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Discontinuidad.

Notas introductorias
(Miguel Dalmaroni, material de cátedra)

Por dónde empezar. Definiciones, fórmulas y figuras


En primer lugar, es posible releer y reunir algunas teorías o filosofías contemporáneas bajo
la figura de la discontinuidad; un segundo paso consiste en hacer algo parecido en términos más
específicos, es decir examinar teorías literarias discontinuistas. Nuestro modo de trabajar, o
mejor, nuestra concepción de la práctica crítica en cuyo ejercicio queremos enseñar, vuelve
preferible buscar algo así como definiciones y tesis más cerca del final del recorrido que de su
inicio. Nuestra "definición" de discontinuidad consiste en recorrer y en hablar un cierto repertorio
de lecturas teóricas. No obstante, para comenzar de un modo que no nos intranquilice del todo,
podemos adoptar de manera preliminar y provisoria algunas de estas definiciones o descripciones,
que -como veremos- casi al punto de ser enunciadas nos resultarán insatisfactorias como tales, y
que esperamos poder repensar en enunciados propios y enmadejar en conversaciones o escritos
menos formularios:

# Dos cosas son discontinuas cuando sus límites no son idénticos; en consecuencia, continuo es en cambio
un todo, es decir una magnitud cuyas partes están unidas y lo están por límites comunes. Esta definición
suele suponer el axioma de plenitud y/o compacidad: que en la realidad haya discontinuidad es negar que
(como quiso por siglos cierta orientación de la filosofía) la realidad sea sinónimo de un todo ligado,
pleno, lleno.
Por lo tanto, las cosas puede ser sucesivas, contigüas, estar en contacto, y/o verse dispuestas o

ubicadas de un modo seriado, sin ser por eso continuas.


"Dos cosas son continuas cuando sus límites son idénticos", como rezaría la remota definición aristotélica (según se
nos dice), no implica que esas dos cosas tengan en común más que ese límite idéntico que hace que su contigüidad
específica sea de la especie de la continuidad (si estuviesen en contacto pero no tuviesen ese límite idéntico, serían
contigüas pero no continuas).
NB: las limitaciones y los compromisos metafísicos implícitos pero visibles de este tipo de
definiciones (que es preferible conocer al menos por mera ilustración enciclopédica) no las inutilizan,
permiten incluso conservar un añico de su aptitud lógica, pero restringen mucho su provecho filosófico.
Por ejemplo, no representan más que escollos sin interés para algunas distinciones operativas que
proponemos más adelante, como {secuencia como continuidad / serie como discontinuidad}, o {hipotaxis/
parataxis}.

# Diccionario de la RAE: "discontinuo, nua.: 1. adj. Interrumpido, intermitente o no continuo. 2. adj. Mat.
No continuo.". // "continuo, nua.: (Del lat. continŭus). 1. adj. Que dura, obra, se hace o se extiende sin
interrupción [cursiva nuestra]. 2. adj. Dicho de dos o más cosas: Que tienen unión entre sí. 3. adj. Constante

1
y perseverante en alguna acción. 4. adj. Mat. Dicho de una función: Cuyo valor cambia gradualmente con
el de la variable independiente. 5. m. Todo compuesto de partes unidas entre sí. 6. m. Allegado a un señor que
le favorecía y mantenía. A él le debía fidelidad y obediencia. 7. m. Cada uno de los que componían el cuerpo de los 100 continuos,
que antiguamente servía en la casa del rey para la guardia de su persona y custodia del palacio.

# Diccionario Sopena de Sinónimos, Antónimos e ideas afines: "CONTINUO = persistente, ininterrumpido,


incesante, seguido, consecutivo, constante; (chorro, goteo, continuar, proseguir, prorrogar, moratoria). ≠
instantáneo, momentáneo, fulminante; fugaz, súbito, repentino; (relámpago, un santiamén, un soplo, un
segundo, un periquete, un verbo)." 1

# BARTHES: "Si todo lo que ocurre en la superficie de la página despierta una susceptibilidad tan viva [por
parte de la crítica oficial], evidentemente es porque esta superficie es depositaria de un valor esencial, que
es la continuidad del discurso literario [...]. El Libro (tradicional) es un objeto que liga, desarrolla, prolonga
y fluye, en una palabra que tiene el horror más profundo al vacío. Las metáforas benéficas del Libro son la
tela que se teje, el agua que fluye, la harina que se muele, el camino que se sigue, la cortina que desvela,
etc; las metáforas antipáticas son todas las de un objeto que se fabrica, es decir, que se elabora a partir de
materiales discontinuos. [...] Pues lo que se oculta detrás de esta condenación de la discontinuidad es el
mito de la Vida misma: el Libro debe fluir. [...] ... la discontinuidad es el estatuto fundamental de

toda combinación: sólo puede haber signos discretos. El problema estético es saber
sencillamente cómo movilizar esa discontinuidad fatal "2.

