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NOVIEMBRE DE 2010
LOS VIAJEROS
En éste, como supongo en cualquier viaje familiar y con tanta gente, se
sumaba la dificultad de reunir a personas muy diferentes. Diferentes en forma de
ver la vida, en ideología, en forma de entender los viajes, en forma de viajar, en
gustos, en capacidad física, en salud, en capacidad económica, en… Todo ello hacía
el viaje complicado.
Otra seria dificultad la constituía el número. El ideal es viajar solo, si estás
muy enamorado en pareja y si estás dispuesto a sufrir en cuatrena. Viajar en
karrikadantza siete personas y una buena parte del viaje diez, constituye un serio
riesgo de desencadenar un suicidio colectivo.
Absolutamente refractario, sólo de momento, al suicidio, antes de iniciar el
viaje tuve serias dudas. Preveía con absoluta claridad todas y cada una las
dificultades que iban a surgir y que posteriormente la realidad iría corroborando
con exactitud. No obstante pesó más mi voluntad de satisfacer a mi media naranja.
En cualquier otra circunstancia, me hubiese negado a realizar un viaje de
este tipo, hubiese buscado una alternativa para largarme solito o de haberlo
realizado, hubiese vuelto a Iruña decidido a encadenarme al kiosko de Plaza de
Castillo por el resto de mi existencia.
En esta circunstancia siguió pesando más mi voluntad de satisfacer a mi
coleguita del alma. Y con más razón cuando, tras el fatídico accidente el día del
Nafarroa Oinez una semana antes con rotura de codo y muñeca, decidiese,
echándole todo el ánimo, viajar escayolada. Descarté cualquier alternativa de
escapada y me animé a asumir la situación. Como había previsto con claridad
meridiana las dificultades, asumí todas ellas. Tengo que reconocer que han acabado
suponiéndome menos de lo que pensaba.
He vuelto sano y salvo, no estoy encadenado al kiosko y pronto empezaré a
deshojar la margarita: Myanmar, Camerún, Laos, Tanzania… Aunque… también
puede ser que me coja este año sabático, es decir sin el trabajo de viajar, y
permanezca en Iruña hasta una cita que tengo en 2012 en la confluencia del Ganges
con el Yamuna.
TIPO DE VIAJE
En cuanto a la manera de montar el viaje, posiblemente lo más idóneo
hubiese sido ir a una agencia y que nos hubiesen organizado un viaje convencional y
casi todo el mundo le hubiese parecido bien. Pero me lié. Me lié, por un lado, porque
me gusta y por otro, porque no me sentía capacitado para enrolarme en sucesivos
grupos turísticos durante cuarenta y cuatro días. Al final, con todas las
dificultades y condicionantes, ha resultado un viaje decente.
Por todo lo anterior y por tratarse de Argentina, este viaje tiene un
carácter específico. No se trata de un viaje centrado en ver cómo vive un pueblo
con parámetros sociales y culturales muy distintos del nuestro. Es un viaje más
orientado a disfrutar de entornos y elementos naturales. En consecuencia más
sujeto, y no puede ser de otra manera, a encuentros o coincidencias con el turismo
convencional.
Al ser un viaje a un país no tan distinto culturalmente del nuestro, un viaje
orientado a la naturaleza, ir un grupo tan numeroso que agota la relación en sí
mismo y que no todo el mundo participa de ese interés, necesariamente acaba
siendo un viaje menos dedicado a la observación y a la relación con la gente. Lo
evidencian las fotos entre las que apenas hay retratos, y los que hay robados,
mientras que abunda el paisaje, la fauna y la flora.
Igual que el número dificulta la interacción con los autóctonos, dificulta
también la relación con otros viajeros. Aunque, por otra parte, la necesidad de ese
tipo de relaciones en una sociedad culturalmente parecida a la nuestra, es menor
que en sociedades culturalmente más dispares.
PRESUPUESTO
Tratándose de personas con distintas maneras de viajar y diferentes
exigencias y necesidades, se requería necesariamente llegar a consensuar un tipo
de viaje, un tipo de transportes, un tipo de hoteles… Todos teníamos que poner de
nuestra parte. Por otra parte el mismo número de componentes, siete o diez, había
de suponer en ocasiones dificultad a la hora de encontrar pasajes y alojamientos.
Si a todo ello añadimos que los precios en Argentina, sobretodo en los entornos
turísticos donde nosotros nos íbamos a mover, no son tan baratos, como se decía;
el resultado es que el presupuesto inicial que se planteó en un principio quedó
rápidamente desbordado.
Teniendo en cuenta que el billete de avión ya se elevó a más de 1370 €, el
gasto al final superó los cinco mil euros en cuarenta y cuatro días. Sin dejar de
considerar que, al ser tantos, los alquileres de coches y de la furgoneta, además de
comodidad, nos supusieron ahorro.
Realmente los precios en Argentina, al menos en las áreas turísticas que son
las que hemos visitado, no son tan baratos como se comenta. Es posible que lo
hayan sido, pero no es así ahora.
Cambiamos el euro a 5’42 pesos al llegar. Al final andaba en orden a 5’20 ó
5’30. En el caso de Chile sólo cambiamos en una ocasión y nos dieron 650 $CH por
euro.
Los precios no son bajos. Teniendo en cuenta que estamos hablando de
entornos turísticos que nada tienen que ver con otras áreas del país o barrios
periféricos de Buenos Aires, unos precios significativos podrían ser:
• 12 huevos 2’25 a 2’50 €
• litro de leche 0’80 ó 0’90€
• bollo de pan 0’10 ó 0’12€
• Gasolina en Argentina 0’60€, en Chile 1’08€, casi dobla.
• Café 1’5€
• Café y dos medias lunas (crioisantes txikis) 3€
• Caña de 33 cc. 1’80 a 2’20€
• Plato principal en restaurante de turistas entre 8 y 10€
• Menú con plato, ensalada, vino y postre entre 12 y 16€
• En sitios más sencillos se puede comer el plato a 5-6€ y menú 9€
• En lugares turísticos los alojamientos sencillos rondan 15€ por persona y no
se puede bajar mucho más, a los 12€ o así.
No se entiende cómo pueden ellos vivir con tales precios. Es cierto que la
carne no es cara y los derivados del trigo tampoco. Ropa y calzado son baratos
comparando con nuestros precios, pero para ellos tienen que resultar muy caros. La
vivienda, quitando Buenos Aires y las grandes ciudades, no parece ser un grave
problema, porque los políticos levantan barriadas humildes pero a bajo costo. En
Argentina la inflación en 2009 fue del 20% y esperan cerca del 40% para el 2010.
Por si a algún viajero le resulta útil. Mi teléfono Nokia de contrato con
Telefónica no funcionaba, por más que tenía activado el pomposamente denominado
“rooming”, pues este mismo año había estado en Asia. Me lo volvieron a activar
desde España y nada. Llamé al servicio que me derivaron y nada. Concluyeron que
este modelo sería incompatible con Argentina. Les dejamos tener un papo… Lo
correcto, al menos en Argentina, es no utilizar el móvil. Además, te libras de
cargar… y de estar al loro de no olvidar el móvil o el cargador. Hay que saber que
las llamadas a España desde locutorios, que hay montón y en cualquier lugar, salen a
la octava parte que las realizadas por un móvil. Si se trata de llamar al país, igual a
móviles que fijos, es igualmente baratísimo. Eso sí telefonear en Argentina es
complicado. Nunca se sabe qué prefijo es necesario, o no, utilizar ni si hay que
utilizar prefijo. Además, cambia el número si se llama de fijo o de móvil. El
locutorio.
ITINERARIO
En Argentina hay unos cuantos lugares que no se pueden dejar de ver como
son la Capital, Buenos Aires, el entorno de Salta, Cataratas de Iguazú, Península
Valdés, el Perito Moreno y el entorno austral Ushuaia.
Dado que íbamos a final de octubre y principio de noviembre, decidimos
acudir de inmediato a Península Valdés a ver las ballenas, antes de que se largaran.
Luego se trataba de dirigirnos pausadamente hacia el sur y retornar en avión de
Ushuaia a Buenos Aires, pues estábamos condicionados por las tres personas que
se apuntaban aquí a la excursión para ir con ellas a Iguazú y Salta.
El itinerario fue, tras dos noches en Buenos Aires, bajar en autobús a
Puerto Madryn y quedarnos en Puerto Pirámides un par de días para avistar
ballenas y recorrer la península. Pretendimos visitar los pingüinos en Punta Tombo,
pero el tiempo lo impidió. Un autobús nos llevó de Puerto Madryn a Bariloche. De
allí partimos en el Cruce Andino a Puerto Montt. Un vuelo nos lanzó a Punta Arenas,
donde alquilamos una furgo y nos dirigimos a Puerto Natales para visitar las Torres
del Paine. Pasamos a Argentina con la fragoneta y llegamos a El Chalten para patear
el entorno del Fitz Roy. De allí a El Calafate donde alucinamos con los glaciares,
sobretodo con el Perito Moreno. De vuelta a Puerto Natales y Punta Arenas,
cambiamos la furgo por el “Bahía Azul”, un carguero de la Austral Boorm, que nos
condujo durante un par de días por el Estrecho de Magallanes, el Canal Ballenero y
el Canal de Beagle a Puerto Willams. De allí cruzamos a Ushuaia para avistar en el
Canal de Beagle y visitar el Parque de Tierra de Fuego. Un avión nos devolvió a
Buenos Aires a la que dedicamos unos días. En Iguazú alucinamos con las cataratas.
De allí volaron a Salta todos salvo Amparo y yo que volvimos a Buenos Aires para
deshacernos del yeso y volar la misma noche también a Salta desde la capital.
Recorrimos los valles Calchaquíes, altiplano por San Antonio de los Cobres y la zona
de Purmamarca y Humahuaca. Una par de días de despedida en la Capital y de
vuelta a la Vieja Iruña.
