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SANT'ANTONIO DA PADUA.

EL SANTO
QUE TODO EL MUNDO AMA

de Riccardo Abati

Copyright © 2013 Good Mood


ISBN 978-88-6277-611-0

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INTRODUCCIÓN

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Si en el siglo XIII hubieran existido los actuales medios de comunicación, todos
los periódicos, las radios y las televisiones habrían dado mucho espacio a esta noticia:
«Catedral de Spoleto, 30 de mayo de 1232 - Muchísima parte del pueblo
acudió para la canonización de un fraile que nació en Lisboa, pasó 36 años caminando
por calles polvorientas pero llenas de humanidad de su tiempo. encontrando a gente de
toda clase social, luchando, con la palabra del Evangelio, contra los prepotentes y
usureros, reconciliando a miles de almas con Nuestro Señor, defendiendo la dignidad
humana de los más desheredados y cumpliendo milagros. Este fraile franciscano se
llama Antonio y falleció en Padua a 13 de junio de 1231, pronunciando estas palabras:
"Video Dominum meum - Veo a mi Señor".»
Después de once meses desde su glorioso pasaje al abismo de la Luz infinita,
papa Gregorio IX adscribe su nombre en el registro de los Santos. Antonio fue y sigue
siendo el presente de Dios que él amó, junto con su dulce Madre.
Viajando en auto hubiéramos podido escuchar también la crónica en directo de
la canonización de Antonio:
«En menos de una hora nos conectaremos en directo con la catedral de Spoleto
para escuchar el rito de canonización de Antonio de Padua, ... nos pide la linea el
responsable de la sala de prensa del papa Gregorio IX. Aquí les ofrecemos algunos
trozos auténticos del documento donde se declara la santidad de fray Antonio:
"Es cosa es cosa piadosa y justa que sobre la tierra circundamos de nuestra
veneración y alabamos y honramos a los que Dios corona de santidad y honra en los
cielos. De este número es el Beato Antonio de santa memoria, de la orden de los
Frailes Menores, el cual, hasta que vivió sobre la tierra, apareció adornado de las más
bonitas virtudes, y ahora que se encuentra en cielo brilla por el resplandor de
innumerables milagros, para que sea demostrada de modo evidente su santidad.
Hechos ciertos de las virtudes de él y sus insignes milagros y teniendo Nosotros
mismos por lo demás estimada otra vez la santidad de su vida y las maravillas de su
ministerio, hemos encontrado justo y bueno inscribirlo en el Catálogo de los Santos.
Ya que el Beato Antonio se ha vuelto en este mundo una lámpara tan brillante
que, por la gracia de Dios, él ha merecido ser colocado no bajo mayo, pero sobre su
candelabro inmortal de la Iglesia Católica, Nosotros le rogamos a todos y os
exhortamos ardientemente con estas cartas apostólicas, más bien os mandamos que,
promoviendo la devoción de los fieles y la veneración hacia él, celebréis cada año en

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el día 13 de junio su fiesta y tengáis cura de hacerla celebrar con gran solemnidad.
Spoleto, día 13 de junio de 1232, sexto año de Nuestro Pontificado. Gregorio Papa
IX."»

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EL DIA BENDITO DE SU
CANONIZACIÓN

Antonio de Padua, cuyo nombre de nacimiento era Fernando, nació en Lisboa


en 1195 en el seno de una familia aristocrática. Fue un incansable predicador y
confesor, condenador de los potentes, protector de los pobres. Dejó esta tierra para el
templo de Nuestro Señor el día 13 de junio de 1231.
Aunque los frailes habían decidido no difundir la noticia de la muerte del Santo
en el inmediato, de repente muchos grupos de niños, recorriendo los barrios de la
ciudad gritaban en voz alta: "¡Murió el Padre Santo! ¡Murió San Antonio!"
Ni siquiera había pasado un mes desde el día de su muerte, cuando se envió a
Roma una delegación con una petición unánime de la Iglesia y del poder civil de
Padua, para pedir la canonización del Siervo de Dios Antonio. Desde julio de 1231
hasta mayo de 1232 se constituyó en Padua un tribunal diocesano, para cuya
formación el Papa eligió al obispo de la ciudad, Jacob, al prior benedictino Jordano
Forzaté, y al prior de los dominicanos Juan de Vicenza, dándoles el encargo de
escuchar y tomar en examen los testimonios sobre las virtudes de Antonio y de
recoger y analizar todos los episodios creídos milagrosos y atribuidos a su intercesión.
Después de su traspaso a la otra vida se le atribuyeron muchos milagros, además de
los que cumplió en vida.
En el día de su inscripción en el registro de los Santos muchos fieles y curiosos
ocupaban la iglesia de Spoleto. Durante el solemne Pontifical con el rito de la
canonización el Papa pronunció un discurso de exaltación de las virtudes y de los
méritos de Antonio. A continuación, un cardinal de la corte papal enumeró los
milagros obtenidos gracias a su intercesión y autenticados en los procesos.
Imaginémonos la ceremonia.
Del portal de la catedral entran el Papa y muchos obispos, sacerdotes y
diáconos provenientes de todas partes de la península, de Francia, Portugal y , por
supuesto, de Padua, su ciudad de elección.
Una multitud asiste a la ceremonia, dentro y fuera de la iglesia, y muchísimos
son los pobres, los predilectos del Santo.

Llegamos al momento culminante de la ceremonia, Gregorio IX en pié delante


del presbiterio y en el nombre de la Stma. Trinidad pronuncia la solemne fórmula con
la que adscribirá a Antonio en el registro de los Santos.

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«A alabanza y a gloria del omnipotente Dios, Padre e Hijo y Espíritu Santo, y a
honor de la Iglesia romana, veneramos sobre la tierra al beato Padre Antonio, que
Dios ha glorificado en los cielos, después de haber acogido el parecer favorable de
nuestros hermanos y los otros prelados, decretando que su nombre sea inscrito en el
catálogo de los santos y que sea celebrada la fiesta el 13 de junio.»
Es un momento indescriptible. Todo el pueblo aclama e invoca al nuevo Santo.
Y en aquel día se cumplió otro milagro: durante la ceremonia de canonización las
campanas de las iglesias de Lisboa, su ciudad natal, tocaron a fiesta sin que nadie las
moviera.

La tierra y los cielos glorifican a San Antonio de Padua.

El entusiasmo es indescriptible, muchos se abrazan y una verdadera conmoción


invade a los presentes. El Papa entona el "Te Deum", el himno de agradecimiento que
todo el mundo canta y que resuena por toda la iglesia haciendo vibrar sus piedras.

El canto termina y el Papa entona el antífona de doctores de la Iglesia: «Oh


Doctor admirable, luz de la Iglesia Santa, bienaventurado Antonio, fiel cumplidor de la
Ley Divina, ruega por nosotros al Hijo de Dios».

Sin duda en Padua, ciudad donde San Antonio vivió una breve pero intensa
época de su ministerio sacerdotal, anunciando la Palabra de Dios, confesando a miles
de personas y defendiendo a los más débiles de los abusos de los ricos, la noticia de la
canonización llegó en tiempo útil para que se organizara y se celebrara con la mayor
solemnidad, el día 13 de junio de 1232, la primera fiesta del nuevo Santo. La
delegación de Padua volverá a la ciudad a marcha forzada.

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UNA SANTIDAD ALCANZABLE

Nuestra historia va a recorrer ahora las etapas más importantes de la vida del
hombre al que se llamará "el Santo" y cuya devoción, no cabe duda, es la más
difundida en el mundo.
San Antonio era santo ya en vida. La santidad es empeño, caridad, estudio, es
escuchar la palabra de Dios, es testimonio, es beatitud.
San Francesco de Asís también demostró con su vida, simplicidad, humildad,
fe, amor por Cristo, caridad hacia todo hombre y mujer, que entre santidad y beatitud
del espíritu existe una estrecha relación. Quién tenga a Dios en su corazón y viva con
intensidad la relación con Él en el amar sin distinciones a todos y utilizando
diariamente los preceptos evangélicos, camina hacia el día eterno, santo entre los
santos.
Es la lejanía a Dios que oscurece la alegría del alma que canta, agradece, elogia
y perdona.
San Domenico Savio dijo a un amigo recién llegado al oratorio de Don Bosco.
"Nosotros, aquí en la escuela de Don Bosco, intentamos vivir la santidad
manteniéndonos alegres y haciendo nuestro deber de niños.".
La Hna. María Teresa de la Eucaristía, fundadora de las Hermanas Niñas de
María, reformadora de la vida contemplativa y realizadora del eremitorio de la
Transfiguración en Spello, así hablaba de su santidad. Sus palabras bien se ajustan a la
figura de Antonio: "La respuesta puede parecer difícil, y es en cambio muy sencilla.
¿Qué es la santidad? Ser, en el tiempo, la "voluntad" de Dios. Saber estar allí donde Él
nos puso. Saber ser como Él nos piensa desde siempre. Creo que no son necesarias
grandes cosas; éstas ya son muy grandes. No hace falta escalar paredes para ir en
búsqueda de cosas difíciles. Dios es sencillo; Dios es un acto puro; de nosotros Él
exige una sencillez total, alegre; saber estar donde Él nos puso; saber florecer donde Él
nos sembró."
La vida de Antonio fue corta, solo 36 años vividos difundiendo y atestiguando
el Evangelio a todos. Antonio fue un gran sembrador de la Palabra de Dios e hizo
florecer muchas realidades espirituales y materiales. Muchos los apodos que
evidencian su importancia y su espesor espiritual: Gregorio IX, después de una
predicación de fray Antonio, exclamó extasiado: "En verdad éste es arca del
Testamento y armario de la divina Escritura".
San Francisco lo llamaba "mi obispo" a demostración de la estima y veneración

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que el Pobrecito de Asís tenía para aquel fraile llegado de Portugal; León XIII crió
para él la definición "El Santo de todo el mundo"; Pío XII lo proclamó "Doctor
evangélico" y Juan Pablo II lo definió "Figura carismática, universalmente venerada e
invocada".

