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SulzAelo
I. Introduccldn. II. Pedanterla del Intemaclonallsta. Ill. La transdisclpllnariedad y
la transdlscursividad. IV. Eflcacla simbdllca. V. El slndrome normadvo. VI. Las
macro- ofganfzaclones. VII. La especlaltzacién. VIII. La funcldn judicial. IX. El darecho
intamadonal como gestidn social. X. El legalismo: ritual del abogado. XI. La
lneflcecla y la coerclbllldad.
XII.Las nuevas formas de Intervencldn. XIII. Concluslones.
I. lMTRODUCC!éN
En primer lugar, debe aclararse el tftulo propuesto. Empecemos sef\alando que
se aluda al jurista en vez de al abogado. Esto se explica histdricamsnte con
aquella dlferencia fundada en el honor y en et saber, propia de la âpoca del
derecho romano y que sobrevivi6 hasta la contemporaneidad.’ Serjurista
lmplica un ideal del abogado responsable. Enhances, el abogado que gula su
accidn par madlo de una visl6n rasponsable y cosmopolita* es a quien se
considera en este trabajo como jurista.
En segundo lugar, es importante senalar que el derecho Intemacional
enfrenta en la actualidad diversos retos, Bles como la lucha contra el
terrorlsmo.3 Pero los retos propios del derecho intemaclonal no son
necesariamente loe retos del jurlsta
Entonces, una vez delimitado al campo de este capltulo, debe Indlcarss que
una de las caracterlsdcas propiae del derecho intamacional contemporânso
es la relacionada con el profundo abismo entre valldez y eflcacia, eeto es, el
problems de la eficacia slmb6lica.
La eficacia slmb6lica ha sido un fendmsno que data de antiguo, y ademés
supone, generalmente, un aparejamiento con obos fen6menos que sa
describirân en este trabajo (el slndrome norrnativo, el rltuallsmo de la norma,
etcâtera). Un ejemplo hist6rico de una norma con un trasfondo slmbdllco que
tarmina 9ustituyendo a la eficada realwoddiana de la mlsma, ee el stguiente:
fray Diego Bravo, en una obra dtulada Manual de asc/fdamos fitil
ynecese/fopa/a /os legados y escfitures focantes a la Older d'e San Francisco,
de Io regular obfiarvencia; es expllclto en condenar desde al derecho
ecleslâstlco y deade la regla del orden, la aceptacldn de herenclas
teetamentarias par parte de algén franctscano, dado que heredar es suceder el
derecho del dlfunto, casa que se opons al voto de pobreza del fralle pues
ésts los hace "incapaces de todo derecho civil". Sin embargo, el proplo fray
Dlego Bravo, a rangl6n seguido de la prohlbicldn, propone todo un rodeo
jurldJco para que una herencla pueda ser aceptada por los franciscanos ain
menoscabo formal del cumplimlento de su regla, y de forma tal que el slmbolo
religioso permanezca inc6lume:
° Entre estas trabaJos, una especial menctdn requlere: Gulbourg, Rca/do A., derecho,
sistema y raalldad. Buenos Alres, Actrea, 1986, Tf pp.
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De agta manera, sa testa a favor del ânlma, para que los blenae puedan
pasar a manos de la orden, garantlzando asl pafabienes al alma, muy
necasartos en su trânslto de esta vida a la obra. Existen muchos otros ejemplos
que pueden mencionarse, pero el interés del presente trabajo no es otro que
llamar la atencidn sobre el uso que hoy dia se ie da a la norma, en cuanto su
eficacia eimbdlica que sustituys, en vez de reforzar, la eftcacla qua se ha
danominado por oposicldn “real”. Pues bien, sobre la eficacia slmbdllca da los
preceptoe jurldicos ee ha dicho que:
Pero hay normas intemacionales que sdlo buscan una eftcacla simbdllca y
ello no es un reto para el jurista intemacionalista. Si por ejemplo un grupo de
Estadoe, o en el seno de una organizacidn intamacional que pueda expsdir
vâlidamente una norma jurldica, se toma la decisidn }urIdico intemaclonal de
Instaurar el “Dia intemacional del anclano desvalldo", es obvlo que dicho
postulado busca una eflcada simbdlica. Otro ejemplo podrta ser el siguiente:
cuando en los estatutos do una organizaci6n intemacional se sstipula que
ésta tenga el nombre de un Ilder, con el ânlmo de dar un sentido homenaje al
mlsmo y de publictar sus valores esperando que elrvan do ejemplo, esa
disposicidn de sus estatutos no Gene rnée efecto que la instauracidn dat
slmbolo y no tiene rnés expectativa que dicho simbolo circum con la intencidn
del emisor.
