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Los precios y el coronavirus: ¿Intervención o

empatía?
A raíz del malestar causado en la población por el alza de precio por efecto del coronavirus, el autor
aclarara algunas dudas sobre los incrementos de precios . Asimismo, explica cómo es que otros países
han atendido dichas alzas y desarrolla los efectos que podría tener la implementación de un control de
precios y la labor del Indecopi.

Introducción
El desarrollo de una pandemia en el mundo por la aparición del nuevo coronavirus (COVID-19), ha
traído consigo diversas situaciones excepcionales que han venido aconteciendo en los países afectados.
Dichas situaciones originaron que los gobiernos implementen medidas en distintos ámbitos para
enfrentar esta crisis.
En ese contexto, se han manifestado una serie de hechos que generaron malestar en la población. Uno
de ellos es el alza de los precios. En medio de la crisis, algunos productos médicos para evitar el
contagio, así como otros productos de primera necesidad, han visto incrementados sus precios. Ante
esto, el clamor de una parte de la población apunta a la entidad defensora de los consumidores:
Indecopi. Este sector pide que la agencia intervenga de alguna forma, quizá controlando precios.
En este artículo, intentaremos aclarar algunas dudas sobre los incrementos de precios acontecidos en
distintos países por efecto del coronavirus, luego veremos cómo es que los países han atendido dichas
alzas, para finalmente evaluar los efectos que podría tener la implementación de un control de precios y
la labor del Indecopi.
La formación del precio
El Perú sigue un modelo de economía social de mercado[1]. Según Samuelson y Nordhaus, en un
sistema de mercado los consumidores son como votantes quienes utilizan sus “votos monetarios” para
adquirir lo que desean. Una economía de mercado es un complejo mecanismo mediante el cual millones
de productores y consumidores interactúan para determinar precios e intercambiar bienes y servicios[2].
Una economía de mercado se rige por la ley de la oferta y la demanda.
La oferta es la cantidad de un bien que los productores están dispuestos a producir y vender a un
precio determinado. En este caso, la cantidad ofrecida de un producto es directamente
proporcional al precio al cual este se ofrece: a mayor precio, los productores estarán dispuestos a
producir y vender más de dicho bien; mientras que, a menor precio, los productores estarán dispuestos a
producir y vender menos de este.
Por su parte, la demanda es la cantidad de un bien que los consumidores están dispuestos a
adquirir a un precio determinado. A diferencia de la oferta, la cantidad demandada es
inversamente proporcional al precio de un producto: a mayor precio, los consumidores estarán
dispuestos a comprar una menor cantidad de un bien determinado mientras que, a menor precio, los
consumidores estarán dispuestos a adquirir más unidades de este[3].
La interacción entre la oferta y la demanda en el mercado da lugar a un precio y a una cantidad
de equilibrio. En ese sentido, el precio de equilibrio se establece cuando la cantidad de bienes que
desean vender los productores es igual a la cantidad de bienes que desean adquirir los consumidores.
Dicho equilibrio tiende a mantenerse estable -siempre que todos los demás factores permanezcan
constantes- hasta que alguna circunstancia distinta al precio del producto altere la oferta o la
demanda.
En ese supuesto, si esta alteración genera que la demanda de un bien aumente, el desplazamiento de
esta determinará un precio de equilibrio más alto. Por el contrario, si dicha alteración genera que la
demanda de un bien disminuya, el desplazamiento de esta definirá un precio de equilibrio menor. De
manera similar, estas circunstancias pueden aumentar o disminuir la oferta.
La pandemia y el incremento de precios
Con el inicio de la emergencia sanitaria y la difusión de fake news se propició una alerta
generalizada en los consumidores que pronosticaba consecuencias trágicas, las cuales fueron en
ascenso con la identificación del primer caso de coronavirus en el Perú. Esta situación de alerta generó
que los consumidores, ante el temor de contagio de enfermedades y el posible desabastecimiento de
productos de primera necesidad, decidan adquirir una gama de productos vinculados con la emergencia
sanitaria. Por ello, las mascarillas y el alcohol en gel, así como diversos productos de primera
necesidad, fueron los más demandados por los consumidores.
Este comportamiento generalizado manifestó un considerable incremento en la demanda de dichos
productos, generando que los principales comerciantes y productores elevaran sus precios, como
resultado natural de la dinámica económica. Así, las mascarillas subieron de S/ 6 a S/ 18 y el alcohol en
gel llegó a un precio de S/ 25 [4]. Por su parte, los productos de primera necesidad como tomate, limón,
frejol, azúcar, arveja, papa y espinaca se incrementaron entre 14% y 30% [5]. Este incremento de
precios generó la indignación de muchas personas, quienes requerían que el estado intervenga ante
semejante “atropello”.