# FOUCAULT: "Y el gran problema que va a plantearse -que se plantea- en tales análisis históricos no es ya
el de saber por qué vías han podido establecerse las continuidades [...], no es ya de la tradición y del
rastro, sino del recorte y del límite; no es ya el del fundamento que se perpetúa, sino el de las
transformaciones que valen como fundación y renovación de las fundaciones. [...] ¿cómo especificar los
diferentes conceptos que permiten pensar la discontinuidad (umbral, ruptura, corte, mutación,
transformación)? [...] En suma, la historia del pensamiento, de los conocimientos, de la filosofía, de la
literatura parece multiplicar las rupturas y buscar todos los erizamientos de la discontinuidad". 3 [...]
"Saber, incluso en el orden histórico, no significa `encontrar de nuevo´ ni, sobre todo, `encontrarnos´. La
historia será `efectiva´ en la medida en que introduzca lo discontinuo en nuestro mismo ser. Dividirá
nuestros sentimientos; dramatizará nuestros instintos; multiplicará nuestro cuerpo y lo opondrá a sí
mismo. No dejará nada debajo de sí que tuviese la estabilidad tranquilizante de la vida o de la naturaleza,

1
Santamaría, Andrés. Diccionario Sopena de Sinónimos, Antónimos e ideas afines. Barcelona: Sopena, 1968, p. 78.
2
Barthes, Roland. "Literatura y discontinuidad". Ensayos críticos. Buenos Aires: Seix Barral, 2003, pp. 241-257.
3
Foucault, Michel. La arqueología del saber. México: Siglo XXI, 1988, pp. 7-8.

2
[...] Cavará aquello sobre lo que se la quiere hacer descansar, y se encarnizará contra su pretendida
continuidad. El saber no ha sido hecho para comprender, ha sido hecho para hacer tajos.
"... la `wirkliche Historie´ [historia real según Nietzsche] invierte la relación establecida normalmente entre
la irrupción del suceso y la necesidad continua. Hay toda una tradición de la historia (teológica o
racionalista) que tiende a disolver el suceso singular en una continuidad ideal al movimiento teleológico o
encadenamiento natural. La historia `efectiva´ hace resurgir el [conjunto aleatorio y singular del] suceso
en lo que puede tener de único, de cortante".4

# STEINER: "No tenemos historias sobre una creación continua, sobre una eternidad indiferenciada. En tal
caso, en sentido estricto, no existiría una historia que contar. El postulado de una `singularidad´, de un
comienzo en el tiempo y del tiempo es lo que verdaderamente hace necesario el concepto de creación.[...]
... no podemos conceptualizar que no haya principio, excepto en un plano formal y matemático". 5

# BACHELARD: "El tiempo sólo tiene una realidad, la del Instante. En otras palabras, el tiempo es una
realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas. [...] ... mediante una especie de violencia
creadora, el tiempo limitado al instante nos aísla no sólo de los demás, sino también de nosotros mismos
puesto que rompe con nuestro más caro pasado.[...]... antes que nada es necesario empaparse en la
igualdad total del instante presente y de la realidad.[...] Lo que quisiéramos subrayar es que, en esa
ruptura del ser, la idea de lo discontinuo se impone sin la menor sombra de duda. [...] .. una novedad
joven o trágica, repentina siempre, no deja de ejemplificar la discontinuidad esencial del Tiempo. [...] ... no
existe sino la nada que sea continua."6

# Stavrakakis sobre LACAN: "Para resumir [...] esta es la paradoja de la condición humana en Lacan. El
campo de la representación discursiva, un campo que se extiende desde lo lingüístico hasta lo social en
general, es constitutivo en todos nuestros esfuerzos, condenados desde el inicio, para alcanzar la
identidad perfecta con nosotros mismos. Pero la característica central del lenguaje, de lo simbólico,

es la discontinuidad: hay siempre algo perdido en el lenguaje, lo simbólico mismo contiene en


sí una falta. Las palabras no pueden capturar nunca la totalidad de lo real, no pueden nunca
representarnos totalmente [...]. Faltan palabras para eso: es materialmente imposible (estas son
la palabras exacras de Lacan) conseguirlo [...]. Lo real no puede ser simbolizado per se pero se
manifiesta en el fracaso de todo intento de simbolizarlo. [...]... la dislocación y la falta que ella

4
Foucault, M. "Nietzsche, la genealogía, la historia". Microfísica del poder. Madrid: La piqueta, 1980, p. 20.
5
Steiner, George. Gramáticas de la creación. Buenos Aires: Decolsillo, 2011, p. 27.
6
Bachelard, Gaston. La intuición del instante (1932). México: FCE, 2002, pp.11-13; 36.