Este fue el itinerario mejor que pudimos hacer. No obstante hay infinitas
posibilidades. Aunque los viajes en avión son realmente caros, se puede viajar
perfecta y cómodamente en autobús por todo el país y el entorno. El alquiler es una
buena opción y yo diría que muy conveniente en algunos puntos de turismo como El
Calafate-El Chalten-Torres del Paine, en la Península Valdés y en el entorno de
Salta. De lo contrario te ves obligado a tomar paquetes turísticos que acaban
saliendo más caros, o al par si vas en pareja, no tienen nada que ver e incluso a
lugares concretos no llegas.
Si alguna vez cuento con tiempo y ganas una opción elegante sería la de
alquilar un coche, o comprar uno barato para revender a la vuelta. Dirigirse desde
Buenos Aires a Península Valdés y descender por la costa atlántica hasta Ushuaia
dejando el vehículo en Río Gallegos. Hacer el trayecto del carguero en sentido
Puerto Williams Punta Arenas. Recoger el coche de nuevo, visitar la Torres del
Paine, El Calafate y el Chantel y ascender por la Ruta 40 a Bariloche y continuar
por la misma hasta llegar a Salta. Visitar Ulluny y Atacama antes de dirigirse al
este, si fuese posible por la R81, y llegar a Iguazú. Deshacerse el vehículo en
Buenos Aires y… Agur. Soñar es gratis.
RELATO
No se trata de un Viaje a Argentina, sino, más bien, a los enclaves turísticos
del país. Por otro lado, la relación con la gente argentina es muy limitada.
Este relato cuenta la experiencia del viaje. Habrá también alguna
referencia puntual a evocaciones que surgen, a cómo se siente a los argentinos y a
cómo se les ve. Hay que tener en cuenta que todo es relativo al espacio, al tiempo y
a lo retorcida que sea la mente de quien mira. Trataré de añadir también datos que
pueden resultar interesantes a posibles viajeros dispuestos a patear aquel país.
29 de octubre
Partimos del aeropuerto de Noain a la tarde, casi noche, en el avión cuya
demora de una hora hará que tengamos que aligerar el paso en Barajas. Pasada la
medianoche, tomamos un enorme avión que mediante la cámara instalada en su cola,
nos mostrará impúdicamente su descomunal fuselaje y el despegue en dirección a
Buenos Aires.
30 de octubre
La llegada de mañana nos permitió observar la maniobra del aparato que
sobrevoló la ciudad por el norte para retornar en dirección este hacia el
aeropuerto de Ezeiza que se encuentra al sur de la ciudad. Contemplamos la gran
extensión de ésta, la escasa altitud de la mayoría de los edificios del entorno que
explica la citada enorme extensión y la gran altitud de los árboles.
Tras aterrizar y salvar la zona internacional, cuyo Banco según los foros hay
que evitar, fuimos, como está aconsejado en los mismos foros, al Banco de la
Nación Argentina que se encuentra a mano derecha de la salida y al que hay que
acceder después de salir dando un rodeo en la misma dirección. En este banco, con
el pasaporte y la tarjeta de embarque, se consigue un cambio favorable. De hecho
fue nuestro mejor cambio (1€ = 5’42 ARS). Aunque alguna de las compañeras de
viaje se había molestar a la postre por lo mucho que desdibujaba su bella silueta el
bulto de la faltriquera.
¡No cogimos!, nos habían advertido que utilizar cualquier persona de
cualquier tiempo del verbo coger en el país al que nos dirigíamos desencadenaría un
zorrullo de consideración. ¡Tomamos! un par de taxis, 130 ARS 25€ cada uno, que
nos llevaron a San Telmo, más en concreto, al Hostel Sandanzas en la calle
Balcarce, donde habíamos reservado por Internet un par de noches. 200 ARS, 37€
una doble. Es un albergue que llevan cinco chavales jóvenes que van de artistas y
progres pero que deja mucho que desear. Para un par de noches tampoco era
cuestión de meter tiempo buscando otra cosa. Desventajas de no contar con
informaciones personales.
Salimos a dar una vuelta y aterrizamos en la plaza Dorrego, afinando más,
en la famosa cervecería de la esquina, donde echamos un bocado y probamos la
Quilmes. La cerveza que más tomaremos en Argentina, sin duda, será la Quilmes,
aunque la Sholken que sólo encontramos en Patagonia está muy bien.
Llamamos a Iñaki, tío de un amigo que reside en Buenos Aires hace
muchísimos años y a quién habíamos llevado un encargo, léase txistorra, queso,
chorizo y vino, alimentos altamente perjudiciales para un señor mayor y delicado.
La ilusión por las viandas, y un poco también por saludarnos, lo hicieron presente
entre nosotros en un periquete, por más que reside en la otra punta de la dilatada
urbe.
Con Iñaki como cicerone nos dedicamos al turismo urbano. Nos encaminamos
a la zona de Puerto Madero donde paseamos entre diques mirando edificios
elevadísimos, admirando el Puente de las Mujeres, visitando la fragata… Nos
movimos después hacia la Plaza de Mayo, saludamos el crecidito retoño del
sacrosanto Árbol de Gernika junto a la estatua de Juan de Garay y rodeamos la
Casa Rosada, ya iluminada.
De noche, Iñaki, feliz con su tesoro, se despidió y nosotros cenamos en un
bar de la misma calle Balcarce.
31 de Octubre
Al día siguiente nos dedicamos primero a pasear por el mismo centro que
habíamos contemplado de noche. Después, dado que el alojamiento donde
estábamos no nos parecía en condiciones y, además, caro, nos dedicamos a buscar
hospedaje para nuestra vuelta a Buenos Aires, cuando efectivamente habíamos de
permanecer unos cuantos días. Acabamos, por suerte, dando con el “Hostel Suites
Florida” en la Calle Florida 328, junto al cruce con Corrientes, que había de
resultar bien.
Hechos los deberes y siendo como era domingo, recorrimos el Mercado de
San Telmo que abarca, desde antigüedades y materiales artísticos, hasta todas las
manufacturas que uno puede imaginar.
Una chica muy joven dibujaba escenas de tango en blanco y negro con
sombras sucesivas de diferente intensidad que imprimían en sus dibujos una
agradable sensación de movimiento. Al margen de la belleza de lo que dibuja, llamó
mi atención la sencillez con la que nos comunicaba cómo elabora su trabajo y por
qué lo hacía así, sin pretensión manifiesta alguna de que compráramos.
Que no nos animáramos a comprar, porque tenemos excesivos titos
acumulados, no impidió que valorásemos el alto nivel artístico e imaginativo de toda
aquella gente. Tengo la sensación de que los argentinos cuentan con cultura,
capacidad artística y una gran originalidad a la hora de manufacturar artículos de
todo tipo que, en mi opinión, resultan distintos, variados y atractivos en mayor
medida que en otros mercados.
En el mercado dominical de San Telmo no faltan tampoco quienes tocan,
cantan, lloran sus tangos o los bailan que gracia indecible.
Por la tarde anduvimos por el Obelisco y la Calle Corrientes. No tuvo éxito
nuestro intento de dar con Euskal Etxea y ya tarde, a la altura del Congreso, nos
detuvimos a cenar. Volvimos en autobús a San Telmo.
1 de Noviembre
Acudimos a la Estación de Autobuses de Retiro a tomar el de ANDESMAR
que nos conduciría a Península Valdés. Había cogido por Internet tanto el hotel
como este viaje. El taxi que a Retiro puede rondar los 16 ó 18 ARS, con nuestros
bultos, desmesuradísimamente abultados, sube a 23€. Nos sorprende la densa
circulación, puesto que solo habíamos estado sábado y domingo y en los festivos el
centro está muerto.
Nos quedamos encantados al
comprobar el tipo de autobuses tan
generalizados y cómodos que existen
en el país. Se trata de autobuses que
denominan cama o ejecutivo y cuentan
con pocos asientos enormes y que
tumbados no llegan a la horizontal,
pero casi. Dan las comidas, del tipo de
la de los aviones, aunque de más
calidad. Puedes recorrer todos los
trayectos que desees a precios
asequibles, teniendo en cuenta las distancias tan largas que cubren y que se ahorra
la noche y las comidas. Nuestro trayecto, que rondará los 1500 km, costó 355 ARS,
66 €.
El autobús partió con puntualidad alemana en dirección noroeste para
enfilar luego hacia el sur. Observamos gran número de casitas bajas que rodean la
capital. La autopista es muy amplia, el peaje cuenta con 20 entradas para cada
dirección.
Luego nos deslizamos por una llanura inacabada y el ganado empezó a
salpicar campos interminables. La ausencia de elevación alguna regala un cielo
amplísimo donde las nubes formaron figuras que fueron vistiéndose de naranja en
la medida que avanzaba la tarde.
A la altura de Bahía Blanca nos dieron la cena y nos pusieron la peli de rigor.
Abatimos los asientos y a dormir.
2 de noviembre.
A eso de las siete de la mañana llegamos a
Puerto Madryn. Cuando abrieron la cafetería,
desayunamos y cuando abrieron las boleterías
intentamos conseguir billetes para Bariloche. Sólo
pudimos coger cinco billetes en “Mar y Valle” para
Bariloche por Esquel, 242 ARS, 54 € en cama. Pero
éramos siete y dos tuvieron que coger el billete vía
Nequen con mayor gasto y más horas de viaje.
Mientras cuidaban los bultos, fuimos a
alquilar vehículos. Estaban cerrados los
establecimientos de alquiler y entramos al más
madrugador, AVIS. Alquilamos dos Wolksvagen
Gol, no Golf. Montamos a los viajeros, cargamos
bultos y pusimos rumbo a Península Valdés.