¿Qué significa la palabra "santo"? A menudo pensamos que los santos son
personas especiales, alejadas de las dificultades y de los dramas de la vida común, o
sea más cercanas al cielo que a la tierra que pisan. Fue así para San Antonio también?
La palabra "santo" indica la condición de quién o de lo que se dedica al servicio
de Dios. Si leemos la vida de los santos y en particular la de San Antonio, nos damos
cuenta de que los santos son personas que vivieron con intensidad su vida, iluminada
por la presencia de Dios. Sin duda, Fray Antonio también vivía una relación especial
con su Creador, pero antes de ser proclamados santos todos son hombres y mujeres
en camino y es en el día a día que se construye la santidad. Se llega a Dios
reconociendo a Jesús en las caras de todos los que encontramos en esta Tierra. Solo
sumergiéndose en el gran misterio de la humanidad se podrá contemplar el rostro de
Dios en Jesucristo. Todos seremos santos si nos convertimos y nos volvemos sencillos
como niños.
La vida de Antonio nos demuestra cómo hay una santidad accesible a todos, si
el vivir se convierte en servicio gratuito, hasta donarse totalmente, si se convierte en
continuo elogio, perdono pedido y concedido, agradecimiento incesante, testimonio de
la Palabra de Dios. Antonio meditó en su corazón las palabras del salmista:
«Entonces yo dije: aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad. He anunciado
tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tu lo sabes, Señor.»
Antonio es santo porque fue "Voluntad de Dios" en el tiempo entre las
multitudes, sembrando paz social, promoviendo la justicia, absolviendo de los pecados
que alejan de Dios y a ellos mismos a los hombres.
Antonio, en la liturgia, se venera con solemnidad como "Doctor evangélico",
pero el camino hacia la santidad es una cuestión que requiere empeño también porque
no todos poseen su sabiduría.
Por lo que se refiere al conocimiento de las Sagradas Escrituras, hay que leerlas
y meditarlas más.
La sabiduría de Antonio está también en su capacidad de dialogar con la gente.
De hecho, fueron y siguen siendo sobre todo las clases populares a percibir la
proximidad a Antonio, a dirigirse a él como "consolador de los pobres", a percibir la
belleza de su testimonio y a venerarlo con un amor y una devoción que ninguna lógica
humana hasta ahora ha podido explicar. Hoy en día, en todo el mundo San Antonio
sigue gozando de una devoción popular muy difundida.

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SU ÉPOCA HISTÓRICA

Antonio vivió entre los finales del siglo XIII y los primeros treinta años del siglo
XIV.
Años difíciles y llenos de cambios políticos, económicos, sociales, culturales y
religiosos. De hecho, toda Europa estaba interesada por profundos cambios: el
nacimiento de la sociedad urbana y de los Comunes; el aumento de la producción
agrícola y, por consecuencia, la mayor movilidad de las personas con la intensificación
de los comercios. Artesanos y comerciantes, notarios y médicos, mercantes y
banqueros empezaban a dar vida a una nueva clase social: la burguesía, que iba a
añadirse a los caballeros, al clero, y a los nobles. En muchas ciudades italianas ya
existían universidades importantes: Pavía desde 825, Boloña desde 1088, otras se
fundaron en la época de Antonio, como Padua en 1222, Napóles en 1224. En Europa,
en 1180 se instituye en París la Universidad Sorbona y en España en 1218 nace la
Universidad de Salamanca.
Las clases sociales más acomodadas incrementaron su distancia de las clases
más representativas de la mayoría de la población: los campesinos sin tierra de
propiedad, expuestos a carestías, epidemias, condiciones de trabajo más parecidas a
las de un animal que de una persona.
También en las ciudades visitadas por Fray Antonio se hallaban muchas
familias pobres, víctimas de los abusos de los hidalgos locales y, a menudo, ahogados
por las deudas con los usureros.
Antonio fue un hombre del pueblo, testigo del amor de Dios para los
desheredados de su tiempo.
Él fue un hombre que estuvo cerca a todas las criaturas de Dios e hizo suyas
las palabras de la Carta de Santiago: «¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice
que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarle? Si un hermano o una
hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de vosotros les dice: “Id
en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais lo necesario para su cuerpo, ¿de qué
sirve? Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta. Pero alguno dirá:
Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te enseñaré mi fe
por mis obras.»
Antonio atravesó una época muy peculiar para la Iglesia también.
En muchas ciudades empezaron a construirse las grandes catedrales que se
insertaban en los centros urbanos como piedras preciosas; éstas se convirtieron en el

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núcleo de la vida religiosa no solo de la ciudad, sino también de todo el territorio.
De 1096 a 1270 los Papas proclamaron siete Cruzadas para libertar los
territorios ocupados por los musulmanes.

Como ya sabemos, las Cruzadas fueron una serie de guerras entre los ejércitos
de los reinos cristianos europeos y los ejércitos musulmanes sobre todo en el territorio
de Anatolia y del Mediterráneo Oriental.
No sabemos qué opinaba Antonio de las Cruzadas. En sus sermones solo hay
una pequeña alusión a las que él define “guerras santas”, aunque según Antonio la
única “guerra santa” que hay que combatir es contra uno mismo, contra todos los
vicios que debilitan y amenazan la integridad de la propia conciencia y de la de los
otros, para llegar a la única victoria posible que es la conversión de los corazones a
través del ejercicio constante de la caridad.
Antonio demuestra ser un hombre de paz, respetuoso y tenaz luchador con el
ejemplo de su propia vida y el testimonio de la Palabra de Dios para la afirmación del
derecho y de la justicia: la justicia humana que tiene que ser espejo de la justicia de
Dios.
Los años en los que vivió Antonio ¿fueron peculiares también para la historia
de la Iglesia?
Durante la vida de Antonio hubo tres cruzadas: la cuarta, la quinta y la sexta, y
cuatro Papas, entre los cuales se destacaron Inocencio III y Gregorio IX, defensores
del poder papal y que se insertaron en la gran reforma espiritual de los siglos XI y XII.
De hecho, ambos advirtieron la urgencia de renovar las instituciones eclesiásticas
también. Este impulso de renovación espiritual se expresó a través de la fundación de
algunas ordenes religiosas, tanto de las contemplativas cistercienses, como de algunas
más insertadas en la realidad social, es el caso de las así llamadas Ordenes
mendicantes franciscanas y dominicanas.
San Francisco de Asís, San Domingo de Guzmán y San Antonio irrumpieron en
la historia de la Iglesia sacudiéndola desde la base y llamando la atención a aquella
pobreza evangélica que se traduce en descubrimiento de una nueva y profunda
conversión espiritual y atención a las verdaderas necesidades del pueblo cristiano.

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EL JOVEN FERNANDO

Antonio se venera como el Santo de Padua, pero la aristocrática familia de


Antonio vivía en Lisboa en un lugar de gran prestigio.
Entremos ahora en la casa de Antonio o, mejor dicho, de Fernando, su nombre
de bautismo.
La ancha escalera nos lleva a la planta principal, bien amueblada e iluminada
por amplias ventanas, desde las que se ve la catedral de Lisboa. Un sirviente nos
acoge con muchas reverencias y nos anuncia a los padres de Fernando, que
entrevemos mientras está leyendo en su habitación.
Estamos en 1209 y el futuro Santo tan solo tiene 14 años.
“Nuestro hijo estudiará en los Canónicos de la Catedral” afirma el padre.
“Deseamos que tenga una cultura adecuada a su posición de noble portugués”.
Con el permiso de los padres entramos en la habitación de Fernando. Sobre el
escritorio está la Biblia. Fernando está leyendo el capítulo 61 del libro del profeta
Isaías: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido, me envió a
llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la
liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia
del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de
duelo, a cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y
su abatimiento por un canto de alabanza. Ellos serán llamados “Encinas de justicia”,
plantación del Señor, para su gloria.”
Las palabras del profeta Isaías se convertirán en su programa de vida en
especial modo a partir del momento en que vestirá el hábito franciscano.
Los años de la adolescencia pasaron rápido y Fernando crecía en fuerza y
sabiduría. Como noble, le esperaba una privilegiada vida de caballero, pero en 1210,
con 15 años, confirmó el propósito, a menudo discutido con el padre, de querer ser
parte de los Canónigos regulares de San Agustín del monasterio de San Vicente de
Lisboa. Ahí estuvo durante dos años. Después pidió ser trasladado a Coimbra, en ese
entonces capital de Portugal. Fernando tenía 17 años y allí estuvo desde 1212 hasta
1220.
Fueron años muy importantes para completar su formación humana e
intelectual. Tiempo muy intenso de estudio, devoción y meditación.
¿Qué tipo de hombre era Fernando? ¿Cuándo se convirtió en franciscano
adoptando el nombre de Antonio?
Fernando se demostró un hombre retirado, celoso de sus estudios y también se

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convirtió, por libre elección, en un hombre sin ambiciones sociales; contrario a todo
tipo de ostentación y exhibición de si mismo y de sus cualidades, ajeno a las
polémicas, indiferente a las apariencias de cualquier tipo, a no ser que tuviera el
objetivo de atestiguar el Evangelio. Está claro, de todos modos, que de Coimbra
Fernando salió forjado en el espíritu y con una notable cultura teológica.

