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Capitulo 1 Los jévenes y el cuerpo Ana Lia Kornblit Desde hace varias décadas el tema del cuerpo ha sido abjeto de estudios pro- Venientes tanto desde la antropologia como desde la sociologia y la psicolo- gia. Todos ellos confluyen en la idea de que las concepeiones acerca del caer Po remiten a las concepciones que una sociedad mantiene respecto de las per- sonas. Es decir, se rubrica la indisolubilidad de la relacién cuerpo-persona y 1s imposibilidad de analizar el cuerpo como una instancia separada de la psi- quis y del mundo social. __ Esto se traduce entre otros aspectos en la consideracién de los “usos so- ciales del cuerpo”, para utilizar la expresién que Luc Boltanski (1975) em- pleara en un conocido trabajo, pionero en el tema, en el cual el autor ponia de relieve las diferencias en lo que hoy llamariamos la “gestién” del cuerpo segin la insercién social de las personas. En los estratos socioeconémicos mas bajos, por ejemplo, el cuerpo es percibido fundamentalmente como una herramienta para el trabajo; por lo tanto, cuanto menos se lo escuche en cuanto a sus quejas o necesidades, mejor, en la medida en que este ignorar el ‘cuerpo conduce a no tener que reducir la actividad laboral. La buena salud \ equivale en estos sectores sociales a poder olvidarse del cuerpo, que es ma- - nejado como una herramienta, en relacién instrumental con el trabajo. En los estratos medios y altos, en cambio, se habilita cada vez mas un espacio para estar atento a los mensajes que el cuerpo puede enviar tanto en rela- cién con sus malestares como en cuanto a sus capacidades de goce y disfru- te. Veremos mas adelante cémo es este aspecto del “uso social del cuerpo” el que ha ganado vigencia en la cultura juvenil. : Desde la psicologia, la reflexin sobre el cuerpo solapa la reflexién sobre la identidad, definida a la vez como mismidad y como puente en la relacién con los otros. Se abren aqui una serie de cuestiones vinculadas con ja identi- dad de género, en la que la socializacién diferencial de varones y mujeres pro- duce notables variaciones en el nivel de los significados adjudicados al cuer- po. Estas diferencias deben tener en cuenta las homogeneidades genéricas que subsisten a pesar de las diferencias sociales y las que se opacan cuando éstas entran a tallar. (15) Ana Lia Komblit 16 ita las dife- : i ociales del cuerpo resalta las Asi como la concepcién sobre los usos s' Eeeitce rencias en las significaciones que se le otorgan segtin la insercién : decir, en las asignaciones colectivas de significados a las vivencias exper: les, la vinculacién entre el cuerpo y las nociones de identidad y de identi la genérica enfatiza los aspectos de la construccién personal de los significados asociados a él, si bien estos aspectos son siempre mediatizados por las signi- fieaciones colectivas. - Pueden diferenciarse asi la cuestién del cuerpo como marcador de las di- ferencias sociales y la del cuerpo en tanto dispositivo capaz de borrar o por lo menos atenuar las diferencias sociales. En el primer caso, lo corporal es pensado como lo que permite la interiorizacién precoz de disposiciones y va- lores ligados a la condicién de clase y la posterior exteriorizacién de estos ras- gos adquiridas. El habitus, dice Pierre Bourdieu (1988), se inscribe también en el cuerpo y se revela no sélo en la talla sino también en la postura corpo- ral, en Ja forma de caminar, en el tono de voz. En el segundo, se postula que algunos atributos corporales participan de valoraciones comunes y colocan a las personas que los poseen en situaciones equiparables, por lo menos en parte, a pesar de las diferencias socioeconémi- sas que puedan existir entre ellas. Por ejemplo, en la cultura occidental ac- tual, un cuerpo joven y esbelto es un atributo capaz de nivelar parcialmente otras diferencias. La primera de las cuestiones es la que ha suscitado en mayor medida el interés de los sociélogos. Bourdieu (1988), por ejemplo, plantea que el cuer- po ejerce al menos tres funciones: de memoria, de aprendizaje de habitos de clase y de mareador de posicién social. En relacién con la memoria, los hechos de la biografia individual van siendo asimilados y retenidos a nivel corporal de forma que configuran lo que el autor denomina habitus (definidos como disposiciones mas 0 menos permanentes a actuar). Estas disposiciones, a la vez interiorizadas e incor- poradas a partir de las practicas y condiciones ellas mismas de practicas, se forman a partir de las preferencias de los grupos sociales que enmarcan al sujeto, configurando sus gustos alimentarios, deportivos, estéticos, ete. La | expresién de las disposiciones adoptadas a nivel de lo corporal es lo que con- figura al cuerpo como marcador de la posicién social del sujeto. Posturas mas recientes, como la de Thomas Csordas (1994), pretenden ir mas alla de la idea de que lo social se inscribe en el cuerpo, para plantear lo corporal como un campo de la cultura, es decir, como un lugar de interseccién de lo individual o psicolégico y lo social, que supone una dimensién de inte- raccién social. Estas miradas buscan superar la dualidad sujeto-objeto, o emocional-racional. El concepto de “cuerpo significativo” de Nancy Schefer- Hughes y Margaret Lock (1987), por ejemplo, supone la conjuncién de proce- sos racionales y emocionales en la instancia de lo corporal El énfasis de estas conceptualizaciones sobre el cuerpo desde las ciencias sociales se corresponde con el aliento dado a los aspectos corporales en la cul- lll 3 @e¢ 7 ¢449 ¢4¢4¢¢ 7 ¢@@¢@2@@¢@@¢¢@e@eeeeeeankannus Los jévenes y el cuerpo tura occidental actual, tanto en lo que se refiere al trabajo sobre el cuerpo co- mo un factor de individuacién como a los patrones consumistas que lo tienen como referente. El cuerpo es presentado como un lugar de descubrimiento de si (Duret y Poussel, 2003), es decir, como un hito en la gestién de la identidad, y la bus- queda de cambios en ella a menudo se plasma a través del cambio corporal guiado por la construccién de la propia apariencia en términos de la cons- truccién que las personas hacen de si mismas. Un cuerpo trabajado implica Ja marca del sujeto que ha elegido modificar de tal 0 cual manera su aparien- cia, siempre por supuesto en funcidn de las formas ideales para su época, pe- ro implica ademas el ejercicio del derecho del individuo de disponer a su ar- bitrio de su cuerpo. Existen, sin embargo, situaciones limite en las que la ley juridiea pone coto a las modificaciones posibles que el deseo individual pre- tende alcanzar, como el caso del joven argentino que aspira a transformar quirdrgicamente su sexo y no consigue la autorizaci6n legal necesaria, a pe- sar de contar con el aval de sus padres y del equipo médico consultado.' Es- te caso extremo de deseo de transformacién de un cuerpo permite reflexionar sobre todos los otros cambios corporales que han ido instaléndose como posi- bles en las tltimas décadas, al amparo del fisicoculturismo, la cirugia plasti- ca, los implantes, el fitness, eteétera. Paralelamente, a partir de la década del 80, nuevas practicas de marcas corporales han sido adoptadas masivamente por los jvenes, con un signifi- cado diferente del que tenfan en décadas anteriores. A los tatuajes, que en la década de los 70 denotaban marginalidad y pertenencia a grupos minorita- rios especificos, se sumaron los piercings, destinados no a rubricar la perte- nencia a un grupo sino a expresar autonomia y libre eleccién (Le Breton, 2002). Se aspira a que la marca individualice (Duret y Poussel, 2003); por lo tanto, ella esta al servicio de la afirmacién del si mismo. Sin embargo, cabe pensar que existe un aspecto en el que estas marcas muestran la pertenen- cia, si no a grupos especificos, a la cultura juvenil en su conjunto. Tatuajes, piercings y otras distinciones entre las que pueden incluirse las rastas y algunos aspectos de las