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CapituLo 5 LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA MERCEDES BREA Universidad de Santiago de Compostela Si prescindimos de esos primeros balbuceos que pueden detectarse en el interior de textos que todavia pretenden ser latinos, podriamos decir que casi todas las lenguas roménicas alcanzan su edad adulta en el periodo comprendi- do entre el siglo 1x y el siglo xi, y de forma especial a lo largo del siglo xi. Suele repetirse que el «acta de nacimiento» (casi seria més epropiado decir «de confirmacién») de las lenguas romanicas es el Concilio de Tours del afto 813, simplemente porque contiene una de las disposiciones mas claras (no la linica, porque en esos ajios tienen lugar varios concilios en los que se insis- te en la misma idea) relativas a que los obispos empleen en sus homilias la lengua vulgar (roménica o germinica), a fin de que su mensaje pueda llegar a unos fieles que ya no eran capaces de comprender el latin que se utilizaba en los actos litirgicos. Pero el primer documento que ha Ilegado hasta nosotros escrito de forma consciente en romana lingua (el Indovinello veronese no ofrece todavia pruebas incontestables de esa conciencia lingiiistica) es, sin duda, el juramento pronunciado en 842 por Luis el Germanico ante las tropas de Carlos el Calvo con ocasién del tratado de alianza que ambos sellaron contra su hermano Lotario, recogido por Nitardo en su Cronica muy pocos ‘ios después (véase el capitulo 4), A nivel oral, parece claro por testimonios como esos que las variedades romanicas eran ya una realidad claramente diversa del latin (y con diferen- cias apreciables también entre ellas) al menos hacia el afio 800; y es mas que probable que produjesen asimismo una literatura popular de transmisién oral, pero aqui vamos a limitarnos a exponer someramente las particularidades de su fijacién por escrito. Desde este punto de vista, a lo largo de los siglos 1x y x, pueden loca- lizarse, sobre todo en la Galorromania y en Italia, diversos testimonios de 122 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA, la existencia de habitos lingiiisticos ya plenamente romdnicos y que pueden responder de alguna manera a aquella reforma carolingia que pretendia recu- perar la pureza clisica de un latin que se habia ido «deturpando» debido al paso del tiempo y a la impericia de los escritores (y también, en parte, a sus intentos por aproximarse al piblico al que se dirigian). Un proceso depurativo de este tipo no podia dejar de poner de manifiesto los cambios que se habian ido produciendo de forma lenta pero progresiva en la lengua hablada, hasta el punto de hacer incomprensible el latin a los iletrados. Es posible que, mas que la reforma escrita del latin, haya incidido el intento de restaurar la pronuncia- cién primitiva en las lecturas en voz alta, y es posible también que la diferente cronologia de la difusién de la liturgia romana, asociada a esa reforma, pueda justificar que la afirmacién de la lengua vulgar haya tenido lugar con dos siglos de antelacién en la Galorromania que en la Peninsula Ibérica (Wright, 1989). En cualquier caso, ese proceso de fortalecimiento paulatino de la va- riedad rustica romana es ya imparable, aunque se produzca en momentos y circunstancias diferentes a lo largo y ancho de la Romania. Tanto es asi que a comienzos del siglo xii van a aparecer las primeras pruebas irrefuutables de la consolidacién de alguna variedad lingiiistica romanica como vehiculo de ex- presién, no solo habitual sino también de prestigio, de un género literario; nos referimos, es evidente, a esos primeros tratados occitanos que comentaremos mas adelante, pero de los que queremos extraer ya ahora una cita, significativa por lo que supone de reconocimiento explicito de esas modalidades que con- figuraban la tradicion lirica romanica: Lengatge fay a gardar, car si tu vols far un cantar en frances, no's tayn que y mescles proencal ne cicilia ne gallego ne altre lengatge que sia strayn a aquell; ne aytan be, sil fag proengal, no's tayn que y mescles frances, ne altre lengatge sino d’aquell. (Regles de trobar, ed, Marshall, 1972: 64). En el siglo xml, pues, no solo se puede considerar «normalizado» (y, al menos en algunos casos, en cierto sentido «estandardizado») el uso de las lenguas roménicas, sino que también se percibia netamente la distincién entre ellas, incluso entre aquellas que eran mas o menos proximas, como podria ser el caso del francés y el occitano. De todos modos, la situacién no es la misma en todos los Ambitos, por lo que conviene atender a los diferentes aspectos que pueden apreciarse para entender el proceso en sus debidos términos. En primer lugar, bueno es recordar que, en ese siglo 1X al que nos hemos referido, existian ya diferencias mas o menos acusadas de unas zonas a otras, pero ninguna caracteristica intrinseca podia hacer pensar cuales acabarian prevaleciendo sobre las demas, probablemente porque las razones determi- nantes fueron sobre todo extrinsecas, vinculadas en muchos casos (aunque no siempre) a los centros ostentadores de poder politico, religioso o social. Por LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA. 123 otro lado, en las primeras manifestaciones escritas de las lenguas romanicas, es mas patente la oposicién entre latin y romance que entre las diversas varie~ dades roménicas, especialmente entre las mas proximas. La madurez que alcanzan las lenguas roménicas a lo largo de la Edad Media no conlleva, sin embargo, la desaparicién completa del latin, que (por mucho que las homilias se pronunciasen en lengua vulgar desde el siglo 1x y que los textos sagrados comenzasen a traducirse pronto y se generalizase ese fenémeno con la Reforma) continiia siendo la lengua oficial de la liturgia hasta mediados del siglo xx y, sobre todo, es la lengua que sustenta la escuela (y la ciencia, en general) hasta el siglo xvill. Se aprendia a leer y escribir, y se estu- diaba, en latin, lo que permitié que se emplease también como lengua valida para la creaci6n literaria en todo este periodo, en paralelo a las lenguas romé- nicas (con traducciones 0 adaptaciones en los dos sentidos) y con momentos dlgidos en el siglo xu y, en especial, en el periodo humanistico (ss. XIV-XV1). Esta presencia permanente del latin en la ensefianza explica que la forma es- crita de las variedades romances se vaya configurando mediante una adapta- cién del sistema grafico latino, habilitando soluciones propias (alcanzadas tras un periodo mds 0 menos extenso de vacilaciones) para representar fonemas nuevos, de manera particular las consonantes palatales, que es uno de los casos en los que existe mayor diferencia grafica de unas lenguas romanicas a otras. Asi, la de CAFLUM, por ejemplo, continiia siendo valida para el italiano cielo, el francés ciel, el espafiol cielo, etc., aunque en latin se pronunciase [k] y en sus descendientes sea [tf], [s], [6], etc.; por el contrario, para representar la nasal palatal, pueden aparecer (que no es otra cosa que , con la segun- da abreviada), , , ..., que remiten a los distintos origenes latinos (NN, NJ, GN...) de un comin fonema vulgar. Pero también en la ensefianza se producen cambios sustanciales en los siglos X11 y XII, como consecuencia del desarrollo de los nitclees urbanos: si en los siglos anteriores los centros de ensefianza eran las escuelas monacales, ahora empiezan a competir con ellas las escuelas catedralicias, e incluso las munici- pales o las que se fueron creando en casas particulares, en las que las «primeras letras» se ensefiaban en romance, para pasar luego al latin y las artes liberales. Y el desarrollo de las ordenes mendicantes propicié la creacidn de sus propios centros de enseftanza, independientes de la catedral y de los municipios, con el objetivo de formar a sus predicadores y misioneros. Ademiés, en el siglo xit se fundan algunas de las universidades mas prestigiosas (la de Bolofia data ya de 1088) y en el xill se generalizan en la Europa cristiana, experimentando algunas de ellas un proceso de especializacién en determinados tipos de estudios que las convierten en centros de atraccién de estudiantes de los lugares mas diversos. La concentracién de estudiantes provoca la necesidad de elaborar «libros de texto» y de comercializarlos, con lo que los escritorios monacales van dando paso a los talleres que copian esos libros y a las tiendas que los venden bajo el control de 124 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA la propia institucién. Una de las consecuencias directas de todos estos procesos es el incremento del niimero de personas que se van familiarizando con el uso de la escritura y que pueden firmar como testigos en los documentos. 