Lo que sl se constituye un reto para al jurlsa intemacionailsta es estar
slempre an acdtud de sospscha sobre las lntenclones sist&micas que buscan
que las normas que no sdlo tienan vocaci6n de eficacia simbdlica se agotan alll,
solicltando entonces que éstaa eyemon hacia la motivacldn de la conduct
socfal. El caso es claro con la Corte Penal Intemacional y el ca9o
toIombIano.
Colombia, no es un secreto, ha sido objeto de fuertes sef\alamIentos par
parte de varias instancias intemacionales, par la violacldn constante y
sistemâtica da los darechos humanos de la poblacidn.’4 Esto haca que, en el
entmmado polldco y econdrntco intemaclonal, asf como en el âmblto
naclonal frante a los medlos de comunicacidn y los diferentes colacdvos con
capacidad de presi6n, el tema de los derachos humanos y su proteccidn sean
aeuntos de debate y exigencla. Asl podrla pensarse que el estatuto de Roma de
1996 serla un duro golpe al sistema vtolador de IOG derechos humanoe en
Colombia, pero igual podrla ser un excalente recurso para lograr efectos
pollticos y econ6micos a corto piazo (plbnsese on el famoso Plan Colombia’° sl
9e quiere) mlentras las cosae siguen igual... todo dspande si dlcha norma
intemaclonal logra ser sficaz rea!mente a si se queda en un mero plano de
eficacia simbdlica.
Colombia ratiflca dicho estatuto, y asl Io hace saber em aspavlento alguno a
la comunldad intemacional y nacionai, pero guarda un prudente sllenclo an
relacldn con condicionamientos, expresados estoe dltimos en t6rmlnoe
lingoleticos especlalizadoe -y par tanto lnteligibles edlo para algunow que
pretende hacer de la
’* /d/zfem, p. 39,
• Mtce pronunciamlentoe intemacionales son enunclados por RamelllArteaga, Alejandro,
La ConsJ¿/sidn y e/ deraoho infemac/ona/ humeniferlo, Bogotâ, Unlveraldad Mtemado
de Colombia, 2000, 703 pp.; y Ambos, Kal, Impunidad y derecho penal/ntemacfona/: un
estudlo emplrlco dogrnââco sodre Co/omd/a, 8o/Ma, Perfi, Cft//eyA/gen0ne, Medellln. Dik0,
1967, 514
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1
° Pfogr8ma de ayuda ecortdmlca y mllltar a Colombia, sumlnlstrade fundamermlmente par
Estados Un1dos de Amérlca.
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Los RrroS oEL JURISTA INTERNACIONAMSTA EN in CONTEMno EIDAD 279
1®
Colombia ratlftcd el tratado lnternaclonal que da orlgen a la Corte Penal
intemaclonal, para hace uso de la facultad contemplada en el artfculo 124 de dicho
tratado, que estlpulaba la no aceptacldn durante un periodo de siete altos de la
competencta de la corte sobre ta categorta de crlmenes de gusrm. Una vez fue puesto en
evldencia esta condicl6n par parte de algunoa medlos de comunicacidn, el Mlnleterto de
Relaclonas EXter!ores Intentd restarle importancla al asurito señalado mediante comunicado
del 2 de Sepdarnbre de Z002, que esta declaracl6n no slgntflca dejar en la impunidad
dichos delitoe nl evhar que mean juzgados, por cuanto su juzgamisnto compete, en
cualquler dempo, a los Juocos nacionales. Segdn dlcha comunlcacldn, esta declaraci6n
puede ser retirada, a Juicio del Ejecutlvo, en cualquler momento, aunque da efectuarse
posteriormante no podrla volverse a formular. lgualmente, varios sectores oficlales y grem!
aIes han defendldo este condiclonamlento a la pussta en marcha de la CPI en Colom-
bia, en tanto es una puerta ablarla a las nogoclaclones de paz con los Orupzs
alzados en armas. Pero, lndapendlentemente de estos comunlcados s lntanclonee, oe
evldencla cdmo la ratiflcacidn de la CPI par Colombia buscaba una eflsacla maramente
sirnb Ilea, esperando con ello, segdn varios anallstas, prasionar a los grupos armados
para entablar negociaclonos con
et goblemo.
” En otras palabras, como ha dicho un autor ya chado: “Esto no qulere declr, claro
esté, que basta Idear y promover una nueva represemacl6n de los hechos para poder
obtanar un camblo social; el derecho no cuenta con el monopolio del poderslmb llco; su
Incfdencla pueda estar neutrallzada parotras prdctlcas yotroe dlscursos; rnde adn, fuerzas en
oj :›sIcI0n e aquellas que posean la ibllldpd de fljar el sentido de las palabras del derecho,
pueden aproplarse en clertas coyunturas de las anunclados jurldlcos para proposer o
Imponer una Interpretacldn dlferenta de la prevista par 1as instanclas oflclales". Garcfa
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Villegas, “E1 derecho como Instrumarlto...", c/t., nota 7, p. 35.
