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Alhim 522
Alhim 522
Les
Cahiers ALHIM
Les Cahiers ALHIM
3 | 2001
Migrations en Colombie
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/alhim/522
ISBN: 978-2-914297-25-7
ISSN: 1777-5175
Editor
Université Paris VIII
Edición impresa
Fecha de publicación: 3 marzo 2001
ISBN: 2-914297-02-5
Referencia electrónica
Hermes Tovar Pinzón, « Emigración y éxodo en la historia de Colombia », Amérique Latine Histoire et
Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea], 3 | 2001, Publicado el 07 marzo 2006, consultado el 26 abril
2019. URL : http://journals.openedition.org/alhim/522
Amérique latine Histoire et Mémoire está distribuido bajo una Licencia Creative Commons Atribución-
NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Emigración y éxodo en la historia de Colombia 1
La fuerza inmigratoria
1 Con excepción de la inmigración española y la introducción de negros africanos durante
los siglos XVI a XVIII, el territorio colombiano no ha sido receptor de grandes corrientes
migratorias procedentes de Europa o de otros continentes. Los flujos que han llegado
después de la Independencia han sido muy pequeños, lo suficiente como para crear unas
colonias que apenas han permeado localidades pero no la sociedad ni la economía
nacional en su conjunto. Alemanes, italianos, judíos, árabes y españoles han contribuido a
dinamizar ciertos sectores económicos y financieros de diversas regiones de Colombia, en
distintos períodos de los dos últimos siglos. Así a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX los alemanes se vincularon a la economía cafetera en Santander, a la economía
tabacalera, a la ganadería y al transporte fluvial en la Costa Atlántica como al sistema
bancario en Antioquía1. En este período los judíos y los árabes fueron animadores de las
actividades mercantiles2. A comienzos del siglo XX ciudades de diversas regiones de
Colombia vieron florecer a pequeños comerciantes y cacharreros de origen árabe y judío3.
Aún a mediados de los años de 1950 era común observar, en los pueblos de los Andes, a los
“turcos” manejando el comercio local de telas, fantasías y bienes industriales propios de
la época.
2 Los grandes movimientos de población que invadieron el Sur de América o las Antillas, a
fines del siglo XIX y principios del siglo XX, nada tienen que ver con Colombia, un país
curiosamente abierto a lo extranjero pero cerrado al potencial de una inmigración
masiva. Los intentos de Bolívar y de la recién fundada República de remozar la economía
y la sociedad con inmigrantes europeos y americanos, fracasaron a pesar de haber
entregado 2.4 millones de hectáreas, entre 1820 y 1830, a 24 empresas y empresarios
extranjeros asociados con colombianos. Las tierras y los apoyos fiscales del Estado “para
favorecer la inmigración de extranjeros”4, no fueron suficientes para vencer el temor al
trópico y el incumplimiento de las empresas interesadas en estas actividades. Es
indudable que no era rentable poner a operar economías en territorios aislados con
climas malsanos y con productos de baja demanda en los mercados internacionales.
3 Los movimientos migratorios masivos no sólo pueden transformar la composición social
de una nación sino cambiar las costumbres políticas, los hábitos, la cultura y las
ideologías. La colonización del siglo XVI y las migraciones al Sur de América en los siglos
XIX y XX son ejemplos de ello5. Los efectos de estos impactos constituyen una de las
grandes diferencias de Colombia con aquellos países que desarrollaron políticas
migratorias en América Latina, después de 18506. A la ausencia de nuevas ideas y de una
vocación por universalizar lo local se debe, en gran parte, el espíritu conservador de
nuestras clases dirigentes. Su capacidad de manipular las políticas de Estado y su
predisposición a preservar, aún a costa de la guerra, viejas estructuras de poder
económico y político, ha colocado a las fuerzas gobernantes, tradicionales y modernas, al
borde de una catástrofe. Tal es por lo menos el fondo de la ecuación política que nadie
puede resolver a comienzos del siglo XXI en Colombia. Estos grupos políticos, herederos
de una república fracasada democráticamente, se niegan a propiciar un tránsito pacífico
capaz de incorporar al bienestar un porcentaje importante de la población marginada del
país. Por ello, preservan el espectáculo dramático de su exterminio y su pauperización.