1. Las fronteras de la Romania en la Edad Media Si comparamos el mapa actual de las lenguas roménicas con el que po- driamos trazar a comienzos del siglo xii, advertiremos que la distribucion de las mismas no coincide completamente, entre otras razones porque la isoglosa que separa el territorio romanico del germanico ha experimentado desde en- tonces modificaciones importantes. Varvaro (2001: 101-103) recuerda que los antiguos confines romanos representados por el Rin y el Danubio habian des- aparecido hacia tiempo, pero todavia quedaban islotes roménicos al este y al norte de la frontera actual, donde es posible que las ciudades fuesen bilingiles, pero que en el campo se mantuviesen nécleos de habla romance. Asi, por ejemplo, existe una discreta documentacién sobre la romanidad medieval del valle del Mosela, en torno a Tréveris, y huellas de la misma en el drea renana de Estrasburgo y en la hoy austriaca de Salzburgo. En la zona alpina, el limite entre las modalidades retorroménicas y los dialectos germénicos era mucho mis favorable al romance que en la actualidad, conservando posiblemente una continuidad geogrifica que se ha perdido irremediablemente. Mas al norte, la Inglaterra anglosajona habia sido conquistada por los normandbs en el aiio 1066, y el pais era trilingile (céltico, anglosajén y anglo- normando); aunque ello no supuso una recuperacién de la romanidad perdida en el siglo V, permitié al menos la entrada en inglés de un elevado niimero de palabras galorromanicas, que se afiadieron a los préstamos latinos anteriores para configurar un vocabulario con un porcentaje relativamente alto de formas de esta procedencia, que se verian reforzadas en épocas sucesivas con Ia in- corporacién de neologismos del mismo origen. En la franja meridional del antiguo Imperio Romano, hay que contar, por una parte, con la preponderancia del griego en amplias zonas de la Italia meri- dional, y, por otra, con que los musulmanes habian penetrado en la Peninsula Ibérica, ocupando una buena parte de ella e imponiendo en cierta medida la lengua arabe (bajo la cual, sin embargo, persistian las variedades mozérabes). En Sicilia, los iltimos reductos musulmanes cayeron en manos de los nor- mandos solo en los tltimos afos del siglo x1 y en la isla existia también una importante poblacién de procedencia griega, por lo que los hablantes roma- nicos representaban una minoria. En compensacién, es probable que en una zona interior de Tunez, en la ciudad de Gafsa, se utilizase todavia, en torno al 1100, una variedad de romance africano derivada del latin hablado en tiempos de San Agustin. LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 125 Mas complicado resulta conocer la situacién de los Balcanes (Banfi, 2003), aunque es verosimil que los nticleos dacorromanicos fuesen mas con- sistentes que en periodos posteriores (Varvaro, 2001: 102). Y no puede ol- vidarse que, a lo largo de las costas orientales del Mediterraneo, existian los estados «latinos» creados como consecuencia de las Cruzadas, en los que, ademas de las lenguas indigenas (arabe, en especial), se hablerian variedades romanicas (sobre todo, galorroménicas). Este panorama de comienzos del siglo xi iria cambiando de forma pro- gtesiva —répida, en ocasiones— hasta finales de la Edad Media, pues se completaria la reconquista cristiana de toda la Peninsula Ibérica, con la con- siguiente re-romanizacién del territorio, basada en las variedades lingiiisticas que se habian ido desarrollando en las zonas del norte y que, en su propaga- cién hacia el sur, fueron adquiriendo y desarrollando algunas caracteristicas Propias (piénsese, por ejemplo, en el nivel de diferenciacién que adquirié el portugues con respecto al gallego). Ademés, la fecha (1492) de la toma de Granada, ultimo bastion musulman de la Peninsula, coincide con el comienzo de la mayor expansi6n de los limites de la Romania hacia un Nuevo Mundo. Sicilia recupera asimismo la romanidad cuando, en el siglo x1, los bizan- tinos, primero, y los normandos, después, emprendieron su reconquista, A la Hegada de las nuevas clases dominantes (a menudo, de hablas galorromani- cas) se unié la de numerosos campesinos y artesanos procedentes de la Italia meridional, pero también del centro y el norte, sobre todo del area ligur y piamontesa, que contribuyeron a la configuracién de una variedad lingiiistica Tomanica que toma como punto de partida el habla indigena, pero que, con las aportaciones de estos inmigrantes, adquiere un aspecto menos diferenciado de lo que se esperaria en una isla tan extensa y montafiosa, y también menos «meridional» de lo que se esperaria (Varvaro, 2001: 10). La variedad afro-romanica, en cambio, se perderia definitivamente en el siglo xv, y también se verian afectadas sensiblemente las fronteras mas sep- tentrionales, las alpinas y las balcdnicas. Asi, por ejemplo, el uso del francés en Inglaterra (que se producia en unas circunstancias muy particulares, como se vera mas adelante, pues como lengua materna nunca habia sido hablada mas que por un pequeio porcentaje de la poblaci6n) disminuye de forma rapi- da en el siglo xiv (cuando ya solo era lengua materna en la familia real), sobre todo debido a las epidemias de peste de los afios 1348-49 y a otras posteriores, que diezmaron la poblacién e hicieron preciso reemplazar a los clérigos y religiosos muertos incorporando a aspirantes que en otro tiempo habrian sido rechazados por su monolingiiismo inglés; por otro lado, la Guerra de los Cien Ajios, iniciada por las disputas sobre el comercio de la lana, inspira una co- triente de patriotismo y sentimientos antifranceses (Iglesias Rabade, 1992) En la zona adridtica oriental, por su parte, y aunque las fechas no siempre son precisas, parece que una parte considerable de Istria debe de haber sido 126 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA eslavizada casi por completo a lo largo de los siglos xml y XIV; la Istria cen- tromeridional, despoblada por la peste, fue repoblada por Venecia con los croatas que huian de la expansion turca, y en la época del feudalismo germa- nico habia todavia comunidades romanicas en la Istria interior, pero debieron de ser asimiladas entre los siglos xIVv y xV. En cualquier caso, el cuadro de la distribucién de las lenguas en Istria en 1600 proporcionado incidentalmente por un obispo de Cittanova muestra a las claras el predominio de los dialectos eslavos. En otras zonas de la antigua Dalmacia, el proceso es también gradual, y la convivencia de hablas eslavas con italiano 0 «lingua franca» en la franja costera respondia a miltiples condicionantes; de hecho, cuando comenzé la primera fuerte presién turca en el s. xIv, el cuadro lingiiistico de la peninsula balcdnica ya estaba bien definido en lineas generales (en los territorios oc- cidentales, los eslovenos; entre la Sava y el Danubio y a lo largo de la costa adriatica, los croatas; en los territorios centrales y orientales, los serbio: el extremo sur, los montenegrinos). La ciudad dalmata en que la presencia veneciana era mas acusada es Zara (donde residia el proveedor general de Dalmacia y Albania), y, aunque Ragusa se mantuvo como reptiblica indepen- diente durante varios siglos (solo estuvo sometida al dominio veneciano entre 1205 y 1358), lo cierto es que Venecia actué en todos esos territorios como un elemento que, a la vez. que contribuy6 al proceso de disolucién de las origi narias hablas romances autéctonas, propicié una re-romanizacién que inicié su debilitamiento en torno a 1500 pero no se extinguié hasta la caida de la Republica ducal a finales del siglo xvii (Ursini, 2003). Las lenguas romanicas en la documentacién notarial y en los textos juridicos en los textos administrativos —y en algiin tipo de textos religiosos— donde puede percibirse (con mayor claridad que en los textos literarios) la existencia de scriptae diversas en tertitorio romance. Ello, sin embargo, no quiere decir (al menos no con cardcter absoluto) que reproduzcan de forma fiel las distintas variedades dialectales que se estaban conformando en el uso oral, sino que son el resultado de pricticas escriturales en las que intervienen elementos varios (la ubicacién y cardcter de los escritorios, la procedencia de los copistas, el modelo que se intenta reproducir, etc.); se trata mas bien de lo que podemos considerar scriptae regionales, entre las que inicialmente no se advierte la preeminencia de unas sobre las otras, hasta que el establecimiento de los principales centros de poder acaba imponiendo una de ellas. Aunque pueden localizarse esporadicos testimonios anteriores y, sobre todo, incursiones de formas o elementos romanicos en documentos redactados: en latin (como las formulas de declaracién de testigos en los pleitos instiga- LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 127 dos por el monasterio de Montecasino para asegurarse la propiedad de ciertas tierras), lo cierto es que el peso