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INTRODUCCIÓN:
Los principios de siglo XX en España fueron años muy convulsos, de cambios continuos,
de esperanza y de decepción, de vaivenes sociopolíticos que afectaron a la población
en general. En este contexto, los años 30 supusieron avances y retrocesos, crisis
económicas y sociales que desembocaron en una Guerra Civil que influyó en la
evolución posterior de un país que vio cómo su avance se retrasaba por el contexto. La
II República se convirtió en la seña de que el sistema social estaba agotado, de que la
sociedad había cambiado influida por la industrialización, el éxodo rural y el descenso
del analfabetismo.
De forma paralela, ese mismo año las fuerzas republicanas se organizaban y se unían
para preparar su toma del poder con el Pacto de San Sebastián en verano, una unión
que el PSOE y la UGT dan su visto bueno y se unen a un movimiento encaminado a
derribar la monarquía y proclamar la república.
En este contexto, existe un movimiento obrero que buscaba una participación que le
negaban, y el problema de las nacionalidades con un movimiento nacionalista catalán
y otro vasco.
Estos se convirtieron en los principales retos a los que se tuvo que en enfrentar la II
República.
LA II REPÚBLICA
Este periodo termina cuando unas nuevas elecciones dan la victoria a la derechas, lo
que abre el siguiente periodo y se caracteriza por una época de reformas cuyo
principal exponente fue la reforma agraria. El jefe de Gobierno fue durante casi la
totalidad de los dos años Manuel Azaña. Se configuró una alianza republicano-
socialista que englobaba a la mayor parte de los partidos republicanos y a los
socialistas que se fue rompiendo por sus propias contradicciones y su ambigüedad que
no contentó a ninguna capa social. Poco a poco se produjo la salida a la posición de los
radicales y la derecha republicana de otros partidos.
La Reforma Agraria es el más claro exponente de esa ambigüedad del Gobierno. Los
problemas del campo se circunscribían al latifundio y el minifundio. El Gobierno recién
ascendido decidió actuar sobre el primero y promulgó una serie de decretos en abril y
mayo de 1931 con el objetivo de evitar el boicot de la República por parte de los
terratenientes y favorecer el trabajo de los campesino sin tierra. Estos decretos se
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completaban con la preparación de una ley de reforma agraria, cuya discusión se
prolongó hasta 1932.
En el caso del ejército, con un gran peso en la vida pública española con un claro
exponente en la dictadura de Primo de Rivera, Azaña se proponía acabar con este
intervencionismo. Para ello, promulgó una serie de decretos de abril a junio de 1931
con los que pretendía reducir el exceso de oficiales con el fomento de las retiradas: el
cierre de la Academia de Zaragoza por antirrepublicana (dirigida por Franco); y la
creación de una Guardia de Asalto para evitar la intervención de la Guardia Civil y el
Ejército en los asuntos de orden público.
Otra de las características de este bienio fue el avance del nacionalismo catalán y la
aprobación del estatuto en septiembre de 1932 que concedía a la Generalitat
facultades legislativas y ejecutivas en hacienda, economía, educación, cultura,
comunicaciones y orden público.
El bienio reformador tuvo sus éxitos en la resolución del problema catalán, los avances
en materia educativa y los progresos en el orden social del ministro Largo Caballero.
Sin embargo, no fueron suficientes para evitar las contradicciones y la oposición de los
privilegiados del régimen anterior y la actitud de la CNT gobernada por el anarquismo
que terminó abandonando la República tras los conflictos de Castilblanco, Arendo o
Casas Viejas.
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El Bieno Radical-Cedista (noviembre de 1933-febrero 1936)
El periodo comienza con el triunfo de las derechas en las elecciones de noviembre de
1933 hasta su derrota en febrero del 36 y se mantiene en una alianza de los radicales
con la CEDA.
Alcalá Zamora designa para formar gobierno a Alejandro Lerroux, miembro del partido
radical republicado de derechas que consiguió el apoyo de la CEDA formada por los
terratenientes afectados por la reforma agraria. Esto hizo que comenzara un
desmantelamiento de todas las medidas adoptadas en el periodo anterior,
principalmente la reforma agraria, pero también las relacionadas con Ejército e Iglesia.
En agosto de 1935 se aprobaba una ley de reforma agraria que suponía una auténtica
contrarreforma a la de tres años antes.
LA II REPÚBLICA EN CANARIAS
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El contexto socioeconómico en el que se desarrolla la II República en Canarias se
caracteriza por una mayor afección de la crisis del 29, ya su economía estaba
fuertemente vinculada a la Europa Occidental (Inglaterra, Francia y Alemania) con una
agricultura de exportación (plátano, tomate y papas) que se ve seriamente afectada
por la crisis.
LA GUERRA CIVIL
Las causas de la guerra varían según los historiadores, pero existe consenso en que la
intensificación de las reformas que dañan lo intereses del poder económico y social de
las clases privilegiadas, y la radicalización de las posturas de la izquierda y la derecha
dan lugar a una polarización y a un posicionamiento de la derecha en contra del nuevo
gobierno.
