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CLASE 4
Hoy voy a ocupar una parte de la reunión para terminar de argumentar en torno a lo que
se convirtió en una discusión la vez pasada. Sobre la reunión pasada, dos cuestiones antes de
retomar el argumento: la primera es que me parece que hay bastante poca práctica –al menos en
mi experiencia en el ámbito de la facultad de psicología y las reuniones entre psicoanalistas-
me parece que hay bastante práctica de discutir pero en el sentido de seguir discutiendo, o sea,
es muy frecuente que en una reunión sobre un caso clínico donde un analista que propone que se
trata de una psicosis y otro propone que se trata de una neurosis, y habitualmente –me parece-
termina quedando en que bueno, en que no se puede saber, que hay mucho de la opinión de cada
uno, que alguno tomó unos elementos y otro tomó tales otros, etc. Es muy bien visto en el
ámbito psicoanalítico –porque me parece que es equivalente a madurez- la posición de “bueno,
tú opinas a, yo opino b” como un signo de madurez. Lacan se divierte mucho tomando los
términos y sacándolos de contexto, y entonces dice “genital”. Saben que el amor genital en las
corrientes post-freudianas pre-lacanianas es el amor que concede al otro lo que hiciese falta para
que el otro también encuentre su satisfacción, esa es la característica del amor genital: un amor
maduro, donde cada uno defiende su parte, pero también se presta a que el otro encuentre lo
suyo. Pero mi impresión es que muchas veces, en ese gesto de cortesía, lo que en realidad se
hace es esterilizar la discusión, porque me parece que lo más interesante de la discusión es
seguirla; y no decir “bueno, uno opina “a”, otro opina “b” …” sino seguirla, porque es muy
difícil que un caso sea de neurosis y de psicosis... salvo –también hay soluciones para eso- que
haya un núcleo psicótico en un caso de neurosis –que fue la solución kleiniana, porque para
Klein había núcleos psicóticos y neuróticos en todo el mundo- pero salvo eso, me parece que es
muy importante que nos habituemos a la discusión que signifique la tensión del argumento y
que cada uno se quede trabajando en la cuestión no solamente de repensar el argumento del otro
–que suele ser lo más difícil- sino en ver si efectivamente terminó de decir lo que quería decir, si
utilizó los mejores ejemplos para dar cuenta de lo que quería decir, y ver si no se puede sobre
eso dar una segunda vuelta –de hecho, cualquiera que tenga algún recorrido sobre los
argumentos topológicos de Lacan, sabrá que para Lacan la interpretación psicoanalítica -a la
altura en que él empieza a teorizar topológicamente la interpretación como corte, la
interpretación analítica se caracteriza por su falta de efectividad, o sea, que uno le interpreta al
paciente en función del síntoma, pero el síntoma no corta, no termina, sigue. Y el problema del
corte topológico en psicoanálisis es, efectivamente, cómo algo corta. Y para Lacan, la forma de
concebir el corte topológico, que es útil para pensar la intervención del analista, es el corte que
implica la doble vuelta. No una simple vuelta: es la doble vuelta la que produce el corte, y me
parece que es un argumento muy general, muy de otra disciplina, pero que nosotros podríamos
pensar si efectivamente una interpretación que por toda la revisión del material que hemos
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vuelto a hacer, si no produjo su efecto, si necesariamente se tiene que establecer por ello que la
interpretación fue incorrecta. Quizás lo que falta es la segunda vuelta a esa interpretación. Es
muy interesante pensar en modelos espaciales la cuestión de la segunda vuelta.
Hoy les traje otro argumento que me parece muy contundente para la discusión que
tuvimos la vez pasada. Me sorprendí, buscando nuevos materiales para desarrollar ese
argumento, al encontrarme con todo un mundo que ahora les voy a transmitir lo más
rápidamente posible. Pero antes de eso les digo que me parece importante continuar, no por
obcecación sino para ver si podemos hacer más próspera la discusión, no para llegar a un
acuerdo necesariamente, pero al menos para que cada una de las posiciones haya logrado su
mejor forma de expresión, que no necesariamente tiene que ser la primera. De hecho, observen
ustedes que, si les parece medianamente coherente una lógica de la segunda vuelta, de un
segundo recorrido, eso podría poner en tela de juicio la sesión ultra-breve, que trabaja siempre
con un tiempo de la índole de a-b, a-b y corte; muy en la lógica del instante, y que es casi una
intervención de la índole del latiguillo, muy automática.
El argumento que les quería traer para dar mayor cuenta –lo voy a decir de manera más
completa- mi impresión es que el “no es sin el cuerpo”... después de la charla de la última
reunión de este curso, fui a dar una conferencia a un centro de salud y me sacaron a las patadas.
Una de las primeras personas que saltó enojadísima, recontra-enojadísima, me gritó en la cara
“¡pero no es sin el cuerpo!”. Yo les dije: “no saben lo que me pasó, tuve una reunión de trabajo
hace tres días...” y les cayó re-mal.
“No es sin el cuerpo”: dos cuestiones. Quisiera discutir sobre esto: ¿para todo vale el
“no es sin el cuerpo”? ¿Para todo, vamos siempre a inscribir “no es sin el cuerpo”? Y segundo:
¿qué política, qué posición ética hay que asumir en torno al problema del cuerpo en
psicoanálisis? Porque mediante una frase tan neutra, tan linda, tan lacaniana –le dije a esa
persona que esa era una frase lacaniana, y se ofendió de una manera... el “no es sin” es lógica
lacaniana- entonces, una frase tan linda y lacaniana como “no es sin el cuerpo”, es una frase que
para nosotros nos orienta ¿hacia ella o en contra de ella? En psicoanálisis, al psicoanalista hoy,
¿cómo le conviene localizarse en torno al malestar en la cultura? ¿A favor de la posición “no es
sin el cuerpo”? Por ejemplo, una persona de ese centro de salud me dijo: “Te voy a dar un
ejemplo: hoy, en este mismo centro de salud, un paciente se levantó de la silla y me dijo ¿te
puedo dar un beso? Y yo le dije que sí. Y me dio un beso.”