4 A finales del siglo XVIII el 20% de la población Colombiana disfrutaba de algunas de las
ventajas de la “casta” de los blancos, el resto, eran indios sumidos en la servidumbre,
esclavos, arrochelados, huidos y mestizos pobres de todo género7. La guerra de
Independencia (1808-1822) creó sistemas de movilidad social como los ejércitos, la
burocracia estatal y nuevas fronteras territoriales que unidas a los signos de libertad,
permitieron que la población rural y semiurbana se vinculara a nuevos escenarios
económicos, políticos y de seguridad personal y familiar. La posguerra de Independencia
reforzó los sectores medios y altos que llegaron a ser el 35% de la población. Sin embargo,
casi dos siglos después los modelos de crecimiento y desarrollo dejan en Colombia 26
millones de pobres absolutos, cuyos ingresos diarios están por debajo de dos dólares. Con
40 millones de habitantes la cifra representa el 65% de la población. Así, el reto actual de
Colombia es incorporar a los mercados y al bienestar al menos un 20-25%% de estos 26
millones de parias. Con ello fortalecería su democracia incipiente y ofrecería una
alternativa de movilidad derivada de la paz y no de la guerra. Este es el más grande reto
para la economía, para los políticos y para la sociedad en su conjunto8. Como ha sido
reconocido por expertos funcionarios de Naciones Unidas, “Las reflexiones sobre los
resultados frustrantes de las reformas y el descontento social” en América Latina y otras
regiones “deberían convencer a muchos sobre la necesidad de repensar la agenda del
desarrollo”9. Una nueva agenda que debe pasar, no sólo por la pobreza, sino por los
problemas del medio ambiente, de la diversidad cultural, de los derechos humanos, de las
reivindicaciones de género y grupos minoritarios y por los de la extensión y garantía de
los derechos ciudadanos10.
5 Pero ¿Qué habría pasado si Colombia hubiera recibido los flujos migratorios de población
europea que recibió Argentina, Chile, Brasil o Uruguay? Un ejercicio contrafactual nos
llevaría a suponer que, al menos, habríamos logrado fortalecer las clases medias,
modernizar el Estado y cambiar sus costumbres políticas. Pero el problema de América
Latina es que cualquier ejercicio de análisis empírico o virtual está determinado, en
última instancia, por los intereses de los sistemas hegemónicos a nivel mundial 11.
6 Pero así como Colombia no ha tenido grandes oleadas de gentes provenientes del
hemisferio norte, sí ha tenido históricamente un gran movimiento de poblaciones,
crecer entre 1920 y 1950. Después de este último año el desarrollo industrial y la llamada
“violencia” colombiana atrajeron y expulsaron gente hacia las ciudades que alcanzaron
una tasa de urbanización del 26 por mil entre 1951-64, frente al 19,5 que había tenido
entre 1938 y 195119. Al menos hasta 1960 los aportes migratorios “que recogen las grandes
ciudades...no están compuestos necesaria y principalmente por campesinos, sino también
frecuentemente por ciudadanos de otras ciudades y núcleos urbanos menores...”20. Como
la población se concentraba en los núcleos urbanos, el censo de 1964 reveló que el 71% de
los hombres “entre los 15 y los 64 años residentes en Bogotá “eran migrantes”, a la vez
que uno de “cada cuatro adultos colombianos nacidos en áreas rurales que rodean a
Bogotá”, vivían en esta ciudad21.
11 Pero lo que se advertía en la década del 70 era que: “La urbanización ha crecido
paralelamente con la delincuencia, el abandono de la infancia, la ruptura de las relaciones
familiares y la concentración de la miseria al lado de la concentración de la riqueza” 22. Los
efectos letales de esta realidad se manifestarían con toda su crudeza en las décadas
siguientes. Estos procesos de búsqueda de expectativas por mejorar las condiciones de
vida y por encontrar tranquilidad, se han visto superados por una nueva ola de violencia
que expulsa campesinos de sus parcelas y de pequeños núcleos urbanos a las ciudades. La
hostilidad de éstas y la crisis económica ha fortalecido todas las formas previsibles de
delincuencia como un modo de sobrevivir. A ello se unen nuevas migraciones forzadas
que van hinchando la zonas marginales de los centros urbanos, incrementando el
potencial de desazón y delincuencia. De hecho,
El desplazamiento forzado interno es una de las manifestaciones de esta crisis,
quizá la de mayor gravedad, no sólo por la magnitud que reviste (cerca de 2
millones de personas en 15 años) sino por el tipo de rupturas sociales, políticas y
culturales que genera; por los interrogantes profundos que plantea sobre el sentido
histórico y futuro de la nación colombiana y por la tendencia a la fragmentación
23
social que conlleva .