modas femeninas como el tiro bajo de la ro- pa, que deja desnuda la cintura, son indicativos del mostrarse como joven, pero como joven que elige ser libre Las preocupaciones por la imagen de si involucran no sélo al cuerpo y a través de él a las interacciones con los otros, sino también a las preocupacio- 1. Se trata de Nati, un joven cordobés de 15 afios, que se convirtié en el primer caso en la Ar gentina en el que los progenitores solicitan para un hijo una operacién de cambio de sexo o, en su defecto, el permiso para realizar un tratamiento hormonal para frenar en él las manifesta- ciones de caracteres masculinos, que le provocan un gran sentimiento de rechazo. Buscan de esa manera atenuar la angustia que esto le ocasiona como mujer, dado que “ése es su sexo psicol6 rico y como mujer se ve atrapada en un cuerpo de hombre” (La Nacidn, 5 de diciembre de 2005 Hasta ese momento ambos pedidos le habian sido denegados por la Justicia ’ . SEOFIOFSVVISVHVFEVEOI GdIII ddddddddddde: 18 Ana Lia Komblit nes en torno de la belleza y de los juicios estéticos relativos a lo corporal. El cuidado de la apariencia y los esfuerzos por modificar aspectos corporales no - deseados se vinculan asi con la bisqueda de las formas consagradas como ideales en una época y para determinados grupos. Es de destacar que exis- ten valoraciones estéticas diferentes en relacién con lo corporal, al igual que con respecto a otros aspectos, segtin los estratos sociales, aunque puede ob- servarse cada vez mas que los ideales de belleza de los estratos superiores son adoptados por los mas bajos, de acuerdo con un conocido proceso de iden- tificacién con lo que se muestra socialmente valioso. Durante mucho tiempo la estética corporal fue entendida fundamental- mente como la belleza ligada al cuerpo femenino, situacién sefialada por las autoras feministas como una demostracién del poder masculino de limitar el rol femenino a la ostentaci6n de la belleza. A partir de 1920 el ideal del cuerpo delgado fue adoptado por las mujeres de los sectores sociales superiores, en un intento de modificar su imagen ma- ternal y doméstica, prevaleciente en la época. ‘Yves Travaillot (1998) analizé la evolucién de las formas ideales de belleza femenina en las ultimas cuatro décadas. Asi, sefiala que a partir de la década de los 60 la norma estética fue la de la mujer con apariencia de nifia; la delga- dez como norma estética alcanza exigencias nunca antes conocidas. Ella se convirtié en sinénimo de juventud, de fuerza y de control de si mismo. Este ideal de delgadez extrema se extendié hasta comienzos de los 80, periodo que el autor caracteriza como el segundo en la evolucién de las ideas acerca de la estética corporal. En este periodo se pone el énfasis en la musculatura y en la practica de los deportes, vistos no como un fin en si mismo sino como un me- dio para alcanzar un mejor estado de salud, de forma y de belleza. La expre- sién “estar en forma” se refiere tanto al logro de la apariencia deseada como al estar en un buen estado fisico. El alcanzar este estado se transform6é para al- gunas personas (hombres y mujeres) en un estilo de vida. En consecuencia, las formas ideales de belleza corporal comienzan a cobrar importancia también para los hombres, para algunos de los cuales “el esfuerzo se convierte en la cla- ve de la salud laica de la religién del mtsculo” (Duret y Poussel, 2003: 45). El tercer periodo descripto por Travaillot se desarrolla a partir de los 90 y se caracteriza por la existencia de lazos menos intensos entre la forma, la salud y la belleza. Se acepta que se puede alcanzar el ideal estético corporal por caminos diferentes al del esfuerzo fisico, y mas inmediatos. Proliferan los recursos médicos y farmacol6gicos considerados como productos milagrosos que pueden hacer aleanzar rapidamente el ideal estético sofiado. La cirugia estética y los implantes de siliconas se imponen.? Por supuesto, estas posibi- lidades son pasibles de ser