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HECHOS Y ACTOS JURÍDICOS

Hechos: Cambio en la naturaleza, sin la intervención del hombre y sin


consecuencias jurídicas.

Hecho Jurídico:  Cambio en la naturaleza, sin la intervención del hombre y


con consecuencias jurídicas.

Acto: Cambio en la naturaleza con intervención del hombre pero sin


consecuencias jurídicas.

Acto Jurídico: Es todo cambio en el mundo sensorial, determinado por la


voluntad de un hombre que produce efectos jurídicos.

CLASIFICACION DE LOS ACTOS JURÍDICOS

Actos Jurídicos Unilaterales

Actos Jurídicos Bilaterales

Actos Jurídicos Público

Actos Jurídicos Privado

CONCEPTO Y DEFINICIONES DEL NEGOCIO JURÍDICO

Manuel Albaladejo: Es un acto jurídico (genero próximo) constituido por la


declaración de voluntad privada - pero puede estar compuesto por más
declaraciones de voluntad y por otros elementos - acto que el derecho tutela
reconociéndolo como base (fundamento) para la producción de efectos que
dicho derecho ordena tengan lugar en congruencia con lo que a tenor de la
declaración se puede calificar de querido (deseado, efectos ex voluntate,
diferencia especifica).

Acto voluntario y lícito realizado de conformidad con una norma jurídica


que tenga por finalidad directa y específica, crear, conservar, modificar,
transferir o extinguir derechos y obligaciones dentro de la esfera del
derecho privado.

Declaración o declaraciones de voluntad privada, encaminados a producir


un fin práctico jurídico, a las que el ordenamiento jurídico, bien por si solo
o en unión de otros requisitos, reconoce como base para producir
determinadas consecuencias jurídicas (Espín Canovas)

Acto integrado por una o varias declaraciones de voluntad privada,


dirigidas a la producción de un determinado efecto jurídico y a las que el
Derecho Objetivo reconoce como base del mismo, cumplidos los requisitos
y dentro de los límites que el propio ordenamiento establece (Castán
Tobeñas)

N.J. Actos que se fundamentan en la declaración de JURÍDICO que van a


crear modificar o extinguir una relación jurídica como consecuencia de esa
declaración.

CARACTERÍSTICAS DEL NEGOCIO JURÍDICO

  Es un acto jurídico, una conducta humana


  Ese acto consiste en una declaración o varias declaraciones de
voluntad (es una voluntad declarada, exteriorizada, no interna: puede
ser solo una declaración, testamento, o varias, un contrato; es una
voluntad privada
 La declaración de voluntad está encaminada a producir un efecto
jurídico;
 Ese efecto está protegido o reconocido por la ley, por el Derecho

* EL NEGOCIO JURÍDICO Y SU APLICACIÓN EN EL DERECHO

DERECHO DE FAMILIA
El negocio jurídico  se encuentra en todas las relaciones, actos que realiza
el hombre, por el hecho de ser una declaración de voluntad, que tiene por
fin inmediato establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear,
modificar, transferir, conservar o eliminar derechos.

Ejemplos.

 Matrimonio

     Derecho de alimentos

DERECHO SUCESORIO

Ejemplo.

     Testamento

DERECHOS REALES

Ejemplo.

     Derechos reales de garantía. (Hipoteca)

DERECHOS DE OBLIGACIONES

Ejemplo:

     Constituidos en obligaciones de hacer, no hacer, dar y no dar.