de la tradicién hace que el uso del latin como lengua juridica y administrativa se mantenga incluso cuando e1 algunas zonas de la Romania esta ya consolidada la préctica literaria en lengua vulgar. Parece evidente que en anotaciones privadas de orden prictico —no destinadas a pervivir, sino puramente ocasionales— la lengua vulgar debié de estar presente desde bastante antes, como atestiguan los escasos vestigios que han tenido la fortuna de conservarse (el Conto navale pisano 0 la Noticia de kesos, por ejemplo); pero, en lineas generales, se puede decir que, con modalidades y cronologias diferentes de regién a region, comienza a norma- lizarse el empleo del romance en la documentacion solo a partir del siglo xi (en el dominio lingiiistico occitano) y, de forma mas patente, a lo largo del siglo xitt (en la primera mitad, en toda Francia y en la Peninsula Ibérica: en la segunda, en Italia). Y, de manera general, puede establecerse una distincion entre los documentos notariales y las compilaciones juridicas, en tanto que estas contintian redactandose en latin hasta mds tarde y van siendo traducidas progresivamente al vulgar antes de convertirse en lengua original de redac- cién. De todos modos, también aqui cabria introducir matices particulares, pues, por ejemplo, en Francia las diferencias entre el Norte y el Sur son notables: el Sur es el «pais del derecho [romano] escrito», mientras el Norte se regia por la costumbre y, cuando estas costumbres comienzan a ponerse por escrito en el siglo x11 (Grand coutumier de Normandie, Etablissements de Saint Louis, etc.), muchas de ellas lo hacen directamente en lengua de oil (Lusignan, 1999: 116). Hay, sin embargo, dos casos particulares en la Romania que conviene destacar, precisamente porque representan las dos situaciones extremas (tam- bién utilizando criterios geograficos) de este panorama: el sardo y el rumano; el primero, porque es la lengua romanica en la que se redactan los documen- tos juridicos integramente en lengua vulgar en fecha mas temprana, desde finales del siglo x1; el segundo, porque su aislamiento geografico e histérico del resto del dominio roménico lo convirti6, entre los siglos IX y XIV, en un foco productor de cultura ortodoxa en lengua eslava. De hecho, el rumano (y algo similar debié de acontecer con el romanche y el ladino bajo la presién germanica) quedé casi confinado a un uso oral durante varios siglos, porque el eslavo se utilizé como lengua oficial tanto en el Ambito religioso como en el administrativo hasta el siglo xvi, y todavia después mantuvo su prestigio hasta el punto de que el rumano se escribié en caracteres cirilicos hasta el siglo xix, cuando se produce su definitiva recuperacién como lengua romanica, sobre todo desde el punto de vista cultural (Renzi/Andreose, 2003: 262). 128 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA 2.1. EL SARDO La precocidad en el empleo del sardo como lengua administrativa podria explicarse como consecuencia de las circunstancias histéricas particulares de Cerdefa, que vivi6 aislada tanto desde el punto de vista politico como cultural durante el periodo de la dominacién bizantina (ss. vi-1x) —en el que la lengua de referencia en el Ambito juridico era el griego y no el latin— y, sobre todo, en el correspondiente a las incursiones sarracenas (s. x). La isla recuperd sus relaciones con el continente (de manera especial con las ciudades de Pisa, Génova y Marsella, pero también con la abadia de Montecasino) entre los siglos x1 y XIV, y ello supuso una reintroduccién del latin, contemporanea a una afirmaci6n en el uso de las variedades vulgares. El aspecto mas destacable de esta situacién no es, como en la mayoria de los paises roménicos, el pro- gresivo desplazamiento de una lengua por otra, sino la convivencia de latin y sardo como lenguas oficiales de la cancilleria: el primero se utiliza en los documentos que tienen que ver con las relaciones que mantiene la isla con el continente; el segundo, en documentos de circulacién interna (Renzi/Andreose, 2003: 254-256) correspondientes a las cuatro judicaturas en que estaba divi- dida la isla. Su uso se prolongé en el siglo xv con la compilacién de textos legislativos validos para las principales ciudades sardas, pero el creciente in- flujo de la lengua toscana acabaria por desplazarlo completamente; por otra parte, a mediados del siglo xiv la isla fue tomada por los catalanes, que repo- blaron Alghero (L’Alguer) ¢ impusieron su lengua en la administracién hasta comienzos del siglo xvi (Veny, 2003: 844). Conviene tener presente que, en los condaghes, el sardo aparece ya como una lengua plenamente elaborada, sin las vacilaciones iniciales que caracteri- zan a otras variedades roménicas. Ello puede deberse a la probada experiencia de los monjes benedictinos (recordemos que aquellas declaraciones de testigos que conforman los Placiti campani estan relacionadas con el mismo Ambito de Montecasino) que habian sido lamadbs a la isla para ocupar el puesto de oficiales publicos, hasta tal punto que Blasco Ferrer (1995: 243) considera que la scripta sarda es, en buena medida, resultado de la reforma benedictina. 2.2. EL RUMANO No es de extrafiar, por lo que se ha dicho antes, que la primera docu- mentacién escrita del rumano pertenezca también a la esfera privada o semi privada: a saber, la carta del boyardo Neacsu de Campulung. Lo que llama la atencién, si lo comparamos con el resto del dominio romance, es la fecha, 1521, es decir, un momento posterior en varios siglos a testimonios equivalen- tes conservados en otros lugares, Por mucho que se acepte que este escrito no LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 129 puede haber sido un caso unico, no deja de ser un hecho real que el rumano no adquiere el estatus de lengua normalizada en el ambito juridico hasta media- famw | dos del siglo xvii (con la ley de Govora, traduccién del eslavo, en 1640, y la ae 4 interpretacion que se hizo de la ley en Tiroviste en 1652), cuando ya estaba totalmente consolidado en el ambito religidso (Windisch, 1993). 2.3. LA PENINSULA IBERICA La situacién lingtiistica de la Peninsula Ibérica es compleja y est condi- cionada, en buena medida, por los acontecimientos politicos que ocasionaron que, a comienzos del siglo vin, una buena parte de su territorio quedase bajo dominio musulmén y que su reconquista por los cristianos diese lugar a la existencia de distintos reinos, con fronteras muy variables y conjunciones 0 divisiones en sentidos diferentes a lo largo de la Edad Media, ademas de a una destacada complejidad demografica (Lleal, 1990: 199-210). En la parte occidental, Portugal adquiere su independencia en la primera mitad del s. xil con Afonso Henriques, y las cancillerias reales adoptan el romance como forma oficial de expresién a partir de 1255 (con Alfonso III el Bolofiés), con lo cual se establece una «norma» de caracter general basada fundamentalmente en las variedades meridionales, cuyo peso habia ido ga- nando importancia con la expansién del reino hacia el sur, y se consolidard con el posterior establecimiento de la corte en Lisboa. Mientras, Galicia per- manece unida a Leén, pero manteniendo su propia identidad, de modo que, cuando Alfonso IX convoca las primeras cortes de la historia europea, inicia la tradicion de celebrarlas alternativamente en Leon o en Galicia, y en sus sesio- nes los representantes de las ciudades se expresan en gallego y en leonés, Solo a partir de Alfonso X se convocan conjuntamente las cortes de los distintos reinos y se fija su ubicacién en Castilla (esporadicamente, en Leon), pasando a ser el castellano la lengua oficial de esas cortes. La inexistencia de una canci- lleria real en Galicia en la época en que se sustituye el latin por el romance en la documentacién deja en manos de los distintos escribanos la fijacién de una norma, provocando un polimorfismo que combina, sobre formulas juridicas calcadas del latin, formas proximas a la lengua familiar con otras elaboradas de acuerdo con los nuevos gustos literarios (Lleal, 1990: 211-212). Las variedades asturianas y leonesas (Garcia Arias, 1995) sufrieron tam- bién un retroceso importante con la definitiva incorporacién a la corona caste- Mana, Hasta principios del siglo xiv, puede advertirse cémo en el area de Leon se estaba desarrollando un proceso de normalizacién grafica auténomo y dife- renciado tanto del gallego como del castellano (Morala, 1998), pero el modelo alfonsi era tan potente que resultaba muy dificil sustraerse a su influencia. En otras zonas, no parecen haber llegado a configurarse scriptae propias, aunque 130 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA hasta finales del siglo xu o comienzos del xiv puede identificarse una serie de textos mixtos gallego-leoneses (con interferencias castellanas también), como los Foros