabar en el interior de El, que únicamente pone como condición que le dejemos el
máximo de espacio vital.
Aquí desemboca también la sangre de los mártires que tomaron la opción de entregar
la vida en términos totales y no siempre humanamente prudentes, y nos enseñan que Dios
pide entrega absoluta aunque tolera todas las debilidades. Desde el martirio de Jesús, Dios
está presente en todo tipo de martirio: religioso, laboral o sindical. Este río se enriquece
también con todos los que colaboran con el progreso del mundo, desde la fábrica, el campo o
los despachos, hasta la educación de los hijos o la predicación de la fe; todo progreso
actualiza la obra de Dios que nunca está inerte y al que queda mucho camino para tener el
mundo que soñó.
Desembocan también aquí los intentos de los teólogos y maestros para hacernos
comprensible la parte de Dios que nos es más cercana, aunque ellos saben mejor que nadie
todo lo que hay de frágil en su certeza doctrinal; nos enseñan más, para amar más.
Paralelamente, al río de nuestro Credo llegan las transmisiones de fe que hicieron las
familias de generación en generación, sin pedagogía académica, pero con el calor del
corazón y las palmas de las manos juntas en oración. Las abuelas del siglo XX son
maravillosas transmisoras de fe para los mietos del siglo XXI.
También llegan las aguas del magisterio de la Iglesia, siempre bien encauzado
aunque a veces resulte un poco forzado, actuando con energía y titubeos, como maestro y
tutor, salvando siempre lo esencial, gran mérito, aunque le haya faltado ductilidad.
Conjuntamente, a nuestro Credo llegan las energías de tantas y multiformes comunidades
que reciben, proclaman y transmiten la fe; éstas, más que afluente, son manantial poderoso.
En el Credo bebemos también las aguas de los líderes y solitarios que en un momento
dado empezaron a empujar en una dirección determinada con una fuerza inaudita; fueron
visionarios, profetas, algo locos, nacidos del Espíritu, verdaderas lenguas de fuego que se
mueven sin dirección fija y queman lo que tocan.

En este río del Credo estamos inmersos nosotros; es el gran río que pasa por ambos
océanos, el de la tierra y el de la eternidad, y que traspasa y une los siglos con sus aguas
salvadoras. El centro del Credo es Jesús, pero también la vida de los que creyeron en El y le
siguieron. Así se formó el gran río.
Ahora podemos decir con seguridad, al meternos en él:(Dios está aquí!
El Credo es Dios en sus más comprensibles y cercanas formas. Dios-Niño nació y se
formó en cada uno de nosotros, fue una gota con vocación de manantial; pronto se hizo Dios-
Adolescente, con inquietudes e interrogantes, donde el contenido y seriedad de las incógnitas
era mayor que el conocimiento que teníamos de ellas; el Dios-Adulto es el que más ha
tardado en llegar y aun no ha alcanzado a todos ni del todo.
Así es nuestro Credo. )Credo-niño? )Credo-adolescente? )Credo-adulto?
I0 parte :

DIOS

Nuestro Credo solo destaca dos datos complementarios sobre Dios: que es

PADRE Y CREADOR.
2. - DIOS:
PERSONA QUE SALE AL ENCUENTRO

"HOMBRE XX" y "HOMBRE XXI" van en coche a una reunión de amigos y


surge el tema de Dios. Estas cosas se hablan accidentalmente y resultan más
sinceras cuando no están programadas.

Hombre XX. -)Crees que creen los de tu edad, los hijos directos del XXI?

Hombre XXI.- Algunos lo afirman; la mayoría, no sabría decirte. A no ser que se


entienda por creer esa especie de oración que se dirige a alguna especie de divinidad en
momentos muy especiales. De esto sí, bastante.

Hombre XX. -Y tú, )crees en Dios?

Nunca la pregunta había sido tan directa y el Hombre XXI se siente casi
incómodo al responder.

Hombre XXI. -Sí, pero no sigas haciendo preguntas sobre este tema porque no
sabría qué responder.

Hombre XX. -Solo pensaba hacerte otra: )en qué Dios crees?

El desasosiego del Hombre XXI es ahora mayor.

Hombre XXI. -Dios solo hay uno, )no lo decís siempre así?, sobre todo vosotros, los
del XX. Todos creemos en el mismo Dios.

Hombre XX. -Hay dioses falsos, inventados, desfigurados. . . Y es preciso no


equivocarse; uno puede estar creyendo en una sombra o en una imagen interesada o
en algo humano a lo que llama Dios. Hoy día Dios es una palabra confusa.

Hombre XXI. -Creo que me estás confundiendo.

Hombre XX. -Espero que el resumen de mi amigo te lo aclare un poco más.


Resumen 21 : EN BUSCA DEL MISTERIO INEFABLE

El primero de los tres grandes apartados del Credo lo llena una sencilla y rotunda
afirmación de fe en Dios.
Lo que quiere decir que Dios existe antes que la fe. Me fijo ahora en el valor de esta
palabra.
"DIOS" es quizá la primera palabra que nació entre los hombres y la que más ha
perdurado; muchos han dado muerte a Dios en su vida pero ninguno pudo matar esa palabra;
parece una palabra inmortal. Pero esa palabra hoy ya no es, sin más, una expresión de fe, solo
tiene garantías cuando hace referencia al Dios de Jesús.
Es una palabra que llega a nosotros confusa, pero nunca vacía. Quizá en el XX y,
sobre todo, antes, tuvo un significado más preciso:padre, señor, artífice...; pero hoy la palabra
Dios no expresa para muchos nada concreto sobre su propio contenido (al contrario de
cuando empleamos cualquier otra palabra:árbol, dinero, ordenador, impuestos...), está abierta
a multitud de contenidos. Por eso cuando decimos:"creo en Dios", )qué expresamos? )a qué
o a quién nos referimos? Dios ya no es, sin más, expresión de fe. Hay que llenar esa palabra
de contenido. Del contenido que le dio Jesús.

(Creo en Dios!
Pero no puedo poner condiciones o caminos científicos para llegar a El como una
conclusión. Ni siquiera puedo decir:"si Dios existe, basta con rezar, porque El es todo, y si no
existe, basta con trabajar porque nosotros somos todo". Dios es un misterio, pero
omnipresente, inefable e íntimo, que reclama una actitud de apertura previa y, cuando la
encuentra, se revela desde lo más cercano a cada uno. También desde la ciudad, desde el
progreso y la posmodernidad.

EL DIOS DEL CREDO

* Antes que nada, es un Dios personal, porque es Persona (más exactamente


tripersona, un Ser tripersonal) y ama a las personas, manteniendo con ellas una relación
amorosa. No es algo abstracto, difuso y etéreo que solo sirve para hacer elucubraciones con
intento de definiciones; Dios no cabe en una definición porque no es un concepto y porque
ninguna persona se reduce a una definición.
Esto es muy valioso en una época y sociedad donde tanto pueden prevalecer los
valores no personales y donde las personas están amenazadas de anonimato. Un hombre
(ejecutivo, obrero, madre de familia, es igual)no es una máquina, que quizá haga lo mismo
de una forma más perfecta, ni es tampoco la definición hecha de él por un especialista en sus
respectivas materias. El hombre tiene nombre propio, interesan de él su sonrisa, sus
sentimientos, sus amores y debilidades. Desde nuestra sensibilidad sabemos bien lo que
significa ser considerado como persona o como máquina.

Pues bien, Dios es Persona. Pero no como lo somos los seres humanos, siempre
limitados. No es una persona en sentido filosófico ("la sustancia espiritual de una naturaleza
dotada de razón", "la existencia inmediata de una naturaleza espiritual"). Pero no esperéis que
yo sustituya esa definición por otra más adecuada, siempre deficiente.
Que Dios es persona significa que es un Ser Vivo, no algo abstracto (como energía
universal, el poder, "algo" por encima de las cosas), ni cerrado en su infinitud, sino abierto a
los demás, con los que mantiene siempre estrechísimas relaciones de amor. . Tratándole así,
aunque no le llamemos así, el contenido de esa palabra irá penetrándonos.
La dificultad aumenta al pensar que Dios es, no solo un ser personal, sino tripersonal
(la Trinidad), como expresamos también en el Credo. Ninguna analogía nuestra es
suficientemente válida para aplicarla al Dios trinitario, todas las comparaciones son tan
pobres que más le ocultan que le explican. Su riqueza es tan inconmensurable que solo la
intuimos con esta referencia tripersonal, donde se incluye la perfección simbólica del tres y
todas las reacciones vivas de la persona. Nos ayuda a comprenderlo que las personas lo son
cada una al completo, pero que, solo al relacionarse amorosamente, se completan y son
felices. Así le sucede a Dios en su propio ser íntimo.
Al decir que es Persona, queremos decir

que ama, que es lo esencial de la persona;


que es otro, distinto de nosotros, que no podemos reducirle a nuestra forma de
ser, pero que nos está siempre próximo;

y que se realiza en esa relación recíproca Yo-Tú, en la que nosotros también


nos realizamos; de aquí que nuestras relaciones humanas han de reproducir las
relaciones Yo-Tú que se dan en las Personas divinas.

Dios que se está haciendo.

Es un Dios en movimiento.
Normalmente miramos a Dios como algo completo, perfecto, infinito, que ha llegado
a todo lo que se puede llegar, y (claro que lo es! Pero eso no le convierte en algo inmóvil, )
hacia dónde puede moverse si ha llegado a todo? Un Dios así y su bienaventuranza eterna nos
produce una sensación de aburrimiento: )qué haremos? )siempre igual? Ni la mejor de
nuestras fiestas nos interesa si siempre es igual.
Pero Dios no da esa imagen de sí mismo. Cuando Moisés, el legendario liberador del
pueblo, estaba preocupado por cómo presentarlo ante los suyos, Dios le dijo: "Yo soy el que
soy". Y continuó: "Así responderás a los hijos de Israel: Yahvé (el que es), el Dios de
vuestros padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, me manda a vosotros. Este será
mi nombre y mi designación de generación en generación" (Ex. 3, 14 ss. )

Tres reflexiones de esta autodefinición de Dios.


" El que es" significa el Ser, el Unico; con El no hay otros dioses, ni superiores ni
inferiores, ni una diosa, como se presentaba en otras religiones. Sus rivales no son otros
dioses sino los ídolos: demonios (1 Cor 10, 20 ss), el vientre (Fil 3, 19), Mammón (Mt 6, 24).
. . Es tremendamente radical:participa en todo, pero no se deja sustituir por nada, solo El es,
quiere ser amado con todo el ser. No es el Dios de las medianías ni de la vulgaridad, es el
Unico, el Original, el totalmente Otro. Nuestra decisión de fe es por el Todo.
El que "es", no el que tiene ni el que puede (a pesar de que es todopoderoso y que
nada le falta). "Ser" o "tener", es la fórmula clarividente que se propone el hombre
occidental: "tener" parece ser la fuerza que en la práctica le mueve más, es decir, el hombre
es movido desde fuera, como la máquina o el deportista movido por una droga; lo interior
queda debilitado, las energías se centran en la posesión de cosas y su disfrute, con lo que
pierde capacidad de concentración y crecimiento interior. En la la cultura y el progreso del
"ser", Dios es único; es el que me ayuda a ser, me transmite su propia forma de ser, me
agarra por el espíritu y me dice:levántate, no dejes que la obsesión de las cosas te ate,
desengánchate y crece por dentro.
"El que está siendo"; dicen los exégetas que ésta sería una traducción más acertada
que "el que es". La ontología moderna nos enseña que las cosas, más que ser, se están
haciendo de continuo; el hombre nunca termina de hacerse y en este movimiento interno
consiste su realidad. Esto mismo podemos aplicarlo a Dios, al menos en nuestra manera de
entenderle y de sentirle. Dios no es posesivo ni meramente creador (esta función la ha dejado
en gran parte a la naturaleza evolutiva y al hombre), es movimiento, pero un movimiento de
amor. En este divino movimiento de autorrealización nos importa
hacia dónde se mueve: hacia el hombre;
qué le mueve: el Espíritu-amor;
qué produce: salvación-liberación.
"El que está siendo" quiere ser en nuestro mundo. Actúa como Padre transmitiendo
su propia vida y haciéndola crecer, como Hijo-Hermano compañero de camino y formador
de comunidades, como Espíritu transformador del hombre por dentro. El problema está en
que le dejemos ser y moverse así; el pecado es oponerse a ese movimiento, como si a un líder
deportivo le enjaulásemos en una residencia cómoda donde no pudiese entrenar.

Dios no cabe en el mundo pero sí en el hombre.

Es un Dios para el hombre. Más que Dios en sí mismo (su esencia, su definición;
tarea frustrada de antemano) interesa lo que Dios es para nosotros; otro Dios nos resulta
inútil y carente de interés. De Dios solo sabemos lo que El mismo ha revelado, es decir, lo
que ha hecho por nosotros. Vano esfuerzo querer penetrar en Dios, "mysterium
tremendum", es mejor dejarle hacer, mirarle mientras camina y caminar con El. A Moisés se
le presenta como Dios caminante (Ex 33, 13-16). No quiere ser un Dios de vitrina ni
especulación teológica ni siquiera de culto lejano, sino caminante comprometido. Dios tiene
también una historia, la historia del hombre es la historia de Dios.
Al llegar a este punto, la pregunta salta sola:en esta historia nuestra, )para qué nos
sirve Dios?
Cuida de no hacerla en sentido meramente utilitarista, como los preocupados por el
"tener": salud, trabajo, suerte; pero éstos son los primeros decepcionados. Al contrario, hecha
desde el "ser", la pregunta es válida: )necesita el hombre a Dios para ser hombre? )lo
necesitamos para construir una buena sociedad? La respuesta no es de escuela; por tratarse
de caminantes, viene solo del camino; deja que Dios haga el camino contigo y sabrás para
qué sirve; en la "via crucis" o en la "via gloriae", uno descubre para qué sirve Dios.
Como elementos para una respuesta acertada, aquí tienes unos cuantos
descubrimientos ya hechos y experimentados.
Dios está en la historia, en lo real, en lo cotidiano. Dios no se aleja de nosotros,
somos nosotros quienes nos alejamos en nuestra manera de entender la infinitud; para romper
esta lejanía conceptual y cultual, El se escoge un pueblo, lo acompaña en su tarea diaria y
personaliza todos sus acontecimientos y reacciones. Dios vive en el hombre, ningún templo
puede sustituir al hombre; los templos, más que casa de Dios, son la casa de los hombres de
Dios; el verdadero "lugar" de Dios es el hombre. Aunque a veces la soledad ayuda, solo es
buena cuando remite de nuevo a los hombres. Dios se ha hecho hombre:Jesucristo.
A la historia Dios le recuerda su principio fundamental y su sentido final, no puede
ser una historia de egoísmos, ni reducirse a llenar el saco de oro. Solo cuando sea una historia
de amor tendrá una plenitud de fraternidad y una transformación final. La recuerda que tiene
dos caras y que la otra cara, la disminuida y sufriente, ha de ser preferida. Los hombres solos
pueden llevar adelante la historia, ciertamente, pero entonces los egoísmos tendrán más
influencia que el amor; Dios logrará que el amor termine venciendo a los egoísmos.
Al hombre Dios le da un sentido, una finalidad, una razón de vivir; el hombre solo
puede ser "faber" (buen operario) y "sapiens", pero difícilmente será más hombre. Dios le da
una doble dimensión: de servicio hacia los demás y trascendente hacia la eternidad; la tarea
del hombre es el amor y su destino la resurrección. Dios se hace hombre, en primer término,
para que seamos hombres; todo lo que sea hacer crecer a los hombres nos acerca a Dios y
hace efectiva su presencia en el mundo.

Dios mira siempre hacia adelante.

Es un Dios del futuro, más aún que de los orígenes.


Nos preocupa hoy más el futuro que el origen, aunque éste influye también en el
sentido de la vida. Nuestro Credo empieza con una afirmación sobre el origen: Dios creó el
mundo y el hombre; pero, ya originados, el futuro se nos presenta como un reto personal
porque, si el origen no depende de nosotros, el futuro, sí.
No vale cualquier futuro. De ninguna manera vale un futuro mejorado a costa de otros
hombres empeorados, del de arriba a costa del de abajo, de unos sobre los otros, de
triunfadores sobre víctimas. Tampoco basta un futuro meramente técnico y amenazado de
incontinencia por su propio poderío. El futuro de Dios es otra cosa, arranca siempre con unas
promesas a las que no fallará.
Porque Dios siempre es siempre nuevo, me abre también a un futuro siempre nuevo;
en la cadena de la evolución introduce la novedad del alma y en la dinámica de los
poderosos, la contrafuerza del Crucificado. . . ; (sorprendentes novedades de Dios!, las crea y
las ofrece. En (nunca al margen) y por encima de nuestro esfuerzo y de los imponderables de
la sociedad, ofrece un futuro nuevo para el hombre, para la sociedad, para la historia. Lo
suyo no son las fuerzas políticas y económicas, orientadas al poder, sino el Espíritu que lo
"recrea" todo y lo transforma.
El "HOMBRE XXI" ha alcanzado muchos récords, pero no el definitivo, que reside
en Dios. Lo que de verdad nos interesa es encontrarnos con El.

ENCUENTROS CON DIOS

Los caminos hacia Dios, partiendo de la naturaleza humana, se llamaban antes


pruebas de su existencia, tema que ha suscitado en la historia los mayores esfuerzos
mentales. El hecho de que nos hayamos esforzado tanto en probar su existencia indica que
ninguna de las pruebas fue suficientemente probatoria. )Qué prueban esas pruebas? )No
estamos presuponiendo de antemano lo mismo que queremos probar? )Aquello que somos
capaces de probar puede llamarse Dios?
Las verdaderas pruebas de fe son los encuentros personales. Ahora no le vemos pero
le encontramos, porque hemos sido creados con una disposicón especial para este encuentro,
"nos has hecho, Señor, para Ti e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti",
como confiesa San Agustín. Lo mismo que el espíritu del hombre está en todo el cuerpo pero
se encuentra más intensamente en algunas partes:cerebro, corazón. . . , así el Espíritu de
Dios, que lo llena todo, tiene cerebros y corazones donde se hacen mucho más fuertes los
latidos de su vida y más fáciles los encuentros. Más que preguntar: )existe Dios?, he de
preguntar: )cómo puedo encontrarle?
Recorremos ahora algunos de estos lugares de encuentro.

En la naturaleza, la de Dios y la de los hombres.

Dios se hace presente en la naturaleza porque todas las cosas fueron creadas por El y
las saca de sí mismo, no de la nada. Por eso en la cultura rural la fe era espontánea, no
solamente porque el hombre aun no había descubierto el poder de sus manos y vivía
enajenado, sino porque a Dios se le descubre espontáneamente donde espontáneamente está.
Cuando el hombre abandonó el contacto directo con la naturaleza para entrar en relación más
directa con el asfalto de la ciudad y las máquinas de las fábricas y los laboratorios, perdió la
fe en la naturaleza y no encontró la fe en la máquina; en la cadena de la fe a muchos les falta
este importante eslabón. La naturaleza se ha hecho religiosamente lejana y oscura. Pero Dios
continúa estando en la naturaleza a pesar de la degradación, porque la degradación es un
accidente temporal que el mismo progreso se encargará de corregir, y la naturaleza volverá a
ser el puro lenguaje de Dios que siempre fue, porque la presencia de Dios es definitiva en sus
obras. Dios, que está en un enfermo y en un pecador, también está en una naturaleza herida y
degradada. El movimiento ecologista debe ser también una buena manera de abrir el mundo a
la fe.
Y está en la nueva naturaleza, la de la técnica y la máquina. Una máquina no nos
habla tan espontáneamente de Dios como una flor, pero eso no se debe ni a la máquina ni a
la flor ni a que Dios esté menos presente en la máquina que en la flor, sino a nuestra
capacidad de comprensión educada solo en una manera de leer a Dios. Necesitamos aprender
otras formas de lectura de la presencia de Dios, que está de acuerdo con el libro de la
creación que ahora se construye más en la ciudad que en el campo, más en los frutos de la
técnica que en los frutos de la tierra. )Por qué la máquina ha de ser menos expresiva de Dios
que la flor? )Por qué la ciudad ha de estar más vacía de Dios que el campo?. Dios nos invita
a la espiritualidad del asfalto, a la fe que arranca del progreso y de la técnica. En esto, el
"Hombre XXI" tiene ya una gran ventaja.

En el dinamismo interior de mi persona.

El verdadero encuentro con Dios no puede darse fuera ni lejos, porque El está dentro
de mí, se mueve por las venas de mi pensamiento y se agita en mis emociones y se proyecta
hacia adelante en mis proyectos vitales y en mis sueños.
Está en el dinamismo de mi inteligencia, que tiende irresistiblemente hacia la
comprensión de todas las cosas, intuyendo que existe una conexión definitiva entre todo y
que ésta es su razón de ser. Pero no acabo de encontrar la síntesis definitiva, sigo caminando
de conocimiento en conocimiento y cada día descubro más el inmenso misterio que está
dentro de mí. Mi pensamiento me sobrepasa; sé que soy más de lo que entiendo, sé que más
allá de lo que conozco la vida se hace infinita. La síntesis final de esa vida y de sus
movimientos es Dios, "el que es". Mi inteligencia no me prueba a Dios, pero su dinamismo
me empuja a El, donde al fin encontraré el sentido y relación vital de todo lo existente y lo
sucedido.
También está Dios en esa perenne tensión entre lo que soy y lo que quiero ser. La
fuerza más original del hombre es este impulso olímpico de ser más y de llegar más lejos,
pero en nuestro ajetreado ritmo ciudadano de hacer y hacer, muchos actos quedan vacíos de
sentido. Nadie logra ser lo que realmente quiere ser, ésta es la tragedia principal de la vida, la
cruz más frustrante e invencible. Pero yo me niego a aceptar que siempre será así, no puedo
vivir definitivamente frustrado. Y aquí aparece Dios, como respuesta a este impulso vital. En
Dios seré lo que quiero ser, El hará de mí algo definitivo. Cuando yo termine mi tarea, a
retazos y llena de defectos, El hará el resto. Dios, gozosa presencia, es aun más gozosa
promesa. Más adelante veremos que tiene que ver con esto la Resurrección de Jesús y hasta
nuestro purgatorio.
Dios está también en la voz de mi conciencia. Algo dentro de mí hace referencia
continua al bien y al mal. Este instinto del bien y esta fuerza del mal apuntan hacia el Bien
definitivo, donde el mal ya no existe; por esa referencia última, que mo será frustrada, puedo
seguir caminando entre esfuerzos y perdones. El instinto de una conciencia limpia y clara, sin
interferencias ni extraños condicionamientos, suele terminar en la infalibilidad de la fe.
Está incluso Dios en el absurdo y vacío que se produciría en mi vida si El no
existiese; es todo mi ser el que protesta contra esa hipótesis; mi vida se reduciría a actos
sueltos bajo el signo del destino o la esclavitud. Lo siento así, aunque reconozco que otros
muchos no tienen esa sensación.

En la experiencia que muchos han tenido de Dios.

También aquí lo encuentro, porque su experiencia es para mí una invitación y


garantía. La historia en su conjunto es una buena maestra. Todos lo pueblos y civilizaciones
han tenido un profundo sentido religioso, que ha operado como principal motivación de su
vida e incluso como fundamento de sus estructuras; esto es el principal hilo de conexión entre
todos los siglos, desde los más elementales de los orígenes hasta los avanzadísimos del
futuro. Es como un instinto de la naturaleza que no puede engañarse a sí misma. El hecho de
que "el primer mundo" viva ahora en gran parte bajo el signo de la increencia es un
fenómeno accidental y transitorio en comparación con la historia.
Es, sobre todo, la experiencia de los místicos la que mejor habla de Dios; de una
forma o de otra estos místicos han existido en todas las religiones. Su experiencia irradia
dinamismo y, por otra parte, remite a los demás, no queda cerrada en la autocontemplación ni
en la simple contemplación divina. Cuando esto sucede, sabemos que es una experiencia
auténtica que no puede engañarnos.

La vida de la sociedad es otro lugar de encuentro.

Sobre todo si la miramos con ojos sinceros, no complicados, y la participamos


activamente. Dios está en todos los esfuerzos por la justicia, tanto religiosos como políticos o
sindicales, que crean una poderosa corriente en beneficio del hombre. Está incluso en el
ateísmo, el ateísmo honrado que quiere elevar al hombre y situarle en la cúspide de la
creación; el Dios anónimo y escondido me invita a compartir ese esfuerzo. Y en la evolución
y el progreso para hacer una tierra mejor; quizá en ningún otro aspecto se juntan tanto la
tarea de Dios y la de los hombres, que se funden en un esfuerzo por la misma causa humana.
Y en los signos de los tiempos, esos acontecimientos y actitudes especiales que caracterizan
nuestra época y en los que encontramos al Dios de nuestros días caminando con nuestras
propias andaduras. Dios, eterno, no tiene edad porque pertenece a todas, rebasándolas.
Dios está en las comunidades, en todos los esfuerzos comunitarios de la sociedad por
llegar a un acuerdo, un consenso, una unidad. Está sobre todo en las comunidades que se
reúnen en su nombre y lo comparten todo, empezando por la fe y la intimidad espiritual.
Porque Dios es comunidad tripersonal, que es como decir infinita, se reflejará más en la
medida en que los hombres sean cada vez menos masa y más comunidad.
Estos son algunos de los caminos de encuentro con Dios; muchos hombres los
recorrieron y lo encontraron, lo que quiere decir que son válidos. Hay otros muchos, algunos
tan novedosos que ni uno mismo se da cuenta de que los recorre, otros tan originales que
parecen inventados por Dios para cada uno, apropiados e irrepetibles. Son siempre caminos
de ida y vuelta, cuando uno va a Dios El ya había venido por el mismo camino a nuestro
encuentro. Lo importante es moverse por cualquiera de ellos; la fe es sorpresiva pero no
inmóvil.
Dios mismo es camino.

ANEXO: NO TRATES A DIOS COMO UN OBJETO,


TRATALE PERSONALMENTE.

Ya sabes que una de las cosas que se ha dicho de Dios en la época moderna es
que es una proyección de nuestra mente; todos nuestros deseos e ideales irrealizables
los proyectamos en una imagen difusa a la que llamamos "Dios" y al que luego
sometemos la vida. Así resulta que no es Dios el que ha creado al hombre sino a la
inversa. Efectivamente muchas veces el hombre "crea" a Dios, sacándolo de sí mismo
y reduciéndolo a sus deseos o temores, que son los nuevos "dioses". Pero sucede que
este "dios" no llena la vida y uno tiene pronto la sensación de estar en el frío templo
de los ídolos.
En otras ocasiones no proyectamos imágenes interiores sino que simplemente
deificamos lo de fuera; lo mismo que en otro tiempo deificaban montañas, los grandes
ríos, lo que más grande y fuerte parecía, hoy deificamos el dinero, el poder, la
libertad incondicional, el placer, la política, etc. Hasta en las ideologías y estructuras
de grandes movimientos modernos se copian formas y fórmulas religiosas, en el
marxismo y en el capitalismo, por ejemplo. Uno tiende siempre a deificar lo que más
ansía, como en otro tiempo deificaban lo que más temían.
Esto nos lleva a preguntas fundamentales. Cuando digo creer en Dios o hablo
de El, )es verdadero ese Dios? En una época posmoderna no vamos a entrar en la
vieja cuestión de si el camino filosófico puede desembocar en una prueba del
verdadero Dios. En este terreno se ha repetido muchas veces que de Dios nos es más
fácil decir lo que no es que lo que es, algo que nos sucede igualmente con nosotros
mismos y con el amor y la vida. Los caminos llevan a donde llevan y no donde
queremos, por eso esta marcha de la fe solo podemos hacerla caminando y no
discutiendo sobre la esencia de la meta.
En lenguaje de sobremesa se me ocurren un par de
cosas.
Mientras hables de Dios, siempre tendrás dudas, porque enseguida te das
cuenta de que Dios tiene poco que ver con tus palabras, que nacen más bien de tus
ideas personales; pero cuando hablas a Dios, entonces siempre aciertas, incluso
cuando al hablar tu imagen no sea muy acertada. En tu oración y relación vital
dirígete al Dios que es, no a la imagen que puedas tener de El. Porque una cosa es
Dios y otra la imagen que nos hacemos, aunque no le debe molestar mucho que
nuestras imágenes no sean muy acertadas, puede que incluso le diviertan.
Porque hay dos tipos de imágenes:las teóricas o conceptuales, que tienen
menos importancia, y la imagen viva:el hombre. El Dios verdadero es el que está
siempre cerca y a favor del hombre; el encuentro infalible es el que se da en la
cercanía del hombre. Sobre todo en Jesucristo, Dios se ha humanizado y los caminos
seguros para la fe son los de la humanización.
Sé que esto te complace pero no te basta, porque sabes que Dios no es el
hombre, pueden estar muy unidos pero son diferentes y, si no lo fuesen, ya no te
interesaría para nada la cuestión de Dios, que siempre intima contigo pero no se
identifica del todo, notas las diferencias insalvables.
Se dice del deporte que "lo importante es participar"; lo mismo y mucho más
del deporte de la fe, donde no se buscan premios sino estar. El "peor" Dios es aquél
de quien no me preocupo ni me interesa, lo dejo aparcado en las cunetas de la vida
porque me resulta del todo indiferente. Participa, es todo lo que puedo decirte.
Y otra cosa, dale espacio. No quieras llenar tú solo la cancha de tu vida ni la
realización de tus objetivos. Tampoco es conveniente que le dejes reservada una vía
solo para El, pues no quiere caminar solo, aunque tampoco exige vías muy especiales,
le basta la tuya. Para quienes sí has de reservar vías es para los otros, pues ya sabes
que, en cristiano, los otros son siempre hermanos; el que excluye a otros excluye a
Dios.
Déjale espacios en tu persona; hay zonas de tu interior que, si no están excesivamente
ocupadas por orgullos o materialismo, favorecen el encuentro; es bueno que sepas descubrir
esas zonas para facilitar el encuentro. También hay tiempos que lo favorecen, algunos vienen
señalados por la liturgia cristiana, otros te los tendrás que señalar tú mismo.
Quiero decir simplemente que a Dios le dejes ser Dios en tu vida, en definitiva
no le robarás ningún secreto ni ninguna intimidad que El no quiera darte, pero te
aseguro que no se reservará nada de lo que necesites para una buena relación personal
con El.
MI PROFESION DE FE EN NUESTRO DIOS

CREO. La fe ha llegado a mí.


Ave mensajera que pasa y pasa, de siglo en siglo,
se detuvo en mí.
Creo en la fe, en mi fe, en su presencia en mi vida.
Creo que me la envió EL UNICO que nunca la necesitó,
es un don gratuito pero no casual;
tener fe significa que soy amado.

QUIERO CREER.
No quiero que la fe se me escape como visitante esporádico,
no quiero que se me convierta en interrogante cuando ya es respuesta, en
búsqueda cuando ya es hallazgo.

Creo porque quiero creer.


Hace tiempo que la fe se ha bajado de mi cabeza
- donde no la dejé construir su castillo -
a mi voluntad.
Aquí está más segura porque depende de mí,
aquí es más real y nada ficticia.
Alguna vez dejé de quererla y luego la tuve que buscar por los desvanes,
se me había dormido.

LO HE ENCONTRADO.
Admito agradecido que El me encontró antes de que yo le buscase.
Y confieso gozoso que lo encontré en "el XX" y lo vivo en "el XXI".

CREO EN TU CAPACIDAD PARA CREER.


Dios es una palabra redonda, como los anillos olímpicos.
Cuélgate de ella. Tensa los músculos y elévate lentamente hasta formar "el
Cristo".

Así agarrado, descubrirás que Dios llena el círculo (más que línea) de los
siglos, porque El llena desde el primero al último.
Es el ojo donde se refleja toda la humanidad.
Caben todos porque Dios es más grande que la fe.
Por eso que puedes encontrarle.
Creo que le has encontrado.

(DIOS! (DIOS! (DIOS!


Me agarro a la palabra y la repito,
porque en ese nombre se esconde tu realidad.
La pronuncio con cariño, así reconozco que te pertenece.
3. - PADRE:

DEL DIOS DIFUSO


AL DIOS PADRE AMOROSO

Hombre XXI. -Uno de nuestros problemas hoy es la familia. Te he oído muchas veces
hablar ilusionadamente de tus padres. Pero, )qué les debo yo, por ejemplo, a mis
padres?

("Hombre XX" conoce bien la dura historia familiar del joven "XXI" y prefiere no
entrar en ella. )

Hombre XX.-Si te digo que Dios es Padre, )cómo te repercute dentro? )cómo
reaccionas?

Hombre XXI. -Me gusta y lo rechazo al mismo tiempo. Me resulta más comprensible
como creador o energía universal, aunque me llena menos.

Hombre XX. -Estás condicionado por un rechazo hereditario. Pero es que Dios no
tiene nada que ver con el padre carnal y mucho menos con lo masculino. Es padre-
madre-esposo-amigo, es decir, el que nos comunica la vida; de todas estas maneras
le llama la Biblia y todo eso significa esta hermosa palabra. Jesús le llama "Abba" y
dicen que era una palabra muy cariñosa, como dicha por un niño.

Hombre XXI. -Precisamente cuando se le presenta como Padre me resultan aun más
incomprensibles muchas desgracias y silencios de este mundo nuestro. . . )Dónde
está cuando tantos sufren?

Hombre XX. -Veo que en esto no habéis cambiado los del "XXI", es una de las
preguntas más viejas del mundo. Prueba a hablar con El, prueba a llamarle"Padre"
confiando en El. )No crees que en nuestra sociedad la cabeza le ha robado terreno al
corazón? Dios Padre está para romper las soledades. El hombre que cree superar la
soledad con triunfos sociales lo logra solo en parte; después de un triunfo espera
otro y se abren nuevos huecos que pueden terminar con una sensación de vacío en su
vida. Por ser omnipotente, a Dios le resultan demasiado pequeños esos triunfos, pero
como a Padre. . . , habrá que invitarle, debe ser muy agradable su sonrisa.

Hombre XXI. -Me gustaría que fuese de verdad un Padre. Pero sé por experiencia
que esto no es una palabra o una teoría. De momento esa palabra me resulta me
resulta más asequible como tema de diálogo que para expresar mi fe.

HOMBRE XX. -Ya te lo he dicho, pruébalo.


Resumen 31 : EL CAMBIO DE DIOS A PADRE

No basta creer en Dios. Necesitamos imaginarlo de alguna manera, porque lo que no


se puede imaginar queda fuera de la órbita del corazón. Por eso Jesús nos le preenta como
PADRE.
Cuando Jesús asegura que DIOS ES PADRE, nos sitúa en el punto más nuclear de la
vida, el de la paternidad-maternidad, cuando la vida llega a tal plenitud que, por su propia
fuerza, uno la puede transmitir para que quien le recibe como hijo la aumente y, a su vez,
se convierta en nuevo padre, en una cadena de elaboración y transformación para perpetuarla
en el mundo. Siguiendo el curso de la vida, nos encontramos siempre con un padre y luego
con el Padre.
Jesús fue el proclamador oficial de esta verdad sencilla y profunda: Dios es Padre.
Pero el descubrimiento venía de lejos y se fue configurando a lo largo de la historia del
pueblo de Dios.
Cómo Dios se convirtió en Padre es una historia interesante, aun no terminada en
muchos creyentes, de la que os contaré algunos pasos.

El primer proceso

A Dios se le descubrió como Padre a partir, sobre todo, de tres caminos o, más
bien, experiencias: creación, el perdón y la conciencia de pueblo. Recorremos también
nosotros estos tres caminos.
Dios es Creador porque todas las cosas han salido de El, pero no todas participan
por igual de su ser; solo de una, el hombre, se ha podido afirmar que responde a un íntimo e
imperioso deseo suyo: "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Las cosas
responden a una orden de Dios, que manda que existan, mientras que, para crear al
hombre, se concentra en su interior y lo saca de sí mismo. La reflexión de las cosas, en
cuanto creadas, nos remite a su origen; pero, cuando esa creatura se llama hombre,
descubrimos que Dios se llama Padre porque de El salimos. Meditándote a ti mismo
descubres que, más que creatura, eres hijo. Las cosas no tienen la vida de quien las produce,
el hijo sí tiene la vida del Padre. Por tener vida de Dios, descubrimos que es nuestro Padre.
Paradójicamente también el pecado nos remite al Padre. El Dios tremendamente
justo, casi vengativo, de algunas presentaciones veterotestamentarias, aparece de pronto
con entrañas de misericordia, siempre dispuesto a perdonar, con reacciones de ternura y de
comprensión, no castiga definitivamente sino que una y otra vez vuelve a amar y cuidar a los
suyos. A base de experimentar muchas veces el perdón y de darse cuenta de que Dios se
volvía atrás de su propia palabra de amenaza de destrucción, los antiguos creyentes
aprendieron a confiar y proclamar: "El perdona todas tus culpas y cura todas tus
enfermedades. . . ; te rodea con su misericordia y su cariño... ; el Señor es compasivo y
clemente, paciente y misericordioso. . . ; porque El conoce nuestra masa, se acuerda de que
somos barro" (Salmo 103, 1-13). )Quién puede perdonar así en esta sociedad? Los padres,
solo ellos lo hacen así por instinto, solo elllos perdonan de forma tan absoluta e
incondicional. Por eso la experiencia del perdón es una de las que mejor nos acerca a Dios
Padre. )Comprendes ahora para qué sirve el arrepentimiento y la confesión?.
En tercer término, se sienten pueblo escogido por Dios, que en ellos REPARTE el
mismo amor y protección Y les acompaña siempre. Dios ha puesto su confianza en ellos:"El
dijo: son mi pueblo, hijos que no me engañarán" (Is 63, 8). Son hermanos entre sí, son
pueblo, porque el mismo Padre les engendró y eligió a todos; la familia es lo que hace
descubrir a los padres.
Es así como ya en el Antiguo Testamento la figura de Dios PADRE empieza a
imponerse sobre la de juez y castigador. Pero es aun un Padre con muchas limitaciones: es
Padre del pueblo israelita más que de otras comunidades, de aquellos que le obedecen más
que de todos; es un padre restringido y distanciado; se atreven a hablar del Padre pero no con
el Padre, habría sido demasiado atrevimiento.

Cómo lo vive Jesús

Sin embargo, es Jesús el descubridor y predicador de Dios PADRE como único Dios
verdadero. Habla del y al Padre. Esta es una de sus novedades, escandalosa para muchos
creyentes de la época, sobre todo los más instruidos y representantes oficiales, y tierna para
los sencillos.
Se descubre primero a sí mismo como Hijo de Dios; si algo queda claro en el
Evangelio es esta conciencia que Jesús tuvo de ser Hijo de Dios; se sabía enviado por el
Padre, nacido de El, protegido por El, lo que dio seguridad y esperanza a todos sus pasos.
Esta conciencia filial es el dato más firme de su personalidad y la fuente de su espiritualidad.
Cuando de niño empezó a escuchar lo que de Dios decían las Escrituras y los rabinos,
fue descubriendo un Dios seguro, muy fuerte, el Dios de su pueblo judío, que tenía las
nubes por diadema y las montañas por escabel de sus pies, que se mezclaba incluso en las
guerras para premiar o castigar; se podía adorar aquel Dios mirando la altísima bóveda del
cielo o recordando el paso de los israelitas por el mar que se abre ante ellos, pero no era tan
fácil descubrir a ese inmenso Dios en una flor o en la mirada del niño que vivía al lado de la
casa.
Fue quizás mirando a su madre como descubrió que aquel Dios era verdad pero no
toda la verdad. Lo sentía ciertamente como una fuerza volcánica que le empujaba por dentro
pero, al mismo tiempo, fueron creciendo en El unos sentimientos que le llevaban a Dios
con cariño, con dulzura, como si la fuerza de la sangre no le acercase tanto a José como a
otro padre que aun no sabía precisar. Era el equivalente divino de María. )Cuándo se atrevió
por primera vez a llamar Padre a Dios? )Fue quizás después de la primera conversación que
tuvo con María sobre su maravilloso origen virginal?
Sí, El era HIJO DE DIOS. Dios era SU PADRE. Un descubrimiento sublime,
trastornador, que le hizo verse distinto de todos los demás sin dejar de ser igual a ellos. Fue
aquel día cuando, al dirigirse a Dios en la oración, quiso llamarle Padre, pero la palabra
que salió de sus labios fue otra: "Abba", papá. Y ya nunca más volvió a llamarlo de otra
manera.
Cuando legó la hora de la predicación se encontró con un dilema: )a quién predicaría,
a Dios o al Padre? Habló de Dios, porque la palabra era válida para sus oyentes pero,
cuando manifestaba una relación personal, usaba indefectiblemente la misma palabra:
"ABBA". Entre sus oyentes hubo sorpresas, admiración y escándalo; pronto se pusieron en
marcha las primeras conspiraciones contra El porque no eso era solo un problema de
palabras, era una actitud que cambiaba todo el planteamiento de la religión, pues las
relaciones de un hijo y un padre no se rigen por leyes externas. Fue así como la verdad más
deliciosa de Jesús, que Dios es Padre, se convirtió en su propia sentencia de muerte, murió
por el Padre, por defender esa realidad, para que todos pudiéramos llamarle así.
Pronto empezó a hablar también de "vuestro padre", ya en el Sermón de la Montaña
repite esta expresión dieciséis veces. Entre los campesinos de Galilea, donde hablaba del
Reino con comparaciones de lirios, higueras y tareas de la casa, este Dios les resultaba
mucho más suyo, más cercano que el viejo y riguroso Dios de las sinagogas al que tenían
que servir estrictamente para alcanzar sus favores. "Vuestro Padre"; esto era nuevo, no
coordinaba bien con sus esquemas mentales, pero los circuitos interiores del corazón se
sentían conmovidos y reanimados al escucharlo. La gran sorpresa vino cuando un día les
invitó a que también ellos le llamasen así: "cuando recéis, decid: Padre, proclámese que tú
eres santo. . . "( Lc 11, 1-4 ).
Esta fue la primera gran revelación de Jesús a los hombres:cambiarles el concepto de
Dios convirtiéndole en Padre. Extrañamente los hombres han tenido reticencia a esta
maravillosa intimidad y continuamente dan marcha atrás. Sigue también la pasión generada
por esta maravillosa revelación en una sociedad tan necesitada de sentimientos familiares.

Le resulta difícil que le reconozcan como Padre.

La lucha entre Dios y el Padre, es decir, entre el concepto de Dios, lejano y


abstracto, y el de Padre, cercano y experimental, la han mantenido viva siempre los
hombres y no la han acabado.
Dios no aparece como Padre en la larga época de la predicación de "los novísimos" o
"verdades eternas", en que el hombre, pasada la barrera de la muerte, tiene que habérselas
con un juez meticuloso y rigurosísimo que reparte condenaciones y salvaciones de acuerdo
con un código que nunca llegamos a cumplir del todo; el temor fue el fruto prevalente de esa
predicación. Olvidamos que quien nos espera detrás de la muerte es un Padre. Tampoco
aparece como Padre en la rica elaboración doctrinal de los Sacramentos y su administración,
cargada de tecnicismos jurídicos, pues se trataba de poner las condiciones necesarias para
que la relación de Dios con el hombre no encontrase obstáculos y tuviese una eficacia casi
automática. Hasta el sacramento de la misericordia, la confesión, tenía más de desarrollo
judicial que de encuentro amoroso entre Padre e hijo. Durante largas épocas el sublime e
íntimo descubrimiento de que Dios es Padre y que nunca deja de serlo y que le podemos
llamar así, en lugar de ganar terreno, lo fue perdiendo. Sin embargo, no hay más Dios que
el Padre; los demás dioses son menores o falsos. Afortunadamente El es tan Padre que ejerce
de tal incluso con los que le tratan como servidores más que como hijos.
Llamar Padre a Dios es la última fase de la evolución religiosa y cualquier otro
planteamiento supone un retroceso y una tergiversación. )Por qué tiene que haber tantas
reticencias a este gozoso planteamiento espiritual? )Por qué aun hoy se habla más de Dios
que de El Padre?

Dios es Padre de la familia.


Por eso Jesús rescata a Dios de los templos y lugares especializados, donde siempre
se le dio culto, y lo mete en la familia; ya no le bastan las relaciones cultuales sino que
quiere además otras más íntimas y familiares. La familia-comunidad da sentido al culto y al
templo. Dios solitario no existe en ninguna parte; el Dios tan altísimo que solo mantiene con
los hombres unas relaciones oficiales es irreal; el único Dios verdadero es el Padre que vive
con la familia y se comunica con ella, preocupándose amorosamente de todos y cada uno.
No hay padre sin hijos, no hay Dios-Padre sin familia. El Padre cuida de sus hijos, los
protege, pero no los convierte en autómatas ni en niños impotentes; el primer don de los que
pertenecen a la familia es la libertad. Este cuidado del Padre es lo que llamamos
PROVIDENCIA, esa maravillosa sensibilidad de Dios por todo lo de sus hijos, desde la
comida a los cabellos; al hablar de esto, el lenguaje de Jesús se vuelve tierno y sentimental.
Solo hay un padre para todos los hermanos, )qué sentido tienen las absurdas
polémicas religiosas, tanto de guerras como de teología, de iglesias diferentes o de
movimientos de espiritualidad? La gran ilusión de Jesús para los suyos es la unidad, "que
todos sean uno, como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo" (Jn 17, 21-22). No una
simple unidad de maniobras al caminar por las calles de la vida entre los codazos de la lucha
social, sino la unidad que viene de la misma vida del Padre que corre por nuestras venas y
respira por nuestros poros. Solo es buena una religión que nos lleva a mantenernos unidos. El
sentido de la Iglesia es realizar la familia de los hijos de Dios.
Jesús destaca con énfasis que, en la familia, el Padre Dios se preocupa sobre todo de
los pobres, humildes y sencillos, aquellos menos afortunados en el reparto de la tierra, los
que sufrieron la fuerza de otros más poderosos, aquellos cuyo corazón no es complicado
porque tampoco lo es su mente y, por lo mismo, están siempre cerca de la luz. Un hijo
empieza siempre siendo niño y es en la niñez cuando más influencia recibe del Padre y por
eso los hijos de Dios tienen que hacerse niños, pobres de espíritu, dispuestos al crecimiento
interior y a la colaboración eficaz para que todos los hermanos puedan comer el mismo pan.
Este es el Padre de Jesús. Este es nuestro Padre.
Pero hay que tener en cuenta que Dios Padre no es la sublimación infinita del Padre
terreno, varón, masculino; por una parte vivimos una época de fuerte reivindicación
femenina, por otra parte, la imagen clásica del padre como sujeto de autoridad está
socialmente devaluada y en muchos casos rota.
Dios Padre no tiene nada que ver con la cultura y la sociedad masculina; más exacto
sería decir que Dios es padre y madre a la vez. No es desde nuestra imagen de padre-varón
como hemos de entenderle, sino desde la intimidad con que Jesús le trata; es mi Padre, pero
no como mi padre, sino como el Padre de Jesús. Las únicas relaciones buenas con El son las
de amor.

ANEXO : DIOS ES PADRE-MADRE,


DIOS ES PERSONA VIVA Y CERCANA.

-)Cómo te fue? -pregunté el otro día a Sara, que ha pasado el verano con sus
padres y dos hermanos más pequeños; son días en que es más fácil la intimidad con
los padres, tan difícil en el ritmo normal del trabajo y del estudio. Y me contestó:
-A mis padres, sobre todo a mi padre, le he notado cambiadísimo. Antes en
mi casa todo lo mandaba él; ahora manda mi hermano pequeño, es un cara,
protesta siempre e impone su protesta para esclavizar a los demás; mi padre calla,
parece cansado.

