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Hay mil cosas que pueden causarle problemas a tu empresa. Desde alguna ley
de otro país hasta la reacción inconsciente que cierto color de tu producto
causa en la gente. Quizá no puedes controlar la mayoría de ellas, así que
debes enfocarte en las que sí dependen de ti. En este caso, las demandas y
los juicios laborales. Si no eres abogado, por lo menos deberías saber de
manera general en qué consisten las partes de estos juicios, para que no te
agarren en curva.
Demanda
Lo primero es que tienes un trabajador (no por mucho tiempo más) que te
demandó. Sin importar de cuál de tus prácticas inhumanas se trate, por aquí
empiezan todos los juicios. La demanda debe presentarse por escrito y luego
pasará al pleno o la junta especial que corresponda. La junta encargada tiene
que revisar la demanda del trabajador para ver que todo tenga sentido (que las
prestaciones o el derecho que se demanda sí sean válidos).
La Ley Federal del Trabajo dice que este proceso de presentar la demanda y
que pase a pleno es de un día, pero en realidad tarda cerca de un mes, y eso
es una constante cuando se trata de los tiempos.
Etapa de conciliación
Aquí se busca llegar a un acuerdo entre las partes para que no sea necesario
el juicio laboral. Esta es la primera etapa en la que se puede acabar el proceso
si las dos partes deciden algo que les convenga a ambos. En algunos casos,
tal vez sea mejor un mal acuerdo a un largo juicio laboral.
Pruebas
Aquí son admisibles todos los medios de prueba que no sean contrarios a la
moral ni al derecho, que tengan que ver con lo demandado, que sean ofrecidos
con todos lo necesario para su desahogo y que se presenten a tiempo.
El laudo
El RIT aparece dentro de la Ley Federal del Trabajo, capítulo V, de los artículos
422 al 425. Cada Reglamento es único de acuerdo a la empresa o el ámbito en
el que esta se desempeñe.