Lo que yo creí que sería muy oportuno que nosotros discutamos era la teoría
matemática de conjuntos, para discutir entre nosotros conjuntos y elementos. Un poquito de
historia, ahora la conozco muy bien –me di cuenta de que la conocía mal- me metí de lleno y me
encontré con un mundo que no sabía que existía. Un poco de historia, los nombres son: Cantor,
Frege y Dedekin. Tres famosos matemáticos, de Dedekin deben conocer menos porque no es
tan conocido como los otros dos, pero si son buenos lectores de Lacan lo deberán conocer
porque Lacan lo cita mucho. Todo esto se desarrolla en el último cuarto del Siglo XIX y primer
cuarto del Siglo XX. ¿Por qué pensé en teoría matemática de conjuntos? Porque en teoría
matemática de conjuntos que se desarrolla en exactamente los mismos años en que se cocina el
psicoanálisis, de 1880 a 1915, no solamente es una teoría a partir de la cual se intentó refundar
toda la argumentación matemática como estructura de argumentación, toda la justificación
matemática, justificarla en términos de teoría matemática de conjuntos -y que hoy se enseña en
todos los colegios y es de difusión general- sino que además de la simultaneidad de trabajo que
hace Freud en torno al inconsciente, es que empieza a producirse un trabajo en una ciencia
como la ciencia matemática –en torno a la cual pocos seríamos los que estamos dispuestos a
poner en tela de juicio que sea ciencia, no sé por qué pero hay un prejuicio que dice que todo lo
que sea matemático es científico, eso es un prejuicio, pero es un prejuicio que tenemos- donde
se opera con objetos que no son materiales. O sea, no pierdan de vista que, a partir de ahí,
también la argumentación en física empezó a ser con base en teoría matemática de conjuntos; y
que entonces tanto en física como en matemática –que son las dos disciplinas que consideramos
científicas casi automáticamente- se empieza a trabajar con objetos que son inmateriales. Tanto
el conjunto como el elemento... primero recuerden hechos muy significativos de la teoría de
conjuntos –además de su enorme difusión- es que ni “conjunto”, ni “elemento”, ni “pertenencia”
tienen una buena definición, carecen de definición, no hay definición matemática para conjunto,
elemento y pertenencia. De hecho, se los consideran elementos lo suficientemente intuitivos que
no la requieren. Pero no pierdan de vista que estas ciencias se fundan sin poder definir
matemáticamente la base misma de la argumentación matemática. Pero observen que lo que
caracteriza fundamentalmente y fue una revolución en la ciencia occidental –justamente en la
época del surgimiento de los inventos y/o descubrimientos freudianos- es que empieza a ser
considerado que se pueda operar con objetos que son absolutamente inmateriales.
Ahora, investigando el tema, siempre me había quedado muy confuso el tema de qué
era el cardinal de un conjunto, porque siempre en el colegio te dicen que no es el número de
elementos, pero siempre era el número de elementos: si el conjunto tenía 5 elementos, el
cardinal era 5 pero no porque sea el número de elementos... nunca entendí cómo era.
Investigando para ver si los matemáticos aceptaban que conjunto y elemento eran objetos
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inmateriales, descubrí que existe una enorme polémica en el seno de las matemáticas. Y que se
podría decir que las matemáticas están divididas en dos, como nosotros –y no por el sujeto
dividido- sino como nosotros el viernes pasado.
“Dichos autores quieren decir que pueden hacer lo que dicen. Frente a esta frase se
halla otra que repite una y otra vez en los trabajos matemáticos ‘existe’, por ejemplo, alguno
dice: ‘existe un número mayor que 2’ o ‘existe un número menor que y mayor que n-2’. El uso
de tal fraseología tiene lugar sin duda en el credo que Kroeneker consideró insostenible...
Ahora les voy a contar quién es Kroeneker, que consideró a eso un “credo” insostenible.
...a no ser, como es natural, que la existencia sea demostrada por una construcción. La
existencia no está probada para los conjuntos, como ha sido definida antes, que aparecen en la
teoría de Cantor.”
A.E.: sí, está bien. Los militares argentinos de la dictadura fueron super-ignorantes,
porque la crítica que se le hace a la teoría de conjuntos es que es teológica, con lo cual debería
haber sido aceptada e impuesta... pero como les parecía algo nuevo...
A.E.: claro, como asociación ilícita. Bueno, para muchos matemáticos los conjuntos son
asociaciones ilícitas.
Siempre hago la misma prueba, hoy es muy fácil: cuando quiero ver cómo se utiliza por
parte de los colegas lacanianos un término, pongo en internet el término y agarro el primero que
viene. “Hay del Uno” es un sintagma que Lacan utilizó sólo cuatro veces, pero impactó en el
ambiente de una manera soberana, seguramente todos han escuchado el “hay del Uno”. Bueno,
el primero título que apareció en internet es de la revista Acheronta N° 16, espacio cibernético
Psiconet, y el artículo se llama Shoah: nombrar lo imposible (para una lógica de lo incurable),
de Gregorio Bachrach y Juana Lichtensztajn. Y empieza así:
Mientras no sucede nada sino lo que es conforme a las reglas de un estado de cosas,
puede haber conocimientos, saber acumulado, pero no puede haber verdad. Para que ésta
aparezca, es necesario que un acontecimiento rompa con lo anterior e inaugure un tiempo
nuevo. Lo que se necesita es hacer intervenir una nominación singular que agregue un
significante de más a los que estaban hasta ese momento en juego. Este suplemento es aquello
que no es nombrable ni representable con los recursos que repiten la opacidad de toda
estructura. Se lo puede pensar como una apertura a lo que no se podía esperar ni reconocer
por adelantado. Sería el acontecimiento como lo extranjero mismo. La apertura al mismo
conmueve los cimientos de nuestra identidad, dado que ese porvenir que no se capta, cae y se
apodera de nosotros. El tiempo se disloca, está fuera de sí porque “hay” el acontecimiento. Se
da el “hay” cuando se hace una experiencia de lo Otro. En el sentido de hay algo en vez de
nada, que en términos de Lacan es “hay del Uno”.
Entienden lo que es, no? El acontecimiento pensado como un caso único, lo que llama
en literatura “apax”, cuando sucede algo totalmente imprevisto y es único, que sería no sé qué,
porque no queda tan claro, sería el holocausto, el genocidio nazi, y entonces dicen que esto se
articula a lo que en la enseñanza de Lacan es el “hay del Uno”. Ellos dicen que cuando Lacan
dice “hay del Uno”, esto quiere decir “hay acontecimiento”, o sea, sucede algo absolutamente
imprevisto, pero más que imprevisto, absolutamente imposible de ser nombrado con los
términos en que se venían nombrando todas las cosas que existían hasta ese fenómeno.
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Esto, lo que quiere decir es que hay acontecimiento. Habría una forma del mismo que
podría ser el retorno de lo peor. Es el que viene bajo el nombre de compulsión a la repetición
intrincada a la pulsión de muerte.
O sea, ya no es cualquier acontecimiento –y es por eso que me parece que ellos lo usan-
porque tiene que ver con la pulsión de muerte. Y como en la Shoah, si consideran al genocidio
de judíos, locos, comunistas, homosexuales, gitanos –débiles mentales no, porque la iglesia
alemana y las organizaciones humanistas se opusieron, débiles mentales no, todos los demás sí.
Para estos autores entonces se trata del acontecimiento, que siempre se vincula a lo peor
y a la muerte, y esto es lo que en Lacan se llama “hay del Uno”.
Después hay un artículo de Miller –está siempre en todo. Acá hay otro: El porqué de la
guerra. Cosas del desierto. De vuelta se utilizó para lo mismo. Es de Teresa Ferrer, Valencia,
18 de septiembre de 1999.
Esto es ya más oscuro, no se sabe de qué está hablando Teresa Ferrer. Pero bueno, es
una cita de un artículo muy extenso. Repito:
Lo que quería plantearles de este artículo de Teresa Ferrer es “testimonia” del “hay del
Uno”. ¿Entienden lo que quiere decir el “testimonia”? Lo que ya está mencionado en el artículo
anterior, y es que no se deduce. Es patente, es un acontecimiento, es un genocidio.
Y Rosalba Saidel, Del humus al cogito humano. Seminario del Campo Freudiano de
Barcelona. Es un trabajo milleriano. En su punto 4 dice:
Del - [-fi] al [fi mayúscula], hay del Uno, pero del Uno que falta.
Acá sorprende porque está usado absolutamente al revés. En el primer caso era un Uno
que se presentaba tan patente como un holocausto, y acá es de la índole de un Uno que falta.