Nos detuvimos, tras pagar la entrada al
parque, 70 ARS, 13€/pax + 5ARS, 1€/coche, en el Centro de Interpretación donde
nos indicaron, con eficiencia, lo más conveniente para nosotros, teniendo en cuenta
los días que pretendíamos permanecer. A la salida desde el mirador observamos la
Isla de los Pájaros, en cuya silueta aseguran se inspiró Saint Exupery para el
dibujo que el Principito pretende le sea interpretado.
Buscamos Casa de Tía Alicia, reservada desde Iruña. No es un lugar allá va,
pero nos pareció limpio y el precio, 65 ARS 12€/pax, estaba bien. Al pagar el
desayuno por cuenta nuestra 25 ARS 5€, nos percataríamos de que el alojamiento,
sin desayuno incluido, por 65 ARS acababa siendo caro.
En Bottazzi de nuevo, reclamando el descuento, solicitamos billetes para el
avistaje de cuatro a ocho. Al final pagamos 258 ARS, 50€ cada uno.
Picamos algo en una pizzeria y, como teníamos tiempo, fuimos a un mirador
que habíamos visto anunciado a la derecha antes de llegar a Puerto Pirámides. Una
pista nos condujo al mirador. Desde allí, descubrimos muy lejos las primeras
ballenas y pudimos observar, más cerca, una colonia de lobos marinos tomando el
sol al pie del acantilado.
Acudimos puntuales. Nos forraron con capas impermeables y chalecos
salvavidas para acceder a un bote que, al carecer de puerto, instalan en la playa
mediante un tractor y deslizan al agua. A los viajeros nos sientan a babor y
estribor de manera que los situados del lado de la ballena permanezcan sentados y
los otros se levanten. Así nadie estorba y todos ven. Un muchacho joven dirige la
expedición y un experimentado timonel guía la embarcación. Encantados con su
trabajo, lo ejecutan con eficiencia y con mucha ilusión. Tanta, que se acabarían
pasando media hora de horario.
Inicialmente fuimos por la costa cercana, pues las ballenas no están lejos.
Se acercan suavemente a la ballena que en esta época está generalmente con su
ballenato. En el área han quedado los ejemplares de ballena franca austral que
están con las crías. Apagan el motor y permanecen a su lado suavemente. La ballena
salta, saca la cabeza o su enorme o boca y, el colmo, eleva su cola creando unas
imágenes maravillosas. Como encima el sol va bajando las imágenes adquieren tonos
y fondos espectaculares. Ver semejantes animalotes rozando la pequeña
embarcación, saltando a nuestro lado o cruzando por debajo llega a emocionar.
Cuando la estética adquiere, además, tripas, es el colmo.
A la vuelta del viaje del atardecer está incluido un pequeño aperitivo, vino y
algo de picar, en el restaurante Restingas en la playa. Nos quedamos a cenar en el
mismo. Metimos la pata, una cena cutre y cara.
Dormimos bien, por más que los baños compartidos entre tanta gente como
estábamos en Casa de Tía Alicia acaban siendo un problema.
3 de Noviembre
Desayunamos en “La Estancia del Sol” 25 ARS 5€. Nada del otro mundo, por
más que contáramos con referencias y que, curiosamente, la regentara un vasco.
Salimos dispuestos a rodear la península. Siguiendo el consejo de los foros y
del guarda a la entrada al parque, pasamos de Punta Delgada y tomamos la
dirección de Punta Norte de la que nos separaban unos 80 Km. de ripio.
En Punta Cantor hicimos los dos paseos posibles uno hacia el mar y a la
derecha que posibilita ver una gran cantidad de lobos marinos con sus crías
retozando en el agua y otro en dirección norte hacia la entrada de Caleta Valdés
donde pueden verse, aunque de más lejos, elegantes estampas de lobos e
igualmente elefantes marinos. En algunas épocas pueden verse orcas lanzándose a
la arena para cazar lobos marinos en la orilla. Nos ahorramos el espectáculo
sangriento, por más que en la pizarra constaba que aquel día había sido avistada
una orca.
La vuelta fue por el sur. Resultó un alivio recuperar el asfalto al llegar a
Puerto Madryn. Mayor alivio supuso cenar en La Estación los primeros bifes de
chorizo precedidos de unas vieiras pequeñitas y deliciosas. Recomendable por
calidad y por precio. 483 ARS 90€ los siete.
4 de noviembre
Abandonamos Puerto Pirámides tarde, pues somos extremadamente lentos,
y nos dirigimos a Puerto Madryn con la pretensión de asegurar los vuelos de
retorno de Ushuaia a Buenos Aires y seguir hasta Punta Tombo.
En la oficina de Aerolíneas Argentinas nos dijeron que según los datos que
ellos tenían en pantalla no teníamos posibilidad de encontrar siete pasajes para el
22, ni para el 23, ni para el 24. Había algún pasaje pero no para todos. El muchacho
de la agencia, encantador, nos dijo que eso era a lo que él tenía acceso en su
pantalla, pero que existía un teléfono creado exclusivamente para extranjeros que
podíamos utilizar. Él sabía que en ocasiones habían dado opciones a los que ellos no
tenían acceso. Aunque añadió que insistiéramos, pues era, si no imposible, muy
complicado que contestaran. Es un número de atención las 24 horas: 0-810-222-
VOLAR (86527) que facilitan en cualquier oficina de aerolíneas.
No nos quedaba alternativa y fuimos a un locutorio próximo. Llamamos al
número de Aerolíneas Argentinas. No funcionaba. La chica de locutorio nos aclaró
cómo hacerlo. Nuestra sorpresa fue supina cuando nos cogieron a la primera. Nos
pidieron inmediatamente los datos de los viajeros. Yo llevaba en la mochila una hoja
impresa desde casa con los datos de todos. Dimos con ella. Estábamos de suerte.
Hecha la reserva nos facilitó un código con el que nos teníamos que presentar en
una oficina de Aerolíneas Argentinas para hacer efectivos los pasajes, imprimirlos
y pagar. Nos preguntó entonces en qué parte de Argentina estábamos. Nada más
decirle que estábamos en Puerto Madryn, nos facilitó la dirección de la oficina que
acabábamos de visitar, y estaba a cincuenta metros, y nos advirtió que cerraban a
las doce treinta. Mi reloj marcaba las 12:28. Di un bote y salí corriendo dejando a
Pili pagando. Cedió la puerta. Seguíamos de suerte. El tipo se enrolló, pues tardó
tres cuartos de hora en elaborar los billetes y efectuar el cobro. Efectivamente el
código le abría la pantalla a las plazas reales del avión. Hasta los asientos pudimos
elegir.
Picamos algo y nos pusimos en ruta hacia Trelew para luego ir a Punta
Tombo. Un tiempo infernal y el tráfico denso, alocado y completamente anárquico
nos acojonó y ralentizo bastante. Al llegar a Trelew calculamos las horas con que
contábamos para llegar a Punta Tombo, saludar a los pingüinos, retornar y entregar
los coches de alquiler antes de tomar el autobús a Bariloche. Era claro, no podíamos
pasear entre pingüinos. Tampoco hubiésemos podido hacerlo pues no cesó de
jarrear sin compasión. Visitamos el famoso Museo de Dinosaurios de Trelew y
retornamos.
El alquiler de los coches salió muy bien de precio. Inicialmente nos había
pedido 2000 ARS 376€ que pasarían a 1800 ARS 338€ por pago efectivo, como
resultado de multiplicar 333 ARS 63€ por dos coches, por tres días con un tope de
300Km/día con franquicia. Como no habíamos llegado a Punta Tombo y habíamos
hecho menos kilómetros, le pedimos descuento. Entre el solicitado descuento, el
pago en efectivo y que se enrolló el muchacho; acabamos pagando 566 ARS 107€
por coche, es decir, 1132 ARS 213€ en total por tres días en los que habíamos
recorrido 578 km y habíamos gastado 160 litros de gasolina.
A las 21:30 accedimos al autobús que por 242 ARS 45€, supuestamente, nos
depositaría en Bariloche a las 11:00.
5 de Noviembre
El tiempo siguió revuelto y, salvo algún momento puntual, la mayor parte del
viaje lo hicimos entre nubarrones y chaparradas. Una lluvia gris nos impidió ver
Bariloche y el lago al llegar. En la Información de la Estación de autobuses un tipo
eficiente nos facilitó todo lo que hubiésemos podido necesitar.
El hostel, reservado con anterioridad, era Arco. Nos alojaron en la “Casita
de Milena”, una especie de cabaña aislada en cuyo interior nos alojamos. No sé si
por ser la casita para los siete o por qué, pero pagamos 40 ARS 7’5 €
persona/noche con desayuno incluido. Gestiona el Hostel un grupo de gente joven,
amable y eficiente, que gestiona a la vez una Agencia de todo tipo de servicios
turísticos.
De Bariloche como ciudad poco podemos decir. La verdad es que la
climatología nos fue muy adversa. Estuvo jarreando prácticamente todo el tiempo
que estuvimos en la ciudad.
Esta circunstancia hizo que nos supusiera menos nuestra necesaria y
obligada dedicación a conseguir un vuelo de Puerto Montt a Puerto Natales.
Intentamos durante esa misma tarde conseguir los pasajes a Puerto Natales
mediante una compañía SKYAIRLINE que acababa de inaugurar sus vuelos
(https://www.skyairline.cl/es/index.aspx). Toda la tarde lo intentamos desde la
oficina del Hostel y acabó siendo imposible, bien porque no funcionaban los
ordenadores, bien porque no tenían tantos vuelos…
Por diversificar, mientras unos lo intentábamos allí, otros fueron a la oficina
de ANDES (http://www.andesonline.com/) en Bariloche. Consiguieron dejar
reservados los pasajes, no para Puerto Natales sino para Punta Arenas, a falta de
entrar utilizar el código y pagar con la tarjeta.