La relación padre-hijo ha cambiado de tal forma que la figura del padre ha


quedado indefinida y sin fuerza, no sabe bien cuál es su función y cómo cumplirla. Si
Dios es Padre, )a qué tipo de padre nos referimos, en quién hemos de fijarnos para
comprenderlo? Pero hay otra pregunta más grave: si la figura del Padre está tan
indefinida y deteriorada en la sociedad, )podemos continuar llamando Padre a Dios,
no sería más acertado llamarlo de otra manera? Si la imagen de la madre se ha
salvado más que la del padre, ) no es más acertado llamar Madre a Dios ?
Efectivamente, se ha escrito, aunque con cierta timidez, sobre el rostro materno y
femenino de Dios. Pero tampoco es esto porque, al llamar Padre a Dios, estamos
totalmente fuera de lo masculino y lo femenino, de los autoritarismos machistas y de
los igualitarismos feministas. Si alguna persona nos ha de servir de referencia, no es
precisamente por ser padre o madre, sino por reflejarlo en sus obras.
Esa expresión significa fundamentalmente dos cosas.
Primera, que Dios es persona y, por tanto, que podemos mantener con El
una relación personal, dialogal, de tú a tú. Este es uno de los puntos más difíciles de
admitir para la deficitaria fe de nuestra cultura; se admite y se habla más fácilmente
de un concepto despersonalizado: Dios, Fuerza Universal, Energía del universo,
Dios de la Razón. . . Seguramente porque un Dios así despersonalizado puede ser
discutido pero no compromete, nuestra vida no se siente implicada en sus decisiones,
no camina con nosotros ni nos corrige ni apremia. Es como si hablásemos siempre de
la Política sin nombrar nunca a los políticos, esa política despersonalizada, sin caras
ni nombres propios, no sería la tuya.
El único tipo de persona que conocemos es el hombre y nos resulta imposible
imaginar otro tipo de persona, siempre nos apoyamos en nuestras formas humanas
entre las que destaca, por ser nuestro origen, la del padre. Dios es Persona, un Ser
personal, tiene reacciones vivas hacia nosotros y capta las nuestras. No es etéreo ni
descomprometido ni difuso, está tan implicado en nosotros como lo puede estar aquél
que nos ha transmitido la vida. Porque de eso se trata en la paternidad, de transmitir
directamente la vida propia para formar otra persona, el hijo, siempre diferente y
nunca ajeno. Con el Padre, con Dios-Persona, se ha de mantener una relación
dialogal. Háblale y escúchale, mira y déjate mirar, siente y capta sus sentimientos;
ése es el diálogo con la persona divina tan infinita que tenemos que llamarle Padre e
Hijo y Espíritu.
El otro significado es que la relación con El ha de ser vital, íntima, de
corazón. No es una relación de ideas ni de energías ni un simple cruce de impulsos.
Lo que entendemos por "corazón", eso forma parte esencial de nuestra relación con
Dios Padre. En la Biblia, historia emocionada y fuerte de las relaciones de Dios con
su hijo Israel, se habla de sus sentimientos, sus cóleras y arrepentimientos, su
misericordia, sus ilusiones, todo muy vivo y siempre desde dentro. Si se pierde esta
relación íntima, es muy fácil perder a Dios, porque deja de interesar. El hombre
occidental, mecanizado en todas sus formas, difícilmente capta esa dimensión
intangible, aparentemente inútil por ineficaz, pero que es la que más necesita.
Muchos deportistas y artistas quieren tener cerca a sus padres, esposas o
novias en una competición importante porque les aporta equilibrio afectivo que llega
hasta un mejor rendimiento; no les basta el ojo de la cámara televisiva ni las páginas
de la crítica deportiva ni los reportajes gráficos; la vida íntima, el corazón, viene de
otra parte y quieren tenerla cerca. Dios cumple esta función en las luchas esforzadas y
anónimas de la vida. Con Dios Padre tu vida siempre tiene calor, calor vital, no se
reduce al frío económico ni a la soledad del triunfador; a El no le importa demasiado
una hoja de servicios muy brillante, le gusta proyectar sobre ti su corazón y un rato
de charla confiada antes y después de la competición.
MI PROFESION DE FE EN LA PATERNIDAD MATERNAL DE DIOS

Creo en Dios Padre que, más que crearme, me ha engendrado;


por eso no soy una simple criatura, sino un hijo.

Creo que Dios es mi Padre porque me perdona,


y sé que me juzga más con el corazón que con la ley.

Creo que Dios es el Padre de toda la familia humana y, por eso, la fe en Dios es la
mayor fuerza para la familia universal.

Creo que Dios es Padre de Jesús de una forma eminente y única, porque sólo con El
la intimidad llega hasta la identificación.

Creo que a Dios Padre solo le conocemos a través de Jesús,


pues sólo a El se reveló plenamente.

Creo que Jesús nos participa su conocimiento e intimidad


con el Padre y por eso podemos llamarle así.

Creo que a Dios Padre no le podemos encontrar fuera de la


familia, porque no vive en solitario sino con sus hijos.

Creo que Dios Padre es el único Dios verdadero y que todas las demás imágenes de
Dios son deficientes y hasta idolátricas.

Creo que Dios Padre me ama personalmente


y me siento conmovido y seguro de ser amado por El.

Creo que debo amarle con toda la voluntad, con toda la inteligencia y con todo el
ser; y que este amor es el compendio de toda religión.

Creo que como Padre me acompaña en esta olimpiada de la vida, preocupado e


ilusionado por mis rendimientos.
4. - CREADOR:
CREACIÓN DE DIOS
CREACIÓN DEL HOMBRE

"HOMBRE XX" y "HOMBRE XXI" dan una vuelta por las instalaciones de la
Universidad en la parte alta de la Diagonal, y pasan por delante de la facultad de Biológicas
y, un poco más allá, de la de Químicas.

Hombre XXI. -)Crees que lo lograrán?

Hombre XX. -)Qué?


Hombre XXI. -Estos de la bioquímica, )lograrán normalmente desarrollar vida
humana en un laboratorio?

Hombre XX. -(Qué horror!

Hombre XXI. -)Y por qué no: (qué maravilla!?

Hombre XX. -Porque ese poder, como todo poder, quedaría pronto en manos de
unos pocos que manipularían la humanidad en una dirección interesada; estaríamos
pronto en el hombre "unidimensional".

Hombre XXI. -No quiero ni pensarlo: oleadas de hombres creados para aniquilar o
para anular a los diferentes. O quizá oleadas de científicos o deportistas, )qué te
parece? En fin. . . Pero, )podrán?

Hombre XX. -En mi pueblo aprendí que Dios es el único dueño de la vida, porque
sólo El ha creado el cielo y la tierra. El crear vida es propiedad exclusiva suya y
nadie se la arrebatará.

Hombre XXI. -Muchas veces he oído que Dios lo creó todo al principio, pero a mí se
me ocurren unas cuantas preguntas: )la tarea creadora de Dios se acabó al
principio del mundo? )cuánto tiempo tardará el hombre en sustituirle del todo en sus
facultades creadoras? )qué creación está más cerca de Dios, la del pueblo o la de la
ciudad, la de la naturaleza o la de la técnica?.

Hombre XX se quedó pensando que, cuando era niño y miraba los campos y
montañas, no tenía ninguna duda de que aquello lo había creado Dios, pero ahora, cuando
mira la ciudad y se pregunta quién la ha creado, no le sale espontáneamente la misma
respuesta.
Resumen 41 : DIOS ES UN CREADOR IMAGINATIVO

INCANSABLE

Dios es el creador único del mundo y del hombre y es el Unico que existía antes de
que existiesen las cosas.
Este es el primer artículo de fe que creyó la humanidad y nadie lo dudó hasta la época
moderna en que el hombre se preguntó por qué no pudo surgir todo de una especie de
torbellino prodigioso en que se van creando energías propias que determinan nuevas
corrientes, algo llamado "big-bang", "átomo infinito" o de otras maneras.
Hagamos varias anotaciones previas.
Desmitificadas las afirmaciones mitológicas con que las antiguas tradiciones
religiosas nos transmiten la creación, necesitamos expresiones nuevas, válidas para nuestro
mundo cultural. Las ciencias positivas hacen de continuo nuevas aportaciones a nuestro
mundo, pero se detienen en un punto:el origen del origen. Al hombre le corresponde
transformar la existencia y empujar la evolución, pero a Dios le queda la tarea intransferible:
hacer que las creaturas sean creaturas e hijos.
Otra anotación es que el tema de la creación y el de la salvación van unidos y
mutuamente referidos; la historia de la creación no es más que el primer capítulo de la
historia de la salvación, que incluye todo el proceso y finalidad última de la creación para
llegar a su realización definitiva. No se trata de saber cómo empezó el mundo, sino de cómo
mi mundo continúa vinculado a Dios y hacia dónde camina.
Por último. tenemos en cuenta que la creación es progresiva; la primera creación ( la
puesta en marcha del mundo ) está ordenada a la nueva y última creación ( la culminación de
todas las cosas en Dios ). Si la primera depende directamente de Dios, la segunda aparece
más dependiente de Jesucristo y, cada vez más, del hombre. La creación se está creando.
Esta es la visión histórico-salvífica de la creación.

DIOS Y LA PRIMERA CREACION

Dios creó todo de la nada.


Pero la nada no es como un inmenso y mágico depósito de posibilidades donde un día
empezaron a brotar las cosas. Dios crea las cosas por sí mismo y de sí mismo, es decir, de
nada preexistente, de nada que no fuese El mismo. Nuestro origen no es la nada, pues de la
nada no puede salir nada; nuestro origen es el Todo, Dios.
Por tanto el mundo no puede caminar hacia formas de anulación:guerras,
pesimismos, muertes; el destino del mundo es el Todo, la plena realización. En el mismo
origen del mundo está escrita la esperanza y su destino de consumación; el principio y el fin
de la creación coinciden.
Dios se refleja en las cosas que ha creado, dejando en ellas vestigios de su ser, de su
grandeza y delicadeza; pero no se identifica con ellas, porque nada creado es divino ni debe
ser servido con absolutismo, pues se convertiría en idolatría. El materialismo es la
tergiversación del sentido de las cosas. Entre las cosas y Dios existen una serie semejanzas y
desemejanzas, aunque las desemejanzas son más acentuadas que las semejanzas. Las
semejanzas hacen que las criaturas tengan siempre una referencia a Dios y que no sean del
todo independientes, pues perderían su primer apoyo vital; las desemejanzas hacen que las
cosas tengan valor y consistencia propias y que puedan ser amadas por sí mismas.
Estas son dos afirmaciones fundamentales:el valor propio de las cosas y su relación
permanente con el Creador.
Todo lo creado por Dios tiene un ser y un valor propios. Dios veía que cada cosa que
creaba era buena y la Escritura lo dice cantando, como un estribillo musical, gozoso por
cada obra que brota de su borbotón creador. Y, porque cada cosa tiene su valor propio, ha
de ser amada en sí misma. Dios no se deja sustituir nunca por las criaturas, pero tampoco las
criaturas se dejan sustituir. Esta es también la tarea del hombre:comprender que las cosas
limitan, por una parte, con el infinito y, por otra, con la nada, y comprometerse a
desarrollar todo su valor.
La creación vive en relación permanente con el Creador. Este es el punto que más nos
interesa. Lo que se plantea es, sobre todo, la relación de Dios con el mundo, no solo en su
origen, sino ahora, la autonomía del mundo, saber si la fe estorba o aporta algo insustituible
al progreso del mundo. Todo lo creado, por su condición de creatura, está en referencia
intrínseca a Aquel que le dio el ser; y, cuando lo creado es consciente, es decir cuando es
hombre, ha de reflexionar continuamente esta referencia para no caer en la tentación de la
independencia materialista y deshumanizante. Esta referencia ha de estar más clara a medida
que las criaturas avanzan en la escala de la perfección; por eso el hombre, "number one" de
la creación, ha de tender continuamente a Dios como a su fin último porque solo en El
encuentra la perfección definitiva; separado de Dios, no logrará ser plenamente hombre.
Caminando por el mundo entre lo creado y con lo creado, caminamos con Dios. No
podemos huir de la creación para encontrarnos con Dios; aunque nosotros huyamos del
mundo, Dios se queda en él.

CRISTO Y LA NUEVA CREACION

La creación, iniciada por Dios en un momento lejanísimo, fue avanzando


penosamente y llegó a su punto culminante en Cristo, el indiscutible "número 10" de toda la
historia.
Cuando Cristo era el Verbo eterno de Dios y no se había convertido en Jesús de
Nazaret, era ya el motivo fundamental por el que Dios creó todo: "Al principio ya existía la
Palabra. . . Mediante ella se hizo todo; sin ella no se hizo nada de lo hecho" (Jn1, 1-3). San
Pablo lo repite con igual claridad escribiendo a los cristianos de Corinto:"Para nosotros no
hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos destinados
nosotros, y un solo Señor Jesucristo, por quien existe el mundo y por quien existimos
nosotros" (I Cor 8, 6 ).
Cuando el mundo era una masa informe o unos elementos simplicísimos en una
primera fase evolutiva, salió de Dios un grito poderoso que puso en marcha todo aquello con
una dirección y una finalidad; en la mente de Dios resonaba una palabra que lo llena todo y
es el fin de la creación:JESUS. Durante centenares, millares, millones de años el mundo fue
avanzando lentísimamente, muy lastrado por su imperfección original; pero el Verbo, la
Palabra poderosa de Dios, era una fuerza incontenible que no permitía a las cosas caer en la
nada primitiva, sino que las empujaba hacia una plenitud de vida. Hasta que
" la Palabra se hizo carne,
acampó entre nosotros
y contemplamos su gloria " (Jn 1, 14 )
Cristo se convierte así en el punto culminante de toda la creación que, sintiéndose
pequeña, esclava y sin energías para elevarse al máximo destino, esperaba ansiosa esa nueva
fuerza que cambiaría su destino al darle la libertad y la gloria de los hijos de Dios (Cfr. Rom.
8, 19-22).
No es fácil comprender estas afirmaciones ni mucho menos explicarlas, pero una
cosa esta clara:que la creación se orienta al hombre y en Cristo ha alcanzado una cumbre
insuperable, nunca llegará más lejos. Los grandes misterios de su vida son símbolo y
anticipo de lo que será el mundo evolucionado; su concepción virginal puede indicar el poder
interior del hombre que, con la fuerza de su espíritu, podrá realizar todas las tareas ahora
reservadas a la materia, incluso la generación de la vida; con su cruz señala la fuerza gigante
de la parte sufriente de la humanidad; con su resurrección expresa el destino último del
hombre, poseído ahora en garantía y en primicias; con su bajada a los infiernos domina
definitivamente el mal y asciende para elevarnos.
El mundo más perfecto será aquél en que más realicen las obras de Cristo, que está
empujando todo hacia una nueva creación, "un cielo nuevo y una tierra nueva", iniciada ya
en el interior del hombre que responde a la llamada de Jesús. Toda la creación está llena de
este impulso de Cristo que ha cambiado el ritmo de la historia y ha dado a la humanidad unas
perspectivas y esperanzas como jamás pudo soñar.
Es así, a través de Cristo, como Dios realiza la salvación de los hombres mediante
una creación prolongada
Dios tuvo un proyecto desde el principio sin principio:que todos los hombres llegasen
a tener plenitud de vida, pero vida inacabable, eterna, como la suya. El punto máximo de
este proyecto se realiza en el HOMBRE-DIOS, que es Jesucristo. La primera creación era
muy imperfecta porque estaba dominada por la materia, que empezó a clarificarse y
ordenarse cuando "el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas" (Gen 1, 2); la
nueva creación se realiza en la medida en que el aliento de Dios, su Espíritu, penetra en
cada hombre y le empuja hacia una vida nueva y una gran comunidad; la nueva creación
avanza en la medida en que avanza el Espíritu de Jesús y en la medida en que los hombres
espiritualizan su vida, La primera creación empezó por la materia, la nueva creación es la
plenitud del espíritu. El destino del mundo es la espiritualidad.

EL HOMBRE CREADO Y CREADOR

El poético relato del Génesis se ordena en una hermosa progresión hacia la aparición
del hombre que llega con el encargo de dominar y cultivar la creación; criatura y creador se
confunden en la tarea.
El hombre es creado como parte de la creación, no como un ser ajeno a ella o como
un vigilante foráneo; por su corporeidad, el hombre también es mundo, no solo ser
espiritual de visita en el bazar desordenado de la creación. Aparece en una época tardía de la
evolución, por eso es más perfecto, es la perfección de la creación. Al mismo tiempo el
hombre supera la creación, es el único ser consciente de que habita el mundo y de que tiene
una misión que cumplir, el único que sabe que va a morir y que, a pesar de la muerte,
seguirá viviendo. Para crearlo, Dios no dio ninguna orden hacia afuera sino que entró en una
reflexión profunda e íntima hasta concluir:"hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza"(Gen. 1, 26), lo que significa que el hombre es un ser espiritual, un "soplo" o
"espíritu" comunicado directamente por Dios, y que es obra de amor, porque Dios le ha
comunicado su vida y esto solo se hace por amor.
El hombre es consciente y libre. Se conoce a sí mismo y a sus semejantes
imponiéndoles un nombre y, sobre todo, pudiendo hablar al Dios personal y trascendente.
Tiene libertad incluso para tomar una opción que no esté de acuerdo con los requisitos de
Dios; (lástima de tan gran don para tan mal uso!.
Esta es la grandeza del hombre:que resume el amor de Dios y la fuerza de la
creación-evolución. La materia sujeta a devenir "cruza un dintel especial" para formar el
espíritu humano en un determinado ser o ejemplar (teóricamente pudieron ser
varios:poligenismo). La evolución material apunta al hombre, pero se necesita una
intervención especial del amor divino, aunque no independiente de la evolución natural,
para la aparición del alma; la acción especial de Dios y las fuerzas naturales de la evolución
actúan conjuntamente para producir este gigante de la creación que es el hombre.

El hombre también es creador

Por esta chispa divina que le acompaña, el hombre creado se convierte en creador,
nace ya con el encargo de dominar la tierra. El hombre es el usufructuario y responsable de la
ceación. Por eso, cuando es dirigido por las cosas en vez de dirigirlas, la creación da un
paso atrás; el consumismo crea un hombre dominado y esclavo, destructoramente
condicionado por lo material, con lo que continúa siendo meramente creado y desciende a
esclavo, pierde su facultad de creador y se queda en productor.
En virtud de su alianza con Dios, el hombre es responsable de la evolución, porque
la creación es progresiva, nada se hizo como es ahora ni es ahora como será definitivamente.
La libertad del hombre se orienta a la creación para imponerla un dinamismo evolutivo que
vaya siempre a más y mejor, a pesar de sus momentos regresivos, porque la evolución por sí
sola es ciega y demasiado imperfecta.
El hombre no puede perder de vista una ley inviolable:solo es positiva la evolución
cuando hay un avance hacia el espíritu; el progreso técnico y el bienestar material sirven en
cuanto hacen al hombre más dispuesto al crecimiento interior, de lo contrario, el progreso es
retroceso. En el designio de Dios, el hombre carnal se ha de convertir en hombre espiritual,
hasta llegar a una vida que supere la muerte y que sea capaz de espiritualizar la carne; no
importa tanto la generación de carne y sangre (función al alcance de laboratorios), sino la
generación del espíritu.
Por eso la primera gran regresión es el pecado. Según podemos deducir del relato
de la creación en el Génesis, el primer pecado perturba todo:hasta la tierra se endurece y
regatea sus frutos y el hombre se convierte en acusador de su hermano. Todo pecado tiene
una dimensión social y luchar contra el pecado es ir a favor de la evolución de la creación y
del hombre. En nuestra sociedad se compensan las tendencias materialistas con el despertar
de nuevos movimientos de espiritualidad. Es la evolución que pugna consigo misma, siente
sus propios retrocesos y los compensa con nuevos impulsos; cuando la materia tira hacia
abajo, solo el hombre puede empujar el espíritu hacia arriba.

El hombre es también creador del hombre.


En cada niño que nace, el misterio y el milagro del primer origen vuelven a repetirse.
Porque cada hombre, hijo de Dios, es también hijo de hombre. El hombre creado se ha
hecho creador; pero no es solo creador por una generación carnal, como María no fue sola
generadora de la carne de Jesús, sino que engendra vida humana. Es la vida lo que se crea y
se transmite y la vida es mucho más que la carne, aunque esencialmente unido a ella.
Dios y los padres crean simultáneamente al hijo, a todo el hijo; no es suficiente decir
que el cuerpo viene de los padres y el alma de Dios; ningún padre se considera padre solo del
cuerpo de su hijo, por otra parte, Dios no es ajeno al cuerpo; el hombre es padre de su hijo,
de la persona entera.
Nos resulta difícil señalar los límites y las sintonías de lo que corresponde a Dios y lo
que corresponde al hombre en la generación humana. Los padres resumen toda la historia
anterior y la ofrecen a Dios y al nuevo ser como posibilidad de un nuevo humanismo;
convierten esa historia en individualidad; así como la historia humana se resume, en cierto
sentido, en la vida de los padres, la historia de éstos pasa a ser parte de la vida de los hijos.
La generación del hombre no se reduce a un momento generativo ni a un solo
aspecto; es una influencia prolongada que empieza en la etapa prenatal, pues la creación del
hijo se inicia ya con la vida de los padres, continúa después en la infancia y la adolescencia y
todas las etapas de la vida; y se realiza en todos los campos, también en el moral, por eso un
hijo al que no se transmiten principios morales es un hijo mal engendrado. En cierto sentido
el niño es hijo de todo el mundo y de toda la historia; los padres condensan y agudizan ese
influjo y añaden algo absolutamente nuevo e imprescindible, el amor y el calor de su propia
vida.
Al mismo tiempo el hijo nace totalmente de Dios, que llama a esa materia a la vida y
la abre a un crecimiento libre y consciente y a una participación de su propio ser. Los padres
saben que esa vida pertenece a Alguien que les supera.

Aun hay que añadir que el hombre es incluso creador de Dios.


Es la faceta más sublime del hombre, administrador de Dios, su creador en cuanto
que es el encargado de realizar su obra; la presencia de Dios en el mundo queda disminuida
cuando no se realiza su obra. En la creación del hijo, Dios mismo queda sujeto a la creación
humana. En la transmisión de la fe es donde el hombre se hace más creador de la vida divina;
la fe es don del Padre, repartido generosamente, pero transmitido a través de los hombres;
los verdaderos hijos de Dios han de ser también padres, es decir, generadores y transmisores
de fe. Algo de Dios depende de ti, algo de su vida está en tus manos.
El momento máximo donde el hombre se hace creador divino es la eucaristía, en ella
se realiza el punto máximo de la creación y de la evolución. La eucaristía señala el poder
supremo del hombre y su destino definitivo, un poder ejercido en la medida en que es
espiritual, porque lo ha recibido de lo alto, y comunitario, porque lo ejerce unido a la
comunidad y en su nombre. Toda la fuerza de la tierra, condensada en el pan y en el vino, y
toda la fuerza del espíritu, condensado en la invocación al Espíritu Santo, y toda la fuerza
de los hombres, condensada en la asamblea reunida, dan como resultado que Cristo se haga
presente, que donde no había más que frutos terrenos surja la vida.
Esta es la grandeza del hombre creado y creador.
La creación de Dios es humana y la creación humana es divina. El mundo entero es
fruto de Dios y del hombre.
En esta creación-concurso el hombre gana terreno cada día, está tocando ya los
gérmenes de la vida y los somete en su laboratorio; )hasta dónde llegará? )cuál es el poder
último del laboratorio?
En conjunto esta olimpiada de la creación humano-divina ha logrado muchas
metas:hay más unidad, todos y todo está más cercano, cada día el hombre tiene más control
de las cosas, las domina y transforma hasta lograr "un mundo hominizado" y humanizado;
también el hombre se hace dueño de sí mismo, se conoce mejor, se cura más, supera sus
límites personales. . .
La evolución primera termina en el hombre; nuestra evolución avanza hacia Cristo.
Va bien nuestra olimpiada creadora; el mismo Dios ha introducido suficientes elementos
correctores.
ANEXO: LA CARNE EVOLUCIONA HACIA EL ESPIRITU

Cuando hablamos de la creación, pensamos siempre en el primer origen, un


punto cero esplendoroso en que el mundo dio un salto de la nada al ser. Es un
momento científico y un momento de fe; la ciencia se esfuerza por descubrir cómo
discurrió ese primer origen y la fe afirma que ahí hay que situar a Dios. No siempre
ha resultado fácil compaginar los dos elementos; durante muchos siglos predominó
exclusivamente el elemento de la fe , que eliminaba cualquier otra pregunta; la época
moderna provoca nuevos planteamientos:por una parte, ya no basta la fe para
explicar el primer origen, la ciencia tiene pendiente una palabra en la que está
empeñada, y por otra la evolución nos ilumina sobre una creación continuada, las
creaciones sucesivas son más importantes para nosotros que la primera.
Lo más cuestionante es la creación del hombre, sobre todo en su espíritu,
porque solo el espíritu es lo que hace que el hombre pase de animal a humano. )
Cómo nace ese espíritu humano? )es obra exclusiva de Dios que lo crea directamente
en cada caso? )qué papel juega aquí la evolución? El Magisterio de la Iglesia dio aquí
otra muestra de sus límites y capacidad de equivocación o, mejor, de iluminación
progresiva, porque también él está sujeto a evolución. Hoy las teorías evolucionistas
han entrado definitivamente en la agenda de la fe, pero frecuentemente la fe no está
en la agenda de los evolucionistas.
Evolución significa, ante todo, creación continua en la que estamos inmersos,
de la que somos fruto y a la que se nos pide colaboración. Más que un tema, es una
tarea con todas las manos, que se han convertido en manos creadoras porque son
manos del Creador.
Por eso un punto clave de la creación es la libertad. Desde el momento en que un
cuerpo evolucionó lo suficiente para ser apto para el espíritu, la libertad humana
empezó a ocuparse de los dinamismos naturales que hasta entonces dependían de las
fuerzas ciegas. La libertad es el primer don que hemos de cultivar y la libertad es una
facultad del espíritu, que ahora debe dirigir todas las tareas creadoras. A Dios no podemos
separarle del espíritu humano y al espíritu humano no podemos separarle de la creación;
Dios creador continúa presente y activo en la creación dando soporte y sentido a todas las
tareas humanas.
En el ejercicio de la libertad el hombre ha alcanzado capacidades portentosas y ha
llegado un momento en que parece que nada se le puede resistir; hablamos ya de la
creación de la vida en un laboratorio, de manipulaciones genéticas y de sanar
enfermedades del espíritu. Seguros ya de nuestras facultades, es preciso recordar
nuestros límites; lo mismo que no hay un origen sin Origen, tampoco hay un final
feliz si no se acepta el Fin inscrito amorosamente por el Padre en los genes de la
creación. La evolución siguió primero el proceso de la materia al espíritu y no
podemos retroceder ahora del espíritu a la materia, sería terriblemente regresivo que
las cosas se adueñasen del hombre, dirigiéndolo y esclavizándolo. Es terrible
descubrir cómo de continuo la evolución, en determinados puntos de la historia,
deriva hacia el aniquilamiento y las guerras espeluznantes.
Por encima de todo, es deslumbrante lo ya alcanzado y nos hace soñar lo que
sería si siempre nuestra tarea creadora estuviese dirigida por el Espíritu, que en el
origen ordenaba y orientaba las cosas. Dios ha sido tan condescendiente que se
reservó a sí mismo lo más imperfecto, lo original, la etapa en que el hombre apenas
se diferenciaba del animal; las etapas brillantes de la creación las ha dejado ya en
nuestras manos. En este brillante proceso nos queda una cuestión pendiente:)por qué
existe el sufrimiento de los inocentes, por qué no se puede suprimir de una vez para
siempre? Te remito a la respuesta de Jesucristo, unos capítulos más adelante.
En la gran tarea creadora escogemos un reparto de funciones, a mí me toca una
dedicación más directa a la función religiosa y a ti a económica. Me gustaría que en
tu faena laboral hubiese siempre un dinamismo religioso; tus esfuerzos ofrecen a la
sociedad una serie de valores que van mucho más allá de la rentabilidad. Ojalá entre
los dos, entre todos y con todas nuestras funciones, logremos empujar al hombre hacia un
más que termina en la trascendencia.
MI PROFESION DE FE EN DIOS QUE SIGUE CREANDO

Creo que Dios es Creador y Padre al mismo tiempo,


y que su vida de Padre la transmite en la creación.

Creo que, a través de la creación, Dios va realizando su obra redentora en el


mundo.

Creo que las cosas son buenas y dignas de ser amadas; vivo en un mundo bueno,
aunque sujeto a tentación.

Creo que el hombre es el punto culminante de la creación


y que el verdadero progreso está ordenado al servicio del hombre.

Creo que el hombre creado se ha hecho creador


y que ahora es responsable de continuar la obra de Dios.

Creo que Dios realiza su tarea creadora de forma progresiva a través de la


evolución y que colaborar en el progreso es colaborar en la obra creadora de
Dios.

Creo que solo existe la verdadera evolución cuando se avanza hacia una mayor
espiritualización del hombre y del mundo.

Creo que vamos caminando hacia una nueva creación, hacia un mundo y un
hombre cada vez más configurados con Cristo, que es el Alfa y la Omega, el
modelo y el impulso vital de la creación.

Creo en Dios creador del hombre,


creo en el hombre creador de Dios para otros hombres.

Creo en el mundo donde corre el aliento de Dios.

Creo que en esta Olimpiada de la Creación cada siglo se logran marcas


inimaginables y que el hombre está a punto de dar el gran salto:lograr que el
progreso alcance a todo el hombre (de dentro a afuera) y a todos.

Creo que, con el injerto de Cristo ya producido, Dios transformará todo


definitivamente.
II1 Parte :

JESUCRISTO

La parte referente a Jesucristo es la más amplia de todo el


Credo, lo que indica que Jesús es el centro y compendio de la
fe cristiana, y también es la más concreta, con afirmaciones
históricas como el nacimiento y la crucifixión, con nombres
propios como el de María o Pilato.
Con su forma histórica nos señala una manera de vivir, no solo
de creer, en nuestra época concreta.
5. - JESUCRISTO :
EL MAS BUSCADO

"HOMBRE XX" lleva colgado al cuelo un pequeño crucifijo y habla con


"HOMBRE XXI" mientras miran desde las Ramblas la gran imagen del Sdo.
Corazón que corona el templo del Tibidabo y domina la ciudad desde la
altura.

Hombre XXI. -Me gusta más la imagen que tú llevas al cuello que ésa de allá arriba.

Hombre XX. -Yo también la prefiero. Pero aun me gusta más la que tú llevas dentro.

Hombre XXI. -(Sorprendido). (Yo no llevo ninguna imagen de Jesús.

Hombre XX. -Sin embargo, me acabas de hablar de una, pues dices que te gusta más
ésta que yo llevo colgada, lo que significa que está más de acuerdo con la que tú llevasen la
cabeza o incluso en el corazón. Tú te has hecho tu propia imagen de Cristo, no lo dudes,
todos nos la hacemos; desgraciadamente muchas de esas imágenes son incompatibles y por
eso no sirven para unirnos.

Hombre XXI. -)Coincide la mía con la tuya?

Hombre XX. -En gran parte tu imagen cabe entera en la mía, pero me parece que la
mía no cabe entera en la tuya; la mía está hecha desde la fe, en la tuya predomina tu propio
ideal; la mía nace del Evangelio, la tuya nace de tí mismo.

Hombre XXI. -Las imágenes de Jesús son como las del científico especialista o el
fotógrafo deportivo, cada uno busca aquellos ángulos que expresan mejor su propia idea.

Hombre XX. -Lo importante es el Jesús real.

Hombre XXI. -Es más real el que tú llevas al cuello que el de la montaña.

Hombre XX. -Es más real el que llevamos dentro, pero puede estar deformado.

Resumen 51 : QUIEN ES QUIEN Y QUE ES CREER


Como de costumbre, aquel día Jesús se fue a hacer oración; algo había en El que a El
mismo le costaba comprender; )qué pensarían los demás, qué idea se estarían formando de
su persona? Volvió la cara y allí estaban sus discípulos mirándole admirados e intrigados. Y
les lanzó la pregunta directa:")Quién dice la gente que soy yo?" (Lc 9, 18). La gente, por lo
que le dijeron, no estaba de acuerdo, porque le juzgaban según ideas preconcebidas,
proyectando en él imágenes conocidas, que variaban desde Elías a Juan Bautista.
"Y vosotros, )quién decís que soy yo?", les preguntó directamente a ellos.
Pocas preguntas han sido tan repetidas y con respuestas tan diferentes. Desde hace
unos años ha surgido una pregunta nueva: )coinciden el Cristo de la fe y el Jesús de la
historia? )el Cristo que creemos y el que realmente fue es el mismo?
La pregunta tiene una raíz lógica. Jesús, ciudadano de Palestina, se dedicó a predicar
e inaugurar el Reino de Dios; pero, después de muerto, sus seguidores ya no predicaban
directamente ese Reino sino a El; así pasó de predicador a predicado, de predicador de la
salvación a Salvador. Se produjo, por tanto, un cambio profundo, aunque desde la fe el
cambio no lo es tanto, al contrario, responde a una lógica interna.
Los Evangelistas nos transmiten a Cristo como ellos le vivían, el Cristo de su fe,
porque no pretendían ilustrarnos detenidamente sobre la historia de Jesús sino convertirnos.
Desde la época en que veían a Jesús hasta que ya creían en El como resucitado hubo una
profunda evolución en la que nos preguntamos si en su interior se había configurado un
Cristo distinto, al menos parcialmente, del que realmente vivió. Es inquietante la pregunta,
pero la fe ha de aceptar todas las preguntas serias, porque no depende de las preguntas ni
siquiera de las respuestas; el objeto y el apoyo de la fe es el mismo Jesús.
Cabe también una pregunta distinta: )qué es más importante:creer en Cristo o tener
una idea acertada -no digo completa-de ese Cristo? )Puede existir una misma fe con ideas
distintas sobre Cristo? Muchos de sus primeros seguidores tenían una idea equivocada sobre
El; le escogieron como jefe, tal vez como líder de un movimiento de liberación, un mesías
nacionalista, un profeta milagrero; pero, detrás de esas ideas, algunos habían escogido
realmente a Jesús, y con su vida probaron que su elección fue más verdadera que sus ideas,
que luego tuvieron que corregirse, pero su fe era auténtica. A lo largo de la historia Cristo ha
tenido muchos seguidores así, que no pasarían fácilmente un examen mínimamente
teológico, pero que han sido capaces de dar la vida por Aquél en quien creían.
Afortunadamente la fe en Cristo es muy superior a las ideas sobre Cristo.
La historia de Jesús, interpretada desde la fe, es un buen camino para llegar a él; y
en el Evangelio disponemos de suficientes elementos como para poder hablar de historia
viva.
Es una pena que los caminos de los estudiosos y de los creyentes no siempre sean
acordes; todo creyente lleva en su cabeza una necesidad de verdad y debe aceptar todas las
preguntas e intentar las respuestas; y todo estudioso de Jesucristo lleva en su corazón una
necesidad de creer amando incluso por encima de todas las respuestas. El creyente y el
estudioso, cuando se juntan, nos acercan a Cristo. Intentamos aquí una aproximación a
Cristo desde la cabeza y el corazón al mismo tiempo, desde la verdad y el amor; los caminos
de investigación también son vías de amor.

BUSCANDO AL VERDADERO JESUS


El Jesús histórico

Hubo un tiempo en que, para encontar al verdadero Jesús, se quiso recomponer la


verdadera historia de Jesús, puesto que algunos pusieron en duda incluso su propia
existencia. Pronto se llegó a la conclusión de que no podemos reconstruir una historia
(entendida científicamente como hechos objetivos con sus pruebas documentales) completa
de Jesús, a pesar de que es uno de los personajes antiguos de los que más datos conservamos.
Sin embargo, hay una serie de hechos que, desde la crítica histórica más exigente, son
indudables en la vida de Jesús:el bautismo en el Jordán, el éxito inicial de sus primeras
campañas apostólicas, la elección y el envío a predicar de los discípulos, la crisis profunda
entre sus seguidores aproximadamente hacia la mitad de su vida pública y, sobre todo, los
últimos y más importantes acontecimientos de su vida:la subida a Jerusalén, con entrada
triunfal en la ciudad, la última cena con los suyos, el apresamiento y la crucifixión. Este
mínimo núcleo histórico es para otros críticos mucho más ampliable.
Esta limitación de lo estrictamente histórico en Jesús no le disminuye, al contrario,
le hace más universal, contemporáneo de toda la historia y actual en cada época. Es histórico
porque su vida fue real y está recogida en los Evangelios y, sobre todo, porque pertenece a
nuestra historia de hoy. Como gran campeón de la humanidad que es, recordamos algunas de
sus grandes marcas, el esfuerzo que realizó y la gran atracción que ejerce sobre los hombres;
pero, por encima de eso, queda el recuerdo de su persona; las imprecisiones históricas
sirven para que cada uno le pueda personalizar más.
A Jesús solo le podemos entender bien si le vemos en la realidad histórica que le tocó
vivir y en las situaciones conflictivas derivadas de esa realidad; separado de esta realidad,
nos puede parecer más divinizado, pero es más irreal.

El Jesús psicológico

)Cómo era Jesús por dentro? El hombre expresa su contenido interior en las palabras,
los gestos y en las reacciones más espontáneas. Cuando hechos y palabras coinciden en
expresar la misma clave ante la vida, hemos encontrado una actitud fundamental, que vale
mucho más que las fotografías. Miles de ojos, oídos y mentes estudiosas se han puesto a
observar las actitudes fundamentales de Jesús para reconstruir su perfil psicológico.
Pero hay un momento en que su persona sobrepasa nuestras categorías, entra en otras
dimensiones y es inútil querer juzgarla por nuestros módulos psicológicos. En definitiva,
tenemos que concluir que la psicología de Cristo no era solamente humana y, por tanto, se
nos escapa. Salvando este extremo, el camino es bueno para acercarnos a Jesús, porque por
ahí descubrimos sus sentimientos:la misericordia, la alegría ante una boda, la ira ante un
abuso interesado de los derechos de Dios, su miedo y fortaleza en la Pasión. . . Y por sus
sentimientos llegamos incluso a su conciencia, a lo que Jesús pensaba y sentía de sí mismo.
(Qué sugestivo y consolador resultaría conocer la visión que Jesús tenía de sí mismo y sus
reacciones ante sus propios descubrimientos personales!
Hay otros puntos clave en este interior de Jesús, como el de su conciencia mesiánica.
Hizo cosas sorprendentes y suscitó entusiasmos como MESIAS, como Liberador, como el
Esperado. También hoy día la admiración de muchos rebasa la fe. )Qué sentido le dio Jesús a
todo esto? A los suyos les impone un "secreto mesiánico", no quiere que le llamen Mesías,
seguramente por la idea equivocada del público sobre el Mesías como hombre triunfal. Sin
embargo, en la hora judicial ante el Sanedrín afirma claramente ser el Mesías, sabiendo que
con esta respuesta firma su sentencia de muerte; al reconocerlo solo en el momento de la
mayor derrota, descarta cualquier tentación de interpretación triunfalista de su persona y esto
le diferencia de todos los mesías políticos, económicos, etc. , que buscan ser reconocidos
como tales en la sociedad. Su conciencia mesiánica debió de ser más clara de lo que
manifiesta, aunque este descubrimiento a él mismo le resultó costoso y lento; la vocación
que compromete toda la persona en un servicio de entrega resulta lenta y difícil de descubrir.
Otro dato relevante de su conciencia era su sentido de "lo último", la llamada
"conciencia escatológica". Jesús, tan amante de la vida real, relativizó mucho todo lo
terreno y lo contrapuso a un nuevo orden de cosas, que El llamaba Reino de Dios; anunció
un gran cambio, una Buena Noticia, Dios hacía todo nuevo. )Cuándo? )Cómo? )Acaso
Jesús pensó que era inminente el final de este mundo desordenado para dar paso a la
realización plena del Reino de Dios? Así parece manifestarlo en alguna ocasión: "sabed que
está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que, antes que pase esta generación, todo se
cumplirá" (Lc 21, 32). Sin embargo en otras ocasiones asegura que el día y la hora no lo
conoce nadie, sino el Padre (Mt 24, 36). Es decir, lo que Jesús sabía respecto al futuro
definitivo nos queda en la incógnita; pero sí aparece como un buen descubridor de los signos
de los tiempos, que le gustaba observar.
Algunos llegaron a afirmar que Jesús y sus seguidores creyeron firmemente en la
inminencia del día final y por eso su predicación es tan exigente, porque no hay tiempo que
perder. Al no llegar ese final, sus seguidores se sintieron defraudados y reaccionaron
divinizando a Jesús, con lo que crearon una nueva religión. Esta teoría es un ejemplo de lo
que es una interpretación preconcebida y limitada.
Lo que sí resulta claro es que en el interior de Jesús hay concordancia y tensión entre
el presente y el futuro; el presente se ha de vivir como un esfuerzo hacia lo definitivo, donde
Dios realizará plenamente los valores del Reino; y ese futuro es una luz y un estímulo para ir
realizando ya ahora los valores definitivos, tomados como norma práctica de nuestro vivir.
Es la tensión del "ya" pero "aun no", ya ha llegado el Reino de Dios pero no del todo. Una
tensión vivida, no como angustia, sino como estímulo y esperanza, como la del atleta antes
de la competición. Jesús no se equivocó respecto al final, puesto que El nunca planteó ese
día en términos temporales; conocía el sentido de la historia y dejó bien claro que el Reino
de Dios es un problema de conversión, no de fechas.
Otro punto base de su vivencia personal era su conciencia de HIJO DE DIOS. Se
sabía y sentía Hijo de Dios, por sus venas y las del Padre corría la misma sangre; de aquí su
entrega total a su causa y su confianza aun más total en El. De este manantial nacían su
fuerza y su delicadeza. Esta dichosísima y comprometedora certeza de ser Hijo del Padre es
seguramente el dato más claro de su conciencia, aunque no podamos decir cuándo y cómo se
formó en su cabeza humana esta certeza.
En definitiva, la conciencia de Jesús es un reducto personalísimo y secreto, no hay
teología ni psicología capaz de descubrirla toda, porque Jesús sobrepasa todos los módulos,
se convierte en ser único y así nos acerca al misterio. Pero nos deja la puerta entreabierta para
entrar y no serán los sabios y científicos quienes lo descubran sino los humildes y senciloos
de corazón a quienes El se lo revele.

El Jesús cosmológico

Ya desde las primeras épocas se ve a Jesús en relación con todo el cosmos, con el
universo entero. El "Cristo cósmico" está plantado en la cumbre de la evolución y, al
mismo tiempo, en la entraña del esfuerzo evolutivo. Hay una perfecta concatenación entre la
cosmogénesis, la biogénesis, la antropogénesis y Cristo, el Punto Omega, que ya en su
génesis fue dotado de una poderosísima fuerza de progreso autotrascendente. Esta es una
prodigiosa visión donde se mezclan ciencia, teología, poesía y sueño, es un gran canto a
Cristo. En esta visión Jesús no está separado del mundo ni nos es posible situarle al margen
de la evolución. Cristo llena los siglos, uno tras otro, y al final de los tiempos reagrupará
toda la creación para ofrecerla al Padre, culminando así la nueva creación.
Ya sé que algunas expresiones del Evangelio (concepción virginal, milagros,
resurrección. . . )las sitúa mejor el hombre moderno entre los viejos conceptos mitológicos
que en la evolución científica, pero este Cristo cósmico es entusiasmador y el corazón nos
dice que es verdad, porque Cristo, no solo continúa en la tierra, sino que está inmerso en la
misma esencia de la creación y, por lo mismo, evita el viejo peligro de disgregar la fe y los
compromisos temporales. Quien más cree en Cristo debe estar más comprometido en la
evolución del mundo. El Hombre máximo, el Hombre-Dios, es por sí mismo la principal
energía que dinamiza la evolución.

El Jesús humano-divino

Jesús de Nazaret, encarnación de Dios, es la máxima realización de lo que puede


llegar a ser la humanidad, es el resumen y culminación de todas las posibilidades humanas.
Jesús es humano y divino. Caso único e irrepetible, por una parte, y, por otra, prototipo de
lo que todos estamos llamados a ser. Ya desde el principio existió una enorme dificultad
doctrinal para unificar en uno solo a Dios y al hombre; algunos acentuaban tanto su
humanidad que no salvaban su divinidad, con lo que quedaba convertido en un "super",
pero siempre en las categorías humanas; otros acentuaron tanto a Dios que ya no cabía en el
hombre, al menos en todas sus expresiones de humanidad.
Sin embargo, a lo largo de la historia se ha acentuado más su divinidad, haciendo
que las expresiones más propias de su humanidad, como las tentaciones o el miedo en
Getsemaní, se explicasen solo como actitudes aparentes para darnos ejemplo. En nuestra
época estamos en plena reivindicación de su humanidad; al hombre moderno le interesa Jesús
como hombre en plenitud, con lo que se convierte en esperanza para la humanidad, pues nos
enseña que nuestras posibilidades son realizables, (El lo logró!
Pero Jesús se sobrepasa a sí mismo, Cristo va más allá de Jesús, su plemitud
humana se le queda corta, porque El es más aun. Es Dios encarnado. Por sus bordes
humanos le rebosan actitudes divinas, porque en El Dios se ha hecho humano. Esta es la
dimensión que nos da la fe. Cuando en el Credo proclamamos: "Creo en Jesucristo", estamos
confesando al Cristo pleno, humano-divino, el único real. El mismo Credo nos enseña a
proclamar esta fe siguiendo los principales misterios de su persona, los acontecimientos más
importantes de su vida, siempre en favor de los hombres.

Hemos recordado algunos caminos de acceso a Jesús. La teología ha caminado por


ellos y los ha encontrado válidos, aunque ninguno suficiente por sí solo. Hay muchos
caminos cristológicos porque Jesús es el Hombre total, que sudó todas las pistas de la
humanidad. En conjunto esos caminos nos enseñan la inmensa riqueza de la persona de Jesús
que se hace asequible desde cualquier camino seguido con fe y compromiso.
En este encuentro con Cristo cualquier entrenamiento es válido si nos lleva a
reproducir las "marcas" de Cristo; las "marcas" más que los triunfos, es decir, las señales y
signos que dejó en su camino; no hay que repetir triunfos, el suyo vale para todos.
ANEXO DE JESUS : MI ESTILO DE CORRER LAS PISTAS DE LA VIDA

(En esta segunda parte del Credo dedicada a Jesucristo, los Anexos vienen en
forma de Diario de Jesús; El personalmente nos cuenta algunas de sus
reflexiones y sensaciones sobre cada tema. Habla, por tanto, El, en primera
persona).

"Son ya varios años y continúa repitiéndose ese cartel con mi busto y una
palabra destacada: "Wanted". Siento una sensación extraña cada vez que leo esa
palabra; )tan lejos estoy aún que me tienen que buscar? )tan extraño, que no saben
dónde encontrarme? )tan desconocido, que no saben si soy yo cuando me ven?
Aunque comprendo su desconcierto, pues yo mismo me encuentré desconcertado
muchas veces y perdido, sobre todo, entre los hilos de lo divino y lo humano que
forman el tejido de mi vida.
Me buscan, dicen. Me ilusiona pensarlo, aunque frecuentemente tengo la
sensación de no ser buscado, soy tan anónimo que he dejado de interesar; sin
embargo, su interés despierta ante cualquier chispa. Mayor problema resulta que no
sepan dónde ni cómo encontrarme; se empeñan en buscarme en alturas
dominadoras o en carteles revolucionarios, desde algo extraordinario o anormal. No me
molestan esas características de desclasado y marginal, sobre todo, de favorable a
marginales, que me asignan en ese cartel; sé que para muchos ha sido un buen
camino de búsqueda, como lo eran en otros tiempos aquellas láminas
pintorescas con escenas evangélicas que colgaban de las paredes de las escuelas; las
echo de menos.
Pero hoy me siento especialmente metido dentro del ambiente evolucionado
del cambio de siglo y aquí me gustaría ser buscado y encontrado. Me gustan esos
hombres del progreso, que trabajan y marcan cada día neuvos hitos y hacen avanzar
el mundo. Pero mi carrera es muy diferente a la suya. Mis discípulos me veían como
un corredor de fondo empeñado en una marcha desde Galilea a Jerusalén, desde la
Galilea campesina y rodeada de poblaciones gentiles hasta la Jerusalén sagrada donde
todo era presidido por el Templo; creían que, cuando llegase, sería condecorado
como triunfador y coronado como nuevo rey nacional; me concedían un triunfo que
querían para ellos, curiosamente siempre es así, dicen de mí lo que quieren para
ellos, me dan títulos que dicen cómo quieren que me comporte. Pero nada sucedió
como ellos preveían. No podríamos llamar triunfal a mi carrera porque terminó con un
fracaso en la cruz.
Pero es que yo no buscaba medallas, que es la fuerza de todo competidor ; me
parecía más a los gregarios del equipo ciclista, siempre a disposición del jefe de filas;
pero tampoco, porque yo era el llamado jefe. Tengo que confesar que no me interesan
las medallas, por lo que difícilmente me admitirían en un equipo oficial. La fuerza
que para otros tiene el triunfo, para mí la tiene el servicio.
Lo que sí necesité toda mi vida fue una buena puesta a punto; espiritualmente
sano y bien alimentado, pude aguantar una carrera inimaginable y absurda, sobre
todo por su final. Mis entrenamientos eran especialmente los ratos de oración y el
acercarme cada vez más a los hombres, siempre hacia abajo, hacia los que nadie se
acercaba, para incorporarlos a mi marcha; soñé muchas veces con que lo que yo
tuviese de triunfo fuese compartido por ellos; este triunfo compartible sí lo deseé y
estaba seguro de que era el único triunfo que me concedería mi Padre, algo que
pudiese repartir.
Tampoco fui nunca un corredor solitario, lo mío es el equipo; pero no un
equipo de selectos, aun hoy se preguntan muchos por qué escogí aquel equipo que no
hacía más que entorpecerme y que se empeñaba en imponerme otras metas; a veces
yo mismo dudé si había escogido bien, tanta era su torpeza. Pero, siguiendo mis
caminos, terminaron por aceptar el espíritu que me llevaba a ellos.
Me gusta el aire festivo de los triunfos , despiertan en los hombres el gusto
por la vida. Solo me preocupa cuando no se preocupan suficientemente de los que no
pueden participar. Hay color, triunfos, medallas, abrazos, celebraciones. La vida
necesita buenas dosis de todo esto para llevarla adelante, para descubrir que el final
prometido por el Padre es una inmensa e interminable fiesta para todos los
participantes, no solo para los ganadores que, por cierto, no tendrán los primeros
puestos.
Me siento integrado en todos los grandes esfuerzos conjuntos por lo que tienen
de comunidad universal; gran comunidad este mundo de cambio de siglo, no solo
por el número creciente de países participantes, sino porque los medios de
comunicación convierten cada acontecimiento en algo hogareño, en el hogar se
desarrola ahora la marcha del mundo. en un estadio olímpico, allí sucede todo. Me
siento mucho más Yo cuando todos los yo se identifican en torno a un objetivo.
Por otra parte, me inquieta la situación espiritual de muchos participantes en
la marcha de la sociedad, aunque algunos me invocan en momentos precisos. Pero no
es precisamente eso lo que me consuela. Cuando mis discípulos deseaban mis triunfos
curativos y taumatúrgicos, yo les ofrecí mi Espíritu; lo aceptaron y se tansformó su
vida. Eso me gustaría para esta sociedad del "XXI".
Agazapado en su interior, participaré con cada uno".
MI PROFESION DE FE EN JESUS TOTAL

Creo en Jesús de Nazaret, que era hombre como yo y estuvo sujeto a tentación.

