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KARL A. MENNINGER - PHILIP S.

HOLZMAN

TEORIA DE TECNICA
PSICOAN ALI TI CA
Traducción de la segunda
edición i11glesa

EDITORIAL PSIQUE
BU ENOS AIRES
Título Jel original io¡¡;lé.'!I
THEORY OF PS\'CIIOANALYTIC TECHNIQUE
Ba.ric Boob, !ne., Publü l1!'f: - New Ycd;

Tra<luC'Ciún d el doctor
P.ROLOGO DE LA SECUNDA EDICION
~IAlllO AílNALDO ~ IARINO
Hace catorce años se presentó modestamente este libro para
ayudar a Jos estudiantes de psicoe.nálisi5 a captar la teoría en
que se basa el procedimiento terapéutico que estudian, pero la
obra resultó ser más popuJar de lo que se esperaba y se la adoptó
no sólo en institutos de ensefí.anza psicoenaUtica del mundo
entero, .sino también en cw:sos universitarios y de escuelas de
medicina. Esto atestigua que por lo menos se ha satisfecho en
parte una determinada necesidad.
Sin-embargo, tcdo autor descubre errores y-omisiones en lo
que ha escrito apenas su trabajo sale de la imprenta, y J;n~ ad~
!ante, amigos y estudiantes tienen la gentileza de llamar la
atención-sobe los diversos defectos y deficiencias que.pte;senta.
Sacando partido del narcisismo del autor, tales observaciones
estimulan un renovado esfuerzo tendiente a alcanzar la perfec-- .
ción o por lo menos un mejoramiento. · ·
Y después, además, el a1,1tor cambia Ae. wecer y en ocasio-
un
nes tiene lo. suerte de descubrir oolaboiador que lo ayude a
hacerlo, como en este cnso: Uno de sus más brillantes alumno.s,
ql!-.~. _después pasó a ser su asishmte en la docencia, se prestó
amablemente para convertirse en su coautor; al doctor Philip
Holzman, por lo tanto, le corresponde el mérito de haber tni·
ciado, promovido y llevado a cabo esta revisión. Modificar todas
las referencias que están en primera persona del singular en esta
edición por el "nosotros'" y el ..nuestro.., habrfa sido incómodo
y hasta foexacto, porque el texto original inclu[a algunas expe·
riendas y puntos de vista personales que se conservaron en esta
Queda hecho el tlepVslto r¡ue previene la ley 11.72.3 edición. Es prob:ible que esto sea elocuente de por si para el
© by EDITOillAL PSIQUE - Maz.i Ji7 - Buenos _"i...ires lector.
Impreso en la /\rgcnt i1io - Printed In Argentina
Se Introdujeron muchos cambios importanlt•s y nlgunos t!C'
poca monta. Los esquemns de la fórmula legal pnra lns part<'s
que entablan contrato se df'jaron, porque nos resuhó de utilidnd
destacar el factor de reciprocidad que interviene en la "alianza
terapéuU?l" y en In .investigación diagnóstica mancomunada
que en rea1idad es la experiencia psicoonalílica. Por otra parte,
la importancia que se asigna en la primera edición al ,pago de PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION
un honorario por los servicios prestados, hoy suena áspera a los
oídos de los autores, porque guarda relación con dos de los
grandes péligros actuales del psicoanálisis: su alto precio y su "Es asombroso comprobar cuán pequeña es lo proporci6n
explotación. En consecuencia, se modificó la cxi}osición sobre de la muy ·extensa bibliograffa psioanaHtica que se dedk:a
honorar.los de acuerdo con eslas consídcracionl's. a la técnica p.vicoanalíHca y cuánto menos a la teorfa M la
Se agregó un último capítulo pnra_ ofrecer un ~nuorama técnica." - OTro FENJCHEL.
global de la especialicfatÍ, tenicrido en cuenta algunos cambios
recientes en cuanto a posición y énfasis, porqul', mientms que
la teoría cambia poco, otros aspectos del psicoanálisis se modi- Casi veinte años transcurrieron desde que el desaparecido-
ficaron mucho desde la época de la prim.era edición. Otto Fenichel registró estas palabras de asombro. La situación
Para captar mejor este cambio, exhortamos al lcclor a leer que describió en esa época siempre prevalece, a pesar de que la
de nuevo el Prólogo de In primero e<lición, tcnirnclo en cuenta educación en psicqanálisis, inclusive la técnica, se ha multipli-
la fecha en que fue escrito. Es muy importante que quien cado. La enseñanza formal de la teoría y práctica del psicoaná-
emprende el estudio del psicoanálisis adquiera una perspectiva lisis se inauguró en 1920 en Berlin. El Instituto de Nueva York
histórica de su disciplina. Quienes no conocen la historia están se fundó en 1929, el Instituto de Chicago en 1932 y el Institu~o
condenados n r<"petirln l'i<•gnmente. En consecuencia, esperamos de Topeka en 1938. Hoy existen 21 instilutos de esta índole en
que los recurrentes ciclos del desarrollo del lector sean helicoi- Estnc1os Unidos, aparte de los que hay en Inglaterra, Austri~~
dales y no circulart•s, t•on una persislentc tcndC'ncía ccntríluga. Holanda, BéJgica, Francia, Alemania, Italia, Suecia, Suiza, India,
Adelante y hacia nfucrn, pero siempre en relación con el núcleo Israel, japón, Argentina, Brasil y Chile.
centra). En el mundo entero, en estas pequefias y muy laboriosas
Deseamos reconocer nuestra deuda y gratitud hacia nuestras ' unidades, docentes cuidadosamente seleccionados presentan sJs.
muy pacit"ntes e incansables asistentes, Ja señora Beverlee Hayes, temáticamente a estudiantes cuidadosamente seleccionados la
la sefi~ra La June 'Whitncy y Ja señora Marilyn Ko11ath. teoría y práctica del psicoanálisis. Este edificio educativo · fue
la envid.ia y modelo de los educadores de otras especialidades, ·
KAlu. MENNINCER, M.D. en particular en medicina. Los idealistas urgieron reiterada-
PHJLIP HOLZMAN, Ph. D. mente a que se asimilase la preparación psfooanalitica a los
Chicago, 1973 programas para graduados de las escuelas de medicina, pero,
salvo raras excepciones, se ofreció resistencia a es~ iniciativa~
primero, por la peculiar íudole del contenido y del método de aparece en las páginas siguientes es una venión escrita de mb
enseñanu y, segun<lo, por la Jntensidad del programa de eru~ presentaciones en los seminarios. He revUado y ampuado
fianza, que es mucho mayor que la de otros cursos para médicos mis apuntes año tras afio y. al hacerlo, conté con la ullllsbna •
graduados. ayuda de muchos estudiantes y colegas de la docencia. He de
Casi desde el prindpío se reconoció que, para comprender reconocer expresamente la asistencia 'preStada. por' algunos de
en toda su plenitud el proceso, habla que experimentarlo. Por el1os m&s adelante.
beneficioso que sea, para su capacitaci6n, qu6 el futuro cirujano Pero creo que primero debo decir algo m6s general para
tenga la obligación de someterse a una operación de importancia <lar la tónica del esplritu didllctico con que se preparó este ma·
para conocer de verdad algunos aspectos importantes del pro- terial. Tuve la suerte de crecer junto con el psk:oaoAlisll en
ceso quiiúrgico, esto t~avia no se e:dge en ninguna parte, que Estados ·unidos. El afio en que se fonnaba el Instituto de Berllo:.
yo sepa. En educación psicoanalítica, en cambio, esta ei:perlen- yo era uo joven psiquiatra que se familiarizaba. con hombres
cia se considera esendnl. Es una experiencia que precede a toda que marcaron rumbos, como Adolf Meyer, Smlth Ely JeWHe,
capacitación te{>rica y a tOOo Upo de práctica. Las precede pero A. A. Brill, Adolp~ Steni, (:,_P, Q~@i:f, W_!lli~t.~----··
no las sustituye. White y muchos otros. Mi gran maestro Elmer Ernest Soutbud
La teoría general y los métodos priicUcos del psicoanálisis acababa de morir. Si bien aprobaba la importancia que el psico-
ahorn son de conocimiento común en Jos cfrculos cientlficoo. Se análisis asigna a la psicología, a Ja que la mayoría de 108 bom·
expusieron en un centenar de volúmenes, pero con mayor acierto bres de ciencia de la época desconocían, consideraba que e1
en la colección de trabajos del fundador. Todos los psiquiatras psicoanálisis es pesimista y se ocupa demasiado poco de tknicas
se familiarizaron con ellos a trav~ de su educación psiquiátrica constructivas, prácticas y directrices. Estoy seguro de que 11
básica, pero quien ha pasado por la experiencia del psicoanálisis hubiese vivido mis, habría cambiado de parecer. porque fue
personal, estudia y C."a(lla n la teoría psicoonoUtica <le manera el hombre de mentalidad mlls amplia que conod en mi vida,
distinta, porque este proccc..limlento Humina mejor el pasado -su pues en 1920 tuvo una visión de las potencialidades do la psi·
propia experiencia- ns! como el futuro -comenzando con Jas .quíatrfa que en la actualidad recién estamos comenzando a
expcriencio..s de su práctic:a-. Lo pr¡.icticn psicoonnUUca se inkio <:aptar. ¡ '
como una capncitoción supervisada, pero se b[lSa en la teoria Rt..>cuerdo haber escuchado a uno de nuestros jóvenes cole--
que se ha estudiado y en el proceso que se ha experimentado. gas más promisorios, que acababa de regresar de Viena, c:uando,
Este libro versa sobre la teorfa, la teoría del tratamiento. en una de las reuniones anuales de la Asociación Norteame.
No es un manual de prác.:ticas sino el examen de algunos prin- ricana de Psiquiatría, describió ante un pequefio grupo de
cipios psicodinámicos que operan en la práctica. Es el producto nosotros sw experiencias personales cuando lo psicoanaliz6
~e. In experiencia subjetiva y de la experiencia objetiva, esta Freud. En esos Uempos habfa muy pocos psiqulatras, y pocos
ultima con p!ldentes y ("Studlanlcs. Esto.s experiencias adquirie· de esos pocos admitirían abrigar algún interés en el pslcoa.o6·
ron forma y se enriquecieron con )115 palabras vecloras de los lisis. Eramos todos ..neurólogos'" o "'neuropslqulatru'" qulzb, o
muchos que escribieron para que nosotros los leyésemos. DestJe bien directores de hospitales estatales o médicos asistentes. El
hnce mucho, una de mis funciones en el Instituto de Psicoaná- aspecto que mis nos apasionaba era la neurosffilis y no las neu·
lisis de Topcka consiste en cJictnr un curso sobre técnica; lo que rosis ni la ·esquizofrenia'". Se acababan de introducir nuevas

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dervescentes y a menudo provocadores psicoanalis.tas, y· los j6- ·
técnicas diagnósticas y los que estábamos en condiciones clc- \'enes como yo, que en realidad no sabíamos qOO er~? ellos. F_ue ·•
utilizarlas y que sabíamos algo sobre Ja manera de administrar él quien maquinó la afiliación de la Asociaci~n P.~ 1coe.~llti~
la droga mnravillosa d e la época ( nnda do penicilina, nada ele· Norteamericana y de la Asociación Norteamencana de Ps1qwa-
dorpromacina, nada ele vacuna Salk; ¡arsfenamina, nada me- I da y quien, junto con Brill, creó la sección psicoanaliUca de
nos!) , vivíamos realmente a tareados. Como en esa época la slfilis. .esta última organización. .
no tratada t:ra muy co1nún, lnmblén abundaban la neurosífilis Sin embargo, mucho tiempo trascurrió hasta que se VUlO a
adquirida y la congénita, aunque muchas veces venlan enmas- :nt.-cptar de verdad al psicoanálisis. Toda tentativa tendiente
carRdas. El lector re<.'ordnrá que Freu<l comentó que una gran a discutir las nuevas teorias era objeto de ridlculo, desdén Y
cantidad de sus pacientes neuróticos eran hijos de sifilíticos, condena. ,Ningún médico que tuviese aspiraciones académicas
dando a ente nder así que la sífilis c:ongénita crn un factor etio- podía darse el lujo de vincularse con el psicoanálisis ni con los
lógico pret:lisponcnte. ..psicoanalistas". Esto, por supuesto, hizo que resultase tanto m'5
Los distintos tipos de psicoterapia, aunque sin duda acJm¡. atrayente para algunas almas alertas e independientes -:Y• debo-
nistrados con buenos rf's11ltndos en muchos pacientes por los mos agregar, rebeldes- , y un ingrediente. de marti~o acuci6
neurólogos, no se consick rnbn n científicos de verdad. Las neu- el espíritu de aventura que entrañaba la mvestiga~1ón d e las
rosis estaban prolíjnmcntc l'mpnquetaelas en las categorías <le nuevas teorie.s y prá.cticas. · , ' .
"psicastenh\.., "neurastenia" e "histeria". El lector recordará lo De tanto en tanto aJgunos médicos del país, como. yo, se
mucho que Freud se th•jó influir al pdncipio por esta clasifica- ..convencian" de las bondades del nuevo método Y se pregunta-
ción. En cuanto al trnlamiento, el régimen de reposo absoluto ban cómo y dónde (y si) obtendrlan educación sistemática.en su
y alimentación íoruuJn ele ' Vl'ir·Mitchell era mucho mejor cono· modus operatuli. Por todas partes, en los círculos psiquiá.~.cos,
ddo que los programns mÁs racionales de Ja net, Dubois, Ribot 'Se discutia si el psicoanálisis personal era o no un ~eqws~to .
y otros. Se prescribían y tnhninistmban diversos procedimientos necesario para utilizar el método. La Sociedad Fs1coanall?ca
con placebos - eléctri<.'os, térmicos y mecánicos- en In buena de Nueva York prácticamente se hizo añicos por esta cuestión, ·
fe <le que su valor sugcslivo obrnba bien por alguna misteriosa pues sufrió ..una crisis tras otra durante cinco años". según-dice
rezón. En los hospitales es!atnles cund!A. el m6.s pesimista nihilis- Obemdorf en su historia. Mi "'éxito" con unos pocos-· pacientes
mo terapéutico; no se esperaba. que nadie se recuperase <le cual- rasi me h abla convencido d e que esta educación especial no
quier tipo de enfermedad mental y, si la recuperación ocurría, se hacia fe.Ita, pero se Ja recomen~aba. Unos cuantos jóve~es psl-
la consideraba un milagro o un error d e diagnóstico. qufatras emprendieron viaje .a Europa, pero la preparación for·
Y entonces, por iuflnencia de Brill, janes, JcJliffe y otros, mRl se inició en ~te pais en Nueva York, en l~.' Cuando' en
llegó el psiconnñlisis n Eslntlos Unidos, donde estaban en des- 1930 Franz Alexander llegó a Chicago, era· el primer docente
Hrrollo la psicolog!a de William James, la filosofla de Josinh plenario de psicoanálisis (y pro(esor·universltario ·de psicoani·
Royce, la psiquiatría de Emest Southand y la psiquiatría de lisis) en Estados Unidos. ~Creció el análisis didáctico a un
Adolf Meyr,r. William Alnnson White tuvo mucho que ver .c on grupo de nosotros que posteriormente .ayudamos a él Y. a IJonel
la constn1ctiva fusión ele estos puntos de vista por medio de su lllitzsten y Ralph HamiU a organizar el segundo imbtuto psi-
diplomacia y de su inkinliva. Ero cordial con todos: los conser- coe.nalitico de Norteamérica en 1932.
vadores d irectores d e los hospitales, los altivos neurólogos, los
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El prerrequisHo del psicoanillisis personal, que tanto pertur- riencia de hacerse psicoana1izar. Tengo la seguridad de que mi
bó nuestros comienzos psko anallticos, resultó ser la piedra mi- propia opinión cambió. En ~tra época no sólo me parecía una.
liar de la educación pslcoanalltica. Cada vez reconocemos con gran experiencia educativa, s,ióo también el progrania teni~­
mayor claridad que el paso decisjvo de Freud hacia su más. tico por excelencia. Es ve~dad que Freud nos advirtió quo ne>
grande rcali7.adón, fue su wtlicnte autooxamen, su autopsicoaná- debemos dar demasiada importancia al efecto tempálttoo. Ahora "
lisis sin paralelo. Más que ningún otro mortal hasta entonces, sé que tenia razón; efecto terapéutico tiene, péro, en mi oPfili6n.
siguió esas grandes admoniciones históricas del "'conócete a ti no es su utilidad principal. No cabe duda de que hay medios
mismo,. y "médico," cúrate a ti mismó'. Gracias a Jo. que descu- más rápidos y menos costosos para aliviar la sintomatologla y
brió Freud, ningún psiqufatra tendría que estar hoy tan a mer- reorientar a los viajeros extraviados. El psicoanálisis Intenta mo--
c:OO de su propio inconsciente como en los tiempos previos a la dificar la estructura de Ja mente del paciente, cambiar su enfo--
epoca en que Freud cmpr("ndió este histórico cometido y reveló- que de las cosas, alterar sus motivaciones y fortalecer su since-
sus revolucionarios descubrimientos acerca de la personalidad,. ridad; no sólo procura reducir sus sufrimientos, sino cape.citarlo
para q ue todos nosotros los viésC'mos y los pusiésemos a prueba para aprender de ellos.
para trabajar con ellos. En mi entender, el valor educativo d el psicoanálisis va en
Este libro se escribió para quienes estudian el método psi- aumento. Es una intensa educación posacadém.ica, aunque cos-
coanalítico. La mayoría de éstos serán candidatos para los insti- tosa. Soliamos discutir si sería co1weniente o no que todos los
tutos psic:mnaliUcos. Sin e1nbargo, muchos otros querrán conocer que pudieran costearlo, se psicoanalizasen. El Interrogante más
los masienos que se desarrollan en los consullorios del psicoana- apropiado es cómo hacer financieramente posible q ue todos los
lista. H ubo una época en que he.l>rínmos considerado muy malo que enseñan psiquiatría y ciencias sociales pasen por esta expe·
que a los pacientes candillatos a psicoanálisis se les d ijese explí- riencia. Me parece que es más importante para ellos que adquie·
citamente "qué pasa''; con.<>iderábamos que esto atentaría contra ran un nuC"'r·o concepto de si mismos, de Jos seres humanos y
la e ficacia del tratamiento porque serla nocivo para 1os lectores del mundo, para que estén en mejores condiciones de guiar
que ofrecen rC'Sistcndas iulí•kctuales. En Ja actualidad en cam· a sus alumnos, que a una cantidnd similar de gente doliente
bio, los proce<limientos de lus sesiones psicoanalítfoas s¿ conocen para ali_vinrJes sus sufrimientos. ConHo en que no se interpretará.
tnn bien entre Ja mayorln de Ja gente Jnstmida, a raíz de un esto como dureza d e corazón; he pasado una vida entera tra-
sinn6mcro de infom1es casufsticos que se publicaron, que todo tando de aliviar el sufrimiento. Sin embargo, tal como veo las
lo que sea tan ~eco y téc.•nico como lo que ofrecemos en estas cosas en la actualidad, el mayor beneficio para Ja mayor canti·
páginas, escasamente podrlo. empeorar las cosas. Saber que el dad de gente no depende de la aplicación de los principios y ·
níspero es nstringente porc¡uf' lo leemos en un libro de botánica, conocimientos adquiridos en la ciencia d el pslcoanAlisis, sino
es completamente distinto que enterarse probándolo. En efecto, má.5 bien de sus aplicaciones terapéuticas en determinadas fns·
la esencia d el proceso pskoaualítico es que leer acerca de él y tancias. A la utilidad educativa del psicoanálisis, d ebemos agre-
~:::;!~cntarlo, son dos formas completamente distintas ele gar su utilidad como medio de investigación. Ningún otro
método terapéutico nos emefió tanto sobre la mente humana• .
Además, creo que la nctilud d e los psicoanalistas ha cam- En consecuencia, he d e seguir enseñando e indagando. Esto
biado en lo que respccla u quié n se debe proporcionar la expe· significa que seguiré siendo e~tudiante. Debo agradecer las

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<enseñanzas y consejos de mis colegas Otto Fleís<.:hmnnn, direc- Vayan mis úlUmas palabras <le gratitud para Kathleen
tor del lnslituto de Psicoanálisis <le Tupd:a, y u fintlolf Ekstein, Bryan, quien pasó a máquina cada una de las páginas de este
Herbert Schlesinger y JI. C. vnn cler Waals, Je nucslro <.:ucrpo libro no men05 de tres veces, pero siempre con mucho cuidado,
docente, quienes estuvieron en las discusiones del seminario . y vigilando que no se escapasen repeticiones ni otros gazapos.
también examinaron los diversos borrndores lle l'Slc 01 il!inal Espero que se nos perdonen los errores que pudieran haber
Y formularon vnliosns sugestiones. Los primnos burrndorl'S. Fue- quedado y que se nos Jlarne la. atención al respecto para elimi·
ron rev.isndos minu<.:íosanH'ntc por 1\luitwl·ll Citt'lsm1 lle Chir:ag11, nnrlos en alguna futura reimpresión. Con estas caras esperanzas
Norman Rei<ler Je San Fntm..'isco, y flalph \\'. Cerard de Ann de hallar una amable y correctiva acogida, me sumo a la
Arbor, Y cuando pienso en la ayuda que wcibí dí' diversas ma- hueste de ansiosos escritores que desafiantes ensayan sus alas
neras de otros colaboradores actuales y del pasado -Hol>ert por las rutas de los cielos.
KnJght, Frcdcrick 1-Iackcr, Jan Frank, \Villiam Pious, Mt•rton
Gill, Elizabeth Geleerd Loewenstcin, mi hermnno Will y mu- KARL MENNINCEft, M. D.
chos más- lamento tent·r que ·poner fin a estas breves palabms
de reconocimiento sin meudonnr a muchos otros . ¡Pero hay •que
n •spetar el principio Jr In realidad!
Agradezco muy en espec:ial a Philip S. 1lolzmnn , de nu('stro
cuerpo docente, quil:'n en los dos últimos nllos Jirigló las clíscu·
siones de trabajos práclkos que se hacen cll'spués de mis clases
rn el seminario sobre técnicn . El dodur llolzmnn ('xnminó ntert-
tnmente el mnnust•ríto e hizo muchas sugcstiont's y correcdones.
Harry fiulh , él mismo (.'Scritor y dilmjnnle (¡marido de una
psicoanalistn, por afüulitlura.I), asistió n un sim1úmero cJe sesio-
nes de nu~tro St'mlnario paro ca.ptnr mis intenciones en el
(.'mpleo del pizarrón y Je tizas de muchos colores. L0:s hermosas
tra.sformncionf's en colores quf'! Jntro<lujo en mis diagramas tan
!'intétJcos, debieron nhnn<lomuse en fnvor de los diseños en
blanco y negro. ~le ogro.dan y, supongo, serán de utilidad pnra
algunos lectores. a11rn¡ue otros podrán ignorarlos.
Creo_que las rcf<.>rcncias y trascripciones son exactas porque
hu cotejaron concienzudamente las bibliotecarias Vesta Walker,
de la Biblioteca de hl Clínica Menningcr, y Eliznbeth Rubendnll
)' ~mice Stone, <ll~ la DibHotecn ~Jé<lica . del Hospital de la
".Admini.Strac'ióf! de Veteranos de "\Vinter. ~Jary Douglas Lee, de
nuestra División de Publicaciones, me ayudó sin descanso con
Jus pruebas y el Indice <le ma.t~rlas.

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17
~/ lUJ

CAl'ÍTulo [

INTRODUCCION Y RESE1'A lllSTORICA

. '
Se trata <le si Jebemos decir q ue Freu<l invc11tó la téCnlca
Jel psicoanálisis o la descubrió. !
Comenzó con elementos sencilJos: un consultorio, una silla,
mm otomana, unn ru.:lilud <le preocupación aceren del problema
del que sufre y el declarado esfuerzo de contribuir a resolverlo.
Escuchaba y de vez en cuando hacía alguaa pregunta, ,pero sin
criticar. Poco a poco se dio cuenta de que escuchaba más dé lo
q ue el paciente habfo querido decir y que de este modo estaba
lenien<lo nccéso n material que antes era inconsciente. A medida
que él y sus pacientes aprendían más, mejoraban ellos y mejo-
raba él. Estruc luró así una teoría para explicar los hechos que
descubría, reunió más hechos y corrigió y amplió la tebda.
F reud diíirió de sus predecesores y contemporáneos en su h
premisa básica de que los slntomas de los pacientes eran deter-' '
minados por experiencias psicológicas anteriores, as( como actua~
les, y gunrdabon relación con ellas, además de reflejar factor~
hereditarios, constitucionales y físicos. lnclusive aplicó su m~­
todo de indagación )' exploración a si ' mismo, y creyó que esta
fue Jn experiencia que mfl.s conocimientos llegó a depararle. •~'
Desde el principio Frcud siguió Ja norma cienHfica de rl
describir sus procedimientos a sus colegas con Ja m&Xima pre- S_¡
cisión posible, en la esperanza de que éstos lo utilizarlan, y
C"Onfinnnrlnn o refutarlnn sus comprobaciones. Su consejo orlgl- ' ~
nnl pnrn quienes dcst>abrm nprcnclcr la técnkn fue citic debian ·

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seguir el camino que hnLía recorrido él, analizando sus propios
Ja teoría, si no la práctíca, había ganado terreno entre los profe-
suei\os, pero recién en 1913 recomendó explícitamente que los
!.iona)('s. Dijo que la técnica no estaba tan desarrollada como
que aspiran n ejercer el psicoanálisis se psicoannlicen ellos
para dar instrucciones sistemáticas. Advirtió que los médicos no
mismos.• Mucho más lardt formuló In advertencia de que, para
pueden hacer psicoterapia porque los pacientes no tienen la
adquirir la técnica, se requería considerable preparación.
intención de permitir semejante cosa. Habló bien de Ja lúpnosis,
La primera teoría de la técnica que enunció Freud esh1vo del estímulo, de los "ejercicios" de sugestión y de otros tiE°s de
implfcita en las exploraciones ternpéutkns que comu~icó en
psicoterapia, pero dio preferencia a su propio método catár-
1895.• En esa época creía que en la histeria una idea se torna
tico" que, como la escultura, "no intenta agregar ni introducir
dolorosa porque entrn en conflicto con los valores, ideales y
nada nuevo, sino sacar algo para que se ponga. de reJieve algo".
normas morales del paciente. El ..ego" ejerce entonces una fuerza
Les aseguró que no era una técnica fácil ..que se pueda Jmpro·
contraria o ..defensa", <¡ne desalojn de la conciencia n Ja idea.
visar". Previno que el padrastro de Hamlet nombró a dos
La idea se torna patógena porque es objeto de un rechazo: En psicoterapeutas tan torpes en sus esfuerzos, que Hémlet excla·
consecuencia, el tratamienlo se orienta hacia la superación de Ja
mó: "¡Por Dios! ~.Creen ustedes que soy más fácil de toca~ que
fuerza que produce el redmzo, o sea la "resistencia" defensiva. un órgano? Podrltn decir que soy el instrumento que quieran,
Aflora entonces Ja idm y el sínloma desaparece.
pero por más que se afanen no podrán tocnrme." t1..1
La técnica de Freud para superar resistencias consistió en Lo más importante de este primitivo trabajo fue la explicita
insistir en que una idea acudirfo a la mentt>, acompañando sus declarnción de Freud de que e l tratamiento psicoanalítico im·
palabras con la presión de su mano sobre In frent e del pacient<'. pone grandes demandas ni paciente, as! como al médico: al
Cunndo surgía un vínculo t·on la expedmcia olvidada, como primero le exige sinceridad, tiempo y dinero, y al segundo laOO..
una fantasía, una jden o un rrcucn.1o, se discutía rnlonct'S este riosn nplicnción y estudio. Algunos psicormnlistas olvidaron la
vinculo con el paciente. d cclnrndón que hizo n continuación y que debemos destacar:
Freu<l dictó cmúf'rt'ndns sobre su técnkn psiconnalític:'l "Consíclero que se ;ustl/ica perfectamente el recurTir a m~tndru
ante el Colegio de ~Jédicos en Viena en d iciembre de 1904. de c11mcló11 mcís cori veníentes, siempre que haya alguna pet'S·
Describió lo que él y eJ doctor Dreucr habían observado, y nlri· 1>ectiv<1 de conseguir algo por su Intermedio."
huyó a Breuer el mérito de haber introducido una '"novedosa En efocto, en ciertos estados el psicoanálisis es el trata~
terapia para las neurosis". Freud admitió con cierto orgullo que miento más eficaz. Algunos estados que en la época de Freud
se considcrnban incurables pueden mejorar, aunque sin curar
• ..Con1idero r¡ue uno de los vallo8os servicios de ht Escuela de Paf. del tOOo, con el tratamiento psicoanalltioo. Sin embargo, existen
coar.listas de Zurich es que hayn Insistido en esta necesidad, estableciendo otros estados en Jos cuales no estamos seguros de que el psico-
el requisJto de que lodo el que desee practicar el psicoanálJ111 en )o, demb,
tiene que aomd:erse él mismo al pslcon.nállsi1 de una penone competente, .. análisis sea el mejor tratamiento, y otros más en Jos que estamos
El prop&ilto de •prende1 lo que estll oculto en la propia mente no s61o 19 del todo seguros de que no es el mejor tratamiento. El psicoaná·
cumple mucho más r'pido y con menor costo afectivo, sino que en la propia Jisi~ es un procedimiento importante porque introduce grandes
persona H reciben lmpre5lones y ronvlceiones que podrlan buscarse en
vano estudiando llbroa )' asi11ien<lo a ronferenclu ·• cambios en los propios hábitos de vida. Es un tratamiento pro·
• Un afta de-rpuh Freud cre[n qne la idea r~hnznd11. sólo se lomaría longndo y costoso. Las cargas que impone, a veces causan ma-
pató¡ena si pudiese tener 11lgunn vinculación Hociatlva con la nifiez. yores perturbaciones en los miembros de la famJlia, si no al
20
21
paciente mismo, q11e lo.~ síutonms originales. La rnngin de Ja pa-
labra psicooiráfisis scd11 ("t' a los pacicntf's y les l'011fiere la Sí'C rf'la <le quiénes podrían psicoanalizarse y quié nes pOOrlan psicoana-
esperanza d e q11c>, si se hh-il-s<·n psicoannlizar, curnrían d l' todo.'> lizar con beneficio. Fr<'u<l no publicó más lrabajos sobre técnica
sus males y problemas. La i.:omLinudún de 1111 paciente dis- liastn seis nfios d espués, cuan<lo esbozó su impresión sobre las
puesto n psicon nnliznrst• y dí' un psknanalisln d ispuesto a ayu- "futuras perspectivas" de su terapia y mencionó a la contratras-
darlo, pued e conducir a la eristalizaciim dt>l hf'c ho práclico de ferenda y a las modificaciones de la técnica que ciertos estados
que el paciente no se hendkic c líuil'nmcntt', aunque por dcs- <'xigían.~ 3 • ª
grncia, d eb en\ gaslm nmd 10 tie mpo y dinero parn descubri rlo. Resumiendo nuestra reseña histórica, diremos que el tra-
Este problema c1e la dmndón v t•os lo d r l tratamiento fu e bajo de Freu<l sobre la interpretación de los sueños, aparecido
una espina clavada en lns cnrnes clei psicoanálisis <lf'~de los pri- en 1912, es una repetición d el famoso estudio publicado en 19(X).
meros tiempos. De n•z en c nnndo hubo quienes preconizaron Volvió a insistir en que no tOOos Jos sueños se pueden o se deben
métodos de psicoanálisis hrc.·,·f's o más breves de lo común, p<'ro interpretar, aunque quizá cada sueño contenga una imagen
d espués de un brote transi torio de interés y notoriedad, desapa- o un reflejo <le la neurosis total. Ese mismo año se dedicó a eS-
recieron. Algunos recontarán los psicoaná lisis de tres m eses que tu<liar la relación entre el paciente y el psicoanalista , sin consJ·
prometió y realizó por un tiempo Otto Rank . Por otra porte, se
<le-rar ya a Ja trasferencia sólo como una resistencia al trata-
criticó acerbamente ul pskoa uálisis por su duración. ~Jncalpinc
miento, como habia hecho dos años antes, 49 sino como la más
y Huntcr l:tl st•lialan que, a med ida <1ue aprcnd<'mos más sohrc
una teoría, debnínrnos rstnr en ro ndiciones d e a brev iar In prác- poderosa d e las fu erzos que intervienen en el proceso terapéu-
tica y hacerla más efkn.z. En cambio, los psicoarnllisis que antes tico. "Es innegable que e] subyugar las manifestaciones de tras-
insumhm un afio o dos como término m('dio, ahorn duran el ferencia ofrece las más grandes dificultades ni psicoanaUsta,
doble. El tratamie nto d e Ju tubC'rculosis, In ncumonín y otros pero no debemos olvidar que sólo p restan el inestimable servido
es tados médicos y muc.·hos <JUirúrgicos, fu e abu·viándose a me- de hacfr que las e mociones afectivas sepultadas y olvidadas del
d ida que se ad11uiricrun mnyures conoci mienlos ni respecto. Lo paciente, se tornen reales y manifiestas ... " Aunque Freud ya
mismo suced e con la mri )1oría de las enfcrmednd!'s psir1uiátricas había <li<icutido los aspectos positivos y negativos de la trasf~
que requieren hospitulizni.:ióu. En t·nmbio, d lrntllmi c.·nl o psico· renc in. sólo se refirió extensamente a las manifestaciones posi·
ana lítico es más prolonl:{ndo uhorn que a ntes." tivns del fE>nóm eno y, en particular, al componente erótico de la
Algunos afios hnbdan de trascurrir hasta que Fr<'u<l y otro.'> trasferenc.·la positiva.
psicoanalistas se prouuul'iascu <lt~ modo m:'1s cspl'l'ÍÍko accr<'a En 1912 y 1913 Freud se ocupó wn cierto detaUe de varios
nsunto!i muy importantes, como el periodo de pnicba del pslco·
•. Pieu, Ut~r11sh•i11, E. Sh·d~1 y o\rn1 ~'' reflrh,,on fl t>Slt• problema. que
f1;1c ~1e11 resum1<lo por Hudvlf Ekstt>l11.:n En su 11rg11ndn p11 hlicad6n sobre análisis, el cfeclo de Ja.s largas discusiones preliminares, Ju dili~
l eCll!t'n, una Sf't'dón snhre p~lt·otnupln íJnt' nrmrf!cf! rm 11n lihro d " IC'.'do d e- C;ulta.des que surgen cuando ya existe amistad entre el paciente
Loewenfeld ( 1904). Freod mismo ndoptó Ja postdón de q11e se debe con- o sus famHiares y el psicoanalista, la valoración de Ja actitud del
siderar al paiconn•U1is 00 11111 una et..luettcltm 1upleml'nlarln, y menclomi
qu e é~a podría ~uerlr de seis me.'if's a lr('S años. Fue en este tmbejo donde paciente hacia el tratamiento, la frecuencia de Jus entreviltu, la
d e scnbió espttiftcnmenle In regla bRsicn)n Pnrn UnA e•t-elente elp»ición duración del tratamiento, el empleo del divé.n, las primeras ~
sobre la relación entre psil)ulntria y psicoomílisis, vr:ise llil\.lf
rnunkaciones, la mane ra de enunciar la regla fundamental y el

23
~7~~l:ir tratamientos méUicos durante t'I psicoarnílisis.• Tam-
el psicoanálisis no sólo tiene que atender al significado incons·
miento )' io~;::!~n7o:b~crvar influencia de~ comportu-
!ª ciente de los pensamientos del sueño, sino a la aparición en.
del psicoanalist el pc1cJ~nte sobre Jns impres iones sueños de preocupaciones conscientes, como el proceso psico-
recomendado q~eª~~rcasi~:a~~~:· M.!'.'".tr.as que ~n .1910 había analítico en sí o peruamientos y sucesos del dfa anterior. Advirtió-
autoanálisis" " p sln 1rucie su prnctJcn con un ª sus lectores que el análisis de estos pensam ientos conscien-
dos ai'ios á pa~ _superar su contrntrasfercncia en él mismo"
tes o preconscientes es tan importante como el de los deseos
psfcoanalJ: s lnr e propuso que "todo el que desee prnctira;
inconscientes reprimidos que hacen posibles los sueños. "Es de-
o. cargo de :n~ otros, d t>be somett'rse primero a un psironnálisis masiado fácil que se olvide que el sueño por lo general es sim-
cfa de Jos aspec~rs;;~í \~1;~~~ent e", pnrn ndq•:irir así l'Oncit·n-
1 plemente un pensamiento como cualquier otro, pensamiento que·
sión de lns rcvefndoncs del pnl'i~~I~. entorprecnnn su comprl'n- se posibilita por ta atenuación de la censura y por una intensi-
En 1914 apareció su i1nportn 11 t • 1 b . "I íicación del incomciente, y que se deforma por Ja operación de
repetición y penet ·n .·, .. 01 e .rn ªJº kmC'm111·adún, la censura a causa de la elaboración inconsciente."
e . . 1 uon • en el <J ue se refirió al J <l ·I
v~~~~7:~:~ !nterior C'U el lrntnmicnto. Había JIC'gnd1:~ coi~­
1 Freud no habla escrito ningún trabajo sobre técnicas du-
rante cerca de veinte años, cuando publicó "Análisis terminable
tos del pas d CJu e el rn crn hc('ho de entender los nrontedmicn-
e interminable", otro tmhajo corto, ..Construcciones" y el capi-
Uende a re~t~r ~~ ;~;~~~ªc ~ 1~:ción, porque Ja gente siempre
1 tulo sobre técnica en su libro Bosque;o de psicoanálisis. En estas-
rencia por más .. . .. proceder actual y en Ja trasfe- obras, que fueron sus últimas, aunque admitió que el psicoaná-
n la J~terpretnci1~c ~n fJenJn , t.l~s conveniente seda orientar lisis, como la mayoria de Jns formas de psicoterapia, ayuda a
riencias del d pnia que se entienda la rC'pctición de cxpc-
muchn gente, reconoció los límites de sus realizaciones. No s&
deJ ind ' 'd pns!l o que s.c ~similnron en el "carácter general"
S JVI uo~ en vez (fo !mutarse a recortlarfas. trata de un procedimiento francamente profiláctico rú perma-
nico ~ produJo ~:pués un largo silencio en lo tocante a la téc- nC'ntemente curativo.
psi~na~í~c~pci n <lcl trn~ljo "Líncns tic ndelnnto en tcrnpin Por lo tanto la técnico, como tal, fue primero una preocu-
Ja abstenc1' : 'c!ue se pubh.c6. C'n 1919 11a y en el que insistía en pación temprana y después una preocupación tardía de su des-
cubridor, lo cual es tanto más interesante en vista de que podría
lisis; y dos tmba~~ s:~'fJU7nnien~o funUnmental del psironná-
>rc os suenos. En lus últimos sefinJó que ser esto -Jn creación de un instrumento de investigación- Jo.
que en última instancia habrá de figurar como la más importante
• Mnchas tle elCru cou~i1lerncl <le sus contribuciones. Freud nunca dedicó un libro a Ja técnica,
lécnlcn t'SCrilos l'lltrt' J9I2 Y l9t~n~ét'Stán ton u~ serle dto fmbnjos 30hro
de la. ~!hlJo¡rnfia. · nse, por e,emplo, 60, 49, 59 y 61 nunque vnrios de sus seguidores lo hicieron. El primero de ellos
dJgn llh~=en~-:.ei~r':;u~sl:: :~l'ns Y asocJaclonea:, soiklta RI pncfente f¡ne
fue Sm ilh Fly Jclliffe, cuya Técnica del psicoanálisis se publicó
en 1920. Jelliffe fu e un expresivo y vigoroso precursor norteame-
Que )o llevR df'sde repoflo 5 linsc':urre, • COmo baria t'l1 una conversnt'iÓn
\'flTSlón de 111 hfstorin Jcs ~fh•Jr.rte reyesd. ~ntes de pedirle.~ una dctallnd11. ricano cuya preparación básica y práctica inicial fue neurológicn
1u1 mentes, aunriue l ~s PRrrzrn- 11 :;~1 e ; n. narrar todo lo q 11 e pase por y cuya prodigiosa familiarización con la bibliograHa y con
o que no lltone sentido· insi~c mlO ~1ene impo..tnnl'IR, que no vielll" RI
d¡ sorderlrlo podriR re.o;uhnr 'rmhnrn:to~c o ¡n,qne, no por el hecho de 1]11e
los que marchaban a la vanguardia en la profesión en todos los·
países, le dieron un puesto sobresaliente. Desde el principio-
e tosa narración ning,in Pt'nsamit>ulo. 0 ~d;.~.,o~so, se debe omitir jnmíls
tuvo en cuenta la importancia del psicoanálisis y conoció perso-
24
25
nn.lmetn~ a Freu~, Jui1g y a los primeros psicoanalistas. Sus estos libros. La segunda y la tercera generación de psicoanalistas
producc1on~ ~scntas se carnch•rizaron por un po<ler de síntes is <lesarrnlló de tanto en tanto determinados puntos de vista o
Y por una eh~16.n que nun<:a hicieron jusliC'ia del todo n su pro- énfasis en la utilización de los pdncipios psicoanaliticos básicos.
fundo c~n.oc1m1~nto tl.e la materin, y su texto, aunque ocupa Esto introdujo conceptos un tanto discrepantes sobre la técnica
u~a pos~c1ón pnmordml, nunca llegó a pre n<l er J e! toJo El del psíconnálisís, a los que a veces se exageró como innovaciones
m1si;no .ano Erne~t Jo~c·~·. dl' lng lnt errn, publicó un Jihro s~brc ~ingulares (cosa que raras veces fueron) . Algunos de estos siste-
In tecmca del p~1coanul.1s 1~ ; dos mios más tanlc lll·gú c:J claro y mas se hicieron tan divergentes que trascendieron la definición
popular, pero eiunt>~~ libro <le David F orsyth. F ercnczi publicó de psiconnálisis que formulara Freud y a la que adhería la gran
ent~nces unn coleccion de lrnl.mjos sobre el tema, que apnreci6 mayoría de los psicoanalistas.
en ~nglés en 1926 comn Cu11t rilmcicmes adicionales a [a teo f
y ~c~nica de~ pslcoallfífi.fis. A éste le ¡¡iguió en 1028 la prim:r~ Hubicn<lo reseñado escuetamente Ja historia y bibliograHa
cchc16n d(') hL.ro de Glo\'er, IJUC \'Ol viú n tenC'r el mismo lítuJo de la técnica psicoanalítica, entraremos de lleno en el tema de
que los <l e Jcll1He y For.~rtl 1." nuestro texto; la troría que fundamenta al prdcedimiento y que
. Du~ante cnsi diez niius 110 npnreció ningún libro sobre téc- se adopta en él. Hemos tfatado c1e demostrar que el procedi-
nic;a .ps1coanaliticn. Después sa lió l'i manual C'mim.> ntt•mcntC' miento psicoanalítico se desarrolló con prioridad a la postulación
~r:\ct1ca; <le Lnwrencc Kubie, A speclos l'f<ÍCticos del psicucmcí- <le una teoría global. La teoría se formuló y muchas veces se
1'.s•s, gum parn los cantlitlalos n la cspcciali<ln<l, profanos intc- rcformuló a medida que Freud y otros psicoanalistas adquirie·
l_i.g7n~~s Y colegas, con el fin de justificar dt•rlas np:lrcnks ron creciente experiencia con el método emplrico. No hay teorla
ug 1(~c::es y noveles conwndones tic los prOC('tlim ientos psicu- completa, y sin duda la teoría del porqué y cómo funciona el
nnn l1t1c..:os. Algunas d<• é.~t a s to<lavía susdt an curnt·ut.irios y eon- psiconnálisis scguiríi experiment ando modificaciones.
trovcrsm, como la . escala dt• honorn rios flu clmmlt's )'el cobrar El procedim iento del tratami ento psicoanaHtico se basa en
n I~s C.'U iegas . méd.1~os ln asistt·ncia tcrnpéuticri, <J UC', pnrn algu- el clásico modelo médico del paciente y el terapeuta, que se
nos, L'S una v1olac1un dC'I j11ramt'nto hipocrático. rct'mC'n e n una relación de uno a uno y que se S('paran para
D.es~e .entonces apan.'<:iC'ron mu chos libros qu e <lcstncnron volver a reunirse en días sucesivos. Surgen así una situación y
los pn,nc1p1os y describieron fas prácticas de Ja técnica. •• La una in lcrrelación que nos proponemos examinar dinámicamente.
mny~na de ellos lrahm lu leorfa irnplkitnmente y, por supuesto, A diferencia del médico corriente, el psicoanalista no esté.
l~mbJén se In encnrn <'n diversos libros de texto, pero, en cnm- preparado para proporcionar ayuda o alivio al paciente con la
bm, no se exponen sufid e ntt• ciertos nsµt•ctos de In teoría qut• mnyor rnpidez posible. Es probable que para que descubriese
respaldan n In técnico, a pC'sar de CJUC t•stán impllcitos en to<lm el método psicoanalítico, haya sido esencial que Freud se haya
·dejado arrastrar tan poco por el furor sanand' que consiguió
:abstenerse de la t:ompulsión de hacer (e inclusive decir) cosas
al paciente que gemia y se debatia a través de los diversos pasos
del descubrimiento de sí mismo. Esta circunspección resulta
muy difícil para el joven psiqufatra término medio, con excep·
ción <le ciertos individuos muy pasivos que parecen proceder

26 27
en la presunción de (jllC irradian rayo.e: cumlivos, de modo que p:¡,icoanalistas sostienen determinados principios y concepciones
los pAcientes tienen quC' ponerse bien con sólo exponerse n ellos. en común, no todos concuerdan mayormente en cuestiones espe-
En este sentido Gro<ldc<:k tuvo una sabi<ludn semcjnnte dfícas de formulación, deíinición, predicción y procedimiento.
a Jn de Frcud. Durrcll lu din y lo parnfnuca con estas elocul'nlcs Tanto mayor motivo, por lo tanto, para que se establezcan
palabras: esquemas teóricos, como tratamos de hacer, para trazar el ca-
mino para el estudiante . Los viajeros más viejos no lo seguirán.
La enfermedad, enlonccs, gu:udn In mismn relación con el paciente ni necesitan seguirlo.
ciue su escriturn, su lmbilidnd parn escribir poesías, sn bcil!t!ad pom ganar Existe otra actitud que es importante que los estudiantes
dinero; la creación, &E"a en un poema o en un cincer, siempre es puro adquieran. Consideramos que el paciente nos dice de si mismo
C roddeck una creación, y lri vidn del pnciente tmsuntn p.1m él ese lengunje cuando habla, pero pode~s adoptar el criterio de que, en los
de una misteriosa fue~ quC' at•tún por <lebu;o de lri superficie; delrh <lel silencios o en otros periodos de gran resistencia, nos oculta
andamiaje ideológico que t>I ego ha le\'antndo en lomo de sí mismo. La información a nosotros y también se la oculta a si mismo. El pa-
eníennedad, por lo tnnto, pnset' su propio lengnnje no meno' que la salud,
cíenle siempre comunk:a algo, siempre se revela a sí mismo:
y cuando se plantffiha b cucsti<)n (le la curndún, Grodd~k insistía en
cncnmr a su pacif'11te, nn pam i11mi.~cuir.re en su "enfermedad" sino pam • El siguiente comentario notable ¡obre la relación entr11 el paciente
cnsay11.r e interpretu lo <¡11e su "ello" estnrln tmtnndo de expresnr n través y el médico ocurre en T/J, Scariet Lett~ (La carta escarlata). de Nathanlel
de Jn enfermt'<lnd. La curo, romo vimos nnlt'S, sit'mpre f"~ pnrn Crocldtck Hnwthome:
el resultado de influir sobre el ello, de haberle enseñado un medio de "Parect-ria que consideraba esencial conocer al hombre antes de tratar
d e hacerle bien. Dondequiera que haya un oorazón y un Intelecto, las
nutucxprtsi6n menos doloroso. El médico d esempe fü1 1:\ fondón de un cnln· enrermedades de la 11rmaWn flsica están teñklu de las pecullaridadet do
li:r:ndor, pero ln mnyol'Ín de las veces su intervencilÍn eficaz es 1111 nccidt'ute. 11mbos. En Al1hur Dim~ale, el pensamiento y la Imaginación eran tu>
Por lo lnnlo, para Grixltfot·k r l arte de curar f'S uoa especie de o.tlellsmo nctlvos v 11 sensibilidad era tan intensa, que es probable que bi enfermedad
r s¡)Jritunl para el ml.Jico r r l 1mcirnlc; pnrn el 11rimcro, porque n tr:wfs del cuerpo Nya tenido sus cimientos en ellos. Por lo tanto, RogM ChUliDg-
worth ~¡ hombre de saber, el m6diro cordial y bondadoso- se empeñó
del C'OnO<"lmiento ele sí mirnio nprf'ude n cumr n su ello 1le sns d rM\juSll"S,
)', parn t'I sf'gnndo. pon¡m• nprt'mle (•cm l;i disciplinn d e In inlnpr,.tndún ;,~¡~~=~~~~uJ:i¿c:J:~f:s°'!:n!%.:cr:, d; :J:~:::· t!:d~ª=ºP=
n emplenr lo q11e Crnlrnm 1 lowt· l1Pno111i11ó ron tnnto nde110 "L., fuerza dc dente lacto, cual btucador del tHOrO en tenebrosa caverna. Poeo1 teerdot
vohmtod d e la folla de de.~<'n"; <'11 otras prd:iLms, cúmo li!Je"rnrst' n s[ mi~mo escapen al investigador que time oportunkllld y licencia para emprender
del ele.reo de ' "mr.21
br~ti~1~:~:~~~~ued=l: :~.i;~~,::~r~~~d~
médico. Si ~lle posee Innata aapcklad y algo rnb que no tiene nombre.
Saber ~pernr, conn<:f'r d momento oportuno pma aclnrnr, llnrnfmoslo Intuición; si no muestra un e¡olsmo tntru11ivo ni prmmt:a c:arac-
snber cuflndo contestar, llth·crtir, recordar o interrognr, son pro· terlstlca1 discrepa.ntes propias muy notables; si posee el poder nece.rio, que
tiene que haber mcklo en ~l. de colocar a su mente en tal afinidad con 11111
b lemas que torturnn 111 psit:onnnlista principiante. La mayoría
de ellos se disipan si se llega a adquirir esta nctitud que expresó
Groddeclc y si se logra coptnr en su totalidad el marco <le refe-
~i;::.~ := ::i.3:7 11":'md1,~i.11C:,!': ~~":'a1:!6';
no ., reconocen tutas veces con una e.s:presl6n de shnpatia como con siJen·
clo, un ITIOrl09i11bo e11:preslvo y de ves en cuando alguna palabra para
rencia teódco deJ tratnmiento. Indicar que se 1o entiende todo: lf a esta• califUclonn del confidente •
No se pueden esperar respue~tn s terminantes a estas pre- le suman Ju ventaiai• que le proporciona tu reconockla c:ondic'6n de mé-
guntas en Jos libros. En eÍl'<.'to, Clovt'r,"~ y d e nuevo Dcllak y dico, entoncet, en algún momento Inevitable, el alma del 1uhJente se
dbolverá y corred. fluida en un oscuro pero trasparente torrente, llevando
Smilh,1 d emostraron ampliamente que, si bien Ja mayoría de: los todo su misterio a lo. luz del dla."

28 29
tccn d e psicoanálisis completos grabados, c?m.o la que M~to~ ·
inclusive en Jos pt.>ríodns d e silencio y liastn cuando es menos Gill l~ está tratando <le recopilar. Esta b1bhote~ penm';111'
que sincero. Es parle <lel arte y Ja técnica del psicoanálisis el hacer una compnración <le técnicas psicoannUticas, mtr®uc1en-.
ser capaces de adivinar qué dke en "1·ealidad" el pncienle Cuan- d o así una aclnración de los métodos y resultados . .
do no "dice·· nada o (·mmdo Jke "otra cosa". El paciente y el Otro medio sumame nte útil para enseñar·, consiste en ofr~­
psicoanalista t ratan d t.J ,k~cubrir juntos c1ué conflictos, impulsos, cer un modelo ¡náctico de Ja fmma en que funciona la t~rap:·
defensas, resisknc.·ías, at.'titu<lcs y temas están detrás o dentro psicoanalhk-a. Para hacer esto hay que recurrir a detenmnad
ele estas diversas fonnus de comunicación verbales y no ver- esquenmtizacionE"s, n Jos cfcclos d e d esarro1lnr un sólido .~ue­
bales. El psicoanaliSta pf'rmanecC' l' Omo nliado del ego dt'I pa- l~to teórico-práctico. No tratarenms de <lesarrollar las mult1ples
ciente en la Jucha d(• t' Sl' ego t•on el id y con los diversos nrtifícios y sutiles ilútrendas, variantes y complicacion es del proceso psi·
y estructuras clcfonsiYas. Esta alianza ( '$ esencial en el trata- t·onnnlítk:o .porque el estudiante y el lector podr:'-n consultar·
miento pskonnalítko. Si bien no «'S t"l.1rat i\'a de por sí, es una nlgunns de !ns publicaciones ni respecto, Y l~s de1aremos para.
condición nec.-esaria para r¡uc ocurra In mcjoda. i;u estudio ulterior en el curso d e la ma~urac16? del. candi~:~:¡·
Se plantean, entnnrC's, estos interrogantes: ~.Cómo nyutlnr Nos proponemos examinar, en cambio, la dmám1ca i:se .
n los candidatos q. ntlqnirir una "nc.'litud" c.'Oru•c:ta? ¿Esto puedc- <le la situación interpersonal que ocurre en el contrato bipartito.
<.'nse1"iarse? En ese c.·nso, ~.c:úmo? ¿,El cjrmplo de sus propios 0 dd trnlamienlo psicoannlltico. El desaparecido doctor Max-
psicoanalistas nlcrinza para instruirlos? Un.a Uase sólitla P.ªrn well Gitelson prefería la palabra pacto y el doctor Ralph. G~~n­
aprende r, f'S que el t·1111didato nUquiera una poción global e.le lo son opta por hablar de alianza. I~eo;ios de .a plicar,e_stos p~ncipios,
que trata de hacer, do lo cp1C' es el proceso y a dónde lo llcvn, dinámicos a la situación terapeutJca ps1coanaht1ca, señalando.
así como a poslrrinri ~<' podría adquirir un mapa de una región las presiones y valores que se pueden movilizar para favorecer
recorrida en un viaje (mr el e.ampo. Apn·n<ler a "hacer" psico- la verbalización del paciente ante el tera peuta que lo ~~cha.
análisis no es como apreJHJer a andar en una bicicleta que se Estas verbalizaciones se acompañan o se sigu en de gratif1caclo--
d esplaza por una tiC'rrn firm e familiar; se parece más, e n cambio, nes y frustraciones que alteran d e ~od~ tal el ~I_!ili~rio de la,
a nprender n volar en nvi{111 ( o a pilot<-ar un p laneador). El aire rdación, que <lelerminnn una evoluc1ón progresiva . S1 el lector·
es muy d istinto a la tierra firme y hay <JUC adquirir el se ntido observo. los temas de los capítulos que enumeramos, comprobará.
del medio nuevo y rclalivamcnte extraño en que se opera. Hay que las reacciones interactivas recíprocas del paciente Y el tera-.
que aprender a pensar en términos de Ja motivación incons- peuta en el curso del proceso -pacto, contra.to, alian~- se .
cic1~tc y d el "'lenguaje inc:onscicntc" del paciente, y de las propias presentan en forma slstem6.tica y sucesiva desde su inicie.ci6n:
reacciones inconscientes -ns( como conscientes- frente a este hasta un punto en que el ,proceso termina Y las partes se separan.
lenguaje y a las comunicaciones que· se nos hacen. El mismo Esta visión panorámica nos permite examinar los fe~menos:
Freud comparó al psicoanálisis con aprender a jugar al ajedrez, de la trasferencia, neurosis de trasferencia, regresión, resistencia,
en que hay que saber determinados conCeptos de poder y movi- interpretación y así sucesivamente, en una pers~va que lest
mientos, nsf como jugadas <le apertura y de cierre bastante este- confiere un significado más claro. Algunos podrán objetar que
reotipadas, en tanto q11r se requiere creciente originalidad en esta nitidez o claridad entraña ciertas distorsiones o repr~enta·.
medio de Ja partida. Un coadyuvante muy útil sería contar con ciones erróneas derivadas d e la excesiva simplificación. Sm ero...
un cuidadoso estudio y una discusión 'responsabJe de una biblio-
31
30
bargo, este es el dilema pE'renne del maestro: si explicar con
claridad· o explicar con nbsoluta exactitud. Para trasmitir un mo-
-deJo, el maestro tiene que declarar y diagramar con clarklad
algo que en realidad no SE' puede ver en absoluto. El estudiante
ti ene que "aprender" tJUC las cosas son de tal y cunl modo para
estar en condiciones ck <lu1·sc cueuta después, que en realidad
no son del todo como él las habla aprendido. Para t>ntonces, em- CAPITULO 11
pero, es probable que haya entrndo en d espíritu dC' la cuestión
y que, a partir de eso, ¡meón aproximarse un poco a la verdad. EL CONTRATO
Si es un estudiante de verdad, st>guirñ reformando esta aproxi-
mnd6n a trnvés de toda su Yida.
La situacl6n terapéutica psicoanalltica como transaccl6o
entre dos partes

La palabra psicoan!llsis ha venido a adquirir un valor tre-


mendo. Muchas veces los profanos la emplean en forma errónea
y casual como sinónimo de entrevista con un psiquiatra, de una
sesión de pruebas psicológicas o un curso de psicoterapia. Aun-
que pasamos por alto estas fallas con indulgencia, debemos estar
sobre aviso acerca de las proyecciones miigicas de la palabra.
Aunque Freud le asigo6 una definición específica, se la utiliza
de muy diversas maneras y conlleva un aura de mjsterio y 1ra:5-
fonnación.
Toda palabra de trascendencia tan profunda, de tan varia·
d~ aplicaciones y de popularidad tan indiscutida, se presta a
la mistificat:ión. Algunos disidentes, como Adler y Jung, tienen el
mérito de haber declarado explícitamente que lo que ellos
hadan y pensaban no era psicoanálisis. La palabra no está re-
gistrada, por cierto, aunque hace mucho la Sociedad Médica
Británica hizo un pronunciamiento tenuinante que aclar6 su sig·
nJíica<lo como interpretación freudiana de la persooologia Y
técnica freudiana de tratamiento. Este libro concuerda con esa
tradición.

------ -----
33
3.2
La psicoterapia y el psicoanálisis, como todos los tratamlen·
tos, son transaccionales y contractuales, en el sentido de que
CUATRO SICNIFICAOOS DE PSICOANALISIS
una persona que sufre, acude al terapeuta en busca de ayuda,
y, como objeto de los esfuerzos profesionales de éste, asume las
Históricamente se enlt.:n<lía por psicoanálisis una mO(lalidad obligaciones de un diente o paciente. Se compromete entonces
0 técnica destinada a tC'nc>r acceso al contenitlo in~ons~~ente a colaborar con el terapeuta de las maneras que se le han de
de la mente. En este st•nti<lo era comparable a la d1seccl0n o, mencionar, y a compensarlo en los ténninos que se convengan
con mayor exactitud, o. lo. f.>xploración visceral en el ser humano mutuamente. El terapeuta se compromete a tratarlo de maneras
vivo. A raiz de tales cxploradones so acumuló .un conglomerad0 1 que se consideran aceptadas y aprobadas. El psicoanálisis, lo
d nocimientos basados en los datos obtenidos con este me· mismo que otras formas de psicoterapia, se basa en este Upo
t:i:. En esto sentido, po<lria dedrse que el psicoanálisis es el de pacto y, en vista de que este contrato constituye una parte
equivalente ele la anatomía o hi histología. Ampliando este cono· muy importante del tratamiento, hemos de estudiarlo en detalle.
cimiento más alió., se <lesnrrolló un sistema de hipótesis para
describir R todo funcionnmienlo psicológico con mayor amplitud,
dándose nacimiento así a un-a deuci~ de la pcrson~l~gía, por así CONTRATOS BIPARTITOS
decirlo que quizá tenga su semeJanza con la f1siologla. l'or,
último.' está Jo que la nmyoria <le In gente ~ien~~ en primer tér· Examinemos unas cuantas transacciones o pactos bipartitos
mino cuando se emplea esta palabra: la aphcac1on ti.e ~ste enfo- lipicos similares. Supongamos que un vendedor, al que llama-
que en los procesos inc;onsdcntes y de este conocmuento del remos V, ofrece en venta unas cuantas manzanas. Se le acerca
funcionamiento psiculógi<:u y de este concepto de la person~­ el cliente potencial C. Suponemos, por supuesto, que V posee
Jogia en un rnzonamkulo y técnica .destinados a t~atar <leternn- realmente unas mariza.nas y que tiene relativamente poco dinero;
nados tipos de pacientes ck dcternuna<la manera. el comprador, en cnmbio, se su pene que quiere manzanas (es
El psic:oanÍllisis 1·0111u ,métotlo. terapéuti<:"'O• cntr~ 16,g~ca­ decir, tiene hambre) pero no tiene tan poco dinero.
mente dentro del ámhilo 1uas nmpho de la ps1colerapm. l s1~0- La transacción suele comenzar en principio cuando el com-
terapia es el tratamiento formal .d.e los Fci~nt~s por mc.>d1~s prndor encuentra al vendedor y se comunica con él. Esto conti-
sicológicos y no con ngcnlt'S f1s1cos m qtum1cos; es dC'C1r, núa, todo.vía sin compromiso, cuando se le edúben y se Je
~rincipnhncntc a tnw(·s de Ju t·onmni1.:ac:ión verbal. ofrecen !ns manz.'lnas, cuan<lo C las inspecciona y cuando V
le <lke cuánto valen. Todavia no hay contrato.
Si se conviene mutuamente que se puede hacer un inter-
cmnlJio equitntivo, la transacción se consuma: cl vendedor en·
tregn una manzana al comprador; éste, a su vez, entrega a
cambio algo que posee valor real o simb6Uco (dinero, por ejem.
plo). Ahora el comprador está. en condiciones de aliviar su
apetito y el vendedor puede aumentar sus existencias: el ven·
<ledor tiene menos manzanas pero más dinero; el comprador

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34
. :~~
tiene menos dinero pero más nutrición. Ha ocurrido un Inter- ·~
cambio urúforme, se obtuvo un equilibrio, se satisfacieron las te C halla q ue tiene que cortarse el cabello. Acude al local del :~t
necesidades mutuas. La transacción se cierra y el vendedor y barbero, se somete a los requerimientos físicos de éste tomando
e] comprador se separan." (Véase la figura L) .. asiento en el respectivo sillón y pennaneciendo inm6vil, y el
barbero comienza a trabajar con su tijera. Habiéndose comple·
tado el procedimiento, el barbero acepta el dinero y se co~pleta
la transacción (figura 2) .

Figura 1

Ahora modifiquemos un poco la situación y supongamos


Figura 2
que e] vendedor no ofrece 11inguna mercancía, sino que posee
determinadas habilidades, además de la facultad y la disposición
necesnrias para utilizarlas. No importn que estos servicios sean Tambié.n aquf suponemos que se ha obterúdo un equilibrio
shnples como rasquetear pisos o intrincados como operar válvu- unifonne. Ambas partes se beneficiaron con la transacción. El
las cardíacas, la eslructurn del contrato siempre es In misma. barbero tuvo oportunidad de ejercer sus aptitudes y, ademAs,
Presumamos ahora que se prcstnró.n servicios de barl.>Prla. Es recibió el placer y el prestigio de Ja asociación, aparte del res-
posible que se haya hecho el U.nuncil> general de que el barbero pectivo dinero. El cliente, por su parte, tiene me}or aspecto que
B está dispuesto a prestar to.les servicios por un precio. El clien- antes y, por ende, suponemos que ha ganado en estima de si
mismo. Además, tuvO el placer de Ja compafi.ía y de unos minu·
• lncluslvt1 en un trnlu tnn sencillo como éste, intervienen dlversot tos de descanso. Se supone que los dos quedaron confonnes con
abstrusos Y recónditos probl<'mAS de psicologfa, como la teor[a de la adop.. la transacción. ··
Es probab1e que el lector perspicaz haya experim~tado
cl6n de d ecisione.t en alte rnRtivas riesgosas y en altemalivas no rlesgosaa, y
d:
~~:°~o~~ ~J~:f,~ ;:~l~~~~r;;"'4 exposid6n sobre el particular una lenue perturbación al leer las pAginas precedentes, porque
•• Aqul Y n1b adelante hemos de aludir a diagromos que lncluimo! Jo asaltaron algunos fugaces pensamientos de que ha quedado
Y que fueron útiles para vlsualiznr en forma nbstmcta los principios que
le vnn A deSCl'ibir o a destacar. Pnrn algunos Jos cl1agramas de este Upa
algo en el tintero. Puede que uno compre una manzana que no
ton Ilustrativos, mlentrns que para otros ae prestan a confusión. Por Jo necesita mayormente, por el solo hecho de que el vendedor es
tanto, el lt"Ctl'M' (el docente o ~I estudi:mte) podrl\ "nceptarlos o rechazar- simpático. Además, algunos barberos acrecientan su clientela
los". lr.ll Los diagmmas no son est'ncinles para el tellto.
con sus chismes y sus graciosos cuentos, mientras que otros se
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37
enorgullecen de propordonnr a sus dientes austero silencio. paciente su atención y, enterado de las quejas del paclenl!f,
Estos importantes aspectos intangibles se pasan por alto con decide si él, como médico, aceptar& la responsabilidad de tratar
ligereza en teoría económic:a, i11terpretándolos como buena vo- de ayudar a esta persona como pe.ciente. Si la decisión del má:- dJ 1
luntad, pero en el estudi(> dt' los contratos psicológicos no se los dico es negativa, el contrato cesa; si acepta al solicitante como
pue<lc desechar con tantn tlC'saprensión y, además, no son tan paciente, acepta el caso, como d ecimos, y promete buscar la
sencillos como la ilustración sugiere. Algunos de los intercam- mejor manera de ayudar al paciente. Proceder& entonces a obtc- .:'I ...
bios intangibles de los contratos psicoterapéutícos son total- ner una historia d e la enfermedad y del paciente, y realizará .,. •
mente iTracionales e irrelC'vantes, y conspiran contra el propósito diversos exámenes. A las preguntas y los exámenes el paciente .:
que motivó el contrato. así corno pueden favorecerlo. se somete, aportando su colaboración en todo lo que pueda.
Si bien es indudable IJUe en este cuadro entran factores Salvo en pediatria y en psiquiatría, con la negativa a ofrecer
conscientes de simpatla o nnti1>alía, uno d e los más grandes esta colaboración, el contrato caduca autom&ticamente.
d escubrimientos de Freud fue que siempre., en toda transacción, A ro'lz d e la infonnación obtenida mediante el interroga-
intervienen factores inconsc.:icntes totalmente reñidos con los torio y el examen, el médico llega a ciertas conclusiones. Se dice
conscientes, que obran en a1nbas direcciones. La complejidad que ..averiguó ele q ué se trata". Entonces apela a su experiencia
de esta interrelación se nprcc:ia con claridad al examinar la rela- Y a su conocimiento, y, de acuerdo con el estado patológico que
ción entre rl hipnólogo y el sujeto, acerca de lo cual C HI y ha descubierto, fonnula un plan de acción: Esto suele presen·
Brenm:m escribieron : " ... Ja hipnosis es una comple ja rclnción t2rse a modo de prooos©lffi:Esln proposición podrla Uamarse
ensaml>la<la entre los <los participantes, c11 la que el papel osten- una opinión, recomcnclación, prescripción, orden médica o lo
sible que adopta d u110 es la fantasía C>ncubicrta_~s de~ir, q ue fuere, pero, no importa el nombre que se le dé, equivale en
secrela ) _~el otro_. _Asi, 1nienlr_as el '•ipnólogo ostensibliñif;,ife~ esencia a recomendarciones acerca de un procedimiento o inter·
parece sedá-FiguÍ':i i)IXlrrosit. Sea ~~,; d~minan1etirnf:iOOCOffio - - vención. Se procura aliviar al paciente de su sufriiliento o 'inca-
inacnbabte· fuente de ·'bcndidus', eiicuhü:rtame11te cs.tá ·el) el - pacitación. El médico dice: "He enroptrndo tal y cual cosa en'
lado receptor ~e este potler y/o bonanza . . . n -· ..... l;filtd; sobre la base de estas comprobaciones Hego a la conclu-
El contrato entre e l pnciente y el terapeuta es más compli- sión de ue tiene tal o cual estado; ra tratar este es
cado que entre el clien.tc y el barbero por varios motivos. Ante 'Cfícaz ta o cua procedimiento. .
todo, en este ·caso el cliente (paciente) nunca está tan seguro El procedimiento podr& requerir los servicios adicionales'
d e lo que quiere ni de lo que obtiene. En pnrtc por este motivo, d e este médico o bien Jos servicios de otro, o bien puedeconsistii
el médico tiene que haber rumncia<lo que está calificado (posee en algo que el mismo paciente puede hacer. En el primer caso,
pr.eparación mé<licn), autorizado (certilícado por el Estado), el contrato continúa; en el segundo y en el tercero, por lo general
preparado (en cuanto a e<Juipos y tiempo) y <lis puesto a prestar cesa una vez impartido el consejo.
servicios a todo el que se considere ..enfermo", servicios que Por lo tanto, el contrato entre el paciente y el médico por
consisten en diagnosticar la enfermedad y prescribir el trata- lo general no está destinad o en forma espedfica y exclusiva a la
miento. Sabiendo esto, el enfermo recurre al médico y enuncia eliminaci6n d e síntomas, eventualidad que en realidad puede
su problema o motivo d e 11ueja. En este sentido, éste es un paso no ocurrir. El paciente compra un "'paquete" de servicios: el
prdiminar y de sondeo en el contrato. El médko presta al examen, la información traducida para él por el médico sobre

38 39
rezca. o el pelo vuelva a crecer, no hay disconformidad con el
· la base de las cot probaciones de éste en su examen, y el coruef<> contrato. En el caso del que tiene tuberculosis o alguna otra
derivado del conocimiento del médico sobre lo que se puede enfermedad crónica, el tratamiento es prolongado y diffoil, y
hacer. Si acepta el plan tcrnpéutico y si el tratamiento se realiza. quizá no se pague tanto al médico por hacer a1go, como por
pagará estos semcios. l.a simiJitud y las dHerencias entre este aconsejar y tratar de disponer y mantener una situación propicia
contrato y los que se describieron antes, se muestmn en la fi. para la salud. Hasta puede suceder que, mientras el doctor gana
gura 3. (También omitimos por ahora los aspectos intangibles.) algo, el paciente no obtenga nada de lo que esperaba. Pero
recibe o recibió Ja atención, consejo y continuos esfuerzos del
médJco aunque no haya "'curado... El paciente llega a compreo-
d~ ha estado nagando estos beneficios int•Qj'jhles y no el
alivio de su sufrimiento ni la desaparición de su enfermedad.
Muchas veces esto mismo rj~J'n el cofil™2. ~icoanalitico.