6 de Noviembre
El tiempo seguía espantoso. Seguíamos con la necesidad de solucionar el
vuelo. De no conseguirlo, deberíamos volver a Bariloche por Osorno y bajar en
autobús por Puerto Deseado, abandonando la posibilidad de hacer el viaje austral
por los canales del extremo sur chileno. Cambiaba la película completamente
Prácticamente toda la mañana Sebastián y Martín, dos tipos encantadores
de la empresa, estuvieron con nosotros intentando conseguir los dichosos pasajes.
Al final, la reserva del día anterior no funcionó y la oficina, siendo sábado, estaba
cerrada. Hicimos una nueva reserva. Finalmente tampoco funcionó porque teníamos
que pagar con una tarjeta emitida en Chile (un tipo de Ondarroa con quien
coincidimos me dijo que había tenido el mismo problema y lo había solucionado
puenteando el pago a través de una empresa turística chilena “Gotolatin”). Como
último recurso por quemar todos los cartuchos parte del grupo se desplazó al
aeropuerto. Consiguieron allí, a alto precio, pero consiguieron, los pasajes para
Punta Arenas.
La tarde y la mañana anterior con la gente del hostal intentando conseguir
los pasajes me dieron pie para observar detenidamente la forma de ser de la gente
que allí funcionaba. Era gente joven con empuje y ganas de mover una empresa.
Llamó poderosamente mi atención la, muy sorprendente para nosotros, amabilidad
con la que funcionan entre ellos en general y cuando interactúan o hablan por
teléfono. Es patente, lo hemos visto en las películas, el discurso rico en
subordinadas y en matices que denota agudeza mental. Al telefonear lo primero
que preguntan es con quién hablan. Una vez que les han dado el nombre, con suma
amabilidad y antes de entrar en el motivo de la llamada, preguntan a su
interlocutor, llamándole por su nombre, cómo está o cómo le va el día. Después,
personalizando igualmente con el nombre propio entran en el tema: pues mira,
Virginia, tengo aquí un numeroso grupo de españoles, desesperados porque… De
esta manera, con toda la riqueza y ampulosidad de su discurso establecen la
cuestión. Para acabar concretan lo que pretenden, personalizando nuevamente a su
interlocutor: Virginia, yo te ruego… Posible y seguramente consiguen lo mismo que
nosotros, pero sin duda eso genera una reducción de estrés y una manera más
cálida y afectuosa de funcionar que en definida proporciona sin duda una mayor
calidad de vida y un bienestar para todos los que interactúan.
Aunque finalmente en el aeropuerto se solucionó el tema de los pasajes, no
nos iba a quedar una buen sabor de esta ciudad, pues al tiempo nefasto se sumo
algo mucho más grave, la infortunada caída de
Pili que le supuso un desmayo primero y tener
que acudir a un hospital. Una vez en éste
exigiendo la pasta por delante, le hicieron una
radiografía y dijeron que no tenía rotura. Pero
nadie le privaría de la incomodidad de tener
que funcionar con una férula y soportar dolor
e incomodidad a lo largo del viaje.
Eran ya dos las sufridoras y para no
amilanarnos decidimos cenar en Don Molino que junto con el Boliche de Alberto nos
habían recomendado. Sólo el primero pudimos visitar. No era barato, pero puedo
asegurar que degusté el cordero patagónico más en su punto y sabroso de toda
Argentina.
Así acabó nuestra estancia en Bariloche, sin apenas conocer la ciudad y
absolutamente nada de su entorno. En mi memoria quedará una ingente y deliciosa
chocolatería que me brindó un también ingente cucurucho de chocolate negro y
maracuyá, una tiendita de gorros que nos harían un papel fundamental en Patagonia
y una librería. Ésta llamó mi atención, no sólo por la enorme cantidad de libros
nuevos y viejos que se extendían ampliamente, sino por la sabiduría, la afición y el
amor por los libros del dependiente que resultó un tipo… como para regentar el
Cementerio de los Libros Olvidados de “La sombra del viento”.
Dicen que el entorno de Bariloche es una maravilla. Lo será, aunque es
posible que la propaganda argentina lo sobrevaloren al ser el centro más relevante
de turismo de invierno del que presumen los argentinos comparándolo con la Suiza
europea. Hablan muy bien del entorno de San Martín y Junín de los Andes. La ruta
en autobús que une Puerto Mont, Puerto Varas, Osorno y Bariloche necesariamente
tiene que ser preciosa.
7 de Noviembre
A las ocho de la mañana nos presentamos en el autobús para iniciar el Cruce
Andino. La verdad es que hubiésemos podido acudir al Gran Casino, pegado a Don
Molino, y haber tomado el autobús una hora más tarde, la hora que nos pegamos
recogiendo viajeros de hotel en hotel.
El Cruce Andino es el paso de Bariloche a Puerto Montt a través de
sucesivas navegaciones y tramos en autobús a lo largo de un día, de ocho de la
mañana a nueve de la noche. Es un sistema bien montado por un monopolio, la
Compañía Fernández-Campbell que opera en Argentina y Chile. El precio es muy
elevado 230 $ ó 166€ ó 905 ARS/pax. Los parajes son muy hermosos. No tuvimos
un día luminoso, pero precisamente por eso claroscuros y contrastes alucinantes
nos deleitaron a lo largo del trayecto que acabó en tonos pastel sobre el lago
Llanquihue cerca de Puerto Varas. Me habían hablado muy bien de este trayecto y
no puedo decir que no sea muy hermoso, pero esperaba más.
8 de Noviembre
Inicialmente nos habíamos planteado
tomar el barco de Puerto Montt a Puerto
Natales, pero, al no coincidir el día del zarpe,
abandonamos la idea. Miramos el autobús
Bariloche a El Chalten por la R40, Ruta 40,
pero iniciaba la ruta ocho días más tarde, a
partir del 15. Cuando descubrimos que una
compañía había empezado a volar a Puerto
Natales se nos abrió el cielo, pero resultó imposible conseguir pasajes. Cuando ya
pensábamos tener que volver al Atlántico y perder el Viaje Austral, surgió la
alternativa de volar a Punta Arenas.
En los viajes es preciso estar atento y abierto a todas las alternativas
posibles, valorarlas y tomar la decisión que parece más adecuada, por más que
nunca cuentes con la seguridad de acertar.
A toro pasado, haber volado a Punta Arenas, nos había de permitir asegurar
el Viaje Austral; pagar con antelación en Punta Arenas y no tener que ir un día
antes sin otro quehacer; alquilar una furgoneta para los siete, algo que en
Argentina no hubiese sido posible; recorrer Las Torres del Paine; pasar la misma
furgoneta a Argentina y recorrer El Chalten y El Calafate y volver a Punta Arenas
al mismo muelle del barco.
En el mismo aeropuerto la
eficiente, y simpática, chica de
información nos animó a hablar con
el muchacho que estaba al lado en
una especie de cajoncito alquilando
coches de AVIS. Nos acercamos sin
demasiado convencimiento. Nos
sorprendió gratamente saber que
alquilaban furgonetas de hasta
nueve plazas y que podíamos
conducirla sin más. Pero que
respondiese afirmativamente a
nuestra cuestión de si podíamos con ella pasar a Argentina, fue la bomba. El asunto
fue calcular días. Podíamos ir al parque de Torres del Paine en Chile y pasar a
Argentina para ir a El Calafate y a El Chalten. Podíamos alquilarla para nueve días,
devolverla en el mismo puerto y subir al carguero. Además, no tenía límite de
kilómetros. Redondo. Faltaba el precio. Nos dio un preció razonable que, dividido
entre siete, salía muy bien.
Respecto al alquiler de vehículos conviene tener en cuenta: Que se cobra
por día. Que, no en todos los sitios, pero suelen establecer el precio en orden a un
kilometraje máximo por día. En Punta Arenas, no nos pusieron ningún tope de
kilómetros. Que habitualmente se establece una franquicia, a veces de accidente
por un lado y otra mayor por vuelco, y se deja un depósito, suele hacerse con la
tarjeta, que no cobran si no es el caso, para pagar las franquicias. Atención, que se
destruya al final. Que es necesario comprobar bien cómo está el vehículo, sobre
todo de chapa que es lo que más vigilan. Si es preciso hacer fotos. En nuestro caso
en los tres lugares que alquilamos la gente muy maja. Que es necesario si se piensa
pasar a otro país dejar muy claros los papeles. Que en Argentina dicen que
legalmente no pueden alquilar coches para turistas de más de cinco plazas. Por el
contrario en Chile, sí. Que la gasolina va por cuenta de quien alquila y es mejor
estar al loro y aclarar cómo está el vehículo de gasolina al dártelo. Que el precio de
la gasolina en Chile casi dobla al precio argentino. Que no suelen exigir ni en Chile
ni en Argentina carné internacional. Aunque tampoco sé si legalmente puede la
policía exigirlo. En ningún momento nos exigieron el carné internacional. Mejor
poner dos conductores. Con dos personas se puede dudar, pero con más en general
sale bastante rentable, aun cuando exista transporte público y se puedan contratar
furgonetas grupales. En la zona de Chalten y Calafate con seguridad.
A media mañana salimos en dirección al centro de la ciudad a cambiar dinero
(650 $CH 0 1€). Me quedé con ganas de patear un poco aquella ciudad. Es una
ciudad que coincide poco con nuestra imagen mental de ciudad. Se trata de
avenidas sucesivas paralelas a la orilla del Estrecho de Magallanes donde está
apostada. Las casitas pequeñas, de colores varios y vivos, levantadas con materiales
muy simples, enfrentadas a un cielo azul saturado que se funde en el azul marino
más potente de las agitadas aguas del Estrecho y todas envueltas en un frío gélido,
configuran un entorno que, no sé si me resultó hermoso, pero sí muy exótico.