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DE AGUSTIANIANO A FRANCISCANO

Fernando impuso a si mismo una disciplina muy rígida y sobre todo la


observancia de la obediencia, de la castidad y de la pobreza, que como describirá más
tarde en el Sermón del segundo domingo de Adviento, son virtudes preciosas para
conformarse a una dimensión espiritual ya de por si presente en él. Fernando vivió con
coherencia absoluta este radicalismo evangélico hasta el punto que, hacia finales de
verano de 1220, ya sacerdote, decidió abandonar el hábito agustiniano para vestir el
franciscano, más cercano a su pensamiento y al estilo de vida adoptado. No se sabe si
conoció en persona los primeros franciscanos que llegaron a Portugal, pero sin duda
oyó hablar de ellos. Un hecho es seguro: Fernando quedó muy impresionado por el
ejemplo de cinco franciscanos: Berardo, Otón, Pedro, Acursio y Adyuto, tres padres y
dos laicos martirizados en enero de 1220 en Marruecos. Sus restos se recogieron en
dos urnas de plata y fueron llevados por el heredero al trono de Portugal a la iglesia
agustiniana de Santa Cruz, donde aún hoy en día se veneran.
El monje agustiniano Fernando pidió y obtuvo convertirse en fray Antonio en
honor al ermitaño egipcio titular del eremitorio de San Antonio de los Olivos, donde
vivían los franciscanos.
Antonio no admitía la frialdad y el desinterés de quien detenía una cualquier
forma de poder y de aquellos que se interesaban solo a su beneficio económico. De la
misma manera para él era inconcebible callar delante de los abusos que oprimían las
personas. Antonio se demostró siempre un defensor de los pobres y de los oprimidos.
Escribe en el Sermón del sexto domingo después de Pascua que no es lícito renunciar
a la verdad por miedo de la opinión de la gente. La verdad siempre tiene que triunfar.
Además, Antonio trataba con más rigurosidad a los que él definía como “perros
mudos”: personas con la conciencia dormida, personas hipócritas que predican bien y
después se portan de manera escandalosa.
Otras noticias acerca de la humanidad de Fray Antonio se pueden leer en “La
Assidua”, primera crónica de la vida del Santo. En su nueva comunidad franciscana,
nunca habló de sus estudios ni ostentó su ser sacerdote, por el contrario, escondía su
cultura e inteligencia por amor de Jesucristo declarando de querer conocer, amar y
abrazar solo la Cruz de Cristo. Durante toda su vida Antonio nos enseña que el
hombre necesita a Dios, pero que también Dios necesita al hombre.
Antonio es íntimamente franciscano, pero vive su franciscanismo con su propia
y peculiar sensibilidad espiritual, con su inclinación y basándose su formación humana
y teológica.

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Después de una breve época de estudio de la norma franciscana, Antonio
decidió partir para Marruecos.
Juan Pablo II, en un discurso pronunciado el día 12 de mayo de 1982 a la
Comunidad franciscana de Lisboa, resumió así esta primera época de la vida de
Antonio: “desde la escuela de la catedral, aquí al lado, a san Vicente de Fora, hasta
Santa Cruz de Coimbra, es peregrino enamorado evangélicamente de Dios, en busca
de una mayor asimilación y vivencia del ideal religioso, abrazado en plena juventud,
entre los canónigos regulares de san Agustín. Después de ser ordenado sacerdote en
Coimbra, su ansia de una respuesta más radical a la llamada de Dios lo lleva a
madurar el propósito de mayor dedicación y amor a Dios, en el deseo ardiente de ser
misionero y mártir en África. Con esta intención se hizo franciscano.”
Fray Antonio empieza así una intensa actividad apostólica y de tenaz defensor
de los derechos de los más pobres. Persiguió con coherencia evangélica la justicia
humana que tiene que ser espejo de la justicia divina.
En otoño de 1220 Antonio embarcó para Marruecos con un hermano de orden,
probablemente Felipe de Castilla, amigo y seguidor. Sin embargo, una vez llegado a
África, se puso muy enfermo y al cabo de algunos meses, no consiguiendo mejorar,
Felipe lo convenció a volver a Coimbra. Los dos frailes embarcaron para España, pero
el barco naufragó en las costas de Sicilia cerca de la ciudad de Messina. Los
pescadores los pusieron a salvo y los llevaron a un monasterio franciscano que
quedaba cerca. Allí, los dos frailes fueron informados que en mayo, en ocasión de
Pentecostés, Francisco de Asís había reunido a todos sus frailes para el Capítulo
General. Empieza así una nueva época de la vida de Fray Antonio que, en la
primavera de 1221, lo llevará a recorrer toda la península italiana y a encontrar a
Francisco de Asís en persona.
Juan Pablo II, en el discurso a los franciscanos de Lisboa en mayo de 1982,
dijo: “La Providencia, sin embargo, encaminó a fray Antonio hacia tierras de Italia y
de Francia. En sus primeras experiencias de franciscano acepta las contrariedades, fiel
a su ideal, y responde con alegría a los designios divinos, en una entrega total de
servicio generoso, orando y enseñando teología a los frailes, en actitud paciente, como
el labrador que espera, hasta recibir la lluvia temprana y tardía, hasta que se
manifieste, de algún modo, el Señor.”

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EL ENCUENTRO CON FRANCISCO DE
ASÍS

El Capítulo franciscano, encabezado por el cardenal cisterciense de Viterbo


Rainiero Capocci, al que se reconocían muy elevadas virtudes morales y experiencia
diplomática, tuvo lugar en la explanada que rodeaba la Porciúncula, donde se juntaron,
según las crónicas franciscanas, cinco mil frailes. Para ajustarse a las exigencias de
alojamiento, éstos se adaptaron mejor que pudieron, utilizando esteras y por esta
razón se recordará como e l”Capítulo de la Esteras” que duró toda la semana después
de Pentecostés, desde el día 30 de mayo hasta el 8 de junio de 1221.
A lo largo de las animadas discusiones se analizaron muchos problemas: el
estado de la Orden Franciscana, el pedido de noventa misioneros para Alemania y la
discusión sobre la nueva Regla que el Papa Honorio III aprobará a 29 de noviembre
de 1223.
Una vez terminado el Capítulo, San Francisco dio consuelo a los presentes e
impartió la bendición de Dios y la suya, remitiéndolos a sus provincias con el corazón
lleno de esperanza y conforto espiritual.
¿Cuándo se encontraron Francisco y Antonio? ¿En qué se distinguen? ¿Qué
tienen en común los dos santos? ¿Qué tipo de franciscanismo fue el de Antonio? Son
preguntas importantes, pero Antonio confirió a su franciscanismo una originalidad
propia.
Los dos santos fueron contemporáneos de 1220 a 1226 en la Orden de frailes
mínimos, pero sus contactos, según las crónicas, fueron escasos. Antonio participó en
el Capítulo de la Esteras, pero no hay testimonios de un encuentro directo entre los
dos santos. Además, Francisco tenía que enfrentar muchas urgencias y tenía
problemas de salud. Antonio era nada más que un joven fraile desconocido, regresado
de una misión malograda: una personalidad que aún tenía que revelarse. El único
testimonio de una relación entre los dos es una nota , llena de veneración y
admiración, que Francisco envió a Antonio “su obispo” entre finales de 1223 y
comienzos de 1224, a Boloña : “A fray Antonio, mi obispo, salud. Me agrada que
enseñes sagrada teología a los hermanos, con tal que, en el estudio de la misma, no
apagues el espíritu de oración devoción, como se contiene en la Regla.”
El significado de esta nota es muy importante para comprender la prosecución
de la vida de Antonio como predicador y profesor de teología. La nota también sugiere

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la orientación que hay que dar al movimiento franciscano: alinearlo a las exigencias
pastorales de la época histórica y eclesiástica, tal y como habían decidido los
dominicanos. No solamente pobreza evangélica, sino también conocimiento de las
Escrituras para difundir mejor la Buena Nueva de Jesús y sostener el debate verbal
con los muchos opositores del Cristianismo, en particular los heréticos.
Otro encuentro entre Antonio y Francisco tuvo como protagonista este último
que apareció en 1224 a fray Monaldo en el Capítulo de Arles, en Provenza, mientras
Antonio tenía uno de sus sermones sobre la Cruz a los frailes. El episodio está
representado en la escena decimoctava de las veinte y ocho del ciclo de frescos de las
Historias de San Francisco, que se encuentran en la Basílica superior de Asís,
atribuidos a Giotto y pintados probablemente entre 1290 y 1295.
Sin duda, el franciscanismo de Antonio se injertó en el apostolado de Francisco,
pero adoptó cada vez más sus propios rasgos de identidad cultural y espiritual.
Antonio fue asignado al eremitorio de Montepaolo, cerca de la moderna
Castrocaro, donde ya vivían seis frailes. Ahí llegó en junio de 1221 con los otros
hermanos y se quedó durante un año.
Viviendo en este lugar se manifestó otro aspecto de su humanidad siempre en
búsqueda de Dios.
Antonio vio que uno de sus compañeros había trasformado una gruta en una
celda solitaria, le pidió con insistencia que se la dejara, y así fue. Todas las mañanas,
después de las oraciones comunitarias, Antonio se apartaba en su gruta para vivir solo
con Dios, en rigor de penitencias e íntimas oraciones, en prolongadas lecturas de la
Biblia y reflexiones. Con su dedicación a la penitencia, debilitó aún más su frágil salud,
también a causa de las ayunas, de las velas y flagelaciones. A menudo, al toque de la
campana que lo convocaba a las reuniones, vacilaba, y se habría caído al suelo si los
hermanos no lo hubieran sujetado.