Pese a que el ejército se divide en dos y algunas fuerzas políticas actúan con vacilación,
se está generando el caldo de cultivo para una Guerra Civil. Junto a la parte más dura
del ejército se sitúa una trama civil que la componían los carlistas navarros con sus
requetés armados, los falangistas, los monárquicos de Calvo Sotelo y muchos
conservadores.
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conservadora, que temió una inminente masacre general en una nueva “revolución
roja”.
Durante esos días el Gobierno, formado por las fuerzas moderadas del Frente Popular
pretendió sofocar el levantamiento con concesiones. Tras el fracaso de las
negociaciones, el Gobierno dimite y se forman nuevos gobiernos con Martínez Barrios
(un día) primero, y José Giral, después. Ante el temor a la ofensiva militar, el nuevo
gobierno entregó armas a los obreros y los pueblos fieles a la República de organizaron
en Comités Locales Militares de los partidos.
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Franco ya se había hecho en septiembre con el mando de Generalísimo de los Ejércitos
y Jefe de Estado, y Mola con el mando militar conjunto.
En febrero, tras la batalla del Jarama los nacionales consiguieron cortar las
comunicaciones entre Madrid y Valencia, y se estabiliza el frente sur. En el norte, en
marzo, la batalla de Guadalajara, los italianos intentan hacer pinza, pero son
derrotados por los republicanos.
La guerra del Este (1938): Los republicanos, intentando desviar la atención de los
nacionales sobre el norte, deciden atacar Aragón. Rompieron el frente en Teruel y
sitiaron la ciudad durante varias semanas. Sin embargo, los nacionales consiguieron
romper el frente de Aragón, y Franco consigue ocupar Valencia por esa brecha, lo que
parte por la mitad el territorio republicano.
En este frente, la batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta de toda la guerra. Los
republicanos trataban de recuperar la comunicación entre el centro y Cataluña e
impedir la ofensiva sobre Valencia, y prolongar la guerra para debilitar a los nacionales
hasta conseguir mayor ayuda exterior.
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El 25 de julio cruzaban el Ebro con algunos éxitos locales, pero sin romper el frente.
Fue una batalla de trincheras en la que Franco volcó su superioridad en material, sobre
todo artillería y aviación. La bajas fueron muy numerosas y el bando republicano veía
acabadas sus reservas de hombre y material, lo que abría Cataluña a la siguiente
ofensiva nacional. En enero de 1930 caía Cataluña y el bando republicado solo aspiraba
a una paz negociada con la mediación internacional.
Respecto al apoyo internacional, la Guerra Civil coincide con el avance de Hitler por
Europa. Las potencias internacionales, para evitar la guerra, cedieron a las ambiciones
de Alemania e Italia y aceptaron la no intervención ante el apoyo de estos dos países a
Franca.
Alemania se centró en proporcionar material de guerra y persona cualificado; Italia,
tropas hasta alcanzar unos 100.000 hombres. Portugal facilitó las comunicaciones de
los franquistas cuando territorio estaba dividido en dos. Las compañías petroleras
norteamericanas le garantizaron suministro de combustible, mientras ponían
dificultades a la República. También se reclutaron hombres en los territorios
colonizados de Marruecos.
El régimen republicano, por su parte, apenas consiguió recibir ayudar material de las
democracias occidentales (Francia, Inglaterra, EE UU), que se limitaron a cumplir el
pacto de no intervención. Solo la URSS proporcionó ayuda en material bélico y en
personal militar cualificado. La única ayuda de hombres fue la de las Brigadas
Internacionales, formadas por voluntarios de diferentes países movilizados por la
propaganda antifascista.
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El final llegó como consecuencia de todos estos factores. Cuando Cataluña cae, Negrín
(presidente de la República) continuaba resistiendo a la espera de una reacción
mundial contra el fascismo. Sin embargo, la desunión se hizo visible con el golpe de
Casado contra el Gobierno, apoyado por sectores enemigos de los comunistas, que
facilitó la toma de la capital. Desde que los nacionales tomaron Madrid el país se
convirtió en un estado militarizado con un único jefe: Franco, que asumiría el poder
político supremo y todos los poderes del Nuevo Estado.
En Canarias, la Guerra Civil fue una guerra sin trincheras, pero con represión y miedo.
Hubo represaliados de las islas, otros fueron llamados a filas para luchar en las batallas
que tenían lugar en territorio peninsular. Tenerife acogió a una de las prisiones más
conocidas durante la Guerra Civil, la Prisión de Fyffes. También Gando, en Gran
Canaria, contó con centros penitenciarios. La Gomera vivió historias de quienes se
escondieron y la Palma vivió la conocida como Semana Roja, siete días al inicio de la
revuelta en los que la isla se resistió.