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Participante

Matricula

Facilitador

Richard Ulloa M.A.

Asignatura

Terapia conductual

Tema

Aspecto Ético y la Terapia Conductual

Fecha

27-6-2020

Santiago de los caballeros


Introducción

A continuación en esta unidad haré un ensayo explicando la importancia de la


ética en el proceso terapéutico de la Terapia Conductual. La ética y la moral
son dos conceptos que suelen ser confundidos en la práctica terapéutica.
Aunque pueden ir de la mano, es muy importante saber diferenciarlos y
principalmente aplicarlos. La terapia cognitivo-conductual ofrece una estructura
para las sesiones de trabajo con los pacientes, y un código de manejo y trato
hacia los mismos.

El trabajo de un terapeuta requiere apertura y aceptación hacia las personas


que llegan hasta nuestra consulta. Esta apertura y aceptación, en ocasiones,
se ve invalidada o disminuida por “dilemas” tanto éticos como legales. La
terapia cognitiva-conductual nos lleva a ver a la persona más allá del ente físico
que se encuentra frente a nosotros. Saber que piensa, como piensa, que siente
y como lo expresa, es la esencia de la TCC (terapia cognitivo-conductual).
Aunque como terapeuta cognitivo-conductual tenemos una estructura a seguir,
es importante saber ser flexible, pero siempre profesional. Es prioridad lograr
distinguir cuando estamos siendo éticos, cuando morales y cuando
profesionales, y también, cuando no.

Y por otra parte redactare un Plan Terapéutico de un caso real o ficticio que
cumpla con las reglas del mismo.
Después de consultar la bibliografía señalada (Libro básico: Manual de Terapia
de Conducta) y otras fuentes de interés científico para la temática objeto de
estudio, se aconseja que realices las siguientes actividades:

1. Elabora un ensayo explicando la importancia de la ética en el


proceso terapéutico de la Terapia Conductual.

La ética es el “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la


persona en cualquier ámbito de la vida parte de la filosofía que trata del bien y
del fundamento de sus valores”. La ética ya está establecida en códigos que
nos rigen como profesionistas, y es sobre estos códigos que nuestro trabajo
debiera ser basado. Es la base de nuestro trabajo, la cual incluso nos dice que
hacer o cómo actuar en caso de que, por moral, no queramos o no podamos
atender ciertas problemáticas o ciertas personas.

La ética en la terapia de la conducta es de suma importancia debido a que se


trataran un conjunto de técnicas específicas que emplean principios
psicológicos (especialmente derivados desde el aprendizaje) para tratar la
conducta humana desadaptada.

Es requerido poder tener la flexibilidad necesaria para poder dejar de lado el


manual que nos dice los pasos a seguir, claro, sin salirnos del camino
profesional. La profesionalidad incluye, según una rigurosa preparación
científico-técnica para el desempeño de las actividades, también refiere que es
necesario apartarse de intereses, imperativos o criterios personales. Esto
significa, dejar de lado creencias propias que pudieran afectar el desempeño
de nuestra labor, no tratar de inculcar o someter a ideas y valores personales.

La intervención del terapeuta cognitivo-conductual implica saber discernir


cuando si y cuando no aplicar todo el proceso que se dice debemos seguir.
Saber cuándo hacer modificaciones a esa línea establecida. La “Revista de
terapia cognitivo-conductual” del CETECIC (Centro de Terapia Cognitivo
Conductual y Ciencias del Comportamiento), en su artículo “Prejuicios sociales
sobre la relación entre ideología y Terapia Cognitivo-Conductual”
2. Redacta un Plan Terapéutico de un caso real o ficticio que cumpla
con las reglas del mismo.

M. 57 Marta, 57 años. Fobia a las operaciones (27 sesiones)

M. es una mujer de 57 años, casada y con tres hijos. Cinco semanas antes de
venir a la UAP le dijeron que en el plazo de seis meses le tendrían que realizar
una delicada operación de hígado debido a un malestar crónico que sufría. M.
nos comentaba que nunca le habían operado y que siempre había tenido
pánico a las operaciones, hecho que le generaba una gran ansiedad. Nos
comentó que no se veía con la suficiente decisión para enfrentarse a la
operación y en primer lugar buscó la ayuda de un psiquiatra y éste le aconsejó
en tratamiento psicológico para reducir este miedo.

Desde el día que le comunicaron que se tenía que operar casi no dormía y no
se podía concentrar en nada, tenía problemas intestinales y dolores de cabeza.
Además tenía muchas ganas de llorar debido al miedo que sentía.

Inicio del tratamiento entrenándole en técnicas de relajación y respiración


controlada para favorecer una reducción de la ansiedad y de todo su
componente somático. En la tercera sesión de tratamiento empezamos a
valorar si sus miedos eran realmente lógicos y si le resultaban útiles, en
definitiva, empezamos los pasos de la reestructuración cognitiva. Pautamos
charlas que M. tenía que hacer con familiares, amigos o vecinos que también
tenían que ser operados. Fuimos extrayendo conclusiones y continuamos con
la reestructuración. Se buscó información sobre el pronóstico de las
operaciones de higado, recuperación, dolor y contratiempos que podían surgir.
Al finalizar el tratamiento también se pautaron visitas a hospitales y a
asociaciones de trasplantados.

Destacamos que una técnica que ayudó mucho a M. fue imaginarse y simular
la situación de la operación, los imprevistos que podían surgir y todos los
detalles que a ella le preocupaban.

El miedo a las operaciones de M. se fue reduciendo a pesar de que no


desapareció completamente, pero le permitió enfrentarse a la operación sin el
miedo inicial que le incapacitaba y que ella se resignaba a sufrir como
inevitable.

Conclusión

El terapeuta cognitivo-conductual enfoca sus técnicas e intervenciones,


tomando como base los pensamientos, ideas, intereses, valores y actitudes de
los consultantes, no los propios. Dejar ir a quienes ya no podemos ayudar más,
canalizar con otro profesional aquellos casos que no estamos preparados para
atender, evitar influir con nuestras posturas a las personas que llegan con
nosotros, aceptar incondicionalmente a nuestros pacientes, más allá de su
problemática, de su religión, sexo, orientación sexual, partido político,
nacionalidad, cultura, etc. Y si no podemos, entonces hacernos responsables
por ello, aceptar nuestra incapacidad para hacerlo, y entonces, ayudar de la
manera más humana y ética posible, dirigir hacia otro u otra terapeuta.

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