De acuerdo con la doctrina del Derecho de la Competencia, un precio es “excesivo” cuando supera
significativamente al precio competitivo (aquel del equilibro de la oferta y la demanda)[6].
Asimismo, desde un punto de vista, es posible afirmar que el “precio excesivo” no tiene impacto
negativo en la competencia, sino directamente en los consumidores, al forzarlos a pagar precios más
altos. En el Perú, de acuerdo con lo dispuesto en el Texto Único Ordenado de la Ley de Represión de
Conductas Anticompetitivas, son sancionables únicamente las conductas exclusorias, esto es,
aquellas que tienen como efecto sacar a otros competidores del mercado o generar un impacto negativo
en la competencia.
En vista de ello, las conductas con efectos explotativos, como la determinación de “precios
excesivos”, no son pasibles de sanción bajo la normativa peruana. Pero ¿por qué este tipo de
conductas no son sancionadas en el Perú? Analicemos el desarrollo de los conceptos inicialmente
planteados: en un escenario competencia, si algún productor sube mucho sus precios, un competidor o
un nuevo productor que ingrese al mercado podría competir con precios menores, atrayendo la demanda
hacia su empresa y dejando al productor inicial con una cantidad mínima de clientes. Así, el productor
que incrementó los precios se vería obligado a reducirlos para poder competir. De esa manera, la
competencia generaría que el precio vuelva a equilibrio de mercado.
Acciones implementadas por los gobiernos en el extranjero
Una de las formas de poner freno a esa situación es el polémico control de precios. Mediante esta vía,
el gobierno interviene en el mercado, determinando el precio de venta de ciertos productos, ya sea
fijándolo o estableciendo precios máximos.
Este tipo de medidas han sido adoptadas en diversos países en el mundo a raíz del brote del
coronavirus, con la finalidad de evitar que los precios de los productos médicos necesarios para la
prevención de esta pandemia y los productos de primera necesidad se incrementen.
En el caso de Sudáfrica, el Departamento de Industria y Comercio implementó el control de precios de
determinados productos de higiene como desinfectante de manos, mascarillas, guantes quirúrgicos y
papel higiénico; y de productos de primera necesidad como arroz, pasta, azúcar y agua embotellada[7].
En ese sentido, cualquier incremento de precios de alguno de los bienes regulados debe ser equivalente
a un incremento de los costos de proveer dicho bien. El incumplimiento de esta medida podría generar
sanciones que van desde una multa aproximada de 54 mil dólares hasta 12 meses de prisión. Esta
disposición refleja una política mucho más represiva en los mercados que las adoptadas por otros
países.
Por su parte, ante el incremento excesivo de los precios del alcohol en gel, Francia decidió establecer
un control de precios sobre dicho producto. Por ello, mediante el Decreto 2020-197 fijó los precios del
alcohol en gel, los cuales van desde € 2 para presentaciones de hasta 50 ml, hasta € 15 para
presentaciones de 300 ml a más[8].
Situación similar ocurre en El Salvador, en donde la Defensoría del Consumidor acordó fijar los
precios máximos de venta del alcohol en gel y las mascarillas. Cabe señalar que, en este caso, se han
determinado los precios de productos con marca específica y productos de ámbito general
(denominados “sin marca”)[9].
En la misma línea, Argentina intervino en la determinación de precios, en tanto el Ministerio de
Desarrollo Productivo emitió la Resolución 100/2020 que establece el congelamiento de los precios
registrados dentro del Sistema Electrónico de Publicidad de Precios Argentinos (SEPA) al 6 de marzo
de 2020[10]. Esta disposición aplicaría a los más de 2000 productos dentro de la canasta básica familiar
que se encuentran registrados en dicho sistema. Si bien en Argentina se ha venido implementando el
control de precios en algunos mercados, esta medida fue tomada específicamente por la emergencia
sanitaria acontecida con la llegada del coronavirus.
Todas estas medidas manifiestan una clara intervención por parte del Estado en el mercado. Sin
perjuicio de ello, debemos tener en cuenta que el control se ha enfocado en determinados productos y
por el tiempo que dure la emergencia.
Medidas implementadas en el Perú
El control de precios no es la única forma en la que un Estado puede intervenir. Existen otras
actuaciones que los gobiernos y las agencias de competencia pueden desarrollar para intentar
contrarrestar una situación de incrementos de precios.
