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Lola Pérez: "Cuando eres crítica con el feminismo eres un monstruo, peligrosa, una hereje"

 IRENE HDEZ. VELASCO


Domingo, 16 febrero 2020 - 11:04
Lola Pérez, (Molina de Segura, 1991). Graduada en Filosofía, trabaja como integradora social y sexóloga educativa.
En su ensayo Maldita Feminista (Seix Barral) arremete sin piedad contra el feminismo imperante y aboga por un
nuevo paradigma sobre la igualdad de sexos.
Usted se autodefine como feminista, ¿verdad?
Sí, soy feminista, por supuesto
Pero, parafraseando el título de su libro, usted es una feminista maldita. Desde luego muchas feministas la van
a maldecir por las cosas que sostiene en este ensayo...
Sí, soy una feminista maldita porque ahora cuando eres crítica con el feminismo eres un monstruo, eres peligrosa, eres
una hereje. Ese es el significado de "maldita", palabra con la que también hago referencia a ese clima religioso en que
el que cuando cuestionabas la ortodoxia te convertías en alguien con quien había que tener cuidado, alguien que era
señalado.
¿El feminismo se ha convertido en la nueva religión?
Yo creo que más que una nueva religión el feminismo se ha convertido en un nuevo dogma, donde existen autos de fe,
donde existe una curia -a la que yo muchas veces me refiero como "vacas sagradas"- y donde existe una literatura
feminista que es sota, caballo y rey, muy repetitiva y superficial y que muchas veces se basa en la mera 'opinología',
en cuestiones que tienen poco de pensamiento crítico y mucho de sensacionalismo, en textos de los años 70 y 80 que
no reflejan la cultura actual, todo lo que hemos cambiado, todo lo que hemos conseguido.
"Aborrezco a quienes han convertido el feminismo en una sucesión de mediocridad, control social y neurosis",
dice en su libro. ¿Qué tiene de neurótico el feminismo actual?
Yo creo que una de las neurosis que tiene el feminismo actual es que tiende mucho a la emocionalidad, y además se
han dejado arrastrar por esta cultura de los medios de comunicación, sobre todo televisivos, de seguimiento de
asesinatos y violaciones durante 24 horas al día. El feminismo se ha dejado llevar por toda esa corriente, y esa
emocionalidad no ayuda al razonamiento, a poner límites o incluso a desarrollar un sentido moral que vaya más allá de
lo que sale la pantalla televisiva.
Usted es muy crítica, por ejemplo, con la actitud que ha adoptado el feminismo respecto a casos muy mediáticos
como el de Juana Rivas o Laura Luelmo. Critica que el feminismo haya optado por una posición de reacción,
de consignas, de hashtags, y no de acción....
Sí, pero el que me muestre crítica con ese feminismo de reacción no significa que no me pueda solidarizar con el caso,
por ejemplo, de la profesora Laura Luelmo o incluso con la propia Juana Rivas. Yo sigo muchas de sus apariciones y
esa mujer lo tiene que estar pasando muy mal. No sé si lo que está pasando será verdad o será mentira, muchas veces
en esos casos los abogados no intentan llegar a acuerdos. Yo creo que en esos casos hay mucha información que la
opinión pública desconoce, pero ves a una familia sufriendo, a unos niños que están perdiendo a sus padres por una
cuestión puramente ideológica, televisiva y en cierto sentido, hasta macabra, porque se trata de la exposición pública
de un drama familiar y eso creo que a la larga, cuando vayan creciendo, va a tener un impacto psicológico en sus
vidas. El feminismo no solamente debería ser una reacción, también tiene que transformar.
El caso de Laura Luelmo, la profesora que salió a correr y fue asesinada, dio pie a concentraciones en las que se
reivindicaba el derecho de las mujeres "a correr sin miedo", una reacción que usted tacha de
"desproporcionada". ¿Por qué?
A mí desde luego me da más miedo montar en avión que salir sola a correr. Los miedos, las fobias, son algo muy
personal. Y prescribir que los miedos de las mujeres tienen que ser los mismos me parece sumamente peligroso,
porque nos despoja de nuestra personalidad, de nuestra idiosincrasia, de nuestra pluralidad como mujeres. No somos
clones. Las mujeres podemos ser un grupo, vale, pero dentro de ese grupo hay muchas diferencias entre nosotras.
Sostiene que no tiene sentido hablar de patriarcado en el siglo XXI, que el patriarcado es un viejo fantasma.
¿Me lo explica?