EL CONTRATO PSIOOANALITICO

De las cuatro cosas que el paciente compra al médico -exa-


Figura 3 men, información, consejo sobre el tratamiento y tratamiento
propiamente dicho- sólo a la última hemos de referirnos en
este libro. Nuestro tema no es el diagnóstico, la selección de
Tocio lo que hemos dicho (y dibujado) tiene la finalidad
los pacientes mejor adaptados para el psicoanálisis ni el gran
de poner de relieve los siguientes puntos: En todo e~eµtrQ
problema de si el psicoanálisis tiene que ser el tratamiento de
entre~~ ~ividuos en el q_~!: .s~~-Pr9.CJ.µ~e uññ-tra~.a~ión:, ~y­ elección, y ni siquiera el manejo práctico del tratamiento, sino
!JO intercambio en el que ombas partes entregan y obtienen
sólo Ja teorla de un tipo de tratamiento en particular. Algu~os
algo, Sf,tisfaciéodose así las 'neceSi9ades mutuas. Cuando no se
alcanza este equilibrio, Sf'a porque el uno no necesita lo que el gustan pensar en el proceso psicoonaUtico como un prolongado .
otro ofrece, o bien porque no aporta Jo que el otro necesita o y continuo estudio dlogn61Uco, en qu_e el paciente mismo des·
porque uno de los dos consk]('ra que el intercambio no es justo, cubre lo que más le conviene hacer para beneficiarse a si mismo.
el contrato tiende a romperse prematuramente. Esto no sigtúflca Si bien el tratamiento psicoanaHtico se desarrolla. sobre la
decir que se rompa en el acto, porque el primer efecto del cono- base de un contrato, se trata de un contrato implicito que raras
cimiento de que hay insatisfacción será (jUe una o ambas partes veces se enfoca en términos legalistas. Sin embargo, el hacerlo
traten de enmendar la íalla. En cierto sentido, por lo tanto, lo tiene sus ventajas. Uno de nuestros estimados colegas se indignó
incompleto y lo insatisfactorio d el contrato pueden constituir mucho porque en In primera edición de este libro utilizamos
las bases para que se lo perpetúe. terminologia juridica. Lo lúclmos adrede. La relación es un
Si acudimos al médico parn que nos punce un absceso o al contrato impHcito y se la <lcbe reconocer como tal; posee los
barbero pare. que nos corl e el cabello, aunque el absceso reapa-
40 41
.rasgos esenciales del ~fcl.:P-rO .qµq que rige en t0<los Jos contra- personas con las cuales está relacionado el paciente. La parte
·tos, pero differe de ~trOSC~~arios...r~~c.lfil~ principal de toda psicoterapia se centraliza en la relación del
l. En una transacción cJc vcntns, trátese <le bienes, servicios paciente con los demás, y la transacción entre las dos partes del
,o asesoramiento, las rclnduncs entre ambas pactes son L:onlio- ·UOntrato consiste principalmente en el examen de las relaciones
.gentes al objetivo. Cuamlu compramos una manznna, nos hace- .cxtracontractuales del paciente. Muchas veces el terapeuta tam-
mos cortar el cabello o nos s:tL:amos una radiografía, no importa 'bién debe relacionarse directa o Indirectamente con algunas
mayormente que el vcndcJur nos resulte .simpático o no. En personas que están en Ja esfera de vida !lel paciente: cónyuge,
psicoterapia, en camliio, t•stas relaciones ~iio- sol1"-dC ninguqa progenitores, empleador, .médico y 'asi sucesivameh1e. Aunque
: ~~!l~rn ~sualts ~ipo. que represe'!~~~~ ~~s . e~.cnicplos_ .bá~i.CJ.Qffe_~ el foco está dado por las dos partes, las transaedones no se Hmi·
tan al espacio representado por las dos partes. En la moderna
~~-~~-~~~~· .
terapia psiquiátrica, la iabor casuisuca• que realiza la visitadora
2. Por lo común, lns lransn<.'C'loncs entre Ja gcnl<> tienen un social .con diversas personas del ambiente, sirve a esta función
.plazo definido. El contrnto entra en vigencia en determinada de convertir al antiguo contrato de dos partes en un contrato
· fecha y caduca en otra kt.·hn perfectamente espc>eificada. Al triangular o poligonal. (Véase Ja figura 4.) · ·
comprar la manzann, 0Lle1wr y pngur Ja rndiografín, u obtener
el consejo del abogado, el conlrnto se consuma y termina allí
.mismo. Cuando se vuelve a sentir la necesidad, se prepara otra
transacción y se lince olrn contrato. Con la psicoterapia no
sucede así. f_or definición, d o l ~jt•lito. \]e In psicoterapia es .un .
beneficio: ml>jOrfo; <lrsarrol\o o ma<luración. Es un proceso
abi~r_to. Eii-es~nda es in..'lrnl!•~blcJ porque no hay una espccifi-
cñ.Ció1~-p·rt!<ll:terminn.da <le "1rn'l<luro", "sano" o "confortable". La
. caducidad <lcl t'Ontrnto en psicolcrapin se decide cuan<lo el
paciente determina que <lt·sde entonces en adelante podrá des-
. envol\'erse solo. Pero nún nsl, lal decisión no es más que un Fi¡ura 4
. albur. En estr respecto, In psicoternpia mucho se par~e al pro-
ceso de nprender: Aurn1ue se cstnblezcn una meta en apariencia Todo tratamiento puede clasificarse como .nmroctfoo (por
.definida como el doctoro.do o el bachillerato, en esencia el apren- ejemp)o, retirar al paciente algo indeseable, como un tumor
.diznjc es una experiencia r¡ne no tiene fin porque nunca puede mamario o un cuerpo extrafio en el ojo); aditivo, en que el mé-
consumarse del todo. dico, en vez de sacarle algo al paciente, le da algo para anular
el síntoma (por ejemplo, una cápsula medicamentO!la o un par
3. La mayoría de las rdodones conlractunles se confinan a .<le gafas), y manipulativo o alterativo, en que el médico no da.
,dos partes, a las que se nombra y describe en e) contrato. Ln ni saca nada al paciente, sino que le hace algo que lo cambia
transncción entre el ..lJSicuhTupcuta y su pnclcnte no necesaria· ( por ejemplo,, e.educir u na luxación o masajear múSculos r¡gi-
,.mente se c:o11íina a estos dos, porque n menudo intervienen otras .dos).

42 43
La psicoterapia comparte eslns mismns modalidades. Puede DINAMICA PSlCOTERAPEUTICA
ser aditiva porque da al paci ente esperanza, s11stractíva porque
elimina un temor, o altcralitl(I porque reorienta ni paciente con A esta altura es menester describir someramente un aspecto
respecto a un objetivo. Pero al paciente no se le da ni se le quita de la dinámica de la psicoterapia en general, para que sirva de
nada material, y no' se le hace nada tangible Hsicamente. No se fondo para la exposición subsiguiente sobre la psicodinámica
aplican las manos: no se utilizan instrumentos ni se administra de la forma especial de psicoterapia que el psicoanálisis repre-
ningún medicamento. Lo que el médico y el paciente intercam- senta.
bian son palabras, gestos, sonrisas, sonidos no verbales y cosas Muchas clases de psicoterapia no se diferencian nítida-
por el estilo. A veces Jos pacientes distinguen entre "médicos mente entre ellas, pero en todas ellas el principio básico es más
parlantes" y "'médicos de verdad", es decir, médicos cuyos con· o menos así: Un paciente acude a ver a una persona capacitada
tratos con el paciente son Hsicos y materiales. Inclusive algunos como psicoterapeuta, porque padece cierto trastorno por el cual
médicos escasamente consideran que Ja psico!ernpia sea un "tra- se le aconsejó (o reconoció espontáneamente) que se haga tratar
tamiento"; para ellos seria más exacto hablar de "consejo'' o en el ámbito que denominamos psicológico. Sus síntomas pueden
"reeducacJón". Sin embargo, es más que eso. ser psicológicos o no, porque puede tratarse de síntomas físicos
El psicoanálisis, como lodos Jos demás tipos de psicoterapia, e, de ineptitud social. Pero el paciente considera o se le dijo que
al Igual que el empleo de un dermatólogo o de un barbero, o estos síntomas guardan relación con su pensamiento o con sus
como la compra de una manzana al vendedor callejero, entmña sentimientos; en suma, con su psicología. Por lo tanto, está dis-
cierto equilibrio de toma y <laca. Además, al igual que toclAs las puesto a aceptar el tratamiento en términos psicológicos, para
transacciones, también entraña intercambios inconscientes. En que se le saquen ciertas ideas falsas, para que se Je den ideas
estas transacciones cotidianas los intangibles no siempre se pue- nuevas y para que se les modifique a otras. (La palabra "ideas"
den estudiar: en psic:onnálisis de/Jen estudiarse. En cfc~to, la. se empica en el entendimiento, por supuesto, de que la.s emo-
observación y el eqfendimienlo de estos íntangiblcs . cans_tituyen~ ciones y el comportamiento siempre se asocian con ellas.)
l& siñgújQ!~q!'.d es~p~il,J_~~~i ·.tra~~~J_ento p~í~n~!!U%...P sra la··~ Por lo general el paciente no comprende con claridad cómo
forma e!I que .4!H~l~ .~!t tajE-~. I~~ ?.em8.s ~~~-ª~!>!~· Como hnbrá de ocurrir ni cómo se efectuará este proceso de mejora·
veremos, es con respecto a estos intangibles y, en particular, a miento. Sin embargo, habiendo narrado al médico la naturaleza
los signiíJcados inconscientes ampliados que poseen, que el de su perturbación, est6. preparado para que és te responda coo
1 , paciente psicoanalítico descubre que cada vez se frustra más
, miras a identificar o a explicar las vinculaciones psicológicas de
en determinados respC"Clos n causa del tratamiento, en contraste su perturbación. El paciente se queja, por ejemplo, de que tiene
con la tendencia de todas las demás formas de tratamiento a
episodios de cefalea; el médico no necesariamente Je responderá
deparar crecien te sntisfacd6n a medidn que el tratamiento que estas cefaleas guardarían relación con experiencias pertur·
avanza. De esto tcndrc•m1.1s muc. ·ho más que decir en el próximo ha.doras; muchas veces el paciente lo <la por descontado o, de lo
caphulo.
contrario, lo adopta como hipótesis. Cuando el médico le pre-
~ Como e l lector rf'mnlnril, :il prinC"ipio Fre ud presionnbn en la frent e, gunta qué acontecimientos parecen clesencadcnar las cefaleas,
y Croddeck )' otro~ empk:iha11 1•1 m:i~nje mientras escuch:ibnn In n:irrnclón el paciente no suele decir que eso le sucede si se cae por la esca-
pslcoannlhicn ni mismo lh•mpu.
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lera o le tiran un ladrillo a la cabeza, sino que menciona la visita. porque en su mayor parte Ja psicoterapia es un proceso continuo'
de su suegra o la proximidad de determinados exámenes. Esto y no un acontecimiento de un solo paso. El paciente médico·
ofrece al médico un indicio y formula preguntas más penetran- típico, habiendo aceptado un programa terapéutico medicamen-
tes, Jo cual, a su vez, proporciona al paciente clirecUvas para toso que presuntamente produjo su efecto, se recupera, ~ga su
recordar u organizar mejor sus e"'pericncias de una manera que cuenta y se separa del médico, cerrando así la transacción. EQ~
conduzca a In explicacit'.m clcl síntoma. psicoterapia, en cambio, el tratamiento no es un sometimiento f
Es muy diHcil desvirtuar la falacia lógica de que así se des· pasivo, sino un ejercicio de toma y daca que tiende a ser extenso'
cubre la "causa" <le un síntoma. Sabemos (aunque a menudo y prolongado -cuando no interminable- y por momentos se lo'
olvidamos) que ninguna cosa__qµ~:·sea un sfntoma·.es- ca~ po<lría experimentar como una especie de examen prolon~do•.
jamás pt>fBlguñ~ 'otra; como u~ acontecimiento de -ese" dW~ En·- Los "'puntos irr!tativos" deben buscarlos mutuamente el paciente
el'a1fá6éto"la c ·está clespués·cle 1a·a ; pcrO la- cñuSa··deélu"e exista y el psicoterapeuta para que ocurra el cambio. •
no es B ni A. Muchas cosas contribuyen a una totalidad tensional No deseamos dar la lmpresi6n de que la psicoterapia sólo'
que a veces se alivia con "síntOmas" y otras veces por otros consiste en una búsqueda de este tipo. Como todos saben, ~D·
medios. Cuando se comprncba cjue las cdaleas guardan relación parle <le la actividad de la psicoterapia se relaciona con la reite-
con una hostilidad inexpresable en contra de la ,suegra, esto rada corrección de determinadas modalidades de reacción (con-
significa para el pacieutc qur la suegra "causa.. las c:efaleas o ducta) que conducen a Ja producción del "síntoma... A veces~
que por lo menos las cansa t>I odio que experimenta contra la aludimos a esto con términos bastante pomposos que DO están·
suegra. Por supuesto, rtmbns nfirmaciones son falsas, como esclarecidos; hablamos de fortalecer, ampliar o reforzar al ego,.
expresó con elocuencia Tolstoy i»-t en su intuitiva percepción de de hacerlo más elástico y más capaz de manejar las inevitables·
todo lo que Hume llegó a concluir de modo tan intrincado: "La tensiones de ]as variables experiencias de Ja vida. Esto com-·
combinación e.le ca.usas (fo los fenómenos eslá fuera de1 a1cance prende cosas como reiteradas ac1are.ciones de propósito, seña-
del intelecto lmmano, pNo el impulso de buscar causas es innato lando la autodestructividad no reconocida, recordando conside.:
en el almn del hombre." raciones inadvertidas, Jiberánclose a si mismo para actividades
Se observa empfrknmcnte que muchas vec<'s, cuando el constructivas y para una planificación más eficiente del futuro.
paciente llega a "cntcmk•r"' los orígenC's y los slgnificntlos dd Pero, insistimos, el proceso de hacer esto puede resumirse'
síntoma, al mismo tiempo se .~knte nsombrosnmcntc mejor. ¿F.ste en un intercambio y estimulación continuo, progresivo Y mutuo.
proc<"so de descubrir l~S la "(.'nusn" de In mc>jorfa o es el "rt>.ml·
El paciente presenta al médico un hecho, una queja, digamos;·
lado" de una mejoría q11f' ya cstnba en vfas de opernrse? Algo
el terapeuta obtiene nsi unn determinada orientBción parcial
tiene que haber <'flmbimlo cu su cstructuna defensiva, paro: pl'r·
rnitir que el lrngmculo i1wonsde11tc que estaba olvidado o nban· y está en condiciones de formularle una pregunta más concreta.
clonado se hidt'Se <."Onsl'il•ntc. Adc.•n11í.s, el <lcscubrimicuto puede Esto orienta la atención y el pensamiento del paciente hacia
ayudarlo a reordenar su vida de modo que evite al factor deseo· una autoexploración adiciona), que al comunicarla ofrece al
caclcnanto o sepa encararlo mejor. O bien puede seguir hndendo terapeuta la oportunidad de hacer otro comentario. Este comen-
más descubrimientos. tario arroja nueva luz sobre algo al paciente, y le permite añadir
Es includnble de que este ejemplo es demasiado simplr,. más material, que entonces ilustra todavía mejor al médico,

47
quie~ podrá, ay~1dar más al paciente con objetiviJad para que -se "ponga bien". Sin embargo, para lo¡¡:rar e5lO, tiene que alcanzar una
se va ore a s1 m1smo, y así sucesivamente. oct.ilud de "falta de deseo". C..eo que eUslen muchas paradojas 11ri y qi.te el
Esto difiere del diálogo ordinario de la conversación en wnstanle esfuerzo poi' re.solverlH hace mella en el concepCo que el psk:o-
~ue ~I médico Y el pacienle poseen un propósito definicÍo e analbta pQSee de ri mismo. Dicho sea de paso, creo que esta "'dialkt~"
idént~co, el propósito de modificar las ideas, las reacciones mencionada en úlUmo ténnino, baria que muchos '"psieo&nallstas de la
emocmnales, la conducta o todas eslas cosas del paciente de .guardia vieja" desconfíen de la ortodoxia de los psicoanalistas que también
modo que se atení~~ el sufrimiento de éste. En esto, el tera~uta
hacen psicoterapia, como 3' hacer simple pstcotere.pia significara •querer
<lemasiado que el paciente se Ponga hleó', de parte del psiOOllllali.sta.
t~ene la responsab1h<lad de vigilar la brújula y guiar Ja orienta-
ción de~ pr~eso. En todo momento el terapeuta está "a cargo"
Toda esta cuestión del signiflcado de la actividad y putvidad (o U.i>
~e la. situac~ón general; d mo<lo <'n que dirija estn relación tividad) en lo que respecta al funcionamiento del psicoanalllta, merece
una cuide.dosa discusión. Pienso que hay que distinguir con nitidez la
mclusiv~ el mt:r~mbio n•rhal, dHiere de manera muy notabl~ Jractivide.d relativa del psicoanalista, entendiéodoae que no dioo n1 hace
en el psicoonállSls porque' fo inactivida<l relativa tic! tcrnpcutn ron freeuenda cosas que una persona de afuera podrla identificar oomo
es muc ho mayor (vé-asc Ir¡ figura 5). ' tales, por los enormes efectos que su juiciosa abstención de interferir podrla
.1 tener. Trauindo una e1tmvag11nte amlogla, a nadíe se le ocurrlrla dedr que
\Jna persona. fue ..inactiva" porque presenció el sulcldio de otra alo
intervenir.

A pesar de que el proceso psicoterapéutico es ininterrumpído,


"Cada una de Jas sesiones es un contrato completado en parte. ~l

l'
paciente paga su dinero, presenta sus problemas y respond.e a las
preguntas que se Je hacen; a camhio de esto se Jo escucha, se lo
interroga más y se le dan instrucciones, se lo aconseja o por ]o
menos se le habla. El paciente podrá sentirse mejor o no, pero
Fi~urn 5
-en este sentido no difiere con respecto a muchos pacientes mé--

. En un~ <.'omm1ili1dú n p <:J"Sonul, nut•stro colega, c..loctor Her-


' -dicos o qulrúrgicOs que recurren a sus médicos para hacerse
tratar. OJLbc!ª19.!.!~WL~!~nte no paga su dinero para
bt'1 tSchfesmger, <líce:
"que se .Jo alívi~; .ali.vio_~)9 _q\:'~.~!~!~d.~!:~ lo que paga son los
U114 de los diíicultmles c111e pl:m!ea In enseñ.nnzn tle Ja t~nica pslro- ~e!_vici~..P!9~nales g~~icotera~_ ·
::;!~ti:I surge <le In Sf'ri~ de 1lilf'inns en q11e coloco.
a l futuro psiconnalistn.
emas representan pnriHlojns o. segl1n las entteodo yo "dialéctica "
cuya slntesiJ debe eiecluorln cada psicoanalista en forrnn ,;tdivldual ;~ EL CONTRATO PSICOANALITICO
ejemplo'. ~&ted dice aqu¡ <Jllt> el médico "est4 o cnrgo", pero sucede. que
:u propos1lo es demostrar 111 1mcit•nte que en reali<lnd quien está a cargo es Lo indefinido de este periodo de tiempo es una de 1as com-
ste, no sólo del tratamiento ~ino tnmbién de su vida. En olnt parte se dio
plicaciones m's grandes que presenta el contrato pSl~naHUco.
a entender que el médit•o !Ít'11f< 11ue desear sin<:eramente que el paciente
Hace necesario que la primera parte contratante abone su dinero
·18
49
. , re ue lo desee, el empleo del
(lo cual se admite que no es tQtla su contribución al coutrato) a suspender .el _trat?m1ento s~=~ali;ta de la visi6n d~l paciente.
en porciones fracciona<las, a cambio de la expectación de que diván'! la _ehmmac16n del lfcaciones médicas a un colega, y' por
la segunda parte contratante dé cumplimiento a su obligación la denvac1ón de las comp g1 b{lsica son aspectos que
en última instancia. Este no es un caso senciJJo de contrato a último, la clara enunciact6': de la re r:ce to ; por ejemplo. Sin
plazo indefinido, porque la primera parte contratante efectúa el el candidato habrá aprendido Pe:>~ p mu~has veces el psicoaDB·
pago completo, hora por hora, a medida que recibe atención, embargo, ~. ~r de tal lnstrucc1 n~n los arreglos preliminares,
~entras que la segunda porte contratante no.parece ret,Iibuirlq. \ista princ1pJante obra co~~ofu uliar del contrato que entra
La segunda pa rte contratante entrega en el acto y desde el prin- porque no comprend~ la ¡~ítico. Por este motivo, como
cipio un factor muy esencial en el cumplimiento del contrato: en juego en el tratamiento ps (K.A M ) hacer 'que varios par~...
establece la situación singular del tratamiento psJcoanalftko. medio didActico, acostumbro l~ ~n los seminarios. Se les
Los elementos mecánicos de esto son el consultorio, el cliv&n, la de candidatos representen pape i ra que los resuelvan, Y
intimidad· inviolable y así sucesivamente, Entonces y en Jo asignan diver~os problemas ~:~t co~a~ como futuro paciente.•
sucesivo el psic:oanalista permanece en guardia, listo para. servir cada cual actua como futuro . ~ estudiar grabaciones de
y ~ra . hacerlo principalmente escuchando, hablando en ocasio· Un excelente me_dio didáctico. s::a\istas avezados y expe~­
nes, pero .siempre tratando de ~~ntender" al. paciente. Procura psicoanáHsis realizadas por psic l l"gro de violar la conf1-
contemplar a todos los hechos que se le proporcionan en una mentados. Gill Y col. aduce~ que ebj~:o adicional al terapéu·.
perspectiva que les confiere una relación racional. Su partici- dencialidad y la existencia e un o grabar los psicoanálisis
pación verbal.es relativamente esporádica e irregular y su valor tico, no son objecio~es prlt~~!:~~!c~~~vos. En efecto, el P5!CC:
completo depende de un proceso continuo y evolutivo, en el que
él pnrt:icipa a través de Ja ~mpntia en todo momento. ,
y emplearlos dcspues con .
análisis didáctico de cualquier cnn 1;.
d'd to comparte rasgos sUill· .
"ón con tales procedi-
Si bien es cierto <JUC todo psicoanalista conoce esto a Ja lares. Tcóricame_:ite no c:~t:a:~~it~~ s~~ 1muy recomendables.11 '
perfección, el paciente 110 lo sabe o no lo entiende con claridad mientos <le ensenan:w y, i 1 psicoanalista sea
en e1 momento en que inicia el tratamiento. Por lo tanto. el La norma más importante ser a Ó:<l:
un punto de vista,
paciente ingresa en el contrato más que un poco ciego, por cuya prudente en lo que promete entre~~~.'co es la sinceridad intelec-
razón es tanto más importante que el psicoanalista se atenga la esencia ~el tratamiento psl~:an:-ente y de modo terminante
conscientemente a las "reglas Jel juego". tua\, y nadie puede predecir s Sin embargo sl el pslcoana-
Estas ..reglas" fueron trazadas empíricamente por Freud y )o que habrá de deparar el fututo. deberla iniciar el trata:
poco se mejoraron o modHícaron desde·que las formuló en 1913 lista no espera ninguna mel: ~~ :~pta.r el ca.so implica una
en sus "'Recomendaciones adicionales sobre la técnica del pslco· miento, porque e~ mero. hec uede rometer curaciones y ni
anAlisis",!S• trabajo que todo candidato a psicoanalista debería
predicción. El. ~1coanahst~'; promet~r ,gue trataré. de ayudar
saber casi de memorJa. El carácter de tanteo que Uene el con- siquiera un ahv10. Sól.Q..~--Jl __ __ ·-· .
trato, el evitar todo comentario extenso sobre el pronóstico, el
restar importancia a )as aclltudes favorables o desfavorables ) excelente libto de Xubie U-4 sobre,:
• E\ lector pue<le consultar e "bro de Grcenson, más \11.rgo y , •
conscientes hacia el psicoanálisis y el psicoanalista, la claridad Mpcclo~ priu.1icos del trat11.md l~to, r:c!~ e n 50 orticu\o sobre traderen~.;.,
en lo tocante al tiempo y al dinero, la clara opción del paciente teórico.~• y el sabio consejo e rce

.51
a~nte .COP. un mélodo que ha sido útil en otros. con la con-
dic~ón de que el paciente quiera ayudarse a sí mismo. con la generosidad de un pariente, un amigo o una fundación,
En este sentido, todo psicoanálisis es un "análisis de. prueba". ante quienes no tiene la concreta responsabilidad de retribuir
SJn embargo, si bien es cierto que esto se debe aclarar al paciente ele algún modo.
antes de cc:menznr, insislír sobre el particular rcsulln amena- Por otra parte, también surgen complicaciones si el paciente
zador y, por cierto, no hace falta destacarlo en particular. Al paga más de lo que puede. En su afán de complacer al psico--
hacer el arreglo preliminar, discutiendo Ja probable duración analista o de causar buena impresión, algunos pacientes aceptan
del tratamiento y cosas por el estilo, el pskoanalísta debe tomar pagar un honorario más elevado al principio del psicoanálisis, y
la precaución de no dar la impresión de que, si bien considera después no pueden seguir pagando a medida que el procedi-
que los primeros meses del tratamiento son un período de m iento se prolonga más y más. Algunos psicoanalistas adoptan
prueba, en realidad ya ha decidido a~ respecto. la posición de que, por lo genera), si hay un serio problema de
dinero, el psicoanálisis no es el tratamiento de elección. Lama-
yoría de los pacientes no deberían tener Ja pretensión de pagar
DINERO el p~icoanálisis con sus ingresos nctuall-s (aunque algunos lo
hacen); porque se trata de una inversión de capital y se justifica
Un problema importante en la fijación del c:ontrato original contraer préstamos. Esto es un poco riesgoso, sin duda, porque
e~ la cuestión del dinero. Freud nos advirtió lo hipócritas y eva-
pueden presentarse contingencias de todo tipo, como la inespe·
s1.vos que somos todos en lo tocante al pago por recibir y propor-
rada enfermedad del cónyuge, la pérdida del empleo y otros
c1onar ayuda. Este problema ya no es tan grande como hace
treinta afios, porque los pacientes saben lo que deben esperar percances. Puede que llegue el momento en que el paciente ya
en cuanto a honorarios pskoanalíticos y porque en In mayorln no pueda pagar más, y entonces el psicoanaUsta deber_& decidir
ele las comutúdades 1•xistcn tadfas más o menos aproximadas. si sigue ofreciendo el tratamiento sin compensación o si, por
El npartnmiento de eslas tnrHns y las complicaciones Je Ju prác- razones de obligación profesional y preocupación humana,
tica, frecucute en In nt'lunlida<l, de que una tercera persona se puede hacer lo contrario. No sólo se trata de una cuestión de
~upa d~ pagar, son cosas que ponen a prueba In pericia del generosi<lnd Je parte del terapeuta, porque el tratamiento gra-
JOven pslcoanallsta. Para los fines de este texto, que versa sobre tuilo tiende a ser más dificil ~ue; . i::l. pl\~je_pJ~eluent.i..ae
la. !eorfa y no sobre la práctica del psicoanálisis, bastará con dar obligado~ reJribuir. Sin embargo, Lorand y otros comunicaron
reheve a unos pocos principios fundamentales. buenos éxitos con pacientes que no pagaban.no. 121
El psicoanálisis no mnrcha bien si el paciente paga mucho En general se coincide en que no conviene que el paciente
menos de Jo que razonnblrmentc puede poger. El procedi- incurra en deudas con el psicoanalista. Las facturas deben
miento tiene que significar un franco sacrificio para él; he-mos cutrcgarse todos los meses y. se deben abonar todos Jos meses.
dicho para él y no parn otro. A veces es inevitable que algún No hace falta entrar en extensai. explicaciones sobre el particular
Otro t~ga que hacer un sacrificio también, como Ja esposa 0 un
con el paciente, pero se le debe decir que ésta es una de 1~
progenitor, para que se pague el tratamiento, pero surge un "reglas'" del tratamiento. La negligencia crónica en el pago al
sinnúmero de complfonciones si el paciente paga el psicoanálisis
psicoanalista suele representar una "nctundón", o la propensión
52
53
de ciertas tendencias inconscienles a ponerse de manifiesto con esfuerzos con el paciente, porque son indolentes o porque no
acciones y no en la condeuda! tienen confianza en sí mismos.
Al mismo tit~mpo, el psicoaualisla <lebt.• expli ca r que lus Algunos psicoanalistas siempre acostumbran ver al marido
citas psicoanalític.:as no se ennecian, que el prcaviso tclcfóniC'o o a la esposa al principio, y explican al paciente el motivo por
de una inasistencia no significa la cancelación <le! honorario el cual lo hacen.• Esto proporciona la oportunidad de ver ·romo
para esa hora en pnrlicnlnr. Esto puede tomnr por sorpresa a es" el cónyuge (a menudo resulta ser totalmente distinto de la,
a lgunos pacientes. Tal mc<lhln obedece a la neccsi<la<l de con- impresión qut ~ frece e~ pe.ciente) y de advertirlo sobre las reac·
trarrestar las "excusas" para foltnr, como una resistencia de un ciones prematuras que pudiera tener frente a las reacciones ,del ,
tipo difícil de psicoanalizar. Por supuesto, el psicoanalista tam- paciente durante el tratamiento. Muchas veces esto proporciona
bién deberá reducir a un mínimo sus propias ausencias, para mucha tranquilidad, en particular en los parientes inseguros,
evitar interrupciones en el proceso psicoanalítico. apremivos y perturbados, pero es justo añadir que a veces esto
"contamina el campo", como dice Greenacre,81 porque estropea
Ja asepsia quirúrgica del proceso.
PARIENTES A veces los psicoanalistas olvidan que el psicoanálisis ~ecle
representar considerables sacrificios y sufrimientos para los
Entre los problemas que se plantean a menudo en la inicia- parientes del paciente, al extremo de que no pueden soportarlo
ción del psicoanálisis, figura Ja cuestión d e los cónyuges, parien- más. En ocasiones, como expresa Henri Ellenberger, experjm~n­
tes y amigos íntimos c.lel paciente. Para proteger a la pecu liar tan t1:n desagradable efecto "'de sala de vi~!ó11.. ~1!. 1:1..!l!.ºlo sentí~_!.!'",
relación entreo paciente y lernpcu ta, caracteristica del psicoaná- o sea que se sienten vistos y escuchados, de una manera de or·
lisis, se elude todo contacto no psicoanalítico con el paciente. me, por un psicoanalista invisible al que no le pueden dar ·run-
Sin embargo, se planteará la cuestión de si el psicoanalista debe guna explicación ni refutar lo que podría pensar de eUos.
ver a la esposa, al mnrido o n In madre, que muchas veces están Después siempre están los episodios de "actuación", en loi
preocupados y ansiosos de conocer al médico e.l e! paciente. To<lo que el paciente desea!~- _s.2!>~~. s_~ ...e!':~i~~!..e..!.J~ tosas que
lo que el joven pisco:mnlistn d ebe reconhr al respecto, es que debería decir al PsiCóa.DaliSta, y no se puede pretender que los
tnles reuniones pueden comprometer o complicar la relación parientes, que desconocen las teorías del psicoanálisis. puedan
entre el paciente y el tcrapcutn , pero el omitirlas puede compro· responder ante tales actos con la misma tolerancia y compren-
meterla todavía más. Parece absurtlo aferrarse al principio de sión que el psicoanalista. Por úl~, siempre ...~te clert~
quo uno no tiene nn<l a tjllC decir a nndic que no sea el pacient e. E:nvidia por la oportunidad que. ~l. pEJ.Ci~nt~..!.i~e de ~ .se lo
T enemos la impresión de que muchas veces los psicoanalistas escuche, Sf! lo comprenda J se lo ayude. ¿Acaso lMlYijüe enfer-
se niegan a ver a los parientes cercnnos, entorpeciendo así sus mar.. para recibir tantos beneficios?

• Sobre la bese de un f'~Uudio con 36 pacltnlH que no pagaron sus


hoooraríos pskoenalilico~, Geclo ll rgó o. la conclusión q11e no eft'ctuar el • Acostumbro ver al familiar, a pedido del paclenle, en una de lú
pago represcnt6 el d eseo no 11nn liudo de rete ner un vinculo simbólico con horos qne 111ele ocupar éste, y después le Informo brtvemente acetat. de la
f'I psicoe.nallsta, negando as! 111 srpamc!6n f'nt re el paciente y el ICT1lpeuta.TS entrevista. Por lo general digo al paciente de antemano lo que plento decir
AJlcn e Hilles en ettncin ronfirrruuon la observnción gtneral de Gedo.tt. • o oo decir. (K. A.M .)

54
aií como el carácler <le sus defens:u importantes; esto tiene que varW d8'
FRECUENCIA DE LAS SESIONES TEI1APEUTICAS un pecienle a otro. Este perkxlo Inicial suele durar por lo JDeD05 un año.
aUOQue la mayorla de lu veces más.
Otra cuestión inicinl es In que concierne n la frecuencia de Sin embargo, en esto intervienen tres factores desfavorables adlckr·
lns sesiones psicoanalíticas. Esto fue objelo <le mucha <liscmión miles que raras veces se mencionan: 1) La prolongaci6n real del tratamiento-
en los últimos años, en parte porque numeutó mucho Ja cantida<l por diseminación o espaciamiento Infrecuente d e las se.siones, tanto en tareas.
de pacientes que desean trntnmiento psicoanalítko, en parte por pskoanaliticas como en otros enfoques psicoterapéuticos. SI esta prolonga-
la tendencia (norteamerknua) a acortar la semana de trabajo y ción es grande, incide mucho mú sobre otros aspectos de la vida del'
en parte por determ imuJa.~ proposiciones teóricas r¡ue hizo 1111 paciente. A veces las "psicoterapias breves" se extienden paradójicamente
sector de psicoanalistas que soslíene que la frecuencia tlc !ns Vot' periodos muy prolongados, porque se terminan y se reanudan en forma
intermitente· a causa de que hubo poca consolidnci6n en el tratamiento )'. le
visitas debería ser \'arinblC", n discredón d el psiconalisla. Al
inmiseuye toda suerte de interferencias exlrai'ias e innecesnrias. 2) Cuanto-
principio se veia a los padPntes seis \'CC'{'S por semana, pC'rO más grande es la cantidad de pacientes psicoaoalhicos posible en cualquier
cinco veces a la sem;um sería Ja norma que predomina en momento dado, en que las sesiones por paciente son menos frecuentes..
Estados Unidos, y cuntro v<'f'es el mlnimo. mayor es ia carga que soporta el psicoanalista para mantenerse al corriente
La doctora Phyllis Cn•cnncre cnunció con f'xactitud lo que de todos los acontecimlentos y reacciones correspondien.tes a cada paciente.
la mayoría de nosotros lTCcmos acerca d e la frecuencia de las Sin embargo, In recompensa monetaritl. puede aumentnr mucho. También
sesiones terapéulicns, y lo hizo con tanta claridad y prnpietla<l nquí la factlbílidad del espaciamle-nto de las sesioñes depende de algunos
que desearla trascribir t'I pasaje completo: factores atinentes o. las dotes y erigencias especlnles del p,siooanalista, funto-
con la e::tpncidad del paciente para "retomar el h ilo" , y es inevitable que
Conviene <JUe lru scsion<'.~ psicoonalitirn~ M'lln tan frecuentes C'Omo para haya mucha varinci6n en este sentido. 2 ) C uanto menos frecuentes son las·
obtener un sentido de relnt:i!'m cn11tln1111 (e ntre el psicoannli~ta y f'I psicoonn- sesiones terapéuticas, tnnto ml1s grande es el riesgo de que no se psico-
lizndo) y nna so:rteni(ln pnx lucdt'!n de mnlNial. Pnrcce que lo Dlf'jor '°' un analice bien b trnsfenmcia negativa. En especial en k>S pacientes cuyas.
conlRcto dinrio en todo lo 110sihl•·. evitnmlo lns inlerrn¡'K'innes frec11entf's horas se hacen menos frecuentet porque el p~icoanalista con.sidera que
o prolongadas del tratamiento. En el dima de la orgnnimdón 1le JA ma- "desperdicia su tiempo" en lo que- parece aer una charla improductiva o.
)'Orla de las vldns, el psicot1nñlisls tiene lngar en el trnbnio de Ja semana silencio, o cuando el paicoanalista terne que el paciente se sienta culpable
y, por lo tanto, se le de~tinnn duco o ~eis se~iones. Posteriormente, p11<'de por sus silencios, se recomendó que se otorgue al paciente un perk>do-
que en muchos psicoonálisi~ sen des<'nble rethicir la c-antidnd de sesiones franco o que &e prolonguen los intervalos entre les se&lanes. A raíz de oú.
unn vez que se consolido In relación entre r l psicoan:ilistn y el psico:mali~ experiencia con el reanálisis de muchos pacientes, me perece, más bien.
zndo, Y que el psiconnali~ln hnyn rleteJminndo las reacciones del ¡»iconnn- que muchos de estos periodos obedecen a Ja d llicultad del pe.ciente para.
liza<lo ante lns lntf'rn1pcioncs. r¡ne ~ ponen en evideoncin por primem vez eipresar Sefltimientos hosUlu o tt6ticos. El paciente se &lente culpable·
en las reacciones ante los fh1es de semana. St el psicoonnliuido tolern bien por estos sentimientos y no por 1u silencio. Demasiadas veces, 11 se le con-
una Interrupción de un din sin <Jue la relo.c!ón se enfrie <lf'mnsindn y sin que cede un franco o si se reduce la frecuencia de las uslonea, esta• acUtodes:
se pierda df! vista el contrnido, entonces se PQ(lrft desarrollnr el pslconnfl- emocionales nunca afloran tanto como para que 1e las pueda analizar, y
llsis &obre la bR.9e de lre11 o cuRtro sesiones semanales, manteniendo un 1e manifiestan más adelante eo formAs perturbodoru. Ademú, me impre-
buen ritmo de trabajo con rl paclf'nle . Sin embargo, sólo se pn~e drter- slonn que los psiooonaliscaa: que más hablnn de los peligros de la depen-
minar si esto resulta com•Pnicnte una vez 11ue el pskonnnlistn lm tenido dencia, raras veces parecen oonsklerar Ja relación reciproca entre la de-
oportunidad de calibrar el ritmo )' l:is nettsitlndcs naturnles del paciente. ~!l~e.!!C.~ tenaz y la trasfe.r~n.c~..n~~~En·Ía-~ida.

56 57
·en que las .actitudes negativas hncia el psicoanallsta no se o.nalicen o ni mayor. Una breve ausencia, a menos que ocurra en un periodo
siquiera !16 e1presen, In necesidad del paciente para que se le- confirme muy crhico, puede explicarse al paciente a medida que se plan..
el amor Y la protección del psicocmalista se torna enormemente mayor y tea (al finalizar una hora, varios di as antes de que el psicoana-
exigente. El psicoanalista puede ver sólo este lado dd cuadro y tratar erró-
neamente de encararlo esp11clnndo mb Ju entrevistas.
lista se ausente) . ~l_psi~~li~ta _ g,ue __~~p~~~- l~_ J~~el
Por razones prictlcas, la duración de la hora se mantiene entre ~ paciente con un anuncio, viola su propia decl~!~.?.. .de ~e
renta Y cinco Y sesenta minutos. Por supuesto, conviene que se conceda -quería escuchar el ma_~erial de libre ~~iaclóQ eswptá~e1¡
suficiente tlf'mpo para que ocurro una especie de modalidad orginka mente del paciente. Esto es una descortesla y constituye un
natural de productlvldad en muchns de las testones. La hora es Ja unidad ·error técnico. La excepción a esto es la situación que surge
de tiempo que ernplf"Bnxu por lo gt'nf"ral, qui:r.As porque eutrat.a al¡ún ·cuando el paciente constantemente suprime o reprime sus reac-
lapso natunl de este tipo y porque "" una unidad conveniente que re ciones ante los acontecimientos del ·nnal de la hora", como el
adapta al plim de trabra jo clel dio.. Si bien es cierto que le' lúcieron muchos recibir la factura. Esto obliga a. que el psicoanalista lo retome
experimentos df'stinados a a ce-lerar las sesiones terapéutlcat haciendo dos a rtificialmente en sesiones subsiguientes. Las ausencias más
en un dla o prolongando la duración a dos horas por seskSn, por Jo general
prolongadas, como las vacaciones, el paciente más o menos las
estas rnodnlidades no hallaron aceptación. Creo, sin embargo, que una
asignación ~guiar del lit-mpo -la mis111R duración y, en todo lo pmlbJe, -espera. Pero a ningún paciente se lo debe abandonar un mes a
sobre la l:xue de un progrAmA predeterminado y constante tema~ por se· las pocas semanas de haber emprendido el psicoanilisis. Si esto
mana (en contraste con los lapsos variables en las sesloQe.s con periodos ·es inevilable, como en casos d e emergencia , el psicoanalista
irregularn que no se t'S{>('fn n de antemano)- pot' lo general fa vorece el -debe reconocer que está violando los términos del contrato, y
rit mo Y la Continuidad de la labor, y reduce al minimo Ja utilización de ofrecer la mejor reparación que pueda: A veces esto obliga a
situaciones eJttemas como resistf' ncia de parte del paciente.u buscar a otro psicoanalista para el paciente, o bien a mantener
'lln contacto no psicoanalítico con el paciente durante la ausen-
Por motivos q11e se h:m\n m~s evidentes a medkla que ·Cia. Los psicoanalistas que se casan o se divorcian durante el
avancemos, e] psicon nnlistn tiene que tratar (cosa nada fácil) psicoanálisis de un pacíente, deben esperar una multitud de
de mantenerse neutral y '"aséptico". Esto significa que no adopta inconvenientes. Es imposible abstenerse de comunicar estas cosas
ningún porcialismo con el aspecto impulsivo de los conflictos al paciente, pero siempre acarrean reacciones graves y a veces
del paciente ni con la inliibición J e tnlcs corúlictos. Además, .devastadoras.
tampoco deporte con sus pncieutt.-s, los toca innecesariamente, El psicoanalista es un psicoterapeuta, y el hecho de qu.e
les pide favores ni les nl'epta favores o regalos: 'también sea psiquiatra y médico o psicólogo es menos lmpor-

que conouo, estrechan la mano al paciente cuando oomlenu. y termina


OTROS OET AL LES Ja hora. Esto ofrece infommclón útil sobre el estado de •ntmo del paciente.,
·su reacción con respecto a la hora, etc. En Europa terla un emn t6a:dco no
Un importante detalle práctico atafie a la interrupción del <hacerlo: a lot pacleates let retultada muy extn.6o.
"Como regla general, el psicoanalista no debe aceptar regalo., J>el"O
trntamiento de parto del psicoonAHsta, por razones de fuerza
1;:~~ !:a;J:e s::r tf:!~uch:JC.Jl'";.!-9~ ':igo~~
• Comentarlos de l 1.hx.1or 11 . G. van der Waals: "hacer al psicoanalista un regallto eo el curso del tratamiento, amia un gra. ve
" C.-eo que todos los pslcoonollstas de Europa , por lo menos todos 10 1 error no aceptarlo."

58 59
tante ahora. En lo que co11cien1e al pade11te, el psicoanali<;ta es analizado, aprecia plenamente la profundidad y la potencia de
~peci~lista y no médico clínico. No se lo contrata para diagnos- las fuerzas y mecanismos del inconsciente.
ticar m para tratar afecdones Hsicas intcrcurrentes. Se justifica El paciente que se somete a Ja terapia psicoanaHtica co-
q ue el paciente espere <111e posea conocimien tos médicos y qu e mienza con cierta fe ciega en el psicoanalista, por más que éste
conteste a algunos otros tipus de preguntas pi:>rtinentes que es tán trate de disipar toda presunción de ese tipo. Además, comienza
~entro de su compctenda, pero si el paciente necesita mudla abrigando diversas esperanzas y expectaciones, por más escep-
información méd ica o algún f'Xnmrn o tratamiento de enferm e- ticismo que exprese. Como veremos, en realidad éstas son mucho
dades Hsicas, hay que <.·1winrlo n un coh•ga. Esto nmnlil·nc el má~ específicas de lo que cree y puede que nada tengan que ver
relieve del aná lisis en el pinna psicológico. <..-on "ponerse" o "estar" bien en el sentido convencional de estas
Existen algunas otras (."uestiones de importancia en relación palabras. Por último. también tiene algunos temores, la mayoría
con 'In concertación del conlrnto original. El pacicmte no snbe de ellos infundados, por supuesto, pero a pesar de todo pertur-
con exactitud cómo C'S el lrntnmiento. Puede que crea que badores.
comenzará a mejorar y n tener más aplomo en segu ida )' en Si se lo asesoró bien, esta fe no es del todo ciega, sin em·
forma progresiva. Por lo tanto, se le debe advertir que esto no bnrgo, porque el psicoanalista tiene ciertas obligaciones cientí-
necesariamente sucede, que el psicoanálisis a veces acentúa los ficas y éticas. El paciente no sabe con exactitud lo que habni de
conflictos y recién después restaura , y que se deben postergar suceder, pero debe tener motivos para creer que le conviene
t~ns las medidas y decis iont>s importnntes de su programa de concertar un contrato con este ser humano y esperar integrid ad
vida, hasta que el psicoarnllisis se haya completado o que estos y competencia profesional de él. Por Jo tanto, Jos temores del
asuntos se hayan <liscutido a fondo en el psicoanálisis. Esto rige paciente tienden a incidir sobre sus propias inadecuacioni;s,
para cosas como matrimonio o divorcio, cambio de ocupación y sobre su propía incompetencia para dar cumplimiento al con~
así sucesivamente. trato. Y puede que tenga razón. El psicoanáJisis tiene el cometido
A pi:>snr de todas las instrucciones preparatorias, que t<.•n- de contrarrestar este fracaso en todo lo posible, de vencer a este
drán que ser mínimas, y a pcsnr de Ja ( nhorn) gcneraliza<la derrotismo o -en el triste caso ocasional- de reconocer que es _,. .·
f~milinridad popula.r con nlgunos rasgos del tratnmicnto, el pa- invencible y de orientar con suavidad al paciente hacia objetivos
ciente que contrata la lernpia psicoanalítica cCJn el pslcoana\istn, más alcanzables.
en realidad no sabe para qué se está prcstnnllo. No cabe du<lu
d;' q.ue se puede decir lo mismo de diversas intervenciones qui-
rurg1cas y de otros proc<.·c.limicntos técnicos e.le Ja medicina
moderna, pero por su naturnlezn mismn, ni allanar el psícoo.ná-
Jisis el camino para In expresión directa de un material que notes
se hallaba sumergido t•n el inconsciente, lo torna peculiarmente
exótico, extraño e inimaginable. Por ddinici6n, el paciente no
snbc de r111é cosas no tknc t·nnd(•nda. En korln lo comprende,
pero sólo después de hab<'r vfrido la <.'xpcricncin de ser psico-

GO 61
c •..rruw 111
LA REGRESION

Reacción de la primera parte contratante frtnte a la


situación teraptSutica psicoanaUtica

Dado el privilegio de decir todo lo que se píensa a una per--


sona que escucha y que se abstiene de toda interrupción inopor-
tuna o deSalentadora, quien procura asistencia terapéutica
experimentará gra.Uficación y creciente frustración al mismo.
liempo. Este proceso desenmastara al deseo or1ginal de curar y-
, hace que aparezcan deseos más primitivos y menos conscientes,
y se empleen técnicas que antes correspondían a expectaciones.
de otro Upo de parte de otras personas. Esta tendencia regresiva.
incluye fluctuaciones y variaciones en la estimación de si mismo...
la imagen corporal y el i<lcal del ego. Evoluciona o aparece en.
oodas y ciclos con variable celeridad, con mucha alternancia y-
frecuentes reformulaciones. Manteniendo una constante posición.
de atrnción y ausencia de reacción, el psicoanalista contribuye·
a este proceso, porque hace las veces de una especie de estrella.
polar que provee orientación.
El que experimenta el psicoanálisis rm tarda en captar que·
está envuelto en un proceso por demás extraordinario. Esto es:
tan familiar y rutinario para algunos de nosotros, que olvidamos
lo notable que es en realidad esta sltuacilm. ¡A.1 paciente que-
llega ante el médico en busca de alivio a su dolor, se lo invita a.
ten<lC'rse y a hablar sobre.· t'so o sobre cualquier otro cosa que se , éd' ) se marcha: se ha completado una
pa.ga su dinero (a cr .1to ~ d(a si uiente el paciente regr~,
le antoje! Puede hnhlnr <le sí mismo, de sus vednos o de su
-esposa; del pasado, del presente n del futuro. No hncc fo.ha que unidad de Jn transacc16n. A 1
d H ce todo lo posible
sea justo ni considemdo, y tnmpoco <1ue sen objetivo. A todo se :se reclina y recita. Una vez más_ da, ~~taª· ui:re que obre. Pre·
lo considerará "tcntulivo", como una opinión <lel momt·nlo sola- por obrar ~mo. cr~e qu~.~ ~:coa~ recue;dos, sus reflexiones,
senta sus asociaciones 1 res ' su . sus más graves
mente. El objeto prindpal tkl procC'tlimiC'n!o, segúu se le o:pli·
sus confidencias, sus ~nsami~ntos int~:s; calla (oo "'da") ,
ca, es qut" presente sus pensamientos y sentirnicnlos librrs de temores. Otra vez el ps1coanahsta escuc
tocln censurn, pnm obst'n'ad6n conjunta d e él mismo y de su
·oyente invisible. Por lo tnnlo, puede y debe decir todo lo que Nuevamente el pacie~te paga~ s~ó":~n el sentido de verballzar
Este proceso de hbre asoc1ac1 1'd d un fenómeno muy
ncuda a su mente, t:osa 11uc no puede hnct'r en 11i11gu11a otra
.situocl6n /rumana existente. ~1 propio pe?5amient~ al azar,
extraordinano que tiene una arg
e:
enar~~t:ria. Parece que los
. por la muestra
Poco debe marn,·illnrnos que u n1rnudo a los pncientcs les
resulte diflclJ sncnr portillo de semcjnnte oportunidad eusc- griegos utilizaron una COS~ sdemt~~~r:n:z~s nubu. ¡Hasta
que aparece en la comedia e ns '
guida. Sin embnrgo, t'S posible que se capte preconscicntemente
Ja situación, d e modo que lns primeras frases que pronuncia el usaban la otomana! • . correspondencia
paciente una vez qnc el psicoanalista toma nsíento y auuncin Dice Freud 118 que Friedrí~~~ch~!e~~~: :~ que quisiese ser
11ue lo atiende, muchns veces duden tocia .<ielección y nrrojnn con J(oerner, en 1788, recome éqOO Freud M también roen·
importantes indícnC'imws acerca dC' la índole d<' los prnblC'mas productivo deberla adoptar este m t . ~'rulado "El arte de con·
más profundos. Dt'sput'•s, lu('go de la fose introclnt.'IOria, se dC'S· "Ciona el ortículo d~ Lud~~g Boern;e~nd;as", es~rito en 1823, que
picrtn In rcsistcndn "1mturnl" del padcntt• y sólo en formn gra- vertírse en un escritor ong.i~al -~º ~'bre Freud también aludió al
dual É'sle lnntca el eamino hnC'in esta situnción imparangonable -describe muy bien a la ~soc1~1 º1 l k .Ellis de Ja publicación,
<le "libertad de pensamiento"' y "Jibt>rlnd de pnlabrn", Con mayor d escubrimiento que hizo ave oc J J Carth Wilkinson
o menor dificultad, n vecrs m·idcz, a n•<:es tH•pidnción, comienza en 18.57, del ""Nuevo método" del <loct:~ iu~ asociación libre•
n hnblnr. para escribir poesla, :osa. que ~n ~~en<lescribió específicamente
William Lecky;• el h1stonador 10g s,
Durnnle unn liorn d crlt• s11s p<m.<i1unit'nlo.~, .~in onlt•Jl n.i
• Se dice que Estrepskule3, ngricultor est!~~~li:C :~tsó:~~d~
t·on(:icrto, <'n los oídos 1h·I médico. Este cscm·ha todo esto, pero
rt'spomlc poco, snlvo paru indicar que le prestn mucha atención. 'Chado en 1u mntrlmonlo, .acude • At:':ª::'sf1lacreedorea:. Sócnatd le indica
~u~:err:c:sl~e~ra;:rd:;.~n:;kmeS ~brm~~= ~!:t~:a.:;
No formula ninguna sugestión. No reconforla pnrn nada. No
formula críticos. No lln ninguna opinión dingnósticR, Sólo
escucha.• pesar de las chinches y otru lnten:upc °:Jka asl la en.efíanm de S6cratft..
1
sisteneias e Inferencias. La comedia ddl en Flft.en Gnwk Plava.l la
Con gnttitud por Ja alencián prestada y por hobérsele Yéue In trnducci6n de Benja.min Rogers trabajo de Trosman IH 80bre
escuchado, e intrigado por Ja nuevn experienciR, el paciente la • i~~m:~¡Üu°:n~l~ ld:l'a~l~oinJ:re;:::e en el desarrollo del m6todo
de bi1bre asociación de parte de Freuld· n u 186lS citado por Obem-
• No ~ del todo <:orre-cto decir que "sOk>" escucha, y tampoco d.r
.o entendf!r que e~h\ d~ido y cnllntlo romo una f'Slalun . Aclr1mremos t'stO
mús ndelante; nquí .sólo l's11uematlznmo! In relación. 'tlor( l.?~1 e:=
•• En J1atlonall.tm In Europe, vo ume ' '
:,¡:~~ hechos permane~n ocultos en la mente y que 16\o

G4
fa existencia de conexionc:i; inconscientes entre los pensamientos
~~¡~~·11 :1ucho anks, Plotjn0 111G (204-270 (d.J.) y' después
de la mente, el hombre a menudo percibe el camino que sigue y la depen- ·
dencia de un pensamiento con Jespecto al olro.
<loco . (1646-1716) sefiafaron explícilomcnle ln existencia
ne.uones mt-ntn.l<'s inconscientes.
Manuel Kant publicó un folleto intitulado ..El poder de la
Según Macalpine y J luntcr m Hobbes -' 'b" L . rnc:rite, mediante simple determinación, para ser dueño de las
tán ( 1651) que • uescn 10 en ct:ia-
ideas morbosas"' donde narra que cuando sufría gota hizo· u1n
experimento consigo mismo:

Pam <JUe no se perturbnse mi sueño, en scguicla Rpelé a. mi "l'emedlo


estoico, el de dirigir con tsfuerzo mis pensamientos hacia algún objeto
iudi(erente en particular, como, por ejemplo, las múltiple1 ideu atociadal
que suscitaba la palabrn Cicerón. De ese modo desvfé mi atecclón de
todas lna demi\s ideas. Asi éJtas se tomaron ripidamente bol'TOSU, de modo
que el sueño las venció. Esto siempre consigo repeUrlo en lo:i ataque.s dt
este Upo con buen resultado. Que el dolor no hRbia sido iJJllginario, Jo
compt0bé cÓn toda clarJdud la mañnna siguif'nte, cuando encontré los
<ledos de mi ple iv1uicrdo hinchados y emojecidos.H, JO!i

Parece que Freud nunca descubrió conscientemente el


informe <le Francis Golton, publicado en Brain en 1879 como
"Experimenlos psicométricos", que Gregory Zilboorg 181• 1" nos
presentara con tanta fuerza. Gallan dice haberse interesado en
lo que pasaba. por su mente cuando contemplaba determinados
objetos o pensaba en ciertas pnlabras. Llamó a esto "ideas aso-
ciadas", Las anotó y observó su número y el Uempo que tardalt
en registrarlas.

Las ideas asociAdas surgen por su propia cuentl\ y nowtros no poO-


mos, salvo pot medio' Indirectos e lmper(tctoa, obllgarla1 a a¡:.recer, ~
objeto es demostrar cómo la to!alldad d e estas ideas asociadas, aunq¡o
en su mnyoria son e):cesivamente fugace1 y oscura1 y apenas cruzan 111
umbrales de nuestra conciencia, pueden atraparte, arrutrarae hasta la kt
dt>I dla y registrarse ... Los resultados compensan ron aece:1 la molestia •
hacerlo. Me ofrecieron un panoramn interesante e inesperado de la cantlc91
de operaciones de IR mt>nte y de las Ofe\lraa pro(undJdadea en que Uem
lugar, de 1o cual pocn ronciencin habla tenido hnata entonces ... Estall
seguro de que dcsfilabnn ante rni escenas de toda mi vida, y de que Jt-
chos incidentes del peslldo, que nun~ so~ C'h. ,
de mi . con¡lomerndo de pensamientos ·,::i
fae q~e hab1an fo1·mado ¡xi r te
cosas demasi11.do Fnmiliares como pnrn 1it1mar' Jan n:~::ióc:.~~mplndos como adopta la siguiente posición: "Me encanta (conscientemente)
la oportunidad de colaborar con el médico y de aprovecharla
Freu<l descubrió que este proceso 1 , para descubrir la manera de aprovechar mejor mis potenciales."
oeunndo hay (]uien esc.·m·I · , es mue IO rnas produclh•o Otro paciente podría adoptar esta actitud: "Tengo problemas
plicaciones M, ·lllOfJUC entonc.·cs Sllr,c:'cn otras com-
que no he podido resolver solo y estoy dispuesto a colaborar
dfrección ·~O~~~~~e l'~~r J~r::~lSO dr rensnmicnto 110 CS!i\ bajo con el médico para aprender a hacerlo." Un tercero diría: "'No
mínimo de pnrtidpndt'111 de 1 versac:wn se clesarrolla C'On un sé qué hacer. Quiero averiguarlo. Puede que este método sirva
slonales indicaciones de su ~l~t~;~ona ,q ue ~sc11d1a, salvo oca- para aliviar mi tortura."' Un paciente que está en mayor regre-
habJa comienza ¡ .. - presencia, la persona que sión todavía, razonarla así: ·En mi desesperación, acudo al
-piensa- n e e~a11 ollar expectacíones. "Es proba Lle
médico para que me ayude, para ver qué alivio me ofrece."
ción para d~~·;u:! 1~:~1co <'slé 't'~1giendo sufid<'nte informa- Y, por último, en el nivel inferior, tenemos el estado próximo a
habrá de resolverlo tntru~,i ·p~;n~1<.'m.ncs <le d{'('irme algo que la desesperanza, con el mágico anhelo de un milagro. En estos
ésta epuntalan al pncien;c en es~~ t~:~~;~ p.rcsunciones .como diversos niveles se pueden apUcar tratamientos de divérSOs tl¡)ós~ ·
unilateral. Habiendo Vl'rtido su "alma" cs,1cc 161~ ,cn npanen.c.:fa inclusive el psicoanálisis, y todos estos niveles se presentan en el
popular, y enriq uecido nsí el con . , . orno <l1c.e la exprcs1un curso <le cualquier psicoanálisis.
sobre sus problemas, espc·ra e.le éste ~1'.~1.e{it~ del, ~si~:malista En nuestra presentación <le la teoría del tratamieDto psico-
nunciamiento oracufnr. • p.1 a rn mRg1ca 'el pro- analítico, tendemos a suponer que el paciente llega a nosotros
En las generalizncíoucs que ha am d b con un óptimo nivel de funcionamiento, cosa que ra.ras veces
que los diversos pacicnles íníc::ian , g ,ºs'. . : emos recordar sucede, por supuesto. Detrás de este frente irúcial hay algo que
en ~isUntos niveles de Jnaclaptnció1~I ::occdmnento terapéut_ico marcha mal, porque de lo contrario el paciente no procurada
o bien, con mayor frcC"ucnl'ia, reta,nlos ron g;a~os de regresión tratarse. Sin embargo, cada vez más, en el trascurso del trata-
modalidncl normal del crecimiento sic c~ e < <:'sarrollo ele la miento, tenderá. a •regresar" a niveles inferiores; adquirirá.
desesperados o sólo dolormmncnt p ológ1co. Puede que estén caracterlsticas cada vez más infantiles en sus actitudes y en su
sientan perplPjos y c1c.rnrie~1lndos ~> i:r~oc,tpa,dos, puede que se dependencia emocional con respecto al psicoanalista. La cues-
propuesto mejorar ciertas <lC'fc· ' . J e sennnmente se hayan tión es que será más niño y después volverá a crecer, pero meior
mismos. No importa lo qu<' ru'c;:n~1:Jar1ue ?bservnron ellos en de lo que había crecido antes, guiado esta vez por su inteligencia
de presentar ante el mundo de Ja ~ida , \;~1ente habrá tr~tacl o más madura y por haber entendido mejor las advertencias y
frente. Por ~o tanto, cuando inicia el tr~~n::na un ~etcrm1~1~do lecciones de sus experiencias desdichadas.
aunque este en la intirnida<l del consultori e~to Js1connalillco, Esle lenguaje metafórico seria útil para captar el principio
aJ médico ei;te frente lit10itual a csnr de o, icn. e a yrcsenlar general de la regresión, pero se presta a confusión si lo llevamos
paro obrar de otro modo. ' P que lwnc permiso" demasiado lejos. Por supuesto, en un sentido, en realidad el
paciente no se puede convertir en un niño, pero en otro sentido
Rada 1111 descrilJiú los niveles sucC' i , h se infanti1iza de veras. Procede como un nlfío y ve que siempre
este "frente" inicJnl Esl!i 1 . 1. : 1 5 \?s qne ny detrás de
• • C' me ivu uo rdat1vomentc maduro que había actuado en cierta medida como tal, de modo que compara
cómo había procedido en realidad y cómo muchas veces quiso

69
psicoanalítico en primer término se las recuerda mejor y después
proc~er Y no pu<lo, en espedal cuando era nil'io. Algún paciente
se las reprime o se las integra de manera más completa.
ocas.1~nal lleva la regresión al extremo ele que ac-túa con un in· Un autor comentó que ..el pe.ciente puede emplear la regre·
fant1hsmo pertur~la<lor e in<leseabl<'; el pronóstico es mejor si
sión como una defensa directa para no progresar en el psicoaná-
sólo aparece un simple asomo <le infantilismo extremo.
lisis, a los efectos de bloquear el empeño del psicoanalista por
El término regresión es uno de los conceptos más ambiguos hacerlo cambiar y llevarlo a un comportamiento más elevado."
de la teoria psicoanalítica; alude a muchos fenómenos suscepti· Nosotros no pensamos que al psicoanalista le correspooda
bl~s de contemplarse desde puntos de vista dinámicos, econó· '"empeñarse en hacedo cambiar" ni "llevarlo" a ninguna parte,
nucos. estructurales, genéticos y adaptativos. Kris 0:1 sugirió un sea más arriba o más abajo. Esta imagen presenta a un paciente
desconcert~nte ad~tamicnto para la teoría de Ja regresión: las que hace pucheros y retrocede ente el látigo que blande el
funciones mtegrahvas <lel ego podrían incluir una regresión psicoanalista. La regresión en la situación psicoa.naUtica, no es
autorregul~da ..Es probable que éste sea el aspecto regresivo un tira y afloja ni resistirse al influjo d e la virtud, el adelanto,
;f~;n~:s~v1<lenc1a tanto en los trntnmientos psicoanalíticos mús la verdad o todo lo que ,el psicoanalista. pueda representar. La
re.gresión describe en parte un proceso de claudicación transi·
E;ta es la tesis general del trntamiento psicoanalítico. toria de la lealtad a la realidRd contemporánea, a cambio de un
Ent.rana la, inducción (u ocurrencia) de una regresión, por fRntasioso sustituto <le repeticiones derivadas ele un estado de
encima ~ mas allá de la r<'gresi611 parcial o retraso del desarrollo existencia rememorativo. Mientras hace esto, el analizado des-
que pudiera haber habfrlo ni principio, que representa a la enfer· cubre cosas y - si lo desea- puede enmendar como corres-
meclad por la cual se emprendió el trnlamier.to. El tratamiento ponda sus modalidades de reacción contemparáneas. No se
~sicoana.lítico es t'Omo sacar un anzuelo ntascmlo, que hay que resiste ni regresa por el solo hecho de molestar, aunque sabe
mtroduc1r todavía más parn <1ue salga la lengüeta. El mismo ( a veces) que molesta. Pero algunos psicoanalistas lo ex.peri·
Freud insinuó esto C'uamlo dijo que la cnfenned~d neurótica mentnn precisamente de ese modu y reaccionan en forma ne"'eJi-
~xpr~~ el sufrimknlo por r<'miniscf'ncias que no se pueden tiva o dominante.•
l eprimir Ud toe.lo ni rcieordar en su plenitud. En e l tratamiento El psicoanálisis no está solo en el uso de la regresión para
fnvon..-cer un acontecimiento nuevo. Lo recomendó Jesús ~!l

• Ale11ander 1 sei1&\6 que la rel(re1ión es de do11 Upo1: una hada un


estndo mils feliz del posado, y otra hndn un estAdo anterior traumitloo.
C.Oíncldien<lo con la regresión, aparecen nuevos esfuerzos lntegratlvos que
generan mi\.11 ansiedad, motivando asl al paciente para que oonUnúe la tarea
pslCOflnalltlca. El modelo de Alexander se presta a confwl6n. Se contemple
al perk>do al cual regfftll el paciente como feliz o como dolorolo, todo
depende <lel aspecto en que éste se concentra, peTO estos no M>n dos "t1po1'"
Oe regresión. Todo en la vida tiene S\IS aspectoa felices Y dolorosos. N~..
So~o:~"::h,¡Jóe;lg;~: ~¡;:1~p~m~~i.v~~I~~ ~bli!,r~º~~
permaneció como un enigma lnwluble r.ero perturbador, que !le reQe)i> en
m uchos acontecimlentt>' y actitudes 1ubsig11ientes.

