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Hombre Caimán

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El Hombre Caimán es una leyenda que se desarrolla en la
población ribereña de Plato, Magdalena, en la Costa Caribe colombiana.1 Cuenta
la historia de Saúl Montenegro, un hombre cuya pasión por espiar a mujeres
desnudas lo condenó a quedar convertido en un ser con cuerpo de caimán y
cabeza humana.2
En Plato se celebra anualmente el Festival del Hombre Caimán. También existen
una plaza y un monumento en su honor que son patrimonio cultural de la
población. La leyenda del Hombre Caimán quedó inmortalizada en la canción "Se
va el caimán" del barranquillero José María Peñaranda.

La leyenda[editar]

Monumento del Hombre Caimán en Plato (Magdalena).

Cuentan que hace mucho tiempo existió un pescador muy mujeriego que tenía por
afición espiar a las mujeres plateñas que se bañaban en las aguas del río
Magdalena. Previendo que podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó
a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que le convirtiera
temporalmente en caimán para que no sospecharan las bañistas y poderlas
admirar a placer. El brujo le preparó dos pócimas, una roja que lo convertía en
caimán, y otra blanca que lo volvía hombre de nuevo.
Montenegro disfrutó por algún tiempo de su ingenio, pero en una ocasión, el amigo
que le echaba la pócima blanca no pudo acompañarlo. En su lugar fue otro que, al
ver el caimán, se asustó al creer que era verdadero y dejó caer la botella blanca
con el líquido que lo convertía en hombre de nuevo. Antes de derramarse
completamente, algunas gotas del líquido salpicaron únicamente la cabeza de
Saúl, por lo que el resto su cuerpo quedó convertido en caimán. Desde entonces,
se convirtió en el terror de las mujeres, quienes no volvieron a bañarse en el río.
La única persona que se atrevió a acercársele después fue su madre. Todas las
noches lo visitaba en el río para consolarlo y llevarle su comida
favorita: queso, yuca y pan mojado en ron. Tras la muerte de su madre, (que murió
de la tristeza por no haber podido encontrar al brujo que había elaborado las
pócimas porque había muerto), el Hombre Caimán, solo y sin nadie que lo cuidara,
decidió dejarse arrastrar hasta el mar por el río hasta Bocas de Ceniza, como se
conoce la desembocadura del río Magdalena en el mar Caribe a la altura
de Barranquilla. Desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena, desde Plato
hasta Bocas de Ceniza, permanecen pendientes para pescarlo en el río o cazarlo
en los pantanos de las riberas.34

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