Creo que Jesús es el Cristo, el Mesías y Salvador,


y que fuera de El no hay salvación.

Creo que su riqueza personal sobrepasa todos los módulos históricos, psicológicos y
científicos, El siempre es más.

Creo que Jesús vive en las comunidades de los creyentes y en las de todos aquellos
que son capaces de amarse.

Creo que Jesús es el Señor Resucitado, el Punto Alfa y Omega y capaz de elevar
consigo a toda la humanidad y a todo el cosmos.

Creo que Jesús es el Hombre Universal y por eso en cada época puede ser
entendido con criterios propios y actualizados.

Creo que el Jesús de mi fe es el mismo que, siendo Dios, se encarnó y vivió en


Palestina.

Creo en Jesucristo, Dios y hombre verdadero.


6. - SE ENCARNÓ

CARNE DE ESPIRITU Y DE VIRGEN

El "HOMBRE XX" acaba de conceder una entrevista a un medio informativo


religioso sobre cómo afecta a la religión el cambio de siglo. Es un tema en
auge, se habla de un fuerte despertar religioso y hasta "los medios" se
preocupan de sacarlo a primer plano; se ha convertido en un tema de
actualidad.

Hombre XX. -Siempre te preguntan lo mismo: primero si la religión del siglo


pasado sirve para el futuro y luego cómo empezó tu vida religiosa. Y siempre tengo la
misma inseguridad al responder, porque no sé bien cómo empezó mi vida religiosa,
fue una evolución con un comienzo difuso, yo creo que dependió más del ambiente
que de mi.

Hombre XXI. -)Cómo empezó?, te pregunto yo también.

Hombre XX. -Hoy es domingo, ya sabes, y en la misa hemos proclamado el


origen de Jesús: engendrado por el Espíritu y nacido de una virgen. )Te imaginas lo
que podría responder El si un periodista le preguntase cómo empezó?

Hombre XXI. -)Sabes?, si tuviese la oportunidad de hacerle una entrevista a


Cristo, yo también le preguntaría por su origen, por cómo se inició aquella fabulosa
carrena de su vida; intuyo que una carrera así necesita un origen muy especial.

Hombre XX. -Quizá también El se sentiría nervioso al responder, le sería difícil


encontrar una respuesta precisa. Yo creo que te diría algo parecido a lo que
confesamos en el Credo.

Hombre XXI. -(Extraño origen! (Engendrado por el Espíritu y nacido de una


virgen!

Hombre XX. -(Más extraño aún que con ese origen sublime termine en una cruz como
podium!

Hombre XXI. -Me pregunto qué puede significar hoy ser engendrado por el Espíritu y
nacer de una virgen.

Entrenador. -De todas formas, más importante que cómo vino es lo que hizo y
que sigue aquí, lo mismo que en tu vida profesional es más importante lo que hagas
ahora que cómo empezaste. Su primera medalla, no igualada por nadie, es haber
llegado de Dios a hombre.
Resumen 61: EL PESO SUBLIME DE LA CARNE

Dios se ha hecho hombre.


A este acontecimiento le llamamos ENCARNACION, palabra atrevidísima cuando
se atribuye a Dios o, más exactamente, al Verbo o segunda Persona de esa misteriosa
manera de ser Dios que llamamos Trinidad. Juan lo expresa con más claridad: "El Verbo,
que estaba en el mundo y por quien el mundo había sido creado, se hizo carne y fijó su
residencia entre nosotros" (Jn 1, 10. 14).
Tres grandes contenidos resumen el misterio de la Encarnación :
Jesús es Hijo de Dios, tiene categoría divina, no es simplemente un superhombre ni
un privilegiado de Dios. El Jesús que caminaba por Palestina se sentía parte integrante de un
Yo que correspondía al Verbo divino y eterno. Lo mismo que mi persona posee una
naturaleza humana, que es la que ahora está escribiendo, la segunda Persona Divina tomó
una naturaleza humana que fue la de Jesús de Nazaret; y a través de esa realidad humana
empieza a revelar su realidad divina.
Jesús es también hijo del hombre, con todas sus realidades y limitaciones; tiene que
nacer y esforzarse, es tentado y muere. No tiene solo apariencia humana, como dijeron
algunos desde antiguo, ni una humanidad corregida en sus puntos débiles, sino una
humanidad plena, aunque no pecadora. Su naturaleza divina de Hijo de Dios resalta más su
naturaleza humana de hijo del hombre.
Una sola persona es el resultado de esta naturaleza humana y de esta naturaleza
divina; no son dos personas, de las que la divina absorve a la humana ni mucho menos a la
inversa; es una sola persona, un solo "yo", un solo sujeto individual que se llama Jesús y es
Cristo.

La encarnación de Jesús incluye estos tres elementos, aunque no es fácil compaginar


los tres en una explicación comprensible, nuestros conceptos se nos quedan cortos y, sobre
todo, nuestro lenguaje es torpe para decirlo de manera adecuada. Desde el principio se
intentaron explicaciones; las más lógicas eran simplemente más fáciles y, por lo mismo,
más alejadas de la verdad; de estas explicaciones deficientes nacieron las primeras herejías,
que acentuaban un elemento en detrimento del otro, y las primeras definiciones conciliares
reafirmando la unidad y la totalidad de los tres elementos; definiciones y explicaciones
completadas depués con formulaciones teológicas, que son válidas para la escuela pero que
difícilmente pueden llegar al público.
Con la Encarnación se enciende la luz del camino que compartirá Cristo con todos los
que corren hasta el podio de la resurrección. Atención al extraño recorrido de esta luz-guía.

LOS ORIGENES DE JESUS

Mateo y Lucas, reporteros oficiales de Cristo, responden a la pregunta sobre su


origen con dos afirmaciones sorprendentes:nació de María virgen y fue concebido por el
Espíritu Santo. Los reporteros conocieron a Jesús y saben que su vida corresponde
perfectamente a este origen maravilloso.
Engendrado por el Espíritu.

Jesús ha sido engendrado directamente por el Espíritu de Dios, de acuerdo con la


seguridad que el ángel le dio a María cuando ésta le hizo la elemental pregunta de cómo se
puede ser madre sin tener relación sexual con varón. El Espíritu, aliento y fuerza poderosa
de Dios, aparece ya en los inicios de la creación moviéndose sobre la masa informe para que
cada cosa tomase consistencia y llegase a ser lo que es. Ese Espíritu de Dios, presente
activamente en la primera creación, está igualmente presente en la obra máxima de la
creación que es el Hijo de Dios.
Nuestras ciencias psicológicas nos han descubierto algo del gran poder del espíritu del
hombre, que nos asombra cuando lo desarrollamos. La mayor y mejor evolución se produce
cuando el espíritu dirige las formas externas y el mundo avanza en la medida en que el
espíritu controla funciones que antes correspondían solo a la fuerza material. )Llegará un día
en que la fuerza del espíritu pueda engendrar directamente vida humana? ALgunos ya lo
sueñan así y recuerdan que la generación de Jesús por la fuerza del Espíritu ya anticipó ese
culmen evolutivo. Si el espíritu del hombre nos asombra cuando lo vislumbramos un poco, )
qué no podemos esperar del Espíritu de Dios?
Por esta generación del Espíritu queda proclamada la parte divina de Jesús; de ahí le
viene el trascender todos los análisis psicológicos, el misterio inviolable de su persona con el
que siempre nos encontramos cuando nos acercamos a El y que se siente más cuanto más
cerca se está. Por esta generación divina, su Reino no es de este mundo sino que se
construye con la fuerza del espíritu y donde la vida nace de arriba, aunque se necesitan
manos humanas para plasmarlo aquí. Muchos contemporáneos confundieron la misión de
Jesús porque no conocían su generación por el Espíritu y no tenían este punto de apoyo para
juzgar los motivos por los que se movía.

Nacido de María virgen.

Las narraciones de Lucas (1, 26-38) y de Mateo (1, 18-35) están escritas con tanta
sencillez y encanto que nunca pudieron imaginar la enorme polémica que la cultura del "XX"
y del "XXI" ha suscitado en cuanto a la manera de entenderlas.
De entrada hay que decir que estos textos no son marianos sino cristológicos. Leídos
desde María se crea instintivamente una reacción favorable a todo lo que suene a privilegio,
que efectivamente lo es para ella; leídos desde Jesús, proyectan una luz sobre El; más que la
virginidad de María proclaman la concepción virginal de Jesús, es decir, están escritos
para esclarecer algo de lo que Jesús es.
La virginidad de María es paradójicamente uno de los dogmas más llamativos y al
mismo tiempo más espontáneamentre admitidos por el pueblo creyente. Pero hoy es
controvertido por cuanto choca frontalmente con nuestra cultura, para la que resulta
inadmisible que sea madre y virgen a la vez. Pero hagamos una lectura no biológica de este
misterio y descubriremos nuevas luces.
Como realidad interior, más aun que biológica, la maternidad virginal de María es
una luz proyectada sobre Jesús para decirnos que viene de Dios (significado que aparece
también en otras tradiciones mitológicas y poéticas en que los enviados de Dios nacen de
forma milagrosa, incluso en algunos casos de madres vírgenes). Nacido de virgen significa
nacido de Dios. Seguramente éste es el punto que María meditó más veces en los largos
meses de su gestación y en los años de la infancia; Jesús la sobrepasaba; aquel hijo, más que
suyo, era de Dios. Este aspecto queda más destacado en una generación virginal que carnal.
Significa también que es plenamente hombre, por ser nacido de mujer, de la que
toma carne y sangre y en la que va creciendo como cualquier feto humano hasta su desarrollo
completo. Carne de María, su conciencia fue desrrollándose progresivamente como la de
María, como la de todo hombre, y tuvo que crecer en edad, en conocimientos y en la gracia
del Padre.
Y significa también que Jesús, don gratuito de Dios, es fruto de la oración de un
pueblo, que durante siglos oró insistentemente a Dios pidiendo que le enviase un Salvador;
no llega por la lógica elemental de la naturaleza sino por la fuerza de la oración, mucho más
poderosa que la carne. Llegado el tiempo adecuado, Dios mismo accede a la oración de
siglos y engendra y entrega a su Hijo; y sucede cuando se cumple el plazo, en "la plenitud de
los tiempos" (Gal 4, 4-5). La concepción virginal de Jesús es un canto de Dios a lo gratuito,
un bello canto para nuestro mundo obsesionado por lo eficaz. La virgnidad aparece
biológicamente como ineficaz y estéril, no responde a ninguna necesidad natural, es elección
gratuita por el Reino; y es en esta gratuidad donde Dios pone toda su fecundidad.
Suprando los términos biológicos, aunque sin negarlos, de la virginidad de María,
encontramos en ella la mejor revelación de lo que Jesús es.

Así fueron los orígenes de Jesús; María nos certifica su plena humanidad y el
Espíritu, su divinidad; y los dos nos aseguran que Jesús es el Hijo de Dios, don gratuito a
los hombres. Pero este don solamente es bien recibido por aquél que lo espera e incluso ora
pidiéndolo y, para ello, ha de sentir la necesidad de recibirlo.

ENCARNACION = REVELACION DE DIOS

El Hijo encarnado es la mejor revelacióny manifestación del Padre; pero es una


revelación práctica, visible y audible, no hecha de explicaciones doctrinales ni de
programas, sino de vida. El sentido más profundo de la encarnación está precisamente en
esto, en ser revelación de Dios, de su amor salvador.
Los hombres quisieron siempre ver a Dios y le pusieron cara e imagen, pero ninguna
imagen es totalmente reveladora porque Dios es infinito, infinitamente Otro. Jesús es la cara
visible de Dios, su cara sensible, emotiva, redentora, el rostro de Dios. Por fin tenemos
una imagen auténtica de Dios. A través de esa imagen, Dios se nos comunica y revela,
ahora podemos conocerle y entrar en relación directa con El. Escuchar y oír, eso queremos
hacer.
Ahora podemos oír la palabra de Dios, porque su pensamiento tiene ya una
expresión concreta, usa las formas de nuestro lenguaje, es audible; la palabra de Jesús es la
palabra de Dios. Ya no es una palabra extraña y misteriosa que llega entre truenos y
portentosas manifestaciones de la naturaleza, que, más que aclarar el pensamiento de Dios,
oscurecen la mente humana; la palabra de Dios es ahora familiar, comprensible, toma
nuestros mismos fonemas y conceptos. (Qué diferencia entre la palabra de Jesús o la voz de la
creación o la del filósofo! Sus oyentes dijeron que hablaba con autoridad, no balbuceaba
sobre Dios, no interpretaba, no usaba argumentos sutiles ni grandilocuencias de lenguaje,
no los necesitaba; el hablar de Jesús era el hablar de Dios; escucharle es escuchar a Dios; es
la palabra divina sonando entre nosotros.
Nos comunica la intimidad de Dios, sus sentimientos, sus secretos. A veces Jesús
aparece tierno y poético, se detiene ante una flor o acaricia la cabeza de un niño; otras veces
sale de El una ira incontenible para evitar que los derechos de Dios sean manipulados. La
intimidad de Jesús es la intimidad de Dios que se convierte así en corazón humano y no
entiende cómo muchos de nuestros corazones de carne reaccionan como si fuesen de piedra.
En Jesús conocemos, sobre todo, el amor del Padre: "tanto amó Dios al mundo que
dio a su Hijo único para que tengan vida y no perezca ninguno de los que creen en El" (Jn 1,
16). Amor que reconcilia a Dios con el mundo, incluso con el mundo ciudadano y
secularizado, que se ha hecho hijo de la técnica y del interés material en lugar de hijo del
amor; Dios se reconcilia con este mundo y continúa encarnándose en él mediante Jesús que
se hace pan y vino, materia comestible cada día en miles de lugares; se compromete en cada
compromiso terreno de los hombres y en cada esfuerzo espiritual; el alejamiento de las
religiones no supone necesariamente alejamiento de Dios.
Jesús es la única revelación plena de Dios, nadie ni antes ni después puede
sustituírle. Los caminos para la búsqueda de Dios son múltiples, los caminos para el
encuentro con El no son tantos; Jesús está de forma anónima en muchas búsquedas, no pude
estar ausente en ninguna.
Jesús, el Unico. Así lo reconocemos y proclamamos:el Camino, el Hijo, el
Revelador. Pero no hay revelación si no miramos al Revelador. Cualquier pregunta sobre
Dios remítela a Cristo, mira y escucha. Jesús observado, Jesús escuchado, Jesús meditado.

SE HACE HOMBRE PARA EL HOMBRE

Se hace hombre, acepta nuestra realidad y la incorpora a su persona; desde entonces


el hombre debe aceptar su realidad humana como es, incluso en lo que tiene de pecadora; y
de esta aceptación nace, no una resignación pasiva, sino la la posibilidad y el esfuerzo para
una nueva humanidad. Nada de lo mío le es ajeno a Cristo y nada de Cristo me debe ser
ajeno; tenemos una comunión plena de naturaleza y esto comporta una plena comunión de
intereses.
Cómo Dios puede hacerse hombre es algo que se nos escapa; no supone una
verdadera mutación en Dios, que es infinitamente y nada en El puede sumarse ni restarse,
sino que todo lo que esta acción tiene de cambio se produce por nosotros y a favor nuestro.
Lo hemos de entenderlo bien en la medida en que podemos hacerlo. No podemos decir que
Dios es hombre o que el hombre es Dios, porque Dios y el hombre siempre serán intrínseca e
inapelablemente diferentes. Es el Hijo, el Verbo de Dios, quien, sin renunciar a su
condición divina (algo inimaginable e imposible) asume y se apropia la naturaleza humana de
Jesús, que tiene una carne nacida de María; desde ese momemto el "yo" de Jesús se siente
absorvido por esa fuerza divina y su naturaleza humana camina al ritmo de su yo íntimo,
divino.

Se encarna también en toda la historia humana, que ha encontrado aquí un


acontecimiento que la transforma por dentro. Esta encarnación tiene una fuerza
motivadora:el amor del Padre; y un motivo fundamental:por nosotros; se encarna a favor
nuestro. En otros tiempos los teólogos se preguntaban cuál era la finalidad primera de la
encarnación de Jesús:la gloria de Dios o la salvación de los hombres; se planteaban incluso la
hipótesis de si habría habido encarnación en el caso de que no hubiese habido pecado
original, y las respuestas teológicas no eran coincidentes. La respuesta de la Escritura es
clara, simple y resumidora:todo ha sucedido "por nosotros".
En primer término se hace hombre para enseñarnos a ser hombres. Por eso la
encarnación se va realizando más en la medida en que el hombre avanza en su humanidad,
cuando cada uno nos encarnamos en el otro, cuando nos hacemos hermanos, carne de su
carne y hueso de sus huesos, pan y bebida para él, reveladores de Dios; éste es el tipo de
hombre que Jesús propone. Sólo así la historia avanzará para crear hombres nuevos y en esa
medida habrá encontrado sentido la encarnación del Hijo de Dios, que se completará cuando
la historia se complete al final de los tiempos; y entonces Cristo aparecerá de nuevo,
encarnado no ya en una carne mortal para la lucha y el esfuerzo, sino en la carne resucitada
de la gloria. Esto quiere decir Pablo cuando grita el gran descubrimiento:(Cristo se entregó
"por nosotros"! Esto no es un lamento por su muerte o una admiración por su resurrección,
sino darse cuenta de que todo había sucedido a favor nosotros.
En consecuencia, se encarna para transformar el mundo, en el que pone su tienda y
se queda a vivir. Este mundo nuestro mundo está herido porque muchas veces las cosas no se
usan a favor del hombre sino en contra, a favor de unos pero contra otros, son instrumento
de pugna y división. Jesús trae un proyecto del Padre "para llevar la historia a su
plenitud:hacer la unidad del universo por medio del Mesías, de lo celeste y lo terrestre" (Ef
1, 10). En cierto modo la encarnación de Jesús es fruto de la evolución del mundo, que en
su marcha progresiva hacia un más y mejor llegó a un punto de suficiente madurez como
para hacer posible esa encarnación. Desde entonces la marcha de la evolución ya no puede
echar fuera a Cristo que se ha incrustado en ella.
Ahora continúa encarnándose a través de los esfuerzos sociales que promocionan un
aspecto positivo de la humanidad.
ANEXO DE JESUS : CUANDO ME ENTERE DE MI ORIGEN

"No recuerdo en qué momento de mi niñez empecé a darme cuenta de que en


mi origen había habido algo especial. Me hace gracia el embarazo de los padres
cuando quieren explicar a sus hijos cómo fueron engendrados, recuerdo que el
embarazo de mi madre cuando se lo pregunté era distinto; su primera respuesta me
dejó tan insatisfecho como a cualquier niño, de momento fue suficiente pero quedé
intrigado hasta descubrir toda la verdad. Cuando la supe, no me extrañó por mi
madre, (me pareció tan natural que continuase siendo virgen!, sino por mí, aquello
revelaba que yo era algo muy especial.
Estas cosas no se cuentan nunca pero siempre se trasluce algo y en mi
ambiente se llegó a correr algún rumor sobre mí y sobre mi madre; recuerdo el frío
impacto cuando en una ocasión me dijeron con tono de sospecha:"nosotros al menos
sabemos de quién venimos"; esta vez no me dolió por mí, sino por ella; debió resultarle
mucho más difícil ser mi madre que a mí ser su hijo.
La generación de un hijo es algo que continúa sorprendiéndome y en lo que
me siento directamente implicado; desde la renuncia voluntaria que hice a no
engendrar carnalmente ninguno hasta la convicción espiritual de que estoy presente
en todas las generaciones, me siento ilusionado e inquieto por cada hijo que viene al
mundo, es el momento más bonito en que la carne y el espíritu se juntan al servicio
de la humanidad.
Me preocupan los hijos que no nacen del espíritu sino de cálculos económicos
y sociales; el espíritu de amor, la fe en el Espíritu, son esenciales para que cada hijo
llegue como una sorpresa del Padre y como una promesa para agrandar el banquete
definitivo. El espíritu creador no es independiente de las condiciones económicas, de
salud, de vivienda, pero las supera con su fuerza y sus promesas. La experiencia de
mi vida me ha servido para juzgar muchos problemas de natalidad. Comprendo, por
ejemplo, lo relativo que es el número de hijos, yo fui hijo único; la vida desborda
siempre los números.
También me preocupa la sexualidad que no tiene nada que ver con la vida, la
que se entiende solo hacia uno mismo y no hacia afuera, hacia la creación y el
servicio de la humanidad. Sé que en mi Iglesia se ha insistido exageradamente en este
punto, exagerado no tanto por demasía sino por unilateralidad; en mi madre aprendí
que la sexualidad tiene que ser asumida por el espíritu y entonces es sublime tanto en
el ejercicio matrimonial como en su renuncia por el Reino. Me gusta ver a
matrimonios y religiosos juntos, ramas diferentes del mismo árbol del amor. Con la
sexualidad se está haciendo lo mismo que con el dinero, valorarlos en sí mismos
hasta convertirlos en objetivo de la vida, degradándolos por las entrañas de egoísmo
con que se desarrollan.
Pronto dejé de preocuparme por mi origen, lo importante era el crecimiento
personal; mi madre y el Espíritu seguían empujando mi crecimiento ante Dios y ante
los hombres, aquel origen tan sorprendente de la generación se hacía normal en le
crecimiento. La parte de mi madre incorporada a mi persona continuó siempre ahí,
pero fue el Espíritu el que definitivamente tomó las riendas de mi vida; hubo
momentos en que me asustó, pero luego sentía una gran seguridad personal. Una de
las cosas que más llaman la atención a los analistas es el equilibrio de mi persona y el
hecho de no haber desarrollado un aspecto humano a costa de otro, sino haber
logrado un crecimiento integral; se lo debo a los elementos de mi generación, a lo
humano del amor que puso mi madre y a la fuerza del Espíritu.
Después lo que más me preocupó fue dónde situarme socialmente; no podía
refugiarme en lo carnal porque era hijo del Espíritu y no podía huir a lo espiritual
exclusivo porque era hijo de la carne. El mismo Espíritu me situó allí donde la carne
está más herida, leprosos, deficientes físicos, prostitutas, publicanos, pecadores,
éste era mi lugar y ahí me situé. Continúa inquietándome la cuestión del "lugar",
porque hoy ya no estoy solo donde quisiera sino donde me sitúan y en ese punto no
nos mueve el mismo Espíritu a mí y a otros muchos que creen en mí. Una de mis
luchas permanentes es recuperar mi lugar propio, donde siempre estuve y del que no
he huido ni siquiera ahora que he vuelto a disfrutar de los privilegios de mi categoría
divina a los que durante años renuncié.
Mi generación es hacia abajo, para situar el espíritu donde está la carne; sin
esa carne el espíritu no es humano. La tendencia social es contradictoria; huyen de la
carne en lo que tiene de heridas y se vuelcan en ella en lo que tiene de disfrute. Ya
abajo, la encarnación es elevadora, es compromiso de mejoría humana y social, es
inquietud y decisión voluntaria de crecer en espíritu y hacia el espíritu, el que marca
las diferencias y las metas últimas.
Sigo soñando en el día en que mi caso sea normal entre los hombres, que sean
más hijos del espíritu que de la carne, que no tengan que bajar tanto porque ya todos
están elevados. "
MI PROFESION DE FE EN JESUS ABAJADO PARA SER HOMBRE

Creo que
-Dios me ama tanto que ha enviado a su Hijo para compartir conmigo el
campeonato de la vida.
-Dios se ha hecho hombre para transformar mi naturaleza.

Creo que
-Jesús es la palabra de Dios sobre Dios,
es el revelador de Dios.

-Jesús es el Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

-Jesús es "el Camino" para llegar al Padre.

Creo que
-Jesús es la palabra de Dios sobre el hombre.

-en Jesús, Dios ha optado por el hombre.

-el hombre es el asunto de Dios; y por eso,


el hombre no se puede tener en poco, porque rebajaría a Dios encarnado
en él.

-el hombre ha de continuar la encarnación de Jesús, siendo encarnación en los


demás.

-siguiendo a Jesús, nunca estaré lejos de Dios,


nunca lejos de los hombres.

Creo que
-todos los interrogantes que surgen en la encarnación de Jesucristo, HOMBRE-
DIOS, nacido de una virgen y del Espíritu, no oscurecen esa verdad sino que la
proclaman más grande y trascendente.

Creo que
-la encarnación de Jesús continúa en el mundo a través de nuestro esfuerzo, del
trabajo, del bautismo, de la eucaristía. . .
7. - PADECIÓ

UNA LARGA PASIÓN Y SUS CAUSAS

"HOMBRE XX" se siente ya un poco achacoso, los años han mermado


sus energías, tiene que cuidarse y, de vez en cuando, acudir a los
médicos.

Hombre XX. -Cualquier deficiencia en tu organismo te impide mantener el


rendimiento de antes. Hoy, hay que reconocerlo, muchas tareas son para selectos,
solo unos pocos llegan.

Hombre XXI. -Acabo de ver en televisión un partido de baloncesto desde sillas de


ruedas .. , (emocionante! (maravilloso! Pero no puedo evitar una sensación de angustia al
verles hacer un esfuerzo desmesurado y algo deforme para un resultado tan corto. Además
ellos son también algo selectos dentro de los disminuídos, porque fuera de toda
competición quedan los parapléjicos, inválidos, decadentes que no pueden hacer ningún
esfuerzo físico por culpa de un accidente o de un virus pertinaz.

Hombre XX. -Si Cristo compitiese en la Olimpiada, )en qué grupo se integraría, en
los olímpicos o en los paraolímpicos?

Hombre XXI. -Es inquietante tu pregunta. )Insinúas que prefiere los enfermos a los
sanos?

Hombre XX. -No precisamente eso. Pero me imaginao que, al final de la


competición, le tendrían que colgar al cuello una medalla con esta inscripción:
"PADECIO". Aunque me pregunto qué sentido tiene que Dios aumente el sufrimiento del
mundo sumando el de su propio HIjo.

"HOMBRE XXI" se queda pensando qué puede significar esa


inscripción en el palmarés de Jesús y, sobre todo, si puede regir en este
siglo. )Qué valor tiene el sufrimiento si no termina en alguna forma de
triunfo? )Padeció porque no pudo llegar o porque renunció al triunfo
para acompañar a los últimos? )O es que cambió de los olímpicos a los
paraolímpicos?
Resumen 71: ESTA ES LA CARA HISTORICA DE SU PASION

Pocas experiencias humanas habrán sido tan abatidas como la de los primeros
discípulos de Jesús cuando murió en cruz, era el fracaso total, se acabó. Además era lógico,
)cómo no lo previeron? )cómo se dejaron ilusionar hasta ese extremo? No había garantías
legitimadoras en su persona, era un cualquiera surgido de cualquier parte; la verdad es que
de vez en cuando hacía cosas prodigiosas, pero eso podía tener otras explicaciones. No tenía
ninguna cobertura para sus pretensiones, ningún partido ni movimiento importante estaba
detrás suyo; El mismo era un hombre irrelevante, sin cultura, sin ascendente, demasiado
común, )dónde puede llegar un hombre así? Todo había acabado y ellos serían arrastrados
por la caída. Si Dios hubiese estado detrás suyo no le habría sucedido aquello, o quizá le
sucedió precisamente por eso, por usurpar los derechos de Dios.
El deprimente impacto del sufrimiento mortal solo es superado, poco después, por el
impacto de la Resurrección. Seguros de nuevo de la poderosa presencia de Dios en la
Resurrección, se preguntan:)dónde estaba Dios cuando todo acabó? Porque tiene que haber
un sentido, una relación, una lógica interna que hace que los hechos sirvan a una finalidad.
Así empezaron la crónica interpretada de aquel "padeció" incomprensible.

REPORTAJE DEL "PADECIO"

Cuatro reporteros elaboraron la crónica de lo que la comunidad fue descubriendo en


su reflexión.
El primer descubrimiento es que Jesús estaba de nuevo vivo porque antes estuvo
muerto, es decir, que la vida nace de la muerte.
El Reino de Dios acaba de surgir del sepulcro vacío, porque el Reino era Jesús; un
extraño Reino que surgía de la muerte. La muerte y la pasión que la precede adquieren de
pronto una importancia protagonista; se dan cuenta de que la Pasión no fue accidente, había
un plan al que todo respondía, todo lo que Cristo dijo e hizo anteriormente no fue inútil;
todos los esfuerzos terminan en la muerte, pero, cuando los esfuerzos son por el Reino,
terminan en vida.
Y empezaron el reportaje.
Comenzaron reconstruyndo la Pasión histórica. Aunque ninguno de ellos la había
vivido en primera fila (solo hasta Getsemaní; en el Calvario algunos miraban "de lejos"), no
debió resultarles muy difícil reconstruir toda la Pasión con detalle, con mimo, aunque sin
fijarse demasiado en la concordancia de los accidental. Dejaron claro que el proceso había
seguido estos pasos:
l) Después de la última cena, marchan hacia un huerto del Monte de los Olivos; de
acuerdo con la predicción hecha por Jesús, los discípulos le abandonan y Jesús es hecho
prisionero.
2) A continuación fue interrogado por los que quisieron interpretar su obra según las
leyes de los reinos humanos.
Este interrogatorio tuvo dos partes señaladas:ante el Sumo Sacerdote y su Sanedrín,
que le condenaron en nombre de la religión, y ante Pilato, que le condenó en nombre de la
sociedad.
3) De acuerdo con la sentencia, fue crucificado por la tarde de un viernes y murió esa
misma tarde entre dos condenados.
4) Después fue colocado en un sepulcro, de lo que fueron testigos varios de sus
seguidores.
5) Estos mismos discípulos constataron posteriormente que el sepulcro había quedado
vacío, el cadáver ya no estaba allí.
6) Por último descubrieron que estaba vivo y que se fue apareciendo repetidamente a
sus seguidores en diversas circunstancias.

Luego rellenaron este esquema fundamental con los detalles


que encontraron más realistas y significativos; así constataron que Jesús, el superdotado, el
que nunca se echó atrás, el incansable, tuvo miedo, verdadero miedo al empezar la Pasión
en el Huerto de los Olivos donde fue a orar; fue necesario que un ángel viniese a confortarle.
También Pedro, el señalado por Jesús como responsable del grupo, había fallado
rotundamente con todos los agravantes, negando su discipulado y su conocimiento de Cristo.
En el último momento Jesús se sintió tan solo que hasta la presencia del Padre le faltó; con
una terrible lucha entre la esperanza y la oscuridad, murió dando un fuerte grito entre los
estertores de la crucifixión, aunque seguramente su última sensación fue de paz. Otros
muchos datos completaron sucesivamente el reportaje.
Ninguna otra parte de la vida de Cristo fue reconstruída con tanto realismo y
amplitud. En ninguna otra parte se vio tan clara su vulnerabilidad como hombre, sujeto a
todas las debilidades y portador de nuestros pecados. Y este relato se fue transmitiendo de
unos a otros, se convirtió en esquema fijo y punto central de la predicación; quien quisiese
convertirse a Cristo tenía que comprender primeramente su Pasión y Muerte y luego su
Resurrección. Los evangelistas pusieron al reportaje un título sorprendente: "BUENA
NOTICIA". Más tarde la Iglesia le puso un subtítulo más descriptivo: "PADECIO bajo el
poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado".

La Pasión se alarga hacia atrás

Después pasaron de la Pasión de las horas finales a la Pasión de toda la vida.


La primera fase, la invisible, de la Pasión es la encarnación, cuando se "despojó de
su rango" y privilegios divinos para venir a nosotros (Fil 2, 5-8). Una serie de circunstancias
aumentan el carácter sufriente de su nacimiento:nace fuera de casa, como desterrado o
rechazado, en condiciones anormalmente pobres. El anonimato de su nacimiento fue como
el signo del silencio y anonimato en que transcurriría la mayor parte de su vida y de la vida
de la mayoría de los hombres. Incluso corrió el riesgo de que su madre fuese abandonada por
infiel; necesitó un padre adoptivo para salvar su honor. Fue ocasión de derramamiento de
sangre de niños inocentes (Lc 13, 1); él, que venía a salvar, empezó siendo motivo de
muerte para otros. El piadoso Simeón afirmó que aquel niño era signo de contradicción,
"para que todos en Israel caigan o se levanten" (Lc 2, 34).
Fruto de esa contradicción, toda su vida pública estuvo sujeta a oposición. Oposición
de sus conciudadanos porque no hacía milagros continuos a su disposición; de sus parientes,
que intentaron disuadirle de su ministerio y, en algún momento, dudaron de su integridad
mental; de la religión oficial, que le acusó de quebrantar el sábado y hasta de blasfemo; del
Maligno, que le sometió a dura tentación. . . Vivió la pasión día a día en cada una de sus
circunstancias y en forma de incomprensión, de mala interpretación y tergiversación de sus
actos.
Por si esto fuera poco, tomó voluntariamente opción por los pobres, se
comprometió radicalmente con el sector más rechazado de la sociedad, especialmente con
enfermos y pecadores; sólo para ayudar a los que sufren dejó salir de sí algún poder
sobrenatural; al perdonar pecadores supo lo que es ser objeto de crítica por una obra buena.
Este sufrimiento solidario fue el más voluntario.
Finalmente los reporteros constataron que todo estaba ya predicho en la Escritura,
es decir, lo suyo no fue un "sino" fatal que hay que aceptar resignadamente, sino "la hora"
esencial (Jn 2, 4; 7, 30; 12, 23-27) ante la que caminó con decisión, porque todo respondía
a un "plan" que desde antiguo venía del Padre. Desde el detalle de que no le romperían
ningún hueso hasta el hecho de la resurrección, todo sucedió "para que se cumpliesen las
Escrituras". La voluntad amorosa de Dios se había conjugado bien con las circunstancias,
pues en su Pasión se habían juntado el amor de Dios y la maldad de los hombres; Jesús lo vio
y lo reconoció bien, los ciegos habían sido ellos.

Así fue como los reporteros evangélicos reconstruyeron la historia de la Pasión, de


atrás hacia adelante. Los analistas señalan con razón que algunos detalles son artificiales,
pues los realatores estaban más preocupados por convertir que por describir; no importa, el
reportaje en su conjunto está muy fundamentado. Nosotros lo recibimos como ellos lo
vivieron y plasmaron. Para comprenderlo mejor, nos ayudará situarnos en su misma posición
psicológica y espiritual y entonces nos penetrarán sus mismos sentimientos. El contenido de
la Pasión solo es comprensible con el corazón, aunque sin caer en el sentimentalismo; el
corazón nos descubre que, junto a la Pasión física, está la Pasión del espíritu.
La fuerte insistencia de los discípulos en la Pasión de Jesús choca más en una
sociedad que aplude los triunfos y donde el dolor que no se puede suprimir se oculta, no nos
gusta ver el sufrimiento circulando por las calles.

LAS CAUSAS DE SU MUERTE

Continuamos aquí la reflexión de aquellos reporteros, para lo que la distancia de los


acontecimientos nos da serenidad de juicio, aunque quizá nos reste intuición y sentimiento.
La primera pregunta que nos hacemos es sobre LAS CAUSAS de su Pasión y Muerte.
No podemos responsabilizar a Dios de la muerte de su Hijo, es muy cómodo para nosotros
decir que Dios lo quiso así, lo que nos libraría de nuestra responsabilidad; aunque sí es
verdad que entró en sus planes de Padre, por mucho que nos cueste entenderlo.

Causas internas

La causa primera fue su propia vida, su muerte fue consecuencia de su vida. No fue
un accidente, sino una consecuencia lógica y explicable, hasta legalmente comprensible, de
su manera de vivir; vivió de tal manera que la muerte resultó inevitable y es precisamente esa
muerte la que da infalibilidad y seguridad a su vida y viceversa. Una muerte auténtica nunca
es separable de la vida.
La otra causa es el pecado del hombre, intolerante ante ciertos cambios profundos y
dispuesto a matar antes que a convertirse; fueron los hombres los que condenaron a muerte a
Jesús.
Su vida chocó con la vida de otros con resultado fatal y contradictorio, puesto que la
vida del Muerto es la que perdura y los asesinos lograrán vivir por la fuerza revitalizadora del
Asesinado. Para acallar su palabra hubo que eliminarlo; lo que no supieron entonces es que
tampoco la muerte la silenciaría.
Otra causa está en sus opciones religiosas, que eran demasiado nuevas y radicales.
No era ningún representante de la religión oficial y esto era ya una provocación, pues Dios
no actúa fuera de sus propios cauces; cuando surge una voz que dice hablar en nombre de
Dios y no es un representante acreditado, )qué sucede?, o risas o persecución, es el precio
que se tiene que pagar. Por contra, sus seguidores le constituyen en el centro de su religión,
porque son sus seguidores, sus discípulos, creen en El. Frente a la religión oficial, llena de
ritos y alejada de la justicia social, El predica una religión interior, mucho más libre, donde
Dios y el hombre lo son todo, dejando muy poco espacio a las formas externas y legales. Lo
externo de la verdadera religión no son los ritos sino las obras de caridad. Este tipo de
religión cambiaba al hombre por dentro y un hombre con mente y corazón nuevos
difícilmente podía admitir aquella sociedad. Por tanto se produjo un choque frontal entre la
religión constituída y oficial, bien estructurada en leyes, y la religión interior y humana de
Jesús, muy libre frente al legalismo. Era de prever el resultado, la religión constituída era
más fuerte. Había que eliminar al enemigo alucinado. Jesús fue víctima de la religión, de los
defensores oficiales de la religión.

Causas externas

También los poderes políticos se volvieron contra El, que en la muerte de Juan
Bautista a manos de Herodes vio un presagio de lo que iba a sucederle. Empezaron a recelar
cuando llegaron a sus oídos las concentraciones de gente a su alrededor, y se pronunciaron
sospechas revolucionarias y hasta de no querer pagar los tributos al César; aunque no había
ningún testimonio convincente, sabido es que ciertas acusaciones son eficaces por sí solas,
aunque no pasen de rumor. Se oyó decir que en una ocasión, fuera de la población y del
control de los espías, hubo una gran manifestación popular y que quisieron nombrarle rey.
Aquello era demasiado. Lo que no supieron las autoridades, o quizás sí, es que El rechazó
esta proposición, lo que le restó muchos seguidores; la esperanza de algunos en su liderazgo
era tan fuerte que, al no aceptar Jesús y huir, se convirtió en odio; )para qué servían todas
sus palabras mientras continuasen dominados? )no serían otra forma de dormir a la gente y
hacerla más resignada frente a situaciones de opresión?
Resultó que, al final, todos se pusieron de acuerdo contra Jesús. Los fariseos,
porque incumplía algunas leyes y hasta se permitía monospreciar públicamente algunos ritos;
los saduceos, porque era muy exigente y les inquietaba en su acomodada situación; los
esenios y piadosos, porque no se retiró con ellos al desierto; el poder político, porque
sospechaba de su capacidad para levantar la gente; los zelotas revolucionarios, porque no se
apuntaba a su movimiento ni a sus sistemas; el público en general porque no entendía nada
de todo aquello y, aunque simpatizaba con aquel nazareno sorprendente, no lograba
aclararsse. Toda esta situación la resume Caifás, el máximo representante del poder y del
pueblo: "conviene que uno muera por el pueblo" (Jn 18, 14).

Así estaban las cosas y Jesús era consciente de ello, porque estas situaciones se
huelen en el ambiente, y por eso se aleja de Jerusalén, la zona del mayor peligro, pero
vuelve allí, a Betania, cuando la muerte de Lázaro y luego no se le ocurre otra cosa que
hacer una entrada triunfal en Jerusalén, aprovechando que, con motivo de las fiestas,
andaban por allí sus admiradores de Galilea. Aquello fue el final, sobre todo después de un
enfrentamiento directo con los mercaderes del Templo, que cumplían un servicio para el
culto y pagaban sus impuestos al Templo. Ahora, sí, el colmo se había sobrepasado.
Se empeñó en llevar una vida abocada a la condena. Fue víctima de la fidelidad a la
misión recibida. Debió tener horas bajas, muchas oscuridades y desánimos, sobre todo
cuando los que parecían entusiasmarse con El pronto le dejaban, pero se mantuvo fiel. Con
un poco más de contemporización, de trato político del problema, las cosas se habrían
suavizado, al menos habría evitado lo peor. Pero no, fue rotundo, totalmente consecuente,
y no torció en nada su postura. Su propia vida fue su sentencia de muerte.
Claro que ese final fue dictado por los hombres con los que le tocó vivir; con otros
hombres enfrente habría tenido otro final. Pero los hombres, cuando ocupan esos mismos
puestos, )reaccionan alguna vez de otra manera?

LA PASIÓN NO HA TERMINADO

)No es hora de dar ya por superado este punto de nuestro Credo? "Padeció". )Qué
sentido tiene esto en este siglo, donde todo se mueve por triunfos personales y por
exhibiciones colectivas? Pero la pasión sigue. No habría triunfos si no se pudiese colocar en
la vida previa de los competidores:"padecieron". Cada triunfador, en el terreno que sea,
nace de un "padeció" fecundo en estudios, entrenamientos y austeridad.
El Reino de Dios sigue naciendo de la Pasión actual, que continúa mientras
continúen las mismas actitudes y circunstancias que provocaron la muerte de Jesús.
Sigue la pasión de los "testigos", continuadores de aquella fidelidad de Jesús a su
misión liberadora; el testimonio más brillante entre ellos lo dan los mártires actuales. Sigue,
sobre todo, en los crucificados de hoy:pobres, marginados, deprimidos. . . La Pasión de
Jesús es solidaria con la Pasión del mundo, la cruz de Cristo continúa erguida mientras haya
cruces, continúa Crucificado en cada crucificado. La Pasión no es un accidente histórico,
sino larga historia en que se suprimen unas cruces y nacen otras.
Este sufrimiento tiene un sentido profundo, de él surge una vida nueva, resucitada;
es un sufrimiento redentor.

ANEXO DE JESÚS: COMO ME IMPACTAN MIS IMÁGENES DE


CRUCIFICADO.

"Una de las cosas que más me emociona es descubrir mis imágenes de crucificado
que presiden todos los lugares cristianos. Antes de que sucediese, ninguno de los
míos quería admitir esa realiad, después es la más recordada y proclamada en formas
artísticas y devocionales; se ha convertido en la imagen que identifica al cristiano.
Me ilusionan, aunque no me identifico totalmente, esos "Cristos"
mayestáticos en que, más que crucificado, parezco sentado en un trono; no me
extraña que muchos me vean así, sobre todo después de leer el relato de mi discípulo
Juan. Yo también me vi como rey en aquella situación, mucho más que cuando
quisieron implicarme en liderazgos políticos. Extraña realeza, lo reconozco, pero está
comprobado que así me admiran más que si hubiese escogido una realeza política.
Son pocos los que se atrerven a representarme con realismo, mis formas no
debían ser nada agradables colgado de aquel madero, con mis ojos nublados para
distinguir el desprecio y el malestar en muchos de los que miraban; los artistas temen
que suceda lo mismo con los expectadores de su cuadro si son muy realistas y por eso
deciden interpretarme más que pintarme. Preferiría que hubiese más imágenes
realistas; cuando alguien sufre injustamente, prefiero que una cámara pueda captar y
lanzar la imagen, es un primer paso para preocuparse por él. Han sido más
descriptivas las narraciones literarias; tanto que han provocado frecuentemente
reacciones como las de aquellas mujeres de Jerusalén que simplemente lloraron de
pena al verme pasar, pero no pensaban lo que sus pecados y los de sus hijos tenían
que ver con aquello. Si la sangre era real, )por qué no pintarla?; si todo era un puro
desgarro y una asfixia y un desencajarse de los músculos, que se vea. Algunos se
extrañaron de que muriese tan pronto; al verme así, yo me extraño de haber
aguantado tanto; la vida entera se me sale por cada herida, por cada respiración
angustiada.
Cuando la imagen de cualquier hombre así maltratado sale en televisión, siento y
digo para mí:ése soy yo. Pero no todos dicen lo mismo cuando ven mi imagen
crucificada y la de cualquier maltratado de hoy, no nos identifican. Deseo que lo
hagan, así aprenderán a preocuparse por él para preocuparse por mí.
Me serena la paz que veo en muchos de mis rostros, tan real y profunda que alcanza
incluso al cuerpo que aparece en una buena compostura, como si apenas sufriese; la
paz se concentra sobre todo en el rostro, inclinado sobre el pecho, un poco de lado,
buscando aire y parcialmente cubierto por los cabellos. Reconozco esa paz, como a
veces reconozco el sufrimiento de no sentir la presencia del Padre; aquella paz me
brotaba de tan hondo que ni las heridas podían contrariarla.
A muchos teólogos ha inquietado mi grito final, antes de expirar; que no se
preocupen, en lo profundo de mi ser estaba en paz y, en el momento final, la paz
subió más arriba y llegó hasta mi sensibilidad. Una paz así en situaciones así es algo
muy especial, es una bendición que deseo para todos los que sufren.
Me emocionó especialmente el primer "Cristo" negro, tardó bastante en
llegar, yo notaba que algo me faltaba hasta que no llegase esa imagen; luego se ha
completado con otras de ojos oblicuos y otras de rostro agitanado y hoy me encuentro
ya en todas las facciones raciales. Me coloco delante, cierro los ojos y siento que
todo mi cuerpo se va tiñendo y adquiriendo sus facciones. Efectivamente, soy yo.
A veces veo despuntar la divinidad en el conjunto de la imagen, no le es fácil
al artista dar este toque, es más bien una insinuación; lo que sale de sus manos les
sobrepasa, (cuántas veces he sentido su angustia porque no lograban expresar lo que
sentían! Son imágenes de fe realizadas con amor. Me encuentro a gusto ante ellas,
aunque siento que siempre queda algo del escándalo que supone una divinidad en esas
condiciones; ni la fe borra ese escándalo. Lo que no descubro en ninguno es el rostro
de mi Padre, siempre es el mío, sólo el mío; pero mis facciones y las de mi Padre se
confunden, tienen la misma expresión en los ojos y en las heridas. Me interrogan las
cruces de adorno, piezas de joyería para llevar al cuello o como pendientes. Mi
primera reacción es:ése no soy yo. Pero luego descubro que tampoco estoy tan
ausente, me manipulan ahora como entonces, pero no me anulan. Las burlas de
aquella tarde eran al mismo tiempo proclamaciones de mis realidades; así estas
cruces, desde su burla enjoyada, son también una proclamación, me proclaman
como el oro más valioso, el mejor adorno para la vida, como lo que es motivo de
orgullo para una persona.
Me gustan las cruces sencillas, nada artísticas, resguardadas en cualquier
página de un libro o el bolsillo de cualquier creyente. Me mantienen oculto, no por
vergüenza, sino por no querer exhibición, lo mismo que yo sentí.
Me preocupa que esos "Cristos" no recogen más que lo que los ojos
creyentes vieron en la tarde del viernes de la crucifixión, pero no recogen la Pasión
de toda mi vida; quizá tampoco se pueda expresar en la misma imagen, pero yo temo
que tampoco la sepan ver en su reflexión ni siquiera en su fe.
Así crucificado, efectivamente he atraído a todos hacia mí".
MI PROFESION DE FE EN LO MAS FACIL Y LO MAS COSTOSO DE
JESUS.

Creo que Jesús padeció.

Creo que esto es un hecho real, histórico, de los más comprobados de


toda la historia.

