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EL PENSAMIENTO POLÍTICO DE JOHN LOCKE

John Locke nació en Wrington, Gran Bretaña, en 1632, en el seno de una familia
acomodada y de pensamiento avanzado. Su padre, de profesión notario, participó
en la guerra civil como miembro del ejército parlamentario de Cromwell. Murió en
1704.

Locke asumió los presupuestos de la nueva ciencia y se considera promotor de la


nueva ciencia empírica y experimental. Locke se formó como médico y fue
secretario personal de Lord Ashley, uno de los fundadores de la facción de los
Whigs, la facción que defendía la preeminencia parlamentaria sobre la Corona y el
Bill of Rights.

La familia de Locke sufrió el exilio por la oposición al gobierno de Jacobo II, y


marcharon a Holanda, hasta la llegada al trono inglés de Guillermo de Orange con
la Revolución Gloriosa de 1688 y el establecimiento del Bill of Rights.

Sus dos obras fundamentales, entre otras tantas, son:

- Las tres cartas sobre la tolerancia de 1689

- Dos tratados sobre el gobierno civil de 1690

En Dos tratados sobre el gobierno civil establece que el gobierno debe existir por
el consentimiento, con la distinción de poderes con primacía legislativa y el
derecho a la resistencia contra un gobierno que no goza de confianza y ha roto el
contrato social.

Este libro se convirtió en una obra fundamental para el liberalismo, revolucionaria


en su tiempo, escrita tras la Revolución Gloriosa y un siglo antes de la Revolución
Francesa.

Locke fue un liberal práctico, no sólo escribió y ejerció de médico, sino que fue
consejero del Departamento de Comercio a partir de 1696 y amasó una gran
fortuna con el comercio de seda y esclavos.

Locke se opone en sus obras al estado de naturaleza que presenta Hobbes. Los
hombres vivían en libertad e igualdad, con ayuda mutua, paz y seguridad. La ley
natural obliga a los hombres a prestarse auxilio en salud, libertad, posesiones y en
no dañar a sus congéneres.

Distingue tres derechos: vida, libertad y propiedad. El problema se da en otro


derecho, en el de juzgar y castigar al que atente contra sus derechos, son
entonces los hombres jueces y parte, con el riesgo de no ser justos y actuar en
provecho propio. Así, el estado idílico observa tres fallos: falta una ley, un juez
imparcial y un poder coactivo que ejecute las sentencias.
Entonces, los hombres deben renunciar al último derecho, para pasar al estado de
sociedad para garantizar el resto de derechos. La explicación por tanto del Estado
es garantizar estos derechos, pero mucho más el derecho a la propiedad.

Los hombres, dice Locke, tienen derecho a algo completamente suyo, al trabajar
extender la personalidad a los objetos producidos, a que sean parte de ellos: la
propiedad se asienta en el trabajo.

Cuando en el estado de naturaleza se introdujo el oro y la plata se produjo un


desequilibrio de propiedades: unos tuvieron más que otros. Cuando aparece el
dinero aparece la diferencia a la propiedad. La gente empieza a producir bienes
para el mercado, se inician los conflictos y por ello crean el Estado para evitarlo.

El estado de sociedad se debe hacer por consentimiento, para proteger los


derechos naturales. Locke replica al Leviatán de Hobbes, sólo se cede un
derecho, el de juzgar, no todos, como sostiene Hobbes.

Locke articula esto a un contrato, libre, voluntario y por común acuerdo, cediendo
el derecho de juzgar a un cuerpo político que se debe encargar de proteger los
derechos individuales y garantizar la seguridad.

Ese cuerpo político actuará y decidirá en nombre de todos. Todos consientes al


poder político el poder de castigar, de forma tácita o explícita, y se le da la función
de ejercer la soberanía, funcionando por la ley de la mayoría y obligado a respetar
los derechos individuales y a no caer en el poder opresor.

Habla de dos contratos, Locke quiere que el consentimiento esté siempre


permanente. Uno es el contrato social, y otro el político. El primero es ceder el
derecho de juzgar a favor del todo, el segundo es el resultado de la delegación en
unos pocos del poder de todos. No se puede volver jamás al estado de naturaleza,
el primer contrato es insustituible por tanto.

El segundo es siempre revocable, mantiene el primer pacto. Cuando el pacto no


se mantiene se puede romper en la medida que está basado en la confianza. Las
pautas que establece el contrato social permanecen así invariables en el pacto
político.

Todas las instituciones del cuerpo político tienen que tener la obligación de
garantizar las libertades. Para evitar el abuso de poder, se hacen tres distinciones,
tres poderes divididos: federativo, ejecutivo y legislativo.

El poder federativo se encarga de declarar la guerra, paz y actuar conforme al


derecho de gentes, esto es, las relaciones internacionales.
El poder ejecutivo tiene entre sus atributos el poder de juzgar, ejecutar las leyes y
el poder de prerrogativa, que Locke otorga a la Corona. Este poder está siempre
subordinado al poder legislativo.

El poder legislativo es el más importante en el pensamiento de Locke. El


legislativo es el remedio a todos los males, el alma del Estado para garantizar la
felicidad del ciudadano, a la libre interpretación de la libertad para darse leyes fijas
que garanticen y hagan posible la seguridad, libertad y felicidad de los hombres.

Estos tres poderes no pueden extralimitarse de sus funciones, deben actuar por
procedimientos establecidos de antemano, para garantizar el imperio de la ley y el
principio de legalidad y seguridad jurídica. Es decir, no deben ir más allá del
interés público. ¿Quién controla al legislativo?, se pregunta Locke. El pueblo, el
que posee la soberanía.

Si no fuera así y estos tres poderes incumplieran sus funciones y se negaran a


marcharse, Locke establece el derecho de resistencia. El poder pierde toda
autoridad, porque no se sustenta en el pueblo, y se torna en gobierno despótico.
Esto no es un llamamiento a la revolución, ni se debe hacer cuando se cumple el
pacto, sólo funciona cuando el contrato se rompe. Una minoría que actúa contra la
mayoría es desobediencia, contra la que se puede usar la fuerza. La resistencia es
para volver a la legalidad, restaurar el orden, no un orden nuevo. Locke ve en la
restauración de la Gloriosa y el Bill of Rights la restauración de la constitución de
los Tudor, violada por la dinastía de los Estuardo.

Locke influyó notablemente en el primer ciclo revolucionario, en las revoluciones


atlánticas de Estados Unidos, Francia y España, en sus textos, como la
Declaración de Independencia americana de 1776, la Declaración de derechos de
Virginia de 1776, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789 en Francia, en las constituciones moderadas francesas de la Revolución y en
la Constitución de Cádiz de 1812

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