Comparto opinión con Camille Paglia: hablar de patriarcado en occidente es algo que ahora mismo es insostenible. No
podemos comparar a las mujeres en España con las mujeres en Irán. Además, sería como negar o despreciar todo lo
que hemos conseguido en democracia: las leyes, los derechos, la participación de las mujeres en muchos estadios
sociales que antes eran impensables... Por supuesto, todavía queda mucho por avanzar: hay mujeres que tienen

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dificultades en sus trabajos para obtener puestos de poder, para ser valoradas, para entrar en el Tribunal Supremo, en
la Real Academia. Pero tampoco pienso que paridad signifique igualdad. La paridad tiene que ser una opción, algo
abierto, y la igualdad es algo que pueden hacer tanto mujeres como hombres. Por eso me escama un poco que ahora
mismo se piense que en el Ministerio de Igualdad, por ser todas mujeres, nos va a ir mejor. Yo me planteo: ¿de verdad
no hay hombres comprometidos con la igualdad en dos partidos políticos como el PSOE y Podemos, que con tanta
fuerza han cogido esa bandera de la igualdad? No me lo creo.
Una de las "provocaciones" que se permite en su libro es decir que igual que hay puestos en los que se está
privilegiando la contratación de mujeres, también debería incentivarse la contratación de hombres en aquellas
profesiones fuertemente feminizadas, como por ejemplo la de maestro.
A mí la verdad es que no me gusta mucho el sistema de cuotas. Tiene beneficios, pero también puede haber un efecto
negativo. Las cuotas pueden ser una opción dentro de las medidas a favor de la igualdad, pero para mí no es la mejor
opción, tienen luces y sombras. Pero la igualdad no puede ser solamente para las mujeres, como ahora se dice mucho
en redes sociales y en tertulias, donde se afirma que el sujeto del feminismo son las mujeres. Yo no lo veo así. Yo
reivindico que el sujeto del feminismo es la ciudadanía, porque el feminismo es un movimiento y una filosofía
sumamente transformadora para todas las personas que componemos el mundo. El feminismo no es un complemento
que te compras en una sección solamente para mujeres, el feminismo es para toda la ciudadanía.
Se queja de que el feminismo actual que se ha impuesto, y que usted asegura que es el feminismo radical y
cultural, ha convertido a las mujeres en víctimas. ¿Qué quiere decir?
El feminismo radical y el feminismo cultural vienen de lo que yo llamo la tradición de género. En España, las grandes
vacas sagradas del feminismo y lo que generalmente se mueve en medios de comunicación, bebe de esa tradición, de
esas dos corrientes, y destaca la victimización. Y cuando se ahonda tanto en la victimización, nos olvidamos de algo
tan importante como es la autodeterminación de las mujeres, como es la capacidad de decisión de las mujeres, la
capacidad de resiliencia, de superar, de afrontar un trauma. Y, en ese sentido, perdemos todo. Tampoco creo que se
nos tenga que vender la imagen de las mujeres como que somos absolutamente fuertes, que podemos con todo. No.
Creo que tiene que existir una imagen mucho más realista y plural de las mujeres. Yo no pienso que la mujer que
vende la fruta en la tienda de tu barrio crea que es una víctima. Ni tampoco pienso que la alumna del instituto se vea
como una víctima. Esos discursos victimistas creo que al final hacen que muchas no se identifiquen con el feminismo
como movimiento, aunque sí con las ideas de igualdad. No sienten que muchas feministas de esa tradición las
representen, no empatizan con ellas.
Hablando de victimismo: a usted muchas feministas le reprochan haber sufrido una violación y proclamar que
lo ha superado, negándose a ser víctima...
Yo no creo que todas las personas tengan que optar por mi vía, no creo que puedan superarlo como lo he superado yo.
Yo tuve un acompañamiento psicológico y lo pude gestionar y superar bien. Tuve mis momentos traumáticos, pero he
podido tener una vida después absolutamente normal, una vida sexual satisfactoria, salir y pasármelo bien. Y esto
ofende a mucha gente, que considera que tienes que vivir esto como algo traumático, algo que determina toda tu vida.
Yo no es algo que haya olvidado, pero no voy a permitir que eso vaya a definir mi historia.
¿El feminismo radical ignora las diferencias biológicas y psicológicas entre hombres y mujeres?
Depende. El feminismo de género es muy esencialista. Cree en las mujeres sensibles, suaves, paz, amor y que abrazan
a los árboles, mientras que los hombres son fuertes, destructivos, tienen una potencia sexual incontrolable y en lugar
de cuidar los árboles los destruyen, devastan el medio ambiente. Pero esas diferenciaciones no tienen un sustrato, una
sustancia empírica. Se basan en percepciones, pero no en algo medible. Además, el feminismo radical tampoco nos
abre un camino, tampoco nos muestra qué hacer con eso. Tanto el feminismo radical como el cultural concluyen que
una de las opciones para que las mujeres estén seguras y protegidas es el lesbianismo político, bastante defendido por
la actual directora del Instituto de la Mujer.