Creo que fue condenado como consecuencia de su propia vida, por su


fidelidad e integridad.

Creo que se dio cuenta de las consecuencias de su vida, pero no cambió


nada, al contrario, caminó decididamente hacia esa "hora".

Creo que fue condenado por el poder de Pilato,


pero, sobe todo, por el poder religioso del momento.

Creo que todos quisieron usufructuar egoístamente a Cristo y, al no lograrlo,


se volvieron contra El.

Creo que el "padeció" se refiere a todo esto,


no solamente a las amargas horas de su final.

Creo que su muerte está llena de misterio,


pero también está llena de vida y de lecciones.

Creo que su Pasión, que fue consecuencia de su vida,


continúa realizándose,
porque continúa su vida entre nosotros
y continúan las causas que la envolvieron.

Creo que los hombres somos responsables


de la Pasión de Jesús
y de la de todos los hombres,
porque Jesús se identifica con todos los crucificados.
8. - REDIMIÓ

LA FUERZA DE LA SANGRE

"HOMBRE XX" y "HOMBRE XXI" están viendo un reportaje


deportivo y la cámara se acerca y ofrece un rostro tenso, duro,
crispado por el esfuerzo, está a punto de llegar a la meta.

Hombre XXI. -Está al límite, ya no puede más.

Hombre XX. -Sí puede; con un poco más de sufrimiento puede empujar el crono unas
décimas de segundo, lo justo para el récord. Lo más efectivo que he aprendido en mi
vida es la capacidad de sufrir.

Hombre XXI. -Oí comentar una vez que la "angustia" de Jesús en Getsemaní es
una palabra tomada del lenguaje deportivo y se usaba para expresar el esfuerzo del
atleta por llegar a la meta; esa imagen (y señala la de la pantalla) es un rostro
angustiado por un esfuerzo atlético, vale la pena.

Hombre XX. -Así es el sufrimiento del niño que cada día va al colegio o el del
trabajador que va a la fábrica o al despacho o el de la ama de casa. . . Sirven para
algo.

Hombre XXI. _ Comprendo ese sufrimiento porque es útil. Pero no entiendo de


ninguna manera el sufrimiento inútil, el de los inocentes y el de los que son víctimas
de otros.

Hombre XX. -El que llamamos inútil. Aquí situamos el sufrimiento de Jesús.
Confesamos que su sufrimiento hasta la muerte resulta salvador para nosotros. Sufrió "por
nosotros", incluyéndote a tí. A eso lo llamamos redención.

Hombre XXI. -Redención. Alguna vez he oído esa palabra, pero )qué significa
exactamente?

Hombre XX. -Que el sufrimiento de Jesús fue útil para tí.

"HOMBRE XXI" no entiende cómo el sufrimiento de hace veinte siglos


pueda ser útil ahora. Pero ha aprendido a respetar el sufrimiento que nace de
luchar por una causa e intuye que hay verdad en lo que dice "HOMBRE XX".
(Si pudiese ver en un primer plano el rostro de Jesús en aquella hora! Le
ayudaría a comprender.
Resumen 81: ESTA ES LA CARA EFICAZ DE SU PASIÓN

El que ha hecho sufrir a un inocente debe redimirlo de alguna manera; en la sociedad


la forma normal de redención es la cárcel, que redime culpas pero no personas. Con
frecuencia los inocentes tienen que redimir las deudas de los verdaderos culpables; así
muchos impositores pequeños se ven obligados a una sobrecarga fiscal porque otros muchos
defraudan su declaración de renta. Está claro que hay intercomunicación de culpas, al menos
de sus consecuencias, y también hay comunicación de redención.
Dentro de las categorías sociales nnuestras, )dónde situamos el sufrimiento de Jesús?
No es un sufrimiento inútil, tampoco es una redención de cárcel por culpas propias.
Ciertamente es el sufrimiento del inocente. Supera el sufrimiento del competidor social
orientado a un triunfo personal.
Estamos en una categoría nueva de sufrimiento, prácticamente desconocida en la
ciudad:la del que sufre voluntariamente, por amor, y su sufrimiento sirve para todos,
incluso para los que no lo conocen. Aunque el pecado y el arrepentimiento pertenecen a este
último reducto del ser humano que es la libertad y, por tanto, nadie es salvado contra su
voluntad ni siquiera independientemente de ella, en Cristo confesamos que hay algo muy
llamativo: que la muerte de uno da vida a todos, es aplicable a los hombres de toda la
historia, que se encontrarán con una salvación, que no viene de ellos, antes de encontrarse
con el pecado, que sí viene de ellos.
)Podemos hacerlo inteligible de alguna manera? Muchas veces se ha intentado y entre
todos los intentos iluminan un poco nuestra comprensión. Recorremos algunos de esos
intentos.

LO QUE QUEDA DE LAS VIEJAS EXPLICACIONES

Tiempo atrás nacieron una serie de explicaciones que, para ser lógicas, tienen que
partir de un presupuesto deficiente:en la lucha entre Dios y el diablo por el dominio del
mundo el triunfo definitivo le corresponde a Dios, pero tiene que pagar un precio altísimo,
porque el hombre se deja dominar más fácilmente por el demonio. Esto sólo tiene un arreglo
jurídico, que es la solución obligada cuando las relaciones de amor fallan, y Dios se ve
obligado a pagar ese precio mediante la muerte de su Hijo. Superada esta vieja comprensión
jurídica y de compraventa, tan inadecuada para lo que es Jesús, hay algunos puntos de valor
en estas teorías que pueden ayudarnos.

La primera explicación parte del principio de que el pecado supone un cambio de


dominio del hombre:lo pierde Dios y lo adquiere el demonio (entendido como ser real y
personal), el hombre pecador sale de la órbita de Dios para entrar libremente en el reino del
príncipe de las tinieblas. El primer acto del drama termina en favor del demonio, por culpa
del hombre. Aunque el hombre quiera volver atrás, no es tan fácil porque el demonio es
terco en su posesión, tanto más cuanto tiene ya derechos adquiridos. La solución está en
ofrecerle un rescate; pero ha de ser un rescate muy fuerte, porque el dominio del hombre es
el máximo objetivo del diablo y no cederá con facilidad el dominio logrado. Por este sistema
se pueden forzar jugadas muy duras. (En aquella época de prisioneros de guerra y en la
nuestra de secuestros, esto resulta muy inteligible). En esta situación Cristo sale voluntario a
ofrecer su vida como rescate, como pago al demonio por sus derechos adquiridos sobre le
hombre, y así lo libera. Lo que aquí se resalta es la inmensidad del amor de Cristo, que
llega a negociar con su máximo enemigo, a "pactar con el diablo", aunque el precio sea su
sangre, con tal de liberar al hombre. Lo del rescate es discutible, )verdad?, pero lo del
amor que supone, no.
Considerar la ofensa a Dios fue otro punto de partida. La teoría de San Anselmo ha
llenado muchas páginas de reflexión teológica y muchas iglesias de predicación. El hombre
con su pecado ha roto el orden del universo, rebajando a Dios y elevando a primer plano
otros valores que son negativos; esto supone una deshonra para Dios. Es preciso restablecer
la honra de Dios para que el mundo tenga un mínimo de orden interno y pueda funcionar.
Pero, por tratarse de Dios, infinito en todas sus dimensiones, la falta cometida contra El
tiene unas dimensiones también infinitas y ningún hombre puede dar una satisfacción
infinita. Para que sea adecuada, la satisfacción exige una doble condición:ha de venir de un
hombre, para salvar a los hombres por solidaridad de naturaleza, y de Dios, para que tenga
una dimensión infinita. En consecuencia, solo un hombre-Dios puede dar esta satisfacción
adecuada. Este es Jesucristo.
Otra vez descubrimos que Dios es capaz de todo por el hombre. Es capaz de pagarse
a sí mismo con su propia sangre para que el hombre sea libre; es capaz de un extraño juego
por el que se pone en lugar del hombre y, al mismo tiempo, mantiene sus derechos de Dios
para que el hombre vuelva a ocupar en la creación el puesto preeminente que le corresponde.
También es de admirar la importancia que aquellos pensadores le daban a todo el universo,
que de alguna manera está implicado tanto en el pecado como en la redención. Hoy estamos
más preparados para comprender esta dimensión social y cosmológica, porque el mundo se
nos ha hecho más cercano y unitario.
Un nuevo matiz produce una nueva reflexión. Si Dios deshonrado necesita una
satisfacción, Dios ofendido necesita un sacrificio para calmarlo. De siempre a las
divinidades ofendidas se las calmaba con sacrificios; en los grados más agudos de esa ofensa
divina, el sacrificio debía ser humano, siempre un sacrificio de algo vivo y con sangre.
Jesús es quien ofrece este sacrificio y, constituyéndose a sí mismo como sacerdote y como
víctima al mismo tiempo, ofrece su propia persona en sacrificio para expiar nuestra culpa.

Valores permanentes de estas teorías.

Estas teorías han destacado la seriedad y trascendencia del pecado; desde ese gesto
de Cristo, nadie puede tomar en poca consideración un pecado que, para eliminarlo,
necesita tan fuerte precio. Un hombre pecador supone tal desgracia y pérdida que Cristo está
dispuesto a todo con tal de que esa pérdida no se consume. En un mundo en que el sentido
del pecado está tan diluido, estas teorías resultan un revulsivo.
Si prescindimos de su valor filosófico, ciertamente discutible, encontramos en ellas
un buen tema de meditación. Es fácil ver sus limitaciones. Se mueven en unos conceptos
jurídicos, que no son la mejor imagen para expresar nuestra relación amorosa con Dios
Padre. Se fijan exclusivamente en la Pasión de las últimas horas y en la Muerte, olvidando la
fuerza redentora de toda su vida. Cristo queda reducido a una especie de "cabeza de turco",
lo que nos libera de nuestras propias responsabilidades y fomenta una actitud pasiva y
conservadora. Aun hay más puntos de crítica. Pero, como tema de meditación, más que de
escuela, resaltan dos grandes valores de la redención:el amor de Dios que lo arriesga todo a
favor nuestro y lo difícil y dolorosa que resulta la superación del mal.
El mismo San Pablo meditó y predicó en términos de "rescate", "sacrificio" y
"satisfacción vicaria". Presenta a Jesucristo como el Gran Sacerdote que, representando a la
humanidad pecadora, ofrece a Dios un sacrificio reparador:su propia persona. Es Sacerdote y
Víctima a la vez. Su sacrificio dura para siempre en su eficacia. Nos rescata de la
condenación "borrando el acta de los decretos que nos era contraria, quitándola de en
medio y clavándola en la cruz" (Col 2, 14); nadie podrá manejar ya este acta condenatoria
contra nosotros, fue anulada. Nos rescata de la esclavitud pagando por nosotros un precio de
sangre, la suya (I Cor 6, 20; Gal 3, 13; 4, 5). (Qué lenguaje tan expresivo y atrevido! Es el
tema central de su predicación.

LO QUE NOSOTROS ENTENDEMOS

La misma palabra "redención" nos resulta hoy extraña y poco expresiva, pero
no encontramos fácilmente otra; su contenido es tan grande que tenemos que desmembrarla
en unos cuantos, más expresivos para nosotros, que abarcan desde la visión que tuvo Jesús
hasta la de nuestros días. Intentemos ahora comprender la redención un poco mejor.

Como servicio

)Se vio Jesús a sí mismo como salvador universal? Más que una respuesta directa, lo
que deducimos de sus palabras (no todas, porque algunas son fruto de la comunidad
posterior más que de sus labios ) y de sus actitudes, es que el sentido dominante que dio a su
vida fue el de servicio:"no he venido para ser servido sino para servir" e incluso "entregar"
la vida sirviendo; puso su vida a disposición de quien la necesitase. El servicio supone ir
rebanando parcelas de la propia persona a favor de otros, compensa el desequilibrio de las
personas, tiene algo de muerte y resurrección; tanto más que Jesús no ofrece solo ayudas o
dones sino su propia persona, aunque nunca sustituirá nuestros compromisos.
Su servicio está en función del Reino de Dios que, al contrario de los reinos del
mundo, no se implanta con la fuerza del poder sino con humildad y debilidad; en estas
circuntancias el débil termina muriendo a manos del fuerte; Jesús lo acepta así para que el
Reino de Dios llegue.
Efectivamente, cuando Jesús hace el servicio supremo de entregar la vida, el Reino
de Dios irrumpe con fuerza poderosa. Seguramente Jesús se vio reflejado en aquel " Siervo
de Yahvé" cantado por Isaías, que, "despreciado y evitado de los hombres", fue capaz de
"soportar nuestros sufrimientos y aguantar nuestros dolores, fue traspasado por nuestras
rebeliones", a tanto llegó su actitud servicial; y en consecuencia, "sus cicatrices nos
curaron". . . (Qué luz tan dolorosamente clarificadora para su vida!
Su servicio llega hasta entregar perpetuamente la vida de la forma más asequible, en
forma de alimento y bebida; en un trozo de pan partido, reparte su cuerpo "entregado por
nosotros", y en una copa de vino, su sangre "derramada por vosotros y por todos los
hombres" (Mc 14, 24 Lc 22, 19-20 Mt 26, 28; I Cor 11, 24). Su muerte no es mero crimen
ni accidente ni arbitraria determinación de Dios, sino entrega voluntaria. )Qué ideas había
en su interior cuando pronunciaba estas palabras? Sus sentimientos eran de estar totalmente a
disposición de la humanidad.
(Servir hasta dar la vida! No fue a Jesús a quien le costó tener clara esta idea, fue a
los demás, sobre todo a sus discípulos cuando, al hacerles partícipes de su salvación, les
hizo también partícipes de su misión y, por tanto, les introdujo también en esa dinámica de
servir para dar la vida, de morir para salvar. Por esto nos cuesta también a nosotros; sólo el
que está en la misma actitud puede comprender lo que es, y nos sentimos muy lejos de
aquella actitud tan profundamente servidora que no se detenía ni ante la muerte. Todo el que
sirve redime, porque compensa el sentido profundo del pecado, que es el egoísmo.
Como amor, expresado en la debilidad

Solo el amor hace que las personas cambien y experimenten una transformación en
positivo, por eso Jesús ha seguido este camino para salvarnos del egoísmo condenador.
En la cruz nos revela el amor de Dios, que se hace débil y renuncia a sus propios
derechos con tal de salvarnos a nosotros. Dios nos redime desde su debilidad más que desde
su poder; ésta sí que es una nueva manera de presentar a Dios, una manera chocante e
incomprensible si no es dese el amor vivido. El Dios infinito y todopoderoso se muestra
débil, indefenso, sufriente, sometido del todo. En la cruz no aparece el Dios "nuestro", que
se legitima porque nunca puede ser vencido; si fuese "nuestro" Dios, no habría muerto y
mucho menos en cruz. En el conflicto de Cristo es Dios quien entra en conflicto y es
derrotado. Y todo "porque amó tanto al mundo que dió a su Hijo único para que tengan vida
eterna y no perezca ninguno de los que creen en El" (Jn 3, 16). Este es el Dios del amor.
El Dios verdadero ya no es el Dios del poder, bajo ninguna de sus expresiones,
aunque alguna de ellas puede ser muy útil. Se ha rebajado para ponerse a disposición de los
hombres, tanto que podemos manipularlo y ponerle en contradicción consigo mismo, como
sucede en la debilidad, y así se ha quedado, dentro del mundo, pero sin imponer su
presencia poderosa. Ya no está del lado de los fuertes, sustentados en el poder, sino del lado
de aquellos que comulgan la humanidad de los demás hasta sufrir por ellos.
Ahora encontramos más sentido a la "Iglesia de los pobres" y a la bienaventuranza
dirigida a los pobres, porque la pobreza es la principal forma de debilidad y en ella se
expresa Dios con la misma eficacia y con la misma oscuridad con que se expresó en la cruz.
Cuando sus sucesores tomamos formas ostentosas o de alguna forma impositiva, )en qué nos
parecemos al Dios de la cruz, al Dios débil que se dejó dominar por amor? Hay que
acercarse al débil, las lejanías pueden arreglar problemas pero no salvar a las personas. Solo
desde la debilidad Dios se hace totalmente asequible a los débiles, que son mayoría y que
ahora tienen la fuerza de Dios presente entre ellos.
Pero esto le crea a Dios un tremendo roblema familiar. Por amor entregó a su Hijo,
pero no lo entregó solo al hombre justo y bueno, que lo cuidaría y ensalzaría, sino también
al pecador, al aprovechado, al violento, al dispuesto a matar. Cuando los hombres se
empeñan en matar al Hijo, el Padre se encuentra en el más terrible dilema:para salvar al Hijo
debe eliminar a los hombres. Y decide hacer lo contrario, respetar la violencia de los
hombres, la criminal violencia que le está asestando el golpe más hiriente, por doloroso y
por humillante. Se pone de parte del hombre.
La mayor y más incomprensible expresión de amor, casi locura para nosotros,
consiste en que el mismo gesto asesino es ocasión de vida, porque allí se hace presente el
Padre con su amor transformador y salvador. En la cruz Dios ha hecho el máximo acto de fe
en el hombre, lo que significa también el acto máximo de amor; en ninguna otra ocasión se
ha puesto de parte del hombre de forma más clara. Si entonces el hombre no fue
definitivamente condenado, )quién le podrá condenar ahora? Si el hombre débil y el herido
salieron más redimidos, )qué otro camino podemos escoger para continuar la redención?
El amor práctico a los más débiles es redentor porque intenta sacarles de su
situación.

Como sufrimiento solidario


Solidaridad con los que sufren, es la forma más asequible a todos los los que quieran
salvarlos. El porqué del sufrimiento es la pregunta más repetida y la más trágica e
incontestable, pero lo más cuestionante no es por qué sufre el hombre sino por qué Dios no
lo impide. El Dios omnipotente, el Dios de amor, )por qué no evita el sufrimiento de sus
hijos? )dónde está su amor, dónde su omnipotencia?
La respuesta de Dios está en Cristo, en su vida y en su muerte. Dios no habla del
sufrimiento, Dios entra en el sufrimiento, Dios se hace sufriente. Si quisiéramos entender
esto, nos resultaría más difícil que entender el sufrimiento; )cómo es posible que Dios sufra?
No es comprensible, pero es; Dios se ha metido en el sufrimiento y aun continúa ahí. No
contempla la cruz desde fuera, dando fuerza al Crucificado y esperando el desenlace; está
dentro, está con Jesús, identificado con El, sufriendo en la misma cruz. La suya es una
presencia solidaria con los sufrientes. La respuesta de Dios no es una explicación sino la
solidaridad. Esto cambió el sentido del sufrimiento que, en vez de llevar a la muerte, lleva a
la vida.
A partir de aquí la pregunta sobre el sufrimiento continúa en pie, pero ya no somos
nosotros quienes se la hacemos a Dios sino que es El quien nos la hace a nosotros. Dios ya
dio su respuesta solidaria. )Por qué existe el sufrimiento? En gran parte, porque no hemos
tomado la postura de Dios, no nos atrevemos a ser solidarios. Intentamos resolverlo desde
fuera, como simples médicos o consoladores. La sociedad quiere eliminar de su contexto el
sufrimiento apartando a los que sufren, los recluye en hospitales, asilos, instituciones
particulares o los deja en la cómoda lejanía del tercer mundo; ésta es la pecaminosa
equivocación, porque es una lucha sin amor; más que el bienestar de los que sufren, se
busca que no molesten a los demás. La mayor parte de nuestro esfuerzo y dinero lo
empleamos en disfrutar, no en que no sufran los demás. Si el dinero destinado a la muerte
(guerras) se hubira destinado a evitar sufrimientos, a estas horas ya serían muchos menos los
que sufren. La pregunta de Dios persiste:)por qué no lo hicisteis?; no seré yo quien al final le
pregunte a Dios por qué existe el hambriento, será El quien me pregunte a mí por qué no le
di de comer.
Además el sufrimiento es como una maldición escrita en la espina dorsal de la
humanidad; la utopía de un mundo sin dolor puede servir para soñar, para anestesiar a los
desesperados o para empujar a los rebeldes, pero es una utopía; el sufrimiento existe en el
mundo y es una parte constitutiva del mismo.
Solo sirve la respuesta de la solidaridad. Extraña postura la de Dios; le habría
resultado más fácil eliminar el sufrimiento de la creación, pero nos habría engañado porque
el privilegio de nuestra salud tendría el precio de nuestra libertad. Más extraño aun es que se
haga presente de esa manera; pensamos encontrar a Dios en una flor, en una liturgia
emotiva, en el amor de unos esposos felices, en todo lo bueno y bien hecho, y se nos
presenta allí donde menos se le ve, en lo que parece su propia negación:el accidente, el
cáncer, la injusticia, etc. ; no está solo en la salud, sino en la enfermedad, no es solo el
Dios de lo perfecto sino de lo herido; no solo de la bondad, sino de los malos. Y siempre
desde dentro. Este es lenguaje de la cruz.
Ofrece esta solidaridad por amor. Esto convierte la cruz de Jesús en esperanza.
Ningún sufrimiento es el final; lo último es siempre la vida, Jesús la aporta; desde Jesús es
posible sufrir para ser feliz y, sobre todo, para hacer feliz, es posible perder para ganar,
morir para vivir, privarse para repartir. La solidaridad despierta la esperanza. Una sola
condición se necesita:el amor. Cuando el que sufre se siente amado desde cerca, sabe que su
vida tiene sentido.
Jesús es redentor porque es solidario con todos los necesitados.
Como compromiso subversivo y liberador

La Cruz de Jesús lleva en su entraña una inmensa fuerza subversiva. Uno de los
fallos en la predicación de la Cruz ha sido convertirla en una llamada a la resignación y la
pasividad, (cuántas veces ha sido invocada la cruz a favor de una actitud represiva! Ahora
estamos recuperando su fuerza revolucionaria porque la Cruz despojada de su fuerza
subversiva es una cruz sin Cristo, una cruz pagana.
La lucha contra el sufrimiento ha de ser más fuerte cuando es consecuencia de culpas
de otros, muchos sufrimientos personales nacen de culpas ajenas. La lucha solidaria pide
descubrir críticamente esas causas y enfrentarse a ellas. El sufrimiento más redentor es el que
se padece como consecuencia de luchar para que otros no sufran. La solidaridad comporta
crucifixión, porque provoca lucha y oposición.
La Cruz de Jesús fue consecuencia de la oposición al mal en todas sus dimensiones.
Frente a estas oposiciones, que muchas veces son opresiones, Dios hace una tarea de
reconciliación: "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo. . . ; nos encomendó
el servicio de la reconciliación "( 2 Cor 5, 18-19). Los hombres se separan cuando uno sufre
a causa de otro y se reconcilian cuando uno sufre a favor del otro; ésta es la dimensión
subversiva y liberadora de la Cruz. Jesús está crucificado porque alguien interesadamente le
ha colocado allí y nadie lo ha impdido; la Cruz es un grito para continuar evitando
crucifixiones. La primera fuerza redentora de la Cruz es liberar de las causas que la producen
para reconciliar a los hombres en el amor.
La Cruz no se participa por sí misma, porque en sí misma es un absurdo, escándalo
y maldición, se participa por los demás. Por eso hay que mirar alrededor, como hace Jesús
en la cruz, que ve la necesidad de los que le crucifican y ve la soledad de su madre y la
encomienda a Juan. Mirar y oír es lo primero, el que ve y oye el grito de cerca intentará
poner remedio. Eso es redimir. Olvidar este aspecto de la Cruz sería mitificarla de nuevo y
falsearla. Si no entendemos que su muerte puede liberar, sí entendemos que libere la lucha
que lleva a esa muerte.

Como resurrección desde la pasión

Cuando no se mantiene esta unidad entre pasión y resurrección, la religión se escinde


en una resignación pasiva y un optimismo infundado.
La verdadera redención consiste en la vida más que en la muerte. La Cruz redime
porque nos lleva a la vida resucitada; sin la resurrección, es solo muerte. Y la Resurrección
se produce porque la Cruz lleva dentro una fuerza transformadora, puesto que el Padre eleva
al que antes se humilló. La Pasión no es una etapa previa, ya superada, de forma que ahora
nos quede solo la Resurrección, sino que necesitamos al Crucificado y a la Cruz para ir
poniendo en ella nuestra carne.
En todos los órdenes es así. Socialmente el mundo avanza porque generaciones
enteras se sacrificaron antes y de su sobriedad y esfuerzo nace nuestra abundancia; los
muertos no son seres perdidos sino que su memoria y la obra de sus manos nos ayuda;
nuestra resurrección actual -el hecho de que vivamos mejor que antes-se debe a la pasión de
los antepasados, que nos ha liberado para una vida mejor; nuestra pasión será resurrección
para los venideros, por la unidad de generaciones. El sufrimiento de miles de jóvenes
durante sus estudios crea una ilusión y un potencial mayor para la sociedad. Dios es una
eterna generación que pasa de muerte a vida, pero no vivirá para nosotros si antes nosostros
no hemos muerto en servicio a los demás. Poner vida donde hay muerte, eso es redención.
Muerte y resurrección son también vida presente y gloria futura, dos elementos que
no se separarán nunca. La vida terrena tiene suficientes elementos de felicidad como para
desear quedarnos siempre aquí y suficientes fracasos como para aspirar a otra via mejor. La
Cruz nos invita a aceptar la vida como es y a luchar para mejorarla y a caminar en esperanza,
porque la Resurrección de Jesús nos asegura una resurrección para la vida eterna. La
redención incluye esta resurrección eterna, que hemos de procurar anticipar con los mayores
signos posibles de felicidad y con una vida de fe intensa.

La redención de Cristo está ahora en nuestras manos y se nos aplicará si la aplicamos


a los demás, somos redimidos y redentores, porque la redención es algo activo. En lo que
pertencece a Cristo ya está realizada pero, en cuanto pertenece al mundo, necesita
continuarse. Los valores que hemos considerado y otros muchos son formas de continuar la
redención de Cristo, porque su riqueza y su exigencia son mucho mayores que el hecho
histórico del primer viernes santo.
ANEXO DE JESUS: EL ESCANDALOSO INTERROGANTE DEL
SUFRIMIENTO.

"Desde pequeño recogí en mi persona la hiriente pregunta de los


hombres:)por qué el sufrimiento? En mi época había en el pueblo una gran
resignación, que yo consideraba excesiva, porque en definitiva Dios terminaba
siendo el responsable de todo; la solidaridad era para ayudar al sufrimiente más que
para evitar que sufriese. Hice lo que pude para evitar sufrimientos, eché mano de mis
recursos milagrosos y logré algunas curaciones, pero el sufrimiento continuaba
íntegro, se necesitarían muchas generaciones para disminuirlo y nunca se lograría
eliminarlo del todo.
Entonces comprendí que había que utilizar ese sufrimiento, puesto que era
humano y, por tanto, estaba vivo y era útil; en esa inmensa comunidad de sufrientes
había ocultas poderosas energías que no podían perderse por las heridas. Si el
sufrimiento es la moneda más común de la humanidad ha de ser también la más
rentable, sólo que resulta imposible explicar su eficacia.
Cuando entré de lleno en el campo de la pastoral me pareció, más bien, haber
entrado en el campo de la cruz; acercarse a los hombres era acercarse al sufrimiento,
hasta sus ilusiones nacían de sufrimientos invencibles; comprendí que en mis años de
Nazaret no hubo tanto sufrimiento porque no estuve tan cerca de los hombres; al
acercarme más a ellos, recibí sus dolores, que me penetraron dentro y me ví ya
crucificado; no se necesitaba ninguna sentencia que me llevase a la cruz, bastaba con
aquella realidad sangrante que me acordonaba. La pregunta de por qué tenían que
sufrir tantos y tanto me rebotaba dentro mientras su situación me iba penetrando.
Tenía la sensación de que el pensamiento de Dios y la esperanza de los hombres se
juntaban en mí.
Me rebelaba cuando alguien hablaba de resignación en nombre de mi Padre, )
cómo podía El querer aquellos sufrimientos?; me asombraba la sumisión con que
muchos lo aceptaban. Mi Padre no podía querer el sufrimiento de nadie, (imposible!
Pero al mismo tiempo intuía que mi sufrimiento personal estaba incluido en sus
planes, no le era ajeno ni impuesto por la fuerza, contaba con él; El quiere siempre
la felicidad, pero tampoco quiere que se pierda la fuerza del sufrimiento que existe.
Se me ocurrían preguntas como éstas:)dónde hay más amor, entre los que sufren o
entre los que no conocen el sufrimiento, en los pobres o en los ricos? )quién provoca
más solidaridad, un sano o un enfermo? Mi Padre me comunicó su visión de la
fuerza que hay en el mundo pobre y sufriente y de que la fuerza que no tienen El la
suplirá.
Hay explicaciones que a mí mismo me sobrepasan, una de ellas es el porqué
del sufrimiento inocente y otra cómo se puede compaginar con el amor del Padre.
Pero no se me pedían explicaciones sino compromisos. Me decidí por ellos, por los
que sufren, por todos pero muy particularmente por los más necesitados. No se puede
estar comprometidamente al lado del sufrimiento sin que te toque, así que supe
pronto cuál sería mi destino; la cruz "era necesaria" porque era inevitable desde mi
opción y porque mi Padre contaba con ella. Mis discípulos rechazaban frontalmente
este planteamiento, porque lo que hay que hacer con las cruces es huirlas y yo les
proponía ir a ellas. Les recordé que así estaba previsto en las Escrituras, que en este
punto seguían cerradas para ellos.
Había otras preguntas que yo me hacía:si el sufrimiento tiene alguna utilidad,
)cuál es? )a cuántos llega? Algo dentro de mí me decía que mi cruz llegaría hasta los
dominios del pecado y alcanzaría a todos los hombres; los teólogos han encontrado
una expresión adecuada para mi pensamiento de entonces, lo llaman "redención
universal". Esas dimensiones universales, de las que no queda fuera ningún pecado y
ningún hombre, sobrepasaban mis razonamientos, pero cada vez estaba más seguro
de ello; lo que me quedaba de oscuridad lo suplía la fe en el Padre y el deseo de
comprometerme del todo con los hombres.
Una cosa tenía clara:todo lo que toca el amor lo transforma. Hasta la cruz, si
la toca el amor, se transformará en fuente de vida. La maldición social de la cruz
necesitaba la fuerza del amor para cambiar de sentido. Sin amor, las cruces se
multiplican y se multiplica su sufrimiento porque se vive en soledad; con amor, las
cruces disminuyen y se ablanda su dolor porque se comparte en solidaridad. Cuando
el amor llega a la cruz, Dios entra en ella y convierte estas heridas en fuente de vida.
Al cruzar los pueblos, cada día encontraba más manos uplicando una
curación; yo era el sano que curaba, el fuerte que fortalecía, pero siempre me
quedaba fuera, aunque fuese muy cerca, pasaría mi fuerza curativa y los
sufrimientos seguirían. Así que decidí cambiar y meterme en el sufrimiento, ya no
sería un sanador sino un necesitado de salud. Cuando alguien volviese a preguntar el
porqué del sufrimiento, le ofrecería mi respuesta práctica. No quieras ecxplicar el
sufrimeinto, ponte del lado del que sufre, tu amor lo cambiará. Solo el amor hará
que cada día sea menos el sufrimiento, solo el amor cambia la cruz en redención.
MI PROFESION DE FE EN LA FECUNDIDAD DEL SUFRIMIENTO

Creo que Jesús en la cruz murió "por nosotros"


y así nos logró la salvación.

Creo que la acción de Cristo tiene algo de sacrificio expiatorio en nombre nuestro.

Creo que Jesús me redimió también durante toda su vida,


entregándose por todos.

Creo que en la Cruz Dios se hace débil


para salvarme de mi debilidad:
por ser débil, le encontraré más cerca y comprensible.

Creo que Dios ama tanto al mundo que le entrega a su Hijo


y que solo el amor a los hombres hace posible
esa entrega.

Creo que, desde la Cruz, todo sufrimiento tiene un sentido,


aunque continúa siendo incomprensible.

Creo que la muerte de Cristo nos lleva a hacer más libres a los hombres, luchando
contra todas las situaciones de injusticia, opresiones y pecado.

Creo que la solidaridad con los que sufren es la forma de continuar la redención.

Creo que de la muerte nace la vida y que no puedo esperar nada si antes no he
sabido sufrir.

Creo que la fuerza de la cruz es el amor


y que sólo así se resucita.

Creo que en la Cruz Dios se ha puesto definitivamente de parte del hombre para que
ningún hombre que sufra se encuentre solo.
9. - DESCENDIÓ

AGACHARSE PARA SALTAR

Hablan del mal oculto en la sociedad:intrigas, mafias, centros de poder,


organizaziones de la droga y del crimen. . . Como siempre, "HOMBRE XX"
termina haciendo una referencia al Credo, en relación directa con el tema.

Hombre XXI. -Me hablas de "Descenso a los infiernos". )Quieres decir que eso
tiene algún sentido? Me suena a frase de agoreros. Encuentro demasiado negativa e
imaginaria esa palabra:"infiernos". Seguro que en tu pueblo os infundía miedo.

Hombre XX. -Demasiado, lo reconozco. He de confesarte que aun me queda algo,


aunque no lo quiero admitir; pero me parece que no me hace daño.

Hombre XXI. -Yo pongo esa palabra en la misma lista que "brujas" y la tiro a la
basura.

Hombre XX. -No la tires tan rápidamente a la basura; basta mirar un poco alrededor
para ver demasiados infiernos en nuestra sociedad.

"HOMBRE XXI" se interesa de pronto:

Hombre XXI. -)Va por ahí el sentido que le das?

Hombre XX. -Por ahí y por lo que significa la muerte de Jesús. Su muerte fue un
terrible infierno al que tuvo que bajar.

Hombre XXI. -No me interesa eso de "descenso"; esa palabra me predispone en


negativo, yo quiero subir.

Hombre XX. -El descenso no es una dirección hacia abajo sino un compromiso con
los de abajo. A veces tienes la moral por los suelos y algún amigo o profesional de la
psicología baja a tu infierno anímico para impulsar el remonte. Hay infiernos en los
que uno cae e infiernos a los que se baja para subir a otros.

Hombre XXI. -Puede que dentro haya algo interesante, pero la caja, con esas dos
palabras, me resulta desagradable.

Hombre XX. -Es lo más parecido a un entrenamiento duro o a encajar positivamente


la derrota.
Resumen 91: BUSCANDO EN LAS ULTIMAS PROFUNDIDADES
DE JESUS.

Según nuestro Credo, Jesús, después de muerto, "descendió a los infiernos", para
resucitar al tercer día. Algunos desean suprimir esta expresión por enigmática e inútil, mera
herencia de otras culturas, pero otros, por el contrario, piensan que hay que rehabilitarla
porque en ella convergen muchas situaciones de nuestra sociedad y muchos puntos de nuestra
teología.
Es una expresión que entró en el Credo bastante tarde, bien entrado el siglo IV, y
tiene su origen en la Escritura, al menos en su contenido y casi en su literalidad. Pero pronto
se cargó de mitología, de acuerdo con un concepto del mundo donde arriba está Dios y los
espíritus salvados y abajo están los espíritus encarcelados, los no salvados. Por otra parte se
quería seguir todo el proceso de redención de Cristo, donde no cabían tiempos muertos,
como el que pasa entre su muerte y su resurección; con el descenso a los infiernos lo llenaron
adecuadamente. La teología y la predicación posteriores insistieron en el tema por un afán de
describir los estadios del "más allá" señalando las etapas de este arcano mundo que sigue a la
muerte y las diversas personas que habitan en cada una de ellas. De esta exageración
descriptiva se pasó posteriormente al silencio total.
Hoy volvemos a preguntarnos:)cuál es el contenido de este artículo de fe?
De partida hay que decir que el descenso a los infiernos es una afirmación sobre
Cristo, por tanto, su sentido es cristológico, no descriptivo de lo que pasa después de la
muerte; además habla de Cristo en relación con nosotros, es decir, trata de nuestra
salvación.

DESCENDIÓ

La palabra sugiere movimiento, ir de una parte a otra, pero exactamente esto es lo


que no es, porque Jesucristo muerto no va a ninguna parte, simplemente entra en la muerte.
Parece mentira, pero la muerte de Jesús en la Cruz ha sido negada por bastantes; unos
para negar la posibilidad de la Resurrección y otros porque la consideran incompatible con su
categoría divina. Murió realmente. La cruz de aquella tarde del viernes es un hecho histórico
y nos testifica su agonía, pero la muerte es mucho más que la agonía. Frente a esas dudas,
confesamos que descendió a lo profundo de la muerte. El máximo abandono al que puede
llegar un hombre en su realidad corporal-espiritual es la muerte; ahí descendió el Señor, no
le quedó por recorrer ningún peldaño de la experiencia humana. Nunca uno es más hombre
que cuando muere; para nacer necesitamos de Dios, unos padres y una historia; para vivir,
también; para morir no necesitamos de nadie, es el único acto que el hombre hace
completamente solo; cuando llegamos a la soledad total, la de quedarnos con nuestra pura
humanidad, sin ninguna añadidura, hemos llegado a la muerte. Esta fue la experiencia de
Jesús, éste fue su descenso; la experiencia y el descenso de la muerte total. Con lo cual
proclamamos otra vez su plena humanidad.
Estando libre de pecado original, descendió a lo más profundo de ese pecado y
experimentó la derrota del hombre que de origen viene sentenciado. El pecado original, más
que un pecado, es un destino, un negro y pesante destino, que en nosotros es conscuencia
de la culpa colectiva de la humanidad que, ya desde el inicio, torció su destino original
orientado hacia Dios.
Su solidaridad humana iniciada en la encarnación alcanza ahora, en su descenso, a la
humanidad pasada, la que ya había muerto. Nadie queda fuera del alcance de su redención.
Es más fácil estar con los vivos, con los que uno puede compartir una palabra o una ilusión,
pero nadie quiere nada de los muertos, solo los enamorados y por algún tiempo; la muerte,
que es el hecho humano más cierto y universal, paradójicamente es el hecho social más
desterrado; la sociedad hace esfuerzos gigantescos para que un hecho de tal magnitud, que lo
llena todo, quede tan oculto en que la mayoría de los ciudadanos nunca ven morir a nadie.
Jesús en su descenso nos enseña a solidarizarnos con los muertos.
"Descendió" al reino de la muerte y me recuerda que yo también moriré y descenderé
como El, donde me amenaza la soledad total y la nada, a no ser que una fuerza superior me
libere.

A LOS INFIERNOS

)Seguiremos hablando del infierno? Es un claro ejemplo de cómo un tema de fe se


carga de imaginería y explicaciones tan concretas que terminan ocultando la verdad. El
infierno tiene una larga y cambiante historia en nuestra religión.
En los primeros tiempos bíblicos, el "sheol" o infierno era el lugar de la muerte total,
muy próxima a la vuelta a la nada, a que quedaban reducidos los difuntos. La increencia
actual retoma este concepto. Luego pasó a ser el lugar de castigo para los pecadores,
situados en compartimento distinto del de los justos.
El Nuevo Testamento deja clara la supervivencia después de la muerte y realiza una
clara tarea desmitificadora; aunque el lenguaje mantiene ciertas descripciones -servidumbres
culturales, el acento se pone en lo personal y en la relación con Cristo; lo que importa es
estar a favor o en contra de El, estar a su derecha o a su izquierda, haberle dado de comer y
beber o haberle rechazado. Esta relación con Cristo es el aspecto más decisivo del infierno,
los demás detalles son accidentales.
Más tarde volvió una tarea remitificadora. Se pusieron cuatro compartimentos:el
limbo de los niños para los que morían sin bautizar; el limbo de los justos o seno de Abrahán,
para los justos muertos antes de la llegada del Señor; el infienro propiamente dicho, lugar de
castigo eterno para los condenados; y el purgatorio, aparte del paraíso o lugar de los
bienaventurados.
Estructurado así el reino de la muerte, surgía una cuestión práctica:)a cuál de estos
compartimentos descendió Cristo después de muerto y antes de resucitar? )alcanzó a todos?
Era cuestión de opiniones.
Posteriormente todo este tema quedó en silencio, "cerrado por reformas". Ahora que,
corregido, ha vuelto a resurgir el tema de la escatología, podemos entender mejor ese
"descenso" de Cristo. Más que el infierno religioso, hoy se constata con claridad el infierno
personal y social; no hablamos del "infierno" pero sí de "situaciones infermanales"; más que
negar el infierno, se le anticipa a esta vida y se le sitúa tanto en oscuros estados anímicos
como en degradantes situaciones sociales, donde muchos hombres hoy "pasan por un
infierno".

En su descenso, Jesús experimenta el infierno como "segunda muerte", como


separación de Dios. Esta separación de Dios, que muchos contemporáneos suyos atribuyen
al terrible poder de la muerte, en realidad corresponde al pecado. La primera muerte, la
física, interrumpe nuestra vida histórica hundiéndonos en algo que suena como la nada;
Jesús hizo esta experiencia hasta el fondo. Pero lo más destructor y terrible es la muerte
interior, la del pecado, la del que se encuentra sin la vida divina y sin ningún punto de
contacto con El. Por nosotros, para que no experimentásemos esta situación, Jesús quiso
experimentar en sí mismo la muerte del pecador, la situación del abandonado.
En la cruz sintió con toda su crudeza este abandono hasta gritarlo en forma de
plegaria:"Dios mío, )por qué me has abandonado?". Por eso el descenso a los infiernos no
hemos de situarlo como algo independiente ni posterior a la cruz, sino como un aspecto del
mismo misterio; en la cruz experimentó la muerte y el abandono del Padre, por lo que
algunos afirmaron que Jesús sufrió allí el tormento de los condenados. )Tiene esto algún
significado para quienes nunca experimentan a Dios ni siquiera sienten su necesidad, para
tantos que simplemente creen en el mundo y sus posibilidades y así disfrutan de la vida?.
Hablar de infierno solo tiene sentido después de hablar de Dios; no es tanto tema de
conversión sino de afianzamiento en la fe; mientras ésta no esté firme, quizá podamos cerrar
el capítulo del infierno.
En su "descenso", Cristo asume también nuestras situaciones de desesperanza.
Ningún sufrimiento mayor que el del hombre que ha perdido toda esperanza, es un hombre
solo, reducido a su sufrimiento. Alguna vez tenemos esta sensación y un sabor amargo nos
sale entonces de las entrañas más íntimas. El que se sienta así no necesita hacerse preguntas
concretas, no le importan lugares ni fechas, solo le importa una cosa:)podré descubrir algún
elemento que me permita salir de esta situación?
Cristo descendió a los infiernos para responder a esta pregunta.

LO QUE CRISTO HIZO ALLÍ

El descenso de Cristo al reino de la muerte no lo podemos entender como la pasividad


de la muerte y del abandono, sino de forma activa, porque, como enviado de Dios, hasta
en el reino de la muerte tiene una tarea que cumplir. El descenso a los infiernos es un
movimiento dentro del misterio pascual, tiene la fuerza de la cruz y la luz de la resurrección;
no se puede pensar independientemente sino dentro del gran triunfo de Cristo, que arranca
de la cruz y termina en la resurrección.
Los primeros cristianos crearon unas imágenes concretas para describir esta tarea de
Cristo en su descenso:una lucha triunfal, una predicación y una liberación.
La primera imagen es la del luchador. Cristo, como los grandes jefes, los
legendarios jefes nacidos de los dioses, se adentra en el terreno mismo del enemigo, en el
reino de la muerte cuyo dominio está reservado a Satanás, y allí, en su propio terreno, lo
vence. Así lo presentan, con lenguaje entusiasmado y exaltado, algunos evangelios
apócrifos. En una sociedad donde las actividades militares no gozan de demasiada simpatía,
esta imagen puede empobrecerse. Pero su sentido es claro:el Señor no nos abandona ni
siquiera en la muerte, ni después de la muerte, no nos abandona nunca en la lucha contra el
mal. Somos demasiado fáciles a olvidar que el mal es una realidad activa, que está ahí
luchando por dominar hombres y estructuras sociales; existe la tentación, que no viene de la
nada, sino del mal que está ahí. Cuando a ese mal lo personalizamos, lo llamamos demonio
o satanás u otros nombres equivalentes. La fuerza para esta lucha nos viene del Señor que en
una batalla definitiva lo venció.
La segunda imagen es la del liberador. En esa lucha Jesús no busca su victoria
personal, sino la liberación de los hombres, porque no es un luchador en defensa de su
propio honor o para satisfacer su orgullo de triunfador, sino que lucha para liberar a los
demás, para liberarles de la terrible y desesperanza situación en que se encuentran. Una cosa
queda clara:la muerte ya no es lo definitivo, Jesús nos ha liberado de su dominio. (Somos
libres! (Libres incluso del poder de la muerte!
La tercera imagen es la del predicador. También a los residentes en los"infiernos",
en el reino de la muerte, quiso anunciarles el Reino de Dios, como había hecho con los
vivos. Así lo expresa Pedro en su primera carta: " Fue entonces cuando proclamó la victoria
incluso a los espíritus encarcelados que antiguamente fueron rebeldes. . . )Para qué, si no,
se dio la buena noticia a los muertos? Para que después de haber recibido en su carne mortal
la sentencia común a todos los hombres, viviesen por el Espíritu con la vida de Dios" ( I Pdr
3, 19; 4, 6). Siempre nos quedará en el misterio el alcance que pudo tener esta acción
salvadora precisamente ahí.
Las tres imágenes (conquista, liberación, predicación), mientras no las convirtamos
en descripciones gráficas, nos indican con bastante riqueza que el " descenso de Jesús a los
ifiernos" fue un acto salvador, introduciendo la esperanza de Dios en lo más destructor de
la vida humana, que es la muerte; su redención es infinita y, por eso, en esa batalla final,
El nos liberó.

OTRAS DIMENSIONES DEL DESCENSO A LOS INFIERNOS

Pero nosotros ya no somos sensibles a esa idea de conquista y de lucha, aplicadas a


Cristo; por tanto, buscamos otras rreflexiones que nos hagan vivir la riqueza de su
"descenso".

Salvación para todos

)Se salvan todos? Más que por curiosidad o por interés personal, lo preguntamos por
amor. Superada la necesidad, para la salvación, del bautismo e incluso de la fe explícita
((tantos viven a Dios sin conocerle!), superado el "fuera de la Iglesia no hay salvación", )
qué nos queda para admitir la salvación universal? )se salvan todos? )se pierde alguien? Las
afirmaciones del Nuevo Testamento sobre la condenación, )no tienen más un carácter de
advertemcia estimulante que de constatación real?
Mirando desde el hombre, encontramos lógica la condenación de algunos; pero
mirando desde Cristo, que en su descenso a los muertos ha llegado hasta las últimas
consecuencias del hombre, siempre queda un apoyo para la esperanza de la salvación
universal. El problema se lo dejamos a Dios, confiados en la obra de Cristo que no tiene
límites. Dios es ahora más negado o dejado de lado que nunca pero, si se le admite, se le
entiende como salvador de todos, hay como un instinto que lleva a admitir la salvación
universal, aunque Dios tenga que hacer filigranas para arreglar ciertas cuentas finales. El
"descenso" de Jesús abre más esta esperanza.

El mal retrocede, el bien avanza en el mundo

El mundo antiguo se imaginaba sometido a influencias maléficas de divinidades


enfrentadas. Concepto superado, de acuerdo; sin embargo, el poder del mal continúa siendo
una realidad en el ambiente, en la libertad de los hombres y en los sistemas de poder. Pero
este mal del mundo, a pesar de de su extensión y fuerza, no tendrá la victoria final; la
victoria final corrresponde al bien; victoria progresiva, avanzando lentamente de hombre en
hombre, de sociedad en sociedad, de época en época. Sin angelismos ni retornos utópicos a
la inocencia original, afirmamos que Cristo venció el mal, no desde lejos, sino desde su
mismo interior, sufriéndolo hasta las últimas consecuencias.
Una lectura analítica de nuestro progreso nos hace dudar de si estamos en un
momento progresivo o regresivo de la historria, pero, desde Cristo, somos optimistas:el
mal retrocede, el bien avanzará. Hasta los "infiernos" personales y sociales llega la
esperanza.

La riqueza del purgatorio

Desde ese "descenso", el reino de los muertos ya no aparece como situación de


condenación sino como posibilidad de superación; Jesús cambió el "sheol" en purgatorio.
En el mismo reino de la muerte uno puede encontrar la fuerza de Cristo que lo purifica y lo
libera. El purgatorio, más que un tiempo intermedio, es la situación previa a la visión de
Dios; en esa situación nos purifica la fuerza de Cristo, que ha descendido hasta la realidad de
nuestra muerte; El es nuestro purgatorio, es decir, nuestro purificador e iluminador; no
solo nos limpia, sino que nos da la capacidad de visión. Cristo mismo se constituye en
nuestro purificador, nos maquilla y capacita para la visión de Dios.