280 /\NDR89 @OTERO BERMAL
V. EL SblDROME NORMATIVO
Sin duda, el derecho intsmacional esté siendo invadido por un fen6meno que
puede denominarse como el sindrome no/zziaWo, en vlrtud del cual todo
problema social o polldco se enfrenta con la msra producci6n de normas
jurfdicas de todas las clases y en todos los nivelee. Este fen6meno as
psrfectamsnte Identlficabls en todas los âmbltos territorialee del darecho y ss
asemeja, profundamente, a la Inflaci6n y a la devaluacidn, en la medlda en que
la gran expedlcl6n de normas jurldlcas —al lgual que la produccldn de
marcaderlas en serie- puede generar un notable descuido de la calldad en sl
proceso de creacldn de las mlsmas. De esta manera, al crecer su ntimero, no
logran cumpllr ya su funcibn: la carteza dsl derecho.’ ® A vecas, esta sltuacidn
alcanza unos nlvslas tan desasperados que —casl con manifestaclonaB
patoldglcaw qulenes creen clegamanta en lae normas plsnsan que, si el
problems no se rasuelve con ellas, debe acudiree a una reforma normativa
superior, es decir, se raafirma ol fracaso norrnativo impulsando uno nuevo.
Oe esta forma, pueden olrse en los sititos rnés lnsospechados voces que
claman por reformas al derecho Intemadonal para superar el confiicto (como st
4ste pudiera eer ellminado de la humano), la corrupcldn, etc6tera. Todo
pareciera querer solucionanse conlamempromulgac|dn de
unanonne,considecando que elderecho es el énico medio de control.
Asl las cosas, es evidente que la produccidn normativa en el 6mblto del
derecho intemaclonal se ha incremenado en los dlgmos tiempos. Por tanto,
ante este estado de cosas, un reto del jurista intemacionalista y del propio
derecho intemacional, serla el evltar que al incremento de la produccl6n
normativa no genere el sindrome
^ Con razdn Descartes, el padre de la modemtdad, dIJo: °Ia multitud de Iayes lrve a
menudo de axcusa para los viclos, de suerte que un Estado estd mejor regldo cuando,
tenlendo pocas, ss obsewan estnctamente". Descartes, Ren0, 0/scurso de/ mâtodo, 17^
ed., BuenaB Aires, Losada, 1904, p. 47. claro estd que hay normas de las que se espera
camblan m8s rdpldamente que abas, coea que se analizard mâs adelante. Ahora bien, la
lnsegurldad jurldlca, sumada a la delincuencla, hace que los costos de transaccldn sean
altos, Como bien la sef\alan Edgar Trujillo Clro y Martha Elena Babel, en un trabajo (aun
sin publirar, haata donda conacemos) denomlnado Los costos econdm/cos de la
crlmlnalldad y la vlolencte en Colombia: 1991-1996: la crlmlnalidad y la insegurldad
JurIdIca hacen qus los comercfantes, al intercamblar blenes y serviclas, asuman un
rlesgo que finalmente se trastada a los preclos.
” Recu6rdese las palabme de Beccaria: "las leyes, que son, a debleran ssr, pactos
de hombres libree, no han sido par la comun m8s que el Instrumento de las pasiones de
unos pocas o nacleron de una fortulta y pasajera necesidad". Beccana, C4sare, De las
dollies y de
/es genas, Bogotd. Tennis, 1987, p. 1.
Cir. Mercado. TornAs de, Sums do batos y cantatas, ed. y est. Introd. De Restituto
Sierra Bravo, Madrld, Editora Naclonal, 1975, p. 174.
Para Luhmann, las contradlcclones "slrven a la reproduccidn del sistema medlante
la nocasarla repn:duccIdn de las Inestabilidades, ya que las dlspasiciaues del sistema de
lnmunldad pueden, pero no deben, ponerlas en marcha". Luhmann, Niklas, Sistemas
soc/a/as:/ineam/entos pare una fear/a gene/a/, Barcelona, Anthropos (M6xlco, Unlversldad
Iberoamerlcana; Bogoté, CEJA-Pontlflcla Unlversldad Javerlana), 1988, p. 334, con Io que
atribuye asl la taorla de las
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282 EDRMS @OTERO Beeu
una realidad que se resiste, puesto que la fuerza de Io real es mucho mayor
que la sola majestad de la ley. Por esto, dane raz6n el jurtsta atemân
Ubsrhofen, cuando al abordar la corrupcidn de los servidores publican, afirma
tajantamente quo Oste no es un problema del derecho penal sino de todo et
entramado soctal, dentro del cual et derecho es una de las tantas formas de
expresarse esa totalidad.*‘
Y como el derecho es una fomm de expresar to humano, debe tenures en
cuenta que no todo entra en el campo de regulaci6n de Io jurldico, pues
sostener tal cosa implicaria de suyo crear que el derecho no hace parte de la
totalidad slno que es la toalidad misma. Tornés de Mercado escribid haca yavarios
cientos de aflos, alrespecto:
Cosa que con todo conato procure el darecho, impedlr y csrcenar, tanto
que por disminuirlos, permite a las veses algunos males, viendo que
remsdlarlos todos por justlcia. serla por ventura mayor mat. Porque como
dico el adagio, querer guiar todos los negocios por razdn, es carecer de
raz6n, y ert(oquacer y guardar en todas las cosas el rigor de justicia es
sumamente injusticla y crusldad... Asf dice Santo Tomâs, la ley civil no
puede prohibir todas las viclosas.*
Ahora bien, cabe hacerse esta cruda pregunta: ¿hay algdn interés enla
comunidad intemacional para la implementaci6n de controles socio-culturales
que reduzcan la violencia en el confiicto† ¿Seré acaso que 6sta puede resultar
ventajosa en el campo del derecho intemacional? Estos intarrogantes remiten a
un nuevo reto det jurista intemaclonalista: las macro-organizaciones. qua son las
que determinan este tipo de cuastionee.