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ANTONIO PREDICADOR DE LA
PALABRA DE DIOS

En la segunda mitad de 1222 la comunidad franciscana bajó el valle para asistir


a las ordenaciones sacerdotales en la Catedral de Forlí. Como de costumbre, antes de
la ordenación se dirigía un sermón a los futuros padres. Sin embrago, ninguno de los
presentes había preparado un discurso. El superior de Montepaolo dio el encargo a
Antonio, que por obediencia aceptó. Cuando llegó a Asís la voz de su habilidad en la
oratoria, le encargaron la tarea de predicar.
Bajando de Montepaolo, empezó su nuevo encargo difundiendo la palabra de
Dios en los pueblos y en las ciudades de la Romaña, que en ese entonces estaba
afectada por las guerras civiles. Muy a menudo se daban batalla las familias y se
verificaban actos de venganza, además, imperaba la herejía de los cátaros, llamados
también albigenses, que querían volver al modelo ideal de Iglesia descrito en el
Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles.
¿Qué son las herejías y quiénes eran los cátaros?
Herejía es un término histórico, religioso y teológico que designa, en la Historia,
un movimiento o sus doctrinas, consideradas desviadas de la religión profesada
habitualmente, en este caso la religión católica. En la época de Antonio las herejías se
insertan en la sociedad medieval, que es en la mayoría cristiana, y son el resultado de
la transformación y del desarrollo de la sociedad y de sus instituciones. El mensaje
evangélico se percibe como algo distorsionado y mal interpretado por una Iglesia que
detiene cada vez más poder político y que está comprometida con personas
influyentes. Hereje es quien proclama con fuerza una decisión definitiva que se pone
en contraste radical con las costumbres de la Iglesia y sus leyes morales y teológicas,
que puede aceptar solo por una mínima parte.
Los cátaros se caracterizaban por un radical anticlericalismo que ponía en
discusión la existencia de las estructuras y del personal eclesiástico. A finales del siglo
XIV los cátaros casi habían desaparecido, después de la acción conjunta de la
sangrienta Cruzada contra los Albigenses, conducida por el papa Inocencio III entre
1208 y 1209, la acción de los franciscanos y dominicanos y la acción de la Inquisición.
En la época de Antonio muchos movimientos eclesiásticos se caracterizaban
por la voluntad de renovación espiritual, por una visión de Jesucristo como figura más
divina que humana, por una abierta hostilidad hacia todo lo material y terrenal. En este

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sentido, muchos movimientos demostraron una abierta hostilidad hacia la Iglesia. En
cambio, el franciscanismo se colocó desde el principio dentro de la Iglesia, con la
intención de modificarla desde su interior.
Antonio luchó con rigor teológico contra los cátaros y, por eso, fue definido “el
martillo de los herejes”.

Hay testimonios importantes de su pasaje por Rímini, ciudad afectada por


doctrinas desviadas. Durante las controversias con los herejes, ya que nadie lo
escuchaba, Antonio decidió ir a hablar a los peces.
Se dirigió al mar y con fe y ternura dijo lo que lee en el Capítulo 40 de las
Florecillas de San Francisco: “Peces hermanos míos: estáis muy obligados a dar
gracias, según vuestra posibilidad, a vuestro Creador, que os ha dado tan noble
elemento para vuestra habitación, porque tenéis a vuestro placer el agua dulce y el
agua salada; os ha dado muchos refugios para esquivar las tempestades. Os ha dado,
además, el elemento claro y transparente, y alimento con que sustentaros. Y Dios,
vuestro creador cortés y benigno, cuando os creó, os puso el mandato de crecer y
multiplicaros y os dio su bendición. Después, al sobrevenir el diluvio universal, todos
los demás animales murieron; sólo a vosotros os conservó sin daño. A vosotros fue
encomendado, por disposición de Dios, poner a salvo al profeta Jonás, echándolo a
tierra después de tres días sano y salvo. Vosotros ofrecisteis el censo a nuestro Señor
Jesucristo cuando, pobre como era, no venía con qué pagar. Después servisteis de
alimento al rey eterno Jesucristo, por misterio singular, antes y después de la
resurrección. Por todo ello estáis muy obligados a alabar y bendecir a Dios, que os ha
hecho objeto de tantos beneficios, más que a las demás criaturas.”
Al oír estas palabras los peces acudieron a miles y empezaron a abrir la boca y
a hacer reverencias con la cabeza para alabar a Dios. Fray Antonio, viendo la
devoción de los peces hacia el Creador, lleno de júbilo dijo en voz alta: “Bendito sea el
eterno Dios, porque los peces de las aguas le honran más que los hombres herejes, y
los animales irracionales escuchan su palabra mejor que los hombres infieles.”

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EL SANTO DE LOS MILAGROS... Y DE
LA VIDA COTIDIANA

Es bonito escuchar los milagros del Santo.


¿Qué es un milagro? ¿Qué más pasó en Rímini?
San Antonio se conoce como el Taumaturgo, o sea el que cumple prodigios,
pero la gente con mucha familiaridad lo define el Santo de los milagros. El milagro es
un hecho que impresiona, que se puede experimentar en persona, se puede ver, oír y
tocar y que no se puede explicar con los conocimientos científicos de siempre. Sin
embargo, las gracias .mayores que San Antonio sigue concediendo, son sobre todo
aquellas relacionadas a la conversión, que pasan a través de los sacramentos de la
Reconciliación y de la Eucaristía.
Otro milagro que asombró mucho y causó muchas conversiones fue el llamado
“milagro eucarístico” de Rímini o de la mula. Según la tradición, pasó en 1223.
En Rímini, en la que hoy se denomina Plaza Tres Mártires, hay una capilla
llamada “Tempietto”, al lado del santuario de San Francisco de Paula, en memoria de
este acontecimiento prodigioso. Según la tradición, Fray Antonio se encontraba allí
para predicar la presencia real de Jesus en la Eucaristía, cuando un hereje llamado
Bonovillo le dijo que, si el Santo hubiera demostrado con un milagro la real presencia
de Cristo en la Hostia consagrada, él se convertiría a la doctrina Católica. El hereje
organizó el desafío de esta manera: encerraría la mula en su cobertizo sin darle de
comer durante tres días, luego la llevaría a la plaza, poniéndole delante algún alimento.
Al mismo tiempo, el Santo debería poner la Hostia delante de la mula: si el animal
hubiera ignorado el alimento para postrarse ante el Cuerpo de Cristo, Bonovillo se
convertiría. En el día establecido el Santo, después de celebrar la Eucaristía, llevó la
Hostia consagrada en procesión a la plaza Tres Mártires y, una vez llegado delante de
la mula, se dirigió a ella con estas palabras: “En virtud y en el nombre de tu Creador,
que yo siendo indigno, lo tengo en mis manos, te digo y te ordeno: avanza con
prontitud y rende honores al Señor con el debido respeto, para que así los malvados y
los herejes comprendan que todas las creaturas deben humillarse delante de su
Creador, a quien los sacerdotes tienen en sus manos en el altar”.
Tan pronto como fray Antonio terminó de hablar, la mula, rechazando el
alimento, se acercó y se arrodilló ante la Hostia, entre el asombro y la conmoción de
los presentes, y el hereje se convirtió.

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Además de los milagros, hay curiosidades populares acerca de Antonio.
De hecho, se le conoce también como el santo de las cosas perdidas. San
Antonio ayuda a encontrar las cosas.
Una cantilena/oración italiana recita: “Sant' Antonio dalla barba bianca, fammi
trovare quello che mi manca”, o sea “San Antonio de la barba blanca, déjame
encontrar lo que me falta”. Los frailes de la basílica de San Antonio aún conservan
una carta que llegó de Sudamerica hace más de veinte años, y que fue escrita por una
señora la cual, fastidiada con el santo porque no le hacía encontrar marido a su hija,
un día tiró por la ventana la estatuilla de San Antonio;la estatuilla golpeó a un hombre,
que se convirtió después en el yerno de la señora.
No faltan refranes regionales sobre San Antonio, a demostración de que el
Santo es parte de la sociedad no solo italiana.
También hay canciones y cantilenas populares inspiradas en el Santo.
Esta viene de la región italiana de Umbría:

“Sant Antonio mio benegno “San


Antonio, mi benigno
di pregarti non son degno; de rezarte
no soy digno
come nostro protettore como
nuestro protector
prega Dio Salvatore reza a
Dios el Salvador
per tua vita e castità por
tu vida y castidad
molte grazie Dio ci da: muchas
gracias Dios nos da
per virtù del Responsorio por virtud del
Responsorio
facci grazia sant Antonio. Danos gracia
San Antonio
Sant Antonio giglio giocondo San Antonio,
lirio jocundo
nominato per tutto il mondo conocido en
todo el mundo
chi lo tiene per suo avvocato quien lo tenga como
su abogado
da Sant Antonio sarà aiutato por San Antonio
será ayudado
Sant Antonio che leggeva San
Antonio que leía
Sopra il libro ci appareva; Sobre el

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libro aparecía
era Cristo suo divino era
Cristo, el Mesías
che era in forma di Bambino bajo el aspecto
de niño venía
mentre l’Ufficio si diceva mientras oraba los
oficios divinos
tra le mani gli fioreva le florecía
entre las manos
‘no beglio fiore bianco giglio un lirio
,blanco y hermoso
liberaci Sant Antonio d’ogni periglio. Líbranos Santo de lo
peligroso
pe la róbba che perdemo para las cosas que
ya perdimos
a Sant Antonio ricoremo, a san antonio
nos dirigimos
ché sta scritto al tabernacolo está
escrito en el altar
Sant Antonio fa miracolo. San Antonio las
deja encontrar.
E miracolo facesti El
milagro tú hiciste
e tuo padre liberasti y tu
padre libertaste
che a morte fu condannato a muerte él
fue condenado
e dalle tue mani fu liberato. Y Por tus manos
fue libertado
Dai nemici e da ogni fóco San Antonio
danos abrigo
Sant Antonio ci dia lóco” contra las llamas y
el enemigo.”

Según muchos fieles, si se reza esta oración desde el principio hasta el fin sin
que haya ningún obstáculo, lo que se reza tendrá éxito positivo, o se podrá, por
ejemplo, tener la inspiración e individuar el lugar donde se perdió el objeto. En
cambio, si durante la oración se verifica algo inesperado, el éxito de la búsqueda no
será positivo.
También existe una tradición popular, llamada del “Pan de los pobres” o “Pan
de San Antonio”, enlazada a los milagros de San Antonio, en particular a uno de los
milagros que se le atribuyen.