Como señalamos anteriormente, el incremento de precios se manifiesta cuando la demanda aumenta.
Tomando como premisa lo explicado, resultaría lógico que, al disminuir la demanda, también
disminuyan los precios. Esto cobra mayor relevancia en la medida que somos nosotros mismos, los
consumidores, quienes determinamos con nuestros actos si la demanda aumenta o disminuye.
En ese sentido, el gobierno peruano y el Indecopi han enfocado su actividad ante esta problemática
desde dos perspectivas: asegurar el abastecimiento de producto e intentar reducir en cierta medida
la demanda.
Con ese objetivo, se publicó el Decreto Supremo 044-2020-PCM, en cuyo artículo 2, el Estado
peruano garantizó el abastecimiento de alimentos y medicinas durante el Estado de Emergencia
Nacional. Asimismo, el Ministerio de Agricultura y Riego, a través de la Dirección de Estadística
Agraria, ha venido monitoreando el abastecimiento y precio de los productos en los mercados
mayoristas y minoristas más importantes del país, los cuales son registrados en el Sistema de
Abastecimiento y Precios (SISAP).
A ello se suma el financiamiento para la organización de mercados itinerantes a nivel nacional. Estos
mercados serán implementados en coordinación con el Ministerio de Agricultura y el Programa de
Desarrollo Productivo Agrario Rural (Agro Rural), dando oportunidad a los pequeños productores
de ofrecer sus productos a los consumidores. Por último, se encuentran disponibles las distintas
plataformas digitales “AgroChatea” y “Mi Caserita”, en donde se puede consultar información
del precio de distintos productos en los principales mercados mayoristas y minoristas,
respectivamente.
Por otro lado, el Indecopi ha llevado a cabo una serie de campañas informativas a través de redes
sociales y podcast, mediante las cuales comunica que esta entidad no cuenta con facultades para
controlar precios. Asimismo, ha brindado distintas plataformas para que los consumidores presenten
denuncias ante cualquier hecho presuntamente ilegal relacionado con los sectores básicos priorizados
por el gobierno ante la Emergencia Nacional en el marco de sus competencias.
A todo esto, se han sumado las declaraciones del presidente Martín Vizcarra, quien ha reiterado en
muchas oportunidades que las empresas productoras se encuentran abastecidas, instando a la población
a no realizar compras apresuradas e innecesarias dado que, al comprar más de lo necesario, se
generarán incrementos de precios.
Comprando de manera mesurada
Estas medidas apuntan principalmente a la conducta de los agentes intervinientes (productores y
consumidores) con un objetivo bastante claro: garantizar el abastecimiento de productos para evitar
que las personas piensen en una situación de escasez. En ese sentido, los consumidores no tendrían
incentivos para adquirir en grandes cantidades, por lo que las compras serán más razonables y solo
apuntando a lo necesario. Al reducirse las compras innecesarias o excesivas, la demanda disminuye.
Todo ello trajo consigo que, ante la situación de emergencia, los precios de los productos que
inicialmente sufrieron incrementos disminuyan, mientras que los precios de aquellos productos que no
sufrieron incrementos significativos mantengan el mismo nivel.
Ello puede apreciarse en distintos productos como el pollo vivo en Lima, el cual ante la alarma llegó a
registrar un precio de S/ 5.45 por Kg., para luego sufrir una baja considerable, llegando a registrar un
precio de S/ 2.97 por Kg. Asimismo, otros productos de primera necesidad como el arroz, azúcar, fideos
y limón mantuvieron sus precios cerca del nivel que tenían antes de la emergencia[11].
La experiencia colombiana es interesante. En dicho país, la Superintendencia de Industria y Comercio,
intentando intervenir de manera más inmediata y menos lesiva, hizo un llamado a los principales
gremios económicos instándolos a que no aprovechen la situación de crisis para generar ganancias sin
justificación alguna[12]. Ante ello, dado el incremento de precios por la emergencia en Colombia, los
miembros de la Federación Nacional de Comerciantes suscribieron el “Acuerdo de Autorregulación del
Comercio Colombiano para Emergencia COVID 19” en el cual se comprometen, entre otros, a adoptar
medidas en materia de abastecimiento, y hacen un llamado a manejar racionalmente los precios con el
propósito de evitar incrementos desmedidos y especulaciones[13].