Conseguido dinero fresco,
salimos en busca de las oficinas de
Austral Boorm, la compañía que hace
la travesía del carguero a Puerto
Williams para confirmar la reserva
que había hecho desde Iruña y pagar.
De esta manera, bastaría con llegar
dentro de nueve días al puerto a la
hora de zarpar y devolver allí mismo la
furgoneta, como habíamos quedado
con Héctor, el de AVIS.
Hechos los deberes, la fragoneta arrancó en dirección a Puerto Natales.
Habíamos pensado parar en cualquier
pueblo a comer algo, pero como alguien nos
había advertido, allí no hay pueblos. Donde
en el mapa aparece un punto redondo en el
que supuestamente deberías encontrar, no
una gran ciudad, pero si un pueblo con
casas… no encuentras más que un par de
cobertizos pintados de colores con tejado
de zinc. El siguiente par de cobertizos
puede estar a ochenta kilómetros.
Acabamos deteniéndonos en un conjunto de cobertizos en uno de los cuales parecía
que servían comidas. Subimos unas escaleras que daban paso a una cocina comedor
con mesas de manteles de hule. Hacía mucho calor en contraste con el viento gélido
del exterior. Una señora con marcadas facciones indias nos dijo que nos podíamos
sentar, pero que sólo tenía sopa. Tomamos una sopa muy potente con verduras y
grasa, la sopa más deliciosa que en muchos años había tomado.
10 de noviembre
Un día de viaje. Se trataba de movernos hasta el Chaltén.
Pasamos la frontera por Cerro Castillo y accedimos a la Patagonia Argentina,
similar a la del país vecino. Pronto tomamos la R40 con unos 80 km de ripio. De
nuevo en el asfalto, sin entrar a El Clafate, tomamos dirección de El Chalten. Nos
detuvimos a contemplar los espectaculares cambios de colores del Lago Argentino
y también en la mítica posada La Leona. Parece ser que a algún prohombre
mitificado se lo ventilo una leona y de ahí el nombre. Probamos empanadillas ya
panes fritos. Las empanadillas me gustaron, aunque haya comido mucho mejores.
Los panes fritos no sabían a nada.
Una recta impresionantemente larga, en torno a los 80 km, nos colocó a las
puertas del El Chaltén que se presentó ante nosotros con una panorámica
impresionante desde las agujas de las Torre al Fitz Roy.
Entramos a la Casa del Parque y nos dieron buena información, aunque no un
mapa mínimo de la zona. Quiero suponer que no por incapacidad sino en beneficio
de los comerciantes del lugar. Pretenden constituirse en la capital del Treeking.
Tienen posibilidades.
11 de noviembre
De mañana inicié la ruta en dirección a la Laguna de Tres al pie del Fitz Roy.
Una subida con cierto desnivel al principio y luego, sin ser llano una senda suave me
regalaba la cara este del paredón impresionante. Dejando a la izquierda la laguna
de Capri atravesé un bosque hasta llegar a la senda (2 horas) muy bien indicada a
mi izquierda que bordeando las lagunas de Madre e Hija me llevaría al camino de
ascenso a la Laguna Torre donde esperaba encontrar a mis compas. Me dio pena
abandonar la ruta, pues prometía unas vistas elegantes, pero me lo agradecieron
mis brazos encasquillados de tanto subir y bajar la mochilla para tomar la cámara y
dirigirla a la imponente masa rocosa del Fitz Roy. El camino al par de las lagunas
era más bien llano hasta el final que desciende por un bosque de lenga con cierta
brusquedad, por lo que supongo más aconsejable hacer la ruta en el sentido que la
hice que en el contrario (2hs). La lenga es el árbol, y arbusto, más generalizado en
la zona.
12 de Noviembre
Contábamos con tiempo y decidimos ir un poco en dirección norte hacia los
Hemules a ver si andábamos un poquito. Accedimos a un Parque privado denominado
los Hemules que linda con el Parque natural y oferta con cierto pago unas caminatas
que parecían agradables, pero que no contábamos con tiempo para realizar.
Resulta para nosotros poco comprensible que estas extensiones tan grandes
de tierra en toda la Patagonia sean Estancias privadas. En casos como éste no se
entiende muy bien por qué no son expropiadas para formar parte del Parque.
Patagonia, bien porque la administración procuraba su poblamiento, bien porque la
misma administración pagaba favores regalando estas extensiones, bien porque
hubo gentes que por su cuenta se dedicaron a ventilarse indios, cercar y montarse
las escrituras o por lo que fuere, lo cierto es que existen inmensas extensiones,
bien valladas, que son propiedades personales por más que tengan muchísimos
kilómetros cuadrados. Una empresa de picas de madera y alambre para vallar, sería
negocio redondo.
13 de Noviembre
De par de mañana fuimos a Punta Bandera, a unos 50 km de El Calafate,
donde tomamos el Elegante Catamarán de Fernández Campbell que realiza el paseo
por los glaciares. Nuevamente se trata de un monopolio en toda regla que impone
precios y condiciones.
Saboreamos en el Rick’s
cordero patagónico. El camarero sirve
hasta que dices basta. No fue el mejor
cordero patagónico, pero se dejó
comer. La gente que no es muy
carnívora o no come carne, tiene
complicado el asunto de la comida en
Argentina. Apenas existen ensaladas,
verdura, legumbre… Cuando raramente
la encuentras, es algo tan extraño a su
costumbre que no saben prepararlas. Sí, en cambio, puedes dar con elaboraciones
de pasta bastante sabrosas, pero no más. Resulta sorprendente para nosotros que
en un restaurante cuatro hojas de lechuga mal aliñadas con dos tiras de cebolla,
cuesten igual o más que la mitad de un bife de chorizo.
14 de noviembre
Día consagrado al más elegante e imponente de los glaciares patagónicos
accesibles, el Perito Moreno. Se encuentra a unos 80 km de El Calafate. Se abona
la entrada al Parque y, tras un trayecto hermoso salpicado de notros se descubre
el costado sur del Perito.
En este lado sur hay una empresa que monta un barco que recorre esta cara
del Perito e incluye una especie de paseo por el extremo del glaciar con una,
especie también, de crampones y un chupito con hielo del glaciar. A la vuelta por la
tarde nos acercamos pero ya había zarpado el último barco y no cupo poner en
cuestión la turistada. El lado norte sigue bajo el monopolio del Fernández Campbell
que también monta su barquito para ese lado. Son propuestas no excesivamente
caras, 50 ARS, pero carecen de sentido habiendo hecho los glaciares con el lado
norte del Perito.
Se accede a un aparcamiento a cierta altura y de allí, perfectamente
articuladas, descienden una serie de plataformas que se enfrentan, por los dos
costados y a diferentes niveles al vértice del glaciar que se aproxima a tierra. Éste
es precisamente el vértice que se mueve hacia tierra, va creciendo y dejándose
horadar por debajo hasta que llega un momento al cabo de años que se hunde
estrepitosamente. Supongo que si te coincide y te toca presenciar el estruendo, el
espectacular desplome y el orgásmico alucine colectivo, un infarto agudo y dirás
agur satisfecho de haber presenciado el Espectáculo.
Como el impresionante glaciar se lo merece todo, recorrimos las plataformas
de arriba abajo, de derecha a izquierda y en sucesivos momentos del día.
Embobados lo miramos y remiramos hasta que él, agradecido con nuestra
persistente admiración, nos regaló el desplome espectacular de un mastodonte de
hielo del tamaño de un par de pisos. No hay palabras para describirlo. Impresiona.
Sacude las tripas.
De vuelta a El Calafate nos dimos de bruces en la calle principal con José
Luís y Miguel. Había pensado que no coincidiríamos, pero nuestros cambios de
ritmo, al hacer el recorrido en furgo y en dirección sur norte, posibilitó el
encuentro. Hace ilu encontrarte a alguien tan lejos. Ese día cenamos en la pizzería
“Casablanca”. Evitar, no pisar.
15 de Noviembre.
Asueto grupal. Tantos, tan distintitos y tanto tiempo juntos, teníamos la
necesidad de olvidarnos los unos de los otros por un día. Fue perfecto. Por más que
tuvimos algún encuentro fortuito en los ordenadores, donde al cabo de mucho
tiempo pudimos ponernos al día, en alguna tienda de deportes, en la cafetería
Librobar o en la Lechuza. Resultó agradable.
Estar solos nos dio la posibilidad de rajar con una chica de un puesto de
venta de objetos en plata. Aunque le avisamos que no íbamos a comprar, se enrolló.
Era una tía maja. Cuando se quedó sin futuro en Buenos Aires se largó a Bariloche
para salir adelante y lo había ido consiguiendo.
Se intuye en muchos casos en Argentina una capacidad de buscarse la vida,
de tirar para adelante y de pelear. Es una actitud de lucha que se palpa en
bastante gente joven. Posiblemente a ello les ha conducido su misma historia de
adversidades económicas. Posiblemente en nuestra sociedad la gente joven está
menos dispuesta a pelear con ilusión por salir adelante y posiblemente sea porque
tiene la equivocada percepción de contar con la vida bastante solucionada. La
situación extrema en este último sentido sería la los cubanos que, sin pretenderlo,
han acabado sido educados en contar con un mínimo necesario para tirar adelante
sin necesidad de pelear.
Encuentras gente que está al tanto de lo pasa en su país, de lo que pasa en el
mundo, gente que piensa y se pregunta y que luego comunica. Nos preguntaba si era
cierto que los argentinos en España podían tener problemas. No entendía cómo no
se les trataba exquisitamente al llegar, cuando cantidad de españoles, como sus
abuelos, habían sido acogidos maravillosamente en Argentina. También es verdad
que no tienen conciencia de lo hipócritas que podemos llegar a ser los europeos con
tantos años de escuela.
16 de Noviembre.
