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El estado deberá dotar de facultades y mecanismos a los registros públicos, los cuales
persuadan y convenzan a la población, para que estos a su vez adquieran garantías y/o
privilegios que aseguren su propiedad, ya que un sistema de transferencia de propiedad
óptimo debe permitir la máxima circulación de la riqueza, dentro del marco de la seguridad
jurídica para los adquirentes.
Entre estas facultades que se le otorga al registro, están la de dotar a los usuarios de una
seguridad tanto estática como dinámica para así contribuir y mejorar con la economía del
país.
Los encargados para administrar estas facultades serán como refiere la norma en primera
instancia el Registrador, y en segunda y última instancia administrativa el Tribunal
Registral. El o los cuales será los responsable de calificar la solicitud de inscripción.
La idea de propiciar y facilitar las inscripciones constituye una finalidad objetiva dispuesta
en el TUO del Reglamento General de los Registros Públicos. El medio para obtener esa
finalidad es a través de la actividad interpretativa de las instancias registrales (Registrador
Público y Tribunal Registral).
De esta manera, se acentúa o privilegia la circulación de los bienes para facilitar que los
activos de las personas lleven una vida paralela como capital y lograr el desarrollo
económico.