3
[la construcción social] crea en nuestra representación de la realidad son justamente lo que
estimula nuestros renovados intentos de construir nuevas representaciones de este real ".7

Axiomas: lo Uno es lo no verdadero


Uno conoce pocas ontologías y, por supuesto, todas (igual que toda teoría) tienen
siempre una base axiomática (parece que en el principio fue el axioma, siempre, cosa que sería
concurrente con las consecuencias de las epistemologías predominantes o más adoptadas durante
el siglo XX relativas a la fiabilidad del conocimiento en general, tanto en filosofía como en
filosofía de las ciencias, lógica y matemáticas).8 Una ontología como la de Alain Badiou, por
ejemplo, da por hecho y bien sabido que por lo menos Cantor vía matemática y Russel vía lógica,
demostraron la inconsistencia del "Todo", es decir refutaron el concepto del "todo", de lo cual se
sigue la tesis de "la inexistencia del todo". O sea, la frase de Adorno "el todo es lo no verdadero"
no es únicamente una tesis de la filosofía de tradición especulativa (kantiana, hegeliana, alemana,
en fin) sino también de la matemática, de la lógica y de algunas ontologías del siglo XX.
Aquí conviene hacer una aclaración: no estamos tratando de establecer la
inexistencia del Todo como un argumento que demuestre una ontología fragmentarista, una
ontología de las infinitas o incontables partes (sin un todo del que procedan), es decir para apoyar
una ontología discontinuista. A la inversa, una preferencia discontinuista, y una cierta figura-teoría
de la discontinuidad, es aquí el axioma a partir del cual adoptamos una ontología para la cual el
todo no existe. Expliquemos esto: el todo es inexistente y es un concepto refutable, inconsistente y
arrasado por el vendaval de las paradojas (esto es, el todo es no-imaginable diríamos con Lacan, o
no pensable diríamos con Foucault) si presuponemos -como aquí- que el todo es siempre conjunto
no de todas las cosas sino de todos los conjuntos o, como insisten Badiou y otros, "múltiple de
múltiples", "multiplicidad de multiplicidades". Para Badiou no hay "cosas" que no sean conjuntos
(multiplicidades) porque nada es Uno (el Uno es lo no verdadero); esto último puede aclararse con
el ejemplo del árbol citado más adelante en el recuadro de citas de Badiou: cuando
descomponemos lo real, lo último o lo mínimo que lo compone -lo que está antes del conjunto de
partículas, por decir- no es alguna unidad de nada (por caso, un átomo de árbol o una partícula de
átomo de árbol), sino otro múltiple, el "conjunto vacío" (o el Vacío, o la Nada, no "lo Uno"). Por
7
Stavrakakis, Yannis. Lacan y lo político. Buenos Aires: Prometeo-UNLP, pp. 87 y108.
8
Para no extendernos, recordemos apenas la definición de axioma más elemental, la del Diccionario de la RAE: 1. m.
Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.// 2. m. Mat. Cada uno de los principios
fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría.

4
eso Badiou insiste tanto en el artículo "Un" cuando cita el verso de Mallarmé "Un golpe de dados
jamás abolirá el azar" (subrayado nuestro).
Esta es, por supuesto una perspectiva entre muchas. Es decir, es lógicamente posible, claro está,
suponer en cambio que hay un conjunto de todas las cosas (es decir que el todo lo es de conjuntos,
pero también de cosas y unidades), y que las paradojas matemáticas y lógicas refutaron la
existencia de un conjunto de todos los conjuntos (pero no habrían refutado, en cambio, la
existencia de un conjunto de todas las cosas).
Parece que al menos hasta no hace mucho, las paradojas de Zenón de Elea (esas que le
gustaban tanto a Borges) continuaron representando un severo y pertinaz obstáculo para cualquier
teoría filosófica o matemática del continuo, ya que no dejan de plantear la infinita divisibilidad del
espacio y se interponen para alcanzar, entonces, alguna teoría consistente de lo lleno o lo pleno,
por tanto de lo compacto e indivisible o indiviso.9