Después están los usos de Lacan sobre el “hay del Uno”. Seminario 9, “La
identificación”.
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“Esto es para introducirnos en lo que hace a la esencia del significante, del que no por
nada ilustraré lo mejor de su forma más simple, que es lo que designamos desde hace algún
tiempo como el einziger zug. El einziger zug que es lo que da a esta función su valor, su acto y
su pertenencia, es lo que para disipar lo que podría quedar aquí de confusión,
Necesita que introduzca para traducirlo mejor y de más cerca, este término que no es
un neologismo, que obtiene en la denominada teoría de conjuntos, el término ‘unario’ en lugar
del término ‘único’.
Quiere decir que Lacan designa al Einsiger Zug del alemán de Freud, como rasgo
unario. Porque para Lacan el uno es un uno que proviene de la teoría de conjuntos. O sea, del
conjunto que nosotros llamamos “unitario”, me parece que acá hay que hacer la salvedad de que
en francés se lo llama “conjunto unario” y nosotros “conjunto unitario”, al conjunto de un solo
elemento.
Seminario 18, clase 7. Acá ya estamos más tranquilos porque el dígito del seminario ya
aumentó bastante.
“Ya que indiqué eso brevemente en el panteón y es, a saber, que alrededor del ‘hay del
Uno’ hay dos etapas: el Parménides, y después hizo falta llegar a la teoría de conjuntos. Para
que la cuestión de un tal saber que toma la verdad como simple función y que está lejos de
conformarse con eso, que implica un real, no tiene nada que ver con la verdad de lo que es en
matemáticas.
Aunque, sin embargo, hay que pensar que la matemática podría prescindir de toda
pregunta acerca de eso puesto que solo mucho más tarde, por intermedio de una interrogación
lógica, le hace dar un paso a esta pregunta que resulta básica para la verdad, y saber cómo y
por qué hay del Uno. Me disculparán, no soy el único.
Se acuerdan de que les dije que la polémica en torno a la teoría de conjuntos, que no
está universalmente aceptada en la teoría matemática occidental moderna, es que los conjuntos
y sus elementos –especialmente los conjuntos- son existencias, o sea, seres inmateriales.
“Hay del Uno, y alrededor de este Uno gira la cuestión de la existencia. Ya hice
algunas observaciones sobre eso, a saber, que la existencia jamás fue abordada como tal antes
de cierta época y que llevó mucho tiempo extraerla de la esencia. Hablé del hecho de que no
hubiera en griego algo propiamente de uso corriente que quisiera decir “existir”, no porque
ignorara existiri, existarnai, sino más bien porque contaba con que ningún filósofo lo usó
nunca.
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Lacan dice que no había existencia en la Grecia Antigua no porque no hubiese palabras
con un significado parecido sino porque no se usó en ninguna filosofía, en Grecia.
“Sin embargo es ahí donde empieza algo que puede interesarnos. De lo que se trata es
de saber lo que existe. No existe más que de lo Uno. Con lo que se apura alrededor nuestro, me
veo pues obligado a apurarme, la teoría de conjuntos es la interrogación de por qué hay del
Uno.
De lo que se trata es de saber lo que existe. No existe más que de lo Uno. Con lo que se
apura alrededor nuestro, me veo pues obligado a apurarme, la teoría de conjuntos es la
interrogación de por qué hay del Uno. Lo Uno no está en cada vuelta de la esquina, aunque no
lo imaginen, incluida esta certidumbre totalmente ilusoria, e ilusoria desde hace mucho tiempo,
— no impide que se insista— de que son Uno también ustedes”
¿Ven lo que Lacan pone como ilusorio? El artículo que yo les leí del “hay del Uno” que
dice Lacan, que dice que es el “hay del Uno” de Lacan, que cada uno de nosotros somos uno.
Lacan dice que no, que cada uno de nosotros es uno, eso es viejo, es una ilusión y no tiene nada
que ver con el problema de la existencia. El problema de la existencia es un problema moderno,
es un problema del Siglo XIX en adelante y es el problema de cómo se puede justificar
lógicamente la existencia de “hay de lo Uno”. Y no pierdan de vista que para justificar
lógicamente la existencia de “hay del Uno” hizo falta la teoría matemática de conjuntos, de
hecho –y termino con esto- conseguí –y estoy contentísimo- Lacan cita a... Lacan es un chanta,
es una mala persona, es confuso a propósito, se puede decir lo que quieran. Pero nunca me he
encontrado, cuando doy el segundo paso sobre un tema científico, de ir a buscarlo en Lacan y
encontrarme con que Lacan no lo había dado. Cuando me pongo a investigar y descubro algo
maravilloso y pienso que en Lacan no está, voy a buscarlo en Lacan y está. Y el problema de
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que no se aceptaba la teoría matemática de conjuntos en matemática, en Lacan está. Lacan cita
un libro que es “Cantor se equivoca”, el autor es G. Metrius, un griego. En internet figura como
libro raro. Me lo acabo de comprar. Si lo recibo y lo llego a leer para la próxima, se los
comento.
O sea, que Lacan no solamente tiene el “hay del Uno” con la teoría de conjuntos, sino
que conoce perfectamente en el Seminario 18, cuando desarrolla el “hay del Uno”, que es como
se funda la existencia, que la mitad de los matemáticos no aceptan tal existencia. Y no se enojen
conmigo, pero ustedes tampoco lo aceptan. Ustedes tampoco aceptan que, en psicoanálisis, nos
tengamos con vincular a entes que carezcan de ser material. Que haya algo que sea sin el
cuerpo. Pero no sé quién tiene razón, no tengo la menor idea de si ustedes tienen razón o yo
tengo razón, ¿cómo saberlo?
Eduardo Liljequist: vos recién decías de un objeto material que no tenga imagen
especular. El significante tiene materialidad.
E.L.: porque puedo inventar un neologismo que no tenga imagen especular ninguna...
A.E.: que para Saussure hay batería antes de que haya significante. O sea, si yo te digo
“ppprrrddddppp” vos dirías “en ese momento Alfredo hizo un ruido”, no sería una palabra. Para
que sea significante, tiene que haber un lugar vacío donde vos puedas ubicar esa frecuencia
sonora e identificarla como significante. La prueba que podemos hacer para pensar este
problema es cuando te hablan en una lengua extrajera. Uno siempre pide que sea más despacio,
que hablen más despacio. ¿Por qué? Porque uno calcula que, si fuese más despacio, uno podría
identificar los cortes entre palabras, por ejemplo. Y si uno pudiese identificar los cortes entre
palabras podría trabajar con unidades. Lo que pasa es que con es “más despacio” es que yo no
tengo forma de localizar en esa lengua, lo que del sonido es significante. ¿Se entiende el
problema? Es por eso que es muy importante distinguir entre fonemas y significantes. De
hecho, los fonemas para Saussure, también son un conjunto estable. Por ejemplo, el fonema con
el que empieza el apellido de Schreber, ese fonema en castellano no está y en alemán sí.
Muchos hispanohablantes tienen dificultad para pronunciar “Schreber”. Por ejemplo, Mazzuca
dice “Esgreber”. Es un fonema que no tenemos. O, por ejemplo, la erre para los franceses o
ingleses. ¿Por qué los franceses e ingleses pronuncian mal algunos fonemas regularmente?