La unidad del hombre queda resaltada también aquí


La afirmación "descendió a los infiernos" nació como una respuesta a la pregunta que
muchos se hacían:)dónde estuvo el alma humana de Jesús entre la muerte y la resurrección?
Sin embargo, el objetivo del artículo de fe fue defender la plena humanidad de Jesús frente
a algunas teorías que le negaban el alma humana. Se cayó en la fácil solución de dividir a
Cristo en varias partes que estaban en diversos lugares en ese tiempo muerto del sábado
santo. Es cierto que algún texto de la Escritura (I Pdr 3, 18) nos dice que Jesús "fue muerto
según la carne pero hecho viviente según el espíritu", pero ciertamente no se refiere a
nuestra división entre cuerpo y alma; por lo demás todos los otros textos, sin distinción,
afirman que Jesús, su persona entera, descendió a los infiernos.
El hombre continúa siendo hombre cuando el cadáver queda en el sepulcro y seguirá
siendo hombre después de la resurrección. Jesús muere y desciende, el hombre resucita.

Manifiesta el triunfo de Cristo

Litúrgicamente el descenso a los infiernos corresponde al sábado santo, que es


tiempo de luto, de oración ansiosa y espera penitencial. En la Iglesia Oriental este descenso
se ve mucho más iluminado por la luz de la Resurrección que por la tragedia de la Cruz, en
los iconos Cristo es representado saliendo triunfalmente, mientras es rodeado de todos los
hombres liberados, lleno de luz y de fuerza; es como la anticipación del domingo de
Resurrección. El que desciende es el que triunfa, el que muere es el que resucita, por tanto
en el descenso está ya la gloria, en la muerte está ya la resurrección. Cristo recibe una vida
nueva y es glorificado con una glorificación que alcanzará incluso a su cuerpo en la
Resurrección. Es otra llamada a la esperanza.

METIDOS TAMBIÉN NOSOTROS EN EL DESCENSO

Como todos los misterios de Cristo, también éste continúa realizándose en nosotros.

Continúa nuestro descenso.

Seguimos descendiendo a lo profundo de nosotros mismos para conocernos y


aceptarnos como somos; tenemos el instinto del rechazoo o del olvido cuando encontramos
algo de nosotros que no nos va. Cuando uno no desciende a los instintos más radicales y
torcidos de su ser, difícilmente los regenerará.
Descendemos también a la humanidad caída, pobre, sufriente, egoísta, explotada y
explotadora; es una realidad y está ahí; es relativamente fácil refugiarse en un coto pacífico,
que puede ser la familia y hasta el grupo eclesial, mientras la humanidad herida y pecadora
continúa ahí; si no hay quien descienda a ella, precisamente en lo que tiene de sombras,
nunca encontrará la luz. Debemos descender a las partes más oscuras y sufrientes de nuestra
sociedad, no podemos marginar la marginación, porque esa cara oculta de la sociedad nos
reclama luz y mejores condiciones de vida. En nuestra vida personal y social siempre
encontramos algo que nos inspira un rechazo, que puede consistir en mirar a otra parte para
lograr una tanquilidad ficticia. El mal y el dolor se redimen siempre de cerca, más aun,
desde dentro.

Continúa nuestro ascenso

Cristo bajó para demostrar que se puede ascender de donde nadie había ascendido,
que se puede esperar donde nadie había esperado y que incluso donde está lo peor se puede
encontrar lo mejor, la visión de Dios y el gozo del amor.
Frecuentemente somos víctimas del pesimismo y tentaciones contra la esperanza
porque nos sentimos amenazados. Nos amenaza el ambiente, que es como en otras épocas el
destino. Pero el hombre no es víctima de ningún ambiente, como tampoco lo es de ningún
destino; el único destino que nos esclaviza es el que nosotros nos creamos. Nos amenaza el
subconsciente, que es el "sheol" del hombre moderno, donde se refugian tensiones,
inclinaciones determinantes, temores, falsas ilusiones, herencias desconocidas, fuerzas que
fácilmente consideramos insuperables. El psicoanalista desciende ahí con su investigación,
Cristo ha descendido con su gracia; ninguna fuerza desde dentro de nosotros podrá más que
esa gracia, ninguna nos dominará definitivamente. Nos amenaza el progreso tecnológico,
cuyo dominio creciente no sabemos si podremos controlar. Nos amenaza la ausencia de
Dios, que parece más real que su presencia; porque la ausencia se traduce en silencio,
confudimos fácilmente los dos términos. Son muchas las amenazas que sufrimos y cada una
de ellas puede crear una corriente de pesimismo y desesperanza.
Pues bien, Cristo desciende a estos "infiernos" y nos devuelve la esperanza. No ha
sido un catedrático que nos demuestre que son superables, sino que se ha metido en ellos
hasta lo más profundo, incluso hasta dejarse matar, y de allí salió victorioso. Descendemos
dentro de nosotros mismos y de nuestro mundo y allí ponemos nuestra fe y nuestra tarea
comprometida; y la esperanza nos dice que esa tarea nuestra no es inútil, porque cada
hombre que vence el mal en cualquiera de sus manifestaciones hace resucitar el mundo.
Este mundo que es nuestro y al que nos corresponde devolverle la esperanza.

ANEXO DE JESUS : ALEGRIAS DEL PURGATORIO

La situación intermedia que pasé entre la muerte y la resurrección la expresan


los creyentes como un "descenso a los infiernos", una frase tremenda, pero que no
refleja del todo mi realidad en esa situación. Hubo efectivmente algo de "infierno" en
ese estado, pero sobre todo hubo mucho de liberación.
Esto me hace pensar en lo que llaman "purgatorio", con el que solo conectan
mediante la oración. Han acentuado excesivamente sus aspectos dolorosos, casi como
si se tratase de un infierno en miniatura, por lo negativo que hay que purgar. Pero yo
encuentro mucho más destacados sus aspectos positivos y quiero hablar de algunos de
ellos.
Ya su función purificadora es positiva; en la vida los hombres se van
cargando de lastre y al final de la jornada llegan torpes, con las arrugas del alma tan
acentuadas como las del rostro. No les gustaría llegar así, pero es inevitable. Pero
resulta que al final tienen la posibilidad de convetir su historia en una página blanca,
aunque no se puedan añadir méritos no logrados, solo queda lo positivo, desaparecen
todas las faltas de ortografía. Es un momento feliz para mí, al verles sonreír por su
nuevo estado de blancura.
A veces lo veo como esas sesiones de maquillaje antes de salir en
televisión; aunque el rostro sea joven, necesita maquillarse porque los potentes focos
descubren defectos invisibles a la vista superficial y hay que prepararlo para que entre
agradablemente en el hogar de los telexpectadores. Por eso mismo ellos son
maquillados antes de entrar en el "banquete", sus rostros han de resultar agradables
para Dios y los comensales eternos. Como se trata de un maquillaje tan sutil, Dios en
persona lo realiza, sus manos de Creador y de Padre recorren todos sus surcos,
poros, superficies defectuosas y le dan la vistosidad agradable. Cuando termina con
cada uno, siempre tengo la misma sensación:(cómo se parece a mí!
Alcanzan allí además una madurez definitiva; lo mismo que en la tierra
desarrollan poco la capacidad de su cerebro, también lo mejor de sus personas queda
frecuentemente sin desarrollar, porque no descubren sus posibilidades o porque no
creen en ellas y, sobre todo, por falta de esfuerzo. Pero el banquete de la gloria es
para personas completas, cada una en su capacidad, no es un cielo de disminuídos,
algo que limitaría su felicidad personal y colectiva. Así que en ese momento su
madurez fallida pasa a mejores manos, pues el Padre se encarga de completar los
rasgos que les hacen parecerse a mí. Pasados ya todos los límites, la fuerza del Padre
hace explotar el tiempo en una sesión de madurez intensiva. Quiere unos hijos
completos.
Y se les concede también una capacitación adecuada para el nuevo estado
de bienaventuranza. De nada sirve una gran sinfonía para quien no tiene el oído
adecuado ni un sol brillante para quien no lo puede mirar. Sus órganos humanos,
exteriores e interiores, son ineptos para lo que se les ofrece, con ellos no captarían
las sinfonías de la gloria, ni sus juegos de luz y sonido ni las visiones internas; la
"gran pantalla" sería desaprovechada. Esa capacitación es la que se les concede en ese
momento justo, al pasar la puerta de entrada de la inmensa sala; el "purgatorio" es el
vestíbulo para esas tareas; cuando uno llega allí, empiezan sus descubrimientos
deslumbrantes.
Por eso es también una situación de alegría, entran en una seguridad no
amenazada ya por ningún riesgo, (qué bien se rspira cuando se han pasado ya todos
los riesgos!; el amor del Padre llena esta situación y resulta más asequible que en
ninguna otra situación terrena. Es como una sesión primera de felicidad contenida,
intermedia, para no soltar de golpe la gran noticia que haría morir de gozo. Si no se
puede eliminar lo que de costoso tiene toda purificación, la alegría del purgatorio es
inmensamente superior a ese sufrimiento. Por eso me gusta más cuando se reza, no
para que no sufran, sino para que vean el rostro del Padre.
Con frecuencia les oigo decir que el purgatorio ya lo pasan en la vida; en lo
que tiene de sufrimiento, es en parte verdad, porque nos vamos purificando al
mismo tiempo que nos vamos manchando; para el"purgatorio" quedan solo los restos
de la purificación, restos que dependen de cada uno. Pero lo más importante es lo
positivo, la añadidura que Dios pone en ese momento a nuestra vida.
No es exactamente así como yo viví aquel "descenso a los infiernos" en la
cruz, pero se parece mucho; yo también sentí la alegría anticipada de la gloria y,
sobre todo, de saber que conmigo podían entrar todos mis hermanos, nunca lo tuve
tan seguro como en ese momento; si las cosas se pudiesen medir por tiempos, no me
habría importado quedarme mucho más.

Por supuesto, no he querido dar una descripción del "purgatorio", sino una
visión positiva desde mis sensaciones. Lo vivo con cada uno. Es la sala de preparación para
la resurrección. Es como la última puesta a punto para la medalla olímpica.
MI PROFESION DE FE EN EL MANANTIAL DE LAS TUMBAS

Creo que Cristo descendió a los infiernos.

Creo que hizo la experiencia profunda de la muerte :


desde entonces le veo más hombre y cercano a mí.

Creo que sufrió incluso la muerte del pecador, el abandono de Dios, lo que le hizo
gritar en la cruz.

Creo que comunicó la salvación a los muertos,


aunque no entiendo el alcance ni cómo fue.

Creo que Cristo es siempre superior a la muerte, incluso cuando la muerte le domina
y convierte en cadáver;
el hombre cadáver continúa viviendo en Dios.

Creo que ningún destino ni ninguna fuerza del mal puede dominar invenciblemente al
hombre, porque Cristo lo ha vencido.

Creo que el infirno es la separación de Dios


y que mi riesgo más trágico es que pueda separarme
y la esperanza más fuerte que nadie me separará.

Creo que Cristo inaugura el purgatorio


como situación en que El nos purifica
y nos ilumina para el encuentro con el Padre.

Creo que Cristo es mi esperanza y la esperanza de mi mundo;


ninguna amenaza nos someterá;
en El he puesto mi esperanza.

Creo que yo también desciendo para ascender,


que de lo profundo de mi pecado puedo subir al infinito Dios, de lo negativo
de mi mundo a la salvación de Cristo.

Creo que Cristo descendió para subir.

Creo que en mi carrera cristiana las caídas y accidentes son ocasión de superación;
al caer, lo primero que encuentro no es el fondo, sino la mano de
Cristo.
10. - R E S U C I T O

EL ACABADO LLEGA EL PRIMERO

Los dos, "HOMBRE XX" y "HOMBRE XXI", buscan una experiencia que
les haga comprender el "resucitó", algo que suena muy bien a su espíritu,
pero que no resulta lógico para su cultura científica.

Hombre XX. -En mi pueblo, la naturaleza resucita cada año allá por primavera,
vuelven la hierba y las flores y los ganados pueden pastar todo el día fuera del
establo. Pero no fue inútil el invierno; de aquellas nevadas nacen estas hierbas.

Hombre XXI. -En la ciudad la naturaleza no resucita, las estaciones del año se
notan sobre todo en los cambios de moda en el vestir, que no nacen unos de otros;
yo la noto más por el calendario laboral.

Hombre XX. -Pero también en la ciudad se notan otras formas de resurrección;


resurge un político que se daba por acabado o un equipo deportivo en el que nadie
confiaba; resucitan las autonomías, en un momento dado resurge la economía, la
construcción. . .

Hombre XXI. -En eso hay algo de resurrección, aunque lo veo más como un cambio,
como una evolución. )No es la resurrección una evolución llevada al máximo? A
veces llega a la cumbre alguno que estaba sentado en el "infierno" y se ha superado.

Hombre XX. -Jesús resucitó. Pasó del "infierno", donde todos le daban por muerto y
acabado, al podio de la "gloria". Y allí está, pero sin abandonar las canchas,
ahora acompañando a los que corren.

Hombre XXI. -Su triunfo es único, porque lleva ya veinte siglos y no ha bajado del
podio.

Hombre XX. -Así es, aunque no exactamente porque, sin perder su puesto de
gloria, está con los que aun no han llegado, especialmente con los que más sufren
en su carrera.
Resumen 101: LA ESPLENDENTE RESURRECCIÓN

"(Resucitó!" "(Vive!" "(Se ha aparecido!" "(Le han visto!"


La noticia fue un tremendo latigazo sobre el pesimismo de los primeros seguidores;
entre la sorpresa, la duda y la ilusión, aquel notición llevaba dentro toda la fuerza
convincente para remover personas y grupos. La noticia se confundía con el mismo Jesús que
empezaba de nuevo a moverse entre los suyos.
Pero no fue fácil creerlo ni siquiera para sus discípulos; entonces y ahora es más fácil
confesar la Resurrección que creerla de verdad.
En nuestros días han surgido una serie de interrogantes nuevos, nuevos al menos para
los creyentes de siempre. Cuando afirmamos nuestra fe en la Resurrección, )qué estamos
afirmando? Cuando los primeros testigos nos aseguran que el Señor resucitó, )qué quieren
decir exactamente? )Sus afirmaciones son realamente objetivas o son expresiones simbólicas
para comunicar una vivencia interior? La misma palabra "resurrección", )qué puede
significar si no la tomamos en su sentido literal?
La Resurrección de Jesús es, conjuntamente con la Cruz, la afirmación central de
todo el Nuevo Testamento, pero es la más afectada por nuestra manera de entender los
Evangelios, que son narrativos, pero sobre todo libros de vida, testimonios vivos de unos
hombres que aseguran haber visto y oído a Jesús y le sintieron y creyeron en El; son relatos
de creyentes, no de historiadores profesionales, motivados por el deseo de convertir. Por
otra parte, si logran comunicarnos su experiencia viva del Resucitado, )qué importancia
tiene ya la objetividad de los relatos?; lo objetivo, lo verdaderamente histórico, es su fe en
el Resucitado.
Además la Resurrección de Jesús, sucedida en un momento concreto, es un
acontecimiento universal y trasciende todas las categorías temporales y espaciales; no es de
aquí, es de todo el universo; no es de entonces, es de siempre y para siempre; es mía y
nuestra y de todos; no es solo del tiempo, es de la eternidad. Lo afirmamos como
acontecimiento eterno, pero no como una eterniad lejana, sino como algo cercano que nos
afecta ahora y debemos expresarlo en términos y conceptos válidos para nosotros, porque las
formas en que nos llega son al mismo tiempo ayuda y limitación; hemos de captar el
mensaje, aunque las palabras del mensajero nos parezcan contradictorias.
La Resurrección de Jesús es una realidad "pluridimensional", tiene mucha riqueza y
puede ser pensada desde muchos ángulos vitales; ninguna teoría supone una explicación
única ni completa ni siquiera la mejor. (Ojalá se produzca en nosotros el mismo cambio
interior de los discípulos que vieron a Jesús muerto y se encontraron con Jesús vivo!

I. - E L M E N S A J E E V A N G E L I C O

La verdadera noticia sobre la Resurrección de Jesús se nos tansmite en los Evangelios


y en otras expresiones del Nuevo Testamento; está clara y rotundamente afirmada en los
cuatro relatos evangélicos, en el libro de los Hechos y en varias cartas de San Pablo, sobre
todo en la primera a los Corintios. Esta plurarilidad de testimonios sobre el mismo dato
confirma la seguridad del acontecimiento y la importancia que ellos le concedieron.
Pero )cómo llegaron a esta certeza?
Por encima de una fe difusa en una cierta supervivencia más allá de la muerte, algo
común entre los judíos, la Resurrección de Jesús les pilló por sorpresa a los discípulos, no la
esperaban. Fue una sorpresa apabullante. Muerte y Resurrección son los dos hechos más
atestiguados, pero son de naturaleza diferente; la muerte sucede en pleno día, delante de
muchos testigos; en cambio, la Resurrección no fue presenciada por nadie, sucedió en el
misterio de la noche. )Cómo se podía estar tan seguros de un acontecimiento así?
No solamente creyeron, sino que pusieron toda su vida en esa fe. La seguridad venía
de dentro, más que de lo que pudieron ver sus ojos. A todas las preguntas responden con
unas confesiones de fe vivas y vibrantes:"Por medio de él confiáis en Dios que lo resucitó y
lo glorificó; así vuestra fe y esperanza están puestas en Dios" (I Ped 1, 21). "Porque si tus
labios confiesan que Jesús es Señor y crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te
salvarás" (Rom 10, 9). Y otras muchas. Su fe en la Resurrección es lo más claro de estos
textos; no son síntesis doctrinales, son proclamaciones exaltadas, hechas con fuerza,
seguramente proclamadas a coro o cantadas en las celebraciones litúrgicas; era la mayor
noticia y había que proclamarla muy fuerte, que nadie dudase de que ellos la creían y la
vivían. Pero pronto sintieron la necesidad de fundamentar esa fe, no sea que alguien pensase
que estaban transmitiendo un sueño. Y a la hora de la más bella ilusión espiritual y de contar
cómo habían llegado a su certeza, dos hechos adquieren especial importancia:el sepulcro
vacío y las apariciones.

La tumba quedó vacía

El cadáver de Jesús, colocado apresuradamente en un sepulcro particular cedido por


José de Arimatea cerca del lugar de la
crucifixión, no está en él cuando algunas mujeres se acercan el
el primer día de la semana a terminar el embalsamamiento y a llorarle. Un ángel les anuncia
que ha resucitado y que no busquen entre los muertos al que está vivo. Pedro y Juan harán la
misma constatación al llegar crriendo al sepulcro. Por encima de los detalles discordantes,
hay una afirmación rotunda:el cadáver no está donde tenía que estar, no está en el sepulcro,
no está en ninguna parte; simplemente no hay cadáver, más aun, ya no hay muerte,
porque algo le ha sucedido a la muerte que le quitó su carácter de derrota total del hombre.
Pero, por muy impactante que fuese este hecho, la primera fe en el Resucitado no
viene de haber descubierto el sepulcro vacío, sino por el anuncio del cielo a través de ángel;
el testimonio visible del sepulcro vacío tiene en sí poca fuerza, en todo caso es una
comprobación posterior al anuncio angélico; la noticia viene de arriba, porque de allí llega
el poder de Dios capaz de resucitar; la Resurreción viene de Dios y su certeza viene también
de El; es El, y no nuestros ojos quien la testifica. Es preciso "nacer de arriba" para creer y
para que la vida no termine en cadáver.
La muerte ha sido vencida; una piedra cerraba el sepulcro como símobolo de lo
definitivo de la muerte de donde nadie sale jamás; pero esa cerradura última ha sido abierta,
se acabó el poder de los infiernos, porque Cristo lo ha vencido.
La muerte ya no está allí porque el cuerpo está vivo; pero, )dónde está el cuerpo?
"No está aquí", dice el ángel; no dice dónde, porque ya no hay un dónde, ya no hay lugar
propio para el que vive con una vida nueva; por no estar en un lugar, se le puede encontrar
en todos, se le encuentra en el espacio y en el infinito, dentro y fuera, arriba y abajo;
ninguna realidad humana le es ajena y ninguna le absorve totalmente. Cuando se le quiere
encontrar en un lugar concreto, en una teoría, incluso en un dogma, corre la piedra y se
escapa. El "es", El vive.
Pero es una vida diferente de las formas anteriores; los lienzos que envolvieron el
cadáver y el sudario que cubría su cabeza han quedado allí, como reliquia de algo que nunca
volverá a ser igual. Ya no hay formas, cualquier forma es una atadura y solo sirve para
"Cristos" demasiado hechos e inamovibles que, por lo mismo, están muertos.
El sepulcro vacío no es una prueba de la Resurrección pero, desde la reflexión
meditaba, es una lección de sus contenidos.

El difunto aparece vivo

Las apariciones son la principal fuente de su fe.


Apenas resuciado, Jesús se deja ver por diversas personas y en diversas
circunstancias:María Magdalena, Pedro, los discípulos y hasta una reunión de quinientos
hermanos. Los relatos de las apariciones son variados e insistentes, como si tuviesen interés
en suplir así el vacío de que la Resurrección no fue preenciada por ningún testigo.
Otra vez surge aquí la pregunta clave de la cultura moderna:)qué son esas
apariciones? )es que Jesús está realmente ahí, delante de sus ojos? )qué diferencia hay
entre estas apariciones y las "visiones" del profeta Daniel, por ejemplo, o las apariciones
de la Virgen, tradicionales en la Iglesia? )le vieron realmente con sus retinas oculares? )
cómo era? Las preguntas se multiplican, porque nos centramos sobre todo en la parte
corporal del Resucitado, con lo que ya estamos descentrando el misterio, y queremos con la
imaginación comprender su forma y movimientos.
Estas preguntas no son evangélicas, suponen una lectura periférica y curiosa, no de
fe. La nueva fe aprendió pronto a creer sin ver porque, en cuanto creían por los ojos, El
desaparecía rápidamente. "Bienaventurados los que creen sin ver", le dice a Tomás, los que
no se apoyan en la discutible evidencia de los sentidos o en la fuerza de la razón. Para
corroborar más esta exigencia, el Resucitado ya no vivió con los suyos, simplemente se dejó
ver en testimonio de sí mismo, pero sus desapariciones eran tan rápidas como sus
apariciones. Había que creer en el Reuscitado más que en el Aparecido, porque todas las
generaciones futuras ya no le verían Aparecido, solo sabrían que estaba Resucitado.
La gozosa sorpresa del Jesús vivo llegó porque fue visto, pero la seguridad de su
presencia vino desde un testimonio interior, de su vivencia personal, y del testimonio
vivencial de los otros. Pronto se dieron cuenta de que Jesús estaba efectivamente entre ellos
y que además esto estaba previsto y reafirmado en las Escrituras, después de todo, la
sorpresa no tenía por qué serlo tanto. Su convicción era tan fuerte, que tuvieron que
anunciarlo. Esta seguridad no es fruto de su reflexión, sino del mismo Resucitado que ha
impuesto su presencia con una fuerza arrolladora, aunque no todos la captan.
En todas las apariciones encontramos aproximadamente el mismo esquema, con estos
elementos.
Jesús se hace ver, impone su presencia, lo encuentran de golpe, inesperadamente,
sorprendidos en su desánimo. Es como si quisiese responder de antemano a la fácil objeción
de que tenían tantas ganas de verlo que confundieron la imaginación con la visión. El
Resucitado está siempre detrás de cada fracaso humano, dispuesto a llenar el vacío, hasta en
la muerte del fracaso puede aparecer El para desmentir los vacíos y soledades; sobre todo
está cuando existe un poco de ilusión y esperanza, que es para él como un grito al que
siempre responde. No aparece siempre de la misma manera. El Resucitado no puede
desaparecer del mundo ni se quedará tan oculto que olvidemos que existe; solo un poco de
vigilia, un poco de ilusión y aparecerá. Acaso en esta lectura se te está apareciendo.
Jesús es reconocido, no solo como el mismo de la Cruz, sino como Aquél de quien
hablaban las Escrituras. No impone su presencia de tal forma que haga innecesario creer; El
pone la primera palabra, la segunda nos corresponde a nosotos. A veces hay dudas y hasta
incredulidad, pero siempre hay algo que permite darse cuenta de es El, precisamente El. La
vida tiene muchas trampas y disimulos pero también muchas manifestaiones; es preciso
querer, querer ver, querer sentir, querer querer; Jesús suele responder al conjuro de este
querer de fe y de corazón. Y, al aparecer, trae siempre algo maravilloso dentro de la
normalidad, por eso se postran y le adoran.
Cada aparición termina con una misión. En la primera encomienda a María
Magdalena que lleve un encargo a los "hermanos" y en la última les encomienda:"id y haced
discípulos de todas las gentes" (Mt 28, 19). En algunos relatos, este elemento aparece como
el más importante, más que la aparición misma o el ser reconocido. Si Jesús ha vuelto es
para continuar su obra, lo que significa que su causa no ha muerto y continúa viva. Las
apariciones pretenden que los testigos se comprometan, por eso no las ofrece
indiscriminadamente a todos, sino a los discípulos dispuestos a aceptar esa misión. Les hace
mirar hacia el futuro, donde ellos tendrán que realizar las obras que El realizó antes. )Puede
reconocer al Resucitado quien no está dispuesto a continuar su obra? Si no está dispuesto a ir,
seguramente tampoco podrá ver; porque la aparición no es una necesidad sino una gracia
concedida para ser comunicada. Jesús resucitado nos empuja una vez más hacia los hombres.

Esta transformante vivencia que arranca de las apariciones la comunican también con
otras expresiones, distintas de la resurrección: Jesús ha sido exaltado,
Dios le ha constituído Señor,
está sentado a la derecha del Padre,
ha sido glorificado,
está vivo. . .

Esta diversidad de expresiones para expresar el mismo acontecimiento depende de


dos motivos:de la diversidad de culturas de los que y a los que hablan y del entusiasmo que
llevan dentro. Cualquier acontecimiento resulta diferente narrado por un informe oficial con
un lenguaje estereotipado o por alguien implicado emocionalmente, cuyas expresiones se
multiplican y son mucho más vivas, aunque técnicamente más imprecisas; qué diferente
resulta la crónica de un acontecimiento patriótico hecha por un cronista extranjero o por uno
nacional, los triunfos multiplican las expresiones exultantes. Cuando los discípulos
empezaron a comunicar su experiencia de Jesús vivo, su boca se llenó de expresiones
espontáneas ((lástima de grabadora!). Nosotros hemos retenido casi en exclusiva
una:"resurrección", lo que quizá ha empobrecido la vivencia del misterio.

Jesús está vivo

La más repetida de sus expresiones es que Jesús vive; en los Hechos nos dicen que
Jesús "se presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo"
(1, 3), y las mujeres que fueron al sepulcro volvieron con el anuncio de que "se había
presentado vivo" (Lc 24, 5. 23). La palabra "resurrección" hoy, como en la Atenas de Pablo,
es difícilmente admitida por las connotaciones concretas que lleva. Jesús está vivo, ésta es
la noticia fundamental que el mundo necesita. )Para qué empeñarnos en más preguntas ni
explicaciones si ya creemos que está vivo? )Para qué siven las preguntas si reconocemos que
la Vida está en medio de nosotros y que se ha manifestado?
Pero está con una vida nueva, aunque sea el mismo. Enseña sus llagas e invita a
Tomás a comprobarlas, pero lo hace de mala gana y como una concesión, porque El ya no
es así ni es ése el camino de la fe. Jesús es nuevo y tiene una nueva forma de presencia en el
grupo; ya no le ven siempre, sino solo de vez en cuando y curiosamente descubren que está
tan presente cuando se va como cuando se aparece; cuando se vaya definitivamente no
importará, siempre estará en medio. Es un Jesús nuevo porque ya no morirá jamás y porque
se comunica, sobre todo, a través de la presencia del Espíritu.
La Resurrección alcanza también al cuerpo de Jesús, porque es a través del cuerpo
como se les hace visible. Pero ellos parece que no se fijaron tanto en ese aspecto, mientras
que nuestra equivocación es fijarnos demasiado en el problema del cuerpo en la resurrección,
con lo que surgen una serie de preguntas insalvables:)era celeste o terrestre aquel cuerpo? )
cómo se le podía tocar, cómo podía comer o beber si era celeste? )cómo es que no lo
reconoció María Magdalena en la primera aparición? )dónde estaba aquel cuerpo entre una
aparición y otra? De estas preguntas pasamos fácilmente a entender la resurrección como la
reanimación de un cadáver, por tanto, como una vuelta atrás, a la vida anterior.
Frente a este plantemiento, los discípulos solo manifiestan que Jesús está vivo, lo
corporal es secundario, su certeza llegó al descubrir que no era exactamente el mismo cuerpo
pero sí la misma persona. Aunque para nosotros su resurrección corporal tiene también
valiosos sentidos; significa que toda la persona de Cristo es visible y comunicable a través
del cuerpo, que es el elemnento que a nivel experimental garantiza su identidad personal,
que es el mismo yo y la misma persona que murió. Todo El ha resucitado, la Resurrección
alcanza a toda su persona. Y expresa también la relación de Jesús con el universo, que lo ha
asumido.

II. -LOS AMPLIOS CÍRCULOS DE LA RESURRECCIÓN

Por encima de las fórmulas con que nos llega, la Resurrección nos ofrece una
desbordante riqueza de contenidos, como círculos concéntricos en torno al núcleo de su
Persona resucitada, entre los cuales vamos a movernos en nuestras reflexiones siguientes.

El primer círculo es histórico y espiritual a la vez.

Frente a la cuestión culta de si fue un hecho histórico (con un lugar y fecha precisos)
o meramente espiritual (una vivencia interior comunicada en formas narrativas), los
evangelistas nos ofrecen una serie de simbolismos vivenciales, que vale la pena recordar.
Mateo y Marcos sitúan las apariciones en Galilea, en clara referencia al lugar de las
principales predicaciones del Reino de Dios y de las principales instrucciones a los
discípulos; el Resucitado reafirma así el Reino predicado y envía a sus discípulos a continuar
su obra. Lucas y Juan, por el contrario, sitúan las apariciones en Jerusalén, porque aquí han
centrado la mayor parte de la actividad de Jesús, sobre todo los grandes acontecimientos de
los últimos días, que en la Resurrección encuentran su pleno sentido. Un ángel es el primero
en dar la noticia; )de qué otra manera se podía dar la noticia con más seguridad y belleza?. El
universo, mediante un temblor de tierra, se da por enterado del acontecimiento. (Qué
maravillosa manera de entender y transmitir la Resurrección!
Efectivamente, hay un valor histórico, un acontecimiento que de una forma u otra
sucedió; la historia del mundo quedó conmocionada por esa historia; como hecho histórico,
afecta también a nuestra historia actual. Hay en él un valor existencial, en cuanto afecta a mi
existencia personal y condiciona mi manera de vivir; )de qué me serviría la Resurrección si
no fuese en relación con mi resurrección? ) qué fuerza tiene si no me compromete en una
forma de vida más elevada? Hay aquí un valor de esperanza, porque me da una nueva
dimensión del final, que tiene repercusión práctica en mi manera de afrontar la vida; ya no
puedo caminar en la oscuridad ni en la angustia, al final está la luz. En un mundo d valores
efímeros, la Resurrección abre la brecha de lo definitivo.
El segundo círculo presenta a Dios dando la razón a Jesús.

Por fin, después del silencio de la Cruz, en la Resurrección Dios se pronuncia a su


favor. Los representantes oficiales de la religión, al condenarle a muerte, quieren demostrar
que Dios se pronuncia públicamente contra El dejándole morir en cruz como un maldito; así
lo entienden también muchos expectadores, que en el sepulcro entierran sus esperanzas. De
pronto Dios toma partido por El y lo devuelve a la vida, con lo que deja claro que se
identifica con Jesús y su obra. Es el Dios de la vida y lo manifiesta precisamente en continuar
la obra donde nosotros la acabamos, porque solos no podemos llegar más que al sepulcro.
Se trata de vivir de tal manera que Dios nos pueda dar siempre la razón, al menos
que nos la pueda dar al final.

El tercer círculo apunta al final, como plenitud y triunfo.

Jesús resucita "al tercer día", lo que tiene un sentido, no tanto cronológico, sino de
perfección, de acabamiento; no es un final apocalíptico, con caracterres trágicos, como
predicaban muchas tradiciones antiguas, sino de plenitud.
La historia tiene un sentido total que no descubriremos plenamente hasta que se
consume; hay acontecimiento que por sí solos pueden parecer un fracaso o derrota o triunfo,
pero los valoramos bien en el conjunto de la época. El sentido de la historia es que camina
hacia la Resurrección. Ya podemos estar seguros y caminar en esperanza porque sabemos
cuál es el final, y este final da sentido e ilumina todo nuestro caminar histórico, con sus
abatares y sus absurdos. Solo el final de la resurrección nos hará encajar bien todo en la vida
nos ha sucedido, por disparatado y contrdictorio que parezca.

El cuarto círculo nos descubre que en la Resurrección se ha realizado la utopía


humana.
En lo profundo de su ser, el hombre sueña con ser eterno y totalmente perfecto y
feliz, pues bien, Jesús realiza esa utopía; lo que como sueño no tenía lugar (u-topía) ahora sí
tiene "lugar":la Resurrección. Ahora soñamos con fundamento, porque Dios hará real
nuestro mayor sueño, al final completará la realización de ese sueño. El idealismo se ha
convertido en ideal, porque esa utopía sucedida en Jesús sucederá también en nosotros,
Jesús la ha puesto a nuestro alcance, estamos seguros de ello. La utopía es humana, pero
supera lo terreno, no podemos quedarnos en sueños de algo perecedero, no vale la pena;
nuestra dimensión es eterna. Por eso los creyentes podemos ser los mayores soñadores y, al
mismo tiempo, los más comprometidos, porque, como a Jesús, el compromiso nos lleva a la
realización del sueño.

El quinto círculo sitúa la Resurrección de Jesús en relación con la comunidad.


Los testimonios del Resucitado se reciben en comunidad, que queda transformada
por ese acontecimiento. A partir de El, son un grupo nuevo, los mismos de antes pero
distintos; del primer grupo de pescadores y campesinos sin formación y acobardados al final,
surge este otro grupo, comprometido hasta la muerte, capaz de lanzar el movimiento de
mayor fuerza espiritual y social que haya existido nunca. )Qué pasó? Ninguna explicación
psicológica ni social puede aclarar el fenómeno. La Pascua, la Muerte y Resurreción de
Jesús, produjo el cambio.
Las apariciones son más comunitarias que individuales. Jesús Resucitado no es de
Pedro o de Juan o de María, aunque se les haya aparecido en particular, es del grupo; no se
deja ver de todo el pueblo sino solamente "de los testigos que él había designado" (Hech 10,
41); el contacto con la gente lo realizará en adelante a través del grupo. Descubren que ellos
serán en adelante el cuerpo de Jesús para hablar, curar y enfrentarse a las situaciones de
injusticia, y que esto lo lograrán como comunidad más aun que como personas individuales.
La fuerza del resucitado lo puede todo, incluso ese objetivo máximo para los hombres:lograr
ser una verdadera comunidad, objetivo siempre en marcha y siempre pendiente.

Un nuevo círculo amplía la Resurrección hasta una dimensión universal, en la


historia y en el cosmos.
Porque la Resurrección fue mucho más que un acontecimiento personal. "Y cuando
hayan sido sometidas a El todas las cosas, entonces también el Hijo del Hombre se
someterá a Aquél que le ha sometido todas las cosas, para que Dios sea todo en todos" (I
Cor 15, 28). El Resucitado ha inyectado un nuevo dinamismo en la historia, haciéndola
partícipe de su destino.
A los testigos del Resucitado nos corresponde no frenar la marcha de la historia, sino
empujarla con su espíritu y con sus obras. Nuestra humanidad necesita esperanza, pero no la
de mañana ni la de pasado mañana, sino la que engloba a todos los hombres y todos los
tiempos.
Cristo Resucitado es también Señor de la creación. El sepulcro abierto simboliza que
Cristo ha perdido las reducidas dimensiones de todo cuerpo terrreno para entrar en relación
directa con todo el universo. A través de su "cuerpo espiritual" ha introducido en la creación
un inmenso río de vida donde late toda la fuerza creadora y salvadora de Dios. La creación
ya no es profana; una parte concreta de esa creación, la persona de Jesús, ha llegado al
punto máximo de espiritualización y glorificación; la tierra no es ya el sepulcro de Cristo
sino su altar, donde un día se inmoló y otro fue glorificado. Por eso la fe en el Resucitado
supone también fe en la tierra, la madre-tierra de la que salimos y que se convierte en
materia salvadora (agua bautismal) y en materia espiritualizante (eucaristía). En cierto
sentido, señalando toda la tierra, Cristo puede decir:"esto es mi cuerpo".
Es demasiado sencillo imaginar que el cuerpo resucitado de Jesús, dotado de nuevas
cualidades -inmortalidad, incorruptibilidad, agilidad, sin ningún tipo de debilidad y no
sujeto a leyes de tiempo y espacio -ha cambiado el "lugar" tierra por el "lugar" cielo. No está
reducido a un "lugar", por muy maravillosas que sean las cualidades con que lo revistamos;
lo penetra todo, lo transforma en su esencia, lo glorifica. Con Pablo creemos que la creación
entera, que esperó ansiosamente la redención, ha encontrado su respuesta por la humanidad
corporal resucitada de Jesús. Lo material tiene también un sentido espiritual.

El último círculo resalta la dimensión social de la Resurrección de Jesús.


El Resucitado es el mismo que en Palestina estuvo siempre de parte de los
necesitados; porque entonces rechazó la propuesta de ser un liberador nacional, no podemos
reducirle a liberador espiritual. Está comprometido con toda la historia humana y no puede
realizar del todo su Resurrección dejando de lado la situación social de los hombres,
especialmente la de aquellos que, antes que nada, mecesitan resucitar de unas situaciones
esclavizantes.
En este sentido hay hoy un principio enunciado con mucha claridad:Cristo resucita
cuando el hombre resucita, no solo para que el hombre resucite:es verdad que su
Resurrección es promesa eficaz de lo que será la nuestra, pero es un malentidido prorrogarla
hasta el final, creando una actitud de conformismo intermedio a la espera de que luego todo
cambiará. Cristo resucita cuando el hombre resucita, porque nuestra resurrección no sucede
de repente, ya ahora se va realizando en la medida en que nos humanizamos y
espiritualizamos, en la medida en que cada uno tiene su ración de pan y libertad. Es la parte
más comprometedora de la esperanza y por eso encontramos fáciles motivos para rehuirla.
Ante el Señor nadie es campeón olímpico solitario, nadie sube solo al podio. Su gran
pregunta será:)dónde está el que diste de comer, el que ayudaste a correr? )cuándo te
retrasaste expresamente para ayudar a otro? )a quién ayudaste a resucitar de su situación
caída? Por eso el signo del cielo no es un podio solitario sino una mesa de banquete con sillas
para todos y bien concurrida.

Estos son los principales círculos y valores más importantes de la Resurrección de


Cristo, que nos llega como mensaje de fe, pues nosotros no hemos tenido ningún testimonio
directo, ni siquiera el del sepulcro vacío; el testimonio lo recibimos de los que creen en la
Resurrección y la prueba la encontraremos en nuestra propia vida. Y así los que nos siguen
encontrarán su testimonio en el nuestro y su prueba en la nuestra.
ANEXO DE JESUS : EL ENCANTO DE LOS RELATOS EVANGÉLICOS.

No hablaré de mis sensaciones especialísimas al resucitar, )qué podría decir? El paso


de una vida a otra vida, de una vida mortal a una inmortal, es tan inefable que solo
puede ser objeto de esperanza hasta que uno es enriquecido con ella y entonces ya no
caben descripciones. Hablaré solo de mi encuentro con los discípulos y lo haré desde
la versión que ellos han dejado en sus relatos evangélicos.
Me desconciertan los análisis e interpretaciones a los que durante los últimos
años ha sido sometido ese acontecimiento; por una parte es una riqueza tanto
comentario, pero por otra hacen más comprometida la respuesta a la fundamental
pregunta:)Resucité, sí o no? Ya se ve que hablan desde fuera, desde la narración de
otros, que nunca es lo mismo que la experiencia personal. Cuando muchos se
preguntan si es posible repetir aquellas experiencias luminosas de las apariciones, )
hacia dónde miran, hacia ellos o hacia mí? Porque aquellas experiencias no fueron
nunca provocadas por los discípulos sino por mí, ellos pusieron la sorpresa, luego la
fe y después el anuncio pertinaz, lo decían, lo gritaban y lo cantaban. Yo sigo
viviendo en cada persona y deseo que se produzca el encuentro, aunque no es preciso
que sea tan sorprendente, puede ser incógnito y anónimo pero igualmente seguro.
De entrada tengo que decir que sus relatos me encantan.
Recuerdo su primera sorpresa, tan grande que más bien parecía una negativa
a creer; María me confunde con el hortelano, los discípulos con un pescador
forastero y aun con un fantasma. Lo comprendo, no era fácilmente creíble después de
la cruz; todos soñamos que el sepulcro no sea verdad, pero termina siendo la más
cierta e insuperable de todas. No podían creer, así de golpe, su retina estaba llena de
sombras, aquella luz era una imaginación. Me agrada esta sorpresa negativa, que es
um preludio de la luz.
Pero duró muy poco ese momento, porque miraban con el corazón más que
con los ojos; su mente estaba ocupada con la muerte pero el corazón mantenía
abiertas rendijas de esperanza. Por ahí me descubrieron. Lo que los ojos no les
convencieron se lo dijo su nombre pronunciado cariñosamente por mí; me gusta
pronunciar el nombre de los míos, muchas veces de sorpresa.
Algunos tuvieron miedo de que fuese verdad, porque conservaban aquel
miedo reverencial de ver a Dios y morir, en mi situación había claramente algo
divino. Pero hasta su miedo estaba lleno de gozo y de deseo de que fuese verdad eso
que podía darles la muerte. Alguno aun quería ver con los ojos, pero pronto
aprendieron todos otra visión, de dentro afuera.
No les resultó difícil comunicar aquellos encuentros, encontraron la forma
más adecuada en sus relatos de las apariciones y en las expresiones exaltadas que
proclamaban su fe en las celebraciones litúrgicas. Había que proclamarlo pero de
forma comprensible y entusiasmante; a fe que lo lograron. Me reconozco plenamente
en sus relatos y proclamaciones de fe. Hubo también respuestas escépticas, pero el
calor de sus proclamaciones empezó a extenderse y muchos otros creyeron por su
entusiasmo más que por su comprensión de lo que anunciaban. Me reconocía
claramente en ese entusiasmo, que por cierto falta en muchos de los estudios de
ahora; el entusiasmo ha sido siempre un buen camino para encontrarme.
Sé que lo descriptivo de sus relatos es la parte periférica de su experiencia,
pero que los niveles de su vivencia son tan profundos que no los alcanza la psicología
ni uno mismo se da cuenta del todo, a veces es más sensible la experiencia de mi
ausencia que la de mi presencia, pero siempre estoy presente, tocando las fibras más
íntimas. A veces la experiencia es tan fuerte como si les agarrase con un brazo
poderoso y otras tan sutil como si les tocase con las yemas de los dedos.
Quise que esas experiencias empezasen en las cercanías de la muerte, junto al
sepulcro, donde sintieron el golpe interior que resulta más seguro que la voz del
ángel. La muerte que produce Resurrección es la de la Cruz o la del que está cerca de
los que la sufren, son los más preparados para experientarme resucitado.
Una intuición molesta me hacía pensar que, con el gozo de la Resurrección,
intentarían olvidar la Cruz como algo perteneciente al pasado; otros querrían forzar
experiencias como aquella pero desde el bienestar material o desde el silencio poético
de un buen relajamiento o desde la ayuda caritativa a distancia, que sirve de
tranquilizante. Ya sé que la cruz es repelente y escandalosa, pero quise que fuese en
su entorno donde me encontrasen resucitado, por eso les enseñé mis llagas.
Cuando leo sus relatos, me siento satisfecho de aquellos discípulos que tan
bien reflejan lo sucedido, ya nunca separaron mi Resurrección de la Cruz, su fe se
convirtió en radical compromiso y en un himno.
MI PROFESION DE FE EN EL TRIUNFO DEL RESUCITADO

Creo en la Resurrección de Jesús


y siento que El mismo me asegura su presencia.

Creo que la certeza de su Resurrección es superior a todos los interrogantes que


suscita.

Creo que Jesús resucitó de la muerte


para que la muerte no tenga el dominio sobre mí.

Creo que Jesús Resucitado comunica su presencia de múltiples maneras a todo el que
esté dispuesto a reconocerle.

Creo que es la persona de Jesús, no solo su cuerpo, la que resucita.

Creo que su cuerpo resucitado ha entrado en una nueva relación con todo el universo
y que solo al fin de los tiempos descubriremos el sentido pleno del misterio.

Creo que la Resurrección es una fuerza social y que no debemos relegarla solo al
espíritu y al futuro;
Cristo resucita en cada hombre que resucita de alguna manera.

Creo que Jesús fue exaltado a los cielos y glorificado precisamente porque se había
humillado en el servicio a los hombres.

Creo que la Iglesia es el nuevo cuerpo de Cristo resucitado,


un cuerpo místico y visible a la vez, que nos permite repetir la experiencia
comunitaria de la Resurrección.

Creo que Cristo vivo está con nosotros para siempre.


11. - ASCENDIÓ

SIEMPRE HACIA ARRIBA

La lluvia de esta mañana ha limpiado la contaminación atmosférica por lo


que, desde el castillo de Montjuich, "HOMBRE xx" y "HOMBRE XXI"
distinguen claramente la ciudad.

Hombre XX. -Vista así, la ciudad me da la impresión de que durante siglos se


agarró con fuerza a la tierra, creciendo a lo largo y a lo ancho, pero que ahora
quiere crecer, sobre todo, hacia arriba; la ciudad empieza a apuntarse a la altura.

Hombre XXI. -)Qué son esas torres inmensas?


Hombre XX. -Aquellas son las de la Sagrada Familia y aquella otra es la torre de
comonicaciones de Collcerola; todas suben igual. La ciudad sabe que el futuro está
arriba, donde hay espacio, de donde viene el calor, la luz y la lluvia.

Hombre XXI. -Estos edificios parece que quieren batir récords de altura.

"HOMBRE XXI" alarga el brazo y señala las torres de la Sagrada Familia


mientras dice:

Hombre XXI. -Esas torres señalan la verdadera dirección. Otros edificios son
también altos, pero acaban de forma chata, no dan más de sí. Esas torres se van
estilizando hacia arriba, siguen abriendo espacio. . . , su destino es el cielo.

"HOMBRE XXI" cambia la dirección de su brazo y señala hacia el


aeropuerto.

Hombre XXI. -Está subiendo un avión.

Sale del mar y enfila hacia las torres de la Sagrada Familia, a las que
rápidamente supera en altura. El avión les obliga a los dos a mirar hacia
arriba, al cielo inmenso donde caben todos y todo, hasta los máximos sueños.

Hombre XX. -(Cómo sube! Nunca termino de sorprenderme de esta fuerza de


ascensión de los aviones. Esas torres ( y señala de nuevo las de Gaudí ) son otra
cosa. Suben sin despegarse de la tierra. Como Jesús cuando "subió a los cielos".

Resumen 111 : EL ÚLTIMO ESLABÓN DE LA CADENA DE SU VIDA.


La Resurrección fue el triunfo definitivo del Señor, )no es éste el final más allá del
cual nada nuevo puede suceder? Sin embargo, en el Credo y en la liturgia añadimos un dato
nuevo:LA ASCENSIÓN A LOS CIELOS. Es como decir que la Resurrección es el
verdadero final, pero que aun queda algo por hacer.
Una vez más tenemos que preguntarnos si se trata de un acontecimiento histórico, un
último acto de Jesús en la tierra durante el cual se despide de sus discípulos, o si es
simplemente una interpretación visualizada del hecho triunfal de Jesús, de su exaltación a la
gloria del Padre, de donde salió.
San Juan parece indicar que la Resurrección y la subida al Padre suceden el mismo
día de Pascua, donde también sitúa las apariciones, )quiso decir con esto que fue un mismo
y único acontecimiento? Solo dos textos de Lucas, uno del Evangelio y otro de los Hechos,
hablan de la Ascensión como de un hecho concreto y singular, distinto de la Resurrección; el
segundo texto da incluso una serie de detalles y hasta señala el tiempo, cuarenta días, que
transcurrió entre la Resurrección y la subida a los cielos.
Más allá de cualquier cuestionamiento histórico, estamos ante una afirmación
fundamental:el Señor resucitado no se quedó en la tierra, donde había vivido treinta y
tantos años, sino que está en los cielos. El círculo de su vida histórica se cierra donde
empezó. Su morada ya no era la tierra, estaba de nuevo y para siempre con el Padre del que
tanto había hablado; el reencuentro más íntimo e inefable se había producido entre el Hijo y
el Padre y sucedía en la casa del Padre, donde nos prepara morada.
Sin embargo, no se va del todo. Esta experiencia del Señor, que se va
definitivamente aunque se queda, se nos transmite visualizada en el relato de la Ascensión.
Las experiencias más fuertes van acompañadas siempre de recuerdos concretos, a través de
los cuales reavivamos y comunicamos nuestras experiencias; a veces los recuerdos no son
suficientes, o simplemente no existen, porque se trata de vivencias interiores, y entonces
hay que simbolizarlas, dándoles alguna imagen concreta para que puedan ser comprendidos.
)Cómo se pueden describir las manifestaciones de Dios si no es con visiones, imágenes o
símbolos? )Quién habría podido describir esa experiencia de una forma más exacta?
Ya de partida, vamos a evitar dos peligros. El primero es querer completar la escena
de la Ascensión, añadiendo detalles por nuestra cuenta, como si fuese un fenómeno físico
durante el cual Jesús va mirando tranquilamente los pueblos y las personas. El otro es
espiritualizar tanto la Ascensión que nos olvidemos que Jesús era hombre, resucitado pero
hombre, y que por tanto su corporeidad continuaba siendo un aspecto fundamental de su
persona. Naturalmente no podemos imaginarnos ((las maravillas y riesgos de la
imaginación!) su cuerpo elevándose como un prodigioso cohete en un sentido ascendente de
la parte inferior del universo a la altura, hasta que se pierde en el infinito; ni el cielo está
arriba ni el cuerpo de Cristo necesita representarse así.