18 de noviembre
El siguiente día amaneció por el estilo. Cada poco se oscurecía, se desataba
un viento alocado, llovía con violencia o asomaba un sol hiriente. Uno de los chistes
que cuentan de estas tierras dice que un autóctono pregunta al foráneo si le gusta
el tiempo que hace. Ante la presunta respuesta negativa de su interlocutor, el
autóctono añade que no se apure, pues en diez minutos, con toda seguridad, habrá
cambiado.
Fuimos observando las costas, los islotes que aparecían a cada lado, la
vegetación y los juegos con la luz que las tormentas, los nublados y los inesperados
rayos sol elaboraban incansablemente.
Empezaron a aparecer los primeros montes elevados a nuestra izquierda y al
atardecer fuimos admirando imponentes glaciares que se deslizaban hacia el Canal..
Fue un regalo todo aquel viaje tranquilo deslizándonos entre fríos islotes
inhóspitos, cumbres aterradoras, luces de colores y juegos de luz. No vimos seres
vivos salvo un pescador solitario y algún petrel que rasgaba el aire al par de
nuestra embarcación y trajo a mi imaginación a Sergio Villar en su velero.
19 de Noviembre
Aunque habíamos llegado a eso de las 4:00 a la altura de nuestro destino,
permanecimos anclados en medio del canal hasta la apertura del puerto. A la
mañana rumbo al puerto observamos las escasas casitas que componen Puerto
Williams enmarcadas entre el luminoso azul del canal y los Dientes de Navarino.
21 de noviembre
Amaneció nublado e incluso se escaparon algunos copos de nieve. Tomamos
un transporte al Parque de Tierra de Fuego. El transporte al Parque de Tierra de
Fuego sale por 70 ARS y 65 la entrada al Parque.
23 de noviembre
Una vuelta mañanera y al aeropuerto para volar a Buenos Aires.
El pasaje nos había costado 821 ARS, 150 €. Un precio que, comparado con
los que piden por vuelos entre destinos turísticos, es barato pues estamos
hablando de unos 3000 kilómetros. Hay que sumar 23 del taxi y 28 ARS de tasas
de aeropuerto.
El avión sobrevoló la Tierra de Fuego con amplios canales entre montañas y
prosiguió por el borde del océano. Acudió a mi mente un librito de Saint Exupery,
“Vuelo de noche”, o algo así, que relata las extremas dificultades de los vuelos por
aquellas latitudes. Velozmente fuimos deshaciendo el camino hacia el sur que
habíamos hecho paulatinamente mirando paisajes hermosos. Haciendo un repaso de
éstos me di cuenta de que en casi todos los entornos nos ha acompañado el sol y la
luz, algo que no coincide con los relatos de amigos y foreros. Pensé que habíamos
tenido mucha suerte con el sol sin que su presencia nos hubiese librado de soportar
temperaturas bajas y, sobretodo, vendavales heladores. Posiblemente por eso
pensé en ese momento que me resultaba agradable volar hacia el calorcito.
Observé a un muchacho argentino, le había escuchado hablar con la azafata,
situado en un asiento próximo que observaba oblicua y perfectamente. Era alto y
rubio y rondaba la cuarentena. Primero sacó una libreta llena de anotaciones
sucesivas, unas tenían una orla en lápiz y otras fosforescían en amarillo. La estudió
concienzudamente durante un buen rato y sacó de la cartera una pequeña goma
para borrar alguna orla. Luego guardó la libreta. Extrajo entonces de su cartera un
libro de lectura bastante manido. Posiblemente, pensé, comprado en una librería de
viejo, De su título sólo conseguí un palabra, “sueños”. Llamó mi atención su pausada
forma de leer, que releía y la parsimonia con que de vez en cuando con un lápiz
pequeño subrayaba alguna frase. Me pregunto cuántas veces he visto a un tipo que
ronda la cuarentena leyendo de semejante manera en un transporte. Cultura, me
dije.
En Buenos Aires un remís nos llevó de Ezeiza a la Calle Florida, esquina
Corrientes de donde accedimos a nuestro flamante Hostel Suites Florida. Es un
Albergue y con carné de alberguista, que se puede conseguir sobre la marcha, el
coste es bastante asequible (180 la doble con una habitación agradable y un buen
desayuno). Así que nos hicimos alberguistas pues con dos noches amortizábamos el
carné. Lo llevan un montón de chicos jóvenes y funciona perfectamente. A ello hay
que añadir que está perfectamente situado,
muy importante en una ciudad como Buenos
Aires.
Una vuelta a última hora por las
concurridas calles y cenamos en Corrientes
en uno de los pocos lugares que ofertan una
zona de fumadores.
24 de noviembre
Por la mañana llegaron Maite, Eberto
y Mª Elena. Tuvimos que esperar hasta que
les diesen habitación.
Tras los rolletes de rigor, que si lavanderías, sacar dinero y demás,
decidimos tomar el autobús turístico. Éste parte junto a la Plaza de Mayo y da una
amplia vuelta por el Centro. Luego se dirige a Puerto Madero y al Barrio de Boca
para volver a cruzar la ciudad en dirección norte y volver por Recoletas
nuevamente al Centro. Te sitúa y da una idea para luego dedicarte a patear por tu
cuenta lo que más te haya podido atraer. En nuestro caso tardó mucho más de lo
previsto al estar ralentizado el tráfico en la zona de Retiro por una manifestación
de una empresa de comunicaciones.
Algo que llama la atención es la, al menos aparente, tolerancia ante las
manifestaciones, pancartas y pintadas de todo tipo y condición que funcionan en la
capital bonaerense. Desde la Plaza de Mayo al Obelisco pasando por el Congreso y
todas las calles, avenidas o autopistas están llenas de pintadas, pancartas o
manifestaciones. Además de en la afamada Plaza de Mayo, llegamos a ver en
diferentes espacios de la plaza del Congreso tres manifestaciones diferentes al
mismo tiempo. Son frecuentísimos los, si no cortes, estrechamientos de avenidas o
autopistas que ralentizan completamente el trafico generando caravanas
interminables. Uno de estos cortes había de estar a punto de hacernos perder el
avión de vuelta a Iruña. Nunca aparecen expeditivos nacionales, beltzas o guardia
civiles decididos a machacar sin preguntar. No sé qué efectividad tendrán esas
manifestaciones, pero sin duda procuran un espíritu de pelea que aquí se ha
perdido.
Ya que estábamos allí nos desplazamos un par de calles para visitar “La
Bombonera”, el Estadio del Boca Juniors que desata desmesuradamente las
pasiones de los argentinos. Todo en amarillo y azul resulta también muy colorista.
A las tres y media acudimos a la Plaza de Mayo pues allí los jueves se reúnen
la Madres. La unión de nuestra memoria a la presencia de estas ancianas hizo
surgir la emoción. Al menos a mí me resultó algo muy emotivo, aunque posiblemente
muchos argentinos, tras tantos años y después de tantos avatares, tendrá más
conocimiento y una visión de la realidad más ajustada.
Más tarde supe que la Línea Fundadora era la más auténtica y la que
mantenía una autenticidad mayor y era más consecuente. Su pega era que el
colectivo estaba excesivamente dirigido por la fuerte personalidad de Bofani, una
abuela consecuente pero excesivamente personalista. El otro grupo estaba abierto
a más objetivos y, en torno al de las abuelas, se arrimaban otros objetivos. Este
segundo grupo estaba subvencionado por la Administración, de ahí los apoyos a la
Presidenta que recientemente había quedado viuda de Krisner. No obstante existía
un funcionamiento conjunto en cantidad de actuaciones.
26 de Noviembre
Nos entretuvimos bastante tiempo preparando el viaje a Iguazú y a Salta,
algo que, siendo tantos, nos pareció mejor dejar apañado en la agencia que había en
el mismo hostel. Luego a patear la ciudad. El mayor tiempo se lo llevaron sus
fabulosas librerías. En ellas encuentras, no sólo las novedades en un atril pagado
por la editorial exponiendo los lanzamientos y en las estanterías los libros
aparecidos en los últimos, como mucho, tres meses; sino que aparecen expuestos
todos los libros, sean actuales o de hace diez o veinte años que aquí llevan mucho
tiempo descatalogados. Todos están expuestos a la vista y si alguno no encuentras
el librero te dirá donde está o en qué otra librería lo puedes encontrar.
La afición y valoración generalizada de la lectura es algo que contrasta
seriamente con nuestra realidad y denota, nos guste o no, un mayor desarrollo
cultural que el nuestro. Las librerías son un polo de atracción de gentes de todo
tipo, nivel y condición que recurren al librero en busca de libros que les puedan
gustar o comentan los que han leído con la gente que está en el local o con el mismo
dependiente que le aconsejó. Perdón, no se les puede llamar dependientes, pues no
son como aquí algunos que venden libros como podrían vender calcetines, son
libreros. No se parecen a algunos de nuestros establecimientos donde cualquiera te
puede facilitar el último éxito. Son gente enamorada de los libros a quienes
escuchas y te das cuenta que saben un montón de libros, de las diferentes
ediciones, de quién, si él no puede, te pude facilitar el texto que buscas… El colmo
que observé fue un librero en el mostrador con un cliente, emocionados los dos,
mientras leían pausadamente en voz alta un texto. Los clientes que esperaban, para
preguntar, solicitar o pagar, escuchaban plácidamente. Acude a mi imaginación una
librería que se podía parecer a éstas, la de Fernando Areta, en la calle Calderería
con tertulia incluida.
Donde más me gustó el tango fue en la calle, donde se encuentra gente que
lo toca o canta con sentimiento.
27 de noviembre
Además de cerrar las reservas para Iguazú con algunos cambios, volvimos a
recorrer Buenos Aires.
Por la tarde habíamos quedado en cenar con Iñaki a su casa. Casi no
llegamos. Un tráfico brutal y un concierto en las cercanías hicieron que los
veinticinco minutos que se tarda en el trayecto se convirtiesen hora y cuarto,
marcada por el taxímetro para nuestra desesperación y regodeo del taxista. Al
final sólo fueron 87 ARS.