adoptadas por los miembros de los estratos socia- 2. En Francia, por ejemplo, se realizan més de treinta mil operaciones de cirugia estética por aiio (Duret y Poussel, 2003). Los jévenes y el cuerpo a les superiores, pero no dejan de ser aspiraciones de grandes sectores de las clases ba jas, lo que en ocasiones induce a algunos de sus miembros a some- terse a précticas ilegales, con riesgo y a veces consecuencias nefastas para su integridad fisica. Asimismo, como en todas las transiciones, suelen encontrarse en un mis- mo momento protagonistas de las distintas etapas, por lo que el escenario de la estética femenina esta poblado tanto por mujeres casi anoréxicas como muchas de las modelos actuales, por mujeres atléticas y por mujeres que os- tentan cambios radicales en su apariencia a partir de haberse sometido a procedimientos quirtirgicos. El viraje hacia los recursos médicos en la busqueda de la belleza revela por un lado la supremacia alcanzada por el hedonismo: jpara qué realizar es- fuerzos tediosos y de largo aliento a través de horas dedicadas a la gimnasia con o sin aparatos 0 a correr, cuando se puede cambiar de silueta casi magi- camente a través de la cirugia y de las practicas ligadas a ella como los im- plantes? Por el otro, revela la expansién del proceso de medicalizacién que, como parte de la regulacién de muchos aspectos de la vida cotidiana, incluye también la busqueda del mejoramiento de la apariencia. Si bien estas practicas son adoptadas especialmente por las mujeres de estratos superiores y de edad madura, las chicas jévenes est4n normatizadas por los criterios estéticos corporales vigentes. Celia Amorés (1989) sefiala que existe una marcada contradiccién entre la voluntad de independencia y au- tonomia que ellas ejercen y la situacién de dominacién a la que se someten en relacién con los ideales referidos a las formas corporales, lo que evidencia el incremento en la regulacién y el control de los cuerpos de las mujeres por las normas del consumo y del mercado. Mari Luz Esteban (2004) sefiala que el feminismo de fines del siglo xx sen- t6 como uno de los pilares de su lucha las libertades en relacién con el cuerpo femenino (separacién entre sexualidad y reproduccién, legitimacién del dere- cho de las mujeres a decidir acerca de cuando tener hijos, ete.), pero también el derecho de las mujeres al placer corporal. Sin embargo, a pesar de la prédi- ca del feminismo, el cuerpo se ha ido convirtiendo cada vez mas en objeto de la economia y del consumo, a través de la primacia de la apariencia, de lo vi- sible, en consonancia con la valoracién de la imagen y en detrimento de otros aspectos privilegiados en otras épocas, que apuntaban a otro tipo de valores. En El mito de la belleza, Naomi Wolf (1991) pasa revista a los cambios histéricos en las imposiciones culturales sobre la imagen y en los ideales de pelleza femenina. Sefiala que los actuales modelos culturales referidos al cuerpo postulan un cuerpo atractivo y el glamour como una aspiracién que debe perdurar, por lo que las chicas deben lograr un cuerpo delgado y sexy, lo que exige multiples restricciones, y los chicos un cuerpo atlético y muscu- loso, que demanda actividad fisica. El culto de la imagen, que se vincula con el consumismo de productos pa- ra realzar la apariencia y con el control social ejercido a través de la imposi- 20 Ana Lia Kornblit cidn y el consecuente sometimiento al ideal, se expresa a través de las prac- ticas alimentarias y del ejercicio fisico y el deporte. Asi, lo que en su origen representé la aspiracin de liberacién y autodeterminacién de las mujeres, que rechazaban el rol dependiente y limitado a la esfera doméstica de la so- ciedad patriarcal, se ha convertido hoy en sometimiento al mercado y, a tra- vés de él, al control exterior (Gordon, 1994). Los cambios estéticos referidos a la belleza del cuerpo femenino se han vis- to acompariados, como sefialamos, por cambios referidos a los atributos