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JULIETA RUCQ

Lic. Comunicación Social, Universidad Nacional de Rosario.

Seminario: “Del movimiento a las palabras. Reflexiones metodológicas en torno al estudio


del/con/desde el movimiento”.

Dra. Patricia Aschieri (UBA UNTREF)

Marzo 2016

Territorios Corporales Latinoamericanos - Centro de Estudios Interdisciplinarios


Cuerpo. Corporalidad. Percepción.
Movimiento. Bailar. Expresar. Conocer.
Sentir.

La presencia corporal, las sensaciones, el conocer a través del movimiento han sido
interrogantes que me planteo desde mi propia experiencia. Convencida de que somos cuerpo y
de que nuestras vivencias pasan por nuestras percepciones considero que toda interacción con
otro -objeto, persona, ambiente- implica un despertar particular. Irrumpe en el cuerpo
haciéndolo permeable a nuevas sensaciones.
Creo que nuestra experiencia viviente e interactuante nos abre la posibilidad de conocimiento y
expresión que trascienden el discurso y la palabra hablada.

Sentir.
Comunicar.

Este trabajo que surge como reflexión luego de participar en el Seminario dictado por Patricia
Aschieri “Del Movimiento a las Palabras”. Me propuse repensar lo vivido en esos encuentros
para comenzar a definir algunos interrogantes con los cuales trabajar, abro el abanico de
preguntas y cuestionamientos, lejos de encontrar respuestas amplio mis horizontes.
Intento encontrar un hilo conductor que guíe mis reflexiones. Andando, circulando, pensando,
siguiendo y parando. Sintiendo.

Mi planteo se centra en pensar de qué manera los cuerpos interactúan sin la intervención de la
palabra hablada, sin el discurso, sin el decir.
El espacio que tienen los sentidos en una investigación, cómo, cuándo y dónde aparece la
posibilidad de ver, tocar, oler, gustar… La forma de registrarlo y la manera de transmitirlo.
¿Cómo explicar una sensación? ¿Invitando a sentirla?
Mi propia experiencia como performer de danza árabe.
¿Cómo ser capaz de danzar otra cultura? Interpretar las concepciones orientales de mujer,
cuerpo, movimiento. La configuración de los sentidos.

Sentir.
Expresar.
SER

“Estamos cogidos en el mundo y no conseguimos desligarnos del mismo para pensar la


consciencia del mundo” (Merleau- Ponty, 1985: 27)

Las sensaciones, percepciones e interacciones han sido desplazadas en el estudio de la


Comunicación en tanto disciplina. Como Licenciada en Comunicación Social por la
Universidad Nacional de Rosario, me propongo reivindicar el lugar del cuerpo y sus
posibilidades. Poniendo la lupa en cuestiones que determinan y generan comunicación,
interacción, diálogo, intercambio. Encuentro.
Lo primero es el cuerpo, nuestra manera de existir, de ser. No conocemos a nadie ni cosa
alguna antes de que el cuerpo tome su forma, su apariencia, su movimiento, su habitus, antes
de que entre en danza con su aspecto. Así, el esquema corporal se adquiere y se expone, se
almacena en una memoria viva y olvidadiza, se mejora y se refina. No hay nada en el
conocimiento que no haya estado primero en todo el cuerpo, cuyas metamorfosis gestuales,
posturas móviles, cuya misma evolución imita todo cuanto lo rodea (Serres, 2011). El cuerpo es
con lo que nos relacionamos y exponemos al mundo, a través de los sentidos experimentamos
nuevas situaciones y sensaciones que nos permiten conocer nuestro entorno y conocernos a
nosotros mismos.

El filósofo Maurice Merleau-Ponty define la sensación como la manera en que algo me afecta y
la vivencia de un estado de mí mismo y asegura que “La sensación pura será la vivencia de un
‘choque’ indiferenciado, instantáneo, puntual” (1945: 25).

“La práctica de danza y/o de técnicas corporales nos sumerge de manera ineludible en una
dimensión corporal que comprende el aprendizaje de nuevas dinámicas físicas y nuevas
relaciones con nuestro cuerpo y el cuerpo de los otros” (Aschieri, 2013:1).

Es revelador para sentir nuestro cuerpo experimentar prácticas en las que sea protagonista,
ponerlo en movimiento para reconocer sus atributos y sus límites permite tenerlo presente en
cuanto queramos.
Permitirnos sentir, expresar e interactuar con el cuerpo da la posibilidad de ser corporalmente
conscientes de ciertas experiencias, siendo permeables a ese “choque” del que habla Merleau-
Ponty para referirse a las sensaciones.