de Castelo Rodrigo, ciertas versiones del Fuero Real y de las Flores de Derecho, 0 del Fuero Juzgo, que habria que interpretar en el marco de ese contexto histérico previo a la labor normalizadora de Alfonso X en Castilla y de Afonso III y D. Denis en Portugal (Marifio, 1998: 157-176). En Castilla, la consolidacién de una seripta se produce gracias al escri- torio alfonsi y la Escuela de Traductores de Toledo, en la que el castellano se convierte en el siglo xi en la lengua de destino de la actividad traductora, una lengua que se va fijando progresivamente en sus rasgos fundamentales. De todos modos, puede advertirse en la documentacion la existencia de al menos. dos normas lingilisticas diferenciadas: la de Toledo, niveladora y cortesana, y la de Burgos, con mayor presencia de elementos innovadores. La pugna entre el castellano «viejo» y el castellano «nuevo» se prolongé durante varios siglos, pero no reflejaba solo una diversificacién geografica, sino también social: mundo rural frente a mundo urbano, aristocracia feudal frente a poder central de la monarquia... Y esa diversidad se trasladaba también a la lengua literaria, cuyo modelo era fundamentalmente toledano, pero sin despreciar la afloracién de elementos propios de otras variedades, con el consiguiente debi- litamiento de las fronteras lingtiisticas y la configuracién de una norma culta (el castellano drecho) que viene a ser «un castellano de todas las regiones y de ninguna de ellas en exclusiva» (Lleal, 1990: 236-237). En Navarra, la situacién lingilistica era muy compleja: aunque existia una poblacién campesina que hablaba vasco (fijada posiblemente en una zona muy delimitada), la cancilleria real, la episcopal, los escritorios monacales y las villas se sirvieron primero del latin y, a partir de 1220, lo simultanearon con el romance propio de la zona (que se usa en documentos privados y al- gunos textos juridicos, asi como en proclamas y declaraciones oficiales), pero también con el occitano de la koiné pamplonesa de la documentacién admi- nistrativa, juridica y notarial (ss, xilI-XIV), el gasc6n (en la Baja Navarra, en los ss. XIV-XV), el francés (de forma puntual en el siglo xu, y en la cancilleria real en el XIV y XV, como consecuencia de su unién dindstica con Francia) y el hebreo de las aljamas de Tudela, Pamplona, Estella y Laguardia (Ciérbide, 1998). En el tercio oriental, el romance aragonés (Hilty, 1995) se mantuvo vivo en los primitivos condados de Sobrarbe y Ribagorza, y en el Somontano, pero en las zonas de repoblacién del valle del Ebro los rasgos propios se van dilu- yendo en una lengua de nivelacién de estructura fuertemente castellanizada, consecuencia de la convivencia con repobladores francos y castellanos, con mozérabes y judios que huian de Al-Andalus y con los propios musulmanes que permanecian en el campo. Ademis, la lengua escrita por notarios y eset banos no tomé como modelo el habla de los valles pirenaicos (muy fragmen- LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA, 131 tada, por otra parte), sino la de los principales nicleos urbanos. Y la unién politica con Cataluiia y el auge del catalan como lengua literaria a partir de la segunda mitad del siglo xin, a pesar de que las dos lenguas se mantuvieron siempre claramente diferenciadas, supusieron la expansion de este romance mis alla de sus limites originarios, por lo que, al lado de los textos aragoneses, son numerosos los documentos notariales del Alto Aragon escritos en catalan (Lleal, 1990: 281-282). En cuanto al catalan, el hecho de que en el siglo x11 los condados del sur de Francia y los de la antigua Marca Hispanica constituyesen una misma unidad politica determiné el empleo del occitano (que se sentia mas como variedad estilistica, artificiosa y refinada, que como lengua distinta) como lengua escrita, sobre todo en la lirica. De todos modos, en la segunda mitad del siglo xu el occitano fue cediendo el paso al catalan y los documentos usan sistematicamente esta lengua (que fue impuesta por la cancilleria real tanto en la documentacién oficial de Catalufia como en Ia de las recién conquista- das tierras de Valencia y Mallorca) en sustitucién del latin. El catalan admi- nistrativo presenta un aspecto homogéneo, debido en parte a una deliberada seleccién y adaptacién de férmulas latinas por los curiales; y la tardia expan- sidn por Valencia y Baleares (en un momento en que los romances autéctonos estaban siendo arrinconados por el arabe) favorecié ese caracter homogéneo del catalan septentrional que se iba implantando. De hecho, el desarrollo de la prosa catalana se relaciona directamente con la prosa juridica (iniciada el siglo anterior con la version romance del Liber Judicum) y las redacciones de los Usatges de Barcelona, los Furs de Valencia, los Costums de Tortosa, etc. (Lleal, 1990: 253-257). 2.4, FRANCIA El empleo del francés como lengua juridico-administrativa (dejando a un lado ese precioso testimonio primerizo que son los Juramentos de Estrasbur- go ya comentados) es relativamente temprano en la Inglaterra normanda, de donde proceden las Leis Willaume (mediados del siglo x11), traduccion de una compilacién previa de textos anglosajones. De finales del mismo siglo es, ya en el continente, un documento picardo, al que seguira una difusin progresi- va del uso del vulgar (a expensas del latin) a lo largo del s. x11. La penetracién del francés en las cortes de justicia inglesas se produce de forma clara en la primera mitad del siglo xi! y representa un hecho de suma importancia para el mantenimiento del estatuto de la lengua. La mayoria de los textos oficiales se redacta en latin hasta finales del mismo siglo (cuando empieza a ser reemplazado por el francés), pero una ley de 1166 concedia el derecho de apelacién ante una corte real, y en ella prevaleciael francés, lo que 132 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA propicié el desarrollo de una clase profesional de abogados (dominada al prin- cipio por clérigos, que se vieron relegados por diversas disposiciones a partir de 1217, cuando el obispo de Salisbury prohibié a los sacerdotes intervenir como abogados en cortes seculares), que propicié que el rey Eduardo I de- cretase que sus representantes debian establecer en cada condado un servicio juridico de al menos 140 abogados y aprendices. Y estos no estudiaban en las universidades (donde predominaba el latin), sino que se ejercitaban asistiendo a los procesos que tenian lugar en las cortes reales (en las que se pleiteaba en francés). Tales circunstancias permiten explicar que, justo en el momento en que el francés perdia su posicién en la sociedad inglesa (hay indicios claros de que yaa finales del s. xi11 eran pocos los nobles ingleses capaces de expresarse con soltura en francés), se refuerce su empleo como lengua judicial, obligando al piblico no francéfono a recurrir a los servicios de abogados profesionales y reduciendo —mediante la adopeién de una terminologia técnica extranjera que tenia un sentido preciso— la confusién que podria resultar de los cambios naturales que afectan a las lenguas vernaculas (Kibbee, 2003: 719). El paso definitivo del francés al inglés en la cancilleria real no se produce hasta el reinado de Enrique VI (1422-1461), pero ya desde la segunda mitad del siglo x1v el inglés habia ido entrando con fuerza en el Parlamento, que de- creté (jen francés!) en 1362 que, a partir de aquel momento (aunque tardaria en cumplirse), las actas juridicas se redactasen en inglés. La defensa del uso de esta lengua se presentaba como garantia de que los acusados eran cons- cientes de lo que sucedia en el tribunal, ya que solo los abogados y los jueces comprendian el francés, como puso de manifiesto la insurreccién de 1381, que legé a preconizar la muerte de todos los abogados (Iglesias Rabade, 1992; Kibbee, 2003). De todos modos, la progresiva desaparicién del francés como lengua ju- ridica y administrativa de las Islas Britanicas se vio, en cierto sentido, com- pensada por su también progresiva expansi6n en Francia hacia el Sur, a expen- sas, en este caso, del occitano (Wiest, 1995), que habia sido empleado como lengua administrativa (excepto en lo que procedia de la cancilleria real, que no llegé a utilizar nunca esta lengua para nada relativo a sus stibditos meri- dionales) en fechas mas tempranas que el francés, pues su época de esplendor coincide con la de la literatura: los siglos xiI y xu, periodo en el que, ademas, presenta rasgos ms 0 menos unitarios, aunque la Gascufia y el Bearne mues- tran ya sus particularidades diferenciales (Alliéres, 1995). Las diferencias dia- lectales se hacen palpables en el siglo xtv, en concordancia con el interés local de la mayoria de los textos (registros municipales, traducciones de ordenanzas locales, etc.); y es justamente en esta época, hacia 1390, cuando