71
70
Nicodemo, que se quctló asombrado ante la sugestión de qu&
debía.nacer de nuevo y crecer de verdad. La misma idea aparece
funcionamiento de la personal'dad
1 · Se opera
. exunerimeotar
retorno aymane-
com-
en otras religiones (especiaJmente orientnles).m La regresi6n
ras anteriores y más prihitiv.as tde J:l~~i! de atención, una
portarse. Hay un estrec am1e~ o lilitación o reducción de la
ocurre en cierta medida en todo tipo de hospitalización, sea por
preocupación por el yo, un~ sm~pnamiento psicológico. Emer-
razones psiquiátricas o médicas. Las comunicaciones que hicie-
complejiclad est~ct~ral d~I ·~nc1~tancia de los procesos s~n­
ron observa.dores cientUicos sobre Jos diversus programas d&
adoctrinamiento de los gobiernos comunistas, 12 ~ que entrañan
situaciones de privación sensorfal,113• ~ 4 sugieren que este prin-
gen procesos pnmarios y a i po 1 roceso puede.descnbrrse
darios disminuye.n Como veremos, e p
cipio se empleó en Ja inducción de cambios cognoscitivos que desde diversos puntos de vista. . '6 central en la
varían en cuanto a eJCtensión y duración. Tales informes descri-.
El término regresión ocupaba una ~ic~~ vez para des-
ben fenómenos extraordinarios que podrían conceptualizarse
como procesos de regresíón.12, 122. 1&1 teorla de la libido. Freud lo em~leó rr P=iamiras y objetos.
cribir un retroceso de la energía impu s:~l 'dos mis temprano.
Pero en el tratamiento psicoanalítico, durante una hora por
día, la regresión está para que se Ja escuche, se la vea, se la fijados con anterioridad y, por endJ, les.. ~energía hipotética.
uUlice y, en última instancia, se Ja resuelva. A veces se Ja Hama. En el curso del desarrollo normal. e. orno, esivamente en una.
del impulso sexual, la libido, se mv1ert~ agr Parte de la libido
"neurosis de trasferencia', pero, no importa el nombre que se-
le dá, este fenómeno de la regresión y su explotación técnica. serie de miras, objetos y zonas corro~º : ·que ya no son apro-
puede permanecer fija en etapas ¡n ent r fenómeno fi¡acíón. La
son la esencia misma del tralnmiento psicoanalftico. (Véanse las
contribuciones de Ffaher,40 GilJ,H Macalpine u 2 y Nunberg.m) piadas para la edad. Fre_ud. ~lam
teoría de los impulsos pnm1hvos ~
¡;~C: ue, cuando una parle
q nas objetos escena-
Unos pocos contemporáneos contemplan con escepticismo
la conveniencia de permitir o favorecer un graclo odicional de- de la libido permaneció fijad~ e~i:~~:~s~es ~ás pro~ble que
rcgresión durante el lratamicnlo psicoanalftico.m~. n1. u:;a Los. rios o modos de resp~esta m p de la libido que habla progre-
experimentos de estos iuvesligfldores en la exploración de los eo un período posterior la i:;t~aduro, regrese a ese punto de
procesos del inconsciente y <'n d empleo del discernimiento sin sado hacia un desarrollo m . condiciones se operará una
inducir regresión, son fokrl'snnlcs y sugíeren mé todos psicote- fijación. Por lo tanto, en dc1ertns. . avanzadas hacia otras
rapéuticos de uliJidnd en ciertos estados, pero estos métodos no regr~ión de la libido des n~i::~~~~:.ún Freud, es la frustra-
concuerdan con nuestrn concepción ele! psicoonálisis clásico anlcrmres. Una de estas co L Udad de frustración que se
correcto. En este libro hemos <le ocuparnos de la regresión inci- ción de las miras sexuales. a can . depende de la fijación
requiere para i~ci~r un p~c~so r~~r~1v~iere mucha frustración,
dental del tratamiento psicoanalítico como elemento esencial.
En el siguiente materia] ofrecert'mos un marco de referencia anterior. Si la Íl)BCIÓO es m m~a, t 1"bo.slarán frustraciones.
pero si las fijaciones son muy impor an e;; esivo!
teórico dentro del cual explicaremos por qué ocurre Ja regresión, leves para poner en marcha el proceso gr
cómo suele ocurrir, sus dC>rivados !erapéuticos y su ulterior disi-
pación y desaparición.
• Freucl condbió la i~ea de a 1 i,a en el laboratorio de .Brücke, .~mes
l f. clún y la regresión en el curso de
Lo que en la sHuación terapéutica psicoanalítica denomi- sm investigaciones 1U1ntóm1cas neura es di bajo la d!recci6n de Brucke,
namos regresión, es un proceso re!rógrado muy considerable del escriUió; "Siendo esludiante jove~, emprb:: ei origen de las mices nerviosas
mi prinirr tro.be.jo científico. Me m~e'ide un pececillo de estructwa muy
po~gnnglionares de la medula espma
72
73
Gill y Brenman n y Schafer 118 exploraron con mucha mayor lisia. Este afán conjunto, al que algunos designaron .la alia;f,1
profundidad la teoría <le la regresión. Aquí simplemente quere- terapéutica o de trabajo,2«>· M constituye una influencia esta l l·
mos indicar que el Ienónwno de Ja regresión -dl'scemos o no za<lora y orientadora. d'
preservar la presentncíó11 espccífit:n que se hnee de ella en la ¿Por qué ocurre la regresión? Este es un tema que se is-
antigua tcor!a <le lrt libido- ocurre en el C'OlllC'xto de la frustra- cutió largo y tendido. Por supuesto, debemos tratar de abstener-
,ción inducida por la situación psicoanalític:a. Pero esta regresiún nos de, la explicación falaz. basada en la causalidad. No hay ruada
~c~rre en un nuirco de introspeccíún y comprensión, y estas •q ue ..cause" • Ja regresión, porque ésta es el resultado de muchos
ultimas son las que prupordonan el empleo lernpéutico de Ju factores. La regresión parcial qu~ pueda haber !~::i~:~~~:
regresión, pues el crecímirnto siempre parece oc.-urrir después represenla la enfennedad .del paciente, como ya . .
de períodos de relativa desorgnniznción y do regresiones tem- El recabar ayuda es un paso más hacia atrás. en cierto sentido¡
porarias. La.~ maneras ronsngrndns y automatizadas de compor- es un paso atrás para despues "'correr.. mejor hacia adelante. ~
concurrir al psicoanalista pennite dejar de lado en parte a ,¡
tnrse, pensar y reladunnrse con el mundo fenomenológico se
desautomatizan (véase:> cm y Brenmnn 11 ) y se "desacoplan", fachada 0 finta de normalidn<l, de modo que el grado de regre-
por así decirlo, permilie11tlo así nuevos ordenamientos y organi- sión ya existente y que estaba cubierto por Ja fochadn, se pone
· zaciones. La regresión irnluc:ida por ln frustrnci{m, por Jo tanlo, en evidencia inmc<liatamenle. 1
dn c:aLic.la a un <.-red111ie11lu mlidonnl sobre la hase dl· los dest'U· Emprender el tratamiento psicoanalítico significa no só o
brimentos que el p;tci cnt e ha('c dentro ele sí 111l.rn10. Pon¡ue <lar un paso más hacia atrás, sino muchos m~s. Durante la hora
reconoce las imnadurl'l't•s que hay en él, Ja nnturnleza arcaica .del psicoanálisis (y a veces fuera de ella) el paciente está
camcntc "'peor" o "'rñás enfcnno" d e Jo que parecla antes e
fr:ti
de sus afectos y rencorrs. y las lmnsncciones contraprocJucenlC's
entre aspectos dt' sí mismo, todo lo cual lo había oscureC'i<lo
para no verlo. Por lo lnnli), la rcgn:sión trae consigo un fraccio-
LJami<.·ulu de los pro CC'SO.<;: en .i;:us organizaciones componC'ntes,
quc él y el psicoanalista están en condiciones de ~er :o:
tratamiento. Desde un punto <le vista esto es sólo aparente, po¡-

enfenno estaba en realidad, pero él lo puede encu~ru.; <l. u


permitiendo nuevas posiliili<lti<lcs de reorganización. otro punto de vista, en cambio, es rea1 porque al disminuir s
Sin f'mbargo, uno ele los prcrrcquisitos de este tipo <le ere- finla de que es normal, las cosas empeoran.
.cimiento es que el analizado nunca pier<la la actitud de curio- Freud nos llamó la atención sobre estos fenómenos. E~ s~
~idad, búsqueda e intlngndún en colalxm1ción con el psicoana- lrabajo de 1914, "'Rcmemomción, repetición y elaboración •
afirmó:

75
74
lo El (el paciente)t1uul1il~n repite d11nrnt r el lrntamiento todos sus 5¡n- ción es demasiado grande, pues ocurre inclusive fuera de la hora
de~~r :;;:;. ;emos lllle. 11 11.t'sha t'spet:inl insislent>ia en Jn compulsión psicoanaHtica. La regresión se favorece mucho, no s6lo por la
m6. Sól portndo nmgnn hed10 imcvo, sino sólo un punlo de vistA
11 actitud "permisiva" del psicoanalista sino también por los ras~
~~m: ¡°' o aclArnmos ¡mrn nosotros mismos que e l estndo de enfer-
gos Hsicos de la situación psicoanalítica: Ja postura en decúbito,
que Ir.ta; ,:-:nte:; cesa t'unndo el pskonnólisis empie:r.1, que tenemos
el médico invisible, el silencio del consultorio, el relativo silencio
mo t erm Ad C'Omo unn fuerzn real que estÁ en actividad en el
fe = a 0~nou:mo un Al'IJntedmienlo de su vkJa pnsadn .. '. A.si, la Iros--
del terapeuta. Cill menciona : .. El clima general desvinculado
la ld 1 especie de terreno intermedio entre In enfermrdnd y del tiempo ... In desconsideración de los sintomns ... y la fre-
hac-;. • rea• ª través dt"I cual habrñ que reti liznc el viaje Jesde la' una. cuencia de visitas que, metnf6ricnmente hablando, podriamos
enl ,:;:~•· El nuevo estado mental ha absorbido a todos Jos rRsgos de la con.c;iJerar como la irritación constante para mantener abiertas
en~ • pero repre~f'nl11, sin embargo, unfl enfermcd;ilf artJlicial que las heridas que ll evan al inconsciente ... " La disminución de los
es ll.Q ,,.:;; ;:~ es o.cceslble a nuestros inlervendoneJ. Al mismo tiempo tslímulos sensoria les externos favorece esto; Hcbb y sus colabo-
clonet es iel a r~I. pero adaptado a nuestros propÜsitos por condi- radores Je la Universidad de Montreal demostraron que con
pec mente favnrablt>s, )' es de cnr6ctrr provisionaJ.11
este recurso solamente ya se puede inducir un considerable
grado de regresión: 12. G3. u
Debemos recordar que es precisamente este comportamien-
l
;;!s
o sincero, aunque resuhc más perturbador, lo que el tero.-
~~a U~ne. que conol'er para estar en condiciones de ofrecer
En la opinión de uno de nuestros más reflexivos maestros,
el desaparecido Bertram Lewin, uo la regresión en psicoanálisis
lJbe t°d
da. mvHado al paciente a dejarse llevar, a lomarse la
es comparable a lo que sucede en el sueño, pueslo que el proceso
psicoanalltico surgió en realidad de una especie de terapia de
acu~aª a s: ser tod o lo i.rúantil i1ue desee, a decir todo lo que
mente, 11º unporta lns consecuencias que ello le sueño (hipnosis). Lewin <lesanoll6 la idea de que en el cuadro
a~rrearfa si no estuviese C'n esla sit uación especia l. Por lo tanto manifiesto se insinúan trazas de sueños. El deseo <le dormir se
~ pacifnte ~o sólo se le pC'rmil e, sino que se lo induce a nban: suplanta por el deseo de asociar libremente, y el paciente se
t~uu os ~~smos rC<'ursos a cuya nil<juisición había dcc.licado recuesta, no para dormir sino para asociar. Pero al asociar tiende
hu; unn VJ a con n•spC'l'lo a Jo (JUC podría decir a otro ser a rcgresur y a soñar. El psicoanalista, como señaló Lewin en
sidadª';i° o co~.enlar lH'rrcn tic él. Et1 esta sit1mció11 no hay nece- otro trabajo, 1:m contribuye a obtener un efecto mágico que obra
r e ser, Jen <'<!11cndo: no hace falta ser consitlerndo, no se po.ra palinr o po.ra inqu ietar, po.ra despertar un poco al peciente
c:~Jer~ ~erl~u~;~· m vnh:IH.:u ui renJistn; basta segui r Ja instruc- o para llevarlo un poco más al sueño.
origmn · o/u lrak dr ser sincero. Piense lo que< uícrn
:l~n , lorlo 1lo 11PH' pi<'11.~1·. P111·dci 1¡11t• só lo lo foten te ~ro d~ • A relz de los reciente! estudios sobre nblamlento experimental que
n1ln·;~~ '~;~~ 1:" l.' !)1:11111..iu c¡1w nu halmi rC'pn•sn lins, <;ue no se siguieron al trabajo anterior de DeJrton y wJ,IJ (JJOr e)cmpk>, de Lllly,JN
tlcíin.Jdn." un J11H:1u, ipu · no se nnihani a ninguna conclusión tllacnlpine M2 y Solomon, Leideumm, f\lendebon y Wtu:ler 111), empoza.
mos a darnos cuenta cada vez mis del gran impacto que lo. ettfmulot

pr~~;:i:~:~)()~ 1;. el ~erapen:iformula para que el paciente


externos ejert'f:n sobre el CunclonamJento del elfo. A la luz de MOi experi-
se mentos de aislamiento y de los dn101 que se están acumulando tobrO mul·
padci:t:.~·:.~~l::~
nos solita1k>s, exploradores polares, presos y '°'11omudoa, se eVidencla. mb
que en muchos .e cd1ue no sen necesaria, por- Y mfls que le autonomla dt>I ego sólo se mantiene en virtud cle una balan-
mio e regresar en esta direc- ceada dependencla en el id y en el mundo externo. (Véase Rapaport.ltl)

77
En un trabnjo cui<latlosamentc razonado, Loewald lo ex- balas. Pero el sentido de frustración que el paciente experi~enta,.
presó de ~te modo:
éste lo atribuye directamente (inclusive contrariando su propio•
razonamiento más acertado) a lo que el psicoanalista hace o·
El psi~nálisis pueúf' cnrncteri7.ar:re . . como un periodo 0 periodos
deja de hacer o de decir. Sabiendo esto, el psicoanalista debe·
de _clesorgnm:zaclón Y reorg11niineión Jnt.lnclcla clt.ol ego. Pn.nnover Ja neu-
::s dt t~1uler~~e~n es irtduc ir est11 flcsorgnnizacl6n y reorganJmclón del
g · E psicoo.nahsis, por lo lttrilo, se entiende C."Omo una fntenenci6n desti-
hacer o no hacer lo que corresponda para controlar la rapidez·
del proceso retrógrado y la profundidad de la regresión. El psi-
nada. a poner en marcha el 1lesnrrollo t.lel ego 11 partir ele un punto de pro coanálisis se echa a perder por una regresión demasiado ripida-
relativ~, o a fomentar lo que concebimos eomo una orihltación y/o una o demasiado Jenta, o por una regresión demasiado profunda en
captación más SOnR de f'Se desarrollo. Esto se logm promoviendo y utlli- una etapa demasiado temprana del tratamiento. No podemos;
za~clo la regresión (controlndn). Estn rcgrf'~lón es IUl Importante aspecto retraclarnos de nuestra invitación y promesa originales, porque
ba¡o el cual se pue-de l"11trnder la nt'urosis de trrisff'rencla . La neurosis ele eso sería violar el contrato, pero, en cambio, no prometimos dar
l~nsfen'ncia, en el sentido de- Jf'aC'livndón ele- In neurosis de la infancia, no al paciente nada que no sea escucharlo, comprenderlo y "ayu-
5 '.mplemente se pone en rrnm·hn por In ~riela téctiieu del pskonnrilistn,
~arlo". Por lo tanto, dehemos decidir qué Upo de ayuda. le·
sino P?,' el hedio d e IJllt< rl psil"Ounrilistn se oírt'CC pnm estaLle<.'t'r una
hemos de dar y cuándo. El analista tiene que aprender a conte-
~uci~.i re!nción ohjt:t hn" ~ulrf' PI pnciente y el psiro.·umlistn. El ¡mc'if'nle
tte 11 cl e 11 COn\·erlir 11 f'.~ln 1111r,·n rebción objf'tivn en una relncii'in viej 11 . Por
nerse y no dar, pero también tiene que aprender a dar, y a darlO'
otr~ .Im~.te, en la mt"ilitlri r11 c¡ue rl pnclC'nle deSArTolln una "trnsferencia en el momento oportuno.
posi~iva (no en el senticlo de In resistcucin <le trosfert nclns, sino en el Uno de nuestros colegas, el doctor H erbert J. SchJesinger,.
sent1~0 en ~ne la "trfisfeu.•ncin" denotn tocio el proceso de nn psicoanilllsis), hizo Ja sabia observación de que
ma ntiene vivo su potenC'inl 1mrn establecer una nueva relrición objf'tivn n
el psicoanalista, por supuesto, no podria satisfacer los anacrónicos deseos
través de toi.lns liis Jiveuu etnrns de rf'sistencin. El paciente puede ntre-
\'l'rse _a cnn rn la cri~L, ll'gresivn <le la neurosis de tra&Ierencin, que ¡0 del paciente, o.unque quisiera. Si bien es cierto que podrlA acct'der a ciertos
pedid~ especí(icos, como por ejemplo, cliri¡.:irle la palabra con mayor fre-
c~~O<.'t• Írt:'.11te a lre11tt" 1111a \ "Cl 1mís l.'On las nnsied11de~ y couflictos de su
1 '.~~f'l, 3 ~e''.'JJr<! que pu('iln nformrse n la potencia!Jt.lnd de una mu.•vt1 rela~ cuencia, au acción sólo deberla consistir en alentar al paciente para que
t:ion ob1etiv11 que es!:\ rrpresf'ntrula por el p!konnalisto.G siga expresando sus deseos regresivos en formas seudomadur~s. No hace·
folta que el p~icoonalista piense que está frustrando las exigencias regresi-
''ªSdel pacienle; la frustración estli Jmplicita en el hecho de que ésta es'
una neurosii de trasferencia, de que es más uno recapitulaci6n que uoa
LA FHL!STHACION CONTROLADA experiencia primaria. El sentido de frustración que Invade al paciente es un
fenómeno muy real, pero. lo mismo que la ngreslón, ae lo debe en<:1rar
E.1. scnti.do dl' ~fll);lrudún 11ue el prtciPntc cxpl'rimcnln cn Ju romo pule de lR pslcologlo. del ro.ciente y no del ann\ista. Recuerdo que
sltuacJ?n ps1coannhtkn, es en parte un reflejo de In situación de usted nos dijo a.l~o 1¡ue vlPne al caso en esto. Cuando el pslcoe.nallfta
I~ reah~a.d, pero en la medida en que además dependa de Ja firialrmnte "da" Rlgo al paciente (una Jnlerpretaclón), eso es mucho mil•
nspons1vulacl del psicoanalista, también puede ser regulada Y es muy distinto de lo que f'l pacíenle querla y, lo mismo que el chapa-'
po~ éste. En realidnd, por .~upuesto, al padente no se Je niega rrón que pone término a la aequla, trae cierto alivio pero también caull8"
lHlll propios problemas. Es menesttt poner de relieve que el acto de dar
na a, excepto Jo que no se le debe dar, como en el caso del niño
que llora porque quiere un revólver de verdad, cargado con y lle no dar de parte del psicoonallstn, no estll coordinado con los deaeo9
Jel pacie11le y, por supuesto, no está destin11do a satisfacer esos deseos.

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Aunqut' el psiC'Ol'lnnlistn nprC'nde a intervenir juicios.1ml.'nll.' di.' m.1nt'rn que vaciando lo que había en su corazón, y. por si esto fuese poco,
no contrlbuyll sin nel·esidnd n que 1.'I pnl'it'nl ~ piense siemprt' qut' rf'Cibe ¡hasta pegó dinero por Jas sesiones en que Jo hizol ¿Qué recibió
.demasln<lo o dt'mnsindo poco ( mo<lnlidnd de resisll.'ncin común qne sin·e <lel psícoanalista a cambio de eso? Atención, audiencia, tolenn-
pnra reducir los comenl ruin~ •lt·I psico:mnlistn n 1m 1knomin:ulvr común cia, si, pero ninguna respuesta. Ninguna "reacción". Ningún
de determínndns cnntidntlf'S 1lc \'CrhnliznciUn), rl pskorrnalisla dt"l>e Ira· consejo. Ninguna explicación. Ninguna solución. Nada de ayuda.
tnr de no p rf'OCl1pnrse por "d•l.~ ilit~ir" h1s cos:1s que ofrf'ce ni padl.'nlC". Nada de amor.
Hnct"r eslo, simplcmentl." s.eiín t•ncnrnr ln expet1;ldUn de trasfort'nda dd
po.clenle con unn nctitud t\unplcmcnlarin de conlratrnsferl.'nChl. ( Com11ni-
Esto no es del todo cierto, por supuesto, porque algunas
cación personal. )
respuestas y reacciones de parte del psicoanalista hubo, pero no
fueron lo que el paciente esperaba. No hubo ninguna palabra
Nuestra teoría sostiene que la enfermedad d e l pacirnte es mágica, de hecho. Tampoco un minimo siquiera de tranq~·
consecuencia ele un <'n·dmi<.'1110 que se vio impedido {'ll su ción. Prácticamente no hubo indicaciones de que el psicoanalista
desarrollo nalural por 1lcs ...facioncs inherentC'S n rcspuC'stas adoptase alguna posición en nada. Se le contó al psicoanalista
defectuosas ír<'ntc a crisis primitivas. Las situaciones insolubles la enonnidad del comportamiento de la mujer del pe.ciente, pero
e insoportables engendraron complC'jas cmodtrn<'s, principal- éste no hizo ningún comentario. Se le contó un chiste bueno,
mente de furor. En t:o11sccue11cia, la oportunitlad de orientar pero parece que no le resultó gracioso. Se le narró en detalle
mejor a la furia de antaño rC'primida, es, en un sentido estrecho, un incidente con un polida de tré.nsito, y el psicoanalista sólo
un objetivo i11mediato del tratamiento. Esto no sólo tiene que preguntó qué Je habfa perecido al polida. Interrumpió Ja narra·
ser una catarsis trnnsHoria, sino una eliminación de las provo· c ión de un importantísimo episodio para hacer una pregunta
cncioncs básicas o tíviC'ns del furor, parn que In energía que que, en apariencia, nada tenía que ver : el dfa d e ]a semana
requit>re esta inflamación y hloquco, se invierta <lt' manf"ra más en que sucedió. por ejemplo.
útil. Esto nunca debe et·gnr al nnalisla frente a los objetivos Estas respuestas imprevisibles del terapeuta son desconcer·
co11stmctivos finales dd trnlnrniento, según Jos definimos arriba. tantes y no se pueden encarar con la lógica ordinaria. Combi-
Por In lnnlo, c:alx· C's¡wrn r 1p1e d paciente que está t'n psico- nadas con su falta de respuesta general y con su silencio, fomen-
·Qnálisis despliegue - dl·spués de un tit·rnpo- una ira inapro- tan un creciente sentido de frustración. Esto se acrecienta
pindn y fútil. Puede <¡ltl ' no la sienta como ini.; puede que porque, en el proceso de ir abandonando su autocensura y sus
prcfiC'rn IJnmarla rcsentimit·nto o <lcprcsiún, justificada indigna· a ntiguos hábitos convencionales <le represión verbal, el paciente
ción, d esnlit•nto o lo qut· f unt•. Pt·ro, no importa t.'Omo la llame, espera con creciente ansiedad Ja aprobación del psicoanalista.
la desplegará y, al desph·gada, en vez de enmnscnrarla o "con- Poco a poco el sentido de haber contribuido en vano, de no
trolarla", manifestará mnr 11r agresividad todavía. Su sentido de haber complacJdo, satisfecho o siquiera provocado al psicoana...
frustración constituye pnrn él una continua provocación pnm lista. comienza a gravitar sobre el paciente, primero .como·una
estar resenlidu porqul', a lltedida que transcurren los días, va ligera incomodidad, después como aogwtia y finalmente como
creciendo en el paciente la sospecha <le que enlre él y el tera- franca frustración y resentimiento. E.s prob&ble que Phyllia
peuta existe lo que un c('onom i ~ la dcíiuiría como "una balanza ~IcCinley no haya pensado en el psicoanálisl~ cuando escribió
comercial desfovorablc··. El paci{'nte 1111 "colaborado", ha obe- ~on mucho acierto:
decido Jns instrucciones, se hn cntrcgntlo. Aportó iníormación,
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Palos y pieclrns lastiman los huesos. ho n1>renJldo t¿-cnicns del psícoonnlistn y t'Stá irlE'jornndo. Emplea los oon~
Si atacrm Jn pnrtc que irrita, cimienlos adquiridos pnra tratar de cual4uier mRneri:a de deílnir la situad6n
Las palabras hieren al máximo, d e modo que t>I vencido sen el psicoanalista. Este es el periodo dificil del
psicoonáli!is. Sin embargo, hi:abiendo preparallo cuidadosamente el terreno
Pero al cornzón Jo rompe el silencio.m
con un diagnóstico a fondo (M cit-ndo una lista de los puntO!I débiles) Y
hnbiendo Instilado una sucesión de dudas en el po.ciente acerca de é1 m1...
Cómo se sit"nlc c.sln frustración, cómo el paciente expcri· mo, el psicoonalisln logra derribor de nuevo al pacieute una y otra. Vt'Z, a
menta y rAcionRliza n t•sta ..neurosis Je trRs ÍC'rcncin", fue objeto medida que trascurren IM :iños ( 1).
de unn tlescripción un tnnlo caricaturesca por llaley,'11' quien la
representa como Una espe<..'Íe <le batalla ficticia entre t'1 paciente Es in<ludable que la frustración, de por sí, no es una forma
y el p.sicoanalistn. Con ironln, por supuesto, pero con discer- eficaz de tratamiento. Si asi fuese, se hallarian muchos medios
nible intención, escrib<': más sencJllos pera fru~trar el paciente que el diván psicoanaU-
tico. La frustración es un estado en el que Ja verdadera diná-
E l flRClenle ('ntrn ('U el p5iron.11ñllsis eu In posición llel \'t'ncldo que mica del tratamiento psicoanalítico adquiere eficacia. Este prin·
solicita 111yuda, y en seguit.la trnta de ve~r al lNapeutf\ con halagos .. c ipio surge de la segunda "regla fundamentar del psicoanálisis
El pnclente adula Rl tt'fape11ta diciéndole lo m1nevilloso que e1I y con cuánta
que estableciera Freud:
rapidez él (el paciente) espE'm ponerse bien. El psiC011nallsta a vez.a.do no
se deja emedor con tales maniobras.· El lnJtt:m1iento 1nlcoarwlftlco debe duarrollarie, en todo lo poaibte, en
Cuando el pacle11te comvruebn. q ue siempre el vencido sigue siendo un eitado de prltJación, en un estado de ab.ttlnencio. Por abstinencia, aln
é l, cnmbia de lfldim. Se loma illsrolo e. insultante. amena7.a con abe.ndo- t'mhlugo, no entcnde~ pre!cindir de tocio Upo de satisfacción, porque
mu el p~iroorn'ilisis y pont' en teln de juicio In corclnrR del psicoonrilistR. eso no serlo p1 áctlco, por rrupuesto. y tampoco entendemos la connotación
Eslos son nrdides pnrn ..trnlnr de oht~er uno respuesta humana'". Tropie- popul11r que se le asigna, o sea nLst.enene de relaciones sexui:ales; significa
z.an ron u11 muro impasi\ile e lmpt"rsonnl porfJue el psít'Otmalista sigue otra cosn que tiene mucho más que ver ron In d inámica de la enfermedad
cullando y f'ncara los hm1ltos con una declaración tAn anodina romo: y de la rt!Cllperad6n.
" ¿No observó que este es el SE"gun<lo mnrtes que usted me hace nn comen- Se recordnr• que la Jmnraclcín hizo que el pnc\ente enfenna:te, Y que
tarlo asl? Me pregunto por quó le sucede ttto los mnr1es", o bien, "Usted sus slntomas le sirven como grallflcaclones sustltullvas. El paciente bu.se.
parece rt'flcclonar ante mi romo al yo fttese otra persona". su grallflcación suslitutiva mas que nada en el tratamiento mllmo, en au
Fm!'trado en sus trl'lns de resistencia, el pnciente ct\plt11ln y ostensi~ relocl6n de trasfenncla orm el m6dico, y hasta puede que se empefte en
blemenle e ntrega de nue\'O el ronlrol de la situ11ción a l pslroannlillo. Vuelve , esarclrse por esle medio de todas lo.! demás prlvacloneS que pMal1 tobre
t'nlon<:H a elogiarlo, Sf! apoyn en él, vive pent.liente de cada una Je sus el. En cierto medkln esto ac le debe permiUr, por supue•to, mU o meno1
palabras, insiste en sefmlnr lo impotente que et y en lo fue rte qne es el de acuerdo con la lndole del caso )' con la fndivid1utlidad del padent9t
pslcoanalistll, y aguarda el momento en que desplace ni psiCOClnalista tan pero no conviene que sea dt"masiado. Todo psicoam1lista que por tu &raQ.
leja! como pam devastado ron un golpe maestro. El psiconnalistR encara corazón y por su disposición .a ayudar, brinde al paciente todo lo que '11\
esto R 11111 mil m:mwillos C'On unn serle de eslrnlogemas "'condesccndienles'", ser h11mnno puede esperar de otro, comete el mismo error económico en que
señalando que el po.L'iente tiene r1m1 nyudaue a si mismo y que no debe incurren n11estros Instituciones oo psicoana\ítlco.s para pacientes nervk>SOI.
cspeTar que nadie le resut-lm s11s rosas persol'IQlr:s. Fmiruo, el J)lllciente Sólo se empeñnn t"ll hncer que todo ttsulte lo m6.s agmdahle posible pai-a
p:ua de nuevo de los n1·Jides Je sumisión a lo1 d e desaJío. Pnra entonces el PflCit'nte, para que se sienta e6moc.lo alll y pnrtt q11e encantn<lo ttsi:..-eae·
¡>ara refugiarse de las vicisitudes de In vidn. Al hncerlo, renuncian por

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entero a hate1lo mú fuerle po.ra vivir y más capaz de dar cumplimlenlo qué espera o qué desea con exactitud el paciente del terapeu-
a lu obllgaciones reales de la vida. En el tratamienlo analítico hay que ta en un momento dado. No cabe duda de que quiere que se lo
evitar todos estos mimos. En lo tocante a 11w; relaciones con el médico, el alivie de algo que lo incomoda. El paciente quiere que se
picienle Uene que tener tleseos Jnsntlsfechos en abundnnd.i. Es conve- lo ..cure" de cierto padecimíento o <le que por lo menos se lo me-
niente ne¡arle precisamente las satiúacclones que desea ron mayor Jnlen- ;ore. Esta fue su actitu<l consciente cuando emprendió el trata·
sklad y quo eJ11presa de IA numera mb lmportuna.80 miento y concertó el contmto bipartito, pero no tardamos en
descubrir que por debajo de esta motivación consciente yacen
Por estado de abstinencia, entoncE'S, se entiende lo relacio- muchas más expectaciones considerables y distintas.
nado oon Ja actividad del paciente y del psicoanalista por igual: Si escuchamos sin comentarios las asociaciones libres de un
el psicoanalista debe abstenerse de respon<ler a las exhortacio- paciente durante una serie de treinta, cincuenta o cien horas, y
nes, embestidas, maniobras, pedidos y exigencias del paciente, después condensamos la esencia del material a su m6.s sencilla
de la manera que respondería comúnmente si ésta fuese una expresión, muchas veces semejaría un esquema mAs o menos as(:
1elación social, y eJ paciente Uene que experimentar Ja satisfac-
ción que se le niega. Hnsta ahora 110 encontramos método mejor l. Sufro (y he sufrido) de estl\ mAnem y aquéllA, Y asl Y asi Y asl.
pnra permitir que el paciente descubra su manero de amar y 2. No quiero sufrir asi y asl y ui. (El pslcoanalf..l'la podrá inquirir
odiar y sus condiciones para hacerlo. Esta frustración controlada .sobre loa delallea.)
del psicoanálisis pone de relieve los t!picos métodos del paciente 3. Quiero que el psicoonalisla, una vez que entiendA bien mi sufri-
para relacionarse con las personas importantes de su vida. Este miento, me cure o me alivie. (El plicoonalista calla.)
descubrimiento de si mismo es crucial para el proceso <le lu. 4. Para que pueda hacerlo, le explica~ mejor cu•nto be sufrido de
1·ecuperación. esla manem y a veces de esa otra manera, antes de esa manera
y ahora de ésta. (El P-"coanalbta escucha en rilencio.)
5 , Suponeo qn" a esta altura ya me comprende y podria, si quisiera.
PASOS DE LA RECRESION aconsejarme y asesorarme pnra que ya no lenga que sufrir de
estas maneras. ¿Lo har•? {El palcoanailsla sigue prdcilcameni.
Es evidente que el C."redente sentido de privación y frustra· callado.)
ción que acnbamos de dc·scl'ibir, no puede c.."Onliuuar por tiempo 6. Ya le he contado todo; bueno, casi todo. E!I omnisciente, Y podría.
indefinido. Esto provoca en el paciente ciertas reacciones de quitArme el sufrimiento casi como por arte de magia, si sólo
diversos tipos y grados, y sólo se obtendrá el efocto que se busca hnblase. Con toda segurklad comprende c6mo sufro; sin duda
si la tensión de Ja frustración se mantiene dentro <le una d eter- sabe cui\nto quiero que me ayude. ¡Pero calla! ¿Por qué?
minada zonn óptima. Ln pericía técnica consiste en saber en 7. ¿Cuindo vn a empezar a ayudarme? lfoc- qué no me ayuda?
qué momento y en qué gmdo y forma se debe administrar la (El vslcoanallsla riemP"e atgue en rilencio.)
necesidad que el paciente tiene d e que el psicoanalista res¡xm<la 8. Pues bien, entonces tendré que confesárselo. Yo. me parecla que,
a 61, a los efectos de mantener el grado óptimo de frustración, o tnrde o temprano, tendría que decírselo. El sabia que yo habla
bien, dicho de otro modo, para impedir que se desmoralice del hecho e!ns eo5as; t iene que hR.berlo sabido. Aguardaba a que se
todo por el excesivo sentido de frustración. lo contase todo. Ahora va lo hice. Me siento avergonzado, pero
Hallnremos respues!n n esto examinando con de tenimiento también alivinclo. ¡Yn ~lo elije!

84 85
9. Me siento mejor. r:nt•ce IJUe mi psicoanalista 1)0 se disgustó dema- Ante todo, el sentido de frustración del paciente no sólo
!iado, supongo. !\le hizo nlgunns preguntas, pero no me re¡nendió.
proviene <le la simple falta de respuesta y de la imprevisibilidad
10. Entonces qni!'re decir .q ne me escuchn. ¿Pero hacia <lónde voy?
Es hin bond;nlnso, me escudm con liltlln pndl•ucia, con tanta
de la segunda parte contralante, por intrigante y desconcertante
calma, con tanta comprc.nsi6n. (y frustradora) que sea. Ya con esta breve muestra es evidente
11. Si sOlo pudiese rH"!'plnt"JnE", CTeerme, tenerme t-ompash"•n ... , l:'ln que el paciente busca algo que no se había 'mencionado expU·
impotente, <léhil r c111pahlt> como SO)'· ¿Pe10 cúmo poJrln? citnmente en el contrato original. Quiere obtener algo (del psiC9-
12. OjnJR me hablase . . , p¡lra rcprl.'ndcrme, elogi:inne, dt'cirme que analista) pero no está del todo seguro de lo que es. Vemos, " 1
no soy lmposihlt> o si•Jnit-m <¡ue me npreci:i un pOCQ. He tratndo además, que en la búsqueda de esle desiderátum emplea suce·
tanlo de rompbttrlo de mant'm! fJlle skm¡ne me dieron mu)· sivamente diversos enfoques, diversas estratagemas o técnicas
buen resuhmlo. P(·ro no .Jo logro. (El J13icflwwfh la come11ln bre-
venierite.)
para tratar de conseguirlo. En este proceso, además, logra ver
que no es el psicoanalista quien fruslra, sino él, el paciente, que
,,
13. A pesar de su Íliu\dad. él me ~ustn. ,C\l-sl lo nmo, ¿Pero cúmo t'l
se frustra a si mismo; que a través de toda su v.ida adoptó rPanio·
podría Amarme. . , o !iquiera simpatizar co11migo? Nadie me
bras que .. informaban en contra de él", por así decirlo. Comienza
quiere, nadie puttle quererme. En renlidn1l nridie me quiso. Pero
d ~~ seguir atli•ln11te, supongo.
a sentir que el único responsable de hacerse cargo de·su vJda
14. Este tipo .no me gustn l1ara mida; es clespindado y crudo, n"tip(1- es él mismo, y no el psicoanalista. En el capítulo VI nos ocupa·
Uco, Indiferente; imposible complricerlo. No me comprende. Es remos de cómo se opera esto. ,
un estúpido, un frnutle, un impostor, un ignornntc. Se lo diré. Como sabemos, las técnicas para obtener del ambiente la
11
(El pslcoam1/hl11 ¡iernumcce pr1íctlcomente co//aclo.) que queremos se aprendieron en la niñez y se desarrollaron a
15. Bueno, pa 1ece c¡11 e no se enojó. Pero yo s i¡::o enojado. Le di su mc<lida que evolucionaban nuestros cµerpos y nuestras mentes.
merf!cido; cn·o tJH" tengo derechó n esperar ulgo de él. Le he En los adultos se modificaron un poco por la experiencia. En el
dacio, pero n{'I rrciho. adulto "normal" se modificaron mucho, adquiriendo una orien-
16. P(xlrfa en~yar df' 111u•vo {"1"111 has té(·nic:is que .itilké tantas vr.ccs, tación realista. En el adullo "'neurúlicu", eo cambio, se meta-
pero ya IM prol>i"• y 10110 fue en \.11110 <.'011 él. ¿Amso mis tét.11ict1S
morfosearon de modo mucho más incompleto. En consecuencia,
son equiYocarJri~? ¿El 11ne e~t;\ mal es i-1? ¿O soy yo? ¡No cabe
duda de CJllf' algo mnrchn m:il!
en circunstancias de frustración hasta el adulto .. normal" puede
17. ¿Cúmo lwgo pam conseguir lo fJlle quiero? ¿Es n~i como me rela- "regresar" a.1 empleo de algunas técnicas previas. Eh. el psicoaná-
lisis el paciente emplea en primer término sus acostumbradas
. '
ciono con e l re~lo de In ~rute? ¿Qué es lo que realmente quiero?
(En quP cousiste rs1• "t1lgo" Ju vert'm05 m•'I! ndelnnlt'.) técnicas semimaducns Yluego retoma a las que todavla sori más
infnntiJCS y (jUC Uti!izuba en los primeros tiempos de'&U vida,
Por nl!_ora sólo ll1·vurnus este t'S<!Ul·mn hasta R(juÍ. Por su - Por lo general comienza queriendo que el psicoanalista sea
puesto, la progresión nunt'n c.~ con exnctitud lal como éstn, y simpático - es decir, que reconozca que en realidad sufre- y
raras veces se presenta ton nlti<ln y lan clc"Jnc-ntal como Ja pre- puede que interprete su atenci6n y su silencio como muestra
sentamos nosotros, porque siempre hay divc-rsas filigranas, digre~ de simpalia. Alentado por esto, habla m&s de sf mismo, e inclu·
siones, Jnterrupcíones y complicaciones mt•non•s, pero en general sive, larde o temprano, dice algunas cosas de las cuales se aver-
es muy típica y vnrias cosns importantes se pueden dc-ducir güenza. A menudo interpretará el silencio del psicoanalista como
de ello. perdón, pero después no tardará en preguntarSe si el psicoana·

80 87
1Jsta, al final de cuentns, es sólo indifereule o si está aburrido porque su esposa había salido de vacaciones por unos dias. ~ji>
o hasta disgustado. Pero, de nuevo alentado o desesperado, no que ansiaba la llegada de Ja hora psicoanaUtica ~~ue .le bnn-
tarda en seguir adclanlc con sus revelaciones. Por un tiempo daba la oportunidad de tener compafUa y de rec1b1r s1mpatla-
aprecia (de nuevo) el ntento silencio del psicoanalista, pero Comenz6 a decir que se sentia "abandonado" por su. es~. 1'-1
después sucumbe poco n poco n sm nprensionrs. "¿Por c¡ué no parecer decepciona~o porque el psicoanalista no hizo rungun,
dice nada? ¿A<:aso no ohru tul <:omo él me dijo? ¿Acaso no trato comentario aceren de esta nutoconmíseración, murmuró a rega-
de hacerJo? ¿Acaso· rio Je digo cosns? ¿Por qué por lo menos no ñallicntes que quiiás no estaba haciendo lo que el psicoanalista
me apoya, o siquicni -Dios me perdone- no me elogia un esperaba de él. A esto el psicoanalista señaló que lo único que-
poco? ¡Me empeño tadto t•n cumplncerlol ¿Estoy fallando?" esperaba era que el paciente tratase de decir todo ]o .que ac~­
diese a su mente. El paciente (para asombro del psicoanalis-
ta) se puso furioso. Esto, dijo, era l,&na observación por demás
ALTIBAJOS UE LA RECRESJON PROGRESIVA lesiva, destructiva, devastadora, porque Jo dejaba impotente y·
sin esperanzas. Expresaba a todas )~ces la ac~itud. de a~luto­
rechazo, de total indiferencia del psicoanalista hacia el pac.ient.e-
La fuucióu del psit•onnálisis, por supuesto, no consiste en
"C'Omplacer"' al psicoanalista ni en elogiar ni paciente. Sin t'm- y su sufrimiento. Simpatio., compañia, amistad ... , esto necesi-
taba él, y no interpretaciones ni mezquinas observacione~. ,
bargo, lo mismo que la mayoría de los seres humanos, el paciente
En un poema de Tom Prideaux se expresan senhmtentos.
hnrá todo Jo posihle por ser lo más agradable que pueda. a su similares:
manera, porque éstn es una técnica aprendida temprano, que
la cxpericndn cutidin1m de Jos riñus poskriorcs toníirmnron. Con semisonrisa de grato sabor
Seguirá abrigando In es¡wrnnza de que <'n cierta meclída lo logró, Me quito chaqueta y chaleco.
pero el continuo silt>nl'io (lt-1 psiconnrilistn se int<'rprC'ln en ú\timn
Después, ajeno al gélido aire,
instancia como indicación de que estn técnica ha Cracnsndo. El Me despojo de mi ropa. interior.
paciente hastn puede dcspnd1nr!;e con todn ínmqurza y pregun-
tar: "¿Cuándo me vn n drcir nlgo, doctor? Hace bostante que Así, no teniendo más qué quitarme,
vengo aqut hora trns hnm. LC' he µngndo mi dinero r le he dicho ~Je despellejo más y más la epidermis.
Jo que tenín que d ecirlC'. Ilice lo <1ue usted me dijo, ¿y qué Con más secretos que darte
retibo a cambio? No cscut'ho una !;nin pnlnhrn de uslcd. ¿No es
l>.l e deshueso y te doy mis tuétanos.
hora de qu~ ui;te<l despierte y me diga algo?"
Por mucho que se hayn prepnrado por medio de In lectura, Habiendo concluido la exposición,
con toda seguridad el p11 icormalistn jo\'en i;e sobresaltará cuando Pendo cunl inservible telaraiia.
encuentre eSte asombroso frnómeno por primera vez, In franca
"admisión" del pncientc de ttue no está en tratamiento con In En tanto tú, allí sentado, remoto,
fJnnlidad de ponerse mejor. Recuerdo el desaliento de un cnndi- Ni siquiera el sobretodo te quitas.•
dnto en relacitJn con el psicoirnálisis que hizo a un inteligente • PubUcado por priml!rR vez, según no' ententmoJ por uno lectom,
hombre de C'iencia que se qurjó extensamente ele su sole<la<l señoriln Jessica Davidwn, tra1 aparecer en la primera edición de Creotfuct

88 89
N~ siempre el pacit•11te se siente frustrado, porque hny olas bien el mismo paciente en otros momentos, se afligirán.. se
-de gratitud porque se lo escucha y se lo comprcmk., de soqncn- enfadarán y se preocuparán, ensayando distintos métodos para
dido júbilo por In nc.h1uisic:ión <le nuevos conoc:imicntos y por agradar al psicoanalista, para seducirlo o para provocarlo, gi-
su progreso, <le alivio por scnlimientos de culi?a opresivos, y de rnicOOo, apelando a las rabietas o mostrándose hoscos, atacando.
renovadas esperanzas tle mwvas posibili<lat.l cs. liemos hecho sollozando, en fin, esgrimiendo todos los métodos del nido frus·
h.incnpié en los.scntimit'nlns nl'gativos t.ld ¡>t1C'icnk porque con- trado, y con preferencia los que este paciente en particular
s1dernmos que tienden a pnsar inadvertidos en los escritos y en cmplcaba cuando ero niíio. A veces estos recursos le dieron
la enseñanza del psicoanálisis. Pero para evitar un error <le par- resultado en otros tiempos, aunque a veces fracasaro(I, ,pero en
cialismo similar, debemos insistir aquí en que el psicoanálisis esta nueva y desconcertante situación, el paciente se siente apre·
es ~na s~rie de altibnjos, de pleamares y b.'l~'lmnres, de pequeñas miado a probar cualquier cosa.
~atisfacciones seguidos por contrariedades. Cnbe imaginar a Ja A su debido tiempo se le señalará el origen y significado
~ora psic.oanalfticn como un espejo de aumento que reflC'jn un de estas técnicas, en caso de que no las reconozca él mismo, pero
nnagmano haz d<! luz que brota tl c lns oscilaciones del cshulo primero tendrá que ex1~rime11tarlas, tendrá que ver y sentir de
<le ánimo del paciente dt" nn din para otro, st•gún In influencia qué manera intenta conseguir lo que quiere. En última instancia
que ejerzan sobre él todos J'os estímulos externos e internos. l\lu - comprenderá que tO<lavia retenla ciertos métodos, a pesar de
chas. veces resulta útil aconsP~'lr a los pncientes que no se que siempre Fracasaban, mientras que había abandonado otros
depnman por E>I hecho dt• que están deprimidos , porque el mo- mejores porque en determinadas circunstancias -algún mo-
mC'nto en que unu peor se Sil't1tc, pu ede ser prccisarncnl e d de mento particularmente doloroso quizás- no le habían dado re-
mn yor progreso. sultado. Este factor deliro e interativo de tratar de dominar la
Convicnr. tcnc1· t•n l' ll('ll[:t d rno<ldo que introdujimos en(•\ situnción, es un rasgo importante de la teorla psicoanalítica
cap~tulo 11, cl el c.Jieulc 11ue trnh1 de obtener nlgo a cambio. El que se ve con claridad en el proceso terapéutico psicoanaJl.
paciente desen algo d e n ' r<lnd; ya lo ha pagado (o Jo pngnrá) y líco. La neutralidad del psicoanalista, y más adelante sus con-
tratará de conseguirlo. Puede que no lo solicite explícitamente, fronta ciones e interpretaciones, permiten que la porción ..obser·
porque. al principio tratnrá de ser agradable reprimiendo los vadora" del ego obtenga una vista panorámica de lo que hasta
pcrnmm1entos de exigt•nl'ia o queja. Puede que C'xprei;e todo f'.Stn entonces sólo se sentln intensamente sin comprenderlo.
1·11 fomm cncuhit'rln a lnw{·.~ de lo); sut·fios o C'on divcri;ns manio- Por supuesto, el psicoanalista rompe su silencio, su absti·
~rns de rodt.'O. Puede c1uc pida que st> lo tranquilicc o que se k• nencin, de vez en cuando. También él experimenta estas técnicas
interpreten ciertos sucfios, pensando que con ello agradará abortivas, tal como las usa el paciente; también él adquiere uoa
ni psicoanalista y o!Jk rn.lrá cierta asist<'ncia. Otros pacientes, o
vador a ver con mayor claridad o de manera m"
noción general de este penorama. Mientras ayuda al ego obser·
completa,
puede que también reconforte a la porción del ego que entró
en regreslón, con su indicación de que se interesa Y de que
aprueba. El paciente responderá entonces con signos de agrado
y alienlo. El terapeuta joven a veces se deja engañar por esta
ola de "mejoría". Si el psicoanálisis marcha como es debido, la

90 91
frustración volverá a crecer de nuevo y el ciclo se repetirá una <lel psicoanalista, con respecto a las técnicas para conseguir lo
y otra vez, pero cada vez la perspectiva se habrá ampliado, se q ue se desea, con respecto a la fuente u objeto indirecto de los
habrá ensanchado el ó.ren <le ex plorndón, se habrá profundizado esfu erzos del paciente, y con respecto a la índole y el carácter
Ja penetración en la parte oculta. d el buscador mismo. Esto se aclarará mejor si diagramamos la
Muchas veces intenté armar disefios que indi<1ucn esta osci- frase: Yo (el paciente ) quiero del médico (psicoanalista) la cura
lación del curso del psicoanálisis en forma <liagrarnúlicn. Nunca (de mi enfermedad). Véase la figura 6.
quedé conforme ron lo que había hecho ni dd todo satisfecho
con algunos de los mejores c1ur l1ideron algunos de mis ulm11nos,
para indicar cómo cn<la frustradón y rcgresi6n suct•sivn lleva al Yo (el paciente) r.•Jiao
pncicntc más hncin In pmfnndidatl o hacia el pas:ulo, prro t·úmo,
con coda recuperación, cnn rntla captación utlidonul de cono-
lsujetol 1""''001 ~ra (itlivio, ayuda)
cimiento de sí mismo, l'I padt.·nle se wconstitu)'t' t•n un ni\.'cl de !objeto d irecto>
suped or, por así <le<:irlo. Es probnblc que sea como d montn-
fiista que descubre (jUC' d sendero que sigue no l·omlm·c n In 1 el psicoanalista
cumbre, pero po<lrá llevnrlo a otra elevación d esde la cual
!obje to indirecto!
d eterminará cómo desct•mlcr para tomar por otro sendero que
lo lleve más alto. Flgurt 6
En psicología gestáhicn huy un experimento clósico que se
usn para ensayar detennitmdns formas de apremHznje en los
animales, en el que se colocn a un mono antropomorfo en una RECRESION CON RESPECTO AL OBJETO
jaula que tiene una abertura t~n la parle trasera, )' se pone
unn bananR íuerA df? la jnuln , ('n In pnrt~ <lelantern. F.I nnimrt.l Examinemos primc::ro Ja rt-g(esión co11 respecto a la cosa
tendrá que renunciar poi· uu instante n la emocionnnte c:ontem- que se quiere. Cuando el paciente llega por pri~era. vez ~nte
p lnción d e la banana, desprc 11dié11dosc <lcl estimulo de su proxi- el médico, no cabe duda alguna sobre el parhcular. Quiere
midnd parn alejarse dirrdnmcntc de cllu, a los efectos de lograr ayuda, alivio, curación. Por lo menos esto es lo que dice querer.
su captura real. Pero al poco tiempo se da cuenta de que quiere mds que esto.
Esto es comparable l\ la regresión inducida por el traln- Muchas veces, ya antes de obtener alivio, quiere slmpatla. Y en
miento, que está por encima y más a llá de ese grado de regresión el proceso de obtener alivio ofrece manifestaciones de querer
- yn presente en el momento de inicinrse el trntamiento- re- de un semejante todas las señales que Jos demás seres humanos
presentndo por Ja ...enfermeclatr' d el pnciente. ¡Se trota de una quieren: aprobación, aceplación y hasta elogios. En suma, quiere
...regresión progresistn"I Es un iterntivo volver ntrás para mirar que se lo quiera. Quiere que se piense que posee ciertas cosas
y recordar, y después avnn:t.Ar <le nuevo para comparar y tal vez intrfnsecas positivas, a pesar de sus síntomas, d e sus fracasos,
corregir. de su:'> quejas.
Examinaremos cuatrn asprctos d e cstn regresión : regrf'sión Poco a poco el paciente capta que estas no son tod~ las
con respecto a la nnlurnlc7a y sustancia e.le hl cosa que se c.lesen cosas que quiere, porque, además de simpatla, ayuda, elogios Y

92 93
del estado de regresión. La explicación está en las múltiples
admiración. también quiere que lo nmen. Quiere signos o prue- formas rn que la palabra "amor" se emplea en nuestro vocabu·
bas de amor. Lenta y dolorosamente, avanza así hacia esta co- lario. El amor, tal como lo experimenta el paciente cuando ha.
rriente principal que está por debajo de Ja persistente búsqueda ocurrido esta regresión, evoca los anhelos del lactante que se
de algún logro en el conlrnlo terapéutico. nutre del pecho de la madre o del niño que experimenta por-
Esta sustitución progr<'siva dt! un. olJjeto más primitivo de primern vez sensaciones o excit\lciones placenteras en la piet
Ja búsqueda del paciente, a medida que se desarrolla la regre- Este amor es algo que nos entrega otra persona, como la leche o.
sión, se pone en evidenda s11stitnyendo sucesivamente en orden una caricia, pero no tal como se expresa (se da} de una manera.
descendente { intli<:ado en la columna de Ja Iigurn 7) el obieto madura. Se percibe como algo dotado de poderes casi mágicos,.
en nuestra frase diagramada. tan esencial, reconstituyente y placentero como Ja leche d&
mn.dre. Hay ciertos resabios de esta sensación mágica en el éxta-
(leer h.c:i• ab9jo) sis del romance de la adolescencia, en q ue resultada apropiadc>
decir cosas <.'Omo el titulo de la canción "Amame y el mundc>
será mio".
En t>I psicoanálisis de ciE"rtos pacientes, este anhelo de
eso que ellos llaman amor de parte del psiroanalista., adquiere
extraordinaria intensidad. Es sencillo que el psicoanalista se-
dE"ficnda del impacto de estas pasiones descontando el amor
del paciente como ..irreal". No debemos olvidar, sin embargo, la.
advertencia de Freud, de que "No se tiene derecho a disputar
la naturaleza auténtica de un amor que hace su aparición en el
trascurso del tratamiento psicoanalítico. Por más carente de not··
malidad que parezca, esta. cualidad se explica suficiente si recor..
Yo quiero damos que el estado de hallarse enamorado en la vicia ordinaria.
fuera del psicoanálisis, también se parece más a los fe!Jómenos:
del mentales anormales que a los normales ... Son precisamente.
J psicoanalista estas desviaciones de lo normal lo que constituyen el element0i
esencial de la condición de estar -enamorado." 90
Debemos reoordar qua tales experiencias infantiles. por
Fl¡11nt 7 intensas e idilicas que hayan sido, dejan Oe tener tanto asidero.
en Ja persona normalmente desarrollado, por la cantJdad Y am-
OBJETIVOS REGRESIVOS plitud de satisfacciones sustitutivas que el adulto obtiene cuand°'
madura su capacidad de a.mar. Aunque nunca abandonamos el
A todas estas reacdon<'s tl('seatlas se las reconocerá como ansia de ser ama<los de esta manera mágica, esta ansia pierde
pruebas intangibles de amor de parte del psicoanalista. Alguien su agu<leza en la mayoría de nosotros. El paciente que llega al
preguntará por qué Ja búsc1uccla <le amor es tan carocterístíca
94 95
psit:oaná.lisís. en cambio, no encontró tales sustitutos ni experi- p ieza a utilizar su autoexamen verbalizado (asociaciones libres)
mentó esta evolución, y, por lo trinto, las experiencius primitivas como medio d e intercambio, como un quid pro qu.o. Intenta
revisten mayor imporlrincia para él. Una vez que el paciente utilizar su psicoanálisis de la misma manera que otrora empleaba
llega a la etapa deJ "yo quiero (del psicoanalista) amor (pero sus diversas comunicaciones o acciones frente a sus padres,
no obtengo suficiente)", romicnzn n lucubrar en torno de esto
expectación. ·E s como si dijf'Se: "Si tú me Rmns, lo dt>mo.i;trnrás.
Me darás muestras simhólkas de nmur, me 11anís cosas a mí y
para mf."
Sucede entonces que la fórmula "Quiero amor del pskoa11a-
.Jista" se metamorfosea primero en ..Quiero reconocimientos ver-
bales de amor de parte del psicom1alísta", y d~pués en "Quiero
que el psiconnalísto me d é ,,ruebas tangibles d e amor''. Estas
pruebas tienden a adquirir especificidad según las necesidades
especHicns, reales o imnginarias, c.kl pndentf', sea en una situa- Yo quiero
ción del pasado o en su situación en ln realiclnd nctunl. En la
figura B representamos C'jcmplos típicos.
del
\ psicoanalista
REGHl!.SION EN EL VERBO
F igura 8

Volva mos ahorn n nuestra frase d ingramada primaria, "Yo


( d paciente) quiero del médico (psicoanalista ) una t·ura". Ha-
biendo hnhlado clcl nspeclo de lo. regrC'sión rl'fericlo ni objeto,
pr<'slnmos n t('nl'ión nhorn n In rcgn•sión con respecto ni v<'rbo
J e In fómmln (figurn O). Vü nos q ue el paciente 11uiere, Anhela
y siente Jos necesida(ks. Sus técnicos para obtener gratificación
pnrn estas ncc('si<lmks, también tienden a regresar a niveles
inferiores d e cnlidnd y l'Íicnciu.
Al iniciar el tratnmit'nto y acceder tácitnmf'ntc a dar cum- Yo quiero
p limiento a In regla h{1sicn, el pndente considera ni pdncipio
que simplemente hace las <:osas tal como i;e le instruye para su
propio beneficio y ohtf'ner lo que busca. Poco a poco, sin em- del
bnrgo, el cumplimiento en este respecto viene a significar para
él obecUencln, obedlendn que, cuando niífo, cm el precio que psicoanalista I= padre, madre, hermano, etc.)
·clcbín pagnr pnrn obtt'ncr ayuda de los pndres. E l pnciente em- F.igura 9

00
maestros u otros, es decir, pnra oblen<'r una determinada rl·com- lo dice, y es probable que lo <liga antes por la carga ·adicio~al
pensa que <lesen. Junto l'On su obc><liencia puC'de d esple>gar <le una irn mal controlad a que viene arrastrando desde Ja nli\ez,
modal~ agradables o todo lo contrario, risas o lágrimas, chiste~ Por lo tanto, cuando d ecimos que la ira aparece en la situa-
o que)8s. Se ensayan todn suerle ele ardides. La ..obe<licnda" ción psiconnalítica, entendemos que el paciente vuelve a adqui·
puede ser inme<liatn n n•m isn, supcríicial o {'ntusinsta. rir conciencia de una ira que en una oportunidad surgió en. él
Tan](> o temprano. la fruslrncíón ncumulativn de In sitnadón y que, ni no hallar expresión, lo "enfennó". Pero .esta vez la pro-
psicoanalítica susdla sufidcnte irn romo para qm• los liut·nos vocación no es Ja azotaina que cierta vez le propmó su madrc, la it
modales (suprcsi{m) y d miedo (r('presiém ) yn n o llllt"(lnn l'Oll- vergi.ienzn que le hizo pasar su padre ni la derrota que le infligió
lenerla . .Es unn ilusión que la ira aparel'e tic pronto, porque su hermano; ahora la provocación es lo. impresión de que el
es!uvo siempre, dC'sde d prindpio mismo. No súlo estaba supri- 1>sicoanaltsta lo defrauda, lo costiga, no lo cuida. Entonces la f 6r- ·
mida por los buenos rnmlnh·~ y las tát'tien~ tliscrt'las, sino que mula, ..Quiero complacer al psicoanalista para asegurarme su ·
estaba reprimido como ronsccu endn de <'xpcriendns condicio- amor".,se convieite en "No quiero nada del psicoanalista. Por
nantes anl<'fíores <¡tw tonmban<tlcmasiado peligroso que se tm- lo tanto, no trataré de complacerlo para obtener amor. En cam-
rnntascn los venlndt•rns scntimicntos. Una simpliíiC'oción un bio, quisiera disgustnr1o, e inclusive lastimarlo". •
tanto excesiva sería d1·dr 11ur. todo paci<.'nlt: está t•nfrrmo prf-'l·i- En torno d e este temu genernl se desarrollan toda suerte de
rnmente por esln ira lan antigua 11ue no puNlc rxpresar. Algo variaciones y de regresiones adicionales en In fórmula verbal.
suced~ó en Ja vid.a dd pariente que invalidó sus recursos para ..Quiero conquistar amor agradando" se trasforma en "Quiero
mane1ar sus prop1M prt·sinncs instintivas; sólo pod ría (o puede) ajustar cuentas con él y quiero conseguir d e él todo lo q ue pueda
contro~ar su ardicnle ngrcsivfrlad con recursos 11ut' !C' t·uestan irritándolo e hiriéndolo, asl como él me ha herido a mi. Quiero
d emasiad o y lo t>nferman. Los síntomas mismos de los cualt"s engañarlo. Quiero ponerlo en posición embarazosa. Fingiré que
se queja, existen en parte para controlar esa ira, para suprimirla cumplo sus deseos, pero sólo para reírme de él. Trataré de ex.as·
u pant mnnl<'nerla ftH'rn <le Ja conciencia mediante reprcsi{m, y p <>rnrlo. Lo desalentaré. Discutiré con él. Lo desconcertaré.
en P•:rte pnrn exprc>snrla. s~ podría considerar que cnda uno <le QuirrO humillarlo y ponerlo en descubierto. Quiero decir a la
s.us smt?mns cs una ('Xpn•sión de i rn en Ja <JU<' l'I paciente no gcnlc mcnlirns <le él. Lo calumniaré. Trat~ré d e j~sultarlo...
siente m reconoce a la t'lllol'i(m originnl. O bien, In fórmula puede oríC'ntarse en otra c11reccl6n : Seduciré
Téngase en ciwnta que t'I pndcnle no st• enoja inmt'tliata. ni psiconnalista. Enco ntraré su punto débil y lo aprovecharé.
mente. No hace folta c¡ue lo haga porque el e nojo no es rortés D estruiré su poder. Lo castraré. Lo mataré".
)' hnsln resulta pdigroso. Antes d e cn.ujarsc ensayará todo tipo Todo este comportamiento es un eco, una representación
de cosns. Además, la regresión d epara mudtns snlisfaccfoncs a del pasado, una rememoración actualizada ?e situaciones y
~esnr de.'ª "f.rustr~ci1)11". Ilnhrú lrntndo de sobornar ni psicon~n~ ncoótccimientos que ocurrieron hace mucho tiempo. Pero todo
fo;~n, de 1~1sp1rar lastima, de faslidiarln, de entramparlo. Ningt'm esto encuentra un recibimiento distinto al que antes el paciente
ps1connnhstn está a salm d e r1ue Ju tomen desprevenido en algu- encontraba tan cruel y d afiíno. El psicoanalista se advierte a si
nos de estos. respectos. PC'ro t·on ello las tnrns .~ólo empenrnn, mi!>mo y, si es necesario, advierte al paciente que en la situación
porq.u~ el ps1connnlfata se recupera y Jn frnstmción del pnC'iente psiconnnlitica todas las declaraciones que se hagan son simples
contmun. El pncicnlC' no ohtit.'llC' lo 11ue r1uierc, tnrd e o trmprnno tnntcos y sólo deben encararse dentro de la perspecliva de todo

98 99
el_ material. El ~nciente comprueha que se ha engaliado a 5 ' Jn "secuela saludable'' del sentido de frustración que se babia
rismo y que. su l~Q por no obtener le impide obtener. Esto no experimentado al principio. Esta constancia del psicoanalista
o ve en ~eguida'. sm embnrgo, porque tiende a enceguecerse con tiende a estabilizar al paciente y le permite orientarse a ·pesar
sus prop1as Jágnmas de furor. de sus oscilaciones, de modo que, poco a poco, Ja frecuencia de
. Tar?e o temprano, por supuesto, llegan las expresiones de estas oscilaciones disminuye y su amplitud también merma.
luna e impotencia en forma <le Arrebatos de có lna contra el Puede que no se evidencie con facilidad porqué la cons-
psicoanalista ..i:or otra parte, el paciente fas identifica con mayor tancia del psicoanalista tiende a estabilizar al pe.ciente y se
o menor prcc1S1ón como pt•rh·nec:icnks a otra situaciún, a ulgo convierte en un poderoso factor terapéutico. Por estabilidad
q.ue ~tá en el remoto pasado. Aclcmás, la inílucncia de Ja con- no entenclemos mantenerse en lo alto en un plano inaccesible,
c1en~1~ Y del reconocimien to <le que nlgunns de sus acusaciones a pesar ele las protestas del paciente en lo contrario. Por esta-
son m!ustas~ lo arrostra a la penitencia y al remordimiento. Pm.'tlc bilidad entendemos la disposición del psicoanalista a no res-
que pida disculpas (cosa que, por supuc>.'> lo, el psiconnnlista no ponder a las trasferencias del paciente, en Ja medida en que las
debe aceptar, ~( como tampoco acepta las Rcusndones). Es reconozca y comunique al paciente que son trasferencias y _el_
probable que se imponga una penitencia redoblando sus esíuer· signiffcado que tienen. Esta actitud constante proporciona una
zos en tocio lo que cree que el psicoanalista quiere que haga imagen cada vez más estable de qué y quién podrfa ser ea
o que se vuelque por entero n la actitud mas0<Juista de ..Quier~ realidad el psicoanalista, im3gen progresivamente liberada de las
que el psicoanalist~ me reprenda por lo que hice, me castigue, deformidades de la trasferencia. La decreciente frecuencia de
me ataque, me humille, me viole sexualmente, me CHstre; ¡quiero las oscilaciones, refleja entonces que el paciente posee mayor
que hasta llegue a matnrmel"
conciencia de la naturaleza deformante de su trasferencia. El
psicoanalista, como persona, se convierte en punto de referencia
pnra el paciente y. por ende, está a disposición de él como objeto
RECRESIÓN CON ltE.'ii'Eí:"Hi M . OB/ErO J NDJOECl'O
nuevo cada vez más, a medida que se analiza la trasferencia.
(Dl!SPLAZAMl!.NTO \' SUSlH~CIÚN) Volvamos ahora a la figura 6. Hasta aqui comentamos aspec-
tos de la regresión del paciente, representados por sucesivos
A todo esto e] psicoannlistn se mnntiene (o trnln de man- cambios en la forma del objeto y del verbo. Nos falta considerar
tenerse) en una posicJón estnhle. Esté el paciente irritado 0 la metamorfosis que se opera en el sujeto, yo, y en el objeto
deprimJdo, se muestre provocativo o seductor eslé enfadado indirecto, que es el psicoanalista. Nos referiremos a este último
alegre, eufórico o tri.ste, el psicoanalista perm~nece JnmutRble: en primer ténnino.
La constancia del ps1conna1istil es inhumana, por supuesto. Sor- Debe recordarse que las denudaciones progresivas del prí·
prende constantemente ni pn<.:íc>ntc porque en Ja vida ordinaria milivo deseo humano de obtener algo de alguien, o de conseguir
la gente responde a la C'onducln de Jos dem6.s cambiando de In que se le haga algo placentero, ocurre en las circunstancias
mlsmn manera. Resulta reconfortnnlc y nlentndor encon trnr " peculiares que e] pacJentc que se desnuda a si mismo refiere a
una person~ que se intcresn en uno, pero c1ue no se altera ante una persona que lo escucha, pero a la que no ve ni conoce.
l~s fluctuac1oncs del propio cstndo de ftuimo ni nute las confo- Habla en presencia de esta persona como nunca podría hablar
s1ones que se le hacen. En cierla medida, esto es el antídoto 0 en presencia de cualquier otro ser humano. Esta persona invísi-