Porque no tienen ese fonema. Con lo cual, el fonema, tampoco es puro ruido, sino que es un
conjunto mínimo –28, 30, 40- de ruidos identificables y reconocibles. Tan fuertemente son
reconocibles, que aún lo reconocés con otro ruido, es lo que pasa cuando Menem pronuncia “La
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Yioja”, uno entiende que es La Rioja, y no lo pronunció con el mismo ruido que lo
pronunciamos nosotros. Son casos muy interesantes para darse cuenta del problema de entender
que Einziger Zug sea el significante primero, que el “hay del Uno” sea el acontecimiento de lo
inesperado... Porque ni siquiera puede haber inesperado antes de lo esperado. Si alguno de
ustedes va con el auto por la avenida y escuchan los bombos... ya saben que es un piquete. Pero
si viene un extranjero y escucha los mismos bombos... ¿qué dice? Empieza a inquietarse por
unos ruidos que no sabe de qué son ni por qué. ¿Entienden que, hasta el acontecimiento, para
que sea acontecimiento de la índole de lo novedoso tiene que inscribirse en un sistema de
diferencias? ¿Ven el problema de lo que se nos quiere vender? Que hay algo que viene de lo
mortal, de lo mortífero, del cuerpo, que es algo de lo Uno. Pero no se podría identificar a lo Uno
en sí mismo. No se puede identificar a lo Uno sin un sistema anterior. Lo mismo pasa con el
significante y lo mismo pasa con el fenómeno.
---cambio de cinta---
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Podría ser que nosotros tengamos que aceptar que haya existencias, es decir, cosas,
objetos, entes, que existan tan solo por ser dichos. Lo dejo planteado como problema.
E.L.: lleva al problema de quién está primero, si el cuerpo o el lenguaje. El otro día
decía Diana Rabinovich que en la clase 4 de Ou pire aparece una frase que dice “el hombre
empieza a hablar gracias a la detumecencia” 1
A.E.: sin conocerla, te diría así: Diana Rabinovich no acepta la noción de estructura.
Yo no la conozco, pero si dijo eso es porque no acepta la noción de estructura. Porque operar
con la noción de estructura significa renunciar explícitamente a cualquier posibilidad de hablar
del origen.
E.L.: no.
A.E.: por eso, porque ella no trabaja con la noción de estructura. Yo trabajo con la
noción de estructura, con lo cual, para mí no hay discusión sobre el origen.
A.E.: ah, entonces puede ser que sea estructuralista... ¿vieron como es esto, no? Son
como los discursos políticos, empiezan “por el bien de país...” y después te la mandan a guardar.
Pero si se trabaja con la noción de estructura hay que aceptar tres pérdidas: la pérdida
del destino, del centro y del origen. Si uno no trabaja con la noción de estructura entonces sí
puede trabajar con hacia dónde vamos –lo teleológico- de dónde venimos –el origen- y qué está
en el centro.
Con la noción de estructura –para eso creo que lo mejor es Derrida, que lo dice bien
claramente, Lacan nunca lo terminó de decir tan claramente- si uno pregunta ¿pero ¿qué es
primero, el hombre o el lenguaje? Yo te diría que es imposible de contestar desde mi base
1
“La detumescencia, en el macho, ha engendrado esta convocatoria de tipo especial que es el lenguaje articulado
gracias a lo que se introduce en sus dimensiones, la necesidad de hablar. Es de allí que surge la necesidad lógica
como gramática de discurso. ¡Vaya nimiedad!. Fue necesario para percibirlo nada menos que la emergencia del
discurso analítico.”
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teórica. Mi base teórica se caracteriza por un déficit terrible: no puede dar cuenta del origen, no
puede dar cuenta de lo que está en el centro y no puede dar cuenta de hacia dónde se va.
Igualmente, para mí esa frase es una frase carente de sentido, porque decir que hay
hombre antes del lenguaje... no sé qué sería.
A.E.: claro, pero ¿qué significa “hombre” antes del lenguaje? No sé qué es. Es como
un orangután...
Pablo Muñoz: Diana Rabinovich más bien lo dijo con un gesto o una actitud de chiste
acerca de que los hombres a partir de la detumecencia tienen que empezar a hablar para
justificar lo que pasó. Era algo de ese orden...
A.E.: aaahhh! Algunos hacemos distinto, empezamos antes. No solamente a las chicas
les duele la cabeza, eh? ¡Muchas veces cuando tenés miedo de que no funcione... te borrás y
chau!
Pablo M.: te quería preguntar, cuando vos hablás de existencia, de existir por fuera. No
lo tengo exactamente claro, pero si mal no recuerdo, en el Seminario 22, Lacan habla del
inconsciente como lo que existe por fuera de lo simbólico. (inaudible) Y me preguntaba si la
existencia no supone la referencia a lo que está fuera de lo que existe. (inaudible) ¿Cómo pensar
que el inconsciente existe por fuera del cuerpo? (inaudible)
A.E.: a mí me confunde, porque me pareció que dijiste que la existencia es existir por
fuera de la existencia. La existencia es “por fuera de”... por fuera ¿de qué?
P.M.: en el caso del inconsciente dice que ex-siste a lo simbólico. Cuando vos decís que
existe fuera del cuerpo, independientemente del cuerpo, me preguntaba si no había relación
entre el inconsciente y el cuerpo en la medida en que el inconsciente existe por fuera de
(inaudible)
A.E.: pero si para vos existe por fuera del cuerpo, me parece que ahí tenemos un punto
de comunión enorme. Me parece que el problema que tenemos es que, para muchos, el
inconsciente está dentro del cuerpo, y para otros –la enorme minoría- el inconsciente está afuera
de cada uno. No solamente del cuerpo, sino fuera de todo lo que sea uno para uno. Y es por eso
que para mí se hace lógico el otro credo que nosotros sostenemos –pero creo que es por
conveniencia económica- y es que no hay autoanálisis. ¿Por qué no hay autoanálisis? Freud
hizo autoanálisis, eso es un problema. Lacan no hizo ninguno. ¿Sabían que Freud analizó
durante 7 años, 6 veces por semana a Anna Freud?
Comentario: ¿a la hija?
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A.E.: sí, a la hija, a la que familiarmente llamaba “Anna Antígona”. A los 14 años ella
participaba de las reuniones de los miércoles. Y después recibió el anillo, uno de los siete
anillos. ¿Por qué hace falta un analista? A mí me parece que hace falta un analista –
lógicamente- porque hace falta fundar un espacio “inter” entre dos instancias, y ese espacio
“inter” es absolutamente inmaterial. El inconsciente solamente existe entre analizante y
analista. Decir que el inconsciente existe por fuera de lo simbólico es una petición filosófica
que yo no sé qué quiere decir. Son esas frases filosóficas de Lacan que a mí me complican
muchísimo, yo no sé qué quiere decir esa frase.
A.E.: no, por supuesto que no. Podrá tener algo que vos evalúes como un lapsus, o
soñará, todos soñamos... y ¿quién está en análisis? Qué se yo. El inconsciente es del
psicoanálisis. Estamos siempre intentando hablar dentro de la perspectiva del inconsciente del
psicoanálisis: aquel que implica una dimensión de conflicto, un acto pendiente y una
intervención posible que habilite un acto verdadero que cambie la posición de nuestras vidas en
relación a otras personas. Eso.