ANDANDO

Como punto de partida a mis futuras investigaciones considero que es interesante rescatar y
pensar en la noción de Trayectoria Corporal propuesta por Patricia Aschieri. Partir de este
concepto como inicio para poder abordar futuras investigaciones o reflexionar sobre aquellas
ya realizadas, permitirá repasar mis intervenciones a partir de mi propia experiencia.

En el artículo “Hacia una etnografía encarnada: La corporalidad del etnógrafo/a como dato en
la investigación”, Aschieri presenta un marco metodológico que denominó Etnografía
Encarnada y que involucra la observación-participación de y desde los cuerpos. “El planteo
central sostiene que el antropólogo debe explicitar el carácter situado de su proceso de
conocimiento a partir de incluir en el transcurso de la investigación como parte de sus análisis,
ciertos elementos relativos a su identidad y su modo de estar-en-el-campo” (2013: 2).

Siguiendo con esta idea, la autora plantea que la dimensión corporal del investigador abarca
un complejo entrecruzamiento de valores y sentidos sociales, culturales y políticos. Esta
particular confluencia depende de los diferentes ámbitos en que cada uno ha sido socializado
de acuerdo a los devenires de su historia particular (Aschieri, 2013). De acuerdo a las
experiencias propias de prácticas corporales, sentimientos y percepciones experimentadas a lo
largo de la vida y que configuran formas de estar en el campo y de relacionarnos con lo que
allí se encuentra.

Aschieri (2013) propone analizar dos niveles simultáneos de reflexión sistemática:


1. Nivel macro, que involucra la objetivación de la corporalidad del investigador desde
una perspectiva genealógica.
2. Nivel micro, que considera el examen de las formas de estar en el campo y que inciden
nuestros registros como investigadores.
En relación al primer nivel que propone la autora considero que es de importancia tenerlo claro
al momento de realizar reflexiones. Creo que preocuparse críticamente acerca de los usos y
representaciones del cuerpo de la cultura en que fui socializada permite pensar y pensarme en
relación con mi mundo y entorno. Tener en cuenta mis prácticas y espacios cede a entender las
diferencias con otros espacios y prácticas así como también comprender desde dónde y hacia
dónde reflexiono, y por qué.

Ante la propuesta de profundizar la observación a partir de la realización de un examen de la


propia Trayectoria Corporal, me centraré en esta categoría analítica y pensaré mis ideas a
partir de hacer una mirada retrospectiva en torno a dicho concepto.
Este análisis podría aclarar algunas consideraciones e ideas con las que pienso mis propuestas
de investigación.

(ABRO PARÉNTESIS…

Patricia Aschieri define Trayectoria Corporal como: “los espacios


experienciales de apropiación del conjunto de prácticas
vinculadas al uso y representación del cuerpo y el movimiento
vivenciadas a lo largo de la historia vital de la persona. La
trayectoria corporal como categoría analítica, no refiere
meramente el conocimiento de la sucesión de técnicas corporales
por las que atravesó una persona, sino que abarca
fundamentalmente, el análisis de la relación entre los “habitus”
cotidianos y las experiencias de apropiación de un conjunto de
prácticas vinculadas al uso y representación del cuerpo y el
movimiento específicos” (2013: 4). Este concepto permite develar
las operaciones de sentido que realizan los sujetos determinados y
condicionados por estas prácticas.

Considerando los recorridos corporales a lo largo de mi vida y


repensando algunas prácticas y experiencias desde mi niñez
pienso que un quiebre, una ruptura y una apertura fue el
descubrimiento de la danza árabe.
Luego de realizar algunos deportes y pasar por la danza clásica,
con su malla, sus zapatillas, sus medias cancán y su tirante rodete,
incursioné la danza oriental.

Descalza.
Libre.
Real.

Mi familia materna es descendiente de Líbano. En mi hogar,


primero mi bisabuela, luego mi abuela y mi madre han sido las
trasmisoras de la cultura propia de dicho país. La particularidad es
que han logrado hacerme viajar, aún sin conocerlo, al país de sus
ancestros, con los sabores de sus comidas, las lecturas, los olores,
la estética y la música han despertado mi curiosidad por esa
cultura. Así me enamoré de la danza árabe.
Mi maestra ha influenciado en mi recorrido corporal por esta
danza. Ella también es descendiente de libaneses y su abuela fue
quien le enseñó a bailar.
Cercana a esta cultura donde la concepción de cuerpo es
diferente a la que se tiene en occidente he pensado y repensado
mis expresiones corporales, mis movimientos, mis prácticas y mis
condicionantes.