La narración de Lucas es insustituíble:

" Fue a ellos a quienes se presentó después de su pasión, dándoles


numerosas pruebas de que estaba vivo y, dejándose ver de ellos durante
cuarenta días, les habló del reinado de Dios. . . Dicho esto, le vieron subir
hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijos al cielo
viéndole irse, se les presentaron dos ángeles vestidos de blanco que les
dijeron: Galileos, )qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo
Jesús que se han llevado de aquí al cielo volverá como lo habéis visto
marcharse" (Hch. 1, 3-11)
Seguimos ahora el rico y gozoso misterio de la Ascensión según este relato de Lucas.

Una catequesis de cuarenta días.

Lucas señala un intermedio de cuarenta días entre la Resurrección y la Ascensión. El


número cuarenta no tiene por qué entenderse matemáticamente, sino que expresa un tiempo
santo de suficiente duración para que en él se pueda realizar una tarea concreta de Dios con
los hombres, como la que realizó con Moisés durante cuarenta días en el monte Sinaí o la del
profeta Elías en el monte Horeb o los cuarenta años de los israelitas en el desierto. Es un
tiempo de gracia, unos días de
ejercicios espirituales en que Jesús busca la definitiva conversión o la total decisión de los
suyos para las nuevas tareas, días de preparación como la concentración de los deportistas
antes de la competición.
Un tiempo con dos finalidades. La primera, "darles numerosas pruebas de que
estaba vivo", porque curiosamente les cuesta más creer su vida que su muerte. El amor
necesita sus pruebas, incluso cuando se lleva mucho tiempo viviendo con una persona;
pruebas o demostraciones; el amor que no se demuestra queda sin cultivar y se pierde.
Porque la fe es amor, Jesús dio numerosas pruebas de que estaba vivo, de que seguía allí y
siempre seguiría. Hoy continúa dando numerosas pruebas de su presencia, pero un mal
vidente se queda sin verlas, porque no capta las que llegan o exige otras que no llegan. El
"silencio de Dios", tan sonoro en nuestra sociedad, lo creamos nosotros por no saber leer o
por desinterés o por leer en libros equivocados. De hecho, también nosotros estamos
viviendo ahora en esos "cuarenta días".
Al mismo tiempo les fue acostumbrando a un nuevo tipo de presencia, éste es el
significado del aparecer y desaparecer; se aparece lo suficiente como para que se don cuenta
de que es real y que su fe no es un invento psicológico, creen porque han visto; pero llega un
momento en que será más bienaventurado el que crea sin ver, por eso desaparece enseguida.
Siempre es así la fe; momentos de seguridad y hasta de disfrute de Dios y, de pronto, la
tierra nos parece árida de Dios y nos preguntamos dónde anda, )qué es este hueco que llevo
dentro? )no estaba gozosamente lleno de Dios ayer? )por qué ahora lo siento vacío? La fe
del que nunca vio tiene muchos riesgos, la fe del que siempre quiere ver está condenada
desde el principio. La fe educada por Jesús es así, tiene momentos de calor y seguridad pero
pronto se vuelve cotidianidad, realidad terrena y oscuridad rutinaria.
La segunda finalidad de estos días fue hablar con ellos "del reinado de Dios", tarea
en la que El parece pasar a segundo plano para que actúe el Espíritu Santo como fuerza
renovadora y ellos como testigos y operarios. El Reino necesita también un programa, con
unos principios, ideas claras y medios de acción.
Estos son los dos grandes contenidos con que Lucas llena este misterio. Después de
esto sobran preguntas imaginarias sobre dónde estuvo Cristo durante esos días, porque su
cuerpo glorioso, aunque real, no está sujeto a nuestros cánones corporales; simplemente
volvió al Padre.

Complemento teológico

También resulta complicado, si no imposible, deslindar lo que teológicamente añade


la Ascensión a la Resurrección, qué suplemento supone para Cristo. Nos basta pensar que, si
en la Resurrección el cuerpo de Cristo participa de la glorificación recibida previamente en
su alma, en la Ascensión es todo el universo el tocado por la gracia divina. Por otra parte, el
día de la Ascensión no fue tanto el día en que su cuerpo resucitado subió, en sentido literal,
sino la última vez que se dejó ver de los suyos, la última prueba sensible de su presencia, la
inauguración definitiva de la nueva presencia por la fe.
El Credo presenta la Ascensión como un gran reportaje con tres capítulos : uno
referido al pasado, "subió a los cielos", misión cumplida; otro referido al presente, "está
sentado a la derecha del Padre", vive glorificado con El y participa de su poder; el tercero
referido al futuro, "vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos", la acción de Jesús con
los hombres se completará en este acto final. El reportaje es completo solo con los tres
capítulos. Completo y vibrante. El ángel interrumpió a los discípulos que seguían mirando,
pero nosotros somos invitados a seguir mirando, aunque no tanto el cuerpo ascendente, sino
las luces que nos proyecta.

LO QUE NOSOTROS VEMOS

Siguiendo en la óptica de Lucas, pero mirando desde nuestra propia pupila y fe el


exultante misterio de la Ascensión, mirando con nuestos ojos actuales, )qué vemos?

Vemos la exaltación de Jesús.

"Exaltación" es una palabra que usan los discípulos, que miran desde abajo, donde
está la lucha, la miseria, el sufrimiento, y ven a Jesús subiendo arriba, al lugar de Dios y
del triunfo. Porque Jesús vivió abajo, comprometido con los de abajo, Dios lo exalta
subiéndolo al mundo de "arriba", a la situación de triunfo y gloria donde todo lo pasado no
es más que el recuerdo de haber cumplido bien un servicio. La subida es consecuencia de la
bajada, la gloria es consecuencia de la humillación, es exaltado por Dios porque primero se
abajó en la obediencia, es proclamado triunfalmente por el Padre porque se puso del lado de
los que quedan de lado. Dios nunca abandona a los suyos pero no les da triunfos
incondicionales; el cielo depende de la tierra, Dios depende de los hombres, la gloria
depende de estar con los que no la tienen. Dios no deja definitivamente aquí abajo a lo suyos
aunque ya estén en el sepulcro o en diversas formas de sepulturas sociales; a ellos y a los que
se abajan a ellos Dios los exalta. Sabemos de quién nos hemos fiado.

Le vemos liberado de la temporalidad y de todo lo que el mundo tiene de


condicional.
Había vivido sujeto a limitaciones y premuras:no tener tiempo, no encontrar
colaboración, sufrir oposición, no poder estar en todas partes al mismo tiempo. . . ; el
tiempo y el espacio, grandes dones, son también cárceles. De pronto entra en una existencia
que trasciende todas estas formas y se eleva por encima de ellas.
El tiempo es una máquina inexorable y nos apabulla, cada día se nos impone más
duramente humillándonos en la edad y en la salud. El espacio nos encierra y sujeta a un
lugar, que con frecuencia no es el que más nos gusta. Los hombres son también un muro; a
veces son manos que ayudan, a veces solo espaldas, bultos plantados en el camino, codos
que empujan para apartarnos. Esta es nuestra situación, pero es una situación temporal,
durará un tiempo y pasará. Para verse libre del tiempo es preciso haberlo empleado bien, de
forma servicial, de lo contrario el tiempo nos sepulta. Los hombres somos seres temporales
llamados a la eternidad. Nos aferramos a la vida temporal porque es la única que conocemos,
pero la Ascensión nos garantiza la eterna.
Vemos que Jesús sube hacia arriba, hacia Dios.

Atención al detalle expresivo, Jesús no sube a un lugar, sube hacia Dios. Los
discípulos le vieron perderse entre las "nubes", que simbolizan la presencia y el poder y el
misterio de Dios; cuando quieren seguir visiblemente la Ascensión se encuentran con la
"nube", con el misterio, y suerte será si comprenden que esa nube es Dios.
La Ascensión señala una dirección. La dirección de la vida es hacia arriba. De arriba
nos viene la luz para caminar; nuestras luces de abajo son demasiado débiles, se apagan
fácilmente y no nos permiten ver más que unos metros alrededor, lo que nos vuelve
temerosos y egoístas, porque nadie quiere salir de su pequeño círculo iluminado. De arriba
nos viene la fuerza y la vitalidad del calor y de la lluvia, abajo no podemos hacer más que
distribuir malamente lo que hemos recibido de arriba. Es preciso "nacer de arriba", porque
desde aquí se marca la dirección, que importa más que los pasos concretos. Quien ha
escogido a Jesucristo sigue una buena dirección, ya va ascendiendo a los cielos.
Lo peor de muchos es vivir sin dirección y, por tanto, sin futuro, obsesionados por
el sillón de la comodidad o por el trago del placer o sumergidos en desánimos y oscuridades;
vivir, )para qué? )hacia dónde?. La dirección del hombre, como la Cristo, ha de ser
evolutiva y ascendente; solo siguiendo esta dirección será verdadera su vida.
)Dónde acaba esa dirección? La respuesta está en el cielo.

Vemos, sobre todo, el cielo.


Jesús "subió al cielo", que no imaginamos como un inmenso lugar allá arriba,
porque ese cielo así "no existe", es decir, no preexiste como un lugar que nos espera;
aunque la imagen puede servir si sabemos que es imagen. Jesús no "entra" en el cielo,
porque en la felicidad o en el dolor no se entra como en un lugar. La nueva situación vital
que se crea al llegar El al Padre eso es el cielo, un estado de plena felicidad que el Padre nos
concede como participación de su vida.
El cielo se crea en la media en que uno vive en relación con Dios y puede ver su
rostro, mirarle cara a cara y gozar de su intimidad. Jesús creó el cielo al llegar a Dios. Cada
uno vamos creando el cielo cuando a través de la vida humana vamos llegando a Dios; al
final Dios nos concede el don de dejarse ver y disfrutar directamente y así el cielo alcanza su
plenitud.

Allí está "sentado a la derecha de Dios" (Mc 16, 19), gráfica expresión que suena a
triunfador sentado a la derecha del los organizador de la competición en la rueda de prensa
final. Sentarse a la derecha del rey significaba ser su delegado y participar de su poder; es lo
mismo que Jesús reconoce antes de subir:"se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la
tierra" (Mt 28, 19).
Pero el poder de Dios, a diferencia del poder humano, lo ejerció Jesús primero
como servicio y ahora como señorío e intercesión. Es un señorío de plenitud, porque El ya
es todo lo que nosotros soñamos, y de "influjo vital", porque nos llena de vida, "de su
plenitud todos recibimos". Su señorío es el título con el que expresamos lo que El es en la
gloria, y este título entraña reverencia, intimidad y confianza, porque "El mismo intercede
en favor nuestro" (Rom 8, 349), ésa es ahora su actividad.

Le vemos en relación permanente con el mundo.

Ya nos dijo que, aunque se va, no nos deja huérfanos, se va pero se queda. Su
presencia entre nosotros es la presencia del amor, como cuando dos que se aman tienen que
separarse físicamente, su amor sustituye las distancias y las presencias físicas, porque
supone una unión más fuerte y permanente; el amor une más que los cuerpos.
Pero Jesús continúa manteniéndose unido al mundo también por su corporeidad,
ahora gloriosa. Su cuerpo glorioso no está en desconexión con el mundo, porque el cuerpo
es precisamente la forma de relación que mantenemos con el universo; a través de la
corporeidad, el mundo y el hombre se interrelacionan e interinfluyen. Desde su actual
"cuerpo espiritual" mantiene una relación más profunda con toda la creación; por eso, antes
de subir al Padre, asegura a los suyos que se queda con ellos hasta la "consumación del
mundo". A través de la corporeidad resucitada de Jesús, el mundo tiene ya un puesto junto al
Padre, la parte más noble del universo está ya allí y ha establecido una nueva forma de
relación Dios-mundo. Los conceptos se nos quedan lejanos y abstractos, por lo que
necesitamos otras formas de lenguaje o retomar con más sencillez y mayor precisión el
lenguaje mitológico.

Vemos también prepararse la "parusía" o segunda venida.

Segunda en relación a la Encarnación, que fue la primera. De nuevo hemos de


rechazar un intento de comprensión temporal. Esta expresión, "parusía", puede ser una
referencia al juicio final y manifestación gloriosa de Cristo ante toda la historia o,
simplemente, a la venida según el Espíritu, que se va realizando en el crecimiento de la
Iglesia.
Periódicamente a lo largo de la historia surge la idea de que el fin del mundo es
inminente, incluso algunos se atreven a ponerle fechas; en los mismos tiempos de Jesús se
extendió la idea de que ese fin llegaría tan pronto que los encontraría a ellos en la tierra, lo
que condicionó la dureza de algunas predicaciones y exigencias morales. La época moderna
ha abandonado ese pensamiento al entrar en la ilusión científica de que el mundo tiene en sí
mismo una fuerza intrínseca que le hará permanecer indefinidamente a base de
transformaciones, controladas por el hombre. Para la fe es más fundamental la idea de un
juicio o evaluación final que la de un final del mundo.
Vivimos un tiempo de tensión y espera o de esperanza activa, comprometida y
vigilante entre el presente y el final, entre el Dios que ya tenemos y el que poseeremos y nos
poseerá, entre el Cristo que está con nosotros y el que nos espera, entre el mundo que es y
el mundo transformado. Dios no nos es ajeno pero aun no le poseemos plenamente, aun
hemos de esperar. Pero no con una espera pasiva y descomprometida, sino llena de
inquietudes, porque se nos dará en la medida que demos y podremos beber hasta la saciedad
después de haber dado de beber a los demás.
Cristo ascendido vuelve a dar pleno sentido a la marcha de la historia que vive en
perenne tensión ante una catástrofe, guerra o peligro nuclear. Nada de lo que el hombre
logra es total y definitivo. La más bella de las realidades humanas, el amor, vive la tensión
entre el salir de sí y el atraer al otro, entre el dar y recibir, entre el morir para fundirse en el
otro o el mantenerme en lo que soy para no perder la identidad. La sociedad vive también en
tensión, puesto que nadie puede vivir del todo independiente, pero la cercanía crea
conflictos. Hasta la vida espiritual es tensión, los ojos tienen que admitir lo que no ven y la
inteligencia lo que no entiende, Dios es al mismo tiempo cercano y lejano, como Cristo está
con nosotros pero se fue.
Jesús asume esta tensión intrínseca a la vida cuando, al subir al Padre, abre una
época de espera y esperanza, de permanente vigilia y esfuerzo, siguiendo la dirección hacia
arriba pero sin huir de ninguno de los compromisos pendientes con los hombres, puesto que
no se admite llegar en solitario.
Nuestra época, bastante satisfecha de sí misma, se ha especializado en un futuro
cerrado, en un mañana mejor que hoy pero de la misma clase; esta espera recortada
comporta una vida recortada, que no puede llegar más allá de lo que alcanzan nuestras
manos. Es un buen momento para inyectarla esta esperanza ilimitada, el "más difícil
todavía", que nos sitúa en órbita ascendente y trascendente.
Desde las paralelas de su vida y pasión, Jesús realiza un salto definitivo y queda de
pie, con los brazos triunfales en alto, señalando al cielo; o mejor, de un salto llega al cielo y
se queda señalando la tierra.

ANEXO DE JESUS : LA VIDA DE ABAJO ENCUENTRA SU SENTIDO


ARRIBA.

Ya sé que el relato de Lucas sobre la Ascensión suscita muchas


cuestionamientos en la manera de entenderlo; ha pasado de ser entendido casi como
una descripción gráfica a ser entendido como otros relatos semejantes, en otras
religiones, donde algunos personajes, al final de su vida, son arrebatados a la altura,
a la esfera de la divinidad, dejando antes un mensaje para los suyos. Hacen bien en
preguntarse lo que hay de forma narrativa o simbólica, pero (es tan bella!, mejor que
la dejen y la lean como está. Es verdad que su relato depende de la cultura del
momento, era su modo de expresión y no conocían otro; pero acertaron y su
narración continúa viva en todo su contenido.
También aquí me fijo, no tanto en mi vivencia, sino en la de ellos.
Personalmente lo viví como un solo acontecimiento, resucitar y subir al Padre, ni
siquiera podría hablar de dos momentos de un solo misterio, un solo golpe me
transportó al Padre. Así lo vivieron también mis discípulos, aunque luego tuvieron
necesidad de ponerle tiempo y fechas al proceso vivido. Por otra parte no eran
hombres de conceptos sino de vivencias, que se expresan mucho mejor en el relato
que en el análisis de conceptos. Coincidían su vivencia y la mía.
Se dieron cuenta de que yo había entrado en una nueva dimensión; de alguna
manera tenían que decir que yo no terminaba en el fracaso y la derrota sino en la
victoria de Dios. Entonces sintieron lo que yo había sentido antes muchas veces, que
era de este mundo pero que pertenecía a otro, lo cual me producía sensaciones
extrañas, me sentía del todo hombre y, al mismo tiempo, extraño de una manera
sublime, estaba agarrado a la tierra pero una fuerza superior me tiraba continuamente
hacia arriba.
Con la Ascensión respondí, y ellos lo expresaron de la forma más bella, a la
más preocupante de las preguntas:)tiene sentido la vida? )nos amenaza la nada? )
nuestro final es un descenso o un ascenso? )nos quedamos del todo solos en ese final
o es en ese momento cuando Dios se hace más presente? Yo mismo me había hecho a
veces esas preguntas tan humanas. Creo que la respuesta la tuve siempre clara aunque
nunca la comuniqué con tanta fuerza como en ese momento de mi resurrección-
ascensión.
El hombre, la ciudad y el progreso mantienen esa pregunta ineludible. La
ciudad se esfuerza en crecer hacia arriba, pero se mantiene apegada a la tierra, se arrastra,
se hunde hacia abajo, buscando ahí lo que no encuentra en la superficie; las fuerzas
dominantes de la sociedad le clavan al hombre en la tierra, producen un hombre plano al que
solo interesa de arriba el espacio que puede edificar. El hombre se ha hecho espacial y vuela
más que las aves y al mismo tiempo alcanza el subconsciente y descubre las raíces de
nuestras anomalías, gana espacios hacia arriba y hacia abajo, pero muy reducidos; me
ilusiona cuando le veo salir de sus límites, pero me apenan sus distancias tan cortas.
Proyectado hacia el futuro, no puede prescindir de lo negro de la historia colectiva. El sin-
sentido parece esconderse en las raíces del ser y amenaza con devorar a la persona, (cuántos
han sido ya devorados!, demasiadas depresiones y fracasos existenciales.
Mi Ascensión es una lectura del hombre hacia arriba. La última palabra no la tiene el
tiempo ni la tierra ni la muerte, la tiene el Padre que nos tira hacia El con una fuerza
irresistible cuando queremos ser elevados; pero El respeta la inercia de los que quieren
quedarse en la jaula de oro, tan pesada.
Mi Ascensión no fue para los discípulos un convencimiento lógico sino un "ver", me
miraban y me "vieron" mientras subía; (qué hermosa me resulta esta palabra!; me vieron por
dentro, desde su interior, vieron la fuerza del Padre tirando de mí hacia arriba, vieron el
verdadero sentido de la vida. "Ver", es lo que más deseo para los desorientados.
Acertaron en su expresión al decir que yo me perdí en una "nube", el bello símbolo
de lo que oculta a Dios pero, al mismo tiempo, lo hace visible en cuanto se traspasa.
Ahora quiero expresar mi deseo para los hombres:que no aparten su vista de este
"último" señalado por mi Ascensión, no pueden dejarlo para cuando llegue, que sea lo
primero en su intención y se convierta en su impulso vital. Lo último es la medalla olímpica,
pero está presente ya desde los primeros ejercicios y entrenamientos.
Veo a los hombres caminar mirando siempre hacia abajo, los automóviles van
pegados a la tierra, más abajo el metro ni siquiera sale a la superficie. Pero a muchos de
éstos les veo el domingo en la iglesia con la mirada proyectada hacia adelante, hacia el altar
donde estoy Resucitado y Ascendido, para descubrir que ese final glorioso se realiza en cada
uno que da con fe y amor.
MI PROFESION DE FE EN LO GLORIOSO DE SU FINAL Y DEL NUESTRO

Creo que Jesús consumó su vida subiendo a los cielos


y que el Padre exaltó así su persona.

Creo que toda su persona, incluido su cuerpo, está con el Padre, aunque no tengo
formas de imaginarlo.

Creo que allí participa del poder del Padre,


por el que dirige el mundo entero,
para que la humanidad llegue a convertirse en corona gloriosa de Dios.

Creo que continúa interesado en mí y en mi mundo


y que intercede continuamente por nosotros
y así cumple su promesa de no abandonarnos nunca.

Creo que un día volverá en gloria


y recibirá la alabanza de toda la creación unida;
me uno a esa alabanza que ya manifiesta su gloria.

Creo que existe un final,


que la eternidad no está en mí ni en mi mundo,
y que este final está lleno de Jesucristo;
cuando lo olvido, no camino hacia el final,
sino al sepulcro.

Creo que el tiempo continúa lleno de Jesucristo,


que ahora actúa a través de su Espíritu en la Iglesia.

Creo que Cristo ha ido a prepararme la morada.


III 0 parte :

ESPÍRITU SANTO

El Credo dedica un solo artículo al Espíritu Santo, lo que no es ninguna


infravaloración, porque los tres artículos restantes son parte de las principales
obras que el Espíritu continúa realizando entre los hombres.
Entramos en la última parte del Credo con nuestro espíritu abierto al
Espíritu, porque solamente con actitudes espirituales nos podemos acerdar a
estos temas.
12. -E L E S P Í R I T U

PASO DE JESUS A LA COMUNIDAD

Hombre XXI. - En esta sociedad nuestra tan competitiva, las marcas se han puesto
tan altas, resulta casi imposible superarlas. El cuerpo tiene un límite.

Hombre XX. -Tú lo has dicho, el cuerpo.

Hombre XXI. -)Qué quieres insinuar ?

Hombre XX. -Que las barreras del cuerpo no son las delespíritu. La preparación
para cualquier trabajo o competición es cada vez más completa, pero no se pueden
romper los límites físicos. Sin embargo, el ejercicio del espíritu competitivo empieza
por una buena mentalización; cuando la mente se une al esfuerzo, hasta el cuerpo va
más allá.

Hombre XXI. -Algunos compañeros acuden de forma habitual a los ejercicios de


yoga o concentración mental. De alguna forma tienen que superar el stres y las
barreras de su propia persona.

Hombre XX. -En la mayoría de los trabajos y competiciones de hoy cuenta también el
espíritu de grupo; el que se quiere quedar solo difícilmente llega arriba.

Hombre XXI. -Me gustaría encontrar esa fuerza espiritual.

Hombre XX. -Primero hay que creer en ella. Fíjate, hay hombres con espíritu y
otros que no son más que máquinas, regiones con espíritu y otras que no son más
que geografía, hasta cada empresa tiene un espíritu propio según quien la organice,
y esto influye en el resultado.

Hombre XXI. -He notado que últimamente te estás obsesionando con esto del
espíritu, )de dónde te viene? )de algún cursillo oriental?

Hombre XX. -De Jesucristo, del Espíritu de Jesús.

Hombre XXI. -Debí suponerlo.


Resumen 121: EXPRESIONES DEL ESPIRITU EN EL MUNDO.

En contraste con la sobrevaloración de lo material, en la sociedad actual se está


dando un "retorno del espíritu", aunque en movimientos minoritarios y con formas
imprecisas. En cuanto al Espíritu Santo, vale para la mayoría la respuesta de los de Efeso a
Pablo:"ni siquiera hemos oído hablar de que hay Espíritu Santo" (Hec 19, 2). Pero el
Espíritu no se paraliza por nuestro desconocimiento, sino que sigue empujando con fuerza.
De alguna manera el Espíritu se expresa en todas las formas espirituales existentes hoy día,
con lo que logra ser mucho más activo que reconocido. )Qué es el Espíritu? )No nos basta
con Dios? En todo caso, si necesitamos que Dios se nos acerque un poco más, )no tenemos
ya a Jesucristo? )No resulta una complicación innecesaria cualquier añadidura?
Sin embargo, para poder comprender un poco la inmensa riqueza del Espíritu,
tenemos muchas aproximaciones en la naturaleza y en nosotros que nos pueden conducir a
El.

ALGUNAS FORMAS DE SU PRESENCIA

El espíritu de la naturaleza.

En la primera fase informe y caótica del mundo, cuando la inmensa noche empezaba
a clarificarse a base de explosiones internas y de fusiones y expansiones, cuando las cosas
aun no tenían forma ni nombre, ya se cernía sobre ellas "el aliento de Dios" (Gen 1, 2).
"Aliento" tan poderoso que se impuso al caos de la primera creación, dominándolo y
concretizándolo hasta que las cosas empezaron a tener su coexistencia propia; era algo bello,
cada cosa que surgía de aquel "aliento" era algo bueno
El "aliento de Dios" anda por el mundo, es como el viento que sopla, lo sientes en la
cara y en el moverse de las plantas, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va; el viento
renueva la atmósfera y la fecunda llevando polen y oxígeno de una parte a otra; nadie puede
sujetar un puñado de viento y nadie puede vivir sin él. La tierra no es algo muerto, el agua
no es solamente un líquido, en todo ello hay energía, fuerza y vida, que no surgen sin más
de las fuerzas brutas de la tierra, sino del Creador de donde toman su potencia espiritual; son
la respiración de Dios, la fuerza de Dios, el aliento de Dios. Por eso al Espíritu se le
compara con el viento (Jn 38; Hch 2, 2; ), el fuego (Hch 2, 3), el agua (Jn 7, 38-39). . .
El Espíritu hace que la creación siga evolucionando hacia formas superiores,
mantiene siempre una evolución ascendente a pesar de los altibajos y retrocesos, hasta llegar
a esa forma suprema de evolución que es Jesucristo.

El espíritu de los hombres.

(Qué sencillo y locuaz el relato de la creación del hombre cuando lo leemos sin
prejuicios ni estructuras mentales ya hechas! Al hombre, recién salido del barro, recién
formado, le falta el espíritu: "entonces el Señor Dios sopló en su nariz aliento de vida y el
hombre se convirtió en ser vivo" (Gen 2, 7). Es "imagen y semejanza" de Dios, porque el
espíritu del hombre no es suyo, le viene de Dios, es espíritu de Dios transmitido a él.
El espíritu de los hombres es pensamiento, esa maravillosa facultad por la que el
hombre es el único ser de la creación que sabe que existe; por eso la humanidad que
desarrolla bien su inteligencia está desarrollando el espíritu de Dios en ella. El espíritu del
hombre es fuerza interior, voluntad, esa energía poderosa que desde dentro controla la vida
y la empuja. El espíritu es sentimiento, dulzura, afectividad, conmoverse por lo bello o por
lo triste. El espíritu es amor. Dios es amor. Por eso el espíritu del hombre es espíritu de Dios,
aliento de Dios convertido en nuestra respiración y en nuestra sangre.
Porque el espíritu de Dios es infinito e infinitamente múltiple, se hace diverso en
cada hombre, con unas características especiales por las que le identificamos. El espíritu de
Francisco, el de Asís, era sencillo y pobre, místico; el espíritu de Teresa de Calcuta es amor
a Dios en los pobres más pobres; el espíritu de Pablo de la Cruz es amor al Crucificado y a
los crucificados, compromiso de predicar a todos el amor a la sabia locura de la cruz.
Cuando mueren, su espíritu permanece en sus seguidores. )No conoces a hombres con un
espíritu muy especial, con un estilo peculiar de vivir, una impronta de ser que resulta
inconfundible? A los verdaderos hombres les conocemos primero por el físico, pero luego
les identificamos cada vez más por su espíritu, que es lo original; a los más queridos,
aunque los años les cambien el físico, les reconoces fácilmente por su espíritu. El espíritu del
hombre viene de Dios y remite a Dios.

También los pueblos tienen su espíritu.

De una generación a otra pasa el espíritu del pueblo judío o del pueblo gitano o el del
indio o el de algunas regiones. Una nación se configura por unas fronteras, un pueblo por un
espíritu. Las características físicas de los pueblos se difuminan y pierden por mezclas de
emigraciones y cruces raciales, pero su espíritu queda, es más característico y duradero que
el físico y va absolviendo a los emigrantes; al final, todos configuran el mismo estilo.
Junto al espíritu está el "antiespíritu", la masa de materialización que amenaza con
ahogar a la humanidad para encerrarla en un cofre de oro. El material de los constructores de
la torre de Babel produce una terrible confusión de espíritu y lenguas donde es imposible
entenderse. Este es el pecado en que han caído muchas sociedades.
Frente a ellos, Dios suscita un pueblo, la Iglesia, que recoge el espíritu transmitido
por Jesús.

EL ESPIRITU DE JESUS

Jesús, "Omega" de toda la creación, fue formado por el Espíritu que fecundó con
toda su fuerza la carne de María. Solo el Espíritu puede crear una madre-virgen y solo El
puede hacer que Dios sea al mismo tiempo hombre. Jesús no nace "ni por el impulso de la
carne ni por deseo de varón" (Jn 1, 3), sino de la fuerza del Espíritu de Dios; por eso su
encarnación es ya manifestación de su divinidad.
Desde ese momento el Espíritu es la fuerza que le empuja y le guía en todas las etapas
de su vida. Al inicio de su vida pastoral, cuando se somete al rito bautismal en el Jordán,
"bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma" (Lc 2, 22), proclamando que aquel
hombre anónimo era el Mesías. Seguidamente le empuja a hacer una experiencia profunda de
sí mismo en el desierto:"Jesús volvió del Jordán lleno del Espíritu Santo; durante cuarenta
días el Espíritu lo fue llevando por el desierto" (Lc 4, 1-2); y, a continuación, lo lanza a
recorrer pueblos y ciudades. El superhombre Jesús de Nazaret se deja maniobrar por el
Espíritu hasta el extremo de un coche que se deja conducir. El Espíritu es parte integrante de
su persona.
De ahí le viene un estilo de vida propio, muy personal, que se manifiesta cuando, al
hablar con Dios, le llama "papá" o cuando, a pesar de reconocerse Señor, no quiere que los
suyos sean siervos sino amigos. Estilo fuerte que a veces resulta casi violento y otras manso y
humilde, enternecido ante una flor. Los que le conocieron captaron pronto que ese espíritu le
hacía hablar con autoridad propia y, al mismo tiempo, reconocer que lo que hablaba no era
de cosecha propia sino que lo había recibido del Padre. El suyo era Espíritu de
bienaventuranzas, de cruz y resurrección; fue creciendo en El hasta identificarse mutuamente
e inundarle del todo.

Lo participa con los suyos

Poseído por el Espíritu y, al mismo timpo, su poseedor y administrador, lo


comunica a los suyos. Los discípulos se sorprendían cada vez más de aquel espíritu de su
Maestro. )De dónde le venía aquella fuerza, aquel saber, aquel equilibrio personal, aquel
estilo de vida? El Señor les dio la respuesta más práctica:haciéndoles partícipes a ellos de su
mismo Espíritu. Cuando lo sintieron dentro, comprendieron un poco lo que es.
Primero se lo prometió y les fue explicando el impacto que causaría en ellos, les
daría una nueva inteligencia y mejor comprensión de su mensaje, porque eran realmente
torpes:cuando El venga, "os lo enseñará todo y os irá recordando lo que yo os he dicho" (Jn
14, 25-26). Viéndole y oyéndole, los discípulos desearon fuertemente tener ese Espíritu;
primero habían admirado las obras maravillosas de Jesús, pero luego desearon sobre todo su
Espíritu, que Jesús cumpliese pronto su promesa de enviárselo, con El vendría todo lo
demás.

Por fin, llegó. Pentecostés es la experiencia del Espíritu por parte de los discípulos,
lo sintieron en la cabeza, en el corazón, en la voluntad, en todo su ser, era alegría y
audacia y unión con Dios. (Qué difícil es describir lo indescriptible! La experiencia fue tan
fuerte que la expresaron con dos imágenes vibrantes:viento huracanado y lenguas de fuego.
El Espíritu de Jesús se traspasó a ellos como un viento impetuoso que remueve todas
las cosas, hasta las más sólidas. La comodidad de la vida situada, la tranquilidad del
cristianismo que ha adquirido un piso espiritual y lo ha acomodado queda conmocionada por
este viento que remueve y empuja y hasta es capaz de romper lo que le estorba. El viento del
Espíritu rompió definitivamente la cobardía de los discípulos y aquella manera de entender
su seguimiento como una seguridad. Demasiados cristianos se inmovilizan en formas fijas y
se esclerotizan porque no se dejan mover por ese viento.
Toma también el Espíritu la forma de lenguas de fuego. Cristo es el Logos, la
Palabra de Dios comunicada al mundo, el Espíritu es la lengua que nos transmite esa
Palabra. Las palabras humanas se nos quedan enanas y hasta son falaces cuando hablan de
Jesús, solo el Espíritu nos hace comprenderlo y expresarlo. )Por qué nos da vergüenza
hablar de lo religioso, si no es para discutirlo? Muchas palabras nuestras son acomplejadas u
oficiales, de enseñante, les falta fuego al hablar de Dios. Los discípulos se sorprenden del
cambio producido en su interior, pero quizá más cuando sus palabras empezaron a producir
conversión en los oyentes. Era verdad, el Espíritu de Jesús había pasado a ellos.

EL ESPIRITU DE LA COMUNIDAD

El Espíritu de Jesús se concede a la comunidad de Jesús, por eso llega cuando


"estaban todos reunidos en el mismo lugar" (Hch 2, 1); si uno lo recibe personalmente es en
cuanto forma parte de esa comunidad. Las primitivas comunidades se distinguieron por ser
comunidades de Jesús y comunidades del Espíritu.
)Cómo es la comunidad cristiana movida por el Espíritu de Jesús?
Es una comunidad interior, que es lo diferencial entre la comunidad cristiana y
cualquier otra comunidad social; el espíritu es suficientemente fuerte como para dar vida
incluso a la materia. Sabe poner espíritu en todo lo que hacen. Esto supone un "nuevo
nacimiento" (Jn 1, 3), un cambio sustancial en su vida, dejando la debilidad de la carne y la
fácil tentación de la materia y de lo inmediato para entrar en la dinámica de Dios; el
bautizado en el Espíritu entra en la dinámica divina.
En la cadena de la evolución lo determinante son los saltos cualitativos cuando, por
fin y quizá como resultado de muchos siglos, se produce un cambio sustancial en la manera
de ser del hombre. Hoy, cuando la evolución material ha entrado en su fase más brillante, el
hombre empieza a preguntarse si esta evolución técnica y materialista no supone un retroceso
evolutivo precisamente por falta de espíritu. El principal salto cualitativo se produjo en la
humanidad el día de Pentecostés; pero este cambio no responde a unas constantes biológicas,
por eso solo reciben el Espíritu los que lo desean y lo piden en su interior, pero al servicio de
la comunidad. El cambio cualitativo consiste en que los hijos de la carne se convierten en
hijos del espíritu, los hombres se convierten en Jesús de Nazaret, continúan con su Espíritu,
lo usan y lo reparten entre los hombres. El futuro será de estos hombres, porque el futuro
pertenece al espíritu.
Una comunidad espiritual no es aquella en que abundan los actos piadosos y
prácticas religiosas, sino la que vive y actúa con el mismo espíritu con que Jesús vivió; el
Espíritu nos hace espirituales. Las comunidades cristianas necesitan "espiritualizarse" en una
sociedad materializada, así serán fermento por su vitalidad y estímulo por contraste.

Dones del Espíritu en la comunidad.

En esta comunidad actúan los dones del Espíritu Santo, de los que la Iglesia, con
una distinción quizá un poco forzada, resalta siete:sabiduría, entendimiento, ciencia,
consejo, fortaleza, temor y piedad. Nos dan una disposición especial para entender a Dios,
pero con "sabiduría", es decir, con un conocimiento interior que es al mismo tiempo
disfrute; los poseedores del Espíritu conocen a Dios y lo gozan. Estos dones son experiencias
vitales que alcanzan a toda la persona, no solo su inteligencia, voluntad y prácticas
religiosas, sino también su sensibilidad o sentimiento, que es una parte de la persona; quizá
por reacción contra demasiadas manifestaciones sensibles y superficiales, hoy se considera
impropio y hasta ruboriza exteriorizar los sentimientos religiosos; la experiencia del Espíritu
es plena y abarca a todo el hombre y produce seguridad, a veces hasta emoción; así fue
Pentecostés.
La comunidad espiritual ha de ser activa y comprometida, porque somos hombres
encarnados y realistas. Solo tenemos garantía de que se trata del verdadero espíritu cuando
nos acerca a la realidad. Algunos de los dones del Espíritu están totalmente orientados al
servicio de la comunidad; son aptitudes normales para los servicios que necesita toda
comunidad, algunos de ellos tienen un carácter extraordinario y hasta llamativo. Nunca han
faltado en la Iglesia esos dones ordinarios, aunque los extraordinarios han pasado por horas
muy bajas. Son abundantes porque el Espíritu es abundoso y novedoso en manifestaciones y
exigencias.
Ordenando un poco las diversas enumeraciones de estos que trae San Pablo en sus
cartas, podemos llegar a un triple agrupación. En primer término, los dones de anucio:la
predicación o la catequesis (apóstol, profeta, evangelista, doctor, don de interpretar),
ordenados a una sana instrucción de la doctrina. Un segundo grupo en torno a la caridad
(hospitalidad, limosna, curaciones, milagros), ordenado a ayudar al necesitado. Un tercer
grupo (pastor, presidir, ministerios), referido a la Iglesia como comunidad institucional y,
por tanto, necesitada de gobierno.
Todos tenemos estos dones o carismas son para el servicio de la comunidad. Cuestión
siempre pendiente en la Iglesia es un mayor ejercicio de estos dones que no son solo
oportunidades sino obligaciones. La comunidad que los desarrolla necesita menos la
jerarquía, que con frecuencia suple deficientemente la tarea que corresponde a los miembros.
Pablo alaba a la comunidad de Corinto porque, siendo joven y aun sin historia, abunda en
dones, "hasta el punto de que en ningún don os quedáis cortos" (I Cor 1, 4-7). Por contra,
algunos sectores de la Iglesia se anquilosan por no ejercitar estos dones repartidos entre sus
miembros.

Preeminencia del don de servicio.

De todos los dones, los hoy más a destacar son los de servicio, pero no solo servicio
interno en la comunidad, sino hacia el mundo. El servicio que nace del Espíritu es el que se
dirige a los mismos que Jesús servía, a los necesitados de la sociedad. La mayoría de los
servicios concretos ya los asume hoy la sociedad pero los dirigidos por amor desinteresdo a
los más necesitados están reservados a quienes quieran tomarlos, ése es el campo de Jesús.
Si entonces el Espíritu le empujó a Jesús al desierto, éste es hoy el "desierto", el lugar
donde nadie quiere ir.
Junto a los desiertos sociales está también el desierto espiritual, el mundo de la
increencia y del abandono de la religión, donde Dios no es negado sino serenamente
apartado; desierto por falta de sensibilidad para lo espiritual, sustituído fácilmente por lo
ritual y lo mágico, que de vez en cuando revive con formas extrañas; desierto también por
una vida religiosa resignada, autocomplacida, fija ya en unos modos y cumplimientos,
cerrada a las fuertes novedades de Dios en respuesta a las fuertes llamadas del mundo. En
este desierto espiritual es necesario el impacto del Espíritu que impulse como viento
impetuoso y hable como lengua de fuego. Un solo testigo dominado por el Espíritu causa
más impacto que masas de simples creyentes.
La Iglesia tiene el encargo de hacer efectivo el retorno del Espíritu en la sociedad
materializada. Este es un buen momento; los poros resecos de nuestras estructuras
tecnificadas aspiran ansiosamente la humedad tonificante del Espíritu.
ANEXO: PEQUEÑOS COMPLEMENTOS SOBRE EL ESPIRITU.

(En esta tercera parte del Credo, los Anexos vuelven a ser redactados por el autor
de los resúmenes, como en la primera parte).

Te confieso que, al terminar este resumen, tengo la sensación de haber dicho


algo abstracto, tanto que temo que los conceptos expuestos nazcan de mí más que de
la relidad; esto me sucede con casi todos los temas religiosos, pero especialmente con
el del Espíritu. No resulta tan concreto ni constatable como el de Jesucristo.
Al hablar del espíritu de la naturaleza y del hombre, no olvido que en el
Credo confesamos al Espíritu Santo como Persona divina, la tercera junto al Padre y
al Hijo. Nos es más fácil quedarnos en lo abstracto y genérico que llegar a la realidad
personal, totalmente diferente y absolutamente unificada en una sola divinidad. Por
cierto que el Espíritu es lo que me resulta más asequible en el misterio trinitario; un
solo espíritu circulando por todo el ser divino es la razón de su unidad.
No caeré en la tentación de una descripción conceptual de la tercera Persona
divina, estoy seguro que sería deformante, El tendría que irse retirando mientras me
esforzaba por elaborar las ideas. Es mejor seguir el proceso que Jesús siguió con sus
discípulos, leer detenidamente las promesas y anuncios que El hace del Espíritu y
descubrir sus obras en los que lo reciben.
Desde aquí me remito a la experiencia personal, estas cosas solo son creíbles
cuando se experimentan. Sé que tú experimentas un espíritu competitivo que te
impulsa a trabajar y triunfar, a otros les cuesta entender esa dedicación tuya tan
intensa, les falta tu espíritu, aunque quizá tengan aptitudes. Solo deseo que llegues a
experimentar con la misma fuerza el Espíritu de Jesús; entonces sabrás que mi
pequeño resumen está mejor en la papelera porque tu propia experiencia te dará la
certeza. Pero )cómo lo experimentarás si no te decides a hacerlo?
Algo que tampoco sé explicarte es la diferencia, si la hay, entre espíritu y
alma, pero no me preocupa. Sí entiendo que hay como dos espíritus, el mío propio,
que me viene por generación y está condicionado por la herencia, y el de Jesús, que
ha entrado posterioremente en el mío; no son lo mismo porque de vez en cuando los
siento luchar, el mío es egoísta, el de Jesús es todo lo contrario; me gustaría que
lleguen al acuerdo total, pero no será fácil por mi parte. Así las cosas, me queda un
largo camino por recorrer.
Esto nos obliga a una tarea consciente y vigilante de "discernimiento de
espíritus", podemos ser progresivamente absorvidos por espíritus o formas de vivir
opuestas al Espíritu de Jesús; las confusiones pueden ser tan sutiles que solo una
vigilancia continua, ayudada de criterios comunitarios y de oración, puede darnos
luz suficiente.
En la Iglesia relacionamos también el tema del Espíritu con la Confirmación,
que frecuentemente se llama "sacramento del Espíritu Santo". No es que hasta ese
momento el creyente no tenga el Espíritu de Jesús, pero entendemos que en la
Confirmación se realiza una especie de invasión del Espíritu y, en consecuencia, un
compromiso práctico por parte del cristiano; el resultado ha de ser una vida cristiana
coherente con los impulsos y directrices de ese Espíritu, que nos quiere sus testigos.
Coherencia y valentía, son dos palabras adecuadas; coherencia con la vida cristiana
comprometida y valentía para manifestarla públicamente. Ya le queda buena tarea al
Espíritu para lograr estos dos puntos.
Acabo recordando las imágenes de muertos en la guerra que nos dio el otro
día la televisión, me han hecho pensar que la diferencia entre un cadáver y un cuerpo
vivo es precisamente el espíritu. Antes se hablaba del hombre como de un compuesto
de dos partes, alma y cuerpo, unidos en el nacimiento y separados en la muerte; hoy
se supera ese lenguaje para recalcar la unidad por encima de las partes, que las hay,
como se deducía claramente de la imagen de los muertos. Si no de dos partes, sí
podemos hablar de elementos diferentes; )cuál es el elemento dominante de esa
unidad llamada hombre? )domina el espíritu que tira hacia abajo o el Espíritu que
eleva hacia arriba? )el espíritu carnal o del Espíritu transformante?
Le abrimos las puertas al Espíritu.
El espíritu nacionalista hace posible un soldado, el Espíritu hace posible que
un soldado continúe vivo después de ser cadáver. El Espíritu de Jesús metido en
nuestro espíritu nos hace pilotar este rally de la vida siempre pensando en los demás.
MI PROFESION DE FE EN EL ESPIRITU DE JESUS EN MI

Creo en el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, que es Dios


junto con el Padre y con el Hijo, formando unidad.

Creo que el Espíritu es fuerza viva y que fecunda la creación, actuando desde el
primer momento para dar a cada cosa su ser original.

Creo que el Espíritu se derramó con plenitud en Jesús,


que es su poseedor y administrador para nosotros.

Creo que Jesús nos dejó en herencia su propio Espíritu


para que en nosotros continuase la misma obra que había realizado en El.

Creo que este Espíritu es el mayor don de Dios para mí.

Creo que este Don llega a mí con plenitud de dones, a través de los cuales se
manifiesta su presencia y su fuerza.

Creo que el Espíritu de Jesús es el espíritu y el alma de la Iglesia y que la anima


continuamente por medio de los carismas concedidos a los cristianos
para que los pongan al servicio común.

Creo que este Espíritu se puede sentir como experiencia viva en el interrior de cada
uno y en las actuaciones de la Iglesia.

Creo que algunos son testigos y transmisores especiales del Espíritu.

Creo que la fuerza del Espíritu es capaz de transformar el mundo, cambiándolo por
dentro y haciéndolo más fraterno y espiritual.

Creo que el Espíritu Santo está más presente donde uno se dedica a servir a los
necesitados, porque es espíritu de amor.

Creo que el Espíritu es vida, vida eterna.


13. - LA IGLESIA

LA GRAN FAMILIA

Comentan el premio Nóbel de Medicina, que este año se ha concedido a tres


científicos que trabajan en equipo, y que luego han sido condecorados también por el
Gobierno de la propia nación.

Hombre XXI. -Un premio así es distinto de los triunfos particulares, porque uno
siente realmente que pertenece a un equipo de trabajo y a un pueblo.

Hombre XX. -Si el equipo, además, es nacional, supone una fuerza sobreañadida;
aunque con menos compensación económica, uno se siente más motivado.

Hombre XXI. -La verdad es que hoy todo se hace en equipo, desde el trabajo y la
ciencia hasta la política. Y es mejor porque sientes que el grupo humano
representado por ese equipo está contigo y te empuja; es exactamente el empujón que
muchas veces necesitas para sobrepasar tus límites.

Hombre XX. -Fíjate que en todos estos equipos, por encima de las diferencias
nacionales, hay un espíritu de familia, un espíritu común que supera las mutuas
rivalidades. Los equipos de trabajo y la Iglesia son ideal humano en marcha.

Hombre XXI. -Estás jugando al "a qué se parece. . . "

Hombre XX. -La Iglesia es un Equipo permanente compuesto por muchos equipos
diferentes que llamamos iglesias locales, comunidades, movimientos... Pero todos
tienen un mismo espíritu, recibido en una sesión inaugural que es el bautismo. Si se
diesen cuenta de que es para celebrar el Espíritu recibido, estarían muy bien las
fiestas que se montan en los bautizos.

Hombre XXI. -No soy especialista en la Iglesia, solo veo cosas y muchas no me
gustan. Cuando te oigo hablar de Espíritu común, no lo veo, me lo tapan los
edificios.

Hombre XX. -Es como si redujésemos un equipo científico al dinero gastado en él o a


las presiones para lograr la adjudicación. Es mucho más no te quepa duda. Si te
parece, veamos el próximo "Resumen".
Resumen 131: GESTACIÓN DE LA PRIMERA IGLESIA.