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Cuenta la tradición que, cerca de 1257, después de la liberación de Padua de la
tiranía de Ezzelino, los frailes se dedicaban a la construcción de la futura basílica. El
episodio milagroso cuenta de un niño de veinte meses, Tomás, hijo de padres que
vivían cerca de la iglesia del Santo. Un día el niño, dejado sólo por los padres, empezó
a juguetear cerca de un recipiente de agua y, por curiosidad, quizás en la tentativa de
agarrar su imagen refleja, se cayó cabeza abajo en el recipiente. En pocos momentos
se ahogó y murió; cuando la madre, que estaba muy atareada, volvió y lo encontró
cadáver, empezó a gritar y a llorar. Los vecinos y algunos frailes que asistían a la
construcción de la basílica acudieron e intentaron reanimar el niño, pero no se pudo
hacer nada. Los presentes trataron de darle consuelo, pero la madre, confiando en la
intercesión de San Antonio, hizo el voto de dar a los pobres tanto trigo como era el
peso de su hijo si el niño resucitaba. Pasaron algunas horas y, justo mientras la madre
renovaba el voto de caridad, ¡el hijito volvió a la vida! La promesa fue cumplida y
nació la devoción llamada “peso del niño”. Desde luego, el trigo se convirtió en pan
para los pobres, el “Pan de San Antonio”. Se difundieron así dos pías prácticas, la de
ofrecer el pan a los pobres y la de poner a los niños bajo la protección de San
Antonio.
La tradición de repartir pan entre los pobres se perpetuó en el tiempo, aunque a
causa de los muchos acontecimientos históricos (guerras, epidemias, desastres
naturales) que afectaron Padua y las otras ciudades, diminuyó un poco.
A dar nueva vida a la tradición contribuyó otro prodigio del Santo de Padua que
se dio en Tolón, en Francia, en 1888. Una señora llamada Luigia Buffiero tenía una
pequeña tienda. No era fiel a San Antonio, pero había escuchado decir que gracias a él
se podían encontrar las cosas perdidas. Un día, la señor no pudo abrir su tienda: la
cerradura con la combinación se había roto y Luigia había perdido las llaves.
Llamó inmediatamente a un cerrajero que, con un manojo de llaves y toda su
experiencia estuvo casi una hora trabajando, sin poder abrir la puerta. Por fin perdió la
paciencia y dio a entender que iría a buscar los instrumentos para romper aquella
puerta que, cosa muy rara, resistía a su experiencia y habilidad. Mientras tanto, la
señora pensó en ofrecer pan a los pobres para que aquel santo, tan nombrado y
venerado, resolviera su caso sin tener que derribar la puerta, con consecuentes gastos
de dinero y de tiempo. Cuando el cerrajero volvió con un ayudante, la señora lo
informó de su voto y rogó que intentara una vez más con las llaves, en caso contrario
se procedería a derribar la puerta para acceder a la tienda. El cerrajero, aunque con
poca convicción, tomó una de las llaves del manojo y la introdujo en el ojo de la
cerradura. De pronto la llave abrió la puerta, ¡mejor que la llave original! Se celebró el
milagro y la mujer cumplió con su promesa. Una amiga, testigo del hecho, que había
obtenido la gracia por un familiar ofreciendo un kilo de pan, le regaló una estatuilla de
San Antonio, y la señora la puso en la trastienda con una luz encendida: allí mucha
gente acudía para pedir la gracia al Santo y ofrecer una determinada cantidad de pan,
y sus deseos San Antonio los realizaba.
¡Solo en los meses de noviembre y diciembre de 1891 se ofreció pan por casi

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500 liras italianas del tiempo! ¡Una fortuna!
Escuchar los milagros del Santo y las tradiciones populares acerca muchísimo
Antonio a la gente común.
¿Qué pasó después de los acontecimientos de Rímini?

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ANTONIO LLEGA A PADUA

Hacia finales de 1223 se pidió a Antonio que enseñara teología en Boloña.


¡Ojalá supiéramos cómo Antonio desarrollaba sus clases!
Sin duda, Antonio empezaba con la lectura de un texto sagrado, para llegar a
dar una explicación que hablara a la fe y a la vida de quien estaba delante suyo. Èl
fundaba su enseñanza en la claridad de los conceptos, en el utilizo de expresiones
esenciales, preocupándose de resultar persuasivo y práctico y sobre todo, prestaba
mucha atención en involucrar toda su persona física y espiritualmente transfiriendo los
conceptos que expresaba a las vivencias cotidianas de la audiencia.
Fray Antonio fue considerado por todo el mundo un maestro de sabiduría
cristiana, experto de la Biblia imparable y autor de obras de elevado espesor teológico.
(Pío XII, a 16 de enero de 1946, proclamó San Antonio Doctor de la Iglesia
con el título de “Doctor evangélico”.)
Entre 1225 y 1227 Antonio fue un activo predicador en Montpellier, Tolosa y
Limoges, donde fundó un convento del que fue el custodio, o sea el superior de los
franciscanos de la ciudad y de sus alrededores. Antonio visitó la ciudad de Puy-en-
Velay, en el actual departamento de la Alta Loira y de Brive, donde fundó otro
convento.
En 1227 volvió a Italia, atravesando a pie toda la Provenza, y en 1227 participó
en el Capítulo general de Asís, donde el nuevo Ministro de la Orden, fray Juan
Parenti, lo declaró Ministro provincial de Italia Septentrional.
Este encargo duró hasta mayo de 1230. Antonio abrió nuevas casas, visitó los
conventos para conocer en persona a todos los frailes, controló las Clarisas y la
Tercera Orden, se fue a Florencia, hasta que eligió como residencia estable la ciudad
de Padua y en dos meses escribió los “Sermones dominicales”.
Antonio estuvo en Padua por primera vez durante el gobierno del veneciano
Juan Dándolo de 29 de junio de 1229 hasta 28 de junio de 1230. Fue una época de
paz y Antonio pudo predicar en libertad.
El notario patavino Rolandino escribió: “Durante un año las ciudades de la
Marca Trevisiana gozaron de una tal paz, que casi todos estaban convencidos de que
no habrían sufrido más guerras en la región. Fue en aquel momento que, junto con
otros religiosos y justos, llegó el Beato Antonio, y en diferentes lugares de la Marca
anunció la Palabra de Dios con voz fascinadora.”
En Padua, Antonio estuvo también entre 1230 y 1231, año en que falleció.
Sumando los dos períodos, llegamos a poco más de doce meses.
Antonio se estableció en el monasterio de santa Maria Mater Domini. Su

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trabajo pastoral era muy intenso: predicaba, enseñaba, escuchaba durante largas horas
las confesiones. En el ejercicio de su ministerio algunos hermanos lo acompañaban, y
en los últimos años en particular el beato Luca Belludi.
Padua, cuya sociedad en ese entonces estaba afectada por contrastes sociales,
culturales y religiosos, interesaba a Antonio por su universidad, porque la palabra
universidad era sobre todo sinónimo de presencia juvenil. El Santo era un experto
“pescador de jóvenes”.
Acontecimientos prodigiosos tampoco faltaron durante su estadía en Padua.
Durante una de las miles de confesiones, un tal Leonardo, confesó a Fray
Antonio, entre los otros pecados, haber dado a su madre una patada muy fuerte y que
por causa de esta acción la madre se había caído al suelo. Antonio dijo al penitente:
“El pie que golpea la madre o el padre, merecería ser cortado al instante”. El joven,
arrepentido por el pecado cometido, después del reproche de Antonio llegó a casa y se
cortó el pie. La noticia se difundió por toda la ciudad y llegó a Antonio que, después
de rezar, unió la pierna al pie cortado haciendo la señal de la Cruz. El pie quedó unido
al instante y el joven se puso a caminar y saltar, loando a Dios y dando gracias
infinitas a Antonio.
Además, se cuenta que Antonio, que se encontraba en Ferrara, reconcilió a dos
esposos.
El marido era muy celoso de la mujer que pocos días antes había dado a luz un
maravilloso bebé. Antonio hizo hablar el hijo pidiéndole: “te suplico en nombre de
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nacido de María Virgen, que me digas
en voz clara, para que todos puedan oírlo, quién es tu padre". El hijo, mirando en los
ojos a su padre, ya que no podía mover las manos, ligadas al cuerpo con las fajas, dijo
en voz clara: “Éste es mi padre!” Antonio se giro hacia el hombre y dijo: “Toma a tu
hijo y ama a tu mujer, que está atemorizada y se merece toda tu admiración”.
San Antonio nos dejó escritos muy importantes.
Muchas de sus predicaciones están recogidas en los “Sermones” que
representan la obra literaria de carácter religioso más importante escrita en Padua en el
Medioevo.
Hacia finales de 1230, el Véneto vivía una paz inestable. Antonio sentía la
necesidad de intervención , multiplicaba los esfuerzos para evitar nuevos conflictos
que habrían llevado como siempre a sequías y epidemias. Su fama de predicador se
difundió tan rápido que las iglesias ya no podían acoger a todos los fieles. Las
predicaciones se daban entonces al aire libre y atraían a gente de toda clase social,
entre ellos el arzobispo. De sermón en sermón, se incrementaba la fama de lo que
pasaba en Padua, y eso provocaba un aumento enorme de personas que acudían para
escuchar a Antonio.
Una multitud sin fin se amontonaba fuera de su confesional. Era imposible
enfrentar tanto trabajo, aunque muchos hermanos sacerdotes y padres paduanos
intentaban darle un poco de alivio en su tarea.
Además de su actividad sacerdotal Antonio, en Padua, luchó con decisión