La danza árabe se caracteriza por su carácter liberador. Quienes


practicamos dicha danza solemos sentirnos libres y con un nuevo
poder: el movimiento fluye y puede improvisarse. Una de las
características que demuestran esta libertad al momento de
expresarse es el bailar descalzas, en contacto directo con la tierra.
A partir de mis experiencias en las muestras y clases de danza, así
como también desde mi lugar de espectadora, me convencí de
que el cuerpo en movimiento comunica.
Bailando.
Jugando.
Expresando.
Sintiendo.

Deborah Korek es profesora y bailarina de danza árabe y ha


desarrollado un método de enseñanza para la danza oriental,
potenciando beneficios físicos y espirituales. En su libro “Danza
del Vientre” asegura que hoy en día el principal motivo por el que
las mujeres buscan aprender y practicar danza oriental en
Occidente es porque las hace sentir bien. La danza árabe expresa
como ninguna otra danza la esencia de la mujer. “Y antes de
pertenecer a un área geográfica o cultura determinada, es
universalmente femenina. Bailarla es conectar con los primordiales
arquetipos femeninos” (2009: 56).

Lo único fundamental para practicarla es aprovechar las


condiciones físicas propias, aceptarlas y usarlas favorablemente,
eso permite bailar con sentimiento y disfrutar los beneficios de esta
danza que crea cuerpos terrenales y fuertes.

Click para reproducir canción: https://youtu.be/6aRZprgP7es

“Cuando nos dejamos llevar por la música, es fácil entrar en un


estado de hermandad con el universo y sentir que se trasciende el
tiempo y el espacio, como si nuestro cuerpo fuera una extensión
de los mismísimos ritmos y melodías. Es en efecto una experiencia
transformadora que puede afectar todos los ámbitos de la vida”
(Korek, 2009: 56).
La bailarina resalta que además de ser un ejercicio inmejorable,
armoniza el cuerpo y la mente, y en este sentido da lugar a la
expresión de las emociones y a la liberación de tensiones, tanto
físicas como mentales. También abre la puerta a una mayor
claridad y paz interior, que nos permiten manejar mejor los
problemas cotidianos y ver el mundo con más alegría y
optimismo.

Mi experiencia como performer está atravesada por la


reivindicación de los sentidos en la danza oriental y en su cultura.
En la misma, hay una “explosión de sentidos” a mi entender ya
que sumado al sentido de la vista, tan relevante en nuestra cultura
occidental, el sentido del tacto, del olfato y el auditivo se
encuentran igual de despiertos y activos.

La mirada es un sentido hegemónico para cualquier


desplazamiento, ya que la cuidad es una disposición de lo visual y
una proliferación de lo visible. Así, la vista resulta ser el sentido
más constantemente solicitado en nuestra relación con el mundo,
abraza una multiplicidad de elementos. La mirada, dice David Le
Breton, es suspensión sobre un acontecimiento, incluye la
duración y la voluntad de comprender. “Explora los detalles, se
opone a lo visual por su atención más sostenida, más apoyada,
por su breve penetración” (2009: 54). Mirar permite conocer y
descubrir el mundo, el entorno, el detalle...
La vista requiere de otros sentidos, sobre todo el tacto, para
ejercer su plenitud. La vista es siempre una palpación mediante la
mirada una evaluación de lo posible, apela al movimiento y en
particular al tacto. Prosigue su exploración táctil llevada por la
mano, por los dedos, por la totalidad del cuerpo; allí donde la
mirada se limita a la superficie de las cosas, la mano contornea
los objetos, va a su encuentro, los dispone favorablemente (Le
Breton, 2009).

Mis conocimientos acerca de la danza oriental han trascendido las


propuestas visuales que me han acercado mis maestros y
familiares. Gracias a la tradición familiar he sido sumergida a una
cultura particular e interesante. Sin notarlo mis experiencias
gustativas, olfativas, auditivas, corporales hicieron que sienta el
Líbano.

Conocer.
Sentidos.
Permeable.