VI. uxcao-oaoaxizxciouz9
Hace algdn tiempo, en pequeflas organlzaciones potfticae, una guerra, una
rebeli6n, la violencia gensrada por grupos delincuenciales bârbaros, eran
asuntos que disminulan una vez que alguno de los actores del confiicto obtenla
una victoria; es decir, en términos generales, habia una intancldn sist6mica real
da obtenar la victoria para dlemlnulr la intensidad al confiicto violento. En esas
4pocas, la guarra, asl como la delincuencia, eran Instrumentos politlcos muy
apropiados para mantener la cordura de los gobemantes y el contacto con la
realidad de los pueblos, mAxtma si se trata de pequef\as organizaciones
pollticas. Piénsese en esto: un gobemante de un pequeflo reino podia mentir
en cuanto asunto quisiese pero no podia dejar de ser sincero y bu9car la
cordura en los confllctos generadoe ya 9ean por la guarra o por la
delincuencia, para evilarde asa forma generar iluslones mAs peligrosas que el
propio confiicto, ilusiones que atentarian contm la eficacia militar o policial. La
guerra nl la delincuencia eran hechos que podlan ser lgnorados o falseados at
pdblico en gene- ral, sn tanto qus sus efectos (la destruccidn, los ataques, las
muertes, etc6tera) no eran ocultables. La mentira sobre la guerra o la
delincuencia generaba una debilidad en la organlzacldn que a 9u Vez
posibilitaba la derrota en la guerra o el aumento del malestar general. La
necesidad de la eficacla mtlltar (en caeo de baligerancla) y policial (en caso
de delincuencia) era tan grande que llamaba a la cardura a loe gobamantes
si esto9 querian consewar el poder. ”Nadie podia ser, desde et poder,
absolutamante irresponsable desde el momento en que una gusna cualquiera
podia sar ganada o perdida".^ se mantiene esta concepcldn,
reclamândosele a las institucionas de policla que actñsn an la condena de los
delincuentes y en la reduccidn de la delincuencia.
Un ejamplo ilustrart esta asaveracidn: en la EspaRa musulmana, en AI-AndaIus,
existid una 6poca en la cual el territorio se dividid en mfildples reinos
psqusftos denominados °Taifas°.^ Estos pequef\as territorios soberanos se
convertlan,
La dsllncuancla en esas 6poca era mas un problema pollctal que judtclat, Inclusive
hay
dia.
se manoene esa concepci6n, raclarnéndosele a las tnstituctones de poltcfa que
actñsn en la condena de los delincuentes y en la reduccl6n de la delincuencla.
°* Orwell, George, 1884, Barcelona, Edlclones Destlno, 1999, p. 195.
Sobre los relnos de Taifas y su forma de gobiemo, puede consultar8e: Vtguera
Moltns, Marla Jes0s, “La socledad musulmana en AI-AndaIus: su reflejo en los textos",
en Izquierdo Benlo. Rcardo y Sâanz-Badillos,/\ngal(ords.),Lasociedad medlovel e frevds
dela I“derature hiapeno )udIa, Cuenca, Ediclones de la Unlversldad de CastlIIa-La Mancha,
www.juridicas.unam.mx
1998, pp. 29•51:
www.jurid ic a s.u n am .m x
L o s R z ro s oec JURISTA INTERNACIONALISTA M LA ONTEMPORANEIDAD
285
Fanjul, serafln,"E1 mito de los omeyas", dales//Yo, juIIo•agosto de 2001, pp. 12 Y 13; Y
Gulchard, Pierre."El nacimlanto del Islam andalusf", en Bonnassle, Pierre ef a/., Fas
españas med/evs/es, Barcelona, Crltlca, 2001, pp. 49-84.