100 101
ble actúa de una manera totnlmente inespern.d
ponde como respondería cualquier ser huma a, po_rque no n•s-
exhortaciones tan sentidas. Precisament no comun ante estas REGRESIÓN CON RESPECTO AL SUJETO
que escucha no se ve y raras VCl'CS se ia e por:1ue esta p<.'rsona
el paciente dé riern.la suelta a su t!'11de1~:~:c lll, es posible (1nc Nos falta tratar el cuarto aspecto de la regresión, la regre-
fantasías el verdadero cnráckr la nctilutl 1 :1" dcfom1ar en sus sión con respecto al sufeto de Ja fórmula.
el aspecto deJ psicoanalista. ' • as mlenciones y hasta Al principio quizás nos haya dado Ja impresión de que
quien hace la regresión es el "yo", el sujeto, el psicoanalizado.
el En consecuen~ia, así como cnmbiu la ín 1 1 d 1
esea y,. asi como cambian J~s técnicns para 'b~ e ~ o ~ue se Sin embargo, como vimos, la regresión también ocurre en las
bién cambia la image n o prototipo d; Jn o c~ic~ o, as1 tam- diversas expresiones de los empeños de ese yo.
ha de obtener. Es como si ,11 nci pers?ºª e a cual se lo Pero también sucede en el sujeto mismo. Cua1quiera de
liciones de Ja expericrn:i;l ~<' 1;~ ;~~\~ tra"es de simples repe-
1 nosotros, si queremos, podemos experimentar cierta regresión
los años, de manera que.' l"n vez <le 1~~:~; .~~resar a t~avés de temporaria sumergiéndonos en recuerdos y fantasías, imaginan-
me alivie cJ dolor <le cabeza .. ociar, quiero que do que volvemos a Ja niñez y experimentando placeres o dolo-
paciente dice· "Mamá . ' ' que me alivie mis temores", el res de situaciones ocurridas hace mucho. En Ja situación psi·
. • qrncro que me alces en brazos": -coanaHtica, esta mirada retrospectiva adquiere gran nitidez y
Es probable que e.~ l c fenómeno del <les J •
.es muy provechosa. El "yo" <le la realidad presente es despJa·
tución sea eJ más familiar de todos J s p ?zan11cnto y susli·
inconscientes. Hasta el más profano ~ 011:~ams~~s psicológicos zado por el yo de hace doce o veinte años. William James señaló
por despecho, como <lar un lllntn ié . co~.1s que se hnccn las diversas i<.lentidades o "yos" q ue actuaban respectivamento
capellán o casarse por n •nco: Pcn~ ell ~~ p~uo, .1.r con. cuentos ul .en Jn biblioteca, el aula, el partido de fútbol o el hogar. En Ja
hay más que un simplt' (IL'S¡>lnznmienl'o sil ~tc1t1 ps1Coanalíticn regresión psicoanalítica, lo mismo que en la hipnosis, la manem
sustitución de objetos. Uny uun sc;iC' <l •
tipo y todo uu es ectro <li• • ,
<l:t l n cct.o y que unn
e esp nzam1C'nlos ele este
mismn y el tono del habla pueden adquirir semejanza con los
de años pretéritos.
r· . . . ,. .P . · ufoc:tos <1lw se l't'lllt>ntnn a lus mús Sin embargo, un rasgo extraordinario y singular del psico·
p mutn.ns rclnL~on~s mlcrpt:rso1mles. Esto c:onstil u o uno J nnálisis es que estos fenómenos no sólo Jos observa el médico,
los aspectos mas 1mpmtan1L-s Jd taahmiei 1 .y I' . < e .sino también el mismo paciente. Por lo tanto, mientras el pacíen·
io
qui~ás el más importanlr <le tocios, por cu~lºmfs1~~:::~hco, te realizo este progresivo repliegue hacia la conducta, acUtµdes
<led1cnremos todo un cnpít ul u bajo el encnkz . t lle le y recuerdos de su niñez, a los cuales hemos resefiado esquemá-
"trasferencia... nmicn o genera <le
ticnmente, el ,psicoanalizado también Jos observa junto con el
psicoanalista. Observa todo esto con la parte lle su mente quo
no ha rcgresndo, con su intcHgcncfa. consciente actual, con la
parte "'sana". Una condición preliminar parn el empleo terapéu·
tico del psic.-onnálisis es que, en cierta medida, el ego del pa-

este 11mor no sexual." Este episodio señaló el L'Omlenzo Je un rápido retomo


la normalidad. Véase también e l lrabejo Je M9.Jguerite A. Secheha~·'ª
,(1

IU2
103
ciente esté intacto, es decir, en una parte del ego que se pueda
aliar con el psicoanalista, según señaló Freud hace mucho. mismo tiempo Jo ayuda a mantener la actitut.l de ob~:r;~~::
Suponemos que las percepciones, la memoria y la capacidad del en una exploración. Esta exploración mancomuna::mentos de
paciente para poner a prueba la realidad se conservan intactos Ja eficacia de la l~bor psicoanalítica 8 t~~:~t~7~~~6n consciente
en medida suficiente para permitirle colaborar en este ex· dolorosa frustractó~. Con_duce a ~naacientc tiende a modificar
traño contacto Que de~crifJjmos y en el que, sin querer hacerlo e inconsciente al mismo llem~. E P ejarse al psicoana·
conscientemente, reasume numerosas ...identidades" anteriores. sus moclali<lades de comportamiento sc~~udes de introspec·
)rn
Sterba 1111 dice que esl11 nlianzn entro· Ja parte sana del ego y listo en particular en lo que atañe a as a
el psicoanalista, permite r1ue el paciente supere sus resi.~tencias ción' e indagación de s( mismo. e durante el psicoaná-
en el tratamJentO. En efecto, la resistencia podría describirse Hasta aquí puede que nos parezca ;:u
b lar y fútiles frus·
como Ja tendencia a r1ue Ja parte observadora dd ego abandone lisis no ocurren nada. más q~~ un cieg~ra:~:i~ por el perpetuo
su valiente autonomía y se una a) ego en tegresi6n. traciones, per~ el ps1~~xmál~s1s no se
Es natural, por Ju taulo, que a veces to<lo paciente se con·
fonda acerca <le su propia idcnlít.lad. No si<'mprc sabe cuál de
silencio del ps1coanahsta, s1~0 que d:
en cuando el silencio
v~e continúe el proceso~
se rompe y se ayuda al paciente por¡ q y gratifican al mismo
los diversos yos que comprenden su ego total o esencial es el apelando a cierlns respueslas que ne aran
que habla. ¿EJ que se <Jucjn es el yo inínntil o es el objetivo tiempo.•
yo adulto? ¿Es el 11i1io de cuatro años que lloriquea ante su ma.
dre, el de ocho años que reprocha a su padre o el de veinticinco INVERSION DE LA RECRESION
que reprende a su médico? Trata de distinguir e idc-ntificar a
estos yos, y uno de Jos cometidos esenciales de] psicoanaJista
consiste en ayudar al paciente a obtener y mantener su orienta. Bajo el título de "Interpre!ac1one~
. ..' d J~e
· moshora
algo tendremos
más sobre
la facilitación que hnce el ps1coanahsta. or a
ción, y n adquirir noción tlc estas muchas identidat.lcs y de lns
m11neras y las con<licfones en que Jns emplea. Esta ayuda mu·
chas veces se proporciona mejor sin pronunciamientos oficiales, • Deseo lntioduclr aqui un nu~ ténnllnob!:'~ec;!~~';:!,r~a=
del )"'ISicoanalista ante las comunlcac1ones, pe ad ~a reacción, que com-
sagaces respuestas n i pcnctmntcs preguntas, sino <:011 una dosis maniíestaciones del psicoanaliza.~. A lt d m~ f'erpue1ta. Por lo tanto,
prf'fKle todos los Upos de Impresiones, a 6 enomoctonal e intelectual ante la
npropinda de interfen.•ncia o intcrpretacióu del prOC('SO autista
del psiconnálisis, con unas pocns pnlabrns de coincidencia o 1n rf'spuesta pslconnalítica es la COnt¡taci. n: comprende la conciencia
PR lnhrn, In conducta Y el upecto d.e pe.cien ~~re, etación, todo lo que el
una Jn<licaci6n de que se entiende, con una interjección, un de los voces lnleriores del pslcoonahstRj· TodÓ 1 e:Oslclón, et1 en 1u tota-
<:omentnrio casual o unn C'Xpresi6n do duda solnc algún "hecho"; psiC'l'Xlnnlisln dice, la furmR de ;j' 1exp(;;(l.cl ~:do por etta re11puesta. La
cualquiera <le estas cosas sirve eh un momento u olro para lidnd precedido y en i:iran m ll a ' et:irm::terior de lo que el pslcoana·
respue!tn "'· por asl deehlo, IR u:perieno :1 pnclente. Es evidente, por 1<>1
reorientar al paciente )' ,·olvcr a co locarlo en su camino para llsta percibe, siente Y capta con respect 1 ¡ d esa respuesta e9 de natu·
~1~~ 1f~c!~:C':~~~t~~· d:~'J.o1j~~~~ =~~ue !!Jo ~nja ~~e::rt:n t
que siga explorando.
El psicoana lista no sólo <lesempefia la función de ayudar
al paciente n ad<1uirir t'onl'icnc.:in de las di~torsionus de la lrns·
r¡z'¡
elln orlorn,., In conciencia. Por lo lnnto, ~ 00 ~stá enrai:r.ado. De esta.a
que nuestro conocimiento del P{oceso P1 c:o meTge JllteJlra Cft.ptacióo inte-
ferencia, de las sus titu donC's y dcsplaznmicnt os, sino qu e al rnkei, ocultn.s en lo profundo <e la -ci!ierr!a: ralees ocultas crece el árbol
11
~e:.·:n~:;~~tod;s!:.'\~~J::J~ (',.heodor Reik. 1" 1 )
!04
105
,que seguir esquematizando in híslorin nalural de la "neuro~is ·1as tensiones internas? Queremos creer que esto se opera por las
de trasferencia... según se la designa tradicionalmcntt', t·on lt> :aclaraciones, catarsis, mejores perspectivas y menores ansiecla·
cual,se entiende In regn·~iún en cuanto ni sujeto, el \'l'rbo. rl ob- ·des qi1e depara el examen del pasado a Ja luz cÍel presente. ,
jeto directo y el ,objelo imlirl'l'lo de h1 frase "Yo flnicro op1tla l'orquc la regresión inducida por la situación psicoanaHtica
deJ_¡médico". '· ~s a la vez frustradora y gratiíicadora para el paciente. Sr bien es
Habiéndose rt>muntmJo u Jus l'Omienzos dr.: lodos sus malen- ·cierto que muchas veces resulta chocante percibir el propio
tendidos, interprC'lnt:!nn('S errónt'l'1s y re.cursos con,trnprcxlucen- infantilismo, el recordar y yolyer a experimentar periodo~ ante·1· • 1
lt's, habiendo admitido los errurt•s propios y pcrdomu..lo los riorcs de la vida puede ser una actividad muf placentera. Supo· _
njenos, habiendo r<..'C'Omx:iUu In falta ~e realismo de algun;is de nemos esto después de un •determinado período" durante el ''
. sus caras cxpectndoucs, objt•tos de amor)' métodos de procedl•r, cual el comportamiento regresivo del paciente vino aflorando
el paciente ahandm'l;a poco a poco las cosas infantiles. El "yo" para que él y el psicoanalista lo observen. Los asP,ectos do~q·,
<'mpieza a crecer. Poco n puL·o "se nbrc paso"; clílbom .su rct~rno , rosos de la experiencia regresiva comienzan a dominar a l~
u la realidad, a.bundona sus objetivos, té,cnicas y actitudes poco gratificadores. Entonces el pacJente trnta, en Íonna· Consciente 1
pi-ácticos n cambio de Ot~os más eficaces, n cambio de c~pecta­ e inconsciente al mismo tiempo, de modificai su condu.ct&¡ par'a
dones más adultas dl' objl'los de amor más apropiados que se que armonice más con ~u cuadro Qe madurez. Po:r consiguient8, 111
. obtienen <le maneras más dicaces. En este proceso de daborn- apar~en o quedan merlos y menos cualidades regresivas, y el
ción, las miras y objt·tivos infantiles pierden grnn parte de su proceso parece tomar una orientación progresiva.
fuerz.a compulsivn, y el pnc'iente quec.la entonccrs en libertad Otro factor más puede invocarse par~ esto. Los factores
para elegir o desarrollar nuevas técnicas, miras y objcti\'os que inconscientes de las modalidades neur6ticas hallan expresión en
•;e- ndnptnn mejor y le dqmr~n máS satisfacciones. la tmsfercncia y en Ja regresión del sujeto, el objeto, el verbc;>
En f'Slll /t1.\C dC' im:cr.\i1í11 dd pnx.•t•so regrt>si vo, d pskoann~ y el objeto indirecto Je la frase que usamos como fórmula.
lista, que e n las fou1asb.~ <lcl pnd('nk liabb sidu un in<lh id11Q 1 A nivel <le la teoría, podemos Jecir que estos elementos, por
dt• lipo,.s 'muy llín.>rsos, se ~·ouvit•rlt' grn<lualmente en una p<>rsona haber sido reprimidos y ser inconsqicntes por lo tanto, no están
bondn<losn, nmignhll' c incm niptihle (1ue p~nnnn{'('iÓ si<'mprc integrados con experíencíns preconscientes ~i conscientes. Este
al Indo dd padent'e, ttm• suportó sus nhllJUCS y n•nccionl's, y que aislnmiento ejerce un efecto constrictivo sobre la conducta, es-
. dfo cumplimil'nlo al l'nnlrnt(l <.'011 n;nlismo, Esta ohjelirnción <lcl trecha las alternativas y deja librada gran parle de la acción
psicoanalista cnnu:tcri7.&I n In etnpnliunl tlt•l tratnmiento; su éxito del paciente a la tleterminación compulsiva. Esto permite que se
· t'S unn buenn norma lh·I progreso dd prtcÍcnle hacía Ja "salud", organicen de nuevo y mejor los afectos e ideas, que se coloquen
p~~~o no es In únkn. En el l'3fllulo !iobrc la terminación no·s en mayor medida a Jisposición de la conciencia y que, por lo
oc uparemos ele esto con mayor exll'nsióu. · tanto, queden bajo un mayor C?ntrol volitivo. "Si una interpre-
¿Por lJUé el proct•so t·ambjo de dirt.>ecíón asi ; de modo que tación es correcta -afirma Leowald- se modifica algo en el
lo qu~ nntes C'rn uu,a n ·grrsión se convierte ton unu progresión? nexo de los procesos psíquicos (del paciente) ," 1u
¿Está determinatlo por misteriosas ÍU<·rzas internas <le direc· Leowald continúa: ..En esencia, el análisis de las demQD.das
dón, como lu Ól'bita tle u11 plnnclu o de una molécula? ¿O no y conflictos del pe.ciente consiste en hacer que exprese con pala·
,.'-'S el resultndo de lt>nsionC's innatas, sino de alteraciones de bras, siempre que .sea posible, sus sentimientos, pensamientos,

100 107
fantasias, cte. Al reconnt·erlos como manifcstndoncs y drrivndos
de Jos conflictos instintivos suhyacentcs, los interpretará enton·
ces encuadr,ndolos en un C'ontexto psíquico más amplio. Para
ello debemos vincularlos con las experilmcias pasadns del pa·
ciente y establecer o restnblceC'r una comunicación más lil>re
entre distintos niveles de integrnción de sus experiencias del
pasado. Freud conceptunlizú a esta vinculación como hiperca· CAP!TuLo IV
texis.""'
Esta nueva organiznción permite ahora una comunícación TRASFERENCIA y CONTRATRASFERENCIA
más amplia entre procesos inconscientes y preconscientes, con
lo que se aporta a Ja conducta la importante colaboración del
proceso d el pensamiento secundario, y se ol>licne más libertad Participación involuntaria de a~bas partes
en el acceso, ahora controludo, a los móviles y modos de res· en la situación terapéuhca
puesta Infantiles. Esta creciente hipercateicis subraya la apari·
ci6n del avance progresivo en t>l pskoanálisís. En el curso d e la ininterrumpida alianza lera~utic~ de ~
Ciertas regresiones terapéuticas no parecen llegar suficiente· situación terapéutica psicoanalitica, ocurren cambio~ ps1col~
mente lejos porque la dirección se invierte demasiado pronto y el cos por ambas partes. Hemos _descripto alguna~ :e ~:t:n~uC:
paciente al>nndona el proceso de regresión del tratamiento y
retorna a In realidad contemporánea no cUnicn. Se denominó
a esto "'fuga hacia Jn salud". La frase no es un reproche para el
da que se presentan en el paciente como regresó .
sivas alteraciones en el objeto indirecto del des~·coans d:
ci nte-
de
inconscJcrlte que el paciente experimenta, de recl ir. yu 11.l ta
paciente ni para el psiconnnlista. Es probable que, inconscien· porte del psicoanalista. En diversos momentos, el ps1~na s
temente, ~1 pRCiente sepa lo que más le convirnc. encarna a personas que antes habían tenido import~nc~a ~~:;
En medicina hipocrRlkn se empleó Ja palal>rn griega kairos dre hennano, hermana, padre, abuela, etc.- en as an sólo
para designar el momento <'ll que una enfermedad aguda cnmbia y f~nnulaciones inconscientes del paciente. Si bien ~sto esli tas
de curso para mejor o ¡mm peor. St• creín q1m ciertos slntomns un aspecto de la regresión terapéutica, muc_hos ps1coana :ac-
crfticos seiialnn tiste 111uh1t•11lo e ind it·un la nucvu dln't·ción, y hablan, t'scriben y hasta piensan sobre ?l po.rticulnr ;omo ~ de
que el médico avezndn los p11c<lc rt>conoccr. Este antiguo con- terlsticn de todo el proceso y lo mencionan como .neuros
cepto fue estudiado en el ámbito teológico por Paul Tillich m y trasferencia". Existen explicaciones históricas y rac10na1es para
reintroducido en pskoterapia por Arthur K..ielholz. 1º' La infe- esto, pues todo depende del hech~ de ~ue, de los cua~: :~:
rencia es que tales momentos no sólo ocunen en el proceso del de Ja regresión que ocurre en la s1_tuaci:~~~:~u~c;:; menos, el
tratamiento psicoannlítit·o, sino lnmbién en el proceso de cual· rencia es sin lugar a dudas el más unpo , po 1 de la
quier otra desviación con respec:to a un curso anterior de In vida que mejor se entiende. Pero esto no es la suma tola
y de Ja manera de vivir.~~ En el último capítulo volveremos sobre regresión. l 'nf tilismo
el particular. Desde siglos los médicos y otros observar~~ e i an anto
en que incurre el enfermo y la persona depen ientc, en cu

108 109
~e'ª:ctécni<:~s Y obj~livos (jll<.' ndoptn. Casi cualquier cnfennc<lml Ahom bien, si las <los ~rsoORS son adultu pero una está perturbada'·
a ompan~ <le .cierln reg,resíón, cosa que se fomenta por Ja y In otra es n-rsac1a en perturbnclones y trata de colocar la antorcl>. de N
y~<la qu~ St: rec1he df'I medico. Algunos médicos tlesem >efian <'ntendimiento a disposición de la perturhladn, ¡>flra prestársela de modo
~~,:l :nscieutementc c:I pnpd <ld "abuelo" ü "tío"' <le los ~ifios. que eucnentre su camino con mayOI" fodlidad, la situaci6n w: aprollma mb
., . barg?, es rnro qu<> el ml'tliro se tlé cuenta <le e ue C'll a lo relación psicoonalllica. El psicoonnlista actúa entonces como una
:1~'lhda<ll esla l<'pres~ntando sin t!llC'CCr el papel de una hc:mana, función adicional o juego Ue funciones, que se presta al psicoanalimdo panl '

lll>~o~=en'<:on.oce
r¡ue éstf' la use lransi!orianM"nte y MI beneíicie.
re 0 un m11mdn pudre. Este tipo <le idmtifknción lnm-
e packnt,_., por supursto. Dndo quf', en sus aspectos más primitivos, esta relación puede basarse
en la rt'l;ici{m nmterno infnntil, y puesto (jue el paciente es una. persona
cía rreud mismo quedó atónito cuando cJcsculJrió C'Sl.'l. lenclcn. pcrturbndll que Lusca ayuda, vemos en el acto q ue no será una relación'
1
1· . ás adelante, empero, fl'Conoció su cxislt'ncia en todas las a
de igual tibieza, sino q ue habrá tendencia Que el paciente adopte una·
re ac1ones terapéulicns, pero si<'mprc comi<lt•ró que este kuÓ- a<.'litud de e:icpectante receptividad de~ndiente h.'lcla 'el médico. Sin em-·
~~noGes uno de los rnsgos escnCinles y distintivos del psiconuá- l.xngo, la mira del trattimlento es acrecentar la madurez del paciente, réal~
1s1s. reenacre Jo expresa nsf; · uu sn capacidad para orlentiuse solo, 1u "po~slón de 11 mismo" (en el
sentido má1 profundo <le la palabra) y no aumentar su eatndo de impo-
tencia y dependencia, en el cual él, en su neurótico padf'cimie nto, ~ está·
abrwnndo.AA

Desde el principio, a FreucJ le lla.mó la atención el curioso·


com portami~nto de los pacientes en la hipnosis, pues aceptal?an ~
la autoridad del hipnólogo como si fuese un individuo mucho
más poderoso de lo que en realidad era. Freud buscó la expti-·
cación observando a Charcot y después tratando él mismo a
pacientes con y sin hipnosis. ~~ll<1-_qyrJosa ~end~J}!;~~.Jl_fill~_el ·
paciente responda ante el terapeuta como si éste . ÍUC$e...olla
persona, la denominó "trasferenda". Tratando <le explicarla, in-
vocó d mccnnismo del dcspla~nicpto y el princiQ!o_ru: ]!!,.~­
P~Y..'~. l~C r.~ix:tici~n.

NOTA HISTORJCA

La primera alusión de Freud a lo que más tarde se convirtió


en su concepto de la trasfcrencia,1'4 apareció en 1895 en el co-
mentario de que uno ele sus paciente~ habla establecido una
" vi nculación falsa" con el psicoanalista, al aflorar n la conciencia
• El drx:tnr C. sin d1Hln fJ11Lo;o lif'rir "nn·rjill1u". JPí'nlOnl un afecto que guardaba r elación con recuerdos i nconscientes

l!O
lll
todavía. Ei te empleo cfo Ja .
;ales fenómf.nos de desplaza~~la~ra trasfere11cia para describir denle que se han heeho inronsclenles. Así, la parte de la vfda emocional
a parte te6riCa de La Íllter et en o, se utilizó más· adelante en del paciente que éste ya no puede rememorar, se vuelve a experimentar
r~mos (por Ja psicoJo 'Ín ./' , a~/611 de los suerios.r·~ "Nos ente- <:n su relación con el médico; es sólo esta reexperimentacl6n en la "'trUfe-
c1enf~, como taJ, es t~lnlm:nltus ~eurosis) que la idea incons- rencia', lo que lo convence d e la existencia y del poder de estM lmpulaos
consc1ente, y de que s6/o .e mc~paz de entrar en el re- sexuales lncon:sclentes. Sus slntoma.s, tomando una analogla de la qulmka,
:tab~eciendo conexjón con 1:,1;l~l;d~'Jt.·rcer cunlquier efecto ~llí son precipitados que se formaron ·en expedendas previas de su esfera de
t nsc1entc y trn11s/iríe11du ( 1 b 11 fJUe ya Pf'rtencce a l pre- amor (en el más amplio sentido de la pnlabn.) y sólo en )a temperatura
cnsidnd a dla y, a l mismo al~c>ni~star~il/as son nuestras) su in- ml'is elevada de su exper;eocla de la traderencla, estos precipítados pueden

?a~7:mds aquí el J1ecJ10 de fa "trnsfº· c-1.1c.~1briéndosc" con eJla. redisolvem: y convertirse en otros productos flsicos. En esta reaoci6n el
médico, si se me permite apelar a una aoe-rtada bue de Ftteoczi (1900),

cíd
neuró~c e ''r'º.s llamativos fenóme~~~ºd~'l ( q~3 ofrece la expli-
os. a iclea preconsdcnle a v1 a mental t.le los
desempeña la función d e un fermento catalítico que atrae temporarlamente
hacia sí los afectos liberados en el p roceso.l\O
t o grado de fotensídad pt 1 , fJ UC adquiere así un inmere-
rasfer~ncia o puede e ue' s ;~e permnn~~er innherada por Jn En sus escritos anteriores, Freud igualó repetidas veces a ~a
~~)t enido de la idea C~Ul' n~c~';a una! mo<l1í1cación derivndn <lel trasferencia y a la sugestión (véase Macalpine 1ft2 para cinco
"""" · a n trasfrrencin" (págs 562 casos), pero en 1912 intentó explicar a la dinámica de la trasfe·
TaJcs despJazamJcn1n · . ' rencia en términos de la teoría de Ja libido. La siguiente des~
;:,~n en Jas Jdeu.s prec:ous.~í~~;:Jucen cambios dignos <le men- cripción se basa en los procesos <le fi jaci6n y repetición princi-
.F cepcJ6n m's complejrt lle 1 ' proceso éste que subrnyn In palmente.
1 re~d más Adelante. En j 905 ~· ~~asferencia que desnrroJlara
osn J~p~Jsos que se experim~1:~n~1énd~se n In ~ndole sexual de Debe entenderse que todo lndivkluo, mediante la operación combi-
f:cs1!·1 ¿~ué son las lrnsfc>r<'nC'ias~a;1a el ps1con1m lista, pre- nada de su disposición innata y de las influencia" q ue entraron • gravitar
sobre él en sus primeros años, ha adquirido un método especlHoo propio
tornan 1 es e. Jes tencJ<•ncins y fnnta~foson llUC\.'OS íl~regados O
en Ja conducción de su vida erótica, o sea en las preoondlclonel que esta-
conscwntc>s dumutc d rocC> que se. despiertan )' se
blece para enuno,arse, en los lrutlntos que sati.slace y en las miras que se
En eJ tm1amit~n10 . p . so del ps1coonR/isis ..... r;1
trasferencias pRm efoc·t~:;:~c CJfUialflu.:o, el. J><'C ulinr pocln de ta les
f ija p1m1. al mismo mlentnas tanto. Todo esto produce lo que se podría
de1<~rJbir como una placa estereotlpadn (o varias) que constanlemente 9e
::~Ha anterí~rmentc c•ou r<·~':::l..;~t·xp~nmcnt~ción de lo que se repite --constantemente se reimprime de nuevo- en el curto de la vida de
n efabomc16n en Ull l1aha¡·~) ¡>u'-Jn,. Í•<lgurns nnporlnntcs, Jml/n lo personn, en la medida en que las circunstancias externas y la indole de los
u rn o c>n 1910: objetos de amor que tiene a su alcance 10 lo permitan, y que sin lugar a
•pnri:11t~oelmt11mlentu p~Jmana/ilko J e uu .
dudas no es d el todo su&eeptible de camb!ar frente a 1aa e:cperienci111 re-
cientes. Ahora bien, nuestras observ•ck>oes demoatrflron que sólo ura por-
el pnclf'nle orlll"lmt"i;:;euúmt'nn 11111. !if' C'On0t·e C'Op¡u::i:nle n<'unitic.'O, ha~ .ffl
ehil, ve~ cJn el rm:.ilko uu grnclo cJ mo ~msferendn". Es declr, ción de estos impulsos que determinan el cuno de la vida e~~

GporidúH- '/
""'"

Y tJue - c.'Omu se tlt•mm•stm


i:
ren/ entre n~:l11do con hus1ilid;1d) que no 'i:;1li111h.•uto ofec.'tivo (rnu-
: en n lngu11n relncJ1ín
por el proceao completo del desarrollo púquioo. Ea porción ~ orkmtada
JmclP b reiilidad, esti a disposición de la personalklad contclente y fama
aoo p uede ICllJ01tl;1r~1· :1 n111 · . j' 1, os los tletallts Úe su pe.rte de ella. Qtra porción de lo. lmpul&oa libid~ q~~~~~~­
el curso d el desarrollo; se mantuvo alejada de la personalldad co~lente
• i¡.c11.1s n111ns1ns <¡uiniCdcqs Jd pn-
Y de lo realidad, y se le impidió ciue siguiese ensanch6ndos~:·$;ii:.;>:-~ !J!!·~
112
113
an'lisln y con el rinp!c<J de diversas actiiudcs y técnicas hacia
él, son todas pnrle integrante del proceso regresivo total que

·~· ~.~º"º"'· nu~nKó<n"


fantas¡as, o bien r . ..
. la conciencia d e :: m.mec1u tutrilrnentc eu 1 . desc.ibimOS en capitulos precedentes de este libro. En los aiíos
d• I todo, lo .pe"º'"lidod no I • I •1ue pasaron desde que freud descubriera el fen6111eno, la pala-
todo ..,,,,,,, ,,7,:,•<lnd dt "' s; ,.,1;.i.,; ·.;,""''º º"'
J, 11 bra trasferencia se utilizó eón confusO variabilidad. Para algu·
mur pmboble,
~~·:"''t."°'dm~•d:.~d~~'j'"ódpnlodn>
que. """º""" ro · pwonn, ' '" lóend " ' fo<e

lnten'.,:~!~i:•;on d';,";,~;,:
roruci•nl< y .. lib'.d'..,"""" • nos, simplemente significa una actitud hacia los demás; otJoS
oct•tud.•• ' " ª mromden,., rnp" emplean la palabra para describir toda actitud irrealista hacia
En ' lo<macóón de cm otr• persona, en especial la actitud irrealista baci• el terapeuta·
Se la emplea comúnmente, pero en forma incorrecta, para. des·
cribir un sentimiento conscientemente posilivo hacia un tera-
.~~~oración,
técnico ~~e ' traba~>, lo mismo
F a)~
insistió en repcuc?i: <n el importante trnb .
del principio clálc:ter it<·rntivo de la l y lelnhoración" t 1 peuta:Citaremos algunas deliuiciones autorizadas adicionales.
de la lrasfe e platC'l,.. " ind' . . ras erencia y en'"Má renu
p . renc1a. ,. "º
que este es ; 1 ongcn
. • mismo
s allá ¡\nna Freud define a la trasferencia co1110 'todos los impulsos
•¡ue experimento el paciente en rdación con el psieoanalista,
q ue no son creación nueva d e la siluación annllticn objetiva sino
q:; ::''!º•' 'º" "'"'" 1 ''"'
'lmpo"n~e ~'.º ~onem ¡,,.;,",~ ' :;;.••ddod de,~, pn~mfJnnte lo cd-
tiro el p..1drnh' 111J dit-e , q ue se originan en relaciones primilivas con los objetos y ahora
· porto d <ecuenfa lo , implemente se ,.viven por iníluenci• de In compulsiÓn itera·
'""""móen7~ ,''°·
Y
Jiva." " Glov« '"" la define como la "capacidad . . · par•
;;:;:"º"
~'"t
¡dnd en cue>t::: ubio No "'""''" eom-

d~ q•" nmu:~
) n>odacmn" n.,;;"'
' ""'"''" >üm "'" mfantll<> bú.,ued n un
repetir en situaciones actuales .. . actiiudcs desarrolladas en la
nfümndon" "'"'"' dt '"' u" ma" de eo ' In "" prinütivn vida [nmiliar", pero esto, en nuestra opinión, es un•
No '"""do .uqU< "" "'°''""""lo ''° º"" <enlim
''""' do,,.dn º'"
lo 1 n ""'' >ueños definición demasiado estrecha. fenichcl"' igualó a la trasferen-
pe.o Indico q 0 " ' nmgonmbo
Y,::;, ,~;;cho de d<rt" •ctl;';~:d"''""'"•"º·
• "' . pmpone, y d• con In resistencia (cosa que, en nuestro entender, ta111hién
><>n>olódo cl"<lad qu• lo
t~tomiM es dcn1a.<iado cs1recho)· t,agachc ' " definió a In trasferencia

~1 q'.:;d~mo> 1~«;:,;, ,7~:"\'""lo,.,,1.,...""''º'.ºy:,t'·~"'""'


monte . . . No Jo<lo lo posihlo .,, gu<nn •I " so.uale>, '"'n'° "una rrpcJiciÓn, en la vida actual, y en particular en la
''.petlcló'" y " '. en ". ha rdnción con el psicoanalist.a, de actiiudes enwcionnlcs incons-
".''º . . , 1 "'"'" ,.,,.,.,,;,;., '" '" 1 ' c1, '" " 1
''° ""º
s.tu;>Cóón act oo .11 1 lnmh'" ~n
. rn>ler"o<óa •kl pa tlu 'olvid:ulo,
' >olo ""'110 cientes •¡uc se desarrollaron durante la niM• dentro del grupo

~Jacalpinc
1111 sul1r(' todos los <lr'
1 familiar y, en especial, hacia los progenilores." La definición de
Es com re . """ "'"'"º' º' 1., es a1nplia " "Se po<lrla definir ent0nces a lo trasferen-
cia psicoanalitic• como la gradual adaptación de una persona,
noces. al mpect~u~l
r~ncia, y qu~ c.J:1ble que n FrcuJ lo
lmru modificad haya mtrigado la tras!
. mediante la regrc•ión, al ambiente psicoanalltico inf•ntil." En
perm<ten la suges1i· '°'""
snU.mos o sus .explicaciones ante-
otras palabras. esta autorB induye a todas las forrnas de regre-

dcspla.=mi:,~cnidoconsliluyc~
su electo- on -y que en 1 que cocrtas tras! c-

recouoc·i;,~~' ~~~i~rncho
sión bajo el término u as/erc11cia.
esencia. S •/ero 1 e ecto, hasta poten .· crcncias

~o
el eompleiamentc ' Porn uno b" " y Júddn <'Pli""';ón. "'"" Wo0IM" "tnt•od• ""'º
que se asocian lo, la iutrn)'<'Cción 1 con c.ecicnle clurld en ¡t lo J¡g115iÚtl tle ,1rob1tmas tle trasfere1\cia".201
con In idcnlifi•"t ,.6'n carrónra
. c1 proyC<'Ción y In :f:1et1~ión
( pardal,) a . r¡uc
pSl CO· J15

114
tan CODlO la definirnos, elimina (esperamos) nociones tan pre-
una diapo1ki6n a fonnar trasÍeren:~:s os varl.11'.les, 1~~1; Cilpacklad lnherenle.
El ptjooana\izado aporta e n d
la convierte en una. realidad. En In,:¡
paciente para dejarse hipnotizar
e: d1spos1cwn ~ncuentra. algo que
. P la, In cnpnc1dad inherente del
suntuosas y maliciosas como "maneiar" a la tmsferencia. Por
supuesto, uno puede comportarse de tleterminadas maneras que
inciden sobre la tensión <le la Frustraci6n; esto, a su vez, afecta
el paciente se somete al lnstanle. ~e t~11ce Jl".'~ la . orden del hipoólogo y a la prolun<lidad de la regresión, cosa que se manifestará en las
sola sesión, y tampoco se trola dn pS1co.i;:át.s1s esto no se obtiene en una
ps.iooanaUtica crea un amhienle lnfe que aya que obed~r. La técnica manifestaciones de tras[erencia.
Sobre la base de nuestra tlefinición, ademlls, no existen
~lstR no es más que uno d e tnt~I, del cul'll la "neutrnlidml" del psl-
cosr1s como "trnskrencia posiliva" o .. trasferencia negativa.. , tér·
1unlo, esto1 factores .. , l'fllliv:.1lu11 nº:m actores, .~ntre otros ... En su con-
minos que escuchamos para significar toda suerte de cosas que
•.rallzado y a una negncic'm de !ns 1 .ª rcducc1on dd mundo ohjetlvo del
hllca.111 re oc1ones con objetos eu la sala pslcoe.na.· no guardan relación entre sí. Podremos hablar de actitudes posi·
Hvas y negativas en la trasferencia; podremos decir que la tras-
íerencia es en un momento tla<lo de tal indole, que presenta un
Nosotros definímos n la tras[
más limitada, corno los a l er.enc1~
.
Je una rnanern mucho sentimiento positivo o negativo hacia el psicoanalista. Nuestra
1paciente'atrlbuye íncu11.s~i:::e':e~1;cle11trdalies ir~ealistas que el tlefinición tln énfasis nl hecho que destacamos antes: que psico-
! sidn del tratamiento pslcoanalftico e al psicoo11.alista en la regre- analista y psicoanalizado participan en una relación contractual
\ a esa3 represe11taclo11es , y las reaccwncs del paciente bipartita en In que el paciente efectúa su pago y espera algo a
!~las ont.erlores. Estas ij~~~Ja~' lo gen~ral deri~n de ex perlen· cambio. El paciente obtiene algo, pero no en la forma en que
m:onsc1entes que el paciente es reflcJnn íantasms y recuerdos lo espera. Lo que en realidad obtiene <l e valor en este proceso
psicoanalítica. vuelve a representar en la situación bipartito, es el resultado de su decepción por no conseguir inme-
<liatamente lo que esperaba al principio. En el curso de su
~~ otras palal>ras, este es el as
r~Jac10na con el objeto indirect pecto de la regresión que se experiencia, revive muchas [ases e incidentes ele su vida en
c~ente, y constituye una partid o ~? las ~xpectaciones del pa· relación con una figura neutra a la que fllribuyc muchos papeles
~ia ~el psicoanalista cu Ja sit~:~~~~ no mten<:ional involunta- o i<lcntida<les como si [uese otra.
1~rnc1onal, y en considerable med'tl dterapéut1cn. Siempre es
Citaremos un ejemplo bastante tipico <le lo que antecede.
Un técnico de labomtorio, de treinta años, se sometió a psico·
c1entc.m Se facilito por el el" 1 .ª esagrutlable para el pa·
una ~s1coanalitico total tle muchas análisis para aliviar la soledad do to<la su vida y su descontento
:?;1sl1a1~~~n
manems: In sereniclm.1 y
psicoanalista, el aliC'nto dd nmbic.·nte, el silencio <jcl general consigo mismo y con lo que le deparaba la existencia.
(Véa.s:- en especial Mncnlpin: 1~11 re asociación y otros rasgos. A principio del psicoanálisis clescribi6 el carácter reservado y
sugeshón de parte <lcl sic .. ) No es re:;ultndo <le ninguna solitario <le sus padres. Posteriormente hizo comentarios siml~
caracteristico del psk~rm~l~nths.tl\, aunque el comportamiento lares sobre uno de sus maestros y después sobre su empleador.
determinar aspectos tic ~ll~.1s a mevitablemC'nlc contribuye a En úl tima instancia, por supuesto, [ue el psicoanaUsta quien
parecia reservado, frio y solitario. Un poco después, empero,
1

