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TUTELA CONSTITUCIONAL DE LA PRUEBA

Con la redefinición del proceso en el marco del Estado


Constitucional de Derecho, se pretende superar su concepción tradicional
y dogmática, de modo tal que este pueda constituirse en un mecanismo
idóneo y eficaz en la defensa de los derechos de las personas (naturales y
jurídicas(32)); por ello se sostiene que los derechos fundamentales poseen
una dimensión procesal o, dicho de otro modo, la dimensión
constitucional del proceso(33). Estos sucesos, han originado también una
nueva configuración de determinadas instituciones procesales que fueron
realzadas a la categoría de derechos fundamentales, como es el caso del
derecho a la prueba (derecho fundamental de naturaleza procesal).

Así, durante las últimas décadas, en muchos sistemas jurídicos los


medios de prueba o, más preciso, el derecho a la prueba, ha sido materia de
atención en el contexto de las garantías fundamentales de la justicia (34). En
efecto, históricamente concebir a la prueba como un derecho no es un tema
reciente; por el contrario –como afirma la doctora ARIANO DEHO– ha sido
en gran parte la obra lenta, laboriosa, tenaz –aunque a veces vacilante– de la
jurisprudencia constitucional europea, así como de aquella doctrina que
abandonando los placeres de la visión dogmática del proceso, se adentró en
la individualización de las garantías mínimas que cualquier

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proceso debe reunir para ser considerado un auténtico proceso, cual instrumento de
tutela de nuestros derechos y se empeñó laboriosamente en la configuración de un
modelo universal de garantía constitucional del proceso, entre cuyos componentes
sobresale justamente el derecho a la prueba(35).

De tal manera que, si bien es cierto el derecho a la prueba se originó en primer


orden como el inexorable resultado o consecuencia de la influencia del fenómeno de la
constitucionalización de los derechos fundamentales; y en segundo orden por el influjo
del reconocimiento de los derechos fundamentales de naturaleza procesal, no es menos
cierto que la justificación de su constitucionalización, en el Derecho nacional y
comparado, además se fundamenta por la especial importancia o relevancia que
adquiere la actividad probatoria, en la medida que cumple la finalidad de fijar los
hechos a los que el juez, en su sentencia, determinará el derecho(36).

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