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Aportes de las teorizaciones de Piera Aulagnier a la
práctica de la Orientación Vocacional
Veamos un caso
Fue difícil concretar la primera entrevista con Manuel, ya que
no quedaba claro si sus padres estaban de acuerdo en que
realizara el proceso de orientación vocacional que él pedía.
Es oriundo de un país de Latinoamérica, de donde vino con su
familia cuando contaba con 6 años de edad. Al momento de la
consulta está en el último año de una escuela técnica.
En la primera entrevista se muestra muy callado y respetuoso
en el intercambio. Le cuesta entrar en confianza y expresarse con
libertad. Me trata de “usted”. Su apariencia es un tanto llamativa, ya
que se viste de una manera poco habitual para su generación,
pareciendo de mayor edad que la que tiene. Comenta que no sale
mucho porque no tiene amigos, pero que eso no le molesta.
Cuando abordamos el tema de sus expectativas con respecto al
proceso de orientación vocacional que está iniciando dice: “Quería
si me puede decir en qué soy bueno y qué me puede gustar”.
La historización
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Esta técnica también arroja datos sobre la capacidad expresiva del sujeto; permite analizar
cuestiones proyectivas y su contenido s
erá significativo tanto por lo que dice como por lo que
omite.
su historia y de su deseo. Cuando esta tarea ha podido ser
realizada, prepara la entrada en la edad adulta, dando lugar a una
segunda etapa, que según Aulagnier consistirá en “la puesta en
lugar, a partir de ese pasado singular de los p
osibles relacionales
accesibles a un sujeto dado” (1991: 445), que incide sobre el
espacio relacional y por consiguiente sobre el espectro de sus
elecciones y de los límites que cada uno encontrará allí.
Autobiografía de Manuel
“Nací el 1 de octubre en 1985, en Ecuador. Viví allí hasta los 6
años cuando me fui a vivir a Buenos Aires, Argentina con mis
abuelos. A los 11 años mi familia se mudó a otra casa y me cambié
de colegio entrando en 4to grado. En 6to grado mi familia se volvió
a mudar y me cambié otra vez de colegio, entrando a 7mo. Luego
entré a una escuela técnica en donde estoy actualmente en 6to
año”. (Los datos fueron modificados no así la ortografía y
puntuación)
¿Qué sabemos de Manuel según él se presenta?
Aparentemente bastante poco, ya que pareciera estar “alejado” de
su historia, ubicándose más bien como un observador, que informa
lo vivido, pero sin encarnarlo. Desde esa posición, cobra sentido
que le requiera al Otro ese saber sobre sí mismo que parece
desconocer cuándo formula su pregunta inicial: “Quería si me
puede decir en qué soy bueno y qué me puede gustar”, corriéndose
de su lugar de sujeto. Pero ¿es válido sostener que ello es una
forma de claudicar ante la responsabilidad de decidir qué camino
emprender, como nos preguntábamos al comienzo? Me inclino por
tomar la consulta en sí misma -y el interés puesto de manifiesto en
su insistencia para comenzar el proceso- como un “llamado” a ese
Otro que, desde un lugar diferente, acceda a construir con él una
pregunta que lo implique y lo ponga en la vía de la elección de los
objetos que podrán ser soportes del deseo y promesa de goce.
Así, comenzada la tarea, el trabajo de historización, iniciado
entre otras cosas a través de la técnica de autobiografía, se amplía,
invitando al adolescente a construir el “árbol genealógico
vocacional”, proponiéndole consultar a los distintos miembros de la
familia sobre sus elecciones profesionales/ocupacionales.
Si las personas significativas del adolescente se prestan a un
diálogo abierto y sincero, muchas veces se accede no solo a la
información sobre el cómo y el porqué de las elecciones de sus
otros significativos, sino a otros datos vinculados con la historia de
las relaciones y modelos familiares, con patrones, mandatos y
figuras identificatorias en las que puede o no reconocerse, y que
resultan relevantes para echar luz sobre cómo ha llegado él mismo
a ocupar el lugar que se le ha asignado y ha asumido en la trama
familiar, teniendo la oportunidad de desnaturalizar la situación en
que se encuentra y, eventualmente, modificarla. En este sentido,
Aulagnier pone en relación lo que denomina “matriz relacional” -que
da cuenta de ese hilo conductor que hace posible que nos
reconozcamos en la sucesión de nuestras investiduras- con la idea
de una “creación relacional”, que define como una amalgama nueva
entre el prototipo propuesto por la matriz relacional y lo que todo
encuentro aporta de todavía no conocido ni experimentado.
Conclusiones
Desde un enfoque psicoanalítico, intervenir en un momento
clave del proceso de subjetivación, como lo es el tiempo de elegir
qué y cómo hacer para insertarse en el mundo adulto, supone alojar
al adolescente que nos consulta y sus angustias, favoreciendo el
camino de la historización, para que desde allí le sea posible
explorar e investir un espacio desconocido, que podría llevar a una
elección en la vía del hacer, atravesada por el deseo de quien elige.