^ La criminalidad JusUfica, par eJsmplo, el aumento de la capacidad de control del
Mtado. esta forma, la grave situacidn de orden publico de la cludad de Medellln ie permlte at
De
paler polftlco aumentar el control endicha urbe, exacerbar los pan0pticos, aumentar los
presupuostos de las lnstltuclonos m8s proclNos a la defensa del eletus quo, etcétera. Lo
que hay dia se estk desarrollando en la cludad de Medellln. en cuanto una vigllancta por
ctmaras, es un claro
ejomplo de to acabado de señalar.
"Para Hent de Vrtes y Samuel Weber, la vlolencia no ee necesartamsnte una
del caractorfsdca otro (de conetruccidn par referencla a autoaflrmacldn frente al otro), slno un
elmedio medlante cual el ser indivtdual o co1ectlvo es conotituldo y mantenldo. Citado por
Rlaf\o Alcalâ, Pilar, “La memoria viva de las muertes”, Ana/his Politer, num. 41, septismbre-
dlclembre de 2000,
p. 37.
^ Orwell, op. cit., nafis fi4, p. 196.
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28 6 Acorns BoTERO Beers
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Un ejemplo ilustraré o9t0 asunto: un Eetado
requiem en su interior de bastiones de
violencia para tepitimar su presencia policlaca
(en sanddo amplio) que es una kente amplia de
poder. Como el llmite de destruccidrt del
sistema estatai por parte de la delincuencia es
muy alto, el sistema “soportaré" brotes cada
vaz creclentes de delincuencia y de ineficacia
normativa, en tanto Ostas autorizardn al poder
para crecer con el fin da °remedIar" estos
brotes. De tal manera, crece el Ilmite de
destruccidn del Si9tefTld mientras crece la
ineficacianormativa, a la vez que aurnsna la
producddn de normas, y asl creca at poder
polltico. Y si esto es una l6glca presente en no
pocas oportunidades al interior del Estado,
¿podré afirmarse que igual ocune en el âmbito
intemacional7 En este tmbajo se considera
que 91.
Igualmanta, en estas macro-organizaciones,
la majestad de la isy se reduce, en tanto que
6stas, por su fortaleza, son capaces da
quebrantar la telarana de la norma jurldlca,
aplicéndose asl esta uttima sdlo para los de
poder infedor. Y este prlncipio de aplicaci6n
selectlva de la norma ya habfa sido
formulado par el sabio Soldn, el gran
legislador de Atenas, cuando sentencld: ’las
leyes, (son) como las telerañas; pues dstas
enredan Io leve y de poca fuarza, pero io
mayor las rompe y se escapa”;^ y por Jos6
Hernandez, quien pone en boca de uno de eus
parsonages lo siguiente:
L
a
l
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y
e
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I j
l a
u ,
v Pero el aeunto en sencillo:
i La ley ea como el cuchillo,
a No ofende a quien to maneja.,.**
,
Dado pues que en la comunidad
N international se encuentran macro-
u organizaclones, el reto que se plantea es evitar
n que âstas Instanclas toman el derecho
c intemacional como una herramienta funclonat
a para su praservacldn y crecimiento en pe#uicio
del individuo y sus darechos, El derecho
p Intemaclonal ee un sistema de
u responsabllldad, y desrresponsabilizar al sujeto
e
d y a la instttucldn as una afrenta a Io juridico.
e Entonces, las macro-organizadones dentro de
la comunldad Intemacional tenderén por su
s propia fuerza a la utilizacldn del derecho como
e medida slmb6llca, pero en un marco de
r pervereldn, y es gusto allf donde sejuega la
viei6n rasponsable del jurista.
p
a
r
e ^ Cltado por Laerclo, Dlbganes, Vidal do los
j
a /f/dso/be mds hushes, en el ac8pite dedlcado
a SoI6n.
; Tornado de la obra la/tin /'erro, versos 6551-
6562. Cfr. HernAndez, Jas0 ed a/., /Uae-
E stros de la I"iterstura univerael: Lagnoam4/ica, 2e.
l ed., 8ogo\:fi, Oveja Negra, 1987, p. 172.
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Los RmoS DEL JURISYA )MTERNACIONALISTA EN LA CONTEMPORANEtDAD 287
. E9PECIAMZACtdN
Eete reto Gene dos facetas, La primera refertda at campo disclplinar, que ee un
reto del jurista intemacionallsa no caer en un mundo disciplinar aislado de Io
social, cosa qua se mencion6 en el primero y en el eegundo de tos retos
enunciados en este artlculo. La segunda faceta apunta al lenguaje juridico.