Objeto del Negocio Jurídico

Diverso de la causa es el motivo del negocio. Por motivo del negocio debe


entenderse, propiamente, la representación de la realidad, en cuanto tal
representación pone en movimiento, o detiene (Es decir, es su razón
determinante}, la voluntad del sujeto, al dar vida al negocio. Por tanto,
parece término más apropiado para expresar el concepto, el de móvil (a
veces, se habla de causa eficiente).  No siempre la determinación de la
voluntad es obra de un solo motivo; varios motivos pueden operar
conjuntamente en el mismo sentido, o en contraste el uno con el otro. La
causa difiere del motivo, no solamente en los dos primeros significados
atribuidos a aquel término, sino también, y sobre todo, cuando se la
entienda en su significado propio, o sea, como finalidad perseguida en el
acto de dar vida al negocio (con el cual se cumple una atribución
patrimonial). Motivo es una representación (hecho subjetivo); causa es
elemento objetivo (finalidad) para conseguir el cual, el sujeto da vida al
negocio (es elemento teleológico). Solamente ha de admitirse que la
representación de la finalidad (causa) hace de motivo (impulso); es la razón
por ¡a cual el sujeto quiere; causa no es motivo, o sea, representación de
la finalidad, sino que es la finalidad en sí -y por si considerada Precisado
esto, se advierte que el motivo presenta estrecha conexión con la volición;
incluso, que el juego de los motivos es precisamente lo que prepararla
volición; y, por tanto, el motivo se diferencia ulteriormente de la causa, en
cuanto el primero opera en el terreno de la voluntad, mientras que la
segunda opera en el terreno de los fines, permaneciendo (como se ha
señalado ya) el primero como elemento subjetivo y la segunda como
elemento objetivo. Se puede decir, por ejemplo, que causa (y
causa constante) de la venta es, para el vendedor, recibir el precio de la
cosa, mientras los motivos de la venta son, para el
vendedor, los diversos empleos posibles que puede hacer de la suma
obtenida (comprar una cosa diversa de la vendida; gastar la suma en un
viaje; ayudar con la suma a un pariente necesitado; y similares) ; la primera
es siempre la misma; los segundos varían de un sujeto a otro y, para el
mismo sujeto, de una situación a otra. Igualmente, para el comprador, la
causa de la compra de una casa es siempre la adquisición de la propiedad
de la casa; el motivo puede ser el de habitar la casa, el de revenderla, el de
demolerla para levantar una más alta y moderna, el de destinarla a una obra
de beneficencia, etc.
En otro sentido, pueden establecerse las relaciones entre motivo y causa: el
sujeto puede, mediante el negocio, perseguir finalidades mediatas, que van
más allá de la inmediata (causa en sentido estricto ; también las ulteriores
finalidades se llaman —por la mayoría— motivos (o causas secundarias, o
remotas). Y, en efecto, no son la causa, sino motivos particularmente
importantes para el sujeto. Ahora bien, mientras en general los motivos son
indiferentes (cfr. número siguiente), por el contrario. los que consisten en
finalidades mediatas, cuando sean deducidos en negocio,
o sea, manifestados por el sujeto, adquieren relevancia; y, si no se
consiguen, pueden dar lugar a una reacción en favor del sujeto, por
analogía de lo que ocurre con la causa no-realizada. Las finalidades
mediatas, pues, aun permaneciendo distintas, se aproximan a la causa, del
negocio, porque (excepcionalmente) son relevantes. Dentro de estos límites
restringidos, puede aceptarse la opinión según la cual también la causa en
sentido subjetivo seria causa en sentido técnico. Como causa secundaria o
remota, o sea, como causa en sentido subjetivo, la misma opera,
indudablemente, como si fuese causa objetiva; pero desde el punto de vista
de la esencia, la causa remota no pierde su naturaleza de motivo.

De ordinario, los motivos son jurídicamente irrelevantes! Sobre todo


porque no son deducidos en negocio, o sea, porque el declarante no hace
depender de la realización del motivo del cual él ha partido, la eficacia del
negocio; ni, por otra parte, del motivo silenciado pueden ser conocedores
los terceros. Los motivos son relevantes en materia de negocio mortis
causa, en materia de donación y en materia de contratos en general; estado
de peligro y de necesidad). En sustancia, los casos principales que la ley
toma en consideración, son los motivos erróneos y los motivos ilícitos.