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contra el fenómeno de la usura, que ya había roto equilibrios familiares y encarcelado
a mucha gente. Sus sermones contra los usureros eran muy duros. Antonio los
llamaba “gente maldita”. Escuchemos ahora qué escribe Antonio en el sermón
dominical de sexagésima: “La “gente” maldita de los usureros, fuerte e innumerable,
cuyos dientes son como dientes de león, creció sobre la tierra. Observa dos cosas en el
león: el cuello inflexible, en el que hay un solo hueso, y el hedor de los dientes. Así el
usurero es inflexible, porque no se inclina ante Dios ni teme al hombre. Sus dientes
hieden, porque en su boca hay siempre la humareda del dinero y el estiércol de la
usura. Sus muelas son como de leoncillos, porque arrebata, destruye y traga los bienes
de los pobres, de los huérfanos y de las viudas. El usurero reduce a un desierto la
viña, o sea, a la Iglesia del Señor, porque con la usura se apodera de sus bienes; y
descorteza, desnuda y despoja la higuera del Señor, o sea, la casa de alguna
congregación, cuando cor, la usura se apropia de los bienes que a esa congregación le
entregaron los fieles. Por esto, “sus ramas se volvieron blancas”, es decir, los monjes
o los canónicos de aquella observancia están afligidos por el hambre y la sed. He ahí
cuáles manos hacen la limosna: ellas chorrean sangre de los pobres. . Hay algunos que
practican la usura privadamente: éstos son reptiles que se deslizan a escondidas y son
sin número. Hay otros que hacen usura públicamente, pero no en gran cantidad, para
parecer misericordiosos: y éstos son animales pequeños. Hay otros usureros pérfidos,
facinerosos e impudentes, que practican la usura delante de todos, como en la plaza: y
éstos son los animales grandes, más crueles que los demás, que serán presa de la caza
del demonio y tendrán seguramente la ruina de la muerte eterna, a menos que no
restituyan lo mal quitado y después hagan penitencia.”
Son palabras muy duras y, desgraciadamente, muy actuales. Hoy en día
también, los usureros prosperan a costa de muchos desesperados: emprendedores,
familias y hasta personas mayores. San Antonio sigue condenando los usureros.
En la Padua de Antonio mandaba Reginaldo degli Scrovegni, conocido usurero
que había “estrangulado” media ciudad e incluso la República de Venecia.
Sin duda Antonio, al pronunciar estas palabras en el sermón de la festividad de
San Esteban, se refería a sus malvadas actividades. Escribe el Santo: “El usurero es
como un escarabajo, que junta una gran cantidad de estiércol y con gran fatiga
compone una pelota redonda pero al final pasa un asno y pone la pata sobre el
escarabajo y sobre la pelota, destruyendo en un instante al escarabajo y la pelota por
la que mucho se habla fatigado. Así el avaro y el usurero acumulan por largo tiempo el
estiércol del dinero y se fatigan por largo tiempo; pero, cuando menos lo piensan, el
diablo los estrangula. Y así el alma va al diablo, la carne a los gusanos y el dinero a los
parientes.”
El hijo Enrique Scrovegni, para expiar los pecados del padre, hizo construir y
decorar la famosa capilla de los Scrovegni, una de las obras maestras de Giotto.
Enrique incluso fue el protector del pintor, y dedicó su vida a proteger las artes y a los
débiles. Con su conducta, intentó redimir el nombre de la familia. Acogió y protegió en
su casa viudas y huérfanos. Como hombre de paz súper partes fue tan apreciado que

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a menudo le llamaban para mediar controversias hasta en Ferrara y Venecia.
Antonio luchó no solo contra la usura, sino que también reprochó a los ricos y a
los avaros y los llamó a sus responsabilidades hacia ellos mismos y hacia la sociedad.
En los sermones del quinto domingo después de Pascua, en el del primer y
octavo domingo después Pentecostés y en el sermón de septuagésima, Antonio
escribe: “La riqueza ofusca la mente. En el mundo abundan las riquezas pero, cuando
llegue la muerte, éstas se dejarán y el rico se entregará al suplicio sin fin. Los ricos no
piden nada, y si alguna vez pidieron algo lo hicieron para salvar sus almas. El rico ama
los bienes terrenos y por eso está envuelto en el dolor de la noche oscura, y lo que
brillaba de riquezas está hundido en la oscuridad del infierno. Los ricos acumulan
dinero y no piensan en otra cosa, sino en poseer cada vez más. Ellos nunca
demuestran arrepentimiento porque les importa solo de las cosas del mundo,
olvidando que la salvación del alma pasa por la contrición. Como se lee en el
Evangelio de Lucas: “¡Ay de vosotros los ricos!, porque ya estáis recibiendo todo
vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis
hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque os lamentaréis y lloraréis.”
Se cuenta de algunos milagros relacionados con la usura y la avaricia.
Memorable es el milagro del corazón del avaro. En Toscana se estaba
celebrando con solemnidad el funeral de un hombre muy rico. Fray Antonio se puso a
gritar que aquel hombre no debería ser enterrado en un lugar sagrado, sino fuera de la
ciudad porque aquel cadáver no tenía corazón, según lo escribe el evangelista Lucas:
“Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Se le abrió el pecho al difunto,
y no estaba el corazón que, según las predicciones de Antonio, fue encontrado en una
caja fuerte junto con el dinero.
Es evidente que Antonio se dedicaba con todas sus fuerzas a la defensa de los
desheredados de la ciudad de Padua, se prodigaba como pacificador en las discordias,
como defensor de los que habían sido encarcelados inmerecidamente, obligando a la
restitución de lo que había sido quitado con usura y violencia.
Antonio sacaba a las prostitutas de la calle y encontraba ladrones de mala fama
para convertirlos a una nueva vida. Antonio intervino también para modificar la ley
comunal de Padua. Se trata de un estatuto que se refiere a los deudores insolventes,
con fecha a 17 de marzo de 1231, Lunes Santo. Así se lee: “Bajo petición de nuestro
venerable hermano Antonio, de la Orden de los Frailes Menores, se estableció y se
ordenó que nadie estuviera detenido en la cárcel, cuándo culpable solo de una o más
deudas en dinero, del pasado, presente o futuro, a condición que él quiera renunciar a
sus bienes. En los casos en que la evasión no se pueda demostrar de manera evidente,
de la cuestión se haga juez el potestad. Este estatuto no sufra modificaciones de
género, sino que se mantenga inmutado para siempre.”
Su acción en defensa de la dignidad de la persona lo llevó a encontrar a
Ezzelino III de Romano, apodado el feroz y el terrible, que desde 1225 hasta 1230 fue
capitán del pueblo de Verona. Soldado audaz, astuto y valiente, aunque fanático e
implacable en su voluntad de dominación. Sobre él escribió Antonio en el Sermón del

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sexto domingo después de Pentecostés: “También en este siglo hay un poderoso amo,
que, envenenado con el tóxico de la iracundia, como el basilisco, con el soplo de su
malicia agosta las hierbas, o sea, oprime a los pobres; deseca los árboles, o sea, a los
ricos, a los mercaderes y a los usureros; mata y prende fuego a los animales, o sea, a
sus domésticos. Y hasta contamina el aire, o sea, la vida religiosa; levanta su boca
hasta el cielo y su lengua recorre la tierra. Los demás reptiles, o sea, sus amigos y
compañeros, conociendo sus infamias, tiemblan ante su silbido. Y cuando su ira
estalla, todos se dan a la fuga y se apresuran a esconderse, en cualquier lugar.”
Antonio fue a la Corte de Ezzelino, en Verona, y le dijo lo que se lee en la
biografía “Benignitas”, en el capítulo 17: “Oh enemigo de Dios, tirano despiadado,
perro rabioso, ¿hasta cuándo seguirás derramando sangre inocente de cristianos?
¡Tienes sobre ti la sentencia del Señor, terrible y durísima!".
Antonio prosiguió con sus expresiones vehementes ignorando la presencia de
las guardias, que estaban allí para defender a Ezzelino. Se cuenta que el tirano, muy
impresionado por aquellas palabras, quedó como un manso cordero.
Se inclinó ante el Santo y confesó con humildad todos sus crímenes,
asegurando que repararía el mal cumplido.

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ANTONIO DEFENSOR DE LA
DIGNIDAD Y DE LOS DERECHOS DE
LAS PERSONAS

Fray Antonio fue un terco defensor de los derechos de todos.


Es un aspecto muy importante de su profunda humanidad iluminada por la
fuerza del Espíritu de Dios. Sin duda, el hombre Antonio fue el “defensor de los
derechos humanos”. La definición de derechos humanos bien se aplica al trabajo
incansable de Antonio en favor de los desheredados. De hecho, los derechos humanos
se definen como “necesidades de carácter material y espiritual” de cada uno, sea cual
sea la clase social, la etnia, la religión o el sexo.
Antonio recorría incansablemente las calles, exhortando a la paz y a la
docilidad: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”
(Mateo, 5, 5). Palabras que retumban en las del versículo 11 del Salmo 37: “mas
poseerán la tierra los humildes, y gozarán de inmensa paz.”
(http://iglesia.net/biblia/libros/mateo.html#cap5)
[http://www.librosagrado.com/xbcxcg-Sagrada-Biblia-Salmos-Capitulo-37.html]
Similarmente, en el versículo 105 de la Sura del Corán: “Hemos escrito en los
Salmos, después de la Amonestación, que la tierra la heredarán Mis siervos justos”
(http://www.coran.org.ar/Sura_021_Pag.htm)
Todo esto es una prueba de lo universal que es el mensaje de paz en el mundo.
En diferentes ocasiones de su vida Antonio subraya que los poderes políticos,
económicos y culturales se deben entender como un servicio debido al pueblo y no un
medio para abusar del él.
Sentimientos y acciones que retoman lo que San Pedro escribe en el quinto
capítulo de su primera Carta: “ Exhorto a los presbíteros que están entre ustedes,
siendo yo presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de
la gloria que va a ser revelada. Apacienten el Rebaño de Dios, que les ha sido
confiado; velen por él, no forzada, sino espontáneamente, como lo quiere Dios; no por
un interés mezquino, sino con abnegación; no pretendiendo dominar a los que les han
sido encomendados, sino siendo de corazón ejemplo para el Rebaño.”
Antonio es la encarnación de la figura del “Human rights defender”, o sea del
defensor de los derechos humanos.