Aschieri propone identificar las propias intersecciones identitarias


del investigador con el contexto social e histórico y pensar en una
especificidad y convergencia en el ámbito de lo corporal
considerando sus posibles implicancias para la temática que el
investigador aborda. “En suma, el objetivo de realizar este análisis
genealógico de los procesos identitarios de la dimensión corporal
del investigador, es poner de manifiesto, dar relieve y densidad, a
la interconexión entre la experiencia corporal propia y la
investigación que se realiza” (2013: 4).

Condicionada por los prejuicios sociales sobre la danza árabe no


realicé ninguna investigación académica relacionada a dicha
cultura y sus expresiones artísticas. Creo que sincerándome
conmigo misma, las concepciones occidentales de tal danza
difieren de mi experiencia como performer y aún no he
encontrado la forma de transmitir lo que yo siento al bailarla.
Tal vez porque las palabras sobren. O no alcancen.

La bailarina e investigadora Patricia Passo ha publicado un libro


titulado “Fusión. El universo que danza” (2011) en el que realiza
una mirada antropológica de la danza en oriente y occidente,
buscando puntos de contacto entre la forma en que se practica la
danza oriental en occidente y recordando sus orígenes.

La autora plantea que los rasgos destacables de la danza oriental


que se mantienen en occidente son: la polarización del cuerpo en
miembros inferiores y superiores, la relevancia de las formas
ondulantes y serpenteadas, el gran valor estético y comunicativo
de la expresividad a través del gesto, el énfasis del carácter
improvisado de la danza, la incorporación de elementos típicos
orientales en el baile y la conservación del vínculo con lo sagrado
paralela al desarrollo artístico.

“El cuerpo sigue dividido en dos conservando el principio de las


danzas primitivas en culto a lo femenino, por lo que de la cadera
para abajo los movimientos se dirigen a la tierra y la parte
superior del tronco sirve para fines comunicativos y de
expresividad. Los movimientos se llevan a cabo además
manejando la energía del cuerpo de forma dual: la parte de
abajo marca el acento rítmico. La de arriba puede ser coqueta y
transmitir matices expresivos, o etérea y evocar suavidad y
ligereza” (Passo, 2011: 60).

Considero que las afectaciones propias que me ha generado


practicar danza árabe determinan y condicionan mi postura hacia
otros estudios relacionados con el cuerpo.
La intención de despertar mis percepciones sensoriales en cada
encuentro es una herencia concreta de mi experiencia con la
cultura oriental y algunas de sus características.
Perceptiva, atenta a todos los sentidos. Intentando registrar
aromas, gustos y sonidos de cada intervención.

…CIERRO PARÉNTESIS)

SEGUIMOS

La propuesta de Aschieri (2013) es considerar también un Nivel micro que reflexiona sobre el
examen de las formas de estar en el campo. Aquí pensar en un modo de corporización que en
el transcurso de la experiencia de trabajo de campo debe dirigir intermitentemente su atención
hacia diferentes dimensiones, entre las que debe ser incluida la experiencia corporal, para
situarla de modo analítico por un momento en el primer plano de la conciencia.

En este aspecto, considero que es interesante pensar la forma de registro corporal, muchas
sensaciones y experiencias corporales no pueden ser transcriptas verbalmente. Aquí se abre, a
mi entender, la posibilidad de trascender, ir más allá del discurso y llegar a un espacio y forma
de expresión diferente. Poder recoger del campo sabores, aromas, elementos, texturas y
sensaciones corporales para retrasmitirlas de esa manera.

Tocando.
Oliendo.
Gustando.
Escuchando.

De esta forma se podría intentar acercar a quien no conoce nuestro campo de estudio hacia
algunas sensaciones que son nodales para aquellos que investigamos sobre y con el cuerpo.
Pero también, quienes participan de espacios de interacción a través de entrevistas y
observaciones participantes, deberían considerar trasladar alguna percepción a sus
investigaciones.
El desafío está en cómo comunicar una sensación corporal sin las palabras.
Coincido con Patricia Aschieri en que el conocimiento encarnado no siempre es
inmediatamente “traducible” al lenguaje escrito o hablado, por eso el reto de explorar más
sistemáticamente la implementación de nuevos dispositivos que interpelen a las actuales
políticas académicas en lo que refiere a formas de transmitir y producir saberes. “Me refiero a
implementar dispositivos complementarios de los actuales en los que prevalezca un poco más
la experiencia y menos la reflexión lógico-racional” (Aschieri, 2013: 13).