La Casa de Iñaki se encuentra cerca de la autopista que rodea la ciudad
marcando la frontera entre la ciudad y la provincia de Buenos Aires. En el
ralentizado trayecto pudimos descubrir barrios periféricos poblados por bolivianos
que enseñaban su miseria tan contrastada con el Centro.
Iñaki vive en una finca larga y estrecha. Cuenta con ocho metros a lo ancho,
los que dan a la calle, y sesenta de fondo
hacia el interior con jardín, piscina... A la
entrada está la vivienda no muy grande y
con dos alturas. Rebasada ésta, se accede
a un prolongado jardín. En éste se levanta
un txoko cerrado completamente por
ventanas de cristales pequeños con su
fogón. Una cucada. Al fondo continúa el
jardín y una pequeña piscina.
Nos esperaba con su hermana, su
cuñado y otra pareja de amigos. Cenamos, iba a escribir como reyes, diré como
argentinos. Le dimos al gorrín de entrada para seguir con las carnes de rigor,
chorizo, morcilla, bife, vacío, mollejas, que estaban de enamorar, y un sinfín de
postres uno tras otro. Todo sabroso, pero lo más agradable la compañía.
Me pareció gente muy maja. Da gusto encontrarte con gente de nuestra
edad o algo mayores que llevan la vida peleando con situaciones económicas
adversas y que no han perdido ni el humor ni la certeza de por dónde deben ir las
cosas en una sociedad. Es algo que aquí echo de menos, pues parece que nos
avergüenza defender planteamientos morales y mínimamente racionales, como si la
madurez conllevase estar de vuelta de todo y no creer en la justicia y en la ética.
Es muy grato coincidir con gente del país y acceder a sus historias, su
visión, sus esperanzas… algo que, como mero turista, nunca llegas a conocer.
Hubiese estado rajando hasta el amanecer.
28 de noviembre
Dimos una vuelta mañanera por el cementerio de de Recoletas. Todo el
mundo corre a ver la tumba de Evita y se desilusiona. No merece la pena la visita,
en mi opinión. Me entretuve retratando unos rostros femeninos en bronce
envueltos en telarañas. Mirando encontré también una curiosa superposición del
rostro pétreo de El Salvador surgiendo de un mausoleo y la sonrisa de Messi desde
un macroanuncio del exterior.
29 de noviembre
La pérdida del viaje a primera hora de la tarde y partir oscureciendo supuso
que perdiéramos el atardecer en lo que denominan su Mesopotamia. En cambio,
pudimos contemplar por la mañana un paisaje progresivamente más exuberante y
selvático que alterna con plantaciones de árboles de todo tipo, eucalipto, pino,
ombú y mil variedades que desconozco. Las casitas evocan a Cuba y las pistas de
tierra rojiza a África. Recuerdo cómo tumbado en el asiento pensé que, aunque
estaba encantado con la naturaleza, echaba en falta gentes más diversas, formas
de vida diferentes y costumbres distintas. Mi imaginación se fugó a Asia y África
para sobrevolar ChandiChook en Delhi, la plaza de Isphahan, Durbar Square en
Katmandú, el Bazar de Alleppo, el puente de Howra en Calcuta, el Mercado de
Djené y el de pescado de Mopti, las callejas en barro de Yazd, la Jemaha de
Marrakeh y una piragua rumbo a Tombuctú...
No problem, esperan concluí.
En esta zona, con tiempo y ganas, no
estaría mal venir en el “Gran Capitán”, un
tren que llega hasta Posadas y traquetea con
parsimonia absoluta. En todo caso este
autobús, tumbado, comida sin lujo, un baño
que, en general, limpian y funciona… está bien
y el precio está bien.
A media mañana nos presentamos en
Iguazú donde nos esperaba el resto de los
compas que habían llegado en avión.
El hotel cogido en el paquete famoso en la agencia costó más de lo habitual
180 ARS. El paquete de la Agencia que incluía el bus al Parque lado Brasilero, el bus
al Parque lado Argentino y los dos transfer.
Esa misma tarde teníamos la visita al lado brasilero de Iguazú. El autobús
nos condujo a Brasil y tras pasar la frontera nos presentamos en el parque. Éste
está cerrado a vehículos particulares externos, salvo que se dirijan a un hotel que
está dentro del parque. Tanto brasileros como argentinos tienen su vergonzoso
hotel en el interior. Tras pagar de entrada 37 reales, un autobús del parque lo
recorre y va dejando en las paradas posibles.
30 de Noviembre
El último día del mes íbamos a disfrutar el
lado Argentino de las Cataratas de Iguazú. En mi
opinión, sin la mínima duda, merece la pena dejar
el lado argentino para el final.
De par de mañana en autobús nos llevaron,
cual corderos, “Beeee, beeee, beeee,” recogiendo gente de los hoteles a la puerta
de acceso al parque. Se paga la entrada, 85ARS 16€ y ya te tienen organizado el
recorrido. A todo el mundo lo llevan agrupado con su guía y posiblemente organicen
los trayectos en uno u otro sentido de manera que no se acumule personal.
Primero nos llevaron a un tren que conduce a una pasarela prolongada que
acaba en la parte superior de la Garganta del Diablo. Es posiblemente lo más
espectacular del recorrido. Realmente impresionante. Luego hay varios circuitos en
los que vas acompañado del guía al ritmo que él va marcando que para la mayoría de
personal es adecuado.
La más impresionante cascada de estos circuitos es la de San Martín. Otro
lugar en el que se alucina.
Finalmente, hay dos navegaciones opcionales entre las cascadas. Se puede
tomar un barco que parte de la zona inferior te acerca a las cascadas y devuelve al
mismo lugar. El precio es de 190 ARS 36 €. Por 290 ARS 55€ ofrecen, con el
pomposo nombre de “Gran Aventura”, la navegación en una zodiak semirrígida.
Introduces tus objetos, incluida la ropa, la cámara, las gafas…, en un bolsa que te
facilitan, te quedas en traje de baño y una camiseta, te colocan los chalecos
salvavidas y se lanzan contra la base de las cascadas de manera que cae un
autentico río sobre tu cabeza cortándote la respiración. Supone tal chute de
adrenalina que todo el mundo disfruta hasta la saciedad. Para justificar el nombre,
y la pasta, de la Gran Aventura, bajan por unos rápidos y atracan en un lugar aguas
abajo. Desde allí se vuelve en un cuatro por cuatro de esos gigantescos. En el corto
trayecto un forestal pretende presuntamente mostrar el parque, su flora y fauna.
El estruendo que produce semejante troncomovil motorizado, hace imposible oír al
guarda y consigue también que los animalitos huyan alocados antes de que aparezca.
La visita duró de ocho de la mañana a dos de la tarde y salimos muy
satisfechos. Lo que no anula, sino confirma, mi pretensión. Si un día vuelvo tiraré
de transporte público o taxi y dedicaré un día completo, de ocho de la mañana a
siete de la tarde, por mi cuenta tanto a un lado como al otro. Merece la pena
disfrutarlo pausadamente una vez que estás allí.
Esa misma tarde, mientras el resto permanecía en Iguazú para tomar el
avión al siguiente día, Amparo y yo tomamos el autobús a Buenos Aires, donde al
siguiente día habían de quietarle el yeso. En esta ocasión los hados tampoco serían
propicios con el “paquete turístico”. Estuvimos esperando al transfer hora y media
y acabamos cogiendo un taxi por nuestra cuenta. Instalados cómodamente en el
autobús, 389 ARS 73€, a los doscientos kilómetros, se estropeó el vehículo. Nos
detuvimos y tuvimos que esperar otro autobús que lo sustituyese y que acabó
siendo menos cómodo.
1 de diciembre
Si habíamos perdido ya más de una hora a la noche, a la mañana también
tuvimos problemas. Un accidente de un camión que había arrollado dos policías
había provocado el cierre de la autopista de acceso a la ciudad. Además de
prolongadas esperas e interminables atascos, cada vehículo intentaba huir de la
encerrona como podía y no fuimos los más afortunados. En vez de llegar a las once
de la mañana serían más de las tres de la tarde cuando llegamos a Retiro.
Un bocadito en la estación y un remís al Hospital San Juan de Dios. Nada
más llegar nos recibió el fraile con el que habíamos conectado a través de Mari
Cruz. Era el que mandaba allí y andaba muy ocupado, por lo que otro fraile nos
acompañó a la zona hospitalaria.
El Traumatólogo que tenía que quitarle el yeso, no nos hizo demasiado caso.
Le dijimos cuales eran las indicaciones del Traumatólogo de Pamplona, pero no se
dignó leer el informe y nos mandó de entrada a hacer una radiografía, haciendo
hincapié en que allí mantenían los yesos con las agujas más tiempo.
Vimos feo el panorama. Ya nos había advertido nuestro amigo traumatólogo
de Iruña que era complicado, que a un médico no le gusta que otro le diga qué
hacer, que los médicos son muy suyos… Dijo “suyos”, no dijo estúpidos creídos. De
vuelta a la consulta con la radiografía, siguió manteniendo la conveniencia de
prolongar una semana más el yeso. En aquel momento mandó a la enfermera que
abriese una ventanita en yeso para ver el estado de las agujas, pues ellos dejaban
siempre una ventanita al aire. Afortunadamente en aquel momento leyó el informe.
Se lo pensó mejor. Dijo que iba a seguir las indicaciones que había puesto el
trauma, bajo nuestra responsabilidad y con la condición de que nada más volver a
casa corriese al traumatólogo.