12 La progresión del conflicto armado ha sido capaz de suplantar las migraciones internas
voluntarias y heroicas que predominaron hasta 1993. Tal vez el fenómeno más importante
de las migraciones internas después de la llamada colonización antioqueña de finales del
siglo XIX, la de quienes buscaban mejores condiciones de vida a comienzos del siglo XX y
la de los emigrados de la “violencia colombiana” de los años cincuenta y sesenta del siglo
XX, lo constituye, en los últimos años, el éxodo de “un país que huye” de los ejércitos en
conflicto24.
13 El “socialismo democrático” que un día fundamentó la razón de las luchas agrarias y
sindicales en Colombia le cerró los espacios a la política para que prevalecieran las armas.
Cierta paranoia acompaña a estos guerreros que buscan convertirse, por la fuerza, en
interlocutores válidos y únicos de la sociedad marginal frente al Estado. Para ello ocupan
territorios y obligan a la población rural y semiurbana a huir. Pero huir no es como en los
años de 1950, cuando era posible buscar un nuevo lugar para refundar la casa y el
patrimonio. En nuestros días, huir es revolverse sobre sí mismo, es no tener lugar de
destino ni esperanza de retorno. Huir es casi morir con el espacio, con los referentes
culturales, con los sueños y en el intento de sobrevivir. Huir es no llegar a ningún destino.
El problema de Colombia hoy es que no tiene un lugar para los desplazados de la guerra.
Quienes deciden quedarse, optan por una agonía más prolongada. Los que no huyen
ingresan automáticamente al mundo caprichoso de los contendientes. Quedan atados en
uno de los infiernos en que se debate Colombia. Si otro actor endemoniado ingresa a estos
NOTAS
1. Adolfo Meisel Roca, Joaquín Viloria De la Hoz, LosAlemanes en el Caribe Colombiano: el caso
de Adolfo Held, 1880-1927, Centro de Investigaciones Económicas del Caribe Colombiano,
Cuadernos de Historia Económica y Empresarial No. 1, Banco de la República, Cartagena, 1999.
Alonso Valencia Llano ‘Centu per centu, moderata ganancia´ :Ernesto Cerruti, un
comerciante italiano en el Estado Soberano del Cauca” en Boletín Cultural y Bibliográfico,
Bogotá 1988, p.56-75.
2. Louise Fawcett y Eduardo Posada Carbó, “Arabes y judíos en el desarrollo del Caribe
Colombiano, 1850-1950” en Boletín Cultural y Bibliográfico, Volumen XXXV, Número 49,
Bogotá, 1998, p. 3-29.
3. Daniel Mesa Berna,l De los Judíos en la historia de Colombia, Planeta Colombiana Editorial,
1966; Adelaida Sourdís Nájera “Los Judíos Sefardíes en Barranquilla. El caso de Jacob y
Ernesto Cortissoz” en Boletín Cultural y Bibliográfico, Volumen XXXV, No. 49, Bogotá 1998,
p.31-47. Este ensayo forma parte del libro El Registro Oculto: los Sefardíes del Caribe en la
formación de la Nación Colombiana, 1833-1886, de próxima circulación.
4. Hermes Tovar Pinzón, Que nos tengan en cuenta. Colonos, Empresarios y Aldeas: Colombia
1800-1900, Tercer Mundo Editores, Colcultura, Bogotá 1995, p.44-48.
5. Serge Gruzínski, La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en
el México español, siglos XVI a XVIII, Fondo de Cultura Económica, México, 1991.