b1r a la traslerendi.1 c~mo


. Nuestra definición 411 e co . recor<ló ciertas experiencias con una prima, cuya calidez con·
7•g!mmos nrribn, intenta descri·
r~lacíón con la regresión ~ul;: s~non~:no que suele ocurrir en trastó mucho con las gélidas formalidades <le su propio bogar.
hca , que se denom ina neuros' ;tuac1011 terapéutica psicoanaH- Se sentía culpable, empero, por algunas <le las respuestas de él
is (e trasferencia. La trasfert'ncia,
117
110
a las \nsinua;ípnes <l<· din, y kmía en pnrtic:ular cómo rt'accio- A este capítulo Je dimos el subtítulo "La parlicipaci6n in-
n aria ~u padre. Al~o s~mcjnutc se repilió con unn joven a Ja ciuc voluntarla de ambas partes .. . " Quisimos signifiau , con esto
conoc16 en In univl'J"s1<lncl. E l psiconnalista no st• sorprendiú, q ue el psicoanalista participa en el contrato con algo mfls que
por ~o~ta~to, cuando 1nc•sc·s miís tmde el pncicntc srni ó ni psico- ~u presencia y el alquiler del consultorio, por nsf decirlo, pues
ana lista com~ una n~ujt•r St'tluctorn, lo que l ' \'Cll'a ha e l reproche proporciona al paciente algo más que el acto de escucharlo. Con
de que el imsoa~iah~ta t'Spt>rnlia dc·masindo dl' l!J y lu induda su tltcnción sin crítica de lo que el paciente dice y hace, el psico~
n loma r ~r c~n~mns ¡~rnl1ihidos. A t·onlirnmciún salió a relucir nnnlista hace algo. Recompensa al paciente y lo frustra al mismo v
~~IC" : ". S~t .infancia hah'.n hahii.10 una tia particularmente adus ta, tiempo, pero no cabe duda de que la frustración es mayor que
yo Ju~c1?s er~n lC'n.mlos por .lodos los parientes y hasta por la recompensa, y esto guarda rel11ci6n con la progresiva reire- , ,
todo. el vecmdano. E\'11k•ntcm<>nh>, t...osla tín rríprcscntnbn pa ra é l sión del paciente, si se nos pennite emplear tal contradicción d e
l~ ~ismo que la ley Y c·I orden, rl tribunaflpolicial y e l purgatorio lérminos, o sea la teoc1encia a regresar más y más. Freud atribuyó
virueron,,n;, rcpresentnr para él rh ás adelanto. iEslo emp rzú a csla r egresión a la frustración solamente {véase Lagache 11' )
~~~ecer-1 e n la trasfc.1.·C'nl'ia ~'11andu el psicoanalista, ni que a ntt•s sabiendo que en e] aprendizaje siempre interviene cierta fNs-
rª ª 1 acusa.~~, ele frwldml Y s~uctiviclad, se convirtió en una tración, pero el psicoanálisis no es como la regresión del santo
igura adusta, ile la cua l (') paciente csp<>raba ca.. tigo y rCThazo. lm<lista, porque constantemente hay cierta corrección, no sólo
i ~n todos estos a~pr.ctos ele Ja lrasíerencin vemos los papeles originada en el psicoanalista sino también en las horas qlie se
;;:c1onales que se asignan ni psicole rapeuln, y vemos las formas pasan fuera del psicoanálisis.
d ~ue .s~. Pm~lean Jos medios anterforcs. Los pequeños d elalks Como veremos más adela nte en el capitulo sobre inlerpre..
e 1dent1f1cac1ón -inflexiunbs tle la voz y coinci<lendns irrcle- tadón, poco a poco el paciente adquiere noción de que ha ,
J'¡8ºtes: romo el C'Olm lle la corlmln que se usa- siempre son r espondido al psicoanalista como si éste fuese su madre, su
amativo~. Más i~prcs~nnanle nún f's la forma C'n <Jue el paciente padre o algún otro, y, una vez que entiende eslo con claridad,
saca P.arhdo de s1hrnc1oncs sulil<'s y hastn eren oportunidades se p ierde P.I valor q ue tenia el m ito. El paciente "'corrige" su
rara c ierta puesta ~n pnh·tien J c l pnpel. En esto, por supuesto, error, "acepta" a ]a realidad y por lo general pasa a otra fase o
a~ ):1trntr.asferem·ms 1m iutc ncíunnles df'I psiconnalistn puedC"n periodo d e su vida con otras personas. ,
coa ra; sm querC'r, c·omo \'eremos mí1s nclelnntf'. Contempla entonces los viejos conflictos y las arcaicas
. :·lacia e l fino! de 1111 p sil'lln ná lisi.., <'I nnalizndo se convie rte maneras de responder a ellos desde la atalaya <le un tiempo mú
s1mp emenle en l~:1, pnd1.'nlC' e n vfu~ <l<' rec-upernl'ión, que c~n­ nvanzado y <le una mayor madurez. Loewald lo plantea d e esta
~ersn ron un 1 ps1co~11nh.~ln que ha c.lf'ja<lo d e srr necfsario· manera:
~ien.dcn1 a ª!>a.ndon.nrsr. nt¡uí las nnliguas nsignnciones fantasiosa; 1
, :,~m c1 ps1c.o~nahs1n. En t'Slc sentido SC' piicdc dt'Cir que C'n ' La nemosis de trasferencia, en el sentido téa"llco de su estableciml.ento
~ b":'adnsdlancm la t~osfrn·uda se disipa (aurKJlll:' puede seguir y reJO\ucióo en el proceso analítk:o, se debe a la sangre de reoonocimienlo •
a 1en o esplaza1111e11los ). que se dR n prob1n al inconsciente del paciente para que los viejos espectros

ción :11:!~J::.. 1 ;? ~es::.~rflltJ rnás esta !nte-rnccf6n de regresión y prorec- • Alusión a ]1 compnración que htclenr. F reud entre la lnmortl.Udad
Jonet ' <>º res~ct~e:l ª:nr~;;~; 1 d'~~~j~1=:rt~~~~~ ~~::~o Pierre
3,l•;¡ 11 e.le los procesos del incon.!Clente con los fantasmaa homérica! del submundo,
que 'ºdespertaban y revivían apenas probaban sangre" (p. 553).N

1!8 119
revinn. Quienes saben de fo.ntasmn!, nos dicen que ansiaban que se los
Jfberue de IU vida fantaimal Y se los llevase a desmrunr junto con sus
tentación de permitirse técnicas y objetlvos infantiles, ~nsa­
antei-adoa. O>mo antepasados viven en la generución actu.11, mientras micntos mágicos y cosas por el estilo. Sin embargo, Ullentras
Que como &ntasmas se ven obligados a perseguir a Ja generación tu...tuol que el paciente posee muchos incentivos para hacer tales cosas,
OOQ IU vida de b:nbras. La trasferencia es patológica en In medida en que el psicoanalista tiene muchas razones para no hacerlas Y cuenta
el iDconlciente lea tma multitud de fantasmas, y este " el comienzo de la con mucho apoyo para resistir a sus tentaciones. Aunque es
el
neurolls do tnslerencia en psicoanálisis: a los f1mtasnms del inconsciente verdad que el psicoanalista está envuelto en la situación anall-
o~ por defensas, pero que persiguen al po.cl~te en las tinieblas tica con el paciente, no se halla sujeto a las mismas frustracio~~
de sus delensas Y slntomas, se les pemtite que prueben sangre y se liberen. y -teóricamente- no padece una ·neurosis de trasfere?cia
A Ja luz di°?'* del psiroanáli.sis, los fr ntasmas del Inconsciente se ti"nden (regresión). No o.bstante esto, sus reaccion~ frente al paciente
• desca?llM ~ ante(>flsados cuyo poder se les retira, y se trnsforman pueden contener fuertes elementos irracionales e inconscientes.
en la nueYll Inten.rid11d de la vida actual del proce.o secundario y J e Jos
objetos contemporáneos. 1::5 Este hecho empírico debe discutirse en relación con la.s corres-
pondientes id entificaciones fn1sas que hace el paciente. ~uchas
veces en los comentarios se vincula a la contratrasferenc1a con
SJn embargo, to<los estos. desplazamientos y cambios ocu-
la trasferencia, aunque, como el psicoanalista no está r~b~eodo.
rren en el contexlo de una aufénlicn relación entre el psicoana-
ningún tratamiento, no se pueden ni se deben describir sw·
lista Y el psicoannlizn<lo, lo '.1ue se va cstructuran<lo sobre Ja
reacciones inconscientemente determinadas frente al paciente,
tar~ m,utua renlizut.ln. El paciente halla nuevas mnnerns de
del mismo modo que si fu esen sus reacciones terapéuticas frente-
relacionarse con el psk:onnalista; éste, con su respuí'sta frent e a
estas nuevas manerns, nut re la creciente madurez del paciente.
ª lns intenciones terapéuticas del paciente. En cambio, son
participaciones adventicias, no intencionales e involuntarias de
Este es uno de los significados <le que, "cJonde estnba el ld, tiene
que estar el Ego''. Ja segunda parte contratante y siempre están y siempre son
importantes.
Konybski 112 hizo uun vigorosa contribución a nuestro con- Habiendo hecho el grao <lescubrimiento de la tendencia del
ce~to d~ este mecanis~no con su iusistPncia en que se di!ltinga paciente a desplazar hacia el terapeuta las emociones Y senti-
la 1denhd.ad de cualqu.•cr persona o cosa ('11 particular mediante mientos que experimentaba hacia sus padres y otras personas
unn pr<'C1sn dcclnrndon clcJ momento, Jugar y circunstancias, (significativas) cunn<lo era niño, Freud hizo el <lescubrimie?to-
ínsisUendo gnUicnmcntc en que M" (IR mndre de cJignmos .eJ secundario y correlativo, cinco años después, de lo que denom1~6.
nlfto <le seis a1ios José Pérez), no ('S M"', f\'fº ni l\·J~: es decir,' no contrntrnsferencia, ..que surge en el médico como consecuencia
es la misma mujer en rdnci6n con José Pércz cunncJo éste tenla de In influencia del paciente sobre los sentimientos inconscientes
tres, diez o treinta arios.
(del psicoanalista) ... Hemos notado que la realización de tode>
psicoanalista se limita en la medida de lo que slls propios com-
CONTRATflASFERENCJA
plejos y resistencias permitan ... " •

. No. debemos olvidar que el psicononlista mismo UC'ne un CRda •v::o~e~o:t;:~~e~!:!::~~sª~~t:1~l:~ ~t~1 : ~1b~b~~~la~d~
10consc1entc, Y que también él está expuesto a Ja persistente manera que, M ee poco, se le clediceron muchos e!tudios serios.. Lo curi0»
es 411e la mayoría de estos estudios son obra de colegas muieres: Altee-

120
121
ayuda ocasional de una segunda peisona, sino que se trata de
una rrlación transaccional bipartita. Esto es lo que tratamos de
destarar a través de todo este manual. Sullivan, 18 ~· 1eo ,Laga-
d1c,11r· Fromm·Reichmann io . 11 y Loewald l:ui. 12 6 también bisis- "
licron al respecto. Nos preocupamos tanlo por describir las
l'mcl'i01ws <l el paciente, y en especial el carácter predetermi-
1~ado de sus reacciones, que olvidamos que también el psicoana-
lista l'S una p<'rsonu, que tnmbién él es participe del contrato,
<¡uc también él reacciona, aunque su reacción ostensible predo-
minante sea escuchar en silencio. Debemos advertir ante nosotros
mismos con insistencia, que nunca es e,xacto decir que detenni;
mula reacdón es de la persona A hacia ]a persona B. La reacción
siempre es un proceso fluido, en el que A también reacciona ante
la forma en que B rea<..'Ciona ante A, y, más exacto todavia, que
la reacción de A se mcx1ificn por la forma en que B reacciona a
la manera de reaccionar A frente a B, y asi sucesivamente. Del
mismo modo, B reacciona ante las reacciones de A ante la ma-
nera en que B reacciona ante A, y así sucesivamente. Podríamos
resumir esto diciendo que A y B interaccionan mutuamente.
Paul Ileiman dijo con mucha propiedad: "¡Preguntemos siempr~
quién hace qué, a quién y cuándo!" ll!'i
Por otra pnrte, la relaciúu entre el psicoanalista y el paciente
no es la <le dos participantes en un combate <le esgrima que
tiC"ncn que adaptarse constantemente ante los movimientos del
adversario, porque el psicoanalista es un punto relativamente
fijo que, por razones de capacitación, dedicación, interés, expe·
rienda, trn<lici6n y otros factores, posee gran autoridad. El
pncicnte, en cambio, tiene una gran libertad potencial de moví·
mienlos, pero relativamente poco po<ler. Lo único en lo cual el
paciente podr& tener autoridad es acerca <le su manera de sentir,
pero no siempre está muy seguro al respecto.
Ahora bien, todo ajuste entre dos individuos acanea ciertas
·gralificacioncs y ciertas frustraciones para los dos. Las gratifi·
eaciones tienden a establecer una unión más sólida entre ambos,
tienden hacia Ja integración, hacia el contacto, hacia e1 amor;
122
12.3
las frustraciones en b. .
y hacia Ja sepa;ació~1~n~~~1!• E'~n<len hacia las actil~~es ~ostilcs La acusación de que se parecía a una mujer seductora, en
frustraciones son . abemos, estas grnhf1cncJOnes y cambio, le resultó un tanto perturbadora . .,¿Se dar6. cuenta este
cotidiana cristaliza~~:s,~1ent;s e i~consciente~. En nuC'Slra vida paciente de lo irracionales que son tales acusacionesr pensó.
dades de amistad l1abitu~;;/rcncms y aversiones, y en modali- Un poco despufs, cuando se lo colocó en el papel de una jueza
En el contrato tt•rapéulic · J' . rigurosa, se sintió menos molesto por ser mujer que por consi-
una de Jas dos partes examine ~ts1connn ihco, so~ icHnmos que derárselo moralista. (En realidad era un poco moralista, por lo
en una situación en Jn u tr~.o;.clfa.sus propias reacciones menos más de lo que él crela.)
trnción. Se supone que ~I ~ Jia~ g:n.hf1cnciones y creciente frus- Pero entonces se preguntó a sl mismo: ..¿Por qué este pa·
y parece que no le . , tro md1v1duo sufre IHC'nos frustración ciente me molesta? ¿Por qué se me ocurrida decir?: '¡Búsquese
de la dldáctica del i;f;.;,~c1~1~s.ta~~~anda, pues no fonna parte otro psicoanalista, señor Fulano!' Eso no lo haría, por supuesto,
observar el efe<'to que' ~:. r:~is~ b ~ucnmente, <lel>e limitarse a pero ... "
aporta da.tos el papel él d o re ~n parte contrntantc <JUC Entonces reflexionó que el paciente no solicitaba afecto nl
y aparente frustrad fJ~C cscmpcna como silencioso oyente lo rechazaba, sino que, en cambio, trataba de crear una situación
pesar de que eJ pn~~~n~~l :;'~proceso ambos .pnrlic:ipnn y, a en la que él (el paciente) sería rechazado, hallando asi justifi·
frustrado en la situación . E' ~.nscJen.te e mnegablemente cativo pera liberar la ira que durante tonto tiempo yacía agol-
el psiooanaJísta no se frusts1ctc.:ina iticn, m1entrns que en troría pada contra estas figuras originales. Al hacerlo, sacrificarla la
cierta medida al 1 ra, os nos damos cuenta de que en escasa compañía con que contaba, y volverla a sufrir una vez
psicoanalJsta se fr:~ en~ se lo ~ratifica y en cierta medidn el más la soledad del rechazo completo.
ser humano, reaccio;:·nn~; :sn~~guíent~, el psicoanalista, como Racker ioG mencionó esta experiencia en el psicoanalista
mecanismos de "defensa" . ustracw~es Y apela a diversos como un caso de '"identificación de cortesía", entendiendo con
Y. la proyección, a vét-cs ,:r~~i~s'.;n parücu~ar l.a identificnción esto la identificación que establece el analista con un Objeto
c1ón de reacción y el . 1 . g C'J n Y la ~v 1 tac1ón, o la fonna - introyectado por el paciente. En este caso, el psicoanalista se
de regresión tem rnr~1s ~m1en.to. Tnml.iién él experimenta ol;s habfa identificado con las femeninas figuras adustas de la vida
todas de su pacic::'e.' f\~~1 ~:~~!~:ve identifkaci~nes falsas trnnsi- del paciente. La conciencia que el psicoanalista tuvo de su pro·
~n la madre, el pudre, un ni ea mente su paciente se convierte pío mo.lestar, Je permitió reconocer lo que el paciente hacia a
incJusJve en una proyección c;•::;no, u~ colega, ot;o paci.t>ntc, e quién y cuándo. Esta ilustración no está reñida con la declara-
Escasamente pnrcccrín n pr~P 1 ? yo del psicoanalista. ción an lerior, de que la contratrasferencia es una reacción
rencia con ejemplos dínil'os ecescuio ilustrar n Ja contrntmo;fc- inconsciente. Las manifestaciones de con tratrasferencia pueden
centro de capacitación. Sin c1;1::;:;que .abu ndn1~ mucho en todo ser conscientes, aunque las condiciones intmpsiquicas que con·
ni caso que ya citamos (·n Pste en ~º· si por un rnstante volvemos ducen a su aparición sean inconscientes.
torío que convfrtió al psit·oana lisfu'~~!º· el drl l~nko de lnborn-
Y?mente, demostraremos cómo n J:>?drc·: primo y tfa succsi- RECONOCIMIENTO Y CORRECCIÓN DB LA. OOtITRATRASPEl\ENCIA
c1~, El psiconnnlistn ern uu homl~r~<'Jo all1 la mntrntrnsf<>ren-
cáhdo, y Ja acusación <IL· frirtJJ d J .e. e temperamento bnstantc Vale la pena reseñar ciertas maneras comunes -congnos·
n e J csultó un tan lo divertida. citivns, afectivas y <lel comportamiento- en que Ja cootratro.s·
124
12.5
ron mayur prtcisión, hnllurse incapaz <le l:nlilmu el ¡¡rado de fruslración
ciplirno.
Tratar cle ayudar a l paciente fuera del psicoanálisis, como, por ejem.. .., 1
plo, hnC'n cit:rtos arreglos financíeros o <le vivienda.
Tendencia tompulsiva a "machal:ar" ciertos puntos.
Impulsos recurrentes dt> pedir fa\'Ores al paciente.
Súhito aumento o disminución ele interés en un determinado caso.•

El psicoanálisis personal, por prOlongado o profundo que


sea, nunca alcanza a eliminnr todas las manchas ciegas ni todas
las tendencias que uno pued~ tener para hallar satisfacciones
subrepticias J e necesicla<lc-s infantiles ,por medios que no son
rcnlistns. Algunas nos ace<:·hnn constantemente como tendencias
"neuróticas" en polencia, por asi decirlo; otras, en cambio. sé
orgnniznn en la estructura. de Ja persona1i<la~. Estas tendenciás.
tienden a determinar ciertas actitudes y reacciones del psicoana·
lista, hacia todos sus pacientes. Debemos suponer que los maes·
Iros del psicoanalisla captnron las persistencias neuróticas más
grayes y más entorpecedoras en él, y que le llamaron Ja a tención
sobre el particular, para que esté preparado para tenerlas en
cuenta en su tarea clínico. De lo contrario, no queda otro reme-
d io para corregirlas que más psicoanálisis personal.
Pero sin Jlcgar a esto, e.l psicoanalista joven y consciente
quizá se aflija al darse cuenta de su participación involuntaria.
l 'll c.: uyo c.:aso esta excesiva preocupación atentará contra su
"at:litud'' lcrnpéutku udccuadn. Por el contrnrio, el psicoanalista
jo\'t'll mt·nos sensible o menos (.'Onsdcntc, tenderá a ser ajeno o

• Confieso ron emociones encontradas un ejemplo de mJ propia Coo-


trntrasfcrcncia. Uno de mil pacientes anduvo muy atareado por un tiempo
<"On especu~1ciones en la bol11' de valores, Ola Ira• dla anunciaba que
hahin ~11:ido mil, cinco mil dólare1 o mlÍJ: con respecto al rnereado del dla
~~l;r:¡:~:r~~ttnla :ruk:~~~e e~;~·:ns:=~'~0al~~em:ra·~~na.:;
fi~~ci~e3~~~~:}~1 l~e~(sn~np~~t~!i;:,~! d~t~t::r~d!1=~~~~
de pronto pocos días d espués, y nos q\lednmos con " los bolsillo• vadoa.'".
( K. A.M. )
120
127
indfferente n las formas en e . fl
paciente 0 en que le . 'd ]ue rn uye pernic.iosumente sobre su hacer y que yo no ha.ya visto con claridad? ¿No será porque .
.contrnt.m.sferencia es 11;;~ 1 f=n~rogres~.~· Cor~, por.. definición, la tengo muchos deseos de hacerlo?
cómo hd1ar con algo de lo ~eno mconsciente , se trata de 4. No hacer una introspección tan grande sobre la propia
.estar indicndns nlgun·is s c,u~. 1111 º 11 ~ t>~lá cntern<lo. Pnrecen contralrasferencia, que se pierda de vista el paciente; después
libro <ledic:ndo n In lt'<;rÍa: i;~)~rs, •oncs practicas, .inclusive en un
de todo, e1 objeto primario del proceso es el paciente. (El estu-
re~as elementales, cada uua dc ~a~ª::;:~~blec1111os unas poc~s dio fisiológico e.le las tensiones que manifiestan el terapeuta y el
nano de ensefianza n:cih ' á) _,. .. crC'C~ (y en un sem 1- paciente en sus relaciones lera péuticas, arrojó cierta luz sobre
éstas: Jr una u1scus1011 mas amplia. Son
Ja contratrnsferencia desde un ángulo inesperado. Los autores
l. Hay que eslar sit•mpre al ·1· 1 . llegan a la conclusión de que la frecuencía y Ja labilidad car-
tratrasferencia, pero no ha e ci :' ant~ ~ ~·x1stencia de con- diacas del terapeuta tienden a seguir una modalidad similar a
reconocer sus follas y sus : 11~.~ .?e¡arse llltunidnr por ella, sino la del paciente. Pero en las fases de antagonismo de parte del
aviso al psi,connalistn fn..•ntepa t1ones. Esto P~<'de poner sobre paciente, Ja frecuencia cardíaca de ésle tendió a ser más lenta,
de su paciente. Sin L . temas no verbalizndos e impulsos mientras que la del terapeuta tendió a acelerarse.20 )
pu~e que Sf'a inevH.~¿11:.,ª,•1~~;u"unq~c puede S{'r \1til y si bien Podríamos Jlegar al extremo de decir que una de las fun-
mejor. Pensemos sohrc t'I , .1.1:°¡'.1g.uuos que cunnto más tanto ciones más importantes de las sociedades psicoanalíticas con-
xioncmos. En esto bi<•n P· 11, •cu .u dt• \'ez t'n cunmJo y rcflc- siste en controlar las lenc1encins a la contratrnsferencia. El doctor
dc ciertas ón..lenes rt·ligi1!:~~n~m~s lonmr una púgina del libro Robert WaeJder destacó este punto. Ningún psicoanalista puede
~s peligrosa euanc1o se la ~l:id::~H)llf' la contratrnsferencin sólo verlo to<lo; la visión de cada cual eslá limitada por su persona·
2. Trntemos de rt~l'onocer 1 '( lidac1. Los integrantes ele la agrupación se corrigen mutua-
tmtrnsferencia pcrlmLudorn e u ns ~l?lll. e~~ndones de u_na con- mente a s( mismos. Según Waelder, .. Como todos somos en parte
c.·n genrml, y c.IP. nnnliznr ~u ,.1. e.;.r __ rnsmu,1 en la propia ){lbor ciegos, lo mejor que podemos hacer es apoyamos mutuamente
mientas personales < uc l~1w;1gni it.ulo a la luz e.le lus conoci- para que la presbicia d e uno compense la miopfa de otro, y
reHcre n las fases j, 1 nos de nosotros mismos. Esto se viceversa." 200
entorpet•cr f:J 11·;1tn111ie~11oªd;~ntrntrn_sfore11da c1ue no parecen
lo entorpecen. El proLl<•rna os pat·~~·utcs, Y h1mLU•n a las que
.asunto con un coJcga .de c:m~(i~~~•.1 cilitn mucho discutiendo el EL CARACTER DEL PSl(,'OANALl!>~rA

3. Cuando adc1uirimos noció1 d Ya describimos cómo, en la regresión inducida por Ja situa-


-contmlrnsfe¡·encin, <!n pnrlicu/ .1 e q~c .hay sentirnienlos de ción terapéutica psicoanalítica, el paciente reacciona frente al
r~pnso de toda In sil!mc.:ii'm ps~~i~,~:;;,rc:rsis1cn1cs, hngnmos un psicoanalista de maneras sucesivamente distintas: primero lo
ficar los msgos uc.·tos 0 1 J.¡ ' Y procuremos idcnli- encara como un misterioso médico que le promete cierto tipo
rnn esta reacciÓn c.•u 1105~11 ; ras deJ paciente que desencadena-
de ayuda; segundo, como padre, madre y hermano mal identi-
se me despierta el i111pu/sro s~r~~~,~ ~u~} estoy irritado? ¿Por qué ficado, y as( sucesivamente; tercero, como un ser humano que
.nhnm? ¿Qué es lu <111(' el . •c.:o ¿ or qué se pro<luce esto tiene ciertas debilidades y, por último, como un ser humano que
1mt'1f'11le trata suliJmenle de hacerme
posee ciertos puntos fuertes. Es importante decir más sobre estos
128
129
puntos fuertes y sobre eJ carácter del . .
colegas cscrfüjeron medulares a , 1 ps1coanahsta. Varios sentido d e re~pcmsabilic.lad. Sie mpre f'.!lá e l peligro de que la llillbor se
tratamiento. rlicu os sobre este aspecto del deteriore cuando no se puede comparar lo que &e hace coo lo que hacen
N~ podemos desconocer que lo . los demás, y no se está bajo ningún tipo d e supervisión. No pieoso en el,
Jos motivos por los cnalf'S l'fre las coscJue el ps1co:inalis1a cree, deterioro como un crudo borramiento del sentido de responsabilidad
dcra In razón de sn )' l'I gol't:' tÍe J 'Jas fJUe amn, lo que consj. -f'!"li2mente tales casos son muy nuos- sino en un sentido más sutil. El
y lo ~ue le parece nmlp, se lr~.<;mil: vil a, l~> que le ~'lrct:e lmcno psicoanalista tal.>e Jo que ha visto en un pacie11le, pero no puede saber lo '
u.~ª mflut>nda enorme, no como "suª c~~~1 c.~il~ Y ewn:c sobre> él que drtf1 d e ver pero pudo hnbcr visto, d e .manera q ue se forma uoa idea
e:ca11:em<ln d e lo completo de sus observnciones y del acierto de sus inter·
c1on. Este grado de> iclcnliíicadón co~1 :,•on . sino c~1mu inspira-
prf'tacio11es.2úc>
tnble, aunque no necc>sarianwnlc nna psicoa~mlista es inc\'i·
~I pe.ri.oclo. posnnalflico más o meV: J nente. Sm embargo, cn ,
Wneldcr hizo estos comentarios refiriéndose a la utilidad
ident1íwnculn con t'I JlSÍt'oannlista ~t nr~t~ en que persiste la
numclo ni nnnli.c;la, 1, ()(ir lo mf'no' < pne;H.ntc mu<'stru nntc el <le las s~icJn<lcs psiconnnlítkas, pero en
el mismo artículo pro--
más hábil que el psit,.m1mlic;tn sea s nl~unos aspectos <le él. Por l·etlió a sc1)alar las follas y peligros Je las socic.'ClaJes psicoanalí-
su proc:!uC'fo finnl, l~.irnu GaJa~ea en c1~rhts mn~iohrns técnicas, ticas. Es inevitable que, E"n una ciencia joven y en crecimiento
nrtes_anm sino lnmLiéu su caráct~:l~ulo refJC'!ará su obra de como el psicoanálisis, h~biese mucho fervor e intensidad, y una
ensena ~ Jos psiconunlislas n úesech~r J ael<l<'r ú1c~ hü.:n que se d"fonsivida<l casi evangcHstica. A los psicoanalistas de hoy les fe.
sus pacientes hacen de c!J as sobreest1macioncs que sulta Jifícil reconocer los prejuicios y la d esconfianza que en
madu~o sino como ('OllS<'f:u~~c::~c: com~ refJ:~ionC's de jukio una época rodearon a los de nosotros que somos mayores. Freud
atribuyó esto a Ja naturaleza del tema y al dolor que infligía a
pero siempre es(¡Í. fo posihWdnd de o~~~31;:,~.ac1on de regresfr)n,
nuestro narcisismo, porque nos obligaba a comprender que no
No rnbe dll(fa de q11(~ ¡,,.fr,s J,'l> ..,· . . somos tan libres ni tan dueños de nosotros mismos como antes
halago por nn liempo. llf.'W si ''' hrila : llO~oAli.~t,ns resi.t!t>u el peliitrn del suponíamos. Pero sospechamos que esto Jlega más allii. La disec·
~~rge f'I Pf'lij.(ro
de q11i: ("lin r l lir·ni; :ir;:,:~;~c din lrr.s día }"Año Iras nft0. dón de cadáveres humanos tropez6 con la misma reprobacl6n
ln e;:_ h~lngo ~mo on:i H·rilidad. E.< muy wJ· se nn•n¡.¡:nn n flC'rptnr p:nte gcnNal, lo mismo que muchas otras innovaciones médicas. El
Ml f'Hduracm11 y l>>1llp):i1·1•11(•in dr• .tí 111i!t1lf:g1oso l'l\C'r t'll Ja trn111pa df' mislerio <lf'I psicoanálisis y el principio J el grupo cerrado, ofen·
tlió a mnl'hos hombres Je CÍC'ncia. Puede que en mayor medida
f'V•quc d ~f'lllirsc St'l'Uro
tlt! lo c1ue cnptamos, algunos do nosotros hayamos incurrido en
f'.'I rl prínrl¡ml enemii:o d<"I nmrtnl. n<:tos ele pec:lnnterin. Algunos psicoanalfatas parecen presumir
( Ademiis, C1>nli1.mó \\'adrlrf) i·I psioon111iÍisi , , . que, hnbiendo conoci<lo la motivación inconsciente de una do-
quienes In p rnt11cnu lrulxcjn11 !lolos s l'S una ocu¡'lllc-it)n rn i¡ue
trola, Si un cirnjnno OJ><'•,'1 n u;i
Jll'l;'i~11:1r>~o; rmrlie los obsf'rvn }' nnda /05 con. cena de pacientes, yn entienden por eso la naturaleza humana
in~nte en.tre muchns ]')('r~onas di'! !.os il~¡"I rt>$11lrrido '"' cu110t•f- inmc:1líritn• y la entien<lcn a su m01iera. Algunos de nosotros, empero, con·
1is1conT111l1Ut.•n, en crunLit), IJ11c-du entrepe/ ..Lo 1111~ SUl'l'ile f'n la $i/11ncirin sidcramos que al excluir a los no psicoanalistas de las reuniones
50fo de f'$IU, !!ltunclti11 {'f"rrnda !'n ('aSOS :;;ll'OltnnJ1stn y el P:l«i1•nte. r sóJo pskonnalítícas, nos privnmos tle una va.liosa fuonto de estimulos
modo, el p!!rCOOnAlisfn lrnlxija sin o tros fref'.'tlrC>mn f'mrr¡.:f'ncia. De f'Sl e para la autocorrecdón de las ideas psicoanalíticas. Consideramos
nos (JUe los i¡ue frnpo11e su una mc<li<la útil <Jue en Ja nctuaJiúad algunos sociedades abran
130
131
algunas de sus reuniones a colegas de la medicina y la psicolo· cultura, es muy probable que el psicoanalista y el paciente sepan
gía, así como a profanos que se interesan en el tema. que ¡0 que el paciente hizo es social~ente reprobable, p~ro e~to
La humildad y In modeslin sjempre son convenientes y re· no debe excluir y hasta puede estunular todavi~. m6s la bus-
sultan más que nccesarfas en el arsenal <lel psicoanalista. Esto queda de los motivos que lo inspiraro~. Freud d110 ~n ~.ucha
no significa decir que n veces los pacientes no se beneficien, frecuencia y claridad que ..el psicoanahsta respeta la i.nd~Vtdua­
inclusive con afimmciones expresadas con los peores modales lidad del paciente y no intenta remodelarlo a su propia unagen
o con explicaciones más con<lescendie-nles, pero el espíritu mis· y semejanza, 0 sea de acuerdo con_ los ideales ix:rsonales del
mo d e la labor psic'oanalítka consiste en nyu<lnr a la persona médico, sino que prefiere no aconse1ar y, en cnmb10, despertar
afligida a realizar sus propias potcncialidatles, a dejar <1ue el la iniciativa del paciente".ª7 • • •
paciente descubra lo que él realmente puede haC'er, no porque Lo importante para el paciente es la ética del psicoanalista,
se le ordena que lo Jiagn, no porc1ue se le programa su actividad, su constante justicia, su honestidad intelectual y económica, la
sino porque adquiere un nuevo enfoque <le si mismo. autenticidad y la preocupación del psicoanalista ~r los mejores ..
interéses del paciente.• El psicoanalista es •modelo de un obs~r·
vador y participe, que simpatiza y se.interesa mucho en Ja bus-
LA NEUTRALIDAD Y LA ETICA DEL PSICOANALISTA queda de esa objetividad que habrá de poner e~ descubiert~
n la realidad psíquica con un mlnim.o de deforma~1ones: penm:
La neutralidad tlel psicoanalista es uno de los puntos tiendo asi el reconocimiento má.s eficaz de la r~hdad. ext~rna
esenciales del tratamiento psicoanalllico. Pero neutralidad no en el sentido más amplio de Ja palabra. El psicoanalista neu·
significa permanecer ajeno a todo, como un trozo <I~ made· tral' que no adopta ninguna posición, no es psicoanalista. A lo
ra. Significa, en cmnhio, prestar constante alcm:ión a 1() que el
paciente dice, pero m:i.nknkntlu en suspenso toda expresión de • Es extraño que un cllnlco tan u:celente como Olto Fenichel. as haya
juicio moral. El rnnkrinl 11uo se prcsL'nln se considern tentativo escrito: ..Si no int"rn1mpimos el psicoo.nRlisi.s demasiado ~:ironto Y s1 den'IOS"
tramos de manera constante ol paciente su rtalidad tntra¡»k¡uica, ~o
y momentáneo. Ningún psicoanalista deberla fingir que no reconoctrá que el aferrarse a klealeJ y moralidades Inapropiados (es decir,
adopta posición mornl nlgunn con respecto a lo que el paciente los que el psicoanalista repudia) tiene una f~cl6n do res_Isten;cta. . . . S&
pueda hacer, pero se abstendrá de emitir un juicio moral pre· ha dicho que, en psicoanálisis, la gente religiosa no .es influida por sus
filosollas religiosas, porque se supone que el pslcoanáhsls mllD'IO es filosó-
maturo sobre lo que el paciente menciona, fantasea o hasta ficnmenle neutro. , , Relten.damente hemos visto que, con el psicoanálisis
contempla hacer. Si l11s intenciones del paciente se aproximan de lns arUiedndes sexuales y con el ma.duramient.o de la personalidad, el
a Ja ejecución y si son peligrosas para la vic.la o el bienestar del npego a la religión cesa." Por '"'puelto, Fenlchel lo vio (por lo menos como
fenómeno temporario). Su preocnpo.cl6n per90n&l Y su dedkac16n al p1loo-
paciente mismo o de otras personas, el psicoanalistn expresará nnélisls eran bien conocidas. Y sus pacientes trataban do cumplir. Yo he
su desaprobación, por supuesto. No proclamnrá una posic'ión <le visto fo contrario que Fenlchel, porqutt mis ¡mclentes. tambilm tratan do
cumplir. A Ja luga el ex pnciente encuentra sus Pf?PIOS apegos Y prefe-
condena moral sobrn lo lllle el paC'icntc ya hizo, pero tampoco rencias. Me agmda Jo que Ella Freeman Sharpe ha dicho sobre el psicoe.na-
~¡1~J:/Je~P:;Te":,1,ij¡t'0~°:~1i:!~[.,d=::!~º4:mh1f;%~~";~da:'f;;
debe aproharlo ni L'ohonC'slnrlo. Es probable que se trate de
algo que el pacienlr no eomprencJc. dc·I toJo, así como no Jo
reflrxiones que se ofrecen a los e!'tudianles de P~.lcoanli~1s1s en. el _:'rticulo
comprende e l psicon11alisla, y a111hns procuran t•nh'mler porqué
se produjo C'Se ado c·n parliculnr. Como miembros de la misma ~;~:ª;~~ce':: ~~tCJi:c:~d P~e;;;; ~'::i~~~~ho-Ir!a1~~:9~·~~ i..T~)
132 133
~~mo será un técnico demasiado paralizado por In ansiedad de "Sin embargo, en el público tO<lavla prevalece la vaga Un-
trJs~:~par ;"°ºsu pacit•n! e, y, en el peor de Jos casos, será un des- -presión de que hay cierta verdad en el alegato de que, de alguna
e! ~:~~o cd;fau~;::lr~~:~a:l~.1.>}ota a los demás amparándose con manera u otra, nosotros, los psicoanalislas, tenemos un código
moral distinto con respecto al del resto <le la sociedad, código
d d'Hac~ algunos nfüH participamos en un sem inario y panel que dice que la gente puede hacer todo lo que se le antoje. ¿Es
cal iscusión ~on alg~mos kúlogos, profesores de filosofía y ética, verdad esto?
~on!un.os ps1coannJ1stns en ejercicio, pam lratnr el tema "¿Las "Recordemos que en la época en que Freud comenzó a
in cc1ones mondes dt'I psiquiatra desempeñan algún El )el descubrir lq que descubrió sobre las acciones humanas, a ciertos
J; ¡:orta;te ,~su trntamiento psiquiátrico?" (Coníerend; 6a- tipos de comportamiento no se los consideraba signos de eIÚer-
mªen~:· po~p~ "/ 955 ~ · Todos los oradores contestaron rotunda- medad sino de perversidad. No sólo me refiero al punto de vista
s· f t a umnttva . Todos ellos consideraron que rúngún <le la sociedad, sino también al1 puntq de vista de Jos médicos
~a~~u ~ ra ~r~ <lejRr <l e impartir su sistema de valores a Jos y de la ciencia médica. Todo el que se propusiese tratar seme-
en~~~ es. 00 1 e ~os~tros (K. A.M.) discutió este problema jante estado, era culpable prima facie de apañar a Ja delincuen-
" oro con as signum tcs palabras: ·da, como el doctor Mudd, que estuvo encarcelado años porque
< Hemos escuchado a Pslos elocuentes y cnpaces cole as le enyesó la pierna rota al asesino prófugo de Lincoln. La acti-
J~~ s:e~r~~~Z!~:m ª din·:so~ ftm~ito~ del pcnsnmien!o hum~lO~ ·tlld hacia muchas e nfermedades psiquiátricas era: 'Esa gente
impartfr~u sist de q~e n11,1gu11 ps1qumtm S<'ría capaz <le dE.'jar de no es enferma, es gente mala'. ¡A Freud se le advirtió pública-
tamiento Po ;rna ,, rn ores a sus pacientes en el curso del tra. mente que el material casuislico que presentaba era para tribu-
Sin emb. r o que antecede, esto pareecría S<'r muy obvio. na les policiales, no para reuniones científicas!
haya qu:~:Íi~~:~;lta .un tn~lto. pa~nd6jico y nolahle quizás, r1uc "Pero Freud dijo en esencia: 'Escuchemos lo que Ja gente
en el 'co 1 1º tomu .mti1L·ahvo de un importtmte cambio nos pue<le decir de su conducta y no adoptemos ninguna posi-
.. ~~epto le trn la nucntn. dón precipitada hasta enterarnos de todos ]os hechos' . Tuvo que
sobre ~r•s1ert hft'l'r ~11~1a ~escña <IL· <-'if'ttos aspl><.'los históricos tlecir esto con mucho énfasis porque era tan corriente que los
técnicas, ~1:s~~~e~~~. ~a'nh,'is, d<'sc~1l>rín y nplienlm sus nurvas mé<licos dijesen 'Si esos son sus sintomas, entonces a usted ya
sión las 'confes · ~ f 111 ('scuchar .~111 reprnd1c, censura ni rcpul- no lo ntien<lo'. Freud afirmó: 'Tratemos Q Jas enfermedades psi-
cond ucta, se a;~~ZS
socialmen .
t; sus pncit•ntes sobre su.~ fantasías Y su
a rC'ud de- Comentar un comportamiento
.q uiátricas como tratamos a las enfermedades médic&s y qt.lirúr-·
gicas. No condenemos al pecador, ttatemos de remediar el
otros y yo ';e;::::~<·~~:,:n nm~l>re dt.> I~ ternpéuticn. M11chos sl ntoma. De todos modos es algo que él tampoco quiere, por
fil osofía toda d .1 .. · J~~ vigor Y cJaudnd, señnlnndo que Ja eso acutle n nosotros. Puede que podamos ayudarlo a despojarse
d e la co d e ps1rnan· /1515 se basa en el inlf'ligrnte control de la necesidad de repetirlo, ¡pero jamás le arrancaremos · 1a
agresiva." ucta y no i·n una indulgencia arbitmria, licenciosa y espina de sus carnes sí primero lo echamos a la calle\'
"Fue con este espirito que se dio mucho relieve a la neu..
tralidad del psícoanaHsta en los primeros dlEU de esta ciencla,
para que se abstuviese de abrir juicios morales sobre el paciente,
isfo renunciar a la esperanza de conseguir finalmente que el pa-

134 135
~:::e':~~e un p~nto <l~ vista distinto y 'se porte bien'. En para el buen nombre del psicoanálisis. Es muy probable que ni
mucho en no •Jos.ps1~an~hstas de los primeros tiempos insistían siquiera a la más librepensadora de las madres jóvenes se Je ocu-
piados de Ja vi:1.r a paciente cuá les deben ser los ideales apro- rriría permitir que su niño de dos años haga Jo que se le ocurra
"Uno de los mol· en una fábrica de municiones; para algunos pacientes, la comu-
ante la actitud ivos q~e tenian par~ es to fue su reacción nidad social de todos los días es más peligrosa que una fábrica
mejor 1 que prevalec1a entre los médicos. Comprendieron de municiones.
fueron qi:~J~i~unos colega_s, ·'ºmucho que los sistemas de valores "Una posición más racional sería admitir el punto de vista
murabi más os ~r trad1c1ones, ya desde los tiempos de Ham- de la socie<lad y de Ja ley y la religión, de que el 'pecado' es
prendi~ron puruhvas y vengativas q~e morales. También com- tentador y, si cedemos a él, deberemos pagar la 'diversión'. Pero
mismo de que ?1uc-has veces el paciente sufre por el exceso el psiquiatra sostiene, además, que el pecado no es tan divertido
mo. La teo:~ hpo d~ ~oral~dad que él se impone a s[ mis- como se lo pinta, por lo general es doloroso y en gran medida
analista n e I~ técmca .ps1coanaUtica sostiene que el psico- el individuo no lo quiere, y que hay mejores medios que el
decisionesº aconse1a al paciente, no simpatiza con él, no toma castigo para iníluir en la gente de modo que se evite el pecado.
analista n en. lugM de él y ~o trata de hacerlo feliz. El psico- "Es probable que todo esto se pueda decir de manera mu·
pnciente. o tiene Ja pret Pns16n de eliminar los conflictos del cho más sencilla: Muchos intentos se hicieron para explicar todo
comportamiento de nosotros mismos y de los demás que no re-
deb;:ra ent~nces, a pesar del consenso general en este foro, so
el peligr:c1 ;;a~ qut muchos c?legas sí consideran que existo
unn actitud nico < e que el psiquiatra, el psicoanalista, exhiba
sulta propicio ni confortable. En una época se lo atribuyó al
demonio; se suponía que, de alguna manera u otra, pactábamos
con el demonio o cedíamos a sus asechanzas. El oomportamiento
ni . moral, blorJu eando así el tratamiento y perjudicando incorrecto era pecaminoso. Entonces, por un tiempo, en la época
Lie~~~~e:h:·: e7· vez ifc ayudarlo. Por lo tanto, los psicoanalistas de Ja ilustración y más tarde aún, el comportamiento incorrecto
que el e me mnrsc un poco c-n sentido contrnrio. No niegan fue signo de ignorancia y no requerla sacerdote ni penitencia
lupidf'z rmr acarren sufri~niento, llámese ni error pecado o es- sino mejor educación. Hoy los sacerdotes y Jos educadores coin-
de i fl' •.pero no _se. eonsulernn n si mismos tan responsables ciden en que en algunos individuos, aunque pecadores e igno-
med7cJ~~ir uu sufr11111C'11to arUficial a mo<lo de cnsligo hecho de rantes al mísmo tiempo, la conducta incorrecta también puede
"En algunos · ¡- contemplarse como manifestación de enfermedad, es decir, como
es casi una reJig"6ps1~~nn utas esta 11clilud de no abrir juicios un sfntoma.
tos absurdos J ": a es personas se enznrzan en predicamen- "Ahora bien, es muy probable que sea las tres cosas a Ja
sociaJ cou e H6gi~~s en s.u afán de suplantar a Ja venganza vez, pero el problema práctico es, ¿qué Upo de ayuda está más
n la socied:mprens~on socml. Pero <:'S tan absurdo reprender
rencJ • r
CRSl ignrJa por SU l"Sl11pidez, como absurdo re--
~O~ ~r ni pa~ienle Y ('Rstigarlo, nC"titud ésrR que induce a al _
disponible y es más eficaz en un determinado doliente o malhe-
chor? En cierta medida esto estll dado por el clima social y
fllos6fico del lugar, el momento y Ja gente. Sólo podemos hablar,
ue ;:;coanalislas a nclopt~r una filosofía de lo°;ssez faire en~o en último análisis, del momento y lugar inmediatos en que
¿n la ~~:~ al compurtan_uento 'externo' del paciente, cosa que vivimos y con Jos cuales estamos más familiarizados. No tengo
p ica resu ll a peligrosa para sus pacientes y peligrosa idea de la posición que yo adoptaría en muchas cuestiones que

136 137
. podrían surgir, si intrntase e l sí ..
. quima! en Alaska o dt• uno lle I~ ~nn,ál1s1s <le unn mujer es-
antigua Grecia. Yn lmslantrs dif"i~u~1s~1pulos de Sócrntt>s en la
mantenf'T mi dello i··u l'I pul.~o del tn es ff'_ngo pnrn trntar lle
palpa~ In cullurn )' la ('ougrp Yil<.'i1)n i;-nsanuenlo rnda l y pnra
, q ue solo son de> 1111 soli . , g n 1Jll!:' nw lw formado y
- i 1,1.11s l'll llll mundu grnnlle." '

CAPÍTULO V

RESISTENCIA

"Reacciones parad6jicas de Ja segunda parte contratante


frente a la situaci6n terapéutica psicoanalítica

En eJ capítulo precedente nos ocupamos de la ~~rtíciPaci6rr


fovol1mtaria del psicoanalista en el contrato. Parecería lógico'
.discutir a continuación su participación voluntaria, o sea. la for-
ma en que lleva adelante el proceso de modo intencional. Sin
embargo, dejaremos esto para el próximo capítulo porque, desde
otro punto de vista, es más lógico seguir representando la histo-
ria natural de las reacciones del paciente ante el proceso, la
situación terapt:ulica, a medida que continúa ,
En nuestra descripción de la ..regresión progresiva" del
paciente en el curso del lratamiento, con los diversos fenómenos
de trasferencia que aparecen por el camino, hablamos hasta
.a hora como si el paciente pusiera "toda su buena voluntad",
como si siempre estuviese dispuesto a participar, a "decirlo
todo.. , a observar su pasado con un ojo y su presente con el
otro, para comparar las dos cosas que ve. Puede que hayamos
dndo a entender que, una vez que empieza, el paciente deja de·
lado con facj)jdad y en forma creciente su reticencia natural a
comunicar los aspectos desagradables. embarazosos y compro-
metedores de su vida .(en caso de que se le ocurra que su ma-
terial es así) y s:e aliene a una traye(:toria de candor y "confe-
~ión'" directa.
138
139
• .ó " verbalmente es un fenó meno
Sin embargo, por supuesto, corno quien lo intente descubre, tendencia a des~rgar pres1 n r c'ón completa, y facilita el
no es asi. Casi desde el principio mi smo el pacient e se d a cuenta familiar, cualquiera sea s~ - exp aca i
de que para decir todo lo que se piensa, aunque produzca algún comienzo de un psicoaná_hs1s. o las confesiones y confiden·
alivio, se requiere t"sfuerzo y hny que vencer ciertas presiones Tarde o temprano, sm embae~ ~ti de las comunicaciones,
contrarias. A veces pareC'e bnlndí y escasamente digno de abrir cias que constituyen el caud~l tnm1 t~dente no babia sentido
la boca el referir un pensamiento pasajero; a veces se le ocurre comienzan a incluir un mate~a que e ciente recuerda las segu-
que si manifiesta ese pensamiento, afectarla a la posición y pe- ninguna necesidad de ventilar. El pa , dado el psicoana-
ricia del psicoanalista o a la reputación de algún "'peatón ino- ridades, e~plicitas o impl.ícitas, que ~~=bc:nfidenciales no le
cente", o que violnrla las normas del buen gusto. A veces lista, de que el comurucar ~tas ociva de que todo lo que
simplemente resulta "demasiado embarazoso". acarrearla ninguna consecuen~ia n nÍ·d ncial en absoluto, y
Esto sucede a pesar de la extraord inaria situación que1 el diga se consideraría sólo tentativo y co 1 ~ con el correr del
tratamiento psiconnnlhico crea, situación en que se permite - se trata de creerlo. En efectoÍ llega ª ~:ee;~ción de ..delatarse"
espera- qu e una persona diga a otra todo lo q ue acuda a su liem~, pero no _tar~~C:~ :~t=~~ee;ronto se da cuenta de que
mente, sin sufrir ninguna consecuencia por hacerlo. El paciente a sl mismo y de ~p d ue est6. ad mitiendo cosas que antes
entra en el contrato con esperanza, pero también con resque- está contando chisme~ Y e q í mismo. Por lo tanto, núentras
mores, y por lo general con considerable miedo. Por supuesto, negaba, inclusive quizá~ a~~e-:do atenuando su presión gracias
también recibe con beneplácito la oportunidad de hablar des( que! al prinfci?io~e ~~~1: :~;~en presiones nuevas a causa de
mismo y de descargar cierta presión confesantlo. En los primeros a as con es10n • ¡ sino fantasías agre-
tiempos del psicoanálisis se <leda en sentido fi g urado que este éstas. No sólo se expr~a~ secretos ~~~s~~ores de represalia
alivio que traía Ja confesión era una "catarsis", expresión ésla sivas Y perversas que e~~ ~: :~•~enclaustramiento".
que todavia persiste en psiq uiat ría. Se d aba a entender con o casti~o. Esto'. a su ve:~e sufrir al m~mo tit:mpo t:l unhelo de
" As1, ebl' 1>'!~1e~:~pulsi6n de defenderse frente a todo~~­
esto que exlslla alg1'10 tipo de bloqueo de la comunicación com·
parnble al estreii.hni<'lllo, dC' modo que In presión de i<l ens con ponerse ten Y . 'ncómodo q ue esto put:Ua
carga emotivn tjlle. si• hahínn Hcumulado sin hallar expresión, bio en su adaptación ante Ja vid~ ~~:Ontrado determinados re-
cedía paso a la sensadlln el~ bit'llcslar cuando se abría la vál· resultarle en mue.hes respectos. 1ª podía ..componérselas", por
vula de escape y In presión se ntenuaba. cursos <le imitación con los_ cua es reguntarse si no convendría
El fenómeno dt• la ca tarsis no es tan senci llo de explicar en así decirlo, pero ahora empieza a p . · t ue le
términos psicológicos como esta figura retórica sugeriría. La m ás sufrir Jos acostumbrad~s _dolores :Z. 1~c::~:=~a:S1a'.! pell-
presión de la conver!>nción en una sit uación en que int c-.rvicnen acarrenban estos métodos v1eJOS, en v zás me"or de
dos personas, a vecc:ii parece derivar del seÍllido de culpa y del 'b' Hdades de una manera nueva y qui J
deseo de confesarse, pero otrns veces represenla la apremiante g:::n:: a• si mismo. Sabe que probablemente lo que teme :
necesidad de entablar cunlndo con nJguien que escuche, "com- ~a nUeva situación sea menos peligroso. de lodqule suponi~;u~a.
prenda" y nceptc sin rl'probaciún las C'ln('ubraciones ele un in<li· 1 mpensas sean me1ores e o que o-
viduo difícil y solitario qu e 110 logró mnnejnr con efi cacia las puede que as. reco "e<l quizá se base en aprensiones
Se dicen sí mismo que su m1 o
frustraciones y sinsa hores <¡ne ,· ino nc:umu lamlo de an taño. Esta
]41
140
infundadas, pero a pt>sar lle todo C'I miNlo estA, la duda está, ti<lo, el psicoaná lisis de cada padenle no es sino una especie d e'
la vacilación está. Y persisten mucho tiempo. incesante dudo entre las fuerzas que promueven la rememora· ·
Por lo tanto, d t"H1e el principio mismo d e l tratamiento psi- c ión, Ja repetición y la expresión, y las fuerzas y maquinaciones·
coanaHtico, todo padeulc, a pesar de su buena volunta<l Y de su <le Ja resistencia. No d ebe extrañarnos que la resiste ncia se ·
disposición n hacC"r tnc1o lo que se IC' dice para 'ponerse mejor", personifique casi para algunos psicoa nalistas, y que éstos tien·
al mismo tiempo lamhié-n se nmntienc "a la d efC'nsivn". Sin c1ue- <lan a igualarla con e l proceso de la enfermedad. "
rc rlo, pero inh'ndrmalnwntc ni mismo tie mpo, entorpece C'l pro- L a resistencia no es una enícrmedad, por supuesto, y m
ceso mismo c·on el que tanto cuenlc\ p...-1ra bC'nl'Íidarse., Uno de siquiera es un proceso patológico. No es una cosa que surge
mis primeros l'RSOS me n'Stdtú sumauwntr ilustrativo. C~l ~sic <le vez en (_·uan<lo para "impedir" la evolución del tratamiento,
rt>speclo y mudins wcrs lo mf'nciono como ejC'mplo d1dn<.:t1~0. sino que está presente en todo momento. En las palabras de
Un jovf'n se hizo famoso por sus valicuks y nutlncrs hazanas Freud, "Cada paso d el tratamiento se acompaña de resistenci~;
militares. Por estn l'f\7.Ón, y lumhién por apuesto y ncautlalac.lo, todo pensRmicnto, todo acto m e nta l d el paciente, debe rendir
era unn figura rnm{rnlil'a y hombre tll' mucha populuri<lnd C'n su tributo a Jn resistencia y representa una transacc:ión e ntre las
c:iudatl. Sin t>111bnrgn. sus rl'lndo11<>s sexuales con su esposa fuc- fuerzas que conducen a la curación y ]as que se cong.regan•para
rnn d e<'epcionant<'s pnrn ambos y C'm prendiú trnt1uniento p.~i­ oponerse a e lla.'' •e Se trota de una produc.'C.i ón foscinadora Y
coana lítko por éi-h> y vor otros síntomas. Lns primeras semanas clmmátka que está a la par con Ja creación de un sueño, en el
lle su ps icoanálisis pusícrnn ('n d eseubi<-rlo uu sincero contraste' sentido de que la resistencia del paciente apela a las d efensas
entre la impn•sMn que d mundo tenía t1e é-1 y su propia noción
d e debilidad . A 1•sta a lentadora fose le signicl un pe ríodo dt•
t ípicas de éste y a los rasgos más estables de su carácter. Ob!e?·.
dicho de otro modo, su repertorio defensivo se coloca al servicio
producdón más h'nln IJH O n1lmi11ó con 1111 sucúo. En este sm.:iio, <le la resistencia.
l'1 paciente C'Xploraha uun C'nsa qut• dt> afu(_•rn se \'í'Ía muy bUl•na, Algunos psicoa nalistas se sintieron tan intrigados por el
pero al lrnsprnwr In" \"<•slílmlos de cslr. intt•rc·santc }' hC'rmoso fc11úrnt:rio de la resistencia, que basaron todo su rnzonamiento·
t•clifido llcgú al rinl'1"111 dr tlll t•uarto clomlt~ SC' parú en Sl'l'O horro- ~obre la interpretación -tema del que nos ocuparemos más ade•
rizado. En d pisc d1· t'S{' ri11<:Ún yada nlgo tcrrihlc, nborninable, !ante- en el principio de combatir a Ja resistencia con sabiduría.
s iniestro: "Ern li\11 f1·n q111• un podía vt·rlo. Put•dc CJU(' hay;\ sido Para muchos de nosotros, esto parece ser la exagerac ión de un
1m perro o algún mlinml <'ll estado de dc.~cornposición; sin em-
imporlante aspecto d el proceso. .
bargo, eso me prrk1wda.'· P11r 111ás 11uc quiso, no pudo mirarlo, Entre algunos p siccmnalistas también prevalece Ja tendenclB·
sino que dio nw1lia \'lu·lta y h11y6 cs1Xtntado tlt'! la cnsa. n pensar en la resistenda como si fuese una cosa "'mala", o sea
Pocos díns dl'sp11és P) paciente me r s<..·ribí1l dit·kmlo 11ue se como algo que <lebe1 considerarse un obstáculo. En Jos primeros
srntia mr.jor y c111c dC'st~alin susp<'ndrr su psiroam\Jisis. tiempos el mismo Freud pensaba. así. Sin embargo, E'.5 significa·
Si bien es cierln que la mnyorla d e las 'vl'ccs ta resistencia tivo que · Freud tuviese ]a fue rte impresión, inclusive cuando
<'s mrnos nhrnplo y yinll'lllt\, se (1t•sarrulln <'011 1111 l'il•rto ritmo o a<..:lunhn en la Cllnica ele Bcrnhelm, de que el psicoterapeuta
mo<lalidnd lJll<' prrsisle c:on fluc tunciones durontc lodo t'i psko- no puede decretar Ja eliminación de la resiste ncia. Rechazó el
análisis. El pskonnalisla no lar<ln en fomilia riz.nrse con las for- eargo de Bernheim de que el paciente hada una "contrasuges·
mas y mnnif<·st;wionf'S pC'l'l1liar<'s de t·a<la ("aso. En dt•rlo sen· ti6n". Refleja con elocuencia ln misteriosa sensibilidad de Fre ud

142 143
'..entendemos que Jlam6 la atención a los médicos sobre el hecho
para captar la dinámica del compor1amiento humano el hecho de que en medicina psicológica la resistencia es un factor que no
de que reconociese llescle temprano que el contenido de un se puede desconocer y que se debe encarar de determinadas ma-
deseo s6Jo es una pnrte de un conflicto intrnpslr•uico. En 1910 neras. Desde siglos, los cHnicos saben que en los pacientes hay
en efecto, escribió: l; ' algo que parece inducirlos a resistir los esfuerzos terapéuticos
que se les prodigan. Sin embargo, la actitud tradicional de la
. La idea de que el 11e11r6tlro sufre unn formR de ignorancia y de que medicina, a través de los tiempos, consistió en hacer caso omiso
-si ~1sipomos su lgnomnci:i e;i:;plicímdole los htthos (acerca de Ja vincn- <le esta oposición, en tratarla con ecuanimidad. como dijo Osler
lnci~~ causal entre su f'nfermedad y su vida, net>rrn de sus experiencias ele en su clásico ensayo. El odontólogo oo pierde los estribos con el
l~ mnez Y ns! ~uceslvnrnentf') tendrít Que rttupernr~. es unn idea supern<la
paciente cuya muela deja de doler apenas se concierta una
)R Mee mnc~o Y que. deriv~ de apariencias superficiales. El factor patoló-
gico no es la 1gnornnc1a en $1. sino qllfl la rab . d e estn ignornncin estA en sus
consulta de ~mergencia. El (buen) cirujano no se enfada con
re.N.ste11ckl.t ~nferfore.t: l11eron éslns los que, en primera instancia, rond11- el niño que se deEiende a puntapiés para que no lo puncen con
~ron n e~n 1gnornncia ~· ndt'mtls, In siguen mantenienJo en Ja nctnnlidml. la lanceta. La reticencia de tales pacientes a aceptar el trata-
1 cometido del tratnm1cnto radica en cornhn!ir est:is resistt>ncias. Decir ni miento se atribuye al miedo, en cuyas garr8.s se los considera
paciente c:'°s:'s q11e no !'{lliP. porque lns hn reprimido, es súlo uno de los impotentes. Freud nos demostró que resisteacia es más · que
pa~• preh~nnrnrt's imp1r~d11dililes cid lrntamicnto. SI t•\ conocimienlo sohre miedo, que la resistencia es una fuerza tal vez comparable a
su m:onsc1ente fuese lnn importaute ¡:mra el paciente como el inexperto JR. inercia que, según descubrió Newton, existe en todos los
-en ps1coanélisis im.1glnn, l-ste curnrín t·on sOlo ncudir n c:orúerendns 0 leer ·cuerpos y se opone a todo cambio de posicl6n o de dir~ión.
libros sobre el lf' mn. Tale5 111rdidns, empefO, ejeret"n tnn poco efecto sobre El paciente que sufre y que se somete a nuestros servicios pro-
el sl~lom.1 de In enít·m ir:~dnd nerviosa, corno el distrib11ir imprrsos de un fesionales pagando un considerable precio en tiempo, dolor y
;:nu podrla inlluir sobre t·l h.1mlm~ dt' la gente en épocns de hnmbmnn.
.dinero, parecerla demostrar lo mucho q.ue desea mejorar, ¡pero
la 1n'8: l~gln llegn .más a11:'1 to<ln vla de lo que e5te ejemplo su¡:titre, porque
al de.,criln~ .ni '.,nc1e11t!l lo c1ue c:ontiene su J11conscirnlf', s11ele sobrevenir
·siempre hay indicaciones de que es un hombre dividido en con-
~;; ::~.s~;cnc:mn
0 ckl \'Onflit>to que hay e n él >' unn ex:1cf'rbnción de sus
tra de si mismo y que en realidad no quiere del todo ponerse
bienl En efecto, ¡también quiere seguir enfeimol El genio de
Freud se reflejó en su descubrimiento de que esta paradoja
~I psicoanúlisis dt· las rc•sistcncias dC'I pac.:icntC', entonces, posee un significado profundo, de que se trata de un con.flicto
perm~te que és !~ rnpt.c las condiciones, pasadus y presenh's, que ·<le esencia y no de un simple inconveniente que complica :las
mnnhcnen en v1gl'm._·m n sus tlilemns y a su dC'sdicha. ·cosas, y de que nuestra mejor arma para combe.tirio es la iDte-
El ~e~ónwno d1• la resistencia es uno de los más gmndrs Jigencia.
d~s.cubrmuentos tlc Frl'ml y, por la terminante enundndón que La medalla de la re5istencia. tiene un curioso reVeno. Se
l~ic1era, es unu dt• los pilares C'sencinlcs de In tC'oría psi coanali~ lrata <le Ja asombrosa credulidad con que los pacientes se entre-
t1ca. Cuando decimos 11uc Fre11<l "descubrió" a Jn rt>sistenda, ·gan a extraftos y a charlatanes de casi prístina desbonesUdad, a
cambio de fant&sticas promesas de beneficios. 'La gente paga
1 • Convt'ndrlri qnt' I~·~ p~i<.irnnali$ln.s jÚvl'nes (y nl~nnos no Ion ¡éive-ne-s) grandes sumas de dinero y se somete a manipulaciones heroicas
s~fin~e-~cuerdeu t~ln i"itrJ'!...-1 voluhilid:id dt' ciertas inte>rprelnciones r¡ue y dolorosas o ingiere peligrosos mejunjes, par la sencilla razón
~lgunn n~~n~I: ;~~e1 .71e11:saj~<l:1~-r~~.~tuclivn", d t'smiente que se posea
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14'1
de q·ue se.lo indic·a un individno cuya únicn prueba de pericia y "emotivación", en lugar de pensar y hablar. Existe una resis·
son los éxitos que él mismo se atribuye. Esto ilustra el irracional tencia de erotízación, ele la que hablaremos con · mayor detalle
deseo de creer, así como la resistencia representa el irracio· un poco más adelante. Hay una resistencia de formación de un
nal deseo de no creer. nuevo síntoma psicológico o somático, como s~ se procl_~mast:i
La resistencin, tal como se la emplea en teoría psicoanalí· que el psicoanálisis está acrf"centando las co.ngo1as .del ~ciente,
tica, puede definirse, entonces, como la tendencia de fuerzas en lugar de atenuarlas. (Ferencz.i la denommó res1stenc1a pasa·
que están dentro del paciente !/ que se oponen al proceso de
;ero.) " .
cambiar para mefor. El objeto de resistencia no es el psicoana· En el apéndice de lnl1ibicio,ies, síntomas y ansí~dad, ~JO
lista, sino el proceso intf"rior del paciente por el cual el material el encabezamiento "Modificaciones de puntos de v1Sta anteno·
inconscíente afloraría n Ja conciencia o se tornaría consciente, y res", Freud refonnuló su concepto de la resistencia como una
que el psicoanalista procura fomentar. Esto hace que la resis- acción defensiva, que el ego.emprende para apuntalar la repre·
tencia parezca casi equivalente a la represión, Jo cual no es sión que mantiene para protegerse y para defender a esta fun-
correcto, porque ésta es una palabra demasiado restrictiva. A la ción represiva frente al efecto disolvente de "so.her". _Freud
resistencia· se la identiíica l'On mayor precisión con los procesos comparó a la resistencia con cosas como la aut~mpa~1ón, la
defensivos en general.º minuciosidad y el exagerado aseo de las neurosis obsesivas: en
Clinicamente la rrsist<'nc:ia puede verse en una multitud de las que se observa un refuerzo o exageración de una. actl~ud
formas. A veces es un simple ocultamiento de netos y sucesos; a contraria a la tendencia instintiva relacionado con la s1tuac1ón.
veces un mayor olvido, en lugar de mayor memoria; a veces Dd mismo modo, aunque se ofrezca la oportunidad en el cu!so
es falta de puntualidntl o alguna ausencia, a veces un prolongado del tratamiento, ..Al ego le resulta dificil orientar su aten~16n
silencio. La puesta c-n ncción de un recuerdo que no acude a la hncin percepciones e ideas que hasta ahora era la norma evitar,
mente como tal , es una forma de resistencia que se llama actua· o reconocer que pertenecen a sí mismo impulsos que son la anti·
ci6n; en efecto, una dP !ns normas para poner término n un psi· tesis de los que ha hecho suyos." H
coanálisis, es el monwnto en qul' Ja Hcluadón es susLiluicla en
gran medida por PI rc·em•r<lo cn el sentirlo ordinario. También
están las fonnns de intPlcct11alizaci611, cntegorizadón, evasivas CINCO TIPOS CLASICOS DE RESISTENCIA

• CompArl'~ <•on nnrstm fommlaciún In ligulenle dt'chuncil>n de En el ensayo que acnhamos de mencionar, Fret.id enumeró
Fre1.1d: "El inconscien!f', n 51'tt t-1 material reprimido, no oFrtte ninguna
re5istencia n los e.~foerms c11rntivos; eg efecto, no tiene otra mira r¡oo cinco tipos de resistencia. A1 primero Jo denominó ruístern;ia de
Rhrlrae pR!IO R travh de la pre11l(m que gravitR sobre él, sea hncia la COO<- repre.mfo, que deriva de In tendencia persistente, auto~á.Uca 1'f
clencla o hacia la detmrgl\ por medio de 111lg11na acción ttal. La resistencia normativa del ego a tratar de controlar a las tendencias pe.1·
que ocurre en el tratamlf'nlo proviene de Jos mlrmos niveles y ristemas
superiores de la vida psl11uic11, qut a su dl'hido til':mpo dil'ron 111.llar a la grosas bloqueándolas. El ego tiene el hábito, por as{ decirlo, d~
repre.sión. Pero roma lo~ moth·os de lnr rf'si11tencNu1 y, l':n l'fecto, lu rl':sl1- resolver sus problemas de este modo en todo lo posible, Y 'l'J
tenciR1 ml~mfll. son f nc()u~lente~. M'JlÍIO SI': t"Ompruebn en t'I proceso tera- resiste al proceso de "libre pensamiento" y c1e ventilar rec~erdo5
péutico, 1erá conve.nlente r¡ut> rorrijamos una leila M\ nut'strR manerR de
t'Xprt'sa.rnos. Evitaremos la amhlgiirdad ~¡ no COT1tra~tamru a lo ronsclente preconscientes, para que el cambio no trnstroque el equ1librio
con lo !nconsctente, sino ril l'go coherente con lo reprlmldo." 411 homcoslátíco, en cuyo c·aso permitiría el surgimiento de tenden•

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cias peligrosas. El ego se dedica (en parte) a contener ciertas gratificaciones y ventajas que (por iníerencia) hemos prometido
cosas para que no lleguen A t"'itpresarse, cosa que se extiende al ego siempre que ésfe abandone sus resistencias (los tres Upos
automáticamente R In siluación psicoanalítica, en especial cuan- que acabamos de describir). Este período de agobiantes esfuer-
do la expresión <le impulsos que anteriormente estaban repri- zos que realizn el ego tras su decisión de abandonarlas, se llama
midos (a diferencia del material suprimido) es más probable elaboraci6n. Esto se realiza en contra de la resistencia de la com-
que ocurra. pulsión ele repetición, que es "la atracción que los prototipos
Al segundo tipo de n·.~istenda Freu<l lo denomina resisten- inconscientes ejercen sobre el proceso instintivo reprimido"."
cia de trasferencia. Lo mismo que la conocida resistencia de En quinto lugar hay una resistencia del superego, que de-
defensa, la resistencia de trnsferencía hace resucitar en el psico- riva <le la sensación de la necesidad de castigo. Esto puede ser
analista la índole de relaciones anteriores, que ahora se expe- una forma socializ.ada del tipo precedente, pero es muy carac-
rimentan más que se rec.:uer<lan. Sus manifestaciones más claras terística de los seres humanos de nuestra cultura y de nuestra
suceden por la "abstinencia" del psicoanalista, porque no accede era. "No merezco ponerme bien; está bien que sufra (un poco) ...
a gratificar los deseos c.:a<la vez más regresivos del paciente. De Esta es Ja. forma impráctica, pero eficaz en parte, por la. cual los
este modo, en parte, expresa el resentimiento del pacienlc por sentimientos de culpa se expían y se mantienen en una especie
no obtener del psíconnnl ista In respuesta esperada; revela la de equilibrio espurio que se resiste a Jos cambios.
creciente frustración y la c:ólcrn ele la decepción. Nosotros pre- Resumiendo, Freud sugirió que hay resistencia derivada del
ferimos llamarla resistenciu de frustración o resiste11cia vindi- mi<'do inconsciente (resistencia de represión), resistencia deri-
cativa. Es como si estn paciente estuviese mf'lhmnorado o, dicho vada de expectaciones defraudadas en el psicoanálisis (resis-
con mayor urbanklad, corno sj no estuviese del lodo clispuesto n tencia de trasferencia), resistencia derivada ele inercia, fa lsa
tratar de complacer ol psicoanalista, y casi demnsiado enfa- prudencia y miope oportun ismo (resistencia por ventajas secun-
dado como para tener deseo.~ de didgirle Ju pnlR bra. ~lás ade· darias), resistencia derivada ele una autoagresíón que se basa
lnnte nos ocuparemos de C'Slo. en una profun<la pauta biológica (resistencia de compulsión de
En tercer término ('slii la resiste11cío de la i.:e11ta;a eJJi11ósica, repetición) y una resistencia derivada de In sensación de que
que guarda rektdún t"on la rdiL'enc:ia del t'go a rrnuudar a los hay que seguir suíricndo con carácter propiciatorio (resistencia
beneficios que el padC'nle vino obtcnit·ndo en gent.>rnl como del superego).
consecuencia de unn Pnfi-r nwda<l. Estns resistencias inspirn<lns En uno <le sus últimos ensayos, ..Análisis terminable e inter-
en la ventaja secundaria, g1111nlan relación mn la resistencia de minable", aparecido en 1937, Freud amplió estas Ideas.u . En
represión que acalmtnl)S de mencionar, en el sPntido de que este trabajo distinguió a las resistencias que reflejan a )as
reflejan actividades del ego. operaciones defensivas <lel ego, como la proyección Y el des-
La cuarta vorie<fad de resistencia que enumeró Freud, plazamiento, con respecto a las resistencias que swgen de ]a
dimana , según creía l>!1le, del id, y Ja llamó resistencia de com- naturaleza del aparato psíquico y que son etiológicamente inde-
pulsión ele re1>etfcló11. Es la última que descubrió. En las pala- pendientes de los conflictos. Entre las resistencias surgidas de la '
bras de Freud, "Encontramos que, ·inclusive después que el ego naturaleza del aparato psiquico, figuran la adhesividad de
hubo decidJdo renunciar n sus resistencias, todavía tropieza con la libido, Ja movilidad de la libido, la pérdida de plasticidad
dificultades para <leslm<:<.'r las represiones", 11 ~ a pesar <le las (por ejemplo, en la senectud) y las resistencias por el sentido

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de culpa (que corresponden a la resistencia del superego que como sentimientos de culpa); la situación actual, que de alguna
se menciona en Inhi!Jiciones, sfutomas y 011sicdrul). Frcud tam- manera tiene un vínculo asociativo con el contenido reprimido,
bién citó el papel de nlguno.'i conflict()S nud<>nrcs que atentan se emplea como ocasión para descargar las energlas reprimidas;
contra la curnción: la P1wi<lia tlt·I ¡><'ne en las mujeres y el con- la catexis se desplaza. desde los recuerdos reprimidos hacia ~I
flicto de pasividad en los homhres. tlerívativo actual, y el desplaza.miento posibilita esta descarga ·
La resistencia df'rivncla tic cualquiC'fa o varias de todas estas Algunos pacientes son mucho más propensos que ot~ a
fuentes puede aparecer rn divernas formas clínil'fts. Ya mencio- apelar a este tipo de resistencia, y se sugirieron muchas ~.ph~­
namos expresiones tnn 1·orril'utt>.~ como d silf'ndo, In lmpunlua- ciones para esta propensión: intensas perturbaciones y ÍIJactón
licJad, la evasión de Ja n•gla básit:a y asl su<.'C'Sivamf'ntc. E1tistcn, e.le Ja fase oral, fuertes necesidades narcisistas, algún tipo de
sin embargo, ciertas cnlrgoríns mRs nmplins 11uc merecen una hiperactividad consUtuck>nal, tendencias especiales a la drama·
exposición más compll'ln, en pnrtkulnr la nttuadón y la ero- tización tlerivadas del exhibicionismo, impulsos escoptol6.gnlcos
tización. y una firme creencia en la magia de la ae<:ión.
Las dos últimas sugestiones son de Phyllis Creen.acre,"
ílESISTF:NCIA DE ACTUACIUN quien amplió su pensamiento sobre el varticular, postulando la
hipótesis de que la situación genética común ·que t~ende a en·
La actuación es uu t{•rmiuo 'Jue se aplica a un fenúmcno gendrar tales tendencias, consiste en una deformiición en la
muy común que ocurre l'll mayor o menor medida en todos los relación entre el desorToUo del lenguaje y el de la acción. Aun-
psicoanálisis. Se traln d n fo trndcncia n sustituir con un acto o que los actos no siempre son más elocuentes que l~.~ palabras,
serie de actos, ciertos Ppisodios que el psicoanalizarlo no re- en la mayoria de nosotros los actos expresan más que las1 psla-
cuerda '> que por lo mf'nos no comunka. En otrns palabras, el bras. En esencia, según la teorla de Greenacre, el paciente que ·
paciente no recuerda n111 palnbrns sino <:on su t·omportamien!o siempre tiende a actuar es el que sufrió inhibiciones del lenguaje
y, por lo tnnto, rf'pitc 11n trm.o de comportnmiento verha.J. "He- en los primeros tiempos de su vida, inhiLiciúnes que fomento.ron
pilc sin saher c111c rl'pi lc, por sup11eslo." cu E•tc tipo tle resis- una tlescnrga motora relativamente mayor. En el trascurso de
tencia es tic una eficada t'.'ltrnordinnrin po rque, lo mismo que su regresión terapéutica en el tratamiento psicoanalítico, el pa-
e l sueño, ofrece cierta tlcs<:nrga de tensiún. Es como chnrndas ciente reasume las formas de expresión que originariamente le
que se juegan entre dos parll'S tlel ego. resultaban más cómodas.
Este fenómeno ha ad1111irido creciente importancia en psi- Entre algunos psicoanalistas prevalece la tendencia a de·
coanálisis, desde que Sl>. reconociú yue es analiwble Fn potencia nominar ·actuación hacia a.fuera" a cualquier manifestación de
en muchos Jndivi<luos 11ue padecen diversos cfo los llamados inconducta social del paciente que está en tratamiento. ¡Mb
"trastornos del caráckr-. Fenkhcl " 1 definió a esta fonna de 1 apropiado seria que diferenciésemos a una parte de esto como
resistencia de manern un tanto intrincada, diciendo que "es una "actuación hacia arriba", "'actuación hacia adentro• o simple·
actuación que inconscif·ntcmrntc alivia a Ja tensión y permite mente "actuación"! Decimos esto porque no cabe duda de que
la descarga parcial dr impulsos contenídos (no importa que no todo comportamiento que el psicoanalista no aprueba ~e
estos impulsos expresen de modo directo demandas instintivas puede encasillar en la categoda ele la actuación. Además, segun

1
o que sean reacciones írcnte a df'mandas instintivos originales, Fenichel y según nosotros también estamos en condiciones de ·

150 151
confinn~. ciertos psicoanalistas provocan y disfrutan o fornen- 1
de su índole destructiva, la mayorla de las veces el psicoana-
tan en s~s pacientes una dramática actuación, y hasta encuen- lista la. reconOce cuando ya ocurrió (si la reconoce), y en oca-
tran ~tivos para atribuirle propiedades beneficiosas. Dicen que siones el paciente no la comunica o sólo la comunica en fonna.
el paciente supera sn!i inhibiciones y adquiere valentía para indirecta." 89• u
hacer lo que debió haber hecho mucho antes. Hace unn nbreac- Algunos psicoanalistas jóvenes se resisten a expresar su des-
ción. También aquí trascribimos a Greenacre: aprobación o su noción <le que ciertos tipos de conducta son·
desacertados, para que no se los considere censuradpres o mo-·
Muy• mniuclo é!te parece ser el problemn de los 11sico.11lf\li~ns jóve- i ralistns, con lo cual violarían Ja "regla" de mantenerse al margen
nes e Jnexpertos, pero tnmbl~n puede suceder entre psiconnnlistas que sin abrir juicio o inclusive inducir al paciente a que no entable·
tienden a actuar ellos mismos, iren en forma direciR o inhil.tida, ele manera ! comunicación. Otros temen que el paciente los explote y progre-

~
que derivan un BOZO VICArlnnte de sus pacientes. Esto puede ser más fre- sivamente los arrastre a la situación de tener que guiarlo conti··
cuente>'. de mn.yor Importancia <le lo q11e al principk> pensnrínm05. Ocmie nuamente. Mucho$ de ellos vacilan en discutir con el paciente
entre psicoenal1stas que no 1lespliegan n inguna actuación ostensible, pero
su mutua noción de que los dos pertenecen al mismo orden'.
que reaccionan como los adultos muy reprimidos que goz.in )' tMcitomente
social, y que desde hace mucho han institucionalizado su des-
aplauden la conducta hllpulsh·n ele $115 hijos, que osnn hn~r lo q ne ellos
mismos nunca se permillcrnn /1ncer. Esto se ohst>rvn muy bien t'n lns ncti-
aprobación de este Upo de comportamiento o reconocieron sus:
tudes po.lernnles Qne con~tituyen el trnsfondo tle muchos p~ictÍpntns nrro- peligros implícitos. Otros psicoanalistas pasan por alto o no en_,
llados PGf" Jus impulsos. Mnchns veces el paclpnte cnpln que el psironnnlisttt caran el deseo inconsciente o apenas consciente del enfermo, de-
ertii demiu1ldo RUlioso por 1m nctuación, reaeciona nnte e.q i nnsietlnd y que el psicoanalista interfiera en su conducta.
f'ntonces gnitJfica lnronscifl11temente el sadismo <le! psiC"Ortnnlistn permitlPn.
dose incurrir en In actunc·lón, ohtenie11do así un espurio sentido de poder
e l~ependPneia n Ira\+~ ele elln. Si el psiC'Ol'lnolista se romporta d e cuRl- RESISTENCIA DE EROTIZACION
Qmera d~ estits maneras {'Jl u¡nel'"iflble medicJn, la aclunción persistirá, por
mucho que se intt>r1nctf' su t·onlcuklo es¡wclíico.AA L\Pgamos ahora a la segunda de las dos formas especiales·
de resistencia que requiere más particularización. Llega un d'a
en que el paciente que está en psicunnálisis comprende -a pesar·
. Adem&s dE'I corn•gir el efrcto de contralrnsferench\ o Ja
lgnorancia técnica dPJ psiconnnlistn, los enfoqurs corrientes que i 1] de tocio lo que gasta en tiempo y d inero, a pesar de la melancoHa
y de las amargas lágrimas y recuerdos que Je suscita- que de
se adoptan contrn t>!llo tipo <le resistE'ndn ronsislen en intt•rpre-
a lguna curiosa manera lo goza. E ste placer nada tiene que ver·
:~e: compo~t?mif'ulo como rt>síslencin, en idC'ntificnr la natu- con el alivio sintomático que pudo haberle brindado el trata-
recursoye~grufi~a~o 1~e los actos en particular y, como último miento. Se trata d e una sensación sutil, secreta y placentera.
• . prolub1r d1rectnmenle los actos o por lo menos rl'pro- Puede que lo incomode un poco porque parecería justificar las·
barlos. Mientras tnnlo está Ja esperanza d e que PI paciente no se
acusaciones de la gente hostil de afuera, de que lo que ciertos
enrede en _dcrnnsiados problemas antes de que el ego i;e forta-
pacientes buscan no es la curación sino el tratamiento, y de que
~ca suffc1e_?te como pnrn controlar tales impu lsos. Como dice lo que ciertos psicoanalistas procuran no es curar sino tratar. En
reenacre, Dndu que por su naturaleza misma Ja actuación esto hny un gennen de verdad, por supuesto; pero la erotización·
está en síntoufo con el ego y el pnciente no tiene conciencia es mucho más que todo esto.
152 153
El primero y el más im · 1 1 U 1 ,
;~~~~~:u;;~~~~º!~t:s r:~i.:·:~:;;sn~l~to~~~·s ~'1'º;~~~:n~: ~áo Ji:~
Además <le estos aspectos de trasferencia, debemos exami-
nar el ingrediente de resistencia que estos fenómenos tienen. Es
tratamiento, lo mismo ~Jue lod~:~:: t1.f'mpo y n1~ticipa que el indudable que no está mal tratar de complacer a otros. El deseo
o menos desagrndnbk. Como t uicn miento méd1~0•. será ~ás d e complacer al psicoanalista, en efecto, puede ser un móvil que
para sus adentros qlu.• el be1wí:do f' se tomctc nl . c~uJano, <.hce íacilila el tratamiento al principio, porque ningún caso es mis
lus sinsabores del tnllnmil•11to. ma compensar con creces <liíícil de tratar que el d e los individuos que no quieren compla·
Casi desde d c:ornil·iw d 1 . ccr al psicoanalista ni siquiera al principio. Sin embargo, ese
pesar de sus aspectos desa' re t' trntnnuento psicoanalítico, a <leseo puede evolucionar hacia una forma de resistencia que se
a lgún placer consciente. La ;po~:l~J¡~' de~ proceso proporciona torna más y más evidente como tal. Bien puede invertirse y tras-
tad, confesar hnC<'r alnn..le . ª e conversar con Jíber- formarse en el deseo de contrariar al psicoanalista, de herirlo
c.on simpatía,' no significa ~~'~:~~~~;(~~: de. qu~00se lo1 escuche o de provocarlo; también esto es resistencia. Todo lo que se haga
no. Los síntomas poclrán <'edC'r o . . 10, sino o o contra. por el efecto que pudiera tener robre el psicoanalirla, no sólo
no importa. El pfoc!•r narcisista s;rs1stir; por e-J momento esto puede considerarse cqmo ejemplo de una modalidad repetitiva,
·comunicarse Con él, llC'va cJ contemplar n un oyente y sino como evidencia prima facie de resistencia. Esto adquiere
tiempo, aunque no se oblPniar~1~7:~i:i<le~ante Y persistirá: cierto suma claridad cuando tales cosas adoptan la forma de intentos
evidencia con mudm clnri<ln<l 1 o ra~. Esto se puso en encaminados a sobornar al psicoanalista, de seducirlo o encol~
ger,n: Car) fiogers 1H y otros. con os lraba10s <le Roethlisber- rizarlo, pero también sucede en las formas más sutiles. Esto no
1 oco a pOl.'O em¡wro y ¡ s ignifica que el malerial que se ofrece en este esfuerzo careLCa
-de la aparición d~ derln. s •' eu .orma lotalmente in<lc¡><"ndie nte de utilidad, pero cuando el complacer o contrariar al psicoana-
premuoncs y <lec ·
tn~os ant<-s, llegu un ummeuto ""que noso~::1(1:es qu.e come.n- lista se convierte en la motivación predominante para el aporte
ta ... , empezamos a oli!::<·n·m < ue el . o~ ps1coanahs- <le material, ello significa que prevalece la resistencia.
nos nnrrn r«:uC>rdos, Ínnlasín~. surfo:c1en.t e co~lin~a hablando, ¿Cómo puede ser que el deseo de complacer al psicoana-
por complacerse o aliviarse n sí mi y .f'xper1encms, no lnnto lista sea la. fuerza motriz para continuar el psicoanálisis, y a la.
" nosotros. Como vimos en el c·n í~:~º· smo para complacemos vez una forma de resistencia? La explicación es que obviamente
de complacer y rf'sultnr n d p o precedente, Pste nnhelo resulta irracional que el paciente se concentre en el psicoanalista
mejor dicho, gmn profnnf~~:~'.b~~u~:quie>rc mucha c~tcnsíón o, como objeto de sus esfuerzos diarios. El psicoanalista sólo cons-
<.'uentn de este móvil y lo reconoce c ms veces el pnc1e?te se da tituye un medio para lograr un fin, y no es un fin (objeto) en si.
<.'S Ja repetición de un <'SÍU<'rzo nnt:~ franqueza. Casi ~lempre Ahora bien, por supuesto, el fenómeno de la trasferencia revela
muchas personas en su vich el . or, no con una smo con que el psicoanalista represe nta siempre, en el inconsciente del
de sus progenitores. Es pr~Í>abl~r;:cro de .ellos q~izás con uno paciente, algo que él (el psicoanalista) en realidad no es, y
pczado a represC'nlAr parn él 1 J e el ps1coa~nhsta haya em- revela. que los esfuerzos d el paciente por complacer o contrariar
1ivos. No tanJanh1 en a nrt• ,n guno <le estos obietos más primi- al psicoanalista no podrían jamás influir sobre "'nadie".
definidas en las ljUC t'I p~t:ic1~~:·,:;:;1o~ces, al~unns modalidades A<lemó.s, es como si el paciente dijese: "'Quiero que usted
plncer, se resiente por ínlh l a . o comJ? nccr o de no com- quiera que yo me ponga. bien y quiero que usted me ponga bien:
' te nprcc10 o exhibe otras variantes. por lo tanto, trataré de complacerlo para que usted lo baga.'" El
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paclen~e olvida ~ue en realidad ~stá. pagando Ja ayuda del psi- ción placentera ésta que nada tiene que ver con el alivio de su
coana~1sta ~n dmero y no con su buen comportamiento ni con tensión. Los sentimientos de gratitud hacia el médico por saber
material ps1coanalflico, material que podrá. ayudar al psicoana- escuchar, por interesarse en su problema, por protegerlo eo
Hst~ pero nunca grntíficarJo. El objeto del tratamiento es el cierto modo, por ser amable con él a pesar de su falta de amabi-
paci~nte Y '1:° el médico, que no nE"Cesíta que nadie lo complazca. lidad, se complementan ahora con la sensación de que él, el pa-
El cirujano JRmá.s operarla a un paciente que después sólo habrá. ciente, está gratificando al psicoanalista.
de ~garle con felidtaciones o besándole In mano. Esto sólo As!, a pesar de sus aspectos incómodos, surge un cierto
servula para colo~·nr al .cimjnno en una posición incómoda y placer "ilegitimo" en el proceso psicoanalitico. Este placer puede
embnra:zosa; el ps1connalista no debe sentir ninguna de las dos sentirse sólo como una vaga satisfacción "espiritual", pero a me-
co~s, ~1~0 que. tiPne que ver a través del consciente, para captar nudo entra a intervenir en el proceso. Esta intervención de este
el s1gnif1caclo mcou.~dcute del csíucrzo. tipo de placer se puede reflejar en sensaciones físicas, sintomas
. Pocldamos enrnrnr a estos fenómenos desde d punto de y cambios somáticos.
vista ele la corre<·dón sodnl. Ln finalidnd del trntnmiento psico- Esta eroHzación de la $ituacl6n psicoanaUUca es una iln-
a~UUco es hacer 1¡uc lus tendenc:ias sepultadas en el incons- portante formn de resistencia. Inconscientemente, el paciente
~1cnte ~fl~~en a In condeucin; para hacer esto, fomentamos una trata de convertir al psicoanálisis en una experiencia erótica
regresión en los diversos respectos que describimos en el capí- coincidente con algunos de sus deseos infantiles profundamente
tulo. prec~dente. Por lo común esta regresión conduce n una sepultados, por lo general vinculados con sus relaciones con el
crec1e~te tmpropie<lnd <le "reacciones" y a un comportamiento progenitor.
fnnt~s1oso de parte <lcl paciente. Esto Jo esperamos. En In re- He aqui un ejemplo. Una paciente había adquirido una
gresión, el paciente "quiere" ciertas cosas inapropiadas y trata intensa noción de dependencia e incapacidad, junto con fanta-
de obtenerlas de diversas maneras. Nosotros, sus picosannlistns, slas de que el psicoanalista podrla realizar un milagro -si eHa
sólo queremos que l:I v~i tJUt: lus quiure, que ven que en una lo apoyaba suficiente- y reconstruirla en lo anatómico, psico~
éix>ca las quiso y no las obluvo, que vt'a porqué fracasó, que lógico, social y otros aspectos. Estaba segura de que a él le agra·
vea qué otra cos~ mejor podr!n hacer. Pero en lugnr de verlo darfa mucho saber que ella había suspendido sus relaciones
so.lamente, el. paciente lo siente, y tiE'm.Je a expresnr sus senti- con un amante, y también que ya no se solazaba sexualmente con
~ientos no solo con palnbras, no sólo <lcscribil•ndo sus sensn- manipulaciones sexuales. Comenzó a insinuar, con cierta· inco-
~1ones, sus sueños y sus síntomas, sino con gei;tos, con netos modidad, que sus satisfacciones actuales (es decir, con el psico·
s~mbólicos, con actitudes y programas gcnemles de acción modi- analista) eran preferibles y suficientes para ella, en ·realidad un
f1cados, en cierta Jllf'didn, por supuesto, por el rC'siduo sano que poco más que s6Jo suficientes. Explicó que le resultaba dificil
hay en su ego. decirlo; preferia mucho más escucharlo cuando hablaba él. El
. La sensación que el paciente experimenta, de que está. material verbal que ella Je comunicaba a él, perteneciese o no a
hac1~ndo algo por c·omplacE'r al psicoanalista, se amplía y se cuestiones sexuales, parecía ser para ella una ofrenda, un obse-
convierte en la semnC'i6n de que el psicoonnlisla obtiene placer quio exquisito, como si le ofreciese su cuerpo. No importa que
al tratar al p~cientc. C~)mo dar placer es un acto placentero, el e lla hablase o que escuchase los breves comentarios de él, expe-
paciente comienza a <l1sfrutnr esta nctituc1 de dar placer, emo~ rimentaba sensaciones de creciente erotismo hasta que rogaba

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al pskoanaJista qut' le dirigiese la palabra, que le dijese algo~ muy comunes. Puede que Ja experiencia de placer no sea tao
~ólo para escuchar su voz y gozarla. En sus asociaciones, ella fálica. Se la puede observar en las primeras etapas del psico·
igualaba a los sonidos de la voz de él con Jos movimientos de análisis, por ejemplo, en las formas orales, mientras que en las
empuje del coito.
etapas intermedias del psicoanálisis adquiere modalidades 1
Si .b~en ~~ cierto qu·e· las fantasías y los deseos expresados orales, anales y hasta cutáneas. Pensamos que debemos decir
de grat1f1cacwn S<>x11nl frs1ca ele parte del psiconnalista son fre- que el proceso psicoanalítico puede sexualiz.arse o erotizarse
cuente~, a veces el ¡'mcic·nte ll ega más all á y adquiere nítidas adquiriendo todas las formas con las cuales el paciente, cuando
s~nsacmnes d~ qu<' estñ ocurri endo, por lo cual, como en el se desarrollaba como niño, experimentó placer sexual: anal, oral
e1e~plo que cita !"rcutl, e~ paciente puede escapar presa del y así sucesivamente. Hemos sugerido que podemos decir que el
pámco (Dom, p. f'J.), t'slo siempre que quien huye no sea el psi- proceso psicoanalítico en diversos momentos se oraliw, se ana-
coanalista (p. ej., Anua O.).
fiza, se faliza y se genitaliza, y que en Ja medida en que esto
El caso que. cita1m.ls, como .el ele Freud, fue Jesusa<lo y suceda en cualquiera de las formas, retarda el psicoanálisis Y
extremo, y cJ ps1cor111nli stn hahnu debido captar Ja sit uación se lo debe considera r como una resistencJa.
antes de que se dC'Snrrolln..ra tanto, pnra con trolarla entonces La eroti:za.Ción oral 'd el psicoanálisis, por ejemplo, se observa
m~di~ntf': i~tl"rprctadon<'s. P<>ro C'Slo no siempre se pue<lc, t:omo en ciertos pacientes en los que el lenguaje -no importa que lo
sen~lo e~ m1smo _Fr~ud. Freud creía que la resistencia por croli- digan ellos mismos o simplemente lo asimilen con las palabn.s
zac1ón siempre mdwrt q ue hace falta interpretación. Se debe a de otro- tiene un gran "valor libidinoso", como solíamos den<>"
que el paciente intf.•rprcta ( interpreta mal} Ja invitnción a minarlo. Para algunos pacientes, tocia palabra que pronuncie el
pensar Y n decir "cualquier cosa", como un acto de seducción psicoanalista es una perla, y dicen sus propias palabras como si
de par.~c ~el psicoanulistn. "Usted me lienta ... y después me estuviesen acuñando monedas de oro con Jos labios. Las tenden~
frustra , p1cn~a (Y "°n írt•cucncia dice ). Por lo tanto, muchas cias que se observan con mayor frecuencia son las agresivas de
~N·es el sueno frnnc-nmcnte srxual significa : "Usted no está tipo oral, que se captan en el ademán de escupir o morder, o en
mlerpr~l~ndo (es ~lcdr, poniendo en descubierto ) mi resislencia el torrente de palabras y en el contenido (p. ej.. alimento, bebi-
ron ~11f1c·1cnle rnp1d1'7. . Ustt'<.I está dejando que yo me salga con da, cigarri llo, beso} del material. El psicoanálisis avanza sobre
la m1a en algo." ~
el marco de referencia del amamantarse, de las alimentaciones
.En ca.~i todo p.~kon nólisis hay cierto grado de esta rc•sis- periódicas, y las contrariedades concernientes a las horas de cita,
l~m:1a ·~~ t'roli:ittd1ín. en que siempre se experimentan sensa- intcrprctnciones y otros asuntos, se experimentan como dolorosos
ciones fmcas c:<m ckrlo S<"ntimiento de vergüenza y de culpa. "destf"tt>s".
En conscc·11encm, es al mismo li<'mpo una lucha por reprimirlas. Del mismo modo, Ja erotización del psicoanálisJs según las
Ln lucha no t>S del lodo consciente; tocio el proceso de hablar modalidades anales conduce a una variedad de fenómenos derl ..
sobre la experiencia prcs<>nta la tendencia general a subestimar vados de experiencias de la infancia y de las constelaciones
a ~mbos ~i~s de. semmción, puesto que uno ele los objetos del emocionales que se adquirieron en esa época. Por una parte,
~s1coanális.1s. t'Ons1st<> 1•11 traducir ll las sensacionl's físil·as y a Jos puede que haya una gran sobreestimación de la importancia de
impulsos fts1cos en Jlltlalnas c• imágcnrs. dnr y recibir regalos, intentós de sobornar al psicoanalista,
Las fornms rn:ís sutil1·s de cs ta rc•sistf'ncia son en verdad inten tos destinados a obtener privilegios especiales de él,

158 159
·mientras. que, por In ulra, puede surgir un típico síndrome de
-estreñimiento (verbal) con o sin el equivnlcnte de In emisión padres. Los psicoanalistas Jóvenes a veces encuentran satisfac.
·de gas~. Much~s vect•s es obvio que un paciente está repitiendu ción cuando escuchan tal material, creyendo q ue es un tanto
en el ?1ván el hpo de c:omportamicnto cnrncterístico de él en la wmparab1e con Ja satisfacción paradójica que siente el cirujano
. e~~upidera muchos niios a11tC's: <:ontrac<:iún del al.x.lomen gru- cuando al incidir un tejido mana abundante cantidad de· pus
;!: os Y esfuerzos destinados n demoslmr al pskoonnlist~ que
d ce todo lo posible, pero que todo es en vnno 0 que sÓlo pro-
maloliente. Pero no por experimentar esta satisfacción el ciru-
jano deja de reconocer que ese pus es pestilente, y tampoco
. uce muy poco. Esto puede ser precedido e inclusive seguido -deberia dejar de reconocerlo el psicoanalista.
jpor el equivalente de una diarrea y por el tipo <le rnaterinl Dicho sea de paso. el psicoanalista que tiene la impresión
nle.rpretable~como defecación para o sobre el psicoanalista. El 1ie que facilita el psicoanálisis, si emplea él mismo un lenguaje
pacient~ podrá proce<lf'r como si dijese, "No voy a hacer cacf' vulgar que el paciente quizás "entienda mejor", se engaña doble--
p~ra usted, a menos •¡ue ... Ne.", o bien, "Fíjese, he movido el mente a sf mismo. En efecto, el pacJenle entender' a la perfec-
vientre ~orno. ust~ <!'irrfa", o "Lo haría. . . sólo si usted me ción que el psicoanalista se está rebajando, en yez de mantener
.ayudas..e • ~ bien AyuclC'me o empC'zar'', "Por favor, deme una una nonna a la q ue él, el paciente, puede que aspire a llegar. El
enema • o ¡Me cago f>ll usted!"• hecho <lo que el paciente evacue gases psicológicos, no justifica
en E~. probable q~e .lo que solínmos llamar "resistencia a la que el psicoanalista también lo haga.
ema se esté conv1rtJendo en resistencia a l "supositorio" <lado En la erotización fálica del psicoanálisis, la conducta y el
que raras veces se administran enemas por In fuerza a los' niños material del paciente ilustran el predominio de fantasías de la
en la actualidad. No importa el nombre que se le> dé es un fonó- -adolescencia de que el órgano genital y las actividades y sensa-
i:':~~~r ~;tacom~m e '.'.·~·onfu~dible. El pnciente n¿ empieza a ciones de éste son la totalidad de la existencia. Y como cons-
que el psn.o:rnahstn hace> nlgunn ubsc·rvncic'm pre· ciente o inconscientemente se fantasea que el pene del psico-
~:::~a;ll. ~~livo del s~~f'Jlcio o algo semcjnnt<'; tles~iués lmhl~ con analista se parece al del padre, pues es el más grande de todos
gunos pacientes aducen que no pu('(len segu ir 0 que los penes, éste so convierte en el objeto primordial de los deseos
:~> 1fr~:c.lcn comenzar si C'I psiconm~lista no dice rtlgo, o bien, drl paciente. La obtención de este órgano genital para si se
h gl xpre.c;an n menudo (con rnm inlC'nsa doble hlh•nciún) erige en fantasía central, y comienzan a preocuparlo las fanta-
ns ~tanto el ~sicoon.nli1aa no haga algo. ' -sfas de seducir, inspeccionar, fisgar o castrar al psicoanalista.
< Ul' se
lbs
';:s ~tanifrstncwncs de erotiznción ounl del psicoanálisis
grunen n modo de rC'sislencia son el empl<"o de pnhbrns
Su comportamiento puede trnsuntar reflexiones de esta preocu-
p:1ci6n fálica en promiscuidad, masturbación u otras cosas.
º. .cenas, las descripcio nes demasiado dctalln<las de ex~rien· Lo que podria llamarse eroUzaci6n genital del psicoan&IWs
c!?s y e~cemu chocnntes, y el uso <.le pttlabras y formas de ~xpre -está representado por las fantasias más maduras y menos na~ci­
::~:s';° g?res Y dcsagrndnblC's. A veces se "drsrnrga" nrnteriAÍ sistas, aunque no dejan de ser irreales, <le casarse con el psico-
e hpo con pnrtí1:11for alusión a las prohibiciones de los analista o de tener un hijo con él o ella.
Cualquiera de estas erotizaciones puede entrañar un cum-.
plimiento más o menos somático, es decir, puede presentarse el
1
g<'r 14•4 ~le·~~i:~~udio .jrolm·. <'rol i~mo nunl, mi lwrmnno \Villinm Mennin-
mn<: IO~ f'lrmv os dt• f'Sle len~uaje simbólico. ( K. A. M.) "castigo" en forma de <lolor de garganta, estreñimiento, colitis
o dispepsia. Son frecuentes las complicaciones del aparato geni-
l(j()
101
t?uri~rio, como poliuria, retent'ión urinaria, impotencia, urclri-
tis, disme?orrea Y amenorrea. He comunicado varios casos en (por su presunta seducción del paciente) así como de vengarse
1ue sucedió esto. En uno de ellos, una coriza muy intensa y otros a sf mismo (el psicoanalizado) como víctima propiciatoria. ·
s ntomas de "rc~fr.ío grave"' formaron pnrte de una oralización Corresponde mencionar aquí oigo que habríamos preferido
total del P:OCed 1~1~en l~ psicoanalítico. m En algunos otros casos no tener que mencionar: el hecho de que a veces los pacientes
se reconoció pnrllc1pnc1un urinaria y ulerina. us. Jfo. H1 En efecto, nos dicen que un terapeuta anterior les proporcionó gratifica-
algunos ~e nuest~os prh~~ros C'Onocimientos sobre los trastornos ción (o manipulación) física. Puede que haya sido un psicoana-
Y mecanismos ps1cosmna llcos, provinicrorí de la observacibn de lista o no. Puede que hnya sucedido de verdad o no. Sj sucedió,
=~~7,,!;:~menos de rr·sislc>nda en el curso dC'l tratamiento psico- tales pacientes son sujetos muy malos para el tratamiento psico-
nnalílico. Pierden horas inacabables tratando de esclarecer el
. . No ~e puede esp<··rnr que estn.<> t'5cnicas de rroti:z.acíón de Ja problema, ..¿Se podrá seducir también a este médico?" o bien,
1es1stenC'1a hagan. s11 nparición en forma orden'ada; sin embargo, según podrán expresarlo, ..¿Violará también este médico su
a men~<~o d pac1enl C' cdm mnno primero ni liim de rt>sistencia juramento hipocrático?''
que utihznba en formn hnl:ílunl o característica. No ohstante Sin embargo, el joven psicoanalista nunca debe olvidar que
~llo, ~as~~ el cn_ráctf'r más 'ornl" tarde 0 lemprnno trntnrá de no tiene pruebas concretas de que lo que el paciente describe
;;alizar {referir ni .r1 no) al psiconnRlisis, parn despul>.~ folizarlo. haya sucedido de verdad . A veces lns fantaslns del paciente
emÁs, co~o expl1r·amos, erolización siempre es rt>sistencia parecen muy reales. ·E n el psicoanálisis tenemos la obligación
porque. sushluye al fin por t-1 medio. Si<'mpre dkt>: "Qni<>ro 1 ~ de escuchar con simpatía y con mentnlidad abierta. Tenemos
que qm~ro cunndo lo quif'ro, y pienso íJUC esta f'S la manera de ftue suponer por el momento que puede que haya sido cierto o
conseguirlo ... n~1 l'lllllo quiere uslC'd. Para complncC'rlo lo ensa - que por lo menos al paciente le pareció que era cierto. Si bieil
yaré, pero. no qmero <'nmhiar mis métodos ni mi pla<'er. Qnif'ro podrá pesarnos que uno de nuestros colegas haya violado sll
~i,~c~:~.m1ento tjllf' gra t ifir111i:•, no unn m<>joría qut' exijn rC'nun- juramento, también debemos recordar que esto sólo pudo haber
sucedido si el paciente quería conscientennmle que sucediese,
':'" últi1!1o punto ílt'Prc:-n clt> <'S la resislencía de ero!izadón· y debemos ayudarlo o ayudarla a comprender esto y a asumir
El ps1coa11nhsln nunrn d1 ·hr olvichlr C'I componente ngn•sivo u~ su responsabilidad por lo que ahora trata de repetir con nosotros
'•:y en elln. E11 ('Í~(·fo. d<•IK:< t·ompn•1lfl<'r <'I dt'.~t·o C'rt'tti<.~ y
r111e
~idacto que se exh1h<', son uu disfraz pam encubrir a la ngrt>si-
en unn nuevR situación. Es tanto más importante que seamos
doblemente fieles al ideal y que tengamos doble conciencia de
nd q~1e está por <h·liujo. El psiconnnlizmlo pide algo impropio Jn agresión y resistencia que representa el fenómeno del intento
y -.st>gun nuestrns normns- inmoral. E.<> inmoral <>n rl mismo de seducción a través del pedido de ayuda:
senhclo <Jlle lo S<'rÍa dnr morfina R un adicto. Lo <¡ue el enfe~mo En el psicoanálisis de algunos hombres, no pocas veces
pre~ende lo destniye n sí mismo y, por lo tanto, C'eder a su im r enconlramos que la fnntasla está referida irónicamente al deseo
tuiudn~ por apr<'minnt e que ésta sro, es contribuir a lesio11r::f~
no ~yu arlo,.y el padrnte lo sabe. En consecuencia, lodn eroli- • Rttuerdo que una PftCienle que se considerahR a si m1sma mujer
zac1ón e~ un miento di· di.~trncrión )' sf'd11c>ción, obedece ni <l C'sco fatal, ~stenla que dos rnklicos, nn psicoterapeutR de renombre mundial y
11n saCt'rdote, hahl:m nmvertldo s11cesiVl'lmente situaciones profesionales en
de seguir enfrrrno y dC' daliar ni psicoanal is tn como VC'nganzn enrf'l:los sr-xuales con elln . pero negó hasta el final (de la entrevista) haber
t"nido alguna responsnbilidnd en ero.
162
163
de hacer felices n todas J J h
cí6n infanUJ de querer co~~ %uc me as. Esto surge de In sensa· como si el psicoanalista dijese, "Estos impulsos son aceptables,
de querer hacer más t cer n Ja madre de manera sexual, en la medida en que se verbalicen y se traduzcan en lenguaje."
pudo hacer, y de extP.n:: :s,::1~~e de lo que e.I padre hizo o Pero el paciente tropieza con dificultad para hacerlo y constan-
cleron estar disponfül ,5 ~ a otras mu¡eres que pare- temente se siente impulsado a poner en acción algunos de eUós
esto caracteriza a Jas a~li~iJ:~sumi/lcmen~~ des<'osns. A veces o a contenerlos. Sin embargo, logra comunicar algunos con sus
ejemplo, en el caso dr D ] es mas nolo1ms del pacif'ntC', por palabras, sus gestos, sus posturas y sus actos.
cía" y frustraba a las nm·e~~s ~n~1, <Juc constantemente "compln- Kaiser adoptaba Ja posición de que sólo es necesario sefialar
eI elemento hostil se !d ·. estos cnsos (véase Robbins 111) las dificultades e inexactitudes de la comunicación. El oyente
La . .. , ev1 encia con dnriclad.
experimentado sabrá reconoCer toda idea sustitutiva o una forma
nes de :~'¡':~;~~~ny la erotización son dos formas clínieas comu- sustitutiva en la comunicaci6n, cuando se presenta. Cuando
La resisten~fa ~cir:~":7i,vic~f¡~:~ sabemos, exi~t~.n muchas otras. ciertos impulsos vinculados con ciertas ideas tropiezan con la
conscientemente en · . ~~ una opos1c1on CJUe se siente banera represiva del ego, hay tendencia a que el impulso se
las intenciones, ~r . as:·:~:l~~~:~'~;m que ocu.rre con fo mejor de separe de la idea y se adose a una·Jdea sustitutiva mb-aceptable, · ··-
menester fin ir ese , .. · · . gunos pae~enles creen q ue es lo cual, en cierto sentido, es una falsificación. Este carácter de
rán en cam~· ( pl1~ •smo u mdependencm; otros consklern- falsificación puede captarse y, si se le sefiala esto al paciente,
ind~ce a perc;;; qlu~. solo su c-onformac-íón lemp!'ramcntnl los ~ste se pone sobre aviso y. por así decirlo, •entra en acción".
cientes insisf á e irmpo y cntrnr en c.lilnciones. Algunos pn- Intentará explicarlo y, si bien sin duda esta explicaci6n será
y se aferrarf~n nae:si'1:·:~l~11~cn podrlan lmhlnr espc:m l.Á.nt>nmente principalmente una ra cionalización, se aproximad. más a la idea
mi~ntos, sue1ios ni drscrí io~;;su~ 1mrn. no {'omumcnr pensa- original. De este modo, señalando constantemente Ja artificia-
res1stencia adopta In Íl pe<l e su <:onductn. A vt..>ces Ja lidad y falta de autenticidad del material, el psicoanalista e1ude
de hermetismo. Poclrf~:~~: t~e11:~ntiras o n veces si mple.mente Ja resistencia y ayuda al paciente a acercarse cada vez más a la
pero todas son dr.ln/lc>.c;. Lo im ortnºn~nr má.~ cosas seme1n ntes, expresión de la verdad, toda la verd1td y nada mb que la Yer-
la resistencfa existe 0 P e que hay que ver, es que dad, por lo menos en lo que atañe a Jos impulsos.
y atenta contra el n;ha::m, s~ opone a los cambios, es agres ivn '°
Fenichel y otros señalaron minuciosamente las deficien-
Al · pncwnte.
gunos colegas -Kniser ai.• y ft C'ich UH • cias de este enfoque unilateral. Nosotros coincidimos con Feni-
pnran a la resistencia con In a . , , por.e1emplo- equi- chel, aunque en algunos tipos de casos la técnica de Kaiser
llama Ja atención ni pncfonte s ~res1on, sosteniendo que si se depara considerable utilidad, en especial en ]as fases incipientes
com unicación que c.IC'st•n cntubl~r re In forma en que eluc.le una del psicoanáHsis.
no comunicRr.c;e -en suma, l'Úmo' ssobre. cómo se comporta para
falta que el psiconnalisl't rC'n l'. : e ~<>s1ste-, entonces no hace
prctaciones espedfkH~ ~ob1'.c i~.f mngu1~ <>sfnerzo lm c~rndo intrr- ALGUNOS PENSAMIENTOS PARA RECAPITULAR
. por debnjo de In resbtcm·ia ~onlemdo d~l rm:i.l~na l que es tá
!ka se espera que d acit:111;: ;uc en la s 1h1Ac101~ psicoamtlí- Las manifestaciones <le resistencia y su racionalización son
impulsos suprimidos o P_ . 'd econozca y dcscnOa mu{'hos múltiples y elusivas, como ilustramos en este capítulo. Adoptan
i rpr11111 os, y no que ce<ln a ellos. Es
la forma de amor y odio, tratando de complacer y tratando de
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165
c:ontniriar; apa.r;ecc>n nu1•vos sfnlomas físic.:os y nuevos síntomas
psicológicos, y una c-ornluctn ostensihlemente "mala" y ostensi-
blemente "buena". El µacil'nle insiste en que quiere colahornr,
pero eso Je cuesta mucho y le insume mucho tiempo. Quiere
coJaborar y seguir las instruc:l'iones <le que debe asociar libre-
mente y decir to<lo lo IJue nt·uda a su mente, pero esto le resulta
tan embarazoso; adem{1s, alu<lc, podría comprometer a alguna
otra persona con Ja cual no se consultó sol.>re el particular. CAPITvLO VI
Quiere complacer al pskoanalistn y mostrarle su aprecio por ,lo
que se eslá intentam.Jo, r trata de conquistar su favor y hasta su INTERPRETACION y OTRAS INTERVENCIONES
amor, pero aceptar amor es peligroso y entr~ ña consecuencias
imprevisibles. l\Jejor scirá qur<larse solo o indusivc odiar.
De todos modos, ni final dt" cuentas este rC'st>nfimicnto tiene
sus razon~s; el ps!coarnílisis cuesta llHlt'ho diut•ro, cff qué tiene Pnrticipación voluntaria de la scgund~ part~(~ntratante
en Jn situación terapéutica ps1coana hca
c111f' mostrar e~ pacient<' pur eso? Sin l'ml,nrgo, difícílmenl'e se
podría morder la mano r111 c nos da d e comer. Bien podría ser
que "toda.o; estas cosas" le lmynn sucedido una vez, que tuviC'se Recnpitulando, la teorla del psicoanálisís.~linicotque~:im:
tales anhelos y lalt·s fru.o;lracíou{'s, pero difícilmente parecerían presenlado, describe n éste como una rel=~~ :l::a_~c obtener
venir a l caso hoy; puede- que 1ti siquirra stan cierlas. Purde que partita C'n I~ qu~ una ~e las par.r;: r~~;oc.lucir un cambio; la
sólo los haya imaginado, }', n<(emás, "Estoy tan acostumbrado a o conseguir as1stcnc1a con m1 s 1 1 firmativa estable-
mis atolladeros y a mi mi.o;cria., . ¿Será cir rlo que quiero renun- segunda parte contratante respom e p~~n~i~iones de ~cuchar,
dar n todo eso?"
ciencia una situnció~ en 1.a qu~ está c.n municnciones verbales de
A medfrln que pm·o a poco, inc.·lu .~in• quizá con timidez, el si n crítica y en relativo s1lenrno, las co "d d indefinida de
h rimcra parte contratante por una canll a ro
1:.,fo<los (horarios). Al principio un dta~~ am~r•:;:Ji'ad
paciente avanza , adq1LiPrc 11u crecient e selltido de incJepenclen-
cia y abandona algunas ele las f'.~pectncionf's irrealistas que abri-
gaba hada el pskoannlí~ta , n.~í f'omo otros modos de pcnsa - <lcspués cada vez más alivindo Y aeg;~ :~u~rarco: simpatía la
mie nlo infantiles, i>c'ro a \'C'<TS vadla nmdw cuando llega al
umbral. "¿Esturé lisio d 1· vrnbd? ¿Podré dejar de verdad n mi
psicuannlistn? ¿Podrá -~i-r 1p1 r dt'.o;pués do hxln yo fracnsc? ¿No
de comunicar a una persona qu f . . t
:s,
naturall.'zn y los <lelnlles de sus su ~1m1en
el paciente apro-
edída que
vccha más y m6s este privilegi:r~~n c~~aª:~~e~:'s. dudas y
tendré una recnf<la?"
nvan7.8 i::urgcn en él, por una l ' taciones de, que, como
En el próximo cnpltulu volvt'rcmos a algunos aspectos rcticcncjns, .r.dporlalª,.,º,rt:r:::~:tq~:::\anta libertad ha pro-
prácticos de Ja rcsistcnda, tal t•omo aparecen en relación con consecuenc1a e á lí · oes
lns intervenciones dd psiconnalista en el proceso. porcionado al psicoanalista, éste responder cont'exp d':C:::a~
"b. . . tru iones consuelos u otro 1po
prolu ic1ones,dms ~e diÍiculta<lcs y de aliviar sufrimientos
verbal capaz e reso ver rciona esta espe-
e incapacitaciones. El psicoanalista no propo
16fl
167
rnda respuesla y se producen un des
que aumen!an gradualmente en el co~tento y un resenlimiento
regresar a lonnas menos y menos j..crente, y que lo inducen a nante y hasta un poco irritante que el paciente responda ·que en;.·
características de su niñez. JSJmuladas de las reacciones todo momento lo sabía.) ·· · . •·:
Cuando la resistencia bloquea el progreso del psicoanálisis·..
Estas modalidades d e conducta .
temporáneo, se aprecian con la . trasferidas al mundo con~ de manera constante y persistente, siempre conviene interpretar.'
psi~nalfUcµ en si, aunque en ~!:tJma cla.ridnd en el proceso. en primer término el hecho de que hay evidencias de tal resis... .
dencian en la conducln cotidiana de~ m~1da también se evi. tencia, y de que tales y tales cosas constituyen esas evidencias_
trata de métodos infautiJes paciente. En esencia se Siempre y cuando el paciente logre ver esto, se lo podrá guiar..
Jnfanliles, que en la re1ació111;:~~~~tal~t·de conseguir objeUvos para que indague las razones de la resistencia. El psicoanalista
cuerpo .de la lrasfercnda y de la r ~ 1ca. se convierten en el nunca deberá esperar una respuesta inmediata y com~cta a la
del paciente se t>pilomiza en 1 es1st~nc1a. El estilo de vida pregunta, "¿Por qué?", porque puede que el paciente no lo.sepa;.·
del psicoanalista, y en Jos me<l~ <Jue q1uere y trata de obtener puede que no lo sepa todavía. Hay que darle tiempo. La res-
nerlo: 105 eon los cuales trata de obte-- puesta llegará a su debido tiempo.
Después d e un tiempo, a pesar de Ja resistencia que S&--· - : -
. El paciente -la primera parte del manifiesta de muchas maneras, entre ellas la e.xhibición de sen•
bene conciencia de esta regresión al cont~!o- sólo en parte timientos, fentasias y hasta actos hostiles relacionados con el
reconoce más -a vece.') con la a prJnc1p10, pero cada vez
psicoanalista, el paciente admile cada vez más en su conciencia.
su comportam;ento hacia el . yuda del psicoanalista- que
ciertos hechos ·nuevos.., nuevos conocimientos y, por ende...
repetición, e inclusive una ex~~eoo~:lista y hacia otros es una
nuevas actitudes. Habiéndose invertido el proceso de la regre-
una época se comportaba haciar~~s n, de Ja m~nera en que eo
sión, el paciente comienza a crecer de nuevo y a contemplars&
evide~te para el psicoauaJista ue e padres. Siempre que sea.
vulac1ón o repetición, 0 casi qrciix! pac~en~~ casi capta tal vin-
más a sí mismo tal como otros lo ven, o sea el idea) que con tant()
anhelo cita Robert Burns.
telación de acontecimfontos; ::ando =~ s1gnificado de una con.s~
qte sabe algo pero no se dn cuenta
e psicoanaJjsla podrá iu1crve11ir en
d
suma, el paciente revela
er
q:c lo sabe, en ese punto
Podríamos preguntarnos por 'lué sucede, teóricamente, que
en última instancia se llega al vuelco de la regresión precisa·
mente de esta manera. No cabe duda de que habrá muchos.
q~e co.ntribuye al nacimieulo del bebé ppoceso como el tocólogo
vuelcos, muchos altibajos sucesivos, pero poco a poco la ten-
e paciente le ha dicho y Jo rcenunc: odni reenunciar Jo que
permita que el paciente lo cante J iará de una mnnera que dencia se orienta hacia la recuperación; Jos avances son mayores.
que los retrocesos, o sea que las modalidades infantiles se swti-
de él. (A Jos psicoanalistas jóven':t e Como un producto propio
tuyen con objetivos y con un comportamiento más maduros.
• HRley detcJJhe a veces les resulta decepcio- ¿Pero por qué? ¿Por qué sucede asf? ¿Hay que atribuírlo a la
~~le~~npsfooJóslcucu:t~:;:~~~s~¿ J ~~=~n!:ll~ al p!lcoanálJsis como. presión masiva acumuladn de más y más conocimientos? ¿Es.
COO.nalista 9ea ~¡sroon1tllrh1, durante el cual el PActv1enf'n dos personu, un una rcncclón ante un acontecimiento o secreto crucial en par-
bario, y el p&iC'01~;1~,~!I~ ~rrlllfl, mientras trala de:~~n~sle en que el psJ- ticular que el paciente finalmente descubre, como originaria-
ayndnrlo a ue a l n insJSt" en que el pacientes ft amente de derrl-
ración ami;!lile s;¡nd~ R 1rw,~nt11rse. El ohjrtlvo d: ¡1 C)Ur ei:ótA Abo.jo, para
PI coann 1stn y el pnclente".8t A re acl n es la sepa-
mente pensaba Freud? ¿O será que el paciente, después de
haberse familiarizado lo suficiente con su mnocra estéril, costosa
y uutodestructiva de comportarse, comienza a aprovechar la
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169
-Oportunidad de concertar un mejor "trato" consigo mi.~rno, de través del punto fijo crítico responsable de la regresión neur6-
-adoptar un estilo de vidu mejor? En este proceder, él v su psico- -lica, en tomo y por debajo de la cual se supon[a que la regresión
analista podrán captar parte del condidonamientn ,;olvidado", terapéutica había prendido en él. Se tenía el conve~cimiento
las situacionf's y los fü•onledmientos nocivos, las rt•miniscem:ias .Je que Ja rememoración clara y completa de experiencias trau·
parciales que habían influido de mant'ra adversa sobre su vida máticas semiolvidadas pero reales, libera al paciente de las
A veces acude a la mente el t>jemplo del nrqucúlo~o que cxcavn .secuelas hostigadoras y frustraJoras que acarrean (Freud y
una fosa buscando reliquias <le una civiliwción tlt·sapnrcdda: Breuer) .86 Después se comenzó a ·atribuir mérito a la explosiva
llega un momento en r1uc, <:uanlo más C'xcnve, menos y menos liberación de bolsones de emoción malsana, en la forma que se
material habrá de enc·unlrnr, p<'"ro entonces ya po<lrá reconstmir conoce como abreacci6n. Se consideraba que esto es como des·
.el exterior. pojarse de una "sustancia.. irritativa que afectaba al sistema
¿O la tendencia n In inversión se parece un tanto al desper- psicológico. Después se adoptó el pensamiento de que el efecto
tar gradual d e un prnfumlu s11efio, cosn c111e hacemos aunque terapéutico era atribuible al disciplinamiento psicológico que
so11ar sea placentero )" 110 st.• requiera esfuerzo p1\ra seguir dur· rcquerla el llamado proceso de elaboración, de lo cual hemos
miendo? También el pndcnt c hip11otizado p..1.rece mostrar una de decir algo un poco más adelante. Con posterioridad, se pensó
tendencia espontánea n regresar a sus propios estndos hnhilunl e~ por breve tiempo en la importancia del discernimiento, y siguió
de ánimo y de compnrl:llnien to. Los episodios ngudos d e ('JlÍC>r- a esto la teoría de la cura por eliminación o modificación del
med.ad psiquiátrica CJlH' li cn<lcn a. dcsapnrecer pronto, put-<lcn superego y la reconciliación con éste.
servir al propósito dt• permitir qu e se reasuman con mnvor Se postularon otras explicaciones o, quizás, énfasis. El
(.~1~mo<li.da<l la~ _1niKlaliila.1lc.·s de u<laptadún 11rnnm!.• ¿La n·grc- ax:ioma de Freud , ..Donde estaba el Id tiene que estar el Ego..,
sion ps1coonnlit1cn st• parece cn nlgo a cslo? se interpretó d e diversas maneras como indicación de que hay
Bien podríamos 1·1mfcsar aquí que no lo sabemos. Sólo que llevar a Ja conciencia al material importante que estaba en
sabemos que, por lo ~~t>ncral -no siL•mpn·-, la dircc:dli n de la el ím:vosciente; ampliar las "fronteras" o dominios del ego
tt-ndencia regresiva li11al111cute se extingue, la tt.-ndcuda se in- (observador); abandonar los puntos de fijación del desarrollo
viert~ Y el mllterial pskolúgico pro<lucido por el pacien te inmaduro, y sin duda muchas otras cosas, según el modelo con-
~dquJ.cre u~a forma m_ás )' más adulta. Se abnndonan los objc- ceptual de la personalidad y del proceso psicoanalitico que
llvos m~nnt1les ª, (.'fl.,111h10 dt.· u_lros rmís rt•nlistas y más mndurus·, .sostenía cada intérprete. Esla fórmula sentenciosa, a Ja que alu·
Y también lns tec·n1c.·us expernnenlan una progresiva modifica- dimos previamente, merece un examen mlts detenido. Implica
ción hacia In madurez. .que el autoconocimiento y la autorreflexión son instrumentos
En. los prinwros ti1•mpos se supuso que esto ocurre por algo para la autotrasformación. Expresó Loewal<l: "'Nuestra organi·
en particular qu e rl pskoanulizudo descubre: esto cm el "trauma ·zación pslquica tiende a adqulrif un nivel de funcionamiento
reprimido" o "complPjoº'. El p.~ícoannlisln nsistíu ul pnc:iente a más amplio y más elevado en virtud <le la investigacibn en si,
o de lo contrario tiende a desorganizarse. La desorgarúzación
·y la organización superior muchas veces marchan tomadas de
Ja mano; el equilibrio o confluencia de las dos podr{a ser precario
1:> <lescalabr:ado, pero son parte integrante del proceso indaga~

1'70 171
livo· en st Al abrirse 1111f'vos tond11C'los d e comunicaci6n intra· denomina '1a función sintética del ego". O bien podríamos
pslquica e interpslquicn, llU('stra vida psíquicn se altera ... " imaginar que el ego regresivo tiende a a trofiarse y d esaparece.
Junto ron eslns itlcns rstnba In premisa tó.citn de que ocurría
un proceso d e d€'snrnmlkionnmiento, por cura razón d espués
Alexander 1 acuñó la frnse "experiencia emocionnl correctiva... LA INTERVENCION DEL PSICOANALISTA
implicando que, ron el f'sdnrecimiento psiconnalitico, el ego
maduro adquiere la facultad de reordenar con eficacia la <Hs· Tenh•n<lo en mente un modelo asl del debilitamiento y
trlbuci6n y la inversión de Jas t>nergíns instintivas que el ego desaparición d e la regresión, estamos en condiciones d e enfocar
inmaduro aprov~hnba con tanta d esventa ja. Los dilemas no el problema de lo que constituye la participación teórica y
resueltos de Ja niñez ya no son tan insolubles para el ego más funcional del psicoanalista. ¿Dónde interviene éste? ¿En qué
refinado y experimentado, que puede encararlos, cuando se lo consiste, con exactitud, su función de introducir la ..mejoría" del
ayuda, con sólo contemplados y verlos de manera m&s realista. paciente, la regresión y el retorno desde ésta? ¿Cómo establece
Es muy probable que todos estas cosas ocurran en el el psiconnalista una sociedad práctica con el ego intacto? Es
trascurso del psicoanálisis y que todas ellas parUcipen en el indudable que establece Ja notable situación en la cual la expe+
efecto terapéutico. H emos de contemplar el asunto en forma rienda ele la regresión puede ocurrir, y entabla lo que Creenson
bastante completa si volvemos nl concepto de un ego en parte gusta d enominar ..una alianza terapéutica con la parte sana d el
enfermo y en parte> rrgresado. Hemos supuesto que la parte ego del paciente." 118 Vimos que el psicoanalista tiene una parti·
relativamente normal y más sana del ego, en cierto modo puede cipación inuoluntorio muy considerable como centro silencioso
d esprenderse d e sl misma y observar a las diversas etapas a y como sujeto de las fantasías del paciente. ¿Pero esto es todo lo
través d e las cuales va pasando sucesivame nte la parte más que hace? ¿No cumple lamb íén sus funciones voluntarias?
móvil del ego que está en regresión. Suponemos q ue este otro T eóricamente se podría propugnar Ja tesis de que, salvo
yo se parece al "sector ahorrativo d ~ In casa d e IHael'', la porción difo.:uhades excepcionalc::;, las contribuciones pasivas del psico-
estable o médula <l!"' Is personalidad , c¡ue ha sido abrumada y analista alcanzan para dar cumplimi<'nto al contrato. El paciente
transitoriamente d t'rrotnda por el C'aprkho y In intransigencia cumple su función siguiendo la regla básica, a portando "mate·
d e otra fJarte d e In personulidad, de otra parte del ego. Las rial"', pero, además de orientar al paciente, de ponerlo en marcha
maniobras compcmmdorns de cmrrgC'nda pnrf"<'en necesarias en dirección correcta (es d ecir, hacia In regresión) y de prestarle
entonC'CS para presermr In inlt'gri<lnd J cl ego. Esle st'ctor sano dcrta asiste ncia para. adquirir el hilbito, por asl decirlo, de
del ego es el nliado del l<'rapf'ula y experimenta en forma vica· asociar con lihertnd, ¿qué razón hay para que el psicoanalista
riante y con cierto desprrndintif'nto lo que el sef'lor ..mnlsano" realice alguna contribuci(m verbal? ¿La regresión no seguirá su
d el ego experimt:nta d e mancrn directa. La parte sana <lel ego curso, volvi<>mlo automáticamente a un stotu quo ante, que ha
d e ser sucedido o sustituido por una progresión?
poco a poco se fortnlt"<!<' a expensas del ego enfermo. Podríamos
Es útil discutir la posibilidad de q ue un tratamiento psico-
d ecir que de este modu a mbas li('n<len n unirse nuevamente o annHtico se desarrolle d esde el principio hasta el fin sin que el
que Ja parte snnn del <'go prt'vlllt'c:e y absorbe a la otra, tenden· psicoanalista deba d ecir unn sola palnbra siquiera. Por supuesto,
cia que refle ja un pri11l'ipio rC'gulnc.Jor el<' síntesis que Freud él contribuiría al proceso con ln constancia de su aspecto, su

172 173
atenc~ón, .interé~ y au<li~ncia, pero el paciente, en virtud <le ht psicoanalitico está estructurado adrede para que 1o5 pacientes DO poedaJJ•
e~penencJ.a .en s1, ;.no ino superando grndurilmente sus resisten - emplear las mismas tretas que los psicoanalistas para colocarse en um
cias lo suficiente c~n10 para conoc<'r el significado más profundo plano de Igualdad con éstos (nunque, como parte Importante de la cura,.
d~ su comportamiento, y deci<lir qué parte ele este comporta· el paciente aprende a ulilizarlas con eficacia con otras pertonas),h
miento de~le abnudonnr, en qué mc<li<la podrá modificarlo y
cuánto me¡or estaría si lo hidese? En esta descripción debemos separar lo que hay de real de·
En la ~ráctica, por supuesto, esto no suce~c nunca. Aunque· lo que hay de exagerado. Lo que se omite aquí es la empresa.
fuese teóricamente posible, se requeriría <lemasiado tit'mpo~ cooperativa, la alianza 86 entre psicoanalista y paciente en el
A .los ef~tos dr. cenuomizar dinero, tiempo y sufrimientos, el proceso terapéutico. Contempl8.do sólo como una serie de ma-·
ps1coanahi;~A ckbe ahreviílr d proceso, si es posible. Creemos niobras Jivorciadas del contexto de su significado, el tratamiento-
que es posible. psicoanalítico, como todo comportamiento humano, se puede re..-
ducir a lo a\:>surdo. Sin embargo, Haley tiene un punto a su:
Viern-u al cnso Lis i;:11írims ohscrvaciones cle Jlaley nl respecto: PuN.le favor en el sentido de que el tratamiento se puede acortar de mu··
1¡11e el arma más po<lern~a dl•I nnf'nnl del psicoa.11alista sea el silf!ncio. Esto chas maneras.
f'ntra ~~ la cntegoría dt.· los ardides ele ··impotencia.. o di! "no presentar
Los hechos concretos de que el tiempo es oro y de que el
batalla ·_No se puede ¡.::11mr mm litl mn un adverrnrio indefenso, porque
tratamiento cuesta las dos cosas, constituyen una franca faclli·
ron el trmnfo no se ganaría nnda. El golpe que se uesta no se devneln
de ~lo que uno sólo purdt" ~ntlrse C'ulpnble Por haber golpeado. nurn111; tación. Por este motivo algunos psicoanalistas prefieren entregar
ni m1sm~ lif'mpo nbri~ri In inc~llTIO<ln sosp~l10 de que Ja impotP.ncin del la factura mensual o semanal de sus honorarios en persona al
ariver~no fue prf'mrditnrla. Esto suscito reprimido forin y desl'Spemción, pacient~. Consideran que, cuando lo hacen, resulta útil decir:
f'mocro_nes fstns Q1'.e c::irru:tnhmn al vf'nci(lo. El prolilf'ma q 11e se phintC'a "Esto es una realidad. Esto es lo que a usted le cuesta 'permi-
ni PACll'nte t"S: ¿l·mim 1·1•1n-1•r n un hombr~ c,¡ue no responde ni com¡iitf' tirse' la retrospección y la regresión." Esto encierra una suges·
('Oll"."fgo por 1:"t po~IC'Uon ~ 1 1pC'rior, f'n un f'n<.i1t•11tro er¡uitath·o y nbierto? Los tión que el Pf!ciente tiende a aprovechar para dilatar su re-
~<'umtes_ hallan. soltrciPrH's, por supuesto, pero rf'quiNcn meses. por ~ gresión y explotar su resistencia; sobre esto ya fuimos explicitos
gcnernl nnos, df" mtens11'n p.~in:1;1111Hisis, mm encontrnr la manera de lorz.u en el capitulo sobre resistencia. Sabemos que muchos pacientes
unn respuestn de !)Ilrte dd p.~k-rmnn lista. Pur lo cumlm el (Y.lclenle comlenz.i.
c¡ue pagan menos d e lo que podrlan pagar tienden a encarecer·
~n form~ 1111 ..tnnto tos(·:• d kit'11du nll(o rui: ..A 1·eCf's mf' pareéof' fflle uslr<l
d psicoanálisis mediante diversos tipos de dilaciones.
s un idmln. Es¡~ra q111• C'I J~lcmnnlinn rf'~pondn defondiém.low ,.0 11 lo
que ob!cndrla unn vklnfi:i. rwro rn rnmhio sli!o recibf' In trt>tn del ~ilC'ncio
Pero el psicoanalista acelera el proceso de la recuperación:
~l. po~Jente dn 1111 prun rnfis r diC'e; "E~toy u •guro d e que usted C'S u~ de otras maneras. Pone mano en Circunstancias en que el equi·
nl1ota. Más Fl~f'ncio. 'Df'~C'spenulo, el pacif'nte exclnnm; "jlle dicho que lihrio de fuerzas antagónicas tiende a producir un estancamiento
usted es un id1otn, maldi!o sert, y lo esl" El psk:-onnalista no s.1 1e de su o una prolongación obsesiva del proceso. Se6ala la existencia o
m~Usmo. .!Qué h11Ct"r, snh·o J">f'i llr rlisculrma, d e1Cendienclo volun!Drlnmentc Ja posible existencia de conexiones, inferencias y significados
n!. a la poalci~n d el t_lerrotadn? Muchas vecrs f'I pnciente clescuhre la que tienden a desviar al paciente. Le advierte acerca de decla.
<'Í~c:acla del ardid del s1lt'ncio e lntentn utiliznrlo él mismo, pero esto ter· raciones olvidadas o Je plantea una discrepancia, alguna contra-
m~11a en un df'sastrr t·unm.Jo se da c11enio de que está pagnndo veinte dicción, una representación errónea o unn omisión obvia pero.
ilolnres la hOl'a pnrt1 l}lll'flllrs!' C'nllndo tr11dido f'n el dh·án. El nmhif'nte no reconocida.

li4 175
al desArrollar un modelo de interpretación derivado <lel modelo
De este modo se' ayuda al paciente a objetivar, a visualizar de pensamiento de Rapaport. 180 El primer vagido del niño al
1' a comprender con mayo r rnpidez el significado de la ubicación nacer es el precursor de la comunicación, ocurre en una etapa
de diversos fragm entos d e su comportamiento, emoción, memo- en que no hay verdaderas relaciones con objetos, y a esta cuasi·
ria, fantasfa y experiencia. Unas pocas palabras del psicoannlista comunicación responde la "interpretación" de la madre, que
ayudan al pacienle n inl{:grar nuevn material sobre si mismo satisface la necesidad del lactante y alivia su esta<lo tensional.
con el conjunto prindpnl d e !':US conodmientos sobre si mismo. t-.Us adelante la comunicación e interpretación primitivas son
Le permilen ver con claridad cosas CJU t' anles no podía ver, y desplazadas por In comunicación simbólica, pero la necesidad
sentir cosas que antes no podía sentir, al <.:onfinnar o verbalizar de acción dire<:ta y de gratificación directa seguirá existiendo.
sus descubrlmieulos. /\ esto se lo d enomina aporte de discerni- El paciente psicoanalítico, por ejemplo, podrá aceptar una in-
miento, clarificnción, rnnf ronl nción, síntesis u otras cn tegorías terpretación especifica, pero más adelante expresará a través
d e función, toci o ngrup:ldo ba jo el térmi no i11terµretaciú11 (o, me- de un sueño su sensación de que la interpretación fue un rechazo
jor aún, it1teri;e11ciú11). o, qtiizás, una gratificación oral. La regresión facilita la capa·
lntcrwetaclcítt, lf.n nino que nlgunos psicon nalistns aplican ciclad d el paciente para experimentar palabras, no sólo en el
a grandes rasgos pma !oda pnrtidpndón verlr.d voluntmia que nivel del significado que les da el psicoanalista, sino también
·el psicoannlistn h act.~ í'n C' I proceso terapéuti co psicoa ua!ilit.'O, es en un ni vel distinto, más arcaico.
una pala bra que no nus agratla porque confiere a los psicorma- La extraordinaria dependencia d e la terapia psicoanalítica
Jistas jóvenes unn id m E'rrónea aceren de In función principal en la verbnli7.8ción, hizo que los psicoanalistas renovasen el es-
que ellos cumplen. ll ny que at.lvertirles que los pskonnalistas ludio de las funciones del lenguaje hablado y de la comunicación
no somos orácu los, nmgos, li ngiiistas, detectives ni grand es sa- en general. ¿Por qué el recuerdo se toma más lúcido al relatarlo?
bios que, como José y Dauiel, "i nterpreta n" suciios, :r;lno callados ·Por qué las emociones a veces sólo se reconocen cuando se las
·observadores, oytmtes y cnnwntnristns ocasionales. Nuestra par- d escriben? ¿Por qué el nombrar o caracterizar es tan eficaz para
ticipación en m1 1>1·0crso hipartilo es principalmente pas ivn (y conceptualiznr? ¿Por qué las conexiones entre recu erdos, símbo-
en parte involuntaria ): nueslrn pnrticipnción ac ti va ocasio1wl se los, acontecimientos y otras cosas sepultadas en el pasado, se
·definirla con mayor propi edad como intervención. En esta in- "ven" mejor cuando se las enuncie con palabras?•
tP.rvención se purde "inkrpn.•tnr" a lgo o no. Puede ser una El llanto, el gesto, el juego de la infancia y la niñe-z, poseen
interrupción o 1m. Pt·n' sil'mprc c1uc el psicoaualista hnbln , con- {unciones de comunicación, funciones que sin duda se relacionan
tribuye a un proct>so. a un proceso que hemos d escri pto con principalmente con necesidades de procesos primarios. Poco a
detalle. (Por supu eslo, su silencio t:lmbién t'ontribu ye y, tam- poco (quizás nunca del todo) se abandonan en favor de d iversos
bién por suput>slo, d psit·oanaHsla av11cla a ínt erprt>lnr los simbolos. En el curso de Ja regresión durante el tratamiento
sueños.) psicoanaHtico, se aprecian constantes pruebas de desplazamlen-
En un trnl>njo dr Ekstein,:n del mismo modo, tampoco se
insiste en In lnt erpn·ladúu mmo tnl, sino en el proceso ink r- • Loewensteln, 1111 Nunberg,11111 Ca!!lrtt,l'l' Hartmann,•1 SaplJ,lTf
pretalivo, en In comunkadón Jel paciente y en las intervencio- Krts,U• Bere.!i,• Ruesch,110 Brown,'• y otro., hicieron importantes aportes
nes del psiconnalistn. Ekstl'in relaciona a nu es tra tt:oría de In a este tema, que los estudiantes y lectores que se interesen deberlan con+
técnica con lo!> n.·d1'11les mldan los t•n In psicología del ego, sultar.

177
176
Además, fll las pl'imf'rns etapas del psicoanálisis, muc~as
tos de uno a otro 11ivd de t'Ot1H1niu1eión <'ll d "d iálogo" psico-
analltico. veces es importante formular preguntas ocasionales sobre de ~­
Por esta e::n1s:1. fl vect~s el psic:oanalista no puede apelar a la Ues u otras cuestiones de hecho que se tocan en el materia •
forma clásica de inkrprelación sino qne líeac cine recurrir a for- inquirir sobre los sentimientos del pacirnte acerca de un punto, 0
mas de intervcndón más primilivas. Un ejemplo tlc tal interven- preguntar lo que corresponda para explicar algo.o na.mar la ate~­
ción primitivo es el método descripto por f\fatlame Sechehayc, 182 ción sobre <ledarnciones en apariencia contrad1ctonas. ~os psi-
en el que la grntific'nC'iún y la interprehtción van juntas. Ilasta en roanalistas jóvenes tienden a excederse en el interrogatorm, pu;:
d psicoanálisis d:\sieo, <:nmo señala Ekstcin, hablamos con fre- \es' impresiona el ('[celo t'Slimulante que surte el pr~untar
cuencia de "dnr" intcrprl'laciont>s, y de tanto en tanto sugerimos imposible: por ejemplo, "¿Por qué?" Con mucha fa.c1h<lad esto
que el paciente "1111 put'de tragar" n "no quiere <ligcrir.. la inter- puede degenerar en un "truco" barato e irritante. Sin embarg~,
pretación que 1(' ofrcremos. si no se abusa <le él y si el psicoanalista tiene presente que nadie
Estas tllstinlns inlf'rvenciones en realidad no son sino pre- podrá responder jamás con sinceridad a esta pregunta, .pues
cursoras tle In intnpretncibn propiamente dicha. Nosotros y sirve principalmente para suscitar cadenas de ~aci?nalizaciones
Ekstein nos sentimos muy identificudns cun el punto de vista y de razonamientos falsos que sólo en forma md1recta condu-
de Brihing, 1 ~ concC'rnien!(' a Ja jerarquía de los prinl'ipios tera- cen n In verdad, entonces puede tener su utilidad. Otras pr~
péuticos que t·o11d11L·c·n a la dnríficnción e it1tcrprctación ( suges- guntas tlc rutina son: "¿A usted qué se le ocurre sobre eso?"
tión, manip11lnció11, uhrf'nc:dón, clarificadón, interpretación). '«iQué asociaciones establece usted con eso?" ..¿Qué le parece 1
Las intervenciones lrrnpt' nticas se justificnn y pueden conside- · to.luchas veces son muy útiles las indicaciones que formu a
rarse como pasos inh'rpn•lntivos, si conducen a inlcrprC'lncionC's <'I pskoanali!ita, tlC' que sigue atentamente la comuni~ción que
d e material irn·o nsc ~ ienlC' , a opernciones dC'fensivas inc-onscienks, ofrN.'<' el psiroannlizaclo, y de que la sigue, sin insishr m~icho
a tench·11das instinli\'ns l'o nlt'nitlas, a siguifil'ados m:ultos <lt• mo- r-n la palabra, <"<lll .~ ÍlllpC1ffr1. La inlnxlucción ele excla.~acion;s
d nlidnrlrs rlr- rnncl11('1n va sus in!erconcxiunrs im.'onsci<'nh's. Las como '\i.J)c verns?" (ligera s1.1rpresa), "¡~at11ralment~~m(l~::~
inl<'rvencioncs té('11i1 ·as· preparnlivas paru tah.·s inlC'rpretaciones, a enh'm1cr (p1c una tl c lermmnda reaccmn es muy P.
dcbe·n considf'rnrsr pnrtc inkgranlC' de la ~Kción interpretativa. ble), un JigC'ro murmullo -cuando ~s au~énlicam.enteus~:I~~~:
Desde el prim·ipio tlt>l psicoanálisis surgen cuestiones que para indi car que se deplora una s1tuac1ón trágica: _ . . r
rt>quierrn In partidpadóu activa <ld psicoanalista. El paciente risita en el momC'nto oportuno en refoción con un ep1sod10 d1ve -
puede n.o hablor nm sufidt•nk sonoric.lnd como para <JHC se lo ti~lo: es slmlllmC'nl c útil, en t-spccinl ni prhK·ipio del trn.tJunicnto
entienda. Puede qmi describa dt.! manern incompleta o borrosa psiconnnlítiro. Estas manifestaciones son útiles pon111c infunden
un asunto hi!itóric."t11le l'icrta importancia nnnmnéskn, acerca tlt·I al paciente In noción de que el psí~an~lista está alli Y lo ese;;.
cual seria conv<'nic•nlu poseer mayor íuformación. O bien, puede cha. lo !ligue, participa. en la comumcac16n y trala de ente~ n
~ue formule <kdarnciones oscuras que el psíconnnli~:;ta no en-
Si bien en esto se puede exagerar, lo mismo su~OOe con el s.tle 0 -
tJende parn nada (y nu d<'be fingir que las t•utiemh'). O bien. cio prrpetuo e ínfrunqueable que algunos cons1tlnan apn!ptad ·
Esto es totalmente al margen tlc la necesidad del ps1coana-
put..'<.le que t•l pnl'it·nk t>sté tnn ahrumndo por sus tl'nlorcs, su
timidez, su autorr<•¡irncht· y a~í sncf•sivamC'ntr, que se empnn- lisla de tost•r, cslornudnr, moverse en su sillón~· en suma,~:;
ce<lN como el ser humano viviente que en 1·eahdad es, a .p
tana por compll"to r ha y 11uc ayudarlo a salir Je! paso.
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de las fanlas(as que el paciente pueda abrigar. El paciente
tiende a aferrarse a fragmentos perceptibles de la conducta del progresiva, no se penetrará para nada ~a ?afrera represiva, Y
psicoanalista, pnra utilizarlos como prueba de que éste se inte· no se ubtendrR. la mayor parte del matena1 1nco~ci~~te. .
resa en él o no. fütns mnnifrstal'iones del psicoanalista se colo- fü probable que quienes emplean la expresión maneto ~e
can al servicio dr la ITRSÍ("rencia. Sin embargo, no dejan de ser \a trasferencia", frase c¡ue pnrn nosotros es por dem~ ~ens~~? e
reales y trasuntnn actltueles que imparten singularidad a cada y Jotundamente incorrecta, se refieran n esta maruo ra e ica
re)aCÍÓll psicoannJítica en especia). GiJI H propUSO que tales de mantener a la frustración en un nivel óptimo. De est~ exp!e·
comportamientos concretos no se ignoren ni se dese<:hen como síón surgió fo. jerga que dice: ..dosificar las inter~retac1ones y
simple trasferencia; ellos mismos -siendo Ja esencia del aspecto "c.Jnr al paciente un poco de libido". Son expresiones grose;¡s
interpersonal de In empresa ~icoanalitica- se convierten en y poco elegantes, pero la idea que las inspira ~ cla~ y acerta a.