Por otro lado, en Chile, el Ministerio de Economía remitió una comunicación a la industria alimentaria
recomendando a los supermercados y sus proveedores no subir los precios de los productos de mayor
necesidad. Al respecto, distintas cadenas de Supermercados decidieron mantener sus precios durante la
emergencia. Entre estas cadenas, se encuentran Jumbo y Santa Isabel (Grupo Cencosud), Unimarc y
Walmart[14]. Por su parte, Farmacias Ahumada y Cruz Verde emitieron comunicados
comprometiéndose a no subir los precios de los productos necesarios para enfrentar la pandemia[15].
Estas experiencias dan muestra que las recomendaciones planteadas por entidades públicas pueden
influir positivamente en el comportamiento de los agentes económicos beneficiando a los consumidores
y la población en general. En ese sentido, puede enfrentarse el alza de precios, igual o de manera
más efectiva, sin necesidad de intervención directa del Estado para controlarlos.
¿Control de precios en el Perú?
Si bien el Indecopi no tiene facultades para regular precios, ello no quiere decir que no se pueda
establecer algún tipo de normativa similar a las antes vistas para el control de precios.
El artículo 234 del Código Penal configura el delito de especulación, mediante el cual se sanciona al
productor, fabricante o comerciante que pone en venta productos considerados oficialmente de primera
necesidad a precios superiores a los fijados por la autoridad competente. La sanción dispuesta puede
llegar a 3 años de prisión.
Sin embargo, para la aplicación de dicha norma, se requiere de dos supuestos: (i) la existencia de
productos declarados oficialmente de primera necesidad oficiales, y (ii) la determinación de los
precios de dichos productos por la autoridad competente. Este delito está pensado para sancionar a
aquellos proveedores que no cumplan con la aplicación de un régimen de control de precios.
En el marco del estado de emergencia, y dado que dicha situación permite al Estado restringir derechos,
tales como el libre tránsito o la inviolabilidad de domicilio, el gobierno podría emitir un decreto de
urgencia restringiendo algunos derechos económicos. Dado ello, se podrían fijar los precios de
determinados productos, logrando establecer ambos supuestos para la configuración del delito. En ese
sentido, el desincentivo de incumplir la norma sería la posibilidad de aplicar la correspondiente sanción
penal.
Sin embargo, aunque exista la posibilidad, consideramos que dicha medida no resultaría adecuada
ni eficiente. Históricamente, el control de precios ha traído experiencias negativas, entre otros, por las
dificultades existentes para definir el precio que debe aplicarse a una canasta de productos y por
los desincentivos que ello puede generar en los productores. En la medida que el precio de equilibrio
será fijado de manera artificial, la cantidad de bienes que los productores están dispuestos a ofrecer
puede no coincidir con la cantidad de productos demandados.
Esta situación podría generar escasez o desabastecimiento y mercados negros, en la medida que los
productores no tendrían incentivos para ofrecer la cantidad demandada a precios controlados cuando
estos no les reporten los beneficios adecuados, lo que afectaría seriamente a los consumidores y
distorsionaría toda la dinámica económica. Ello sumado a la crisis que venimos sobrellevando y el poco
tiempo que se tendría para aplicar este tipo de medidas, dota de mayor complejidad a la propuesta.
¿Qué puede hacer el Indecopi?
El Indecopi, al igual que las agencias de competencia de otros países, debe desplegar actividades en el
marco de sus facultades. En ese sentido, las funciones del Indecopi están dirigidas principalmente a
investigar posibles comportamientos anticompetitivos, como los acuerdos entre empresas
competidoras para incrementar los precios, reducir la producción, repartirse el mercado o coordinar
posturas en procesos de selección. En particular, las compras públicas cobran mayor relevancia en esta
situación de emergencia dado que el Estado viene destinando cuantiosos recursos para la adquisición de
productos médicos necesarios para enfrentar la pandemia.
Recientemente, la Contraloría remitió al Ministerio de Salud el Informe de Orientación 025-2020 en
relación con la adquisición de mascarillas, advirtiendo de un posible gasto inapropiado de recursos.
Sobre el particular, el Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos en Salud
(CENARES) habría adquirido 1.2 millones de mascarillas N-95 de la empresa PMI Médica a un precio
de S/ 19.60 cada una. Sin embargo, se conoció que la empresa Sinohydro Corporation Limited,
participante del proceso, habría ofrecido el mismo producto a S/ 16.18. Ello generaría un sobre costo
total de cerca de 4 millones de soles al Estado[16].