6. Nicolás Sánchez Albornoz, La Población de América Latina desde los tiempos precolombinos al
año 2005, Alianza Universidad, Madrid 1994, p.121-155.
7. Hermes Tovar Pinzón et Alter, Convocatoria al poder del Número. Censos y Estadísticas de la
Nueva Granada, 1750-1830, Archivo General de la Nación, Bogotá 1994.
8. José Antonio Ocampo (Ed.), Historia Económica de Colombia, Biblioteca Familiar
Presidencia de la República, Bogotá 1997, Un futuro económico para Colombia, Alfaomega-
Cambio, Bogotá, 2001.
9. José Antonio Ocampo, Repensar la Agenda del Desarrollo, Naciones Unidas – Cepal,
Santiago de Chile, 2001, p.32.
10. Naciones Unidas – Cepal, Una década de Luces y Sombras. América Latina y el Caribe en los
años noventa, Cepal-Alfaomega, Bogotá 2001.
11. Fred J. Rippy, El Capital Norteamericano y la Penetración Imperialista en Colombia, Editorial
la Oveja Negra, Bogotá, 1970; Alvaro Tirado Mejía, Colombia en la repartición Imperialista
1870-1914, Ediciones Hombre Nuevo, Medellín 1979.
12. Hermes Tovar Pinzón, La Estación del Miedo o la Desolación dispersa. El Caribe Colombiano
en el siglo XVI, Editorial Planeta, Bogotá 1997.
13. César Augusto Velandia Jagua y José del Carmen Buitrago Parra, “El problema
indígena en el Sur del Tolima, 1950-1980”, Informe a Instituto Colombiano de
Antropología y Universidad del Tolima, Ibagué 1989.
14. Augusto Gómez, Indios, Colonos y Conflictos. Una historia regional de los Llanos Orientales,
1780-1970, Siglo XXI editores – Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá 1991.
15. “Esta Guerra no es Nuestra”: Niños y desplazamiento forzado en Colombia, Codhes – Unicef,
Bogotá, 2000 p.9.
16. Ramiro Cardona G. (Ed.), Las migraciones internas, Asociación Colombiana de
Facultades de Medicina, Editorial Andes, Bogotá [s.f.]; Urbanización y Marginalidad,
Asociación Colombiana de Facultades de Medicina, Tercer Mundo, Bogotá, 1968.
17. James Parsons, Antioqueño Colonization in Western Colombia, Berkeley 1949; H. Tovar
Pinzón, Que nos tengan en cuenta...op. cit.; Juan Carlos Vélez Rendón “Los Pueblos allende el
río Cauca. La Formación del suroeste y la cohesión del espacio en Antioquía, 1830-1875”
Tesis para optar el título de Magister en Historia, Universidad Nacional de Colombia,
Medellín S.F.
18. Catherine Le Grand, Colonización y Protesta Campesina en Colombia, 1850-1950,
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 1988. Theodore E. Nichols, Tres Puertos de
Colombia. Estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla, Banco Popular,
Bogotá 1973.
19. Carmen Elisa Flórez N., Las Transformaciones sociodemográficas en Colombia durante el
siglo XX, Banco de la República –Tercer Mundo Editores, Bogotá, 2000 p.65-6
20. Juan C. Elizaga, Migraciones a las áreas metropolitanas de América Latina, Celade, Santiago
de Chile, 1970, p.13.
21. Alan B. Simmons – Ramiro Cardona, “La selectividad de la Migración en una
perspectiva en el tiempo. El caso de Bogotá (Colombia) 1929-1968” en Ramiro Cardona (ed
.), Op. Cit. p.164.
22. Carlos Castillo (ed.), Vida Urbana y Urbanismo, Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá,
1977, p.9.
23. “Esta Guerra no es nuestra”.... op. cit. p.7.
24. Codhes –Unicef, Un país que huye. Desplazamiento y violencia en una nación fragmentada,
Bogotá, 1999.
25. Jaime Andrés Erazo et alter, “Diversas causas y costos del desplazamiento:¿Quién los
compensa?” Banco Mundial, Informe 2001, p.12.