¿Qué es el lesbianismo político?
El lesbianismo político consiste en que renuncies a tus preferencias sexuales, que amordaces tu orientación sexual y
que te relaciones con mujeres, que construyas tu vida con mujeres, porque así vas a estar en un espacio mucho más
seguro. Es llevar el concepto de hermandad al extremo, hasta el punto de que no puedes decidir sobre tus relaciones
sexuales ni sobre tus preferencias. Hemos pasado de la imposición de la heterosexualidad en los años 40 y 50 a la
imposición en ámbitos feministas del lesbianismo político.
El feminismo, el "feminismo pop" como lo califica usted, ¿se ha convertido en un recurso de márketing?
Sí, se ha convertido en un objeto de comercio. Y en una moda bastante pasajera, porque al final lo que vemos es que
ahora mismo todo el mundo puede ser feminista. Y yo entiendo que todo el mundo esté o quiera estar a favor de la
igualdad, y que piense que estar a favor de la igualdad se traduzca en ser feminista. Pero creo que no es justo que
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figuras que jamás han profundizado en el feminismo y que no tienen mucha trayectoria las adoptemos como
referentes. Es muy importante saber elegir a nuestros ídolos, porque se pueden convertir en el becerro de oro.
Decía antes que el feminismo radical victimiza a las mujeres. ¿Y cree que criminaliza a los hombres?
Sí, totalmente. Son las dos caras de una misma moneda. Nosotras pagamos el peaje de la victimización y ellos pagan
el peaje de la criminalización, la persecución e incluso de la censura. Yo puedo decir que no estoy de acuerdo con el
feminismo, y no estar de acuerdo con este feminismo hegemónico no me hace ni mejor ni peor feminista, simplemente
abre otro cajón. Pero a ellos muchas veces ni siquiera se les permite expresar cómo se sienten, muchas veces se les
desprecia, se les insulta, se les pone el sambenito de machistas. Cualquier frase dicha por un hombre que pueda
contradecir al feminismo hegemónico hace que ese hombre sea tachado de machista. Yo a veces me asusto, porque al
fin y al cabo el origen del feminismo se encuentra sumamente ligado al liberalismo, al liberalismo clásico, sobre todo
a Mary Wollstonecraft, a Olympe de Gouges, Stuart Mill... El feminismo viene de ese sustrato filosófico-liberal que
ha defendido la libertad de las mujeres para la educación, la libertad de expresión, el desarrollo del potencial humano,
el progreso de las sociedades... Y ahora estamos en un punto donde a un hombre no se le permite hablar. Y si habla, se
señala. Todos esos valores originarios se están perdiendo a favor de un código de conducta. Se obliga a los hombres a
ser de un determinado modo porque si no se les señala. Y luego están todos esos hombres, por los que siento un poco
de compasión, que dicen cosas como: "Hemos matado a 48 mujeres". ¿¿¿Hemos??? O: "Yo no puedo ser feminista,
tengo que ser aliado". Ese código de conducta viene del miedo, del miedo a ser señalado, a ser puesto en el saco de los
otros, de los hombres malos. Se fuerza a los hombres a inhibir totalmente sus necesidades, sus opiniones y, al fin y al
cabo, su propia integridad.
Cada año en España se suicidan unas 3.600 personas, la mayoría hombres. Usted llega a preguntarse por qué
escasean los recursos de prevención para los suicidios de varones cuando son muy superiores a los asesinatos de
mujeres por violencia de género. Pero hay una gran diferencia: los hombres se suicidan voluntariamente y a las
mujeres las matan.
Sí, pero cuando vemos que hay una tasa tan alta de suicidio masculino podemos explorar la hipótesis de que algo tiene
que ver con el género. Igual que si hablamos de mujeres asesinadas algo tiene que ver con el género, en el caso de los
suicidios masculinos creo que la pista tiene también que ver con el género. Para prevenir los suicidios lo que la
psicología apunta es la incorporación de la educación emocional. Y eso me parece importante, porque dentro de todos
estos eslóganes que nos manda el gobierno -"políticas feministas", "gobierno feminista", "educación feminista"-
habría que afinar lo que es feminista y la educación emocional puede ser una propuesta interesante.
Usted sostiene, con cifras en la mano, que desde la entrada en vigor de la Ley de Violencia de Género el número
de asesinatos de mujeres prácticamente no ha variado. Y propone que se empiece a trabajar de manera seria y
rutinaria en la reinserción de maltratadores, algo a lo que el feminismo tradicional radical se opone
absolutamente. ¿Por qué se opone el feminismo a la reinserción de los maltratadores y por qué lo defiende
usted?