foco de indagadr\n psicoanalitica como una fuerza que tendria El paciente sigue esperando respuesta del ps1coanahst~, a pesar
la misma magnitud que la trasferencia. de ue en las primeras partes del psicoanálisis oc;umeron .mu·
A medida <¡ue el psicoanálisis avanza y que el paciente cha; intervenciones, y si esta frustración se acentua demas:i~º
empieza a esperar alguna contribución material, se inicia lo que a no la soporta, el psicoanalista puede reducirla po~ m to
en rcnli<lad es uu sondeo mutuo. El psicoanalista sondea Ja ca- ~:sus intervenciones. En tales intervenciones ~o n~::~:f~:
pacidad clcl psicoaunlizndo para soportar In Irustraciún, mientras se "interpreta" nada. !uede que sólo ~e trate r:Cic:' co'mo recon·
que mucha'> veces el psicoanalizado sondea In po.ciencia del psi· c1uc el paciente ha dicho, que el pa~1~nte .~P út'\ Es probable
coanaHsta. El procC'so sale de la primera etapa, en que la frus- fortante y por ende, como una parttc1pac1 n t · . . , 6
tración es mlnimn, y entrn en la segunda, en la que adquiere
creciente inl('usiclad. El psicoanalista debe recordar que esta
creciente frustrndón, en el pnciente término medio, no tiene
ue en rt>;lidad todo lo que haya necesitado es alguna md1~Cl
J e que el psicoonalista Jo acepta a él~ ace~ta 1odque d~ce,
aprecia un poco a pesar de sus impertinencias y e sus mes
t:-¡°
que acrecenturse 5Íll control hasta cstallnr. Debe reconocer que
bili<lade!i.
una vez que cumicuzn a d("snrrollarsc el sentido de frustraciúu,
el pn.cicntc ex¡wrimcntn ni silC'ncio del psicoanalista como una EL MOMENTO OPORTUNO
desatención, como un neto de hostilidad. Esta scnsncí6n <le hos-
tilidad no dt~be evolucionar con excesiva rapidez, y habrá que Las interpretaciones y otras intervenciones son más ef~~aces
mantener a la lt:nsión de In írustración en un nivel óptimo: es el reciso momento en que la tensión de la frustraci n se
decir, tiene <¡ur ser sopmtablc e incrcmentane sólo en forma :;roxi~a al punto que el psicoana\~sta considera dolor:;ºd:r
gradual. De lu coutrnrio, sucederá. lo que Jnsinuó Frcud cuando ha uc o.dminlstrarlas con parsimoma, o sea ~ue ~ay q
seftaló secaI!JCutc que no se puede psícoanaliznr a un pe.ciente a1 ~~ientc la menor cantidnd de ayuda ?ect:r~~!·a:!:~e~:
que se hn marchndo del consultorio. <le otro motlo, se ti~nde a trastornar el ~ve m'1ento en dirección
Por supuesto, si, por otra parte, las contril>uciones del psi- tensión de frustración, con un gran desp·ª:t Tz.ante para
coanalista fuesen todo lu suficiente que el paciente querla, no contraria. Resulto, por así de<:ir_lo, ~emasia o tranq;1 ~ luchando
habrá fruslracit'm sino, paradójícnmcnlc, una gratificación di- el paciente. Debilita al incentivo i~temorpara se u nsiguiente,
recta pero a lurgo plnzn decC'pcionnnte. No habrá rememoración y avanzar. La participación del ps1;~ann isla, po\~~ve sible.
tiene que ser todo Jo senciUa, específica, exacta y po
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En la práctka se plantea constantemente In t'Ueslión de esto se le dice de tal manera que el paciente, no el psicoanalista,
cómo puede eslar .~c>guro el psicoanalista de que el nivel óptimo se atribuye el "mérito" del descubrimiento.
de tensión lle fru~tradóu peligrn; es decir, C'Ómo elegir el mo- Nuestra posición coincide con Ja de GiJJ 1-1 en su insistencia
mento más oportuno para intervenir. Cuando se cuenta con -quizás un tanto dogmática, pero cierta- de que la caracte-
algunos años de f·xpcrknda, esto se reconoce intuitivamente. rística del psicoanálisis es que reduce Ja regresión o la neurosis
Esta observación liabrá de desalentnr a los estudiantes, por su- de trasferencia con técnicas de interpretaci6n solamente. Esto
puesto, y dado que éste, al final de cuentas, es un manual sobre significa que no favorecemos las tentativas de '"manejar" a la
teoría, trataremos de nfrccer alguna orientación teórica. trasferencia asumiendo artificialmente diversos papeles ni reali-
Freud dijo que" ... lmy que satisfocc-r dos condiciones antes zondo manJpulaciones artificiales en las condiciones de) trata-
de hacerla (la íukrpruladón). Primero, mediante un trabajo miento: y así sucesivamente. Es verdad, como señala Gill, que
preparatorio, el ·mnl!'1fa\ rel>rirnillu liCnc IJUC ha her llegado muy entre el psicoanalista y el paciente se desarrolla un incesante.
cerca de lós pensnmh·ntos dd pnC'icntl'; segundo, el paciente proceso de comunicación afoctiva no verbal, pero el ideal es.
tiene que tener un vÍ11t'11lo de suficiente solidez, mediante una seguir analizando el material <lel paciente hasta que los inter-
relación afectiva mn el médico (trasferenc:ia), como para permi- cambios no verbales se trasforman en verbalizaciones expHcitas
tirse otra fuga más" (C's decir, rcprimir de n'uevo),92.fta y se llegan a entender mediante interpretación.
De conformidad con esto y según la teoría que hemos deli- Puede que en este sentido debamos decir algo sobre lo que
neado, bus<'amos C'll Jn naturaleza dd malerinl dd paciente sig- nhora se acostumbra llamar parámetros, según Físsler.23 Estos
nos de cambio tjl10 comluzeun a rnsgns n<"gntivos crecíC'ntC's. Es son procedimientos que se desvían un poco del mcdel~ básico
difícil expresar t slo C'on sencillez y sin simpliíicarlo demasiado,
1 de la técnica psicoanalítica. Seria ejemplo de parámetro hna
pero es como si el padt'ule, ni convencerse de que no puede onlen o prohibición definida, o algún consejo ge~eral sobre un
con1¡uistar In npmhadtíu tlt·I psit:oannlisto., S(• sintiese tentado n problema específico. Tales recursos adicionales u optativos sólo
poner n prueha la tult·rnm·h\ <ll' éslt'; en cslo lnmbién lo anima se justifican si satisfacen ciertos n.'C}uisitos: sólo deben em-
el resentimiento q11c t·stá trnlamJo de rf'primir. Comienza así a plenrse cuando la técnica del modelo básico en realidad no es.
desprender, cnsi lanzlrndosdo cudma, un mnti>rial c1ue hasta sufic:icnte; jamás deben excederse de Ja intervención mlnimn
entonces ocultaba y cui<lllLa con mucho eelo, pero, nn bien hubo necesaria; sólo deben usarse cuando finalmente conducen a su
descargado esta ngresióu, el paciente reconoce ciertas inferen- nuloeliminación, y, además, el efecto del parámetro sobre ll;l re·
cias por haber ohnulo asl. Al surgir su penilcnc:ia momentánea, ladón de trasferencia nunca debe ser tal que no se lo pueda
ésta se puede t>xplolar t'On la función obstétrk·a del psicoanalista, abolir mediante interpretación.•
quien lo ayuda a parlr el cuerpo del material, que es más cm enuncia con claridad la distinción entre psicoani\lisis
grande que la C'alww. Atlemús, por infert>ncia el psicoanalis- y psicoterapia psicoanalíticamente orientada, coo particular. re·
ta elogJn al pacíenll' por nlgo qntt éste creyó qur- sc lo castlgnrln. fcrencia a esta. cuestión de las Interpretaciones:
Para ciertos ps:kounnll~t¡¡,o¡ jóvem!s convt'ntlní plnntcnrlo del
siguiente modo: Uno "J ic:e" al paciente lo <11rn ésle cosí ve por • Pnrn unn e.rposlci6n sobre el empleo del interrogalorio corno pará-
si solo, o st•a, t'lmndn m5i snhe lo que no sabe que sabe, pero melro, vénse Oliniclt.IM ·

18Z
El psicoterape11ta no lomentn la neurosis d e tmsfercncia rr~rf'siva por- que su situación actual se Jo exija, sino por la fuerza de la.
que no emplea .recursos qur. C'l1nducirfnn a elln, sino que, por el contrario, rostumbre. Queremos que el paciente vea que está persistiendo-
rontrarrnta activamente el surgimiento de lal trnderencin dernrrnllando b en el empleo de las mismas fórmulas infructuosas de adaptación.
~ntrevlsta más romo un lnterrornblo soda! de i~uales, evilan<lo la asocinción
Queremos que vea que espera cosas incorrectas de gente co-
~breo d1mdo más énfa.~is n la realidad que R la fantasía, crenndo uri dima
d: :::~~=:ad
. q
:e conml"didas ~imi\ares. Ohservn los di verso!> t-lrinrnlos
df' lodos modos npmN."en -n lo.~ 1¡ue corrrt.1:nuenll'
rrecta y cosas correctas de gente incorrecta. Por último. quere-
mos que vea lo que él no quiere ver, que quiere ponerse bien·
denomina lruferencins Y no neurosis 1le tmsfere nt'ia- y podrá interpretarlos - en cierto sentido- pero teme mejorar; que quiere cambiar,
0no. Si estos eleu~entos Sf' tornnn entorpecedores y pnrccen atentar oontrn pero lucha para no cambiar. El paciente tiene que ver que estas.
el tratamiento, o s1 ve In oportunidad tle Introducir un punto va lioso inter- fonnas infructuosas de adaptación acarrean una medida de gra-·
pretando un aspecto d!' la trasferencia, lo hruil, pero si la trasformcia es tiíicación de deseos infantiles (su ganancia primaria) y de
rawnablemente PoSiliva Y conve.niente, y si ocurren cnmllios d e conducta deseos contemporáneos (su ganancia secundaria). El aspectO'
0 si las munifestnc:lo.nes d e l rnsfert'JK'ia hostil pnrece 11 tau vinll•nlas que no
gratificador de estas modalidades, principalmente inconsciente,
se las puedo. mo.ne1nr, gunrclnrá silencio y permitira que la trn sferencin es lo que contribuye a mantenerlas. En efecto, lo que tan difícil
persista sin resolverse. H
Je resulta reconocer y que tan dificil Je resulta abandonar, son
esta..i; gratificaciones.
Tll'OS DE JNTEJI PRETAC ION Cuál de estos puntos hay que señalar en un momento dado,
depende de cuál de ellos sea más aceptable para Ja conciencia.
prs.dc hat·e ~h."t'l· 1Uos se desa rrolla una polrm icn entre los del paciente y para la conciencia del psicoanalista en ese mo-
pnrtid~nos de la.~nlc•rptt'lació n ti c In r es{sfetu:ln, los partidarios mento. La atención del psicoanalista gira en torno de las produc-
de la rnl~~pretn('JOn d e la lrosf erenc ia y los partidarios d t• fa in- ciones verbales del paciente. El psicoanalista vigíln el creciente·
~crpretn~·m'.1 del conl r11ido. Según nuestro punto d e vista, toda ámbito <le conciencia y la dirección que adquiere la tend encia
t:sll.l polem1.ca. se inva lida con una sola frn se: Las tres son nece- de la indagación. Por Jo tanto, si se mantiene ..slnton.izado'" con-
sarias en disünlos mnnu.•11tos." cl inconsciente del paciente, sabe (o Jlegn a saber) en qué mo-
Porque, ¿qué pret cnt.JC'mos nosotros -la segunda pn rte con- mento debe hablar.
trn tante- del pncic>ntc? Algo que, por supuesto, jamás se debe lmcer, es expUcar al
Queremos que f'I pndí'nlc se vea a sf mismo. QucrC'mos que paciente el contenido de su inconsciente, mucho antes de que"
VE"Q. que, por lralan~f' ile un ser humano que entró en contnclo
esté en condiciones de captar Ja significación de tales incisiones
(hace mucho tiempo) con ntros seres humanos que no ernn <liagnósticas oraculares. Todn Jnterpretaci6n comienza con una.
perfectos y por hnhf:r 1'1.•trmlido crróneRment<' cif'rlns cosas f"ll· especie d e procedimiento preparatorio. El paciente habrá comu-
!onces y p~r hnh~r s1tlu rncomprf'mlido por d etf' nninadas p<>rso· nicado tantos detalles, que habrá perdido de vista las conexiones
nas, ex ¡~C'nmento un <lolur y un miPdo que lo indujeron a obvias -si es que alguna vez lleg6 a vedas- entre los aconte-
protege1se con tf'<.'nrsos IJU<~ todavía sigue empleando, no por- cimientos y los sentimientos y actitudes . Estas conexiones se·
pondrán en evidencia para el psicoanalista, aunque sólo sea por·
el hecho de que obtiene algo ad como una visión a vuelo de
<:n g;n~:l,""P;~ ;·:;;'~e~~;." rohr!' t'I Pllrticulnr, ""relación con Ja resistencia
pájaro d el conju nto. Además, el psicoanalista sabe que existen·

184 185
Tazones internas para r111e el paci ente no vea estas conexiones rc:tan.lnr y defraudar el proceso terapéutico. No es raro que, en
y, en consecuencin, con sólo scfinlarlas se pone en marcha un un momento así, en que se intenta Jn clariíicación, el paciente
proceso correctivo. Por Ju gem•rnl el descubrimiento suscita sor- se bkx1uee. No "capta" el mensaje, o bien le suena apropiado,
presa, agrado y curiosidad en e l paciente. No hace faltn que el pero, ¿qué significa? Olvic.Ja, teoriza, entra en digresiones, pierde
psicoanalista asigne comiotadunes promisorias n estos primitivos el tiempo. Práctic:amente no puede aceptar (ver) la realidad
-descubrimientos, porque el pnciente Jo hncc espontáneamente .anle la cual está casi cara n cara.
(aunque Feni<.:hel considera que debemos sacar partido de las
oportunidades para "sobornarlo" induciéndolo a seguir ade-
lnntc 39 ). ]NTEArRETACJÓN DE l\ESJSTENClA
Habiendo definido nlgnnns conexiones o ciertos elementos
comunes de unn considNahle cantidad de nconledmientos de En vez de frotarle Ja nariz en lo que le mostramos, por así
la vida d el pnciente o aspectos del material presentado, el si- -decirlo (cosa que el paciente hallará la manera de evitaT), pre>:-
guiente pnso consiste •·n proseguir los prepnrntivos pnrn una cedcmos entonces a analiz.ar la resistencia. En primer término
interpretación ntlicionnl. Tnn.lc o lcmprnno el psiconnnlistn es- señalamos 11ue tal resistencia existe; después señalamos cómo se
tará en condiciones de dedr algo más o menos :lSÍ: "Entonce.'! maniíi~ta; después señalamos su propósíto evidente (y, por
esto (este ardid, t'sl n c·x pt'rit·ucia, es ta dt'femn, esta derrota) le supuesto, si no sabemos en qué consiste ese prop6slto, entonces
sucede a usted con fn •rnf·m·iu; part'c:e 'Sucederl e en c>spednl a habrá que recabar la colabornción del paciente para esclare-
usted. Parece qur ush-d lil'nc algo que v!'r con este s11c<'sn. cerlo). En general, por supuesto, el propósito consiste en hacer
Puede que no suceda por c11.wt11idacl, pt1l'dt· r1uc en rC'<llidnd que una p:lrte del ego no vea la verdad dC'sagradahle. Pero este
usted contrihuya n q1lf' le sm:cda. Usted ra lo hizo antes. Puede propósito puede oscurecerse más por diversus modnlida<les de
<¡ne exista algún nmth •1 t>t•1dto pnrn 'Jne lo lmgn, molivo que tmsferencia; puede que el paciente esté poniendo a pruebe,
e1 1 uua fporn fut· \·uil."t lnu, pt•m yn no. Pudría pensarse <1ue esto Jcsarinndo o sed11cieodo al psicoanalista.
es lo que el destino lt' hi1:0 •• usted; ¡veamos uhura qué ha hc-c:ho Es importante que insistamos aquí en que las defensas y
usted co n su c1eslioul"' resistencias se reconocen como desviaciones en los pensamientos
Tal "interpretndó11" sil'mprc C's un "golpe·· (pnrn unn parte y acciones, como pleamares y bajamares de actitudes y con-
lkl rgo, no parn Ja pnrlc• ohwrvndurn dt•I ego), nunquc ilumine lraactitudcs. Estos pensamientos poseen un componente dini\-
y libere!. Al paciente k l"ac como una pedrndn, d espués dC' haber mico: los <lcseos y los móviles. Toda resistencia o defensa
ped ido -o esperado-· un trozo d<" p nn. Contirnc espcrnnza, - "contrncnlcxis .. en el lenguaje energético del psicoanüisis-
aunque muchas veces parece unn crítico y no recotúortn. Es cstH orientada contra un deseo o un objetivo y, por lo tanto,
como sin la pregunta: "¿Si t11 hijo te pide pon le nrrujudas una adopta la forma <le una ac.-ción, pensnmlento o afecto que elude
piC'dm?", se Je conlt's lllsc: "Si n1i hijo me pidt' la luna, le dnré ni objetivo. La lndole inconsciente de Jos contradeseos hace que
un telescopio." . la resistencia no pueda aílorar a la conciencia. Ademú, de por sl
La interpretnci6n 1le l'stc tipo sut'lc fa<:ilitnr o acelerar el estos contradeseos son gratificadores y satisficientes. Parte del
proceso psicoanalítico, pero n veces el negalivismo innnlo e proceso interpretativo, entonces, consiste en analizar el carácter
fotdnscco <lel pncit•nk .~e nfnra a cualquier "juslilicntivo·· p:lra <lcsroso, no s61o del impulso contra el cual se levanta una de-

186 187
fe;sa, t sino dde los jmpulsos <l<>seosos que forman parte de fa üacción la repetición de la modalidad antigua, de manera que
: ~~du;:ciae Ja resistencia. Tales deseos y móviles se ponC'~ "todo lo que con tan ardua tarea se babia conquistado, parece
t f . en Ja mnnera en que se despliega la neurosis de queclar sepultado en el olvido ... Debemos empezar (una y otra
ras :se~~~~~den la cnlidacl de la inter~cción con el psicoan~lista. vez) desde eJ principio'".18 A veces se consigue un cambio recor-
h que, en el proC'eso ele mterpretar a la resislencin dando a l paciente Ja resistencia que ya se habla identificado
mue as veces vemos In aparición espontánea de un mR.tcrfai antes, pero por lo general esto no basta, porque a menudo el
nuev~ e inesperado, pero palpamos el camino del mismo modo paciente regresa a su eslado anterior de resentimiento, depre-
que e lecólogo moderno lo prdpa cuando aplica el fórceps bajo sión, provocación o lo que fuere.•
en ~:parto. Por supur.slo, poclrmos limitarnos a esperar que el Ciertas interpretaciones o explicaciones hay que repetirlas
~~r;n se n~~land<> y que d1•snpare>zrn lodn obstrucción rncC'ánkn muchas veces. La resistencia nunca se esfuma n1 desaparece del
fe~:.ª si~ecn:.~guen lns t:f'.lllrat'~iones del t'1t.ero que expuJS{'ll ni todo; hay que analizarla con constancia y persistencia en todo
si contrib . arg~, se l l011om1zn mucho tiempo y sufrimiento pskoanlllisls. Muchas veces da la impresión de que el paciente
uimos H partil ('Oll unn lrncción suave Eslo es más 0 jamás hubiese escuchado la interpretación que .el. ps~cpanalista
n~een: lo que se hace <'11 psicoanálisis. Pero debemos recordar
qar t qu~ proccd~r con sunvidacl. Estos cambios son dolorosos
~ol:r e paciente., ª.si c:omo el parto obstétrico se acompaña de
le había hecho en la sesión anterior. Esta necesidad de perseve-
rar en la elaboración, de que el psicoanalista repita las interpre-
taciones hasta que •prendan", refleja Ja medida en que la neu-
. ó · La destrucción dP la <:ornza narcisista -así se Ja deno- rosis penetra en múltiples aspectos o acontecimientos de la vida
:rnl ~ pro<lu~e un t.lolor e:<rJ11isito. Puede que lo que se refleja del paciente. La estructura defensiva de éste aisla a estos acon-
~ra~oº~:r:ncJa n fo ír,11 ~trnl'ión sen la capncidad del paclf'nte tecimientos entre sí, de modo que no tiene conciencia de su
p. p r el <lolor, e o.<:a que, a su vez, refleja su rstima de sí tendencia común a escurrirse a través de ellos. En el lenguaje
m1smo y su vulnt'rnbi/frlacl. (Véase Kohut.11 ') • de algunos eruditos teoristas, el "traslado" o "diseminación de
rnnd! l~ocJof t"Slo plaulc>a '·ª llf'CC'sit.lnd de ir venC'iendo o clabo- efectos" del conocimiento de una situación hacia otras situa-
el mism es. era del matPnnl. Porque es un hecho empírico que ciones, está limitado o bloqueado. En 1as palabras de ·Freud:
rcsíslenc~ tipo general clt• nmtcri'.tl y d mismo tipo general de ...Hay que dar tiempo al po.ciente para que llegue a conocer esta
-aur u~ª e~e f'.resenta .rn el psicoanálisis en forma reiterada resistencia." l1 De ahi la necesidad de repetir las interpretacio-
del p~oa 1. ~JV.ersos <onh·xtos-, para considerable desazón nes a medida que el paciente repite su· comportamiento neuró-
el n~·e t na is a joven 'J1Je l'rce que, habiéndolo aceptado todo tico en clistfntos contextos.
de pan:a~o~ abandona su mauera ele enfocar las mismas ilusione; En algunos pacientes hay que dar más énfasis a las inter-
pretaciones de Ja resistencia, mientras que en otros hay que
aci:n:~ún. psicoa.nttlisi'i ~e desarrolla en un vacío, pufs los prestar mb ayuda en la reformulación, emisión e hit.e gración ~el
~or Jo t r1coanahzados SJf'mpre continúan viviendo SUS vidas. material. Algunos psicoana.Ustas concentran gran parte de la
ser obra ª;eº;11encuentra11 C'.'l:p<'rienC'fas diarias que podrán o no
cía su . . º.s. ¡>C'~o alg1J11as vuelven a perturbar con insistcn- • Hace alaunos •fiol aperecló en Tha New Yorker una carla.tura de
anti a::~hbno e imlul'c~ nuc.vos repliegues hacia defensas Kindl, en la: que un homhh- de mediana 'edad1 tendido en el 'dlviD. decla.
o su médico~ ..Dada mi gran mejol'la, ¿no le ptirece, doctor, quo podrl.a
gu menudo In n ·s:1.o:ti•ncm encubre con la misma abs- •·easumU el afecto que sentía hacia mi madre?"'

188 189
lcibor psicminnlitico ('ll h1~ l'k·111t'nlns dt·stmt'l i\·os ( t'S tki:ir, agn•· d<'d ican por igual a explorar la "neurosis de trasferencia" en
~ivos) del matC'rifll <lC'I p:u:i011te. "St•ñalncl hl ngr('siún -uconSC'· cuanto a sus manifestaciones de resistencia y contenido. La ex·
JHn- Y. la e~_presión y l'll' ('Ímh•11to e rótko sanos la sC'guiri'in <'Clll plorai::ión inte rpreta tiva d e Ja "neurosis <le trasfere ncia" es uno
naturalidad. P11edt (jll(' Sl'<\ dl·rto, ¡'Jt'ro t">Sto se eomplica por t'l
1
de lus n1sgos distintivos del psicoanálisis.
hecho <le que lodos los actos ('Ollli1•nr n manifl'slado1ws de
dl's.~os y ?wth·c'.s positirns ("rrótil"nsº') y nC'galivos ("agresi- J NTU\J'Rl:.l"ACJÓN DEL CONTENI DO
vos ) al mismo tiempo, í11sionaclns y/n no fus ionados en diversos
grados. La agresión "cnuknidn" y em·uhierta requiere a VCC't'S Puede que parezca que hemos descuidado o por )o menos
que se la dise411e y a \"t•c·C's 1111c se la dC'je intacta. postergado Ja exposición sobre la interpretación del contenido.
¿,Hemos olvidado -podrá preguntar alguien- que el psicoa~­
lisla tiene Ja responsabilidad de asistir al paciente en I~ .~dqm- '
l NT.Elll'AETAClÚN DE 1~\ Tll:ISFl·: llENC '.J/\. ' sición de conocimientos sobre sí mism·o? Tal pregunta· da a
cntcnckr que, en up determinado momento, el psiooanalista.
. En_ consickrahlt· mc·dida la n •sistc•uda )' t'I 1,:ontC'1ticlo sc- lime <¡uc convertirse en un José o en un Daniel que explica al
ev1dcncmn <.·ons lant1·m<·n!I' <'11 la rf"lneiún <if' t ras fn<'ndn. El paciente el significado de ciertas cosas oscuras.
p~icoanaHsta .dl:sem¡wiía d pap('I de divf'rsos pt•rsonnjt·s cfo Ja E n la bibliograíía psicoanalítica de los últimos decenios se
vida del. pac1~ntc y, por <.'nn.i;iguknlt', C'n Inda interprctndón aprecian dos posiciones extremas acerca de cómo enseñar esto.
d e la res1s\rnC'1a y <'Jt tod:1 inl<'rprrlntilln drl mnll'nidoJcs pro· Wilhcim R C'ic h l'IH creía que hay q ue dclinett.r un programa de
bnhlC' que e~ psil·on nali~la figun• t'JJ 11110 tic sus papt·I<•.<;. A vt·c·t•s intnprrtndún sis te mático y muy bkn estructurado, en el que
resulta parlH:11larmt'11!1• ú!il parn d v.il'i<•nte que se le st'iiah.: , los prcx.Tdimienlos se Jeta llcn e n un ord en numé rico de pasos
este papel trnsfrrido en rdad(m l'on la forma en ftur Jo emplea su<.·csivos (uno-dos-tres) . ta l como se . podría planificar una.
p~ra retarda~ el prn<:c~n. Pnrn ('omplacer ni t'5konm1 li.~tn, el pa· npendiC'cclnmía. En el otro extremo estuvo la posición de Theo·
<.·w ntC' l~ará ciertas c-o~as o St' abslc ndní de ha('rrlas, n bien, para dor Re ik,1111. 1&11 quie n consideró que tales teorizadones, refle-
l'Onlrnnarlu. a veces las haní o tlc•jará de• hrtC'(·rlns. Las infrrcn- xiones y planificaciones ntentnn contra la lnbor de los psicoana-
c.:ins Y las tliladonC's <111<• rC'l:mlnn In labor p sk onnnlítit·n 1m 1• listns. Le ngrndnhri scñnlnr Ja hn portancfo ele los factores pura-
l.'~llls VCCT'S -~~ <'IH·nmn o ~;i ' co11!1·mplan mt'jor dt•sd r <'I pun,to tk mt'nlc intuitivos, y sus libros S11rprise and tl1e Psyclioanalyst Y
v1sta de su. s1gnííic'atlo t•11 la trnsft..re ndu. Alguno.~ pskonnnlistas L1.tte11l11g u:it/1 tlie Tl1ird Ear (La sorpresa y el psicoanalista,
son muy al<·('los a pt•rdhir t' i11t<'rpretnr a la "resistencia de t ms- y Escud1nnclu con e l terce r oído) contienen excele nte material
ferenc~a·· y hasta se <·011r:r11trun con exclusividad rn ella.•IM Lo.. iluslrnlivo de su tesis. Estos libros no sólo son huenos por su
mayorm de los p sic narmJi,..fas ti<~nrn <'onstantementr en l'u t' nln mntenido sino tambié n por su espíritu. Así como hay que cerrar
el ns¡~_cto trn.~frrr.ndnl dt• la i11l<'rpretación, y sólo lo emplean los ojos frente a a lgun.1s d e lás extrañas digresiones que apare-
cspcc1í1eamcntc! cuantlo In t•m·ucnlrnn de manrra ustt>ns iblc en cen e n el libro de Rcich, asi también hay que cerrar los ojos
un cpi~~io o fase del tralnrniento. En su mayor parlt', In ínl<'r· a ntf' Jrn; nl<'gntos de Reík en contra del conocimiento y del pen-
prctucm~ de la, t.rnsfon'tl<'i:t ornpa una porción notnblt· tl!•l pro· snmiento. Amhos autores son útiles parn elnborar los d etalles
('CSo ps1connnlill<.'O, porque el psit:oana lista y el potit•nte se de la práctica técnka.

rno 191
Si bien yo (K. A. f\I.) no contemplo ni formulu el proceso
tal como lo hizo flC'ich, mis exposiciones didácticas y escritas a ella un poco más adelante, exhortamos al alumno a que realice
con~erdan más con su pensamiento, aunque sospc<.:ho que mi un estudio especial de este tema valiéndose de los varios tratados
práctica está más acurde l'on la de Reik, que <.:on tanta elocuen- excelentes disponibles.
cia describiera Ferenczi antes que Reik:

Pooo a poco ndquirimo.s noción dt- la inmensa complejidad del trnha;o MODELO GRAFICO DEL PROCESO TERAPEUTICO
mental que se e:o:l¡:e al psitonnulislfl. Es!& tlebe permitir que lns lihreJ
En mi época de estudiante mi principal dificultad se rela-
asociaciones del paciente incidan sobre él, pero ni mismo tiempo dejn que
cionaba con todas las formulaciones, explicaciones e ilustracio·
su propia fantnsía se pouga a tmhajar con el mnterinl de asociación, de vez
en cuando compara las nuevas cone:'liones que surgen con los resltltados
nes, y nunca estaba del todo seguro de saber hacia dónde
anteriOfes del psicoonftlisis, }' ui por un inS(nnle puede atenuar la vigilanc:lo. marchaban mis psicoanalizados. Puede que esto les resulte ex-
Y la critica que sus propias trmlt>ncins subjetivos requieren. trañamente ingenuo a los psicoanalistas que ya adquirieron
Podrlumos decir que ~11 nwnh..• osclln co11stanlem!'nte entre la "mPfttln, competencia y confianza en si mismos, que aprendieron a colo-
la observación de si mi~mo y ln formulnción de Juicios. Esto último surge car cada pieza dé información nueva en el sitio aproplado de sus
espont6MD.menle de llr111po e>n tit>mpo cumo señales mentales que, al prin- propias conceptualizaciones, o a rechazarla por carente de im-
cipio, sólo pueden vn lornrse tumo tnlcs; sólo trns In ncumulaci6n de obser- portancia. Pero sucede que el candidato joven tiene el sensible
vaciones adicionales se licnc derecho a hacer una interpretación.34 recuerdo de sus propias recientes y tumultuosas experiencias en
.el diván, además de una vasta cantidad de lecturas, · además
D~do qUe prev?lt-ce .la noción popular de que el principal <le diversos tipos de instrucción asimilada sólo en parte. No debe
contenido del mntcrml ps1coanaHtiro son los sueños, es probable extrañarnos que se sienta confundido cuando su paciente viene .
que el lector espere que nos ocupemos un poco de Ja técnica de a visitarlo ella tras dla, apilando Pelion sobre Ossa, hasta perder.
la interpretación de los sueños. Lamentnblemenle los sueños no de vista por completo toda noción de la estructura del proceso.
constituyen lo prindpnl en ningún psicoanálisis; del'imos "la- Para mezclar metáforas, po<ldamos decir que no puede ver el
mentablemente" porque, cnmo dijo Freud, sun el camino real bosque por los árboles que tiene delante. En tareas de supervi-
que conduce al ínconst'iente y nyuda mucho a iJcntificnr las sión, <le vez en cuando hago que el candidato repase todo el
tendencins del pensnrnhmlo y Ja jnleución inconscientes. Son, material desde el principio, para que adquiera un concepto del
~_r ad decirlo, lns gt·rnns o pcpilns t•spcciules de un psiconná- avance y retroceso de las tendencias, de la regresión, de la repe·
hs1s, Y romo regln sólo nfloran de vt.-z en cuamlo en la mayoría tición, <lo In formu. general de reslstencla, pero, más en especial,
·de 1.os psi~anó.~sis. Cuando lo hncc,1, mcr('('en atención y, si es para que adquiera una idea global del proceso psicoanaU:tico
posible, fnterprelnción, y a menudo esto es la mé1.lula de la fun- .como un todo.
ción interpretativa. Pero 11 veces no aparecen para nada y tam- Uno de los motivos de la dificultad que se plantea al estu-
bién esto hay que exnminnrlo. -Oiante es que ca~mos de un modelo o esquema sistemlltico
La h~t erprctaciún de Jos s~efios es dt• por si un tema amplJo adecuado del proceso psicoanaHtico, con el cual el estudiante '
Y recóndito al que no hadamos justicia si hiciésemos un has- pueda vincular sus nuevas ideas y experiencias. Se propusieron
.quejo esquemático ch~ tipo teórico. Aunque hemos de referimos varios modelos así.
Hace unos treinta años, desconociendo por completo el
192
193
dia rnmar es, por definición, ~a
ordenamiento dt· Reic:h, ideé una conceptuali:z.aciún del proceso Pe~o !a.vida que vamosd:svia<~º de su objetivo -~ d~1r,
terapéutico psicoanalltíro q ue hallé de utilidad para mí mismo de un mthv1c1uo q ue se ha r él- siguiendo una dire~c1.6n
y para la doct>ndn. En virlud de que las expresiones de aprecio objetivo aceptable y aprobado. Po resivn ) hacia un obJehvo
d e ex candidatos me dieron alif'nto, he cfo delinearla aquí lo de<:epdonante e insatis(actona. ( re~arlo corno en la figura 12.
mejor posible, au11<1uc resulta mucho más fácil presentarla ver· "falso·· ( G ~). Esto po<lria01os cJmgra ' ........:,........... 1•G'
balmente ron ayuda d e Ja pizarra y cJe varias tizns de colores.
Invito :i los alunmos a que traten d e pensar e n forma nbs·
tracia en la t.rnrretorin que sigue In vida de un nifio que e n a~-·
•' ~·
,, .....
. . ......,~ . , ..····
. ,................................. ·.-.G'
...
últimn instandn S<' c:onvcrtirá en nn p:lcicnte psico:m:llítico. Les
s ugiero que repn'!ientf'n su nacimiento con un punto y la trnyec-
toria d e sú' vida t·on una línt't'l. La línea nace en el "punto", y
avanza hacia rl f11turn. La influencia d e Jos padrC'S, ·hf'rmn nos,
circunstancias y ~ a('Ontecimit•ntos se combina con Jos factpres
constitucionales<" instintivos, pnm d etcmúnnr la dirC'CciÓn exacta o>
figura 12
q ue habrá <le ad11uirir el curso ulterior <le la vida.
Si esta vkla estuviese cJcstínada a ser una vida ..normal", tales desviaciones hacia un
sana e ideal, el tlingnm111 corrcsponder in al que vC'mos en la Nu("Stra teoría so~ticne.. qu:rren a través de la adquisición,
figura 10. objetivo innpropiudo º. f~Jso ocuivocadas para encarar las opor·
a temprana edad, de tecmcas i También sostiene que ~stas
tunicJadeS y peligros <l~ ~a : r:~maron como respuesta a me~·
Figura 10 técnicn~ crr(inca~ para vtv•:í~ncias dolorosas, .~ruscros .malc1:i;t~cl
pacitnciones, l<'S1ones, cxpc tes y otros trnu1nntisrnos
O bien podría sm·('d('r <jUC', a mcdidn que St' desnrrolh1 <litios, o¡~irt111Uclac1.~s c1c~<.'fl~~:~1 n;0 niicstro diagrl1ma indicamos
Ja vida, los objl'li\'OS cnmbian parn mejor. Suponie ndo que e:: período de formnc101\ pnm 111 X
:r X a ( figuro 13).
representa cualquirr tipo <le m ejoría con respecto a un objclivo a estas influencias como X • y ·... .. ··.. ,.... .·"·.• o•
..normnl" de Ja vida (o una serie d e objetivos), que se re presen·
lan con G 1 , trnC'mos olro curso o evolución esquemático en la
figura 11. · ~· ··.' -,, .··· ·~ ,.
.. ..·· .. ··· ..............

Figur• 13
Figura 11
195
194
. . t• éstos wo q11eclumlo cnda vez más
estos cle1nen1os thsm1~1uy .' ~ocia en vías <le maduración.
Lo que no se muestra específicamente f' n el Jingrama, es bajo el cont rol <le su intehg t lo de mostrar la siguiente etapa
que quizás el paciente haya avanzado más allá del objetivo G 8 En la (igura 14 hemos h:\.n~ ha comenzado (A) y se des·
habiendo superado su comienzo en apariencia malo, sólo para en los esqu~rnas: El ps.icoa:::u·~i~a en la vida del paciente. ~
regresar a él frente a nuevas dificultades. arrolla la s1tuac1~n ps•w:-ituación en la realidad (R), y ?eba}O
Hemos de inlro<lucir nhorn. el factor terapéutico en nuestro mismo tiempo existe una ló ·co que se extiende hacia ade-
diagrama. Cuando el confli cto se torna insoportable, la descon- de ella está el coníli~to ~to) ~nfancia, lesionando y entorpe-
certada ..víctima" del destino, las circunstancias y el error, llega lante desde la situación e ~ l
ciendo a la tendencia normativa.
en su lul'ho a 1111 punto (la est rella <l e In figuru 14 ) en que el
dolor o el mie<lo la inducen pt.'t1ir ayuda. Por fortuna para nues-
........···


tros esquemas, ent ra en contacto con un psicoanalista y em-
pren<le el lratnmienlo psiconualítico. Esto se muestra en el dia-
grama es lahh•l'iendo una nuf'\'a esfera o área de actividad
totalmente distinta ni pasado o a la vi<la actual del paciente. El
tratamiento hnhrá de producir un cambio dl'Cisivo en su vida,
pero este punto en que se opern el cambio no se evi<lenda en
seguida.
Con el es talJlt-cimienlo tic una relación con t>I psicoanalista,
nuestro sujeto f.' mpicza, como "paciente", a desarrollar no una
·*-·./-.. /'·e.,.'"·'
Figura 14
vida dohlc sino una vida triple. Por una parle, continúa sus rela·
cinnes con sus fomilinres, Amigos, crnplradores, empleaclos y
todos los dcmi'l.. constituyenlt•s ele su mundo de trnbajo Úitu"io.
, • m~.lída que c1 tralamiento psicoa~Utlco
Dm tras <l1a, a nces se amplían, se evocan memor~as. de
Esta, como sa!H'nms, t'"S una t·xislcnda inC'ompleta, parcial, "su· avam:a y que sus al.en las relaciona con los acontecumen-
pcrficial.. , porq11r. por tlt•bajo ele f' llll hay uun tendencia a la vida tiempos muy pretéritos y ~e cootemp<>ráneos dentro de la
conflictnatla. tlP In t•nnl sólo posrf' 1111n noción vaga pero que se tos, se-ntimientos Y reacc1o;~e inferir qne existe una corres-
expresa d e din•1sa" 111nm•ras. situación terapéutica. Se, p roca -no exacta, sin duela, per~ .si
Una hum por día, en secreta rt'un ión t•on el psieoanalista, el p0ndC'ncia paralela o rec~p ., 0 progreso en el psicoanMis1s,
pncicnle ctml!· mpl n rst<' asp<'cln snli!NránPO d<' sí mismo, Je !>ignificativo.- entre l?s :;:º:nhibición, fijación o todo lo que
tnnto lit'mpo m·nlto y t·seasntnt·ntc rccouocitlo. Prrcibe esta por- los pasos de Jes~o:alr:¡aec la ~iñez desdichada, y los pasos de la
ción scpullml n tln su ,·ida mental como una prolongación promi· fue. m~s caracter s~~ación contemporánea. (Para esto y para
n<~nle pero sum1~1 ~itlu de su luclancia y su niñez. En esa hora me¡onn en la ad. p . te véase la figura 15.) .
recuerda heridas y prsares, así como desros de mucho tiempo la exposición subs1gu1en ¡' f ndidad de la regresión, el pa·
nulri<los pero frustrntlos, y, a medida que los experimenta en Habiendo Uego.do a a prod u taciones frente a la vida y a
sus rem inisccndas, los revalora y les asigna una nueva ubicación denle tiend e a mt'jorar sus a ap
en su pc:'nsamiPnlo. Porn a poco la potencia y la conlida<l de 191
196
luchar con mayor <lcterminaciún y corn:krtn para cofü¡nistnr el
ob jetivo "bueno" e.le una realización confortable y pro<luctiva.
Esto se refiere al objetivo d e la vtda d el p;;icicol(', pero no al
objetivo del tratamiento, aunque se supone aq uí c¡uc este último
es el logro del anterior. No siempre los objetivos de Ja psicote-
rapia, inclusive el psicoanálisis, se pueden enunciar con tanta
simpleza, porque en reali<la<l varían mucho, según nos advirtió
l 'Oll clucm'ncia Cill.18 Los objetivos teóricos del psicoanálisis
pueden formularse- d e diversas maneras; Freud lo hizo reitera-
damente, quizás con mayor d ari<lad, em¡lleandn estas palabras:

Podrí.l eslablt'cerse q ue In mira del ttntn.miento conslste en e lirrúnar


las rcsisten<'lns del ¡:m dt-nte y l..ncer una reseño. dr. sus re¡m~~iones, para
pon<"r en d t"M'11l1it•rto Jo, uuifil"fl.Ci(m mRs ;Hnplia y el fortnh..'C'imimto <le su
qi:o, p<"rmitil·111l1,le nsí et"OIW111i1~-u h ener¡.dn me11tn1 que e.~til consumiendo
··n conflicto~ internos y uprovt"l·li:.1r k• 11wjor q ue sus cripAc:id1ules heredadas
\' t'rmi tr11 en él. de mod o qut' St'il tol10 lo r-fic.-i<'nle y c.11p¡iz de goce q ue sea
posihlr. !.a ¡o\imi nnt·if111 tle los ~intomas 11e sn en(nmcJ ;od no se obtiene
dt' manl:'ra i•speríi ili1, µero nparece. por n~i cle1.:irlo, como u n suhpro<lucto,
sit'mpre rp1P el ¡JSiC."«milisis se condnzrn t•n fonna arropia¡Ja.117

T <•Úrknnwntc, cn<ln paso del psicoanálisis, acere<' al pacien-


ll' 1111p;isu nHls a la rcali1.hul y un pnso más al punto en que el
psicoanúlisí.~ d e jará de st•r necesario. según se refleja en ht. vida
rrnl dl'I p<H·it·nk con pasos orie ntados hadu el mejoramiento
dl' las n·hwinlll'S con los Jernás. El proceso de rt'cuperaci6n y
1.·l proct•so th •I psicoanálisis comlu<'<'n al mismo punto terminal,
:mm¡ue 1.·11 H'ulidad no terminan simultáneamente. El ár<'a d e la
vida y los intereses <lcl paciente rl'prescntados pnr la situación
psil'onnalítil·a, st• ir{m hadC'mlo más y más peq11cfios. hasta final-
mente drsaparC'ct.•r, mi<'nlrns que In sil nación <lc ln realidad con-
temporánell se irá ainplinndo y extendiendo, con mnyor libertad
pnra la nfeetividad y creulivi<l1ld oh jcliva.
Atkmás de' t'sla corrrspondendn t'nlre Jos pasos d e los cam-
hios progresivos (situación nnalítit'n y situm:ión en la realidad).
1·xíste un i.Jnrnlelismo aprox:inin<lo eulrc los pnsos d el proceso

199
. ue había lidiado infruc·
terapéutico y los pasos que representan al desarrollo original de ¡lsicoanalista de la. misma manera q d od ·u vida {desde B
tuosamente con la gente a lo largo e t a :;:
la enfermedad, o S('a Ja secuencia de pasos desviados o descen-
dentes en la situnción original de la infancia o In niñez. Estas hasta G1 ) .• • d. d 1
Pero a/tora hay un eleme nto correctivo. Hemos m i~a. o a
son, a grandes rasgos, imágenes o réplicas la una de Ja otra: la tendencia hacia la correcci6n, en la carta, con un mo.v1m~en~o
una avanza hacia la enfermedad, la otra hacia la rC'cuperación.
escalonado que se aparta del objetivo falso?'.. se enca;1~a t act
Siempre seianlb lo Júgieu que sería SU(?OllCr que las p1i111eras el verdadero (<le G' hacia G ') pero ~o <l111mos qu ac or o
rememoraciones Jl' un psicoanálisis son las cxperíendas ( trau-
máticas) más antiguas (X 1 ) , seguidas por la rememoración de determinaba. ¿Cuál es el factor correctivo? .
Se i·ecordará que en este capitulo mencionamos d1v~rsas
la segunda experiencia trnumátíca (X 2 ), después por la de la
teorias que explicaban la me)oria que acarrea el tratamiento
tercera., y así sucesivamente, hasta X".
sicoanalítico. Todos coinciden en que "sucede" algo, en q~e se
Por supuesto, todos sabemos que l~s cosas ele ningún modo
suceden así. En eíe<>to, muchas veces vemos exactamente lo con· ~roducen cambios en la estructura y funci~~ de la p~rsonahda~,
trario, hablando en ténninos muy generalt-s. Lo que primero se
evoca son las conlrnricdacles, dolores y dese ngaños más recien-
te3, y después los mr.nos recientes, retrocediendo en el ¡msado.
~e lo que llamamos discemimiento en el proceso de la =pe
ero no sabemos por qué ocurren. Admitimos la importanc~

ración pero no sabemos con certeza si se trata de un p ucto


Por lo tanto, a mcdid:t ltue el psicoanálisis continúa su avance, la del ca~bio o si es el factor que Jo provoca. ¿Qué es, con exac-
rememoración se inlerna cada vez más en el ayer, pero en un titud, el discernimiento? .
orden completame1ile imprevisible. Deíinimos al discernimiento como la capacidad del paciente
Estas rememoraciones de acontecimientos anteriores que para reconocer:
concuerdan con experiencias contemporáneas, no son los objelos
l. Que tal o cual aspecto de su sentimiento y actitudes, ta!
primarios de la búsqucdn del paciente, sino que simplf'mente
se le "ocurren" en rrfodón con txperiencins en lns dos situado· o cual técnica de c:onducta, tal o cual papel en el que coloca
nes conternpo1·lwt:m:, In nnnlítkn y Ja realidad. Se parecen ni otra gente, pertenece a una modalidad ;
material de referendn de una hibliole<.'a: respaldan y explican 2 Que esta modalidad, como la huella de un os.o que
los reflejos de problemas de la realidad contemporánea, tal ha pc.rdido ciertos dedos en una !rampa hace much? ti~mpo,
como éstos apnrecen en In situación psicoanalilica. Como vere· < iC'dn e;tampada con cada paso que da en el cam~no e su
mos, tal rememorncHm de Ja <'Xpcriencia genérica es más urde· Sda; está. en sus relaciones sítnaciona~es co~ la real~<la.d con·
nada y posee mnyor signiíkado ele lo que> esto s\lgicrc. temporánea y está presente en su relac16n ps1coana~it1ca,
Pero ni prindpin, como todos sabemos, el paci<'nte tiende 3 Que esta modalidad se originó por un motivo que ~~e
n convertir a In situudún psicoannlílh:n en la antítesis de su valed~ro en ese momento, pero persistió a pesar d~ ~os ~m tos
situación real. El mundo externo le fue hostil y t"Spera del psico- ocurridos en algunas de las circunstancias que ongmanamente
nnalistn cordinliducl. El mundo externo lo amt.-drentn y espera Ja habían determinado;
del psicoanalista seguridad. Sin embargo, gradualmente, por
supuesto, ni no encontrnr lu colo.boración del psicoanalista para • Compirese la referencia 59.
desarrollar esto l'C'l'iprociJnJ, e1 podente tiende a lit.liar con el
201
200
4. Que esta mndnlillad t•ontit•ne t•lcmentos oft>nsivos Y
nocivos para otros, adC'mós de costosos )' p crlnrhndores pnm el h'"TEJIPRETA CJÓN DE LOS SUEÑOS
mismo paciente.
A eslo lo representamos en el dingrama (figura 15) que
Disr<'rnimicn\o nn só lo t·nnsistc en \Tr t¡llf' en la sitmldc'm l'Onecta n las tres áreas -niñez, realid ad ambiental contempo·
psicoanaHtlc~ hay algo similar a otra eosn que ocurrió en la ní.nea y situación psicoanaUtica- y forma U!J triángulo, el trián·
niñez, tampoco consiste sólo en ver que en In 11i1l(•z hubo ulgo gulo del discernimiento. Un rasgo fortuito de este esquema
que se refleja en la s ncCi\'itlatles de la situndón t•ontcmporánen c.liagramálico es que el triángulo encierra una región que, con
d el paciente, nsí comi1 no sólo ronsiste en ver CJtH" en la sihmdón fines heudsticos, sirve de sitio para indicar al sueño (D) como
contemporánea hn y algn r111r e~ un reflPjo de otrn cosn en la un producto envasado del inconsciente, que escapa a la dimen·
situación psiconnulílicn. En l'I se ntido (.•orrccto 1.lc la pnlahrn Y sión tiempo. Los sueños se tornan estu<liables y comp~ensibles
t'n el senlido útil, a los t•fo etos 1k• In lét:nkn pskoanalítka, e n la situación psicoa nalitlca, cuando el psicoanalista los recibe
cliscernimiento es la i1/e11tiflr.:m:llíu .<;i11111ftrí11r.a ele la moclalidml como regalos y mensajes codificados. Son como un prisma, que
de cornlucta en es/r1.<; tres situaciones. ;1mro c1111 un e11femli· co ntiene columnas paralelas, por así decirlo, en términos deri•
miento d e 1wrq11é se usmmi IJ se u.san In/ como rmu y como son." vados de la situación psicoanaHtica, la situación de la realidad
y la situaci6 n de la niñez. En consecuencia, se dijo que el sueño
Dice Lowt•nsl<·i u, es C'I camino real que conduce al entendimiento del inconsciente,
y el santo y seña que pennite identificar al complejo de moda-
El inlt"rés del p~ im:iná li11 i~ no se l't"ntrnli1.r1 f'n e l pn!>.1<lo solamente,
como a veces St" pirm:.. 1 e m 'menmrnte. sino f'n h inlnrelrich'm entre el
lic.lndf's carnctcrístico de la personalidad.
pnSRdo y el prtsrnte: In inlhwncin d PI pn~m l o sobre t>I prf'.C!'nlf', y, por ..Entonces los sueños -dijo Erikson- no sólo satisfacen
parad ójico que parl'zt-:i, 1lrl prl'ltf'nte wbre el p:isado. El papel superlativo deseos d ~ nudos de licencia. sexual, de dominaci6n ilimitada y
(1 ue el a1"ll\li.~ is (l e la \r¡l>Í•'•(·11ch1 dr~cmpei1n t' n la t.;cnlca psicoannlitiC'fl, se de destructividad desenfrenada, sino que, donde funcionan,
h:1sR en esta intrrcrn1exil111 part k11lor r¡ue f'llt'tmtmmos f'nt re f' I pasado Y también eliminan el aisla.miento <l el qu e sueña, aplacan su can-
e l presente d e la vida 1111111:111:1 1 '.!~ dencia y preservan su identi<lad , todo ello de maneras esped·
fo:ns e in.~lructivns." 2 '
..SC'gún lo delinca Erikson -comenta Ekstcin- d sueño
n·Oeja el ciclo vital del sofiador: su fase actual y la fase infantil
• Ric-hfi r ld 11m . i;11 .~d'ialú r¡ 11 e la 1·07, de In inteli!lendn no sblo es relacionada con la act ual, sus fij aciones y sus poros psicosexuales
suave, sino quf' hn hla t<t• u 1l11s l'Ol.'f'll: f'!I decir, l'lli.ct1'n dos tlpot rlt' disCt'T· y psicoagresivos . Refl e}a el proceso social, la identidad 1..'0lectiva
11hnle11to, lmmdos rn d !lf'cho de- r¡ne My tlos llpo11 dio conocimiento, doll y la identidad del ego, y los mecanismos defensivos e integra-
mnneTM disltnlns por lnc nmlo:-11 .~1hrmoll lns C'OS.'lll, r¡ue se ih1strnn por
las mnnerns f'n 1'}11e crnuwt• nm~ nl nkohol )' por lo manera en que ronoce· livos de la organización del ego." 24
mos R la f',qtric'nina (Ht•rtrniKl Ru!.~f' ll) . .. Lo q11e Re-id y Finesino:er Ul.G Freud reconoció desde el principio mismo la importancia
di>nominnron 'di ~f'f'n• im knlo dinfomko·, r¡ue f'~ f'I ',m111m11m bnn11?'1 int~· <le la interpretación de los sueños en la terapia psicoanaUtíca,
"!t-ctual drl p~ic•nnn:lli~i s'. l'n rrrilicbd rurdP l o~rnr~e mf'llinnte- In smcrom·
n1C'i6n f'ÍPt1ivr1 d i> amhn• lip<J.~ fon1lnmPnt nlrs d r. 1li~cernim ie-nto en un importancia que no ha decrecido con el correr dPI tiempo y con la
o.den apmpindo rrgid u por !tu particulnridndrs di: mda caso." acumulacUm de experiencia. La teoda <le los sueños, su reme-

202 203
moración y su inlC'rpn:lacióu, es en realída<l la lroría básica de ·está delante de la pnrte principal de la zona de la niñez. A me·
la técnica, <le Ja cua l todas estas páginas no son sino una elabo- dida que el proceso se desarrolla, esta barrera de represión ( RB)
ración. La í11terpretaci611 de los sueños es la Carta ldagna del se aborda reiteradamente y es penetrada cada vez más para que
psicoanálisis y la teoría se detalla en esa obra con toda plenitud. se rescate el material olvidado. En efecto, la linea retrocede cada
Este es precisnmentc el motivo por el cual no comentamos vez más, o sea que se desplaza hacia la izquierda.
aqul de manera mós específica la s minucias de la interpretación Junto con esta progresiva regresión en el recuerdo de lo
d~ los sueños: En la pró.ctit·a y en la docencia, siempre depen- ·olvidado y reprimi.do, el proceso de correlación continúa, de
dimos mucho <le la interpretación <le los sueños, y consideramos manera que, por así decirlo, el paciente recuerda en un mo-
que su evasión o desconsideración de parte <le los psicoanalistas mento algo del pasado, pero al instante siguiente refiere una
jóvenes inCJ ic.wct que su capacitación no fue del todo completa. actitud hacia. el médico y, un rato después, expresa una fantasía
Los suefios son para el psicoanalista lo que las muestras extraídas (o sueño) que identifica a la similitud de estas tres áreas.
con sacabocados pnra el geólogo, con la diíerencia de que nues- Exisle por lo general un vago orden general en la presen·
tras mue.~tras son p.o;ponlÁnens. Son c:omunicaciones codificadas ·tación en apariencia lnestructurada del material psicOanalítlco
que proVienen del inconsciente, que de ese modo eluden la proveniente de estas áreas distintas. Al principio del psicoaná-
barrera represiva. Cunndo son traducibles, los sueños -con lisis, muchas veces el paciente describe algo de su desdicha
ayuda d(~ In nsodadúu- iluminan y aclaran amplios ámbitos contemporánea y es probable que ofrezca algún resumen anam·
de oscurJd~d en lu historia vital, el cuadro clínico y la situación nésico derivado de la situación real y remontado hasta su nií\ez.
de trasferencia. ·•Esto me pasó hoy -proseguirá-, como me pasaba muchas
veces cuando era niño, por ejemplo, cuando ... " Esto es lo que
·designamos como una dirección cronol6gica del orden del ma-
LA SECUENCIA 01\0EN/\DA l>F.L MATERIAL terial que se presenta.; es tipi.co de las buenas historias psiquiá-
tricas y de la psicoterapia, pero no es buen psicoanálisis, salvo
.. Una explkací1í11 o dt·scripciún ele la manera <'n que la ac.h.1ui- en los etapas muy tempranas.
s~c1ón de d1sl'ernimkntu favorn1.:c el avance lincin la recupem- En el psicoanáUsis "'que marcha bien'', en cambio, por lo
<:1611, es c1ue los dominios)' la liht>rlacl del ego se umpHan cuando general el paciente describe, pongamos por caso, un aspecto
el discernimiento haC'e rl'lroc('(}cr a In barrera <le In represión, y <le la situación real que le resulta desplacentero, y de esto pesa
amplfa d árett del conodmknto de sí mismo. Eslo se demuestra a ciertos aspectos de la situación psicoanalftica que podrán re-
esquemáticamente t'n nuestro moc.folo c·on una linea vertical que sultarle placenteros o desplacenteros, aunque quizás placenteros
en contraste con lo desplacentero de Ja situación real. Bajo la
• Thomns N. Frf'nch H empremltó un exnmen Intensivo de los pro- égira de este aspecto placentero de la situación psicoanalitlca,
«sos psirol6gico.~ n In lm: de los des<'ubrlmientos psicoanalíticos y de la su mente regresa a la niñez y recuerda algo de esa área que no
teorln ele los rdtejos t-ondiclonndm1. El ~f'1?11ndo de los cint'O vo lúm~nes
1le este estudio se dt>dim por t"ntero n In tf"Orln de los suf'ños y a su inter- es ni lo m&s antiguo ni lo más reciente. sino algo relacionado
prelaci6n en lerRpia psicoon11HtiC"8, con especia l referencia a IR! moUali- con lo anterior. Desde esa área no tarda en volver al presente, a
dRdes Y secut-n<'IR! rf'C'llrrf'nlt's f'n distintos s11eñQS de la misma persona. algo que está en la situación real contemporánea, y con ello se
F'rench rehtciona a est3s modalidades ron lu modalidndes de conducta dei
paciente. habrá completado el ciclo. (Fórmula: Situación real-+Situación

204 205
~~!coanalítica Y!º
de trasferencia-+Situación de Ja niñez--+Situa-
~on de ~a reahdad-+Situación psicoanalítica y/o de trasleren- hace esperar, siempre lo hace. Yo no le digo nada, supongo que
cia-+etcetera.) Je tendré miedo. r..H madre nunca me hada esperar; ella siempre
Ejemplo: "~fj c·sposu Jamás me tiene lisia Ja . d me tenla listo el almuerzo cuando regresaba de la escuela; nunca
regreso del traba· s· cena cuan o tuve que esperar, como me sucede aquí. ¿Por qué me hace es-
ta b', 1 ~º· H.'mprc me hace esperar. Por supuesto esto
m ien me o ace ustnl, a veces. Pero con usted no e~ tan perar usted?"
grave, porque no me hacr esperar mucho No sé é En este ejemplo el material fluye en dirección contraria
ocurr~ó tirarl: esta puntadita a usted. A v~es solí~:~~rl;eb:~ (Analítica-+Realidad-+Niñez-+Analitica), Deberla avanzar ha-·
mas e ese tipo a mi madre; yo era muy ingrato con ella La cia adelante con el tiempo, siguiendo las líneas que se expe-
acusaba de _cosas_ que era inocente. Mi madre se desvivía . ra rimentaron en realidad, y no sin huella, en órbitas sin trazas que
que yo comiese b1en. Hecuerdo los almuerzos pa van desde la niñez hasta la situación psicoanalítica.
:iando regresaba de ln escuela. ~Jj esposa jam~~eh:r~::::rai;:
pesar ?etodo no la reprocho demasiado. Puede ue a
miedo. S1, me pareC'e que tengo miedo de criticarla. ~Je pareg
t:: Otra manifestación común de resistencia se refleja en la ..
tendencia del materia1 que aflora a •atascarse" o a •quedar en
suspenso": a esto lo denominamos resistencia en "'disco rayado....
que me atrevo m1~cho más a l'rilicarlo n usted que a mi es sC: El paciente se preocupa por el material de Ja niñez, por ejem-
a veces m~ emp~no ('U enco ntrarle defectos a usted." po • plo. y lo rumia y lo rumia sin adquirir discernimiento ni pro-
gresar. En este caso, por lo general la resistencia tiene algo que·
El ps1coanahsta rr·c·o11ol'crá en esto otras cosa 1
d.el punto que clesenmo.i;; ilustrar, o sea que el pn . ta margen
s1vai;n~nte de, la situadón contemporánea a la c~~1::c~~a s1~ce­
ver con el enfrentamiento de algo en la situación de la realidad
contemporánea, cosa que se le puede señalar al paciente para
anaJ1ttca, de esta a n.~ pectos afines d e In situación de la p~~co­ que el proceso avance un paso más. Pero el paciente también.
luego a la situación real y n•pite el círculo en la . d' nm.ez, puede preocuparse por la situación real, en cuyo caso se habla.
contraría ~ la~ agu.ias del reloj (como en In fi ~;mna irncc1ón de "'resistencia de realidad". En este caso la resistencia suele
fa secuencia hpica, n lro incl·l g a 15). F..i;;ta es oponerse al reconocimiento de algo que hay en la situación psi-
:~~~i~?ndelbnpoyo de/en~.~<'jc; ;,:~;~~~:·F~:u~~es~:t!d:i cp~~:~:
is e e avanzar desde lo . d
coonalítica y es menester empujar al paciente, por as'
en esa dirección. En vez de ..¿Cómo incide eso en su vida.
decirlo,

hacia lo q~e s~ entiende por pro1~~~~a~~~!~~ e por superficie actual?", el psicoanalista deberá decir: ..¿No se reflejará eso en
Pero s1 l:'J mnl<>rial su<:esivo lfemlc a avnn cl su relación conmigo?" Pero también aquí el pu.ciente puede
fundiclades dircctnna:ntc hucin el zar csdc las pro- estancarse en el punto de preocupación con su p.ricoanolbta y
en nuestro diagrama ('.~ una. dire~~:·:~~::l~tu.al, o S<.'8 lo ' 1ue en una erotización de la situación psicoanalítica. La corrección
sentido de las agujas dc•I reloj h 1 g1ca, o sea en el consiste, entonces, en empujar al paciente hacia el pasado, orien-
lo tanto, todo psicoanalista. ' ay a go que marcha mal. Por tando su atención hacia el hecho de que "10 que usted siente
hablase del siguiente ~odo tec~nocería qu~ el. paciente que hacia mí es un reflejo de algo que se relacionaba con otra
tad de resistencia seria: ' ropieza con algun hpo de dificul- persona mucho tiempo atrás. ¿Pero quién?'", o ..¿No recuerda
"Usted me tuvo rsperand í M haber sentido lo mismo antes?" •
hace. ¿Será que hoy m~ queríao v:~.~~? T:r:~~fnunmto,. e"°s rqué lo
posn me sente: !ek:d~~d~~~~a~'t:~~~i:J!.~u~i 1~a~l~~ji!.esat~~ tl l:k;
206
007
Otra manera en que la afluencia ele material se detiene no rno y sobre el propio mundo, y contemp\1ulas con objetividad
consiste en un atascamiento, resistencia ni perversión en un solo en el pasado y en el presente- pOOrla designarse como el obje-
punto, sino en un incesante avance y retroceso obst>Sivo entre tivo del tratamiento. Sin embargo, esto s6lo es cierto siempre
dos puntos cualesquiera. Algunos pacientes sallan sin cesar de que tal conocimiento se acompefie de la reacción emocional
un problema de- In rrnlidad a la situación psicoanalítica, vuel- apropiada y de un sentido de libertad por la inversión de los
ven a la situaci(m real y después a la situación psicoanalítka, y poderes creativos y constructivos quo se derivan del instinto
~sí suc:esivamente; jamás se escucha una pnlnbra sobre el período .de vivir.
mfantil. Otros hablan rxhnustivamente sobre el periodo infantil Al fina.tizar este capitulo sobre la función de intervenci6n
y de all~ saltan a la situac:ión psicoanalítica por un rato, quizás del psicoanalista, tenemos plena conciencia de lo escueto, unila·
estableciendo numerosas cocrclnciones pero sin introducir en teral e incompleto que es, pero sí sabemos que contiene recursos
ningún momento (o poi' lo menos de ~na manera concreta) el y fonnulacioncs que resultaron de utilldod pera mucha gente.
factor de la realidad C'OOl<'mporánen. Este paciente podrá ex- lodo esto nos permiti6 trasmitir al candidato que aspira a ser
playarse ampliamente sobre el resentimiento que abrigaba con- psicoanalista, la creencia de que hay orden, inclusive en el ma·
trn el hermanito nacitlo dos años después que él, y compnrari terial inconsciente desorganiza.do con que debe lidiar, y de que
a esto con un nuevo paciente que el psicoanalista acaba de también hay cierto orden en nuestros métodos para encararlo.
aceptar o con cambios en su posición en el trabajo, sin mencionar Esto le nyudará a adquirir confianza en su labor como terapeuta.
nunca a sus propios hijos o qnízÁ.s ni siquiern que su esposa ?.lás adelante podrá incluir en el esquema· }os muchos otros
acaba de dnr a luz una ni1ía. En este tipo <le resistencia, a veces puntos de vista, observaciones y teorías que habrán <le aportarle
C'I psicoanalista joven no sabe determinar en qué punto se pro- sus lecturas y su experiencia, o podrá borrados de su memoria.
duce el vuelco. Si sigue C'ste dingrnmn no deberla confundirse En su conocido estudio basado en cuestionarios, Glover descu-
(descontando, por sup11r.~ to, cierlns rxc-rpciones para las cuales brió amplias variaciones en el empleo de la "interpretación", en
no se puOO~ lrnzar 11i11gunn rC'gln). :su forma, el momento de emplearla, su cantidad, orden y con-
. Echando un último vistnw n nuestro esquema, podemos tenido, entre los distintos psicoanaHstas. Es probable que todos
d~c1r que el proc1'!10 c·fdico de comparncíún, corrclnrión, reme- nosotros procedamos de manera un tanto diferente.
rnornción, corn'<.·dúu, Ple., ptHC'Ct' nvnnznr f'll forma tota l, C'omo
11~1 solo cuerpo, ni li<'mpn que se t•nnlrae por tlrnlro. Ln profun-
<l1dnd de la rcmcmorndóu numrntn, In horrera de In represión
retrocede, la situación psiconnalílicn comienza n dC'svnn('('erse
ni ser absorhirJa por la sHuadón real, y·el progreso del paciente
se aceren al objetivo kk·nl. Es probnhle que el id<>al socrático
·dt.·I conochniento -conu<·cr corrct:tnmcnte cosas sobre uno mis-

orientu h.:u: in el prt>~rnll•. F.11 Tt>Rlid11<l n11e-Slro$ f\S()llf'mrtS !Ólo son una
~~;;~~~n del prlnt'lplo implíc-ito f'O este romf'nlnrio de Jo que t.lijo

208 209
CAPÍTULO VII

'fERMINACION

Cese cÍel contrato entre las dos partes

"' Hemos descripto al tratamient9 psicoanalítico, com.o _ilna re-


lación contractual en cuy.o trascurso una de las partes asiste a la
otra para que haga una valoración Je sí misma. El ego del su-
jeto cxperilJlenta tal escisión o división Funcional de deberes, que
una <lr. sus partes observn a la otra, abandonando progresiva-
mente las fintas de ser sano, maduro, realista y seguro. La parte
observada (o juego de funciones) del ego, es en cierta medida
inmadura~ inhibida, irrealista e ineficaz en su funcionamiento:
de nM In nccei">idad <le tratamiento que tiene el paciente. Sin
embargo, al realizar Ja indagación, recrudecen la inhibición, la.
inmadurez y el funcionamiento inepto, en pe.rticúlar durante los.
períodos terapéuticos diarios de cincuenta minutos. En este
proceso hnsta se trastornan algunas funciones del ego que antes
tran sanas, aunque sólo en forma transitoria.
. Durante el resto de1 día, la regresión se mantiene contenida:
o <'Ocubierta ·por el predominio de las funciones sanas del egó.
Además, en ~oc.lo momento esta regresión, cualquiera sea , su
grado, perman~e bofo la observación de lo porción intacta del
ego, observación que es apoyada y asistida por el psicoanalista.
Junto con esla observación, cabe presumir que se hace eScuchar
la suave y débil voz del inteligente consejo de sí mismo. Aunque·

211
muchas veces ignomdo y resistido, este l.'Onsejo es persistente. dríamos hurgar a través de los centenares de artículos sobre
En última instancia se Jo escucha y se lo sigue. técnica y sobre el proceso psicoanalitico, y encontraríamos muy
¿P~ro cuándo. es "en última instancia?" La consabida pre- pocas discusiones directas sobre el particular.• En los viejos
gunta, ¿Cuánto tiempo dura el psicoanálisis?" (que con tanta tiempos de nuestra disciplina, era un principio cardinal que, una
fr~~ncia se ~cucha dentro y fuera del psicoanálisis} es, al vez rememorados bien los acontecimientos dolorosos y traumá-
prmc1pio del ps1connálisis, una pregunta práctica que requiere ticos de la niñez, extraídos como astillas del dedo de un ni.fío, las
~°.8" respuest.a teóric11., mientras que hacia el final del psicoaná.-
he.ridas crónicas cicatrizaban y el paciente se recuperaba en
lms se convterte en una pregunta teórica a la que suele darse seguida, para seguir feliz para siempre, según esperábamos.
una respuesta práctica. Sin embargo, a medida que fuimos superando -o, por lo
Parece increíble que después de cincuenta años de psico- menos, a medida que fuimos entendiendo más- nuestras nocio-
análisis, haya tanta discrepancia en cuanto a la duración media nes sobre etiología y tratamiento, hablamos menos y menos en
que el psicoanálisis liene o deberfa tener. Los tres meses de psi- estos términos quirúrgicos de extraer o evacuar o sonsacar r&-
coanálisis que precnnizal>a Otto Rank resultaron ser una farsa cuerdos dolorosos. Pero en el sitio de este modelo tan simple
para a lgunos Y. una tragedia para otros. Por otra parte, todos no ponlamos nada. Muy poco leemos sobre el proceso de recu·
conocemos pacientes que estuvieron en psicoanálisis diez años peraclón, de re-regresión, progresión, reconstitución o recons-
o más, cosa que también parece una tragedia o una farsa. Estas trucción. (Ni siquiera sabemos con seguridad cómo designarlo
dife~encias podrían reflejar diferencias en los objetivos del tra· mejor.) Ekstein• y Reider 1" investigan cómo sucede que )a
t~m1ento o erro~es en la valoración de la posibilidad de psicoana- parte observadora del ego, la parte sana, la parte estable, según
lizar. En Jos pnmerns tiempos del psicoanálisis, la desaparición suponemos, se amplía y se fortalece incorporando trozos prove-
de los sfotomas indicnbn un mejoramiento en Ja enfermedad. nientes de la porte afectada. A medida que esto ocurre más y
Hoy rª ~ consideramos que esta norma ~ea adecuada para dar
P?r fmahzado el tratamiento. El paciente que se ha recuperado
más, el ego puede abandonar las improvisaciones de emergencia.
To<lo cHnico está familiarizado con las manifestaciones sin-
bien de una eníennedad con ayuda del psicoanálisis, no volver.& tomáticas de estas alteraciones del equilibrio, las pequeñas vic-
a ten.e~ más el yo que tenla antes, sino que ( cvnfiamos) ha torias cotidianas que tanta importancia tienen para el paciente
adqumdo. un.yo m~s grande y mejor; ha adquirido un nuevo yo. <lesalentndo y anhelante. La suave pero persistente voz del inte-
Pero es <l1Cícil dct·1r de antemano cuánto tiempo se tardará eo Jccto, la nueva conciencia de que existen tendencias contrapro-
conseguir estu. ducentes, la visión cada vez m&s c1ara de los beneficios prácticos
que depara una adaptación más adecuada a la realidad, el miedo
del dolor repetido, el atractivo de las oportunidades, los frutos
EL PUNTO DECISIVO de técnicas mejores para granjearse amor. la renovada valenUa

Al describir la regresión (la "neurosis de trasferencia"') nos • Entre estH pocas ~lm la contribución tle Eksteln • y una di1CU-
referimos a la forma general de la curvn dada" por los rúveles sión de panel en IR reunión de la Asociación Psicoana.litlca Norteamerlcarw.
en 1969.alt Hace muchos años que el Instituto Psicoaoolltioo de Chic9go
sucesivamente inferiores a lcanzados. ¿Cuándo cesa el desc.-enso ct-lehra un ~minarlo sobre la terminación del pslCOflnállals, antes bajo la
Y se inJcia el ~scen.~o o progresión hacia la "normalidad"? Po- dirección de Maxwell Citelton y ahora be.jo Ja de Joan Fleming.

212 213
n ansioso <le perder esos síntomas
para ensayar nuevos caminos, con todo cslo, la carga acumula- propósito, que. no e~taba taestaba ansioso de obtener otra cosa
tiva inexorable del L"Oslo del tratarnic>nlo en ('llanto a tiempo, sino que, al mismo hempo. 1 d ecurrir 8 ciertas técnicas
esfuerzo y dinero, desvla la direC'ciÓn de la curva, ésta deja de Y que, además, se sentía imfu sQ o ~ r ue lo amasen Y queria
muy inusitadas para lograr o. uena C: n obstáculos incons-
descender y se orienta hacia Mrihn, pasando dt• la regresión n
Ja progrr.sitm. Además, s<~ lwrfiln con claridad C'I ejemplo, perci- ser capaz de <lar an1or, pero se presen aro
bido con crecíenlc nititl<'z, dd psicoanalista mísrno: su actitud, . ¡ · pedlan las dos cosas.
C'1entes que e .•óm . d ºd por el tratamiento puso en descu-
su paciencia, justicia, cnnstam·ia, rncionalidad, amabilidad, preo- La regresL n in uci ª . b' en los objetivos del
cupación y verdadero nmnr por C'l paciente. bierto estos hechos e ~ntr;:~JO ca:s·~~ cuando estaba en el
El cambio de din•cdó n des<le la regresión hacia la progre- paciente. Cuand~ culmpodma ,8 , :0 :e!eci:, ei paciente tuvo noción
sión parece operarse a tran?s de un ramhio en d convencimiento
o creencia de parte d1•\ pndonte. Cahe presumir que el paciente
fondo de este.abismo, ·nl1 'bl dicha y agudo descontento a\
de que ~xpenmentaba 1 ec1 e zó a reconocer que, en ciertos
se alejó de Ja reali<lnd t•n lodo lo imsihle, y no le agrada lo que mismo tiempo. Entonces comen. m raci6n con los
encuentra. No popemos tll•L'ir con absoluta certeza que no está respectos, sie;npre ~eria ~né:n~~::~aºbt:nr:uc:do. Pero taro;
satisfecho; más prcc_iso scrín cl<'Cir <Jue c-stá conforme, que decir recuerdos y an~as as <;JU s descontentos actuales no necesaria-
que no linllaría ningu11a salisfncción continuando su dirección bién comprend16, que su ndes como sus técnicas deficientes los
descendente. El pncknk rnn1prnbó que en m11C'hos respectos mente Jeblan ser tan gra , t si a un punto en que
nunra había crecido pnrn t·unvrrtirse en adulto, sino que habla hablan hecho. Llegó progresivamen e.a 'edad·
conservado actitudes r anhdos infantilC'S que se remontaban a pudo decir, sin ánimo malh~modrago m ~f~ bendicio· todavia
su más tierna edad , ludo Ju cual cmpailaba su vida achrnl. El *Esta expe.ri~ncia me ª n ~ir~u~~e la ley de la~ retribu~
paciente viene n comprcmlcr sh1 rquivocación que, más que me sigude ben~f1~1an<l~~ae~~ ~e plantea \a cuestión de si \o que
cualquier otra cosa en la vida, quiere amar y ser amado, com- ciones ecrecien es,ª sar \o<:. inconvenient~
prende que puede dar amor y que pucdc obtenerlo, y también todnv.ía me falta ganar hab:!c~~r~~~~uir adelante ~n estas
comprende que vue<le odiar y luchar ron efiracia si es necesario, prácticos y los gastos que m l mistad y cuento con el
es decir, en defensa propia o en ddensa de una causa digna. sesiones tera~ut~cas. ~~~ntocc:z:O ~u punto de vista frente
Supongamos que nos rrmontumos al principio mismo <l e ejemplo de m1 ps1coana is a. o reci6 ue querla de él, fue en
nuestras proposiciont>s h:i)rícas y hacemos una resefía de los mo- n la enfermedad; Lo qu~ me pa h r:.mnciado. En e1 senticlo
tivos por los c·uales el pacirntc acudió a nosolros. Vino para que pnrte una fantns1a infantil a que e d podré obtener tales
lo 111ivil•nuis dr. C.icrlns pcrlmlmciones o de cicrtn incapacitación; Je querer amar y ser amado, co":'~ren ~ci::écnlcas miis eficaces
éstos ÍUC'rnn sus sfnlomas. Vino, según lo diagramamos, con la satisíacciones en sitios más prop1c10s ~ ue las que utilicé
pmposici6n: "QuiPru que el psieoannlisla me cure.'' (Véase Ja que las que vine. em~leando ?9-st~c:a~:;;~t~. \.1 no danne él )o
figura 6.) durante la experiencia 00 ~ mi ~ e ro rcionó lo que m6.s
El psicoanalista le promr.tió ayudarlo a ohtener alivio par~ que Y? crela quer~r, el ps~~°:o~:~:nt~ dr;' mi mismo, mejor
cial a su mal y establcci{i .un programa terapéutico. Entonces, en necesitaba; me di? "?ª~ t lerancia frente a contra-
el curso de este tratamiento, en el que debía perder estos sinto- capacidad para Chscrumna.r, mayor o d . esidades
mas, el paciente fue dt>st:uhriem]o que sus slntomas tenían un tiempos inevitables, una visión más clara e mis nec .

215
214
En un sentido simbólico, el psicoanálisis me ha reencontrado li<>mpo, en caso de que la decisión d e suspender el contrato haya
conmigo mismo y a.hora me siento en libertad para aceptar este sido equivocada, para prestar su asistencia si surgen inconve-
regalo. Ya no neces1to más ayuda. He conseguido aquello por lo nientes. La mayoria de los psicoanalistas acostumbran colocarse
cual pagué; ya puedo marchar solo. Puedo asumir un papel a disposición del ex paciente para realizar conferencias ocasio-
~a~uro, con preferencia al de expectantes súplicas; puedo sus- nales después del psicoanálisiS,.inclusive hasta por algunos años.
htuu a Ja deses~ranza por la esperanza, a la expectnción por en lo sucesivo.
el gozo, al r~ibu por el <lar. Puedo soportar el olvido d e lo que En todas las discusiones sobre terminación del psicoanálisis.
?ªY qu~ . olvidar, y puedo aceptar y disfrutar, sin sentido de que aparecen en la bibliografía (que en realidad no son muy
mcapac1tante culpa, los placeres que tenga a mi alcance. He numerosas). es difícil que se mencione alguna vez el sencillo
adq~irido, a regañadientes, el conocimiento de mi tentación de interrogante de porqué se debe poner fin a un ps~coa.nálisls. En
sustituir a la autocorrección por Ja. autoindagación, y a analizar efecto, Ferencz.i 15 acarició la idea de que quizás no debiera
en vez de luchar por modificar la situación. El conodmiento de cesar, sino que lo ideal seria que prosiguiese por tiempo indefi·
que nadie en verdad puede sentirse fodepend iente por completo, nido. ¿Pero no implica esto que el psicoanálisis como tal, e;S más
d? que todos <lepernlemos los unos de Jos otros, tienta a rni pasi- importante que el reslllta<lo? ¿No implica que el descubrir más
vidad, pero he pf•nli<lo el miedo a depender de otrn de vez y más sobre uno mismo resulta cada vez más beneficioso? ¿Será
en cuando." que la ley de las retribuciones decrecientes no puede aplicarse-
. Todo psicoanalista se siente muy complacido cuamlo el pa- ª este proceso?
ciente está en condiciones de decir algo asl y lo siente ele verJnd. A veces el psicoanalista y el psicoanalizado se sienten ten-
Muchos pueden d ecirlo y algunos lo dicen. Pero también reco- tados a eludir la cuestión de la terminación. No hemos de insistir
na:cemos q~e el psicoanálisis perfecto no existe, así como no aquí en la contratrasferencia del psicoanalista ni en la reticeDcia
existe el ps1coai;'2ILo;tn pe1focto ni el psicoanalizndo perfecto, y no psicoanalizada del paciente a marcharse, sino que simple·
serfa~os lo~ pnmeros en coincidir con la designación que da mente hemos de señalar el factor general de la inercia. ¡Algunos
Clo\'er al ID.lto de la persona pslcoanali7.ada por complelo.81 pacientes no tienen nada tan interesante que hacer, que seguir
. Y asJ, como sefinló secamente Marion Milner,u:; "Aunque adelante con su estudio de sí mismos, y algunos psicoanalistas.
qu1~s el psi~oanáUsis perfecto no exista, tarde o temprano los parecen pensar que ~o podrían hacer otra cosa que pennitirlol
pacientes deJan <le psicoanalizarse." Lns sesiones diarias con el Puede que los dos tengan JBZÓn.
~j~nalista cesan por acuerdo mutuo. A esto se lo d esigna de Ferenczi respondió a su propia pregunta diciendo que en la.
d1Sti_?t'!5 manera~ : i;omo "finalización.., "'suspensión", "'termina· mayoria d e los psicoanálisis se llega a un punto final que es bien
clón : interrupc16n del psicoanálisis, y así sucesivamente. La evidente pera el psicoanalista y el psicoenalizado, porque el psi-
relación contractual c:ontrolada, caduca en lo que respecta a las· coanálisis se agota, por asi decirlo, y, por lo tanto, se ha com-
sesiones. diarias sucesivas. El proceso <le autoanálisis continúa pletado.117 Sin embargo, este criterio es más intuitivo que teórico.
nuto?1átJcamente con Ja creciente liberación y expansión de las Balint formuló del siguiente modo el interrogante que se·
funciones del ego, y persiste meses y hasta años después de nos plantea aquí:
haber cesndo Jns visitas. Se liene entendido que el psicoanalista
pcrmnnect•ró. n lu expc...'Clnliva por un delenninado período de .!La salud es un estado natural de equilibrio? ¿E:dsten en la mente
procesos que -si se entorpecen y no se perturban- conducirían hada ese-
216 217
-equilibrio? ¿O la snlud t'S rl resultado d e un.'\ circunstancia fortuita, un ·presiones, los síntomas a veces desaparecen, y la seusQ.ciÓn·de
acontecimiento uro e indm ive improbllble, a causa de que sus condiciones ...recuperación", de mayor bienestar y de relativa "independen·
son tan rigurosas Y t11n n umerosns, Qltt!' las probabilklad rs gravitan muy -cia" colocan en primer plano a las consideraciones pdcticas,
-en rontra de ella? . , . A ll:rnndes rasgos existen dos bandCtS (en lns fllo.s de "El hombre que está bien no necesita médico", o sea que no
\03 pslcoena)lstH) ... 1) Ertán los que piensan q ue la genialidad modura
necesita continuar el trata miento.
(salud mental), no t'".t simplemente la suma total casual de una abigamda
Un aspecto práctico relaciona<lo con la terminación, que
mezcla de instintos seimales romponE'nt"s, sino una función per 1e, y que la
!1.'\lud es tm equilibrio ooturnl; pum ellos la terminación de la cura psico- raras veces se menciona, es el del calendario y las vacaciones.
analítica es un 1proceso rn1tuml. 2 } El otro bn.ndo 505tiene que lo. snlud, la Suponemos que si se pudiesen obtener estadísticas exactas sobre
terminación de un psirormállsl! y In genialidnd madura, son, del mismo las fechas de terminación <le los psicoanálisis en Estados Unidos,
modo, el resultado de la i):lternccJ6n <lf' tnnlns fuen.a1, tf'n<lenci111 e influen- encontraríamos un asombroso predominio de pacientes que me-
s"
ciRS, que no se justifica que- tmmm e-1 gobierno de lrn procnos naturaJes.4 joran suficiente como para cesar SUS psicoanálisis cuando CO·
mienza el verano, época en que muchos psicoanalistas se torilan
Entendemos qur fialint t¡uiso rcenuncin r el problema plan- sus vacaciones. La mayorla de los psicoanalistas proceden con
teado poi· el ·concepto hipocrálíco de una vix medicatrix naturae. mucha responsabilidad y tratan de no intem.1mpir su labor más
(.Las fuerza~ <le Ja nnlurnlt'z:t lif'rnl~n a que rl ¡mciente se recu- -<le lo necesario o de no interrumpirla prematuramente por razo·
pere cuando se Je elimina algo adventicio c1ue habla instituido nes de conveniencia personal, pero las vacaciones son un pro·
la "enfermedad"? La cxpt"'rit'ncia nos diría que a veces si y a blema porque intervienen en ellas Jos planes d e los familiares
,·cccs no; que ci~rtas heridas curan, mientras que otras sq. llagan -del psici>nnalista. A veces los pacientes dicen con irania qy.e no
Y se agrandan dt>masiado. Frcud descubrió -y todos los psico· tienen derecho a estar enfermos en verano. ·
analistas deben recordar- C}Uf', en el caso de Ja enferm~ad Sin embargo, las apreciaciones de salud mental no se pue-
mental, la herida cs en parte autoinfligidn y nutomantenida, y -<len bnsar exclusivamente en la valoración subjetiva del paciente.
q ue lo que hny d1• ndn"nlido rs t•n gran mcdicln creado por el Esto es importomte, pero también hay que lener eu cuenta las
mismo paciente.• · opiniones de la socied.a d y las del psicoanalista. En un contrato
D esde hace mucho dn:ulan cicrlas amplias genemliwciones bipartito como el tratamiento psicoonaHtico, el psicoanalista
teóricas sobre In <.Hsoluci6n espontánea de JD. trasferencia, la tiene acceso a sus propias observaciones y al juicio del paciente
invf!rsi6n de regrcsióu, la creciente objetividad ele( paciente y con respecto al grado d e · recuperación", pero en cambio está
cosas por el estilo. Pucllc que tales descripciones de los cambios muChO más distanciado de las opiniones <le a migos, parientes
que ocurren en C'I pnt"Íf'nle sean todo lo q ue podemos ofrecer o hijos <lel paciente, o del juicio de un colega más objetivo o
por el momento. Es un hecho int>ludible que si se alivian eiertas
equipado <le distinto modo. En la. medida en que las conozca,
el psicoanalista no puede hacer caso omiso de las discrepe.ocias
~on :~~ ~1=:~~1s!nt'~~hf! e~:llr~~~~ t;11:;:im~%ª~f:i,·~.~o: que ocurran en estos diversos juicios. Si n1 el paciente ni el psi-
q_u e 110 se p ncde trazar unn dis!lnclón nt'ta entre f'l proce10 de "recupera- coanalista están conformes con los resultados, es evi<lente que
t"l~n" Y el procf'so de "enfnmednd". porque Je trflta de dos R!peCl:os de la
nusrnn. cosa. A IR p1ímPT11 p rt"g11ntn d" llnlint responderht ron un "1r', pero
el contrato no debe caducar ni interrumpirse. Sln embargo, por
nd vf'rllrln R mis leC1ort>s qui' hay qnie-nes lmpugnnn esto, y ron buen fon . razones prácticas que no guardan relación con el psicoanálisis
·tlnmento. ( K. A. M,)

218 219
-enfermedad del psicoanalista, graves problemas económicos p\nw la opinión de ellos resultó ser más acertada que la d el
del paciente, un enfennn en la familia del paciente que lo obliga po:icoanalista o, dicho d e otra manera, si lo que más ~es converúa,
a trasladarse a otra región, y cosas similares- a veces hay que <Indas 1as circunstancias, era evadir el descubrimiento de ese
poner ténnino al tralnmil'nto. En tales en.sos no hay una norma .conocimiento final sobre sí mismos, cosa que tal vez no habrian
de conducta exacta, In nmyoría d e los psicoanalistas d ejarían pu<lido soportar.
abiertas las pue1tas parn <1uc el paciente retorne lo antes posible,. La situación ideal, por supuesto, es aquella en que el psico-
o ayudarlan al paciente a encontrar otro psicoanalista lo antes analista queda conforme con los resultados de los muchos meses
posible. <le traba.jo juntos, en que el paclente está satisfecho y en que las
A veces el psicoanalistn considera que el psicoanálisis ya ha opiniones de sus amigos y colaboradores son favorables. El psi·
rendido todo el benefido posible, pero el paciente no ha que- ·coanalista considera que el paciente logró su objetivo -el obje.
dado conforme. Aunque es to no sucede con mucha frecuencia, tivo de marchar con confianza y competencia en pos de un,
suele significar que el psicoanalista ha llegado a Ja conclusión objetivo "'mejor'"- y el paciente considera que puede seguir
que existe uno de esos problt>mas intenninablcs o insolubles que aprendiendo por su cuenta. Un poco más adelante nos ocupare-
jamás se podrlan a naliz.nr del todo. Freud los comentó amplia- mos de algunas de las normas para arribar a tal convicción. Sin
mente en su profundo aunque un tanto pesimista trabajo final: embargo. conviene hablar una vez más aqui del hecho de que,
..Análisis terminable e interminable." n sin duda, el paciente y su psicoanalista tienen sus manchas
La situación más fre cuente es aqueJla en que el paciente ciegas en este sentido y a veces sus me)ores empeños por ser
es tá conforme con los resultados del psicoanálisis y desea sus- objetivos se ven d efraudados. Evidentemente, es imposible que
ambos soliciten al ambiente social en general la opinión que pu-
penderlo, pero el psic:oanalista no está tan seguro de que el
paciente haya alcanzado to<la s sus polencialh.lades. El psicoana- diera haber sobre el particular, pero a veces existen figuras
lista int enta señalar el progreso que falta to<lavla, los problemas representativas de la vida d el paciente con las cuales no es im-
que no se han resuello, las nct ituc.les y técnicas que podrían me- posible 1...·(nuultar.
Pero este asunto es delicado, d e todos modos. Es muy im~
jorarse, pero d paciente refuta todo esto o le resta importnncia.
probable que el paciente esté en condiciones de preguntar a los
Esto.s~ reconoce con fac·i\idad como rt>sjstcncin, pero no siempre
cis facil resolverla, nunqne d pacit>nle la reconoi:cn. J..i\ fu ga
demás si les parece que ha mejorado. Tampoco, por otra parte,
física del psicoonálisis tiende más n ocurrir en los primeros .e\ psicoanalista puede esperar mucha valoración de afuem (si
bien no es infrecuente que la reciba a titulo gratuito).
meses que en los úllimos, pero ICKlos nosotros hemos visto casos
de esto último: con Ja c-dnsiguiente decepción y, a d ecir verdad,
considerable iodignRC'ión y pesar. Serfa una interei;;anl e investi-
NORMAS PARA DETERMINAR EL MOMENTO OPORTUNO
gad{m psicounu.Hticn seguir n varios de t'Slos pacientes que se
nmrchan d e> pron to, "dr.<:oycndo los consejos", para ver sí a largo
,ARA
SUSPENDER

Dimos a entender que el psicoanalista y el psicoanalizado'


• La exp.resl6n "fu [lR hac:i:t IR &alud", H:.llnt la atribuye a Frt-ud, pPro poseen d eterminadas normas en las cuales basar. sus copclusio-
Edu11.rdo We1s.~ dice que ln fonn11l 6 T a11sk. Pua ~lereOC'iR1 sobre estas
fuentes y una discusión df'l tf'ma, véase Gf!Dfge F. Tn.in.JH . nes de que es probeble que se haya obtenido el máximo bene-

220 221
licio terapéutico y se p11ed~ dnr por terminado el contrato. ¿En gratívas se han detenido y de que las técnicas y propósitos·
qué consisten estRs normas? autodcstructivos cedieron paso a otras constructivas? ¿Qué prue..' ·
Muchos autores csnjbicron sobre el particular• (aunque has tenemos de que se ha logrado una mejor integración· de la
sería interesante comentar que casi todos los autores que lo personalidad?
hacen. empiezan diciendo que muy poco se ha escrito al res~ Una golondrina no -h ace verano. La mejOria clínica de lós
pecto). En 1950 se dedicó a este tema todo un número del Jn. pacientes psicoanalíticos, representada por el·sucesivo abandono
ternational }C>úmal of Psycl1oa11alysis. AlgunOs autores adujeron a·
de las fases de regresión, se parece 1as aves que retornan en
que se lo podía reducir a unos pocos puntos clcmen!alcs, peto primavera: primero una golondrina, después unos cuantos azo·
mencionamos esto pnrn indicar que discrepamos. Por ejemplo: lejos, más adelante una bandada de cerrojillos. El paciente em-
Melaine K.lein piensa que basta que 1as relaciones del paciente pieza a ·sentirse" mejor y a obrar mejor. ·Tiene más altós que
con el mundo externo se hayan fortalecido tanto como para bajos, aunque todavia hay retardos y retrocesos, digresiones y
permitirle encarar de manera satisfactoria la situació.n t.le pesar dilaciones, pero avanza hacia nuevas ·maneras de ser, nuevo~
que se plantea en este punto". ¿Pero qué se entiend e por ..satis.. panoramas, nuevos objetivos. Existe un progresivo desplam.·
factoria"? Wilhclm Rrieh, y hasta Fcnichel,:ui opinan que la nor· miento d esde la pasividad infantil hacia Ja actividad adulta;
ma esencial es el logro d e una fuerte potencia orgástica. Mucho!' desde la presunción de que el amor es algo que se recibe, hasta·
de nosotros, en los primeros tiempos, consi<lerá.be.mos que e[ la noción de que el amor también es algo que se da; d esde lá
signo estaba dndo por la dcsapitrición de las amnesias infantiles~ pasiva expedación de ser amado "'para beneficio propio", hasta
¡aunque si vamos a} cttsn tnmhién podríamos dcdr que la BU· la activa satisfacción de dar amor ·sin el requisito de una re.
sencia de algo negativo -('S decir, la amnesia- plantea un tribución.
problema! Deseamos destarar que, inclusive a través de lo que el
En la actualidad la maynria de los psicoanalistas se hnsan psíc:oanalizado sieole C."U1nu inacabable n:uundacibn -reouncia-
en una variedad bastnnl<' nmplia de criterios para intentar llf'gar dón tan grande que Jo obliga a protestar que el psicoanálisis Je
a una condusi6n qut>, n lo sumo, sólo es aproximativa, incierta y arrebata algunos ele sus más preciados te.c;or.o s-, ca.pta Ja indh
quizás en pnrle oportunistn. Todo!'! roindden en que el propó· cación de que comienro a sentir nocione's de obligaCióo, respo~·
silo del psicoanálisís es pcnnitir c1uc el individuo encare "mejor,. sRbilidad y capacidad pRra retribuir. Hay que pag~r e] derech<>
(es decir. de manern más mnJura) sus problemas internos y ex· de piso. La prolongada indulgencia ·en fant3slas irifantil.es y 'rr.ia"':
lcrnns. ¿Demuestra el pac:knt~ c1ue cn todo momento es compe· neras de proceder infantiles, eiltrafia sus Sentimiento~ · de cuJ~...
tente para hacer tal o c1rnl cosn sin asistencia y sin que nadie algunos de ellos inapropiados. Sin einbárgO, por m&S.que el ni.fi:Q
lo vigile? Esperamos q1w los síntomas cedan o que Jos tolere- se divierta con sus juguetes, íínalmente tendrá Ciue recc;>g~los y
mejor. guardarlos. Se ha perpetrado un dRfio c:.ontra 'ei ambiente. ,S e Jo.-
Además d e la dcsupnril.:lóu o mitigación de los slntomns~ ha cnsucintlo, se lo hn denigrAdo, se lo ha detcrior~do y a veces: .
¿qué otras indJcat'iones tenrmos de que las tendencias desinte· se lo ha destruido. Hay que hacer una reparación, y ahora se
cucntn con creciente capacidad para hacerlo mediante la Jíbe·
• Vén~e tlnrn" pRJA 1m a1tknlo hre\·e y cl:uo que llene unn ntensa ración de ambiciones creativas y de. actividades creativas. La
hihliogr11fü1.

222
mariposa tiene que emerger de las etapas de la larva o pupa, que que el superego se "destruía" y desaparecía al producirse la
·sólo es cnpez. de reptar, <levorar o dom1ir. separación del psicoanalista.
En términos genernles, podemos decir que los signos de una En la actualidad se coincide bastante en que esto fue una
.adaptación satisfactoria as( son: mejores relaciones consigo mis- .extrema sobresimpliflcaci6n. En efecto, algunos pacientes par~
mo, mejores relaciones con Jos demás y ulilización más rendidora cen demostrar que su superego es más fuerte después del psic;:o-.
del trabajo, el juego y olras sublimncíoncs. análisis. Seda ingenuo pensar que los juicios de valores y las
Comentemos cn<ln uno Je es lus puntos cou mriyor dctnllc. respectivas actitudes pueden quedar librados a la razón "'pura",
Siempre habrá que seguir haciendo muchos juicios de valores Y
·s e los seguirá haciendo en forma inconsciente, ¡x>r obra del su-
RELACIONES CONSJCO MISMO perego, al que se le debe atribuir una función útil que '6lo
perturba cuando está mal fonnado y cuando no funciona bien
En nuestro modelo teórico, "mejores rclnciones consigo mis• (lo mismo que la vesícula biliar). Es probable que sean tipicos
mo" significa que se ha reparado Ja escisión del ego, y que Ja de la mayoría de nuestros pacientes, los casos en que el superego
parte observadora y 111 pnr te regresiva de éste-se han .. unido" y ha actuado de manera caprichosa, cruel o con grosera corrupti-
.armonizan una vez más. Nacht (sumándose a muchos filósofos bilidad, o las tres cosas al mismo tiempo. Es indudable que estas
no psicoanaUti<.'Os) dkc <1uc esto es estnr en pnz consl~o mis- .actitudes y expectaciones del superego son enfennizas y, en
mo.1u La tenclem:ia a In Jespcrsonalizu.cíón se habrá reducido (;Onsecuencia, en la medida en que el superego esté representado
-al mínimo. En un sentido práctico, esto significa la autoestima con tal funcionaminto, consideraríamos que el psicoanálisis fue
<¡ue el paciente adquiere de manera consciente y que se mani· f'ficaz si el antiguo superego ha desaparecido. El efecto práctico
fiesta en sus relaciones con los demás. de esto es un sentido de mayor libertad, capacidad para gozar
En lo referente al ego iJcal, por lo común se ve una eleva· más de la vida, el cese de diversas acth.>idades compulsivas y la
dóo de los objetivos, cnUhra<los por nuestras nnnnas culturales. reducción de las tendcrwlas depresivas:
Por el contrario, en mud1os pacientes el nivel de aspiraciones
-cstaba totalmente reñi<lo con los objetivos nlcanzables, y en tales
individuos los objetivos e i<leales apnrenles habrán descendido RELACIONES OON LOS DEMÁs
-(.le su pedestal, pero se acrncc11t6 la probobiliclaJ ele alcanzarlos.
Esto no significa que haru habiJo ninguna reducción o cambio Por lo general los cambios más notables se registran en las
en el sistema de valores, de lo cun.J tendremos algo más que relaciones del paciente con las demás personas. Cuantitativamen-
.decir más adelonte. te esperamos una gama más amplia de relaciones; una intensidad
En la bibliograrla se discutió mucho el destino del superego más profunda o las dos cosas a la vez. Sólo podemos hablar en
en el paciente psicoanall7..ado. Por mucho tiempo se sostuvo que, términos generales de una mejoria en las satisfacciones afectivas
<lespués de haberse proyectado en el pslroanaUsta, el superego derivadas de estas relaciones, a través de la corrección de una
se fue eliminando en. fonua gradual, pero completa, y su función diversiclad o re;;tricción demasiado escasa o demasiado grande.
fue sustituida por el jnií'io consciente y quizás po~ el rob~ste-
1Jimiento del ego h.lcnl (<.'onscicnt e). Se supon(a más o menos • Schafer 11' exploró los aspectos benignos, amorotO! y ama.dos del
.superego.

224 225
Cualitativamente, por suput>slo, esPf'rnmos qu<' las modali- de hostilidad y añoranza adscriplos a acontecimientos de tiempos
dades d~ sexualidad maduras, las llamadas ..geuital(>s", sustitu- idos hace mucho, quedaron en descubierto y fueron diezmados;
yan a los diversos modos inmaduros y demasiado egocéntricos Muchos pacientes encuentran que el progenitor al que preferian
que caracterizan a la "t>11f<•rmedn<1"'. El logro de tal madurez se menos, ahora les resulta más interesante. Es probable que en
presenta cOn una disminución dt"- In ambivalencifl. y un mt>jora- realidad ambos progenitores hayan poseído tantos rasgos odiosos
miento de las relacio11es, no sólo hacia el cónyuge, sino también e Inaceptables que la persistente tolerancia del paciente hacia
hacia los hijos y también hacia quienes, en cierto iienlido, repre- elloS se hnbrla podido describir más como neurótica que realista.
sentan hijos adopttcos. l.a madute"Z no necesita la satisfacción En tales casos la capacidad para cercenar las relaciones Intimas
de deseos infantiles. La "persona psicoanalizada" Jlegn a captar con el progenitor, mantenerlo a distancia y tratarlo con mayor
que estos deseos pue<lc>n gmtificnrsc sin los afanes 1Rn laboriosos objetividad, representa una gran mejoóa.
de antes, que ya no slt·nte más Ja neccsichld ele gratifícac:iones de ~ luchos psicoanalistas consicleran que las relaciones con el
ese tipo o que no hay perspectivas de grnlifkarlos y, cu conse- <'Ónyugf': son el más terminante de todos los índices. pues repre-
cuencia, habrá que rcmmcinr a ellos sin lamrntndon<"S; Ha- i-entan la expresión de Ja adaptación heterosexual forn\alJzada
biendo elahorado eslo, In persona p!'ÍConm1liznda deja ele t'star dd paciente. Sin embargo, aunque resulte paradójico, en muchos
en competencia con sus propios hijos y l'On todos los <¡ne rt>pre- casos los aspectos sexuales del matrimonio adquieren una im-
scntan a sus propios hijos. Eu vez <le competir con c>llos, está portancia menor y no mayor. (Naturalmente, esto no ocurre en
ahora en ron<liciones 'd e 'asumir su verdadero papd de progeni- los casos en que había una pronunciada inhibición sexual. ) Las
tor y <le propordonnrles lo que necesilan. Esto st• refleja en un propensiones de la etapa fálica ceden paso a las características
mayor goce de Ja compañía' de los niños, en mejores juicios al de In etapa genital. La sexualidad en sf'ntido estrecho adquiere
tomar decisiones wlnl'innadns C'on ellos, en unn mayor paciencia menos impo.rtancia, porque entra a predominar In sexualidad en
<:on ellos, en un ninynr int<'rés cl1 !ns cosas que lt•s interesan a · sentido amplio. Por lo general las refaciones sexualflS son más
ellos, y así sncesivnnwnte. Además, por ~xtensión , esto se refleja satisfactorias y de tipo más maduro, están más libres de ansiedad
en un mayor intf'rés dr su pnrte en todas las personas del mundo y más libres de toda sobreeslimnci6n o subestimación. Induce a
<JUe son más débilt.·s o que ncccsilnn más que él. Poc:lrlnmos nror, en efl?'(:to, seguir In tesis de Reich en lo que respecta a la
decir que Agapc hn t:r('(.'ido n expensas de Eros: De todos mo- potencia sexual, pues convierte a la nnh1raleza del orgasmo en
Jos, el mundo cxtn no seguirá juzgrm<lo con mucha propiedad In normn más importante para dar por completado el psicoaná-
Ja eficacia dr.I tratnmh'nlo psicoanaHtko en considerable medida lisis y d e ah!, ppr infoien<:ia, como signo de salud mental. Ni el
por su efecto jndirecln, o SC'A por In forma el) que el rX pncimte tmlnmiento psicoanalitico ni Ja vida en si se pueden contemplat
se rcladonn c..-on los personas que lo rodean. Si su psicoanálisis c:orrectamentc dentro del concepto Ue la frenética búsqueda de
fue eficaz, también mejorarán las vidas de esas personas. un orgasmo mejor (punto de .vista que, por desgracia, no se
Ln rclaciún con lus pndr<'S reales, si viven, suele mejorar limita s61o a Rt:ich HM y a K.insey 108) . •
mucho, por In sencilla mzón de que los elementos inconscientes En el caso de los pacientes solteros, cabe esperar mejora.

• J(9rl Menninger, "lmpot"nce and Friglrllty from the Standpoi.nt of


• EK"larf!Ceremori todn confu5l6n .,ue pudiem hnber cm l'l emudlante PsychonnnlyJis", Joumnl o/ Urology, 34:166-183, 1935. V~" tambtén GP,
si tt6elamo5 que A vet.'f'S Fr"m.l mencion6 a Ero.t en el ~nlldo de Agapt!. 8:67, d icl"mbre de 1963.

226 227
ran mayor impol'lnncifl para el individuo, es signo de que el
miento en la selección de los ol>jetos de amor, con orientación tratamiento psicoanalítico ha sido eficaz. Por mejoramiento en
hacia aquellos que con mayor probabilidad habrán de satisfa- el trabajo, entiendo más interés en el trabajo, mayor satisfacción
cer las necesidades totales de la convivencia, el nmor mutuo, la en el trabajo por el trabajo mismo, y no como un medio para
paternidad y el apoyo reciproco. Por lo general esto tiende a una conseguir un fin, mayor pericia y mayor eficiencia. Con respecto
situación matrimonial. al juego, mejoria significaría mayor interés, si el juego era una
La actitud de los caso<los y solteros hacia el objeto principal modalidad inhibida, y menor interés, si ocupaba una parte de-
de amor, habrá cambiado en la pet"sona bien psicoanalizada, de masiado grande de ll:l vida del paciente. En ambos casos debería
modo que dejan de dominar la posesividad, el oportunismo, el esperar mayor satisfacción <le] juego y un mínimo de sentimien-
parasitismo, la depcndc m.:in y cusns por el cslilo, y prevalece tos de culpa en relación con él. Deberá esperar un mayor grado
Ja actitud masculina o femenina apropiada. El hombre habrá de espíritu deportivo y una mayor medida de participación so-
tendido a masculinizarse más en sus actitudes, identificaciones, cial. También es importante el )ogro de un equilibrio adecua~?_
técnicas y selección de sus objetos, y la mujer se habrá femini- entre los intereses del trabajo y los intereses del juego. Cierta
zado más. Por otra parte, empero, ninguno de los <los dejará de gente tiende e. trabajar demasíe.do y a juge.r demasiado poco,
tener en cuenta ni de tolerar los elementos convencionalmente algunos juegan demasiado y trabajan demasiado poco, y otros
más característicos del ·Sexo opuesto que se han convertido en no pueden hacer ninguna de las dos cosas. Por lo general una
parte inalterable de su propia personalidad. Más bien, tratarán norma fidedigna de que ha mejorado la integración, es la ten-
de adaptarlos a las cnrneledsticas recíprocas de su compañero. dencia n dedicarse al trabajo y al juego en una proporción que
Los integrantes de In suciedad matrimonial habnln estable- rlepnre satisfacción y sea efi caz al mismo tiempo. El resultado,
cido una actitud recípro<·n cm la que el bienestar del otro reviste por supueslo, es mayor productividad y mayor creatividad, ma-
primordial importancia. Dicho de otra manera, el objeto de amor yor satisfacción para el individuo y pam los demás. (Véanse los
se habrá convertido en un fin y no en un medio para lograr un capítulos sobre el trabajo y el juego en la referencia 138.)
fin. El marido dejará de utilizar a su esposa como madre tole-
En el contexto de nuestras proposiciones ( K. A.M.) sobre Ja
rante, nifiera complade nt<• o flyu<l1mte de sus masturbaciones;
fncJo!e de la !>uhlimndón,ms. "º lns mcjorlas que acabamos de
la esposa dejará <le usnr al marido como un esclavo, un monstruo
cJ<'scribir significan que el ego halla cada vez más posible efec:
o la personificación del pene.
tuar la neutrallzación de cantidades d e energía agresiva con una
infusión constr,uctiva de "instinto vital''. En Jugar de malhumo·
RELACIONES CON LAS COSAS y LAS IDEAS ratlo OOio, autorreproche o flagelación, o de la mal disimula<1a
destrucción de la paz, la tranquilidad o los bienes de los seme-
Las relaciones de un individuo con las cosas muteriales del jantes, el indhdduo mcjor'integrado podrá consumir ahora estas
mundo, constituyen Ja esPncin de sus sublimaciones de energias energlas ~n manifestaciones útiles como juego competitivo y
destructivas que no pueden consumirse contra otros seres huma- trabajo constructivo. Estamos tan familiarizados con el fenómeno
nos (y animales). En la prúclica, Ja sublimación adopta la forma Ue la mejorífl, tal como la repr~entan la. "'obtención de un em·
de trabajo, juego y pensamiento. En un sentido general, el me- pleo~, "aprender n ju gar" o .. jugar por primera vez en mi vida'',
joramiento de estos aspectos de la vil.In y el hecho de que adquie-
229
228
!u;=~~:m:~::;~<l~:~~ '~;!~~c~n que esto indica cJ tipo de
En cuanto a posesiones y pod , 0rRAS NORMAS PARA LA TERMINACIÓN'
actitud e.ii:actamente contrario al eno, vemos un cambio de
personas. Mientras que la relnció~u:b;~::e.:;; ;::ii:cto
a otras Existen otras normas más todavía para la tenninación de un
1¿:~0~~~:~:::a~~ 1~~1.1ueJla en que la otra per!'o~':si:ª~ pslcoanálisis. Está, por ejemplo, la conocida norma dé mayor
tolerancia a la incomodidad personal. Es indudable que en las
cosas lo ideal es é io para obtener un fin, frente a las mentes de todos los psicoanalistas jamás podrá haber ejemplo
. que a .c;lns se Jas considere más un ed
u.n Jm. Si el dinero, el automóvil, la casa, el ne ocio m lo qu.e más magnifico de este aspecto de la salud mental que el de
ctón de poder se convierte en objeto de amo g 1 o una pos1- Segismundo Freud, quien a través de cerca de dos decenios de
por si mismo, representa el sustiruto de un ~·\ q~e adoramos constantes sufdmientos raras veces se permitió tomar siquiera
mano y, en Ja medida qu~ lo sea a o Je o e amor hu- un comprimido de aspirina, para no hablar del miedo, el pesar
jnterpersonales. • Por este ;notivo ·~r~tará cont~a las relaciones y la congoja que habr6n rodeado a su exilio y a la pérdida de
sulta~o del psicoanálisis, uno se sien1:°:;n~ec1r qu~, como re- sus amigos y de muchas de sus posesiones. (Véase Emst Jo-
poses1on~s, .pero sabe uUli?.nrlas mejor. s posesivo de sus nes.102} Las inferencias de esto para una interpretación de la
Por ultuno, esperamos wr la desa . ··ó d. . ..cultura de las drogas" y de la prevalecencia de adicciones a
Jos sentimientos de codieia y de conqt~~;~c~:; o 1smmución de diversos compuestos qulmicos, parecen obvias.
éstos seno "pecados cardinnll's" sino . , . ~er, no porque La incomodidad podrá. ser fisica, pero la mayoría de las
irrealisla y unn falln JI! rn mt:iJnd p<~n1ue..md1can una actitud veces es psícológica. Esta últJma puede adoptar Ja forma de ese
cursos para sublimaciurlt's ~ nmor ~~a sat15facerse con los re- <:urioso ma.leslar que llamamos ansiedad o de ese mal- tan igual-
el curso de los afanes y ur:tividndesq ord~a s~ poseen o que, en mente curioso que llamamos senUmiento de culpa. Es importante
gurarse para sí mismu. marias, uno puede ase- que los psicoanalistas jóvenes. en especial, no incurran en el
e rror que cometen tantos profanos que piensan que el psicoanA-
lisis ..elimina" la ansiedad y la culpa. El psicoanálisis, ojalé., re-
duce la ilnsiedad suscitada por los conflictos inconscientes no
rC'Sueltos, pero jnmás podrá. suprimir la ansiedad <lerivuda de exi-
gencio.s y conflictos que todavía no se han planteado. El psico-
análisis, en efecto, podrá. aliviar ciertos sentimientos de culpG
que acompañan a Ja idea de una agresión que el individuo nunca
cometió pero no puede eliminar sentimientos de culpa. que
acompañan a las agresiones que una persona comete o ha~
tido. Muchos de los sentimientos de culpa. inconscientes que la
gente experimenta, est6.n unidos pon cosas erróneas que no
corresponden a la culpa, y podría decirse que uno de nuestros
objetivos es hacer que Jos sentimientos de culpa del paciente se
unan a lo que ·realmente es...
230
231
ni pSicoanálisis como una forma de educación superior, cuya
En <:onsecuenda , en vez de verse libre de sentimi entos de mira, según Arthur Margan, consiste en .. liberarno~ de todo lo
culpa Y d e sensacimws <le ansiedad, la persona psicoanalizada. que haya sid o trivial, casual , accidental, localista y equivoco en
podrá tener m ~ de las dos ~sas que la no analizada, pero sabrá nu estro cond icionamiento anterior, y en sustituirlo con tOOo lo-
de donde provienen y qué hacer para combatirlos en vez de fJUe hay de real, significativo, universal y acorde con la natura-
desa~rollar slntomas. SaLrá si se puede hacer una r't>pnración 0 leza intrínseca d e las cosas." m Asi Jiberados, podremos sustituir
no, s1 cor.respon~ e- o no .una peniteucfa, si se podrá hallar alivio con acción constructiva o circunspección, a la fantasía capri-
o no. Y s1 ese ahv10 es imposible, entonces terKlrá que tenC'r Ja
l'hosa, la agresividad torpe o la paralizante indecisión.
va lC'ntla nC'cesaria parn soportarlo.
~~r lo gcm•rul , d írn]i vi<luo bicu psicoana lizado habrá.
ad~umdo la madur<'z 1¡uc le permita soportar el fracaso. El
LA RELACIÓN éON EL P51COANALISTA
éxito Y el fracaso son ilusiones en parte, pero el sentido de fra-
caso puede ser el enfoqu e correcto para emprender un proyecto.
Por t'1ltimo, las normas para la terminación clel psicoanálisis.
El asunto es que ningún fra caso es el final J e la Unea porque
se descubren en la situación d e Ja trasferencia. Ya comentamos.
más allá hay nuevas melas, nuevos programas, nuev~ afanes. los cambios que ocurren en el individuo y los cambios que ocu-
~~:ufr~~~rar, apron'<·hando el beneficio de la experie ncia- rren en sus relaciones con el mundo externo. Su relación con el
psicoanalista íue algo especial, singular y de sumo valor. Ha
recibido en t'lla tocios los tipos <le relaciones que hubo antes
en su vida. Reaccionó ante el psicoanaHsta como si fuese su
ASPECl'OS SUBJETI YOS llf:L RESULTADO
madre, su padre, su hermano, su maestro, su hermana, su esposa~
Es p ro bablt> que a esta a ltura al pskoana li 7..ado Je par<'zca Poco a poco estas ilusiones tendieron n perder intensidad. El
q ue el psicoanálisis <'S un lrcmcn<lo fraude. Ella no perdió ef psicoan.'llisla se convierte cada vez más en sólo el psicoanalista,
~~pecto de ama de t.•asa que lenia, él no consiguió un ene más en "el médico que con tonta paciencia me escuchó". El paciente
giaode, él o elln no tuvo 1111 niiio con el o In psicoanaf¡sta, él 0 empieza a ser un poco más considerado con el psicoanaHSta
ella no fu e nbsurlla ck los sen lirnicntos de culpa por haber t'OmO vcrsona, por el psicoanalista tal como cs. Esta objetividad
maltra~ado a un hermano. Simplement e se le enseñó que no se hacia e l p.'l ícoannlista vo. en aumento, y la mágiC'a omnipotencia
le castJga~ IA por llnrnr. fJ ll C' lioy otros sitio.e; a donde acudir para del ~rnn hombre empieza a disminuir. En la fantasla esto se
obtener. c1crl ns e.osas, que no podní tcnt'r In hmn, pero <¡uc sf concibe a veces como su muerte; en una formulación más cons-
~rá d1s_ímta r c1crlAs otros snlidacciones que nntcs había con- tructiva re presenta al sustituto de ·un amigo, de un amigo que
sid erado .1gunlmrnte lmposihlc.c;. En C'Stc sentido, el psicoa nálbis· tiene sus propios mnles, sus propios intereses, sus propios pro-
obra haciendo adquirir mayor dist.·riminnción en lo roncerniente l1lcmns, pero con el Antecedente de unos esfuerzos consta.ntes y
a lo bueno Y lo molo, n lo r¡nf' vale In pena tener 0 a 11accr, y n Jo fieles pura ser útil. De este modo, muchns veces la terminación
que no merece el cs ftw rw ." En t•stc sentido se debe considcra_r·
mnn<"rn 1i¡;¡:u ilimtln1. (1) la lmposlbilld1ul d e ohtcmcir 1m1tlfiC11.clón lnb1nlll
. • Hurn d l"scrn~ _111 fao;¡• lr rmhml n~I : º'1,.n fn~" tr•nni nn l <'Dmit'JlUL (lrl psicoom'll istfl: hn nll11 n"l:atlo un grndo Irreversible d e resolución de la.
cunn<lo llJ"YtlTel"t'n marnfostndunC'~ ... d t- qnf' t>I pnclenle h a nce ptado de· neurosis cle trnsfe re nda."t:l

232
·de un psicoanálisis enlrnfia el pensamiento que expresó Tenny-
son: ..Espero ver a mi Piloto cara a cara, cuando haya cruzado METODOS DE TERMINACION
el estuario.'"
Desde otro punto <le vista, la terminación es menos un Convendrá hacer una breve descripción sobre los métodos
período de pes1u que 1111 período de alegría. "El Rey ha muerto. para temtlnar el psicoanálisis, una vez que se decidió hacerlo,
1Viva el Rey!" Según Bulint, c_l paciente siente que se ha operado o más bien de la teoría que inspira a los métodos.
tm él un renacer y que entra en una nueva vidn. }fo Jlegado al Cuando, sobre la base de las normas que comentamos, el
íJnal de un oscuro túnel y vuelve n ver la luz tras una larga psicORnalista considera que se aproxima el punto de máximo
jornada. Casi tiene niit•tlo de sentirse ngrndcci<lo; para que no beneficio obtenido, deberá comenuir a buscar expresiones de
se lo interprete como una evasión o una gratificación como hl<'n una opinión similar de parte del paciente. Si las escucha, podrá
podda ser, pero no dr.l todo, porque ha obtenido má'.s de lo que inclinarse a coincidir con el paciente. Puede que responda con
se habla convenido ni principio, más de lo que ha pagado, y un, "¿Por qué no?" O bien puede que comente que no parece
transmitirá. sus beneficios n nlguna otra persona. haber ninguna objeción a la posibilidad de que termine el trata-
"Es una cxpcrienein muy conmovedora. El clima general es miento. Da a entender que, el hecho de que el paciente co-
<le que se deja para sit.•mprc algo muy querido, muy precioso, mience a pensar (hablar) de la tenninación del tratamiento, no
con todo el pesar y la tristeza que ello significa ... mitigado por es signo de resistencia de su parte. A veces esto es un asunto
fa sensación de seguridad que se deriva Je las nuevas posibili- se
que debe rumiar durante semanas o hasta meses. Si no apare-
dades que se acaban ele <.'011quistar para alcanzar Ja verdadera cen "'síntomas de protesta", poco .a poco empezamos a hablar
felicidad. Por lo general, Jcspué-s de Ja úhima sesión el paciente en términos más definidos acerca del momento en que podría
se marcha contento, pero con lágrimas en los ojos y -creo que -0eurrir, y observamos las reacciones que esto produce. Si el
puedo admitirlo-el psk•oaunlista tiende a sentirse invadido por paciente sugiere que bien podría ser mai1ana, podremos señalar
un esta.Jo de ánimo similor." 4 , que por lo general conviene esperar un poco más, para analizar
Fleming cornenlú que e.tiste una diferencia significativa las reacciones ante tal perspectiva. Si el paciente pregunta direc-
<:ntre la sepa.ración lc'rmiunl del psicoauálisis y muchas otras tamente cuándo podría tenninar, solemos tender a preguntarle
sepa.raciones que Ol'lllTt'n Uurante el pskoan{1Usis, A estas últi- .cuándo le parece que podría ser, y si sugiere un mes o dos,
mas el paciente ti ende a encararlas como impuestas por factores podremos señalar que estamos Je acuerclo con esa posibilidad.
edemos, o sea que es 11u\s un hasta luego que un verdadero adiós. Siempre tomamos la precaución de decir cosas como, "Si,
La separnción de la lcrminución adquiere otro -significado, por- creo que para entonces usted podrá tenninar", porque así le
que es el paciente quien deja al psicoanalista "en un doble sen- indicamos con claridad que eso es lo que pensamos que él podrla
tido : es tá amplirmdo1h1 brecha en el contrnto real entre los dos hacer, pero lo que él va a hacer no lo podemos predecir. .A
[¡c:~~1:1ás está aba11d1111umlo una antigua relación anacroofs. veces somos muy expHcitos en estas últimas pe.labras. "'Por la
impresión que tengo de usted, me parece que usted está en
condiciones de resolver las pocas dificultades que Je quedan
más o menos para tal fecha, y que desde entonces en adeJante
ya podrá marchar solo.'' Lo 1.Ínico que se puede decir es lo que

235
Je parece al psicrnrnalista, pero en realidad éste no lo sabe
eso. d~cimos "creo". Aclernás, los móviles inconscientes pod~: ferencin. Como intentamos hacerlo en todo este libro, hay que
decidir que el psic:oanálisls es demasido valioso como para tener en cuenta que en el contrato terapéutico psicoanalítico
aband?~orl~ o que existe más material que deberla aflorar a la intervienen dos po.rtes y que ·ambas tienen su inconsciente, lts[
superf1c1e. En ese caso, el paciente no puede 0 no quiere termi- .. como tienen un consciente. Ya insinuamos que la terminación
~i~rn:~e t~~!:~:.echa, pero no sabemos que no esté en condi- · del contrato puede ser más difícil para el psico~nalista que para
el paciente. Yo (K.A.M.) recuerdo que uno de mis maestros me
.Lo principal í's ci.u~ el psicoanalista recuerde que no es pidió disculpas por su cansancio y falta de interés en una. sesión
omnisciente Y que, l'll ultnno análisis, las presiones inconscientes de supervisión que tenía con él, diciendo que le sucedía que en
d.el pacfent~ son las ~ue van a reso!Ver Jas cosas. Si el psicoana- ese momento tenia varios pacientes que justo terminaban sus
lista, .por razones. de. oportunismo o de juicio erróneo, 0 por psicoanálisis y que esto siempre es uoa experiencia muy abru-
necesidad, Pf!ºª lemuno al psicoanálisis Je manera demasiado- madora. Siendo un joven psicoanalista que en esa época ansiaba
abrupta, ya se va a Pntí'rar al respecto. que por fin se terminase su propio psicoanAHsis, para no hablar
A veces los pn)(·csos represivos del paciente mantienen del completamiento eficaz del psicoanAlisis de un paciente algún
retenido el material sepultndo el mayor tiempo posible, en Ja día, su observación me resu1tó poi demás extrafia. Era dificil
concebir un acontecimiento tan feliz y fortuito como una expe-
esperanzad.e que el psicoanálisis no llegue a captar su existencia,:
riencia "abrumadora" para el psicoanalista.
por así decirlo, Y de que él {el paciente) soporte la represión.
Sin embargo, todos Jos psicoanaHstas experimentados saben
~or otra parte, esto puede comludr a una incesante y gran ten-
lo difícil que es el período terminal. Es difícil porque está car-
sión en d (.'go. Algunos pacientes, una vez que se convjene gado de diversas incertidumbres. ¿Se ha Jlegado al punto de
,r¡utuame-n~.c Ja fecha aproximada de Ja terminación, de pronto beneficio terapéutico máximo? ¿Ha comenzado a operar la ley
~mpeoran •. Ht>aparnccm muchos síntomas, como sí el incons- de los beneficios decrecientes? ..¿Me siento influido por mi
~ente protestase c:on c•ncrgía µor In arbitraria decisión del ego. inclinación a poner término al psicoanálisis de este paciente por
or lo genernl, lo (j11(' hny <JUe hacer es simplemente postergar ciertas ventajas personales, como un nuevo paciente que reclama
la fec.ha otros trC'inta o sescnta días, para enderezar las cosas. mi tiempo, la Jnminente época de las vacaciones, algunos senti-
En ciertos .ca.sos, nlgunos síntomas que habían reaparecido- mientos ligeramente negativos hacia este paciente, ciertas apre-
pod.rán pcrs1.~l1r, s{i lo parn desaparecer del todo una vez que el daciones demasido optimistas de mi éxito con él? ¿El paciente
paciente se ha nmrdmdo. • es tará ocultando~ tras la fachada de la mejoria, alguna siniestra
Ahop:1. una palabra final sobrn el prnblema de la contratras- semilla de infección psíquica? ¿El paciente no estará simple-
mente poniendo a pruebo mi perspicacia o· quizá estará hala-
• Nut?~tro n1IP.~n. t'I clnt·tor hhak Hnm:i:y comentA• "~spué rl tod gando mi vanidad? 1,Me echo atrás en mi conservadorismo, o
t'n, In profesión 'rmlistn· 1lr g" r¡~iconn¡:ilista, ~o se de~ esperRr I= S:usra~:. quizás hasta esté infligiendo algún leve castigo a este paciente
'J.lon d~ htiber heC"ho un lrnl~;o 1-.erff'cto' . Adem1h, 1i ht-mos liberndo 8 los.
retardando su separación de mi? ¿Será verdad que deseo sepa-
11 ~~?~.os dt>I odJo, ¿por <)Uf' t'SJlC"rnr t¡ue nos digan adW>s sin di1mos un:i.
rarme de esta magnífica persona. y ya no verla más? ¿No será
que esté favoreciendo una continuidad perseverativa y una ero-
236
tizacióo inconsciente clcJ proceso h .
lizaciones su persistente actitud posesiva hacia sus ex pacientes ..
gratificaciones que me proporcionR;~emí~~ en él, por c1ertas
Hace muchos años, a pedido del presidente de la Asociación
Estos no son .~ino unos poco J 1 . PsicoanaHtica Norteamericana, dicté (K.A.M.) una serie de ·
psicoanalista consciente se ~lnnte: et~ interrogantes que el
seminarios en nuestras Reuniones Anuales, integradas exclusi-
gún otro período cl<'I ~icoaná.lisise7osRr:s momentos, En nin-
vamente por psicoanalistas docentes. Aunque se hicieron muchas.
trasferencia son tan perturbadores ta ~menos de contra· consideraciones útiles, el aporte má.s señalado y el corolario de·
Pero Ja paradójica verJad -o ~ J n pe igrosos en potencia. .~
verdad- es que cuanto menos po t o menos creemos que es todas l.as discusiones podría expresarse así: i..a contratrasferen-
cia no reconocida ~e un tipo básicamente destructivo, aunque·
mientos, hmto más peligrosa p:~cu~:d~n~o:on estos pe~a- de forma "'positiva.., es una amenaza siempre presente para el
Una experimentnc..la cnlt•ga Annie íleich 1 d' ~ratrasferencia. éxito del psicoanálisis, en particular para el psicoanálisis del
propiecfad: ' • >a 1c 10 con mucha
estudiante, y el único remedio eficaz es 1 e~ que recomep.dó- .
Frcud: repelidas sesiones de psicoanálisis posgraduado del
IJsicoanalista. Esta recomendaci6n raras veces se ha seguido·
sistemáticamente.

EL PSICOANALISIS INEFICAZ

Por último, no podemos dejar de mencionar Ja terminación.


del caso ineficaz. Entre los médicos existe la costumbre o, diga-
mos, In ancestral tendencia, de arrogarse méritos cuando el
paciente se recupera, y echar la culpa a los pacientes {o a la
enfermedad intratable) cuando no ohtienen mejoría. En psico-
análisis a veces esto sucede de verdacl por "culpa" del paciente,.
por su rigidez.. por su fluidez, por su miedo inconquistable.
Es hu·reíhll' -o fo snín si no ÍUC'Se . . Muchas veces empezamos con gran entusiasmo con pacien-
(jUe poseemos sobrp iJn rnpresión- h po:
los cono~11111cnt·~s
tas sumnmt>nte hábiles y com >elcn asta qu punto ps1coanahs-
tes cuya principal revelación en la penetración prqfunda de su-.
"'enfermedad" es la pobreza ele sus egos, la gélida impenetrabi-
c·ontrntrasforcnda, tl<'í1·ndien!Jo cole~ cacnáenflesta trampa de la lidad en las estructuras de sus caracteres. ¡Recuérdese el caso·
n ns m s ngrantes raciona- que mencionamos en el capitulo V -en el que el psicoanalista
• Frrrnl rroposo que E'n Jo.~ CA~ abrigaba tantas esperan:zas-, que "'no podía mirar 'eso' que era
:iprp.11. tonto o psicoarnl.lisi~ y pe . t ¡
f'n quE', sea porqne el f'!l.C'if'.nte se él mismo"! Algunos casos que al principio parecen muy promi-
riue no qult'Tr abnndnnarlr; 0 enrsils e nn;o m sn erotlzaci6n del proce.1a
~Ds Y rnlis mnterinl, de m;u,iern "q 1 ~ ¿:,ie e psk-oiinnlitado rigue 11portand~ sorios, después nos defraudan tremendamente. Por el contrario,.
lis!R podrá drci<lir gue f"I Rnflli~I parect" te rminar nunC'a, el psicoana- futre los casos que yo (X.A.M. ) cuento entre los más felices de
o no el tratamiento, la dE"rl~16n :ss~~"rr,~1;~1~"! ~~=!.!bi~~aya siclo efiC'az. mi experiencia, figu ró una muchacha ignorante (pero no sin.

238 239
para su próxima oportunidad de ser útil y para realizar la tarea
inteligencia), un inválido Je muchos años, una solterona (hoy que él sabe mejor cómo realizarla. Inclusive, hasta puede que
feliz abuela) y un psiquiatra que habla sido rechazndo por no haya descubierto algo de utilidad para que otros colegas lo
analii.able por uno de nuestros más grandes maestros psicoana· sepan, alguna contribución pequeña o grande para la ciencia Y·
líticos.
para el mundo. ¡Cómo se habrla sorprendido la paciente-de
(No he de C'Onsignar aquí mis fracasos ni mis decepciones.) Freud, Dora, al enterarse que por medio de ella se aliviar~n
Annie Reich escribió unas líneas sabias y reconfortantes millones de personas y. que a causa de ella, se produjo una revo-
·cuando dijo:
lución en psicología y psiquiatría! •
Memás de todo esto, la segunda parte contratante ha ~
Muchns veces no follnmos <lrl todo, !íno que logramos (sólo) una
mitignctón perciaJ de lo.~ sínlomns y un fortalet'imiento del ego. Pero llega
brado dinero en efectivo de la primera, la cual, esperamos,
el momento en que dehemos t.~111frontar el hecho <le que no tiene sentido considerará que obtuvo por su dinero los beneficios que espe-
conllnoor. En estos cnsos, ll'ngo ln lmpres!t.n de que no est• India.do ha~r raba. Pero es probable que para la segunda parte no resulte tan
11nn elaboración e.11.housliva df'I la reaet.i6n frent e a la terminación del psi~ [é.cíl saber en qtd con.si.nió la ganancia. Ha quedado más pobre
tniliils, tal como se describe arriba, sino que conviene más espemr una y, esperarnos, mis sabia. Para el momento en que su psicoaná·
épot'll en que la terminat.•lcín del psicoanálisis Pflre'U'a meno:i: dolorosa; lisis se completa, ha caído en la cuenta de que no pudo conse·
c1iando, por ejemplo, el sufrimiento ha cellido y se dispone de ciertas gmti· guir la mayoria de las cosas que anhelaba. La mayoría <le sus
ficacionu narcl•lstas. Podríamos dt"Cir con justificación que esta manero. de expectaciones nunca llegaron a concretarse. En cambio, sólo se
poner l~rmino al psicoo.nilisis tn renlidad no es una mRnero. psicoanalítirn enteró de que no hay que aspirar n ciertas cosas para después
~ino psiroterapéutka. Pul•ll<' que lo sea de \lerclnd, pero parece ser el
¡1rocedimiento más incloloro. 1 mi
llorar a lágrima tendida 9 arañarles los ojos a los demás en caso
<le no conseguirlas. Por lo tanto, como sugerimos unas páginas
antes, puede que la segunda parte contratante se sienta defrau·
Freud dedicó su 1íltíma gran contribuciOn ul examen <le este dada, ...abnndonada con facilidad .. , pero a un precio muy alto.
problema en su trabajo "Análisis terminable e intcrminnble." 41 Algunos de los que no pueden completar sus psicoanálisis sien-
fü~Jet>r este trabajo una vez por año deberla ser un deber casi ten exactamente esto. '
religioso del psicoanalista en ejercicio, a los efectos <le fomentar
Pero la experiencia psicoamllitíca completa no lo deja a uno
ln humildad que corresponde a su cometido.
con ese estado <le ánimo, porque, si bien es cierto que sus expec-
taciones no se satisficieron, lo que ha gana<lo excede tocio lo que
habria podido esperar. Ha aprendido a amar y ser ama<lo; _p or
LA SF.:PARACION
Jo tanto, aprendió a vivir. Esto es un gran beneficio.
As!, por fin, se dn cumplimiento a las estipulaciones del El aprender esta cosa tan sencilla y reconocer que es un
contrato psicoanaHticu. Lns partes contratantes primero y principio universal clel cual su propia experiencia personal no
segunda se preparan para separarse. La segunda parte Uene la es sino un ejemplo,-representa·el comienzo de una idenUiicación
satisfacción de haber nyududo a un semejante que estaba en
aprietos. Ha aprendido 11.lgo, porque en todos los cosos siempre • Para algun:i~ ~las su!Ues ganancias .y satisfacciones del. ~ooana-.
se oprende. Est6 m('jor preparado para su próximo ..contrato", lilla, véaso Szuz.I H · ·

240 241
t:onstructiva de sí mismo con el universo, con la realidad, con la
<lemás gente. Nadie recíbe jamás todo el amor que desearía,
pero nadie da jS:más todo el amor que podría dar. Se pueden
hacer elecciones, pero el elegir entraña Ja asunción de respon~
sabilidad y la necesidad de renunciación. Pero la vida está para
dar, y ha adquirido la valentla de aceptar esta actitud.
De todas las cosas, pedl que pudiese gozar Ja vida; CAPÍTULO VIII
Se me dio la vida, para q ue pudiese gozar todas las cosas.•
He aquí, entoncf's, una filosofía y una ética implícitas en la PERSPECTIVAS
experiencia psicoanalítica, por más que se la quiera negar. Es
implícito que el amor es la cosa más grande del mundo. Es im-
plicito que el verdadero amor sufre mucho tiempo y es bonda- En los capítulos precedentes trntomos de presentar ,µna
doso, no envidio, no se envanece, no procura para 5' (sino en teorla coherente de lo que sucede cuando dos personas em~ren­
bien de los demás) y no se solaza1 en Ja iniquidad sino en la den un intercnmbio del típo representado por el trata~uen_to
verdad. psicoanalítico. Hemos trazodo las vicisitudes de. esta expen~ne1a,
Por lo tanto, las ventajas intangibles del tratamiento psico- prestando particular consideración al razonamienlo de la inter-
analítico se extienden todo a su alrededor en el universo. Son vención del terapeuta desde el principio del proce_so has~a su
inconmensurables. Pero los valores tangibles del contrato tera- c:onc:lusión, por lo menos ha.o;ta su interrupción po,r tiempo l?de-
péutico se han obtenido y balanceado, por lo general pnra satis- íini<lo. Corno dijimos, en el ex: pacie?tc hnbra un continuo
facción y mejoramiento 'de ambas partes. El psicoanalista ha proct>so dr c:onsolidación, pero será autonomo.
<la<lo, ha recibido y ha npreudido; al paciente le sucedió Jo ti.licntras tanto, el terapeuta contin{1a trnhaj~ndo con o~ros
mfamo. El aprendiz.'lje y la mejoría seguirán adelante en fonna pacienlcs y, cada vez que el proceso se repite, aprende a
autónoma, pero el tmlnmiento ha tenninado. Se ha cumplido ene.mar mejor algunos problemas y encuentra otros problemas
el contrato. Las pnrks deben S('pararse. nuevos, que podn\ o no resolver con toda la propiedad qu.c
d esearía. A dííNcncia del tratam.lenlo de un enfenno en per~t~.
cular, In teoría del psicoanálisis no tiene fí~; tal como su~e
con todos Jns trorlns cicntlfkas, hay unn,contrnua,co?frontac16~,
revisión, ampliación, f'Xlensión.• La teona de Jo. tecmca tera~­
tica experimenta crecimienlo, así como crece lodo el cuerpo tle
los conocimientos psicoanaliticos.
La teorín de Ja técnico que hemos dcscrlplo, cviclcntcmente
no es congruente con la teoría psicoanalítica del funcionnmlento

• De "'Oración dtl 11n soldado conrederado JesCOOOC'ido", rttortado • Jlob.man ¡m~ronta una cxposicló11 sobre la nnturnltm evolutiva de
<le un diario por el doctor Jofm F. Large.1.11 b teorln psi('Oanulilico..ltlt •
-~
242
243
ayuden al paciente, merece recibirse con beneplácito y d~be
estudiarse. Ya en 192.5 Frnu<l escribió:
mental. Este último es un sistema inductivo derivado de diversos
dat~, en esp~lal modificaciones psicopalológicas de Ja condue- En cuestiones clentíUcas no tendria que haber cabida ~ra el retroceso
la, mtrospcccrnnes de los pacicnl<'s y correlndoncs objetivas nnte Jo novedoso. La ciencia, en su perpetuo iJlcompletnmi..ento e insuh·
q~e se hac~n durante el tratamiento psicoterapéutico. La teoría ciencia, va en ¡x» de su propia salvaci6n a través de nuevos de.scubrimlenlos
ps1coanaUt1ca del. funcí~nan~iento ~ental comprende conceptos y nuevas maneros de encarar las cosas. Hace bien, a los efectos de no
~mo p~oc~os ps1cológ1cos mconsc1entes, represión, proyección,
dejarse engnñar, en anrnuse de escepticismo y en no aceptar nada nuevo
si no ha soportado la prueba del más estricto eu.men. A veces, empero, este
mtemahzac16n y desarrollo de los impulsos, comprendiendo los
t'!cepticismo muestra dos aspectos inesperatlOI: puede que esté orientado
~f;:tos psicosexuales y psicoagresivos y la interacción entre en forma tajante contra todo lo nuevo, mientras se aferra a lo familiar
)' aceptado, y puede conformarse con rechazar cosas antes d e haberlas
La teorla de la té1•nic11, en cambio, no es inductiva. Entró examinado. Siu embargo, a l comportarse asl, &e revelA a si mismo como una
e? existencia por un feliz accidente, por un descubrimiento que p rolongaci6n d e Ja primilh'a reacx:i6n en contra d e todo lo novedoso Y
hizo Freud a través d e varios años d e tanteos, tratando de des- como m1mto de eso reacción. Es de conocimiento común la frecuencia coo
entrañar los significados d el sufrimi ento neurótico de sus pacien- que, en In h istoria de la investigación clentlflca, sucede que las inoovack>--
nes tropi~n con lnten:i;a y obstinada resistencia, mientras que aconteci-
tes. Su teorf~, tal como la hemos d escriplo, por lo tanto, es más
mientos posteriores demuestran que la resistencia carecla d e justificativo Y
un ~azonam1ento, unn explicación ele lo que el psicoanaUsta
que 111. novellod era valiosa e import11.nte. Lo que provocó la resistencia
realiza sobre Ja base de la teoría clínica, y es un razonamiento foeron, como regfa, ciertos factores relacionndos con la naturaleza d e la
od hoc de lo que se logru con el tratamiento. En esta explicación novednd, mientras que, por otra parte, varios factores tienen que haberse
s~ aprovechan muchos t.·unc:eptos que se emplean en teoría cH- <.-ombinndu parn posibilitar la erupción de la reacción primiliva.M
n.1ca, como el funcionamiento inconsciente, los procesos prJma-
nos y secundarios, la n·grt:sión, las fnntosíns inconscientes las Ya unlcs del último cambio importante que Freud introdujo
cualidades libidinosas y ngresivas de las relacione.,. inte~rso­ Pn In tcorín cUnica -la consideración sistemática de los aspectos
nales~ Ja persistencia d<~l pnsad o en el presente y Ja tendencia a
del funcionamiento del ego y d el superego, junto con Ja de los
repetir el pa~a<lo, así como las resistencias inter e intrasistémicas. impulsos-, había ad optado varias modificaciones d e la técnica
Pero la técnica no es deriva ble <le estos conceptos. psicoanalhic:a. Por e jemplo, abogó por un papel más activo en
1:-8 técnica del trutnmicnto psicoanalítico, lal 1.'0mo se la el tratamiento de las fobias , d e lo que era. apropiado para el
pracu ca en la actualidad, no fue propuesla como el único medio tratamiento d e los problemas histéricos. La técnica requiere que
para mejorar el sufrimil'utu neurótko y ni siquiera para hacer el d psicoanrilisln rcconau:a que el paciente tiene que enfrentar
estudio psicoanalltico de una pcrsonnlidaJ. Muchos recursos a 111 ansied11<l tic In fobia, en vez <le evitarla.
terapéuticos que producen efectos notables pueden racionali-
zarse también dentro del marco tle referencia de la teoría psico- Tomemos por caso In agomfobla; hay <los formas, una leve y .otJ"a
~nalhlca. El terapeutn psicoannHtico, por lo tanto, tendrá que severa. Los pacientes que pertenecen a la primera, 111fren amledad cuan3o
snlt>n solos, pero todavla no renuncinron a salir soloa por ese motivo; los
~nclagar con afán todo esfuerzo responsable que se haga por
olros, en cambio, se protegen de la ansiedad renunciando por completo a
mnovar, abreviar y mejorar el método d e tratamiento. La cir-
cunspecta íntroclucción de> uucvos giros técnicos, en caso de que

244
Knight, 11 º Kernberg ioi y otros con Jos llamados ..estados fronte·
rizos."•
Otras ramificaciones ·de ]as técnicos psicoanalíticas tomaion
como punto de partida Jos aparentes fracasos del psicoanAlisis.
formulando hipótesis sobre lo que podria haber marchado mal
en el tratamiento. En algunos casos encontramos un formidable
obstáculo <1'1º se opone a Jo .mejoría, a pesar del aparente pro-
gr~o en In rememoración, discernimiento y comprensión de la "
'""" 1
trRsferencia: la llnmada "reacción terapéutica , negativa". En
•J
otras oportunidades, en los casos en que predomiÍlan problemas
estructuralet. corno .en las, grand~ .. d~oi;g~nizacioi;iCF /uncio- w
naíes, los t~,nica~ _ de in,trospección, interpretación y r~pstwc:
'
ción del pasado por la via ;de la trasferencia. parecen estar. en .
general "conlmíndicadas, mientras que.otras _técnicas más nuevas,
innovadas por otros, no psicoarndistas''·-corno drogoteraPia,
modificación de la conducta, esfuerzos didácticos benignos:··
reestructuración social-, ejercen Un notable efecto parq';le' pl-o~
<lucen mejor.ías sociales en pacientes que de otro modo podrían
seguir una trayectoria regresiva. '
El csfu;_no de ampliar los alcances del psicoanálisis está al
,.
servicio de los intentos de reformar, <;O!ltrolar y 'mejorar. Co1mo
tal, represenJa lo que Sclmfor lllO denominó Ja visión có::mica
dentro del i)sicoaná,lisis. __ EI empuje mejorador de] psicoonáJis'í~
adopta Ja fo~qia de ,esfuerzos por 1 revi~ar, refrescar, reforwar,
pern no rc-hncer {porque eso es jmposible) una vida perturljada,
y <tuizás, mcdian!e el emplcb d~ ~n l<'s esf1 ierzos 1~r ac¡receniar"
el n.:spelo del paciC'nle por si mismo, libernrfo de ipcapacitantes
fijm:lones y ele tcn<l¿'ncias regresivas. , '' J
Pero f"Slos intentos responsables y cuidadosos pdi revisar ''
y ampliar la técnica <lel psicoanáli~Ís deben diferenciarse 1d1el mo- ..

• Vl-:i~r tnmhlén A. Aichhorn, Wn11wnrd Youth, Nueva YOJk: Vtklfli!


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lidrid, en Tlie Wrlli11g.J vf J\miu Freud, Vol. IV, Nueva York: lntemaUonal
~~~:;:!;! r';:i~~J:a!r ~~k'~e~~e:L 1~u~dn¿~': 11 ~studio de los "eatados

