Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La oferta contractual
Para el Código el paradigma formativo del contrato viene dado por el contrato
personalizado, en el que ambas partes, tras las correspondientes negociaciones
iniciales o tratos preliminares, en su caso, llegan a concordar sobre la celebración del
contrato.
En definitiva, la oferta contractual, para ser realmente tal, requiere que se mantenga
en sus condiciones iniciales en espera de la aceptación de la contraparte. Si se
modifican las condiciones de la oferta por el eventual aceptante, se está realizando
una nueva oferta (contraoferta), que habrá de ser aceptada por quien inicialmente
asumía la posición de oferente.
La aceptación es una declaración de voluntad por naturaleza recepticia, esto es, que
debe ser dirigida precisamente al oferente y ser plenamente concordante con la oferta
(o, en su caso, contraoferta), con independencia de que pueda realizarse tanto de
forma expresa, tácita, o a través de hechos concluyentes que no dejen lugar a dudas
sobre la admisión de las condiciones contractuales ofrecidas.
Los tratos preliminares no suponen la fijación definitiva de una oferta contractual, sino
la realización de actos preparatorios de un (eventual o hipotético) contrato que a, la
postre, puede llegar a celebrarse o no. En consecuencia, uno de los motivos de
aparición de los tratos preliminares viene representado precisamente por el juego de
ofertas y sucesivas contraofertas.
Por lo común, los tratos preliminares brillan por su ausencia en los contratos
instantáneos, en los actos contractuales en masa y sometidos a condiciones generales,
en la mayor parte de los contratos normativos y, en general, en todos aquellos
supuestos en que el contenido del contrato se encuentra virtualmente
predeterminado y deja escaso margen de negociación a las partes.
Se subraya que cuando la negociación preliminar tiene por objeto dañar a una de las
partes o a un tercero ha de buscarse un mecanismo de responsabilidad, aunque no se
encuentre legislado de forma expresa. Aparte del recurso al artículo 7.1 (buena fe) hay
una cierta conformidad en traer a colación también en esta sede el artículo 1.902.
El precontrato
La idea genérica de precontrato es referida doctrinalmente a los acuerdos
contractuales cuyo contenido radica precisamente en la celebración de un contrato de
futuro. De ahí la denominación alternativa de promesa de contrato: las partes se
obligan a celebrar un futuro contrato, ora mediante la prestación del nuevo
consentimiento respecto de éste, ora mediante la manifestación de una sola de las
partes, por entender que la otra se encuentra ya vinculada por el primer contrato.
El contrato de opción
La opción es, pues, en este caso, un contrato en virtud del cual una persona se obliga a
vender a otra una cosa bajo ciertas condiciones contractualmente previstas. Siendo así
que el concedente del derecho de opción queda obligado a vender y que es el optante
quien decidirá si compra o no. En el caso contrario, cuando el eventual adquirente
queda obligado a comprar y es el propietario el que puede optar entre vender o no se
habla de opción de venta.
La opción de compra, tenga carácter gratuito u oneroso, es perfectamente lícita y
posible, y vincula al promitente durante el plazo temporal prefijado. Por consiguiente,
la consumación del contrato depende en exclusiva de la declaración de voluntad
(recepticia, en este caso) del optante.
Mirado desde la perspectiva propia del consumidor o contratante, dado que la única
salida que tiene, si quiere contar con el servicio ofrecido, es asentir al contenido
contractual predispuesto por la otra parte, se habla de contrato de adhesión,
expresión acuñada por la doctrina francesa: una de las partes contratantes se suma,
acepta o se adhiere al contenido contractual preestablecido por la otra.
Con esta denominación se suele hacer referencia a aquellos supuestos en que la ley,
atendiendo a razones de interés general, limita la autonomía privada de una de las
partes, obligándola necesariamente a contratar.
Supuestos:
Pero la regulación del contenido contractual puede dejar libertad a las partes para
contratar o no. Así ocurre, por ejemplo cuando las Administraciones Públicas regulan
préstamos bonificados en algunos puntos de interés, los ciudadanos pueden
contratarlos o no.