 Yo creo que se oponen por suma ignorancia, porque al final son presas de aquello que desconocen, porque cuando
sólo sabes dogmas no quieres conocer lo que hay más allá de tu catecismo. A mí la reinserción, la reeducación, me
parecen sumamente importantes. Ahí están por ejemplo los programas PRIA-MA y PRIA (programa que se realiza
con aquellos condenados que tienen que realizar un programa frente a la violencia de género como medida penal
alternativa), que se realizan en una asociación, Preven3, de la que soy socia. Y no creo que sea muy habitual que una
feminista sea miembro de una asociación de maltratadores, a mucha gente le estallará la cabeza porque yo sea
presidenta de una asociación feminista y a la vez miembro de otra asociación que busca reinsertar y reeducar a
aquellos que han cometido un delito. Y eso ofende al dogma feminista, porque no están preparadas para explorar otros
puntos de vista en una situación donde no hemos conseguido disminuir el número de víctimas.
¿Y no se podría lograr eso con el endurecimiento de las penas, como proponen las feministas?
Es curioso que en ese punto las feministas radicales coincidan con las reivindicaciones que vienen también de las de la
ultraderecha, y es algo totalmente tramposo. No hay una correlación entre penas más altas y disminución de los
delitos. Quizás sí que se puede estudiar que haya un cumplimiento íntegro de las penas, eso sí que me parece
importante. Y también me parece muy importante invertir en las instituciones penitenciarias para que haya muchos
más profesionales que puedan desarrollar esos programas de reeducación, porque muchas veces lo que no tenemos son
profesionales.

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Camille Paglia: "Sin el hombre, la mujer nunca hubiera salido de la cueva"
EMILIA LANDALUCE
9 ABR. 2018 03:26
Algunas feministas la comparan con Hitler, pero a la pionera en temas de la mujer y autora superventas no le importa
ser polémica. Publica 'Feminismo pasado y presente' (Ed. Turner)
"El feminismo se ha centrado en la retórica antimasculina en lugar de en el significado de la vida", sostiene una
intelectual tan respetada como controvertida
Algunos presentan a Camille Paglia (Nueva York, 1947) como la feminista a la que odian las feministas. Natural. La
escritora y profesora de Humanidades de la Universidad de las Artes de Filadelfia huye de lo políticamente correcto.
«Creo en las mujeres fuertes que se protegen solas, no en las que corren a refugiarse en un comité», afirma en esta
entrevista exclusiva.
Atea, lesbiana y siempre libertaria, admiradora de Almodóvar y crítica con el ultrafeminismo de series como  Girls -
llamó a su creadora «neurótica»-, ahora publica Feminismo pasado y presente (Ed. Turner). A su juicio, el famoso
patriarcado que, según el feminismo, es responsable de todos los males de este mundo, no existe. Y a partir de ahí...
EL FEMINISMO HA CONSEGUIDO ENVENENAR LA ATMÓSFERA CULTURAL CON SU AVERSIÓN A LO
MASCULINO
El pasado 8 de marzo, miles de españolas salieron a la calle.
 ¿Ah sí? ¿Por qué motivo?
Por muchos. Se habla de la brecha salarial, de...
No sé cómo es en España, pero en EEUU desde Kennedy, por ley, se tiene que pagar lo mismo a un hombre y a una
mujer si hacen el mismo trabajo.
Tenemos la misma ley en España desde 1980.
Mire, yo soy una feminista igualitaria. Eso es que exijo un trato equitativo para hombres y mujeres en todos los
ámbitos. Y si una mujer hace el mismo trabajo que un hombre, le tienen que pagar lo mismo. Sin embargo, ahora las
feministas se apoyan en no sé cuántas estadísticas para afirmar que las mujeres en general ganan menos que los
hombres. Pero esos gráficos son fácilmente rebatibles. Las mujeres suelen elegir trabajos más flexibles (y, por lo
tanto, peor pagados) para poder dedicarse a sus familias. También prefieren los trabajos que son limpios, ordenados,
seguros. Los que son sucios y peligrosos se los suelen endosar a los hombres, que también suelen estar más presentes
en áreas más comerciales. Tienen una vida mucho más desordenada pero eso, por supuesto, se remunera.
En España la brecha empieza con el nacimiento del primer hijo.
Lo que es evidente es que las mujeres tienen también derecho a elegir diferentes caminos. Y a lo mejor para muchas
mujeres el trabajo no es tan importante.
Para otras mujeres sí que lo es.