de la belleza corporal masculina. Sin embargo, no existe unanimidad con respecto a esta Ultima. En una encuesta realizada en Francia a 1.511 jovenes de 17 a 23 afios, Pascal Duret (1999) mostré, por ejemplo, que no hay consenso sobre los atributos viriles mas apreciados, y esta falta de consenso es mayor entre las chicas que entre los varones. Para ellos, los atributos fisicos mas impor- tantes son los misculos, la masa corporal y la fuerza. La virilidad se asocia a la posibilidad de hacerse respetar por la fuerza muscular. Las chicas, en cam- bio, distinguen tres tipos de cuerpos varoniles atractivos por sus atributos fi- sicos: los que dan miedo, los que reaseguran y los que retnen belleza y virili- dad. Los primeros son los que ostentan cicatrices, interpretadas como produc- to del protagonismo de hechos de violencia. Los segundos se imponen por su presencia y los terceros suman a esto una apariencia acorde con ideales esté- ticos: finura de los rasgos, displicencia en el vestir, intensidad de la mirada. En relacién con la alimentacién, los productos dietéticos para adelgazar o por lo menos para no engordar han proliferado merced a los adelantos tecno- légicos, que brindan cada vez més alternativas al mercado. Esto incide en la difusién de dietas de todo tipo. La gran mayorfa de las mujeres ha seguido alguna vez una dieta para adelgazar. Un relevamiento realizado en Europa (Elorriaga, 1998) revelé que la mitad de las mujeres y un cuarto de los hom- bres obesos han seguido alguna vez un tratamiento para adelgazar. Acontinuacién analizaremos, en funcién de estas diferentes conceptuali- zaciones acerca del cuerpo, los datos hallados en una investigacién Hevada a cabo con 6.880 jévenes argentinos, estudiantes de escuelas medias de to- do el pais.* Indice de masa corporal Si bien lo ideal es realizar mediciones sobre peso y talla in situ, las pre- guntas acerca de cuanto miden y cuanto pesan realizadas a los alumnos en- cuestados ofrecen un panorama general sobre las distribuciones de frecuen- cias de la muestra segtin peso y talla. E] promedio de peso para las mujeres en todo el pats es 55,50 kilos y pa- ra los varones, 65,55. El promedio de estatura para las mujeres es de 1,62 3. El informe detallado del trabajo puede encontrarse en A.L. Komblit et al. (2005, 2006). Los jévenes y el cuerpo a metro y para los varones 1,73. En las provincias del norte se observa una dis- minucién de estos valores, especialmente en el estrato socioecondmico baj en las del sur, en cambio, los valores de peso y estatura son algo mas elew dos que el promedio general del pais. Estas diferencias pueden interpretar- sea partir de factores genéticos, teniendo en cuenta los antecedentes indige- nas —de baja estatura— de muchos pobladores del norte y de la inmigracion del norte de Europa en la Patagonia, aunque es también probable que inci. dan factores nutricionales. El indice de masa corporal (relacién entre peso y talla segiin sexo y edad) permite agrupar a los encuestados en cinco categorias: delgadez extrema, delgadez, normalidad, sobrepeso y obesidad. Las frecuencias encontradas muestran que algo mas de la mitad de la muestra tiene un peso normal para su talla y edad, algo mas del 20% es del- gado y el 11% es muy delgado, mientras que el 10% esta excedido de peso (el 1,5% es obeso). Estos datos difieren de los encontrados en un estudio realizado en la ciu- dad de Buenos Aires, especialmente en las categorias extremas, dado que en as™ ella el porcentaje de jévenes muy delgados es menor (4%) y el de j6venes obe- sos mayor (5%). : En las provincias del norte (tanto en el NOA como en el NEA) el porcentaje aa™ de personas de bajo peso es mAs alto. Esta diferencia se evidencia con mayor intensidad entre las mujeres. — Existen variaciones importantes en los porcentajes del indice de masa (ass corporal seguin el sexo: en relacién con los varones, son més las mujeres es b tremadamente delgadas y las delgadas. Ellos, en cambio, son en mayor pro- porcién normales para su peso y talla. Con respecto al exceso de peso, los va- uss rones tienen mas sobrepeso que las mujeres, pero el porcentaje de obesos es : el mismo en los dos sexos. En la Patagonia el porcentaje de exceso de peso es WS algo mayor (12,5%, especialmente por parte de los varones).