La autora propone el examen de las formas en que las informaciones de tipo auditivas,
visuales, gustativas, táctiles y olfativas aparecen, o no, en nuestras notas y registros del campo.
En relación a esto creo que sería interesante que dichos registros se trasmitan a través del
mismo sentido por el que fueron recabados al finalizar una investigación o al presentar los
avances. Debido a las limitaciones del lenguaje escrito y oral sería enriquecedor incluir la
materialidad del campo a través de sus percepciones para acercarlo a aquellos que no lo han
sentido.

Para profundizar sobre esta idea, es interesante rescatar el concepto de etno-performance de


Aschieri y Puglisi como propuesta metodológica ya que plantea una crítica al énfasis otorgado
por el academicismo en la manera de hacer ciencia, en la forma de estar en el campo y en la
forma de transferencia de conocimiento por medios escritos o verbales. “La etno-performance
propondría recuperar ese componente experiencial-corporal de la vivencia etnográfica que
habitualmente queda invisibilizada o dejada de lado, así nuestra tarea como etnógrafos
consistiría no solo en escribir un paper sino también en proponer y facilitar investigaciones
participativas y nuevos modos de comunicarlas” (2011: 23).
La propuesta de la etno-performance apunta a profundizar la inclusión de un modo corporal y
performático de relacionarse con el ámbito académico, que permita compartir más
acabadamente nuestras experiencias sensoriales.

A partir de mis convicciones sobre la comunicación como interacción de múltiples sentidos,


encuentro en estas definiciones y propuestas el marco teórico de mis pensamientos.
Al finalizar mi Licenciatura en Comunicación Social presenté una tesina llamada “La expresión
corporal en la altura. El sostén: la tela”. Al momento de la defensa oral propuse trasladar lo
que había vivido y sentido a lo largo de mi investigación. Considerando que el jurado ya había
leído mi escrito y que en mis conclusiones hacía hincapié en que hay un modo de
comunicación del cuerpo en el que no se hace necesario el discurso, y aún más, que hay una
comunicación entre los cuerpos a través de las sensaciones y percepciones, realicé una
instalación.

En el aula 115 de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR


presenté mi instalación que consistía en bucear por el mundo de esta disciplina circense. Con
telas colgando para sentir la textura, la caída, la fuerza del material; con música similar a la
que se presenta en las clases y con fotografías, también colgando para poder visualizar las
figuras que los acróbatas realizan.
Esta experiencia fue muy enriquecedora y significa un punto de partida para mis futuras
presentaciones ya que me apropio de la propuesta de la etno-permormance.

Instalación y fotos utilizadas.

El “habitus” etnográfico ha privilegiado los sentidos de la vista y el oído como medios de


registro de la información de campo. Es cierto que los modos en que cada persona combina su
uso es particular y singular (Aschieri, 2013). Mi propuesta versa en no anular dichos registros
sino en proponerse como investigadores curiosear el campo o el objeto de estudio desde otros
sentidos. Permitirse tocar, oler, gustar. Abrir posibilidades.

En este parámetro Aschieri (2013), citando a Feldenkrais incluye el “sentido cenestésico”, que
comprende “el dolor, la orientación en el espacio, el paso del tiempo y el ritmo” en esta
dirección entiende que atender al sentido cenestésico supondría que el investigador preste
atención a sus sensaciones internas de espacio, tiempo y movimiento.
“Mi propuesta entiende el espacio como espacio habitado desde una perspectiva que supone
su extensión más allá del espacio geométrico. Sostengo que cada uno de nosotros es el
espacio que habita en cada momento, que éste sería una de las dimensiones fundamentales de
nuestra experiencia del cuerpo y de la identidad. Propongo una interpelación de la experiencia
personal del espacio y cómo ésta se presenta en las interacciones de trabajo de campo,
considerándolo desde un doble aspecto. Por un lado, la forma en la que cada investigador
configura la experiencia de su cuerpo en movimiento y los otros cuerpos. Por otro, focalizando
en la percepción de los límites de las experiencias” (Aschieri, 2013: 8).
Resulta interesante poder pensarse en un espacio definido de este modo ya que a partir del
mismo se tiene registro del entorno. Cada sensación es particular, propia de cada uno.
Mis percepciones de una vivencia seguramente son diferentes a la de otro en esa misma
experiencia por eso la necesidad de pensar esta cuestión de espacio habitado incluyendo
aquellas particularidades del mismo.