Alain Badiou: tres fragmentos sobre el todo y la discontinuidad

"En El ser y el acontecimiento, como asimismo en el primer Manifiesto, mostré que, despojado de
todos los predicados cualitativos que hacen de él una cosa singular (o aquello que llamaremos más adelante
un objeto), reducido estrictamente a su ser, el “hay” se deja pensar como multiplicidad pura. Si tengo un
árbol frente a mí e intento sustraer de él, primero, la presencia efectiva en tal mundo (sus entornos, el
horizonte, los otros árboles, la pradera cercana, etc.), luego, las determinaciones enmarañadas que lo hacen
consistir frente a mí como árbol (el color verde, la extensión de las ramas, el juego de luz y sombra en el
follaje, etc.), no quedará al final sino una multiplicidad infinitamente compleja y compuesta  por otras
multiplicidades. Ninguna unidad primordial, o atómica, vendrá a interrumpir esta composición. El árbol
como tal no tiene átomos de árbol que funden su esencia cualitativa. Al final, no nos encontramos con lo
Uno sino con el vacío. Este árbol es un trenzado particular de multiplicidades tejidas solo de vacío, según
engendramientos formales que únicamente la matemática puede explicar. […] El ser es multiplicidad
extraída del vacío, y el pensamiento del ser en tanto ser no es otra cosa que la matemática. O, en términos
más sencillos: la ontología, pensada etimológicamente como discurso sobre el ser, se realiza históricamente
como matemática de las multiplicidades." (Segundo Manifiesto por la filosofía 35-36) 

"Reafirmando la actualidad integral del Ser como pura dispersión-múltiple, yo planteaba que la inmanencia
excluía, a mis ojos, el Todo, y que el único punto de interrupción del múltiple de múltiples (y no múltiple de
Unos), sólo puede ser el múltiple de nada: el conjunto vacío. (69) […] El ser en tanto ser es sólo composición-
múltiple del vacío" (Deleuze.“El clamor del ser” 124). 

"Desde un punto de vista filosófico, el fondo del problema es que lo real es discontinuo. Como dice Lacan en
una gráfica fórmula, lo que hay son “granos de real”. En términos de mi vocabulario: sólo hay múltiples
procedimientos de verdad, múltiples secuencias creativas, y nada que disponga entre ellos una continuidad."
(El siglo 141).

Digresión con/tra Marx

9
Para una introducción básica en este asunto es útil la entrada "CONTINUO" del Diccionario de Filosofía de José
Ferrater Mora.

5
Cualquiera que quisiera iniciar una conferencia sobre las controversias que acarrean las
teorías modernistas de la subjetividad y la intersubjetividad (o la comunicación y la
comunidad entre sujetos) podría empezar recordando el repetido y paradojal chiste de
Groucho Marx: "Nunca me asociaría a un club que admitiese como miembro a alguien como
yo". El chiste es paradojal porque el sujeto de la enunciación se desautoriza como tal a través
de lo enunciado: aunque no de un modo tan rotundo y claro, se trata no obstante de un sujeto
de la enunciación autoescindido como en la conocida paradoja del mentiroso: "Miento"; o,
en una de sus tantas versiones menos cretenses y algo más literarias y más ydishe: "¡Mientes,
Samuel! Me dices que vas a Sebastopol, para que yo crea que vas a Odesa, cuando en verdad
vas a Sebastopol".10
Porque lo dicho en el apartado ontológico anterior sugiere volver sobre algunas
perspectivas o elecciones, decisiones teóricas del pensamiento de procedencia marxista: por
un lado, parece necesario interrogar críticamente las concepciones marxistas de la totalidad, y
examinar vinculada con qué clase de comunidades alcanzables nos es dable pensar esa
totalidad, postularla, reconocerla: no creo que sea sencillo ni seguro pujar con éxito, desde
concepciones de comunidad como la de Raymond Williams por caso, con(tra) una tesis como
la de las comunidades del resto de las que habla Cragnolini en "El sexto siempre vuelve";
sencillamente, los hechos parecen darle la razón a la idea de que no hubo nunca ni hay ni
habrá comunidad "cognoscible" ni idéntica a sí misma -total-, ni democracia ni sociedad ni
subjetividad idéntica a sí misma (que tal cosa se deba a que las sociedades históricas, las
únicas que conocemos, están todas gobernadas por la dominación o la lucha de clases se
vuelve apenas relevante en este tema de la totalidad a causa justamente de que los alcances
históricos de la explotación del hombre por el hombre lo son de la máxima escala o duración,
es decir que la fisura se vuelve más antropológica que accidental, más constitutiva que
contextual). Precisamente lo que viene a mostrar el análisis de Cragnolini es que cuando en la
experiencia se presentan en efectos -como quiere la definición filosófica básica que inicia
estas notas- dos cosas (en este caso, los 5 de la casa por un lado, "el 6º" por otro), nunca
presentan límites idénticos y por tanto siempre que haya dos cosas y no Una, serán
discontinuas (por supuesto, se puede argumentar que "los 5" son una continuidad porque son
5 y no Uno, con al menos uno de sus límites idénticos; da lo mismo, porque lo que los vuelve
relevantes -lo que da para ser narrado- es que no tienen en común con el sexto ese límite
idéntico, sino irreductiblemente diferente).
Por otro lado, parece que el psicoanálisis tiene aún mucho para decirle a las concepciones
marxistas del sujeto y de las subjetividades, las que a diferencia del apotegma de Groucho
parecen suponer a veces un horizonte apetecible en que "yo" cree posible estar nítida o
rectamente consigo mismo y no, fatal y perturbadoramente, con otro; al respecto, y aunque
aclare que el propio Marx tenía elementos para refutar algunas de estas críticas, Terry
Eagleton anota esto (los subrayados son míos) en su librito Marx and freedom:

10
El capitan Jack Sparrow -personaje que encarna Johny Deep en Piratas del Caribe: la maldición del Perla Negra
(2003)- utiliza la misma paradoja como artimaña: al comienzo del film declara sus verdaderas intenciones -delinquir,
en fin- ante un par de guardias de la marina que tratan de impedirle abordar un barco sin permiso, y lo interrogan
acerca de qué lo trae a Port Royal; por supuesto, Sparrow les aclara que dice la verdad porque -como en efecto sucede-
hacerlo en lugar de mentir es el modo de que no le crean (ya que cualquiera presupone que pirata y mentiroso son
sinónimos).

6
En efecto, hay muchos problemas con la ética política de Marx, así como los hay con cualquier otra
clase de ética. ¿Es esta noción, la del sujeto humano que se construye a sí mismo libremente, sólo una versión más
generosa del modelo de hombre burgués, patriarcal, como dinámico autoproductor? ¿Es el ser humano ideal de
Marx un propietario prometeico? ¿Hasta dónde es esta una versión de izquierda del ideal de la clase media acerca
de una realización ilimitada y fáustica de riqueza, que trata al yo como una posesión del individuo? Se podría
encontrar un activismo implacable en la doctrina, que desvaloriza lo que Wordsworth llamó “pasividad sabia” o
Keats denominó “capacidad negativa”. ¿Tenemos que realizar todas nuestras fuerzas y capacidades? ¿Qué pasa con
aquellas que parecen morbosas o destructivas? Quizás Marx considera que nuestros poderes se tornan destructivos
sólo cuando son constreñidos, apreciación ciertamente errada. ¿Cómo podemos discriminar entre nuestras
capacidades positivas y negativas si, más allá del proceso histórico relativo, carecemos de criterios para hacerlo? El
desarrollo “versátil” puede parecer a algunos inferior al cultivo de un solo talento creativo, de la misma manera que
la negación de sí puede parecer, a otros, más recomendable que la expresión de sí. 11

Me planteo entonces esta hipótesis: a la luz de esta cita de Eagleton, deberíamos interrogar
cuidadosamente los alcances y los límites de las teorías en cuyo centro aparezca la palabra
"comunicación"; en esa evaluación debemos hacer intervenir, creo, tanto las ventajas
políticas que en su momento (que a causa de su momento y lugar) condujeron a alguien (por
caso, a Williams) a insistir en "comunicación" y a usarla como lo hizo, como las desventajas,
problemas o malentendidos que en cambio puede producir mantener su uso en otros
contextos (sin perder nunca del todo su regresividad inevitable, un mínimum irreductible de
vigencia); mantener en nuestro presente un uso de
"comunicación" como el que le dio cierto pensamiento crítico radical hasta los ´80, sería tal
vez una exageración teórica, crítica, historiográfica y política. En tal contexto, creo que es
posible y necesario volver regularmente a la hipótesis que dice que algo de eso que
llamamos literatura NO ES comunicación (fórmula que, al menos por segmentos, momentos
o tramos, no es de ninguna manera no-williamsiana ni, menos, anti-williamsiana; o que, si se
quiere, consuena bien con el mejor Marx -con Karl y con Groucho-tanto como con una zona
del pensamietno de Williams, una constante). No encuentro por qué razón, digamos, las
concepciones comunicativistas y comunitaristas del sujeto quedarían exentas de contrastar
con desafíos como el de Lacan cuando sentencia que "No hay relación sexual", es decir con
una noción de "sujeto" constitutivamente ajena a la comunicación si se concibe a esta como
una forma de "relación". Al respecto, en un ensayo titulado "El dios alojado" traté de rescatar
el librito de Nancy sobre El "hay" de la relación sexual y algunas cosas que dice Blanchot
sobre la "irrelación", para encontrar un camino nada sencillo pero capaz de evitar los riesgos
de simplificación a que puede conducir tanto cierta lectura optimista de la teoría de los
sujetos y de la comunicación-comunidad por un lado, como la teoría de la grieta drástica y
fatal del lacanismo más pesimista por el otro extremo (Didi-Huberman, en cambio, le hace
decir a Lacan, creo que provechosamente y sin forzarlo, que "si lo real es `imposible´, sólo
existe si se manifiesta en fragmentos, jirones, objetos parciales").