el francés se consolida definitivamente como lengua de la administracién real, por lo que los occitanos se ven obligados a utilizarlo cada vez con mas frecuencia en sus relaciones con el rey de Francia. LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 133 La intromisién del francés en territorio de oc se produce de forma mas 0 menos discreta al principio, pero en el siglo xvi acabara-por desplazar com- pletamente al occitano. La sustitucién comienza, en torno a 1450, por el norte del Lemosin; siguen el Périgord, Bordelais, Agenais... a partir de 1490, y el movimiento se generaliza entre 1500 y 1520, aunque Gascuit se resiste hasta mediados de siglo y los valles pirenaicos hasta casi 1600. El edicto de Villers- Cotteréts, firmado por Francisco I en 1539, que promulga la obligatoriedad del uso del francés, no es mas que el reconocimiento de un hecho real, de un reemplazo que, en cualquier caso, no es total, pues en algunas zonas se man- tiene el empleo del occitano (consentido por la administracién oficial) un poco mis; por otro lado, lo que esas ordenanzas perseguian era, sobre todo, relegar el latin en provecho de una lengua moderna y viva. La situacion del francoprovenzal no es facil de establecer; parece eviden- te que en la segunda mitad del siglo xl, sobre todo en el Forez y en la zona de Lyon, comienzan a aparecer textos redactados en esta variedad lingiistica, pero no es menos cierto que en la misma época se encuentran ya documentos escritos en francés, aunque, al menos hasta 1350, estos tienen generalmente el cardcter de documentos diplomaticos, propios de la cancilleria (los mas vinculados a actos privados utilizaban las modalidades francoprovenzales). En cualquier caso, a lo largo del siglo x1v (y dependiendo de las zonas), la propagacién del francés se hace cada vez mas evidente, y se completa en el siglo xv (Vurpas, 1995). 2.5. ITALIA Italia es uno de los territorios romances donde pueden encontrarse tes- timonios vulgares (0 semivulgares) en época mas temprana, pero la mayoria de ellos tiene un caracter mas o menos ocasional y de orden practico. Por otra parte, la Italia medieval es un conglomerado politico complejo que dificulta cualquier intento de sistematizacién y que, desde el punto de visto lingiiistico, representa en el Norte y el Este una zona de frontera con el mundo germanico y con el mundo eslavo, con situaciones tan curiosas como la que se puede advertir en el Friuli medieval, en el que el estado de cosas debia de ser mas menos el siguiente: la clase alta, poco numerosa y constituida por nobles y altos prelados con sus cortes, era germénica; la clase baja, campesina, absor- bia elementos eslavos conservando su fisonomia romance; y la clase media se orientaba hacia modelos roménicos, aunque resultaba aislada por el bloqueo que ejercian las clases superiores. Como esta clase media ejercia, a través de los notarios, el control de la sociedad y de su economia, es la que nos ha lega- do registros de confraternidades, cuentas familiares, etc. (Beninca, 1995), El derecho romano resurge en el siglo xii bajo una forma que el renovado 134 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA Imperio quiere comtin a todos sus stibditos, y el latin sigue siendo durante bas- tante tiempo la lengua en la que se redactan los textos juridicos, entre ellos los estatutos comunales, aunque en bastantes ocasiones se acompafien de versio- nes vulgarizadas, del mismo modo que se introduce el vulgar en declaraciones 0 en anotaciones marginales 0 Ilenando espacios vacios (con textos que no tienen ya caracter administrativo, sino ocasional o plenamente literario, como sucede con los Memoriali bolognesi). En la Italia medieval, uno de los factores fundamentales para la genera- lizacién de la lengua vulgar es la gran revolucién comercial que tuvo lugar entre los siglos x y XIV, hasta el punto de que los mercaderes florentinos jue- gan un importante papel en la propagacién lingiiistica de lo que se habria convertido en italiano comin, pues su presencia es notable, en el siglo xitl, en Venecia, en el Trentino, en el Friuli, pero también en Napoles o Messina. El vulgar toscano escrito es el signo de la afirmacién de una nueva civilizacién, mercantil y comunal, y de una nueva cultura burguesa, por lo que no es de extrafiar que los documentos mas antiguos se refieran precisamente a la reali- dad socioeconémica de la civilizacién comunal. Por el contrario, la variedad lombarda tiene una escasa conciencia identitaria, porque no puede sustentarse ni sobre el nacionalismo politico de los longobardos meridionales ni sobre la hegemonia intelectual de los benedictinos (Sanga, 1995). EI plurilingiiismo puede alcanzar variaciones tan destacadas en la Italia medieval como lo que acontece en Sicilia, donde todavia hasta el siglo x1v pueden hallarse vestigios del arabe (en declive) y el griego (en regresin). Pa- rece evidente que la intensificacion de las relaciones comerciales con Oriente y con los paises del Africa septentrional, asi como las peregrinaciones, las relaciones diplomaticas (a menudo impulsadas por intereses econdémicos) creaban frecuentes situaciones de contacto con individuos que hablaban otras variedades romances, pero también lenguas no rominicas, lo que explica la aparicién de variedades comunicativas hibridas como el tipo de veneciano co- nocido como «de 1a da mar», una lengua mixta de base veneciana en la que se entremezclan rasgos vénetos no venecianos, rasgos italianos (frecuentes me- ridionalismos, entre otros) y elementos eslavos, arabes, franceses, bizantinos. La preferencia por el vulgar sobre el latin no se manifiesta de forma indis- criminada: el vulgar se adopta antes en las cancillerias comunales que en las aulas regias, pero los estatutos y ordenamientos ciudadanos, las leyes y dispo- siciones mantienen mas tenazmente el uso del latin, mientras que la actividad escrituraria de ambito mercantil encuentra en el vulgar su forma de expresién privilegiada. Y el panorama varia sensiblemente de unas regiones a otras; asi, frente a los testimonios generalmente tardios y escasos de los comunes del norte, aparece imponente, variada y precoz la documentacién de los comu- nes, grandes y pequeftos, de Toscana, corazén de una profunda reconversi6n lingiiistica que comienza con el Conto navale pisano (s. xit) y los fragmentos LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 135 de un libro de cuentas de banqueros florentinos (1211) y prosigue de forma ininterrumpida, intensificdndose en el siglo xtv. En el Lacio, en cambio, son escasos los testimonios vulgares de los ss. XtlI y XIV, hasta el punto de que el unico libro de cuentas del siglo xi! procedente de Roma (el Libro dintroiti e desiti di Papa Nicolo III nella Marca, 1279-80) fue escrito por un toscano; la situacién en esta zona comenzé a cambiar solo a finales del s. xIV, cuando los cambios politicos y sociales y la democratizacién de las instituciones ciuda- danas favorecieron el ascenso del sector mercantil y artesano. Una dificultad andloga por parte del vulgar local para adquirir espacios reservados tradicio- nalmente al latin se encuentra en el area napolitana, donde la documentacién mas antigua se limita a un escrito de 1282 en vulgar amalfitano, mientras que, hacia mediados del siglo x1v, en la cancilleria angevina, se adopta en algunas misivas un napolitano intrincado de toscanismos y latinismos. Con respecto a los ambitos que adoptan el vulgar en los textos de tipo practico, hay que sefialar que, mientras en Toscana abundan los documentos laicos y privados, en otros lugares son, sobre todo, documentos relativos a la actividad de las instituciones religiosas o de las cancillerias publicas (comu- nales, sefioriales 0 regias): en el Friuli pueden encontrarse estatutos, libros de cuentas, inventarios de confraternidades o de instituciones religiosas; en Piamonte se redactaron los estatutos de la Sociedad de San Jorge y los jura- mentos de sus rectores; estatutos de confraternidades en Umbria, Campania, la Pulla, Sicilia. El tmico libro de cuentas del siglo xtv en siciliano conocido hasta la fecha fue compilado por un abad benedictino, una prueba mas del papel crucial que desempeiié la orden en la afirmacién del vulgar. En Sicilia, a partir de comienzos del xiv, se produce una gran cantidad de documentos en siciliano: importantes disposiciones de naturaleza fiscal y una amplia gama de cartas oficiales y semioficiales procedentes de la curia regia o personajes de la corte; hay interesantes excepciones, como el testamento de un rico mercante de Messina, que muere de improviso en Venecia y es un bello ejemplo de encuentro entre idiomas muy diversos entre si (en 1380, lo copia en siciliano un notario veneciano; un afio después, los procuradores de San Marcos, para ejecutarlo, «trasladan» en veneciano parrafos