* wens Con respecto a la edad, los jévenes de menos de 17 afios tienen en mayor Proporcién bajo peso, mientras que los de mas de 17 afios son en mayor pro- porcién normales para su peso y talla, y el porcentaje de sobrepeso entre ellos jam es levemente mayor. Tomando los datos de todo el pafs, no hay diferencias importantes segin = estrato socioeconémico (salvo en el Noa y en el NEA, donde el bajo peso es al- qm go mayor en los estratos bajos), a diferencia de lo encontrado en la ciudad de Buenos Aires, en la que son mas los jévenes delgados entre los de nivel so- Ga cioeconémico mas alto, y reciprocamente, son mas los jévenes obesos entre qs los de nivel socioeconémico mas bajo. COC CET TCC, 4. Segin el doctor N. Russo, especialista en nutricién, las cifras sobre obesidad arrojan valores més altos en este momento en el pais: indican alrededor de un 10% St 08 que alcanza a un 20% incluyendo sobrepeso (entrevista en El Dia, 10 de mayo de 2005 ee SOO SSSSCOOCECECEEEEEEELESD na Lia Koei Categorias del indice de masa corporal segin sexo, edad y estrato socloeconémico (en porcentaje) __ SEXO EDAD AGHUPADA eSIHATO Mujer Varon 14.916 I7y més Bajo Media Total “Bajo peso 19,0 86 14,6 62 nA n4 nA Delgado 17,6 23,6 216 © 220 23,4 22,6 Normal 51,7 60,1 62,1 64,1 65,4 66,2 6A Sobrepeso 76 12,2 85 10,5 on 93 00 Obesidad 16 fen 13 4,7 16 ee Tota) —Poreentale 10,0 100,0 1000" 100.0 1000 100.0 100.0 N 3.689 2.860 3.005 3.544 3802 2747 6.649 Percepcién de la imagen corporal La pregunta acerca de cémo se perciben a sf mismos en términos del pe- so para su talla brind6 la distribucién de frecuencias de la muestra estudia- da en términos de la autovaloracién de los jovenes acerca de su cuerpo. Mas de la mitad de la muestra se percibe en este sentido normal, el 15% delgado y el 19% gordo. Las categorias extremas: muy delgado y muy gordo, son mar- cadas por porcentajes pequefios de alumnos Las mujeres se perciben en mucha mayor proporcién como gordas y los varones como delgados y normales. Forma en que se ven a si mismos segtin sexo, edad y estrato socioeconémico (en porcentaje) SEXO EDAD AGRUPADA ESTRATO Mujer Varén_13a16 17ymaés Bajo Medio Muy delgadova 26 24 on a. oo »s & Delgado/a NS 197 13.7 163148156 15,1 Normal S48 6681 8. BOS) 58S) w81 1.0 Gordo/a 28,0 BS 104 106 208 177 3 105 Muy gordo/a 30 2 4947 20 168 48 Total _% 1000 100,0 100.0 100.0 —100,0 10,0 1000 N 3673 2843 2.990 3826 3762 2734 6516 hal => =) = ~~ ad > = > = > ° ° > D > . J 22 Ana Lia Komblit Categorias del indice de masa corporal segtin sexo, edad y estrato socioeconémico (en porcentaje) SEXO EDAD AGRUPADA ESTRATO Mujer__Varén__13a16 17ymés_ Bajo Medio Total Bajo peso 13,0 8.6 14,5 8,2 1 4 "4 Delgado 26,3 17.6 23,6 215 220 23,1 22,5 Normal 51,7 60,1 52,1 58,1 55,4 55,2 55,4 Sobrepeso 76 12,2 a5 105 98 93 96 Obesidad 15 15 13 47 16 13 15 Total —Poreentaie 00,0 10,0 100,0_100,0 100.0 100.0 +~—100,0 N 3.689 2.860 3.005 3.544. 3.8022. 747~—« 540 Percepcién de la imagen corporal La pregunta acerea de eémo se perciben a si mismos en términos del pe- so para su talla brind6 la distribucién de frecuencias de la muestra estudia- da en términos de la autovaloracién de los jvenes acerca de su cuerpo. Mas de la mitad de la muestra se percibe en este sentido normal, el 15% delgado y el 19% gordo. Las categorias extremas: muy delgado y muy gordo, son mar- cadas por porcentajes pequefios de alumnos. Las mujeres se perciben en mucha mayor proporcién como gordas y los varones como delgados y normales. Forma en que se ven a si mismos segtin sexo, edad y estrato socioeconémico (en porcentaje) SEXO EDAD AGRUPADA ESTRATO Mujer Varén _13a16 i7ymés Bajo