La espscializaci6n del lenguaje jurldlco lntemacionat presanta varia9
venaJas. Que Io dlga Kelsen, citado por Guibourg: el lenguajo jurldlco
especlallzado permtte al autor agudizar el idioma dat jurista y alcanzar un
elavado rigor.*’ Entonces, fruto de la intaracci6n lingdlstica nace una
especiallzaci6n det lenguaje, el cual reporta utllidades tanto para el ejsrcicio
acad6mico como para el eJercicio profesional.
Pero esta sspeciallzaci6n lingtilstica puede llegar en cierto momento a
escondsr pretansiones monopollsticas del profesional dal derecho intemacional. o
un entramado comunicadvo que sdlo puade eer dilucidado por pocos, y esto
es Io que debe ser denunciado por el jurista. En obos târminos, sl la
especiallzaci6n del lenguajs del derecho intemaclonal se convierte en un
entramado comunicativo inaccaslble justo para aquellos que deben cumplirlo y
ejecutarlo, nace de inmediato una°casta sacer- dotal" que ya no can libacionas
y ofrandas eino con cuantiosos honorarios ofrece sus servlcios de int6rprete de
la norma tal como la pitonisa frente a los raros mensajes de Delfos, o la
quiromante frente a las amJgadas linaas de la mano. Adamâs, esto se
constituye en un juego parverso: ¿c6mo emitir normas intemaclonales, y
conceptos jurldico-intemacionalee, para un cumpllmiento general, si dlchae normas
son cbdigos lnaccesibles a la misma generalidad que sa espera la cumpla†
Exists, entonces, un llmite de la especializacidn del lenguaje del derecho
intemacional, encontrarlo para no sobrepasarlo es el reto del jurista
intamacionallsta. Eete Ilmite se descubre en el caso concreto, mediando una
vtsidn responsable. Mataforizando. el sistema experto del derecho lntamacional
genera su propio lenguaje espacializado qua 9e consdtuye en membrana, pero
dicho lenguaje, sl no se qulere caer en Io anteg denunciado, debe ser
permeable. Si dicha membrana se impermaabiliza, clerra el contacto del
sistema con el mundo de la vida, y dentro de él el discurso sa reproduce sobre
su propio eje sin referente alguno al •afuera”, y de esta manera podria
afirmarse que todo valo“. Ss pierde el "afuera", el mundo de la vida, como un
Ilmlte a la afirmaci6n jurTdico intemaclonal.
¿Cdmo opera aste lfrnlte† SI la membrana se cterra, cuaIquieraflrma«ia«
«idi «- lntemaclonal seria vâlida si no vtola Ia9 reglas del discurso,
indapandientemente de QUe Gea real o no Io que se afirma. De es1a manera,
frente a un derecho lntamaclonat que se cierra al "afuera", llamar a un °bloqueo”
como "cuarentena" para evitar las sanciones jurldico intemacionales, seria una
afiwaci6n vâlida. Pero s( el derecho intemacional se toma como un sistema
permeable, el "afuera" se convertirla en un Ilmite a la afirmacidn y en este caso
por mâs qua diga que at "btoqueo" no ee tal sino una "cuarentena a un pals"
esto no seré vâlido y deberé ser tornado como una burla al derecho
intemacional.
hay mundo”,^ el lenguaje es la caea del ssr, en ella se Indaga por la esenda del
derecho y modva a la accldn en lo humano. Por ello. aplicado Io dicho at tema
objeto de anâllsie, daba dsclrse que el orden jurldlco os un dlscureo corn-puesto de
palabras escogidas, una a una, porel leglslador. Entonces, lanorma lntemacional,
para colocar un e]empIo. es un entramado de palabraa que busca motivar
conductas correctas segdn la Interpretaci6n que de ello dan los detentadores
dal podardaclrlo qr/e sez8 darecho Intemac/’onal. Oa esta manera, quien emlte
la norma escoge las palabras que la contendrén, aegdn eu interpretacidnda un
aeunto soctal, polldco a ecou6mico, entre otros factoras poslbles.’° La normativldad
condeneasl un len «»je que estableca la diferencia entre io llcito y Io illcito,
motlva a la accl6n y se consdtuya en un instrumento fundamental para el
mantenlmlento de Io social.*’
Sin embargo, ello no Impllca olvidar que el leglslador es un ente
prtmeramente
politica, entendida como lo que la sociedad neceeita para ser justa, segdn se
ha dicho. "debe situar la autoridad de las normas en el universo social formado
por la pluralldad de opinlones sobre la justicia... hay entonces que decidir lo
justo an cada momento y no por fuera de un contexto concreto".
Ahora bien, podré criticarsa este trabajo indicando quu propone una
raflexién propia de la soclologla jurldica^’ y no del darecho. Quien formule esta
crltica no parta de Io que aqui se ha sef\atado como uno de loe primeros retos
antes enunciados: la tmnsdiscursividad y la transdisciplinañedad, la cual
supone, por ejemplo, la toma en serio de la inveetigacldn socio-jurldica.