del testamento en las actas que recogen la cuestién). La situacién no cambia mucho en la Italia septentrional, donde los textos practicos desde mediados del s. xiv estén ligados preferen- temente a la actividad de los comunes y a las cancillerias sefioriales (Milan, Mantua). En cualquier caso, las relaciones entre los estatutos y disposiciones (comunales, de artesanos, religiosos, etc.) y la lengua vulgar son antiguas y fuertes, porque, aunque originalmente se redactasen en latin, eran pronto vul- garizados y difundidos oralmente. Uno de los ambitos especificos de uso de la lengua vulgar es el vinculado directamente a la actividad de los mercaderes, que Ilevaban libros de cuentas y prontuarios en los que se recogian informaciones sobre mercancias, viajes, 136 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA economia, intercambios internacionales, etc., ademas de mantener una inte- resante correspondencia epistolar en una lengua que no es reflejo exacto del habla cotidiana pero tampoco respeta las normas rigidas del género, pues est dictada por exigencias de claridad y de univocidad informativa y se apren- dia mediante el uso y la frecuencia de las escuelas comunales. Estas cartas ofrecen, ademas, testimonios de los intercambios interlingiisticos a los que estaban expuestos los que, por motivos diversos, viajaban de un centro a otro, deteniéndose por periodos incluso largos en algunos de ellos, por lo que se convierten en una fuente preciosa para el estudio de los fenomenos de interfe- rencia lingtiistica (Casapullo, 1999: 49-84). 3. Las lenguas roménicas y la Iglesia La Iglesia representa, al mismo tiempo, un foco de conservacién del la- tin (los textos sagrados y litirgicos se transmiten y utilizan en esa lengua, que es también la propia de la administracién eclesidstica) y de asentamiento del vulgar. Las disposiciones de comienzos del s. ix recomendaban utilizar el vulgar en las homilias para facilitar su comprensién por los fieles, y por ello no es extrafio que, entre las primeras documentaciones romanicas, se encuentren textos ocasionales como ese borrador galorromanico de sermén sobre Jonas, 6 las homilias de Organya catalanas; tampoco llama la atencién que las glosas emilianenses (con ese fragmento de oracién que comienza Cono aiutorio...) se hayan escrito sobre un cédice de contenido litirgico, o que alguien haya anotado entre lineas un sermon pseudoagustiniano en una variedad retorro- manica de tal modo que casi se puede extraer de él una version romance. En el apartado anterior se ha visto cémo las reglas y disposiciones internas de las comunidades religiosas se adaptaban con cierta frecuencia al vulgar (y c6mo, ‘en documentos notariales, eran ellas las mas interesadas en recoger fielmente declaraciones de testigos que utilizaban su habla propia), y entre las primeras documentaciones de algunas lenguas romanicas se estudian también traduc- ciones de la Biblia, en particular de los Evangelios; del mismo modo, se ha mencionado ya que algunas variedades romances con escasa o nula tradicién escrita a lo largo de la Edad Media (rumano y romanche, en particular) se re- cuperan precisamente merced a las traduceiones propiciadas por la Reforma. Pero el papel de la Iglesia no es menos relevante en el proceso de adop- cidn del vulgar para ciertos géneros literarios, especialmente para la hagio- grafia. Entre los primeros textos franceses se cuenta, por ejemplo, la Secuen- cia de Santa Eulalia, conservada en un manuscrito que contiene también una versién latina de la misma historia (ademas de un Ludwigslied germanico); y podemos ampliar sensiblemente la lista de textos hagiograficos con la Vie de Saint Alexis francesa, la Cancién de Santa Fe occitana, la Vida de Santa Maria LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 137 Egipciaca castellana, etc, En paralelo estén las representaciones litirgicas 0 semiliturgicas (Auto de los Reyes Magos, por ejemplo, 0 los Jeux franceses), las laude (Jacopone da Todi), las colecciones miraculisticas (las marianas, en particular), los cantos religiosos de Francisco de Asis... Todo ello indica que, de algiin modo, la Iglesia era consciente de que la progresién del vulgar era imparable y que, en lugar de obstinarse en luchar contra ella, opts por | tolerar, o incluso apoyar de forma mas o menos explicita, las manifestaciones | que le interesaban mas directamente (atacando, en cambio, aquellas otras que consideraba que podian conducir a la perversi6n, al pecado, al alejamiento del redil). Las vidas de santos eran exempla que se proponian a los fieles, las relaciones de milagros tenian como fin no solo levantar acta fidedigna de | los mismos (que si podria hacerse tinicamente en latin), sino también atraer peregrinos devotos a los santuarios vinculados a ellos; las representaciones tenian objetivos similares (hacer visibles los misterios de la religién) a las que utilizaban como vehiculo de expresidn relieves escult6ricos, frescos 0 mosaicos. Y todo ello tenia necesariamente que ser adaptado al vulgar para lograr su propésito de llegar a toda la poblacién; por eso abundan en Francia los textos hagiogrificos desde los siglos 1x y x, y en el resto del dominio roménico a lo largo del x11 y el xii, y por eso prolifera también todo ese otro tipo de manifestaciones paralelas que buscan un acercamiento de la religién al pueblo Ilano. No es, pues, de extrafiar que las tinicas manifestaciones literarias conservadas, por ejemplo, en la variedad francoprovenzal correspondan pre- cisamente a milagros, leyendas, el relato de Marguerite d’Oingt de una visién mistica, ete. (Vurpas, 1995). Pero es posible también que, secundariamente, la Iglesia hubiese tolerado el cultivo de la épica, porque esta es, de alguna manera, una adaptacion pro- fana del género hagiografico: no solo utiliza (como los textos hagiogrificos mas antiguos) la modalidad compositiva en tiradas monortimas, sino que el héroe es, en cierto sentido, una transposicién del santo, pues encarna virtudes similares a las de este y es siempre un buen cristiano. 4. Las lenguas roménicas y Ia literatura Las lenguas romanicas alcanzan su madurez como vehiculo de expresién de una literatura en fechas anteriores a su generalizacién en la administraci6n y la justicia, aunque la historiografia y la literatura de tipo didactico y enci- clopédico van introduciendo progresivamente el vulgar a partir de las mismas fechas que estas (recuérdese también, en este sentido, la importante labor de la escuela de traductores de Toledo, la de la corte siciliana de Federico II 0 la de D. Denis). En el apartado anterior se ha hecho referencia a su empleo temprano en 138 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA la hagiografia (donde predominan las traducciones 0 adaptaciones de textos latinos sobre la creacién original en vulgar); en la épica se implantan, con mo- tivaciones claramente politicas —de asentamiento de una dinastia, por ejem- plo— (lo que podria explicar la escasa presencia del género en Italia), a partir de los siglos x1-Xu; la narrativa galorromanica tiene su edad de oro en el siglo xit (habitualmente en verso) y continda en los siglos siguientes, expandiéndo- se por la Peninsula Ibérica ¢ Italia en el Xl y XIV, pero sustituyendo el verso por la prosa; la lirica, por su parte, florece con fuerza en occitano en torno al aiio 1100 y reune por primera vez las caracteristicas de ser una literatura culta, en lengua vulgar y de autor conocido, interesado en legar su nombre. Todos los géneros se consolidan primero en territorio. galorromanico (la hagiografia, tanto en francés como en occitano: la épica y la narrativa en francés, la lirica en occitano), y el prestigio que adquieren explica que estas dos modalidades lingiiisticas hayan sido adoptadas también de forma mas 0 menos frecuente fuera de sus fronteras: catalanes ¢ italianos del norte emplean el occitano en la lirica, en el primer caso hasta bien entrado el siglo xm; en el norte de Italia se emplea el francés en otros géneros (y ya se ha mencionado la utilizaci6n del francés en la corte briténica, lo que da lugar a la variedad lingiistica conocida como anglonormando); no es infrecuente, sin embargo, que los textos que pretenden parodiar esa literatura mas prestigiosa recurran al vulgar propio, como sucede con esas manifestaciones liricas friulanas que constituyen la documentacién literaria mas antigua de esa variedad. En todos los dmbitos, pero también de un modo claro en la literatura, las Jenguas roménicas se van normalizando en un contexto de plurilingitismo, en el que las diferencias existentes no parecen representar un obstaculo para la comunicacién. La tan debatida alba de Fleury parece bilingiie, las jarchas mo- zarabes estén integradas en mwasahas arabes o hebreas y la nica documenta- cidn literaria del gascén en la Edad Media, asi como una de las mas antiguas conservadas tanto del gallego-portugués como del italiano, se encuentran, en los tiltimos aftos del siglo xu, en el famoso descort plurilingiie de Raimbaut de Vaqueiras. Y no solo se traduce del latin (y de otras lenguas, como el arabe © el hebreo) al romance (y a varios romances en paralelo), sino también del romance al latin y de unos romances a otros (piénsese, por ejemplo, que la compilacidn de los textos de la escuela poética siciliana arranca con la adap- tacién que hace Giacomo da Lentini de una cancion de Folquet de Marselha), si bien en este caso convendria distinguir (como plantea Varvaro, 1996: 533) entre las traducciones que se producen entre variedades roménicas claramente diferentes y los casos en los que un texto se adapta superficialmente de un dialecto a otro (es decir, entre idiomata o loquelae de una misma lingua), para los que propone hablar de «conmutacién lingilistica». Si efectuamos un rapido repaso de las distintas areas romanicas, se ad- vierte que, en el dominio galorromanico, se configuran dos lenguas literarias LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 139 claramente distintas; hay diversos testimonios del siglo x11 —Bacon, Tomas de Aquino, etc.