Sentir. Solo.
Solo. Sentir.

Entiendo que un aporte de esta propuesta es que a partir de considerar el análisis de la propia
imagen, el uso de los sentidos, el estilo del movimiento o el uso del espacio, el investigador
podría ir “descentrándose” de sus formas habituales y probar intencionalmente otras posibles,
para entonces registrar los efectos o reacciones, de sí mismo y de las personas de su campo
con las que se relaciona (Aschieri, 2013).

PUNTOS SUSPENSIVOS

En su artículo “Fundamentos de una antropología de los sentidos” Classen postula que la


percepción está condicionada por la cultura, la percepción no es sólo un acto físico sino
cultural. “Esto significa que la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato no sólo son medios de
captar los fenómenos físicos, sino además vías de transmisión de valores culturales” (1).

En relación a este tema Howes (2014) plantea que le damos sentido al mundo a través de
todos nuestros sentidos y asegura que existen algunos lugares y asuntos a los cuales los
sentidos como medios de comunicación logran acceder mientras que las palabras no pueden
hacerlo.
En relación a esta idea agrego que estoy convencida de que el medio más concreto, amplio y
diverso para comunicarse es el cuerpo, en todos sus aspectos y situaciones. Con un gesto,
presencia o movimiento. El cuerpo, aquí y ahora.

La comunicación va más allá del discurso verbal, podemos escribir con nuestro cuerpo,
podemos expresar, decir, contar.
Las manifestaciones corporales artísticas -o no- rompen de alguna manera nuestras estructuras
o usos cotidianos del cuerpo y generan sensaciones, imposibles de traducir en palabras, son
perceptibles solo para el que las siente.
Creo que los cuerpos pueden comunicarse dentro de un mismo lenguaje, el de los sentidos.

La participación en el seminario dictado por Patricia Aschieri “Del Movimiento a las Palabras”
me reencontró con las lecturas relacionadas al cuerpo y sus posibilidades de investigación, me
permitió pensar mi Trayectoria Corporal y a partir de la misma entender algunas de mis ideas.
Pero sobre todo me dejó la libertad, la amplitud, la contradicción y la curiosidad de seguir
pensando la Comunicación de y desde los cuerpos.
Considero que con lo experimentado en esos encuentros puedo comenzar a pensar en alguna
investigación en la que la danza oriental sea mi objeto de estudio. Poder librarme de los
prejuicios occidentales y pensar en dicha cultura con sus posibilidades y particularidades.
Abordarla desde todos los sentidos, para así poder trasmitirla de esa forma.

Libertad.

Iba a un paso rítmico y felino

a avances dulces, ágiles o rudos.

con algo de animal y divino…

La bailarina de los pies desnudos.

Rubén Darío (1949: 166)


BIBLIOGRAFÍA

Aschieri, Patricia (2013) Hacia una etnografía encarnada: La corporalidad del etnógrafo/a
como dato de la investigación. Reunión de Antropología del Mercosur – Situar, actuar e
imaginar antropologías desde el Cono Sur. G11. Córdoba, Argentina.

Aschieri, Patricia y Puglisi, Rodolfo (2011) Cuerpo y producción de conocimiento en el trabajo


de campo. Una aproximación desde la fenomenología, las ciencias cognitivas y las prácticas
corporales orientales. En Citro, Silvia (comp.) Cuerpos Plurales. Ensayos antropológicos de y
desde los cuerpos, Buenos Aires: Editorial Biblios.

Classen, Constance Fundamentos de una antropología de los sentidos. Revista Internacional de


Ciencias Sociales, UNESCO. Disponible en

Howes, David (2014) El creciente campo de los estudios sensoriales. Revista Latinoamericana
de estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad N° 15. Argentina.

Korek, Devorah (2009) El arte de la danza oriental. Danza del vientre. Barcelona: Editoria
Océano.

Le Breton, David (2009) El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos, Buenos Aires:
Nueva visión.

Merleau-Ponty, Maurice (1945 – 1984) La sensación. En Fenomenología de la percepción.


Barcelona: Planeta Agostini.

Passo, Patricia (2011) Fusión. El universo que danza. Visión antropológiva de la Danza en
Oriente y Occidente. Madrid: MFS Artes gráficas.

Serres, Michel (2011) Variaciones sobre el cuerpo, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

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