"Discontinuidad" como operador para leer

11
Eagleton, T. Marx. Bogotá: Norma, 1999. Subrayados nuestros.

7
Aquí, por supuesto, podemos advertir que la figura de la discontinuidad es compatible con
ontologías muy diferentes, entre otras cosas porque depende de cómo la conceptualicemos.
Lo que vamos a proponer para estudiar la teoría literaria es menos adoptar una teoría de la
discontinuidad, que operar con "discontinuidad". Esto quiere decir tres cosas:
1) examinar y ser capaces de describir qué significa "discontinuidad" en tal o cual texto teórico o
crítico en particular, y qué ventajas y desventajas ofrece allí para construir argumentos teóricos o
para leer tales o cuales composiciones o efectuaciones artísticas singulares;
2) identificar -en teorías literarias diversas y en trabajos críticos- figuras, tesis y conceptos
emparentados con el problema de la discontinuidad, o más bien con algún concepto discontinuista
posible. Este es un trabajo propiamente teórico importante que es posible plantear en este contexto,
e incluye explorar nociones como las de resto, residuo, sustracción, atasco (atolladero),
interrupción, encabalgamiento y cesura, laguna, fragmento, emergencia, desfase, discronismos y
otras.
3) en base a esas lecturas, construir(nos) modos particulares de operar con "discontinuidad" y con
nociones emparentadas, en niveles, calas o recortes específicos, para producir lecturas de textos o
problemas particulares. Este sería el trabajo de investigación crítica más importante que podríamos
encarar en este marco.
Ilustremos con un ejemplo este carácter operatorio que proponemos para
"discontinuidad": supongamos que pretendiésemos fijar en una definición o una fórmula, que las
siguientes proposiciones son verdaderas, no refutables, consistentes o por lo menos preferibles y
-por tanto- que debemos adoptarlas como tesis: "La gramaticalidad es el dispositivo de continuidad
del discurso, así como la agramaticalidad lo es de su discontinuidad"; "lo conexo, y por tanto lo
subordinado y lo coordinado, pertenecen al orden de la continuidad". Si procediésemos de ese
modo, visto desde el interior de los propósitos y paradigmas adoptados, podríamos estar en lo
cierto. PERO ese modo de proceder nos impediría operar con el problema dis/continuidad, lo cual
sería posible, en cambio, si por ejemplo establecemos que en determinado nivel (o pensando en
determinados efectos de lectura atestiguados, o en términos excluyentemente relativos) "la
hipotaxis o subordinación es continuidad mientras que la parataxis o coordinación es
discontinuidad"; en efecto, sabemos que mientras los conectores hipotácticos pueden hacer de los
segmentos del discurso, partes de un todo, es decir de una concatenación de relaciones (por
ejemplo de una unidad o totalización temporo-causal, o consecutiva), los conectores de la parataxis
pueden reducir su función a la yuxtaposición, la acumulación, la contigüidad de segmentos cuyos
límites no son idénticos, semánticamente incongruentes; o, peor, impensables en su acople, como
sucede con el orden meramente alfabético en la clasificación china de animales del cuento de

8
Borges citado por Foucault; estaríamos, en fin, dándonos como herramienta analítica una
distinción posible entre secuencia (que supone continuidad) y serie (para la que basta un
mínimo de contigüidad meramente postulada, como la contigüidad artificial entre a y b y c y d
etc.); podemos así adoptar (darnos, construirnos) para un caso, obras o problema particular una
figura crítica de parataxis como ocupación y marcación (mediante dis-junciones literalmente
idénticas a las conjunciones "y" u "o") del "entre" o del hiato entre segmentos, es decir "y" u "o"
como señalizaciones del corte, de la fisura que mantiene separadas las cosas, y de ningún modo
enlazadas.12 O, mejor: donde la gramática (in)articula un lazo no-imaginable. Pongamos apenas un
par de ejemplos donde esto se lee inmediatamente: El poeta mexicano Xavier Villaurrutia escribió
en uno de sus textos:
[…]
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
[…] 13