Medio _Total Muy delgado/a 26 24 24 29 2,9 2,0 25 Delgado/a WS 19,7 13,7 16,3 148 15,6 154 Normal 54,8 69,1 628 59,5 595 63,1 «61,0 Gordo/a 28,0 8,5 194 196 208 17,7 195 Muy gordo/a 3,0 2 1,9 Ne 2,0 16 18 Total % 1000 100.0 100,0—100,0 ~—100,0 100.0 -—- 100.0 N 3.673 2843 2990 3526 3782 2.734 6.516 te fons 9B Cae ZB VIE! Wak Teyana aguios tetas eee Sotoe de ere YK yrnth, rian nha veraian, vers lap ioe pentios entre in perytite 9 xn catagotin eatathanite ews y taille de chant 2s Vrawien cern wage mmyerizntes on le etersiorenii “ae relent 0 ie categoria Soptove wegen peasy ¥ © STF te an gue eee Dy ges $2 corps bem cums ooreseics ea elias que es me tage que Slusién de uno mismo en el circulo de lo aceptable. El cuerpo es en las muje- yes jdvenes mucho més un marcador de diferencias sociales que en 108 Varo nes, en los que, por el contrario, puede atenuar las diferencias sociales. © El porcentaje mucho mas importante entre los encuestados de mujeres que @jm vealizan dictas es un indicador de la incomodidad que ellas sienton tom ft cuerpo, al que controlan con miras a su correccion. Sin embargo, en esta eta $s pa de la vida tal incomodidad las conduce fandamentalmente al esfuerzo del @jy control alimentario, sin incluir otros artefactos a los que recurren las mujer’ e mayores, especialmente de sectores sociales altos. Incluso el deporte, ja dae va gla gimnasia, cuando son realizados, no estén al servi del eantrol de pe ractiean por placer o como juegos compel Von. ‘Tampoce dle fitness son muy populares entre Tos/las joven®S : so, sino que se Jogging u otras formas ee VuVevueuVveVVVeVUuVUVUUEeVvUEeUuPeTeTeuevTeuveeeuVver Ana Lia Kornblit La importancia relativa que se asigna al adelgazamiento queda también demostrada por el hecho de que la mayorfa de las dietas son preseriptas por el boca a boca, sin recurrir al sistema de salud. El porcentaje relativamente importante de los jévenes varones encuesta- dos que expresa su insatisfaccién en relacién con su imagen corporal y, en contraste, el menor ntimero de los que responden que realizan dietas leva a pensar que existe cierta “resignacién” con respecto al estar disconforme con el propio cuerpo, que conduce a arbitrar pocas veces medidas para acerear la imagen a lo deseado, La mayor heterogeneidad que hemos mencionado entre las jévenes en cuanto al cuerpo ideal se expresa también en el hecho de que para algunas de ellas lo importante parece ser no conformar el ideal esbelto de las clases altas sino poder mostrar su cuerpo joven, independientemente del peso que se tenga. La moda de la cintura desnuda, aunque ella sea gruesa, indica que lo que importa es elegir ser libre de mostrarse, aunque esto implique tam- bién una cierta sujecién a esa misma moda. Entre los varones el uso de ari- tos y piercings tendria este mismo sentido, en especial con referencia a limi- tar las diferencias entre sexos, que reducian al sexo femenino la posibilidad de usos ornamentales de ese tipo Finalmente, el hecho de que la carne sea el alimento mas consumido por los jévenes encuestados muestra su dependencia en relacién con los habitos alimentarios del pais en su conjunto, que se caracteriza por un alto consumo per cApita de este alimento. El grado considerable en que consumen golosi- nas y facturas o galletitas, asi como el menor consumo relativo de frutas y verduras, muestra habitos alimentarios que atin no han sido atravesados por el movimiento de comida sana y natural que ha prendido con mas fuerza en los paises centrales. La diferencia encontrada en el porcentaje de los que almuerzan entre los jévenes estudiantes residentes en la ciudad de Buenos Aires y los que resi- den en el interior del pais es un indicador del cambio en los estilos de vida entre una gran urbe y ciudades mas pequeiias, en las que se conserva el en- cuentro alrededor de la mesa familiar durante el mediodia, que da lugar ala pausa y al intercambio.

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