E.L.: pero por fuera del dispositivo analítico, el inconsciente está,... (inaudible)
A.E.: pero no tiene ningún valor. Salvo que alguien vuelva a la sesión y lo diga. Por
ejemplo, vos podés volver a tu sesión y decir: “el otro día me fui pensando...”. Otro ejemplo: un
amigo que estaba borracho, me dice en una reunión que había tenido el “sueño fundamental de
su vida”... pero que no se lo acordaba, se lo había olvidado. ¿Eso es inconsciente? Para mí, en
función de cómo yo trabajo en mi consultorio, no. Si yo ahora cometo un lapsus y alguno de
ustedes me lo interpreta, a mí no me significa nada. Yo nunca interpreto a nadie que tenga un
lapsus casual, en la calle, nunca. No interpreto a amigos, ni a familiares. Si alguno de ustedes se
ríe de mis lapsus, verán que yo sigo adelante. Porque a mí, eso, por fuera del dispositivo son
extrapolaciones inmedidas. Me parece que el inconsciente tiene un estatuto operativo...
E.L.: eso sí, pero el sujeto del inconsciente existe fuera de la sesión.
A.E.: tiene que haber dos instancias para que generen un espacio en el cual se aloje lo
que llamamos inconsciente. Si no están esas dos instancias, y ese espacio no es inmaterial, no.
Pero eso es para mí, como yo lo pienso. Por ejemplo, si un paciente me dice: “Yo creo que no,
pero ella me dijo que sí”, yo intervengo de la siguiente manera: ¿y por qué creés que ella te dijo
que sí? Porque para mí, el inconsciente está “entre”. Porque es más importante lo que dice ella
que lo que diga él. ¿Y por qué creés que ella te dijo eso? “¡Y yo qué sé!”. No, no, pensémoslo,
pensemos por qué ella te habrá dicho que sí. Es muy importante.
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E.L.: pero, por ejemplo, si una paciente se está por recibir, tiene que dar su último
examen y antes de ir, en la ducha, se quiebra una pierna... ¿qué pasó ahí?
A.E.: nada hasta que no lo hablen ustedes en sesión, lo interpreten y lo hagan existir.
Nada. Se cayó y se quebró la gamba en la bañera, pobre.
E.L.: (inaudible)... pero ¿no hay sujeto del inconsciente, cuando se cayó, ahí?
A.E.: sí, sí, yo te entiendo, pero no veo por qué lo tendríamos que argumentar así.
Entonces, cualquier accidente...
A.E.: claro, totalmente. Para mí, el inconsciente con el Uno en el sentido de individuo –
que es el de Freud-, para mí es un invento de Freud. El inconsciente inter de Lacan, ése me
resulta operable clínicamente. Con el de Freud, hay que estar luego con proyecciones e
introyecciones –porque después hubo que emparchar el sistema freudiano, Melanie Klein
emparchó el sistema, con proyección introyectiva, introyección proyectiva, etc. ¿por qué hizo
falta todo eso, adentro de quién está? Me parece que...
Comentario: inaudible
A.E.: bueno, en Lacan están los dos, depende de qué citas se tomen. En Freud no están
los dos, en Freud como argumento está solamente que es interno al cuerpo. Pero es cierto que
Heidegger vino después, es cierto que Freud no conocía nada de matemática y no podía pensar
ninguno de estos problemas, aunque ya estaba la teoría matemática desarrollada, pero Freud
tenía una formación matemática muy pobre o no le dio importancia alguna.
Elisa Bellman: si uno no sostiene lo que vos planteás se hace difícil ubicar la cuestión
de la transferencia, si se piensa que el inconsciente está también en la situación de la bañadera,
ahí se complica para pensar la transferencia.
A.E.: por ejemplo, ¿vieron esos momentos del análisis en que el paciente les dice “no sé
si le conté alguna vez...”? Uno ya sabe lo que es, pero le decís “no, no me contó...”, entonces el
paciente te dice: “una vez, justo antes de recibirme, me caí en la bañadera”, 14 años antes, esto
le ocurrió hace 14 años. Eso que pasó lo cuenta en sesión 14 años después. Puede ser, no?
Bueno, ¿cuándo es inconsciente? Qué lío, no? ¿Ven qué lío? Podría ser que algún loco dijera
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que es inconsciente tan sólo cuando se lo cuente al analista, y el analista lo escuche y sobre eso
se pueda decir algo tal que revele algo de la dimensión de la verdad que estaba en juego. Si no,
es una caída. De vuelta: no digo que yo tenga razón, sólo extremo una posición para que
hagamos dos argumentos –la otra tiene un aval intuitivo muy fuerte- pero yo no conozco el
inconsciente, no sé quién tiene razón. Trabajo de una manera, y al igual que todos ustedes, estoy
contento con los efectos clínicos que produzco. No conozco ningún psicoanalista que no esté
contento con los efectos clínicos que produce, bueno, yo también. Pero ¿quién sabe qué son
esos efectos y por qué son? Tenemos teorías, teorías y teorías. Lo que quiero establecer con
esto, es que hay otra. Sobre la teoría que reina, hay posibilidad de construir otra. Y teniendo las
dos, podríamos ver cuál se adecua más a ciertos problemas clínicos. Por ejemplo: “no puedo
levantarme de la cama, no tengo fuerzas para levantarme de la cama”. ¿Es astenia o depresión?
Si es astenia no nos interesa, tiene que ir al médico. Si es del cuerpo, tiene que ir al médico,
tiene que comer más carne, no sé, digo cualquier cosa. Pero si es depresión, eso que la gente
dice “no tengo fuerzas”, es de otra índole, es otro tipo de problema. Es discursivo, quizás.
No es un añadido.
¿Es una lectura que es sólo de Lacan, vieron? No es que hay primer Freud, segundo
Freud, no. Es que el segundo es el primero. Lo vuelvo a leer 2.
2
Escritos 1, pág. 39, Siglo XXI (1985)
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“...el orden del símbolo no puede ya concebirse como constituido por el hombre sino
como constituyéndolo.
Son pequeñas citas de párrafos. Este es el párrafo donde Lacan articula Kierkegaard y
Freud en la teoría de la repetición, o sea, lo que está en juego aquí es la teoría de la repetición, y
lo que repite para Lacan hay que ponerlo en la lógica del orden simbólico; no de la compulsión
de repetición entendida como repetición de lo mismo, de lo real.
Lo leo de vuelta:
Orden de 2: símbolos
Orden de 3: números
Orden de 4: letras
Podría ser interesante hacer consecuencias clínicas de esto, ¿entienden? Que cualquier
elemento que ustedes tengan trabajando, si la lógica estructural no es cuaternaria, no pueden
considerarlo letra. Por ejemplo, en la psicosis. O sea, al significante esencialmente localizado
Lacan lo designa “letra”. Lo que les estoy proponiendo como idea es que solamente allí... De
hecho, yo en la tabla podría haber puesto letras griegas en lugar de símbolos, en lugar de
números letras arábigas, y en lugar de letras griegas, dibujitos. De hecho, de estos dos (+ -)
nadie dice que son dos. 1, 2, 3, ¿en sí, son tres? No, son cuatro. ¿Entienden? No hay nada en la
esencia de los elementos que obligara a Lacan para escribir tres poner los números 1, 2, 3;
podría haber escrito a, b, c. Y para escribir el orden de cuatro podría haber elegido 1, 2, 3, 4. Es
una elección de Lacan. ¿Por qué eligió letras para cuatro, números para tres y + - para dos? Lo
que les propongo es que hay una relación entre llamarlo letra y que sea un orden de cuatro.