— de la conciencia de que en la lengua gallica existian cuatro variedades diferenciadas (normando, picardo, borgofién y franciano), pero nunca se incluye entre ellas el occitano, por lo que la conmutacién se produce entre anglonormando, picardo y franciano, mientras que con el occi~ tano hay que hablar de traduccién (por ejemplo, para la version del Roland), aunque algunas muestras (los tres cddices con rasgos lingiiisticos particulares del Girart de Rossilhon, la Chanson d'Antioche con un texto occitano adap- tado a las caracteristicas de oil) presenten problemas particulares. En relacion con el anglonormando, conviene recordar que esa lengua literaria alternativa a la que se estaba configurando en torno al franciano alcanza un desarrollo notable en la corte inglesa de la segunda mitad del siglo xu, durante el reinado de Enrique II, cuya esposa, Leonor de Aquitania, estimulé considerablemente la produccién literaria en francés (Marie de France, Wace, etc.). En el drea italorroménica, la contraposicién Norte/Sur (parece fundado el intento de crear también una tradicién cultural intermedia, basada en la red de monasterios benedictinos dependientes de Montecasino, que podria haber dado lugar a formas de lengua literaria anterior al s. xit1) sesponde quizas a motivos politico-sociales (a Italia de los comunes frente a la Italia del reino), pero los poetas sicilianos se ven sometidos a conmutacién en la tradicion ma- nuscrita toscana, y la transmisién de la Commedia refleja una gama casi infi- nita de conmutaciones locales, mientras que en la Sicilia de los ss. xiv y XV se traduce del toscano igual que se traduce del francés antiguc. En Ambito iberorroménico, recuérdese que, en el siglo xiii, el aragonés y el leonés (incluso el riojano) aparecen como idiomata con respecto al cas- tellano, como prueban, entre otros, los distintos manuscritos que transmiten el Alexandre; las tentativas de constituir el aragonés en lengua literaria auto- noma corresponden a finales del s. xiv, con Fernandez de Heredia, pero no tendran mucho éxito. Por el contrario, el gallego-portugués aparece desde el principio como lengua independiente, generalizéndose su uso para la lirica en buena parte de la Peninsula, y se realizan luego traducciones diversas entre el portugués 0 el gallego (entre ellas cabria hablar mas bien de conmutacin) y el castellano. El catalan parte de una situacién de aparente subordinacién idiomatica al occitano (andloga a la que tiene el gascén), pero la constitucion de una fuerte identidad politica en torno a la corona de Aragén propicia que la historiografia, desde el s. xin, se sustraiga claramente de aquella influencia, pues en este género el occitano carecia de tradicién; luego, Ramon Llull am- plia mucho el ambito de autonomia del catalan, que pasa a utilizarse en todas las manifestaciones literarias. Como sefiala Varvaro (1996: 531-532), un proceso histérico como la for- macién de nuevas lenguas literarias no es nunca la consecuencia directa de circunstancias propiamente lingiiisticas, porque tal proceso est siempre en 140 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA estrecha conexién con factores socioculturales externos a la lengua, con la voluntad de identificacién y distincién de un grupo 0 con la consiguiente re- estructuracién de las relaciones entre autores, textos y publico. Y esa identifi- cacién se produce siempre por oposicién, por lo que suele documentarse antes en las periferias que en el centro; en la Edad Media, la formacién de multiples Ienguas literarias romdnicas es la expresién de un grandioso fenémeno hist6- rico-cultural: la toma de conciencia de identidades locales 0 nacionales que se sustrafan a la identidad universalistica de tradicion latina y cristiana. De todos modos, es también una realidad que, en este perfodo, y en paralelo a esa toma de conciencia, la comunicacién y el sentimiento de pertenecer a una unidad de rango superior se produce en buena medida gracias a la accién uniforma- dora del latin y las lenguas galorroménicas, que actiian a modo de adstrato 0 superestrato cultural comin. 5. La codificacién de las lenguas romanicas Aunque podria ser interesante detenerse en el analisis de la teoria lin- gilistica medieval, con la profusion de gramaticas «especulativas» por parte de los modistae, 0 en la polémica mantenida entre realistas y nominalistas, estas cuestiones afectaban al estudio del latin, por lo que nos cefiiremos a lo que tiene interés directo para la lingiiistica romanica. Y en este sentido si cabe mencionar, por la repercusién que (durante mucho tiempo) tendrén en a descripcién de las lenguas neolatinas, las obras de Donato y Prisciano, que gozaron de prestigio universal en toda la época medieval: los Prisciani insti- tutionum grammaticarum libri XVIII constituyen una especie de puente entre la Antigiiedad clasica y la Edad Media occidental, y su difusion se deduce de la existencia de unos mil manuscritos conocidos de la obra; junto a ella se em- pled, como manual de iniciacién, la Donati de partibus orationis ars minor, y ambos tratados fueron objeto de comentarios y exégesis de modo andlogo a ia Biblia. Dado que el estudio de la gramatica se encaminaba a un fin practico (la ensefianza y el aprendizaje del latin), se redactaban manuales destinados al uso escolar, de modo que tales obras venian a reducirse a un conjunto de reglas para escribir y hablar correctamente, y pronto se advirtié que esas re- glas se retenian mejor si se ponian en verso, lo que Ilev6 a versificar la grama- tica entera (el Doctrinale puerorum de Alexander de Villadei, de fines del xu, sobrevivié incluso al Humanismo y a la Reforma). En este ambiente surgen las primeras descripciones relativas a las lenguas roménicas. Igual que sucede en otros ambitos, también aqui tienen la preeminencia las variedades galorromanicas; para el francés se encuentran (en concordancia con cuanto hemos visto en los apartados anteriores) en las Islas Britanicas y obedecen a razones pragmiticas (vid. supra 2.4.). Asi, en el LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 141 siglo xi se elabora un glosario inglés — francés de términos juridicos que tiene como objetivo ayudar a los franceses a interpretar las costumbres juridicas anglosajonas (Kibbee, 2003: 718), y a partir de 1250 aparecen glosarios (el primero es el Iéxico versificado de Gautier de Bibbesworth, que se ocupa del vocabulario necesario para la gestion de un dominio sefiorial) y manuales para ensefiar francés a los angléfonos, como un Tractatus orthographiae redactado en latin y destinado a ensefiar el francés oral en un contexto comercial. Pero las primeras codificaciones con intencidn de fijar una norma lingitis- tica son las occitanas, que responden a motivaciones menos practicas que las obras que acabamos de mencionar para el francés. El vulgar del sur de Francia habia alcanzado, gracias a los trovadores, un enorme prestigio literario, que habia propiciado su difusién fuera de sus fronteras lingiiisticas, hasta el punto de que tanto en el norte de Francia como en Catalufia y en el norte de Italia se adopta inicialmente esa lengua para la lirica. De ahi surge la necesidad de establecer «reglas» que faciliten su aprendizaje a trovadores de regiones al6- glotas, y es posible que también esos manuales fueran demandados por parte de quienes solo deseaban familiarizarse con el occitano con el objeto de leer las canciones trovadorescas. Estas circunstancias explican el hecho de que las mas antiguas gramiticas se hayan elaborado a comienzos del siglo xi fuera del Midi francés; es lo que sucede