Sigulendo este orden de ideas, debe aceptarse que desde el lenguaje pued€i
96F estudiado el derecho Intemacional.” El darecho, incluso, hace uso
desmesurado de la mefdfoza,^ figura literarla par excelencia, pues detrâs de
cada una de sus propoelcionos normativas se esconden eigniftcados, alusiones,
van impllcltos juegos da poder, concepciones de to qua es justo, safialamientos de
eflcacla slmbdllca, presupuestos de diferencias y destruccibn de la
esponaneidad. Pero el astudlo de las metéforas en el derecho intemaclonal no
podré ser abordado en este ensayo, puee nos alejarla del objetivo
planteado.
otras raman del poder publico, como sl de la rama judicial, la valoracldn que del
derecho se haga de cara al manejo de loe problemas en momentos de crisls. o
la atenuacién de pellgrosas sltuaciones que amenacen con liquidar o desvirtuar
lo deseable en el sistema social. Nada pueda liberal, entonces, la labor del
Intelectual (y mâs cuando él Imparts justicia) de una toma de posicidn contra la
dominacidn perversa e irreeponeable de quien toma al derecho para su
beneficio. Vale la pana transcribir lo que eGcribid Camelutti en su texto "El arte
del derecho":^°
No os deJâIs, ante todo, reducir por el mlto de! legislador. Mas bien,
pensad en el juez, que es verdaderamente la eura central del
derecho. Un ordenamiento jurtdlco se puede conseguir sin ley, pero no
sin juez. Es
bas-tante rnés preferible para un pueblo el tenar malas layes con buenos
juecss que no matos jueces con buenas leyes. No Ileparg hasta el
axtremo de aconsejaras que repudi8is el derecho legal, pero tengo la
conciencia tranquila al encomsndaros que no abus6is... Es el juez, no el
legislador, quien tiene ante si al hombre vivo, miontras que el hombre del
legislador es desgraciadamenta una marioneta. Y solo el contacto con el
hombre vivo y autdntico, con sus fuarzas y sus debilidades, con sus
alegrfae y sU9 sufrimlsntos, con su bien y su mal, pueden lnspirar asa
vtsi6n suprema que es la instltucidn de la justicia.
podré legitimarse con la excusa de lograr el bien comun sl con elto maltrata y
transgrede los derechos més alemenales de los individuos. Asl las cosas, las
normas jurldlCS9 dabsn respetar este hilo conductor puee as la garantla de la
salvaguarda del orden en un sistema complajo qua slempre dertde al caos, un
sistema complejo que se ha danominado Estado de derecho y que configura:
creclente obstinacldn, arrlesgan su fortuna y su vtda para que se haga justlda “; y rnds
adelante escrlbld: “jJuventud, juventudl Mantente slempre cerca de la )usdcIa. SI la Idaa
de )ustIcfa se oscureclera en ti, caarfas en todos los pellgros. No me reflero a la jusdcla
de los cbdlgos, que no es sino la garantla de los lazos sociales. Par supuesto, hay que
respetarla; sln embargo exlste una nocidn mds elevada do justlcla, la que esBblece
como prlnclplo quo todo julcto da los hombres os falible y la que admfte la p›sible
inocencla da un condenado sin porello 1nsutter a las jueces. ¿No haocurrtdoahora atgo
que par fuerza ha dsIndagartupasldn;xzrel derecho7". Zola, Emile, Yoscuso. Barcelona
Tuequets Edltorns. 1098, pp. 47y55. Seentregan can Orecionte obsdnacldn. arrlesgan su
fortuna y su vide para que se haga justicla ”; y rrds adelante escrtbf: “tJuvantud.
juveritudl Mant6ntesiempre cerca de la ju8ticla. Si la Idea dejustlclaseoscurectem and,
caerlas en todos los peligros. No ma reflaro a la justlcia de los cddIgas, que no as slno la
garantla de los lazos sociales. Porsupueeto, hay que raspetarla; sin embargo axiste una
nocldn més elevada do jusdcla, la que establece como prlnclplo que todo julclo da los
hombres es falible y la que adm‘ite la paslble inocencia de un condenado sln par ello
insular a los jueces.
¿No ha ocurrldo ahora algo que par fuerza ha de Indagar tu pasl6n par el derecho7’.
Zola. Emile, Yo acuso. Barcelona Tusquets Edltores, 1098, pp.47 y M.
^° Velésquez Velâsquez. Fernando. Oerocho Pana/' parte general. BogoB, Tennis, 1994,
pp. 28 y 29.