Pero hay otras muchas que prefieren un trabajo más flexible para pasar más tiempo con sus hijos y no dejarlos al
cuidado de extraños. El problema del feminismo es que no representa a un amplísimo sector de las mujeres. Por eso se
ha centrado en la ideología y en la retórica antimasculina en lugar de hacerlo en el análisis objetivo de los datos, de la
psicología humana y el significado de la vida. No creo que la carrera laboral deba ser lo más importante de la vida de
una persona. Si permites que tu trabajo defina tu personalidad, es que eres un enfermo. La vida humana está dividida
en la vida privada y en la pública. Y es muy importante desarrollar la vida familiar, afectiva... Centrarse sólo en la
vida pública puede ser propio de personalidades distorsionadas. Por eso las nuevas generaciones en EEUU se
atiborran de antidepresivos. Identifican la vida con el trabajo y eso sólo te puede hacer sentir miserable.
Las élites feministas...
En los años 60 el feminismo de izquierdas trataba de atraer a las mujeres trabajadoras y adoptaba las maneras y el
lenguaje de la clase trabajadora. En los 70 se empezó a imponer una corriente que se centraba en las burguesas de
profesiones liberales, principalmente profesores, periodistas... Ese tipo de feminista que cree saber qué es lo mejor
para las mujeres. Pero lo cierto es que sólo están centradas en hacer carrera y no se dan cuenta de lo distintas que son
sus vidas de las mujeres de clases trabajadoras que pretenden representar. Hay una actitud muy elitista en el
feminismo. Y las periodistas y las que se llaman intelectuales tienen mucha culpa.
LA GENTE JOVEN, DE CLASE MEDIA, ES BLANDA. VIVEN EN UN ENTORNO PROTEGIDO PARA NO
SER OFENDIDOS
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Usted defiende que el feminismo también debería incluir la visión de las conservadoras.
Sí. El debate sobre el aborto es un claro ejemplo. Yo estoy 100% a favor de la libre elección de las madres y de todo
eso de que mi cuerpo es mío porque ni el Estado ni la Iglesia pueden decir a ninguna mujer lo que tiene que hacer. Sin
embargo, respeto los movimientos antiabortistas y me parece atroz que el feminismo los excluya de sus
manifestaciones y sus marchas. Es ridículo. Y además, fue nefasto que la segunda ola del feminismo tuviera una
visión tan negativa de las mujeres que se quedaban en casa para cuidar a sus hijos. Se las miraba como a unas
ciudadanas de segunda y ellas, claro, rechazaron el feminismo.
El feminismo aún se sorprende de que tantas mujeres votaran a Trump.
La idea de que las mujeres tuvieran que votar por Hillary, uno de los seres más corruptos de nuestra Historia, por el
mero hecho de ser mujer, era ridícula. Le explico: en 2008 voté por Obama; en 2012 lo hice a los verdes. ¿Por qué?
Porque la administración Obama ha sido un desastre. Se ha dedicado a inflamar las tensiones sociales en lugar de
resolverlas. Obama ha dejado un país desastroso en términos de tensión social. Él prometió armonía, pero ha dejado
un país resquebrajado. Y diría más: si en vez de presentar a Trump, los republicanos hubieran nominado a un
candidato clásico, habrían arrasado porque los demócratas han sido un desastre. ¿Qué han hecho? Promover las
tensiones identitarias porque creen que es la única manera de permanecer en el poder.
En Europa también se fomentan las identidades frente a la ciudadanía.
En 1972 yo era la única estudiante de Yale abiertamente lesbiana. Y Dios sabe lo que me pudo costar aquello
profesionalmente. Pero luego a finales de los 70 y los 80 empezó a proliferar el identitarismo. Se crearon los
departamentos de género, los estudios afroamericanos... Y esa institucionalización de las identidades es lo que está a
punto de cargarse las universidades en EEUU. Ahora lo que hay es una serie de administradores y burócratas que
justifican su sueldo enseñando, por ejemplo, Literatura y Arte desde un punto de vista identitario. ¡Enfermizo! Yo
abogo por la visión verdaderamente multicultural que teníamos en los 60, que era lo opuesto a los estudios de mujeres,
de gays, de afroamericanos... No se puede meter el Arte o la Historia en compartimentos de jerga, clichés...
ESTE FEMINISMO ES ELITISTA. NO COMPRENDE A LAS MUJERES TRABAJADORAS QUE PRETENDE
REPRESENTAR
En uno de sus ensayos usted critica que el feminismo haya prescindido de Freud en favor de autores como Derrida y
Foucault.