Semántica, imaginaria o lógicamente hablando... ¿qué diablos une, coordina o articula esa "y"
entre "mi bosque madura" y "mi voz quema dura", etc.? Como se ve, el poema es uno de tantos
casos en que la poesía despliega una de sus efectuaciones características: discontinuar las
articulaciones orgánicas del discurrir mediante una parataxis (coordinación) semántica y
lógicamente dis-cursiva que acumula o yuxtapone las posibilidades prosódicas, sonoras o
musicales de una combinatoria fuera de orden, fuera del orden posible y disponible de
articulaciones de la Lengua. Lo que el poema hace con voz/bosque y con “que madura /
quemadura/ quema dura” nos detiene, impide que continúe la lectura como un discurrir lineal o
arbóreo -continuo- de una combinatoria funcional al sentido. Por supuesto que si estamos
propiciando un trabajo operatorio (usar "discontinuidad" para escribir efectos de lectura, y no
viceversa), bien podríamos reinventar, para leer el poema, una figura disfuncional, anómala o sui-
12
Por supuesto, y a riesgo de ser obvios: esto no significa ignorar -sino dejar a un lado por razones operativas,
analíticas-, lo que sabe cualquier teoría gramatical más o menos convencional, es decir que la parataxis stricto sensu sí
produce enlaces y continuidades coordinativas, copulativas, disyuntivas, etc.
13
"Nocturno en que nada se oye". Villaurrutia, Xavier. 15 poemas. México: UNAM, 1986. Selección y nota
introductoria de Octavio Paz. En: http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf2/villaurrutia.pdf

9
generis de continuidad musical, sonora, prosódica o cuasi-paronomásica. Si lo lográsemos,
importaría poco o nada que en el camino del trabajo crítico hayamos abandonado "discontinuidad",
porque habríamos demostrado que hicimos lo que nos propusimos: utilizar "discontinuidad" como
herramienta de indagación inicial para escribir una lectura.
El final del fragmento de Villaurrutia (“un mar en el que no sé nada / en el que no se nada”)
recuerda el título de la novela de Juan José Saer de 1980: nadie nada nunca. La frase tiene dos
lecturas posibles -digamos, una continuista y otra discontinuista-, y es literaria porque el libro de
Saer no nos proporciona recursos suficientes para decidirnos por una de las dos y descartar la otra.
“nadie nada nunca” puede leerse como una enumeración de las negaciones de persona, de objeto y
de lugar del idioma castellano (lo cual puede estar sugerido por la minúscula inicial de la primera
palabra, como si se tratase de un verso que –igual que sucede a menudo en la poesía
contemporánea- hubiese suprimido los signos de puntuación: Nadie, nada, nunca). Una frase
nominal. Aunque -si radicalizamos la disposición discontinuista- no hay comas ni mayúsculas, lo
que conduce antes que nada a leer una acumulación sin principio de orden, sin principio de reunión
marcado. Pero, claro, incluso si no dejamos de leerlo como parataxis, el título también se deja leer
no solo como una discontinuidad+continuidad claramente paradigmática en el sentido saussureano,
es decir como sistema de oposiciones por diferencias-en/desde-la-semejanza (al modo de
[cara/faz/rostro] o [pato/mato/rato/gato]); pero también, por supuesto, el título de Saer se deja leer
como continuidad sintagmática, es decir como una oración predicativa con sujeto (nadie), verbo
núcleo del predicado (nada –tercera persona singular del presente de indicativo del verbo “nadar”-)
y complemento circunstancial (nunca); la novela además permite confirmar esta lectura, porque
ese título es una bien decidible alusión intertextual a la célebre sentencia de Heráclito ("nadie se
baña dos veces en el mismo río", para citar la traducción más divulgada).
Uno de los mejores y más tempranos trabajos de crítica literaria y análisis de textos que
aborda esta problemática en la prosa narrativa es el texto de Eric Auberbach "La media parda" (al
final de su libro Mimesis de 1942)14, referido principalmente a la novela To the lighthouse de
Virginia Woolf. La tesis de que la prosa novelística interrumpida o errática no es de ninguna
manera una invención del siglo XX ha sido enfáticamente adoptada por Susan Sontag:
La prosa narrativa extensa denominada novela, a falta de un mejor nombre, aún ha de
sacudirse el mandato de su propia normalidad tal como se promulgó en el siglo XIX: relatar una
historia poblada de personajes cuyas opiniones y destinos son los de la presunta vida real corriente.
Las narraciones que se desvían de esta norma artificial y cuentan otra clase de historias, o parecen
no contar ninguna, se inspiran en tradiciones más venerables que la del siglo XIX, pero aún, hasta
14
AUERBACH, Eric. "La media parda". Mimesis. La representación de la realidad en la literatura occidental [1942].
México: FCE, 1996, pp. 493-521.

10
la fecha, parecen innovadoras, ultraliterarias o excéntricas.15

Por su parte, Giorgio Agamben ha insistido (en torno de los descubrimientos de E.