Ahora voy a tratar de establecer las características de los tres órdenes para justificar estas
lógicas.
Les planteo cuál es el problema que podría estar presentándosenos en el borde del decir:
en psicoanálisis, la cantidad siempre ha sido un problema. De hecho, hay una noción energética
apta para albergar en sí la energía del aparato que es la libido, pero que es una noción que como
tal no es apta para ser mensurada. No hay cómo concebir + - libido. No hay concepto alguno,
¿entiende? Freud dice que la madre libidiniza el cuerpo del niño. El término “libido” no
permite decir en cuánta cantidad. Para nosotros hay un problema muy serio en psicoanálisis y
es el problema de la cantidad. Si alguien dijese “yo sufro mucho, muchísimo, sufro más ahora
que antes, o menos ahora que antes”. Ese más y ese menos, ¿cómo pensarlos? Si en el análisis
no tenemos instrumentos válidos para pensar el problema de la cantidad. Pero no pierdan de
vista que acá yo estoy hablando de un orden de dos elementos, de un orden de tres elementos y
un orden de cuatro elementos. Dos, tres y cuatro, que son la cantidad de elementos, ¿ven que no
son conjuntos? Porque si fuesen conjuntos, no tendrían por qué ser distintos en función de la
cantidad. En un conjunto de dos elementos y un conjunto de tres elementos, no porque sean tres
hay relaciones entre sí de tal manera que ellos cambien en función de cómo cada uno de ellos
estaban en el conjunto de dos. ¿Me siguen?
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Uno podría decir que este 1 (del conjunto A) es el mismo 1 que éste (del conjunto B) y
que el 2 del A es el mismo 2 que el del B. De hecho, si me preguntara por las relaciones que
guardan entre los dos conjuntos, podría decir que A es subconjunto de B, sería un subconjunto
estricto, que es cuando todos los elementos de uno están en el otro, pero no viceversa. Lo que
estoy diciendo es que, en la estructura, si los elementos son dos, podríamos llamarlos
“símbolos”. Si los elementos son tres, ya no son los mismos. Por el hecho de ser tres, ellos
cambian, y conviene llamarlos “números”. Y si son cuatro, conviene designarlos “letra”. Lo
que yo les decía era que podíamos hacer al revés, podríamos decir que la cantidad de elementos
que caracteriza a la estructura es lo que habilita la función. Por ejemplo: que, si la estructura no
operara con cuatro elementos, entonces no habría letra. Para Freud, el complejo de Edipo es
tripartito. Para Lacan, la metáfora paterna o el complejo de Edipo completo es cuatripartito.
Madre, padre, niño y muerte al principio, madre, padre, niño y falo más adelante. Es la
corrección que Lacan propone al sistema freudiano: pasarlo de tres a cuatro. Y habría que ver si
no tiene estricta razón Lacan, me parece que sí. Con el sistema de tres no hay forma de pensar la
psicosis. En el sistema de tres de Freud, no hay forma de pensar la psicosis, porque para
pensarla hace falta un cuarto elemento para que nos dé qué relación a ese cuarto elemento tienen
padre y madre, para saber si alguno de ellos va a funcionar como Otro. Para decirlo en términos
de nuestra disputa: si para un caso particular, padre y madre –ambos- no son sin el cuerpo, está
garantizado que es un caso de psicosis. Porque hay y sólo hay Nombre-del-Padre en el caso en
que es sin el cuerpo. Si cualquiera de los dos –padre o madre- hace coincidir la función
Nombre-del-Padre con la carne, es psicosis. Y fíjense que Lacan lo escribe así:
Nombre-del-Padre
Deseo de la madre
Pero los lacanianos no, los lacanianos lo escriben sin guiones. Pero Lacan sí, siempre.
Cuando se escribe con guiones es porque los elementos están unificados, Nombre-del-Padre son
3 y 1, son 3 que hacen 1. Son 3 elementos y 1 que es el sintagma, todo junto, que es de otra
índole.
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Pero Deseo de la madre nunca se escribe con guiones. Porque lo que diferencia al nivel
estructural es con qué cantidad de elementos opera la estructura, para ver qué cantidad de
diferencias pueden escribirse. Con padre, madre y niño, no se puede escribir la diferencia que
está en juego en la psicosis.
Vamos a trabajar eso ahora. Primero, el historial freudiano, la anécdota freudiana del
fort-da y la voy a presentar como a mí me parece que debe ser presentada y es bajo la
perspectiva de que, por carecer Freud de una teoría como esta, Freud comete un error. Vayamos
al caso: es un niño medio lento, el nieto de Freud, muy buen chico, se dejaba criar muy bien,
que no se ponía a llorar cuando la madre se iba, y que se caracterizaba por tener un juego un
poco molesto y era que todos los juguetes que tenía dentro de la cuna, los tiraba lejos diciendo
“ooooooo”. En ese estado, el juego no se entiende. El niño jugaba a eso. Recuerden que para
Freud es más allá del principio del placer. Freud lo da como ejemplo del más allá del principio
del placer.
¿Cómo fue la experiencia? El juego del niño, en lo que el juego tiene de repetido, era
tirar los chiches fuera de la cunita y decir “ooooo”. En ese estado de situación, Freud confiesa –
aunque no saca las conclusiones de ello- que él no entendía para nada de qué se trataba. Sólo
una vez él vio lo que Freud llama el “juego completo” pero que no era el juego repetido del
niño. ¿Cuál era el juego completo? Era un caso en el que el niño, que era bastante chiquito,
logró cierta maniobra un poco más compleja, que era tirar un carrito atado con un piolín por
fuera de la cuna, manteniendo el piolín agarrado con la otra mano, o sea, lo tiraba y lo
recuperaba. Y ese juego de tirar y recuperar, el niño lo acompañaba con “ooooooo”, “aaaaaa”.
Entonces Freud dice que ahora sí se entiende: “oooooooo” es “fort”, se fue, no está; y
“aaaaaaaa” es “da” (que está presente en el Dasein de Heidegger, que quiere decir estar
presente, ahí. Entonces: no está, se fue y está. Ese es el juego completo, que para Freud no trae
ningún problema. No es ningún argumento para más allá del principio del placer. ¿Cuál es el
argumento para el más allá del principio del placer? Que el niño no jugaba al fort-da, el niño
jugaba sólo al fort. El niño sólo repetía el tirar.
Entonces Freud produce un salto de esos que venden y dice: los chiches representan a la
madre. ¿Cómo puede ser que un niño juegue a que justamente el objeto –la madre- se va?
Porque el nene jugaba a tirar los chiches, y a producir “ooooooo”. Que el niño jugara solamente
a esto, para Freud es más allá del principio del placer. Si el niño repitiera el juego entero, para
Freud sería teoría psicoanalítica del juego: el niño reproduce activamente lo que sufre
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pasivamente. Se va y vuelve. Pero hay un juego que para Freud es increíble y que
necesariamente es displacentero.
O sea, que lo que esto (fort) llama, dice, o quiere decir ¿de dónde lo obtiene o lo toma?