Caso similar ocurrió en Ecuador, donde el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social tuvo que
suspender la compra de insumos médicos dentro de los que se incluían mascarillas, pantallas
protectoras visuales y alcohol por un valor mayor a 10 millones de dólares. Ello se dio ante las
múltiples denuncias por presuntos sobreprecios respecto de la mascarilla N-95 la cual se adjudicó a un
precio de $ 12, cuando en el mercado local se encontraban a $ 3.90 [17]. Ante esta situación, la
Superintendencia de Control del Poder de Mercado de Ecuador publicó un comunicado recalcando que
los fabricantes, proveedores y comercializadores no pueden aprovechar la emergencia para aumentar
sus márgenes en perjuicio de los recursos del Estado[18]. Asimismo, agregó que se mantendrán
vigilantes para preservar la competencia en procesos de compras públicas.
Dada la emergencia y el poco tiempo con el que cuentan las entidades públicas, pueden presentarse una
serie de problemas en este tipo de adquisiciones. Es importante que las agencias de competencia estén
atentas para asesorar y capacitar a los funcionarios de las entidades involucradas en las compras
públicas que se formulen en el marco de la emergencia. De esa manera se podrían evitar posibles
afectaciones a la competencia que impidan el uso eficiente de los recursos del estado.
Finalmente, resulta importante hacer un llamado a la empatía. El país viene siendo duramente afectado
por esta pandemia, y los costos de esta situación van más allá de lo económico, pues están acabando
con la vida y la salud de muchas personas. Debemos ser solidarios y comprometidos con el futuro del
país. En ese sentido, sería importante que el Indecopi haga un llamado a las empresas que
comercializan bienes para la prevención de la enfermedad o productos de primera necesidad, para que
estas no eleven sus precios o restrinjan su producción con la finalidad de obtener mayores ganancias y
aprovecharse de los consumidores. Recordemos que este tipo de prácticas afectan más a los
consumidores de escasos recursos, quienes se verán privados de la protección y alimentación necesaria
para sobrevivir a la pandemia.
Conclusiones
La formación de precios en una economía de mercado permite una asignación eficiente de los recursos,
en la medida que la cantidad de productos ofrecidos coincide con la cantidad de productos demandados.
El control de precios puede ser una medida contraproducente, más aún si es implementada de
manera apresurada y sin un adecuado estudio. Ello perjudicaría significativamente a la economía,
afectando no solo a los proveedores de productos a quienes les fijaron los precios, sino también a los
consumidores que no serían abastecidos.
Existen otro tipo de medidas que pueden tener mejores efectos ante situaciones de crisis, apelando a
la concientización de la situación y el comportamiento ético de los agentes, más aún cuando confluye la
necesidad de empatía, bienestar social y solidaridad con los demás.
El Indecopi debe mantenerse vigilante a las posibles conductas anticompetitivas que se pudieran
presentar en el país, tanto por concertación de precios, como por licitaciones colusorias. Estas últimas
cobran mayor relevancia por los montos involucrados y la importancia de su adquisición para el control
de esta pandemia, aspectos que, sumados a la situación de emergencia, pueden llamar la atención de
agentes inescrupulosos.
Es necesario llamar a la reflexión a los distintos agentes económicos en el mercado para que no
aprovechen esta situación para generar mayores ganancias. Recordemos que la salud de las personas
esta en juego y resulta necesario ser solidarios para que el país pueda superar esta grave crisis.

Nota: «Las opiniones son expresadas a título personal y no comprometen a ninguna de las instituciones
a las que se encuentra afiliado el autor.»
[1]        El carácter “social” del régimen económico está vinculado con un rol subsidiario y solidario del
Estado, quien orienta el desarrollo económico del país y actúa principalmente en las áreas de promoción
de salud, seguridad, servicios públicos e infraestructura, entre otros. Cabe señalar que en la normativa
peruana existen determinadas excepciones que permiten la regulación de precios en servicios públicos
tales como telefonía, agua, saneamiento y energía eléctrica.
[2]        SAMUELSON y NORDHAUS (2009) Economics. Décimo novena edición. New York:
McGraw-Hill Irwin, pág. 26-27.
[3]        Es importante señalar que hay una serie de factores que pueden influir tanto en la oferta
como en la demanda, tales como los costos de producción, los precios de los bienes sustitutos, los
costos de cambio, la estructura del mercado, la innovación tecnológica, el nivel de ingresos, la calidad
de los productos y las preferencias de los consumidores. En ese sentido y por fines explicativos, en los
supuestos planteados para la oferta y la demanda se asume que todos estos factores permanecen
constantes.

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