26. “Esta Guerra no es nuestra”... op. cit. p.15
27. Arquidiócesis de Bogotá – Codhes, Desplazados. Huellas de nunca borrar. Casos de Bogotá y
Soacha, Bogotá 1999, p.119-120.
28. Donny Meertens “Víctimas y sobrevivientes de la guerra: tres miradas de género” en
Revista Foro Bogotá, Junio de 1988, No. 34, p.19-35; Nora Segura Escobar “Desplazamiento
en Colombia: perspectivas de Género” en Revista Foro, Bogotá, Junio de 1988, No. 34,
p.5-17.
29. J. Andrés Erazo et alter “Diversas Causas... op.cit. , p.3
30. “Esta Guerra no es nuestra”...op. cit. p.14.
31. Codhes Informa, No. 2, s.f.
32. El Tiempo, Sábado 11 de Septiembre, 2001 p. 1-10 “Bogotá, destino de desplazados”;
Cunadinamarca, Sábado 8 de septiembre 2001 pp. 1 y 3.
33. Codhes Informa, Boletín de la consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento,
Bogotá, 5 Diciembre 2000, No. 33, p. 15.
34. El Tiempo, (Bogotá) 29 de Mayo del 2001, p.1-14.
35. “Tempestad por Fumigación” en El Tiempo, Domingo 22 de Julio del 2001, p.1-2 y 1-3
36. “Paz Aporte” en El Tiempo, Domingo 22 de Julio del 2001, p.1-16.
37. Codhes Informa. Boletín de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento,
Bogotá 7 de diciembre, 2000, No. 34, p.3-4.
38. Entrevista a Carlos Fuentes, ”El Plan Colombia no resuelve nada” en El Tiempo, Bogotá
1 de Julio del 2001, p.2-14.
39. El debate sobre las fumigaciones tanto en Colombia como en Estados Unidos puede
seguirse en la Prensa Colombiana de correspondiente a la última quincena del mes de
julio y durante el mes de agosto del año 2001.
40. Este número ha sido calculado por las Fuerzas Militares, Noticiero de las Siete, T.V. Julio
4 del 2001.
41. “¿Qué significa guerra urbana?” en El Tiempo, Bogotá, Miércoles 27 de Junio del 2001,
p.1-2 , Un informe de inteligencia militar asegura que las FARC”enviaron en el segundo
semestre del año pasado, 2500 fusiles para el fortalecimiento de la red urbanístico en
Bogotá”. Hace 10 años se fortalecen las milicias urbanas en Medellín, Cúcuta, Bogotá y
Barrancabermeja. También “Con los ojos puestos en las milicias” en El Tiempo, Bogotá,
miércoles 27 de junio, del 2001, p.1-3 sobre la milicias en Medellín.
42. El Tiempo (Bogotá), Jueves 5 de Abril, p.1-12.
43. “La Ley del Monte” en Revista Cambio, (Bogotá) 18-25 de Junio/2001, No. 417 p.17-22
Informa que más de “2000 empresas han sido citadas a Uribe por las Farc para pagar la
extorsión de la llamada ley 002”.
44. “Cacería a finanzas ‘Farcs´” en El Tiempo, (Bogotá), 25 de Mayo del 2001, p.1-2
Entidades gremiales del sector ganadero protestaron por los allanamientos realizados por
la Fiscalía buscando documentación que vinculara a estas instituciones con las
Autodefensas.
45. “Prestigioso consultor de E.U. hace diagnóstico de Colombia” en El Tiempo, Bogotá,
Viernes 8 de Junio del 2001, p. 1-11
46. Jaime Andrés Erazo et Alter, “Diversas Causas...”, op. cit. p.23.
47. El Espectador, (Bogotá), 16 de julio del 2001, p. 1-A.
48. “Congresistas de E.U. piden a Bush ayudar a Colombia” en El Tiempo, Bogotá, miércoles
27 de Junio del 2001, p.1-9.
49. El Espectador (Bogotá) 16 de Julio del 2001, p. 1ª.
50. Coches Informa, Boletín de la Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento,
Bogotá, 7 de diciembre del 2000, No. 34, p.20.
ÍNDICE
Palabras claves: Emigración, Colombia
AUTOR
HERMES TOVAR PINZÓN