De “da”. Lo que Lacan dice es que “fort” no vale por “fort”, que en un sistema dual -si es que
existiese- y si ese sistema dual fuese simbólico en el sentido del símbolo del hombre –no en el
sentido del símbolo de la abeja, el delfín o la ballena, no en ese sentido- Lacan dice que lo que
“fort” quiere decir lo obtiene de “da”. ¿Y cómo es que lo obtiene? Como “no-da”. Es una
forma de escribir negación en lógica: fort = - da
Entonces, lo que cada elemento es, el ser del elemento en la categoría de lo simbólico,
tampoco lo obtiene de sí mismo. Vean que aquí también nos encontramos con el problema de la
existencia. Y es que el ser de “fort” lo obtiene de “da”. Tanto es así, digo, esta teoría delirante
podría sostenerse, porque Freud no entendió qué quería decir “oooooo” hasta que vio el juego
completo, con “aaaaaaa”, entonces ahí dijo “ah, ahora entiendo”. “ooooooo” es fort y
“aaaaaaaa” es da. Hasta que no apareció la dupla, “oooooooo” no pudo decir lo que quería decir.
Si el ser de fort proviene del da, y ustedes lo aceptan, ¿cuál es la mejor forma de contar
con la presencia de la madre? ¿No es operar con su ausencia? A mí me parece que el juego del
nieto de Freud no es más allá del principio del placer, es puro principio del placer. En el sentido
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de Lacan, si nosotros aceptamos que cada uno de los términos obtiene del otro lo que es capaz
de decir. Vamos a hacer un poco de psicología: piensen en una pareja, una pareja de ustedes, si
no la tienen la imaginan. ¿Nunca se encontraron con la siguiente circunstancia: ¿que cuando
pensaron que se podían separar de esa persona, mejor se llevaron? Digo, cuando uno intenta
rechazar todo el tiempo la posibilidad de la separación, o sea, cuando uno quiere sostener el
vínculo, vía el “da”, vía la presencia, como esas películas como Portero de noche en la que se
encierra al ser amado por celos, eso ¿aumenta o disminuye los celos? Lo aumenta. Cuando uno
tiene una pareja, la mejor forma de llevarse pacíficamente con esa pareja ¿no es contar con que
uno la puede perder? ¿Uno no se tranquiliza muchísimo en ese vínculo, cuando piensa que ese
vínculo puede cortarse?
Pero es el “hay del Uno” de la teoría de conjuntos. El “hay del Uno” de la teoría de
conjuntos es que es un conjunto que tiene un elemento. Que si uno hace el cardinal de ese
elemento... el cardinal de un conjunto es 2 n, así se calcula el cardinal de un conjunto. Es el
número de subconjuntos del conjunto, que incluye el conjunto vacío. Entonces si tenemos el
conjunto de un elemento, el cardinal también es 2 n El problema se presenta con el conjunto
universal, {U} ¿cómo sería el cardinal? 2u?
“La simple connotación por (+) y (-) de una serie que juegue sobre la sola alternativa
fundamental de la presencia de la ausencia permite demostrar cómo las más estrictas
determinaciones simbólicas se acomodan a una sucesión de tiradas cuya realidad se reparte
estrictamente ‘al azar’
un pequeño ejercicio sobre eso para que veamos alguno de los problemas. Saben que
“azar” viene de “azahar”, ¿se acuerdan del Ludo-Matic? Había un dado que tenía una flor en
uno de los lados, el azahar, que indicaba una de las seis caras del dado.
Supongan que yo esté trabajando con dos signos – (- -) y que esté trabajando con algo
cuyas chances sean dos. Por ejemplo, la tirada de una moneda, que yo establezco “cara o ceca”,
como + y – para ir anotando los registros. Lo primero que no hay que olvidarse es que ya en esa
misma experiencia, lo que yo voy a empezar a producir como un trabajo al azar no implica el
registro de la mera ocurrencia de lo que al nivel de un real -ingenuamente planteado- nos pueda
presentar. Voy a lo siguiente: si agarramos una moneda y la tiramos al aire... yo cuando era
chico jugaba y la moneda caía al piso, pero podía ser que se cayera a la alcantarilla o que cayera
de canto entre dos adoquines. ¿Qué pasaba ahí? ¿Qué pasaba si caía de canto? “No vale, va de
vuelta”. ¿Cómo “va de vuelta”, si es un resultado que apareció? Con lo cual, observen que
cuando se dice que es un cálculo probabilístico, no pierdan de vista que ya hay un sistema
operando antes, que solamente admite como válidos algunos resultados, otros no. Es un
problema de la teoría ingenua del acontecimiento, porque es el sistema mismo el que permite
decir que un acontecimiento tenga el valor de acontecimiento único. Es el sistema el que
establece cómo son leídos los acontecimientos mismos, los sucesos. Hay sucesos que no se
cuentan. Establecido esto, que ustedes no registran lo real, sino que ya ese real ya está
atravesado por el problema de lo simbólico, y es lo simbólico lo que dice que solamente dos
resultados van a aceptarse; si uno se pregunta –y esto es clave, porque Lacan dice que es la
pregunta lo que registra la entrada del sujeto en lo real, o sea, no hay para nosotros relación
sujeto-real si no hay pregunta- y la pregunta en este caso es ¿qué chances tengo de obtener un
(+) o un (-)? Si yo tengo una tirada, las chances son del 50%. Si yo me pregunto qué chances
tengo de obtener dos caras consecutivas, observen que he duplicado los casos y ya estoy
ejerciendo la memoria, solamente con preguntarme, las chances han bajado a la mitad. Vean que
esta pérdida es una pérdida que yo la veo provenir de lo real, pero es una pérdida a causa de mi
maniobra sobre lo real. No es el real puro el que introduce pérdida.
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Párrafo siguiente:
“Basta en efecto simbolizar en la diacronía de una serie tal los grupos de tres que se
concluyen a cada tirada definiéndolos sincrónicamente por ejemplo por la simetría de la
constancia (+++,---) anotada con (1) o de la alternancia (+-+, -+-) anotada con (3),
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reservando la notación (2) a la disimetría revelada por el impar bajo la forma del grupo de dos
signos semejantes indiferentemente precedidos o seguidos del signo contrario (+--, -++, ++-,
--+),
“Basta en efecto simbolizar en la diacronía de una serie tal los grupos de tres que se
concluyen a cada tirada definiéndolos sincrónicamente...
Comentario inaudible.
Que tiene que ver con el tiempo, sí, tiene que ver. Pero sincronía no significa que reina
y rey son dos palabras que aparecieron simultáneamente a fines del siglo IX de nuestra era. Eso
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sería simultáneo. La aparición de dos palabras el mismo día, el mismo mes, en dos textos
distintos, sería simultánea. Sincrónico es que en determinado momento se considera a la lengua
como un sistema. Por eso yo decía que a la lengua no le conviene la lógica del conjunto. Porque
el conjunto no considera a los elementos que participan del conjunto como participando de un
sistema. O sea, lo que se considera es que, si hiciésemos un corte en cualquier momento
determinado, si nosotros suponemos que el español hace sistema, esa perspectiva del español es
sincrónica. No importa qué día, qué año, qué siglo, sino que en un momento determinado –ese
momento es x- que no se correlaciona con ningún otro momento simultáneo a ese, sino que si
hacés un corte temporal -uno solo- el suponer que la lengua hace sistema, es un corte
sincrónico. Ahora, suponer que haya un sistema, es lo más oscuro del lenguaje. Lo más evidente
del lenguaje es: primero un término, después otro término, luego otro, y luego otro. Lo más
difícil de suponer es que esto se verifica, que forme parte de un sistema, el sistema siempre está
oculto. La secuencia es intuitivamente verificable, es muy fácil decir un término, luego otro y
luego otro. Eso es muy fácil decir, parece obvio y evidente. Ahora, que todos los términos de la
lengua constituyen un sistema, que actúan todos ellos entre sí, todo el tiempo, es lo más oscuro.