24H
247
~7I~::::a~erd~o entusiasmo terapéutico que, en nombrC' pacitación y la reeducación. Si bien todas ellas d eberi valorarse
En estos esfue~:S:ª a ~efom~ar y a curar por todas partes. en términos de sus méritos relativos y de su especificidad, algu ~
traliza tanto den;o dS::aº ;;;:naSchafer,
el ~onfliclo no se cen. nas pueden producir más alivio o más d olor psicológico en
sociedad que Ja obstaculi!:. El ~~~ enh e la persona y una mayor cantidad d e gente, de lo que puede hacer el tratamiento
programa es vago e inartic~lado o J~ ;vo es reformar, pC'ro el psicoanalítico c1ásico. Este estado de cosas es irónico, porque el
existencia sin ambiva lencias : ogro es. una es~ecie d e psicoanálisis fue el primer tratamiento racional y el primero que·
dimiento. Y sm culpa, ansiedad ni rcmor- ofreció esperanzas a las personas perturba.das de esta manera.
El que ahora se lo pueda sustituir con técnicas mejores y más·
E I método psicommlílico sin cm bn ,
Rec.-onoce Jas inevitables resi~tencins rgo, no es lul panacea. rápidas, puede contemplarse en la perspectiva de Ja historia de
para no camMar, e l ntrnclivo r e r . , que una p ersoi.la ofrece las ideas más nuevas y revolucionarias. El inventor del psicoaná-
dencia a actuar en contra del g es.J\~ de In trnsfrreucm, la ten- lisis anticipÓ la posibilidad de tal eventualidad. E n el último·
bio de sa tisfacciones más o l~;~pto rnte1:és i.nás n~np!io a cam- decenio de su vida escribió: 1