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¿Quién se puede definir Human rights defender?
Según el principio enunciado en la Declaración de las Naciones Unidas sobre
los defensores de los derechos humanos “Toda persona tiene derecho, individual o
colectivamente, a promover y procurar la protección y realización de los derechos
humanos y las libertades fundamentales en los planos nacional e internacional.” (art. 1
de la “Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las
instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades
fundamentales universalmente reconocidos”
http://www.unhchr.ch/huridocda/huridoca.nsf/(symbol)/a.res.53.144.sp ) , los
defensores de los derechos humanos son individuos y grupos que, de manera no
violenta, promocionan y protegen los derechos humanos universalmente reconocidos y
las libertades fundamentales. Los defensores de los derechos humanos pueden ser
abogados, jueces, periodistas, blogueros, estudiantes, líderes religiosos, sindicalistas, y
todos aquellos que trabajan para promocionar los derechos humanos y se oponen
pacíficamente a las violaciones de la dignidad humana con la normas del derecho
internacional de los derechos humanos. Ya que están en primera linea, luchando
contra los abusos de los gobiernos locales y de los privados, los defensores de los
derechos humanos y sus familias a menudo se ven perseguidos, presos, interrogados,
encarcelados, torturados e incluso muertos por su trabajo.
Sin duda, San Antonio de Padua es el patrón de todas las personas que en toda
parte del mundo luchan por la afirmación de la justicia social y económica y dan su
propia vida para promover y defender todas la libertades fundamentales de la persona
humana.
Si Antonio hubiera vivido en el siglo XX, ¡seguro que habría ganado el Premio
Nobel de la Paz!
La teoría y la práctica de los derechos humanos encontraron en Antonio plena
realización. Él fue un atento observador de la sociedad de su tiempo, incluso tuvo una
visión profética sobre el futuro de la humanidad, lo que convierte su pensamiento en
algo siempre actual.
Fray Antonio nunca dejó de lado la dimensión espiritual del ser humano y de
todo lo creado por Dios. En cada acción y enseñanza encontramos a Cristo como
figura central, único capaz de donar la auténtica libertad material y espiritual. Un
empeño fatigoso que persiguió durante toda su breve pero intensa vida.
Antonio lucho con ánimo para devolver a toda persona su dignidad originaria de
criatura criada a imagen de Dios, abriéndole el corazón para acoger la Buena Nueva
anunciada por Jesucristo. Antonio se debe considerar como un libertador de los lazos
que ahogan la dignidad humana.
Cómo no pensar en las esclavitudes de nuestro tiempo: prostitución
internacional, tráfico de seres humanos, mafias, explotación infantil, niños soldado,
etcétera.
Antonio fue un defensor de la que hoy llamamos legalidad democrática.
La prueba también es la tentativa, que fracasó, de implorar la liberación del

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Conde Rizzardo de San Bonifacio y de los otros amigos güelfos, prisioneros en las
cárceles lombardas. El cronista Rolandín escribe que, pese a la bondad de la causa,
Antonio tuvo que volver sin haber logrado nada, ya que ni siquiera las oraciones
pudieron dar frutos concretos ante la falta cualquier sentimiento de humanidad. El alto
ideal ético y místico que animaba su ministerio pastoral a menudo chocó con la dureza
de la situación de pecado e injusticia que afectaba las ciudades y los campos que él
atravesaba. Antonio no perdió la esperanza y dedicó toda su breve existencia a la
renovación de la de las masas más marginadas y de las instituciones contrarias a la
dignidad y al bien de las personas.
Su compromiso se evidencia también en la serie de milagros enviados al Papa
para la canonización de Antonio: milagros dirigidos sobre todo a la protección de los
pobres y al alivio de los enfermos sin asistencia y a la conservación de la familia, con
una peculiar ternura hacia los niños, el consuelo a las esposas maltratadas y ofendidas
por maridos brutales, el apoyo al vínculo familiar en cualquier tipo de dificultad.
Antonio y Jesucristo se convierten en uno, ya que Cristo vive y obra en
Antonio y para Antonio a gloria de Dios. Antonio camina con la humanidad y la ayuda
a cargar el peso de la vida de cada uno. Con su existencia ha realizado las palabras de
Jesucristo, como Mateo en el capítulo 11 de su Evangelio: “Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga.”

33
LOS ULTIMOS AÑOS Y LOS
RECONOCIMIENTOS

El físico de Antonio estaba muy debilitado y aquel lunes 19 de mayo de 1231


Fray Antonio, exhausto a causa de las predicaciones cuaresmales y pascuales, dejó
Padua para ir a Camposampiero, donde el Conde Tiso VI, convertido por el Santo, lo
convenció a trasladarse en su castillo para descansar y revigorizar el cuerpo y el
espíritu. El Santo aceptó. Fuera de las puertas del castillo se hallaba un lugar de
devoción donde vivían algunos frailes menores y Antonio se juntó a ellos. Sin
embargo, la búsqueda de mayor sosiego lo llevó a hacerse construir una pequeña
cabaña en un nogal. Aquí, Antonio tuvo la visión del Niño Jesus, atestiguada por el
Conde Tiso. En el “Libro de los Milagros” , en el capítulo 22 podemos leer: “Mirando
a escondidas a través de una ventana, vio entre los brazos de San Antonio a un niño
hermoso y alegre. El Santo lo besaba y lo abrazaba, contemplando su rostro
incesantemente. Aquel hombre, asombrado y extasiado por la belleza del niño,
pensaba por sus adentros de dónde habría venido un niño tan gracioso. Aquel niño era
el Señor Jesús. Y fue el mismo Niño Jesús quien reveló al beato Antonio que el
huésped los estaba observando. Después de una larga oración, acabada la visión, el
Santo llamó al propietario y le prohibió que revelara a nadie, mientras él viviera, lo que
había visto. Después de la muerte de fray Antonio, aquel hombre, llorando, contó el
episodio, jurando sobre la Biblia que decía la verdad.”
En Camposampiero empieza el último capítulo de la vida del Santo. Ya
moribundo, Antonio fue puesto en un carro tirado por bueyes y llevado a Padua,
donde quería ser llevado para morir. Pero cuando llegó a la Arcella, un barrio de las
afueras de la ciudad, murió. Después de algunas disputas entre los frailes, el Santo fue
enterrado en Padua, el martes 17 de junio de 1231, en la pequeña iglesia de Santa
María Mater Domini, su refugio espiritual en los períodos de intensa actividad
apostólica.
Un año después de su muerte, la fama de tantos milagros cumplidos convenció
a Gregorio IX a quemar las etapas del proceso canónico y a proclamarlo Santo el día
30 de mayo de 1232, a tan sólo 11 meses de su muerte.
Ya desde la fecha de su muerte la tumba del Santo fue objeto de veneración. El
8 de abril de 1263, acabadas las obras de construcción de la nueva iglesia, tuvo lugar
el primer reconocimiento y traslado del cuerpo. La solemne ceremonia fue conducida

34
por San Buenaventura de Bagnoregio, superior general de los franciscanos. Durante el
examen de los restos mortales notó que la lengua del Santo estaba íntegra. Exclamó
entonces: “¡Oh lengua bendita, que siempre bendijiste al Señor e indujiste a los demás
a bendecirlo, ahora vemos con claridad cuántos méritos adquiriste ante Dios!”
Con toda probabilidad, la caja con los restos del Santo fue colocada en el
centro del presbiterio hasta que, el 14 de junio de 1310, estando ya lista la nueva
Capilla dedicada al Santo, se decidió trasladarla de nuevo.
Cuarenta años después, el 14 de febrero de 1350, el cardenal Guido de
Boulogne fue a Padua para dar las gracias al Santo por haberlo curado de la peste
negra y para donar un precioso reliquiero en el que se conservó la mandíbula del
santo. A partir de ese día, no se efectuaron modificaciones al Arca hasta 1981.
El 6 de enero de 1981, en ocasión de los 750 años de la muerte de San
Antonio, hubo otro reconocimiento, seguido por la recomposición definitiva de los
restos en una urna de cristal que, después de la ostensión, fue colocada en una caja de
roble en el interior del Altar del Arca del Santo. Más de 650 mil peregrinos le
homenajearon.
En 2009, después de las obras de reforma del Arca del Santo, los restos
mortales, trasladados a la “Capilla de San Jaime”, se volvieron a colocar en su sede
histórica.
En febrero de 2010 hubo otra pequeña ostensión del cuerpo del Santo, que
atrajo más de 200mil peregrinos de todo el mundo.
Antonio sigue atrayendo a personas y continua su acción taumatúrgica y
espiritual en cuerpo y alma de millones de fieles de todo el mundo.
Ante su tumba pasan miles de personas que cargan todos los días el peso de la
vida. Es un flujo sin interrupción, y millones de manos acarician la piedra detrás de la
cual descansan los restos mortales del gran hombre de Dios, poderoso intercesor de
gracias.
San Antonio de Padua nos ha dejado una herencia espiritual enorme y aún hoy
nos enseña que para llegar a Dios hay que confrontarse, a la luz del Evangelio, con las
necesidades de la humanidad, persiguiendo la justicia social y económica y llevando
una vida coherente con las beatitudes evangélicas.
Los frailes menores conventuales que tienen en custodia los restos mortales y la
sagrada memoria de Antonio, todos los viernes, después de la celebración eucarística
de la tarde, recuerdan su pasaje a la eternidad, y todos los martes el día de su
sepultura.

35
CANTOS A SAN ANTONIO DE PADUA

Responsorio "Si quaeris miracula"

Testo en latín
Si quaeris miracula, Mors, error calamitas, Daemon, lepra fugiunt, Aegri
surgunt sani.
R: Cedunt mare, vincula: Membra resque, perditas Petunt et accipiunt Iuvenes et cani.
Pereunt pericula, Cessat et necessitas: Narrent hi, qui sentiunt, Dicant Paduani.
R: Cedunt mare, vincula: Membra resque, perditas Petunt et accipiunt Iuvenes et cani.
Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.
R: Cedunt mare, vincula: Membra resque, perditas Petunt et accipiunt Iuvenes et cani.
Inglés (English)
If, then, thou seekest miracles, Death, error, all calamities, The leprosy and demons
flee, The sick, by him made whole, arise.
Ant: The sea withdraws and fetters break, And withered limbs he doth restore, While
treasures lost are found again, When young or old his help implore.
All dangers vanish from our path, Our direst needs do quickly flee: Let those who
know repeat the theme: Let Paduans praise St. Anthony.
Ant: The sea withdraws and fetters break, And withered limbs he doth restore, While
treasures lost are found again, When young or old his help implore.
To the Father, Son let glory be, And Holy Ghost eternally.
Ant: The sea withdraws and fetters break, And withered limbs he doth restore, While
treasures lost are found again, When young or old his help implore.
Español
Si buscas milagros, mira,
Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos,
El mar sosiega su ira, redímense encarcelados,
miembros y bienes perdidos,
recobran mozos y ancianos,
El peligro se retira,
los pobres van remediados,
36
cuéntenlo los socorridos,
díganlo los paduanos,
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...