Miren cómo lo dice Lacan en Subversión del sujeto:
“Pero la estructura sincrónica está más escondida y es ella la que nos lleva al origen...
¿Escucharon que es la que está más escondida? Viene la estructura diacrónica y luego la
sincrónica. Para Saussure están las dos, pero Lacan presenta algo que es muy clínico y es decir
que la sincrónica está más escondida. Es más escondida para quien habla y para quien escucha.
Comentario inaudible
A.E.: lo que estoy diciendo es que el elemento que estoy acentuando, participa de un
sistema. Que el español es como un reloj, para trabajar con las metáforas del comienzo de estas
reuniones. El español es un aparato que funciona. Y que cada parte tiene un lugar específico
dentro del aparato y que sin esa parte el aparato no funcionaría. Hoy, satisfacción e
insatisfacción, no los entenderíamos como los entendemos ni los viviríamos como los vivimos,
si no tuviésemos el término pasión connotado con la pasión de Cristo en nuestra cultura
judeocristiana. O sea, lo que placer y displacer quieren decir, lo pueden llegar a decir porque
participan de un sistema donde no es evidente, pero están articuladas y determinadas
mutuamente por el término pasión. Antes de la entrada de la pasión de Cristo al orden
simbólico, satisfacción e insatisfacción tenían otra connotación. Por ejemplo, la satisfacción no
era pecaminosa. Pavada de diferencia. Nadie hubiese ido al analista antes de Cristo, por
masturbarse. Porque tocársela era lo más normal del mundo. Pero a partir de la pasión de Cristo,
obtener satisfacción del cuerpo por fuera del sistema de producción de almas cristianas, es un
pecado. ¿Por qué tanta culpa con la masturbación? La masturbación despierta culpa en nuestra
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Vamos a trabajar el sistema que escribió Lacan. Lacan propone hacer una maniobra que
significa tomar sincrónicamente tres elementos sucesivos. ¿Entienden lo que eso quiere decir?
Hacer de tres elementos aparecidos uno luego del otro, un sistema. Y a este sistema: (+--) lo va
a llamar 2.
Les intercalé un renglón3 para mayor claridad del sistema, y el sistema que estamos
utilizando ahora es dual, ¿por qué? Porque este sistema se clasifica así, miren: este sistema, que
se llama 1, es una simetría constante, y es cuando los tres términos son iguales. Hay otro caso
que también es simetría, que es cuando es capicúa (los signos de los extremos son iguales) y se
llama 3. Son dos casos de capicúa: el que se llama 1 es cuando el término intermedio es igual
que el de los extremos, entonces tanto el caso 1 como el caso 3, son casos de S, simetría. Si
pusiésemos en la mitad de estos tríos un espejo, obtendríamos los mismos resultados. Entonces
tenemos dos casos de simetría, capicúa constante (1) y capicúa no constante (3). Otra cosa más:
vamos a tener una convención de escritura y es que al trío de elementos le vamos a poner el
nombre que le corresponde debajo del tercer elemento.
3
el renglón con D y S
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¿Ven cómo procedo? Corriendo de a uno para mantener los tríos. A cada trío lo
considero sincrónicamente. Como participando de un sistema para el cual la emergencia de los
sucesos en distintos momentos no me altera la calidad del sistema. ¿Entienden? Yo digo una
palabra hoy y digo una palabra mañana. El hecho de que yo la diga mañana no significa que esa
palabra no constituya sincrónicamente un sistema con la que dije ayer. Pero ese sistema
sincrónico no es simultáneo: porque los dos términos fueron pronunciados en días distintos.
Esto es muy interesante para pensar el material que aparece en las sesiones, si se les puede
aplicar –sí o no- una lógica sistemática a elementos aparecidos. No es un elemento nuevo
advenido después, no es un acontecimiento. Es como si estuviesen presentando los engranajes
de un reloj mecánico, pieza por pieza, uno, otro, otro, pero a pesar de que vayan apareciendo
uno por uno, todo funciona constituyendo sincrónicamente un sistema, una máquina.
Vayamos al primer caso de 1 (ver primera tabla, resaltado en fucsia), es una simetría
constante, es decir que arriba del 1 tengo que tener tres elementos iguales hacia la izquierda. Es
(---). El caso siguiente, si yo abandono este – y tomo el + de la derecha, (ver segunda tabla,
resaltado en rojo), ahora ya no es capicúa, porque es (--+) entonces se llama 2. ¿Estamos hasta
aquí?
Siguiente paso: dejo este – y tomo el siguiente -, estoy con este trío ahora (-+-) entonces
es un 3 porque el término del medio es distinto del de los extremos (que son iguales) pero a
pesar de ser un 3, también se llama simetría, es simetría no constante. No pierdan de vista que
estamos encabalgando sistemas de 2 y de 3 elementos simultáneamente, o sea, trabajamos con
1,2, y 3 y con D y S.
La cantidad de casos: la cantidad de casos que puede haber de simetrías son dos
constantes y dos no constantes. La cantidad de disimetrías son cuatro.
Es decir, que los casos que nosotros vamos a trabajar como sorprendentes, son los casos
de disimetría. O sea, cuando los términos ni comienzan ni terminan iguales.
“Basta en efecto simbolizar en la diacronía de una serie tal los grupos de tres que se
concluyen a cada tirada definiéndolos sincrónicamente por ejemplo por la simetría de la
constancia (+++,---) anotada con (1) o de la alternancia (+-+, -+-) anotada con (3),
reservando la notación (2) a la disimetría revelada por el impar bajo la forma del grupo de dos
signos semejantes indiferentemente precedidos o seguidos del signo contrario (+--, -++, ++-,
--+), para que aparezcan, en la nueva serie constituida por estas notaciones, posibilidades e
imposibilidades de sucesión que la red siguiente resume al mismo tiempo que manifiesta la
simetría concéntrica de que la tríada está preñada-
Para que aparezcan basta con haber pasado de este sistema a este sistema, para anotar
los resultados de un sistema en otro sistema (de +- a DS), basta que yo pase a escribir los
resultados de un sistema en otro sistema, para que empiecen a aparecer posibilidades e
imposibilidades de sucesión que la red siguiente resume. O sea, que Lacan está proponiendo que
la posibilidad y la imposibilidad es introducida en lo real, en este caso por la transcripción de un
sistema dual en un sistema triádico.
Entonces Lacan dice así, en la siguiente red. Si nosotros partimos de un 1, o sea es partir
del siguiente trío (+++), el signo siguiente será o un + o un -, y los nuevos tríos formados serán
o (+++), que es un 1; o (++-) que es un 2.
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Volcado en el grafo (red) quiere decir que partiendo del 1 sólo se puede ir o a un 2 o al
1. Si estoy en el 2 (par) sólo puedo ir al 3, al otro 2 (impar).
1 3
---Fin de la grabación---