Además de causa y de motivo, se suele hablar


de propósito (o intención) : un término cuyo significado no es claro, a
menos que se haga de él el motivo que ha prevalecido sobre los otros (el
motivo último) en el proceso de formación de la voluntad y que, entonces,
se identifica con la voluntad o, mejor, con la volición; a manifestar la cual,
en el negocio jurídico (es diferente en los actos jurídicos, sirve  la
declaración. Pero, con esto, se ve cómo, también en cuanto a la intención
(al igual que en cuanto al motivo), los nexos son con un hecho subjetivo
(precisamente, la volición) y no con un hecho objetivo, como es la causa.
En efecto, de la intención, y del intento jurídico y del intento empírico, se
ha hablado aquí, a propósito del concepto de negocio jurídico, para
expresar que el declarante es movido por aquella cierta voluntad; y
entonces, el concepto de intención coincide con el de causa remota, o sea,
es siempre la variante de un motivo.

El negocio jurídico y su aplicación en el derecho

En cuanto al fin que con el negocio se persigue es, según hemos indicado,


regular los propios intereses, jurídicos. Pero ello como regla general, pues
también haya negocios jurídicos encaminados, como excepción, a la
regulación de los intereses ajenos. Por ejemplo, el negocio representativo.
Sin embargo, conviene advertir que hay una serie de
consecuencias mediatas que pueden afectar a terceros y que sería
equivocado considerar como prueba de que habitualmente los negocios
jurídicos producen sus efectos en la esfera de los que no intervienen en
ellos. Por ejemplo, si en virtud de un negocio se adquiere a non domino, el
titular del derecho adquirido cesa de serlo por haberse convertido en titular
el adquirente a non domino. Pero no es que el negocio sea eficaz respecto
de aquél, sino que siendo el efecto del mismo sólo la adquisición
de éste, tal adquisición tiene, a su vez, como consecuencia, la pérdida del
derecho por el anterior titular.  Cabe ahora observar qué papel desempeña
en el ámbito 'jurisdicción’ la institución del negocio: representa la solución
a, un problema práctico paralelo a aquél que se resuelve con la figura del
derecho subjetivo privado. Ambos (derecho y negocio) están al servicio de
la libertad y de la autonomía privada, pero con finalidades esencialmente
distintas, ya que cada uno de, ellos representa la solución de una diferente
cuestión, si bien sean éstas correlativas y complementarias. El derecho
subjetivo cumple una finalidad estática de conservación y tutela. El negocio
jurídico, por el contrario, tiene una (finalidad dinámica, de iniciativa y
renovación. Con el derecho subjetivo resuelve el Ordenamiento jurídico el
problema de proteger los intereses privados tal como los encuentra
constituidos en el ordenamiento económico social que tutela. Con el
negocio jurídico soluciona el de ofrecer a la iniciativa individual el modo
de desplegarse y actuar, modificando la posición de aquellos intereses,
según las directrices que los particulares mismos juzguen más
convenientes.

A esta materia, que ha adquirido un especial desarrollo en tema de contrato,


debemos referimos aquí, porque presenta aspectos generales, comunes a
todos los negocios patrimoniales entre vivos, según la extensión autorizada.
Interpretación del negocio, vale tanto como investigación del significado
efectivo del negocio; significado que no es siempre claro y patente, ya
conste el negocio de una sola o de varias declaraciones de voluntad. En
otros casos, además, aparte la cuestión de la posible oscuridad o
ambigüedad, el negocio puede resultar de dos (o más) declaraciones
de voluntad, de contenido diverso (como en los contratos): las cuales
concurren a constituir la que se llama voluntad contractual: aquí, las
dificultades de interpretación aumentan, también porque entra en juego, en
otro aspecto, el problema de si debe darse relieve a la voluntad, tal como
resulta de la declaración (voluntad declarada), o bien a la
voluntad efectiva (no declarada). La investigación fundamental del
intérprete consiste en establecer la naturaleza jurídica efectiva del negocio,
puesto que de ella deriva la aplicabilidad de un determinado grupo de
normas, en lugar de otro. A este respecto, adviértase que no es en absoluto
decisivo el nomen iuris, empleado de ordinario por las partes, para calificar
el negocio. Esto es verdad, especialmente en materia contractual.
A reconstruir, en los indicados casos, el significado efectivo del negocio,
ayudan, además, las reglas legales (o sea, fijadas por la ley) de
interpretación. Estas son —como actualmente se considera, de manera
indiscutida, después de haber superado la opinión que veía en ellas meros
consejos, o criterios, confiados al arbitrio del intérprete en general y del
juez en particular— verdaderas y propias normas jurídicas coactivas cuya
observancia, por tanto, es obligatoria. Las reglas antes señaladas, sin
embargo, no desarrollan todas la misma función; y, por eso, deben
agruparse como sigue.