Benveniste, que no se cansa de citar) que es el lenguaje mismo el que está escindido en dos
dimensiones no congruentes, discontinuas, entre las que se abre una laguna, una fisura
insuprimible, un entre que separa semiótico/semántico, sintáctico/semántico, le son/le sens,
himno/elegía, etc.

Qué es discontinuo de qué: un primer esquema


A partir del poema 13 de Árbol de Diana de Pizarnik ("explicar con palabras de este mundo
/ que partió de mí un barco llevándome"), nos interesa proponer varios niveles o escalas de
dis/continuidad; los clasificaremos provisoriamente en estos cuatro:
1) Lo real en sí es discontinuo (asunto, como ya anotamos, de la ontología).
2) Las palabras son discontinuas respecto de sí mismas si es cierto, como quieren Saussure y luego
tantos otros- que las dos caras del signo, significante y significado, lo son (tesis de la arbitrariedad
o del signo no motivado). O, como se abre con la intervención lacaniana, la relación entre
significante y significado es contingente.
3) Las palabras y el sistema entero de la Lengua es discontinuo respecto de la experiencia, es decir
de lo real: [¿es imposible? o por más que lo intento una y otra vez no puedo] "explicar con
palabras de este mundo" la experiencia real (aunque algo de lo real, un "jirón", un "añico" o
esquirla entrevista, "una inminencia" o sospecha de "vestigio", un "resto", "un incalculable"
siempre se resiste, sobra, se insubordina, testifica mínima pero tenazmente que no puede testificar;
es decir, en algún no-lugar tiene lugar una manifestación de que, a pesar de(l) todo, algo inquieta,
se aproxima, hace sonar el eco mudo pero sensible de su emergencia, parece a punto de advenir:
algo perdido o que falta pero que es a la vez, no obstante, causa y objeto del deseo). El sistema de
la Lengua -cree Saussure- es discontinuo respecto de "la masa amorfa del pensamiento" que es
previa a su organización ("pensamiento organizado" hay únicamente con la Lengua, no antes ni sin
ella); de modo que el pensamiento organizado es discontinuo respecto de lo real (lo real en sí: esa
especie de indiferencia muda de la que podemos decir nada). Una de las variantes de esta
perspectiva es la tesis que, en términos de Roger Chartier, habla de "el mundo como
representación".

15
Susan Sontag, “Extravagante. Acerca de “Bajo el glaciar” de Halldór Laxness” (2004), en Al mismo tiempo. Ensayos
y conferencias, 2005.

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4) El sujeto es discontinuo respecto de sí: "partió de mí un barco llevándome"; es decir, toda
subjetivación se produce mediante una desposesión=desubjetivación (en Agamben: Benveniste=el
testigo del exterminio nazi=el poeta=el sujeto mismo). O: el "trauma original" de la escisión, ese
carácter fisurado o quebrado de la condición humana, es característico de la misma y es
insuprimible. En mi opinión (como en la de tantos) es un hecho que nadie mejor que los
psicoanalistas-filósofos explicaron esto hasta ahora (Freud, Lacan y la lista de firmas que sigue,
opinable o variable). También es un hecho muy reconocido (no era imprescindible que lo
desarrollase Heidegger, pero mencionémoslo) que una de las manifestaciones más poderosas, más
perturbadoras y convincentes de este carácter discontinuado (fragmentado etc.) del sujeto está en la
gran tradición de la poesía moderna; no importa tanto el hito (los alemanes obviamente lo datan en
Hölderlin), y los límites del corpus son variables, pero de eso se trata: "Yo persigo una forma que
no encuentra mi estilo", "Yo soy aquel que ayer nomás decía"; "Soy y no soy aquel que te ha
esperado / en el parque desierto una mañana / junto al río irrepetible en donde entraba / y no lo
hará jamás (nunca dos veces) / la luz de octubre rota en la espesura" (José Emilio Pacheco, "Don
de Heráclito").

A su vez, esa vasta y variada biblioteca que conocemos como la teoría literaria (o gran
parte de ella) sostiene alguna variante de esta tesis: en eso que la civilización llama hace un tiempo
"literatura" se cursa una cierta (no)manifestación de nuestra condición discontinua (es decir un o
particular de testimonio del trauma constitutivo de lo que somos: desconcierto, heterogeneidad,
hiancia, fisura, resto, resistencia a la falta, energía excedentaria, heterotopía, instante,
acontecimiento, escisión, etc.). Por eso, para describir o analizar ese singular testimonio (la
literatura) hacemos uso de figuras críticas como dis-curso, interrupción, diferencia mínima,
nominación, resistencia, parábasis, ironía, anacoluto, disyunción, insubordinación y parataxis, etc.

[Texto de Miguel Dalmaroni - corregido y revisado en marzo de 2018 ]

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