De pie con el brazo sobre un mostrador de mármol la rotunda enfermera,
auxiliar o lo que fuese, agarró la rotaflex e inició la tarea. Amparo a punto de
marearse. Le coloqué una silla para que estuviese, al menos, sentada. El yeso cedió
y fue apartado del brazo de Amparo que observó atenta su brazo. Las agujas eran
otra historia y la fortachona salió en busca, supongo que de los de mantenimiento,
pues volvió con unos alicates idénticos a los de mi caja de herramientas. Salieron
las agujas. Finalmente, sin demasiados cuidados higiénicos de las heridas y del
brazo, dieron por buena la actuación. Nos largamos muy satisfechos de que al final
habíamos conseguido lo que, según el traumatólogo, era fundamental, quitar el yeso
en esa fecha, ni antes pues sería escaso el tiempo, ni después pues sería
problemática la rehabilitación.
El hospital no estaba mal, aunque en las condiciones había diferencia con
nuestra realidad. Eso que funcionaba mediante seguros privados que no eran tan
baratos. Cumplido el objetivo, despedimos a los frailes y ellos mismos nos pusieron
un remís al aeropuerto de Ezeiza desde donde esa misma noche despegamos hacia
Salta.
El despegue sobre un Buenos Aires iluminado fue sorprendente. Un par de
horas nos costó llegar. Una vez en Salta, el taxista nos hizo una redonda exposición
sobre la ciudad y su entorno camino del hostal.
El hostel que habíamos reservado con antelación, era infame. Nuestros
compañeros ya habían hecho la reserva en La Linda, para la vuelta a Salta, puesto
que al día siguiente íbamos que recoger dos vehículos de
alquiler, ya reservados, y encaminarnos a los Valles
Calchaquíes.
2 de diciembre
Nuestra mala organización con el vil billete nos
hizo perder demasiado tiempo y era casi mediodía
cuando abandonábamos la ciudad.
Salta es otro mundo. Es otro paisaje, otra
temperatura, otro ambiente, otros cultivos, otras gentes… otra Argentina.
Tomamos dirección sur para girar al oeste hacia Cachi. Pronto nos vimos en
unos desfiladeros rojizos con rocas verdes, salpicados de cactus, “carapari”. La
Cuesta del Cura nos llevó a un alto a partir del cual se extendía el Valle de los
Cardones que atravesamos sin detenernos.
Lo hicimos en Cachi, aunque un tanto preocupados por las muchas horas de
ripio que teníamos por delante. Comimos en un cubierto bajo un sol que empujaba
hacia los anaqueles remotos de la memoria el helador viento patagónico.
Puestos en ruta nuevamente, emprendimos el camino hacia Cafayate por un
ripio que nos resultaría muy pesado. No tuvimos tiempo de detenernos. Salvo algún
momento para hacer un par de fotos, no paramos, pues no queríamos correr el
riesgo de una avería nocturna en aquellos ripios desangelados por los que nadie
transitaba.
El último atardecer en el entorno de Angastako nos regaló unas imágenes de
ocres y rojas de cuento. Suspiramos aliviados cuando el asfalto se metió bajo
nosotros anunciando la proximidad de Cafayate. Una vez allí buscamos, el Mirador
del Sol.
3 de Diciembre
Desayunamos con tranquilidad y
nos dedicamos a pasear por la población.
Visitamos una bodega que mostraba el
proceso de elaboración de los famosos
vinos de la región. Probamos el
Torrontés un blanco que está muy bien.
Sentados a comer en la plaza,
degusté la mejor “humita”, una mezcla
de choclo (maíz) con verduras cocinadas
y servidas en un paquete atado y
confeccionado con el envoltorio de la mazorca o “chala”. Me quedé con ganas de
probar el “tamale”, paquete envuelto similar pero redondo y de menor tamaño que
contiene una mezcla de “choclo” con “charqui”, carne secada, como la cecina.
Por la tarde, tras alguna corta detención para admirar las formaciones
rojizas de la Quebrada de las Conchas, retornamos a Salta y nos instalamos el “La
Linda” 120 ARS 22€ la doble con desayuno.
Mi cuñado volvía obsesionado con rememorar esa noche su música preferida
en su muy lejana juventud y acabamos cenando en “La vieja Estación”, una de las
peñas donde montan un espectáculo de música que combina grupos de baile con
música del tipo de los Chalchaleros y solistas al estilo de Cafrune. No me pareció
muy auténtico, demasiado turístico, pero es lo
que hay.
4 de Diciembre
Salimos hacia San Antonio de los
Cobres. Nuestra idea era conocer el Altiplano,
descender a Purmamarca, dormir y al siguiente
día visitar la Quebrada de Humahuaca.
5 de diciembre
El astro se negó a lucir robándonos el
disfrute del Cerro de los Siete Colores que
preside Purmamarca. Dimos una pequeña vuelta
de veinte minutos en coche que parte por una
pista del suroeste, desde un poco más abajo de la
parte de atrás de la Iglesia, y da la vuelta para
aparecer en la parte noroeste de la localidad. Un
regalo visual. Acompañados de buena luz y a pie
tiene que suponer una hora de alucine.
Con escasa luminosidad y un cielo encapotado nos encaminamos a Huamhuaca
directamente con intención de detenernos a la vuelta, según el tiempo que
tuviésemos, en Tilcara o alguna otra localidad.
6 de Diciembre
La mañana se fue en despedidas a Maite y familia que habían de volar hacia
el Imperio.
Nos mudamos a otro alojamiento. La Residencia Elena, 150 ARS 28€ la
doble, es un antiguo caserón muy céntrico de altas habitaciones y patios internos
que regentan dos hermanas mayores nacidas en Salamanca. El sitio es muy
agradable. El desayuno es más flojo pues te envían a un txiringuito de enfrente no
muy surtido.
Nos dedicamos a visitar la ciudad. Comimos
en Doña Salta un lugar de renombre y agradable.
Pedí “mondongo” y me sirvieron unos callos que,
encarados a unos que hubiese elaborado el que
escribe se hubiesen muerto de vergüenza. Las
empanadas de queso, a recomendar.
Por la tarde tomamos un teleférico, 25 ARS
5€, de cabina hasta un alto para contemplar la
ciudad extensa y cuadriculada.
Con la excusa de comprar patxuli, entramos a una tienda de santería en la
que alucinamos. Era un local amplio lleno de clientes, indios en su mayoría y de
aspecto muy sencillo. Observamos con curiosidad los artículos que solicitaban. Me
impresionó una señora de unos 40 años que solicitó algo para recuperar a su
difunto. No conseguí saber si se refería a la resurrección de la carne o a
establecer contacto con él. La dependienta le puso en el mostrador una vela gruesa
de color azul intenso con un papel fotocopiado dobladito. Le dijo que había de
mantener el velón encendido día y noche hasta su consumición encima del papel en
el que previamente debía escribir el nombre de su difunto y la fecha del óbito. La
señora pagó religiosamente, sin levantar la vista salió de la tienda y se perdió entre
la muchedumbre.
Día 8
A la mañana estábamos nuevamente en el Florida Inn, un lugar donde nos
movíamos con soltura.
Nos dedicamos nuevamente a librerías y tiendas. Nos reunimos en la calle
Lavalle con unos amigos de Iruña que iban a comer con la tía de otros amigos
comunes. Eligieron “Los Inmortales” y nos tomamos una Quilmes con ellos. Hace ilu
encontrar amigos allí.
Nosotros, reunido el grupo, volvimos con cierto regusto por las calles de la
Ciudad que íbamos a abandonar. Visitamos el “Subte”, el metro de Buenos Aires que
no resulta demasiado útil, para nosotros, al ser radial y no contar con
combinaciones entre líneas.
Cenamos con Iñaki y su amigo en “La Estancia”. Estuvimos muy a gusto con
ellos. A la salida los forofos de “Los Independientes” que acababan de ganar la
Copa América, festejaban el triunfo junto al Obelisco.
Día 9 de Diciembre
Por la mañana, liados con el cheek out, el cierre de maletas, mucho más
abultadas que a la ida, la forma de guardar los bultos hasta la noche…, justamente
alguna última compra, comer en el restaurante de la esquina de Bolivar con Lavalle,
un buen descubrimiento, y poco más.
Como era jueves dimos una última vuelta por la Plaza de Mayo para ver a las
abuelas. Preparaban un festival para el siguiente día.
Dado que eran días que podía haber rollos con los pasajes, pensamos acudir
ir al aeropuerto con tiempo, aunque acabamos saliendo con menos del que nos
hubiese convenido. El incidente se produjo. Manifestantes tenían cortada la
autopista del sur que lleva al aeropuerto. Cuando tras una hora de retraso llegamos
al punto álgido, sólo estaba expeditivo un carril.
Íbamos los siete en tres taxis, con semejantes bultos era imposible en dos.
El nuestro llegó el primero, otro llego al poco tiempo y el tercero en el que viajaban
las tres chicas, no llegaba. Había pasado un buen rato, el mostrador estaba ya vacío
y decidimos solicitar las tarjetas de embarque, avisando que venían tres más. Al
cabo de mucho rato, llegaron las tres desencajadas y una de ellas herida tras
caerse en la carrera. No tenían clara la terminal y el taxi les había conducido a
otra de la que venían atropelladas por la hora.
Al final todo se solucionó, aunque nos dieron los peores asientos. El avión
nos esperaba. Nosotros esperábamos contemplar la ciudad iluminada desde la
altura, pero la espera en el interior del avión se prolongó desmesuradamente.
Según dijo el capitán, Uruguay no daba permisos de vuelo en su espacio aéreo o
algo así. Despegamos con casi dos horas de retraso y, a causa de las turbulencias,
tardaron otra hora en repartir la cena. Entre estos cambios, dormir poco y las
diferencias en el horario, llegamos a Madrid un tanto espesos.
La espesura no nos impidió coger, ¡sí señor, coger!, el vuelo de retorno a
Iruña. En la terminal, recién estrenada, de Iruña esperaban nuestros Afectos.