• El deracho no es ajeno a otras greas del seber. Gractas a la retroellmentacldn de
la flslce con !as clenctassocbles aparece la teorladelos slstemas complejos en el
derecñ‹x Respectos a este conCepto en la flsica contempordnea, vgase Sllvastrlnl,
Vittorio, Quâ es Is anSop/a, Bogoté, Norma, 1698, pp.43-76. Asimlsmo, v0ase, V6lez,
Antonb, Oe/ dig bang a/homo sep/- acs, 2° ed., Madellln, Unlveraidad de Anttoqula,
1908, pp.38-69.
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Los R os OEL JURISTA INTERNACIONALISTA EN L CONTEMPORANEIDAD 293
Este ac6pite, que s8Io explora una posibilldad de comprensldn, parte de una
propuesta lddica de la sociedad. Para Hulzlnga°° y Baudrillard" el slmbolo y
el rito permlten comprendar la norma (polldca, jurtdica, etcetera), en tanto los
hombres ss unan par la regla en la dramaturgia ritual, slendo la aceptacldn da la
ragla el requlsito para la continuidad del juego. Asl, Io que una a las
Instituclonas totalizantes, como la mlllcia, los conventos, las sectas secretae y
los casdllos de Sada, no es mâs que el cuho a la regla mlsma, que garantiza
la psrpetuidad del juego que se juega,
DC a9a forma, podré decirse que la norma congrega en tomo a ella a un
grupo de seguldares que la adoran y tejen un nuevo culto: al legallsmo. Slando
este culto a la regla el que garandza el mantenimiento de un astado de cosas
an la dinâmica social. Ex por e9te juego garantizado por la norrna (en al que se
sientan iguales entre sl los jugadores) par el que se ofrece la muerte (tanto
flslca como Ta de la palabra) propia o aiena.
Un ejemplo se dio con anteriorldad: bajo la Ibgica polltlca y econdmica,
por al
culto a la regla del poder, se pueden promulgar normas qua no serén
aplicadas, buscdndoseefecAñdadesfngidae. Enestecaso,Ia
leyquedasomefidaalawojodel culto al poder (polltico y/o econdmico) que se
mantiena herm6tico (aunque se disfraca da colectivismo) para su propia
conservaci6n. Aqui sa juega un raspeto por la regla poI(tica que permite la
condnuidad de un juego y de unos jugadores, originando, paraddjicamente, un
culto inferior pero no menos importanta para la conservacidn del sistema
totalizante: el cuito legalista.
El legallsta hace de la ragla jurldica (no necasariamente de la poltttca o
de la econdmlca) el objeto de su adoraci6n, perrnitiendo de este modo la
condnuidad da estajuego ritual. ante el cual se sienta Importante, 9obre
cualqulsr otro. El rito justifica ia existancia de la regla, y la regla juridica (que
muchas veces goza de una eflcacia simb6llca) congrega a esto hombres y
mujeres an busca de un fin que no escapa de sl mismo: ei fin de la regla es la
regla. El culto legalista muere en un clrculo vicioso, pero por el cual el
legalise darla su vtda. En otras palabras sl culto legallsta de justlflca an st
mismo, ei derecho por el derecho se convierte en un dogma riNal.
En sl derecho intemaclonal, los doe drdenes de culto existen (el politico
y el jurldico), y uno depende del otro. El uso arbitrario (no razonabte y no
responsable) del poder requiere para su con9ervacidn del uso arbltrario de la
norma creada por los Intereses polldcos y econdmicos de domlnaci6n. El culto
legallsta, a su vez, requiem de otro culto que alimente “en forma controlada”
el objeto de adoracidn, pues el culto, a pesar de muchos, sigue slendo
dinâmico.
¿Acaso los abogados Intemaclonallsta ealAn exentos de ceer en el culto
legalista†
¿Acaso el poder arbitrario de dominacibn y control no requiere de una
conciencia legalista en los abogados para la conservacldn del propio slstema†
La lmplantaci6n de una conciencia legalista en lo social permlta recrear
(dinarnlsmo social) una misma
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*' HuMnga, Johan. Homo ludens. Madrid, Allanza Editorlal, 1999, 269 pp.
°’ Baudrillard, Jean. De la seducfiibn, Madrid, Cdtedra, 1989, 170 pp.
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Los RerOS DEL JURISTA INTERNACIONALISTA EN CONTEMPORANEIOAD 295
. I-•A
lNEFtUlENCtA
Y LA
COERCIBIMDA
D
Hart daba par hacho to slguleme: “El derecho lutemaclonal carece de leglslatura.
las estados no pueden ser Ileyados ente los trlbunales intemaclonales
slnsupravlocansen8mlanto. y no existe un slstema centralmente ofganlzado y efectlvo de
sanclones", /d/dem. p. 4. Esto efa clerto en 1961, af\o de publlcactdn de la obra, pero
ahora el panorama ha camblado. y promete ser diametralmente opuesto.
Los Renos oeL JuniszA INTERNACIONALISTA EN LA CONTEMPORANEIDAD 297
CII. CONCLL/SIONES