La consecuencia más directa de Pentecostés fue que aquel reducido grupo de de


hombres acobardados que recibieron las lenguas de fuego sobre sus cabezas se sintieron
transformados como grupo en sus relaciones interpersonales y en sus actividades. Hasta días
antes el Espíritu actuó a través de Jesús, pero, a partir de ahora, actuaría a través de ellos,
y precisamente en cuanto eran grupo de Jesús.
Acababa de nacer la Iglesia, la primera comunidad a través de la cual el Espíritu de
Jesús continuaría haciendo sus obras. La Iglesia arrancó de una forma muy espiritual y muy
comprometida. Todo lo demás han sido añadiduras psoteriores, muchas veces deformantes,
reduciendo la Iglesia a su elemento más humano y organizativo.

Porque el Espíritu de Jesús vivía y actuaba en ellos, no necesitaban lugares


especiales para ser de Jesús, porque el Espíritu es adorado en el interior de la persona y en el
templo de la comunidad; donde se reunía un grupo de creyentes ya estaba constituido el
templo. Tampoco necesitaban ritos ni fórmulas prefijadas, porque cualquier expresión que
saliese del interior animada por el Espíritu era cultual. Es decir, que fue solo por su propia
fuerza interna por lo que empezaron a ser comunidad en expansión.
Cuando Lucas, en el libro de los Hechos, nos cuenta cómo era aquella primera
Iglesia, nos vienen ganas de cantar sorprendidos y admirados, pero sentimos dudas sobre si
pudo ser verdad algo tan hermoso y, sobre todo, las tenemos de que pueda ser realizable hoy.
Aunque con algunos rasgos poéticos e idílicos -las mayores verdades tienen siempre algo de
idilio- encontramos en aquellas comunidades unos datos que nunca han de faltar en la Iglesia.
Jesús está allí, en medio, lo sienten y lo anuncian, actúan en su
nombre:"enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había
verificado en Jesús", lo que molestaba al comisario del Templo y a los sacerdotes y
saduceos, )qué era aquello? ) quiénes se creían? Pedro deja claro que todo es "por obra de
Jesús" (Hech 4, 10), cuyo poder también les ha sido transferido a ellos para que hagan sus
mismas obras de servicio (Hech 2, 43)

En consecuencia, todo adquirió pronto una clara dimensión social, porque "lo
poseían todo en común. . . , luego se distribuía según lo necesitaba cada uno" (Hech 2, 45).
Esto es de verdad una Iglesia comprometida, preocupada por el hombre en todas sus
necesidades. La comunicación de bienes hizo más visible la presencia del Espíritu de Jesús.
Fue más tarde cuando la tarea material se separó de la espiritual y a veces la sustituyó, uno
de los pecados que más empobrece a la comunidad eclesial. Pero tampoco podían confundir
las tareas materiales con las esprituales y nombraron siete encargados especialmente de las
tareas materiales (Hech 6, 3-4).
Empiezan las cuestiones prácticas de la comunidad que se va estructurando
progresivamente, pero siempre dentro del equilibrio, es decir, nace también la institución.
Se sienten todos iguales, en unidad, pero algunos aparecen con funciones especiales y hasta
con categorías debidamente reconocidas que se llaman ministerios
Por todo esto aquel grupo empezó pronto a ser signo de contradicción; mientras
muchos les admiraban y pedían unirse a ellos, otros les denigraban y perseguían.

Nuestra Iglesia en el espejo de la primera.


Aquella Iglesia primitiva es la Iglesia de hoy pasada por la historia, que siempre tiene
mucho que decir. )Se parecen? La pregunta no es tanto una comparación sino una referencia.
El primer parecido es que continúa siendo signo de contradicción. La primera
diferencia es que a aquella Iglesia primitiva la miraban desde fuera solo los que no
pertenecían a ella y a nuestra Iglesia muchos miembros propios la miran también desde
fuera, de forma lejana y crítica; ellos eran Iglesia, no se les ocurrió pensar que ésta
estuviese constituída solamente por los primeros discípulos y aquellos otros que empezaban a
tener algunos ministerios especiales; en cambio ahora, al hablar de la Iglesia, muchos
piensan solo en los sacerdotes y obispos y algunos la reducen al Vaticano y a los edificios,
(qué empobrecimiento de mirada y de sentimientos!
Como referencia, desde aquella Iglesia queremos descubrir la nuestra.
En primer término, aparece llena de contradicciones, tantas que lo que algunos se
cuestionan es la existencia misma de la Iglesia. Dios, dicen, es una categoría espiritual y su
encuentro se produce en el interior de las personas, )qué papel juega aquí la Iglesia? )no es
un estorbo, un usufructo y hasta una manipulación de Dios? Está al servicio de los hombres,
pero )cómo puede servir separándose? )cómo puede interesar a los hombres su misión de
eternidad cuando la auténtica preocupación de los hombres es el mundo? )acaso por
pertenecer a la Iglesia uno es más hombre? Se proclama seguidora de Jesús y de los pobres
pero lo que uno ve son jerarquías, edificios, influencias de poder. Se proclama una y está
llena de divisiones. Es una sociedad de hombres libres que está llena de obligaciones. Es una
sociedad pecadora que se atreve a proclamarse portadora de salvación y a veces ha
asegurado que es el único camino válido. Es una sociedad de amor donde uno puede ser
condenado. Cuando tantos hombres viven hoy al margen de la Iglesia, )no están
demostrando que uno puede circular mejor en su vida religiosa por vías autónomas? )no es el
momento de pensar que, sin la Iglesia, tendríamos menos escándalos?
No ahorramos preguntas negativas, porque a la Iglesia pertenece también el examen
de culpas y defectos y la fe en el perdón del Padre. Pero las afirmaciones positivas son mucha
más numerosas, el ángulo positivo es mucho más amplio y relevante que el negativo, y en él
nos vamos a fijar con amor.
Hace años, en el Concilio Vaticano II, la Iglesia buscó su propio ser y quehacer y
aceptó de partida una pregunta directa:)Quién soy?
Siguiendo su reflexión, también nosotros buscamos una respuesta, envuelta en
conceptos bastante clásicos, pero muy vivos.

UN "MISTERIO" CONOCIDO

Decir que la Iglesia es un "misterio" no es recurrir a lo incomprensible para no tener


que explicar nada. El buen misterio es aquél que, al menos en la parte que nos afecta, se
puede conocer, porque misterio no es solo lo secreto e incognoscible. Tiene también otra
cara, la cara luminosa que podemos conocer; no lo conoceremos como el científico que roba
el secreto de los objetos analizándolos en su laboratorio, nuestro misterio solo es cognoscible
desde dentro, es él quien se abre.
Oí una vez que la palabra "misterio" significaba originariamente el plan secreto
trazado previamente por los responsables de una guerra; este "misterio" tiene que ser
desvelado para ser realizado, cada militar conoce la parte que a él le corresponde llevar a
término, pero el plan total lo conocen solo los organizadores. En este sentido lo empleamos
aquí. Dios tenía "un misterio", es decir, un plan, un ambiciosísimo plan, escondido durante
siglos, en espera ansiosa de realizarse. Los grandes planes necesitan grandes ocasiones y
grandes organizadores. Algunos hombres especialmente dotados, como los patriarcas y
profetas, conocieron aspectos muy parciales del proyecto, pero ni siquiera supieron que
había un plan total. Hasta que llegó Jesús, que conoce todo el plan, lo comunica a unos
cuantos y pone en marcha un gran movimiento para realizarlo: LA IGLESIA.
Pablo resume así el plan: "Bendito sea Dios. . . , que nos eligió con él (Cristo) antes
de crear el mundo, para que estuviéramos consagrados y sin defecto a sus ojos por el amor,
destinándonos ya entonces a ser adoptados por hijos suyos por medio de Jesús Mesías,
conforme a su querer y a su designio. . . revelándonos su designio secreto conforme al
querer y proyecto que él tenía para llevar la historia a su plenitud:hacer la unidad del
universo por medio del Mesías, de lo terrestre y de lo celeste" (Ef 1, 3-10). Este es el
grandioso plan de Dios:que todos los hombres lleguen a ser hijos, que los hombres y las
cosas lleguen a formar una unidad, hacer del mundo una gran familia, incluídos los seres
celestes.
Cristo fue el primero que tuvo conocimento de este "misterio"y puso en marcha su
realización y luego se lo reveló a sus discípulos que quedaron encargados, con su mismo
Espíritu, de continuar la realización del plan.
Según esto, la Iglesia es la familia de los que ya han conocido el plan de Dios, han
pasado a ser hijos y quieren extender ese plan a todo el mundo.
La Iglesia no nace de los hombres que proyectan una sociedad para su
autopromoción, sino que viene de Dios y éste origen divino pertenece la esencia de su ser;
por tanto ha de profundizar continuamente en este "misterio" o plan de Dios en el que ha sido
integrada y a cuya realización se dedica. Es una realidad humana que está totalmente
penetrada por la presencia y el amor de Dios, es la parcela del mundo donde se hace más
cercana y visible su presencia y su proyecto de construir una gran familia universal. Fuera de
este planteamiento, nos equivocamos al juzgarla; es la familia de Dios, todo lo demás son
añadiduras.
Encuentra sus dificultades al chocar con la historia, el lugar de la realización del plan
de Dios, que, aunque es eterno, ha de ser realizado aquí y ahora, en las circunstancias
concretas en que se encuentra, lo que la obliga a cambiar continuamente, según las
situaciones de cada época y lugar. De aquí que lo normal de la Iglesia es vivir en situación de
cambio permanente en sus formas, buscando aquellas que mejor expresan el plan unificador
de Dios, sobre todo la palabra y el testimonio.
Los que ya conocen el "misterio" de Dios se convierten en sus testigos y
anunciadores, )quién, si no? Primero con un anuncio directo e insistente de ese plan
sublime y normal. Caer en la trampa de fijarnos en las ropas y composturas externas del
mensajero es desconocer el plan y menospreciarlo. Pecado de la Iglesia es que a veces el plan
de Dios quede oculto por sus propias formas, estructuras y maniobras, un pecado frecuente
del que frecuentemente pedimos perdón. Pertenecer a la Iglesia es hacer visible y creíble el
plan de Dios, ser su sacramento para otros. Otra tentación permanente es cambiar El Plan
por planes, el de Dios por los nuestros, que frecuentemente son sucedáneos interesados.

SE TRATA DE SALVAR

Los hombres somos esencialmente comuntarios pero fácilmente nos quedamos en


gregarios, dominados por los intereses particulares. Si el hombre es esencialmente
comuntario, éste es el primer punto que hay que salvar para lograr el plan de Dios.
Dios es salvador y, a través de la Iglesia, quiere salvar al hombre, en primer término
de los riesgos eternos, pero también alarga su amor salvador a los riesgos temporales.
Salvación es poner vida donde hay situaciones o amenazas de muerte, en cualquiera de sus
formas, sobre todo las que a uno le impiden ser persona o afectan a la vida espiritual o la de
la comunidad. Porque la vida nace del amor, la Iglesia salvadora es la que se preocupa
mucho más de amar que de autoprotegerse y asume los riesgos de esta postura. No es un coto
cerrado sino que se realiza en la medida en que está al servicio de todos. La única
selectividad que se le permite es la que favorece a los desfavorecidos.
La universalidad de la Iglesia empieza por aquí, alcanzando a los que normalmente
no alcanzan los beneficios humanos y sociales. Ese es el campo preferido de la Iglesia,
porque lo fue de Jesús; los hombres de Dios más clarividentes hacen llamadas continuas a
esta reencarnación, porque aquí se encarnó Jesús y nuestra tendencia es a desencarnarnos
situándonos en otros sectores. Esto obliga a la Iglesia a ser sensible a las nuevas formas de
pobreza que crea el progreso, de las cuales la más importante es quizá la increencia o, al
menos, el situar a Dios al margen de las decisiones de la vida, reservándolo para momentos
muy puntuales (bautismo, primera comunión) o remitiéndolo a después de la muerte
(funerales).
La Iglesia ofrece una salvación integral, que alcanza a todo el hombre. Pasó el
tiempo de pensar en una salvación final o de las almas; Dios es Padre de sus hijos, no solo
de sus almas, y es Padre siempre, no solo al final. Su "misterio" alcanza al hombre
entero:espiritual, cultural, social. La Iglesia se preocupa de que el hombre sea más hombre,
aunque defenderá como tarea más específica esa parte del hombre que es más sustancial y
está menos defendida por los poderes temporales, su vocación de hijos de Dios, con derecho
a una vida y herencia sobrenaturales.
Por todo esto la Iglesia es la instancia más universal e integral que existe en el
mundo, no tiene límites geográficos ni temáticos, alcanza todo lo que alcanza el plan de
Dios. La pertenencia a la Iglesia no es, por tanto, una seguridad sino una misión, los que ya
recibieron el plan de amor y se integraron en la familia son los enviados a que la familia
aumente. La Iglesia no se ha de preocupar sobre todo de salvarse, caería en viejos
errores:estructuras rígidas, dogmatismos, defensa de los privilegios frente a los ataques,
juridicismo; su tarea fundamental es salvar, todas sus estructuras y doctrina están ordenadas
a esta tarea. Salvando se salvará.
El viejo y superado principio "fuera de la Iglesia no hay salvación" no significa que
cada hombre ha de entrar en la Iglesia institucionalizada para salvarse, sino que la Iglesia es
signo de salvación para todos y que, como signo sacramental, ha de existir y ser expresivo
para que pueda ser reconocido; no es necesario que todo el mundo acepte el signo, pero sí
que esté ahí para que pueda ser eficaz. La eficacia invisible de la Iglesia es muy superior a su
acción visible.

UN PUEBLO

Llamando a la Iglesia "pueblo de Dios" destacamos el aspecto histórico y vivo del


"misterio" de Dios que nos ha sido comunicado. Es una expresión que viene de muy antiguo,
pero con frecuencia fue olvidada porque la Iglesia se parecía más a una catedral grandiosa
que había que conservar en perfecto estado. El pueblo lo hacen las personas, las costumbres,
las fiestas, las generaciones, abarca todo, es algo muy vivo. Es una acertada y entrañable
manera de llamar a la Iglesia, porque en ella reconocemos las caraterísticas del verdadero
pueblo, de las que recordamos aquí las más importantes.
El espíritu.

Un pueblo se caracteriza sobre todo por un espíritu propio, más que por unas
fronteras; el pueblo es una estirpe, una raza, una forma propia de vida, un espíritu; por ese
espíritu se distinguen, por ejemplo, el pueblo indio del germánico. El pueblo al que le
rompen las fronteras y hasta le esclavizan, si mantiene el espíritu continuará siendo pueblo;
cuando la opresión es tan fuerte que se mata ese espíritu, se ha cometido un delito histórico.
La Iglesia es un pueblo porque tiene un espíritu propio, el Espíritu de Jesús. Sufre la
tentación de que otros "espíritus" se metan en ella, pero el Espíritu de Jesús es tan fuerte que
termina prevaleciendo; no es el espíritu del poder ni el del prestigio ni el de la rigidez moral,
sino el de Jesús. Por eso necesita de continuo una tarea de discernimiento de espíritus,
porque muchas veces se presentan de forma tan sutil que se confunden. Cuando el espíritu
está más vivo, se necesitan menos normas, por eso Jesús es tan poco normativo que hasta es
acusado de no valorar suficientemente las normas establecidas de su pueblo. El Espíritu sabe
conducir la vida del pueblo en sus mejores expresiones.

Se regenera continuamente

Los hombres mueren, pero el pueblo permanece y supera a los hombres que lo
componen en cada momento, por eso lo que más le afecta no son las muertes sino los
nacimientos; así la Iglesia, como pueblo de Dios, sobrepasa al número de sus componentes.
La generación se covierte en regeneración y se transmite directamente de padres a hijos.
Nuestra generación eclesial se produce en el bautismo, que nos concede la vida el
Espíritu e introduce en la vida del pueblo, en todo el pueblo que abarca a los de antes,
presentes en forma gloriosa, y a los de ahora; es lo que se llamaba "Iglesia militante,
triunfante y purgante", es decir, los que participan más del Jesús histórico, porque aun
están en el camino, los que asimilan ya al Jesús resucitado, porque ya están en la gloria, y
los que, en el momento intemporal de la postmuerte, se asemejan más al Jesús que
descendió a los infiernos. En este pueblo no hay muertos, la única muerte que afecta es la
del pecado. Somos un pueblo en diálogo, intercedemos por los difuntos e invocamos a los
santos.
La regeneración se logra, sobre todo, por contagio directo, lo mismo que se
transmite la vida, el calor o la alegría. La hemos recibido, no por un convencimiento
doctrinal, sino por testimonio directo:padres y educadores, y así la transmitimos. El pueblo
necesita también herederos; la mayor amenaza del mundo desarrollado es ahora la falta de
natalidad, no hay suficiente regeneración y el pueblo envejece demasiado. Es también la
mayor amenaza de la Iglesia cuando se dedica más a conservar que a engendrar.

Las autonomías y la unidad

Un pueblo grande tiene regiones, que forman parte de la unidad nacional pero
mantienen una forma propia de vivir el espíritu común. La Iglesia tiene también sus
autonomías, que son las iglesias particulares; el Espíritu de Jesús, que anima a la Iglesia
universal, se acomoda al espíritu y estilo de las gentes de cada lugar y toma sus expresiones
propias. La Iglesia es una pero no uniforme; la unidad le viene del Espíritu, y la pluralidad,
de las formas y características de los pueblos, que no son imponibles de un lugar a otro.
La unidad del Espíritu necesita unas garantías, porque el pueblo de Dios, en lo que
tiene de signo, ha de ser visible, y un signo de Dios no puede aparecer dividido; éste es el
papel que juega el Magisterio de la Iglesia, que continuamente revisa si se nos escapa algo
esencial al "misterio" comunicado.

El pueblo necesita manifestaciones festivas

En ellas manifiesta gozosamente su espíritu. Por eso se promueven más cada día las
celebraciones populares y se recuperan las fiestas tradicionales. El pueblo de Dios manifiesta
su fe gozosa en las celebraciones litúrgicas. Celebramos el recuerdo vivo de los grandes
personajes de nuestro pueblo, los santos, y, sobre todo, la presencia viva de Jesús en la
comunidad. La liturgia no es simple manifestación externa sino memorial vivo, actualización
de su presencia y su acción salvadora. Celebramos también momentos especiales, como la
entrada en la comunidad, el perdón, el compromiso matrimonial y, sobre todo, la
eucaristía. La celebración se condensa comunitariamente en el domingo, donde nos
congregamos para la fiesta. Porque toda celebración ha de ser gozosa, festiva y alegre.

El pueblo tiene un futuro

El "misterio" de Dios abarca toda la historia, la trasciende y llega a la eternidad; el


plan, que nosotros vamos realizando deficientemente, se completará al final por parte de
Dios. La Iglesia es el pueblo en marcha, está en camino, su tarea está aquí pero su destino es
más allá, es un pueblo para la eternidad. Esto la lleva a vivir en permanente vigilancia y
esfuerzo, en tensión entre la tierra y el cielo, entre lo temporal y lo eterno, entre ser del
mundo y ser de Dios.

Así es el pueblo de Dios. Una gran familia donde la vida no es fruto de la carne ni de
la sangre sino don de Dios. Pertenecer a la Iglesia es pertenecer a la familia de Dios, con los
derechos y compromisos que esto conlleva. Pertenecer y manifestarlo, porque no somos un
pueblo oculto sino visible ante los hombres. Pertenecemos a un pueblo que nunca morirá
porque Cristo resucitado vive en él y garantiza que ninguna fuerza adversa podrá vencer
definitivamente e esa familia.

UNA COMUNIDAD

En el Credo llamamos también a la Iglesia "comunión de los santos", una expresión


atrevida que tiene algo de realidad y mucho de ideal.
Comunión es una palabra bella, rica, estimulante. Etimológicamente significa tener
una defensa común (cum moenus) o una tarea común (cum munus). Vivimos dentro del
mismo hogar y compartimos los mismos riesgos pero, sobre todo, la misma tarea. En la
Iglesia la tarea es común, todo se hace en comunidad, en comunión con la comunidad.
Comunión es común-unión de todos y de todo lo suyo, que lo ofrece también a los de
fuera; es una inmensa olimpiada en que cada organización aumenta el número de
participantes. )Poesía? No, ideal de una Iglesia que cada día se alimenta con la comunión
del Señor. Comunión es también koinonía, que significa "tomar parte con otro", con Cristo
y los hermanos. Jesús participa y comulga su propia vida con ellos. Esta es la comunión que
se produce en la Iglesia, comulgamos la amistad y la vida de Cristo, tomamos parte de su
vida y de su causa, de su ser y su quehacer, en El nos comulgamos mutuamente.

Es también comunión de SANTOS.


)No te sucede que, al oír hablar de santos, instintivamente piensas en los de los
altares, que frecuentemente representamos con una imagen retocada y con expresiones a
medias entre la tierra y el cielo? Una de las mayores riquezas de esta Iglesia es la abundancia
de estos santos que, con ser tantos, son pocos. En cierto sentido son "santos" todos los que
pertenecen a la Iglesia, porque ya conocen y participan el santo "misterio" de Dios.
Santo significa "separado", que no dividido, porque toda división va contra la
santidad, sino segregado o selecionado por Dios para una función especial, siempre en
relación con los hombres. De los dones del campo se separaban algunos, preferentemente los
primeros, y se ofrecían a Dios; igual hacemos con algunos objetos de la comunidad:pan,
vino, cálices. De su propio pueblo Dios separó una familia, la de Leví, y la dedicó al culto.
La Iglesia es comunión de santos-separados-segregados por Dios para una función suya en el
mundo; les hace pueblo de Dios entre los pueblos del mundo; una vocación original. Es
lastimoso cuando algún "separado" no quiere que se le reconozca públicamente como tal, es
el separado en el sentido negativo de la palabra, porque no ha entrado en la comunión de los
santos.
Santo significa limpio, purificado. No hablamos de perfeccionistas que no se
contaminan nunca, que pasan por el mundo despreciando el polvo de los pecados y huyen de
la realidad para situarse en una blancura artificial; son como el deportista que quiere llegar al
podio sin haberse ensuciado de sudor y de algunas derrotas. Santo es el puro y el que no lo es
pero quiere serlo, el que reconoce sus manchas y se compromete seriamente a superarlas.
Santo es el que no pacta cómodamente con el pecado aunque lo tenga que sufrir, lucha
contra toda forma de mal en su persona y en la sociedad. Santo es el que abre su oscuridad a
la luz de Dios. Comunión de santos no es comunión de inocentes sino de los pecadores que se
esfuerzan por serlo menos y dejan entrar a Cristo en su vida.
Santo significa propiedad de Dios y otros términos equivalentes; su Propietario es
quien le santifica. No puede independizarse como si fuese totalmente autónomo, como si
tuviese en sí mismo su razón de ser. No puede obrar como propiedad del mundo, dejándose
manipular en sus funciones; al contrario, el pertenecer a Dios le da posibilidad de denunciar
todo aquello que a los hombres no les permite ser hombres.
Entre los santos hay una interrelación interna, una especie de trasvase de vida de
unos a otros, porque el Espíritu es el mismo para todos y El no puede dividirse. Somos un
solo cuerpo con Cristo como Cabeza (I Cor 12, 12-13), y la comunión con la Cabeza exige
la comunión de los miembros entre sí, hasta sentir cada uno las heridas y el alimento del
otro.

Estas comparaciones y reflexiones solo pretenden destacar que la Iglesia es


comunidad viva, porque en todos se mueve el mismo Espíritu de Jesús, y comprometida con
el mundo en actitud de servicios espirituales y sociales. La comunidad es la forma de vida
más completa que tiene un hombre. La Iglesia es la comunidad donde la vida se convierte en
banquete y en tarea común.

SU RELACION CON EL MUNDO

El hecho de ser tan criticada indica que la Iglesia afecta a la sociedad. La relación
Iglesia-mundo siempre ha sufrido tensiones a las que la misma Iglesia dio distintas terapias,
pasando "del anatema al diálogo", de defenderse frente a la sociedad a incardinarse en ella.
La Iglesia cumple una función crítica, a la vez que se deja criticar e interpelar por la
sociedad; denuncia los contravalores, todo aquello que va contra el hombre y lo que va
contra los derechos de Dios, que frecuentemente coinciden. Pone su acento en lo humano,
recordando a las instancias públicas su deber de servicio al hombre y poniendo sus efectivos
al servicio de una mayor humanización, frente a la materialización o tecnificación.
Y, sobre todo, recuerda y testimonia el valor de lo absoluto, de lo definitivo,
porque el hombre no puede cerrar su obertura hacia el infinito. La mejor sociedad es la que
se convierte en "Reino de Dios".
ANEXO: LO BUENO DE LAS BUENAS CRÍTICAS A LA IGLESIA.

A propósito de una frase despectiva de un político contra el Papa, comenta un


periodista: "ésta es siempre la gran bobada de la izquierda". La verdad es que son
bastantes los que la han tomado con la Iglesia. Te confieso que a veces he tenido
reparo en decir que pertenezco a ella, porque preveo la puya o la cuchufleta.
Durante bastante tiempo esas opiniones me han servido de autocrítica, por
aquello de que no basta ser sino que hay que aparecer lo que se es, y, si la Iglesia no
aparece como la comunidad de Cristo, )no es legítimo dudar que lo sea? Pero me he
dado cuenta de que en esto, como en el ateísmo, los hay serios y los hay baratos,
hay críticas fundadas y hay "bobadas", exactamente, periodista; no vale la pena
tomarlas en serio, aunque las lamento.
La primera crítica que me cuestionó fue aquella de que Jesús vino a crear el
Reino de Dios y "le salió" la Iglesia, algo así como un aborto que luego va tomando
cuerpo y autodefensas hasta convertirse en uno de los "poderes fácticos". Luego me
cuestionó aquel letrero que los teólogos colocaron en el frontispicio de la entrada;
"fuera de la Iglesia no hay salvación"; menos mal que los mismos teólogos han
interpretado y dulcificado tanto aquel letrero que es como si lo hubiesen suprimido.
Hoy la única crítica que me sirve de autocrítica es la que nace de dentro de la Iglesia,
de gentes comprometidas, que quieren seguir dentro, los que no fallarán, los
auténticos y fieles, aunque cuestionantes y duros.
Dejando de lado las dosis de verdad en muchas de las críticas, esas muletillas
me irritan o me hacen sonreír, pero sobre todo me descubren lo distinta que es la
realidad vista desde fuera o desde dentro. Estamos de acuerdo con Rhaner en que la
Iglesia pertenece a las realidades que solo son comprendidas cuando se aman, y da la
gozosa casualidad que me encuentro entre éstos. La Iglesia, en cuanto institución,
tiene también sus mecanismos de autodefensa pues las desviaciones pueden llegar de
muchas maneras, y las ideologías no son la menor, autodefensa exagerada a veces,
como el que se protege de un peligro cerrando la puerta antes de saber si el que llega
es el mensajero. A pesar de todo, y con penosas excepciones, creo que la Iglesia es
la institución humana donde mejor se compagina la libertad personal con la garantía
de la verdad. Me siento libre en esta Iglesia donde sé que otros han sufrido.
El Credo coloca esta afirmación de la Iglesia inmediatamente después de la
proclamación sobre el perdón, porque reconoce que la Iglesia no es solo perdonadora
sino necesitada de perdón, el sacramento del perdón funciona en su interior, cada día
empieza la eucaristía pidiendo perdón.
A veces me hace soñar. (La Iglesia que soñé! Consiento este sueño porque sé
que no es una pérdida de energías, como los sueños imposibles e inútiles que a uno le
alejan de la realidad, sino un saborear sus posibilidades. Son ya veinte siglos, tiempo
de gastar cualquier institución, y ésta aun me permite soñar, tiene un corazón sano,
gestos cautivadores y arrugas de madurez. La sueño vestida de faena y presente en
cualquier sector social, desde las clases de religión al problema del sida, con una
palabra oportuna para el seminarista y el político y el deportista y el obrero y el
marginado, una gran familia haciendo realidad el "misterio" de Dios.
Estarás de acuerdo conmigo en que, si se redujese a las sacristías, se
meterían mucho menos con ella y hasta le concederían algunas medallas honoríficas,
pero (si su lugar es el mundo más que el templo!; por sus arterias corre el espíritu de
Jesús itinerante, hombre de plazas y lugares de trabajo. Está bien donde está y lo
estará mejor en la medida en que llegue donde la gente vive y sufre; lo suyo es la vida
y la esperanza.
No tengo ningún miedo por la Iglesia, este "pueblo de Dios" sobrevivirá.
Hasta le vienen bien los zarandeos que le impiden amodorrarse y le remiten a sus
recursos interiores para sobrevivir. Llena de la presencia del Espíritu, no quedará
nunca vacía. Sus propios mecanismos de examen y perdón le hacen rehabilitarse de
sus debilidades.
)Se extenderá mucho más? No lo sé, el simple aumento demográfico
parece hacerla disminuir proporcionalmente, pero su alcance real va mucho más allá
de los límites oficiales.
Ya sabes, la puerta de entrada está siempre abierta; puedes pasar, pero no en
plan turista.
MI PROFESION DE FE EN ESTA IGLESIA NUESTRA

Creo en la Iglesia porque en ella se manifiesta el "misterio" de Dios.

Creo que pertenezco a un Cuerpo cuya Cabeza es Cristo, el alma es el Espíritu


Santo y os miembros, nosotros.

Creo que la Iglesia es salvada por Cristo y que es salvadora de los hombres, pues les
comunica la salvación recibida.

Creo que la Iglesia es pueblo de Dios donde participamos desu vida y esto no es
metáfora sino grandiosa realidad.

Creo que se ha de mantener como una familia unida más que como una institución,
aunque también necesita formas institucionales.

Creo que lo que tiene de visible es válido en cuanto expresa lo invisible o sirve para
amar; si no es así, tiene que pedir perdón.

Creo que la Iglesia es comunidad de santos, porque todos han sido tocados por Dios
a través de Jesús que les reúne y envía.

Creo que la Iglesia está comprometida con el mundo para defender en la sociedad
los valores que Dios pide para sus hijos.

Creo que la Iglesia no es mundana, aunque se realice aquí,


y se ha de distinguir en su vida y obras de cualquier otra sociedad mundana.

Creo que, por esto, es signo de contradicción y ha de superar con fortaleza toda
oposición, revisando con humildad la posible verdad de las críticas.

Creo que la Iglesia ha de ser testimonio de felicidad y esperanza, signo anticipado


de los valores eternos del Reino de Dios.

Creo que nada de la Iglesia me es ajeno.

Creo que, comulgando a Cristo y sus miembros, comulgo también su herencia


eterna y participaré de la comunidad de los bienaventurados.

Creo en la Iglesia viva que es a la vez de Judas y de Pedro, de los amigos y de los
enemigos, de los santos y de los pecadores.

Creo en la Iglesia santa y pecadora.

14. - EL PERDÓN
EL TRIUNFO DE LOS CAÍDOS

Un compañero suyo, psicólogo, pertenece al voluntariado que trabaja en la


cárcel en una tarea humanitaria de rehabilitación. "HOMBRE XX" y
"HOMBRE XXI" comentan qué hay que hacer cuándo un hombre es culpable.

Hombre XX. -Yo creo que hay razones suficientes de orden público que justifican la
cárcel, ese enorme edificio, todo tapiado, con guardias en las torres de vigilancia.

Hombre XXI. -Me parece que en esto se ha cambiado poco con el paso de siglo,
solo se han mejorado los edificios y su régimen interno, pero continúan existiendo. Se
me ocurre una pregunta:)podría funcionar una sociedad con perdones en lugar de
sanciones?

Hombre XX. -Al menos en casos de sincero arrepentimiento. . . , aunque no basta,


la penalización justa ayuda al culpable y, sobre todo, a la sociedad.

Hombre XXI. -A la sociedad tal vez sí sí, pero quizá no tanto al culpable. No entro
en los abusos, porque abusadores siempre hay. Pero me gustaría una sociedad con
un gran anuncio de entrada:"Ninguno será excluído".

Hombre XX. -Ninguno es excluído, solo se le suspende la participación durante un


tiempo; la intención es que luego participe mejor.

Hombre XXI. -Efectivamente, no es lo mismo ser suspendido temporalmente que ser


condenado, no se trata de excluir sino de rehabilitar. Pero ésta es la cuestión: )qué
rehabilita más, una condena o el perdón?

Hombre XX. -Ya me gustaría que fuese así en toda la sociedad, porque son
demasiados los que han quedado excluídos profesionalmente o de un grupo de
compañeros o de la familia porque tuvieron un fallo.

Hombre XXI. -)No es posible ni siquiera intentarlo?

Hombre XX. -Solo conozco una sociedad donde se practica habitualmente, la Iglesia.
Aquí, más que en la justiticia punitiva, creemos en el perdón de los pecados; todo el
que quiere ser perdonado nunca es excluido; se le rehabilita, no cuando cumpla la
sanción, sino cuando él quiera. El perdón es una de sus mayores fuerzas.

Resumen 141: LA IGLESIA PERDONADA Y PERDONADORA.

En este "Resumen" seguimos con las actuciones del Espíritu Santo en la Iglesia.
El Espíritu Santo es amor y el amor siempre perdona. Retén esto:el amor verdadero
siempre perdona. Es exactamente lo que queremos decir al proclamar:"creo en el perdón de
los pecados"; no estamos hablando del sacramento de la penitencia (que es una forma
eminente del perdón, pero una) ni mucho menos de una sentencia judicial absolutoria.
Estamos hablando del amor.
Con el amor se compaginan los pecados, pero no se compagina una sentencia
judicial; los hombres dictamos sentencias, Dios siempre ama.
En el perdón de los pecados es donde más claramente aparece lo que el hombre tiene
de hombre y lo que Dios tiene de Dios. )Dónde está el iluso que cree podrá ser pefecto? )
dónde podrá ir un hombre cuyos actos sean todos sometidos a juicio? La terrible tensión le
haría morir. No es éste el hombre que interesa a Dios.
)Para qué nos sirve un Dios que se reduce a pronunciar sentencias sobre lo que ya
sabemos? )Qué mérito tiene un Dios que ama solo a los que son dignos de amor? No es éste
el Dios que interesa al hombre.
El único hombre que existe en la tierra es el pecador y el único Dios que le interesa a
este hombre es el Dios del amor; las relaciones entre el Dios de amor y el pecador son de
perdón.
Creer en el perdón de los pecados significa:
aceptar al hombre como es:pecador;
aceptar a Dios como es: amor;
aceptar que Dios y el hombre pueden mantener una relación total, no
esporádica ni parcial; la relación de lo perfecto abarcaría solo una parte de su persona y de su
tiempo; la relación entre Dios que perdona y el hombre que peca lo abarca todo.

El perdón construye familia.

El perdón nos lleva de nuevo a Dios-Padre y a la comunidad-familia, porque el amor


perdonador solo es completo cuando se expresa en la comunidd. La mayoría de las
sociedades de nuestro mundo funcionan en plan judicial, las sonrisas se acaban cuando llega
la colisión de intereses; el que cayó en falta cayó en desgracia y es eliminado; el perdón no es
un valor para la mayoría de nuestras sociedades de interés.
Sin embargo los hombres no podemos vivir sin amor y, por tanto, no podemos vivir
sin perdón. La Iglesia es la familia donde el perdón circula como moneda ordinaria, incluso
está institucionalizado; estamos seguros del perdón, sin ningún límite; quien no esté
dispuesto a perdonar aun no ha entrado en el espíritu de la familia.

Porque la Iglesia se reconoce pecadora. Santa por el Espíritu que la anima y pecadora
en muchas de sus obras.
En una historia de ya veinte siglos ha habido de todo. Hecha de hombres y viviendo
las circunstancias de la historia, la Iglesia será siempre pecadora, sin dejar de ser santa.
Porque es pecadora necesita de la santidad para superarse; porque es santa, el pecado no
podrá definitivamente con ella, tanto más que la santidad le viene del Espíritu de Jesús que
la anima y eleva. Porque es pecadora vemos en ella la fuerza de Dios que llega hasta la
debilidad humana, nunca Dios se nos aparece tan grande como cuando le vivimos cerca de
nuestra debilidad. Porque santa y pecadora a la vez, la Iglesia es lugar de encuentro de Dios
y el hombre, de lo infinito y lo finito, es el campo donde coexisten el trigo y la cizaña y el
Sembrador cuida la simiente.
EL INCÓMODO Y DIFUSO PECADO

De partida, nos situamos en el terreno del pecado, no solo en el de los fallos o


equivocaciones, y tratamos de comprender lo que significa.
La primera constatación práctica es que el pecado se rechaza en muchos sectores,
incluso como concepto; claro que, como en la enfermedad, no existen pecados sino
pecadores. Se ha vuelto una realidad confusa y devaluada. Ha perdido importancia práctica,
porque lo práctico en nuestra sociedad es lo eficaz; cuando un hombre logra lo que quiere y
tiene la satisfacción de haberlo logrado, )dónde puede estar la falta? Por otra parte, el
pecado se sitúa en el pasado, es siempre algo que hice, y a nuestro mundo le gusta mirar al
futuro; )no es una pérdida de tiempo y energías detenerse en lo que fue?; tanto más, si esto
nos angustia, cosa frecuente; )a quién importa lo que fui ayer si hoy sonrío?
Por otra parte la psicología ha cambiado muchos "pecados" en enfermedades y una
enfermedad necesita médico, por eso creció tanto el número de psiquiatras mientras
descendía el de confesores. La falta que se debe a una enfermedad )no deja de ser falta? En
todo caso la falta se sitúa en el ambiente, en la sociedad, en las estructuras de las que uno se
siente víctima, pero no culpable.
Además en muchos no existe la referencia íntima a Dios, necesaria para reconocer
una situación pecaminosa, pues el pecado supone tener consciente esta relación con Dios; en
cuanto Dios no es un ser absoluto, sobre todo cuando no es íntimo, no queda margen más
que para un sentimiento psicológico de culpabilidad, que incluso puede resultar enfermizo y
que como tal hay que combatirlo.
La conciencia del pecado también ha cambiado, algunos cambios han sido llamativos
y otros más ocultos. Influye un condicionante psicológico, porque el pecado nace dentro y
ahí dentro ni somos iguales ni igual cada día; el mismo acto expresa algo diferente según
circunstancias y personas. También existe el condicionante social; la simple evolución hace
que ciertos valores necesarios en una época, porque así se expresaba mejor la relación
humana o religiosa, ahora no son tan claros ni tan urgentes porque las relaciones humanas
han entrado por otros caminos; así, mientras disminuye la importancia de lo sexual, crece la
de lo social.
Con todo esto queremos decir simplemente que el pecado no es muy definible y que,
cuando hablamos del perdón de los pecados, tenemos más claro el perdón que el pecado, y
es bueno que sea así.

Realidad interna del pecado.

Sin embargo, el mal existe y no es ninguna cosa abstracta, sino una realidad
claramente constatable. Es una realidad interior, ya decía gráficamente Jesús que lo que
ensucia al hombre no es lo que le viene de fuera sino lo que sale de dentro y que el corazón
del hombre está donde está su tesoro, pone la vida en aquello que le interesa y, en
consecuencia, sigue una u otra conducta. La pregunta por tanto es:)cuál es mi tesoro? )
dónde está mi corazón? )cuáles son los objetivos que persigo? A quien empieza
reconociendo que la vida viene de Dios y que Dios es Padre, le será muy difícil buscarse un
tesoro que llene su vida al margen de Dios. En cuanto realidad interior lo entendemos como
una actitud, una forma de ser que se expresa en una manera de hacer, en una conducta
concreta; la actitud, como la enfermedad, tiene sus síntomas, pero lo importante no son los
síntomas sino la enfermedad. Como ejemplo de actitudes pecaminosas están los llamados
"pecados capitales".
Todas estas actitudes se resumen en la falta de amor. El amor es lo que importa y es
lo que revisamos porque es lo que nos hace crecer y vivir. El amor es una opción de vida, no
cerrada en sí misma, sino abierta a Dios y a los demás. Pero el amor a Dios, dice Jesús
corrigiendo nuestra tendencia al autoengaño, consiste en cumplir su voluntad. Y la voluntad
de Dios es muy explícita:amaos unos a otros; el amor al prójimo sí que ha de ser concreto,
de lo contrario es fantasía. Porque el amor termina siendo concreto, también el pecado es
concreto; de una forma u otra lo que está dentro sale fuera en acciones concretas y repercute
en los demás.
Hay grados e intensidades en el pecado, como en todo lo que afecta a la vida; lo
difícil es precisar esas intensidades y señalar exactamente el límite entre una y otra y ver la
conexión o desconexión que existe entre las actitudes y los actos, pues a veces no obramos
realmente como somos. Desde lo leve o "venial", lo de cada día, hasta lo "mortal", lo que
da muerte al amor de Dios o del prójimo en nosotros, hay intensidades que pueden llegar a
lo grave, aunque no rompan mortalmente nuestra relación con Dios; la falta de amor
depende mucho de la educación que uno ha recibido en ese amor. Para formarnos una
conciencia acertada, que en definitiva es el último criterio a seguir, nos ayuda la doctrina
moral de la Iglesia.

Las consecuencias del pecado.

Conscientes ya de que el pecado está aquí y ahí, nos preguntamos:)por qué tenemos
que pedir perdón y perdonar? La respuesta es clara:porque el pecado tiene serias
consecuencias sobre la vida; pecar es herir la vida, perdonar es aumentar la vida.
Desde la fe, entendemos el pecado como una ofensa a Dios. )Cómo es posible una
ofensa a Dios y menos por mí? Hablando de Dios, todas las palabras tienen un límite pero
sirven. Este matrimonio de amor que Dios hace con el hombre queda afectado por el pecado
y, como siempre, el más ofendido es el más inocente que, en consecuencia, es el que más
sufre. Dios es omnipotente en amor, porque nada hay más poderoso que el amor, pero eso
mismo le hace inmensamente sensible y vulnerable. (Cuánta veces, en aquella vieja historia
de su pueblo Israel, se lamenta, llora, abre su corazón y hasta se muestra sentimental! )Hay
otra forma mejor de expresar cómo mi pecado le afecta? Le estropea o retrasa su plan,
defraudándole en su ilusión sobre mí. Estas verdades solo se comprenden bien con el corazón
cuando uno se hace niño y mira ocn ojos inocentes la cara del Padre y ahí descubre la pena.
También le afecta por el hombre mismo, que se hiere en su propia personalidad. La
vida tiene un camino y posibilidades de autorrealización; el pecado, como mínimo, es un
retraso o frenazo en tu camino de crecimiento personal; quizá peor, es un virus, apenas
perceptible, que se sitúa en tu centro de decisiones personales, en tu voluntad y en tu
libertad, y ahí va ejerciendo su acción maléfica hasta que sea expulsado. )Puede esto no
importarle a Dios? )Puede no importarle al Padre que el Hijo se quede a medio camino en su
desarrollo personal? Tu pecado es solo tuyo pero las heridas son también de Dios.
Y de los demás. Porque nada mío es solo mío; en la familia de Dios nadie existe al
margen de la comunidad ni la comunidad se desarrolla plenamente si se deja de lado a
alguien. El "misterio" de Dios, )recuerdas?, pretende construir una inmensa familia. El
pecado es un obstáculo en la circulación de la vida familiar porque algo de vida quedó sin
llegar a alguien, con lo que la tarea común no recibió la colaboración total, y estamos ante
una tarea que necesita todas las colaboraciones. Te has apuntado a la causa de Dios y de
pronto te da por actuar independientemente, no pensando en la causa común sino en ti; te
debes a la causa en todo y no puedes fallarla. La colaboración empieza por la integridad de la
persona, porque la familia no se desarrolla con personas debilitadas.
El pecado implica una destrucción de valores, siempre necesarios para la vida de la
comunidad. Cuando en la sociedad se pierden valores fundamentales, los que se van
integrando en ella vivirán sin esos valores, sin pensar siquiera que existen. Es el pecado del
ambiente o pecado del mundo. (Qué fácil es en estos casos caer en la trampa de resignado
conformismo! "Si todos lo hacen", "no se puede hacer nada, las cosas son así", "la culpa no
es mía, es del ambiente". Si el ambiente es así, es porque le hicimos así. El mal del mundo
no nace de la tierra sino del corazón de los hombres. La injusticia social no es más que el
resultado de muchos que no empiezan amando al prójimo; el odio y el egoísmo de muchas
relaciones sociales empezó en el pensamiento y el corazón de los hombres que quizá no lo
pensaron al principio, pero sus pensamientos explotaron convertidos en bombas. La
pornografía como negocio puede surgir porque hay pensamientos y deseos que la reclaman.
Los valores que empiezan quebramtándose, terminan oscureciéndose y ya no se ven.
Hasta donde podemos pensar, el pecado tiene repercusión incluso en el orden
cósmico. Tal vez parezca una afirmación pomposa, pero es fácil intuir que, con el pecado,
se ha introducido algún factor negativo en ese maravilloso orden de la creación que Cristo
está construyendo para ofrecer al Padre en el día final.
Después de estas reflexiones es obligado concluir que, puesto que el pecado afecta
tan negativamente a la vida, es preciso atajarlo y superarlo; y el primer camino para ello es
el perdón del pecador para que, desde su propia realidad y con una fuerza nueva, se
convierta en luchador contra el mal.

LOS PERDONES DE JESUS

Cuando Jesús puso en marcha el Reino de Dios, no empezó buscando un primer


equipo de inmaculados, entre otras razones porque habría sido imposible y además no habría
resultado representatitvo. Sus discípulos eran presonas normales, con su parte de ambición,
de cerrazón para las cosas espirituales, y su correspondiente egoísmo. Incluso mantuvo
relaciones llamativas con pecadores públicos, cuya compañía se tomaba por escandalosa, y
permitió ser criticado por estas relaciones antes que dejarlas. Estuvo muy cerca del pecado y
muy unido a los pecadores. Una de sus principales actividades, junto a la de predicador y
sanador, fue la de perdonador.
Su perdón empieza aceptando a la persona como es, lo que supone, sin más, amarla
y, por tanto, perdonarla; en muchos casos es un perdón explícito y expresado.
Jesús realiza el perdón en forma de encuentro personal, no en forma de juicio ni de
sentencia. María Magdalena, la mujer rechazada como persona y deseada por su tarea, se
encuentra con Jesús en un banquete; Jesús no la observa de lejos ni pronunica sobre ella
ninguna sentencia; acepta el encuentro, donde la mujer descubre la indignidad de su pecado
al resplandor de aquel hombre extraordinario y capaz de acogerla; en el encuentro se produjo
el perdón; perdonar es aceptar al otro, sin pasarle cuentas, dejarse ver con él y amarle.
Zaqueo tiene un pecado de tipo social, se enriquece a costa de otros; Jesús no pasa de largo
de aquel hombre despreciado por todos y se invita a su casa, allí se encuentran y del
encuentro sale el perdón. El Evangelio no recoge perdones de Jesús a distancia.

Elementos fijos en los perdones de Jesús.

La Iglesia ha aprendido de Jesús esta forma de perdonar.


Una Iglesia donde funciona el perdón de los pecados es una familia donde se realizan
muchos encuentros personales. Dios y tú os encontráis y eso es el perdón. )Qué crees que es
la confesión? Es un encuentro con Dios, pero ha de ser un encuentro consciente donde cada
uno conoce su papel y lo asume, donde yo, pecador, me confieso a Dios, reconozco que
fallé y Dios pone todas las añadiduras. Todos los encuentos con Dios son perdonadores
porque son acogedores y regeneradores, sobre todo el gran encuentro de la eucaristía. De vez
en cuando el encuentro lo celebramos de forma más completa y lo llamamos sacramento de
la reconciliación.
Pero el encuentro de Jesús con el pecador no es secreto, al contrario, se realiza
delante de la comunidad, es siempre público; a María la perdona en un banquete, a Zaqueo
le perdona delante de sus amigos y conocidos; puesto que su pecado había tenido repercusión
en la sociedad, era lógico recibir el perdón delante de la comunidad. El perdón comunitario
es también una ofrenda a la comunidad, es decir públicamente que, si uno se había ido, ha
vuelto voluntariamente, que, si había fallado, vuelve a poner todo su interés en la causa
común. Jesús resalta de forma práctica este aspecto comunitario del perdón.
Sus perdones tienen también un aire de fiesta. El perdón de María y de Zaqueo se
confunde con la alegría del banquete, la alegría del padre por la vuelta del hijo pródigo
merece también una fiesta, la merece el nuevo porvenir de la familia que vuelve a estar
unificada; el paralítico sanado monta una especie de rito festivo con su camilla por las calles.
Un abrazo y una fiesta, eso es el perdón.
(Qué diferente esta visión de muchos planteamientos tristes y agobiantes donde el
perdón es como el resultado, más temido que celebrado, de un penoso juicio! (Fiesta!,
porque el amor continúa siendo más fuerte que las separaciones. (Fiesta!, porque la vida
sigue en pie, está fuerte y hasta los débiles se vuelven fuertes. Porque la comunidad resulta
más fuerte que los egoísmos y uno siempre vuelve a ella.
Resulta delicioso y refrescante pensar cómo perdonaba Jesús. )Cómo puede fallar una
empresa, el Reino, donde el perdón es lo habitual y donde hasta el pecado se convierte en
ocasión de fiesta?.