Tampoco se trata de mitificarlo, pero el desprecio a Freud es un desastre para el feminismo porque es incapaz de
entender o analizar las relaciones sexuales. Sin Freud no se explica lo que pasa entre hombres, mujeres, hermanos... Y
por eso el feminismo es incapaz de construir una teoría del sexo. La realidad es que la única aportación de este
feminismo es un análisis desde el punto de vista político. ¡Una locura! El sexo no se puede explicar con política. Lo
que pasa es que estas burguesas, las feministas, lo que buscan es una forma de religión. Quieren un dogma y eso es lo
que han encontrado en las identidades. Y si la gente contempla la política como si fuera su salvación, su dogma, pues
acabas de crear el infierno. ¡Otro!
Es evidente que las mujeres deben ser protegidas. ¿No?
En mi generación pedíamos a las autoridades que no se metieran en nuestras vidas privadas. Cuando llegué a la
Universidad en 1964, los dormitorios de las chicas se cerraban a las 11 de la noche. Sin embargo, los hombres no
tenían toque de queda y podían pasarse toda la noche por ahí. Pensábamos que era una vergüenza, pero en la
universidad nos respondían que eso no podía ser porque el mundo era peligroso. Y nos quejamos al rector: «Denos
libertad, aunque eso acarree el riesgo de que nos violen». Y lo logramos porque aceptamos los peligros. El problema
es que a nosotros nos educaron personas que habían ido a la Segunda Guerra Mundial y vivido la Gran Depresión.
Nuestros padres entendían lo que era la realidad y nos advertían de los riesgos. Por lo que, aunque estábamos muy
protegidos, nos habían explicado los peligros del mundo y habíamos desarrollado una personalidad que nos permitía
afrontar las contrapartidas de la libertad. Hoy, dos generaciones después, la gente joven, de clase media, es blanda e
incapaz de sobrevivir. Viven en un entorno protegido, educados para no ser ofendidos. No se les enseña la sucesión de
horrores que ha sido la Historia. Sólo se les habla de esta basura identitaria y victimista.
¿Infantiles?
La cosa es que las chicas creen que se pueden vestir como Madonna (en los 80) para ir por una calle oscura en mitad
de la noche y que no les va a pasar nada. Y tienen perfecto derecho a creerlo, pero yo les advierto que si lo hacen
tienen que estar preparadas para todos los peligros a los que puedan enfrentarse. Entre ellos, los que representan unos
pocos hombres que no sólo son abusivos sino psicóticos. Pero a los chicos de hoy en día les han enseñado que todo el
mundo es bueno y que la única forma en la que te conviertes en malo es mediante la injusticia social.
Habla de psicópatas, pero el movimiento Me too...
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La revolución sexual que liberó a mi generación y que fue fabulosa no está afectando de idéntica forma a las nuevas
generaciones. Está forzando a las niñas a tener relaciones mucho antes de lo que ellas quieren y creo que eso también
está alterando la relaciones entre sexos. De esta forma, las mujeres están perdiendo dignidad y estatus. Para los
hombres es fantástico porque tienen un acceso al sexo inimaginable. ¡Y no quiero pensar en todas esas citas que se
hacen ahora por teléfono! El sexo se ha hecho demasiado banal... Creo que hace falta una reasignación de la sociedad
contemporánea para que hombres y mujeres vuelvan a valorar los códigos del cortejo. Los hombres y las mujeres ven
el sexo de manera diferente. Y éste es otro error del feminismo. Ha abandonado la biología y dice que no hay
diferencias entre sexos.
Es que...
Es de locos. Si se crean estudios de género, qué menos que incluir el estudio de la biología, esencial incluso cuando,
como sostienen algunos, se trata de una mera construcción social. Por eso yo digo que los estudios de género son mera
propaganda y no son una disciplina académica. No hay diferencia entre este discurso y la propaganda fascista durante
la II Guerra Mundial. Es mentira que el género sea totalmente una construcción social porque, como expliqué en
'Sexual Personae', se trata más bien de una intersección entre la cultura y la naturaleza.
Usted sostiene que hay una crisis de masculinidad.
Ahora hay una crisis de roles de género y un debate centrado únicamente en las necesidades de las mujeres. Mientras,
a los hombres se los retrata como violadores, criminales y todo lo masculino se desprestigia. Hasta llegan a decir que
los hombres son mujeres incompletas. ¡El feminismo ha conseguido envenenar la atmósfera cultural con su aversión a
lo masculino! Claro, los muchachos ven esto como algo terrible y yo lo siento mucho por ellos. Atravesamos un
periodo de caos. Es cierto que tenemos muchos privilegios, lujos... pero la gente es miserable.
¿Por qué?
