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31/03/2006
Ciudad
Ahora bien, según lo preceptuado en los artículos 207 y 208 del Código de Comercio, así
como en lo dispuesto por el artículo 7° de la Ley 43 de 1990, el revisor fiscal, como
profesional, es una persona con independencia mental que garantiza su imparcialidad y la
objetividad de sus juicios en la ejecución de su examen y preparación de sus informes. El
ejercicio de la revisoría fiscal debe ser permanente, toda vez que a instancias de su
dictamen, la función principal es la de servir tanto como órgano de control de las
operaciones sociales, como de los actos de la administración y de los demás niveles del
ente económico en el permanente desarrollo de su objeto social.
El artículo 187 del Estatuto Mercantil, establece dentro de las funciones del máximo
órgano social, la de hacer las elecciones que corresponda según los estatutos o leyes,
fijarle las asignaciones a las personas elegidas y removerlas libremente; en el caso del
revisor fiscal tal potestad la contempla de manera expresa el artículo 204 ibídem.
El inciso tercero del artículo 34 de la Ley 222 de 1995, prevé que las entidades
gubernamentales que ejerzan inspección, vigilancia o control, pueden exigir la
preparación y difusión de estados financieros de períodos intermedios. Para tal efecto,
mediante la Circular Externa número 15 del 24 de septiembre de 1997, la
Superintendencia de Sociedades instruyó a los Administradores, Revisores Fiscales y
Profesionales de la contaduría pública, respecto de la forma en que deben cumplir con
dicha obligación cuando fueren requeridos, consignando en el numeral sexto, certificación
y dictamen, que aun cuando la revisión sea limitada, el revisor fiscal debe rendir un
informe sobre dichos estados financieros, en el que revele como mínimo mediante las
notas correspondientes, los asuntos de importancia que los afecten.
De otro lado, esta entidad viene predicando que la contabilidad es una herramienta
construida fundamentalmente para la gestión del empresario, y como lo indica el artículo
48 del Código de Comercio, debe facilitar la historia, clara, completa y fidedigna de los
asientos individuales y el estado general de los negocios. Luego, tanto las decisiones,
como los reportes, deben también cumplir esos presupuestos que suponen continuidad y
permanencia.
Del contexto anterior es dable concluir, que el profesional de la contaduría pública desde
el momento de su nombramiento como revisor fiscal, aceptada tal designación y fijados
sus honorarios, asume las responsabilidades que la ley le impone, tanto a él como al
comerciante a quien presta sus servicios, en el transcurso de todo el ejercicio social, y no
solamente en el último trimestre para procurar el balance de cierre y los informes a
asambleas o juntas de socios; por lo tanto, no hay lugar a cobrar emolumentos
adicionales para emitir un informe sobre estados financieros de períodos intermedios,
sino a redistribuir su labor y horas de servicio, durante todo el período, para el cabal
cumplimiento de sus funciones.
Publíquese y cúmplase.
Cordialmente.
El Superintendente de Sociedades,
(C.F.)