Continuación de aquellos perdones.

La Iglesia ha recibido el encargo de continuar aquellos perdones de Jesús, lo mismo


que continúa su actividad misionera o sanadora. Esta es una de sus tareas más humanas y
divinas.
)Por qué la Iglesia, si lo que necesitamos es el perdón de Dios? Porque a Dios a solas
no lo encontrarás nunca, El siempre está con su familia, con los hombres. Para llegar al
encuentro con Dios hay que pasar por el encuentro con el hermano. El perdón del hermano
puede sustituir al de Dios porque Dios lo acepta y da por válido, pero el perdón de Dios, sin
más, )podría sustituir al del hermano, lo aceptaría éste? Tenemos garantizado el perdón de
Dios, desde el momento en que depende de El y no de nosotros, pero ese perdón invisible,
cuando se trata de hombres necesitados de seguridades constatables, necesita un signo o
garantía de que ha sucedido; ésta es también la función de la Iglesia, significa y manifiesta
que el perdón de Dios se ha producido. Por eso ejerce el perdón sacramental a través de un
sacerdote, que actúa en su nombre y delegación.
El sacerdote representa también el aspecto comunitario de la penitencia. Si mis faltas
tuviesen una dimensión solo personal, no necesitaría del sacerdote, me bastaría la relación
directa con Dios o, en todo caso, con el hermano concreto ofendido; pero las faltas alcanzan
a la comunidad que, por lo tanto, se hace presente en el perdón.
Esto obliga a la comunidad a ser también perdonara; cuando el sacerdote absuelve en
su nombre, es porque en esa comunidad se perdona habitualmente, el perdón mutuo es
elemento constitutivo de la comunidad y está en ejercicio; esto hace que la absolución
sacramental sea más completa. La comunidad cristiana es protectora de cada uno de sus
miembros, lo arropa, lo defiende cuando se siente débil, lo levanta de ánimo cuando está
bajo; no pone ningún límite a la participación de la vida en razón de los valores de cada uno;
la vida se tiene y se comparte, no se contabiliza, mucho menos se contabilizan los
deméritos. El perdón es acogida, fuerza, estímulo, seguridad de que uno nunca se sentirá
abandonado ni desechado.
El perdón es algo profundo que, como el amor, se ha de manifestar en actos
concretos; hay horas difíciles para el perdón y no vale engañarse en esos momentos, no
valen juegos de palabras como el "yo perdono pero no olvido". A veces el perdón no es total
y quedan separaciones, no enemistades, pero sí frialdades y reticencias:las reacciones
naturales de la persona tienen aquí su parte, pero el perdón puede con todo esto. El perdón
total es posible por obra del Espíritu de Jesús que anima la comunidad e invade nuestra
persona; cuando tu perdón es total, el Espíritu entra más profundamente dentro de ti.
Queda por constatar la alegría del perdón; )cuál es mayor, la alegría de ser
perdonado o la de perdonar? El perdón es, sin duda, un camino de alegría, lo mismo que el
rencor y las venganzas soterradas son camino de sufrimiento y de amargura. Alegría
personal, psicológica y espiritual, que alcanza al núcleo más íntimo de la persona; el
hombre perdonado y perdonador tiene la sensación de estar sano por dentro, goza la
satisfacción de una buena salud. Alegría comunitaria, uno respira mejor en una comunidad
donde el perdón se reparte como el pan, siente que le alimenta. Alegría eclesial, los
circuitos de Dios que pasan a a través de ella para llegar al mundo están siempre limpios y
tienen la gozosa satisfacción de una buena circulación.
ANEXO: PREEMINENCIA DEL PERDON SOBRE EL JUICIO.

La democracia anda revuelta por el tema de la administración de


justicia:)es realmente independiente o está condicionada por la política? )está al
servicio de todos, especialmente de los más indefensos?; porque la justicia, no solo
los jueces sino también los abogados, nacieron como un sistema para defender a los
que no tenían defensa, porque los bien situados siempre han encontrado maneras de
defenderse; )nuestra justicia es más eficaz para llenar cárceles que para redimir
culpables ? Porque la cárcel está saturada y más en días de concentraciones
especiales, en que muchos considerados peligrosos son "retirados de la circulación".
La sociedad no funciona en principio sobre el perdón sino sobre la aplicación de una
sentencia; de entrada, el perdón es menos creíble que la sentencia.
Se supone que todo el que está en la cárcel ha cometido alguna falta, se da
por supuesto que es culpable, suposición verdadera pero con excepciones. Así
funciona el orden de la ciudad. La simple convivencia o coexistencia ciudadana está
fundada en el orden y las faltas contra el orden solo tienen un arreglo:el castigo o
privación de libertad. Esto nos lleva a un complicado y costoso montaje de la justicia
que funciona a base de acusaciones, juicios y condenas, con algunas absoluciones. )
Podemos imaginar una sociedad sin cárceles ni juzgados?; este solo anuncio
infundiría el miedo a los ciudadanos.
De vez en cuando se nos recuerda que es más beneficioso el derecho de
gracia que el de condena y se pronuncian algunas amnistías o indultos; al mismo
tiempo se humanizan los regímenes carcelarios y se procuran métodos más
rehabilitadores que coercitivos.
(Qué diferente es todo esto de como funcionan las cosas en el Reino de Dios
que llamamos Iglesia!, )te das cuenta?. Partiendo de que la llamamos y procuramos
que sea comunidad, el sistema establecido para los fallos es el perdón. Lo mismo que
en la sociedd todo presunto reo tiene derecho a un juicio justo, aquí todo pecador
tiene derecho al perdón, que es la única moneda con validez oficial cuando ha fallado
el amor. Cuando el perdón se quiere sustituir por el juicio y la sentencia, queda
entorpecida la vía del amor y el resultado suele ser negativo, aunque sea razonable.
Pero, )qué pasa con la falta cometida, la dejamos libre para que siga repitiéndose?
Lo que más importa aquí es la persona; además el perdón corrige la falta más que una
condena.
La necesidad de la justiticia estricta no viene tanto de que se cometan faltas
sino de no querer reconocerlas, por eso tiene que haber acusaciones y procesos;
difícilmente un hombre público reconoce su falta, se sentiría rebajado, olvida que ese
reconocimiento le dignifica. En la Iglesia partimos del reconocimiento voluntario del
pecado, reconocimiento y confesión y manifestación de querer enmendarlo. Esto
supone una educación en la verdad del hombre capaz de pecar y levantarse; y un
reconocimiento de la verdad de Dios, que cree definitivamente en la fuerza personal
y social del amor.
)Crees que llegará un día en que este sistema será aplicable a la sociedda? La
utopía del Espíritu ya hace siglos que está en marcha hacia esa realidad.

Una última consideración. El perdón sacramental y el bautismo ("confieso que


hay un solo bautismo") son dos afirmaciones del Credo que nos llevan a pensar en la
estructura sacramental de la Iglesia.
Dios se acomoda a nuestra realidad y nos expresa y ofrece su riqueza a través
de formas humanas y terrenas, es algo que tenemos que agradecerle. Así empezó haciéndolo
con la encarnación de su Hijo, que es "sacramento de Dios", y continúa realizándolo de
diversas maneras, de las que la Iglesia destaca especialmente siete, los siete sacramentos.
Todo responde a esa forma esencial de Dios que es el amor, por lo que nos trata con formas
benevolentes y expresivas, acomodándose a nuestra forma de ser y de vivir. (Qué lástima
que a Dios le cueste tanto convencernos de su amor! Mientras El ama, nosotros discutimos
las formas que El mismo escogió. El perdón sacramental expresa de forma visible y
experimental esa maravilla del perdón de Dios.
MI PROFESION DE FE EN LA FUERZA DEL PERDON

Creo en el perdón de los pecados y que ese perdón es efectivo.

Creo que mi Iglesia, que es santa en su esencia, es pecadora en sus miembros y sé


que ese pecado le afecta en su ser y en sus funciones.

Creo que ni la Iglesia ni el mundo llegarán nunca a la perfección total, siempre


habrá trigo y cizaña; solo al final se separarán debidamente y quedará solo el
trigo.

Creo que el pecado es una falta de amor.

Creo que Dios se siente herido y lastimado por mi pecado y esto me hace descubrir
que está muy cerca de mí.

Creo que el pecado afecta a la comunidad de los hombres, a la Iglesia e incluso al


orden del universo.

Creo que el amor a Dios es más fuerte que nuestros pecados, por eso me sigue
amando sabiendo que soy pecador.

Creo que el amor de la comunidad es también más fuerte que mi pecado, por eso me
acoge, me anima y me da su perdón.

Creo en el perdón de los pecados como una manera de hacerse cercano Dios y de
hacernos más cercanos e íntimos los hombres.

Creo que una comunidad perdonadora es una comunidad feliz y útil, por eso será
eterna.
15. - LA VIDA ETERNA

MEDALLA PARA TODOS

Los pronósticos ya dan un claro favorito entre los candidatos a próximas


elecciones, pero al presunto vencedor le preocupa que esta seguridad relaje el esfuerzo de
sus votantes.

Hombre XX. _ )Cuánto tiempo dura un triunfo político?

Hombre XXI. -De momento hasta las próximas elecciones, pero se diría que ellos
lo sienten como si fuese a durar siempre.

Hombre XX. -En política, como en cualquier otro tema, cada triunfo es absorvido
por otro que supera su marca, se van enterrando mutuamente; solo algunos fuera de
serie permanecen más tiempo en la memoria de la gente, los demás terminan siendo
solo fichas de cronistas.

Hombre XXI. -Sí, pero este momento llena una vida.

Hombre XX. -En cualquier caso, los triunfos pueden durar más quien, al menos los
más importantes, los récords no superados, que pasan a las crónicas de la historia.

Hombre XXI. -A veces sueño lo que sería una vida interminable a base de
reencarnaciones en cada una de las cuales lograse una clase superior de triunfo;
llegado al límite en cada etapa, uno desearía morir para lograr esa forma superior
en la próxima vida.

Hombre XX. -)Eres de los que no creen en la resurrección, todo son dificultades, y
creen fácilmente en la reencarnación?

Hombre XXI. -No.

Hombre XX. -Esta vida, por muchas reformas y mejoras que le añadas, si fuese
interminable, terminaría siendo inaguantable. Prefiero otra vida.

Hombre XXI. -)Cuál?

Hombre XX. -La de la resurrección. Dios, puesto a hacer una vida nueva y plena, es
de fiar; lo hizo en Jesús y prometió lo mismo para todos. Un fin como el de Cristo es
lo máximo que puedo soñar. Me fío de El.
Resumen 151: EL CAMINO ES TEMPORAL PERO LA VIDA ES ETERNA.

Es el final, mejor dicho, es la consumación.


Porque no es lo mismo final que consumación; final indica que algo se acabó,
consumación significa que ha llegado a su plenitud, que logró su objetivo.
Nuestro Creo termina con una confesión de plenitud.
La resurrección de los muertos y la vida eterna son dos conceptos que se
interrelacionan y completan tanto que van juntos; resucitaremos para la vida eterna, no para
la misma u otra vida temporal; lo que se eterniza es lo mejor de nosotros, lo que Dios ha
hecho en nosotros, lo que en nosotros ha llegado a plenitud. La vida continuará porque la
resurrección la transforma en algo completo.
En definitiva, )qué es lo que nos interesa:esta vida o "la otra vida"? Nos interesa LA
VIDA. No podemos plantearnos varias vidas que corresponden a distintos estadios e incluso
distintos lugares; sin embargo, hay una clara diferencia entre nuestro modo de vivir aquí
ahora, que conocemos y experimentamos de mil maneras, y el modo de vivir de la "otra
vida", del cual no tenemos más testimonio que la fe en la resurrección de Jesús y una larga
tradición que acompaña la historia de la humanidad.
")Vuelve el polvo al polvo?" )dónde acaba la vida, dónde acaba la muerte? ) el
hombre es mortal o inmortal? )qué es la eternidad? )cómo podemos entender esa vida
eterna? Preguntas de siempre porque el hombre se desarrolla entre dos realidades
incuestionables:la vida y la muerte; )cuál de ellas vencerá?; de momento las conocemos
juntas, pero se separarán; la muerte es la más segura de nuestras certezas, la vida es el más
fuerte de nuestros instintos.
La respuesta la proclamamos en el Credo: "creo en la resurrección de la carne y en la
vida eterna".

HABLEMOS DE "LA OTRA VIDA"

Todas las religiones han cultivado la fe y el culto en la vida más allá de la muerte,
aunque fuese con formas muy elementales, como la creencia en "los espíritus" o el enterrar a
los difuntos con una serie de víveres para el viaje futuro. Curiosamente en la Biblia no
aparece tan clara esta idea desde el principio, surge y avanza lentamente, como una larga
elaboración del instinto y la meditación colectiva; antes de ser una afirmación, es un
presentimiento oscuro.
Se empieza por creer en una retribución justa al final de la vida, pues, aunque los
hombres debiéramos lograr aquí esa compensación mediante estructuras justas, la más
elemental experiencia nos dice que nunca fue así, y el tema se prorroga para el final a las
manos de Dios. Al mismo tiempo se constata que el hombre es un anhelo de perpetuidad o
instinto de eternidad, que le hará posible disfrutar esa retribución justa; la historia de la
salvación supone una relación continua entre el pasado y el futuro, pero un futuro lleno de
Dios y que, por tanto, no puede acabar; no aparece del todo claro si ese futuro de Dios es
para más allá de la muerte o se sitúa dentro de este mundo. Lo cual nos prueba que un pueblo
puede tener un gran sentido religioso sin tener clara la idea de la otra vida; su misión está
aquí, lo demás corre por cuenta de Dios que garantiza su actuación en favor del hombre y
que siempre actuará con generosidad.
Cuando llega Jesús afirma con claridad la vida futura, presupuesto fundamental en
toda predicación y afirmación explícita en muchas ocasiones. Afirma que viene del Padre, de
una Vida que existe desde siempre y para siempre, y su misión es introducir a todos los
hombres en esa Vida. Estamos llamados a vivir la vida de Cristo. No hizo nunca
descripciones de la otra vida, sino que habló de ella como estímulo para vivir aquí, porque
la vida eterna no existe para el hombre independientemente de la vida temporal. En la vida
encontramos algo perecedero y algo imperecedero, )no es lógico trabajar por aquello que es
imperecedero?, las riquezas imperecederas del cielo frente a las perecederas de la tierra (Mt
6, 19-21).
A veces Jesús llama a superar el miedo, porque los hombres pueden matar el cuerpo
pero no la vida (Mt 10, 26-28). Otras veces es una advertencia porque la vida verdadera, la
definitiva, la eterna, es difícil y no se puede estar de brazos cruzados esperando que llegue,
es un tesoro que hay que sacar a flote vendiendo las propiedades menores para adquirir el
campo donde está enterrado (Mt 7, 13-14). Habla incluso de suprimir manos y ojos, siempre
efímeros, para salvar lo duradero de la vida (Mt 9, 43-48). Tal vez el texto más explícito de
Jesús se da en una disputa con los saduceos que pretenden traspasar a la otra vida las
realidades matrimoniales de aquí: "cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se
casarán", Dios continúa siendo Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob porque "no hay Dios
de muertos sino de vivos".
Para Jesús el tema de la vida futura es de los más claros y básicos, pero no lo predica
como un tema aparte, sino como estímulo para vivir mejor aquí, la vida eterna es don de
Dios y fruto de la vida de los hombres; la inmortalidad no es connatural al hombre, pero
nace de Dios, siempre fiel a la vida, que mantendrá su sí a la vida incluso después de la
muerte.

)Inmortalidad o vida eterna?


Desde las antiguas filosofías platónicas, que tanto impacto han tenido en las doctrinas
cristianas, se consideraba que el hombre era mortal en su cuerpo e inmortal en su alma, una
chispa de la divinidad desprendida y encerrada en este accidente temporal del cuerpo;
liberada por la muerte de este aprisionamiento, volvía a su ser natural de la inmortalidad.
Este planteamiento ya no sirve literalmente para nuestra cultura moderna que ve al hombre
como una unidad, afectado en su totalidad por la muerte y por la vida. Pero tampoco es una
simple supervivencia más allá de la muerte, porque del hombre mortal al inmortal hay una
diferencia sustancial. La inmortalidad no es una propiedad natural del hombre, sino don de
Dios, que nos la comunica mediante la participación en su vida y, sobre todo, mediante la
resurrección.

HABLEMOS DE NUESTRA RESURRECCION

El Credo no habla de la inmortalidad sino de la resurrección. (Resucitaremos! )Por


qué nos resistimos tanto a esta maravillosa realidad? )Por qué la diluimos en afirmaciones
abstractas de supervivencia en la memoria de los hombres o en la inmortalidad genérica de la
humanidad? )Por qué la reducimos tan fácilmente a una mejoría del presente? Quizá porque
nos cuesta verla como una propiedad natural o como don gratuito de Dios y, por otra parte,
no acabamos de ver su verdadero fundamento.

El primer y más sólido fundamento es Dios.


Por la relación íntima entre el ser de Dios y el ser del hombre que, como imagen
suya, participa de su vida; desde la creación se establece entre Dios y el hombre una relación
íntima que, al menos por parte de Dios, será irrevocable; Dios nunca se echará atrás de su
compromiso de ser fiel al hombre, de comunicarle su ser, de querer ser reflejado por él. El
hombre, imagen de Dios, vivirá siempre porque Dios siempre vive. Lo divino que hay en
nosotros, don gratuito, nos eterniza. La garantía de nuestra vida eterna es la fidelidad de
Dios; afortunadamente para nosotros, pues estamos mucho más seguros de esa fidelidad que
de la nuestra.
La vida consiste en estar cerca de Dios; cuanto más proximidad, más participación de
su vida. Al participar la vida de Dios, uno adquiere o es enriquecido con vida eterna, porque
Dios, a través de su Espíritu, garantiza la vida a los hombres que de por sí son perecederos;
su proximidad es la más infalible garantía de nuestra vida eterna.
Porque Dios es eternamente nuevo, la vida que nos participa es una vida nueva, una
nueva creación, mucho más que la mejora sustancial de la presente que tendemos a
perpetuar, aunque continúa en relación con el cuerpo, que también será glorificado.

La Resurrección de Jesús es el gran fundamento de la nuestra.

Esto le resulta tan seguro y evidente a Pablo que le hace exclamar con sorpresa:"si de
Cristo se proclama que resucitó de la muerte, )cómo decís algunos que no hay resurrección
de muertos?"; porque El ha resucitado "como primer fruto de los que duermen" (I Cor 15,
12-13. 20).
La resurrección de Jesús supuso para los cristianos un cambio radical en su manera de
plantearse el más allá; ahora el planteamiento es simple:continuaremos viviendo porque
Cristo vive, resucitaremos porque Cristo resucitó; no vieron aquella resurrección como
estricto asunto personal de Jesús sino con repercusión directa en sus seguidores. Pero la
resurrección la situaban como un gran acto colectivo al final de los tiempos (Mt 25, 31-46),
acompañando su segunda venida. Al diferirse esa venida, que al principio consideraron
inminente, se dan cuenta de Cristo es fundamento independientemente del tiempo.
Superados los conceptos temporales y dualistas, nos reafirmanos en aquel planteamiento de
nuestra resurrección a partir de la de Jesús.
Cristo ha inaugurado un nuevo futuro para el hombre, un nuevo estado y estilo de
vida. Desde El toda la humanidad tiende a ese estado y estilo de vida, a ese futuro, ya
inaugurado pero aun no consumado. Cristo mismo es nuestro futuro, porque el que vendrá,
el que esperamos es ya el que comulgamos en nuestra eucaristía. Participar de Cristo es
participar de su resurrección y glorificación, que para nosotros es futuro, como lo fue para
El durante años. Esta relación íntima entre resurrección y participación de la vida de Cristo
nos la expresan en formas cálidas Juan y Pablo.

La visión de Juan

Juan es el que más habla de la participación en la vida de Cristo como una


resurrección anticipada. Plantea la resurrección en la dinámica de la vida. Cristo no viene
como organizador de un gran movimiento -aunque éste es consecuencia de su vida -ni como
profesor ni como líder, lo suyo era la vida:" yo he venido paa que vivan y estén llenos de
vida" (Jn 10, 10:5, 25-27). Dios Padre concede su vida al Hijo para que el Hijo nos la
conceda a nosotros, es un sistema de herencia familiar, de herencia interna, de transmisión
directa. )Estamos seguros de que Jesús es la vida, como El afirmó? Siempre nos queda la
tendencia a mirar a otros que circulan por el mundo y cuya vida nos produce envidia y deseo
de poder circular así. En nuestra pequeña historia luchamos afanosamente por vivir, pero )
qué vida? Quizá no estemos tan convencidos de la vida es solo una y de que está en una única
parte:Cristo.
Nos recuerda Juan que esa vida nos la comunica por la fe:"yo soy la resurrección y la
vida; el que tiene fe en mí, aunque muera, vivirá"(Jn 11, 25-26), y por la eucaristía:"yo
soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, pero murieron; aquí
está el pan que baja del cielo para comerlo y no morir" (Jn 6, 47-51). Sus oyentes
campesinos, artesanos, pescadores, preocupados por cómo vivir mejor, se entusiasman
porque da de comer a una multitud con un poco de pan y pescado. Jesús les mira
intensamente, compasivamente, porque desean una vida que no es vida, puesto que toda
vida que se acabe es solo respiración, tiempo y accidente. Y les ofrece la vida que no se
acaba, se ofrece El mismo, porque El es la vida y vida eterna. En aquel momento no
comprendieron su vida resucitada porque buscaban lo terreno.
Juan hace un planteamiento realista de la vida eterna, toma los valores del más allá y
los anticipa; no pone la importancia en el juicio final ni en los acontecimientos de después de
la meurte, no se mueve por categorías de tiempo, lo que decide la vida es estar o no estar
con Cristo. Participar de Cristo es participar ya de la gloria que actualmente tiene Cristo
resucitado, porque para nosotros el Cristo que ahora existe es el glorificado; comulgamos el
cuerpo resucitado de Jesús; es decir, la resurrección se anticipa así al juicio condenatorio.

La reflexión de Pablo

Pablo habla aun con más claridad e insistencia de la resurrección de Jesús como
fundamento de la nuestra:" si hemos sido incorporados a El por una muerte semejante a la
suya, ciertamente también lo estaremos por una resurrección semejante" ( Rom 6, 5). La
Resurrección de Cristo y la nuestra están en una relación tan íntima que, si nosotros no
resucitásemos, es que tampoco había resucitado Jesucristo y serían solo charlatanerías los
relatos que lo testifican (Cfr. I Cor 15, 13). Señala también que la resurrección tiene
incidencias en la vida actual, puesto que juntamente con su muerte se han introducido en el
mundo unas fuerzas nuevas por las que es posible, más aun, estamos seguros de que
entraremos en la gloria con la totalidad de nuestra persona, incluída la corporeidad.

Jesús, predicador y precursor de nuestra resurrección, tiene una visión festiva de la


vida eterna, que es la única visión que interesa porque, si no fuese festiva, la vida eterna
sería desesperante. La compara con un banquete al que invita a todos y El mismo se pone a
prepararles la mesa (Lc 13, 15-24).

NUESTRA RESURRECCION

La resurrección incluye una referencia clara a nuestro cuerpo, como parte de la


persona que ha vivido y caminado anhelando la eternidad en la casa del Padre. Algunas
afirmaciones de "espiritulidad" destacan tanto el sentido interno de la resurrección que
suprimen la realidad corporal; sin embargo, en la Escritura y en el Magisterio de la Iglesia se
afirma claramente este componente corporal de la resurrección. La dificultad está en cómo
entenderlo, porque nos resulta muy difícil para nuestra curiosidad no imaginarlo de alguna
manera.
Nos es imposible saber cómo será ese cuerpo. Por intentar saberlo con demasiada
exactitud hemos caído en la imaginería teológica y en errores que han devaluado el contenido
del dogma. Pero queda claro en el Nuevo Testamento que "el cuerpo de Cristo" sigue
viviendo con los suyos y que ahora es un "cuerpo glorioso".
La resurrección de la carne nos lleva a darle a nuestro cuerpo ya aquí un sentido
mucho más amplio que el corresponde a una materialidad visible; el cuerpo es el que permite
a la vida que se exprese en todas sus posibilidades, empezando por esa posibilidad sublime
que es la generación; por el cuerpo el hombre total se sitúa en una dinámica de vida concreta
y se hace responsable. Cuando vemos un cuerpo estamos viendo un hombre, una vida, un
ser. El cuerpo expresa la parte caduca de nuestro ser, nos manifiesta nuestra situción de
hombres caídos que necesitamos ser convertidos en "cuerpos espirituales" por la fuerza del
Espíritu, es decir, no que la sustancia del cuerpo se cambie de carnal en espiritual, sino que
definitivamente sea el espíritu, y no las fuerzas negativas y caducas, quien domine la
persona. Por eso ya ahora damos testimonio corporalmente de la resurrección, aquí en la
vida, manifestando cómo la fuerza del Espíritu puede transformar ya nuestra realidad
terrena.

La simiente y el fruto

La explicación de Pablo, fuera del campo erudito y filosófico para situarse en un


plano espiritual, es la más acertada:"Alguno preguntará:y )cómo resucitan los muertos? )
qué clase de cuerpo traerán? Necio, lo que tú siembras no cobra vida si antes no muere. Y
además, )qué siembras? No siembras lo mismo que va a brotar después, siembras un
simple grano de Trigo, por ejemplo, o de otra semilla. Es Dios quien le da la forma que a
El le pareció, a cada semilla la suya propia" (I Cor 15, 35-38). Lo que resucita no es el
grano que se sembró, ése es precisamente el que muere; sin embargo, tampoco podemos
decir que fue otro grano el que brotó; hay una clara identidad y diferencia entre el grano
sembrado y la espiga. El grano de nuestro cuerpo, como está ahora, es el que se sepulta y
muere, y este grano no resucitará en la forma que ahora tiene, Dios le dará otra forma, la
suya propia, que será incorruptible, gloriosa, fuerte y espiritual.
Así describe Pablo lo que nuestra realidad tiene de continuo y de cambiante. Lo
corruptible, lo miserable, lo débil, el cuerpo animal es la parte de nuestra vida que sigue un
lento proceso de destrucción, de deterioro y envejecimiento, de cansancios en el esfuerzo
por el bien y de pesimismos profundos, de debilitamiento incluso de esa maravillosa y
elevante relación que Dios ha establecido con nosotros; así somos y en esa tentación perenne
vivimos. Todo esto morirá y muerto quedará. La incorruptibilidad, la gloria, la potencia, el
cuerpo espiritual expresan la vida humana plenamente realizada, la eliminación definitiva de
la muerte en todas sus expresiones, la relación completa con Dios, la vida en el Espíritu.
Esto es lo que resucitará. En esta difícil antítesis nos queda clara una cosa:que es una misma
persona la que muere y la que continúa viviendo en la resurrección, aunque con una
transformación profunda.
Continuidad y discontinuidad, identidad y diferencia. El cuerpo resucitado de Jesús
es idéntico y diferente al de antes. Los relatos de las apariciones afirman insistentemente que
es él mismo, pero tan diferente que no es reconocible al primer momento; diríamos que es
"él mismo pero no el mismo" o no lo mismo. Esa misma identidad y diferencia se da también
en nuestra resurrección corporal.

Transformaciones temporales que anticipan la transformación eterna.


Debemos evitar siempre dos peligros: el espiritualismo (mentalidad antigua, filosofía
griega) que acentúa tanto la diferencia que solo el espíritu sobrevive, y el naturalismo
(fariseos), que acentúa tanto la identidad que la vida del cuerpo resucitado es la misma que
la del terrreno, con las mismas funciones, aunque perfeccionadas. Nosotros creemos que el
hombre es una unidad que avanza, evoluciona y se transforma de continuo; la resurrección
no puede ser la agregación del cuerpo perdido previamente, porque no es una vuelta atrás,
que poca ganancia supondría, sino la transformación del hombre entero que, sometido al
poder de la muerte, "despierta" y es revivido por el poder del Espíritu.
Nos sirven de referencia las transformaciones del hombre, y más concretamente de
su cuerpo, a lo largo de su historia. Hay elementos que continuamente se transforman y hay
elementos permanentes. El elemento permanente no es solo el alma espiritual, sino el yo, el
núcleo personal; ese yo que se identifica con la voz de la conciencia, con los recuerdos,
etc. , también va sufriendo transformaciones dentro de su identidad. La muerte supone el fin
de ese cambio continuo, pero entonces se produce otro cambio más radical y profundo:ya no
una transformación natural sino una transformación divina, una "nueva creación", obra
directa del amor de Dios. De aquí nace una nueva forma de existencia distinta de todas las
formas empíricas, pero que continúa siendo humana.

San Pablo, hablando de este tema, no pretende darnos una descripción del cuerpo
resucitado sino una afirmación de que su realidad es superior a toda forma histórica. No se
fija tanto en el proceso sino en el resultado. Su atrevida expresión "cuerpo espiritual" (frenta
al "cuerpo animal") significa que el espíritu de conocimiento y amor traspasa totalmente con
su influjo las formas corporales, como el Espíritu traspasó el cuerpo glorioso de Cristo.
A lo largo de la vida el hombre "interioriza la materia" y la asume en su ser personal
y esa interiorización la lleva en sí mismo después de la muerte. Por el cuerpo el hombre
mantiene una relación viva con los demás y con el mundo y esa relación será posible después
de la resurrección. Las funciones del cuerpo son fundamentalmente la de identificación de la
persona y la relación con el mundo, dos funciones que continuarán en la vida resucitada. La
resurrección corporal significa que el hombre corporal se sobrepasa a sí mismo para
relacionarse con el tú y con la naturaleza; el hombre resucitado es más abierto que nunca y
mantiene esa relación.
En la "resurrección del cuerpo" pervive la persona nueva creada por Dios a partir de
su individualidad. Dios, siempre nuevo y creador, crea para nosotros una nueva
corporeidad, que ahora nos es desconocida, asumida por el espíritu personal. El acento se
pone en la transformación para una vida nueva, es como un inefable trasplante.
De toda la vida que hemos vivido con el cuerpo quedará lo mejor que hicimos y
somos; una buena parte de nuestra historia ha sido ya borrada por la misericordia amorosa de
Dios y para lo negativo que aun reste queda la fuerza purificadora del purgatorio; al final
quedará lo mejor, esa parte de nuestra persona y historia que a todos nos gustaría
permaneciese para siempre. Así sreá, pero transformada aun más por el amor glorificador de
Dios.
ANEXO: CUESTIONAMIENTOS Y LUCES SOBRE NUESTRO SER
ETERNO.

Con frecuencia, cuando en la televisión dan imágenes vivas de personas ya


difuntas, pienso en la resurrección de los muertos. Delante de mí, en la pantalla,
hablándome, hay una persona viva que me mira, me comunica sus ideas y
sensaciones, se me mete dentro y provoca en mí reacciones a favor o en contra; )qué
le falta para estar plenamente viva? Ya sé que la diferencia con el resucitado es
esencial; en principio porque lo que aparece vivo en la pantalla es la imagen, no la
persona y, además, porque la pantalla presenta la persona hacia atrás, la misma y lo
mismo que antes, mientras que en la resurrección se trata de la misma persona pero
con una vida nueva; pero comprenderás la relación que le encuentro.
Yo nací en el campo y otra relación la encuentro en la naturaleza. La hierba
del campo y las hojas de los árboles no mueren nunca, no se acaban, no desaparecen
definitivamente; cada año muere la hierba, pero siempre está viva porque vuelve a
resurgir en su momento, la resurrección es el sistema normal de vida en la naturaleza.
En la ciudad las plantas de los jardines y macetas se mueren y hay que plantar otras;
en el campo nacen solas, resucitan. Quizá por esto en la ciudad necesitamos más fe
para creer en la resurrección.
En cuanto a la resurrección de los muertos se produce una contradicción en
nosotros:el instinto nos lleva a creerla pero la curiosidad a rechazarla; por instinto
tendemos a la supervivencia, a no morir nunca, pero la curiosidad nos lleva a querer
comprender imaginativamente las formas de esa vida y esto nos traiciona, no hay
imaginación posible. A veces pienso en la energía; pasando el otro día por el puerto ví
enormes depósitos de productos petrolíferos, materia bruta que elaborada se
convierte en energía o electricidad, algo vivo pero ya no tangible ni pesante; dentro
del mismo terreno físico se ha producido una transformación hacia una forma más
espiritual y perfecta. Cada comparación me da una pequeña luz, pero inmediatamente
me mmuestra sus límites, por lo que no me puedo fiar mucho de ella; está claro que
el fundamento de nuestra fe en la resurrección no es natural sino sobrenatural.

Sin ningún intento de explicación, te ofrezco algunas precisiones con la


esperanza de que te sirvan de pequeña luz.
El cuerpo parece la parte más complicada para nuestra comprensión de la
resurrección. )Qué puede quedar de nuestro cuerpo después que la experiencia lo
constata reducido a polvo y reintegrado en la materia del universo? Queda lo mejor de
ese cuerpo, sus funciones personales. Por el cuerpo el hombre se sobrepasa a sí
mismo para relacionarse con el tú, con la naturaleza y con la comunidad; esta relación
permanece, aunque también será transformada. Por el cuerpo el hombre forma parte
de la historia, la participa e influye; en la resurrección llevaremos lo mejor de nuestra
historia personal y la parte viva de la historia humana que hayamos asumido;
integrados en la eternidad, no seremos indiferentes ni ajenos a la historia aun en
marcha. El cuerpo ofrece una materia que, por la fuerza del espíritu, se convierte en
cuerpo humano, a diferencia de lo meramente vegetal o animal; cuando el espíritu lo
abandona, deja de ser humano; el espíritu también es humano precisamente por su
relación corporal; esa realación mutua se mantendrá en la resurrección, porque es una
relación esencial para su humanidad, aunque las formas sean absolutamente nuevas.
Estas funciones vivas y elevantes del cuerpo permanecerán aunque en modos
incomprensibles.
El cuándo de la resurrección también nos preocupa. Primeramente se situaba
al final de los tiempos o de la historia, que de entrada consideraban bastante
inminente; la constación de que este final se retrasaba llevó a cambiar bastantes
planteamientos; hoy las perspectivas del mundo se alargan muchísimo y nos alejan de
esa visión. El final del mundo o final de los tiempos puede significar simplemente el
final del tiempo o la entrada en el no-tiempo; en la muerte uno sale del tiempo y entra
en una dimensión no temporal. Por eso, ése es el momento propio de la resurrección;
salimos del mundo, del tiempo, para entrar en la nueva dimensión de Cristo.
La resurrección, como la muerte y la vida, no sucede de repente; uno va
resucitando progresivamente en la medida en que el espíritu va tomando más
dimensiones de la persona y en la medida en que por la vida espiritual nos
incorporamos a Cristo. En la muerte el espíritu asume totalmente la materia, la
interioriza y la eleva y el Espíritu de Dios lo transforma todo en vida resucitada;
entonces la energía glorificada y divina de Cristo resucitado atrae hacia sí toda
nuestra persona. Por esto la muerte es un momento glorioso. Bien es verdad que la
doctrina tradicional de la Iglesia da a entender que la resurrección se inicia en la
muerte y se consuma en la resurrección universal al final de los tiempos, lo que nos
crea nuevos problemas en cuanto a la manera de entender ese estado intermedio y el
sentido del juicio universal que seguramente solo significa la plena manifestación o
"parusía" de la gloria de Cristo a toda la historia. No se trata de etapas cronológicas,
sino de señalar la dinámica de una vida nueva que se inicia en el bautismo, donde
uno es inmerso en la riqueza de la muerte de Cristo y empieza ya la participación de
su vida resucitada, que no se consuma hasta la entrada en la gloria. Lo importante es
mantener esa dinámica.
De nuevo nos encontramos con la tensión entre el ya pero aun no, ya somos
de Cristo pero aun no suficientemente, ya tenemos ya vida nueva pero aun no se ha
manifestado en nosotros la vida gloriosa, ya hemos muerto con Cristo pero por
nuestra libertad aun podemos volver a la situación de muerte, ya estamos resucitados
porque poseemos la resurrección en garantía pero aun no hemos sido glorificados. El
cristiano, desde el principio, ha tenido que combinar la expectación de un final de
plenitud con la idea de la resurrección de Cristo ya realizada.
La resurrección final expresa la dimensión comunitaria de nuestra vida y
nuestro mundo; toda la creación ha sido afectada por el pecado y lo será también por
la resurrección. Nosotros somos parte viva de esa creación, continuamos vinculados a
ella después de la muerte y esperamos ansiosos ese momento definitivo y final en que
todo será consumado.
La resurrección tiene especial validez para el hombre moderno.
Sobre todo para el amplísimo sector social que aun continúa crucificado; su
derecho a la resurrección humana e histórica ha de ser realizado entre todos como un
anticipo necesario de la resurrección definitiva; porque los hombres fallamos en esta
resurrección histórica, Dios les garantiza más la definitiva. Y también para el sector
desarrollado, a quien el propio desarrollo tiende a encerrar en los límites temporales,
no admitiendo más amplitud que la de la historia. El hombre es un "ser abierto",
"llamado a rebasarse a sí mismo", con un impulso natural de trascendencia porque ha
sido hecho a "imagen de Dios". Juan Pablo II nos recuerda que el hombre es "ser
finito" porque es no acabado; frente a otras naturalezas que parecen acabadas, "el
hombre, abierto al absoluto, esperaría su terminación", Sin embargo, el hombre del
progreso, sobre todo el occidental, aparece demasiado volcado y cerrado sobre sí
mismo, ha dominado energías que a su vez le dominan y le encierran, dueño y
víctima a la vez, da la impresión de que este mundo se hubiese adueñado de él;
necesita una liberación.
La vida eterna no es la que apunta hacia abajo sino hacia arriba. La
resurrección mantiene abierta la "brecha del infinito".
MI PROFESION DE FE EN LO ETERNO DE LA VIDA.

Creo en la vida eterna, fruto de la resurrección.

Creo que mi vida, en lo que tiene de caduca y limitada, ha sido superada por una
forma nueva de vida que viene de Dios.

Creo que la vida es siempre superior a la muerte y que en mi vida eterna ya no cabrá
la muerte.

Creo que la vida eterna es un don de Dios más que una exigencia de mi propia
naturaleza y esto me hace caminar con esperanza segura.

Creo que resucitaré porque Jesús resucitó,


y lo hizo como Primogénito, el primero de los hermanos, para asegurarme
que yo también reucitaré.

Creo que esta resurrección ya se realiza ahora en la medida en que participo de la


vida de Cristo por la fe y por la comunión de su cuerpo y sangre.

Creo que la resurrección es también corporal, es decir, abarca toda mi persona, yo


soy el que resucitaré, aunque no sé cómo.

Creo que lo importante de la vida resucitada es saber que es vida nueva, glorificada,
en comunión con el Padre, con Jesús y con toda la comunidad de los
salvados.

Creo que es un "banquete", plenitud de la vida, lo que supone plenitud de la


felicidad.

Creo que la seguridad de la resurrección ya iniciada no me priva ni de la esperanza


ni del esfuerzo, sino lo contrario; cada día espero más lo pleno de lo que
Dios puso en mí, la culminación de lo que Cristo inició en mi vida con su
muerte y resurrección.

Creo que Cristo manifestará definitivamente su triunfo sobre la historia y la creación


y que entonces se consumará la resurrección de los muertos.

Creo que la resurrección tiene un sentido especial para el hombre moderno que se
siente encerrado en sí mismo y dominado por sus propias obras.

Creo y camino en la esperanza; lo que ya tengo es garantía de lo que se me dará.


I N A U G U R A C I O N....................................................................................................................2

1. - INTRODUCCIÓN AL CREDO: PRINCIPIOS BASICOS PARA UNA FE ADULTA


........................................................................................................................................4

Resumen 11 5
EL PODEROSO CAUCE DEL CREDO......................................................7

I10 parte :D I O S ..........................................................................................................................9

2. - D I O S : P E R S O N A Q U E S A L E A L ENC U E N T R O...............................10

Resumen 21 11
EL DIOS DEL CREDO...............................................................................................11
ENCUENTROS CON DIOS......................................................................................15
A N E X O : NO TRATES A DIOS COMO UN OBJETO, TRATALE
PERSONALMENTE. ........................................................................18
MI PROFESION DE FE EN NUESTRO DIOS.............................................20

3. - P A D R E : DEL DIOS DIFUSO AL DIOS P A D R E A M O R O S O ......................21


Resumen 31...................................................................................................................22
El primer proceso.............................................................................................22
Cómo lo vive Jesús...........................................................................................23
A N E X O........................................................................................................26
MI PROFESION DE FE EN LA PATERNIDAD MATERNAL DE DIOS
...............................................................................................................28
4. - C R E A D O R : CREACION DE DIOS CREACION
D E L H O M B R E ....................................................................................29
Resumen 41...................................................................................................................30
DIOS Y LA PRIMERA CREACION......................................................................30
CRISTO Y LA NUEVA CREACION.................................................................31

EL HOMBRE CREADO Y CREADOR.........................................................................32


A N E X O : LA CARNE EVOLUCIONA HACIA EL ESPIRITU. ........36
MI PROFESION DE FE EN DIOS QUE SIGUE CREANDO................38

II1 Parte : J E S U C R I S T O.....................................................................................................39

5. - J E S U C R I S T O : E L M A S B U S C A D O..............................................................40
Resumen 51...................................................................................................................41
BUSCANDO AL VERDADERO JESUS..............................................................42
El Jesús histórico. ............................................................................................42
El Jesús psicológico. .......................................................................................42
El Jesús cosmológico. .....................................................................................44
El Jesús humano-divino...................................................................................44
ANEXO DE JESUS : MI ESTILO DE CORRER LAS PISTAS DE LA
VIDA. ...................................................................................................46
MI PROFESION DE FE EN .......................................................................48

6. - S E ENCARNO CARNE DE ESPIRITU Y DE VIRGEN .................................49


Resumen 61.................................................................................................................50
LOS ORIGENES DE JESUS....................................................................................50
Engendrado por el Espíritu. ............................................................................51
Nacido de María virgen.................................................................................51
ENCARNACION = REVELACION DE DIOS....................................................52
SE HACE HOMBRE PARA EL HOMBRE.....................................................53
ANEXO DE JESUS : CUANDO ME ENTERE DE MI ORIGEN............55
MI PROFESION DE FE EN JESUS ABAJADO PARA SER HOMBRE........57

7. - P A D E C I O UNA LARGA PASION Y SUS CAUSAS................................................58


Resumen 71..................................................................................................................59
REPORTAJE DEL "PADECIO"...............................................................................59
LAS CAUSAS DE SU MUERTE..........................................................................61
LA PASION NO HA TERMINADO....................................................................63
ANEXO DE JESUS : COMO ME IMPACTAN MIS IMAGENES DE
CRUCIFICADO....................................................................................65
MI PROFESION DE FE EN LO MAS FACIL Y LO MAS COSTOSO DE
JESUS. ..................................................................................................67

8. -R E D I M I O LA FUERZA DE LA SANGRE...................................................68
Resumen 81...................................................................................................................69
LO QUE QUEDA DE LAS VIEJAS EXPLICACIONES................................69
LO QUE NOSOTROS ENTENDEMOS.................................................................71
Como amor, expresado en la debilidad. .........................................................72
Como sufrimiento solidario..............................................................................73
Como compromiso subversivo y liberador. ....................................................74
Como resurrección desde la pasión..................................................................75
MI PROFESION DE FE EN LA FECUNDIDAD DEL SUFRIMIENTO. ...79

9. -D E S C E N D I O AGACHARSE PARA SALTAR.........................................................80


Resumen 91: BUSCANDO EN LAS ULTIMAS PROFUNDIDADES DE JESUS.
..........................................................................................................................81
DESCENDIO...............................................................................................................81
A LOS INFIERNOS.................................................................................................82
LO QUE CRISTO HIZO ALLI...........................................................................83
OTRAS DIMENSIONES DEL DESCENSO A LOS INFIERNOS................84
Salvación para todos.........................................................................................84
El mal retrocede, el bien avanza en el mundo................................................85
La riqueza del purgatorio.................................................................................85
La unidad del hombre.......................................................................................85
Manifiesta el triunfo de Cristo.........................................................................86
METIDOS TAMBIEN NOSOTROS EN EL DESCENSO...................................86
Continúa nuestro descenso..............................................................................86
Continúa nuestro ascenso. ...............................................................................86
ANEXO DE JESUS : ALEGRIAS DEL PURGATORIO........................88
MI PROFESION DE FE EN EL MANANTIAL DE LAS TUMBAS............90

10. - R E S U C I T O EL ACABADO LLEGA EL PRIMERO..................................91


Resumen 101................................................................................................................92

I. -E L M E N S A J E E V A N G E L I C O...............................................................................92
Jesús está vivo..................................................................................................96
LOS AMPLIOS CIRCULOS DE LA RESURRECCION.....................................97
histórico y espiritual.........................................................................................97
Dios dando la razón a Jesús..............................................................................97
se ha realizado la utopía humana......................................................................98
relación con la comunidad................................................................................98
una dimensión universal...................................................................................99
la dimensión social de la Resurrección de Jesús..........................................99
ANEXO DE JESUS : EL ENCANTO DE LOS RELATOS
EVANGELICOS. .............................................................................101
MI PROFESION DE FE EN EL TRIUNFO DEL RESUCITADO..............103

11. - A S C E N D I O SIEMPRE HACIA ARRIBA...........................................................104


Resumen 111 : EL ULTIMO ESLABON DE LA CADENA DE SU VIDA. ......104
Una catequesis de cuarenta días.....................................................................106
. LO QUE NOSOTROS VEMOS.......................................................................107
la exaltación de Jesús.....................................................................................107
liberado de la temporalidad............................................................................108
Jesús sube hacia arriba, hacia Dios...............................................................108
el cielo.
Jesús "subió al cielo".............................................................................................................108
en relación permanente con el mundo............................................................109
la "parusía" o segunda venida.........................................................................110
ANEXO DE JESUS : LA VIDA DE ABAJO ENCUENTRA SU SENTIDO
ARRIBA. ...........................................................................................111
MI PROFESION DE FE EN LO GLORIOSO DE SU FINAL Y DEL
NUESTRO. .........................................................................................113

III 0 parte : E S P I R I T U S A N T O.................................................................................114

12. - E L E S P I R I T U PASO DE JESUS A LA COMUNIDAD.................................115


Resumen 121:EXPRESIONES DEL ESPIRITU EN EL MUNDO. ....................116
ALGUNAS FORMAS DE SU PRESENCIA.....................................................116
El espíritu de la naturaleza..........................................................................116
El espíritu de los hombres..............................................................................116
los pueblos tienen su espíritu.........................................................................117
EL ESPIRITU DE JESUS......................................................................................117
EL ESPIRITU DE LA COMUNIDAD..............................................................119
A N E X O : PEQUEÑOS COMPLEMENTOS SOBRE EL ESPIRITU. . .122
MI PROFESION DE FE EN EL ESPIRITU DE JESUS EN MI..................124
13. - L A I G L E S I A LA GRAN FAMILIA...............................................125
Resumen 131...............................................................................................................126
UN "MISTERIO" CONOCIDO................................................................................128
SE TRATA DE SALVAR.....................................................................................129
UN PUEBLO.............................................................................................................130
UNA COMUNIDAD................................................................................................132
comunión de SANTOS. ...............................................................................133
SU RELACION CON EL MUNDO......................................................................134
A N E X O : LO BUENO DE LAS BUENAS CRITICAS A LA IGLESIA.
.............................................................................................................135
MI PROFESION DE FE EN ESTA IGLESIA NUESTRA. .......................137

14. - E L P E R D O N EL TRIUNFO DE LOS CAIDOS...................................................138


Resumen 141: LA IGLESIA PERDONADA Y PERDONADORA. ...................139
EL INCOMODO Y DIFUSO PECADO...........................................................140
Las consecuencias del pecado........................................................................141
LOS PERDONES DE JESUS..............................................................................143
A N E X O : PREEMINENCIA DEL PERDON SOBRE EL JUICIO. .......146
MI PROFESION DE FE EN LA FUERZA DEL PERDON.........................148
15. - L A V I D A E T E R N A MEDALLA PARA TODOS.............149

Resumen 151: EL CAMINO ES TEMPORAL PERO LA VIDA ES ETERNA. ...........150


HABLEMOS DE "LA OTRA VIDA"...................................................................150
HABLEMOS DE NUESTRA RESURRECCION..............................................152
NUESTRA RESURRECCION.............................................................................154
A N E X O : CUESTIONAMIENTOS Y LUCES SOBRE NUESTRO
SER ETERNO. .....................................................................157
MI PROFESION DE FE EN LO ETERNO DE LA VIDA. ........................160

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