el cambio y trata d e liberar a In os trans1torrns. $1 bien vn lora


trampas de Jos engnñns 1 í . persona de lns perh11 lxu.Jorns Desearla 11gre¡ar que no creo que nuestras curas puedan competir con
cimiento ele ia pcrsm;u~i:ia~I 11 ~~:~ que ha n rC't:irdn~ln t•I ere. Lourdes, por<1ue mucha m41gente cree más en los milagrm de la Santlsima·
Virgen que en la existencia del Jnconsciente. Si nos referimos a Jos oompe~
defensas, Jos resistenths !ns '1·eg. . oce c1; 1e las nns1C'dadcs y
lidores mu n<lonos, tenemos que comparar al tratamiento psicoanalítico con
dimiento, el laslimar y ·s; r lnsl' • ~s10;es, a cu lpa y el remor-
otros ti~ de psicoterapia ... El anilisis oomo procedimiento ps.lcotera-
ción humnna. En (_•! co:ll<'xlo ~;~ª:aº~ orm~n parte de In mnd i. péulico, no está reñido con otros métodos que se emplean en esta rama
pndentr rcpile sus nmc la litlatlps e t'uros1s dt> t rn.~ frrC'nda, e l f'5pednlizndn de la medicina; no subestima su valor ni los excluye ..• Pero-
nnn difcrendn· por lllc'l.J· 1 1 <1>nt rnprodut·<'n\t•s , pt·ro con (el psh.'0Rn6li!ls) tiene sus Umite5 muy apre<:lobles. La ambición terapéu-
(véa se pp. O<J.70 ) n lrJO·'tc:.• n n is~inencin d e l ps iconnnlistn
li vasde r
és te (p. )~ ~:~r ::e 'ª~. mtervc n_C'ioncs int rrpret a-
propio papel activo, Alll Kj lt f' en e~t~1~~~~l!~ logra. comprender su
tiCft de algu110I de mi1 adherentes condu;o a los más grande5 esFuerzoa por
superar estos obstRculos, de modo que todo tipo de trastorno neurótico·
llegue a ser curable con psicoanUlsls, Han tratado de condensar la tarea
cluC'eión o nparieión dt· .~ u .~ufrimírnlo d nconsc1en tc, en 1.n pro- del psicoen6\isis en una duración' mé.s breve, .de intensificar la trasferencia
sus propins responsnbilidítdt.•s rcnlf' • e modo que pen·1hc así para. que ésta pueda superar toda resistencia, de aunar a otr11s formas de
dadt•s. El psicoa rrílisi~ t • r 1 s, sus fracasos y sus deOíli- influencia con miras a provocar la curación. Es Indudable que tales esfuer-
m is 1~0 de cada t·i~nl~ ·}' ;.:: 1 ~ 5~; ~~~~~ntar la .conciencia. d e sí zos me recen elogio, pero, ~n mi opinión, eon en vano, .. La expectación de
que todo fenómeno neurótico puede curarse, llOlpecho, ae d erivada de la.
concienda de los límilC"s v In . l . 0 acrecienta también la
bilidad~s .. Es e videntr c¡u;. t'st~a=~:~acl para as~mir respon.sa-
creencia del profano de que las neurosis son cosas totalmente innecesarias

para e hmmn r mnJc>s Sm:infr•s ni )íl.


°
r no ha su f.o 00nceh1do
mt•sa de un biem..slnr ,1.t!'nera l. l rn iecer al pr1c1ente Ja pro-
que no tienen ningún derecho a existir, mientras que en realidad son gnlves
enfermedades, lijadas C'Onslitudooaimf!nte, que raras veces se clrcun9Criben
a un contado nUmero de episodio&, sino que, como regla, per11Steo largos
Hace poco npnrrdf'l'on vorins · , t periodos o duran toda le vlda. Nuestra experiencia psicoanalltlca de que
d; .las cu?les ent'ierra n In p'romcsa !J~•~c;i~~npf~s n~~vn.s, algunas ae puede Influir mucho en ellu, siempre que le pueda lidiar con las e.usas:
rotico, m1cntrns qu c> otras, rn C'arnbio, se o~~('~I:~ ~J:~;:·~~o r:~~ desencadenantes htst6rlcas y con los facton:s Ruziliares 11.ccidenta~ de la
mfermedad, no.s indujo a descuidnr el foctor constil ucional en nuestra

248 249
práctica terapéulicn. y, llt' tc.x.lo, moclo!, nada podrlnmos hnCt'r ni respecto, Las limitaciones del tnitamienlo psicoanalitico están <ladas
pero en !torfa debt-rlnmus lt'n<'rlo pre'<'nlt>.51
·Cn no pequeña medida por los tipos de enfermedad que procura
influir. Freutl Jijo de manera muy sucinta: "'Ya sabéis que el
Ninguna d e las unevas terapias, t'n nuestro enten<ler, orienta ámbito de aplicación de la tero.pin psicoanalitica está en las
sus esfuerzos hnciu el tipo de investigodú11 psiculógicn interna neurosis de trasferencia -fobias, histeria, neurosis obsesivas-
que el psicoanáHsis H'<J11iNe. En <'Sin búsquecln, utilizando la y, además, en las anormalidndes del carácter que se desarrolla-
a utorreflexión dd pndentc y la parlicipad6n empáticn <lel psl- ron en lugar de estas enfermeda<les. Todo lo que difiere de estos
coanalistn, In conciencia de si mismo se amplia, contribuyendo estados narcisistns y psicóticos, no se presla en mayor o en menor
asf al cambio. :Tien<lt~ a cambiar la calidad del funcionamiento medida" (p. 155).n
mental, asi como nuestros c;onncimientos sobre las relaciones Así, la tera pia psicoanaHtica clásica y la teoria clásica de la
con uno mismo y ('OIJ la miríada ele otros objetos, humanos y técnica se limitan al mejoramiento de una cantidad de personas
no humanos, tiPndC'11 a iluminarse. Ci'>mo uno se ha constreñido relativamente pequeña. Sin embargo, en nuestro entender. posf!e
clrbilitado, ntnclo, np1t~·atlo 11 ob.~truitlo; cómo se hn ama;lo, odia~ un potencial enorme en la educación de los terapeutas y de
do, nntagonizatlu, oht.•dt·t:itfo, avudndo v obstaculizado como o tros que desean ocuparse de las mentes de las personas pertur-
parte ele una resp1Jt";tn fn •n!P ~ !ns C'm;ílieto~ interiore.c: , todo bn<lns, sea como terapeutas o como investigadores. El ensan-
esto son cosas CJUC' St' ¡wn:iben t'n sus conkxtus histórico y con- chamiento de la perspectiva, la formación de nuevos vínculos
lt'mporáneo. dentro de uno mismo y la persistente tarea del análisis de si
Esta r ."plornd1l11 ~t' apoya pri11("ipnlmf'nlt> f'n la C'onlinun mismo, introducen una orientación hacia el conocimiento y el
t'OITiunicaC'ión <'nin• f'I p!:i<'onnalizaelo y d psit:oanalista; una nmor de~ Ja verdad. En consecuencia, como experiencia terapéu-
inflaquenhlt> nt'lit1ul d t· t' mpalíu p<'rmi!C' IJUf:'" nmhos suporten tica, el psicoanálisis bien podría recomendarse a Jos médicos,
In h1dm 1lel ¡mlL"t'SO p<iit·nn11nlítieo, pnrqn<.> tal rmpnlía los une psicólo¿~os, sodlilogos, trabnjn<lorcs sociales, antropólogos, hís-
Y linstn IC's pmpnrdonn un 1n<•dio de gmlifkneiún que contri- t.oriadnrcs, abogados, cie ntíficos políUcos, artistas creativos, clé-
huy<> n mnnlt'nt'r u11 .~n11idu tk ¡it•rspt•elívft l\('C'rcn tic la posh.1ra rigos y olrns que se ocupan de la mente dd hombre.
gl'•:•crnl dt• nhstirn·1n ia. El prot·r.~o de crnuprt·ntlcr conlim'1.'.l,
nllmulndo por la inlc'rpn•lndlin. Las n•lneimlC'S rnlrc lm ncon-
lt-dmit>nln.~ adqnit•1t·11 mayor t•lnrid;ul: sr t•stahlt•t·t•11 nut·vas
1 ·om·:d(~ll<'S: SC' ron1¡w11 nlgunos \"Ím·nlos nnliguos, niit•nlm.~ (}lH.'
nlms vnw11!os St' t•onk111pb11 1'11 cnnlrxlos tlí~tintns. Tal prort·so
St~ rnsnnC'ha, en parlk11lnr ctmmlu rl pncknk asimila dt•ntrn
tlt· sí l'!i:tas nueva~ rclm·iorn·s , u sea 11111• llls inlf'rnnlizn . Entonces
adt(lliE're mRyor lilwrtatl parn utili7.nrlns <'11 lugar el<' nrdonrs
<·rnnpulsívas rstrrrolipntl:1s m{1s i\lltiguas. Así, In ncdón lmsadn
' ' ll ~lll"llt(•s dt• (•onJlklo inbnlílt's, t•s .~uslih1idn por 1rn 11ivcl su-
pC'rm.r <lf' ncción r 1w osnmicnlo, q 1u.' st· ku-c cargo dt· 1111e•:ns
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