2.—Algunas están dirigidas a fijar los criterios objetivos a base de los


cuales pueden eliminarse las eventuales ambigüedades o dudas de las
declaraciones de voluntad, y determinar su contenido efectivo contra el
aparente (interpretación denominada objetiva). Se afirma, ante todo, el
denominado principio de conservación del negocio, lo que significa que se
debe impedir que el negocio sea prácticamente inútil, esto es, que quede
privado de efecto, a causa de la ambigüedad de alguna de las cláusulas, o
de las proposiciones en el mismo contenidas. Se prescribe, además, que,
para entender la cláusula ambigua, debe hacerse referencia a lo que se
practica en el lugar donde se ha formado el negocio; que las palabras
de diversos sentidos deben entenderse en el sentido más conveniente a la
naturaleza y al objeto del negocio. Convendrá, también, la rectificación de
la errónea declaración de voluntad.
3.—Por el contrario, otras reglas están dirigidas a facilitar la investigación
y la determinación —en cada caso— del valor de la declaración de
la voluntad en concreto de la parte declarante, o (si se trata de negocio
bilateral) de las partes (interpretación subjetiva, o histórica, o en concreto)
a prescindir de la hipótesis de la ambigüedad. Se postula que, para
interpretar el negocio, debe investigarse la intención del sujeto, y no
limitarse al sentido literal de las palabras (donde es evidente
el paralelismo con las disposiciones preliminares). De la premisa se sacan
las consecuencias (las cláusulas se interpretan las unas por medio de las
otras, porque son lógicamente "complementarias"), (interpretación
"restrictiva" del negocio) y (interpretación "extensiva" del negocio)
(también aquí, emerge el paralelismo con las normas sobre la interpretación
de las leyes). El legislador declara introducir en la materia del negocio
entre vivos, aun unilateral, el principio de la buena fe objetiva. El deber de
observancia de la buena fe, al menos en los limites en que la regla está
dirigida al juez, parece significar que el contrato debe ser
interpretado como exige la buena fe (objetiva); pero, en cuanto la misma
está dirigida a las partes, se ha observado que la regla carece de contenido
especifico, en cuanto el principio de buena fe ha penetrado en la reciente
redacción de las normas sobre la interpretación negocial. La buena fe, en
esta materia, impondría un comportamiento leal de los sujetos en entender
los recíprocos deberes y en hacer valer los propios derechos, a apreciarse a
base del criterio objetivo de lo que el hombre medio entiende por lealtad.

El negocio oscuro es ininteligible, sanciona, en su primera parte, el


principio de equidad. en materia de interpretación negocial.

Por equidad, en el sentido ahora considerado, debe entenderse


el equilibrio de los intereses y la igualdad de trato que ha de conseguirse en
las relaciones entre las partes.
4. — Otras normas de interpretación, particulares a algunos negocios
jurídicos, testamento, dote, servidumbre, comodato; los cuales contienen,
no ya presunciones (como podría parecer a primera vista), sino normas
interpretativas.

5.—Además de interpretación, en el sentido ya explicado, el negocio  es


susceptible de interpretación integrativa, pero, sobre todo,
de integración; ésta implica una incidencia, no sobre el contenido,
sino sobre los efectos del negocio, en el sentido de hacerlos más próximos
a los que la ley, el uso o la equidad reclaman.

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