En realidad, durante muchos milenios hombres y mujeres tuvieron poco contacto. Ellos se iban de caza (o lo que
fuera) y ellas se quedaban en casa haciendo lo que tuvieran que hacer. Hoy, hombres y mujeres trabajan juntos, pero
las mujeres dicen que los hombres las discriminan y las acosan. El feminismo debería abstenerse de seguir con esa
retórica tan antihombre porque no está ayudando a que sus niños se conviertan en adultos. La culpa de los males de las
feministas no la tienen los hombres, sino este sistema profesional en el que vivimos.
CLARO QUE HUBO MUJERES ARTISTAS EN LA HISTORIA. SUELEN SER DE SEGUNDA FILA, COMO
ARTEMISIA GENTILESCHI
Despotrica pero usted es muy feliz enfocada en su carrera.
De pequeña me quería parecer a Amelia Earhart, a Katharine Hepburn... Pero el caso es que no me identifico
únicamente con mi papel profesional o público. La vida real es también la familia, los amigos... Las carreras también
se han convertido en una identidad para muchas. Sin embargo, las mujeres obreras no le dan tanta importancia al
trabajo, es algo que hacen para ganar dinero. Y tienen su verdadera vida en casa, durante las vacaciones. Entonces se
olvidan del trabajo. Las clases medias y altas, la burguesía, sin embargo, piensan constantemente en el trabajo y eso
no es saludable.
El feminismo sostiene que se ha ocultado la historia de las mujeres.
En mi libro 'Sexual personae'...
'Mein Kampf', según Gloria Steinem.
...escribí que si la civilización hubiera quedado en manos de las mujeres seguiríamos viviendo en la cueva. La gente
no lo entendió bien. Lo que yo quería decir es que las grandes estructuras fueron producto de los hombres. Y luego
hubo mujeres que crearon a partir de esas estructuras. Y las mejoraron.
Me refiero a las mujeres olvidadas del Arte, de la Literatura.
Y cuando investigas te das cuenta de que son artistas de segunda fila a las que se les prestó poca atención. Ahora se
habla mucho de Artemisia Gentileschi pero, bueno, es una figura menor. Los hombres han sido los que han roto los
estilos y los que han creado la Historia del Arte. No tengo duda. Los grandes proyectos de irrigación de Mesopotamia,
las pirámides de Egipto fueron idea de los hombres. ¿Por qué? Porque los hombres son capaces de matarse a sí
mismos y a otros para llevar a cabo sus proyectos. O sus experimentos. Siempre tratan de ir más allá del conformismo,
de la cueva en la que estaban las mujeres. En parte, quizás, para escapar de las cuevas porque en las cuevas mandaban
las mujeres.
¿Entonces?

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Que es muy desagradable no reconocer los logros de los hombres porque las estructuras que han creado es lo que ha
permitido a las mujeres escapar de la opresión de la propia naturaleza y tener sus propias carreras, identidades,
logros... Así que ha llegado el momento de dejar de vilipendiar y minusvalorar a los hombres.
¿Y el heteropatriarcado?
No existe. Es una estupidez que descalifica cualquier análisis. En Occidente, las mujeres no viven en ningún
patriarcado.
A menudo usted recalca que en EEUU las mujeres de la frontera, del Oeste, obtuvieron el derecho al voto antes que
las cultivadas señoras de la Costa Este.
En las sociedades agrarias, más familiares, los hombres miraban a las mujeres más como sus iguales porque hacían
mucho trabajo físico. En Nueva York las mujeres eran delicadas y llevaban corsé y tomaban el té. Las mujeres
trabajadoras tratan más como iguales a sus hombres y les hablan más claro que esas mujeres de clase media y alta que
son incapaces de lidiar con su jefe en la oficina. Se debe a que están educadas para comportarse de una forma
burguesa, a moderar su voz a complacer, a ser pasivas. Por eso yo llamo a mi feminismo un feminismo de la calle. Yo
creo en las mujeres fuertes, que son capaces de crecer y protegerse solas. No en las que corren a refugiarse en las leyes
o en un comité.
 Vamps & Tramps. Más allá del feminismo (Valdemar, 2001).
 Sexual Personae. Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson (Valdemar, 2006). 
 Los pájaros (Gedisa, 2006). 
 Feminismo pasado y presente (Turner, 2018).
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CAMILLE PAGLIA, LA HEREJE DEL FEMINISMO ORTODOXO
Sus maneras impertinentes y su indómita reticencia a cualquier tipo de norma, canon o consigna hacen Camille
Paglia una de las voces más insolentes que acampa en tierra de nadie: ella misma se define como «desagradable,
estridente y molesta».