con las Razos de trobar del catalan Raimon Vidal de Besalit, que explica en la introduccién que su obre esta dirigida a los que quieran aprender cmo deben seguir «la dreicha maniera de trobar» y deja claro que su objetivo es elaborar una guia practica tanto para la produccion literaria en occitano como para su comprensi6n y que, para ello, va a seguir la norma «lemosina» (permitiéndose incluso condenar usos incorrectos de tro- vadores nativos). Tanto las Razos y sus refundiciones (las Regles de trobar de Jofre de Foixa y la Doctrina d’Acort de Terramagnino da Pisa), como el Donatz proensals de Uc Faidit (del que se hicieron también versiones latinas), tienen el mérito innegable de haber sido capaces de adaptar —con ciertas di- ficultades, para dar cuenta de los cambios acontecidos— las reglas de las gra- maticas latinas (adviértase el titulo del ultimo tratado) a una variedad roman- ce, pero, sobre todo, el de considerar por vez primera que un «vulgar» (ilustre, in duda) es susceptible de ser sometido a reglas (grammatica era sinonimo de ‘latin’), y el de hacerlo empleando directamente ese mismo vulgar. Las descripciones (con intencién prescriptiva) lingiiisticas se completan con las necesarias (para lograr los objetivos perseguidos) preceptivas litera- rias, como la anénima Doctrina de compondre dictatz, el Mirall de trobar de Berenguer d’Anoia, etc., y, especialmente, las mas tardias Leys d'Amors (1356), redactadas por un equipo dirigido por el jurista tolosano Guilhem Mo- linier, por encargo del Consistorio de la Gaya Ciencia que, desde 1323, inten- taba restaurar la poesia trovadoresca. El modelo de normativa utilizado por los occitanos se advierte también 142 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANIC en el Donait francois (1409), que contiene un resumen de las formas y de las partes del discurso en francés; a su lado, se pueden recordar las Maniéres de langage de finales del siglo xiv y comienzos del xV, destinadas a facilitar el uso del francés a los ingleses mediante el aprendizaje de frases-tipo utilizables en diferentes circunstancias de la vida cotidiana. A partir del siglo xiv, los glosarios latinos son sustituidos por léxicos alfabéticos que aclaran el sentido de las palabras latinas proporcionando un equivalente en francés, y en 1440 se completa el mas imponente diccionario bilingiie, el de Firmin Le Ver, con mas de 40.000 palabras latinas explicadas a la vez en latin y en francés. Exis- ten también diccionarios francés-latin, de los cuales el mas interesante es el Glossarium gallico-latinum, del s. XV. Pero las gramaticas francesas propia- mente dichas —con huellas patentes de su herencia latina, como en el resto de la Romania— no aparecen hasta el siglo xvi, si bien cabe mencionar con an- telacién la gramatica de John Barton (comienzos del s. XV), inspirada también en los Donats franceses, pero con un contenido algo mas sustancial, escrita en forma de didlogo y centrada sobre todo en la morfologia (Lusignan, 1999: 125-131). En la Peninsula Ibérica no existe apenas nada que pueda contribuir al conocimiento de los vulgares en ella hablados, a no ser el Torcimany de Lluys d’Avergé (finales del s. x1v), especie de tratado ret6rico gramatical y rimario, que se ha conservado en una copia autégrafa, lo que hace suponer que no goz6 en absoluto de difusién. Su intencién no difiere en lo esencial de las precepti- vas occitanas (en particular de las Leys), pero tiene el valor afiadido (ademas de contener un importante repertorio lexicografico del catalan de la época) de que su autor muestra plena conciencia de que la lengua de la lirica catalana del s. XIV se diferencia bastante de la usada en la prosa, en cuanto que la primera est plagada de provenzalismos mientras que la segunda responde mejor a una «norma» catalana propia Para el gallego-portugués, existe una anénima Arte de trobar copiada al comienzo del Cancionero de la Biblioteca Nacional de Lisboa, conservada de modo incompleto, que no contiene informaciones lingiiisticas pero si impor- tantes datos relativos a los géneros liricos y a procedimientos ret6ricos; igual que los tratados occitanos, esta redactada en la misma lengua que la lirica y muestra el mismo respeto por una produccién literaria en lengua vulgar que se considera tan digna de estudio como podia serlo la literatura latina. Para el castellano, en cambio, hay que esperar al siglo xv para encontrar la fragmentaria Arte de trobar de Enrique de Villena (1433), que se propone dar una poética para componer versos en lengua castellana al estilo de las Razos de R. Vidal, por lo que, como aquella, contiene un pormenorizado estudio lingiiistico, centrado en este caso en la ortografia y pronunciacién de la época. EI siglo se cierra con la publicacién en 1492 de la gramatica de Nebrija, que responde a una concepcion ya claramente renacentista de la lengua, paralela a red vei len que cor sob hay de | entr de} ran Ales ele oir tas d que De \ dos una LAS LENGUAS ROMANICAS EN LA EDAD MEDIA 143 la de la casi contemporanea Grammatichetta Vaticana que inicia la tradicién gramatical italiana. Las artes dictaminis aplicadas al latin florecieron en la Edad Media (sobre todo en Francia e Italia), pero probablemente fue en Bolonia donde adquirieron una funcién basilar en la universidad al establecerse una relacion estrecha entre la ensefianza de la retérica y los estudios juridicos, Por ello no sorprende que haya sido precisamente un bolofiés, Guido Faba, maestro de gramatica y dictamen en 1210, el primero en intentar aplicar las normas ret6- ricas al vulgar en su Gemma purpurea, en la que, en el interior de un discurso redactado integramente en latin, inserta quince formulas epistolares en vulgar (igual que hace, por ejemplo, en sus Parlamenta et epistole, en los que propo- ne modelos de discurso en vulgar adaptados a las mas variadas circunstancias de la vida civil y politica). En Florencia, por su parte, en la segunda mitad del “s. xi, el estudio de la retérica esta ligado a las vulgarizaciones ciceronianas y ala obra de Brunetto Latini, que tradujo al francés los primeros 17 capitu- los del De inventione de Cicerén y los acompaiié de notas explicativas en su Rettorica, que alcanz6 gran éxito y que fue seguida por otras adaptaciones al vulgar de la retérica latina, como el anénimo Trattatello di colori rettor i, vulgarizacién parcial de la Rhetorica ad Herennium tealizaca por uh floren- tino entre 1329 y 1345 y dedicada al uso correcto de las figuras retéricas en los discursos (Casapullo, 1999: 101-109). Pero, desde el punto de vista de la lingiiistica roménica, ninguna de estas obras admite parangén (pese a estar redactado en latin) con el De vulgari eloquentia de Dante, donde por primera vez se hacen referencias explicitas a posibles relaciones genéticas entre las lenguas romances (la lengua que afirma con oil, la que lo hace con ac y la que emplea si, que comparten palabras con significados tan fundamentales como ‘Dios’, ‘amor’, ‘vive’, ‘muere’, etc.) y se efectiia una teflexién tedrica sobre una de ellas. EI punto de partida de las reflexiones de Dante sobre el «vulgar ilustre» hay que buscarlo en la constitucién de la lengua literaria italiana, que aparece de forma casi brusca a partir de 1230, con muestras paralelas tan diferentes entre ellas como la poesia siciliana de la corte de Federico II y toda una serie de manifestaciones nacidas en ambito eclesidstico, como las Laudes creatu- rarum de San Francisco, la obra del umbro Jacopone da Todi, el Ritmo di S. Alessio 0 el Ritmo cassinese. A Dante parece preocuparle el proceso mediante el cual, a pesar de esta procedencia tan variada, se fure constituyendo una koine literaria italiana, algo que daria lugar a largos debates entre los humanis- tas de comienzos del s. xvi (que ponen en marcha esa «questione della lingua» que se prolongara varios siglos), cuando Trissino redescubre precisamente el De vulgari, Dante percibe que las lenguas cambian fundamentalmente por dos causas, el tiempo y el espacio, y constata que, aunque toda Italia tiene una lengua natural comin, existen diferencias notables entre las hablas de 144 MANUAL DE LINGUISTICA ROMANICA las distintas comunidades, proporcionando una clasificacién de los dialectos italianos no muy distante de la que podria hacerse hoy; examina las diferentes variedades y concluye que ninguna de ellas posee en exclusiva las condiciones (de ser a la vez ilustre, cardinal, aulica y curial) que le permitan convertirse en una lengua en la que puedan ser tratadas las cuestiones mas elevadas, por Jo que esa lengua poética italiana que ya es una realidad tiene que ser fruto de una abstraccidn, resultado de una convencién que selecciona las formas mas nobles de cada dialecto para configurar un lenguaje dulico inmutable. 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