ANTIPHONA ANTÍFONA
O proles Hispaniae,
pavor infidelium, O estirpe de
nova lux Italiae, España
nobile depositum temor de los
urbis Paduanae. infieles
nuevo esplendor de
Italia
Fer, Antoni, gratiae único tesoro
Christi patrocinium,
ne prolapsis veniae de toda Padua
tempus braeve creditum
defluat inane. Amen! de Jesucristo y de
sus gracias
danos la ayuda,
antonio
que el breve tiempo
que nos fue concedido
para llorar nuestras
penas
no sea perdido.
Amen

37
38
O Gloriosa Domina
Éste es el himno a la beata Virgen María que Antonio privilegiaba. Fue
compuesto por Venancio (Valentín) Fortunato en el siglo VI. San Antonio lo cantó
poco antes de su Tránsito al Cielo.

Versión latina Versión española


O gloriosa Domina, O gloriosa Señora,
excelsa súper sídera, elevada sobre las estrellas,
qui te creavit que en vuestro seno
próvide santificado
lactasti sacro ubere. habéis criado
providencialmente a vuestro
Quod Eva tristis Creador.
abstulit Lo que nos quitó la triste
tu reddis almo Eva
germine: Vos lo devolvéis por vuestra
intrent ut astra santa fecundidad:
flebiles, Vos sóis el camino
caeli fenestra facta que hace entrar en el cielo a
es. los que lloran.
Tu Regis alti ianua Vos sois la puerta del gran
et porta lucis Rey
fulgida: la brillante entrada de la luz:
vitam datam per Pueblos redimidos
Virginem, cantad a la vida dada por la
gentes redemptae Virgen.
plaudite. Gloria a Vos, Señor,
Gloria tibi sit, que habéis nacido de la
Domine, Virgen:
Qui natus es de así como al Padre y al

39
Virgine, espíritu Santo
cum Patre et Sancto por los siglos de los siglos.
Spiritu Amen.
in sempiterna
saecula.
Amen.

Textos y partituras de Cantos Antonianos, Oraciones Antonianas y Ritual


Antoniano (en italiano) en:
http://www.arciconfraternitasantantonio.org/site/pages/show/rituale-antoniano-1

40
Bibliografía y direcciones electrónicas:
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internazionale di studi (Padova-Monselice, 1-4 de octubre de 1981), Ist. Storia
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architettonici e pittorici della basilica di Sant'Antonio, Ass. Centro Studi Antoniani
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5. Bertazzo L., Cassio G. (coord.), Dai protomartiri francescani a sant'Antonio


di Padova. Atti della Giornata di studi (Terni, 11 de junio de 2010) (ilustrado,
brochure, Ass. Centro Studi Antoniani 2011)

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San Giacomo. Oratorio di San Giorgio, EMP 2002

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13. Farina L., Il noce di sant'Antonio, EMP 2012

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14. Figueiredo Frias Agostinho, Lettura ermeneutica dei «Sermones» di
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15. Gamboso V., Per conoscere sant'Antonio. La vita, il pensiero, EMP 2007

16. Gamboso V., Libro dei miracoli di sant'Antonio, EMP 2008

17. Gamboso V., Vita di sant'Antonio, EMP, 2011

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lettori del «Messaggero di sant'Antonio», Effatà 2009

19. Melone M. (coord.), Antonio de Padua (san), Camminare nella luce.


Sermoni scelti per l'anno liturgico, Paoline Editoriale Libri 2009

20. Ossanna T. F., Bellinati C., Maria nel pensiero di sant'Antonio e nell'arte
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23. Pivetti P., Grazie sant'Antonio. Piccoli grandi prodigi raccontati dai devoti
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25. Poloniato L. (coord.), Sant'Antonio. Preghiere, EMP 2010

26. Poppi A., Storia della provincia patavina di Sant'Antonio dei frati minori
conventuali. (1907-2007)-(1952-1979), Ass. Centro Studi Antoniani 2009

27. Ratti A. (coord.), Quaresima. In compagnia di Sant'Antonio, EMP, 2012

28. Ricci T., I sei grandi delle celle di Cortona San Francesco, sant'Antonio da
Padova, beato Guido da Cortona, frate Elia da Cortona , san Lorenzo da Brindisi,
venerabile, Olschki 2007

42
29. Semenzato C. (coord.), La cappella del beato Luca e Giusto de' Menabuoi
nella Basilica di Sant'Antonio, EMP 1988

30. Tollardo G. (coord.), La sapienza di sant'Antonio. Antologia dai Sermoni,


EMP 2004

31. Tollardo G. (coord.), Sant'Antonio di Padova. Il santo di tutto il mondo,


EMP 2006

32. Tollardo G. (coord.), Piccola tredicina a sant'Antonio, EMP 2007

33. Vanacore P., La gloria di sant'Antonio di Padova nel borgo di sant'Andrea in


Vico Equense. Memoria di un restauro, restauro della memoria, Longobardi 2007

34. Zatti G. La Basilica di Sant' Antonio. Guida illustrata storico-artistica, EMP


2005

35. Zatti G., La basilica di Sant'Antonio. Fede e devozione. Storia e arte, EMP
2001

direcciones de paginas web

http://www.provinciapatavina.org/ita/home.asp
[Página oficial de la Provincia de Padua de los frailes menores conventuales]

http://www.basilicadelsanto.it/
[Página oficial de la Basilica de San Antonio de Padua]

http://www.santantonio.org/portale/home.asp
[Página de la Comunidad Antoniana]

http://www.arciconfraternitasantantonio.org/site/
[Página de la Archicofradía de San Antonio]

http://www.caritasantoniana.org/ita/home.asp
[Caritas antoniana]

http://www.carosantantonio.it/ita/home.asp
[Página para dejar oraciones y mensajes]

http://www.ilcamminodisantantonio.it/ita/home.asp

43
[Jóvenes y frailes en camino por la noche...peregrinación por la noche en
búsqueda del Camino de S.Antonio (25 km: Camposampiero-Arcella-Basilica del
Santo).]

http://www.vedoilmiosignore.it/ita/home.asp
[Página de la Casa de Espiritualidad ei Camposampiero (PD) con muchos
enlaces a grupos antonianos]

http://www.clarisse.it/ita/home.asp
[Página del monasterio de las Clarisas, junto al Santuario di Camposampiero
(PD]

http://www.teologiaspirituale.it/testi.html
[Página que contiene muchísimos textos espirituales, entre otros las crónicas
históricas sobre la vida de San Antonio]

http://www.classicitaliani.it/francesco/fioretti_Cesari.htm
[Texto completo de: “Las florecillas de San Francisco”]

http://www.san-francesco.it/regola.asp
http://www.santissimocrocifisso.it/regola.htm
[Texto completo de la “Regla de San Francisco”]

1. http://it.wikipedia.org/wiki/Basilica_di_Sant'Antonio_di_Padova
2.http://www.medioevo.org/artemedievale/Pages/Veneto/SantoaPadova.html
[Ilustración histórica y arquitectónica de la Basílica de San Antonio de Padua]

http://www.santantonio.org/portale/camposampiero.asp
[Santuario antoniano deCamposampiero. Ver también la página oficial del
Ayuntamiento de Camposampiero (PD) en el enlace “Luoghi antoniani”

44
NOTAS BIOGRÁFICAS

Riccardo Abati se especializó en "Instituciones y técnicas de defensa de los derechos


humanos" en la Universidad de Padua, donde también fue profesor de "Movilidad social
y derecho a la educación", y consiguió la licenciatura en Teología en el Instituto
Teológico "Sant' Antonio Dottore" de Padua. Actualmente está estudiando hebreo en la
Asociación "Bibbia Aperta" de Padua.
Abati colaboró con la Comunidad Judía de Venecia (ref. Sra Lia Finzi y la Asociación
"Figli della Shoah") y en mayo de 2011 participó en un seminario sobre la didáctica de la
Shoá, en la Comunidad judía de Roma.
Con sus alumnos del instituto fue invitado a participar en la últimas tres ediciones del "
Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto" en el
Quirinale de Roma, con materiales realizados por los alumnos (a disposición bajo
petición).
Escribió dos libros de historia local, editados respectivamente por el Ayuntamiento de
Pianiga (VE) y de Santa Maria di Sala (VE); montó exposiciones de cartografía histórica
de estos territorios. Colaboró con revistas, incluso universitarias, especializadas en
didáctica de la educación a la ciudadanía y a la legalidad. Dos los libros de narrativa: "Le
strade del cuore" (SEneca Edizioni, Torino 2006) y "Se hai occhi ascolta" (Il Filo Editore,
Roma 2008) que ganó la XII edición del Premio Internacional de narrativa para jóvenes:
"Firenze capitale d'Europa". Este último libro está enfocado en la Shoá.
Para “Goodmood”, empresa de Padua líder en la producción de audiolibros y libros
electrónicos, escribió el guión del audiolibro “Il viaggio-Ritorno ad Auschwitz” y el libro
electrónico homónimo que contiene también el pequeño ensayo con fragmentos de
Sagradas Escrituras en hebreo.

45
Index
Pagina titolo 2
INTRODUCCIÓN 3
EL DIA BENDITO DE SU CANONIZACIÓN 6
UNA SANTIDAD ALCANZABLE 8
SU ÉPOCA HISTÓRICA 11
EL JOVEN FERNANDO 13
DE AGUSTIANIANO A FRANCISCANO 15
EL ENCUENTRO CON FRANCISCO DE ASÍS 17
ANTONIO PREDICADOR DE LA PALABRA DE DIOS 19
EL SANTO DE LOS MILAGROS... Y DE LA VIDA COTIDIANA 21
ANTONIO LLEGA A PADUA 26
ANTONIO DEFENSOR DE LA DIGNIDAD Y DE LOS
31
DERECHOS DE LAS PERSONAS
LOS ULTIMOS AÑOS Y LOS RECONOCIMIENTOS 34
CANTOS A SAN ANTONIO DE PADUA 36
O Gloriosa Domina 39
Bibliografía y direcciones electrónicas: 41
NOTAS BIOGRÁFICAS 45

46

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