Esther Peñas | MAR 2020
Dos hechos renuevan la actualidad de Camille Paglia (Nueva York, 1947): la reedición por parte de la editorial
Deusto, ampliada y revisada, de Sexual personae, su vademécum feminista de los noventa –título inspirado en la
película de Bergman, Persona– y la cita de la portavoz del Partido Popular en Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo,
al proclamarse «feminista amazónica de la escuela de Camille Paglia». Pero ¿quién es y qué defiende esta profesora
de la Facultad de Arte de Filadelfia, discípula de Harold Bloom y que detesta por igual a Lacan, Derrida y Foucault?
Incómoda, áspera, lenguaraz, descarada, atea, lesbiana… hereje entre las feministas ortodoxas, sus maneras
impertinentes y su indómita reticencia a cualquier tipo de norma, canon o consigna hacen de ella, como en su día
sucedió con Oriana Fallaci, una de las voces más insolentes que acampa en tierra de nadie: si la mayor parte de la
intelectualidad de la izquierda no la acoge entre sus huestes, el pensamiento liberal, en principio más proclive a alguno
de sus postulados, es incapaz de transigir con el grueso de los mismos, como el aborto, la prostitución –Paglia es
partidaria de ambos– ni con su actitud libertina. No en vano, ella misma se define como «desagradable, estridente y
molesta». Extrañas credenciales para ser ratificadas por uno mismo.
Ella misma se define como «desagradable, estridente y molesta»
De entre sus mentoras, con frecuencia nombra a Katherine Hepburn como ejemplo de mujer que hace de su capa un
sayo, independiente, brillante y femenina, porque Paglia no renuncia a los cánones de belleza que, según una parte de
las feministas, oprimen a la mujer. «La belleza es un valor humano eterno, no un truco inventado por un corrillo de
publicistas», asegura al tiempo que no entiende «por qué a las feministas les cuesta tanto apreciar la belleza y el
placer» calificándolos de «conspiración heterosexista de un puñado de hombres encerrados en una habitación para
destruir el feminismo». Uno de los errores, a su juicio, del feminismo actual es «haber excluido la estética», tanto
como haber renegado de Freud. «Sin que haya que consentirle todo, no se puede construir una teoría del sexo sin
Freud, que es uno de los grandes analistas de la personalidad humana», afirma.
Entre sus postulados más irritantes para una gran parte del movimiento se encuentra aquel con el que acusa al
feminismo de victimizar a la mujer, tratando de protegerla por medio de leyes frente a posibles agresores en vez de
comprender que «el mundo sigue siendo una selva». «El precio de la libertad que pagan las mujeres hoy es su
responsabilidad personal en cuanto a vigilancia y autodefensa. Las mujeres tienen que ser responsables de sus actos,
sin culpar a los demás de sus problemas», sostiene contundente.

7
Contra la demonización del hombre que ella cree que traslucen ciertas corrientes feministas, Paglia reivindica el poder
sexual de la mujer para doblegarlo y someterlo. Esta exaltación de la sexualidad femenina embiste el intento feminista
por superar el cuerpo como elemento diferenciador, despojándolo de sexualidad alguna y criminalizando su venta,
cosificación y explotación.
 Contra la demonización del hombre, Paglia reivindica el poder sexual de la mujer para doblegarlo y someterlo
A lo largo de sus casi ochocientas páginas, Sexual personae recorre la civilización occidental para restablecer el
equilibrio entre los apolíneo y lo dionisiaco, legitimando prácticas poco dignas de nuestro actual sistema de valores
bienpensantes como la agresividad, la pornografía, el sadismo o el vouyerismo, para llegar a conclusiones como que si
no existe un equivalente femenino del alcance de Miguel Ángel no se debe tanto a que la mujer estuviera sometida y
relegada hasta el extremo en prácticamente todas las esferas de la vida, como al hecho de que el hombre necesita
«canalizar su desesperación y ansiedad», algo que las mujeres, en cambio y según ella, son capaces de controlar. «Los
hombres tienen que demostrar constantemente su masculinidad, mientras que las mujeres son mujeres desde que les
viene la menstruación», explica. «No hay un Mozart mujer, del mismo modo que tampoco hay un Jack el Destripador
femenino». Palabra de Paglia.
Del sexo como yugo al capitalismo como senda de liberación, otra de sus incorrecciones es la defensa de las lavadoras
como síntoma de la liberación de la mujer, –algo, que, además, hay que agradecérselo a ellos–.  De la deriva del
movimiento #MeToo al «estalinismo más absoluto, radicalmente incompatible con la democracia», a considerar
«dañina y paternalista» la discriminación positiva, el arco intelectual de Paglia se tensa en todas direcciones. Ella es la
auténtica amazona.

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